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LA EXPLICACIÓN CIENTÍFICA EN SOCIOLOGÍA Miguel Beltrán Villalva Universidad Autónoma de Madrid Sumario 1. El Covering Law Model. 2. La multicausación. 3. Explanatory Understanding. 4. Explicación causal y explicación comprensiva. 5. Conclusiones. ABSTRACT En las ciencias sociales cabe perfectamente la explicación causal, aunque no bajo el modelo de las covering laws propuesto por Hempel, y es imprescindible en ellas la explicación comprensiva, que capta el sentido de las cosas sociales a través de la hermenéutica social y de sus reglas de interpretación. Por otra parte, en las ciencias sociales lo normal es encontrarse con procesos de multicausación y con situaciones de contingencia propias de la dimensión histórica de los fenómenos, lo que complica especialmente la explicación. El contenido de estas páginas está muy lejos de la pacífica y erudita presentación de un tema, propia de un manual de metodología sociológica: por el contrario, trato en ellas de discutir varias cuestiones polémicas, partiendo de que la sociología, siendo una ciencia, no lo es como "las otras" ciencias, las físico- naturales, dada la peculiaridad de su objeto de conocimiento (asunto al el que ya he prestado atención en alguna ocasión anterior). Ante todo, afirmo que cabe perfectamente en ella la explicación causal, pero no de acuerdo con leyes según 1

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LA EXPLICACIÓN CIENTÍFICA EN SOCIOLOGÍA

Miguel Beltrán VillalvaUniversidad Autónoma de Madrid

Sumario1. El Covering Law Model.2. La multicausación.3. Explanatory Understanding.4. Explicación causal y explicación comprensiva.5. Conclusiones.

ABSTRACTEn las ciencias sociales cabe perfectamente la explicación causal, aunque no bajo el modelo de las covering laws propuesto por Hempel, y es imprescindible en ellas la explicación comprensiva, que capta el sentido de las cosas sociales a través de la hermenéutica social y de sus reglas de interpretación. Por otra parte, en las ciencias sociales lo normal es encontrarse con procesos de multicausación y con situaciones de contingencia propias de la dimensión histórica de los fenómenos, lo que complica especialmente la explicación.

El contenido de estas páginas está muy lejos de la pacífica y erudita presentación

de un tema, propia de un manual de metodología sociológica: por el contrario,

trato en ellas de discutir varias cuestiones polémicas, partiendo de que la

sociología, siendo una ciencia, no lo es como "las otras" ciencias, las físico-

naturales, dada la peculiaridad de su objeto de conocimiento (asunto al el que ya

he prestado atención en alguna ocasión anterior). Ante todo, afirmo que cabe

perfectamente en ella la explicación causal, pero no de acuerdo con leyes según

1

el modelo de Hempel, sino en términos probabilísticos. Y al mismo tiempo

sostengo que es imprescindible para la sociología la explicación comprensiva,

cuyo objeto es el sentido de las cosas sociales, captado a través de la

hermenéutica social, no de la empatía o la intuición. Por último, ambos modelos

de explicación, el causal y el comprensivo, son compatibles y complementarios en

las ciencias sociales. En realidad extiendo mi discusión a otra serie de posiciones

que desarrollan y detallan las anteriores, y ponen de manifiesto que la explicación

científica en las ciencias sociales, y particularmente en la sociología, está lejos de

constituir una rutina pacíficamente aceptada. Lo que es consecuente con su

dificultad intrínseca: he repetido muchas veces que la ciencia, la teoría, describe

la realidad y, si puede, la explica. Pero esto último no siempre es posible, y

justamente por ello conviene plantearse los problemas al respecto.

Tras la descripción de la realidad estudiada ("cómo es") la ciencia debe intentar

explicarla ("por qué es así"), lo que, como digo, no siempre consigue. Por lo que

no estará de más comenzar con la afirmación de Gurvitch de que "la sociología es

una ciencia esencialmente explicativa" (Gurvitch, 1962: vol.I, 236), no porque las

demás no lo sean, sino porque al desvelar la realidad existente tras las

apariencias necesita explicarla, pues la opinión común asume como dado lo que

la rodea; de modo que incluso la explicación corre el riesgo de parecer

inverosímil. Si a esto se añade el hecho de que, a su juicio, la investigación

empírica de su época "haya renunciado casi completamente a la explicación"

(Gurvitch, 1962: vol.I, 238), se comprende su énfasis en la necesidad de que ésta

vuelva a ocupar un lugar esencial en la sociología. De otro lado, para Gurvitch

"todas las explicaciones, en no importa qué ciencia, están fundadas sobre teorías

[...] . No se puede explicar en ninguna ciencia sin hipótesis de trabajo" deducidas

de la teoría, que se verificarán o falsarán en el curso de la investigación: la

explicación es imposible sin una teoría sociológica general (Gurvitch, 1962: vol.I,

241). Pero aunque la mayor parte de los científicos sociales comparten tal criterio,

hay sin embargo dos planteamientos desde los que se rechaza explícitamente la

2

deducción de hipótesis de la teoría general para contrastarlas con los hechos: el

mertoniano de la serendipity 1, y el cualitativista de la "teoría fundamentada".

a) El tipo serendipity de investigación es entendido por Merton en el sentido

de que "la investigación empírica fructífera no sólo comprueba hipótesis

teóricamente derivadas: origina también hipótesis nuevas. Puede llamarse a esto

el elemento 'serendipity' de la investigación, o sea, el descubrimiento, por

casualidad o por sagacidad, de resultados válidos que no se buscaban" (Merton,

1964: 113). El autor insiste en que en la investigación pueden surgir datos

imprevistos, anómalos o estratégicos que permitan desarrollar una teoría nueva o

ampliar una existente. No discute que deba partirse de una teoría y deducir de ella

hipótesis de trabajo que hayan de contrastarse con la realidad, sino que cree en la

capacidad del dato imprevisto para originar hipótesis nuevas, ampliando o

modificando la teoría existente (Merton, 1964: 113-117. Merton y Barber, 2004:

passim).

b) La llamada Grounded Theory, o "Teoría fundamentada", fue promovida

por Barry Glaser y Anselm Strauss (Glaser y Strauss, 1967; vid. Trinidad et al.,

2006, y Andréu et al., 2007), quienes piensan que la teoría se construye a través

de un procedimiento inductivo basado en el análisis de los datos manejados. No

se trata, pues, de deducir de una teoría las hipótesis de trabajo que hayan de

guiar la investigación empírica, sino de un modo de generación de teoría a partir

de los datos sin deducciones lógicas, sino por la vía inductiva del manejo de los

datos sistemáticamente agrupados. Desde esta posición teórica, la serendipity es

considerada de manera explícita como una vía metodológicamente adecuada

para la construcción de teorías, aunque, en opinión de Glaser y Strauss, Merton

no llegó con ella a generar teorías, sino sólo a modificar las ya existentes (Glaser

y Strauss, 1967: 2, n1). Strauss, junto ahora con Juliet Corbin, teniendo presente

sobre todo la investigación cualitativa, señalan que "una teoría fundamentada es

1 Según el diccionario Webster, "don de encontrar cosas valiosas sin buscarlas"; para Merton, "descubrimiento casual". Vid. R.K.Merton, A hombros de gigantes, Península, Barcelona 1990, pág.161, n.1.

3

la que está derivada inductivamente del estudio de los fenómenos que representa.

Esto es, es descubierta, desarrollada y provisionalmente verificada a través de la

recolección y análisis sistemáticos de los datos correspondientes a tal fenómeno.

Por tanto, la recogida y análisis de datos y la teoría están en relación recíproca.

Uno no empieza con una teoría, y la contrasta con la realidad, sino que uno

comienza con un área de estudio, y hace emerger lo que es relevante para dicha

área" (Strauss y Corbin, 1990: 23). Por su parte, Glaser insiste en que para la

Grounded Theory "el producto final de la investigación es una construcción teórica

o un conjunto de hipótesis conceptuales relativas al área que es objeto de

estudio" (Glaser, 1992: 16): la teoría es el producto final de la investigación, no su

punto de partida.

Pues bien, quizás habría que decir que la teoría es el punto de partida de la

investigación, y también el punto de llegada por lo que hace a su reforma o

ampliación (en el caso de que las hipótesis hubieran sido validadas

empíricamente, en todo o en parte) o a su rechazo (en el caso de su falsación).

Teoría y realidad están rigurosa y recíprocamente vinculadas: la teoría dice cómo

es la realidad y, si puede, por qué es así (la describe y eventualmente la explica),

y constituye el punto de partida de toda investigación; y, de inmediato, en el

proceso de la investigación la realidad se impone sobre la teoría, en el sentido de

que la contrastación de las hipótesis de ella derivadas con los datos obtenidos

implica su confirmación, rectificación, modificación, ampliación o falsación. Y no

es el momento de entrar en problemas lakatosianos o kuhnianos, por importantes

que sean, acerca de si estamos hablando del núcleo de la teoría o del cinturón

protector, de la ciencia normal o del cambio paradigmático.

4

1. El Covering Law Model 2

Carl Hempel, en un trabajo titulado "La función de las leyes generales en la

historia"3, sostiene que el clásico planteamiento de Windelband que define a la

historia como una ciencia idiográfica por limitarse a describir hechos particulares

del pasado sin ocuparse de la búsqueda de las leyes generales que regirían

dichos sucesos, es inaceptable para la investigación histórica científica: "las leyes

generales tienen funciones totalmente análogas en la historia y en las ciencias

naturales; [...] son un instrumento imprescindible en la investigación histórica"

(Hempel, 2005: 307). Hempel entiende que el término ley, por su exigencia de que

el enunciado que formula esté confirmado, puede ser sustituido en la práctica por

"las expresiones 'hipótesis de forma universal' , o brevemente 'hipótesis universal'

en lugar de 'ley general' " (Hempel, 2005: loc.cit.). Pues bien, pese a que la

sustitución de ley por hipótesis supone suavizar el argumento, podría decirse que

su dureza se mantiene en la cualidad de universal, que no se modifica (y que

tiene resonancias incluso más exigentes que general). Insiste el autor, tras

señalar las diferencias entre explicar hechos de ciertas clases y hechos

individuales, en que "no existe diferencia alguna entre la historia y las ciencias

naturales: ambas explican sus temas sólo en términos generales, y la historia

puede 'captar la individualidad singular' de sus objetos de estudio ni más ni menos

que la física o la química" (Hempel, 2005: 310): lo que importa en ambos casos es

que el explanans contenga al menos un enunciado que sea una ley general. Con

lo que, en opinión de Hempel, lo que hay que rechazar es que la historia y las

ciencias sociales, si están llamadas a ser ciencias, hayan de limitarse a la

comprensión empática, en la que "el historiador se imagina a sí mismo en el lugar

de las personas implicadas en los hechos que desea explicar" (Hempel, 2005:

318).

2 Se habla de cobertura legal en el sentido de que una explicación deductivo-nomológica lleva a cabo una subsunción del explanandum bajo principios que tienen el carácter de leyes generales, lo que determina la confirmación causal del explanans. El contraste viene ofrecido por la explicación inductivo-estadística, que Hempel considera ambigua por su naturaleza probabilística.3 Publicado en fecha tan temprana como 1942, y recogido en su libro La explicación científica. Estudios sobre la filosofía de la ciencia, Paidós, Barcelona 2005; el trabajo, en las págs.307-324.

5

Pero quizás sea el momento de cuestionar el planteamiento derivado de la

hegemonía intelectual de las ciencias físico-naturales, para las que toda

explicación causal implica la cobertura de una ley natural, planteamiento

nítidamente formulado por Hempel cuando afirma que "Se puede decir que un

conjunto de hechos ha provocado el hecho que debe explicarse, sólo si se

pueden indicar las leyes generales que vinculan las 'causas' y el 'efecto' "

(Hempel, 2005: 310). Pues bien, creo con MacIntyre que "el concepto de

causalidad utilizado en las ciencias sociales y en historia es, de una u otra forma,

radicalmente distinto del empleado en las ciencias naturales" (MacIntyre, 1980:

55). En la medida en que las ciencias naturales se han considerado como el

paradigma de todo conocimiento, se ha pretendido que todas las ciencias

identifiquen la existencia de "leyes", aunque "sólo rara vez, si alguna, es la

formulación de generalizaciones legaliformes acreditadas lo que efectivamente

logran las ciencias sociales en el curso de sus investigaciones" (MacIntyre, 1980:

54). En todo caso, la opinión de que el concepto científico de causalidad haya de

explicarse en términos de cobertura legal (Covering Law Model) que identifique

una causa específica le parece a MacIntyre errónea. En su lugar propone el

pluralismo causal: en las ciencias sociales se perciben muchas conexiones

causales concretas, pero pocas "generalizaciones legaliformes". Y dichas

conexiones causales no aseguran que la causa haya de ser condición necesaria

ni suficiente del efecto: hay que "evitar una presentación de las conexiones

causales como imágenes especulares de leyes causales" (MacIntyre, 1980: 65).

Por otra parte, el hecho de que el científico social seleccione su objeto de

conocimiento de acuerdo con sus preferencias (con sus valores, decía Weber),

refuerza el pluralismo causal: siempre hay una pluralidad de causas, y el modo de

identificar una de ellas como la efectivamente interviniente dependerá de cómo

hayamos seleccionado el objeto de conocimiento, y de cuál sea nuestra visión del

orden social en que se produzcan los fenómenos estudiados. E incluso, en

opinión de Bunge, hay que identificar el mecanismo causal latente bajo la ley

invocada: según él, "el llamado modelo de cobertura legal de la explicación

6

científica es correcto pero incompleto" (Bunge, 2000: 100), ya que no presta

atención a dichos mecanismos específicos. Pero dejemos la tesis mecanísmica

de Bunge aparte, ya que no pretende sino concretar la cobertura legal para el

caso de que se trate, y volvamos a las "generalizaciones legaliformes".

Supongamos que el investigador identifica, por ejemplo, la causa de una conducta

o acción, que queda así explicada, y supongamos también que define la relación

entre causa y efecto como necesaria y suficiente: estaría sin duda planteando un

caso de determinación del fenómeno de que se trate. En efecto, si para el

comportamiento C se ha identificado como causa la norma social N, y si ese

proceso de causación es concebido como necesario y suficiente, se estaría

suponiendo que la conducta en cuestión viene determinada por las normas

sociales: el individuo llevaría a cabo, sin más, inevitablemente, las acciones

impuestas por la estructura. Pues bien, el problema aquí no está en el empeño de

identificar la causa de los fenómenos estudiados, sino en el carácter que se

atribuye a la función desempeñada por dicha causa (variable independiente o

explanans) en el efecto (variable dependiente o explanandum): si dicha función o

relación explicativa se supone que es necesaria y suficiente, ello implica, en

definitiva, afirmar que C viene determinada por N. ¿Qué sucede en realidad?

Pues que la causa no produce siempre y en todos los casos el efecto de que se

trate, ni de la misma forma ni con igual intensidad. En la realidad social, las

causas no tienen casi nunca el carácter de determinantes del efecto, sino que son

contingentes (aunque no aleatorias, que es otra cosa). Por lo que la

indeterminación es una característica de los fenómenos sociales, y por tanto de

las ciencias que los estudian4. La causa es siempre tentativa, probabilística, y su

significatividad y grado de probabilidad son susceptibles de medición en el ámbito

del método cuantitativo. Pues bien, merece la pena insistir en ello.

Blalock ofrece una definición de causa muy rígida cuando sostiene que "si X es

causa de Y, lo que decimos con ello es que un cambio en X produce un cambio 4 Para James Bohman, la indeterminación es la clave del arco de su New Philosophy of Social Science, Polity Press, Cambridge 1991, passim.

7

en Y, no sólo que un cambio en X es seguido por, o tiene relación con, un cambio

en Y" (cit.en Hellevick, 1984: 25). La explicación causal, pues, respondería a

condiciones muy exigentes, que en la versión de Blalock implican que X (el

explanans) determina el comportamiento de Y como variable dependiente o

explanandum. Y ya se ha sugerido que tal supuesto tiene poco que ver con la

indeterminación con que Bohman caracteriza a las ciencias sociales, que es

incompatible tanto con un tipo de explicación histórica que "explica demasiado" a

partir de una filosofía de la historia o de una ideología que cree saber dónde va la

sociedad y cuál es el sentido de la historia (Gurvitch, 1962: vol.I, 238), como con

la experiencia de la vida cotidiana, en la que los individuos no se comportan como

máquinas. Pero la indeterminación no excluye en modo alguno la noción de causa

en las ciencias sociales, que estudian una realidad contingente en la que las

cosas pueden suceder o no suceder: explicar un hecho no consiste en mostrar

hempelianamente que es previsible, sino en "proporcionar información causal

sobre su ocurrencia" (Díez y Moulines, 2008: 261). De hecho, Hellevik define el

efecto causal como "cambio en la probabilidad de obtener un cierto valor en la

variable efecto, resultante de una sustitución de unidades de valores diferentes en

la variable causal, y del mantenimiento de valores similares en las variables

previas" que afectan a ambas (Hellevik, 1984: 34). No es mi propósito entrar a

discutir aquí esta definición de lo que el autor llama efecto causal: baste con

subrayar su explícito planteamiento probabilístico, que no niega la noción de

causa ni atribuye los cambios de la variable dependiente a las consecuencias del

azar, sino que sitúa la contingencia en el centro de la explicación causal de las

ciencias sociales.

2. La multicausación.

Todos los fenómenos sociales son multicausales, producto no de una sola causa

sino de un síndrome de ellas, razón por la que la explicación causal tradicional de

las ciencias físico-naturales resulta aquí más problemática o menos satisfactoria.

8

En ciencias sociales hay que intentar en la medida de lo posible tener presente la

variedad de factores causales, y agruparlos en un modelo capaz de dar razón de

los fenómenos estudiados en el contexto de una situación definida por la teoría

que maneja el investigador. Señala García Ferrando que

el carácter multidimensional de muchos fenómenos sociales determina que la simple relación entre dos variables sea insuficiente para alcanzar una explicación satisfactoria de tales fenómenos. Además, las variables sociológicas no se suelen presentar de manera aislada. Más bien, las variables sociológicas se presentan asociadas unas con otras o en "bloque". [...] La comprensión de una realidad compleja y multi-dimensional obliga al investigador social a introducir en sus análisis un número creciente de variables, que reflejan la multitud de factores que intervienen en la producción de los fenómenos sociales (García Ferrando, 1994: 335 y 373).

Pues bien, en último término se trata de explicar por qué una variable varía,

indicando a qué otra variable o conjunto de variables pueda atribuirse tal variación

(se considere o no dicha atribución como "análisis causal"). La herramienta

utilizable al efecto es la estadística multivariable, con todos sus propósitos,

variedades y refinamientos para el tratamiento de los datos cuantitativos

disponibles. No es del caso recoger aquí ni siquiera un sumario de tales

instrumentos, pero no estará de más recordar que si el analista está en

condiciones de partir de la hipótesis de considerar una variable como dependiente

y otra u otras como independientes, esto es, como responsables de la variación

de la primera, la técnica típica es la regresión múltiple (y en el caso de que la

variable dependiente tenga la condición no métrica, el análisis discriminante).

Pero si el planteamiento no permite la hipótesis de la existencia de una variable

dependiente y otra u otras independientes que actúen sobre la primera, y se trata

simplemente de ordenar el confuso mundo de la multidimensionalidad de la

realidad social (identificando eventualmente relaciones causales no deducibles de

la teoría disponible), entonces las técnicas apropiadas son el análisis factorial, la

delimitación de conglomerados o clusters, y el escalamiento (y cabe incluso que

cuando las variables no tengan la condición métrica se lleve a cabo una suerte de

indagación de estructuras latentes).Todo ese conjunto de herramientas,

manejadas sobre matrices de datos, permite un acceso a la realidad social que

9

incluye, cuando sea el caso, fenómenos de causación compleja, y siempre la

iluminación de las estructuras de dicha realidad que, sean o no latentes, son en

todo caso de difícil conocimiento.

3. Explanatory understanding.

La explicación comprensiva, en su versión weberiana, es "una epistemología

específica para entender los asuntos humanos [...], alcanzar una interpretación

racional del significado subjetivo de la acción humana, para poderla así explicar

objetivamente" (Giner e Yvars, 1984: 6). El primer epígrafe de Economía y

sociedad, escrito obviamente en el contexto de la Methodenstreit, está dedicado a

exponer los "Conceptos sociológicos fundamentales" de la sociología empírica,

"una ciencia que pretende entender, interpretándola, la acción social para de esa

manera explicarla causalmente en su desarrollo y efectos. Por 'acción' debe

entenderse una conducta humana [...] siempre que el sujeto o los sujetos de la

acción enlacen a ella un sentido subjetivo. La 'acción social', por tanto, es una

acción en donde el sentido mentado por su sujeto o sujetos está referido a la

conducta de otros, orientándose por ésta en su desarrollo" (Weber, 1964: 5). Lo

primero que hay que anotar en relación con este texto es que Weber afirma que

entender una acción exige interpretarla (deutend verstehen, o explicación

comprensiva), lo que supone explicarla causalmente (ursächlich erklären, o

explicación causal). He aquí, pues, que para Weber la explicación causal en

sociología se logra a través de la comprensión interpretativa de la acción social; la

explicación causal, pues, no es como la de las ciencias físico-naturales, sino que

tiene lugar a través de la interpretación y la subsiguiente comprensión. Pero el

propio Weber introduce enseguida un elemento de prudencia en esta equivalencia

de la interpretación comprensiva con la causal, pues afirma que "ninguna

interpretación de sentido, por evidente que sea, puede pretender, en méritos de

ese carácter de evidencia, ser también la interpretación causal válida. En sí no es

otra cosa que una hipótesis causal particularmente evidente. [...] el propio

10

testimonio subjetivo, aun sincero, sólo tiene un valor relativo"; y "como en toda

hipótesis, es indispensable el control de la interpretación comprensiva de sentidos

por los resultados: la dirección que manifieste la realidad" (Weber, 1964: 9).

Una pieza esencial, pues, para la interpretación o explicación comprensiva de la

acción social es el sentido de dicha acción, sentido que le viene atribuido por el

actor5 en su relación con los otros actores. Pero de manera igualmente

importante, la observación de la realidad en su manifestación objetiva permitirá

"controlar la interpretación", esto es, contrastar con los hechos la hipótesis

explicativa formulada por el investigador. Y es que Weber no cree que la

explicación comprensiva sea la única manera de obtener conocimiento científico

de la realidad social. La Verstehen busca el descubrimiento y la comprensión del

sentido, y esto es lo que diferencia a las ciencias sociales de las físico-naturales,

pero no es utilizada en ellas como alternativa a la explicación causal, sino que

conduce a ella a través de la formulación de hipótesis, que han de verificarse

gracias a su contrastación con los hechos por medio de los principios del método

científico. De aquí que Carl Baar diga que para Weber "los tipos de ciencia

opuestos de Rickert, 'ciencia natural' y 'ciencia cultural', son en realidad

complementarios" (Baar, 1971: 219). De hecho, Colin Campbell sostiene que el

diseño de Weber para el conocimiento de la realidad social puede ser definido

como un interpretive-cum-explanatory account (Campbell, 1996: 69). Habría,

pues, dos pasos sucesivos en la metodología weberiana para comprender y

explicar la conducta humana: la observación directa de las acciones de que se

trate, y la comprensión explicativa motivacional. De acuerdo con el propio Weber,

" 'explicar' significa, de esta manera, para la ciencia que se ocupa del sentido de

la acción, algo así como: captación de la conexión de sentido en que se incluye

una acción, ya comprendida de modo actual a tenor de su sentido 'subjetivamente

mentado' " (Weber, 1964: 9). Por tanto, como indica Campbell, "para Weber,

lograr la 'comprensión motivacional' de la acción de un individuo no es meramente

cuestión de descubrir las 'razones' del actor para actuar", sino que es algo más: 5 En esa atribución creo que quedan resumidos los verbos "enlazar" y "mentar" utilizados en la traducción española.

11

hay un " 'contexto de significados' de la acción, que incluye lo institucional, cultural

y psicológico, y que dibuja en detalle el modo en que el concepto de 'motivo' está

implicado en ellos. Lo que es muy obvio es que Weber no restringe este concepto

a los propósitos o fines del actor de que se trate" (Campbell, 1996: 70).

Poniendo una vez más de manifiesto la peculiaridad de las ciencias sociales

orientadas a la explicación comprensiva, frente a las físico-naturales y su

explicación causal basada en leyes, dice Weber que las segundas pueden

estudiar a los individuos como complejos de elementos celulares o bioquímicos,

pero que no es posible "comprender" el comportamiento de los elementos que se

comportan de acuerdo con una ley natural, ni aun en el caso de tratarse de

elementos psíquicos: "y tanto menos cuanto más exactamente se les conciba en

el sentido de las ciencias naturales" (Weber, 1964: 12).Pues bien, en una

dirección parecida se manifiesta Popper en sus tesis recogidas en "La lógica de

las ciencias sociales" al afirmar que "es imposible explicar la sociedad

exclusivamente en términos psicológicos o reducirla a la psicología. [...] hay un

método puramente objetivo en las ciencias sociales al que cabe muy bien calificar

de método objetivamente comprensivo o de lógica de la situación. Semejante

ciencia social objetivamente comprensiva puede ser desarrollada

independientemente de todas las ideas subjetivas o psicológicas. [...] La

comprensión objetiva radica en nuestra consciencia de que la conducta era

objetivamente adecuada a la situación" (Popper, 1973: 116-117). Popper llama

"lógica de la situación" al método de análisis situacional que propugna, método

que Salvador Giner comenta, sugiriendo que el análisis estructural objetivo que lo

caracteriza cumple con los requisitos de una sociología que asume la existencia

del significado y la intencionalidad en la conducta humana: una suerte, pues, de

tercera vía que integre o vincule la perspectiva holista interesada por el nivel

macrosocial, con la que se ocupa del micronivel, incluso con la propia del

"individualismo metodológico". Y destaca el autor "la aparente contradicción que

surge de la confrontación del imperativo sociológico que reza 'toda acción posee

una dimensión subjetiva que debe ser comprendida' con el hecho de que la

12

captación de la conciencia ajena no aparenta ser posible de un modo racional o

científico" (Giner, 1977: 110-111, 116 y passim). Pero discutir aquí tal cuestión

excedería sin duda del propósito de estas páginas.

Una segunda gran corriente de la sociología comprensiva es la hermenéutica

social (o sociohermenéutica) (Alonso: 1998: 31 y ss. y 188 y ss.), que puede ya

rastrearse, con cierta licencia, en algunos planteamientos de Dilthey, para quien

las ciencias sociales dependen, como la historia, de que "la comprensión del

individuo pueda ser elevada al estado de universalidad [...y, por tanto] al nivel de

la objetividad [...]: Tal comprensión adiestrada de expresiones de la vida fijadas

permanentemente es llamada exégesis o interpretación" (Dilthey, 1976: 104 y

106). No hay aquí primacía del subjetivismo, sino un empeño de objetividad, de

conseguir interpretar con validez general el sentido compartido de la realidad

social. Por su parte, Charles Taylor utiliza ya el término hermenéutica, y se

pregunta por los criterios que pueden calificar de correcta la interpretación que el

investigador hace: pues bien, lo es si se apoya en el común entendimiento de las

expresiones y del lenguaje implicado. Hay que subrayar la centralidad conferida

aquí al lenguaje y, por tanto, la incertidumbre que depende de la medida en que

se comparte tal entendimiento. En todo caso, "una cierta noción de significado

tiene un lugar central en la caracterización de la conducta humana" (Taylor, 1976:

160), significados comunes que no han de ser referidos a las palabras, sino al

lenguaje. Con lo que, concluye, "los hombres y sus acciones son susceptibles de

una explicación de carácter hermenéutico" (Taylor, 1976: 167). Los partidarios de

la hermenéutica, pues, hacen descansar la interpretación y comprensión de la

realidad social en la existencia de significados intersubjetivos, mientras que la

tradición positivista los atribuye a los individuos en términos de opiniones,

creencias o actitudes subjetivas (Beltrán, 1979: 104). Para Taylor, las que llama

realidades prácticas no pueden ser identificadas haciendo abstracción del

lenguaje que usamos para referirnos a ellas; la realidad social es, pues, una

realidad con significados, que no son subjetivos, sino intersubjetivos, y que "no

están sólo en la mente de los actores, sino fuera de ellas, en las prácticas

13

mismas, las cuales no pueden ser concebidas como un conjunto de acciones

individuales, ya que son esencialmente modos de relación, de acción recíproca.

[...] los significados intersubjetivos [...] no son creencias o valores subjetivos, sino

elementos constitutivos de la realidad social" (Taylor, 1976: 177-180), con lo que

identificarlos e interpretarlos constituye no una descripción, sino que supone una

explicación de la realidad social. En lo que, por su parte, insiste Gadamer: "la

tarea de la hermenéutica es clarificar este milagro de la comprensión, que no

consiste en una misteriosa comunión de las almas, sino en compartir un

significado común" (Gadamer, 1976: 118). La objetividad, pues, es la

consecuencia de percibir en lo subjetivo lo que tenga de intersubjetivo, esto es, de

objetivo. Y dado que "la realidad social está compuesta tanto de hechos como de

significados comunes, éstos han de ser comprendidos si se quiere dar cuenta de

aquélla: la práctica social es necesariamente significativa para quienes actúan en

ella, y esa práctica social ha de interpretarse precisamente desde los significados"

(Beltrán, 1979: 107). No es que la realidad social esté llena de ellos, sino que es

en buena medida significados.

La hermenéutica social, prescindiendo de sus orientaciones lingüísticas y

psicoanalíticas, supone básicamente la interpretación de los discursos para la

comprensión de su sentido, apelando al marco social en que se producen y a la

posición social de los interlocutores; dicha interpretación tiene lugar tanto en el

caso de la investigación científica de la realidad social, como en el del entender

que practicamos en la vida cotidiana, pues la hermenéutica, dice Habermas,

"pertenece a la competencia comunicativa de todo hablante" (Habermas, 1996:

227), y puede ser refinada y entrenada hasta convertirse en una práctica de la

investigación empírica para la búsqueda del sentido del discurso. Sentido que no

está "puesto" por quien participa en el acto de comunicación, sino que está

"puesto" por la sociedad, y es por ello compartido de antemano (en mayor o

menor medida) por los interlocutores. "Cuando hablamos habla por nosotros la

sociedad de la que somos socios: nunca, claro está, mecánicamente, pero

siempre a través de nuestra Weltanschauung y de nuestro lenguaje, que a fin de

14

cuentas son productos sociales" (Beltrán, 2003: 205). La hermenéutica social es,

pues, la práctica analítica del método cualitativo, que busca identificar e

interpretar el sentido de la realidad social que se instrumenta a través del

lenguaje, pero que no se limita al lenguaje6.

¿Existe algún método o práctica interpretativa (al margen de la lingüística y el

psicoanálisis) que pueda guiar la investigación del científico social? Daniel Little

se hace la pregunta, y llega a la conclusión de que "no existe un método de

interpretación propiamente dicho, esto es, un conjunto de reglas que permita

derivar una interpretación de la descripción de una conducta social. En su lugar, el

problema que afronta el investigador es el habitual de la formación de hipótesis:

debe llegar a una hipótesis sobre el significado de una acción que dote a ésta de

sentido a la luz de los hechos conocidos" (Little, 1991: 72). Por consiguiente, la

interpretación tiene un soporte empírico, que a veces puede contradecir el

testimonio del propio actor interesado acerca del significado de su acción

(piénsese, por ejemplo, en un comportamiento supersticioso), pues puede que el

actor no comprenda sus propios motivos7. En todo caso, el investigador ha de

contar con otros hechos, con otros datos empíricos, para apoyar su interpretación.

Y se plantea Little si la interpretación de una acción o práctica social puede tener

la condición de explicativa, y cree que puede sostenerse que "las interpretaciones

ofrecen las bases para las genuinas explicaciones de los fenómenos sociales", ya

que "la acción social es inherentemente significativa" (Little, 1991: 74). Y en la

misma línea afirma Clifford Geertz que "la explicación interpretativa –y se trata de

una forma de explicación [...] centra su atención en el significado que las

instituciones, acciones, imágenes, expresiones, acontecimientos y costumbres [...]

tienen para quienes poseen tales instituciones, acciones, costumbres, etc. Como

resultado de ello, no se expresa mediante leyes [...], sino por medio de 6 Vid. "La búsqueda del sentido socialmente 'puesto' " y "La hermenéutica como práctica científica", en Beltrán, 2003: 206-222.7 Incluso el sentido compartido intersubjetivamente puede no coincidir con el que identifica el investigador: recuérdese el tantas veces repetido ejemplo de que los indígenas explican una determinada actuación que llevan a cabo como un ritual para provocar la lluvia (ese es el sentido que tiene para ellos), en tanto que el antropólogo la explica como un ritual para la cohesión social (ese es el sentido que tiene para él).

15

construcciones [...] o analisis sistemáticos del mundo conceptual" (Geertz, 1994:

34). Cabría añadir que la elaboración de tales construcciones implica tener en

cuenta el contexto, la situación, la posición social de los actores, y el discurso

objeto del análisis.

4. Explicación causal y explicación comprensiva

En la línea de considerar ciencias a las ciencias sociales, aunque diferentes de

las físico-naturales, Von Wright señala que "se deben disociar, como absoluta-

mente distintas, la causalidad en el ámbito de la naturaleza y la causalidad, si

estamos dispuestos a utilizar esta denominación, en el ámbito de la acción

humana, sea individual o colectiva" (Von Wright, 1979: 187). En efecto, el tipo de

causa definida por Hempel, que supone el sometimiento necesario del fenómeno

a una ley natural específica (una causalidad propia de la realidad físico-natural),

no es de aplicación a la realidad social: para ésta, la explicación causal responde

a un planteamiento en el que la causa consiste en un factor identificable y

cuantificable cuya significatividad es puesta de manifiesto por el análisis

estadístico, permitiendo a la vez evaluar la causalidad en términos probabilísticos

para una determinada sociedad y momento histórico. No es, pues, una ley natural

(ni, para el caso, social) la que necesariamente determina el efecto de que se

trate, sino una variable (independiente) que influye, condiciona o determina el

comportamiento de otra (dependiente), permitiendo así hablar de causalidad. Lo

que no excluye en modo alguno la explicación comprensiva, no cuantitativa,

basada en la búsqueda de la significación o el sentido que forma parte de la

realidad, a través de la hermenéutica del discurso.

Para Gurvitch, "la 'comprensión' y la 'explicación' –que una moda deplorablemente

simplista pretende hoy en día oponer como dos polos que se excluyen- en

realidad se reclaman recíprocamente, se complementan y se implican, ya que no

son sino momentos dialécticos del mismo proceso: [...] lo que no impide en

16

absoluto que la comprensión esté mucho más acentuada en las ciencias del

hombre que en las de la naturaleza; ese es el caso, en concreto, de la psicología,

la sociología y la historia, en las que la riqueza de significados que se injertan

sobre los cuadros de la explicación es máxima" (Gurvitch, 1962: vol.I, 237). Por mi

parte querría subrayar, ante todo, que creo preferible utilizar las expresiones

"explicación causal" y "explicación comprensiva" en lugar de denominar a la

primera explicación, sin más, dando por supuesto que es la causal, y a la segunda

comprensión, con lo que se diría que carece de vocación explicativa; es cierto que

no sólo Gurvitch incurre en tal simplificación: por poner otro ejemplo conocido,

baste el del título del libro de Von Wright. Por otra parte, y simplificando sin duda

los argumentos de Gurvitch que están detrás del párrafo transcrito, creo que, en

efecto, la explicación causal y la comprensiva se complementan en la medida en

que ponen respectivamente de manifiesto el juego causal tanto en las

dimensiones cuantitativas del objeto de conocimiento, como el sentido presente

en las dimensiones cualitativas del mismo. Y ello a causa de la complejidad de la

realidad social, cuyos fenómenos incluyen ambas dimensiones; con lo que la

explicación causal tratará de identificar y analizar estadísticamente la variable que

influye, condiciona o determina causalmente el comportamiento del fenómeno que

consideramos como efecto, mientras que la explicación comprensiva captará

hermenéuticamente el sentido que para los actores tienen las instituciones,

situaciones y actuaciones que en ellas se producen, así como el sentido objetivo

que puedan comportar al margen de la percepción que tengan de ellas los actores

(por inverosímil que el mismo pueda parecerles). También incurre Mario Bunge en

denominar 'explicación' a la relación causal, indicando que se trata de una

categoría epistemológica, mientras que la 'comprensión' no supone explicación, y

sería sólo una categoría psicológica (Bunge, 2000: 118): en mi opinión hay que

estar en desacuerdo con ello, siendo preciso considerar una forma de explicación

no causal a la comprensión, que no se limitaría, pues, a operar sólo en el plano

psicológico, sino también en el epistemológico. De modo que tanto la explicación

causal como la comprensiva serían categorías propias de ambos planos.

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No se excluyen mutuamente, pues, los dos tipos de explicación, sino que se

complementan: la realidad social, como conjunto de relaciones existentes entre

las posiciones sociales, incluye ostensiblemente ambas dimensiones: la que se

puede contar, pesar o medir, y la que se ha de interpretar hermenéuticamente. De

hecho, Von Wright llama cuasi-causales a las proposiciones explicativas que

"tienen lugar predominantemente en las ciencias de la conducta y en las ciencias

sociales –resultan de hecho características de ellas-. Nos permiten comprender lo

que algo sea [...] o cuál es la razón [...] de que ocurra" (Von Wright, 1979: 109).

He aquí, pues, que este autor aproxima las dos explicaciones, la causal y la

comprensiva, hasta el punto de denominar a ésta cuasi-causal; e insiste: "lo que,

en las ciencias humanas, tiene trazas de explicación causal consiste de ordinario

en explicaciones del tipo que yo he llamado cuasi-causal" (Von Wright, 1979:

179). Este argumento de Von Wright tiene la virtud, como digo, de articular los dos

tipos de explicación (causal y comprensiva) en las ciencias humanas, pero

también el inconveniente de que sigue la tradición de considerar la explicación

causal como la explicación por antonomasia, idea que anida implícitamente en la

terminología Erklären y Verstehen, o explanation y understanding, en la que el

término explicación se reserva de hecho a la causal, como he indicado más

arriba.

Llegados a este punto creo que debemos volver a Weber, y examinar, siquiera

sea sumariamente, la vinculación que articula entre la explicación comprensiva y

la causal, tesis frecuentemente maltratada por lecturas superficiales. Dice Weber,

siempre al comienzo de Economía y Sociedad, que una conducta es " 'adecuada

por el sentido' , en la medida en que afirmamos que la relación entre sus

elementos constituye una 'conexión de sentido' típica [...] a tenor de los hábitos

mentales y afectivos medios. Decimos por el contrario, que una sucesión de

hechos es 'causalmente adecuada' en la medida en que, según reglas de

experiencia, exista esta probabilidad: que siempre transcurra de igual manera"

(Weber, 1964: 11). En otras palabras: por un lado, se capta el sentido de una

conducta cuando se reconoce que sus elementos se corresponden con las pautas

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normales de pensamiento y sentimiento; y, por otro, se identifica la relación causal

entre hechos en la medida en que la experiencia indica que existe esa

probabilidad. Pues bien, una vez definidas la adecuación comprensiva y la causal

(esto es, una vez establecidos los requisitos básicos que permiten atribuir sentido

a una conducta, o papel de causa a un hecho), Weber vincula como sigue las dos

formas de explicación:

Una interpretación causal correcta de una acción concreta significa que el desarrollo externo y el motivo han sido conocidos de un modo certero y al mismo tiempo comprendidos con sentido en su conexión. [...] Por otra parte, aun la más evidente adecuación de sentido sólo puede considerarse como una proposición causal correcta para el conocimiento sociológico en la medida en que se pruebe la existencia de una probabilidad [...] de que la acción concreta tomará de hecho [...] la forma que fue considerada como adecuada por el sentido. Tan sólo aquellas regularidades estadísticas que corresponden al sentido mentado "comprensible" de una acción constituyen tipos de acción susceptibles de comprensión [...]; es decir, son "leyes sociológicas" (Weber, 1964: 11).8

Pues bien, tan larga cita pone de manifiesto, en mi opinión, que la explicación

científica completa es a la vez comprensiva y causal: sólo las regularidades

estadísticas que se correspondan con un sentido comprensible constituyen tipos

de acción susceptibles de comprensión. Alfred Schütz creo que lo sintetiza con

toda claridad al sostener que "la adecuación causal, en la medida en que es un

concepto que se aplica a la conducta humana, sólo constituye un caso especial

de la adecuación de significado" (Schütz, 1972: 261). E insiste en un importante

criterio (al que se ha hecho ya referencia más arriba), el de que para Weber "la

interpretación objetiva es algo por completo diferente de descubrir lo que el actor

mismo tiene en su mente": a lo que hay que atender es a "los hábitos promedio de

pensamiento y sentimiento". Y es en ese contexto en el que puede producirse la

explicación causal: "toda adecuación causal que pertenezca a la acción humana

se basa en principios de adecuación de significado", y se expresa a través no sólo

de la probabilidad estadística, sino incluso de su capacidad predictiva, pues la

8 El término "leyes" de la traducción de Roces no parece adecuado, dado que en el original se emplea la palabra Regeln, que significa reglas, o regularidades. Se diría que el rotundo "leyes" paga tributo a un invasivo positivismo proveniente de las ciencias físico-naturales.

19

explicación comprensiva es causalmente adecuada "cuando predice lo que

realmente ocurre, de acuerdo con todas las reglas de la frecuencia" (Schütz,

1972: 260-261).

Señala Schütz que la filosofía de la ciencia social weberiana es paradójica, y así

parece manifestarlo la vinculación que termina estableciendo entre las

explicaciones comprensiva y causal, como también cuando afirma su capacidad

de predicción. Ahora bien, matiza, "cuando formulamos juicios de adecuación

causal en las ciencias sociales, no estamos hablando realmente de necesidad

causal en sentido estricto, sino de la así llamada 'causalidad de libertad' ". Con lo

que una explicación causal es adecuada "si resulta probable que, de acuerdo con

las leyes de la experiencia, se realice un acto [...] de una manera que corresponda

al constructo" (Schütz, 1972: 259). Se trata, pues, aunque expresado de forma

borrosa, de un modelo de causalidad no determinista, sino probabilista, en el que

una cierta probabilidad de repetición o frecuencia permite la predicción con un

grado limitado de certeza.

5. Conclusiones

Un objeto de conocimiento fundamental para las ciencias sociales es el sentido de

las cosas (mejor que 'significado', pues este término es más propiamente

lingüístico), pero no el sentido que tienen para un individuo, sino el que muchos

comparten: se trata de un enfoque no individualista, sino social: "La hermenéutica

se interesa en la forma objetiva de la sociedad, no en la mente subjetiva del

individuo" (Alexander, 1989: 233). Y es que el sentido que interesa a la sociología

es una creación colectiva, no individual. Al ser compartido es intersubjetivo, esto

es, objetivo, con lo que se produce una suerte de "objetivación de la subjetividad

significativa" (Ricoeur, 1971: 537).

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No ha de plantearse una oposición entre el método científico y el método

hermenéutico, siendo el primero "explicativo" y el segundo "interpretativo", como

parece pensar Alexander (Alexander, 1989: 234): es verdad que la hermenéutica

no busca leyes, sino el sentido de las cosas, pero la interpretación es una forma

de explicación. Lo que hay que distinguir es lo cuantitativo de lo cualitativo, en

función de si el objeto ha de ser medido y analizado estadísticamente, o ha de ser

oído (o leído) e interpretado hermenéuticamente.

Lo que se interpreta es un discurso (un texto de lenguaje ordinario) en el que se

busca el sentido "socialmente puesto" que tienen las cosas de la realidad social.

Pero también las acciones han de ser interpretadas, tratándolas como si fueran un

texto. Según Ricoeur "se puede decir que las ciencias humanas son

hermenéuticas, (1) en la medida en que su objeto exhiba alguno de los rasgos

constitutivos de un texto, y (2) en la medida en que su metodología desarrolle

procedimientos similares a los de la interpretación de textos" (Ricoeur, 1971: 529).

Para Geertz la descripción etnográfica es interpretativa del flujo del discurso

social, y trata de precisar "lo dicho". Y acerca de la interpretación sostiene una

discutible tesis positivista: "No hay razón alguna para que la estructura conceptual

de una interpretación sea menos susceptible de sujetarse a cánones explícitos de

validación que la de un experimento físico" (Geertz, 1997: 35). Hay que establecer

el sentido que determinadas acciones sociales tienen para sus actores, y lo que

ello muestra sobre la sociedad en que tienen lugar. Pero es claro que, desde este

punto de vista, ni los discursos ni las acciones pueden ser estudiados con los

métodos y técnicas de las ciencias físico-naturales, sino con la práctica de la

hermenéutica.

Por lo que hace a la explicación en el ámbito del acontecer histórico, esto es, a la

posibilidad de atribuir la condición de causa a una variable previa que permita

considerar efecto suyo a un evento posterior, entiendo, como ya he señalado más

arriba, que ello ha de ser formulado en el marco de la contingencia, que no

implica carencia de causa (y, por tanto, imposibilidad de explicación racional), ni

21

dependencia del azar. Y es que la ausencia de determinismo en el devenir

histórico no supone la negación de la explicación, sino la necesidad de una

explicación causal que tome en cuenta el hecho de la contingencia. Contingente

es algo que depende de otra cosa que puede no ocurrir: algo posible, incluso

probable, pero no seguro; son contingentes las cosas que pueden suceder o no

(DRAE). De aquí la posibilidad para las ciencias sociales de llevar a cabo

explicaciones plausibles ex post facto de fenómenos históricos, pero su

imposibilidad de formular predicciones con base científica (que pueden intentarse,

en cambio, desde el sentido común). Pero no es esta la ocasión de entrar en las

posibilidades de la explicación histórica, mucho más problemática -por mucho que

le pese a Hempel- que la de la sociología propiamente dicha.

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