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Roberto Fernández Ibáñez

La Escuela y el Tiempo

Roberto Fernández Ibáñez con-cibe sus obras como visiones de “mundos sutiles”, al decir

de Antonio Machado. Sus fotos son narraciones quietas, silentes, tácitas, de esencia mítica, que hacen del con-templador un protagonista en extremo creativo y en especial, emotivo. Aun conociendo las premisas o los sen-timientos del autor yacentes bajo estas imágenes, es sin duda una ventaja para el contemplador el disponer ad libitum de la potestad de dejarse ir a las sensa-ciones y las emociones que aquéllas subjetivamente le provocan, en forma paralela a la intención del artista. Este autor concibe la presente muestra con material seleccionado a través de una extensa carrera sobre la constante temática de los bosques y del devenir temporal. En tal sentido su proyecto resulta acabado, y se abre ricamente polisémico desde la percepción ajena.

Atmósfera de cuento nórdico rodea a estos bosques afectivos, sumidos en la bruma irreal de un espacio imaginario. Los árboles se yerguen solitarios o se retuercen buscando vanamente altura, desnudos, des-olados, misteriosos. Si en varias de sus muestras anteriores la presencia humana fue la ausente por antono-masia - presente por elipsis -, en esta ocasión se produce una transferencia de roles: los árboles se humanizan melancólicos o desolados. Cuentan historias de pasados indefinibles o

de discurrir intemporal, épicos de leyendas, silenciosos en su digni-dad de supervivientes. Una serie de imágenes fotográficas desplegada en ese tiempo impreciso pero defini-tivamente nebuloso que identificó el paisaje en el romanticismo alemán del s. XIX, en especial en la pintura de Caspar David Friederich. Un es-píritu que se entrevé o se escucha en el casi imperceptible murmullo de las delgadas ramas apenas pobladas. El árbol se estira en su búsqueda frus-trada de ascenso.

“Prestamos al árbol nuestras pa-siones, nuestros deseos o nuestra melancolía; sus gemidos y sus cabec-eos son los nuestros y pronto somos el árbol” Baudelaire.

Sin duda las obras surgidas en for-ma de auténtica efusión de un artista son el artista - individuo que es en el tiempo - aun tratándose de creaciones concebidas en forma racional, pues su esencia estará presente en la elección del tema, en el color, en la forma, en las múltiples elecciones que un autor real-iza al concretar una obra. “El tiempo es la substancia de que estoy hecho” dice Jorge L. Borges, pensamiento extensivo a toda la especie humana, eternamente efímera, inmortal en su incapacidad de concebir la muerte. La naturaleza, tan perecedera como el in-dividuo humano, es sin embargo eter-na en su continua renovación, capaci-dad ausente en el hombre en razón de

su unicidad, su condición de pensante, su constante devenir temporal y su vaga conciencia de extinción individu-al. La naturaleza inmutable observa al hombre fugaz.

“¿No son montañas, olas y cielos una parte de mi alma, como yo de ellos?” Lord Byron

La estética desarrollada por RFI en esta serie detenta el clima del daguer-rotipo, al tiempo que las imágenes se sumergen en densa niebla que eclipsa la percepción destacada de cualqui-er otra forma o elemento integrante del paisaje. A las veces el plano se restringe a una rama o un detalle de hojas, protagonistas ocasionales de esta elegía. La intensidad poética se mantiene en función de los fondos imprecisos y brumosos, texturados en forma irregular, sobre los que avanzan armónicos los ritmos defini-dos por la inserción de tallos y hojas. Cortezas descascaradas operan como heridas en la blanca piel de un árbol, que si bien puede integrar el conjunto de individuos oscuros y opacos, vi-vos o extinguidos pero aún erguidos, puede aparecer abatido, yacente e in-ánime sobre la textura abigarrada de un colchón de hojas secas.

La tónica general es de primacía del trazo oscuro recortado sobre el plano lechoso, que sufre turbulencias a man-era de corrientes de aire, remolinos so-bre los que destacan los árboles o las ra-mas inmóviles. Caligrafías estilizadas

de la soledad, la persistencia, el tiempo congelado dibujándose en silueta sobre evanescencias: estética de contrastes que imprime enfático dramatismo a las fotos sometidas en laboratorio a trat-amiento de luz, que concluirán contex-tualizadas en una suerte de atmósfera mágica. El viento, tan ausente como el hombre, no agita las ramas ni remueve las hojas: un extraño silencio planea sobre bosques y árboles solitarios. Mul-titudes de ellos velan silenciosos a un igual caído, que bloquea en diagonal el primer plano de la imagen, o contem-plan la imagen fantasmagórica de una rama que avanza extrañamente hacia un primer plano. Los árboles aislados o en pares miran pasar “las generaciones

de las hojas”, al decir metafórico de Homero en relación a los hombres.

“Y el roble se quedó despojado de todo su follaje, dispuesto a entregarse a su prolongado sueño invernal y soñar; a soñar siempre con las cosas vividas, exactamente como en los sueños de los humanos”. (El último sueño del viejo roble. Hans Christian Andersen)

Fernández Ibáñez es heredero de un sentimiento poético de la imagen natu-ral, que en sus composiciones toma la tónica de una melancolía nórdica, de un subjetivismo quasi existencialista y kierkegaardiano. La impronta de estas imágenes opera como una fuga hacia un universo ajeno al paisaje fenoméni-co, consustanciándose con lo mítico o

lo onírico, concluyendo en un sondeo contemplativo de interioridades. Un austero autorretrato afectivo.

La fotografía – junto al video y al cine - es el arte realista por excelen-cia, hecho por demás paradójico en su calidad de objeto sine materia: la obra en sí es la captación de la luz; su impresión sobre el medio físico es su forma de percepción más ase-quible. Este realismo, consistente en su captación lumínica de elemen-tos corpóreos como producto final o como punto de partida, deviene en el caso de Fernández Ibáñez una nar-ración congelada en la que bosques legendarios presencian el discurrir de tiempos inmemoriales. Una forma de realismo de cuño irreal, tan intan-gible como los como los cuentos o como los sueños.

“Ese otro lenguaje viviente que es el arte, el amor y la amistad, son todos intentos de reunión que el yo realiza desde su isla para trascender su sole-dad. Y estos intentos son posibles en tanto sujeto a sujeto (...) mediante los concretos símbolos del arte, el mito y la fantasía (...) Y la dialéctica de la existencia funciona de tal modo que tanto más alcanzaremos al otro cuan-to más ahondamos en nuestra propia subjetividad”. Ernesto Sábato

De cuenta del espectador será el desenlace de estos relatos en latencia.

MARÍA E. YUGUERO

La Escuela y el Tiempo (*)

Cuando fotografío bosques, árboles, ramas u hojas, las horas transcurren a un ritmo diferente al usual. En esos momentos me envuelve la dimensión del mundo vegetal y su ciclo ralentiza-do, visto desde la perspectiva humana. Entonces podría decirse que soy un ár-bol, rama u hoja que se encuentra con sus pares compartiendo un lapso de duración indeterminada.

Mientras realizo las tomas y cuan-do luego elijo los negativos e imprimo las imágenes, siento que soy el desti-natario de un tipo de enseñanza que asimilo con la misma receptividad que cuando concurría a la escuela, aunque con algunas particulari-dades: en esta etapa de mi vida com-prendo que muchas de las lecciones aprendidas de tan simples y directas son inefables, que la fotografía es el mejor medio del que dispongo para registrarlas, y que de algún modo es-toy retratando al Tiempo.

Incluido en la fotografía tanto en cuestiones técnicas como filosófi-cas, el Tiempo es una de esas asig-naturas que sigo cursando, y aunque no tengo una tesis a la vista, veo en la vegetación aquellas metáforas vis-uales que podrían constituir algu-nas propiedades que le atribuimos al Tiempo: linealidad, repetición, expansión. Y también veo signos de un Tiempo interrumpido por causas ajenas al desarrollo natural, cuando

el ser humano interviene limitando, segando, mutilando.

En sus señales más próximas, en los ritmos y los ciclos, desde su ge-ometría caótica hasta su proporción armónica, desde los trazos y nudos que numeran su transcurrir y su declinación, cada bosque y cada briz-na es un espejo de las texturas y los pliegues del Tiempo.

Separadas entre sí cronológica y espacialmente, estas imágenes son simplemente alícuotas de Lo Fotográf-ico, pequeñas distracciones o inad-vertidos estados de atención que se le fueron presentando a este discípulo escolar poco aplicado, jugando en perpetuo recreo con el Tiempo, mien-tras la maestra Naturaleza intentaba enseñarle desde su silencio.

RFI /2016

(*) Nota: La expresión que actualmente en-

tendemos como “Escuela” tiene su origen en el idioma Griego: σχολή • (skholḗ): Ocio; Tiempo libre.

El significado original de esta pal-abra luego derivó en lo que hoy conoc-emos y aceptamos.

Las fotografías aquí expuestas fueron creadas por un escolar, tenien-do en cuenta la primera acepción del término.

Paradojas del Tiempo: en agosto de 2016 di por comenzado un portfolio que se inició hace más de treinta años atrás, sin proponérmelo, y que tendrá su fin sin que yo me entere (eso será cuando tome la última imagen con esta temática, que no necesariamente será la última fotografía que realice).

‘La Escuela y el Tiempo’ tiene un espíritu, una intención antojadiza: son tomas fotográficas analógicas donde cada obra es realizada en tiem-po libre, o mejor dicho, un tiempo sin limitaciones que cronometren la dura-ción de su impresión en el laboratorio, aula de mi aprendizaje. Pueden ser creadas en minutos o días, sin relojes ni calendarios que adviertan sobre posibles demoras o provoquen inter-rupciones en el flujo creativo.

La técnica elegida para el revelado implica un extenso proceso químico de coloración gradual, con el que de alguna forma represento el lento ciclo de brote, crecimiento y decadencia de las plantas.

Este escolar (aprendiz eterno) seguirá jugando con las variables de la dúctil materia fotográfica, intentan-do descubrir entre luz y sombra nue-vas vías de fototropismos positivos.

Sobre las obras

Roberto Fernández Ibáñes

val de la Luz" (Ediciones Larivière, Argentina); "Arte Uruguayo: de los Maestros a nuestros días"; “Alaska Editions #2”, Londres, "PhotoWorld Magazine China": “Roberto Fernán-dez Ibáñez, Renaissance Man”, en-trevista de Alasdair Foster, Cultural Development Consulting, Australia, y Chaeg Magazine, Corea del Sur.

Expuso en el Museo y Archivo Histórico Municipal (Cabildo), Centro Municipal de Exposiciones (Subte), Sala Carlos Sáez, Centro de Fotografía (CdF), Galería A Cielo Abierto (CdF), FotoClub Uruguayo, Fundación FU-CAC, Galería del Notariado, Galería La Puerta de San Juan, Fundación Pablo Atchugarry, Museo J.M. Blanes, Espa-cio Cultural San José.

Su obra se encuentra en colecciones privadas, en la Fototeca Latino Amer-icana - FoLA, Argentina, en la Univer-sidad de Yale, New Haven CT, y en la colección del Museum of Fine Arts Houston, USA.

Recibió el Premio Morosoli en Artes Plásticas / Fotografía en reconoci-miento a su trayectoria artística y su contribución a la cultura uruguaya.

Roberto Fernández Ibáñez nació en Montevideo, en 1955. En su taller-lab-oratorio crea obras fotográficas úni-cas con técnicas y fórmulas propias. Realiza libros de artista que incluyen haiku y prosa de su autoría, dibujo, fotografía y técnica mixta.

Invitado a exponer en la Bienal Fo-toFest 2016 ‘Changing Circumstanc-es’, Houston, USA, Bienal Fotográfica Bogotá 2015, Colombia, y al Lianzhou Foto Festival 2015 China. Selecciona-do para FotoFest International Dis-coveries en 2007 y en 2015, Houston, USA, FotoWeek Washington DC, Encuentros Abiertos de Fotografía / Festival de la Luz en Argentina 2006 y 2016, y para Head On Photo Festival 2016, Sydney, Australia. Expositor invitado al California Institute of Inte-gral Studies, San Francisco USA. Se-leccionado al IV Fórum Latino-Ameri-cano de Fotografía de São Paulo, 2016, Brasil. Premiado en el Foro Interna-tional del Festival de la Luz, Argenti-na, en 2004 y en 2014.

Publicado en "Image and Memo-ry: Photography from Latin America 1866-1994" (TX USA); "Premio Festi-

Rincón 575 P.B. Montevideo, UruguayTel: 2915 7933 int. 20015

E-mail: salasaez@gmail.comWeb: www.mtop.gub.uy/salasaez

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