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    LOS VENCEDORES VENCIDOS:

    LA PECULIAR MEMORIA DE LA DIVISIN AZUL,

    1945-2005

    Xos Manoel Nez Seixas

    El 12 de octubre de 2004, el desfile militar que por el centro de Madrid con

    memoraba e lDa de la Hispanidad estuvo protagonizado por un hecho insli to.

    Junto a las altas autoridades civiles y militares del Estado, compartan tribuna

    un representante de los combatientes republicanos espaoles de la famosa 9.

    a

    com pa a de la Div isin Leclerc du ran te la II Gu erra M un dial, Luis Ro yo... y un

    representante de la Fundacin Divisin Azul: el antiguo combatiente franquista

    de la guerra civil, po sterior v olun tario en el frente ruso con el grado de sargento

    y prision ero en la URSS entre 1943 y 1954, ngel Salam anca. La polm ica anid

    en los medios de comunicacin durante semanas . Pero an ms sorprendente

    fue la justificacin ofrecida por el ministro de Defensa, que apelaba a la recon

    ciliacin y a la superacin de las heridas del pasado como justificacin para

    invitar a ex-com batientes de los dos bando s enfrentados en 1936-39, arguye ndo

    que ambos haban luchado por Espaa. Argumento que fue admitido por va

    rios columnistas

    1

    . Fuera de los partidos situados a la izquierda del PSOE y los

    partidos nacionalistas subestatales, el tratamiento dado a esa presencia en los

    medios de comunicacin espaoles fue relat ivamente benigno

    2

    .

    Este hecho, sorprendente a primera vista, se explica en buena parte porque

    la Divisin Azul, su recuerdo y su memoria, no slo goza de un marchamo

    heroico y extico que le confieren un lugar especial en las guerras espaolas

    del siglo XX. Tambin disfruta de una memoria peculiar, en muchos aspec

    tos benigna, forjada desde antes incluso del final de la II Guerra Mundial. En

    este artculo intentaremos acercarnos brevemente a ella a travs del elemento

    constructor principal , aunque no nico, que ha configurado lo que podemos

    denominar e l

    relato divisionario:

    la abundante produccin autobiogrfica y/o

    1.

    Por ejemplo,

    vid.

    CARRERAS,Frances cde, Agobiados po r los smbolos, La Vanguardia, 16.10.2004,

    p. 8.

    2.Por ejemplo, vid. las reacciones deEl

    Pas,

    11.10 y 13.10.2004, p. 8.

    Pasado yMemoria.Revista de Historia

    Contempornea,

    4, 2005, pp. 83-113

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    84 Xos Manoel Nez Seixas

    ficcional con elementos autobiogrficos de los veteranos de guerra y por sus

    asociaciones.

    1 . RUSIA ES CULPABLE

    El 24 de junio de 1941, dos das despus de que el III Reich invadiese la

    Unin Sovit ica, una manifestacin de miembros y s impatizantes de FET de

    las JONS transcurri por el centro de Madrid. Ramn Serrano Ser areng a

    los manifestantes desde un balcn de la sede de FET en Madrid, con una co

    nocida frase: Rusia es culpable. De nuestra Guerra Civil, de la muerte de Jos

    Antonio. Los espaoles deban part icipar al lado de Alemania en una empresa

    que se supona rpida, de la mano de un ejrci to invencible l lamado a imponer

    el Nuevo Orden en Europa, para garantizar la presencia relevante de Espaa

    en ese nuevo orden. Y la part icipacin en la campaa rusa era vista como una

    continuacin de la Guerra Civil: la lucha contra el comunismo, iniciada por los

    falangistas y sus aliados en julio de 1936, y de la que los espaoles habran sido

    pioneros en la victoria, continuara ahora hasta el mismo corazn delImperio

    del Mal.

    Entre principios de jul io de 1941, cuando parte la primera expedicin com

    puesta por unos 18.000 voluntarios, y principios de febrero de 1944, alrededor

    de 45.000 combatientes espaoles pasaron por la l lamada Divisin Espaola

    de Voluntarios, 250 (spanische) Divisin o, ms comnmente, Divisin

    Azul. De ellos, alrededor de 4.300 no volvieron, y cerca de un 40% adicional

    sufrieron heridas de diversa consideracin, de las que en numerosos casos arras

    t raron secuelas de por vida . Adems, un nmero indeterminado de voluntar ios

    espaoles, entre 300 y 700, se enrolaron desde febrero de 1944 en diversas

    compaas de la Wehrmacht y las Waffen SS. Alrededor de 484 combatientes

    espaoles fueron hechos prisioneros por el Ejrcito Rojo. De ellos retornaron a

    Espaa un total de 248 a prim eros de abril de 1954, com pletado s po steriorm en

    te con una pequea expedicin de 47 repatriados en mayo de 1959

    3

    .

    No fue una rpida y gloriosa campaa, como los voluntarios del verano

    de 1941 esperaban. Pero, pese a ello, la experiencia de la Divisin Azul [DA]

    fue decisiva para el fascismo espaol. De ella particip, de entrada, una buena

    parte de la militancia falangista ms radical. Es decir, aquellos que optaban de

    cididamente por un al ineamiento sin fisuras del rgimen de Franco con las po

    tencias del Eje, y que asimismo preconizaban una imprecisa revolucin social

    3.

    Sobre la Divisin Azul existe una amplia bibliografa, centrada en los aspectos diplomticos y

    militares. Vid. PROCTOR, R a y m o n d , Agona de unneutral: Lasrelaciones hispanoalemanas durante la

    segunda guerramundial ylaDivisinAzul, Madrid, 1972;KLEINFELD, Gerald R., y TAMBS,Lewis A.,La

    Divisin Espaolade

    Hitler.

    LaDivisinAzul en Rusia,M adrid , 1983 [1979];RUHL,K laus-Jrg,

    Franco,

    Falangey III

    Reich.

    Espaa durante la IIGuerraMundial, Madrid, 1986 [1975];BOWEN,W a y n e, Spa-

    niards and Nazi Germany:Collaboration in the New Order, Columbia , 2000; MORENO JULIA, Xavier,

    LaDivisin Azul. Sangreespaola en Rusia, 1941 '-'1945, B arcelona, 2004, y los captulos co rrespo n

    dientes de ESTES,K enneth Wil liam,AEuropeanAnabasis-WesternEuropean Volunteersin the Germn

    Army andSS, 1940-1945,

    s. 1., 2003 (disponible en: www.gutenberg-e .org/esk01/main.html ).

    Pasadoy Memoria.Revista de Historia Contempornea 4 2 0 0 5 pp. 83-113

    http://www.gutenberg-e.org/esk01/main.htmlhttp://www.gutenberg-e.org/esk01/main.htmlhttp://www.gutenberg-e.org/esk01/main.html
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    Los vencedores vencidos: la peculiar memoria de la Divisin

    Azul

    1945-2005 85

    y nacional que fuese ms all de los pactos con la Iglesia y la derecha catlica

    tradicional espaola. Fueron, sobre todo, veteranos falangistas de camisa vieja,

    muchos de el los ex-combatientes de la Guerra Civi l o que haban pasado los

    tres aos de conflicto en la zona republicana. Pero tambin jvenes estudiantes

    falangistas, o que no haban participado en la Guerra Civil por haber vivido

    en zona republicana hasta el final de la guerra, en bastantes casos con cuentas

    familiares pendientes con

    elcomunismo

    por haber perdido familiares a manos de

    la represin en zona republicana. La participacin en la DA era contemplada,

    as,

    com o una ven gan za, una aven tura y una inversin: en Rusia adqu iriran

    una influencia y prestigio que les permitira volver a casa e imponer el fascismo

    revolucionario sin co nces iones.

    Sin embargo, la dura realidad del invierno ruso, de la

    brutalizacin

    de la gue

    rra que tuvo lugar de m od o drstico en el Frente del Este

    4

    , de la tenaz resistencia

    sovitica y la constatacin del estancamiento, primero, y el retroceso despus

    del Ejrcito alemn y sus aliados (el ejrcito europeo frente al bolchevismo)

    se sum a su vuelta a Espaa, tras 1943, a la constatacin del hecho de que el

    rgimen franquista evit el compromiso decidido con el III Reich y busc un

    acercamiento a los Aliados. Ello fue visto como una traicin por parte de los

    divisionarios, pero al mismo uiempo la DA fue presentada en lo sucesivo como

    una avanzada de la lucha de la civilizacin occidental frente al comunismo.

    La memoria de la DA, su recuerdo a travs de la celebracin de actos p

    blicos, la ereccin de lugares de memoria y los nomencltores urbanos, no fue

    totalmente silenciada o prohibida por el rgimen franquista, pese a tratarse de

    la prueba ms palpable de su cercana ideolgica a las potencias del Eje durante

    la II Guerra Mundial. Pero s fue convenientemente mantenida bajo control, y

    en momentos concretos reut i l izada adecuadamente por el rgimen, dndole

    nuevos significados acordes con las necesidades geoestratgicas de la coyuntu

    ra. En contraste con los apoyos oficiales de que gozaron laH ermandad Nacional

    de Ex-Combatienteso laH ermandad Nacional deAlfrecesP rovisionales, autnt icos

    agentes transmisores y cultivadores de la memoria oficial del bando vencedor

    en 1939

    5

    , y creadas junto a otras varias en tidade s en tre me dia do s y finales de la

    dcada de 1950, en parte como reaccin de los sectores puristas del franquismo

    frente a la apertura hacia Occidente protagonizada por el rgimen, las Herman

    dades de la Divisin Azul gozaron en un principio de un apoyo oficial ms bien

    tibio por parte del rgimen de Franco. Pese a ello, mantuvieron una estrecha

    relacin con el resto de asociaciones de veteranos

    6

    .

    4.

    Vid.

    BARTOV, Omer ,

    The Eastern Fwnt, 1 941-45, Germn

    Troops

    and the

    Barbarisation of'

    W arfare,

    Houndmills / Nueva York, 2001 [1985].

    5.

    Vid.

    AGUILAR,Paloma, Agents of Memory: Spanish Civil War veterans and disabled soldiers, en

    WINTER, Jay y SIVAN, Emmanuel (eds.),

    War and Remmbrame in the Twentieth Century,

    N ew York,

    C amb ridge UP, 1999, pp . 84-103.

    6.

    Vid.

    RODRGUEZ JIMNEZ, Jos Luis,

    La extrema derecha espaola en el

    siglo

    XX,

    Madrid, 1997, pp.

    361-64. En 1974, segn recoge este autor (p. 396), la Hermandad de la DA habra l legado a

    agrupar a unos 12.550 ex-combatientes de la Divisin, lo que supone alrededor de un tercio de

    los supervivientes.

    Pasado

    y

    Memoria.

    Revista de Historia

    Contempornea

    4

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    pp. 83-113

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    Xos Manoel Nez Seixas

    La actividad publicstica,y enm en or m edida editoria l,de las Hermandades

    de

    la DA ha

    s ido notable

    en su ms de

    medio siglo

    de

    existencia, aunque sujeta

    a diversos altibajos, patentes

    en la

    irregularidad

    y

    modes t i a

    de

    buena par te

    de

    sus publicaciones peridicas

    7

    .Unporcentaje im po rtantede loslibrosdem e m o

    rias

    y de las

    novelas cuyo tema central

    era la

    experiencia

    de la

    Divisin Azul

    fue publicada

    en

    editoriales claramente vinculadas

    a los

    crculos

    ms

    radicales

    de

    la

    Falange.

    He ah el

    caso

    de

    Cara l t

    o

    Acervo, propiedad respectivamente

    del falangista

    y

    concejal

    del

    A yun t ami en to

    de

    B arcelona, Luis

    de

    Caral t ,

    y del

    veteranode laDA, Jos Llorens B orras,muyvinculadoa exiliados fascistaseu

    ropeos (como,

    por

    ejemplo,

    el

    rumano Horia Sima

    o el

    oficial austraco

    de las

    Waffen

    SS

    O t to Skorzeny)

    y que no

    dudar

    en

    publicar material antisemita

    y

    neonaz ien la dcadade lossesenta

    8

    . Pero otra partede lap ublicisticay de la

    memorialstica divisionaria

    vio la luz en

    editoriales m od estas,

    de

    mb ito local

    o

    regional, muchas veces gracias

    a

    contactos personales.

    Con

    todo ,

    las

    complici

    dades con los veteranos

    de la DA de la

    oficialidad

    del

    Ejrcito

    que

    haba pasado

    por

    la

    campaa rusa,

    y el

    hecho

    de que

    muchos ex-combat ientes

    de la DA ob

    tuvieron puestos pol t icosdeinfluencia enel nive l localy provincial -delegados

    provinciales

    de

    M inisterios,

    de

    Sindicatos, gobernadores civiles

    o

    cargos

    en la

    estructura del partido nico, concejales, etctera-, hizo posible su publicacin.

    Del mismo modo, Madrid, Barcelona, Valencia o Sevilla no contaron con

    ningn gran monumento dedicado

    a la DA

    durante

    el

    franquismo,

    y

    t ampoco

    erigieron gran memorial alguno dedicado

    a los

    que

    en Rusia estn.

    S fue

    cierto

    que calles dedicadas

    a la

    Divisin Azul -y, asimismo,

    a loscadosde la

    D ivisin

    Azul- proliferaron

    en

    capitales

    de

    provincia

    y

    varias pequeas ciudades,

    as

    como pequeos monumentos conmemora t ivos en algunas de ellas, como en

    Oviedo.

    Eso sin

    contar los varios m ono li tos

    y

    placas existentes

    en el

    interior

    de

    diversos acuartelamientosdelEjrcito espa ol h asta el da dehoy.Cont odo ,la

    presencia

    en el

    callejero

    de la

    mem or ia

    de la DA fue muy

    inferior

    a la de la

    vic

    toria

    del

    bando vencedor

    en la

    Guerra Civil :

    las

    calles dedica das

    al 18 de

    Julio,

    al Alczar deToledo, a Franco, a Jos Antonio Primo de Rivera, a Jos Calvo

    Sotelo,

    e

    incluso

    las que

    l levaron nom bres

    de

    generales

    del

    Ejrcito franq uista

    (Mola, Yage, Sanjurjo o Moscard) , superaban enm u c h o al recuerdo urbano

    dela DA.Todavaen el ao2003,eln m e r o de municipios espaolescon ca

    l les dedicadas

    a la

    Divis in A zul

    era de

    2 7,

    un

    0,32%

    del

    total , incluyend o

    eso

    s diez ciudades mayores de 60.000 ha bita nte s (Alicante, C ceres, Jerezde la

    Frontera,

    A

    C orua, Jan, Len, Oviedo , Pontevedra , San tander

    y

    Toledo).

    An

    inferior

    es el

    n m e r o

    de

    m unicipios

    17) con

    calles de dica das

    al

    general A gustn

    Muoz Grandes , pr imer comandante enjefede laDivisin hasta diciembrede

    1942, si

    bien todav a existe algn colegio pb lico, com o

    el de

    M a n d a y o na

    Gua-

    dalajara) que llevan su nombre . Hroes mslocales, como el capitn cntabro

    7.

    Vid,el

    recuento aproxim ado

    de

    publicaciones locales

    y

    regionales

    de las

    Hermandades

    de la DA

    desde sufundacin enBlau D ivisin,n. 534(enero 2004),pp. 3-7.

    8.

    RODRGUEZ JIMNEZ,

    Jos

    Luis, op. cit.,

    p. 402.

    PasadoyMem oria.Revistade

    Historia

    Contempornea 4 2 0 0 5 pp. 83-113

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    Los vencedores vencidos: la peculiar memoria de la Divisin

    Azul

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    que fue prisione ro e n la URSS, Te odo ro Palacios, cu en tan con tres calles, dos de

    ellas en su regin natal. Madrid, curiosamente, slo conserva una calle dedicada

    a Muoz Grandes y otra a los cados de la Divisin Azul. En provincias con

    alta densidad de reminiscencias del ba ndo vence dor en la Guerra C ivil en su no

    m enc ltor de calles, plaz as, no m bre s de colegios, etcte ra, com o vila, no figura

    una sola referencia a la D ivisin A zul. En la provincia de M urcia, de 122 calles

    y plazas de reminiscencias franquistas, slo cinco estn dedicadas a la Divisin

    Azul o a Muoz Grandes, o sea el 4 ,09%. Por su parte, en Mallorca hubo tres

    calles (de las que sub siste un a) dedica das a cados o

    hroes

    locales de la Divisin

    Az ul, frente a 56 dedica das a diversosmrtires provinciales del bando franquista

    en la Guerra Civil, y una calle dedicada a esta ltima hasta 1979

    9

    . Numerosas

    localidades poseen, sin embargo, calles dedicadas a cados o hroes locales de

    la DA en Rusia, s i bien sus nombres ya poco evocan sesenta aos despus.

    Aunque la persistencia en el callejero urbano de la memoria de una unidad de

    voluntar ios extranjeros encuadrada en la Wehrmacht consti tuye algo indito en

    Europa occidental, se trata de un porcentaje prcticamente insignificante dentro

    de la propia pervivencia de los smbolos y lugares de memoria franquistas en

    la Espaa dem ocrtica. Especialm ente, s i se le compa ra c on los 828 m unicipios

    (10,2%) que todava poseen calles dedicadas a Jos Antonio Primo de Rivera,

    los 596 (7,4%) d on de a n existe una calle C alvo Sotelo, o los 522 (6,4%) don de

    an est presente de un modo u otro el nombre del Generalsimo Franco

    10

    .

    Los cadosde la DA ten dr n un reco nocim iento simblico d urante el f ran

    quism o gen ricam ente semejante al de los Mrtires de la C ruzada, con el

    aadido de su paradero desconocido en t ierra enemiga. Muchos de ellos, como

    ya m enc iona m os, d ieron nom bre a calles en sus localidades de origen. Pero sus

    hijos seran los falangistas modlicos, epgonos de los hurfanos de la Guerra

    Civil y ejemplos a seguir para sus jvenes camaradas. Es el caso, por ejemplo,

    del leal jefe de escu adra de los flechas falangistas re tra tad o e n la histo ria C ubre

    tu pecho de azul, de Julio Montas, reproducido varias veces en elManual del

    Acampado del Frente de Juventudes hasta los aos 50, quien el domingo no re

    ciba visitas de su familia po r ser hijo de un cado de la D A y de una m ad re con

    muchos hijos. . .

    11

    . Sin embargo, los veteranos de la DA, pese a estar bien orga

    nizados, rara vez protagonizaron actividades de relieve pblico en sus fechas

    sealadas, que siguieron celebrando hasta el da de hoy en reuniones privadas,

    generalmente consistentes en misas por los

    cados,

    actos en cementerios (ante el

    pa nte n de la Herm and ad de la Divisin Azul en el cem enterio d e la A lmu dena,

    por ejemplo) y comidas cada 10 de febrero en conmemoracin de la batalla de

    9. Insti tuto Nacional de Estadstica, consulta DM 437/2003. Para los datos sobre vila y Murcia,

    vid.

    ht tp: / /www.pce.es / foroporlamemoria /s imbolos_franquis tas .htm . Para Ma llorca,

    vid.

    M A S

    QUETGLAS, Joan,

    Elsmallorauins di Tranco. La Falange i el Moviment Nacional,

    Palma de Mallorca,

    2003, pp. 332-346.

    10. Datos e laborados por DUCH IPLANAS, Montserrat, Toponimia franquista en democracia, en

    FORCADELL,C a r los ,et al.(eds.),

    Usos pblicos

    de la

    historia,

    Z arago za, 2002, vol. I, pp . 377-390.

    11. Reproducido en OTERO, Luis,

    Flechas

    y Pelayos,

    Madrid, Mxico y Buenos Aires, 2000, p. 166.

    Pasado

    y Memoria.R evista de Historia Contempornea 4 2 0 0 5 pp. 83-113

    http://www.pce.es/foroporlamemoria/simbolos_franquistas.htmhttp://www.pce.es/foroporlamemoria/simbolos_franquistas.htmhttp://www.pce.es/foroporlamemoria/simbolos_franquistas.htm
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    Xos Manoel Nnez Seixas

    K rasnij B or (10 de febrero de 1943), as com o e ven tualm ente cada me s de julio

    (conmemoracin de la partida de Espaa en julio de 1941) o cada 12 de octu

    bre (llegada al frente del Wolchow en 1941). Ni siquiera se registraron desfiles

    especficos de veteranos de la DA durante el franquismo. Lo ms usual fue que

    se adh iriesen s ep arad am en te en cada capital de provincia al anua l Desfile de la

    Victoria de cada primero de abril , marchando juntos en pequeos grupos, en

    algunas ocasiones, al final de la parada militar.

    2 . UN A ME MO RIA PECULIAR

    Aunque se airease lo menos posible su memoria pblica, y en un primer

    momento se ocultase cuidadosamente la misma existencia de la DA al evocar

    la trayectoria de Espaa durante la II Guerra Mundial, el rgimen franquista

    tendi progresivamente a presentar a la DA como una empresa eminentemente

    anticomunista y precursora del enfrentamiento Este-Oeste, catolicismo frente

    a comunismo, oscureciendo la germanofi l ia de sus promotores y de muchos

    de los voluntarios e n 19 41. A qu tam bin p od em os ha blar de una paradoja: la

    memoria de la DA es la memoria amarga de los perdedores dentro del bando

    de los vencedores. Es decir, la de aquellos sectores del rgimen franquista que

    fracasaron en su intento por edificar una Espaa autnticamente fascista, y que

    compartieron con sus aliados fascistas europeos la frustracin del fracaso ante

    el poderoso enemigo sovitico. Los divisionarios vivieron de algn modo el fra

    caso mun dial del fascismo en la II Gu erra M und ial, particular m ente ante el Ejr

    cito sovitico. Y muchos de ellos, particularmente los falangistas, no dejaron de

    sentirlo como propio: un lamento, como recoga Toms Salvador en 1954, por

    Europa. Europa amada, Europa indefensa, Europa violada y entregada

    12

    .

    Pero la DA fue tambin importante para la propia memoria profesionaldel

    Ejrcito es pao l. C om o tal fue pres entad a co m o una m s de las diversas y

    pintorescas expediciones militares en tierras exticas que protagoniz aqul

    desde la campaa de Indochina en 1860

    13

    . Pues en la DA participaron oficiales

    y suboficiales reclutados exclusivamente en las filas del Ejrcito profesional, con

    lo que la unidad siempre se mantuvo bajo control de las jerarquas militares,

    sin que FET de las JONS pudiese ir ms all del patronazgo indirecto y de su

    influencia polt ica sobre los voluntarios. Por la Divisin Azul pasaron unos 166

    jefes (2 generales, 16 coroneles, 42 tenientes coroneles y 128 comandantes),

    unos 2.030 oficiales y unos 4.083 suboficiales. Al decir de un miembro de la

    plana de enlace alemana de la DA en 1943, buena parte de las promociones

    salientes de la Academia de Oficiales haban pasado por la campaa de Rusia,

    lo que equivala casi a un 30% de la oficialidad joven del Ejrcito espaol en

    12.

    SALVADOR,Toms, Divisin 150, B arcelona, 1962 [1954], p. 365.

    13 . As se aprecia, por ejemplo, en la obra escrita del general Emilio Esteban-Infantes, comandan

    te en jefe de la DA desde diciembre de 1942. Vid. su libro Expediciones espaolas delsigloXIX

    (Madrid 1949), que precede a su rememoracin de la DA,

    La

    Divisin

    Azul

    (Donde

    Asia empieza),

    B arcelona, 1956.

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    aque l momento

    1 4

    . Muchos de esos oficiales, como los africanistas de veinte

    aos atrs, ganaron experiencia de combate real y cierto prestigio ante sus

    colegas en un ejrcito que admiraban (la Wehrmacht)

    1 5

    , obtuvieron condeco

    raciones y ascensos en la campaa rusa, lo que les permiti adelantar puestos

    en el escalafn militar, al menos en comparacin con sus pares que se haban

    que dad o en Espaa, y por lo tanto acceder de m anera com parat ivam ente rpida

    al generalato en las dcadas siguientes. De hecho, un porcentaje ms que apre-

    ciable de los m an do s d irigentes del Ejrcito es pao l duran te el tardo franq uism o

    y la Transicin democrtica sirvieron en la DA. Siete directores generales de la

    Guardia Civil entre diciembre de 1962 y octubre de 1983 haban sido oficiales

    en la DA entre 1941 y 1944, en rangos que oscilaban desde capitn a coronel.

    Adems de ellos, un total de seis generales y ocho coroneles de la Guardia Ci

    vil sirvieron igualmente en el frente ruso como oficiales o suboficiales

    16

    . Y no

    menos de 300 oficiales que alcanzaron el rango de general en diversas armas

    (2 capitanes generales,

    66

    tenientes generales, 62 generales de Divisin y 170

    generales de brigada) pasaron por la Divisin Azul

    17

    .

    Ello explica tambin que en el seno del Ejrcito haya persistido una interpre

    tacin de la experiencia rusa no siempre coincidente con la cultivada por los cr

    culos falangistas, pero igualmente benigna e idealizadora. Interpretacin que s

    fue b ien tolerada p or el rgim en franquista, y tuv o continu idad en las Acad em ias

    y cuarteles militares hasta el da de hoy. La socializacin en la DA fue crucial

    para la generacin militar que ocupaba los principales puestos en el generalato

    du ran te la Tra nsic in esp ao la. Pero esa experiencia, c on ser significativa, n o fue

    necesariamente determinante en sus alineamientos polt icos a partir de 1975

    18

    .

    Para muestra un botn, si algo tenan en comn varios de los altos mandos

    militares que fueron protagonistas la noche del 23 de febrero de 1981, tanto

    en el bando de los golpistas (el capitn general Jaime Milns del Bosch, capitn

    cond ecorad o en 1941-42, y el general Alfonso Arm ada y C om n, teniente en el

    cerco de Leningrado) co m o en el de los que p erm ane cieron fieles a la C ons titu

    cin (el general Jos Luis Aram bu ru Top ete, director general de la B enem rita,

    capitn de zap ad ore s disting uido en la batalla de K rasnij B or en febrero de 1943,

    y el jefe del Estado Mayor del Ejrcito Jos Gabeiras Montero, tambin capitn

    en la camp aa de Rusia) era el posee r la C ruz de Hierro de la W eh rm ach t po r su

    actuacin en Rusia. Tam bin era ex-divisionario el general Alfonso Arm ada.

    14. Informe del Dr. Haxel,Zustandbericht ber die span. Freiw. Div., 11.8.1943, en B undesarchiv-M i-

    litrarchiv (Freiburg), RH 24-50/59.

    15.

    Vid.

    CARDONA, Gabriel ,

    El

    gigante

    descalzo. El

    ejrcito

    de Franco,

    Madrid, 2003,p p. 59-64.

    16.

    Vid.

    GARCA HISPAN,

    Jos,

    La Guardia Civil en la

    Divisin

    Azul,

    Alicante, 1991, pp. 77-80.

    17. D ato s extrado s de Los gene rales de la Div isin Azu l. Investig acin a cargo de Paco Grau,

    Blau

    Divisin,

    539 (junio 2004), p. 6.

    18. Es cierto, con todo, que entre los ms conspicuos representantes del bunker integrista que en

    los aos sesenta se organiza como grupo de presin dentro del rgimen figuraban numerosos

    veteranos de la DA: varios de los fundadores de Fuerza Nueva Editorial en 1966 eran ex-com-

    batientes, tanto civiles com o militares en activo, de la DA, com o Anton io M artne z C attan eo.

    Vid.RODRGUEZ JIMNEZ, Jos Luis,op. cit.,pp. 364-365.

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    Xos Manoel Nez Sebeas

    La DA ha generado en conjunto un nmero de l ibros de memorias, auto

    biogrficos o biografas noveladas no inferior a ciento treinta y tres, entre 1942

    y 2004

    19

    . A ellos se aaden varios cientos de relatos breves, tanto de carcter

    autobiogrfico como de ficcin ms o menos novelada, publicados en tr ibunas

    diversas, particularmente en los diversos boletines que las asociaciones de ve

    teranos de la DA siguen publicando con cierta regularidad hasta el da de hoy,

    convirt indose de esta manera en una de las asociaciones de veteranos de gue

    rra espaoles ms activas en la actualidad. Prcticamente ninguna otra unidad

    part icipante en la II Guerra M und ial de dim ension es sem ejantes ha dado lugar a

    tanta literatura memorialstica. Y mucho menos entre las legiones extranjeras

    del III Reich, cuyos veteranos publicaron en trminos comparativos un nmero

    menor de tes t imonios y memorias

    2 0

    . Pero, igualmente, la que para algunos fue

    la ltima gesta militar espaola del siglo XX fue objeto de una atencin litera

    ria y publicst ica d espro por cion adam ente alta en com paraci n con otras guerras

    vividas por Espaa o por soldado s espao les. El n m ero de autobiografas , po r

    ejemplo, publicadas alrededor de la Guerra de frica ha sido mucho menor, e

    incluso (en trminos comparativos) las generadas por la Guerra Civil.

    Nm ero de m em o r ia s pub l i ca da s de t em a d iv i s i o na r io , 1 9 4 2 -2 0 0 4

    i

    1 1

    I

    < u u

    .1

    n f l i

    19421946 195 1954 1958 1962 1966 197 1974 1978 1982 1986 199 1994 1998 2 2

    Fuente: elaboracin propia. Slo se incluyen autobiografas y memorias en formato de libro, sin

    aadir relatos aparecidos en publicaciones peridicas.

    19. Hasta 1988, se contaban 136 ttulos, entre libros, folletos, novelas y autobiografas: vid. CABA

    LLERO,

    Car los e

    IBEZ,

    Rafael,

    Escritores

    en las trincheras. La

    Divisin

    Azul en sus libros,

    publicaciones

    peridicas y filmografa(194'I-

    /

    I988), Madrid, 1989. Sin embargo, el cmputo de estos autores

    incluye todo tipo de textos, incluyendo textos acadmicos o reflexiones sobre la DA sin ser

    autobiogrficas.

    20 .

    Para un parangn con un caso concreto, la publicstica generada por los antiguos voluntarios

    noru ego s en las Waffen SS reclutad os en tre las filas del partido fascista y colabora cionista Nasjo-

    nalSammling,vid.el artculo bibliogrfico de DEFICUEIREDO, Ivo, De norske frontkjem perne-hva

    litteraturen sier og veien videre,Historisk Tidsskrift, n. 80 (2001), pp.

    531-551.

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    Cul es la razn de esa prolijidad? De entrada, un nmero de sobrevivientes

    muy al to en relacin con el promedio usual en las unidades de la Wehrmacht

    que lucharon en el frente del Este: el 90% de los combatientes de la DA vivi

    para contarlo. Pues los sectores en que la Divisin espaola estuvo destinada

    (el Wolchow, entre octubre de 1941 y agosto de 1942, y el sector sur del cerco

    de Leningrado, entre agosto de 1942 y octubre de 1943) fueron relativamente

    tranquilos, y particularmente a partir de diciembre de 1941 su funcin se limit

    en la prctica a guarecer posiciones estticas. Slo en momentos puntuales las

    unidades de la DA que entraron en combate sufrieron un al t s imo nmero de

    bajas. Los relevos comenzaron a llegar en marzo de 1942, y en general se puede

    est imar que el t iem po m ed io de perm anen cia e n el frente de un voluntario de la

    DA fue relativamente breve en relacin con el de un soldado alemn.

    Pero, adems de esa alta tasa de supervivencia, tambin influy sobre

    manera a la hora de explicar la abundancia de testimonios el hecho de que

    buena parte de los combatientes voluntarios de la DA, part icularmente los

    expedicionarios de laprimera Divisin de 1941 y de los primeros reemplazos del

    ao 1942, fuesen estudiantes universitarios o militantes falangistas de cierta

    formacin escolar e intelectual. Adems de que varios escritores falangistas de

    cierto prestigio, com o el po eta D ionisio R idruejo o el nov elista To m s Salvador,

    se contaron entre quienes participaron en la aventura rusa, no hay que olvidar

    que un porcentaje ms que apreciable de los voluntarios falangistas de la DA

    perte nec an a las secciones unive rsitarias, estudiantiles y juveniles de FET, sobre

    todo al Sindicato Espaol Universitario (SEU)

    21

    , y el recin nacido Frente de

    Juventudes. La combinacin de entusiasmo juvenil, formacin universitaria o

    al menos hasta el grado de bachiller, e idealismo fascista produjo un caldo de

    cultivo favorable para la aparicin posterior de biografas y memorias, basadas

    a menudo en diarios personales de guerra. Muchos de los voluntarios alcanza

    ron tras 1944 puestos de cierto renombre en las letras, las artes o las ciencias

    -desde los cineastas Pedro Lazaga o Luis Garca Berlanga hasta el psiclogo

    Jos Luis Pinillos, pasando por el escritor satrico Alvaro de Laiglesia-, adems

    de ocupar cargos en las jerarquas polticas de FET en el escaln provincial o re

    gional, as como en las jerarquas castrenses. Sin embargo, pese a las tempranas

    previsiones de la prensa falangista

    22

    , los veteranos de Rusia no llegaron nunca

    a constituir unageneracin articulada capaz de dejar una impronta uniforme en

    el franquismo. Por el contrario, entre ellos rein la variedad, reflejo de la propia

    heterogeneidad de la composicin de la DA. Pero tambin gozaron, por su

    nmero, el prestigio y la cierta altura intelectual de bastantes de ellos, de una

    ciertaauctoritasadicional a la hor a d e transm itir sus recue rdo s. Ello haca p osible

    igualmente que sus escritos gozasen de una libertad relativa a la hora de ejercer

    21.

    Ruiz

    CARNICER,

    Miguel ngel,ElSindicato EspaolUniversitario (SEU), 199-

    /

    I9(>5- Lasocializacin

    poltica delajuventuduniversitaria en el franauismo, Madrid, 1996, pp. 143-147.

    22. La generacin de los divisionarios, ElEspaol,11:10, 2.1.1943, p. 2.

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    Xos Manoel Nnez Seixas

    la crtica velada al rgimen franquista, particularmente a su derivatecnocrtica

    y catlica que le alejaba de los iniciales postulados fascistas.

    Naturalmente, esto tambin revest a otra consecuencia: la mayora de las

    memorias corresponden a militares y, sobre todo, a voluntarios falangistas de

    primera hora con bagaje formativo. Ello condujo a una infrarrepresentacin de

    autobiografas crticas con la DA, procedentes de aquellos combatientes que,

    part icularmente a part ir de mediados de 1942, no eran estrictamente volunta

    rios idealistas, sino que haban ido a Rusia ms o menos forzados, obligados

    por la necesidad de procurar un sueldo adicional a su familia o, en algn caso,

    con nimo de pasarse al Ejrcito Rojo. En trminos generales, las biografas

    publicadas con anterioridad a 1975, y an buena parte de las posteriores a esa

    fecha, t ransmiten una imagen al tamente falangistizada de la DA, y por tanto

    tienden a homogeneizar y hasta a mitificar la pluralidad de motivaciones y si

    tuaciones q ue con curran en los volun tarios. De este m od o, la

    gesta

    divisionaria

    se reducir casi exclusivamente a la llamada PrimeraDivisin. Aqulla de los j

    venes idealistas del verano de 1941, que al decir de Dionisio Ridruejo atacaran

    a la bayoneta cantando canciones patrit icas y moriran en paz con Dios, con

    el Cara al Sol o un Arriba Espaa en los labios, intentado dar al combate un

    aire pico de emulacin deportiva que buscaba ante todo impresionar a sus

    camaradas a lemanes

    23

    . Slo excepcionalmente encontraremos con anterioridad

    a 1975 biografas y memorias en las que el autor no se confiesa falangista, sino

    simplemente anticomunista no simpatizante con el fascismo, aunque el nfa

    sis siempre se situase tras 1945 en esta segunda etiqueta

    2 4

    .

    Los veteranos de la DA volvieron a un pas que no los trat como traidores

    o como asocales que se situaban al margen del nuevo consenso antifascista que

    legitimaba las democracias occidentales tras 1945. No sufrieron crcel, exilio,

    privacin de derechos civiles o depuracin profesional. Por el contrario, al prin

    cipio fueron recibidos como heroicos idealistas. Aunque el rgimen franquista

    busc por todos los medios una reconciliacin con las potencias aliadas, y trat

    de borrar o diluir su pasado de colaboracin estrecha con el III Reich, los vete

    ranos de la DA siguieron gozando de la complacencia y hasta de la complicidad

    de buena parte de las jerarquas de FET-JONS y del Ejrcito, y por lo tanto de

    cierta capacidad de influencia. Adems de ello, fue un hecho que una mayora

    de los vete ran os se benefici d e las facilidades c once didas a los ex- com batie ntes

    a la hora de optar a pue stos de la Ad min istracin pblica de mo do m s o m en os

    acorde a sus contactos previos y redes familiares, pero tambin a su formacin.

    Los ex-divisionarios abun da ron part icularmen te en servicios pblicos com o C o

    rreos y Telgrafos, en el escalafn medio y subalterno de diversos Ministerios,

    Ayuntamientos y Diputaciones, as como entre las filas de la Guardia Civil y la

    Polica. Igualmente, ya desde 1942 se registra la presencia de un buen nmero

    23 .

    Por ejemplo

    HERNNDEZ NAVARRO,

    A ntonio Jos,Ida y

    vuelta,

    M adri d, 1971 [1946], pp . 110, 121-

    122 y 129; RIDRUEJO, Dionisio,Loscuadernosde Rusia, B arcelona, 1978, pp . 146-147, 158 y 166.

    24. Por ejemplo, el conservador monrquico RIUDAVETS DE MONTES, Luis,Estampas de la Vieja Rusia

    (recuerdosde unvoluntariode laDivisinAzul), Madrid, 1960.

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    de ex-combatientes de la Divisin Azul, con o sin antecedentes falangistas,

    en las gestoras municipales de sus pueblos, como simples miembros o como

    alcaldes

    25

    . De este modo, aunque muchos de ellos eran partidarios de la pro-

    fundizacin del contenido fascista del rgimen, y contemplarn con desagrado

    su evolucin hacia un catolicismo autoritar io, no po dan evitar ver sus perspec

    tivas vitales y profesionales ligadas a la supervivencia del mismo rgimen cuya

    claudicacin lamentaban. Aunque la ostentacin pblica de simpatas por el I II

    Reich era evitada en lo posible, en la prctica slo los irreductibles, aquel medio

    millar que continu combatiendo hasta abril de 1945 en las filas de la Wehrma-

    cht o de las W affen SS, tuvo dificultades reales para publicar sus m em oria s

    2 6

    .

    Siguieron existiendo, con todos, espacios de tolerancia pblica relativamen

    te amplios para la reprodu ccin de la mem oria de la DA . Es m s: en m om en tos

    sealados, particularmente al producirse la pr imera y masiva repatr iacin de

    prisioneros de guerra espaoles de la URSS en 1954, se registr un importante

    repunte en la publicacin de libros de memorias, que se cieron en buena parte

    a los oficiales y soldados que haban sido cautivos en la URSS

    27

    . Incluso, la

    gesta, ejemplificada en su resistencia en los diversos campos de concentracin

    soviticos durante ms de una dcada, y el regreso de los prisioneros inspiraron

    varias novelas y piezas teatrales, que tenan co m o protagon istas a las mujeres y

    familias de los divisionarios presos y retrataban sus angustias durante su larga

    espera

    28

    . Los cautivos, y particularme nte los capitanes Teodoro Palacios C ueto

    y, en menor medida, Gerardo Oroquieta Arbiol, fueron convertidos por la pro

    paganda oficial del rgimen franquista en una suerte de heroicos defensores de

    la cristia nda d y de la civilizacin occid enta l frente a labarbariecomu nista, lo que

    25. Para el caso de la provincia de C iuda d Real,

    vid.

    los datos aportados por GONZLEZ MADRID,

    Damin-Alberto ,

    La Falange manchega (1939-1945). Poltica y sociedad en Ciudad Real d urante la

    etapaazuldelprimer franquismo,

    C iudad R eal, 2004, pp . 324-355.

    26.

    Fue el caso de uno de los pocos oficiales espaoles que combati tras 1944 en las Waffen SS, el

    capitn conquense Miguel Ezquerra, que hubo de publicar sus fantasiosas memorias en Portu

    gal:

    vid.

    EZQUERRA,Miguel,

    L utei at ao fim: memoriasdumvoluntario espanhol na Guerra 1939-1945,

    Lisboa, 1947. Una versin ms amplia del libro slo fue publicada en castellano en 1975:

    Berln

    a vida o muerte,

    B arcelona, 1975.

    27.

    Vid.

    LUCA

    D E

    TENA,Torcuata yPALACIOS CUETO,Teodoro ,

    Embajadoren el infierno:memoriasdel Ca

    pitn Palacios:

    once

    ao s de

    cautiverio

    en Rusia,

    Madrid, 1955;

    OROQUIETA ARBIOL,

    Gerardo y

    GARCA

    SNCHEZ, Csar , De

    Leningrado

    a Odesa, B arcelona, 1958;PREZ EIZAGUIRRE, Ramn, En el abismo

    rojo:

    memorias

    de unespaol,

    once aos prisionero

    en laU.R.S.S., Madrid, 1955;NEGRO CASTRO,Juan,

    Espaoles en la

    U.R.S.S.,Ma drid, 1959; CALAVIA BELLOSILLO, Eusebio y LVAREZ, Francisco,

    Ente

    rrados

    en Rusia,

    Madrid, 1956;

    POQ UET GUARDIOLA,

    Joaqun, 4045

    das

    cautivo

    en Rusia 1943-1954:

    memorias,

    Valencia, 1954. Todava e n la actualidad siguen apareciend o m em orias de ex-cautivos:

    vid.

    SALAMANCA SALAMANCA, ngel y TORRES GARCA, Francisco,

    Esclavosde Stalin. Elcombate final

    de la Divisin Azul (memoria histricade unprisionero en la URSS),

    Madrid, 2002.

    28. Por ejemplo SALOM, Jaime,

    El mensaje,

    M adrid , 1963 (estrenada en 1955); MARTN VIGIL, Jos

    Luis,La muerte est en el camino,

    B arcelon a, s. f. [1956 ], o KURTZ, C a rm e n ,

    El desconocido,

    Barce

    lona, 1972 [1956]. En cierto sentido, tambin VASCANO, J. L.,

    Infierno en la estepa,

    Valencia, s. f.

    [1960?].

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    Xos Manoel Nez Seixas

    concordaba con los nuevos t iempos de amistad con los Estados Unidos

    2 9

    . Ello

    incluy el estren o de algun as pelculas que re creab an laodisea de los p risioneros

    espaoles en elinfierno comunista, entre ellasEmbajadores en elinfierno (1956) de

    Jos M.

    a

    Forqu, basada en las memorias del capitn Palacios. Pelculas que no

    estuvieron exentas de polmica entre los medios falangistas, pues estos ltimos

    consideraron que la identidad fascista de los voluntarios de la DA se dilua en

    un mensaje global de cariz anticomunista y catlico, acorde con los tiempos, y

    confera protagonismo a los oficiales del Ejrcito profesional

    30

    .

    Ello tambin nos da una muestra de por qu la l i teratura sobre la DA sigui

    siendo objeto de cultivo, hasta el punto de constituir por s sola una suerte de

    subgnero dentro de la l i teratura fascista espaola

    31

    . El recuerdo de la DA no

    se presta a una interpretacin unvoca. Y aunque ese recuerdo fuese molesto

    para el rgimen de Franco tras 1945, tambin fue susceptible de una reutil iza

    cin propagandstica adaptada a las nuevas circunstancias de la Guerra Fra,

    particularmente a partir de comienzos de la dcada de 1950. Al mismo tiem

    po, mediante una serie de recursos paratextuales y estrategias discursivas que

    expondremos a continuacin, la publicst ica divisionaria pas a desempear

    un papel no menospreciable en la justificacin de la postura espaola en la II

    Guerra Mundial y en la fundamentacin del papel de Espaa como pas catlico

    que ya se haba adelantado a las potencias occidentales en la lucha contra el

    comunismo. Ejemplar en este aspecto, por citar un caso, es la autobiografa de

    un ex-com batiente de la D A y despus t rabajador espaol en Alem ania, Alberto

    de Lavedn, publicada a fines de los aos cincuenta. En abril de 1945, Lavedn

    hu y a pie desde B erl n a Praga, do nd e pu do p resenciar el levan tam iento checo

    contra los alemanes y, a continuacin, la entrada del Ejrcito Rojo. Su perspec

    tiva, sin embargo, tenda a identificarse ahora con el mrtir y patriota pueblo

    checo, adem s de resal tar que la DA haba dad o

    ...vigorosas lecciones de militante herosmo anticomunista, con las armas en la

    mano, frente a las hordas soviticas, que -oh, tragedia para Europa - habran de

    llegar, derrotada Alemania, con sus banderas rojas, sus violaciones, depredaciones,

    asesinatos colectivos y nefasta poltica de aherrojamiento de pueblos, hasta el mismo

    corazn sangrante de la Europa ecumnica, antigua y libre.

    29 . Vid. la tesis de licenciatura indita de Morar, Sandra, Le capitaine Palacios: construction d'un

    hro dans la priode franquiste, Universit de Mame-La Valle, 1998.

    30 .

    Adems de

    Embajadoresenelinfierno

    (1956), se estre naro n las pelculas

    Carta a unamujer

    (Manuel

    Iglesias, 1961),

    La Espera

    (Vicente Lluch, 1956) y

    La

    Patrulla (Pedro Lazaga, 1954).

    Vid.

    ALEGRE,

    Sergio,

    El

    cine cambia

    la

    historia.

    Las

    imgenes

    de la

    Divisin

    Azul,

    Barcelona, 1994; BOSQUE COMA,

    Alfred, La Divisin Azul en la pantalla. Embajadores en el infierno, Historia y Vida, n. 299

    (febrero 1993), pp. 66-73, as como la completa descripcin de IBEZ HERNNDEZ, Rafael, La

    cruzada antibolchevique en las pantallas. La Divisin Azul en el cine y la televisin,A portes,

    XVI: 2 (2001), pp. 36-53.

    31 .

    Vid.

    RODRGUEZ PURTOLAS,Julio,Literatura fascista

    espaola,

    M adri d, 1986, vol. I, pp . 556-565.

    Pasado

    y

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    Revista de Historia

    Contempornea

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    Los vencedores vencidos: la peculiar memoria de la Divisin

    Azul

    1945-2005 95

    Pues miles de espaoles habran presentido ya en 1936 la inquietud trgica

    de la actual GUERRA FRA dinm icam ente agresiva de la Un in Sovitica con

    tra el mundo cristiano

    32

    .

    El leit-motiv de la publicstica divisionaria tendr ahora un claro norte. Se

    insiste en que los espaoles lucharon junto a la Alemania nazi, pero no cono

    por

    el III Reich, sino contra un enemigo comn, la URSS, en nombre de la de

    fensa de la civilizacin occidental y europea, de la revancha de la Guerra Civil

    frente al comunismo sovitico, y de los eternos valores catlicos. Algunos de

    los testimonios publicados entre la dcada de 1950 y 1960, como el del antiguo

    capelln castrense de la DA Ildefonso Jim nez Andra des, se centran clarame nte

    en vindicar el carcter exclusivamente anticomunista y hondamente catlico de

    los voluntar ios espaoles, presentndolos como una suerte de nuevos cruzados

    henchidos de fervor cuasi-mstico

    33

    . Y varios testimonio s po ster iores sealarn

    que ya en el momento de la jura de bandera en Alemania, muchos voluntar ios

    abrigaran dudas en su fuero interno ante unos principios que comenzaban

    a vislumbrar no eran del todo acorde con los suyos. . . y menos con la moral

    cr ist iana a la que es taban acostum brados

    34

    . Por otro lado, el conjunto de expe

    r iencias vividas en Rusia, y transmitidas por los excombatientes, abonara que

    la campaa en el frente del Este haba sido, ni ms ni menos, una continuacin

    de la Guerra Civil, y una constatacin en Rusia de los males que acarreara el

    comunismo para los pases que lo sufran o haban sufrido. El trato dispensado

    a los cerca de 500 prisioneros espaoles de la DA, sus penalidades en los gulags

    y campos de trabajo, as como su largamente demorada repatr iacin ser an una

    demostracin ms del hecho de que Espaa segua siendo el pas que ms m

    ritos haba hecho, y ms haba sacrificado, en la lucha comn de la civilizacin

    occidental contra el comunismo desde 1936

    35

    .

    Tras la muerte del general Franco, en 1975, se aadi una nueva y parad

    jica motivacin para alentar la continuidad de la publicstica divisionaria: el

    reivindicar el

    ejemplo

    de la DA para el falangismo m s o me no s

    revolucionario

    e inconformista, pero asimismo como un ejemplo a seguir para las nuevas

    generaciones de la extrema derecha espaola, desorientada ante el xito de

    la Transicin y consolidacin democrtica en Espaa y ante su propia debili

    dad electoral . Las publicaciones de memorias de antiguos combatientes sern

    alentadas, sobre todo, por algunas editor iales marginales -como las ediciones

    Garca Hispan, propiedad de un ex-mili tante de la organizacin neonazi CE-

    D A D E - y algunos jvenes histor iadores adictos al revisionismo histor iogrfico

    del Holocausto nazi, que igualmente estaban vinculados con las diversas ten

    tativas de construir alternativas polt icas de extrem a d erecha q ue sup erasen los

    esquemas ideolgicos tardofranquistas, intentando una vuelta a los orgenes

    32. DE LAVEDN, Alberto,

    Un espaoltras eltelnde

    ace ro, B arcelon a, s. f. [1959], p. 12.

    33. JIMNEZ ANDRADES,Ildefonso,

    Recuerdos

    de mi cam paa en Rusia,B adajoz, 1957;VASCANO,J. L.,op.

    cit.,

    pp. 33-34.

    34. COGOLLOS VICENS,Jos,

    Por qu?

    Y

    Para

    qu', Valencia, 1985, p. 110.

    35. PUENTE,

    Moiss ,

    Yo ,

    muerto

    en Rusia

    (Memorias

    del alfrez Ocaas),

    Madrid, 1954, p. 39.

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    Xos Manoel Nez Seixas

    del fascismo espaol. Esa bsqueda de un futuro en el pasado tendra su reflejo

    pico en el recuerdo de la DA. Recuerdo que consti tua asimismo un motivo

    predilecto del minori tario neonazismo espaol, por causas obvias

    36

    . C on todo,

    ese revisionismo historiogrfico, y hasta el filonazismo de algunos de sus pro

    motores, conviva en difcil armona con la cuasi-esquizofrnica necesidad de

    seguir insistiendo en el carcter diferencial de los voluntarios espaoles de la

    DA y los posterio res de la Legin Azu l y la W eh rm ac ht o en las W affen SS. D e

    este modo, el nfasis en la ausencia de antisemitismo entre los divisionarios, as

    como en su ejemplar comportamiento con la poblacin civil rusa y polaca y el

    resaltar el claro contraste entre esa conducta y la del Ejrcito alemn da lugar a

    ms de una paradoja en la publicstica divisionaria posterior a la Transicin.

    C iertam ente, a partir de 1975 tamb in se registr un inters m em orial s-

    t ico por resal tar la plural idad de motivaciones que haban l levado a muchos

    espaoles a alistarse en la DA. Aparecen as de modo ms frecuente y con

    papel destacado en relatos y autobiografas nuevos personajes: opositores al

    rgimen franquista que queran hacer mritos para redimir procesos judiciales

    pendientes contra ellos o sus familiares; soldados de leva conminados por sus

    superiores a apuntarse a las expediciones de relevo tras 1942; comunistas espa

    oles que queran pasarse al Ejrcito Rojo en cuanto tuviesen la oportunidad;

    legionarios al is tados en los reemplazos por aventurerismo, deseo de pasarse al

    enemigo o simple coaccin...

    37

    . Incluso, una autobiografa novelada sobre tema

    divisionario, publicada en

    2001,

    prete nda traza r una suerte de simblica recon

    ciliacin final entre las Espaas enfrentadas en 1936-45: el encuentro entre un

    antiguo oficial de la DA fiel a los postulados falangistas y anticomunistas, y un

    nio de la guerra enrolado como partisano en el Ejrcito Rojo que se pas a

    la DA en 1943 para poder retornar a Espaa, y que guardaba un buen recuerdo

    de ambos ejrci tos

    38

    . Este t ipo de biografas , s in embargo, ser mucho menos

    abundante dentro del total .

    La de sco m po sici n de la URSS en 1991 y el fin del socialismo real con tribu

    yeron, finalmente, a avivar el inters de muchos ex-divisionarios avanzados en

    edad por publicar sus m em orias, en parte acom pa ada s de un viaje sentim ental

    al lugar de sus aventuras. Su lucha contra el comunismo y sus sufrimientos se

    veran as simblicamente compensados con la visita a una Rusia

    liberada.

    36.

    Vid.

    CASALS,Xavier,

    Neonazis en

    Espaa.

    De las

    audiciones wagnerianas

    a

    los

    skinheads (1'966-1'995),

    B arcelona, 1995, pp . 177 y 315-316.

    37. Vid.por ejemplo GARCA DE LEDESMA,Ramiro ,Encrucijada en la nieve. UnServiciod eInteligenciades

    de laDivisinAzul, Granada, 1996; GONZLEZ,Fernando,Memorias de unfascistaespaol,M adr id ,

    1976,

    pp . 95-162;

    COGOLLOS VICENS,

    Jos,

    op .

    cit.;

    LINARES,

    Vicente,

    Ms que unasm emorias. Hasta

    Leningrado con la Divisin Azul, Madrid, 2000; el dudoso testimonio de MESADO IMAN , Manel,

    Memries d'un temps gris. Unborrianenc en la Divisin A zul, B orriana, 2002; SNCHEZ SALCEDO,

    Eduardo, Framan (deSerrablo a

    Leningrado),

    Sabinigo, 2002. Vid. tambin los tes t imonios re

    cogidos en AGUST ROCA, C a r m e ,

    Rssia es

    culpable

    Memoria i

    record

    de la

    Divisin Azul, Lleida,

    2003.

    38. FERNNDEZ BLANCO, Laurentino,Recuerdos de la Divisin Azul. Fuiguerrillero (1941-1943), Madrid,

    2001.

    Pasado

    y

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    Revista de Historia

    Contempornea

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    Los vencedores vencidos: la peculiar memoria de la Divisin Azul 1945-2005 97

    Lo que podemos denominar e lrelato divisionario elabor, adems, una suerte

    de ciclo mt ico que se autorrep rodu ce de m od o co nstante. En ese relato, existen

    una serie de hi tos omnipresentes, de etapas que, en cierto modo, se presentan

    como una suerte de viaje inicitico desde la inocente e idealista juventud hasta

    la madurez y, a menudo, el desencanto, representado por el encuentro con la

    guerra y las duras condiciones de la retaguardia. Tenemos as varias estaciones

    definidas en ese viaje. Primera, el alistamiento y el viaje a Alemania en tren.

    Segunda, la instruccin en los campos militares de Grafenwhr o Hof y el en

    cue ntro con el Ejrcito alem n. Tercera, la m arch a hacia el frente, parc ialm ente

    a pie en el caso de la primera Divisin del ver ano de 194 1. C uarta, la estancia

    en el frente y la participacin en diversas acciones militares de mediana enver

    gadu ra. Q uin ta, las realidades de la vida cotidiana en el frente ruso: el contac to

    con la poblacin civil de las aldeas ocupadas, pero tambin las penalidades del

    medio (la nieve, el fro, el barro de la estacin del deshielo, los mosquitos del

    verano, el hambre...). Sexta, el regreso a Espaa, previo paso por uno o varios

    hospitales de campaa y el encuentro en escapadas con poblacin civil letona

    o alemana en la retaguardia, elemento casi omnipresente en las autobiografas.

    Pero an se aadan nuevas estaciones a esa suerte de

    va crucis.

    La sptima

    estacin sera el episodio efmero de la llamada Legin Azul, es decir, el cuerpo

    remanente de combatientes que tericamente debera haber permanecido en el

    frente del Este hasta el final, entre octubre de 1943 y marzo de 1944 con una

    ejecutoria irrelevante en trminos militares. La octava, envuelta en un halo de

    misterio legendario, los llamados irreductibles, aquellos que desafiaron las

    rdenes del rgimen franquista y se enrolaron directamente en la Wehrmacht

    y las Waffen SS, hasta combatir en las ruinas de Berln, y su azaroso regreso.

    La novena, las vicisitudes de los prisioneros de la DA que permanecieron en

    cautiverio en la URSS, hasta la repatriacin y apotesico regreso de la mayora

    de ellos en abril de 1954.

    El ciclo pareca cerrado a mediados de los aos cincuenta. Sin embargo,

    distaba de estarlo, como mostrar el resurgir de la memorialstica divisionaria

    en los aos de la Transicin y particularmente a partir de 1989-90. Pues an

    quedaban pendientes dos estaciones ms, consistentes en lo que podramos

    denominar los dos retornos simblicos, que se podrn verificar a partir de los

    aos ochen ta y, part icularm ente, d esde la desaparicin de la Un in Sovitica en

    1991.

    La dcima estacin seran los regresos de vete ran os a los escenarios d e los

    frentes de com bate, part icularm ente frecuentes desde m ediad os de la dcada de

    los ochenta y, particularmente, a partir de 1989. Y la undcima estacin, que

    pondra el punto final y que supona un paso ms all del culto permanente a

    las imgenes fotogrficas y pictricas de los cementerios espaoles de campaa,

    donde reposaran los

    hroes

    cuya sangre habra regado el territorio enemigo. Se

    trataba del retorno fsico a Espaa de los restos de los ms de 4.000 divisiona

    rios enterrad os en Rusia, gran obligacin m oral y material del pu eblo espaol,

    que en la actualidad se m antien e c om o reivindicacin por una parte im porta nte

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    Xos Manoel Nez Seixas

    de los vete rano s; y que ha h allado u n cierto eco en la opini n pb lica conserva

    dora y entre los varios miles de parientes y descendientes de los

    cados

    39

    .

    3. LOS TPICOS

    D E L

    RELATO DIVIS IONARIO

    Las circunstancias antedichas han condicionado los marcos sociales de la

    memoria colectiva e individual de la Divisin Azul

    40

    . C onsiderada como un

    tipo ideal, la

    narrativa

    divisionaria, basada en l ibros de memorias y novelas de

    inspiracin autobiogrfica, pero tambin ayudada por su reproduccin en el

    cine y la prensa, ha elaborado una serie de estrategias y recursos textuales y

    paratextuales que articulan de m od o conjunto u n autnt ico relato performativo

    acerca de la experiencia individual de los ant iguos c om batien tes, pero tam bi n

    de la Divisin Azul como un colectivo. Narrativa que ha conseguido, en cierto

    modo, imponerse como e l autnt ico

    relato

    sobre la DA que es hegemnico en

    la

    memoria

    del franquismo y del propio Ejrcito espaol, pero tambin en buena

    parte de la esfera pblica esp aola des de la Trans icin

    41

    . Se trata de u n discurso

    que, como en la mayora de las autobiografas de guerra, parte de reflexiones

    y reconstrucciones individuales del pasado, pero presenta a su vez una clara

    voluntad de vindicacin e identificacin colectiva de un grupo que, virtualmen-

    te , se traslada al presente desde la idealizacin de la camaradera de otrora,

    mediante una suerte de pacto semiconsciente entre individuo y colectivo, entre

    pasado rememorado y const ruido

    42

    . Estrategia que se extiende igualmente a las

    formas ms o menos ficcionalizadas de reproduccin de esa reconstruccin del

    pasado, que articulan a su vez una forma de expresin complementaria de la

    memoria colectiva de la DA

    43

    .

    Cules son los elementos ms caractersticos, y hasta cierto punto distinti

    vos, de ese

    relato divisionario

    que tambin presenta rasgos peculiares en relacin

    con la memoria alemana o italiana de la experiencia del Frente del Este? Pode

    mos resumirlos, en nuestra opinin, en los siguientes apartados:

    39 .

    Vid.GARRIDO POLONIO,Fernando y GARRIDO POLONIO, Miguel ngel,Nieve Roja.Espaolesdesapa

    recidos en elfrenteruso,Mad rid, 2002. Las He rm and ade s de la Divisin Azul ya en 1991 procla

    maban su objetivo de devolver los restos de los cados en Rusia a Espaa: vid.VIDAL

    Y

    GADEA,

    Jos Antonio, Breves notassobre laDivisinAzul, Alicante, 1991, p. 62.

    40 .

    HAIBWACHS, Maur ice,

    La

    memoriacolectiva, Zaragoza, 2004 [1925],

    41.

    Para ms detalles,

    vid.

    nue stro artculo Russland w ar nich t schuldig. Die Ostfron terfahrun g

    der spanischen Blauen Divisin in Selbstzeugnissen und Autobiographien, 1943-2004, en

    HAGEMANN, Karen , EPKENHANS, Michael, y FRSTER, Stig (eds.), Soldat undGesellschaft. Biographien

    un dSeltbstzeugnisse inderMilitargeschichte, Paderborn, 2005.

    42. ROSENTHAL, Gabriele, Narracin y significado biogrfico de las experiencias de guerra,Historia

    y Fuente Oral, n. 4 (1991), pp. 119-128; LEJEUNE, Philippe, Elpacto autobiogrfico yotros estudios,

    Madrid 1994, pp.50-51;RICOEUR, Paul,La m moire, l'Histoire, l'oubli, Pars, 2000.

    43.

    FARRUGIA,

    Francis, Sndrome narrativo y reconstruccin del pasado, Historia, Antropo loga y

    Fuentes Orales,

    n. 32 (2004), pp. 133-150.

    Pasado

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    Mem oria.

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    Los vencedores vencidos: la peculiar memoria de la Divisin

    Azul

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    a) Yo ten a un camarada . . . desencantado

    En prim er lugar, es de destacar el acu sado idealism o, de imp ron ta falangista

    en la gran m ayo ra d e los casos, pre sen te en casi tod os los relatos. Idealism o qu e

    se combina, de modo ms o menos variable, con un cido desencanto, tanto

    ms patente cuanto ms lejana en el t iempo es la evocacin

    44

    . El desencanto

    nace en buena parte, como en toda memoria de veteranos de guerra, de la idea

    lizacin entre el mundo autntico, viril, interclasista e idealista sin artificios

    retricos de las trincheras; y que es evocado a posteriori , desde la madurez,

    como un duro contraste con el materialismo ruin e hipcrita imperante en la

    vida civil

    45

    . Esa camaradera, como en la mayora de las biografas de guerra, se

    circunscribe al pelo tn o al peq ue o grupo com batiente, con el que se com parte

    trinchera y chabola, a los oficiales de rango inferior y como mucho al coman

    dante del batalln. Pero, al mismo tiempo, el hecho de que en la DA se diesen

    cita voluntarios que provenan de grupos polt icos y estudiantiles relativamente

    reducidos provocaba que la DA fuese un pequeo mundo donde, fuera de la

    propia compaa o seccin, siempre era posible encontrar familiares prximos

    o lejanos, conocidos, antiguos camaradas de armas de la Guerra Civil o del fa

    langismo de combate de los aos treinta, tanto en otras unidades y compaas

    com o en los hos pitales de cam pa a es pao les de Riga, Vilnius o K nigsberg.

    La cohesin de la camaradera de la DA, sobre todo hasta mediados de 1942,

    se explica por esa fusin de grupos primarios de origen y nuevos grupos

    de lucha y camaradera sl idamente cimentados en la experiencia comn del

    combate y la convivencia cotidiana con el peligro, el tedio de la trinchera,

    los piojos y la suciedad

    46

    . El carisma personal y la gran popularidad entre los

    divisionarios, sobre todo entre los voluntarios del verano de 1941, del general

    Agust n Muoz Grandes, primer comandante en jefe de la DA hasta diciembre

    de 1942, tambin reforzaba esa cohesin. Muoz Grandes, secretario general

    de FET de las JON S entre ago sto de 1939 y abril de 1940, consegua a un ar en su

    figura el prestigio militar y el polt ico, ad em s de u n cierto carcter p opu lista

    47

    .

    44. Ejemplar (e irnico) en este sentido es la Hccionalizacin de un encuentro entre varios ex-divi-

    sionarios barceloneses, que se renen en 1974 para asistir al entierro de un antiguo camarada,

    en SALVADOR,Toms , Cantaradas 74,B arcelona, 1975.

    45. Ejemplar en este sentido es el breve folleto de URGOITI Y BAS, Car los , Prlogo

    al tema Amistad,

    Madrid, 1987, donde el autor evoca la camaradera entre los miembros de su pelotn en Rusia.

    Igualmente, vid. las reflexiones del protagonista de HERNNDEZ NAVARRO, Antonio Jos,

    op>.

    cit.,

    pp. 245-46 , acerca de la difcil rein cor pora ci n a la vida civil de los ve ter an os y su rebe lda

    frente a sus normas, falsedades y frivolidades: en el mismo sentido,

    vid.

    GARCA LUNA,Jos,

    Las

    cartasd elSargentoBasilio,B arcelona, 1959, pp. 80-81 y 251-257; oROYO MASIA,Rodrigo, Guerra

    Historia

    de la vida de Luis de Pablos,

    Ma drid, 1944, pp . 157-59, acerca del carcter autntico y

    descarnado, pero sincero, de las relaciones entre los que compartan una misma posicin.

    46. Sobre el debate acerca de la fortaleza de los grupos primarios en la Wehrmacht como razn

    de la extraordinaria resistencia y fidelidad del Ejrcito alemn hasta la capitulacin final,

    vid.

    BARTOV, Omer , Hitler's Army, Solders, Nazis, and War in the ThrdReich,Nu eva York / Oxford,

    1991, pp . 29-58.

    47. Sobre M uo z Grand es falta un estudio basado en fuentes innovado ras. B uenos ejemplos del

    persistente culto divisionario a su personalidad en BERG, Helmuth ,General eutnant

    Agustn Mu-

    Pasado

    y

    Memoria.

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    Xos Manoel Nnez Seixas

    Esta popularidad trascendi ms all de la publicstica divisionaria. E incluso

    se proyect a mbitos l i terarios ms amplios que no respondan para nada al

    relato divisionario: recordemos la admiracin que profesaba a Muoz Grandes

    el entraable personaje Bromuro, limpiabotas ex-divisionario y confidente del

    detective de ficcin Pepe C arvalho cread o por el m alograd o novelista M anu el

    Vzquez Monta lbn .

    La segunda fuente del desencanto, sin embargo, era meramente pol t ica. La

    camaradera de cariz fascista revolucionario de la DA no haba encontrado

    un reflejo en las actitudes de las jerarquas del rgimen franquista, acomodadas

    cuando no corruptas, desviadas de los objetivos primigenios y fundacionales

    del fascismo espaol. Pues los antiguos camaradas falangistas que no haban

    ido a Rusia habran sucumbido al materialismo. Buena parte de los voluntarios

    de la DA se presentaron como los lt imos y frustrados fascistas verdaderos de

    Espaa. Por ello, tambin cult ivaron una imagen de s mismos como lt imos

    romnticos, elementos incmodos que permanecan fieles a los ideales revo

    lucionarios de juventud y menospreciados por las jerarquas del part ido nico

    franquista, que ya haban ido a Rusia disconformes con el rumbo que tomaba

    la preterida revolucin falangistasoa da en 1936: por no sabe r nad a d e las m ez

    quinda des y crmenes de la retaguardia, escriba Jos M anu el C asta n, me

    he venido de nuevo al frente soando en un futuro ordenamiento de Europa

    que ordene tambin a Espaa, al igual que muchos falangistas nobles [que] se

    han alistado en la aventura para no emponzoarse en la paz

    48

    . El malagueo

    Rafael C ast a o escribir en 1990 qu e hedillistas, ex-divisionarios y falangistas

    revolucionarios se convirtieron tras 1945 en unos proscritos y marginados.

    Algunos marchamos desde entonces a la deriva

    49

    . Por ello, en cierto sentido,

    los divisionarios se considerarn a s mismos como los vencidos dentro de los

    vencedores. Naturalmente, otra cuestin es que esa imagen se corresponda con

    una discriminacin laboral y social en el terreno de los hec ho s. C om o ya vim os,

    la integracin sociolaboral y hasta poltica de los antiguos divisionarios fue mu

    cho ms exitosa de lo que ellos mismos reconocieron en sus memorias.

    b) Luceros y sangre en la nieve

    En segundo lugar, las autobiografas y memorias que versan sobre la DA

    tambin se caracterizan por un acusado realismo, en ocasiones denominado

    tremendismo realista. Aqul se manifiesta particularmente al describir minu

    ciosamente las penalidades de la guerra, y en el gusto por la descripcin fiel y

    casi m eticulosa de la dura realidad del com ba te y la trinchera. Algo que ya hab a

    noz-Grandes: SpaniensBlaue Divisinan der

    Ostfront,

    Rastan, 1963 y VADILLO,Fernando, Muoz

    Grandes,el

    general

    de la

    Divisin

    Azul, Madrid, 1999.

    48. CASTAN, Jos Manuel,D iario de una aventura(con laDivisin Azul 194J-1942), Gijn, 1991, pp.

    81 y 100.

    49. CASTAO DOA, Rafael,Legionario en Rusia,Alicante, 1991, p. 104.

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    Los vencedores vencidos:lapeculiar memoriade la DivisinAzul 1945-2005 101

    aparec ido en la literatura biogrfica y nove lstica sobre la Guerra C ivil, o la m s

    reducida sobre la Guerra de Marruecos.

    Sin embargo, ese cruel realismo, brutal en ocasiones, coexiste con el ms

    acusado y retrico lirismo, algo tpico del estilo literario falangista, que contri

    buye a su vez a engrandecer el aura romntica y aventurera de la experiencia

    transmitida. El resultado es una mezcla, a menudo muy inestable, de l ir ismo

    y tremendismo. La descripcin acre de las condiciones de los hospitales de

    campaa, el gusto por reflejar la dureza del lenguaje cuartelero y la hosquedad

    de las relaciones humanas en el ejrcito, la narracin de agonas y muertes

    violentas, dejan paso inmediatamente en la mayora de los casos a bellas im

    genes literarias. Por ejemplo, la evocacin sentida pocas lneas ms adelante del

    nevado paisaje ruso en trminos grandilocuentes, buscando paralelismos con el

    misticismo del paisaje castellano; o bien la contemplacin de las noches estre

    l ladas por los centinelas soli tar ios como un recuerdo a los camaradas muertos,

    a los luceros de la noche que, como rezaba el Cara al Sol, hacan guardia y

    marcaban el camino a seguir a sus compatriotas vivos, de acuerdo con el clsico

    concepto falangista de la

    vigilia,

    la revolucin p endie nte que reclamaran los

    cados

    50

    .

    O bien, en fin, la inmensidad del paisaje ruso, las estepas nevadas y los

    r os helados, que provocan arrebatos de l ir ismo en la mayora de las descrip

    ciones que inciden en la presentacin del soldado espaol como un ser perdido

    en el infinito. C on ello, el volu ntario adquirira m ay or conciencia de su m isin

    trascende ntal en po s de sus ideales, de ser una avanzadilla de la nuev a volun tad

    de imperio espaol que pregonaba el falangismo, y que persistira en una tierra

    fecundada por los muertos espaoles de cuyas tumbas floreceran margaritas

    silvestres y flores amarillas

    51

    .

    c)

    Una

    gue rra l impia:

    lo s

    silencios

    d e una

    guerra

    d e

    exterminio

    Aquel realismo, sin embargo, tambin presenta sus claros matices. Hay

    tabes que rara vez se rompen, t picos tambin de los testimonios autobio

    grficos de combatientes alemanes y de otras nacionalidades en el frente del

    Este

    52

    . El l lamado mito de la Wehrmacht, generado en la opinin pblica de

    la Repblica Federal Alemana durante las dcadas del 50 y 60, y que se puede

    resumir en la presuncin de que las tropas regulares integradas en el Ejrcito

    alemn habran tenido una conducta noble e impoluta en su ejecutoria blica,

    50 . PREZ BOWIE, Jos Antonio, En torno al lenguaje potico fascista. La metfora de la guardia

    eterna,

    Letras de Deusto,

    vol. 31:15 (1985), pp . 73-96 . B uenos ejemplos enHERNNDEZ NAVARRO,

    Antonio Jos,

    op>.

    cit.,

    pp . 99-100, 121-122 y 129, as com o en

    FARR ALBIANA,

    Jaime, 4

    infantes

    3 luceros, Tetun, 1949.

    51 .

    Un buen ejemplo en

    HERNNDEZ NAVARRO,

    Anto nio Jos, op. ai ., pp. 99-100 ,121-22 y 129. O bien

    el folleto de FERNNDEZ VELASCO, Adolfo,

    Elrelevo del Alczar,

    Benicarl, 1943.

    Vid.

    igualmente

    ANDJAR, Antonio, Cuando dejamos el l imen,

    Hoja de Campaa,

    n. 85, 19.9.1943, p. 2, y SN

    CHEZ CARRILERO,Javier,

    Crnicas de la Divisin Azul,

    Albacete, 1992, pp. 53-65.

    52 .

    Vid.

    WETTE,Wolfram,

    Die

    Wehrmacht. Feindbilder, Vernichwngskrieg,

    Legenden,

    Frankfurt am Main,

    2002,

    p p . 180-181.

    Pasadoy

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    Xos Manoel Nnez Seixas

    mientras las atrocidades y crmenes contra partisanos y poblacin civil seran

    responsabilidad exclusivamente de las Waffen SS

    53

    , tuvo un reflejo directo

    igualmente en la memo rialst ica divisionaria . C on un m atiz: la Divisin Azul

    habra tenido un comportamiento an ms l impio y honorable que la l impia y

    honorable Wehrmacht .

    Entre esos silencios se pueden sealar los siguientes:

    1) Los maltratos fsicos y psquicos a civiles, particularmente a campesinos

    rusos, que, aunque de modo menos sistemtico y brutal que los ocupantes ale

    manes, tambin tuvieron lugar, sobre todo en represal ia por ataques part isanos

    a soldados espaoles;

    2) Las menciones a ejecuciones de prisioneros, que slo aparecen en conta

    das ocasiones, y eso a part i r de la dcada de 1990. Del mismo modo, tampoco

    se menciona en ninguna memoria o autobiografa la prctica corriente de fusilar

    inmediatamente a los comisarios polt icos del Ejrcito sovitico que eran cap

    turados en combate, de acuerdo con las instrucciones para la conducta de las

    tropas alemanas en Rusia recibidas por todas las unidades participantes en la

    Operacin Barbarroja en junio de 1941, dictadas por el Alto Mando de la Wehr

    macht , y que estuvieron en vigor al menos hasta el verano de 1942.

    3) Las deserciones en las propias filas (ms frecuentes a partir de 1942),

    slo aludidas de manera indirecta y pasajera, y particularmente en los retratos

    despect ivos de l comportamiento traidor de los desertores que compartieron el

    m ism o cautiverio qu e los prisioneros de guerra espaoles; igualm ente, tam bin

    se si lencian cuidadosamente los fusi lamientos de camaradas sorprendidos en

    intento de desercin, o cuyas prcticas de automutilacin para evitar el comba

    te fueron descubiertas por sus oficiales.

    4) Adems de ello, habra que aadir los tabes sexuales, algo tpico de toda

    la li teratura militar, bsicamente resumibles en dos temas: violaciones o abusos

    contra mujeres civiles rusas y relaciones homosexuales entre los propios solda

    dos, muy ra ramente menc ionadas

    5 4

    . La visita a los prostbulos organizados por

    el Ejrcito alemn en la retaguardia para satisfacer los deseos sexuales de los

    soldados de la Wehrmacht s puede hal lar menciones espordicas, part icular

    m ente a la hora de detallar -c o m o

    rareza-

    las precauciones profilcticas dictadas

    por las autoridades mil i tares alemanas. Para nada, sin embargo, aparecen en

    los testimonios de soldados espaoles referencias a las mujeres eslavas, judas

    53 . Vid. HEER,H a n n e s , Tote. Zonen. Die dwtsche Wehrm acht an derOstfront,Ha m burg o, 1999, p. 180

    y ss.;

    PTZOLD,

    Kur t ,

    Ihr waret die besten Soldaten.

    Ursprung

    un d

    Geschchte einer

    Legende,

    Leipzig,

    2000,as como BALD,Detlef, KLOTZ,Johannes yWETTE,Wolfram, Mythos Wehrmacht.Nachkriegs-

    debatten und Traditionsp>flege,Berln, 2001.Vid.igualmente WETTE,W olfram, Die Wehrmacht..., pp.

    195-244.

    54. Excepciones en SNCHEZ SALCEDO, Eduardo,

    op>.

    cit., pp . 64 y 66; ZULAICA, Ramn , La ltima

    oportunidad, s. 1. [San Sebastin], 1963;YDGORAS, Car los M.

    a

    ,Algunos no hemos muerto,Madrid,

    1984 [1957], pp. 139-40 y MELI VILA, Jos,Bajo 6 banderascon la muerte en los talones. Ao 1936

    aDiciembre de -1943, s. 1. [Valencia],2003, p . 76.

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    Los vencedores vencidos: la peculiar memoria de la Divisin Azul 1945-2005 103

    o blticas reclutadas por el Ejrcito ocupante a la fuerza para servir en esos

    burdeles

    55

    .

    5) Igualmente, la descripcin de acciones de represalia contra partisanos o

    poblacin civil sospechosa de colaborar con ellos sern tambin casi inexisten

    tes has ta la dcada de 1980, pese a qu e las fuerzas espa olas y la

    Feldgendarmerie

    de retaguardia del frente, cuya labor desempeaban en el sector espaol vo

    luntarios de la Guardia Civil , tena entre sus cometidos la lucha antipartisana.

    Las campaas contra los partisanos, como mucho, slo aparecen en los relatos

    publicados duran te el franquismo com o escenas contem pladas al paso de la DA

    por Polonia y Rusia camino del frente, obra por supuesto de tropas alemanas o

    de las omnipresentes Waffen SS, cuerpo aparte del que se abjura.

    6) Del mismo modo, como veremos, el t ratamiento de la cuest in juda,

    y particularmente del contacto entre soldados espaoles y poblacin juda en

    Polonia y Lituania a lo largo de la marcha a pie en septiembre de 1941, variar

    ostensiblemente entre las primeras descripciones (1943-46), y las publicadas

    a parti r del cono cimiento del Ho locausto. C on anterioridad a 1946, los tono s

    despectivos hacia los hebreos no eran rareza, al igual que en varios diarios de

    campaa

    56

    . Lo que se corresponda con el antise m itism o cultural y religioso qu e

    tambin anidaba en el fascismo espaol desde los aos treinta, y del que hacan

    gala, por ejemplo, los varios poemas escritos en honor de los voluntarios que

    marcharon a Rusia en el verano de

    1941

    57

    .

    Tras el final de la II G uerra M un dial,

    muchos veteranos afirmarn no dar crdito a la

    propagan da aliada.

    Pero el peso

    de la evidencia tambin les forz progresivamente a marcar las distancias con

    el III Reich y el Ejrcito alemn como autojustificacin, mediante la reproduc

    cin de diversas ancdotas vividas por los divisionarios y que insistiran en

    su defensa ocasional y aislada de hombres y mujeres judos frente a abusos

    alemanes

    58

    . Se elabor as un discurso performativo que ha sido aceptado con

    cierta frecuencia y hasta ingenuidad como la recreacin de la realidad en s por

    algunos historiadores que reproducen su visin sin demasiados matices y pre-

    55. El tema, de hecho, slo recientemente ha sido abordado de forma concluyente por la historio

    grafa alemana.

    Vid.

    BECK, Birgit,

    Wehrmackt und sexuelle Cewalt. Sexualverbrechen vor deutschen

    Militargerchten

    /

    I939-'I945, Paderborn, 2004.

    56. Vid. por ejemplo GMEZ TELLO, Jos Luis, Cancin de invierno en el

    Este:

    crnicas de la Divisin

    Azul,

    B arcelona, 1945; m s reflexivo, reconocien do que los judos le causa ban repulsin, pero

    rechazando la persecucin fra y sistemtica, era RIDRUEJO,D ionis io ,

    op. cit.,

    pp. 40, 42-43, 53,

    60-64 y 80-81.

    57.

    Sobre la retrica y contenidos antisemitas del fascismo espaol,

    vid.ALVAREZ CHILLIDA,

    Gonzalo,

    El

    antisemitismo

    en Espaa. La imagen del

    judo

    (181Z-200Z),

    Madrid, 2002, pp. 381-420 y

    BCKER,

    Manfred,

    Antisemitismus

    ohneJuden.

    Die Zweite Republik, die

    republikanische

    Rechte und

    die

    Juden.

    Spanien 1931-1936, Frankfurt a. M., 2000. Ejemplos de referencias antisemitas coetneas a la

    partida de la DA en CUARTERO,Arturo,

    Lo s que se marchan. La

    Divisin

    Azul,

    Madrid, s. f. [1941],

    pp. 23-25, y CARRIN,D es iderio , Voluntariadoespaol , Q uintanar de la Orden, 1941.

    58. VADILLO,Fernando, Orillas delVoljov, B arcelona, 1967, pp . 134-35, 156, 159-166, 180 y 186-94;

    paradigmtico, sobre todo, el relato novelado de BARS CASAMITIANA, Manue l ,

    El pan en el fango,

    Olot, 1962.

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    Xos Manoel Nez Seixas

    sentando a los divisionarios incluso como candidos y generosos protectores de

    los judos

    59

    .

    Ello consti tuye cuando menos una general izacin discutible. De entrada,

    los espaoles nunca plantearon conflictos de entidad al mando alemn por su

    desacuerdo con la poltica racial del III Reich. Hubo, eso s, pequeos inciden

    tes espordicos entre soldados espaoles y alemanes por ese motivo, pero las

    autoridades mil i tares alemanes nunca consideraron que esos incidentes fuesen

    ms importantes, por ejemplo, que los provocados por los asaltos de todo

    tipo contra la poblacin, incendios, robos, saqueos, hurtos, delitos sexuales

    etctera que desde 1941 acompaaban la presencia de voluntarios espaoles

    en la retaguardia

    60

    . Se pueden ci tar ejemplos ms contundentes de proteccin

    de judos por parte de las tropas italianas en el frente del Este, por ejemplo, por

    no hablar de los conflictos abiertos entre el Ejrcito alemn y el italiano en las

    zon as ocu padas de los B alcanes por ese mo tivo

    6 1

    . Es cierto que en los hospitales

    espa oles de Riga y K nigsberg se emplea ba person al auxiliar judo en igualdad

    de condiciones con espaoles, alemanes y blticos, as como que algunos testi

    monios hablan de la propensin de los voluntarios espaoles a tener contacto

    sin prejuicio alguno con la poblacin hebrea, tanto a su paso a pie por las zonas

    orientales de Polonia y Lituania co m o en sus estancias en retaguardia en Vilnius

    o Riga

    62

    . Pero, al mismo tiempo, en varias autobiografas de divisionarios -so

    bre todo las de aquellos veteranos vinculados a las Hermandades de la Divisin

    Azul- se insiste repetidamente en que el problema judo, pese a existir, haba

    sido exagerado por los medios de comunicacin; aunque a continuacin se

    describiesen ancdotas en las que el protagonista haba s ido test igo de malos

    tratos a la poblacin hebrea, haba confraternizado con judos e, incluso, se

    haba enfrentado a algn guardia alemn

    63

    .

    59. En mi opinin, es el caso de BOWEN, Wayne, A Great Moral Victory: Spanish Protection of

    Jews on the Eastern Front, 1941-1944, en ROHRLICH, Ruby (ed.),R esisting theHolocaust,Oxford

    / Nueva York, 1998, pp. 195-211.

    60. C ar ta del C om anda nte General de las Tropas de Proteccin de Retaguardia[Sicherungstruppen]

    del Grupo de Ejrcitos No rte al C om an do Suprem o del Grupo de Ejrcitos No rte, 5.2.1944 (BA-

    MA, RH 19-111/774).

    61 .

    Vid.

    MICHAELIS,

    Meir, Mussolini and the Jews: Gem an-Italian Relations and the Jewish Question in

    Italy, 192.2-1945,

    Oxford, 1978, p. 321 y

    WETTE,

    Wolfram,

    Die Wehrmacht...,

    pp .136-140.

    62. Por ejemplo,

    cf .

    el informe del capitn C ollatz, Plana de Enlace Alema na en la DA, a Grupo de

    Ejrcitos Norte, 23.10.1941 (BA-MA, RH 19-HI/774). O las anotaciones delDiariodeguerrade la

    Plana de Enlace alem ana de la DA, en trad as del 26.8, 1.9 y 6.9.1941 (B A-MA, RH 26-250/2). Tes

    t imonios polacos , aunque no suf icientemente contras tados , en MUSZYNSKI, Wojciech Jerzy,Ble-

    kitna dywizja. OchotnicyHiszpanscy na frondewschodnim 1941-1945, Varsovia, 2002, pp. 19-20.

    63. Por ejemplo, CHICHARRO LAMAMI DE CLAIRAC, Juan,

    Diario de un antitanauista en la Divisin Azul,

    M adrid, 20 01, pp. 19-22.

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    Los vencedores vencidos: la peculiar memoria de la Divisin Azul 1945-2005 105

    d) Un juego de espejos, o el indmito y anrquico espaol versus el

    rgido tudesco

    Tal vez el rasgo ms sobresaliente de la memorialstica divisionaria sea ste:

    un acusado tipismo, es decir, un particular gusto en describir de forma estereot

    pica las costumbres y reacciones del espaol popular y

    castizo,

    o

    tpicamente

    his

    pn ico. Ello se m anifestab a, sobre tod o, en el particular deleite en la exposic in

    del contraste e ntre el estereo tipado carcter espaol, meridio nal y alegre en una

    tierra esteparia y fra, y el carcter y psicologa colectiva de las nacionalidades

    y pueblos con los que entr en contacto y relacin a lo largo de la campaa

    rusa. Fundamental en este manejo del tipismo es el constante recurso a los es

    tereotipos sobre elOtro,expresad os en m ulti tud de ancdotas, observaciones y

    detalles aparentemente intrascendentes en s mismos; pero que adquieren una

    funcin instrumental de gran eficacia al conferirles significaciones implcitas

    ms amplias.

    Ante la avalancha de ancdotas que inciden en la confrontacin de este

    reotipos, no son pocos los autores que han cado en la trampa tendida por la

    memoria oral y los relatos autobiogrficos de los divisionarios, aceptando de

    modo un tanto acrt ico aquella autoimagen cier tamente quijotesca y anrquica.

    Los espaoles resultaran ser, as, un contrapunto amable y divertido a la rigi

    dez y crueldad

    intrnsecamente

    teutonas. Ello se basaba, como todo estereotipo,

    en cier tas bases verosmiles. Hay evidencias documentales que prueban la

    constante incomprensin de los mandos y enlaces alemanes, sobre todo de los

    situados en la retaguardia, hacia el comportamiento ruidoso, descuidado en las

    formas, juerguista y poco respetuoso del orden, la limpieza o la higiene de los

    soldados y, lo que les era an ms chocante, de los propios oficiales espaoles,

    cuya aficin al vino y la buena comida contrastaba con la prusiana tica militar

    que imperaba en la Wehrmacht. Y es igualmente cier to que ese contraste era

    incluso objeto de chanza entre los crculos diplomticos de los aliados del III

    Reich

    64

    . Ejemplos genricamente semejantes, con todo, tambin se pueden citar

    acerca de los soldados de otras nacionalidades combatientes en el frente ruso al

    lado de los alemanes

    65

    .

    Ese tipismo del

    relato

    divisionario tuvo en origen dos posibles y com plem en

    tarias lecturas. En primer lugar, mostrar lasvirtudesde la raza hispana a l mundo

    en trminos grandi locuentes y retr icos . C om o rezaba pom posa m ente un tex to

    de propaganda falangista de 1943, el soldado moreno, con olo