la fiesta de la guelaguetza: reconstrucción sociocultural del racismo

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Revista de Ciencias Sociales (Ve) ISSN: 1315-9518 [email protected] Universidad del Zulia Venezuela Montes García, Olga La fiesta de la guelaguetza: reconstrucción sociocultural del racismo en Oaxaca Revista de Ciencias Sociales (Ve), vol. XI, núm. 1, abril, 2005, pp. 9-28 Universidad del Zulia Maracaibo, Venezuela Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=28011102 Cómo citar el artículo Número completo Más información del artículo Página de la revista en redalyc.org Sistema de Información Científica Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

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Revista de Ciencias Sociales (Ve)

ISSN: 1315-9518

[email protected]

Universidad del Zulia

Venezuela

Montes García, Olga

La fiesta de la guelaguetza: reconstrucción sociocultural del racismo en Oaxaca

Revista de Ciencias Sociales (Ve), vol. XI, núm. 1, abril, 2005, pp. 9-28

Universidad del Zulia

Maracaibo, Venezuela

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=28011102

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Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal

Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

Revista de Ciencias Sociales (RCS)Vol. XI, No. 1, Enero - Abril 2005, pp. 9-28

FACES - LUZ � ISSN 1315-9518

La fiesta de la guelaguetza: reconstrucciónsociocultural del racismo en Oaxaca

Montes García, Olga*

ResumenEste artículo estudia la forma en que se construye la realidad social en el estado de Oaxaca, México. Or-

den caracterizado por una jerarquía basada en los rasgos fenotípicos de la población. La ideología que justificaesta realidad social se caracteriza por ser racista. Se toma como unidad de análisis la fiesta folklórica más impor-tante de Oaxaca y de México: La Guelaguetza.

Palabras clave: Poder, racismo, ideología, multiculturalismo, construcción social, indio, institucionalización.

The Guelaguetza Festivity: Socio-CulturalReconstruction of Racism in Oaxaca

AbstractThis article studies the form in which the social reality of the Oaxaca State in Mexico is constructed.

Order is characterized by a hierarchy based on phenotypical characteristics of the population. The ideology thatjustifies this social reality is characterized as racist. The unit of analysis is the most important folklore festivalheld in Oaxaca and Mexico, The Guelaguetza.

Key word: Power, racism, ideology, multiculturalism, social construction, indian, institutionalization.

IntroducciónHoy en día México tiene, entre sus te-

mas prioritarios, la situación indígena. Estetema no sólo concierne a los miembros de losdiferentes grupos étnicos de origen mesoame-ricano, sino a toda la sociedad porque, prime-ro, se trata de buscar el proyecto nacional quequeremos. Y en ello todos los mexicanos de-bemos participar. Segundo, derivado de lo an-terior está la relación que deseamos y debe-

mos establecer entre sí con los grupos étnicos.Esta relación ha sido de exclusión, margina-ción, de racismo. Ahora puede ser una rela-ción de iguales en la diversidad.

En este artículo analiza el tema del ra-cismo mediante la exposición y análisis deuna fiesta que, por un lado logra reunir a losgrupos étnicos de origen mesoamericano quehabitan el de Oaxaca (1) y, por otro expresa, anivel simbólico, las relaciones que se estable-

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* Doctora en Antropología. Profesora investigadora del Instituto de Investigaciones Sociológicas de laUniversidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca. E-mail: [email protected]

Recibido: 04-02-16 � Aceptado: 04-10-11

cen entre estos grupos y la población urbanade la ciudad de Oaxaca. Relaciones en dondese halla presente el racismo. Me refiero a lafiesta de la Guelaguetza que se realiza los dosúltimos lunes del mes de Julio y que ha sidoconsiderada la máxima fiesta del folklore deAmérica Latina. Para presenciarla llegan tu-ristas nacionales e internacionales.

Se parte de la idea que el racismo es unconcepto construido socialmente, al igual queel de género. Precisamente por eso en este ar-tículo describimos cómo, a partir de una fiestafolklórica, se construye en el imaginario so-cial, el orden social de Oaxaca, y el lugar queen este orden ocupa cada grupo étnico.

1. Orígenes del racismo en Oaxaca

Oaxaca es una región del sureste de Mé-xico. Forma parte de lo que se ha denominadoMesoamérica. Desde la época prehispánica hasido habitada por diferentes grupos étnicos,principalmente por los zapotecos y mixtecosquienes poseían una organización política y so-cial importante que se refleja en los vestigiosarqueológicos que existen hoy en día.

Sin embargo, con la llegada de los es-pañoles, al igual que las demás civilizacionesque habitaban el continente americano, sufrie-ron lo que Ribeiro (1977) ha denominado unaactualización histórica (2), así el orden social,económico, religioso que existía fue colapsa-do, fracturado. La colonización significó eldominio del blanco sobre aquellos que no loeran. Las antiguas aristocracias indias fueronno sólo substituidas por un grupo pequeño deextranjeros blancos, sino fragmentado el co-nocimiento que habían acumulado por años.En el caso de los indios plebeyos fueron confi-nados al trabajo servil dentro de un sistema deproducción semejante, en términos formales,

al que funcionaba antes, pero dentro de una ló-gica económica diferente.

Durante la época colonial en la provin-cia de Antequera (3) dominaban, en términoseconómicos, los peninsulares vascos y monta-ñeses quienes controlaban el comercio de lagrana cochinilla. Respecto a este grupo, Ibarra(1995: 49) dice: “con su perseverancia e in-fluencia lograron constituirse en la base deuna elite colonial. De esta elite destacaron losIturribarría (4) los Elorza y los Ibañez de Cor-vera, familias que prevalecieron durante elturbulento siglo XIX”. La importancia del co-mercio llevó a que estas personas formaranparte activa de los cuerpos civiles y religiososde la provincia. Además, habían tomado enarriendo muchos de los ingresos principalesde la iglesia y del estado, eran dueños y arren-datarios de la propiedad rural, sobre todo delas fértiles regiones del valle de Oaxaca y deTeposcolula (5).

Muchos de estos inmigrantes, aparte deser comerciantes, eran oficiales de la miliciaprovincial establecida en la década de 1760 yconforme la ordenanza de 1768, gozaban delprivilegio jurídico del fuero militar. Algunosde estos personajes, menciona Ibarra (1995),incursionaron con relativa importancia en laminería y en la política. Los hermanos Echarrifueron dueños de los yacimientos de cobre enSan Mateo Capulalpan (6) y de otras minas, asícomo Alcalde de Tehuantepec, Alcalde del pri-mer Ayuntamiento de la ciudad de Oaxaca ydiputados territoriales de minería (Ibarra,1995). Otro caso importante de resaltar es la fa-milia Iturribarría. Don Vicente Iturribarría fuecomerciante y tendero, después Alcalde Mayorde Jicayán (7), sus descendientes continuaronen la minería y en la política local. Lo anteriores muestra del control económico, político ysocial que los españoles tenían en Oaxaca.

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Rabel (1996) plantea que para 1792 lasociedad de Antequera continuaba estratifica-da de acuerdo con un criterio racial, aunque noera éste el único. Fundamenta su posición conun análisis que hace de la ubicación espacial dela población. En el centro de Antequera se ubi-caban las familias novohispanas más impor-tantes, junto con personas de diferentes grupossociales. Pese a esta parcial integración espa-cial, la división en razas no está invalidada,“puesto que las relaciones de dominación quemantenía el grupo español con los otros gruposy la ubicación relativa de cada grupo racial enun sistema jerárquico podían perfectamentecoexistir dentro de espacios compartidos” (Ra-bel, 1996:85). La misma autora proporciona undato más: la ubicación de los indios en las zo-nas periféricas de la ciudad (8).

A finales de la colonia, en la provinciade Antequera, había trescientos sesenta y tresmil ochenta indios (88.3%), veinticinco milochocientos cinco españoles y criollos (6.3%)y veinte y un mil setecientos veintinueve mes-tizos y mulatos (5.3%). Por estos años, algu-nas comunidades indias se quejaban de los sa-cerdotes por “mal trato, demanda excesiva decontribuciones y servicios personales, trata-miento de los indios como brutos, animales yperros; azotes, faltas de pago a los que presta-ban servicios en sus tierras o pastoreaban elganado parroquial” (Ibarra, 1997:53).

Para consolidar este nuevo orden eco-nómico fue necesario que los españoles crea-ran un nuevo orden social, así como institu-ciones encargadas de legitimar y transmitirlo.Uno de los objetivos de las nuevas institucio-nes, entre ellas la iglesia católica, fue destruirla visión del mundo de los indios e imponerotra que garantizara el dominio español. Segeneró toda una ideología acerca del indio quejustificaba su situación de subordinación alblanco en tanto era inferior, en que explicaban

su atraso debido a su pereza natural productodel un ambiente tropical muy diferente a losclimas europeos.

Muestra de esta ideología racista de laépoca colonial es la forma en que, en un escri-to, el Ayuntamiento de Antequera del Valle serefería a la situación de comercio y la industriade la grana, a consecuencia de las ReformasBorbónicas (9). El documento habla del des-censo “de la producción de ese precioso fruto,hecho que atribuye más a la falta de trabajo delos indígenas que a falta del impulso que lesexige el repartimiento, caen en la indolencia yno hay quien se haga cargo de las nopaleras”(Ibarra, 1996:67). En términos políticos estaideología racista se hizo presente a través dequienes gobernaban a la provincia y a la ciu-dad. Así en el caso de iglesia, como lo planteaAna Carolina Ibarra, durante toda la colonia,en la provincia de Antequera hubo 24 obispos,de los cuales 15 fueron peninsulares y sólo 9criollos. Los peninsulares dominaban la eco-nomía, la política y la Iglesia. Ninguno de otrogrupo social.

A fines del siglo XVIII, la poblaciónindia constituía la mayor parte de la provincia.En 1793 había trescientos sesenta y tres milochenta indios (88.3%), veinticinco mil ocho-cientos cinco españoles (peninsulares y crio-llos) (6.3%) y veinte y un mil setecientos vein-tinueve mestizos y mulatos (5.3%). Por estosaños, algunas comunidades indias se quejabande los sacerdotes por “mal trato, demanda ex-cesiva de contribuciones y servicios persona-les, tratamiento de los indios como brutos,animales y perros; azotes, faltas de pago a losque prestaban servicios en sus tierras o pasto-reaban el ganado parroquial” (Ibarra,1997:53).

Para la misma fecha, los Valles Centra-les (10) contaban con una población de cientonueve mil novecientos noventa y cuatro habi-

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tantes, de los cuales el 84% era indígena, 12%españoles y un 4% correspondía a las castas.La ciudad de Antequera, para estos años, po-seía una población de dieciocho mil seiscien-tos veintiún habitantes. De ellos el 71.4% co-rrespondían a los españoles (11) y castas y el28.6% a los indios (Bailón, 1992).

Para este mismo siglo, Chance elaboróuna tabla de la distribución racial de grupossocioeconómicos en la ciudad de Antequera,excluyendo a los indios y esclavos. Dentro delos grupos raciales estaban: peninsulares,criollos, mestizos y mulatos; por otra parte seencuentran: el grupo de la élite compuesta ensu mayoría por peninsulares (58.4%), criollos(40.4%), castizos (3%), mulatos (0.3%); elgrupo de profesionistas integrado por criollos(89.6%), peninsulares (4.9%), mestizos y cas-tizos (3.6%) y mulatos (2%); por su parte elgrupo de artesanos de clase alta estaba consti-tuido por criollos (71.8%), mestizos y castizos(17.3%), mulatos (9%) y peninsulares (1.9%);el grupo de artesanos de clase baja estabacompuesto por criollos (39.7%), mestizos ycastizos (34.1%), mulatos (26%) y peninsula-res (0.2%). El último grupo era el de los sir-vientes y peones formado por mestizos y cas-tizos (48.4%), mulatos (32.6%) y criollos(18.9%) (1982: 204).

Los datos proporcionados por Chanten(1982) dan cuenta de una estructura socialmuy diversificada. Puede pensarse que el cri-terio racial había empezado a dejar de tenerimportancia en la sociedad de Antequera,pues existen criollos que se desempeñancomo sirvientes. Sin embargo, Rabel (1996),plantea que para 1792 la sociedad de Anteque-ra continuaba estratificada de acuerdo con elcriterio racial, aunque no era éste el único.Fundamenta su posición al analizar la ubica-ción espacial de la población. En el centro deAntequera, como se mencionó antes, al inicio

de la colonia se ubicaron las familias novohis-panas más importantes acompañadas por sussirvientes. Al finalizar la Colonia, dentro delespacio destinado a la élite se encontraban es-tablecidas personas de diferente grupo social(12), lo que según Rabel, permitió a Chancenhablar del debilitamiento del criterio racial ydel surgimiento de un sistema de clases. “Larelativa integración espacial de los habitantesno invalida su división en razas, puesto que lasrelaciones de dominación que mantenía elgrupo español con los otros grupos y la ubica-ción relativa de cada grupo racial en un siste-ma jerárquico, podían perfectamente coexistirdentro de espacios compartidos” (Rabel1996:85). La misma autora proporciona undato más: la ubicación de los indios en las zo-nas periféricas al sureste de la ciudad.

La Independencia de lo que fue la Nue-va España y su constitución en un nuevo Esta-do Nación: México, no disolvió el antiguo or-den colonial. Efectivamente se rompió el vín-culo que la unía con España, pero la estructurasocial continuó vigente. En 1810 en la provin-cia de Antequera había quinientos noventa yseis mil trescientos veintiséis habitantes, de és-tos el 6.3% eran criollos y peninsulares, mesti-zos y mulatos constituían el 5.3%, el resto,88.5% lo componían los indios (Bailón 1992:130). No obstante ser el grupo minoritario, loscriollos y los peninsulares controlaban el poderpolítico; los demás grupos estaban al margendebido a las exigencias para participar. Así lostrabajadores urbanos pobres podían ser desig-nados como electores en un primer nivel, peropara participar en el segundo era más difícilporque se exigía comprobar rentas elevadas.De esta forma la anterior oligarquía colonial si-guió controlando políticamente a Oaxaca,ejemplo de esto es la familia Iturribarría, cuyosorígenes están en la época colonial. Durante elsiglo XIX Miguel Ignacio Iturribarría desem-

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peñó los puestos de administrador de correos(1820); gobernador interino (1828-1829), di-putado (1826-1848), colaborador de Antoniode León (1841-1844), presidente de la Cáma-ra de Diputados (1848) y gobernador del esta-do (1853) (Hammett, 1990).

La historia de este personaje muestra lapérdida del poder político de los peninsularesy el ascenso al poder de los criollos durante laprimera mitad del siglo XIX, pero no expresael resquebrajamiento del viejo orden colonialy el surgimiento de uno nuevo (13), en dondelas antiguas clases subordinadas accedan alpoder. Hubo, si, nuevos procesos que permi-tieron la autonomía de los pueblos indios enrelación con los procesos que vivía la nación yel ascenso social y económico de los mestizosque se incorporaron a alguno de los dos gru-pos en pugna: liberales y conservadores (14)sin embargo la percepción que se había cons-truido acerca de los indios durante la colonia,no cambió (15). Seguían siendo los causantesdel atraso por sus hábitos nocivos, su flojera,su tendencia al alcoholismo.

Al calor de las Reformas Liberales, loscriollos, mestizos y algunos caciques indios seapropiaron de los recursos naturales de las co-munidades indígenas. Surgieron la hacienda,el rancho y la finca como instituciones econó-micas importantes. Sin embargo, no hubo in-centivos para introducir mejoras técnicas, aligual que en la Colonia, se hizo uso intensivode la fuerza de trabajo existente: la indígena.Y al igual que en la Colonia, había que justifi-car ideológicamente esa situación.

En Oaxaca un número importante deindios se recluyó en sus pueblos, en las regio-nes más inhóspitas del estado para evitar quesus tierras les fueran arrebatadas. Aquelloscuyas comunidades quedaban cerca de las ha-ciendas o fincas, perdieron independenciapues debían pagar impuestos, diezmos o gas-

tos ceremoniales. Y para poder sufragar estosgastos ingresaban a trabajar en la haciendacomo peones.

A partir de 1880 paulatinamente a Oa-xaca llegaron inmigrantes extranjeros, que enalgunos casos, desplazaron a la oligarquíacriolla y en otro se unieron a ella mediante lasalianzas matrimoniales. En el cultivo del caféy del tabaco y en la explotación de las minas seubicaron los nuevos inmigrantes como losHoffman, Stuken, Andersen (Chassen, 1986).En el caso del cultivo de tabaco, las condicio-nes de producción eran semejantes a las de laservidumbre feudal y se hacía uso de la fuerzade trabajo indígena.

En 1877 llegó a la presidencia de la re-pública, mediante una rebelión, un mestizooaxaqueño: el General Porfirio Díaz, que go-bernó al país hasta 1910, a excepción del pe-ríodo 1880-1884, en que el presidente fue Ma-nuel González, compadre de Díaz. Este perío-do se conoce como el Porfiriato. Y en él secontinuó con el proceso de concentración detierras en manos de los liberales y de los inmi-grantes europeos y estadounidenses. En Oa-xaca, en 1887, los hacendados plantearon queno conseguían fuerza de trabajo, debido a queestaban rodeados de comunidades indígenasque se negaban a abandonar sus tierras por eltemor de ser despojados de ellas.

Ya en 1873 habitaban en Oaxaca los in-gleses Constantino Rickards (minero) Juan yTeófilo Innes (hacendados en Ejutla), TomásGrandinson (dueño de la fábrica textil de Xíaen Ixtlán) y Benito Hampshire (hacendado),los franceses Enrique Audiffred (comercian-te), Bernardo Berges (hacendado), JuanBaigts (minero y hacendado, tal vez el hombremás rico), Esteban Chapital y Julio Liekens(hacendados), Henry De Gyves (cónsul fran-cés en el Istmo) y Thomas Woolrich (16) (Ca-sen, 1986:215).

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Oaxaca vivió una etapa de auge econó-mico durante el Porfiriato, fue así como nue-vas oleadas de inversionistas extranjeros lle-garon. Se trataba de estadounidenses y alema-nes, los primeros relacionados con la minería,como fue el caso de Carlos Hamilton, MyronWalker, Frank Leconard, Harold Elton, Gui-llermo Trinker; los segundos, con el comercioy la producción de café básicamente. Anteeste auge, la Oaxaca Smelting & Refening Co.inició la construcción de una fundidora en lasafueras de la ciudad. Se tenía programado quefuera la más importante de América Latina.

Estos datos (17) ayudan a entender ladinámica social y económica de Oaxaca du-rante esta época. En la cima de la estructurasocial se encontraban las familias criollas quejunto con los grupos sociales favorecidos porlas Leyes de Reforma y los nuevos inmigran-tes, dominaban económica, social y cultural ala población indígena.

La percepción que esta élite tenía de loindio se refleja en los siguientes testimonios.Para el hacendado Esteban Maqueo, descen-diente de un milanés: México sería un paístreinta veces más rico, importante y respetadosi en vez de 11 millones de indígenas tuvieras11 millones de inmigrantes extranjeros, decualquier nacionalidad. Por otra parte, paraMatías Romero, diplomático durante el go-bierno de Juárez: El trabajador indígena sólorendía la cuarta parte de lo que un trabajadornorteamericano, atribuyendo la diferencia a lamala alimentación y educación del obrero me-xicano, quien trabaja hasta agotarse (Casen,1986: 209).

Ramón Cajiga, gobernador oaxaque-ño, opinaba de los indios: Duermen egoístassin hacer el bien ni permitir que otros lo hagan,tenazmente adheridos a sus costumbre anti-guas, resisten toda innovación, toda reforma,mandan sin obstáculos lo que quiere su capri-

cho, se sobreponen a la ley, se mezclan en lasfunciones judiciales, promueven pleitos intri-cados y harto injusto para poder imponer con-tribuciones que perciben y distribuyen a suplacer. Finalmente, para otro gobernador Mi-guel Bolaños Cacho (18), a la apatía e indo-lencia de la clase indígena. Siendo sus hábitosen asuntos de higiene, por desgracia, viciososy tan apegada a su estado enervante y sus cos-tumbres perniciosas (Chassen, 1986: 209).

La Revolución Mexicana poco cam-bió la percepción acerca del indígena por par-te de la nueva elite económica, como tampo-co no varió mucho la situación en que el indiovivía. Sin embargo las nuevas políticas indi-genistas, sobre todo las llevadas a cabo a par-tir de 1950, ocasionaron cambios en las co-munidades indias y en su forma de relacio-narse con el mundo occidental. Los testimo-nios acerca de cómo la elite veía a los indiosen la primera mitad del siglo XX no son dife-rentes a los del siglo anterior. Los indios sonlos encargados de llevar a cabo los trabajosmás pesados e insalubres, son las empleadasdomésticas denominadas “gatas”, como loilustra en sus novelas el escritor oaxaqueñoGuillermo Rosas Solaegui o bien se les deno-mina “yopes”, término despectivo que signi-fica atrasado, ignorante. Esta percepción delo indio como lo atrasado, lo carente de civi-lización, lo tonto continúa hoy en día. El tér-mino yope se utiliza para designar lo atrasadoy lo que es atrasado se califica en relacióncon la modernización occidental, pero tam-bién en relación con la pobreza.

2. El estado de Oaxaca y elracismo: fuentes económicas

La mentalidad racista impuesta durantela colonia a la provincia de Antequera queahora es el estado de Oaxaca, continuada du-

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rante el siglo XIX se mantiene presente hastanuestros días. En Oaxaca existe toda una for-ma de pensar, de valorar y de actuar que marcalos límites entre los grupos sociales. La granmayoría no traspasa esos límites impuestos.Debo anotar que en Oaxaca la población indiaes la mayoritaria. Los blancos, por el contra-rio, son una minoría, sin embargo constituyenel grupo social dominante, el que impone suideología. ¿A qué se debe lo anterior?

Balandier (s/f: 3) ha dicho que “la ex-plotación económica se apoya en una formade posesión política porque ambos son los dosrasgos específicos del hecho colonial”. En suanálisis retoma la propuesta de otro estudiosodel tema, Kennedy, para quien la sociedad co-lonial “se caracteriza por lo mediocre de losequipos industriales proporcionados, por laexplotación a gran escala y el comercio im-port-export que se encuentra casi exclusiva-mente en manos de sociedades extranjeras: ladistancia de la sociedad colonial y la sociedadcolonizada que explica la dificultad del indí-gena para elevarse económicamente, la pobre-za de las masas indígenas que se acentúa conla degradación de las economías tradiciona-les” (Balandier, s/f: 5).

En Oaxaca, como ya se describió en laparte anterior, durante la colonia el control delos recursos económicos ha estado en manosde los españoles; posteriormente, ya en elMéxico independiente, en manos de los crio-llos y de los inmigrantes europeos y estadou-nidense. Actualmente el grupo de descen-dientes de europeos y estadounidenses poseeimportantes inversiones en la producciónagroindustrial, industrial (industria de laconstrucción, construcción de muebles, pro-ducción de veladoras) y en los servicios(tiendas de muebles, de materiales de cons-trucción, de ropa, inmobiliarias, hoteles, res-taurantes), clubes deportivos.

La población indígena y una parte im-portante de aquella que se le denomina genéri-camente mestiza, están al margen de contarcon el nivel de vida de las elites. Continúasiendo la fuerza de trabajo ya sea para las fin-cas, los negocios, las industrias o los hogaresde esta elite. Puede también que hayan mejo-rado sus condiciones de vida, como es el casode los profesores indígenas (19) o bien el delos familiares de los braceros, pero esta mejo-ría no implica que los estereotipos acerca de loindio y de lo no indio hayan cambiado. Semantienen y se reproducen día a día.

Hoy en día encontramos entre las fa-milias económicamente poderosas a algunascuya historia de poder en Oaxaca es larga. Notienen un partido político definido. Buscanposiciones básicamente en el PRI o en elPAN (20). Han, como bien lo dice Balandier,pasado del control de la esfera de lo económi-co al control de lo político.

Esta situación muestra que existe unadificultad por parte de los mestizos e indiospara superar la situación en que viven. Perotambién que un grupo social minoritario mo-nopoliza los recursos y con ello, reproduce ladesigualdad existente a su favor. Por lo tanto,cada grupo está ubicado en espacios socialesdiferentes, con formas de vida distintas y con-diciones de vida que posibilitan, en un caso, suinserción en un estrato alto de la sociedad y, enel otro, su permanencia en la pobreza. Para re-producir la desigualdad se hace uso, también,de elementos ideológicos. La ciudad de Oaxa-ca, capital del estado que lleva el mismo nom-bre, constituye un reflejo fiel de esta situación,ya que ella es el asiento de las elites criollas,de lo que Ribeiro denomina “Pueblos testimo-nios” (1977) y de los miembros de los diferen-tes grupos étnicos.

Para reproducir esta situación de domi-nación, existe una construcción simbólica del

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orden social que gobierna a la sociedad oaxa-queña, cuyos orígenes, como ya los vimos,proceden de la época colonial y que permite laexistencia de esta situación colonial, como lodenomina Balandier. A continuación me refe-riré a la construcción simbólica de ese orden.

3. El racismo

Una ideología de la situación colonialComo lo han mencionado los estudiosos delracismo, éste es un producto reciente, su usose generalizó entre los siglos XVIII y XIX de-bido a la confluencia de tres elementos: 1) loshallazgos empíricos y filosóficos de la ilustra-ción; 2) el desarrollo de las ciencias y, 3) elprogreso industrial caracterizado por la prole-tarización y colonización. Sin embargo, el ra-cismo aparece siglos anteriores y designa pre-juicios y actitudes hacia un grupo social. Pue-de definirse “como la teoría de la jerarquía delas razas, basada en la creencia de que la con-dición social depende de caracteres raciales yen el afán de conservar la pureza de la raza su-perior” (Chebel, 1998:7). Así, el término razaes acientífico y quienes estudian el racismo lodeben ver, más que como actitudes de una per-sona o un tipo de personalidad, como un pro-blema social pues, “no hay actor sin un siste-ma de acción, sin relaciones sociales o inter-societales” (Wieviorka, 1992:74). El racismoresponde a condiciones económicas específi-cas, pues como lo hemos visto en este breverecorrido por su historia en Oaxaca, el racis-mo ha servido para justificar una situación dedominación económica y política de un gruposocial sobre otro.

Si bien en este momento el racismo quese vive en Oaxaca no es semejante al que exis-tía en la colonia, en donde de manera burda ydirecta se calificaba a los indios como tontos,brutos o perros, sigue persistiendo y es un pro-

blema social muy importante que permea atoda la sociedad oaxaqueña. Podemos decirque Oaxaca es una sociedad racializada.

El racismo, entendido como la ideolo-gía que justifica la dominación de un gruposobre otro, basado en la creencia de que lacondición social depende de caracteres racia-les, responde a la necesidad que tiene un gru-po social para justificar la explotación y domi-nación que se hace. Ahora bien, mediante quémecanismos se reproduce el racismo.

Aquí quiero describir los espacios enque se reproduce el racismo. Como lo he men-cionado en páginas anteriores, el racismo es,básicamente, una actitud respecto a la pobla-ción indígena de Oaxaca, a quien se ve comoinferior. Así, la literatura regional del sigloXX, registra las actitudes de la población ur-bana criolla de Oaxaca. Guillermo Rosas So-laegui, escritor oaxaqueño de principios delsiglo XX, definía a las empleadas domésticascomo “gata”. Incluso se refería a un goberna-dor de origen indio como tonto, “lo bastantetonto por lo que era dirigido las más de las ve-ces por su secretario particular” (Rosas, s/f:148). Sin embargo no es ésta la única forma deracismo que existe. Están, también, el racismoque un grupo étnico ejerce sobre otro grupo ét-nico, como es el caso de los zapotecos del Ist-mo sobre los huaves o bien el racismo de losindios sobre aquellas personas que no son in-dios, cuando los primeros se encuentran enuna posición de poder.

Se tiene la idea del indio como un sertonto, atrasado, flojo. Haciendo trabajo decampo como profesora de un colegio particu-lar al que acuden los hijos de las familias pro-minentes de Oaxaca, pregunté, aprovechandoque la clase lo permitía, ¿quiénes eran los in-dios?, y ¿por qué los indios son pobres? Lasrespuestas de estos adolescentes fueron muyespontáneas y en ellas se percibía lo que pien-

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sa el grupo social al que pertenecen. Entre lasrespuestas estaban: los indios son los más po-bres del estado, son los que no hablan español,son pobres porque son flojos, porque se afe-rran a sus tradiciones, porque no se moderni-zan. Es decir, el indio tiene la culpa de ser po-bre, de vivir en la miseria y su pobreza es pro-ducto de sus costumbres, de su cultura.

Otro espacio del racismo lo constitu-yen las fiestas. En 1992 se realizó una boda.La hija de una oaxaqueña perteneciente a unade las familias de linaje y que reside fuera delestado se casaba y decidió hacerlo en Oaxaca.A esta boda acudió lo más selecto de la socie-dad oaxaqueña, de los estados de Guerrero yde México. En el salón de fiestas, una señorade edad avanzada, perteneciente a este gruposocial ofreció el brindis, entre otras cosas defi-nió a los presentes como “la verdadera socie-dad oaxaqueña, aquella que había resistido alcólera, a la peste, a los sismos, que se caracte-riza por modales excelentes y por una educa-ción esmerada”. Ponderó las cualidades de ladesposada por su pertenencia a una familia deesta sociedad oaxaqueña. En ningún momen-to, en su concepto de sociedad oaxaqueña, en-traban los demás grupos sociales que al igualque este grupo, han sobrevivido a las catástro-fes naturales y a las severas crisis económicas.Mucho menos pensaban en los indios.

Puede decirse que es natural en estos es-pacios sociales el olvido de los otros grupos,sin embargo esto también se da en las fiestas delos intelectuales que viven en Oaxaca, algunosson originarios de la capital del país o extranje-ros. En una ocasión asistí a una fiesta de com-pañeros antropólogos. Llegué cuando ésta ha-bía iniciado y decidí quedarme a observar úni-camente. Se habían formado dos grupos: el delos blancos que eran de fuera y el de los oaxa-queños: morenitos en donde estaban presentesinvestigadores indios. Los primeros gozaban la

fiesta, bailaban y conversaban entre ellos; lossegundos estaban sentados observando a losotros que bailaban, tímidamente se levantabanpara ir a la mesa a tomar algo de beber o de co-mer, conversaban entre ellos, pero a diferen-cia del otro grupo, lo hacían en voz baja, comotemiendo molestar a los otros (21). Me llamóla atención que estando ante un grupo progre-sista y defensor de los derechos de los indios,no se estableciera comunicación entre ellos:en un mismo lugar había dos grupos separadospor barreras infranqueables. Eran dos mundosdiferentes.

En otra fiesta un investigador de presti-gio, estudioso y defensor de las culturas in-dias, cuando otra persona le preguntó a qué sededicaba dijo, palabras más, palabras menos,lo siguiente: “pues mira, yo me dedico perse-guir a los indios, Zedillo se dedica a matarlos,yo los persigo para estudiarlos”. Esto tal vezdicho de manera inconsciente permite obser-var la interiorización del racismo hasta por laspersonas más progresistas que se dedican a es-tudiar, precisamente, a los pueblos indios.Pero la construcción simbólica de este ordensocial se expresa en lo que se ha dado en lla-mar la máxima fiesta de los oaxaqueños: laguelaguetza.

4. La fiesta de la guelaguetza

Guelaguetza es una palabra zapotecaque significa reciprocidad, ayuda mutua, yasea en trabajo o en especie cuando los familia-res y paisanos lo requieren. A nivel turístico laguelaguetza es una fiesta que se celebra losdos últimos lunes de julio y, de acuerdo conlos cronistas y folkloristas de Oaxaca, tienesus antecedentes en la época mesoamericana.No es así, se originó en 1932 cuando, dentrodel movimiento cultural destinado a construirnuestra mexicanidad, en Oaxaca se plantea la

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necesidad de crear la oaxaqueñidad, pero elproblema estaba en la existencia de grupos ét-nicos diferentes y la idea de nación (22) queentonces prevalecía, volvía difícil esa integra-ción de lo diverso. Se pensó para celebrar el400 aniversario de la fundación de la ciudadde Oaxaca en un espectáculo que congregara alas regiones (23). Surgió así la idea del “Ho-menaje racial”, término que dice mucho acer-ca de las concepciones de los organizadores:la existencia de diversas razas y, por lo tanto,de diversos desarrollos económicos en el esta-do. Y para enmarcar estas celebraciones seeligió a una reina del homenaje racial: una se-ñorita perteneciente a una vieja familia criollade Oaxaca.

Con el Homenaje racial se buscó crearla unidad oaxaqueña a nivel de lo ideológico,pero poco se hizo para destruir el orden econó-mico que tenía a los pueblos indios de Oaxacasumidos en la miseria. Lo que se creó fue unespacio para legitimar la dominación sobrelos indios mediante la reproducción del este-reotipo de indio que la sociedad criolla quiere.A su vez este espacio permite a transmitir unaidea sobre la sociedad oaxaqueña que pocotiene que ver con la realidad: una sociedad to-lerante, plural, en donde todo está en orden.

Con el paso de los años, el homenajeracial se transformó en lo que hoy se llamaGuelaguetza: un espectáculo para turistas, sinembargo se ha convertido en el símbolo de losoaxaqueños. Consiste en presentar los bailes,danzas y trajes representativos de las ocho re-giones y de los grupos étnicos. Bañado en loque los folkloristas denominan “lo auténtico”,se presenta el espectáculo. Y junto a éste otrasrepresentaciones, como la elección de la diosaCentéotl (24), el Bani Stui Gulal (repeticiónde la antigüedad) y la leyenda sobre la prince-sa Donaji (25). Actividades recientes con elfin de atraer más turistas, pero que sirve, tam-

bién, para reforzar el estereotipo de una socie-dad en armonía, en paz, tolerante pese a laexistencia de una gran desigualdad económi-ca, en donde el grupo dirigente califica lo quees auténtico y descalifica a lo que no lo es delos grupos subordinados.

La Guelaguetza, puede examinarse apartir de su característica de fiesta, precisa-mente. Las fiestas permiten interrumpir eltiempo temporal, el cotidiano en donde se ex-presan relaciones desiguales y de dominación,por lo tanto los conflictos propios de una so-ciedad desigual para entrar al tiempo sagrado,el intemporal, en donde las desigualdades sedesvanecen, todo es armonía y conviven to-dos. Durante los dos últimos lunes de julio lasactividades se interrumpen en la ciudad deOaxaca. Esos días una parte de los oaxaque-ños de las clases populares, desde muy tem-prana hora, acude a la Rotonda de la Azucenapara presenciar los bailables y danzas de lasocho regiones del estado. Y para aquellos queno quieren o no pueden asistir, la televisión lo-cal transmite el espectáculo, lo mismo que laradio. Así la ciudad de Oaxaca se halla invadi-da por el espíritu de la Guelaguetza.

Esta fiesta borra aparentemente las de-sigualdades que existen entre los grupos étni-cos en Oaxaca, pues cada uno de ellos tieneasegurada su participación en ella. Nada sedice sobre las condiciones de vida de cadagrupo o bien sobre el trato que las autoridadesde Turismo le otorgan a cada una de las dele-gaciones (26). Sólo se realza la belleza de lostrajes, del paisaje y las características de cadagrupo étnico dando la impresión de que todoslos grupos étnicos tienen un mismo trato y queen sus comunidades viven en el paraíso terre-nal y que la relación entre las regiones es deigualdad. Cada delegación da un mensaje debienvenida a los asistentes, primero en la len-gua materna y después en español, cuando en

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la vida cotidiana de la ciudad sólo se acepta elcastellano y hablar un idioma de origen meso-americano significa atraso, pobreza. Por ellose evita hablarlo. Resalta la presentación delgrupo étnico mixe, pues se resalta con orgullo,por parte del maestro de ceremonias, que sonlos nunca conquistados (27).

Sin embargo, es de los grupos más mar-ginados y más discriminados Así, junto a larica delegación del Papaloapan, compuestapor jovencitas pertenecientes a las familiascon mejores condiciones económicas, se pre-sentan las delegaciones de los Triques (28) ode la Mixe, cuyas condiciones de vida estánmuy alejadas de lo que los especialistas deno-minan las necesidades básicas satisfechas.También está ausente, porque se está en eltiempo sagrado, los conflictos que existen en-tre pueblos o la dominación que un grupo étni-co ejerce sobre otro. Conviven las jovencitaspertenecientes a las familias más adineradasdel Papaloapan con las campesinas indígenasde la Sierra o la mixteca, que en la vida coti-diana éstas pueden ser las trabajadoras do-mésticas de las primeras.

Elanálisisde laguelaguetzacomoun todopuede continuar, sin embargo su estudio a partirde la participación de cada delegación india brin-dará una idea más clara acerca del tipo de relacio-nes que se establecen entre los diferentes gruposétnicos y las ideas y símbolos que transmiten. Lasregiones que normalmente son más aplaudidas ycon lasquese representaaOaxacaal exterior son:el Istmo y el Papaloapan. Sus representantes sonmestizas, pese a la existencia, en dichas regiones,de población indígena. En el Istmo la poblaciónindígena pertenece a las etnias zapoteca, huave ymixes; en el Papaloapan se tienen a chinantecos ymazatecos. Vemos, entonces, que para esta fiestase desplaza a la población india, la mayoría de lasveces (29). Lo que está presente es la vestimentaindígena, confeccionada, muchas de estas pren-

das, en el telar de cintura (30). En las regionesen donde la pobreza es más aguda se asienta lapoblación india y a la Guelaguetza acude unadelegación india, se trata de la Sierra Juárez,Mixe, Sierra Sur. Esta situación pone de mani-fiesto la desigualdad que al interior del estadode Oaxaca existe, pero también la aceptaciónde ella por parte de los grupos sociales. Así esnatural que se conciba a las regiones del Istmoy del Papaloapan como no indias y, por lo tan-to, ricas y progresistas. En cambio, las regio-nes indias representan la parte atrasada, la queprovee de mano de obra a la ciudad (31). Laimagen que da esta fiesta es de relaciones ar-moniosas entre grupos desiguales.

Y esta imagen de igualdad, de fraterni-dad que la fiesta proporciona se difunde a losturistas y, lo principal, a la sociedad oaxaque-ña. En el momento de la fiesta se acepta quelos indios, representados básicamente por lasdelegaciones de la Sierra Juárez, Mixteca ySierra Sur, sean parte de la sociedad oaxaque-ña, se ve con agrado que porten sus trajes yque hablen en su idioma materno. En este mo-mento todos los oaxaqueños, indios o no, semuestran orgullosos de sus raíces indias, delfolklore que se representa, de la riqueza cultu-ral, pero: ¿cuántas personas se preguntan porlas condiciones de vida de la población indiadel país?; ¿qué opinan estas personas, orgullo-sas de su fiesta, de los indios que defiendensus recursos naturales?; o bien, ¿qué pasacuando regresan al tiempo temporal, al tiempoprofano?

El concurso de la Diosa Centéotl es unade las actividades que giran en torno a la fiestade la Guelaguetza. En este certamen partici-pan las representantes de los grupos étnicos.Entre ellas se elige a la diosa que presidirá,junto con el gobernador, las fiestas. Se suponeque debe ganar la que exprese mejor su culturay esto implica la “autenticidad de su traje”, el

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conocimiento del idioma materno, el respeto yconocimiento de su cultura. En el 2001 fueelegida la representante del grupo triqui,quien en su discurso planteó que la mujer tri-que sufre mucho, debe abandonar la casa pa-terna, a pesar de su voluntad, cuando se casa,porque los padres deciden con quien se casa lamujer. Ya en casa del marido, debe obedecer-lo. En su discurso se aceptaba la situación quevive como alguno natural. Y esta imagen co-rresponde con la idea que de la mujer india setiene: sufridora, obediente, sumisa. En cam-bio, otra participante habló de las condicionesen que la mujer india vive, pero en un tonomás que de aceptación, de rebeldía, de queahora las mujeres luchan por cambiar esascondiciones. Al jurado –supuesto conocedo-res de las culturas indias de Oaxaca- no lesgustó el discurso porque, obviamente, no en-traba dentro del estereotipo que se tiene de loque es la mujer india.

Otro espacio dentro de esta gran fiestay que reafirma el dominio de los blancos ymestizos sobre lo que es el indio, lo representael comité de autenticidad. Este comité estácompuesto por personas mestizas o criollasque, se supone, conocen las diferentes cultu-ras de los grupos étnicos de Oaxaca. Su tareaes vigilar que todo lo presentado en la Guela-guetza sea auténtico, pero: ¿cuáles son los cri-terios materiales para definir lo que es auténti-co y lo que no lo es? No los hay porque la cul-tura es un proceso dinámico y más bien se de-bería buscar, siguiendo la lógica de esta fiesta,que los integrantes de las delegaciones perte-necieran a los grupos étnicos que representan.

Hace años se excluyó de la Guelaguet-za a la delegación de Yalalag perteneciente ala Sierra Juárez, argumentando que los hom-bres llevaban zapatos cuando lo auténtico esque porten huaraches. En otra ocasión una dela integrantes –que pertenece a una de las fa-

milias aristocráticas de Oaxaca de origenfrancés- de este comité me comentó que iban asugerir que al bailar, las mujeres no alzaranmucho sus faldas porque eso permitía mostrarparte de la pierna, lo cual no correspondía a larealidad porque las mujeres indias son muy re-catadas. En ningún momento se cuestionaronsi realmente estas personas se identificabancon el grupo que representaban, porque los in-tegrantes de un grupo folklórico pueden llevarhuaraches y no zapatos y no por eso son “au-ténticos”, o bien pueden las mujeres cuidarmuy bien que al bailar no alcen mucho sus fal-das y no por ello van a adquirir las característi-cas de una mujer de un grupo étnico al que nopertenecen.

Otro caso en que se manifiesta el tratodesigual que el Comité de autenticidad brindaa las delegaciones es con el bailable Flor depiña, representante de la región del Papaloa-pan. Al inicio de ese baile, el maestro de cere-monias de esta región, conforme aparecen enel escenario las jovencitas, va aludiendo acada una de las poblaciones que conformanesta región, dando a entender que la joven queporta el huipil de dicha comunidad, es origina-ria de allí. Realmente esto no es así. Las joven-citas que bailan Flor de Piña no son indias.Son originarias de la ciudad de Tuxtepec. Enesta ciudad, participar en la guelaguetza pro-porciona un gran prestigio social. De allí quelas familias más poderosas en términos eco-nómicos, fomenten la participación de sus hi-jas. De acuerdo con los datos proporcionadospor Jesús Lizama (32) este bailable es ensaya-do durante todo el año. No obstante lo ante-rior, este Comité no cuestiona, dentro de la ló-gica con que opera, la falta de autenticidad deesta delegación.

Independientemente de lo anecdótico,lo que interesa aquí es, como dice Bourdieu(1995:177) “romper con el sentido común, es

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decir con representaciones compartidas portodos, trátese de simples lugares comunes dela existencia ordinaria o de representacionesoficiales”. Es decir, ¿qué nos dicen estos actossobre la sociedad oaxaqueña?; o bien, ¿quéhay detrás de estos espectáculos que exponenla tradición oaxaqueña?; ¿bajo qué mecanis-mos simbólicos opera la dominación de ungrupo sobre otro?

Como lo mencionaba en líneas anterio-res, el racismo de hoy en día es diferente al dela época colonial, no es tan burdo, pero per-mea toda la sociedad oaxaqueña y a través dedeterminados rituales y símbolos se reprodu-ce la idea de lo que es el indio, de lo que es au-téntico, mismas que son creadas por el grupodominante. Así, en la Guelaguetza se reprodu-ce una idea romántica y bastante alejada de loque es la sociedad multiétnica de Oaxaca:todo es armonía, no hay conflicto porque lasdelegaciones de las regiones indígenas pre-sentan lo mejor de ellas, van a rendir tributo ala oaxaqueñidad, dan su guelaguetza a los pre-sentes, a los turistas cuando les avientan losproductos que llevan y, como ellos son los“auténticos” indios, asumen las característi-cas que todo indio debe tener: trabajador, res-petuoso, humilde, servicial, además van vesti-dos como lo que son: indios auténticos. Y estaimagen idílica se transmite a los demás oaxa-queños y a los turistas.

Por su parte, el certamen de Diosa Cen-teólt ratifica y legitima el papel que la mujerindia debe desempeñar. Por un lado ella, igualque el varón, deben ser humildes, serviciales yobedientes, pero además debe contar con otrascualidades “esenciales de su género”: la obe-diencia ciega al marido. Al premiar a una mu-jer que acepta lo anterior se está avalando ladesigualdad, la sumisión, la violencia, se aten-ta contra los derechos humanos de las muje-res. Supuestamente este certamen y la guela-

guetza, muestran a una Oaxaca orgullosa delas diversas culturas, que las acepta como son,aun cuando sean diferentes o contrarias a lacultura de sociedad mestiza o de la criolla. Escasi seguro que las mujeres de clase media yalta de Oaxaca no estén de acuerdo con un dis-curso de sumisión o con el casamiento forzadoa una edad temprana, sin embargo lo aceptanen la mujer india, porque es india, porque esosson sus valores y como somos respetuosos dela multiculturalidad (33) aceptamos la diver-sidad aunque sea contraria a los más elemen-tales derechos humanos, además, ellas, lasmujeres mestizas o criollas no se ven afecta-das porque las mujeres indias continúen consus tradiciones. Las mestizas y criollas si tie-nen derecho a la rebelión; las indias no.

He hablado de los grupos étnicos deorigen mesoamericano que se presenta en laGuelaguetza, pero en Oaxaca también se en-cuentra el grupo étnico negro que habita en laCosta oaxaqueña. Este grupo ha sido excluidode la Guelaguetza, Sin embargo su existenciaes real, por ello se decidió su participación enel año 2000. Pese a lo anterior, en el año 2001los negros ya no se presentaron dentro del pro-grama de la Guelaguetza, sino en una plazuelay dentro de las actividades de los Lunes delCerro. Esto quiere decir que si la Guelaguetzaexpresa la riqueza cultural de todos los gruposétnicos de Oaxaca, los negros no son conside-rados oaxaqueños, o bien su cultura es inferiora la de los otros grupos étnicos, pero como serespeta la multiculturalidad, a los negros se lesconcedió un espacio, aunque fuera inferior alde la Guelaguetza.

Esta actitud tomada con el grupo étnicode los negros de la costa refleja primero, laforma en que se les concibe, como un grupoque si bien es oaxaqueño, no tiene el mismovalor que los demás por sus orígenes africa-nos, mientras que los demás si están fuerte-

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mente enraizados en Oaxaca, fueron los pri-meros pobladores. Esto los hace aparecercomo algo anormal en el paisaje oaxaqueño.Hay que tener presente que los negros estánubicados básicamente en algunos municipiosdel distrito de Jamiltepec y que no es frecuenteverlos en la ciudad de Oaxaca. Segundo, lamanera en que esta concepción se transmite ala población de la ciudad, del estado y a los tu-ristas. Es decir, que en este comportamientoobservamos cómo se construye la realidad so-cial oaxaqueña.

Para el caso del grupo negro, si no esusual verlos en la ciudad capital y cuando esnecesario que estén presentes lo hacen, para elcaso que se analiza, en un espacio de menorvalor simbólico que aquel en donde los demásgrupos se presentan, no es extraño que se lesconciba como inferiores a los demás, como nooaxaqueños y, por lo tanto, con elementos cul-turales muy diferentes a los que “poseen la po-blación oaxaqueña”. Se está, entonces, ante elproceso de habituación, que lleva, posterior-mente, a la institucionalización de pautas deconducta, de concepciones de la vida.

Berger y Luckmann (1979:74) plan-tean que “toda actividad humana está sujeta ala habituación”. La habituación implica queuna acción realizada una vez pueda volverse aejecutar en el futuro de la misma manera, loque conlleva a restringir las opciones para elcomportamiento. En el caso estudiado, laGuelaguetza, vemos que al repetirse los com-portamientos en relación con cada grupo étni-co, y por los mismos grupos se ha llegado a lainstitucionalización de los mismos. El trato alos negros se halla institucionalizado, comotambién los comportamientos diferentes quelas autoridades y organizadores de la guela-guetza tienen con los diferentes grupos étni-cos y así como la forma en que la sociedad deOaxaca se relaciona con los indios. Con esto

se puede controlar el comportamiento huma-no y, sobre todo, canalizarlo hacia una direc-ción determinada. Estos mecanismos consti-tuyen una forma de control social.

La institucionalización tiene la virtudde aparecer después como una realidad almargen del individuo, como un hecho externoe independiente a ellos. En este caso los dife-rentes comportamientos que se dan entre lasautoridades estatales y los diferentes grupossociales de la ciudad de Oaxaca por un lado y,por otro los grupos étnicos incluyendo al gru-po negro, se presentan como algo normal, ex-terno e independiente a los individuos y gru-pos involucrados. No hay una conciencia deque las imágenes que se tienen de los negros ysu cultura es algo construido socialmente,como tampoco se acepta que la Guelaguetza,esta fiesta maravillosa, sea el medio paraconstruir simbólicamente el orden social delestado de Oaxaca y, sobre todo, la imagen delindio que todos desean.

La Guelaguetza misma es una cons-trucción social, cuyo fin es, como se ha dichoanteriormente, para construir un orden simbó-lico. Esta construcción funciona tan bien quelos oaxaqueños, independientemente del gru-po social al que pertenecen, piensa que es unafiesta que hunde sus raíces en la época meso-americana. También se presenta como normalpara los habitantes de la ciudad que la DiosaCentéotl sea una joven sumisa, respetuosa desu cultura, de la autoridad paterna precisa-mente por este comportamiento propio de losindios se halla institucionalizado, como tam-bién el comportamiento de los demás gruposlo está. Es cierto que para lograr la institucio-nalización de los comportamientos de los di-ferentes grupos, para el caso de los grupos ét-nicos se tuvo que desvalorar sus saberes y so-brevalorar los de la sociedad occidental. Pro-ceso que se inició en la colonia y que hoy en

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día continúa cuando se califica el saber indiocomo ignorancia, superstición; en cambio elsaber occidental (que ha abrevado de otros sa-beres) represente lo científico, la verdad, la sa-biduría. O bien cuando se ve como natural quelas condiciones de vida de la mujer india seanlas más difíciles, que sus más elementales de-rechos no sean respetados; en cambio para lasmujeres urbanas, por ser precisamente de laciudad, la situación es otra.

5. Reflexiones finales

En este artículo he presentado la formaen que se construye una imagen social de unactor determinado: el indio del estado de Oa-xaca. Al ser la construcción de lo imaginarioun proceso ideológico, éste solo se puede cap-tar cuando se torna en acción. Por ello me con-centré en las fiestas, principalmente en la fies-ta de la Guelaguetza, la fiesta de todos los oa-xaqueños.

En la construcción del orden social oa-xaqueño que transmite la Guelaguetza estápresente una estructura económica determina-da y también relaciones de poder. Relacionesde poder que si bien son más sutiles son tam-bién más efectivas. Puesto que imponen laidea de la sociedad que se quiere, jerarquizan alos grupos sociales de acuerdo con sus intere-ses y hacen que para los demás grupos dife-rentes al suyo este orden aparezca como nor-mal, como natural. Este orden impuesto porun grupo se basa en calificar y ubicar a los gru-pos sociales de acuerdo a criterios raciales.Así la fiesta de la Guelaguetza presenta a losasistentes un indio sumiso, obediente, natural,autóctono que hace recordar épocas anterioresde la sociedad, cuando nuestra sociedad fuecomo la de los indios: exóticos, atrasados.Esta visión la comparten todos los grupos noindios y sirve para justificar las condiciones

en que este grupo vive y la explotación que deella se hace.

El orden vigente que se presenta tienesus orígenes en la época colonial. Es cierto nose trata del mismo orden, pero existe una con-tinuidad y un ejercicio del poder sobre cómose define al indio. Durante la colonia los reli-giosos y encomenderos definieron al indio, lasmás de las veces como menor de edad, atrasa-do, tonto. Al paso del tiempo la concepciónvarió muy poco. Esto, pienso, puede explicar-se porque el poder político estaba en manos,durante el siglo XIX, de los criollos y mesti-zos, además México tenía una economíaagroexportadora. En Oaxaca la riqueza la ge-neraba la producción agrícola para el mercadoexterno y la actividad minera. Durante el Por-firiato los políticos definieron al indio, refle-jando así el tipo de sociedad que añoraban endonde el indio, al no saber hablar el español, alser parte de una comunidad que actúa comocorporación y que se mantenía al margen delos sucesos económicos y políticos del país,no era parte importante de la nación. En estaépoca se le veía como un ser ignorante, vicio-so, indolente. En cambio la Guelaguetza pre-senta otra imagen del indio: la de un indio bue-no, sumiso, obediente.

Es importante resaltar que los procesosideológicos y de construcción de lo imagina-rio social no son eternos y que, en cambio, res-ponden a exigencias de la sociedad nacional oregional para fortalecer el orden vigente. Esdecir no hay un orden eterno, es cambiante. LaGuelaguetza cumple un papel muy importantecomo reproductora, en el imaginario social,de un orden en una época determinada de lahistoria de México y de Oaxaca. En otro tiem-po fueron otras las Instituciones que desempe-ñaron la función de legitimar un orden social.

En 1932 cuando se celebra el homenajeracial, antecedente de la fiesta de la Guela-

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guetza, la intención era, por un lado, crear elsentimiento de identidad regional que se nece-sitaba para consolidar el nuevo orden emana-do de la Revolución Mexicana, que a nivel delo ideológico los oaxaqueños estuvieran uni-dos por el sentimiento de pertenencia a esteestado. De ahí que se apoye la música y el can-to, básicamente, inspirados en el terruño oa-xaqueño. Y los indios, que también son oaxa-queños, debían ser parte de esta sociedad pos-revolucionaria, debían sentirse oaxaqueños,destruir su localismo. Por otra parte, es cierto,se toma en cuenta al indio, pero éste no podía,tampoco debía entrar en condiciones de igual-dad, porque no era ésta una sociedad igualita-ria.

Se trataba de construir, a nivel de loideológico, el nuevo orden social. Ya no setransmite la idea del indio vicioso, perezoso,sino la del indio idealizado que aún vive en elatraso y que necesita ser redimido por la nuevaclase política cuyos intereses no necesariamen-te son los de las oligarquías regionales oaxa-queñas. De allí que, si bien esta fiesta es creaday organizada desde el seno mismo del poder es-tatal, refleja no al indio incorporado al desarro-llo de la nación, sino al indio folclorizado quevive feliz en su pueblo pese a su miseria. Esteindio gustoso ofrece su riqueza cultural, comotributo, a la ciudad de Oaxaca, asiento de laselites políticas, económicas y sociales.

Al conservar la sociedad oaxaqueña laideología colonial y que se expresa en la divi-sión social basada en criterios raciales, quesirven para justificar un orden económico endonde los indios son la fuerza de trabajo bara-ta, es necesario legitimar este orden, pero tam-bién hacer aparecer a esta sociedad racializa-da como igualitaria, orgullosa de su riquezacultural. En este sentido la fiesta de la Guela-guetza cumple dos objetivos. Por un lado es elespacio autorizado en donde los indios pue-

den presentar sus bailes, costumbres y tradi-ciones musicales que en otros espacios y mo-mentos no es permitido abiertamente. Conesto se transmite la idea de una sociedad plu-ral, abierta, tolerante con la diferencia, en ar-monía. Pero, por otro lado, refleja al tipo parti-cular de indio que se acepta, así como de la re-lación que este sector establece con los otrosgrupos sociales: sumiso, obediente, respetuo-so de las normas y del orden vigente. De allíque se valoren altamente las cualidades tradi-cionales de la mujer india: sumisa, recatada,sufridora, obediente, respetuosa de las deci-siones de los varones y que se vea como no in-dia a aquella que exprese otra forma de sentiro de actuar, como mostrar las piernas al bailar,porque con esta actitud se rompe la imagenidealizada de la mujer india.

Y esta capacidad de organizar una cele-bración que congregue a los grupos étnicos deorigen mesoamericano representa el ejerciciodel poder, pero del poder que habla Foucault,(1992) de aquel que se ramifica, que no se ve,no se percibe, pero que constituye un poderpoderoso porque se halla en la base misma dela sociedad. En este caso es la capacidad paraimponer un orden social determinado median-te la transmisión de imágenes y la expropia-ción del bagaje cultural de los pueblos indios,pues cuando el comité de autenticidad decideque es lo auténtico se sitúa por encima de lospueblos indios y como poseedor absoluto de laverdad, de una verdad que este comité haconstruido a favor de una sociedad jerarquiza-da y desigual.

También este poder tiene la capacidadde decidir quiénes son merecedores de bailaren esta fiesta, quienes sí representan los valo-res de los oaxaqueños y quienes deben hacerloen espacios inferiores, como es el caso de losnegros de la costa porque no se les consideraoaxaqueños. Lo importante aquí es que estas

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imágenes de lo indio son aceptadas e interiori-zadas por toda la población, incluyendo a lapoblación india. De esta forma el racismo,como una herencia colonial, se perpetúa y jus-tifica la dominación de esta población por losdemás grupos sociales, no son únicamente losdominantes.

Como reflexión final está que el multi-culturalismo concebido como la aceptaciónde las culturas puede ser una nueva forma deracismo. Algunos bailables presentados enesta festividad expresan la sumisión de la mu-jer, la reproducción de la supremacía del hom-bre, el consumo del alcohol, pero como esto espropio de la cultura de un pueblo indio, sedebe respetar, no cambiar. O bien, en la elec-ción de la diosa Centeótl se apoya la situaciónde desigualdad y marginación en que aún vivela mujer india. Pero, repito, como esto formaparte de la cultura de los pueblos indios ycomo Oaxaca es respetuosa de la multicultu-ralidad, hay que respetar a los indios comoson, dejarlos ser, aunque con esta posición sereproduzca la desigualdad y la opresión demujer. Entonces, si los indios siguen maltra-tando a sus mujeres y éstas aceptan matrimo-nios forzados, si en sus fiestas siguen consu-miendo grandes cantidades de alcohol, quieredecir que la imagen del indio de la época colo-nial sigue vigente, por lo tanto su pobreza sedebe a los vicios que poseen, no a una falta deapoyo por parte del Estado Mexicano o a queconstituyen la mano de obra más barata queexiste y que les impide acceder a los benefi-cios que otros grupos si tienen.

Notas

1. Oaxaca es un estado de la república mexica-na, ubicado en la parte sureste. Existe una im-portante población de origen mesoamericanodistribuida en 17 grupos étnicos. Los más im-portantes son: los zapotecos, mixtecos, mi-

xes, triquis, huaves, chatinos, chontales, ix-catecos, chochos, mixes, mazatecos y ne-gros. El sector terciario es la principal acti-vidad. En las zonas indígenas es la agricul-tura de temporal.

2. Actualización histórica es el proceso quesurge por el impacto de dos sociedades tec-nológicamente desiguales, una de ellas re-sulta sometida por la que posee el desarrollotecnológico más avanzado. Con ello pierdesu autonomía y corre el riesgo de que su cul-tura se traumatice y su perfil étnico sea alte-rado. Ribeiro (1977).

3. La provincia de Antequera es parte de lo quehoy es el estado de Oaxaca. La capital deesta provincia se llamaba la Nueva Anteque-ra. Este nombre se toma de la ciudad españo-la que lleva el mismo nombre.

4. En la actualidad, esta familia es una de lasmás importantes en la ciudad de Oaxaca. Suhistoria es interesante porque permite obser-var la forma en que se ha adecuado a loscambios políticos y económicos que el paísha vivido. Este proceso es similar al descritopor la novela de Lampedusa, El gato pardo.

5. Teposcolula es uno de los 30 distritos políti-co administrativos en que se haya divididoel estado de Oaxaca. Es parte de la región dela Mixteca.

6. Es importante decir que estos yacimientosse ubican en la región de la Sierra Juárez, enun municipio poblado por zapotecos. Estamina, durante el Porfiriato, fue explotadapor un inglés.

7. Jicayán fue una de las Alcaldías más impor-tantes y codiciadas de la Nueva España porsu producción de mantas de algodón. Se ubi-ca en la región de la Costa.

8. Hernán Cortés, el conquistador de México,recibió, como premio a los servicios presta-dos a la corona Española, una gran exten-sión de tierras conocidas como el Marquesa-do. Una porciòn de ellas se ubicaban en loque hoy es la parte poniente de la ciudad deOaxaca. En la época colonial, las tierras del

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Marqués Cortés colindaban con la NuevaAntequera y eran el asiento de las familiasindias. A esta porción de tierra se le conocíacomo Oaxaca del Marqués.

9. Las reformas Borbónicas intentaron recupe-rar el control de las colonias por parte de losreyes españoles. En el caso de la Nueva Es-paña, una de las medidas que tomaron fue ladesaparición del repartimiento de indios,puesto que obligaba a éstos a trabajar encondiciones de semi esclavitud para los es-pañoles. Por medio del repartimiento, en al-gunas regiones indígenas de Oaxaca se obli-gaba a los indios a cultivar la grana cochini-lla. Los comerciantes en complicidad conlos alcaldes mayores, acaparaban esta pro-ducción y la vendían en Europa. Las ganan-cias eran extraordinarias.

10. El estado de Oaxaca se haya dividido enocho regiones: La sierra Norte, la Mixteca,los Valles Centrales, el Papaloapan, el Ist-mo, la sierra Sur, la Costa y la Cañada. Laantigua Antequera, hoy ciudad de Oaxaca,se ubica en la región de los Valles Centrales.

11. Un dato más para comprender la importanciapolítica y económica de los peninsulares lo re-presenta el origen de los obispos de la provin-cia de Antequera. Durante toda la Colonia, esdecir de 1537 a 1821, sólo nueve de los veinti-cuatro obispos fueron criollos. Los quince res-tantes, penínsulares (Ibarra 1997:51).

12. La autora revisa los censos de la segunda mi-tad del siglo XVIII, con ellos elabora mapasde ubicación de la población que dan, a sim-ple vista, un cambio en relación con las for-mas de asentamientos de dos siglos antes; sinembargo, continua su análisis al estudiar yclasificar a cada una de las personas que eneste espacio conviven. Los datos le permitenproponer que si bien a nivel espacial habíauna apertura, ésta no significaba que fuerasocial. Los habitantes no blancos de esta zonade la ciudad eran, en su mayoría sirvientes.

13. El tercer presidente de México fue VicenteGuerrero, un mestizo, el cual fue depuesto

del poder por una revuelta en 1831. Al con-trario de otros derrocamientos, a él si se leprocesa y se le fusila el mismo año. Para al-gunos historiadores la decisión radical defusilarlo se debe a que no era un criollo y sedebía alertar a las personajes que no fuerande este grupo, que su acceso a estos nivelesde poder estaban prohibidos.

14. La segunda mitad del siglo XIX es intere-sante por los procesos sociales que se dan.Efectivamente los mestizos toman parte enlas luchas por controlar el Estado Mexicano.Sin embargo dos indígenas fueron figurasrelevantes en este siglo: el escritor IgnacioManuel Altamirano, mixteco, liberal que lu-chó a favor de la Reforma y contra la inter-vención francesa y Benito Juárez García, za-poteco, Presidente de la República, defensorde la soberanía nacional. En su peregrinajepor la República, durante la guerra de Refor-ma, en el estado de Guanajuato se burlabande que él, un indio, se ostentara como Presi-dente. Su presencia a este nivel fue una ofen-sa para la población criolla. Incluso un datode su vida privada pone de manifiesto estasituación. El se casó con una mujer criolla:Margarita Maza, pero su enlace fue muy demañana, para evitar las burlas y críticas dela oligarquía criolla oaxaqueña a este matri-monio.

15. Ignacio Manuel Altamirano refleja, en susnovelas y escritos, esta situación. Para él lasculturas indias deberían desaparecer pueseran la causa del atraso y miseria en que seencontraba esta población. El mismo, comoBenito Juárez, se transformó en un criollo,es decir piensan y actúan como criollos.

16. Francie Chassen ubica a Thomas Woolrichcomo estadounidense. Sin embargo, en laentrevista realizada, su bisnieto -que es em-presario de la construcción-, afirmó que erainglés. Llegó a Oaxaca procedente de Cana-dá. Todavía existen descendientes de laspersonas mencionadas y son parte de las cla-ses altas de Oaxaca. La familia Audiffred

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dejó el comercio y ahora se ubica dentro dela administración pública, los Hampshireson propietarios de negocios importantes.Un descendiente de Chapital en el presentesiglo fue gobernador del estado. LeopoldoDe Gyves, prominente dirigente de la Coali-sión Obrero Estudiantil del Istmo y diputa-do estatal por el PRD, es descendiente delcónsul francés Henry De Gyves, la familiaBaigts aún sobrevive.

17. Incluso en la actualidad los blancos son unaminoría y los indios y mestizos constituyenla mayoría.

18. Los descendientes de este gobernador conti-núan ejerciendo su poder político en el esta-do de Oaxaca.

19. Este mejoramiento se debe a las políticasdestinadas a formar a los profesores indíge-nas, hecho que llevó, efectivamente, a ele-var el nivel de vida de las familias de los pro-fesores, en tanto cuentan con un salariomensual. Este proceso, sobre todo, fue másevidente durante los años en que estuvo vi-gente el Estado de Bienestar social.

20. Desde hace nueve años la clase política oaxa-queña se dividió. Unos fortalecieron al PartidoAcción Nacional, mientras una parte impor-tante se mantuvo fiel al Partido Revoluciona-rio Institucional. A partir de 1991 la fractura sehizó más evidente. Un destacado integrantedel PRI y descendiente de una familia de laoligarquía oaxaqueña de orígen libanes, se se-paró y conformó una planilla para contenderpor la presidencia municipal. En dicha planillase encuentraban personas de diferentes oríge-nes, pero prevalecían los de la oligarquía. Enlas elecciones de este año para gobernador, ladivisión política de la clase dominante conti-nuó, tanto en las elecciones para gobernadorcomo para presidente municipal.

21. Se que esta situación es responsabilidad deambos grupos. Si hay un dominador es por-que el dominado lo permite.

22. Prevalecía la concepción decimonónica denación, conformada por una sola cultura y

una sola lengua. De allí que la política edu-cativa destinada al medio indígena tuvieracomo objetivo asimilar al indio, mexicani-zarlo como decía Rafael Ramírez, uno de losteóricos de esta educación. Es decir, que losindios perdieran sus características cultura-les.

23. Como ya se mencionó, el estado de Oaxacaestá dividido, administrativamente, en 8 re-giones que coinciden con criterios geográfi-cos y son: El Istmo, el Papaloapan, la Costa,la Mixteca, la Sierra Juárez, la Sierra Sur, laCañada y los Valles Centrales. La capital delestado y asiento de los poderes político yeconómico se ubica en la región de los Va-lles Centrales. Las tres regiones menciona-das presentan un desarrollo económico másavanzadas que las otras. En las cinco últimasregiones se concentra la población indígena.

24. La diosa del maíz en la cultura zapoteca.25. Princesa de la época mesoamericana.26. Por la prensa y el radio, las delegaciones que

representan regiones indígenas, se han queja-do del trato recibido, pues a ellas se les aloja enlos hoteles más modestos, reciben menos apo-yo, en cambio las delegaciones que vienen delas regiones más desarrolladas del estado ycon menos presencia indígena, como el Papa-loapan o el Istmo, son mejor atendidos, hospe-dados en hoteles de categoría más alta.

27. Se afirma lo anterior debido a que los españo-les nunca pudieron controlar totalmente la re-gión, incluso hasta mediados del siglo pasadoera una región incomunicada, en consecuen-cia, se tenía una alta tasa de población ha-blante del mixe. Una de las causas de lo ante-rior es la orografía abrupta. La región mixe seubica en la parte más alta de la región de lasierra Juárez.

28. Los triques son un grupo étnico que habita laregión de la Mixteca.

29. Planteo que es la mayoría de las veces por-que en ocasiones se presente el grupo huave,sin embargo por la difusión que se le ha brin-dado al grupo dominante: los zapotecos del

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Istmo, aquel no tiene la aceptación que el se-gundo.

30. El telar de cintura es de origen mesoameri-cano. En el elaboran todavía las mujeres lastelas con las que se confeccionan los vesti-dos.

31. También suele vérseles con curiosidad,como productos vivos del pasado de occi-dente, a la manera como se veía a Américaen Europa cuando recién se descubrió: “enun principio todos éramos como América”.Así aquí, en un pasado remoto, todos estuvi-mos, sobre todo las mujeres, en una situa-ción similar a la presentada por estos gru-pos. Es como viajar al pasado desde la co-modidad de una ciudad y un auditorio.

32. Jesús Lizama en su tesis de doctorado estudióla construcción simbólica en Oaxaca. Muchasde las ideas aquí presentadas han sido discuti-das con él al comentar los hallazgos de su tra-bajo de campo, que de alguna forma se rela-ciona con mi trabajo sobre racismo.

33. En estos momentos, en varios ámbitos, nosólo en el académico, se utiliza mucho el tér-mino multiculturalismo, entendido en susignificado más simple: el respeto a las cul-turas de los otros, es decir, que todas las ac-tuaciones tienen una lógica que les otorga sucultura y que no se debe tratar de explicarlasdesde la perspectiva de otra cultura. Sin em-bargo esta posición puede llevar a la indife-rencia, en el mejor de los casos, sobre lascondiciones en que vive una parte importan-te de la población india, y bien, ya en otroextremo, a un racismo diferencial, como lodenomina Wieviorka.

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