la danza de las doce princesas

10
1 La danza de las doce princesas Mexican Tales and Legends from Los Altos (Robe), pp. 139-141] Hubo una vez en un castillo un rey que tenía doce princesas, que de noche desaparecían y nadie sabía dónde andaban ni qué hacían. La única prueba de que no se quedaban en sus cuartos era que sus zapatillas nuevas lucían algo gastadas, señal de que se las habían puesto en la noche para dirigirse a algún sitio. El rey publicó un decreto en el cual prometía que aquel que en un plazo de tres días llegara a descubrir lo que hacían de noche las doce princesas, se casaría con la que fuera más de su gusto y

Upload: nico-san

Post on 26-Sep-2015

63 views

Category:

Documents


2 download

DESCRIPTION

La Danza de Las Doce Princesas

TRANSCRIPT

6

La danza de las doce princesasMexican Tales and Legends from Los Altos (Robe), pp. 139-141]

Hubo una vez en un castillo un rey que tena doce princesas, que de noche desaparecan y nadie saba dnde andaban ni qu hacan. La nica prueba de que no se quedaban en sus cuartos era que sus zapatillas nuevas lucan algo gastadas, seal de que se las haban puesto en la noche para dirigirse a algn sitio. El rey public un decreto en el cual prometa que aquel que en un plazo de tres das llegara a descubrir lo que hacan de noche las doce princesas, se casara con la que fuera ms de su gusto y heredara la mitad del reino. Pero, si no lo lograba, lo mataran. Un soldado que oy el decreto, dijo: Pues yo, que no sirvo para nada, voy a ver qu puedo encontrar. Qu tal que la suerte me sonre?

Se puso pues en marcha hacia el castillo y cuando lleg en su proximidad, un viejito que vena por el mismo camino le pregunt adnde se diriga.

Voy al castillo que queda all contest el soldado, para averiguar adnde van las doce princesas de noche, o a que me maten.

Y el viejito, como lo vio muy buena gente, le dijo:

Mira, yo soy muy viejo y s muchas cosas. Cuando veas que la princesa ms grande te ofrezca una copa, t haz como que te la tomas, pero la tiras, porque contiene un narctico muy fuerte que te har dormir y no vas a poder averiguar nada. Ponte esta capa que te har invisible y as podrs seguir a las princesas sin que te vean.

El muchacho tom la capa, le dio las gracias al viejo y prosigui su camino. Llegando al castillo se present ante el rey, le dijo qu vena a averiguar adnde iban sus doce hijas de noche y el rey le record que tena tres das para resolver el misterio y que iba su vida de por medio.

Esa misma noche, estando el soldado en compaa de las doce princesas, la mayor se le acerc y le ofreci una copa de vino. Tal como le haba dicho el viejo, el soldado hizo como que se la tomaba y, cuando ella gir la cabeza hacia otro lado, tir la copa al suelo.

Las princesas se retiraron a sus aposentos y todo el mundo se fue a dormir. A las doce en punto las princesas se levantaron. l, como no haba tomado nada, se levant y se puso su capa. Vio que todas se ponan unas zapatillas nuevas y se vestan de gala, luego movieron una de las camas de lugar, levantaron una tapa que haba en el suelo y una tras otra, sin hacer ruido, bajaron por el agujero. La ltima que baj, cerr la tapa a sus espaldas. El soldado esper un minuto, levant la tapa y baj a su vez por el pasadizo subterrneo. Empez a seguir a las princesas por un sendero y, cuando las alcanz, pis sin querer el vestido de la que iba hasta atrs.

Ay, hermanas! exclam sta. Alguien pis mi vestido.

Todas se detuvieron y la hermana mayor, que iba a la cabeza, dijo:

sa est muy nerviosa por el soldado, pero yo le di su narctico y ahora est profundamente dormido.

Siguieron andando y el soldado tuvo cuidado de rezagarse un poco.

Al poco rato llegaron a un estanque. Haba doce hombres esperando a las princesas en doce barquitos. Cada una subi a un barquito y el soldado se subi al de la ms chica. El hombre dijo:

No s qu pasa hoy que me cuesta ms trabajo mover la barca. Como que est ms pesada.

No te preocupes dijo la princesa, todo saldr bien.

Llegaron a la otra orilla, donde haba un saln de baile. En l empezaron a bailar las princesas con sus acompaantes. Ya muy tarde, se regresaron por el mismo camino por el que haban llegado, y el soldado fue tras ellas. Entraron a un bosque de rboles de oro y el soldado agarr una ramita. Despus pasaron por uno de rboles de plata y l agarr otra ramita.

La segunda noche fue como la primera. El hombre sigui a las doce princesas, pero esta vez agarr una de las copas de las que haban bebido. En la tercera noche, mientras las doce princesas regresaban de prisa por el sendero, el hombre, que iba detrs, volvi a pisar inadvertidamente a la princesa ms pequea. Pero esta vez, en lugar del vestido, le pis un calcaar y le arranc una zapatilla. Ay, hermanas, perd mi zapatilla! exclam la princesita.

Shhhh, maana la buscas dijeron las otras, y le ordenaron que siguiera caminando.

Al otro da el rey mand llamar al soldado:

A ver, pues, mi buen hombre! Quiero que me digas si pudiste averiguar algo acerca de mis hijas. Si no, tendr que matarte.

El soldado dijo:

Mire, Majestad. Las princesas bajan por un subterrneo que hay debajo de una de las camas. Ese subterrneo conduce a un sendero y ste a dos bosques, uno de rboles de oro y otro de rboles de plata.

Dicho esto, sac de su morral las dos ramitas que haba agarrado y se las entreg al rey. Luego prosigui: Despus hay un estanque y ah hay doce hombres esperndolas en doce barquitos, con los cuales cruzan el estanque para llegar a un palacio, donde bailan hasta muy tarde y toman en doce copas. Aqu est una copa de las que ellas toman sac del morral la copa que haba recogido la segunda noche y tambin se la entreg al rey. El hombre prosigui: La ltima noche, a su hija la ms pequea se le zaf del pie una zapatilla mientras regresaba por el sendero. Fue mi culpa. Yo iba detrs de ella y la pis sin querer y sac del morral la zapatilla de la princesa menor. El rey reconoci la zapatilla de su hija predilecta y ya no le cupo la menor duda de que el hombre le haba contado la verdad. Ya que descubriste adnde van mis hijas de noche le dijo, quiero que elijas a una de ellas para casarte.

Al hombre le hubiera gustado casarse con la ms chica, pero comprendi que era demasiado viejo para ella, as que seal a la mayor. Y fue as como se hizo rey y vivi feliz el resto de su vida.

* * *

. [Se pasan por alto las dos ramitas que agarr el soldado, una de oro y otra de plata, y la zapatilla perdida].