la experiencia de cristo-centro estructurador de moradas

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LA EXP-ERIENCIA DE CRISTO, CENTRO ESTRUCTURADOR DE «LAS MORADAS» SECUNDINO CASTRO Madrid Teresa se halla recluida en el convento carmel itano de Toledo. Es el año de 1577. Gravísimas amenazas se ciernen sobre su obra, sus mejores amigos y sobre ella misma, que, por otra parte, se encuentra ya muy vieja y enferma 1 Dialoga, sin embargo, con el P. Gracián con tal serenidad como si ninguno de aquellos acontecimientos fuera capaz de rozar lo más mínimo la profunda quietud que envuelve su alma. Hablan de la vida espiritual y de pronto ella se lamenta: «¡Oh, qué bien escrito está este punto e n el libro de mi vida que está en la Inquisición!». Y el P. Gracián que desconoce esa joya, replica: «Pues que no la podemos haber, haga memoria de lo que se e acordare y de otras cosas y escriba otro librQ»2. Este es el origen inmediato del escrito más sublime de Santa Teresa, quien está convencida de que la visión de la vida cristiana que en esta obra no s ha brindado supera en no pequeña medida la de sus otros libros 3 Veamos cómo contemplaba ella sus dos escritos mayores: Vida y Moradas. En carta dirigida al P . Gaspar de Salazar, desde Avila, el 7 de diciembre de 1577, pocos días después de haber puesto fin a la redacción de Moradas, escribe: «Sábese cierto que está en poder del mismo aquella joya (la autobiografía), y a u n la loa mucho, y así hasta que' se canse de ella no la dará, qu e él dijo se la miraba de propósito. Que si viniese ac á el Señor Carrillo dice que vería otra qu e - a lo que se puede entender- le hace muchas ventajas; porque no trata de cosa, sino de lo que es El, y con más delicados esmaltes y labores; porque dice que no sabía tanto el platero que la hizo entonces, y es el 1 Cf. F 27,20. Las citas de los textos teresianos las tomamos de Santa Teresa de Jesús. Obras completas. Edición manual. Transcripción, introducciones notas de EFREN DE LA MADRE DE DIOS Y OTGER STEGGINK. Madrid, BAC, 1974, 4a. edición. Utilizamos las siglas convencionales. Ofrecen abundantes datos sobre los acontecimientos que rodeaban a la Santa po r estas fechas, Efrén de la Madre de Dios, Santa Teresa de J esús. Obras completas. Madrid, 1964, vol. n, p. 308-328; M. HERRAIZ GARCIA, Introducción a las Moradas de Santa Teresa. Castellón, 1981, p. 11-15. 2 Cf. las anotaciones que éste puso a la Vida de Teresa escrita p or el P. Ribera, en Antonio de S an Joaquín, o Teresiano, VII, día 7 de jul io, p. 149-150. 3 Cf. 1M 2,7; 4 M 1,1; 4M 2,7; Cta. 209,10; cf. también la nota siguiente. Actas del Congreso Internacional Teresiano : 4-7 Octubre, 1982

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LA EXP-ERIENCIA DE CRISTO,

CENTRO ESTRUCTURADOR DE «LAS MORADAS»

SECUNDINO CASTRO

Madrid

Teresa se halla recluida en el convento carmelitano de Toledo. Es el año de

1577. Gravísimas amenazas se ciernen sobre su obra, sus mejores amigos y

sobre ella misma, que, por otra parte, se encuentra ya muy vieja y enferma 1•

Dialoga, sin embargo, con el P. Gracián con tal serenidad como si ninguno de

aquellos acontecimientos fuera capaz de rozar lo más mínimo la profunda

quietud que envuelve su alma. Hablan de la vida espiritual y de pronto ella se

lamenta: «¡Oh, qué bien escrito está este punto en el libro de mi vida que está

en la Inquisición!». Y el P. Gracián que desconoce esa joya, replica: «Pues que

no la podemos haber, haga memoria de lo que se le acordare y de otras cosas y

escriba otro librQ»2. Este es el origen inmediato del escrito más sublime de

Santa Teresa, quien está convencida de que la visión de la vida cristiana que en

esta obra nos ha brindado supera en no pequeña medida la de sus otros libros3•

Veamos cómo contemplaba ella sus dos escritos mayores: Vida y

Moradas. En carta dirigida al P. Gaspar de Salazar, desde Avila, el 7 de

diciembre de 1577, pocos días después de haber puesto fin a la redacción de

Moradas, escribe: «Sábese cierto que está en poder del mismo aquella joya (la

autobiografía), y aun la loa mucho, y así hasta que' se canse de ella no la dará,

que él dijo se la miraba de propósito. Que si viniese acá el Señor Carrillo dice

que vería otra que -a lo que se puede entender- le hace muchas ventajas;

porque no trata de cosa, sino de lo que es El, y con más delicados esmaltes y

labores; porque dice que no sabía tanto el platero que la hizo entonces, y es el

1 Cf. F 27,20. Las citas de los textos teresianos las tomamos de Santa Teresa de Jesús.

Obras completas. Edición manual. Transcripción, introducciones y notas de EFREN DE LAMADRE DE DIOS Y OTGER STEGGINK. Madrid, BAC, 1974, 4a. edición. Utilizamos las siglas

convencionales. Ofrecen abundantes datos sobre los acontecimientos que rodeaban a la

Santa por estas fechas, Efrén de la Madre de Dios, Santa Teresa de Jesús. Obras completas.

Madrid, 1964, vol. n, p. 308-328; M. HERRAIZ GARCIA, Introducción a las Moradas de Santa

Teresa. Castellón, 1981, p. 11-15.

2 Cf. las anotaciones que éste puso a la Vida de Teresa escrita por el P. Ribera, en

Antonio de San Joaquín, Año Teresiano, VII, día 7 de jul io, p. 149-150.

3 Cf. 1M 2,7; 4M 1,1; 4M 2,7; Cta. 209,10; cf. también la nota siguiente.

Actas del Congreso Internacional Teresiano : 4-7

Octubre, 1982

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928 Secundino Castro

oro de más subidos quilates, aunque no tan al descubierto van las piedras como

acullá. Hízose por mandato del vidriero»4.

Cuando comienza a elaborarla sufre fuertes dolores de cabeza; apenas si

puede escribir las cartas más urgentes5

• Le parece imposible llevar a término eldeseo de su amigo Gracián, pero bajo el impulso de la obediencia a su confesor,

que también lo quiere, se d i ~ p o n e a secundarl06 .

En un primer momento pretende únicamente repetir lo que ya ha dicho en

Vida. Incluso piensa que si el Señor no se lo inspira no podrá escribir nada:

«Porque así como los pájaros que enseñan a hablar, no saben más de lo que les

muestran u oyen, y esto repiten muchas veces, soy yo al pie de la letra»7. Con

estas palabras parece aludir a algunos pasajes de Vida, principalmente a aquél

tan expresivo en el que se puede leer: «Que muchas cosas de las que aquí

escribo no son de mi cabeza, sino que me las decía este mi Maestro celestial; yporque en las cosas que yo señaladamente digo: «esto entendí» o «me dijo el

Señof», se me hace escrúpulo grande poner o quitar una sola sílaba que sea;

así, cuando puntualmente no se me acuerda bien todo, va dicho como de mío,

porque algunas cosas también lo serám)8. En este texto se confiesa abierta

mente la inspiración del contenido principal del libro de la Vida.

La autora se conformaría en este primer momento con la altura doctrinal

alcanzada en la autobiografía. En este sentido se ha de entender la siguiente

afirmación: «Su Majestad lo dará o será servido traerme a la memoria lo que

otras veces he dicho, que aún con esto me contentaría .. que me holgaría de

atinar a algunas cosas que decían estaban bien dichas»9. El Castillo interior va

a recoger el contenido de Vida, a clarificarlo y a añadirle nuevas experiencias.

En muchos aspectos seguirá al pie de la letra la temática y vivencias de la

autobiografía, como es el caso concreto de las sextas moradas que parecen

calcadas de aquélla. Aun en la inclusión de un capítulo consagrado a clarificar

el significado de la Humanidad del Señor en la vida espiritual y más en

concreto en la ascensión a la mística, coincide coil la autob iografía10.

4 Cta. 209,10; cf. Cta. 305,12. El Vidriero, por cuanto en seguida diremos es Jesucristo.

Cf. V 40,5; 1M 1,1; 1M 2,1; 7M 2,10.

5 Cf. J. V. RODRIGUEZ, en Introducción a la lectura de Santa Teresa (obra en

colaboración), Madrid, 1978, p. 311-315; M. HERRAIZ GARCIA, Introducción a las Moradas,

a.c., p. 15-16.

6 Cf. nota 2. Confiesa Teresa: «Pocas cosas que me ha mandado la obediencia se me han

hecho tan dificultosas como escribir ahora cosas de oración .. Mas entendiendo que la fuerza

de la obediencia suele allanar cosas que parecen imposibles, la voluntad se determina a

hacerlo muy de buena gana, aunque el natural parece que se aflige muchQ) (M Pról. 1). El

confesor, como testifica el P. Gracián, era el Doctor Velázquez; cf. las anotaciones a Ribera,

citadas en nota 2.7 M, Pról. 2.

8 V 39,8; cf. V 18,7-8.

9 M, Pról. 2.

10 Cf. V 22; 6M 7. El capítulp de Moradas está más elaborado que el de Vida. Muchos

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La experiencia de Cristo, centro estructurador de «Las Moradas» 929

Por ello nos parece conveniente, para descubrir el nervio esencial de

Moradas, echar una mirada panorámica a las experiencias teresianas habidas

hasta la fecha de su composición. Disponemos al respecto de un texto

plenamente clarificador. Está datado el 30 de junio de 1571, en A vila. «Esta

presencia de las tres Personas - d i c e - ... he traído hasta hoy .. presentes en mi

alma muy ordinario, y como yo estaba mostrada a traer sólo a Jesucristo,

siempre parece me hacía algún impedimento ver tres Personas -aunque

entiendo es un solo Dios- y díjome hoy el Señor pensando yo esto, que erraba

en imaginar las cosas del alma con la representación que las del cuerpo»ll.

Como vemos, hasta 1571 la relación de Santa Teresa con divino se

verificaba en la realidad de Jesucristo. Este pasaje sería suficiente para afirmar

la cristificación de lo religioso en Teresa hasta esa fecha. Para mayor

abundancia aduciremos otras comprobaciones. La autobiografía en su primeraparte narra el descubrimiento progresivo de Jesucristo hasta culminar en el

capítulo nueve: Si, de la segunda parte se desgajan aquellos capítulos referidos

a los famosos cuatro grados de oración l2 , se tiene presente que el vigésimo

segundo trata exclusivamente de Cristo, que las hablas o locuciones, tan

frecuentes, tenían su origen en el Resucitado l3, además de una serie de

capítulos claves que se centran en él, para desembocar en el último, en el que se

narra su percepción en el centro del yo del hombre l4, debemos concluir que la

experiencia religiosa dominante del libro de la Vida es Jesucristo l5 . Por otra

parte, si atendemos a los momentos principales de su existencia, todos ellosrevisten un carácter erístico muy marcado: su vocación 16 , su profesión 17 , su

oración l8 , su conversión l9 , su primera visión20, las más de las locuciones, la

cadena de visiones que abre en el capítulo veintisiete y que vertebra la

espirituales la han acusado de no entender los términos de la cuestión (cf. 4M 3,4; 6M 7,5).

Sin embargo, ella defiende cada vez con más contundencia su opinión. Incluso llegará a

afirmar aquí en Moradas que se va a esforzar por clarificar aún más su pensamiento, cL 6M

7,5.

11 CC 15.12 Cf. V 11-21.

13 Cf. 6M 8,2.

14 Cf. V 40,5.

15 S. CASTRO, El pensamiento religioso de Teresa, en Teresa de Jesús. Mujer, Cristianá,

Maestra. Madrid, Espiritualidad, 1982, p. 71-72. S. CASTRO, Cristología Teresiana. Madrid,

1978, p. 17-72.

16 Ya desde niña comenzó a sentir germinar en su alma la pasión por el Evangelio; cf. V

30,19; 3,6.

17 Cf. V 4,3; S. CASTRO, Cristo y su misterio, en Teresa de Jesús. Mujer, Cristiana,

Maestra. o.c., p. 137, nota 5.

18 Cf. V 4,8; 9,4.6.

19 Cf. V 9,1.3.7-8.10; S. CASTRO, Cristología Teresiana, o.c., p. 41-47. Para las vivencias

teresianas que se extienden desde la infancia hasta la conversión, cf. Cristología Teresiana,o,c., p. 17-50.

20 Cf. V 7,6.

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930 Secundino Castro

existencia teresiana en torno a ella2I . Toda esta larga y fuerte experiencia

finaliza con la visión inaudita y gozosa del último capítulo de la auto-

biografía22 , en el que describe cómo el alma de manera admirable se incrusta en

Cristo y Cristo en ella, al modo como la imagen se refleja en el espejo en unaunidad de luz y de claridad difíciles de expresar.

Este último. dato, reviste gran importancia porque, a nuestro juicio,

constituye el origen literario-espiritual de Moradas. He aquí sencillamente

esbozada la trayectoria cristológica de Teresa previa a la composición del libro

de sus predilecciones. Es cierto que ya en Vida y sobre. todo algunos años

después gozó de altísimas experiencias trinitarias, lo que ha hecho suponer

erróneamente a la generalidad de los teresianistas que el Dios de Moradas es la

Trinidad, sin habeT tenido presente que en este libro 'pretende describir el

camino que la había conducido hasta esta experiencia, pasando por alto elsentido pedagógico de Teresa que narra lentamente las etapas de la vida

espiritual sin saltos, el hecho de que considera su existencia como una historia

de salvación paradigmática, y el entramado literario religioso del mismo libro.

Al final veremos que en la consideración teresiana el cristoncentrismo

absorbente no obstaculizará la vivencia profunda de la realidad trinitaria de

Dios. Pero no adelantemos resultados y adentrémonos ya en el cometido

directo de nuestro estudio.

Posiblemente lo más conveniente fuera empezar el análisis por la última

morada, donde Teresa desvela plenamente su secreto y, además, porque cae desu peso que la meta prejuzga la trayectoria. Pero prefiero seguir paso a paso el

desarrollo gradual del pensamiento de la autora, que, aunque sabedora del

final, estructura la marcha acomodándose al lector y- a su propia andadura.

Comienza fijando el misterio del hombre, en cuya hondura se esconde

Dios en la realidad de Jesucristo resucitado. Manifiesta esto a través de una

alegoría: «QUe es considerar nuestra alma como un castillo todo de un

diamante o muy claro cristal, adonde hay muchos aposentos»23; un paraíso

adonde él tiene sus deleites24. Funda su pensamiento además de en la propia

experiencia en la afirmación bíblica de que el hombre fue creado a imagen y

semejanza de Dios25 . En un pasaje paralelo se referirá al palacio interior con

estas palabras: «Este castillo tan resplandeciente y hermoso, esta perla oriental,

este árbol de vida que está plantado en las mismas aguas vivas de la vida, que es

Dios»26. La imagen del Castillo se confunde con la del Paraíso, junto a cuyo río

21 Cf. V 27,2. S. CASTRO, Ser cristiano según Santa Teresa. Madrid, Espiritualidad,

1982, p. 97-98.22 Cf. V 40,5.

23 Cf. 1M 1,1; para los aspectos literarios, V. GARCIA DE LA CONCHA, El arte literario de

Santa Teresa, Barcelona, 1978, p. 264-274.24 Cf. 1M l,!.

25 Cf. 1M l,!.

261M 2,!.

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La experiencia de Cristo, centro estructurador de «Las Moradas» 931

o, mejor, en sus mismas aguas está el árbol de la vida que es el alma; el río es de

agua viva. No olvidemos que Teresa aludirá frecuentemente al agua viva que el

Señor prometió a la Samaritana27 •

Pero veamos qué acontece cuando el hombre rompe su amistad con Dios:«No hay tinieblas tan tenebrosas ni cosa tan oscura y negra, que no lo esté

mucho más. No queráis más saber que, con estarse el mismo Sol que le daba

tanto resplandor y hermosura todavía en el centro de su alma, es como si allí

no estuviese para participar de El con ser tan capaz para gozar de Su Majestad

como el cristal para resplandecer en él el Sol»28.

Para esclarecimiento de estos pasajes debemos acudir a otro paralelo del

libro de la Vida, ya aludido: ({De presto se recogió mi alma - d i c e - y

pareció me ser como un espejo claro toda, sin haber espaldas ni lados, ni alto ni

bajo que no estuviese toda clara y en el centro de ella se me representó Cristonuestro Señor como le suelo ver. Parecía me en todas las partes de mi alma le

veía claro como en un espejo, y también este espejo -yo no sé decir cómo- se

esculpía todo en el mismo Señor. . Dióseme a entender que estar un alma en

pecado mortal es cubrirse este espejo de gran niebla y quedar muy negro, y así

no se puede representar ni ver este Señor, aunque esté siempre presente

dándonos el sen>29.

Comparando estos tres lugares se evidencia que desde uri punto de vista

literario-espiritual el Sol, la fuente y la luz simbolizan la presencia de Cristo

resucitado que sustenta y da vida al hombre, cuya alma, a modo de un espejo

refleja a Cristo. La fijación de este dato es clave30, porque todo el esfuerzo del

bautizado va a ir dirigido aentrar en contacto con el Rey que se halla en el

centro del Castillo, el alma, en cuyo claro cristal o diamante se mira3l . La meta

se halla en la transformación en Cristo o matrimonio espiritual, narrado en

séptimas moradas, cumbre del proceso, y consiste en un encuentro vital y

esponsal con el Resucitado visualizado en el centro del hombre32• Oigámosla a

27 «El agua viva recorre gran parte' de las obras teresianas. La imagen se haceespecialmente vibrante en el Camino de Perfección (30-32); en Vida los cuatro grados de

oración se expresan mediante el simbolismo del agua (11-21); en }vforadas, la oración es

como una fuente que mana (4M 2,4) Y crece hasta hacerse mar (6M 5,3), para terminar

anegando a la avecica del alma y saciando a la cierva herida (7M 3,13). El agua del Señor

llega hasta embriagar, como le acaeció a la Samaritana de quien Teresa escribe: «Iba esta

Santa mujer con aquella borrachez divina dando gritos por las calles ...» (MC 7,7) (Jesucristo

y su misterio, a.c., p. 137, nota 2); cL también 6M 11,5; la fuerza de este agua encuentra su

culmen en 7M 2,7.281M 2,1.

29 V 40,5.

30 Los teresianistas no han puesto de relieve suficientemente esta experiencia en elconjunto de la espiritualidad teresiana. Me he referido a ella en Cristología Teresiana, a.c., y

en Ser cristiano según Santa Teresa,. a.c.

31 Cf. 7M 2,10; V 40,5,

32 CL CC 25; 7M 2,1-7.

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932 Secundino Castro

ella misma: «En todo lo que se ha dicho hasta aquí parece que va por medio delos sentidos y potencias, y este aparecimiento de la Humanidad del Señor asídebía ser; mas lo que pasa en la unión del matrimonio espiritual es muy

díferente. Aparécese el Señor en este centro del alma sin visión imaginaria sinointelectual ~ a u n q u e más delicada que las d i c h a s ~ , como se apareció a losApóstoles sin entrar por la puerta, cuando les dijo: "Pax vobis»33. Después deexplicar la sublime naturaleza (fe esta unión en la que no entra para nada lacorporeidad terrena, concluye: «Así me parece puede decir aquí el alma,porque es adonde la mariposilla que hemos dicho, muere, y con grandísimogozo, porque su vida es ya Cristm)34. Los capítulos siguientes de esta últimamorada tendrán por objeto describir cuanto surge de esta nueva vida enCrist035, y explicar la causa por la que Dios se derrama tan abundosamente

sobre algunas personas, que se resumeen

fortalecerlespara

que se sientancapaces de imitar a Cristo en el mucho padecer36•

Si a esto añadimos el que en sextas moradas reserva tres capítulos37 para

Jesucristo como único camino de santidad y objeto preferente de experienciareligiosa, se podrá concluir que el libro del Castillo Interior se halla trenzadoen él; Cristo es la piedra angular del edificio, la savia del árbol, la fuente que

riega el vergel, la luz del espejo y la imagen que se esculpe en él.

Pero retornemos a la marcha evolutiva del discurso teresiano. Aunque en

el abismo del hombre se esconde el misterio de Dios, aquél no capta esa

realidad que le invade y funda por haber vivido afectivamente lejos de él, yahora cuando quiere regresar «aún no llega casi nada de luz que sale del palaciodonde está el Rey»38. Teresa, audaz, les exhorta como redimidos que han sidopor la sangre de Crist039 a que, quitada la pez y negrura del cristal de su alma

que no deja transparentar la luz que alumbra en el centr040 , y fijos los ojos enCristo41 , se encaminen y dirijan a la morada central. Allí les esperan la fuentede vida y el S0142 , de donde le viene al árbol del alma la frescura, el fruto yresplandor43• Tres textos bíblicos sirven de engarce al pensamiento de Teresa,llenando los espacios de la primera morada del perfume de Cristo: el ciego de

337M 2,3.34 7M 2,6.35 CL 7M 3.36 Cf. 7M 4,4-5.37 7,8 Y 9.

38 1M 2,14; ef. 1M 2,1.3.391M 2,4.40 Cf. JM 2,4.41 CL 1M 2, JI; R. LLAMAS, Santa Teresa y su experiencia de la Sagrada Escritura, en

Teresianum. Ephemerides Carmeliticae 33 Ü982), p. 479-480. Recalca el autor la existenciade dos textos que pudieran hacer el oficio de inclusión en el libro de Moradas: 1M 2,11 Y7M4,9.

42 Cf. 1M 2,1.3.43 Cf. 1M 2,2-3.

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La experiencia de Cristo, centro estructurador de «Las Moradas» 933

nacimient044,el paralítico de la piscina45 y la afirmación del Señor: «Donde

está tu tesoro, allí está tu corazóm)46. La alusión a Pablo y a la Magdalena47 , a

quienes Cristo se manifestó cuando se hallaban lejos de él, acentúan todavía

más el señorío del Resucitado en este estadio que pudiéramos calificar deprevio a la marcha y seguimiento de Jesucrist048 .

A medida que el espiritual se va acercando al centro del castillo empieza a

sentir la voz de su Señor. Refiriéndose a los protagonistas de las segundas

moradas, dice: «Entienden los llamamientos que les hace el Señor; porque

como van entrando más cerca de donde está Su Majestad, es muy buen

vecinm)49. Teresa fijará la fuerza de la marcha en un texto vibrante con el que

concluye la morada segunda y que por su significado e importancia transcribo

casi íntegro: «El mismo Señor dice: "Ninguno subirá a mi Padre sino por mí"

( .. ) y «quién me ve a Mí, ve a mi Padre". Pues si nunca le miramos, niconsideramos lo .que le debemos y la muerte que pasó por nosotros, no sé cómo

le podremos conocer ni hacer obras en su servicio .. Plega a Su Majestad nos

dé a entender lo mucho que le costamos y cómo no es más el siervo que el

Señor; y que hemos menester obrar para gozar su gloria, y que para esto nos es

necesario orar, para no andar siempre en tentacióm)50.

También determina nuestra autora claramente la pretensión que debe

llevar quien se ha decidido a seguir este camino y dirigiéndose a sus hermanas

las carmelitas las exhorta: «Abrazaos con la cruz que vuestro Esposo llevó

sobre Sí y entended que ésta ha de ser vuestra empresa; la que más pudiere

padecer que padezca más por El y será la mejor librada»51. Las alusiones al hijo

pródig052 , a los Zebedeos53, y a la paz que el Señor ofreció a sus Apóstoles el

día de pascua54, reafirman todavía más la vertebración de lo religioso en

Jesucristo.

En el estadio al que acabamos de referirnos se había comenzado a

entablar el diálogo oracional, en el que vamos a entrar, éste ha crecido

considerablemente; el hombre comienza a sentirse religios055 ; pero le acecha la

tentaci6n de creer que la religiosidad puede ser un simple barniz. Nos presenta

44 Cf. 1M 1,3.45 Cf. 1M 1,6-8.46 Cf. 1M 1,8.47 Cf. 1M 1,3.

48 Decimos previo, porque en él se limita a determinar el sentido del camino espiritual

que el hombre emprende una vez convertido a Dios.49 2M 1,2.

50 2M1,12.

51 2M 1,7.

52 Cf. 2M 1,4.

53 Cf. 2M 1,8.

54 Cf. 2M 1,9.

55 Cf. 3M 1,5.

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como ideal evangélico de este tipo de espirituales al joven rico. «Desde que

comencé a hablar en estas moradas -d i ce - , le traigo delante»56. Ahora ya

Teresa identifica la perfección cristiana con el seguimiento del Señor y la figura

de Jesucristo sigue siendo el norte de sus miradas. Escuchemos un textoprecioso: «Qué podemos hacer por un Dios tan generoso, que murió por

nosotros y nos crió y da ser, que no nos tengamos por venturosos en que se

vaya desquitando algo de lo que le debemos por lo que nos ha servido ( .. ) que

no hizo otra cosa todo lo que vivió en el mundo»57. Este deseo de respuesta a

Cristo provoca el anhelo de identificarse y estar con él; dice: «Nosotros (el

cuidado) de sólo caminar aprisa por ver a este Señon)58, para lo cual es

necesario estar dispuestos a morir con él: {{Muramos con Vos, como dijo Santo

Tomás -exclama Teresa-»59, y no queramos que se haga nuestra voluntad

sino la suya

60

.Con

estas disposiciones se asume el seguimiento delSeñor

afondo, el Evangelio toca la raíz de la persona, obligándola a confrontar sus

actitudes con las de Cristo: «Pruévenos el SeñoL . Porque si le volvemos las

espaldas y nos vamos tristes como el Mancebo del Evangelio, cuando nos dice

lo que hemos de hacer para ser perfectos, ¿qué queréis que haga Su

Majestad?»61.

y llegamos al recogimiento adquerido al que Teresa alude como de pasada

en cuartas moradas62 ; aunque su lugar se encuentre mejor en las precedentes63 .

Casi no se detiene en su explicación, porque, como dice expresamente, se ha

referido a él en otra parte. Alude indudablemente a Vida y Camino. En esoslugares el objeto preferente de este recogimiento es Cristo. Veamos algunos

textos: «Puede representarse delante de Cristo y acostumbrarse a enamorarse

mucho de su sagrada Humanidad y traerle siempre consigm)64. «Este modo de

traer a Cristo con nosotros aprovecha en todos (los) estados y es un medio

segurísimo para ir aprovechando en el primero y llegar en breve al segundo

grado de oración y para los postreros andar seguros de los peligros»65. Y en

Camino declara: «Llámase recogimiento" porque recoge el alma todas las

potencias y se entra dentro de sí con su Dios .. Porque allí metida consigo

misma puede pensar todala Pasión

y representar allíal

Hijo y ofrecerleal

Padre y no cansar el entendimiento, andándole buscando al monte Calvario y

al Huerto y a la columna»66. El cristiano al final de esta marcha ascética se

56 3M 1,5.

57 3M 1,8.

58 3M 2,8.

59 3M 1,2.

60 Cf. 3M 2,6.

61 3M 1,7.

62 Cf. 4M 1,6-7.63 Cf. 3M 1,6.

64 V 12,2.65 V 12,3.

66 CE 47,1; cf. 48,3.

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La experiencia de Cristo, centro estructurador de "Las Moradas» 935

experimenta unificado en Cristo. Ahora será Dios mismo quien gratuitamente

va a intervenir en su santificación.

El primer síntoma que denota su presencia se refiere a una llamada

misteriosa que nuestra Santa describe con primor: «Visto ya el gran Rey, queestá en la morada de este Castillo, su buena voluntad, por su gran misericordia.

quiérelos tornar a El y como buen pastor con un silbo tan suave que aun casi

ellos mismos no lo entienden, hace que conozcan su voz y que no anden tan

perdidos, sino que se tornen a su morada, y tiene tanta fuerza este silbo del

pastor, que desamparan las cosas exteriores en que estaban enajenados, y

métense en el castillm)67. ¿Quién pudiera imaginarse que el mismo recogi-

miento infuso habría de quedar tan cristificado? La voz o, por mejor decir,

silbo, es del Rey-Pastor que mora dentro.

Veamos otra experiencia de estas cuartas moradas: la oración de quietud.

Aquí no se dice expresamente que tenga su origen en Jesucristo, aunque se deja'

entrever por el simbolismo del agua. En lugares paralelos la referencia al Señor

es segura68. Oigamos primero las palabras de la misma Teresa para pasar en

seguida a su interpretación: «Esta fuente viene el agua de su mismo nacimiento

que es Dios; y así como Su Majestad quiere, cuando es servido hacer alguna

merced sobrenatural, produce con grandísima paz y quietud y suavidad de lo

muy interior de nosotros mismos ... vase revertiendo este agua por todas las'

moradas y potencias hasta llegar al cuerpo, que por eso dije que comienza de

Dios y acaba en nosotros... todo el hombre exterior goza de este gusto ysuavidad69 . Y en seguida precisa que todo esto surge de algo muy interior, del

fondo del corazón o de más allá, del centro del alma7o . En ese mismo lugar, en

séptimas moradas identificará a Jesucristo71 , con quien se une y transforma.

Ciertamente en el surtidor que mana con ímpetu ve Teresa aquella fuente que

estaba en el paraíso interior dando vida al árbol del alma; ahora su savia

recorre a raudales el árbol entero. En sextas moradas, cuya orientación será

totalmente crística esta fuentecilla se convertirá en un mar impetuoso72 •

Aquí percibe el alma la llamada del Pastor, cuyo silbo amoroso

embelesa73 ; se siente conducida por él, hacia las fuentes que sacian la sed y

reparan sus fuerzas. Teresa comenta: «Como comienza a producir aquella agua

celestial de este manantial que digo de lo profundo de nosotros, parece que se

va dilatando y ensanchando todo nuestro interior y produciendo unos bienes

que no se pueden decin)74. Tiene razón nuestra autora: «Como ya estas

67 4M 3,2.

68 Cf. CE 53,2; MC 4,3.69 4M 2,4.

70 Cf. 4M 2,5.

71 Cf. 7M 2,3.

72 Cf. 6M 5,3.

73 Cf. 4M 3,2.

74 4M 2,6.

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936 Secundino Castro

moradas se llegan más adonde está el Rey, es grande su hermosura y hay cosas

tan delicadas que ver y que entender. .. »'75.

Es fácil ir comprobando que en cada morada Teresa remite al lector, al

centro o a lo muy interior del hombre como origen de toda la fenomenologíade la misma, donde se halla el Castillo encantado, el Paraíso, la fuente, el árbol

de vida, el cristal y la imagen efe Cristo o, mejor, Cristo mismo, maravillosa

mente reflejado en él. Cuando el alma tiene la suerte de tocar este fondo, se

siente ebria. «Es un glorioso desatino -exclama Santa Teresa-, una celestial

locura, adonde se desprende la verdadera sabiduría, y es deleitosísima manera

de gozar el alma»76. Pero la actitud del cristiano ha de seguir siendo la misma y

sus ansias también: «Sólo servir a su Cristo crucificado, que no sólo no le piden

gustos ni los desean, mas le suplican no se los dé en esta vida»77.

En quintas moradas se aborda el tema de la oración de unión que puede

presentar una doble modalidad: unión regalada78 o sintonía con la voluntad de

Dios sin ningún tipo de experiencia concomitante79 . La unión fundamental se

reduce a la obediencia al Evangelio, para lo cual -explica Teresa- «no ha

menester el Señor hacernos grandes regalos .. , basta lo que nos ha dado en

darnos a su Hijo que nos enseñase el camino»80. Es la primera orientación

cristo lógica de este grado oracional. Pero también nos brinda nuestra autora

un texto donde se preanuncia la meta de la transformación consumada.

Sirviéndose de la tradicional imagen del gusano de seda que se convierte en

mariposa, dice del espiritual que va recorriendo este camino: «Comienza a

labrar la seda y edificar la casa adonde ha de morir. Esta casa querría dar a

entender aquí, que es Cristo»81. Después utiliza otra imagen: la de la bodega, en

clara alusión al Cantar de los Cantares. Aquí la bodega se identifica con el

centro del Castillo o del alma. Dice: «Su Majestad nos ha de meter y entrar El

en el centro de nuestra alma .. Como entró a sus discípulos cuando dijo «Pax

vobis», y salió del sepulcro sin levantar la piedra}}82. Evi<lente alusión al día de

pascua y al misterio que se revelará en séptimas moradas, cuando se celebre y

realice el matrimonio espiritua183. Ebria el alma de Dios84, para calmar sus

ansias éste la regala con lo mejor que posee «que es lo que tuvo su Hijo en esta

75 4M 1,2.

76 V 16,l.

77 4M 2,10. Nueva y nítida reminiscencia de Cristo, oriente y guía de la inmersión en el

misterio de Dios.

78 Cf. 5M 1,9.

79 Cf. 5M 3,3-5.

80 5M3,7.

81 5M 2,4.

81 5M 1,13.

83 Cf. 7M 2,3.

84 Cf. 5M 2,13.

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La experiencia de Cristo, centro estructurador de «Las Moradas» 937

vida; no nos puede hacer mayor merced»85. Y en seguida Teresa se adentra en

Cristo para descubrir sus sentimientos86 .

La hermenéutica cristológica de todos estos pasajes queda firmemente

asentada en un texto paralelo de gran intensidad lírico-espiritual: «Mas cuandoeste Esposo riquísimo la quiere enriquecer y regalar más, conviértela tanto en

Sí, que, como una persona que el gran placer y contento la desmaya, le parece

se queda suspendida en aquellos divinos brazos y arrimada a aquel sagrado

costado y aquellos pechos divinos ... Cuando despierta de aquel sueño y de

aquella embriaguez celestial, queda como cosa espantada y embobada y con un

santo desatino. Me parece a mí que puede decir estas palabras: «mejores son

tus pechos que el vino»87.

La otra imagen de esta morada se ryfiere al amor humano: «Ya tendréis

oído muchas veces -escr ibe- que se desposa Dios con las almas espiritualmente»88. Este estadio corresponde al primer encuentro fuerte entre el alma

y Dios. Así lo describe la Santa: «Por los sentidos y potencias en ninguna

manera podía entender en mil años lo que aquí entiende en brevísimo tiempo ..

queda el alma tan enamorada que hace de su parte lo que puede para que no se

desconcierte este divino desposoriü»89. Aunque no lo afirme expresamente por

el tenor de las dos moradas que siguen -donde se explicita el amor y

enamoramiento fuerte que aquí se inicia- sabemos que el término relacional

del alma es Jesucristo. La conexión de este encuentro con los sucesivos de las

moradas dichas se esclarece en dos textos paralelos. Escribe aquí: «Fija Dios así mismo en lo interior de aquel alma de manera que, cuando torna en sí, en

ninguna manera puede dudar que estuvo en Dios y Dios en ella»90. Y eil el

estadio siguiente, cuyo protagonista es Jesucristo, nos recuerda: «Está tan

esculpida en el alma aquella vista, que todo su deseo es tornarla a gozan>91.

Al describir el proceso de sextas moradas dedica nuestra autora más

páginas que a todo el conjunto de las restantes. La situación espiritual es

idéntica a aquélla en que se encontraba al finalizar el libro de la Vida. Aparece

sin la menor sombra de duda que el centro de las referencias del alma en este

grado oracional es Cristo Resucitado. Lo dice expresamente su autora. Elcapítulo séptimo es la clave de lectura. En él se plantea el sentido de la Sagrada

Humanidad de Cristo en la vida espiritual. Rechaza de plano la postura de

quienes aconsejan el abandono progresivo de la representación de lo corpóreo

en la oración -incluida la Humanidad del Señor- al aproximarse a la

85 5M 2,13.

86 Cf. 5M 2,14.

87 MC 4,4.88 5M 4,3.

89 5M 4,4.

90 5M 1,9.

91 6M l,!.

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938 Secundino Castro

contemplación sobrenatural92 , como mera preparación para la misma; ya que

todos los autores suponían que era algo absolutamente gratuito. La razón de

su postura la funda en que de otro modo no se salva la mediación universal de

Cristo, que debe extenderse según ella hasta la representación psicológica

93

, enlas afirmaciones de algunos textos bíblicos94 , y en los inconvenientes para la

ortodoxia de las vivencias cristianas que podrían derivarse de seguir esos

pareceres, entre los que señala: la pérdida de la ejemplaridad de Cristo en todos

los momentos de la vida cristiana, disminución de la devoción a la Virgen, los

santos, y la Eucaristía95. Su propia experiencia le había enseñado que después

de haber escalado las más altas cumbres de la contemplación había gozado de

indecibles comunicaciones con Cristo vivo en su Humanidad. Al narrar estos

encuentros con el Señor dedicará dos capítulos96 ; si a éstos añadimos el

séptimo, consagrado enteramente a determinar el sentido del Señor en el existir

y vivir cristianos97 , nos encontramos con que sólo en las moradas sextas

reserva para Cristo tres extensos capítuJos. Sobre la presencia del Señor en las

séptimas afirmará ya aquí mismo: «Verdad es que a quien mete ya el Señor en

la séptima morada es muy pocas veces... las 'que ha menester hacer esta

diligencia.,.; mas es muy continuo no se apartar de andar con Cristo nuestro

Señor por una manera admirable, a donde divino y humano junto es siempre

su compañía»98.

En este capítulo séptimo afronta brillantemente la problemática espiritual

de entonces; en él abre la mística a dimensiones nuevas, no disociando lohumano y lo divino en Jesucristo, y como derivación lo espiritual y lo corporal

en el hombre. De manera admirable trenza en torno al Resucitado (Divinidad

y Humanidad gloriosa) la experiencia de la liturgia99 , y la meditación. Su

pensamiento se manifiesta nítido: los primeros estadios de la vida espiritual

han de tener como objeto preferente de consideración y reflexión la persona del

Señor y sus misterios. El ascenso a la mística se deriva de una gracia

«sobrenatural», absolutamente gratuita; para alcanzarla no se ha de sucumbir a

la tentación de prescindir de la representación de lo corpóreo y mucho menos

de la sagrada Humanidad del Señor. En los grados superiores de la místicasurgirá de nuevo, pero en intensidad más acusada aún, la experiencia de la

realidad humana del Dios hombre.

92 Cf. S. CASTRO, Cristología Teresiana, a.c., p. 293-308; S. CASTRO, Ser cristiano según

Santa Teresa, a.c., p. 104-108; 139-142; S. CASTRO, Aproximación al pensamiento religioso

de Teresa, o.c., p. 71-76; S. CASTRO, Cristología teresiana y nueva espiritualidad, en Surge 40

(1982), p. 276-293.

93 Cf. 6M 7,5.

94 Cf. 6M 7,6.

95 Cf. 6M 7,6. 15.96 CaDítulos 8 v 9.

97 Teresa le considera la clave para la comprensión de su obra.

98 6M 7,9.

99 6M 7,11.

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La experiencia de Cristo, centro estructurador de «Las Moradas» 939

Parece que en la quietud y la unión la percepción religiosa es un tanto

abstracta, aunque Teresa ha tratado de cristologizarla, como hemos visto. En

los grados superiores la experiencia de la Humanidad es fundamental. Peromás que de Humanidad, habría que hablar, si queremos entrar en lo Íntimo dellenguaje teresiano y su significación, de Cristo glorioso con quien se hace eldesposorio y se une en transformación nupcial y mística el cristiano.

Asentado que Cristo constituye el núcleo de esta morada o, en otrostérminos, que el encuentro con Dios tiene lugar en el Resucitado, volvamosahora al principio de la misma para seguir de cerca su desarrollo. Al comienzoel alma se siente «herida» de Cristo por el mismo Cristo 100. La herida le vieneproducida por aquella mirada o «vista» del Señor a la que nos hemos referidoen las quintas. Va en aumento a causa de los innumerables requiebros que

desde el fondo del yo le envía el Esposo. «Son unos impulsos -comenta- tandelicados y sutiles, que proceden de lo muy interior del alma, que no sécomparación que poner que cuadre¡¡lol. La experiencia es tan intensa eintransferible que nuestra autora no se siente capaz de poder comunicarla 102.

En algunos momentos toman forma de locuciones; ella las contempla así: «Sonunas hablas con el alma, de muchas maneras; unas parece vienen de fuera,otras de lo muy interior del alma, otras de lo superior de ella, otras tan en loexterior, porque se oyen con los oídos, que parece es voz formadm¡103. Yahicimos mención en cuartas moradas de las llamadas o silbos del Pastor que

ahora vemos convertidos en hablas. Esta experiencia fue muy frecuente en lavida de Santa Teresa. A ella alude aquí. En un principio desconocía su origen,pero con la entrada en estas sextas moradas descubrió o, mejor, le fue reveladoel secreto: esas misteriosas voces tenían su origen en los labios de Cristo.Comentando este gozoso hallazgo, dice: «Mas entendía muy claro que era esteSeñor el que le hablaba muchas veces¡¡104.

Cuando estos sucesos alcanzan un determinado grado de intensidadpueden producir el éxtasis l05 u otro tipo de fenómenos místicoslO6. La fuenteque en cuartas moradas surgía del centro del alma e inundaba al hombreentero, se hace mar l07 . Después se sucederán altísimas experiencias deJesucristo; algunas - las intelectuales- duraran hasta más de un año, como

expresamente dice la Santa: «Sé que estando temerosa de esta visión (porqueno es como las imaginarias, que pasan de presto, sino que dura muchos días, y

100 ef. 6M 1,1.101 6M 2,1.102 ef. 6M 2,2.4.103 6M 3,1.104 6M 8,2.105 ef. 6M 4,2.106 ef. 6M 5,1.107 ef. 6M 5,3.

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940 Secundino Castro

aun más que un año alguna vez)>>108. La duración de las imaginarias como

acaba de decirnos, es menor, pero se imprimen en la persona con mayor fuerzay viveza. Hablando de ellas, escribe: «Muéstrale claramente su sacratísimaHumanidad de la manera que quiere, o como andaba en el mundo o después deresucitado; y aunque es con tanta presteza, que la podríamos comparar a la deun relámpago, queda tan esculpido en la imaginación esta imagen gloriosÍsima,que tengo por imposible quifarse de ella hasta que la vea adonde para sin fin lapueda gozaf»109.

y prosigue la descripción de estas comunicaciones de Jesucristo antes denarramos el ascenso a la Divinidad: «De muchas maneras se comunica elSeñor al alma con estas apariciones; algunas cuando está afligida, otras cuando

le ha de venir algún trabajo grande, otras para regalarse Su Majestad con ella yregalarla»llO. Verdaderamente el alma se siente herida por Cristo, así, advierteTeresa: «Acaece muchas veces por un pensamiento muy ligero o por una

palabra que oye de que se tarda el morir venir de otra parte .. un golpe, o comosi viniese una saeta de fuego; no digo que es saeta .. ; tampoco es golpe, aunque

digo golpe; mas agudamente hiere»lll. Estos fenómenos pueden poner enpeligro la vida de quien los padece, como le sucedió a ella misma ll2 . En ciertaocasión, después de haber pasado algunos días en gran sequedad espiritual, alescuchar un canto a Cristo de una de sus religiosas: «Fue tanta la operaciónque me hizo -nos dice- que se me comenzaron a entumecer las manos y nobastó resistencia, sino, que, como salgo de mí por los arrobamientos decontento, de la misma manera se suspende el alma .. Quedó tan quebrantado elcuerpo, que aun esto escribo con harta pena, que quedan como descoyuntadaslas manos y con dolof»ll3. Esta pena y esta sed de Dios ya no se le quitará, «niquiere que se le quite -observa- sino es con la que dijo nuestro Señor a laSamaritana»114. Las alusiones alas Zebedeos y a la Magdalena concentrannuestra mirada aún más, si cabe, en Jesucristo 11 5, que es quien desde la morada

principal - e l fondo del a lma- hace notar su presencia con hablas, impulsos,arrobamientos y raptos. Tiene razón Teresa: «De estas mercedes tan grandesqueda el alma tan deseosa de gozar del todo al que se las hace, que vive con

harto tormento, aunque sabroso .. »"6.

Y, finalmente, alcanzamos la meta: séptimas moradas, cuyo epicentro se

halla en el así llamado matrimonio espiritual, al que preceden algunas gracias

108 6M 8,3.109 6M 9,3.110 6M 10,1.111 6M 11,2.

112 _Cf. MC 7,2; CC 13,1. 3; 6M 11,8.113 CC 13,1. 3.

114 6M 11,5.115 Cf. 6M 11,12.116 6M 6,1.

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La experiencia de Cristo, centro estructurador de «Las Moradas» 941

singulares y altísimas. «Primero que se consuma el matrimonio espiritual

-aclara nuestra autora- métela en su morada, que es esta séptima»117. Así el

alma llega a la estancia central del Castillo. Aunque ya a partir de las quintas se

percibe que la vida surge de dentro del hombre, aquí se descubre el misterio

con mayor luminosidadl1 8• Y como a Pablo en el camino de Damasco, se le

caen las escamas de sus ojos y «ve» a la Santísima Trinidad. Este grandioso

suceso es previo a la concesión de la gracia del matrimonio. Es como si las

otras personas divinas quisieran intervenir en la preparación del alma para su

unión nupcial con Jesucristo, segunda Persona de la Trinidad, connotada por

su Humanidad. Y después de estos encuentros con el resucitado el cristiano

queda más predispuesto para el diálogo y la experiencia trinitarias.

Pero Teresa parece que tiene prisa en narramos el hecho central hacia el

que se encamina: «Pues vengamos ahora a tratar-escr ibe-

del divino yespiritual matrimonim)119. Y prosigue: «La primera vez que Dios hace esta

merced, quiere Su Majestad mostrarse al alma por visión imaginaria de su

sacratísima Humanidad»12o. A ella «se le representó el Señor, acabando de

comulgar, con forma de gran resplandor y hermosura y majestad, como

después de resucitado»l2I. Tuvo lugar este hecho en el centro de su alma; Cristo

la transformó en él, la declaró su esposa y la vinculó a su misterio para

siempre. Oyó de él aquellas palabras que se le quedaron grabadas: «Mi honra

es ya tuya y la tuya mía»122. Así fue la primera vez, pero en adelante le

contemplará envisión intelectual: «Aparecese

el Señoren este centro del

alma

sin visión imaginaria, sino intelectual-aunque más delicada que las dichas-,

como se apareció a los Apóstoles sin entrar por la puerta, cuando les dijo: «Pax

vobis»l23. Nótese la conexión entre resurrección, pascua y matrimonio. La

experiencia es inaudita. Se trata de una unión tan estrecha entre Cristo y el

alma que en palabras de la misma autora es «como si cayendo agua del cielo en

un río o fuente, adonde queda hecho todo agua, que no podrán ya dividir ni

apartar cuál es el agua del río o lo que cayó del cielm)124. Es una auténtica

transformación «porque... la mariposilla que hemos dicho muere, y con

grandísimo gozo, porque su vida es ya Cristo»l25.

A partir de este momento el cristiano transformado siente emerger de él la

fuerza del «Resucitado»; se experimenta vivo en Dios; una gran paz inunda

todo su ser. Pero Teresa no olvida a Cristo y de nuevo vuelve sus ojos a él para

117 7M 1,3; ef. 7M 1,6.

118 ef. 7M 1,6.

119 7M 2,l.

120 7M 2,l.

121 7M 2,1; ef. ee 25.122 ee 25.

123 7M 2,3.

124 7M 2,6.

125 7M 2,6.

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942 Secundino Castro

aludir a la paz que dio a sus Apóstoles en el cenáculo el día de la

resurrección l26 , ya la Magdalena l27 • Después de esto, nos invita discretamente

a mirarnos en el espejo en el que nos hallamos esculpidos. Escribe: «Mas como

faltamos en no disponernos y desviarnos de todo lo que puede embarazar estaluz, no nos vemos en este espejo que contemplamos, adonde nuestra imagen

está esculpida»128.

Pasa a continuación a fijarse en los frutos que tiene que producir este

árbol plantado en Cristo. He aquí sus palabras: «Que así como el árbol que está

cabe las corrientes de las aguas, está más fresco y da más fruto, ¿qué hay que

maravillar de deseos que tenga esta alma, pues el verdadero espíritu de ella está

hecho uno con el agua celestial que dijimos?»l29. Retorna, como vemos, a la

imagen de la primera morada. Ello deja suponer que el hombre se ha hecho

una cosa con Cristol30

. Seguidamente dedicará un capítulo a señalar los efectosde esta unión nupcial. Entre otros señala los siguientes: <<Su gloria tienen

puesta en si pudiesen ayudar en algo al Crucificado»13l; y añade: «Como tienen

consigo al mismo Señor, y Su Majestad es el que ahora vive. Claro está que su

vida no fue, sino continuo tormento, y así hace que sea la nuestrm;132, y termina

la exposición de estos efectos con una velada alusión a Jesús en el Lago

envolviendo de paz y serenidad al alma. La cruz es pesada, pero ya no

desasosiega. Dice nuestra Santa: «Salvo que no las inquieta ni hace perder la

paz, sino pasan de presto, como una ola, algunas tempestades, y torna

bonanza; que la presencia que traen del Señor les hace que luego se les olvidetodo»l33.

Finaliza su exposición esclareciendo la razón por la que el Señor concede

gracias tan intensas y experiencias tan altas. «y así tengo yo por cierto

- a f i rma- que son estas mercedes para fortalecer nuestra flaqueza - como

aquí he dicho alguna vez - para poderle imitar en el mucho padecer»134, y

añade en confirmación de cuanto acaba de afirmar que, si bien observamos

aquellos que vivieron más próximos al Señor, fueron quienes padecieron

mayores sufrirnientos135 • Por eso el consejo de Teresa es: «Poned los ojos en el

Crucificado, y haráseos todo poco. Si Su Majestad nos mostró el amor con tanespantables obras y tormentos, ¿cómo queréis contentarle con sólo pala

bras?;)136. La vinculación a Cristo, como vemos, se hace más estrecha a medida

126 7M 2,8.

127 CL 7M 2,9.

12S 7M 2,10. Hace inclusión con las moradas primeras.

129 7M 2,12. También forma inclusión con las moradas primeras.130 Cf. 7M 3,1.

131 7M 3,4.

132 7M 3,6.133 7M 3,15.134 7M 4,4.

135 Cf. 7M 4,5.136 7M 4,9.

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La experiencia de Cristo, centro estructurador de «Las Moradas» 943

que vamos ascendiendo a las más altas cumbres místicas. En respuesta al amor

desbordante del Señor, el espiritual debe unirse cada vez más a él, en quien

encontrará la fortaleza que le garantice la identificación con los ideales del

Evangelio137. Sólo hay un camino de salvación: el de CristO. «No queramos irpor camino no andado -enseña Teresa-... ; y sería bien nuevo pensar tener

estas mercedes de Dios por otro que el que El fue y han ido todos sus

santos»138. Y concluye poniendo el ejemplo de Marta y María que consagraron

su vida al servicio de Cristo 139. Servir y contemplar a Jesucristo es la meta de

quien ha alcanzado las séptimas moradas.

Después de este análisis aparece claro que la lectura más correcta de

Moradas a partir del contenido ideológico y de los símbolos que lo sostienen es

la efectuada desde la experiencia de Cristo 140. Ello no significa que no existan

otros aspectos o realidades de gran importancia, como sería, entre otras, el dela experiencia trinitarial41 . Sin embargo, es obligado sostener que hasta las

séptimas se ajusta en gran medida a las vivencias de la autobiografía, que son,

como se sabe, netamente crísticas; que las referencias a Dios se hacen en

singular; y que la mayoría de las veces el interlocutor divino es Cristo 142.

En las últimas moradas se alcanza la experiencia trinitaria 143, pero queda

fuera de duda que el centro de éstas se halla en la narración del matrimonio

espirituaP44, que se realiza con Cristo resucitado 145, hacia el que se encamina la

marcha del discurso teresiano 146. Como ya hemos señalado, previo al

matrimonio 147, tiene lugar el ascenso a la Trinidad, que se acrecentará despuésde la transformación nupciaP48.

Moradas constituye la descripción de una grandiosa experiencia de

Cristo 149. Teresa ha orientado toda la fuerza de su discurso a describirla. No

pocas figuras y símbolos los ha tomado de autores precedentes, pero les ha

sabido infundir un talante y garbo muy personales; ha logrado hacerlos suyos.

137 Cf. 7M 4,1l.

138 7M 4,14.139 Cf. 7M 4,12-15.

140 Que sepamos, hasta el presente, ningún teresianista ha hecho esta lectura.

141 Cf. S. CASTRO, Ser cristiano según Santa Teresa, a.c., p. 182-195.

142 Esto aparece de forma especial en sextas Moradas; y en séptimas el acontecimiento

central es el matrimonio espiritual con Jesucristo.143 Cf. 7M 1,7.

144 7M 2.

145 Cf. 7M 2,1-3; CC 25.

146 Recordemos que en quintas moradas se refiere al encuentro, sextas describen el

desposorio y séptimas el matrimonio.147 Cf. 7M 1,6-7.148 Poco tiempo antes de su muerte escribió Santa Teresa: «Lo de las vIsIOnes

imaginarias ha cesado; mas parece que siempre se anda esta visión intelectual de estas tres

Personas y de la Humanidad, que es -a mi parecer- cosa muy más subida» (CC 6 6 . 3 ~ .149 Por eso Teresa pudo escribir: «No trata de cosa, sino de lo que es Eh) (Cta. 209.101.