la educación en letras de pablo latapí

16
Ceja Rojas Marisol 18 de mayo del 2015 La educación en letras de Pablo Latapí INTRODUCCIÓN Pensar la educación es un trabajo arduo y complicado si se toma con seriedad, porque en ella intervienen múltiples factores que la hacen, al criterio de la sociedad, un proceso valioso o un hecho más sin importancia; sin embargo, a pesar de la vislumbrada dificultad, puede manifestarse con seguridad que vale la pena emprender este esfuerzo, pues la comprensión que deriva de este estudio podría llevarnos a dar cuenta de las dificultades, debilidades y desaciertos y en consecuencia, a emprender algunas acciones que hagan mejor nuestra actuación en la labor educativa, especialmente en tiempos en que la vida en México se presenta injusta y desalentadora y en que la educación se muestra como una alternativa poderosa para el cambio. Es necesario que el educador revise continuamente los conceptos con los cuales trabaja pues de la definición que de ellos tenga se desprenderá, en gran medida, la forma en que se relacione y lleve a cabo su labor. Entre estos conceptos podría mencionar, al menos de entrada, el concepto de educación, de hombre y de conocimiento. Este ensayo está basado en el pensamiento que sobre educación expone el Dr. Pablo Latapí Sarre en sus obras “Horizontes de la educación: lecturas para maestros”, “Política educativa y valores nacionales” y “Análisis de un sexenio de educación en México, 1970-1976”; y se desarrolla sobre cuatro líneas temáticas; la primera referente a los problemas que para el autor aquejan al sistema educativo nacional, la segunda 1

Upload: nte1504

Post on 07-Aug-2015

38 views

Category:

Documents


3 download

TRANSCRIPT

Page 1: La educación en letras de Pablo Latapí

Ceja Rojas Marisol18 de mayo del 2015

La educación en letras de Pablo Latapí

INTRODUCCIÓN

Pensar la educación es un trabajo arduo y complicado si se toma con seriedad, porque en ella intervienen múltiples factores que la hacen, al criterio de la sociedad, un proceso valioso o un hecho más sin importancia; sin embargo, a pesar de la vislumbrada dificultad, puede manifestarse con seguridad que vale la pena emprender este esfuerzo, pues la comprensión que deriva de este estudio podría llevarnos a dar cuenta de las dificultades, debilidades y desaciertos y en consecuencia, a emprender algunas acciones que hagan mejor nuestra actuación en la labor educativa, especialmente en tiempos en que la vida en México se presenta injusta y desalentadora y en que la educación se muestra como una alternativa poderosa para el cambio.

Es necesario que el educador revise continuamente los conceptos con los cuales trabaja pues de la definición que de ellos tenga se desprenderá, en gran medida, la forma en que se relacione y lleve a cabo su labor. Entre estos conceptos podría mencionar, al menos de entrada, el concepto de educación, de hombre y de conocimiento.

Este ensayo está basado en el pensamiento que sobre educación expone el Dr. Pablo Latapí Sarre en sus obras “Horizontes de la educación: lecturas para maestros”, “Política educativa y valores nacionales” y “Análisis de un sexenio de educación en México, 1970-1976”; y se desarrolla sobre cuatro líneas temáticas; la primera referente a los problemas que para el autor aquejan al sistema educativo nacional, la segunda concerniente a la definición que Latapí manifiesta de educación, la tercera atendiendo a la interminable pregunta ¿Para qué educar? o ¿Cuál es el fin de la educación? y la cuarta y última línea sobre el modelo “incrementalista” como vía propuesta por Latapí para mejorar la educación mexicana.

Ahora bien, antes de comenzar a adentrarnos en materia me parece conveniente exponer algunos datos biográficos que nos familiaricen con el autor al que hago referencia durante el ensayo.

1

Page 2: La educación en letras de Pablo Latapí

Pablo Latapí Sarre, nació en la Ciudad de México, el 19 de abril de 1927. En 1942 ingreso a la Compañía de Jesús, donde realizó sus estudios de letras (latín, griego y español).

Estudió en la Casa de Estudios Jesuíticos ubicada en Texas, Estados Unidos, hasta que culminó su Maestría en Filosofía. Viajó a Alemania para iniciar sus estudios de doctorado en filosofía en Múnich, y los culminó en la Universidad Hamburgo.

Terminado su doctorado regresó a México, donde fundó y dirigió el Centro de Estudios Educativos en 1963. Promovió el Primer Congreso Nacional de Investigación Educativa, en 1981, en 1985 fue nombrado miembro del Sistema Nacional de Investigadores (nivel III); investigador emérito de la Universidad Nacional Autónoma de México desde 1996 y a partir de 2003 investigador nacional de excelencia.

El final de sus días llegó la madrugada del 4 de agosto del 2009 a la edad de 82 años.

Pablo Latapí forjó una trayectoria prolífica en el campo de la investigación, ofreciendo una crítica honesta y científica sobre la realidad de nuestra educación nacional, impidiéndonos ignorar sus problemáticas y alentándonos a no cruzar los brazos y hacer algo por mejorar. Como él mencionó durante un homenaje que se le realizó en la sede del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional:

Estoy convencido de que hay que seguir trabajando por lo que queremos, en lo que nos corresponde a todos, creo que para eso es la vida, es construir esperanza, abrir horizontes, tender puentes hacia un futuro mejor, sembrar alegría invocando nuestras utopías y trabajando tenazmente por realizarlas hasta el último día de nuestra vida. 1

DESARROLLO

Los problemas del sistema educativo

Pablo Latapí, como investigador y crítico del sistema educativo nacional señala, para nuestra reflexión, algunos problemas y desajustes que para él han hecho parte del malestar de la educación en México.

1 Biblioteca Iberoamericana “Octavio Paz”. Pablo Latapí impulsor de la educación en México [en línea]. Febrero- Abril 2010 [fecha de consulta: 9 de mayo del 2015] Disponible en: http://www.google.com.mx/url?sa=t&rct=j&q=&esrc=s&source=web&cd=1&ved=0CBwQFjAA&url=http%3A%2F%2Fservicios.cencar.udg.mx%2Fiberoamericana%2Fgetpdf.php%3Farchivo%3Dbolet%25EDn16...pdf&ei=1c9WVfOeCoLJsAX1sIFo&usg=AFQjCNHTRH8HGizQhkgXKiSxQ8CuK3Ho5w&bvm=bv.93564037,d.b2w

2

Page 3: La educación en letras de Pablo Latapí

No es un secreto que la educación es percibida por los mexicanos como un aparato inmensamente malo en el que se gastan millones de pesos diarios que no se ven reflejados en mejora, así, el sistema educativo, aún a pesar de las reformas e “innovaciones” no es más que esa “máquina pesada, ineficiente y aburrida” 2.

La escuela parece estar más preocupada por certificar que por educar, es una acusación fuerte pero verdadera, “la escuela primaria apenas alfabetiza, la educación rural es menos que rudimentaria, las normales son –digámoslo con benevolencia- mediocres”3, los niños egresan de la primaria sin saber leer con fluidez y los que leen bien no comprenden los textos, en ocasiones ni siquiera los más sencillos; no saben resolver las cuatro operaciones matemáticas básicas y los que saben no entienden cómo utilizarlas en la resolución de problemas. Ingresan a la secundaria sin dominar las habilidades básicas del pensamiento, egresan y las fallas de conocimiento siguen ahí o se han agravado, “resulta verdadera excepción quien aprende a pensar y a expresarse en verdadero español”4.

“Hay un consenso informal basado en experiencia cotidianas, en que la gran mayoría de las escuelas son bastante ineficaces. Enseñan muy poco y lo enseñan mal”5, padres de familia y grupos se reúnen y al hablar de escuelas y educación la opinión es bastante homogénea, los niños no están aprendiendo; no razonan ni se expresan con habilidad.

Ello es un problema pues entonces se diría que el sistema no está cumpliendo con una de sus funciones y la más reconocida, su función académica, que consiste en “estimular el proceso de enseñanza-aprendizaje. Además de instruir, debe desarrollar en la población habilidades intelectuales (raciocinio, comprensión, síntesis, evaluación etc.)”6. Cuando el sistema no cumple a cabalidad con esta función niega a la población que atiende la oportunidad de contar un pensamiento lógico propio que le permita integrarse adecuadamente a los procesos sociales, participar de sus beneficios y gozar de libertad.

2 Latapí Sarre, P., (1989), Política educativa y valores nacionales. Segunda edición. México. Editorial Nueva Imagen S.A. Pág. 723 Ibídem. 4 Ibíd. Pág. 755 Latapí Sarre, P., (1989), Política educativa y valores nacionales. Segunda edición. México. Editorial Nueva Imagen S.A. Pág. 806 Latapí Sarre, P., (1980), Análisis de un sexenio de educación en México, 1970-1976. México. Editorial Nueva Imagen S.A. Pág. 39

3

Page 4: La educación en letras de Pablo Latapí

Otro problema que evidencia Latapí es la constitución del sistema escolar como filtro de selección social que genera condiciones de desigualdad y marginación en la sociedad.

La sociedad esta estratificada en distintas clases sociales una francamente adinerada, otra con relativa capacidad económica que les permite sobrevivir “cómodamente”, otra donde apenas tienen para vivir un día más con carencias y una más que duele y que preferimos no mirar.

En este panorama de marcadas diferencias es de esperarse que las clases más oprimidas tengan en último lugar de su lista de preocupaciones el deseo por educarse porque lo que desean a diario es saber si ese día podrán alimentase y que entre sus acciones no figure un esfuerzo por exigir que se amplíen las oportunidades para su ingreso al sistema escolar; así, quienes reclaman al sistema expansión educativa son las clases que han cubierto sus necesidades básicas, que saben de la importancia de la educación y que se sienten con la necesidad de adquirirla, es decir, las clases medias y altas.

Explicado lo anterior puede entenderse que cuando el gobierno opta por atender la demanda educativa acepta y legitima la configuración del poder existente donde los ricos siguen siendo y cada vez se hacen más ricos y los pobres siguen siendo pobres.

Pero la educación no puede proponerse educar a unos y abandonar a otros, sino que tiene que aceptar a todos.

“En la medida que la estratificación social se vuelve menos rígida disminuye notablemente la desigualdad de oportunidades de educación: aún pequeños cambios en el sistema de estratificación generan progresos muy importantes en la igualación de oportunidades educativas”7, no obstante, la política económica interesada en mantener estas clases sociales limita la acción de la política educativa aunque ello no debe ser excusa para cruzar los brazos y esperar a que milagrosamente surja el cambio. Emprender acciones como hacer notar esta condición, crear programas compensatorios o abatir la desnutrición son vías en manos de la política educativa que contribuirían a disminuir la desigualdad educativa.

Si continuamos explorando nos topamos con otra situación: “la escuela se ha aislado de la vida. Han engendrado una cultura artificial hecha de programas fijos, de reglas, ritos y requisitos que enajenan al estudiante”8. Las escuelas han optado por encerrarse en el currículo aferrándose a la transmisión de contenido duro, de

7 Latapí Sarre, P., (1989), Política educativa y valores nacionales. Segunda edición. México. Editorial Nueva Imagen S.A. Pág. 109

4

Page 5: La educación en letras de Pablo Latapí

una gama de datos que los estudiantes perciben alejados de su vida, esta situación se manifiesta en la pregunta “y eso ¿para qué me sirve?” que tanto ofende a los maestros pero para la que ni siquiera ellos tienen una respuesta diferente a “algún día lo vas a necesitar”.

Los estudiantes memorizan palabras pero no aprenden, los estudiantes repiten pero no piensan, si la educación es “en cuanto contribuya a ahondar nuestra consciencia”9 y no está moviendo más que a memorizar ¿Realmente se educa en las escuelas mexicanas?

Y entonces, ¿Qué resulta de una educación que se centra en vigilar que los estudiantes memoricen y repitan correctamente contenidos y que no se preocupa porque revisen y reflexionen lo que acontece en su realidad? la respuesta es simple, resulta un espacio tedioso y unos estudiantes que olvidan con facilidad (porque sólo “aprenden” hasta que llega el examen y vacían lo memorizado) y peor aún resulta en estudiantes ignorantes de los problemas sociales y a la larga apáticos de los mismos.

“La teoría es indispensable pero para no ser artificial debe venir requerida por los hechos” y hoy lo que los estudiantes necesitan es entrar en contacto con la teoría viva, esa, que realmente nos ayuda a comprender la realidad, que nos empuja a pensar el actuar diario, esa que provoca que nuestro comportamiento cambie para mejor y que nos invita a innovar y crear conocimiento más que absorber información.

Si la escuela, se preocupa un poco más por acercar a los estudiantes a la realidad social “habrá contribuido a formar [además] consciencia cívica y consciencia humana”10

Latapí nos habla de la educación tercermundista como un área en la que se puede actuar para el cambio más que como desventaja que paraliza, pero aquí señala otro problema: somos subdesarrollados por lo que nos falta de audacia, creatividad y confianza. Porque preferimos copiar modelos extranjeros y refugiarnos en la culpabilidad ajena en vez de superar la propia.

8 Latapí Sarre, P., (1989), Política educativa y valores nacionales. Segunda edición. México. Editorial Nueva Imagen S.A. Pág. 1419 Latapí Sarre, P., (1989), Política educativa y valores nacionales. Segunda edición. México. Editorial Nueva Imagen S.A. Pág. 14110 Latapí Sarre, P., (1989), Política educativa y valores nacionales. Segunda edición. México. Editorial Nueva Imagen S.A. Pág. 144

5

Page 6: La educación en letras de Pablo Latapí

Si repensáramos los términos que hemos decidido adoptar para educar podríamos darnos cuenta de que no están coincidiendo con las verdaderas necesidades educativas de la población mexicana.

La alfabetización ayuda a ejemplificar esta situación; si el objetivo es educar un campesino pobre no es válido quedarnos en el hecho de que aprenda a leer y escribir, tendríamos que ir más allá porque a este campesino le favorecería más “conocer sus derechos básicos, saber usar los servicios públicos que están a su alcance, poderse expresar y tener algunas experiencias prácticas de organización popular y lucha política”11.

El sistema educativo necesita emprender un esfuerzo por redefinir que se necesita enseñar al contacto con la realidad creando modelos adecuados a estas necesidades y que procuren el bienestar y el progreso de las personas.

¿Qué significa educación?

Creo que ahora estamos en condiciones de preguntar a Latapí ¿qué es para él educación?, en un intento de esclarecer este concepto tan referido pero tan diluido en el lenguaje.

Latapí es claro al decir “llevo 30 años tratando de comprender la educación y estudiando cómo mejorarla y, tengo que confesar que no sé qué es educar ni qué pueden esperar legítimamente las escuelas ni mucho menos los alumnos”12, no obstante esta paradoja, comparte algunas líneas que dejan entrever sus nociones sobre lo que significa educación.

La educación es “primeramente ayudar a tomar consciencia de una identidad dinámica; aprenderse a sí mismo y, para ello aprender la propia herencia cultural”13, esta primera etapa a veces olvidada pero que para Latapí es importante en la definición de educación; aprenderse a sí mismo en cuanto a nuestro cuerpo, sentimientos, impulsos, carencias, debilidades, destrezas, gustos, cambios, y aprender las creencias, tradiciones, costumbres, lenguaje, mitos, formas de organización que configuran el entorno en el que crecemos y por ende a nosotros mismos; el espacio que nos hace lo que somos.

Después, educación es el proceso por el cual “despertamos en otros gran curiosidad y desarrollamos su sensibilidad a la sorpresa, invitamos a asumir la aventura de conocer un mundo extraño y aceptando de antemano los acertijos en

11 Latapí Sarre, P., (1989), Política educativa y valores nacionales. Segunda edición. México. Editorial Nueva Imagen S.A. Pág. 15012 Latapí Sarre, P., (2003), Horizontes de la educación: lecturas para maestros. Volumen 1. México. Editorial Aula XXI Santillana. Pág. 5513 Ibíd. Pág. 47

6

Page 7: La educación en letras de Pablo Latapí

que estamos sumergidos”, en este sentido, la educación es aquella que más que dar respuestas lanza preguntas y alienta a los alumnos a buscar y gozar de los riesgos de descubrir y modificar.

Pensar la educación de esta manera, dice Latapí, nos empuja a reconocer en el hombre a “un ser que sabe y que sabe que sabe, pero que además sabe que no sabe”14, un hombre que “es grande por lo que ha descubierto pero pequeño ante la inmensidad de lo que ignora”15, un hombre que se sabe falible y que acepta que necesita aprender constantemente, hacer preguntas, aventurarse a descubrir; acepta el dinamismo de lo que conoce y por tanto acepta su necesidad de educación. Y la educación encuentra en este hombre perfectible su sentido de ser.

Latapí insiste, educación es aprender a “amar el conocimiento y descubrir en él retos personales, inventar maneras propias de aprender y hacernos dueños de nuestra propia reflexión. Es introducirnos al asombro, acercarnos a la posibilidad de lo absoluto y, a la vez, tratar de comprender la perversidad humana. Es leer, leer mucho, perderse en la música y la poesía, contestar las respuestas con nuevas preguntas, y así madurar, en apertura a los demás y capacidad creciente de bondad”16.

Y ante estas definiciones de educación salta a la vista lo que es la educación hoy en las aulas pues no coincide con lo que Latapí describe, los estudiantes permanecen sentados en un salón, copiando lo que la maestra apunta en el pizarrón o lo que está impreso en los libros sin cuestionar el significado de lo que transcriben a su cuaderno, sin socializar lo que están aprendiendo, sin escuchar otras formas de comprender el contenido. No aman lo que aprenden y en sus tiempos libres hacen muchas cosas menos volver al conocimiento, y a veces parecen huir de todo lo que les represente la escuela y el estudio.

Por otro lado, tampoco parece que la educación esté cumpliendo con ayudar a los estudiantes a que comprendan la perversidad humana, y entonces tenemos niños que desde muy pequeños ya son capaces de hacer daño a sus compañeros por prestigio o adquisición.

La educación se limitó a “seguir un programa de asignaturas y pierde el tiempo en memorizando dinastías”17.

Latapí pone acento en que con su concepción de educación no está negada a las reglas porque de hecho el mundo necesita reglas mínimas para no caer en caos,

14 Latapí Sarre, P., (2003), Horizontes de la educación: lecturas para maestros. Volumen 1. México. Editorial Aula XXI Santillana. Pág. 5315 Ibíd. Pág. 5416 Ibíd. Pág. 5617 Ibíd. Pág. 55

7

Page 8: La educación en letras de Pablo Latapí

“pero las normas debieran propiciar la aventura educativa y no inhibirla”18, es decir, no se trata de un ambiente en que los estudiantes pasan el tiempo sin propósito alguno sino un ambiente de libertad que reta a aprender e inspira a amar lo que se hace.

Finalmente, en esta etapa de definición, Latapí enfatiza otro aspecto que debe distinguir a la educación; la educación “pone en condiciones para comprender no sólo las verdades intelectuales sino también las verdades humanas, y por tanto educar para comprender la incomprensión; que debe preparar para establecer relaciones humanas sanas, honestas y constructivas”19. Aprender a dominar los asuntos intelectuales como los asuntos de los deseos y los sentimientos es vital para crear la sociedad tolerante y pacífica que tanto se anhela.

“Somos ida y regreso entre el anhelo y la desilusión, mezcla de mal y bien, ensayo reiterado. Vivimos unos cuantos momentos esplendidos para regresar a la comprobación permanente de que el Bien absoluto nos queda grande”20.

El fin de la educación

Después de definir a la educación resulta relevante comenzar a pensar en el telos educativo, pues educamos de una u otra forma pero es necesario saber qué es lo que finalmente se pretende con educar.

Congruente, al menos a mi parecer, con su definición de educar Latapí advierte que se debe educar para ahondar la consciencia, dejar de ser víctimas de la explotación del más fuerte y comprometernos con la justicia social. El fin de la educación es emancipar.

La educación debe, en este sentido, dar las bases para “cuestionar los mecanismos de sometimiento de las clases oprimidas, combatir la enajenación de la consciencia, fortalecer el compromiso con la justicia y la reivindicación de derechos conculcados e incitar a transformar las condiciones del trabajo”21. La educación debería entonces proveer al hombre de las herramientas necesarias para conocerse, aprender a pensar por sí mismo y ser compasivo ante el dolor y la injusticia.

Derivado de nuestro ejercicio en el arte de cuestionar los esquemas preestablecidos, de asombrarnos, de acercarnos al dolor, a las injusticias y a la vileza humana; consecuencia de nuestra formación en un ambiente de bondad y

18 Latapí Sarre, P., (2003), Horizontes de la educación: lecturas para maestros. Volumen 1. México. Editorial Aula XXI Santillana. Pág. 5619 Ibíd. Pág. 8020 Ibíd. Pág. 8921 Ibíd. Pág. 131

8

Page 9: La educación en letras de Pablo Latapí

libertad debe surgir un sentimiento de necesidad de emancipación de opinión y de acción, en el que tengamos la posibilidad de reinventarnos y buscar alternativas. Una necesidad de justicia social que nos orille a no cerrar los ojos ante los malos manejos y luchar en solidaridad por el progreso y el bienestar de todos.

El incrementalismo: una alternativa de cambio

Pablo Latapí llama la atención a un hecho importante: las acciones que se emprendan desde la educación para mejorar no van a producir efectos importantes por sí mismas sobre la estructura social porque estarán siempre condicionadas por una red de estructuras que impiden su máximo impacto y el logro cabal de sus objetivos.

Para ilustrar esta idea podemos tomar como ejemplo el propósito de la escuela de inculcar valores. Latapí lo explica así, “el propósito de inculcar determinados valores a través de la escuela, se sabe de sobra, no puede ser independiente de los valores que de hecho transpiran las conductas sociales. Por esto, los intentos de transformación que no vayan acompañados de acciones correspondientes en el resto del aparato político, más bien promoverán la frustración y la aguda esquizofrenia valoral de los individuos”22, es decir, las acciones emprendidas para formar valores pueden desfallecer en una sociedad que humilla, compite y agrede.

“El incrementalismo afirma la posibilidad que la educación, acompañada de otros procesos sociales provoquen cambios graduales, tanto en los procesos y estructuras objetivas como en los valores y niveles de consciencia de las personas que refuercen las tendencia deseables que conduzcan a cambios mayores”23 se habla de que la educación produzca efectos graduales acumulativos que de a poco creen rupturas en el orden establecido y abran camino a la construcción de una sociedad más justa, libre y tolerante orientada a combatir la individualidad y la marginalidad.

Las acciones educativas tienen que estar inmersas en otras estrategias transformadoras, no pueden actuar solas si es que se esperan cambios significativos. La educación inmersa en otras estrategias transformadoras “pueden contribuir a cambiar la sociedad gradualmente; el punto crucial es la

22 Latapí Sarre, P., (1989), Política educativa y valores nacionales. Segunda edición. México. Editorial Nueva Imagen S.A. Pág. 3023 Latapí Sarre, P., (1980), Análisis de un sexenio de educación en México, 1970-1976. México. Editorial Nueva Imagen S.A. Pág. 34

9

Page 10: La educación en letras de Pablo Latapí

participación en procesos sociales que involucren cambios estructurales pequeños y anticipan cambios mayores”24.

“La educación, sumada a otras acciones sociopolíticas y económicas tienen la capacidad de contribuir a la generación de cambios graduales, tanto en las estructuras objetivas de la sociedad como en los valores y niveles de consciencia de las personas”25.

“Si el sistema educativo es un fiel servidor de la economía y ésta requiere cuadros ocupacionales marcadamente elitistas ofreciendo empleo escaso y fuertemente estratificado, ¿tiene la educación en nuestros países otra salida a su actual elitismo que no sea la de un cambio en la estructura económica?”26.

Si se piensa así, las reformas educativas tendrían que estar acompañadas de proyectos o reformas económicas y políticas congruentes.

Estos efectos graduales deben tener un carácter transexenal, emprender investigaciones, experimentos e innovaciones educativas que aporten experiencia para acertar en decisiones que se tomarán en los sexenios siguientes27. Las reformas y proyectos requerirían un trabajo no de campaña sino de continuidad política.

Finalmente, Latapí dice: “aunque el entorno no es optimista, la educación no debe darse por vencida” 28 y aunque las acciones sean modestas si se emprenden con inspiración, confianza y creatividad y están basadas en nuevos significados pueden comenzar a provocar cambios; “no alcanzo a imaginarme que haya otra manera de que nazca una nueva sociedad”29.

CONCLUSIÓN

Lo que más me impacto en todo este trabajo es la idea de que la educación no es una barita mágica con el poder de cambiar todo sólo con sus acciones porque necesita de la cooperación de otros sectores, pero que esto no debe detener las finalidades de la misma.

Me parece interesante la propuesta de Latapí, a veces se piensa que las acciones que mejor impacto pueden tener son las acciones a gran escala y entonces nos

24 Latapí Sarre, P., (1980), Análisis de un sexenio de educación en México, 1970-1976. México. Editorial Nueva Imagen S.A. Pág. 3525 Ibíd. Pág. 22526 Ibíd. Pág. 22727 Ibíd. Pág. 22928 Ibíd. Pág. 18129 Latapí Sarre, P., (1989), Política educativa y valores nacionales. Segunda edición. México. Editorial Nueva Imagen S.A. Pág. 160

10

Page 11: La educación en letras de Pablo Latapí

desmotivamos y despreciamos las acciones modestas porque ¿Qué tan importante puede ser comenzar a enseñar en los pueblos a los más pobres sus derechos?, pero si no emprendemos grandes acciones y despreciamos las pequeñas nos quedamos cruzados de brazos y caemos en la tan criticada repetición que nos hace perder sentido de lo que buscábamos al comenzar nuestra labor educativa y nos hace olvidar los sentimientos y emociones que en principio nos movieron a optar por esta labor.

Y con nuestra elección por la repetición condenamos también a las personas que educamos a repetir y con ello contribuimos a seguir generando una línea de esclavos. Creo que si atendemos a la sugerencia de Latapí nos convertiríamos en un grupo profesional enfocado en crear proyectos continuados con relevancia social preocupados por encontrar respuestas que promuevan mejoras.

También llama mi atención el hecho de que Latapí describe un concepto de educación que implica, además de conocimientos y la formación intelectual, el estudio del ser humano en sus sentimientos y la contemplación de que es necesario que el estudiante se encuentre con las bellas artes.

Es una educación que saca a los estudiantes de los libros y los datos y los acerca más a la realidad a que exploren a partir de lo que saben, pero sobre todo a partir de lo que no saben, el conocimiento. Es importante revisar el pasado pero sin perder de vista el presente con todo lo que este representa descubrimientos, vida común, problemas sociales.

Este trabajo me requirió mucho desde la elección del autor y las obras que trataría, hubo incertidumbre porque no sabía que iba a encontrar en las palabras de Latapí, si iba a coincidir, si no, si iba a poder articular un trabajo. La lectura me envolvió, porque a pesar de que fue escrita hace tiempo parecía actual, y porque el lenguaje de Latapí fue tan sencillo que me implicaba, me hablaba.

Aprendí como no había aprendido a un autor.

REFERENCIA

I. Latapí Sarre, P., (2003), Horizontes de la educación: lecturas para maestros. Volumen 1. México. Editorial Aula XXI Santillana.

II. Latapí Sarre, P., (1989), Política educativa y valores nacionales. Segunda edición. México. Editorial Nueva Imagen S.A.

III. Latapí Sarre, P., (1980), Análisis de un sexenio de educación en México, 1970-1976. México. Editorial Nueva Imagen S.A.

11