la medida del lider capítulo 2

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LA MEDIDA DEL LIDERCapítulo 2

Cómo Edificar una Buena Reputación

Pero es necesario que el obispo sea irreprensible… 1 Timoteo 3.2

Hace algunos años, Dale Cornegie escribió un libro titulado Cómo hacer amigos e influir en la gente que contiene muchos consejos prácticos fundamentados en el sentido común. Aunque carece de base bíblica, gran parte de sus sugerencias reflejan valores cristianos.

¿Es correcto que usted como cristiano quiera que otros lo respeten y aprecien? Mas específicamen- te, ¿es correcto desear que así sea?

La respuesta a estas preguntas es sí. Si hemos de ejercer una influencia positiva en nuestra esposa, hijos, amigos (tanto cristianos como incrédulos), nuestros compañeros de trabajo, etc., debemos ser respe- tados y queridos. En otras palabras, debemos tener una buena reputación.

IRREPRENSIBLE(Una Cualidad que abarca a otras)

Cuando Pablo menciona que el hombre maduro debe ser “irreprensible” no se refiere a que debe ser perfecto. Más bien, a que debe procurar tener una buena reputación.

Pablo pone estas características en primer lugar en las dos cartas (1 Timoteo 3.2 y Tito 1.6-7) que escribió a Timoteo y a Tito y tenía buenas razones para hacerlo, porque esta característica abarca otras. Es un atributo inclusivo y el resultado de vivir las otras cualidades que el apóstol menciona en sus dos listas.

SIETE BUENOS HOMBRES

Tener buena reputación no es una idea nueva en las cartas de Pablo. Cuando la iglesia enfrentó su primer problema de organización en Jerusalén, los apóstoles recomendaron: “Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a siete varones de buen testimonio” (Hechos 6.3). La idea era que encontraran hombres que ayudaran a resolver el problema de la distribución de la comida.

Los apóstoles sabían que sólo empeorarían el problema si delegaban este asunto en hombres de reputación cuestionable. Se arriesgaban a que la gente no confiara en ellos, estaría observando todos y cada uno de sus movimientos; los acusarían de favoritismo aunque no hubiera evidencias. Por eso que los apóstoles pidieron a los griegos que hicieran la elección, porque solo ellos podían conocer bien quiénes eran hombres de confianza.

LA JORANDA ESPIRITUAL DE TIMOTEO

Timoteo se convirtió al cristianismo un día específico durante la visita que Pablo y Bernabé hicieron a Lista en su primer viaje misionero. Tal vez vio a Pablo cuando sanaba al cojo de nacimiento (Hechos 14.8). Si no llegó a presencia ese milagro, de seguro que le tocó ver al hombre ya sano caminan- do y saltando por las calles (14.10).

La conversión de TimoteoEs difícil imaginar que Timoteo no viera a sus conciudadanos cuando trataron de adorar a Pablo y

a Bernabé pensando que eran “dioses bajo la semejanza de hombre” (14.11). Sin duda escuchó a los miso-

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neros rechazar esa clase de adoración y declarar que Jesucristo es el único Hijo de Dios (14.14-17). ¿Fue entonces que Timoteo y su madre se convirtieron? Es posible.

Pero el acontecimiento que debe haber influido más en él, fue la gran culminación del viaje, cuan- do la misma gente que había tratado de adorar a Pablo y Bernabé en un principio, se volvió contra ellos a causa de los hermanos judíos que habían venido de Antioquía e Iconio (14.19). Timoteo vio que la turba enardecida asía a Pablo, tal vez por ser el que más hablaba, y lo arrastraba fuera de la ciudad para apedre- arlo y después darlo por muerto. Si en verdad presenció esto, y yo creo que así fue, debe haber estado en- tre “los discípulos” que también observaron la curación milagrosa que se efectuó en Pablo poco después. El apóstol se incorporó, sanó de sus heridas provocadas por la golpiza y volvió a entrar a la ciudad (14.20)

En el pasaje no se nos dice el momento exacto en que Timoteo creyó en el evangelio. Pero esta- mos seguros de que fue en algún momento mientras sucedían estas cosas. Timoteo llegó a la conclusión de que el Cristo a quien predicaba Pablo y Bernabé era el verdadero Mesías prometido en el Antiguo Tes- tamento. En consecuencia, el joven puso su fe en él y se convirtió en cristiano (2 Timoteo 3.15).

“… daban buen testimonio de él”Cuando Pablo regresó a Listra en su segundo viaje misionero, conoció a Timoteo, tal vez por pri-

mera vez. Pero Pablo ya había oído hablar de él antes de este encuentro porque “…daban buen testimonio de él los hermanos que estaban en Listra y en Iconio” (Hech16.2). En otras palabras, Timoteo tenía buena reputación y así se le informó al apóstol en cuanto regresó al pueblo del joven.

Tres cosas importantesPrimero, la gente hablaba de Timoteo y no en forma negativa, sino positiva. Una buena reputación

da origen a esta clase de conversaciones. Segunda, eran varios hombres clave los que hablaban bien del discípulo. Esta es otra buena prueba para conocer si una persona tiene buena reputación. No solo una persona, sino varias, son las que hablaban bien de él.

Tercero, la gente que hablaba bien de él vivía tanto en Listra como en Iconio, esto es, gente de más de un lugar. La reputación de Timoteo era reconocida tanto en casa, como fuera de ella. Esta es otra prue- ba para determinar si se puede confiar en la reputación de alguien.

Todo esto nos demuestra la celeridad con que maduró Timoteo en su experiencia cristiana. El he- cho es que ya tenía reputación de ser buen judío antes de ser cristiano 92 Timoteo 3.15). Cuando se con- virtió a Cristo, creció el respeto que inspiraba.

LA META DE TODO CRISTIANO

Sabemos que lleva mucho tiempo edificar una buena reputación, cuando menos para la mayoría de nosotros. Pero, sin importar cuáles sean nuestros antecedentes, esta debería ser la meta de todos. Esta cualidad se dará en forma natural si crecemos y maduramos en nuestra vida cristiana como debiéramos. Por el contrario, un cristiano que tiene mala reputación tiene actitudes que no están en armonía con los principios cristianos. Tampoco su estilo de vida armoniza con lo que naturalmente la gente espera de un hombre maduro.

Este libro está diseñado para ayudarle a desarrollar una reputación piadosa. Un buen lugar para comenzar es descubrir qué es lo que la gente piensa de usted en la actualidad.

UNA PREGUNTA PARA COMENZAR

¿Recibo reacciones positivas de quienes viven cerca de mí (esposa, hijos y amigos) que indiquen que tengo buena reputación?

Sea cauteloso

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Recuerde, la retroalimentación procedente de quienes usted no conoce no es prueba de que tiene buena reputación. Su apreciación puede ser superficial; tal vez motivada por su apariencia física, su habi- lidad para comunicarse, o su personalidad pública, la cual puede no presentar lo que usted es en realidad.

¿Qué tan bien me conoce?El hecho de leer mi libro no le hará conocer cómo es mi reputación. Tal vez usted se sienta impre-

sionado con lo que digo, por la forma en que lo digo, o por lo que aparenta ser mi entrega a una vida santaPero ¿sabe usted cómo soy realmente? La verdad es que no puede saberlo.

Lo mismo sucede cuando doy conferencias, en particular ante aquellos que no me conocen o que me conocen superficialmente. La verdad es que yo puedo fingir que soy muy espiritual. Le sorprenderá que esto es lo que hace muchas veces la gente cristiana más famosa y reconocida. Es muy fácil impresio- narse con la imagen pública de alguien, pero ésta tal vez no corresponda a la imagen privada.

No digo esto para que se haga un escéptico, sino para ayudarle a ser cuidadoso. Si en realidad quiere saber cómo soy, tiene que hablar con aquellos que me conocen bien: con mi esposa, que ha vivido conmigo cerca de 40 años, o con mis hijos, que crecieron en nuestro hogar y ahora han formado los suyos propios; tendrá que hablar con los ancianos de la iglesia que han ministrado conmigo mucho tiempo.

¿Qué bien se conoce a sí mismo?Para hacer más personal este estudio, necesitará investigar lo mismo acerca de usted. Si en verdad

quiere saber qué clase de reputación tiene, qué es lo que la gente piensa de usted, pregunte a su esposa y déle libertad para que conteste la pregunta abierta y objetivamente. Pregunte a sus hijos lo mismo y tam- bién déles libertad de hablar. Pregunte a quienes le conocen bien en la iglesia. Se sorprenderá de todo lo que puede aprendaer. ¿Le suena amenazador? Sí lo es. Pero bien vale la pena por los resultados que le proporcionará.

Y UN DIA LE PREGUNTE A MI HIJA

Recuerdo que cuando mi hija mayor tenía unos ocho años, yo me encontraba preparando un men- saje dominical con el tema de la familia. Se me ocurrió pedirle que me escuchara lo que estaba planeando compartir con la congregación el siguiente domingo. También le pedí que me diera sus comentarios acerca de si mi vida como padre se parecía con lo que iba a predicar.

Un momento de intimidad¿Sabe usted lo que ella quiso decir? Yo sí. De inmediato comprendí el mensaje. A lo que se refería

era a una de mis debilidades, mi tendencia a no escuchar cuando mis hijos hablaban, costumbre que era más aguda cuando eran pequeños. En ese momento tan especial y vulnerable, mi hijita me estaba diciendo que a veces ella trataba de decirme algo que era importante para ella. Pero también me estaba diciendo que por la mirada de mis ojos reconocía que mi mente estaba a miles de kilómetros de distancia, tal vez resolviendo un problema de la oficina, pensando cómo bosquejar un mensaje o simplemente concentrán- dome en propios asuntos sin darme cuenta de que ella había estado esperando todo el día para decirme al- go emocionante que le hab161a sucedido.

Nunca olvidaré esa experienciaQuisiera poder decir que el comentario de mi hija cambió totalmente mi actitud. Pero al paso de

los años he tenido que seguir luchando contra la tentación de distraerme cuando mis hijos me hablan. ¡Cuán fácil es tomar a quienes nos rodean como merecidos! Nos engañamos diciendo ellos me entienden. La mayoría de las veces sí nos entienden, pero eso no evita que los lastimemos. Además sigue siendo una debilidad que afecta nuestra buena reputación. Una cosa es cierta. La conversación con mi hijita me puso sobre aviso y me ayudó a fijarme nuevas metas que espero me hayan cambiado desde entonces. Nunca he olvidado esa experiencia, pues me ayudó a mejorar como padre.

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PREGUNTAS ADICIONALES

¿Está aumentando el número de personas que me buscan para compartir su vida conmigo? ¿Me hacen confidencias?

¿Se está profundizando y haciendo más significativa mi relación con otras personas a medida que me conocen mejor y se acercan más a mí? ¿O mis amistades se alejan o se hacen más superficiales a medida que la gente me conoce como realmente soy?

¿Está creciendo el círculo de mis amistades en forma continua y amplia? ¿Está creciendo el número de personas que me admiran y confían en mí?

¿Me recomienda la gente para llevar a cabo tareas importantes y difíciles sin temor a que les falle?

“¿AGUA QUIETA”, O ARROYO SALTARIN?

Una cosa que he aprendido es que debemos ser cuidadosos cuando juzgamos la madurez de al- guien por la forma en que proyecta su personalidad externa. He descubierto que en la mayoría de los ca- sos, e; “agua quieta” tiende a ser más profunda, mientras un “arroyo saltarín” a veces es bastante super- ficial. Algunas personas que aparentemente tienen todo bajo control cuando están en público, por dentro están sufriendo terriblemente. Por el contrario, otros que aparecen callados y reservados tienen cualidades permanentes que representan la verdadera medida de madurez.

Por supuesto que esto no siempre es igual. Pero cuando sí lo es, la gente extrovertida no resiste bien las pruebas a largo plazo. Pero la gente que es más real, aunque tal vez algo reservada, viene a ser la que en verdad queremos tener como amigos cercanos. Ellos resisten bien, y entre más tiempo pase la gente reservada, más se empieza a dar uno cuenta de la calidad que tiene.

UN CLAVADO

Si se le dificulta ser imparcial con las respuestas de estas preguntas, o si no puede hacerlas, siénte- se con su cónyuge o un amigo cercano y pídale que le ayude con toda honestidad a evaluar las respuestas.

Reconozco que es una tarea desagradable. No es fácil. Es como pararse en un acantilado para tirar- se un clavado en aguas desconocidas. Pero sí me gustaría animarlo a que se tire el clavado. Le aseguro que su vida cambiará, así como lo que la gente piensa de usted. El hecho de que esté dispuesto a pasar por este proceso ayudará a edificar su buena reputación.

LA TAREA MÁS SATISFACTORIA

A pesar de que en la actualidad soy pastor de tiempo completo, también soy maestro de medio tiempo en el Seminario Teológico de Dallas. En el curso que imparto, pido a los estudiantes que lean La Medida del Líder ya sea con su cónyuge o su mejor amigo. Sugiero que pidan que les ayuden a evaluar su vida a la luz de las cualidades que se listan en este libro. Después, deben escribir un reporte donde se es- pecifican sus áreas fuertes así como las que creen necesitan mejorar. Invariablemente, mis alumnos infor- man que esa tarea ha sido la que más ha cambiado su vida. ¿Por qué? Porque se enfrentan cara a cara con lo que Dios dice acerca de cuál es la medida del hombre.

PENSANDO Y CRECIENDO JUNTOS

Las siguientes preguntas están diseñadas para discutirse en grupo después de leer y estudiar el contenido de este capítulo.

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1. ¿Cuál es el primer paso que debemos dar como hombres para saber lo que la gente piensa de nosotros?

2. ¿Existen áreas en nuestra vida donde creemos que la gente tiene un punto de vista falso de nosotros o que ha malentendido nuestra actitud y acciones? ¿Por qué ha sucedido? ¿Qué podemos hacer para cambiar esa idea falsa sin parecer agresivos?

3. ¿Estamos concientes de que nuestras actitudes y acciones presentes están afectando nuestra reputación? ¿Qué pasos podemos dar inmediatamente para reconstruir nuestra reputación en esas áreas específicas?

4. ¿Qué cosa específica le gustaría hacer de inmediato para empezar a mejorar su reputación como cristiano.

PONGASE UNA META

Escriba a continuación una meta que le gustaría alcanzar como resultado de este estudio.