la fe · y a la responsabilidad de la persona humana: todas estas prác-ticas y otras parecidas son...

LA FECON LA CARIDADPRODUCE FRUTOS

MUNERA 2013

Pastoral Social Cáritas EcuadorCalle Ulloa 0e-132 y Av. ColónTel/fax: 593 [email protected] - Ecuador

Quito, enero de 2013

3LA FE CON LA CARIDAD PRODUCE FRUTOS

PRESENTACIÓN

Un año más, la Campaña de Múnera nos convoca a todos los miembros de la gran familia eclesial, a fin de que po-damos ejercer nuestra solidaridad con los hermanos más necesitados. Fe y Caridad están ahí, presentes y entrelaza-das, manifestando con fuerza que no pueden vivir la una sin la otra. Una fe sin obras es una fe muerta.

Y una caridad vacía de fe se convierte en una mera filan-tropía ajena al proyecto de Jesús. A este proyecto, de cons-truir un mundo fraterno y solidario, en el cual todos sea-mos hijos y hermanos, nunca podremos renunciar.

El Concilio Vaticano II nos lo recordaba hace cincuenta años de forma muy hermosa: las alegrías, las tristezas, las esperanzas de los hombres, son las nuestras. Y es que un cristiano consciente, comprometido con la realidad, no puede estar ausente de la vida y menos del dolor de sus hermanos. Nuestra sociedad ecuatoriana, más allá de la propaganda oficial y de los discursos políticamente correctos, todavía encierra en su seno bolsas de pobreza, carencias, injusticias e inequidades evidentes. También el Año de la Fe nos convoca a vivir la presencia de Dios pre-sentes nosotros mismos en la realidad humana. No es el nuestro un Dios ausente, alejado del hombre, sino un Dios presente y encarnado en la vida y en la historia, un Dios Hermano y Compañero de caminos y de luchas a favor

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del bien, de la ética, del desarrollo integral de personas y de pueblos.

Les deseo a todos una Semana Santa llena de esperanza.Ojalá que sepamos alimentarla en el propio corazón. Pero, también, que sepamos sembrarla, a la luz de la Pascua, en el corazón de nuestro pueblo. Es el deseo de cuantos for-mamos la Pastoral Social Cáritas del Ecuador, de cuantos caminamos en nuestras parroquias y comunidades con-vencidos de que Cristo vive en las entrañas del que es ca-paz de creer y de amar. ¡Feliz Pascua de Resurrección, hermanos!

+Julio Parrilla Díaz Presidente de Pastoral Social Cáritas Ecuador


LA MISIÓN SOLIDARIA DE LA FE

1. SALUDO Y AMBIENTACIÓN

Bienvenidos hermanas y hermanos.

Hoy iniciamos nuestras jornadas de reflexión cuaresmal en este Año de la fe, con él cual el Papa Benedicto XVI nos invita a una auténtica y renovada conversión al Se-ñor, único Salvador del mundo.

Primer Encuentro

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Con este Año celebramos el cincuentenario de la apertura del Concilio Vaticano II, por este motivo hemos querido centrar nuestra reflexión cuaresmal en un documento fun-damental del concilio: La Constitución Pastoral Gaudium et Spes (Gozo y Esperanza), sobre la Iglesia en el Mundo Actual.

Esperamos que esto sea un aporte para reflexionar y for-talecer nuestra fe. Esforcémonos por ser constantes, y en participar activamente, abriendo nuestros sentidos y nuestro corazón a Dios que se hace presente y nos habla.

Oración inicial:

Señor Jesús, los hijos de tu Padre, tus hermanos, estamos reunidos hoy en tu Nombre, sabemos que estás en medio de nosotros, te solicitamos humildemente tu fuerza y tu luz para poder verte en nuestra realidad y asumir tu man-dato de amor. Amén

2. MIREMOS NUESTRA REALIDAD

En este siglo XXI, mientras avanza la ciencia y la tecno-logía, el planeta y nuestras sociedades se deterioran cada vez más: pobreza, hambre, guerras, terrorismo, asesina-tos, robos, guerrillas, violencia, desastres naturales, con-taminación…

Ante esta situación los cristianos nos preguntamos ¿Qué podemos decir o hacer desde nuestra fe?


Muchos dicen que la religión no debe meterse en proble-mas sociales, políticos, económicos científicos, etc., pues a ella le compete lograr la salvación del alma por medio del culto, la adoración a Dios, la confianza en su poder y providencia.

Para esas personas la fe es creer en Dios, en la vida des-pués de la muerte, en lo sobrenatural, etc., y se expresa en prácticas religiosas y litúrgicas ordenadas por una iglesia u organización religiosa. Por otro lado, en las sociedades modernas, los ciudadanos son libres de asumir o no una religión.

Dialoguemos:

¿Tú qué opinas, la fe es creer y aceptar ideas? ¿Qué más puede ser la fe? ¿Al cristianismo y concretamente a la Iglesia le compete la realidad social?

3. DIOS NOS HABLA

a. En la Biblia. Evangelio según San Lucas 4, 1-13

“Convierte estas piedras en pan”. No al tener. Nuestra misión no es la del súper héroe que soluciona problemas y nece-sidades con derroche de poder y superioridad de cual-quier tipo.

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“Te daré el poder de todos estos reinos”. No al poder. Nuestra misión no la cumpliremos conquistando el poder político, controlando gobiernos o leyes.

“Lánzate desde aquí, los ángeles te protegerán”. No al aparen-tar. Nuestra misión no la cumpliremos ganando prestigio y admiración de la gente, para obtener su apoyo.

b. En la Iglesia

“Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuan-tos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón. La comunidad cristiana está integrada por hombres que, reunidos en Cristo, son guiados por el Espíritu Santo en su peregrinar hacia el reino del Padre y han recibido la buena nueva de la salvación para comunicarla a todos. La Iglesia por ello se siente íntima y realmente solidaria del género humano y de su historia.”

Gaudium et Spes (GS), 1.

La fe cristiana no es un título, una doctrina o filosofía, una costumbre, un culto o un conjunto de leyes morales. Su raíz y fuente es el encuentro, la adhesión personal y co-munitaria a Jesucristo, la aceptación de lo que Él es, de lo que nos ofrece, y seguirlo en su propuesta de ser persona en sociedad y en medio del mundo, propuesta que él mis-mo enseñó con su propia vida y con sus palabras.


La Iglesia es servidora del mundo, de la humanidad, por eso los problemas de la humanidad son problemas de toda la Iglesia. La vida cristiana no puede ser de fuga del mundo, sino de plena inserción en él.

4. COMPROMETÁMONOS

En esta cuaresma busquemos momentos personales y co-munitarios para reflexionar sobre las exigencias de nues-tra fe, especialmente aquellas de solidaridad concreta y efectiva con nuestro prójimo más cercano.

Colaboremos con nuestro aporte económico a la Colecta Nacional de MUNERA.

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5. CELEBREMOS

Escribamos en cartulinas o en hojas de papel las siguien-tes palabras: “ancianos y ancianas”, “niños y niñas”, “jó-venes”, “mujeres”, “indígenas”, “negros y negras”. Ellos son los caídos al borde de nuestras sociedades, y que es-peran de nosotros nuestra solidaridad como Iglesia Sama-ritana.

Hagamos oraciones espontáneas pidiendo al Señor de la Vida que nos dé corazones nuevos para acoger a cada uno de estos grupos de hermanos y hermanas.

Mientras proclamamos nuestras plegarias, colocamos los pequeños letreros, al pie del altar o hacemos uno con ellos. Al terminar cantamos algún canto conocido por todos.



Bienvenidos hermanos y hermanas, a este segundo en-cuentro en estas jornadas de reflexión cuaresmal. Tenga-mos presente que la cuaresma es una oportunidad de re-flexionar sobre cómo estamos viviendo nuestra fe y cum-pliendo nuestra misión cristiana.

Segundo EncuentroNUESTRA MISIÓN ES LA DIGNIDAD

HUMANA

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Oración inicial:

Señor Jesús, estamos reunidos hoy en tu Nombre, sabe-mos que estás en medio de nosotros, te solicitamos humil-demente tu fuerza y tu luz. Para poder verte en nuestra realidad, y asumir tu mandato de amor. Amén


La gente es a menudo juzgada por su belleza, su inteli-gencia, su status económico, su raza…

En teoría pocos se atreven a negar a nadie una dignidad humana similar a la propia. En la práctica, una mirada a nuestro alrededor nos abre los ojos: pensamos de una manera pero actuamos de otra.

Abortos indiscriminados, muertos en guerras y por ham-bre que a pocos importan, investigaciones biogenéticas sin control, mercantilización de la salud y las medicinas. La pobreza, el desempleo y la discriminación golpean con mucha más fuerza a algunos grupos sociales: mujeres, in-dígenas, afro-ecuatorianos, ancianos. Desigualdades en el acceso a una educación de calidad y a otros recursos bá-sicos perpetúan enormes diferencias sociales y obligan a millones de personas a malvivir en condiciones indignas.

Negamos la dignidad humana de la persona: • Cuando la reconocemos en la gente que nos agrada,

pero la negamos en los que son o piensan de modo di-ferente.


• Cuando la reconocemos en nuestros familiares y seres queridos pero no nos preocupa el sufrimiento de leja-nos y desconocidos.

• Cuando respetamos más y tratamos mejor a los pode-rosos que a los pobres.

• Cuando ocupados en nuestras cosas, no nos detenemos junto al que sufre al borde del camino.

Dialoguemos:

En nuestra realidad, de que otras formas se niegan la dignidad humana

3. DIOS NOS HABLA

a. En la Biblia. Evangelio según San Lucas 9,28-36.

Jesús es el Nuevo y superior Moisés. La máxima Palabra de Dios, la Nueva Ley que perfecciona la anterior, Él es el quien nos libera de toda esclavitud. Él es el quien forma un Nuevo Pueblo de Dios, le enseña a ser santo y no lo abandona en su camino por el desierto.

Jesús es el Nuevo y superior Elías. El profeta, el que habla en nombre de Dios, el que conoce su Voluntad, la anuncia y la defiende ante toda forma de injusticia, que provoca muerte y sufrimiento. Él además de anunciar, hace pre-sente el Reino de Dios.

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Este es mi Hijo amado, escúchenlo. Jesús es el cumplimiento del proyecto de Dios, iniciado con Israel. Es el modelo de persona que Dios nos propone

b. En la Iglesia

“El Concilio inculca el respeto al hombre, de forma que cada uno, sin excepción, debe considerar al prójimo como otro yo, cuidando en primer lugar de su vida y de los medios necesarios para vivirla dignamente… “

“Cuanto atenta contra la vida -homicidios de cualquier clase, genocidios, aborto, eutanasia y el mismo suicidio deliberado-; cuanto viola la integridad de la persona humana, como, por ejemplo, las mutilaciones, las torturas morales o físicas, los co-natos sistemáticos para dominar la mente ajena; cuanto ofende a la dignidad humana, como son las condiciones infrahumanas de vida, las detenciones arbitrarias, las deportaciones, la escla-vitud, la prostitución, la trata de blancas y de jóvenes; o las condiciones laborales degradantes, que reducen al operario al rango de mero instrumento de lucro, sin respeto a la libertad y a la responsabilidad de la persona humana: todas estas prác-ticas y otras parecidas son en sí mismas infamantes, degradan la civilización humana, deshonran más a sus autores que a sus víctimas y son totalmente contrarias al honor debido al Crea-dor.” (GS 27)

La Buena Nueva que Jesús anuncia y encarna es univer-sal. Su propuesta de caridad llega a todas las personas y pueblos. Jesús anuncia y hace presente en su propia vida a Dios que nos quiere como hijos con un mismo origen y dignidad, con los mismos derechos y deberes.


Ser discípulos de Cristo. Creer en él o tener fe en él, nos exige asumir como él las tareas que contribuyan a la dig-nificación del ser humano. El amor nos exige atender las necesidades urgentes de las personas, crear estructuras que consoliden un orden social, económico y político con posibilidades para todos, denunciar la prepotencia de al-gunos y facilitar un diálogo constructivo.

4. COMPROMETÁMONOS

El encuentro con Jesucristo, nos lleva a ser una Iglesia portadora de esperanza, transparente, profética, sencilla, sobria y austera, en camino de solidaridad, promotora de la dignidad de todas las personas, que se identifica con las luchas y esperanzas de los más débiles.

Los seguidores de Jesús estamos llamados a ser el cumpli-miento de las esperanzas de nuestro prójimo más necesi-tado, a ser signos de la solidaridad de Dios.


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5. CELEBREMOS

Oremos juntos:

Señor Jesús, Dios nuestro, ayúdanos a construir tu Rei-no de vida, dando vida a los que no la tienen, actúa por medio de nosotros, danos fuerza para ser tus mensajeros, y no defraudar a los que esperaron en ti, danos la fuer-za para ser el cumplimiento de las esperanzas de los que sufren, danos la fuerza para ser una bendición tuya para ellos. Amén.

Cantemos.



Bienvenidos hermanos y hermanas, a este tercer encuen-tro en estas jornadas de reflexión cuaresmal. Participe-mos activamente, en esta oportunidad en la que Dios nos habla.

Tercer EncuentroEL DIVORCIO ENTRE LA FE Y LA VIDA

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Oración inicial:

Señor Jesús, estamos reunidos hoy en tu Nombre, sabe-mos que estas en medio de nosotros, te solicitamos humil-demente tu fuerza y tu luz. Para poder verte en nuestra realidad, y asumir tu mandato de amor. Amén.


“Se percibe un cierto debilitamiento de la vida cristiana en el conjunto de la sociedad… una evangelización con poco ardor y sin nuevos métodos y expresiones, un énfasis en el ritualismo sin la conveniente formación y el descuido de otras tareas pastorales. De igual forma, nos preocupa una espiritualidad individualista.

En ocasiones, algunos católicos se han apartado del Evan-gelio, que requiere un estilo de vida más fiel a la verdad y a la caridad, más sencillo, austero y solidario, como tam-bién nos ha faltado valentía, persistencia y docilidad a la gracia para proseguir, fiel a la Iglesia de siempre, la reno-vación iniciada por el Concilio Vaticano II, impulsada por las anteriores Conferencias Generales, y para asegurar el rostro latinoamericano y caribeño de nuestra Iglesia.”1

Dialoguemos:¿Estás de acuerdo con estas afirmaciones?¿Cuáles crees que sean las causas de la situación que se menciona?

1. Aparecida 100


3. DIOS NOS HABLA

a. En la Biblia: Evangelio según San Lucas 13, 6-9

Muchos judíos pensaban que son buenos y santos, porque les va bien y no les ha pasado nada malo, que ser un buen judío, fiel a la Voluntad de Dios, consistía en cumplir las leyes religiosas y civiles prescritas por los gobernantes; y que a quien las cumple, Dios les bendice con prosperidad, salud y descendencia; y a quien no cumple las leyes los abandona o maldice con pobreza, enfermedad y esterili-dad.

Los que viven cómodos y tranquilos, orgullosos de su propio bienestar, creyendo que Dios les bendice, por el hecho de ir al templo para realizar los ritos religiosos que estaban mandados, son como un árbol sin frutos, que me-rece ser cortado.

Dialoguemos:

¿Hoy en día, aún tenemos esa idea?¿Cuáles son los frutos necesarios para no ser cortados como un árbol estéril?

b. En la Iglesia

“Se equivocan los cristianos que consideran que pueden des-cuidar las tareas temporales, no se dan cuenta que la propia

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fe es un motivo que les obliga al más perfecto cumplimiento de todas ellas según la vocación personal de cada uno. No es menos grave el error de quienes piensan que pueden entregar-se totalmente del todo a la vida religiosa, pensando que ésta se reduce meramente a ciertos actos de culto y al cumplimiento de determinadas obligaciones morales. El divorcio entre la fe y la vida diaria de muchos debe ser considerado como uno de los más graves errores de nuestra época.

El cristiano que falta a sus obligaciones temporales, falta a sus deberes con el prójimo y con Dios, pone en peligro su salvación.”(GS43)

“No resistiría a los embates del tiempo una fe católica reducida a bagaje, a elenco de algunas normas y prohibiciones, a prác-ticas de devoción fragmentadas, a adhesiones selectivas y par-ciales de las verdades de la fe, a una participación ocasional en algunos sacramentos, a la repetición de principios doctrinales, a moralismos blandos o crispados que no convierten la vida de los bautizados. Nuestra mayor amenaza “es el gris pragmatismo de la vida cotidiana de la Iglesia en el cual aparentemente todo procede con normalidad, pero en realidad la fe se va desgastando y degenerando en mezquindad”2.

Dialoguemos:

¿Qué frase o idea de estos textos del Concilio y del Papa más te llamaron la atención y por qué?

2. RatzingeR, J., Situación actual de la fe y la teología. Conferencia a los Presidentes de Comi-siones Episcopales de América Latina para la doctrina de la fe, Guadalajara, México, 1996. L’Osservatore Romano, 1-11-1996.


4. COMPROMETÁMONOS

Nuestra fe, implica una permanente actitud y práctica del bien común.

Conoces actividades de la Iglesia en las que se esté asu-miendo esta vocación y exigencia de nuestra fe y discipu-lado cristiano.

¿Podrías integrarte y colaborar con esas actividades?


5. CELEBREMOS

En un ambiente de oración y recogimiento, proclamamos espontáneamente y en voz alta nuestras plegarias perso-nales.

Cantamos

Terminemos con la oración que Cristo, nos enseñó: el Padre Nuestro.

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Cuarto EncuentroHAY QUE SUPERAR LA ETICA

INDIVIDUALISTA


Queridos amigos y amigas, bienvenidos y bienvenidas a este nuevo encuentro de reflexión cuaresmal. La Palabra que Dios nos dirige en la Sagrada Escritura y a través de la Iglesia nos pide buscar maneras de superar las falsas ideas de felicidad y plenitus que dominan nuestras socie-dades.

¡Sintámonos acogidos y motivados a participar!


Oración inicial:

Señor, tú nos dices en la Biblia los niños son expresión de tu bendición, que nosotros seamos tu corazón y manos para que realmente ellos, a través de nuestro amor y cui-dado, te conozcan a ti Dios Padre, y que vivan su niñez abiertos a la esperanza, como constructores de tu Reino de amor. Amén.


Carta de un padre a su joven hijo

No te fijes en los demás, que cada cual se preocupe por lo suyo, tú tienes que ser responsable de lo tuyo; estudia y prepárate, el mundo es muy difícil, es como un campo de batalla, donde debes buscar ganar, donde triunfan los más fuertes, los más prepa-rados; los débiles se quedan atrás; así es la vida, ¡es natural!, incluso entre los animales sucede igual.

Sólo así cuando seas adulto podrás disfrutar de lo bueno que tiene la vida, podrás hacer lo que quieras, por que tendrás los medios necesarios.

Dialoguemos:

¿Qué opinas de lo que el padre le dice a su hijo?¿Cómo será la vida, la familia y la sociedad de este joven cuando sea adulto? ¿Qué es lo que están aprendiendo nuestros hijos, por qué o para qué?

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3. DIOS NOS HABLA

a. En la Biblia: Evangelio según San Lucas 15, 1-3, 11-32:

Fijémonos en el Padre de la parábola:

Le da en herencia a su hijo menor una parte de sus bienes, aunque según la ley el hijo mayor debía recibirla y solo cuando el padre muera.

Deja libre a su hijo, no lo retiene para sí, respeta su deci-sión, aunque eso significaba renunciar a la familia, casi como renegar del apellido.

No olvida a su hijo, sufre con su ausencia, mantiene la esperanza, está atento a ver si vuelve, aunque las costum-bres le dicen que debe considerar muerto, al hijo que negó a su padre y a su familia.

Cuando el hijo regresa, se lanza a su cuello, lo abraza, lo besa, le da un vestido nuevo, anillo y sandalias, cuando lo normal hubiera sido tratarle con un poco de dureza, castigarlo un poco, pedirle cuentas del dinero o informes de dónde estuvo o qué hizo, hacerle trabajar hasta que re-cupere lo derrochado, por lo menos no dirigirle la palabra un tiempo y que coma en la cocina.

Dialoguemos:

¿Son estas nuestras actitudes como padres?


b. En la Iglesia

“La profunda y rápida transformación de la vida exige con suma urgencia que no haya nadie que, por despreocupación frente a la realidad o por pura inercia, se conforme con una ética meramen-te individualista… hay que procurar con suma diligencia una más amplia cultura, valiéndose para ello de los extraordinarios medios de que el género humano dispone hoy día. Particular-mente la educación de los jóvenes, sea el que sea el origen social de éstos, debe orientarse de tal modo, que forme hombres y mu-jeres que no sólo sean personas cultas, sino también de generoso corazón, de acuerdo con las exigencias de nuestra época.” (GS 30-31)

“El progreso altamente beneficioso para el hombre también en-cierra, sin embargo, gran tentación, pues los individuos y las colectividades, subvertida la jerarquía de los valores y mezclado el bien con el mal, no miran más que a lo suyo, olvidando lo aje-no. Lo que hace que el mundo no sea ya ámbito de una auténtica fraternidad, mientras el poder acrecido de la humanidad está amenazando con destruir al propio género humano.” (GS 37)

El proyecto de Dios no se puede implantar por la fuerza, sino mediante la conversión de las mentes y los corazo-nes, en la medida en que haya hombres y mujeres que cambien radicalmente su propia mentalidad, su escala de valores, su apreciación práctica y concreta del dinero, del poder y del prestigio.

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4. COMPROMETÁMONOS

¿Qué actitud personal, tenemos que cambiar para asemejarnos al padre de la parábola?


5. CELEBREMOS

Pensemos en aquello que tienen que cambiar nuestra so-ciedad, nuestras familias y nuestras comunidades, para poder ser la familia del Buen padre de la Parábola. Espon-táneamente y en voz alta, hacemos plegarias de perdón por ello.

Rezamos la oración de los hijos de Dios. Padre Nuestro.

Cantemos algún canto que conozcamos todos (SOLIDA-RIDAD).

Nos despedimos rezando juntos, la oración del Ave Ma-ría.


Quinto EncuentroLA FE SE VE EN NUESTRA ACTITUD

HACIA LOS POBRES


Nos da alegría poder continuar con estas jornadas de re-flexión. Mantengámonos constantes y participativos. Hoy conversaremos sobre la situación de marginación de la mujer en nuestras sociedades.

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Oración inicial:

Jesús tú que no condenaste a la mujer marginada, sino que ante su pecado presentaste tu amor en lugar de una ley de muerte, la levantaste y la exaltaste, devolviéndole su lugar en la familia de tu Padre Dios y su dignidad de persona amada y valiosa, acompáñanos en este camino de asumir tu actitud de acogida y solidaridad. Amén.


“En un momento en que el desarrollo de la vida económica, con tal que se le dirija y ordene de manera racional y humana, po-dría mitigar las desigualdades sociales, con demasiada frecuen-cia trae consigo un endurecimiento de ellas y a veces hasta un retroceso en las condiciones de vida de los más débiles y un des-precio de los pobres. Mientras muchedumbres inmensas carecen de lo estrictamente necesario, algunos, aun en los países menos desarrollados, viven en la opulencia y malgastan sin considera-ción. El lujo pulula junto a la miseria. Y mientras unos pocos disponen de un poder amplísimo de decisión, muchos carecen de toda iniciativa y de toda responsabilidad, viviendo con frecuen-cia en condiciones de vida y de trabajo indignas de la persona humana.” (GS 63)

“La Globalización conducida por una tendencia que privilegia el lucro y estimula la competencia, la concentración de poder y de riquezas en manos de pocos,… produce la exclusión de to-dos aquellos no suficientemente capacitados e informados, au-mentando las desigualdades que mantienen en la pobreza a una multitud de personas” (DA 62).


3. DIOS NOS HABLA

a. En la Biblia: Evangelios según San Juan 8,1-11

Muchos judíos creían que Dios desea el cumplimiento es-tricto de leyes y ritos religiosos, y que a los que las cum-plen, los bendice con salud, prosperidad y descendencia, y a quien no, lo declaraba injusto y lo maldecía con pobre-za, enfermedad, esterilidad, viudez u orfandad;

A la mujer se le consideraba como una criatura inferior al varón, creada para servirlo, débil ante la tentación y peli-grosa, para los hijos de Israel.

Pobres, enfermos, viudas, huérfanos, estériles, mujeres, no solo eran vistos como gente impura, pecadora, o aban-donada por Dios, también eran excluidas socialmente.

Dialoguemos:

¿Cuál es la actitud de Jesús ante la mujer?

b. En la Iglesia

“… urge la obligación de acercarnos a todos y de servirlos con eficacia cuando llegue el caso, ya se trate de ese anciano aban-donado de todos, o de ese trabajador extranjero despreciado in-justamente, o de ese desterrado, o de ese hijo ilegítimo que debe aguantar sin razón el pecado que él no cometió, o de ese ham-briento que recrimina nuestra conciencia recordando la palabra

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del Señor: Cuantas veces hicisteis eso a uno de estos mis herma-nos menores, a mí me lo hicisteis. (Mt 25,40).” GS. 27

La opción preferencial por los pobres está implícita en nuestra fe, pues creemos y seguimos a al Hijo de Dios que se ha hecho pobre, y que en su amor a los pobres ha ma-nifestado nos ha revelado el rostro.

Los cristianos, como discípulos y misioneros, estamos lla-mados a contemplar, en los rostros sufrientes de nuestros hermanos, el rostro de Cristo que nos llama a servirlo en ellos (Mt 25, 40).

4. COMPROMETÁMONOS

¿Conoces alguna actividad organizada en tu parroquia, o por la Iglesia en general, para atender a los más pobres, o para defen-der sus derechos, o para eliminar las causas de su pobreza?

¿Podrías colaborar de alguna forma con alguna de esas actividades?


5. CELEBREMOS

Con este encuentro terminamos nuestras jornadas de re-flexión cuaresmal.


Organicemos un momento de oración y celebración reco-giendo grandes conclusiones a las que hayamos llegado a lo largo de estas reuniones, y los compromisos que nos hemos planteado.


PRIMER DOMINGO DE CUARESMA

Primera Lectura: Deuteronomio 26,4-10

Este texto describe el rito de la ofrenda de las primicias (primeros frutos), con el que Israel daba gracias a Dios por los frutos de la tierra, con ocasión de la cosecha, y también por esta misma tierra que Dios había dado a los hijos de Israel.

La fórmula que acompaña al rito de las ofrendas es una fórmula de fe que parte de hechos concretos: Dios elige a los patriarcas, saca de la esclavitud de Egipto a los israeli-tas y les da una tierra..., de ella proceden ahora los frutos que llegan al altar de Yahvé.

La fe de Israel al igual que la cristiana, no se basa en ver-dades abstractas, concluidas a partir de la razón filosófi-ca, sino en la experiencia de la acción de Dios en la reali-dad histórica. Se trataba de un continuo ejercicio de leer o interpretar los acontecimientos como signos con los que Dios manifiesta su Voluntad.

DOMINGOSDE CUARESMA y DOMINGO

DE RAMOS 2013

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Segunda Lectura: Carta a los Romanos 10,8-13

Cristo, es la nueva Palabra y el nuevo Mandamiento, aco-gerlo y proclamarlo, es decir la fe en Él, es lo que salva. Pablo, como buen fariseo y con un estilo rabínico está pa-rafraseando a Dt 30,11-14: (Estos mandamientos que yo te prescribo hoy no son superiores a tus fuerzas, ni están fuera de tu alcance. No están en el cielo (...), ni están al otro lado del mar (...), sino que la palabra está bien cerca de ti, está en tu boca y en tu corazón para que la pongas en práctica), ello nos ayuda a entender la expresión: “si confiesas con tu boca… y crees en tu corazón” en el sentido de seguimiento de Cristo, excluyendo todo tipo de individualismo y espiritualismo intimista, que reduce la fe a un acto mental-psicológico o verbal.

La fe no es un privilegio de nadie. Todos somos radical-mente iguales –judíos y paganos, blancos y negros, ricos y pobres, sabios e ignorantes- ante la salvación ofrecida por Dios a través de Jesucristo.

Ya los profetas (Is 28,16) habían intuido esta posibilidad universal de salvación partiendo de que Yavé, era tam-bién el Dios de toda la creación y de todos los hombres. Lo que Pablo hace ahora es traspasar a Jesucristo el títu-lo de Señor y reconocerle en consecuencia una capacidad salvífica universal.

Evangelio: Lucas 4,1-13

Este texto hay que interpretarlo en relación con el capí-tulo 3, sobre el bautismo y la genealogía, que cumple la función de presentación de Jesús por parte de Dios; y el


posterior sobre la proclamación de su misión mesiánica en la Sinagoga de Nazaret, que es el inicio de su vida pú-blica y misión.

Este pasaje nos habla de las profundas opciones de Jesús. Lleno del Espíritu Santo pone todo su ser en función de Dios, y se aparta de aquello que aleja al hombre de Dios e impide la construcción del Reino.

La figura bíblica del desierto y la estadía de cuarenta días, nos informa ya que este es un tiempo de prueba y purifi-cación (cuaresma), en el cual a Jesús, como a todos los se-res humanos de cualquier época, se le presentan tres ten-taciones, las del Aparentar, las del Poder y las del Tener. La continua y firme actitud de Jesús, ante aquello que separa al hombre de Dios, e impide la construcción del Reino, es el camino que se le presenta al cristiano.

Jesús fundamenta estas actitudes con el mismo Antiguo Testamento: “…no solo de pan vive el hombre”Dt 8,3. “…adorarás al Señor tu Dios y a Él sólo servirás…” Dt 6,13. “…no tentarás al Señor tu Dios…”Dt 6, 16. Si bien la fuerza del Hijo surge de su relación con el Padre, aquí Jesús se presenta en una profunda relación con las tradiciones de Israel, con toda una historia salvífica, que se constituye en la fe del pueblo elegido.

Jesús no hace su voluntad sino la del Padre, que desde an-tiguo venía siendo revelada de múltiples maneras a Israel y trasmitida de generación en generación.

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SEGUNDO DOMINGO DE CUARESMA

Primera Lectura: Génesis 15,5-12.17-18

La Alianza entre Israel y Yavé esta presente en toda la Historia de la Salvación: Alianza patriarcal (Gn 15 y 17); Alianza mosaica (Ex 19-24); Alianza de Siquem (Jos 24); Alianza davídica (2 Sam 23,5); Alianza posexílica (Neh 8-10); Nueva Alianza (Lc 22,20).

La Alianza patriarcal, en cambio, es de carácter promiso-rio. En el momento de realizar el rito de la Alianza, Dios pasa en forma de antorcha de fuego, por entre los anima-les partidos. Es decir, Dios se compromete. El texto subra-ya la fe de Abraham como respuesta a las promesas del Señor: creyó lo que el Señor le decía, y por esa fe, el Señor lo tuvo como justo.

Abraham es un migrante en busca de sobrevivencia, en esa situación es fundamental la descendencia y la tierra, eran las máximas aspiraciones de los que llevaban obli-gadamente esa forma de vida; para este anciano esas ilu-siones se veían imposibles. La promesa de bendición me-diante una descendencia numerosa y una patria, a pesar de las circunstancias adversas, se constituyen en un acto divino de acompañamiento y de asistencia, al que carece de oportunidades y esperanzas de vida.


Segunda Lectura: Carta a los Filipenses 3,7-4,1

Pablo amonesta y orienta a los filipenses. Las luces y som-bras tienen que ser vividas desde una intención funda-mental ganar a Cristo, lo que se logra viviendo su Vida, su Cruz y su Resurrección. Desde la fe que se vive en el seguimiento de Cristo, no por la Ley mosaica, ella sirvió en su momento, ahora Cristo es la perfección de la pro-mesa y de la Alianza. No hay ningún motivo que pueda justificar el suspender esta carrera hacia Cristo. El mismo Pablo se pone como ejemplo.

La sociedad actual tiene su propio proyecto de perfección y vida centrado en la fuerza, en el poder. En él no entran los débiles, esta marginación efectivamente, termina con-venciéndolos de su inutilidad, haciendo que pierdan su ilusión por vivir, y su valor para enfrentar nuevos retos y continuar o emprender nuevos caminos.

Evangelio: Lucas 9, 28-36

Así como Dios presenta y ratifica a Jesús como su Hijo, en el bautismo, antes de iniciar su misión (Lc 3,22), así ocurre también ahora, antes de que se inicie el viaje a Jerusalén donde completará su misión (Lc 9,22.51).

El momento del cumplimiento de su misión en la cruz, será también el momento de la plena revelación de Jesús, como el Mesías, como la plenitud de todas las expectati-vas de Israel. Él es la esperanza cumplida, el nuevo tem-plo, la nueva alianza, el profeta de la última hora.

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Con esta intención, Lucas, ubicándose antes de la pasión, arma este relato tomando muchos elementos simbólicos del A.T.: el resplandor de Jesús nos recuerda a Moisés descendiendo del Sinaí (Ex 34,29), la nube nos lleva a la presencia del Dios en la tienda del desierto (Ex 40, 35) y en el templo (1 Re 8, 10); Moisés y Elías eran esperados en el tiempo de la salvación (Dt 18, 1-18; Mal 3,22. 23), y representan a la Ley y los Profetas, que se plenifica en la persona de Jesús. Los tres hablan entre sí de su partida es decir de su muerte liberadora. La mención del éxodo nos trae también a al mente la liberación de Israel. La pascua de Jesús es, sin duda, el gran acontecimiento liberador para el Nuevo Testamento.

La voz que dice “Este es mi Hijo, mi Elegido, escúchenlo”, nos da entender que Jesús recoge, resume y cumple, todo el plan que Dios inició desde la antigüedad, mediante los antepasados de Israel. Ahora en él, Dios revela totalmente su Voluntad, Jesús es su máxi-ma Palabra, es el rostro mismo de Dios

El centro de nuestra fe no es una doctrina o una ley sino la per-sona de Jesús, muerto y resuci-tado, su práctica de amor, y su opción preferencial por los me-nospreciados.


TERCER DOMINGO DE CUARESMA

Primera Lectura: Éxodo 3,1-8.13-15

Este pasaje está integrado por tres elementos principales: la manifestación de Dios, su decisión de liberar a su pue-blo y la revelación de su nombre.

Lo esencial en el primer elemento es el encuentro de Moi-sés con Dios. La zarza ardiendo y demás elementos que escenifican la presencia divina son secundarios. La misión de los grandes guías del pueblo elegidos, tiene casi siem-pre en su punto de arranque una experiencia de Dios, que los fortalece y garantiza su misión: Isaías, Jeremías, Eze-quiel, Pablo, etc.

Ante la aflicción de su pueblo, Dios se resuelve librarlo de la esclavitud. Su instru mento va a ser Moisés.

Según la concepción semita, el nombre de una persona, designa la realidad de la persona misma. El nombre no es algo aproximativo, convencional, externo, sino la persona misma que se hace presente y actuante. Conocer el nom-bre de Dios implica conocer su ser. El nombre de Yavé es una forma arcaica del verbo hebreo ser. Pero se trata de un ser activo y dinámico. Yavé es el que interviene en favor de Israel. Las intervenciones salvíficas de Yavé culminarán en la plenitud de los tiempos en la suprema intervención: Jesús de Nazaret. Jesús(YESHUA) significa precisamente eso: Yavé salva.

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Este texto señala una convicción fundamental de la fe de Israel, y al mismo tiempo de su conciencia nacional. Su identidad entre los demás pueblos es la de ser el pueblo de Yavé que se reveló en la historia escogiéndolos y liberán-dolos de la esclavitud de Egipto, y estableciendo con él una Alianza. Esto marca el nacimiento de Israel, y a partir de ello se desarrolla toda su vida posterior, sus numerosas instituciones, ritos y creencias y será el punto de arranque de las grandes esperan zas religiosas y nacionales.

Pero al irse constituyendo, Israel, en más de una ocasión olvidará, lo central del acontecimiento de la Liberación y el Éxodo, que Dios está atento al sufrimiento y al clamor de las víctimas, que actúa a favor de ellas, y que detrás de la Alianza esta el deseo divino de que nunca más regre-se la esclavitud y el sufrimiento. Olvidará a aquellos que construyeron el pueblo.

Segunda Lectura: Primera carta a los Corintios10,1-6.10-12

Este texto pertenece a uno mayor, que comenzó en el Cap. 8 y termina con el 10, su tema fundamental era el de la participación de los cristianos en las costumbres paga-nas.

En esos tiempos, según la costumbre religiosa grecorro-mana, toda la carne destinada al consumo humano, era antes sacrificada a los dioses, en medio de una ceremonia que incluía una comida.

Esto planteaba un serio problema de conciencia a los cris-tianos, ya que entendían que comer de esa carne era tanto


como participar en el culto pagano. Pablo da una solución a este problema fundándose en principio en la libertad de los hijos de Dios, pero advierte que los cristianos de-ben abstenerse de participar expresamente en las orgías, en los cultos paganos, y en las comidas religiosas que se-guían inmediatamente al sacrificio de los animales, antes de ser enviadas a los lugares de expendio. Esto es incom-patible con la Cena del Señor. Les recuerda lo que sucedió en otros tiempos con los israelitas, que pecaron en el de-sierto adorando al becerro de oro después de haber sido liberados por Dios.

Pablo busca escarmentar al Nuevo Israel, recordando el escarmiento del Antiguo Israel, viendo en aquellos anti-guos signos de liberación y compañía de Dios, el anuncio de las gracias cristianas, del bautismo y la anticipación profética de la presencia del Señor en medio de la Iglesia peregrina.

Evangelio: Lucas 13,1-9

La idea del juicio que viene, une estos versículos y la pa-rábola siguiente. Jesús cita dos ejemplos históricos que no conocemos con exactitud. Flavio Josefo, el gran historia-dor del siglo de Jesús, menciona el asesinato de unos gali-leos dentro del Templo, por orden de Pilato. Posiblemen-te se trate del mismo incidente. No sabemos nada de la caída de la torre de Siloé. Sin embargo, la conclusión que saca Jesús de estos dos ejemplos es bastante clara. Aque-llos que perecieron no eran peores que los que quedaron con vida. Refuta de esta manera la doctrina judía de la

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retribución, muy defendida por los fariseos, según la cual el que era alcan zado por una desgracia era culpable de algún gran pecado. Esta manera de pensar había pasa-do a la sabiduría popular (Job 4,7-9; Jn 9,2) estableciendo una estrecha relación entre pecado y castigo. Lo que en el caso presente llevaba a la siguiente conclusión: nosotros somos justos porque nos hemos librado de la muerte en los dos ejemplos que se cuentan.

En lugar de ello Jesús piensa que ante Dios todos los hom-bres necesitamos convertirnos a sus caminos. Es la única manera de escapar a la destrucción que se aproxima (¿se trata quizá de la destrucción de Jerusalén en el año 70?).

Conectando con el texto anterior, la parábola de la higue-ra, referida en la predicación de Jesús a Israel, ilustra las oportunidades que Dios concede para la conversión. To-davía es tiempo de arrepentimiento e Israel aún tiene oportunidad. A pe-sar de la urgencia de la invitación a la conversión y a dar frutos, vivimos todavía en el tiempo de la paciencia de Dios (Rom 3,25.26). Hay en el trasfondo de esta parábola una nota de esperanza. Jesús confía en que la respuesta final de Israel a su misión sea posi-tiva.


CUARTO DOMINGO DE CUARESMA

Primera Lectura: Josué 5,9.10-12

Los varones que salieron de Egipto estaban circuncidados y todos murieron en el desierto. (Num 14,2-23). A la tierra prometida entrarían sus descendientes, los jóvenes que no estaban circuncidados.

Al llegar a su destino tienen que hacerlo para conside-rarse el Pueblo de la Alianza y poder celebrar la pascua. Esta circuncisión general indica que el éxodo o salida de la esclavitud ha concluido felizmente y que Israel ya no está en camino sino en la tierra prometida. De modo que esta circuncisión se convierte en símbolo de la alianza y de la liberación de la esclavitud: Israel ya no pertenece a los señores de Egipto, sino al Señor, y en esto consiste su verdadera libertad.

Hasta este momento Israel era nómada y en ese estilo de vida, su alimentación era providencial, obra de Dios, de acuerdo a la circunstancia. Pero ahora la situación es otra, ya no están en el desierto sino en la Tierra que se les ha-bía prometido, de la cual ahora son responsables, y sin olvidar que ella y sus frutos, como el maná, son un don de Dios.

Por eso la pascua se celebra teniendo presente tanto su origen: esclavos liberados- errantes, por medio de la fiesta de los ázimos (Ex 12, 15-19) y a esto uniendo su nueva si-

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tuación de campesinos por medio de las espigas tostadas. La celebración de la pascua debe recordar a este pueblo que no debe instalarse nunca, si no quiere caer en nuevas esclavitudes. Debe recordarle que sigue pendiente de la promesa y que es por lo tanto, el pueblo de la salida o del éxodo permanente.

Los acontecimientos de la liberación, el éxodo por el de-sierto, y la entrada y posesión de la tierra prometida son las afirmaciones que se constituyen en el núcleo de la fe histórica de Israel. Dentro de ella se recordará el celo, mu-chas de las veces furioso, de Dios, pero a pesar de eso Israel se concentrará en su benevolencia, incluso hasta llegar a referirse a Él como su Padre, que siempre busca reconciliar a Israel consigo (Ex 4,22s; Os 11,1; Jer 3,19;Sab 18,13 2; Sam 7,14), por supuesto que no en el sentido ni en la forma con la que Jesús decía a Dios, Abba – Padre, y cuya mejor expresión es la parábola del Hijo Pródigo.

Segunda Lectura: Segunda carta a los Corintios5,17-21

Las barreras que dividen a los hombres y los clasifican ya no existen para el que está en Cristo, pues es ya una criatura nueva (cf. Gal 3, 28 y Ef 2,14-16). Este hombre nuevo deja de guiarse por los deseos humanos; ahora es el Espíritu quien lo guía (Gal 5,14-16).Todo es ya nuevo porque todo ha sido reconciliado con Dios por medio de Cristo. Este hombre nuevo deja de guiarse por los deseos humanos, ahora es el Espíritu quien lo guía (Gal5,14-16). La misión del cristiano no consiste primeramente en can-


tar alabanzas al Señor, ni en ser una persona de vida có-moda y tranquila, sino en tomar parte activa en la obra de la reconciliación universal, la cual supone, tanto denun-ciar las injusticias y pecados, como tratar de superarlos en forma colectiva, mediante un espíritu de valentía, amor y sacrificio.

Presentarse como mensajeros de Cristo, es algo que atañe a todos, porque todos tienen la misión de acercarse al her-mano, superando recelos, creando espíritu de confianza que logre la convivencia fraterna entre los hombres que viven los problemas del mundo.

Evangelio: Lucas 15,1-3,11-32

La parábola del Hijo Pródigo, o del Padre Misericordioso, muestra la bondad de Dios que olvida todo lo que el hijo menor hizo contra él. Una bondad que no es comprendi-da por el hijo mayor, que representa a los escribas y fari-seos.

El cambio de actitud del hijo y su decisión de regresar, parte de la toma de conciencia de lo bueno que es su pa-dre. El padre se adelanta, sin saber nada del cambio de actitud de su hijo, lleno de emoción, lo abraza lo perdona, lo viste, lo adorna y organiza un banquete para él. Se ve claro que el amor de Dios siempre precede a nuestra con-versión. Y que los primeros en el Reino son los pequeños y despreciados.

La segunda parte (Lc 15,25.32) está dirigida más concre-tamente para responder al problema que ha suscitado el que Jesús pronuncie esta parábola (Lc 15,1.2). También los

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fariseos, como el hijo mayor de la parábola (Lc 15,29), pre-tendían haber cumplido todas las exigencias de la ley (Lc 18,9). Jesús está invitando a los fariseos de todos los tiem-pos a que aprendan a acercarse a los pecadores y necesi-tados, como él lo hacía, y de esta manera participen de la bondad y alegría del Padre por la conversión de aquellos que estaban lejos del cumplimiento de la Alianza.

Esta parábola, muy importante para el mensaje cristiano sobre Dios, quiere ser una invitación a descu brir, en el amor del padre de la parábola, la bondad y el perdón de Dios; una invitación a dejarse arrastrar por su dinámica de amor y a participar de su alegría. Es algo que no puede ser comprendido desde la legalidad humana, tal como la expresa el hermano mayor de la parábola, que representa a los cumplidores estrictos de la ley de Israel. Tampoco éstos han sabido comprender la presencia de la justicia de Dios, quien es miseri cordia, en el estilo de vida de Jesús.

La Misericordia de Dios va dirigida primeramente a los pecadores. La palabra pecadores llega a designar a todos aquellos que son marginados por ese sistema social y reli-gioso, con ellos vive, por ellos opta Jesús, a partir de ellos se construye el Reino.

Como en el caso del buen pastor o la mujer que barre su casa, el Padre no deja de buscar lo que es suyo (salía todos los días a otear el horizonte). Y cuando lo encuentra esta-lla de alegría y quiere que todos se alegren con él. Tam-bién los fariseos que oyen de la boca de Jesús cómo es el amor del Padre con los pecadores y ven cómo los busca


hasta encontrarlos deberían dejar de murmurar envidio-sos y reconocer con profunda satisfacción: ¡«Este sí que perdona los pecados»!

Pero no. El padre se encuentra –así en la parábola– con que el hijo fiel no entiende que ha llegado la hora del júbi-lo cuando vuelve su hermano perdido. Llama la atención el alarde que hace de su propia fidelidad. Pero su perma-nencia en casa no le ha llevado a la confianza y alegría con el Padre, sino a especular con la recompensa por su ser-vicio. El Padre, en cambio, le insta para que se reconozca como hijo, y lo abraza con amor y le recuerda que todo lo suyo es también de él. Y también le ruega que reconozca al hermano, que ha vuelto de la miseria a la casa paterna. Lo que sobrecoge en esta parábola preciosa es el inson-dable amor del Padre para con ambos hijos y la terrible dureza del corazón del hijo que se distancia de ese padre, porque no acepta a ése, que ha despilfarrado la herencia.

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QUINTO DOMINGO DE CUARESMA

Primera Lectura: Isaías 43,16-21

Este fragmento de Isaías contiene la promesa de un nuevo éxodo liberador para Israel, que en el siglo VI a.C. estaba cautivo en Babilonia.

El recuerdo de la liberación de Egipto, hace posible la es-peranza de una nueva liberación y el regreso a la tierra que Dios les había dado. Los días de Babilonia estaban contados, pues Ciro, rey de los persas, avanza sobre ella rápidamente. Isaías invita a ver estos sucesos como un signo de la acción liberadora de Dios a favor de Israel. La salvación ya está llegando. El profeta invita a los exiliados a ver lo que sucede y a interpretar los signos de su propia liberación. Será como un segundo éxodo, y es bueno no olvidarse del primero para cobrar aliento y confianza en el poder de Yahvé. Pero este nuevo éxodo será distinto y sorprendentemente nuevo, algo que hará olvidar las an-tiguas hazañas de Yahvé. «No recordéis lo de antaño, no penséis en lo antiguo; mirad que yo realizo algo nuevo». Si en el primer éxodo abrió Yahvé caminos en el mar, en este segundo hará brotar ríos por el desierto y transfor-mará una situación de muerte en una situación de vida (cf. Is 41,18-19; 35,6-7).

No se trata del anuncio de una simple repetición de la historia, sino de algo nuevo (Is 41,18-19; 35,6-7). Con el primer éxodo nació un pueblo, pero con este nacerá uno


distinto, ese será el tema de Is 56-66. La novedad de los prodigios anunciados por Isaías tiene su trasposición en la vuelta del pecador (conversión) a las verdaderas fuen-tes de la vida.

Segunda Lectura: Carta a los Filipenses 3,7-14

El encuentro con Cristo, implica una profunda e integral transformación de la persona, que se vive en el seguimien-to de Cristo, en ello la única meta y deseo es alcanzarlo.

Lo que Dios ofrece en Cristo Jesús lo hace por amor y de forma gratuita a todos, no por lo que el hombre pueda hacer o haber hecho (obras de la Ley Mosaica).

En comparación con Cristo, todo carece de valor, es ba-sura, todo lo que el hombre pueda hacer por sí mismo y vanagloriarse de lo que con su fuerza ha ganado, en reali-dad es una pérdida y una desventaja.

La salvación (justificación) es obra enteramente de Dios, que se obtiene desde la fe, pero ello no reduce al hombre a la pasividad. Sino que lo impulsa y fundamenta su vida en obras de justicia verdadera, acorde al seguimiento de Cristo.

Pablo se considera como un atleta que ha comenzado la carrera, pero aún no ha llegado a la meta. Por tanto hay que continuar esforzándose. Pablo rechaza de plano el en-tusiasmo triunfalista de los predicadores judaizantes que alardean de participar ya, de forma plena y definitiva en

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el triunfo de Cristo, y no duda en pedir a los filipenses que imiten su propio comportamiento. Nuestra salva ción no está consumada; se encuentra todavía en proceso de gestación. Un proceso que vamos madurando bajo el sig-no de la cruz.

Evangelio: Juan 8,1-11

Jesús no vino a condenar, sino a salvar (Jn 3,17), es la idea central de este texto. La doctrina del perdón toma cuerpo concreto en este acontecimiento, relatado con extraordi-naria habilidad literaria.

Jesús enseñaba frecuentemente en los atrios del templo, se sentaba en el suelo y dejaba que se acercara la gente a su alrededor, brindando a sus enemigos una buena ocasión para comprometerlo públicamente. Llevaron a su presen-cia a una mujer que había sido sorprendida en adulterio, creyendo que no sería capaz de juzgarla con todo el rigor de la Ley. La pena indicada, en estos casos era la muerte por lapidación (Dt 22,23s). Si Jesús no apoyaba esta con-dena lograrían acusarlo de desacato.

El gesto de escribir en el polvo del piso, puede ser una herramienta literaria para mostrar el menosprecio de Je-sús hacia la forma de administrar justicia de los escribas y fariseos, e incluso hacia sus preocupaciones legales. Pero, ante la insistencia, Jesús recurre a la misma ley: “El que esté libre de pecado, tire la primera piedra”. Según Dt 17,7, la primera piedra debían arrojarla los testigos del crimen. Jesús les amonesta para que, antes de condenar a otros, cada cual examine su conducta.


Cuando se fueron los acusadores, Jesús se dirige a la mu-jer. No dice que no haya pecado, pero hace valer a favor de ella la gracia antes que el rigor de la ley. No la condena, pero tampoco minimiza el pecado. El amor recibido en el perdón compromete a la fidelidad en el amor y a no pecar más.

Jesús es la medida de la novedad de todo proyecto hu-mano, es la meta que redimensiona y dignifica a la perso-na, la acoge sin hundirla en la marginación, decepción y amargura de la condena o de la debilidad.

Él nos demuestra que lo fundamental es nuestra vocación divina, y nos impulsa a luchar desde la misma situación de debilidad en contra de los que destruyen la vida y la niegan para los pequeños.

Jesús con su práctica nos revela a Dios que no desprecia a las personas por lo que son o por sus errores. Él no conde-na, sino que acoge, lo palpable es el amor de Dios, por los marginados y excluidos de los sistemas humanos.

la fe · y a la responsabilidad de la persona humana: todas estas prác-ticas y otras parecidas son...

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