la historia del zoolÓgico

31
LA HISTORIA DEL ZOOLÓGICO Edward Albee Nueva York, 1958 Para William Flanagan

Upload: carlosarango-obregon

Post on 02-Jul-2015

3.005 views

Category:

Documents


1 download

TRANSCRIPT

Page 1: LA HISTORIA DEL ZOOLÓGICO

LA HISTORIA DEL ZOOLÓGICO

Edward Albee

Nueva York, 1958

Para William Flanagan

Page 2: LA HISTORIA DEL ZOOLÓGICO

Reparto de Personajes

PETER: Un hombre apenas entrado en

los cuarenta, ni gordo ni

flaco, ni guapo ni feo. Usa

pantalón de lana, fuma pipa,

lleva anteojos de carey.

Aunque es un hombre mayor, su

forma de vestir y su manera

de ser sugerirían un hombre

más joven.

JERRY: Un hombre entre treintaicinco

y cuarenta años, no

pobremente vestido, pero

sin cuidado. Lo que alguna

vez fue un cuerpo esbelto

y ligeramente musculoso

ha empezado a engordar; y

aunque ya no es guapo, es

evidente que una vez lo fue.

Su pérdida de gracia física

no debe sugerir libertinaje;

siente, por decirlo lo más

aproximadamente posible, un

gran fastidio.

Page 3: LA HISTORIA DEL ZOOLÓGICO

ACTO ÚNICO

Escena

En el Central Park de Nueva York; una tarde de

domingo en verano; época actual. Hay dos bancas,

una a cada lado del escenario; ambas de frente

al público. Detrás de ellas: follaje, árboles,

cielo. Al principio, Peter está sentado en una

de las bancas. Al alzarse el telón Peter está

sentado en la banca de la derecha. Está leyendo

un libro. Deja de leer, limpia sus anteojos,

vuelve a su lectura. Entra Jerry.

JERRY

He estado en el zoológico. (Peter no hace caso.) Dije

que he estado en el zoológico. ¡SEÑOR, HE ESTADO EN

EL ZOOLÓGICO!

PETER

¿Humm...? ¿Qué...? Disculpe, ¿me hablaba a mí?

JERRY

Fui al zoológico, y luego caminé hasta que llegué

aquí. ¿He estado caminando hacia el norte?

PETER

(Asombrado.) ¿Norte? Pues... yo... creo que sí.

Déjeme ver.

JERRY

(Señalando detrás del público.) ¿Aquélla es la Quinta

Avenida?

PETER

Pues sí; sí lo es.

JERRY

¿Y cuál es esa calle que cruza ahí; aquella, a la

derecha?

PETER

¿Esa? Ah, ésa es la calle Setentaicuatro.

JERRY

Y el zoológico está por ahí, por la calle

Sesentaicinco; así es que he estado caminando hacia

el norte.

PETER

(Ansioso por volver a su lectura.) Sí; así parece.

JERRY

El buen norte.

(CONTINUED)

Page 4: LA HISTORIA DEL ZOOLÓGICO

CONTINUED: 2.

PETER

(Ligeramente, por reflejo.) Ja, ja.

JERRY

(Después de una pausa breve.) Pero no propiamente el

norte.

PETER

Pues... bueno, no, no propiamente el norte; pero,

nosotros... lo llamamos el norte. Es hacia el norte.

JERRY

Observa cómo Peter, ansioso por deshacerse de él,

prepara su pipa.) Bueno hermano; a ti no te va a dar

cáncer de pulmón, ¿verdad?

PETER

(Levanta la vista, un poco molesto; luego sonríe.)

No, señor. No por esto.

JERRY

No, señor. Lo que te va a dar probablemente es cáncer

en la boca, y luego vas a tener que usar una de esas

cosas que Freud usó después de que le quitaron todo

un lado de la mandíbula. ¿Cómo les dicen a esas

cosas?

PETER

(Incómodo) ¿Una prótesis?

JERRY

¡Eso mismo! Una prótesis. Eres un hombre educado,

¿verdad? ¿Eres doctor?

PETER

Ah, no; no. Lo leí en algún lado; en la revista

Times, creo. (Vuelve a su lectura.)

JERRY

Bueno, la revista Times no es para tarados.

PETER

No, supongo que no.

JERRY

(Después de una pausa) No sabes cuánto me alegro de

que ésa de allá sea la Quinta Avenida.

PETER

(Distraidamente) Sí.

JERRY

No me gusta mucho la parte oeste del parque.

PETER

¿Eh? {Luego, levemente cauteloso, pero interesado.)¿Y

por qué?

(CONTINUED)

Page 5: LA HISTORIA DEL ZOOLÓGICO

CONTINUED: 3.

JERRY

(Casual.) No lo sé.

PETER

Ah. (Vuelve a su lectura.)

JERRY

(Se detiene por unos segundos, mirando a Peter, quien

finalmente vuelve a levantar la mirada, intrigado.)

¿Te molesta si conversamos?

PETER

(Obviamente molesto.) Pues... no, no.

JERRY

Sí; claro que sí.

PETER

(Baja su libro, apaga y guarda su pipa, sonriendo.)

En serio, no; no me molesta.

JERRY

Te molesta.

PETER

(Finalmente decidido.) No; no me importa para nada,

en serio.

JERRY

Es... es un bonito día.

PETER

(Mira innecesariamente hacia el cielo.) Sí. Sí, lo

es; precioso.

JERRY

He estado en el zoológico.

PETER

Sí, creo que ya me lo habías dicho... ¿no es cierto?

JERRY

Probablemente. ¿Quién te escucha si dices algo una

sola vez? Tú tienes televisión, ¿verdad?

PETER

Pues sí, tenemos dos; una para las niñas.

JERRY

¡Estás casado!

PETER

(Con énfasis de satisfacción.) Pero por supuesto.

JERRY

No es una ley, por amor de Dios.

(CONTINUED)

Page 6: LA HISTORIA DEL ZOOLÓGICO

CONTINUED: 4.

PETER

No... no, claro que no.

JERRY

Y tienes una esposa.

PETER

(Aturdido por la aparente falta de comunicación) ¡Sí!

JERRY

Y tienes hijos.

PETER

Sí; dos.

JERRY

¿Niños?

PETER

No, niñas... ambas niñas.

JERRY

Pero tú querías niños.

PETER

Bueno... naturalmente, todo hombre quiere un hijo,

pero...

JERRY

(Ligera burla.) ¿Pero no se puede tener todo en la

vida?

PETER

(Irritado.) Yo no iba a decir eso.

JERRY

Y no vas a tener más niños, ¿verdad?

PETER

(Un poco distante.) No. Ya no. (Luego vuelve,

fastidiado.) ¿Por qué lo dices? ¿Cómo puedes saberlo?

JERRY

La manera en que cruzas las piernas, quizás; algo en

la voz. O tal vez sólo estoy adivinando. ¿Es por tu

esposa?

PETER

(Furioso.) ¡Eso a ti no te incumbe! (Un silencio.)

¿Entiendes? (Jerry asiente. Peter se ha calmado.)

Pues tienes razón. No tendremos más hijos.

JERRY

(Suavemente.) No se puede tener todo en la vida.

(CONTINUED)

Page 7: LA HISTORIA DEL ZOOLÓGICO

CONTINUED: 5.

PETER

(Indulgente.) No... supongo que no.

JERRY

Así pues; ¿qué más?

PETER

¿Qué estabas diciendo sobre el zoológico...?

JERRY

Te lo voy a contar, pronto. ¿Te molesta si te hago

preguntas?

PETER

No, de hecho no.

JERRY

Te voy a decir por qué lo hago; no hablo con mucha

gente -excepto para decir cosas como: dame una

cerveza, o dónde está el baño, o a qué hora pasan la

película, o no me toques, amigo. Ya sabes- cosas como

ésas.

PETER

Debo admitir que no...

JERRY

Pero de vez en cuando me gusta conversar con alguien,

conversar de verdad; eso de conocer a alguien, saber

todo sobre él.

PETER

(Riendo ligeramente, aunque un poco incómodo.) ¿Y hoy

soy yo el conejillo de indias?

JERRY

¿En una soleada tarde de domingo como ésta? Quién

mejor que un buen hombre casado, con dos hijas, y...

eh... ¿un perro? (Peter niega con la cabeza.) ¿No?

Dos perros. (Peter niega con la cabeza otra vez.)

Hmm. ¿Perros no? (Peter niega con la cabeza, con

tristeza.) Ah, qué lástima. Pero tienes cara de que

te gustan los animales. ¿GATOS? (Peter asiente con la

cabeza, lastimoso.) ¡Gatos! Pero, ésa no puede ser

idea tuya. No, señor. ¿De tu esposa y tus hijas?

(Peter asiente con la cabeza.) ¿Hay algo más que deba

saber?

PETER

(Tiene que aclararse la garganta.) También hay...

tenemos dos periquitos. Uno... eh... uno para cada

una de mis hijas.

JERRY

Pájaros.

(CONTINUED)

Page 8: LA HISTORIA DEL ZOOLÓGICO

CONTINUED: 6.

PETER

Mis hijas los tienen en una jaula en su habitación.

JERRY

¿No tendrán alguna enfermedad?... Los pájaros.

PETER

Me parece que no.

JERRY

Qué mal. Si tuvieran alguna podrías soltarlos en la

casa y los gatos podrían comérselos y morir, tal vez.

(Peter queda mudo por un momento, luego ríe.) ¿Y qué

más? ¿Qué haces para mantener a tu enorme familia?

PETER

Yo... eh... tengo una posición ejecutiva en una...

una pequeña casa editorial. Publicamos... eh...

publicamos libros de texto.

JERRY

Eso suena agradable; muy agradable. ¿Cuánto ganas?

PETER

(Todavía jovial.) ¡Pero qué pasa!

JERRY

Vamos, dímelo.

PETER

Bueno, gano alrededor de treintaiocho mil dólares al

año, pero no cargo más de cuarenta en ningún

momento... en caso de que seas un... un asaltante...

Ja, ja, ja.

JERRY

(Ignorando lo anterior.) ¿Dónde vives? (Peter está

renuente.) Mira; yo no te voy a robar a ti, y no voy

a secuestrar a tus periquitos, tus gatos o tus hijas.

PETER

(Muy alto.) Vivo entre Lexington y la Tercera

Avenida, en la calle Setentaicuatro.

JERRY

No fue tan difícil, ¿verdad?

PETER

No quise parecer... ah... es que en realidad no

llevas una conversación; sólo haces preguntas. Y yo

soy...normalmente soy... eh... reticente. ¿Por qué te

quedas ahí parado?

JERRY

Voy a empezar a caminar en un rato, y eventualmente

me voy a sentar. {Recordando.) Espera a que veas la

cara que pone.

(CONTINUED)

Page 9: LA HISTORIA DEL ZOOLÓGICO

CONTINUED: 7.

PETER

¿Qué? ¿La cara de quién? Óyeme; ¿es algo acerca del

zoológico?

JERRY

(Distante.) ¿El qué?

PETER

El zoológico; el zoológico. Algo acerca del

zoológico.

JERRY

¿El zoológico?

PETER

Lo has mencionado varias veces.

JERRY

(Todavía distante, pero volviendo abruptamente.) ¿El

zoológico? Ah, sí; el zoológico. Estuve ahí antes de

venir acá. Te lo dije. Oye, ¿dónde pondrías la línea

que divide a la clase media-media-alta de la clase

media-alta-baja?

PETER

Mi querido amigo, yo...

JERRY

No soy el querido amigo de nadie.

PETER

(Con desdicha.) ¿Me di aires de superioridad? Me

parece que sí; lo siento. Pero, mira,

tu pregunta sobre las clases me dejó perplejo.

JERRY

¿Y cuando estás perplejo te das aires de

superioridad?

PETER

Yo... yo no me expreso muy bien, algunas veces.

(Intenta hacer un chiste sobre sí

mismo.) Soy editor, no escritor.

JERRY

(Entretenido, pero no por la gracia.) Está bien. La

verdad es: yo me estaba dando aires

de superioridad.

PETER

Ah, qué va; no hacía falta que dijeras eso.

Es en este punto que Jerry puede comenzar a

moverse alrededor del escenario, mostrando poco

a poco mayor determinación y autoridad, pero

controlándose para que el largo monólogo sobre

el perro caiga en el punto más alto del arco.

(CONTINUED)

Page 10: LA HISTORIA DEL ZOOLÓGICO

CONTINUED: 8.

JERRY

Está bien. ¿Quiénes son tus escritores favoritos?

¿Baudelaire y Stephen King?

PETER

(Cauteloso) Pues, me gustan varios escritores; tengo

un gusto considerablemente... católico, por decirlo

de alguna manera. Esos dos hombres son excelentes...

cada uno a su manera. (Entrando en calor.)

Baudelaire, por supuesto... eh... es por mucho el

mejor de los dos, pero Stephen King tiene un lugar...

en nuestra... eh...

JERRY

Olvídalo.

PETER

Lo... perdón.

JERRY

¿Sabes qué hice hoy antes de ir al zoológico? Caminé

por toda la Quinta Avenida desde Washington Square;

todo el camino.

PETER

Ah; ¡vives en el Village! (Esto parece animar a

Peter.)

JERRY

No, no vivo en... Tomé el metro hasta el Village para

poder caminar por toda la Quinta Avenida hasta el

zoológico. Es una de esas cosas que una persona tiene

que hacer; algunas veces una persona tiene que

desviarse un largo trecho para tomar correctamente un

tramo corto de regreso.

PETER

(Casi haciendo pucheros.) Ah, pensé que vivías en el

Village.

JERRY

¿Qué tratabas de hacer? ¿Encontrarle sentido a las

cosas? ¿Poner orden? ¿El viejo truco de la bofetada

final? Bueno, eso es fácil; te diré. Vivo en una

pensión, cuatro pisos con fachada de piedra café

rojiza, en el alto lado oeste, entre la Avenida Colón

y el Central Park oeste. Vivo en el piso de arriba;

atrás; oeste. Es una pieza risiblemente pequeña, y

una de mis paredes está hecha de cartón; esta pared

de cartón separa mi pieza de otra pieza risiblemente

pequeña, así es que presumo que las dos piezas fueron

alguna vez una pieza, una pieza pequeña, pero no

necesariamente risible. La pieza detrás de mi pared

de cartón está ocupada por un travesti negro que

siempre mantiene su puerta abierta; bueno, no siempre

pero siempre que se está depilando las cejas, cosa

que él hace con una concentración budista. Ésta...

(MORE)

(CONTINUED)

Page 11: LA HISTORIA DEL ZOOLÓGICO

CONTINUED: 9.

JERRY (cont’d)este travesti negro tiene los dientes podridos, lo

que es raro, y tiene un kimono japonés, que también

es bastante raro; y se pone el kimono para ir y venir

del baño en el corredor, con bastante frecuencia.

Quiero decir, él va mucho al baño. Nunca me molesta,

y nunca sube a nadie a su pieza. Todo lo que él hace

es depilarse las cejas, ponerse su kimono, ir al

baño. Ahora bien, las dos piezas de la parte de

enfrente, en mi piso, son un poco más grandes,

supongo; pero también son muy pequeñas. Hay una

familia de puertorriqueños en una de ésas, un esposo,

una esposa y algunos niños; no sé cuántos. Esta gente

se divierte bastante. Y en la otra pieza del frente

hay alguien que vive allí, pero no sé quién sea,

nunca lo he visto. Nunca. Nunca, nunca.

PETER

(Apenado.) ¿Por qué... por qué vives allí?

JERRY

(Otra vez tomando distancia.) No sé.

PETER

No suena como un lugar muy agradable... donde vives.

JERRY

Bueno, no; no es un apartamento en la parte lujosa

del este. Pero, en fin, yo no tengo una esposa, dos

hijas, dos gatos y dos periquitos. Lo que sí tengo

son artículos de baño, poca ropa, una parrilla

eléctrica que no debería tener, un abrelatas, uno de

ésos que tienen manivela, ya los conoces; un

cuchillo, dos tenedores y dos cucharas, una pequeña,

una grande; tres platos, una copa, un platico, un

vaso, dos portarretratos, ambos vacíos; ocho o nueve

libros, un juego de cartas pornográficas, el naipe

normal, una vieja máquina de escribir de la Western

Unión que escribe sólo mayúsculas y una pequeña caja

fuerte sin candado que tiene adentro... ¿qué?

¡Piedras! Algunas piedras... piedras redondeadas por

el mar que recogí en la playa cuando era un niño.

Debajo de las cuales... aplastadas por el peso...

están algunas cartas... cartas de por favor... por

favor por qué no haces esto, y cartas de por favor

cuándo vas a hacer aquello. Y cartas de cuándo,

también. ¿Cuándo vas a escribir? ¿Cuándo vas a venir?

¿Cuándo? Estas cartas son de años más recientes.

PETER

(Mira fija y hoscamente sus zapatos, luego...) ¿Cómo

es que los portarretratos están vací...?

JERRY

No veo por qué hay que explicar eso. ¿No está claro?

No tengo retratos de nadie para ponerlos ahí.

(CONTINUED)

Page 12: LA HISTORIA DEL ZOOLÓGICO

CONTINUED: 10.

PETER

Tus papás... quizás... una novia...

JERRY

Eres un hombre muy dulce y posees una inocencia

verdaderamente envidiable. Pero mi buena mamá y mi

buen papá están muertos... ¿entiendes?... Y eso sí

que me parte el alma... lo digo de verdad. PERO. Ese

acto de comedia en particular está de gira por el

circuito celestial, así que no capto cómo podría

verlos, todos lindos y enmarcados en un

portarretratos. Además, o, más bien, cabe señalar que

mi mamá abandonó al mi papá cuando yo tenía diez años

y medio; se embarcó en una gira adúltera por nuestros

estados sureños... un viaje de un año de duración...

y su acompañante más constante... entre otros, entre

muchos otros... fue un señor de apellido Teporocho.

Al menos eso es lo que él me contó cuando la fue a

buscar... regresó... trajo su cuerpo al norte.

Habíamos recibido la noticia entre Navidad y Año

Nuevo, ves, de que mi buena mamá se había separado de

su espíritu en algún antro de Alabama. Y, sin el

espíritu... no fue tan bien recibida. Quiero decir,

¿qué era ella? Una vanidosa... una vanidosa norteña.

En todo caso, mi buen papá celebró el Año Nuevo por

dos semanas seguidas y luego se paró frente a un

autobús que iba algo afanado, que más o menos

resolvió las cosas en lo que a la familia respecta.

Bueno no; luego estaba la hermana de mi mamá, que no

era dada al pecado ni al consuelo de la botella. Me

fui a vivir con ella, y mis recuerdos de ella son

difusos, excepto que recuerdo que todo lo hacía sin

humor: dormir, comer, trabajar, rezar. Cayó muerta en

las escaleras de su apartamento, entonces también mi

apartamento, la tarde que me gradué de bachiller. En

mi opinión, un chiste terrible al estilo de Europa

central.

PETER

Ay, ay, ay...

JERRY

¿Hay? ¿Qué hay? Pero eso pasó hace mucho tiempo, y no

siento nada al respecto que quiera reconocer. Quizá

puedes ver, a pesar de todo, por qué mi mamá y mi

papá están sin enmarcar... ¿Cómo te llamas? ¿Tu

nombre?

PETER

Soy Peter.

JERRY

Se me había olvidado preguntarte. Yo soy Jerry.

PETER

(Con una risita nerviosa.) Hola, Jerry.

(CONTINUED)

Page 13: LA HISTORIA DEL ZOOLÓGICO

CONTINUED: 11.

JERRY

(Saluda con un movimiento de cabeza.) Haber veamos;

¿y es qué caso hay de tener el retrato de una mujer,

especialmente en dos portarretratos? Tengo dos

portarretratos, te acuerdas. Nunca veo a las lindas

muchachas más de una vez, y la mayoría de ellas no

serían sorprendidas en la misma habitación con una

cámara. Es extraño, y me pregunto si es triste.

PETER

¿Las muchachas?

JERRY

No. Me pregunto si es triste que nunca me veo con

mujeres más de una vez. Nunca he podido gozar el sexo

con, o, ¿cómo se dice?... hacerle el amor a nadie más

de una vez. Una vez; eso es todo... Ah, espera; por

una semana y media, cuando tenía quince años... y me

da pena de verdad admitir que me llegó tarde la

pubertad... fui un h-o-m-o-s-e-x-u-a-l. Quiero decir,

era marica... (Muy rápido.) Marica, marica, marica...

con bombos y platillos, y banderitas ondeando al

viento. Y por esos once días me encontraba al menos

dos veces en el día con el hijo del administrador del

parque... un muchacho griego, que su cumpleaños era

el mismo día que el mío, excepto que él era un año

mayor. Creo que yo estaba muy enamorado... tal vez

sólo del sexo. Pero ésa es harina de otro costal, ¿o

no? Y ahora; ah, que si me gustan las mujeres; en

serio, las amo. Por una hora más o menos.

PETER

Bueno, a mí me parece perfectamente simple...

JERRY

(Enojado.) ¡Hey! ¿Me vas a decir que me case y tenga

periquitos?

PETER

(Enojado también.) ¡Olvídate de los periquitos! Y

quédate soltero si quieres. No es asunto mío. En

primer lugar, yo no empecé esta conver...

JERRY

Está bien, está bien. Perdón. ¿Todo bien? ¿No estás

enojado?

PETER

(Riendo.) No, no estoy enojado.

JERRY

(Aliviado.) Bien. (Ahora vuelve a su tono anterior.)

Es curioso que me preguntaras sobre los

portarretratos. Yo creía que me ibas a preguntar

sobre el juego de cartas pornográficas.

(CONTINUED)

Page 14: LA HISTORIA DEL ZOOLÓGICO

CONTINUED: 12.

PETER

(Con una sonrisa astuta.) Ah, yo he visto esas

cartas.

JERRY

No se trata de eso. (Ríe.) Supongo que cuando eras

niño tú y tus amiguitos se las prestaban, o tenías tu

propio naipe.

PETER

Bueno, me imagino que muchos de nosotros teníamos...

JERRY

Y te deshiciste de ellas justo antes de casarte.

PETER

Ah, qué va; entiéndeme. Yo no necesité nada de eso

cuando crecí.

JERRY

¿No?

PETER

(Apenado.) Preferiría no hablar de estas cosas.

JERRY

¿Entonces? No lo hagas. Además, yo no estaba tratando

de revisar las cañerías de tu vida sexual y tus malos

ratos postadolescentes; a lo que quería llegar es a

la diferencia en el valor de la baraja pornográfica

cuando eres un adolescente, y la baraja pornográfica

cuando eres más grande. Es que cuando eres un

muchacho usas la baraja como un sustituto de la

experiencia real, y cuando eres más grande usas la

experiencia real como un sustituto de la fantasía.

Pero me imagino que preferirías oír sobre lo que pasó

en el zoológico.

PETER

(Entusiasta.) Ah, sí; el zoológico. (Luego, torpe.)

Eso es... si tú...

JERRY

Deja que te diga porque fui al... bueno, deja que te

diga algunas cosas. Te he hablado acerca del cuarto

piso de la pensión donde vivo. Creo que las piezas

son mejores según vas bajando, piso por piso. Supongo

que lo son; yo no sé. No conozco a ninguna de las

personas del tercer piso ni del segundo piso. ¡Ah,

espera! Me consta que hay una señora viviendo en el

tercer piso, al frente. Lo sé porque llora todo el

tiempo. Siempre que salgo o regreso, siempre que paso

por su puerta, siempre oigo su llanto, ahogado,

pero... con mucha determinación. Con mucha

determinación, de verdad. Pero a la que quiero

llegar, y todo por el perro, es a la administradora.

No me gusta usar palabras que son muy ordinarias

(MORE)

(CONTINUED)

Page 15: LA HISTORIA DEL ZOOLÓGICO

CONTINUED: 13.

JERRY (cont’d)cuando describo a la gente. No me gusta. Pero esa

señora es una bolsa de basura gorda, fea, cruel,

estúpida, sucia, misántropa, barata. Y puede que

hayas notado que yo rara vez uso blasfemias, así que

no puedo describirla tan bien como podría.

PETER

La describes... espléndidamente.

JERRY

Bueno, gracias. En fin, ella tiene un perro, y te voy

a hablar del perro, y ella y su perro son los

porteros de mi hogar. Esa mujer es bastante mala; se

recuesta por ahí en el zaguán, espiando para ver que

no vaya a traer cosas o gente, y siempre que se toma

su botella de ron me detiene en el zaguán, y se

agarra de mi camisa o mi brazo, y me restriega con su

asqueroso cuerpo para arrinconarme y así poder hablar

conmigo. El olor de su cuerpo y su aliento... no te

lo puedes imaginar... y en algún lado, en algún lado

de ese cerebro de garbanzo, un órgano desarrollado lo

suficiente como para dejarla comer, beber y cagar,

tiene una especie de mala parodia de deseo sexual. Y

yo, Peter, yo soy el objeto de su lujuria sudorosa.

PETER

Eso es repugnante. Eso es... horrible.

JERRY

Pero yo encontré la manera de mantenerla a raya.

Cuando me habla, cuando se restriega contra mi cuerpo

y murmura sobre su cuarto y que debería acompañarla

ahí, yo simplemente le digo: pero, amor, ¿ayer no te

fue suficiente?, ¿y antier? Entonces se desconcierta,

entrecierra sus ojitos, se tambalea un poco, y luego,

Peter... y es en este momento cuando pienso que puede

ser que esté haciendo algo de bueno en esa casa

atormentada... una sonrisa ingenua empieza a formarse

en esa cara inconcebible, y entre risitas y gemidos

piensa en lo de ayer y lo de antier; mientras cree y

recrea lo que nunca sucedió. Luego se mueve hacia ese

monstruo negro que tiene por perro y se regresa a su

cuarto. Y yo estoy a salvo hasta nuestro próximo

encuentro.

PETER

Es tan... inconcebible. Es difícil de creer que una

persona como ésa realmente exista.

JERRY

(Ligera burla.) Es como para un libro, ¿verdad?

PETER

(Seriamente.) Sí.

(CONTINUED)

Page 16: LA HISTORIA DEL ZOOLÓGICO

CONTINUED: 14.

JERRY

Y es que es más seguro ver a la realidad como una

ficción. Tienes razón, Peter. Bueno, lo que he estado

tratando de decirte es lo del perro; ahora te lo voy

a contar.

PETER

(Nerviosamente.) Ah, sí; el perro.

JERRY

No te vayas. No estás pensando en irte, ¿o sí?

PETER

Bueno... no, creo que no.

JERRY

(Como si se dirigiera a un niño.) Porque después de

que te cuente lo del perro, ¿sabes qué pasa luego?

Luego... luego te contaré lo que sucedió en el

zoológico.

PETER

(Riendo débilmente.) Tú estás... estás lleno de

historias, ¿no es cierto?

JERRY

No es obligatorio que me oigas. Nadie te tiene

amarrado aquí; acuérdate de eso. Tenlo presente.

PETER

(Irritado.) Ya lo sé.

JERRY

¿Lo sabes? Bien.

El siguiente discurso largo debe realizarse, me

parece, con mucha acción, de manera que se logre

el efecto hipnótico sobre Peter y también sobre

el público. Algunas acciones específicas han

sido sugeridas, pero puede ser que lo resuelvan

mejor entre el director y el actor que

interpreta a Jerry.

JERRY

MUY BIEN. (Como si leyera de una enorme cartelera.)

¡LA HISTORIA DE JERRY Y EL PERRO! (De nuevo natural.)

Lo que voy a contarte tiene algo que ver con cómo

algunas veces es necesario desviarse un largo trecho

para tomar correctamente un tramo corto de regreso;

o, tal vez sólo pienso que tiene algo que ver con

eso. Pero, por eso fui hoy al

zoológico, y por eso caminé hacia el norte... más o

menos, claro... hasta que llegué aquí. Muy bien. El

perro, creo que ya te dije, es una bestia negra y

monstruosa: una cabeza demasiado grande, orejas

diminutas, diminutas, y ojos... inyectados de sangre,

infectados, tal vez; y un cuerpo que puedes ver las

(MORE)

(CONTINUED)

Page 17: LA HISTORIA DEL ZOOLÓGICO

CONTINUED: 15.

JERRY (cont’d)costillas bajo la piel. El perro es negro, todo

negro; todo negro excepto por los ojos inyectados de

sangre, y... sí... y una llaga abierta en su pata

delantera... derecha; que es roja, también. Y, ah sí;

el pobre monstruo, y de verdad creo que es un perro

viejo... seguramente ha sido maltratado... casi

siempre tiene una erección... o algo parecido. Ésa es

roja, también. Y... ¿qué más?... ah, sí; hay algo de

color gris-amarillo-blanco, también, cuando saca los

colmillos. Así: ¡Grrrrr! Que es lo que hizo cuando me

vio por primera vez... el día que me trasteé. Me

preocupé por ese animal desde el primer momento en

que lo conocí. Ahora bien, los animales no se me

acercan como a San Francisco de Asís, que estaba

lleno de pájaros revoloteándole todo el tiempo. Lo

que quiero decir es lo siguiente: los animales son

indiferentes conmigo... como la gente... (Sonríe

ligeramente.) La mayor parte del tiempo. Pero este

perro no era indiferente. Desde un principio gruñía y

luego se lanzaba contra mí, a morderme una pierna. No

es que tuviera rabia; era un perro algo torpe, pero

tampoco le faltaban güevas. Corría bien, aunque era

torpe; pero siempre me escapaba. Me alcanzó a

desgarrar una bota del pantalón, mira (Le muestra el

remiendo.), aquí mismo, donde está remendado; eso fue

al segundo día que llegué a vivir allí; pero me zafé

de una patada y me subí rápidamente, y allí quedó

todo. {Reflexiona.) Hasta hoy todavía no sé cómo se

las ingenian los otros inquilinos, pero sabes lo que

pienso: pienso que tenía que ver sólo conmigo. Fácil.

Bien. En fin, esto siguió por más de una semana,

siempre que entraba; pero nunca cuando salía. Qué

chistoso. O, fue chistoso. Si por el perro fuera, yo

podría empacar y vivir en la calle. Bueno, estuve

pensándolo en mi cuarto un día, una de esas veces

después de escaparme para arriba, y tomé una

decisión. Y decidí: primero, mataría al perro con

bondad, y si eso no funciona... lo mato y ya. (Peter

se respinga.) No te alteres, Peter; sólo escucha. Así

pues, al día siguiente salí y compré

unas hamburguesas, término medio, sin salsa de

tomate, sin cebolla; y camino a casa me deshice del

pan y todos los aderezos y me quedé sólo con la

carne. (Acción en lo siguiente, tal vez.) Cuando

volví a la pensión el perro me estaba esperando.

Entreabrí la puerta que daba al zaguán y allí estaba,

esperándome. Era seguro. Entré, muy cautelosamente,

con la carne de las hamburguesas, te acuerdas; abrí

la bolsa y puse las hamburguesas a unos tres o cuatro

metros de donde estaba el perro gruñéndome. ¡Así

estuvo! Gruñó; dejó de gruñir; olfateó; se movió

lentamente; luego más rápido; luego más rápido hacia

la carne. Bueno, cuando llegó a la carne se detuvo y

me miró. Sonreí; pero tentativamente, me entiendes.

Volvió su hocico a las hamburguesas, olió, olfateó un

poco más, y luego... GGGRRRAAAAGGGGGHHHH, así nada

(MORE)

(CONTINUED)

Page 18: LA HISTORIA DEL ZOOLÓGICO

CONTINUED: 16.

JERRY (cont’d)más... se abalanzó sobre ellas. Era como si nunca

hubiera comido nada en su vida, excepto basura. Que

muy bien podría haber sido la verdad. Yo no creo que

la dueña del perro coma otra cosa que basura. Pero.

Se comió todas las hamburguesas, casi todas a la vez,

haciendo ruidos con la garganta como una mujer.

Luego, cuando se había terminado la carne, la

hamburguesa, y trató de comerse también el papel, se

sentó y sonrió. Creo que sonrió; sé que los gatos lo

hacen. Fueron unos cuantos momentos muy

gratificantes. Luego, ¡BAM!, gruñó y se lanzó de

nuevo contra mí. Esta vez tampoco me agarró. Así es

que llegué arriba y me acosté en la cama y empecé a

pensar acerca del perro otra vez. A decir verdad,

estaba ofendido, y también estaba muy enojado. Eran

seis hamburguesas perfectamente buenas, sin tanta

grasa como para que fueran repugnantes. Estaba

ofendido. Pero, después de un rato, decidí intentarlo

por otros cuantos días. Si lo piensas, este perro

tenía lo que se consideraría antipatía hacia mí;

realmente. Y, me pregunté si no podría superar esta

antipatía. Así pues, lo intenté otros cinco días,

pero era siempre lo mismo: gruñir; olfatear; avanzar,

más rápido; mirar fijamente; tragar; GGGRAAGGGHHH;

sonreír; gruñir; ¡BAM!. Bueno, sigamos; para entonces

la Avenida Colón estaba regada con panes y aderezos

de hamburguesa y yo estaba menos ofendido que

hastiado. Así que, decidí matar al perro. {Peter

levanta una mano en señal de protesta.) Ay, no te

alarmes tanto, Peter; no tuve éxito. El día que traté

de matar al perro compré sólo una hamburguesa y lo

que pensé sería una porción mortal de veneno para

ratas. Cuando compré la hamburguesa le pedí al tipo

que no se preocupara por el pan y los aderezos, todo

lo que quería era la carne. Esperaba alguna reacción

suya, como: no vendemos ninguna hamburguesa

incompleta; o, ¿qué va a hacer, comérsela con las

manos? Pero no; sonrió amablemente, envolvió la

hamburguesa con papel encerado y dijo: ¿Un bocado

para su gatico? Quería contestarle: No, no es eso; es

parte de un plan para envenenar a un perro que

conozco. Pero, no puede uno decir "un perro que

conozco" sin que suene chistoso; así que dije, un

poco demasiado alto, creo, y muy formalmente: ¡SÍ, UN

MORDISCO PARA MI GATICO! La gente se volteó a

mirarme. Siempre pasa cuando trato de simplificar las

cosas; la gente me mira como a un bicho raro. Pero

eso no viene al caso. Así que, de regreso a la

pensión, junté y amasé entre mis manos el veneno para

ratas y la hamburguesa, sintiendo en ese instante

tanta tristeza como asco. Abrí la puerta del zaguán y

allí estaba el monstruo, esperando tomar la ofrenda y

luego saltar sobre mí. Pobre diablo; nunca se dio

cuenta de que el momento en que sonreía antes de

lanzarse contra mí me daba el tiempo suficiente para

ponerme fuera de su alcance. PERO, allí estaba él; la

(MORE)

(CONTINUED)

Page 19: LA HISTORIA DEL ZOOLÓGICO

CONTINUED: 17.

JERRY (cont’d)malevolencia con una erección, esperando. Dejé en el

piso la masa de veneno, fui hacia las escaleras y

observé. El pobre animal se tragó la comida como de

costumbre; sonrió, ese gesto casi me enferma, y

luego, ¡BAM! Pero, corrí a toda velocidad subiendo

las escaleras, como de costumbre, y el perro no me

agarró, como de costumbre. Y SUCEDIÓ QUE LA BESTIA

ESTABA MORTALMENTE ENFERMA. Lo supe porque ya no me

hacía caso, y porque la administradora andaba sobria.

Me paró en el zaguán la misma noche del intento de

asesinato y me confió la información de que Dios

había dado un golpe seguramente fatal a su

cachorrito. Se le había olvidado su lujuria

imprudente, y sus ojos estaban bien abiertos por

primera vez. Se parecían a los ojos del perro.

Sollozó y me imploró que rezara por el animal. Yo

quería decirle: Señora, tengo que rezar por mí, por

el travesti negro, por la familia portorriqueña, por

la persona en el cuarto del frente a quien nunca he

visto, por la mujer que llora deliberadamente detrás

de su puerta cerrada y por el resto de la gente de

todas las pensiones, en todas partes; además, señora,

yo no sé cómo rezar. Pero... para simplificar las

cosas... le dije que rezaría. Ella me miró de reojo.

Dijo que era un mentiroso y que probablemente quería

que el perro muriera. Yo no quería, y no sólo porque

yo lo había envenenado. Me temo que debo decirte que

quería que el perro sobreviviera para poder ver cómo

sería nuestra nueva relación. (Peter se muestra cada

vez más descontento y lentamente crece su

antagonismo.) Por favor Peter, entiende; esa clase de

cosas son importantes. Debes creerme; son

importantes. Tenemos que saber el efecto de nuestras

acciones. Bueno, en fin; el perro se recuperó. No

tengo idea de por qué, a menos que fuera un

descendiente del cachorro que montaba guardia en las

puertas del infierno o de algún bar de ese tipo. No

estoy al día en mitología. (Pronuncia la palabra

mito-logía.) ¿Tú sí? (Peter se detiene a pensar, pero

Jerry continúa.) Como sea, pero fallaste la pregunta

del millón, Peter; de cualquier forma, el perro

recuperó su salud y su dueña recuperó su sed, de

ninguna manera alterada por los azares del destino.

Cuando volví a la casa después de una película que

estaban dando en la calle cuarentaidós, una película

que ya había visto, o una que era muy parecida a una

o varias que había visto, y después de que

la administradora de la pensión me dijo que el

cachorrito estaba mejor, yo estaba muy ansioso porque

el perro me estuviera esperando. Estaba... bueno,

¿cómo decirlo... tentado?... ¿fascinado?... no, creo

que no... desgarradoramente ansioso, eso es; estaba

desgarradoramente ansioso de confrontar otra vez a mi

amigo. (Peter reacciona burlándose.) Sí, Peter;

amigo. Ésa es la única forma de llamarlo. Estaba

desgarradoramente etcétera de confrontar otra vez a

(MORE)

(CONTINUED)

Page 20: LA HISTORIA DEL ZOOLÓGICO

CONTINUED: 18.

JERRY (cont’d)mi perruno amigo. Pasé por la puerta y avancé, sin

miedo, al centro del zaguán. La bestia estaba allí...

mirándome. Y, ya sabes, se veía mejor después de su

roce con el más allá. Me detuve; lo miré; me miró.

Creo... creo que permanecimos así un largo rato...

quietos, como estatuas de piedra... tan sólo

mirándonos el uno al otro. Yo lo miré más a la cara

que él a la mía. Quiero decir, me puedo concentrar

durante más tiempo en ver a un perro a la cara de lo

que un perro puede concentrarse en verme a mí a la

cara, o en ver a la cara de cualquiera, como sea.

Pero durante los veinte segundos o dos horas en que

nos miramos a la cara hicimos contacto. Entonces,

pasó lo que quería que pasara: ahora amaba al perro,

y quería que él me amara. Había tratado de amar, y

había tratado de matar, y ambos intentos fracasaron

por sí mismos. Tenía la esperanza... y en serio no sé

por qué yo esperaba que el perro no me entendiera

nada, mucho menos mis motivaciones... pero al mismo

tiempo tenía la esperanza de que el perro entendiera.

(Peter parece hipnotizado.) Es sólo... es sólo que...

(Ahora Jerry está anormalmente tenso.) es sólo que si

no puedes tratar con gente, tienes que empezar por

algún lado. ¡CON ANIMALES! (Más rápido ahora, como un

conspirador.) ¿Te das cuenta? Una persona tiene que

tener alguna forma de tratar con ALGO. Si no es con

la gente... si no es con la gente... con ALGO. Con

una cama, con una cucaracha, con un espejo... no, eso

es muy difícil, ése es uno de los últimos pasos. Con

una cucaracha, con una... con un... con un tapete, un

rollo de papel higiénico... no, eso no, tampoco...

eso también es como un espejo, sí; siempre hay que

revisar si se manchó de sangre. ¿Ves cómo es de

difícil encontrar cosas? Con una esquina en la calle,

y muchas luces, todos los colores reflejados en las

calles húmedas con aceite... con una espiral de humo,

una espiral... de humo... con... con cartas de naipe

pornográficas, con una caja fuerte... SIN CANDADO...

con amor, vomitando, llorando, con furia porque las

lindas muchachas no son lindas, ni tan puras,

haciendo dinero con su cuerpo que es un acto de amor,

y podría probarlo; aullando porque estás vivo; con

Dios. ¿Qué tal eso? CON DIOS QUE ES UN TRAVESTI NEGRO

QUE SE PONE UN KIMONO Y SE DEPILA LAS CEJAS, QUE ES

UNA MUJER QUE LLORA CON DETERMINACIÓN DETRÁS DE SU

PUERTA CERRADA... con Dios que, me han dicho, le dio

la espalda a todas las cosas hace algún tiempo...

con... algún día, con gente. (Jerry emite la

siguiente palabra como un fuerte suspiro.) Gente. Con

una idea; un concepto. Y ¿dónde mejor, dónde podría

ser mejor dentro de este humillante pretexto que

tenemos por cárcel, dónde mejor para comunicar una

sola, sencilla idea que en un zaguán? ¿Dónde? ¡Sería

UN COMIENZO! Dónde mejor para principiar... para

entender y tan sólo posiblemente ser entendido... un

principio de entendimiento, que con... (Aquí Jerry

(MORE)

(CONTINUED)

Page 21: LA HISTORIA DEL ZOOLÓGICO

CONTINUED: 19.

JERRY (cont’d)parece estar casi grotescamente fatigado.) que con UN

PERRO. Sólo eso; un perro. (Aquí hay un silencio que

puede prolongarse por un momento más o menos largo;

luego, Jerry termina su historia con fastidio.) Un

perro. Parecía como una idea perfectamente sensible.

El hombre es el mejor amigo del perro, acuérdate. En

fin: el perro y yo nos miramos el uno al otro. Yo más

que el perro. Y lo que vi ahí ha sido lo mismo desde

entonces. Siempre que el perro y yo nos miramos,

ambos nos detenemos donde estemos. Nos tratamos el

uno al otro con una mezcla de tristeza y sospecha, y

luego fingimos indiferencia. Nos cruzamos sin riesgo;

tenemos un entendimiento. Es muy triste, pero tienes

que admitir que es un entendimiento. Habíamos

intentado hacer contacto varias veces y habíamos

fallado. El perro ha vuelto a la basura y yo al paso

solitario pero libre. No he vuelto. Quiero decir, me

he ganado el paso libre y solitario, si es que una

pérdida así puede llamarse ganancia. He aprendido que

ni la bondad ni la crueldad por sí mismas,

independientes una de la otra, crean ningún efecto

más allá de sí mismas; y he aprendido que las dos

combinadas, juntas, al mismo tiempo, son la emoción

instructiva. Y lo que se gana es la pérdida. Y qué ha

sido el resultado: el perro y yo hemos adquirido un

compromiso; más bien un convenio. No nos amamos ni

nos lastimamos porque no tratamos de alcanzarnos el

uno al otro. Y ¿era tratar de alimentar al perro un

acto de amor? Y, quizás, ¿acaso no el intento del

perro por morderme era un acto de amor? Si lo podemos

malinterpretar de esta forma, pues bueno, ¿por qué

inventamos la palabra amor en primer lugar? (Hay un

silencio.) "La historia de Jerry y el perro": fin.

(Peter está callado.) ¿Y bien, Peter? ¿Y bien, Peter?

¿Crees que podría vender esa historia a la revista

Selecciones y sacar unos doscientos dólares por El

personaje más inolvidable que yo he conocido? ¿Eh?

(Jerry está animado.) Hey, vamos, Peter; dime lo que

piensas.

PETER

(Entumecido.) Yo... yo no entiendo qué... no creo que

yo... (Ahora, casi con lágrimas en

los ojos.) ¿Por qué me contaste todo eso?

JERRY

¿Y por qué no?

PETER

¡NO ENTIENDO!

JERRY

(Furioso, pero murmurando.) Eso es mentira.

(CONTINUED)

Page 22: LA HISTORIA DEL ZOOLÓGICO

CONTINUED: 20.

PETER

No. No, no lo es.

JERRY

(Calladamente.) Traté de explicártelo mientras te lo

iba contando. Hablé despacio; todo tiene que ver

con...

PETER

NO QUIERO OÍR NADA MÁS. No te entiendo, no entiendo a

esa señora, o a su perro...

JERRY

¡Su perro! Pensé que era mi... No. No, tienes razón.

Es su perro. (Mira a Peter decididamente, sacudiendo

la cabeza.) No sé en qué estaba pensando; por

supuesto que no entiendes. (Monótono, fastidiado.) Yo

no vivo en tu cuadra; yo no estoy casado con dos

periquitos, o cualquiera que sea tu escenario. Soy un

transeúnte permanente, y mi hogar son las

nauseabundas pensiones en el lado oeste de la ciudad

de Nueva York, que es la ciudad más grandiosa del

mundo. Amén.

PETER

Yo... lo siento; no pretendía...

JERRY

Olvídalo. Supongo que de entrada no sabes qué clase

de gente soy, ¿eh?

PETER

(Un chiste.) Nos llegan toda clase de personas a la

editorial. (Risa ahogada.)

JERRY

Eres un hombre gracioso. (Risa forzosa.) ¿Lo sabías?

Eres una persona muy... agradablemente cómica.

PETER

(Modestamente, aunque divertido.) Ah, bueno, pero no

es para tanto. (Aún conteniendo risitas.)

JERRY

Peter, ¿te irrito, o te confundo?

PETER

(A la ligera.) Bueno, debo confesar que no es la

clase de tarde que había planeado.

JERRY

Quieres decir que yo no soy el caballero que estabas

esperando.

PETER

No estaba esperando a nadie.

(CONTINUED)

Page 23: LA HISTORIA DEL ZOOLÓGICO

CONTINUED: 21.

JERRY

No, me imagino que no. Pero aquí estoy, y no me voy a

ir.

PETER

(Consultando su reloj.) Bueno, puede que tú no, pero

yo ya me debo ir a la casa.

JERRY

Qué va hombre, quédate un rato más.

PETER

De verdad tengo que volver a casa; mira...

JERRY

(Le hace cosquillas a Peter en las costillas.)

Vamos...

PETER

(Es muy cosquilloso. Mientras Jerry continúa

haciéndole cosquillas su voz se transforma a un

falsete.) No, yo... ¡AHHHHH! No hagas eso. Ya, ya.

Ahhh, no, no.

JERRY

Vamooos...

PETER

(Mientras Jerry le hace cosquillas.) Ah, ji, ji, ji.

Debo irme. Yo... ji, ji, ji. Después de todo, ya, ya,

ji, ji, ji, después de todo los periquitos van a

tener lista la cena pronto. Ji, ji. Y los gatos están

poniendo la mesa. Ya, ya, y, y... (Peter está muerto

de risa.) y vamos a tener... ji, ji... eh... jo, jo,

jo.

Jerry deja de hacerle cosquillas a Peter, pero

la combinación del cosquilleo y su propio

ingenio locuaz tiene a Peter riendo casi

histéricamente. Mientras su risa continúa y

luego disminuye, Jerry lo observa con una

curiosa y fija sonrisa. Jerry se acerca a la

banca de Peter y se sienta junto a él. Ésta es

la primera vez que Jerry se ha sentado durante

la obra.

JERRY

¿Peter?

PETER

Ah, ja, ja, ja, ja, ja. ¿Qué? ¿Qué?

JERRY

Escucha, ahora.

(CONTINUED)

Page 24: LA HISTORIA DEL ZOOLÓGICO

CONTINUED: 22.

PETER

Ah, jo, jo. ¿Qué... qué pasa, Jerry? Ay, ay, ay.

JERRY

(Misteriosamente.) Peter, ¿quieres saber lo que pasó

en el zoológico?

PETER

Ah, ja, ja. ¿El qué? Ah, sí; el zoológico. Ah, jo,

jo. Bueno, yo tuve mi zoológico un momento con... ji,

ji, los periquitos preparando la cena, y los... ja,

ja, lo que fuera, los...

JERRY

(Serenamente.) Sí, eso fue muy gracioso, Peter. No lo

hubiera esperado. ¿Pero quieres oír lo que pasó en el

zoológico, o no?

PETER

Sí. Sí, por favor; cuéntame lo que pasó en el

zoológico. Ay, ay, ay. No sé qué me pasó.

JERRY

Ahora te voy a poner al tanto de lo que pasó en el

zoológico. Fui al zoológico para averiguar más acerca

de la manera en que la gente convive con los animales

y la manera en que los animales conviven entre ellos,

y también con la gente. Probablemente no era una

prueba justa, pues todos estaban separados de todos

por barrotes, los animales en su mayor parte unos de

otros, y siempre la gente de los animales. Pero, es

un zoológico, así es. (Empuja a Peter del brazo.)

Muévete.

PETER

(Amistoso.) Disculpa, ¿no tienes suficiente espacio?

(Se recorre un poco.)

JERRY

(Sonriendo levemente.) Bueno, todos los animales

están ahí, y toda la gente está ahí, y es domingo y

todos los niños están ahí. (Empuja otra vez a Peter

del brazo.) Muévete.

PETER

(Pacientemente; todavía amistoso.) Está bien. (Se

corre un poco más y Jerry tiene todo el espacio que

puede necesitar.)

JERRY

Y es un día caluroso, así es que toda la peste está

ahí, también, y todos los vendedores de globos, y

todos los heladeros, y todas las focas están

ladrando, y todos los pájaros están gritando. (Empuja

a Peter del brazo con más fuerza.) ¡Muévete!

(CONTINUED)

Page 25: LA HISTORIA DEL ZOOLÓGICO

CONTINUED: 23.

PETER

(Comenzando a molestarse.) ¡Óyeme, tienes lugar más

que suficiente! (Pero se corre más, quedando más o

menos apretado en una orilla de la banca.)

JERRY

Y yo estoy allí, y es hora de la comida en la jaula

de los leones, y el cuidador de leones entra a la

jaula del león, una de las jaulas, para alimentar a

uno de los leones. (Golpea a Peter en el brazo,

duro.) ¡MUÉVETE!

PETER

(Muy molesto.) No puedo moverme más, y deja de

pegarme. ¿Qué te pasa?

JERRY

¿Quieres oír la historia? (Golpea de nuevo el brazo

de Peter.)

PETER

(Pasmado.) ¡No estoy tan seguro! Por ahora no quiero

ser golpeado en el brazo.

JERRY

(Golpea de nuevo el brazo de Peter.) ¿Así?

PETER

¡Ya! ¿Qué te pasa?

JERRY

Estoy loco, pendejo.

PETER

No tiene gracia.

JERRY

Escúchame, Peter. Quiero esta banca. Tú te vas y te

sientas en la banca de allá, y si eres bueno te

contaré el resto de la historia.

PETER

(Confundido.) Pero... ¿para qué? ¿Qué es lo que pasa

contigo? Además, no veo ninguna razón para que yo te

deba ceder esta banca. Me siento en esta banca casi

todos los domingos por la tarde, y con tiempo

suficiente. Este lugar está aislado; nunca hay nadie

sentado aquí, así que la tengo toda para mí.

JERRY

(Suavemente.) Quítate de esta banca, Peter; yo la

quiero.

PETER

(Casi lloriqueando.) No.

(CONTINUED)

Page 26: LA HISTORIA DEL ZOOLÓGICO

CONTINUED: 24.

JERRY

Dije que quiero esta banca, y la voy a conseguir.

Ahora vete para allá.

PETER

La gente no puede tener todo lo que le dé la gana.

Deberías saberlo; es la norma; la gente puede tener

algunas de las cosas que quiere, pero no puede

tenerlo todo.

JERRY

(Ríe.) ¡Imbécil! ¡Te faltan sesos!

PETER

¡Basta!

JERRY

¡Eres un vegetal! Quítate.

PETER

(Intenso.) Ahora tú me vas a oír. Te he aguantada

toda la tarde.

JERRY

No toda.

PETER

LO SUFICIENTE. Te he aguantado lo suficiente. Te

escuché porque parecías ser... bueno, porque pensé

que querías hablar con alguien.

JERRY

Lo pones bien; con economía y, sin embargo... ay,

cuál es la palabra justa para tu... DIOS, me

enfermas... lárgate de aquí y dame mi banca.

PETER

¡MI BANCA!

JERRY

(Empuja a Peter casi fuera de la banca, aunque no del

todo.) Fuera de mi vista.

PETER

(Recupera su posición.) Maldi...ta sea. ¡Ya basta!

Tuve suficiente de tí. No voy a cederte esta banca;

no puedes tenerla, y punto. Ahora, vete. (Jerry

resopla pero no se mueve.) Dije que te vayas, (Jerry

no se mueve.) Fuera de aquí. Si no te largas... eres

un vago... eso es lo que eres... Si no te largas voy

a llamar a un policía y te echaré de aquí. (Jerry se

ríe, permanece en la banca.) Te lo advierto, voy a

llamar a un policía.

JERRY

(Suavemente.) No vas a encontrar un policía por aquí;

están todos en el lado oeste del parque agarrando

(MORE)

(CONTINUED)

Page 27: LA HISTORIA DEL ZOOLÓGICO

CONTINUED: 25.

JERRY (cont’d)maricas entre los arbustos. Eso es todo lo que hacen.

Ésa es su función. Así que grita a todo pulmón; no te

va a servir de nada.

PETER

¡POLICÍA! Te lo advierto, haré que te arresten.

¡POLICÍA! (Pausa.) ¡POLICÍA! (Pausa.) Me siento

ridículo.

JERRY

Te ves ridículo: un hombre maduro pidiendo a gritos

un policía en una tarde de domingo sin que nadie le

esté haciendo nada. Si algún policía ya hubiera hecho

su día y pasara por aquí, probablemente te tomaría

por loco.

PETER

(Con asco e impotencia.) Santo Dios, sólo vine aquí a

leer, y ahora quieres que te ceda la banca. Estás

loco.

JERRY

Oye, te tengo noticias. Estoy en tu preciosa banca, y

nunca la vas a tener para ti solo nunca más.

PETER

(Furioso.) Óyeme; lárgate de mi banca. No me importa

si tiene sentido o no. Quiero esta banca para mí

solo; ¡quiero que TE LARGUES!

JERRY

(Burlándose.) Huy... mira quién está loco.

PETER

¡FUERA!

JERRY

No.

PETER

¡TE LO ADVIERTO!

JERRY

¿Sabes qué tan ridículo te ves ahora?

PETER

(Su furia y su apocamiento se han posesionado de él.)

No importa. (Está casi llorando.) ¡LÁRGATE DE MI

BANCA!

JERRY

¿Por qué? Tienes todo lo que quieres en el mundo; me

contaste de tu casa, y tu familia, y tu propio

pequeño zoológico. Lo tienes todo, y ahora quieres

esta banca. ¿Éstas son las cosas por las que pelean

los hombres? Dime, Peter, ¿es esta banca, estos

(MORE)

(CONTINUED)

Page 28: LA HISTORIA DEL ZOOLÓGICO

CONTINUED: 26.

JERRY (cont’d)hierros y esta madera, es esto tu honor? ¿Tú

pelearías por esta clase de cosas? ¿Se te ocurre algo

más absurdo?

PETER

¿Absurdo? Mira, no te voy a hablar de honor, o

siquiera tratar de explicártelo. Además, no es una

cuestión de honor; pero aunque lo fuera, tú no

entenderías.

JERRY

(Con menosprecio.) Ni siquiera sabes lo que estás

diciendo, ¿verdad? Ésta es probablemente la primera

vez en tu vida que has intentado enfrentar algo más

difícil que limpiar la mierda de tus gatos.

¡Estúpido! ¿Qué no tienes idea, ni la más mínima, de

lo que otra gente necesita?

PETER

Ah, conque sí, escuchaste lo que dijiste; bueno, tú

no necesitas esta banca. Eso es seguro.

JERRY

Sí; sí, la necesito.

PETER

(Trémulo.) He venido aquí por años; paso horas de

gran placer, gran satisfacción, aquí mismo. Y eso es

importante para un hombre. Soy una persona

responsable, y soy un ADULTO. Ésta es mi banca y tú

no tienes derecho a quitármela.

JERRY

Pelea por ella, entonces. Defiéndete; defiende tu

banca.

PETER

Me has empujado a esto. Levántate y pelea.

JERRY

¿Como hombre?

PETER

(Todavía enojado.) Sí, como hombre, si insistes en

seguir burlándote de mí aún más.

JERRY

Tengo que darte crédito por una cosa; eres un

vegetal, uno de corta vista, creo...

PETER

YA ES SUFICIENTE...

JERRY

...Pero, sabes, como dicen en la televisión todo el

tiempo -sabes- y lo digo en serio, Peter, tienes

cierta dignidad; me sorprende...

(CONTINUED)

Page 29: LA HISTORIA DEL ZOOLÓGICO

CONTINUED: 27.

PETER

¡BASTA!

JERRY

(Se levanta con desgano.) Muy bien, Peter, vamos a

pelear por la banca, pero no será una pelea justa.

(Saca y abre una navaja de mal aspecto.)

PETER

(Despertando de pronto a la realidad de la

situación.) ¡Estás loco! ¡Estás completamente zafado!

¡ME VAS A MATAR! {Pero antes de que Peter tenga

tiempo de pensar qué hacer, Jerry arroja la navaja a

los pies de Peter.)

JERRY

Ahí la tienes. Cógela. Tienes la navaja y así será

una pelea más justa.

PETER

(Horrorizado.) ¡No!

JERRY

(Se abalanza sobre Peter, lo toma del cuello; Peter

se levanta; sus caras casi se tocan.) Vamos, coge la

navaja y pelea conmigo. Pelea por tu autoestima;

pelea por esa maldita banca.

PETER

(Debatiéndose.) ¡No! ¡Suelta... suéltame! Au...

¡Auxilio!

JERRY

(Abofetea a Peter en cada palabra "pelea".) Pelea,

miserable de mierda; pelea por esa banca; pelea por

tus periquitos; pelea por tus gatos; pelea por tus

dos hijas; pelea por tu esposa; pelea por tu hombría,

patético vegetalcito. (Le escupe en la cara a Peter.)

Ni siquiera pudiste darle un hijo varón a tu esposa.

PETER

(Se zafa, rabioso.) Es cuestión de genética, no de

hombría... bestia. (Se agacha velozmente, alza la

navaja y se retira un poco; su respiración es

agitada.) Te daré una última oportunidad; ¡lárgate de

aquí y déjame en paz! (Sostiene la navaja con el

brazo firme, pero muy lejos de sí, no para atacar

sino para defenderse.)

JERRY

(Suspira agitadamente.) ¡Que así sea!

Se abalanza de prisa contra Peter y se encaja él

mismo en la navaja. Se compone el siguiente

cuadro: por un momento, completo silencio, Jerry

encajado en la navaja que está al final del

brazo todavía firme de Peter. Luego Peter grita,

(CONTINUED)

Page 30: LA HISTORIA DEL ZOOLÓGICO

CONTINUED: 28.

se aleja, dejando la navaja en el cuerpo de

Jerry. Jerry está inmóvil, de puntas. Él también

grita, y debe ser el sonido de un animal

enfurecido y con una herida fatal. Con la navaja

dentro, se precipita sobre la banca que Peter ha

dejado vacante. Se desmorona ahí, sentado, de

cara a Peter, sus ojos bien abiertos en la

agonía, su boca abierta.

PETER

(Murmurando.) Ay Dios mío, ay Dios mío, ay Dios

mío... (Repite estas palabras muchas veces, muy

rápido.)

Jerry está muriendo; pero ahora su gesto parece

cambiar. Su rostro se relaja, y aunque su voz

varía, algunas veces quebrada por el dolor, la

mayor parte del tiempo parece estar distante de

su muerte. Sonríe.

JERRY

Gracias, Peter. Te lo digo en serio; muchísimas

gracias. (Peter queda boquiabierto. No puede moverse;

está atónito.) Ay, Peter, tenía tanto miedo de

echarte de aquí. (Ríe lo mejor que puede.) No sabes

cuánto miedo tenía que te fueras y me dejaras solo.

Bueno, aquí estamos. ¿Lo ves? Aquí estamos...

¿Peter?... Peter... gracias. Me acerqué a tí (Ríe,

débilmente.) y tú me has consolado. Querido Peter.

PETER

(Casi desmayándose.) ¡Ay, Dios mío!

JERRY

Es mejor que te vayas ahora. Puede pasar alguien, y

tú no quieres estar aquí cuando venga alguien.

PETER

(No se mueve; comienza a llorar.) Ay Dios mío, ay

Dios mío.

JERRY

(Ahora muy débil; está muy cerca de la muerte.) No

vendrás más por aquí, Peter; has sido desposeído. Has

perdido tu banca, pero has defendido tu honor. Y

Peter, te diré algo más: no eres realmente un

vegetal; está bien, eres un animal. Eres un animal,

también. Pero más vale que te apures ahora, Peter. De

prisa, es mejor que te vayas... ¿ves? (Jerry saca un

pañuelo y con gran esfuerzo y dolor limpia las

huellas digitales del mango de la navaja.) Vete de

prisa, Peter. (Peter se retira tambaleándose.)

Espera... espera, Peter. Llévate tu libro... libro.

Aquí míralo... junto a mí... en tu banca... mi banca,

más bien. Vamos... toma tu libro. (Peter se mueve

hacia el libro, pero se arrepiente y retrocede)

Apúrate... Peter. Muy bien, Peter... muy bien.

(MORE)

(CONTINUED)

Page 31: LA HISTORIA DEL ZOOLÓGICO

CONTINUED: 29.

JERRY (cont’d)Ahora... vete de prisa. (Peter duda por un instante,

toma el libro y luego escapa por el lado izquierdo.)

Vete de prisa... (Ahora sus ojos están cerrados.)

Vete de prisa, tus periquitos están haciendo la

cena... los gatos... están poniendo la mesa...

PETER

(En off; un aullido lastimoso.) ¡AY DIOS MÍO!

JERRY

(Sus ojos aún cerrados; sacude la cabeza y habla; una

combinación de imitación desdeñosa y súplica.) Ay...

Dios... mío. (Muere.)

Telón

La historia del zoológico fue representada por primera vez

en el Schiller Theater Werkstatt, Berlín, Alemania, el 28

de septiembre de 1959.