la nacion analogias

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Catalejo Melancolía de mujeres analógicas Hernán Casciari Para LA NACION Noticias de Enfoques : anterior | siguiente Domingo 16 de mayo de 2010 | Publicado en edición impresa BARCELONA Me encuentro con un viejo compañero de la primaria al que no veía desde los años ochenta y del que tuve noticias a través de una red social. Nos citamos en un bar del centro, nos palmeamos con cariño falso. Le digo: Qué increíble, para lo que acaba sirviendo Facebook. Se ríe fuerte, como si le estuviera tomando el pelo: "Si Facebook sirviera solamente para encontrarme con vos, o para que todos los alumnos de la Argentina se hicieran la rata, yo no tendría banda ancha en casa. A mí Facebook me cambió la vida, pero de verdad". Le pregunto si será para tanto. "Mirá para afuera -me indica-. Imaginate que todas las mujeres que están pasando ahora por la calle tuvieran un cartel en el culo que dijera ´estoy en una relación complicada´, o ´soy soltera´, o ´solamente busco amistad´, o incluso ´me interesan los hombres y también las mujeres´..." Hago lo que dice mi amigo. Miro por la ventana del bar hacia la calle y veo la primavera de Barcelona en su esplendor: holandesas, suecas, nativas, maduras y jovencitas, diferentes colores y tamaños; hay de todo en la viña del Señor. Mi amigo me aprieta el brazo y me dice: "Imaginate que aquella que está por cruzar la Diagonal tuviese un cartel que dijera: ´Hace doce días que estoy deprimida´. Tener esa data de primera mano, hacer cálculos mentales y abordarlas a todas. (Mi amigo parecía excitado.) ¿Cuánto hubiéramos simplificado el enfoque de la seducción, hace diez, hace quince años, de haber tenido esos guiños entre las conocidas del colegio, de la universidad, de las compañeras de trabajo, de las ex novias?" Me lo imagino; mi amigo tiene mucha razón. La mujer analógica, la del siglo pasado, esperaba que vos te dieras cuenta de ciertas cosas. "¿Te acordás las preguntas que uno se hacía antes? ¿Tendrá novio Estelita? ¿Qué música le gustará? ¿Será buen momento para abordarla? -rememora mi amigo- Ahora la mujer digital te lo indica en el perfil del Facebook. Cualquier conocida de la oficina, cualquier amiga de una amiga, te avisa si se peleó con el novio, te explica si le gusta Neruda o si le gusta Bucay, te pone fotos de las vacaciones en Ibiza, para que la veas medio desnuda..." Cierra los ojos y sonríe. Continúa: "¿Cuánto tardábamos, en los ochenta, para ver en bikini a la chica que nos gustaba? ¡Había que esperar al Día de la Primavera, que alguna se emborrachaba en el parque, o a que te invitaran a una pileta en verano! No, la vida mejoró mucho... Hay desventajas, claro -matiza-. Te podés ensartar, como toda la vida. Te podés despertar con un bicho a la mañana siguiente... Pero en Facebook hay escaramuzas, hay trucos que te proporciona la experiencia." Mi antiguo amigo de la primaria me atiborró de consejos. Habló durante más de una hora, sin parar. Y después dijo que debía irse a una cita con una mujer que había conocido en la estación Verdaguer. "Me tiemblan las manos", me confesó antes de salir del bar. "Esta mujer que conocí en el metro me dice que no tiene Internet. No sé nada de ella, nunca vi fotos, no sé de qué le voy a hablar." "¿Y para qué vas, entonces?", quise saber. Y me dijo: "Es que últimamente me calientan mucho las mujeres analógicas. Tienen olor a infancia". © LA NACION

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Catalejo

Melancolía de mujeres analógicasHernán Casciari Para LA NACION

Noticias de Enfoques: anterior | siguiente Domingo 16 de mayo de 2010 | Publicado en edición impresa

BARCELONA

Me encuentro con un viejo compañero de la primaria al que no veía desde los años ochenta y del que tuve noticias a través de una red social. Nos citamos en un bar del centro, nos palmeamos con cariño falso. Le digo: Qué increíble, para lo que acaba sirviendo Facebook. Se ríe fuerte, como si le estuviera tomando el pelo: "Si Facebook sirviera solamente para encontrarme con vos, o para que todos los alumnos de la Argentina se hicieran la rata, yo no tendría banda ancha en casa. A mí Facebook me cambió la vida, pero de verdad". Le pregunto si será para tanto. "Mirá para afuera -me indica-. Imaginate que todas las mujeres que están pasando ahora por la calle tuvieran un cartel en el culo que dijera ´estoy en una relación complicada´, o ´soy soltera´, o ´solamente busco amistad´, o incluso ´me interesan los hombres y también las mujeres´..."

Hago lo que dice mi amigo. Miro por la ventana del bar hacia la calle y veo la primavera de Barcelona en su esplendor: holandesas, suecas, nativas, maduras y jovencitas, diferentes colores y tamaños; hay de todo en la viña del Señor. Mi amigo me aprieta el brazo y me dice: "Imaginate que aquella que está por cruzar la Diagonal tuviese un cartel que dijera: ´Hace doce días que estoy deprimida´. Tener esa data de primera mano, hacer cálculos mentales y abordarlas a todas. (Mi amigo parecía excitado.) ¿Cuánto hubiéramos simplificado el enfoque de la seducción, hace diez, hace quince años, de haber tenido esos guiños entre las conocidas del colegio, de la universidad, de las compañeras de trabajo, de las ex novias?"

Me lo imagino; mi amigo tiene mucha razón. La mujer analógica, la del siglo pasado, esperaba que vos te dieras cuenta de ciertas cosas. "¿Te acordás las preguntas que uno se hacía antes? ¿Tendrá novio Estelita? ¿Qué música le gustará? ¿Será buen momento para abordarla? -rememora mi amigo- Ahora la mujer digital te lo indica en el perfil del Facebook. Cualquier conocida de la oficina, cualquier amiga de una amiga, te avisa si se peleó con el novio, te explica si le gusta Neruda o si le gusta Bucay, te pone fotos de las vacaciones en Ibiza, para que la veas medio desnuda..." Cierra los ojos y sonríe. Continúa: "¿Cuánto tardábamos, en los ochenta, para ver en bikini a la chica que nos gustaba? ¡Había que esperar al Día de la Primavera, que alguna se emborrachaba en el parque, o a que te invitaran a una pileta en verano! No, la vida mejoró mucho... Hay desventajas, claro -matiza-. Te podés ensartar, como toda la vida. Te podés despertar con un bicho a la mañana siguiente... Pero en Facebook hay escaramuzas, hay trucos que te proporciona la experiencia."

Mi antiguo amigo de la primaria me atiborró de consejos. Habló durante más de una hora, sin parar. Y después dijo que debía irse a una cita con una mujer que había conocido en la estación Verdaguer. "Me tiemblan las manos", me confesó antes de salir del bar. "Esta mujer que conocí en el metro me dice que no tiene Internet. No sé nada de ella, nunca vi fotos, no sé de qué le voy a hablar." "¿Y para qué vas, entonces?", quise saber. Y me dijo: "Es que últimamente me calientan mucho las mujeres analógicas. Tienen olor a infancia".

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