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1 VIII JORNADAS INTERNACIONALES DE EDUCACIÓN “EDUCACIÓN TRABAJO Y CIUDADANÍA: Problemas y Perspectivas Perspectiva pedagógica Lic. Laura Domínguez Prof. Ramón Gérez Psic. Leonardo Martinelli PEDRO FIGARI: UNA PEDAGOGÍA OLVIDADA 1 Lic. Laura Domínguez Prof. Ramón Gérez Psic. Leonardo Martinelli La constitución de los sistemas educativos nacionales en el S XIX, supuso un avance en el proyecto de modernización de las sociedades europeas en pleno auge del capitalismo industrial. En nuestros países, esa implementación se produjo a fines de siglo. Desde ese momento, la expansión de la educación estuvo en consonancia con los intereses de la producción y sentó las bases de una subjetividad emergente. El modelo instaurado, fuertemente disciplinador, se pronunció a favor de ciertos fines educativos, en particular la formación de ciudadanos, proceso que se extiende a buena parte del S. XX. En las primeras décadas de dicho siglo, un educador uruguayo, Pedro Figari, hace un planteo pedagógico que si bien recoge el postulado moderno de la formación de ciudadanía vinculada a la producción, lo hace desde una perspectiva diferente a la mera formación de obreros disciplinados. Según Ardao 2 , el pensamiento de Figari se mueve en torno a tres parejas de ideas directrices: arte e industria, criterio y vocación, autonomía y americanismo. En su obra pedagógica propone la idea de educación integral donde lo estético y lo ético estén presentes. Tuvo un papel fundamental en la reformulación de la “Escuela de Artes y Oficios” al intentar transformarla en una institución que abandonara su carácter de reformatorio y propiciara una formación humanista articulada con el trabajo. Visión modernizadora pero también cuestionadora de la formación técnica como meramente residual y/o instrumental. Su proyecto fracasó, no fue funcional al sistema y Pedro Figari se transformó en el gran pintor (que sin duda lo fue) y el educador quedó en un segundo plano. En este trabajo nos proponemos indagar en torno al fracaso de aquella experiencia (y el consecuente ocultamiento) ya que pensamos que desde allí encontraremos pistas para interpelar el presente. Señalaremos algunos elementos que creemos sustanciales, distintivos y originales para su momento –sin duda habría que analizar profundamente su vigencia- con el objetivo de comenzar a trabajar para conocer la dimensión pedagógica de alguien a quien la historia oficial de la educación uruguaya no le ha concedido el lugar que se merece. Una visión integral de la educación 1 Ponencia presentada en las VIII JORNADAS INTERNACIONALES DE EDUCACIÓN “EDUCACIÓN TRABAJO Y CIUDADANÍA: Problemas y Perspectivas. UNER Concordia. Setiembre de 2005 2 Ardao, Arturo. (1965) Prólogo a Figari, Pedro. Educación y Arte. Colección Clásicos Uruguayos. Montevideo. Ministerio de Instrucción Pública y Previsión Social.

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VIII JORNADAS INTERNACIONALES DE EDUCACIÓN “EDUCACIÓN TRABAJO Y CIUDADANÍA: Problemas y Perspectivas Perspectiva pedagógica Lic. Laura Domínguez Prof. Ramón Gérez Psic. Leonardo Martinelli PEDRO FIGARI: UNA PEDAGOGÍA OLVIDADA1 Lic. Laura Domínguez Prof. Ramón Gérez Psic. Leonardo Martinelli

La constitución de los sistemas educativos nacionales en el S XIX, supuso un avance en el proyecto de modernización de las sociedades europeas en pleno auge del capitalismo industrial. En nuestros países, esa implementación se produjo a fines de siglo. Desde ese momento, la expansión de la educación estuvo en consonancia con los intereses de la producción y sentó las bases de una subjetividad emergente. El modelo instaurado, fuertemente disciplinador, se pronunció a favor de ciertos fines educativos, en particular la formación de ciudadanos, proceso que se extiende a buena parte del S. XX.

En las primeras décadas de dicho siglo, un educador uruguayo, Pedro Figari,

hace un planteo pedagógico que si bien recoge el postulado moderno de la formación de ciudadanía vinculada a la producción, lo hace desde una perspectiva diferente a la mera formación de obreros disciplinados. Según Ardao2, el pensamiento de Figari se mueve en torno a tres parejas de ideas directrices: arte e industria, criterio y vocación, autonomía y americanismo. En su obra pedagógica propone la idea de educación integral donde lo estético y lo ético estén presentes. Tuvo un papel fundamental en la reformulación de la “Escuela de Artes y Oficios” al intentar transformarla en una institución que abandonara su carácter de reformatorio y propiciara una formación humanista articulada con el trabajo. Visión modernizadora pero también cuestionadora de la formación técnica como meramente residual y/o instrumental. Su proyecto fracasó, no fue funcional al sistema y Pedro Figari se transformó en el gran pintor (que sin duda lo fue) y el educador quedó en un segundo plano.

En este trabajo nos proponemos indagar en torno al fracaso de aquella

experiencia (y el consecuente ocultamiento) ya que pensamos que desde allí encontraremos pistas para interpelar el presente. Señalaremos algunos elementos que creemos sustanciales, distintivos y originales para su momento –sin duda habría que analizar profundamente su vigencia- con el objetivo de comenzar a trabajar para conocer la dimensión pedagógica de alguien a quien la historia oficial de la educación uruguaya no le ha concedido el lugar que se merece. Una visión integral de la educación

1 Ponencia presentada en las VIII JORNADAS INTERNACIONALES DE EDUCACIÓN “EDUCACIÓN TRABAJO Y CIUDADANÍA: Problemas y Perspectivas. UNER Concordia. Setiembre de 2005 2 Ardao, Arturo. (1965) Prólogo a Figari, Pedro. Educación y Arte. Colección Clásicos Uruguayos. Montevideo. Ministerio de Instrucción Pública y Previsión Social.

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Su propuesta suponía una ruptura con el fuerte modelo disciplinador que

sustentaba la Escuela de Artes y Oficios, un enfoque en el cual quedaban cuestionados -desde la perspectiva educativa- algunos de los pilares del modelo económico imperante que tendría consecuencias en el modelo productivo. Como dice García Montecoral3 “no se trata de un revolucionario en el sentido clásico del término, pero es obvio que su propuesta tiene fuertes elementos contrahegemónicos.” Sin duda, estos elementos estarán implicados en el “fracaso” de su propuesta en un momento de empuje conservador, que según la autora es un “ajuste a los desmanes del batllismo” (al referirse en particular al alto de Viera, entonces Presidente de la República.)

La propuesta de Figari “contiene” múltiples implicancias, ya que supone:

� Una profunda reestructura (¿o refundación?) de la ENDAYO (edificio, reglamentación, etc.)

� Cambios sustanciales en la relación pedagógica (centralidad del alumno, formación de maestros)

� Cambios en los fines de la enseñanza y sus relaciones con un proyecto nacional y americano que apunta a transformar el modelo económico vigente.

� Su concepción original de la relación entre el arte y la industria. � Su idea de la educación y el trabajo como necesariamente formadores del

criterio. � Educar es para Figari enseñar a vivir solidariamente4.

Su gran objetivo pedagógico apunta a “formar el criterio y el ingenio antes que

la mera habilidad profesional, la capacidad de iniciativa y creación antes que la repetición e imitación.”5 Propone una educación que apunte al desarrollo nacional autónomo formando el criterio productor integral. En síntesis, tal como señala en Educación y Arte, enseñar a “trabajar pensando y pensar trabajando.” Pone gran énfasis en el criterio autónomo para que la actividad productora y artística –concebidas en su integración indisoluble- no esté divorciada de las características del ambiente propio; “nosotros debemos producir dentro de un criterio americano, esto es, de un criterio que tome nota de las peculiaridades del ambiente propio.”6

Para dar cuenta de la integración de arte e industria nos remitimos a lo que

señala García Montecoral: “una parte de la transformación artística es la actividad industrial, que hace a la modificación productiva de los recursos materiales, siendo una forma específica de acción”7

En relación con la formación del criterio propio también aparece su concepción

del trabajo, la que pretenderá poner en práctica en su reforma de la Escuela de Artes y Oficios, en relación con la producción industrial y artística: “el trabajo productor

3 García Montecoral, Virginia. “Abriendo las ventanas. Figari y la reforma de la educación industrial”. En VOCES. Nº 13 Pág 48. Montevideo 2003 4 Figari, Pedro. (1965) Educación y Arte. Colección Clásicos Uruguayos. Ministerio de Instrucción Pública y Previsión Social. Montevideo. Págs. 166 y 170. 5 Ardao, Arturo. Op. Cit., pág XVI. 6 Figari, Pedro. Op. Cit., pág 111. 7 García Montecoral, Virginia. Op. Cit., pág 47.

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requiere saber por qué y para qué se produce”8, “la pura preparación técnica nos relegaría, pues, a la condición paupérrima de imitadores”9

La propuesta de formación de “obreros artistas” (según Figari verdadera

etimología de la palabra artesano) se explica a partir de su concepción de arte como resultado de la acción humana sobre la naturaleza, con lo que se descarta la triple escisión entre hombre y naturaleza, arte y ciencia, lo útil y lo bello. El arte, concebido por Figari como “el ingenio en acción” está implicado en forma sustancial en todas las actividades productoras del hombre: “todo arbitrio o recurso de la inteligencia aplicado a mejor relacionar el organismo con el mundo exterior a fin de satisfacer sus necesidades y aspiraciones”10 Incluye entonces, tanto la ciencia, las artes útiles y las bellas artes.

Estas ideas se ubican en relación con la centralidad que el trabajo tenía en el proyecto modernizador de comienzos del Siglo XX, señalando que “nada educa y moraliza tanto como el trabajo”11. Es obvio que la educación y el trabajo aparecen en relación al modelo disciplinador, pero en Figari esto no impide rescatar y poner en primer plano la función transformadora y liberadora de una y otro. La idea de formar operarios, defendida por el proyecto modernizador (en el sentido de la demanda del proceso industrializador europeo o como destino para las clases inferiores en nuestro caso) implicaba el abandono de la formación del hombre integral, consciente, comprometido en la acción. Arte y educación se remiten mutuamente a partir de su idea de identidad esencial entre el arte y la industria, concibiendo la enseñanza industrial como sinónimo de educación integral (Ardao, 1965). Esta integralidad se expresa incluso en la denominación que propone para la vieja Escuela de Artes y Oficios, la que debería llamarse Escuela Pública de Arte Industrial.12

También se destaca su reforma del régimen de la Escuela de Artes y Oficios13 y de su infraestructura (cambiar el espacio donde se imparte la enseñanza) y la normativa, entendiendo claramente que ambas cosas son indisolubles en relación con el proyecto pedagógico y con sus contenidos concretos de enseñanza. En este sentido, se declara expresamente partidario de eliminar el régimen de internado, al señalar el carácter más de prisión y de reformatorio que de escuela, con un “régimen disciplinario de un rigor tan inconsulto que rayaba en lo arbitrario”14•

8 Figari, Pedro. Op. Cit., pág. 176. 9 Op. Cit., pág. 177. 10 Figari, Pedro “Educación y arte” Mdeo 1965 11 Op. Cit., pág. 173. 12 Op. cit., pág. 21. 13 Sin pretender profundizar en el punto recién señalado –lo cual podría ser objetivo de un próximo trabajo investigativo- todavía hoy la Educación Técnica en nuestro país y las organizaciones en que la misma se desarrolla, son atravesadas por los efectos del carácter de reformatorio correccional y disciplinador que tuvo en sus orígenes. Es esta una pesada carga de la que no termina de desprenderse y que implica dimensionar todavía más la concepción planteada por Figari hace casi cien años. 14 Op. Cit., pág. 72. • Son interesantes los datos que aporta García Montecoral, Virginia –en artículo ya citado- en relación con los orígenes de la Escuela de Artes y Oficios y su funcionamiento en dependencias del Ejército.

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Como síntesis de su pensamiento pedagógico, en el Plan de organización de la enseñanza industrial, (1917) propone los siguientes preceptos:

� Instrucción práctica más que teórica, “la escuela, para ser de efectos positivos y trascendentes, debe ofrecerse como un laboratorio en plena actividad...”15

� Educar el criterio dentro de las particularidades de la individualidad, respetando y estimulando sus energías.

� Despertar y desarrollar la inventiva del alumno por medio del proyecto y de la crítica, su espíritu de observación y de análisis enseñándole a razonar y a sintetizar.

� Cultivar el criterio del alumno más aún que su manualidad, espíritu de iniciativa de organización y de empresa.

� Fomentar espíritu de asociación y de cooperación.

Las diversas líneas del pensamiento figariano que hemos expuesto, aunque desarrolladas entre 1910 y 1916, no pueden menos que remitirnos a una experiencia europea de los años veinte: la Bauhaus. En consonancia con la propuesta de Figari, la Bauhaus se caracterizó por el antiacademicismo y el utopismo. Así también, como la escuela industrial que concibió Figari, fue una experiencia que se vio frustrada. Tomás Maldonado señala: “Una Bauhaus frustrada que no pudo desarrollarse, la que en su tiempo se propuso aunque sin éxito, descubrir una visión humanística de la civilización técnica, es decir, considerar el entorno humano como un campo concreto de actividad creadora.”16

Una visión humanística de la civilización técnica. Cercano a este pensamiento,

Figari podría haber suscripto algunas de las ideas del programa de la Bauhaus de 1919: “¡Arquitectos, escultores, pintores, todos debemos retornar a la artesanía! Pues no existe un “arte profesional”. No existe diferencia esencial entre el artista y el artesano...¡Formemos entonces una nueva corporación de artesanos sin la arrogancia clasista que pretendía erigir una orgullosa barrera entre artesanos y artistas!”17 Una visión integral del país Una visión integral del país supone no sólo la formación del obrero artesano (que se vincula con el ámbito urbano), sino que además apunta a transformar las condiciones de vida de la población de campaña: “el problema no se resuelve por el simple arbitrio de “dar” viviendas mejores. No basta mejorar la vivienda: lo indispensable es mejorar el “género de vida” del poblador. El recurso de la buena vivienda hay que conectarlo con otros factores convergentes de la cultura, si se quiere determinar una evolución en la vida rural que es lo que interesa esencialmente al país”18 Aún hoy, se conciben planes de vivienda sin atender esta dimensión que tiene el valor de propender al concepto de autonomía. En esa dirección autonómica, Figari propone dar herramientas siendo éstas “recursos y también ideales” de manera que el

15 Op. Cit. Pág. 172. 16 Maldonado, Tomás “¿Es aún vigente la Bauhaus?” en De Micheli, Maldonado, Schnait “La Bauhaus ayer y hoy” Mdeo 1977 pág. 29 17 Schnaidt, Claude “La enseñanza del Bauhaus ¿es todavía actual?” en De Micheli, Maldonado M, Schnaidt 18Figari, P. “Educación y arte” pág.157

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poblador rural quiera y pueda mejorar su condición y se constituya así en un sujeto transformador del ambiente. Este proyecto, necesariamente debería ir acompañado de otros cambios, por eso la reacción de los sectores conservadores. Estos, nucleados en torno a la Federación Rural del Uruguay, tenían en Herrera a uno de sus principales portavoces quien tiempo antes de la constitución de la Federación, había dicho en la Cámara de Representantes (1914) “hay que dejar tranquilo al país (...) si ha habido desarrollo ha sido precisamente dejándolo tranquilo y solo”

También resulta interesante la siguiente cita en donde se pone de manifiesto la explícita oposición a concepciones alternativas al statu quo: “El espíritu conservador con que nace la federación no debe judaicamente interpretarse como una profesión de fe contraria a todo progreso...Se trata sólo de ir tomando posiciones para abatir reformas exóticas que se sienten estremecer en el ambiente etiológicamente extrañas a nuestro medio, pero que surgirán y triunfarán, si no se previene con tiempo su aparición o no se combinan las fuerzas para estorbar su victoria”19 Tengamos en cuenta, que en nuestros países en las últimas décadas del siglo XIX se había conformado una particular forma de articulación con el mercado mundial a partir de la cual la especialización productiva era una realidad. De acuerdo con esta idea, nuestros países se especializarían en determinados rubros de producción para la exportación. Figari ataca este concepto: “...lo primordial es prepararnos para utilizar nuestras riquezas, las que se exportan para ser transformadas en el extranjero y devueltas a veces a nuestro país valorizadas por la mano de obra y por el ingenio de otros pueblos.”20Tal contundencia nos exime de cualquier comentario... Una visión integral de la región La gran obra del Batllismo entre 1911 y 1915 se basa, entre otras cosas, en la estrategia del desarrollo industrial. En ese contexto, el pensamiento de Figari apunta a una industrialización al servicio del desarrollo nacional, la integración regional y la autonomía. Históricamente, a la dependencia comercial se sumó la dependencia tecnológica. La gran oportunidad sería saber cambiar las condiciones, un modelo alternativo. Ve a los dirigentes como mentes colonizadas, habla de nuestro “snobismo” que nos conduce a contemplar con admiración lo extranjero y que lleva a transplantar modelos sin considerar las potencialidades de la región ( y no sólo en cuanto a sus recursos naturales sino también en cuanto a su riqueza humana). No basta con industrializar sino que hay que pensar de qué manera, hacia dónde. La mera copia sin investigación nos subsumirá en la dependencia “Si América ha de ser para los americanos” dice, reconociendo claramente que la autonomía pasa por nuestro criterio americanista: “ o nos industrializamos o nos industrializan” remata con “sanchesca cordura”. EL PROYECTO UTÓPICO.

19 Irureta Goyena, José “Discursos” en Mariani, Alba y otros“Inestabilidad y crisis en el Uruguay” FCU Mdeo 1991 20 Figari, Pedro “Educación y arte” pág

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No es de extrañar que la integralidad de su propuesta pedagógica, articulada en torno a los ejes que hemos venido señalando, no cuajara en el modelo político, económico y educativo que se consolidaba en el país, ya que Figari daba cuenta acerca de la necesidad de que la formación de obreros y artesanos no estuviera divorciada del carácter emancipador del trabajo y la educación, del arte y la industria. A tal punto era integral su concepción de la enseñanza industrial que la propone como base de la instrucción pública.21

La derrota de Figari, señala Sanguinetti,22 proviene de dos visiones distintas: una

que concibe la escuela sin taller, la formación teórica; y otra del Dr. Caviglia quien sostiene una enseñanza industrial de “rápidos beneficios”.

Pero hay más: ya se había producido un distanciamiento con su amigo Batlle y

Ordóñez que pensaba en la formación de Academias de Arte (dentro de una concepción neoclásica) independiente de Talleres para obreros. Preocupaba a Figari una concepción que contribuyera a la extrema división del trabajo (por su carácter alienante?). Pero, indudablemente un proceso de industrialización en el marco de una economía fordista, que no apuntó a la autonomía de nuestros pueblos, vería con recelo esta constitución de una subjetividad que superara las visiones caritativas de capacitar a los pobres y que supusiera la autonomía moral, ética que propiciaría otra ciudadanía.

Señala Figari en carta de 1932 refiriéndose a la incomprensión de Batlle y

Ordóñez quien además en ese mismo período (1911) propiciaba la creación de liceos departamentales: “Temió perder adeptos optando por los liceos de campaña, más adecuados a la formación de electores y elementos de club.”23

Figari será claro en su visión del obrero. Al relacionar educación, democracia y

trabajo y tomando como ejemplo el pujante modelo norteamericano dirá que “el obrero no es allí un rutinario que nada sabe ni puede fuera del alcance de la voz de mando, como resorte de una máquina, sino, al contrario, es el hombre consciente, apto para justipreciar con criterio autónomo cada oportunidad y evaluar cada elemento ambiente para deducir el mejor partido en todo momento: ésta es la forma ideal de la civilización moderna.”24

Probablemente, su admirado Charlotte le demostró en su obra “Tiempos

modernos” que la situación de los obreros en Norteamérica no era tan feliz. De todas formas, la cita sirve a los efectos de percibir la dimensión social que le atribuía a la formación industrial.

La ciudadanía, como la concebía Figari, es mucho más que la estrecha visión del

elector; la educación, más que la construcción de una sólida clase media que aportara los funcionarios para acrecentar el estado benefactor que se empezaba a conformar. Las fuerzas conservadoras lo sabían. Sabían, como lo saben hoy, que una educación integral que apunte al conocimiento de si mismo, a la comprensión de la dimensión humana, al compromiso con el ambiente, generará procesos de transformación.

21 Op. Cit. Pág. 186. 22 Sanguinetti, J. M. “El doctor Figari” pág. 148 23 Citado en Sanguinetti, J.M. pág. 127 24 Figari, Pedro “Educación y arte” pág 192

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Al reconocer la complejidad humana señala: “Por una falsa comprensión de la realidad, nos hemos habituado a mirarla como espectadores, ajenos a ella. Obligados a dividir y clasificar, para comprender, nos hemos acostumbrado a considerar lo real a través de la retícula de nuestras clasificaciones”25 y nos hemos olvidado que “la vida es siempre integral. Todo coexiste, y todos, en todo instante, convivimos con el todo, cada cual según su estructura.”26

En el imperio del actual orden mundial, nuestros países han estado condenados

al consumo, a la libertad de mercado, a la desintegración nacional y regional, por el mismo snobismo de nuestras mentes colonizadas que denunciaba Figari.

En la “Historia Kiria”, Figari plantea una utopía dedicada a los que “meditan

sonriendo”, utopía posible, la de la reconciliación del hombre con la vida. Por esto, el único deber es el “común bienestar social”. Y agrega “ a fuerza de transgresiones sociales y políticas, morales también y no pocas naturalmente, el hombre moderno ha llegado a trocarse en una ficha, un voto, todos por igual equiparados en cada sector partidario.”

Figari se fue a cuarteles de invierno tras haberse hecho muchas preguntas, tras haber batallado por una utopía que iba a contrapelo de las líneas económicas y políticas fundantes del nuevo modelo de estado. En el período que allí se inicia, se manifiesta el pintor quien reivindica en su arte, lo que ya había manifestado en su obra educativa, “ me he acostumbrado a mirar con admiración, con reconocimiento y enternecido, el pasado nuestro”. También hoy, urge saber de dónde venimos para poder pensar hacia dónde vamos.

BIBLIOGRAFÍA ARDAO, A. (1971) “Etapas de la inteligencia uruguaya” FCU. Mdeo. BRALICH, J. (1996) “Una historia de la educación en el Uruguay” FCU. Mdeo. DE MICHELI, MALDONADO, SCHNAIDT (1977) “La Bauhaus ayer y hoy” Signo. Mdeo. FIGARI, P. (1960) “Arte, estética e ideal” Clásicos uruguayos. Mdeo. ------------- (1965) “Educación y arte” Clásicos uruguayos. Mdeo. ------------- (1989) “Historia Kiria” Edit. Amesur. Mdeo. GARCÍA, V. (2003) “Abriendo las ventanas. Figari y la reforma de la educación industrial” en Revista VOCES. Mdeo. MARIANI, A. Y otros (1991) “Inestabilidad y crisis en el Uruguay”. FCU. Mdeo. SANGUINETTI, J.M. (2002) “El doctor Figari” Aguilar. Mdeo.

25 Figari, Pedro “Educación integral” en “Educación y arte” pág. 165 26 Ob. Cit. Pág. 166