la casa de las vestales - digilea.files.wordpress.com · los ojos de eco se abrieron de par en par...

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Desde las ajetreadas y populosas calles de laRoma imperial, donde el esplendor y el lujoconvivenconlapobrezamásextrema,hastaelinteriordelasmansionespalaciegas,dondelas intrigaspolíticas, losescándalos sexuales yel asesinato sedan lamanocomoenunadesenfrenadabacanal,nohayrincóndelagranciudadqueseresistaalaindagadoramiradade Gordiano el Sabueso, investigador sagaz, gran conocedor de la naturaleza humana ypeculiarpaterfamilias.Enestegrandiosoambiente,entrelosaños80y72antesdeCristo,periodoqueabarcadesde laspostrimeríasde ladictaduradeSilahasta la revueltade losesclavosencabezadaporEspartaco,sedesarrollanestosnueverelatosquecomplementanlasnovelasdelaserieRomasubrosa.

Quienes lashayan leídopodránconocerdetalleshastaahora ignoradosde lavidaprivadade Gordiano, tales como la adopción de Eco, un muchacho mudo, su relación con lacautivadorasirvientaBethesdaoelafianzamientodesuamistadconLucioClaudio.

StevenSaylor

LacasadelasvestalesRomasubrosa-1.4

ePubr1.1epubdroid11.06.15

Títulooriginal:TheHouseoftheVestalsStevenSaylor,1997Traducción:MaríaLuzGarcíadelaHozDiseñodecubierta:RednaG

Editordigital:epubdroidePubbaser1.1

Atresmujeresdelaliteraturapolicíacaquemeinspiraronestashistoria:

JanetHutchings,HildegardeWinthersy,LillianDelaTorre(inmemoriam);

almenosunadelastresesunpersonajedeficción,aunqueyanorecuerdocuál…

Prefacio

GordianoelSabueso,investigadordelaRomaantigua,fuepresentadoenSangreromana,laprimeranoveladelaseriequealfinalsehallamadoRomasubrosa.

Sangre romana transcurríaenel año80a.C.,durante lasconsecuenciasde la sangrientaguerracivilquepusoaldictadorSilatemporalmentealmandodelaRepúblicaRomana.LanoveladescribeeljuicioenqueeljovenoradorMarcoTulioCicerónimprimiósuprimerahuellaenlostribunalesromanos,defendiendoaunhombreacusadodeparricidio.Paradescubrirlaverdad,CicerónrecurríaaGordiano,unhombredetreintaañosconunahabilidadespecialpararevolverlaporquería.

Lasiguientenoveladelaserie,Elbrazodelajusticia,transcurríaduranteelcaosdelarebeliónde Espartaco, en el año 72 a.C.Así pues, entre Sangre romana yEl brazo de la justicia había unparéntesis de ocho años en las actividades profesionales de Gordiano. Los lectores curiosos hanpreguntadoaquésededicóGordianoduranteaquellosochoaños«perdidos».

La respuesta (al menos en parte) se encuentra en este libro. Cronológicamente, debería ser elsegundodelaserie.RecogelasinvestigacionesdeGordianoelSabueso(lasquehastaahorasehanhechopúblicas)entrelosaños80y72a.C.,esdecir,despuésdeSangreromanayantesdeElbrazodelaJusticia.Comocomprobaráel lector,nofaltanasesinatos,secuestros,prodigios,desapariciones,decapitaciones, sacrilegios, robos, testamentos falsificadosyotrosenigmasquese resolvieronporentonces.

Al ladodeGordiano,enalgunashistorias,creciendorápidamente,estáEco,el jovenmudoqueconocióenSangreromana.TambiénestáBethesda,laconcubinajudeoegipciadeGordiano,quetieneunahabilidadsuigenerispararesolverdelitos.UnahistoriacuentacómocompróGordianoasulealguardaespaldasBelbo.Otraretrocedehastaunadelasprimerasaventurasdenuestrohéroe,cuandotodavíaerajoven,carecíaderesponsabilidadesyvivíaenAlejandría.CicerónyCatilinadesempeñanimportantespapeles;MarcoCrasoyeljovenJulioCésarsepercibenentrebambalinas.

Los lectores descubrirán en este volumen el origende la amistaddeGordiano con supatriciobenefactor, LucioClaudio. La granja etrusca que visitaGordiano en«El zángano y lamiel» es lamisma que heredarámás tarde, enEl enigma de Catilina. La casa del Palatino que visita en «LadesaparicióndelaplatadelasSaturnales»yen«ElgatodeAlejandría»eslamismaenlaquevivirádespués.

Lashistoriassepresentanporordencronológico.Loslectoresalosquelesgustelahistoriatantocomo la intriga policíaca encontrarán una cronología detallada al final del libro,más unas notassobrelasfuenteshistóricas.

Lamuertellevamáscara

—Eco,¿meestásdiciendoquenuncahasvistounaobradeteatro?Ecolevantósusgrandesojoscastañoshaciamíynegóconlacabeza.—¿Nunca te has reído de los esclavos patosos que se dan batacazos? —añadí—. ¿Ni te has

desmayadoalverquelospiratassecuestranalajovenheroína?¿Nitehasemocionadoalsaberqueelhéroeeselherederosecretodeunainmensafortuna?

LosojosdeEcoseabrierondeparenparynegóconlacabezaconmásenergía.—¡Puesesohayqueremediarlohoymismo!—exclamé.Eranlosidusdeseptiembreyelmásbonitodíadeotoñoquepudieranimaginarlosdioses.Elsol

brillabacálidamenteenlasestrechascallejasyenlasgorgoteantesfuentesdeRoma;unasuavebrisallegabadelTíber, refrescando lassietecolinas;elcieloeraunabóvedadelmáspuroazul,sinunasolanube.Eraelduodécimodíade losdieciséisquecadaañosededicabanalFestivalRomano, lafiestapúblicamásantiguadelaciudad.QuizáelmismoJúpiterhabíadecretadoqueelclimafueratanperfecto;lafiestaeraensuhonor.

ParaEco,el festival fueunaserie interminablededescubrimientos.PorprimeravezensuvidapresencióunacarreradecarrosenelCircoMáximo,vioespectáculosdeluchayboxeoenlasplazaspúblicas,ycomióunassalchichasdesesosde terneraconalmendrasquehabíamoscompradoaunvendedor callejero. La carrera le emocionó, sobre todo porque le encantan los caballos; lospugilistasleaburrieron,yaquehabíavistomuchastrifulcaspúblicasconanterioridad;ylasalchichaseleindigestó(aunqueesposiblequelaculpalatuvieraelatracóndemanzanasverdesconespeciasquesediodespués).

HacíacuatromesesquehabíarescatadoaEcoenuncallejóndelaSuburadeunabandadejóvenesque lo perseguían con palos y crueles burlas. Sabía algo de su historia, ya que lo había conocidoduranteuna investigación realizadaparaCicerónaquellaprimavera.Alparecer, sumadre,viudaydesesperada, había abandonado al joven Eco para que se las arreglara por su cuenta. ¿Qué podíahacersinollevármeloamicasa?

Me pareció muy inteligente a pesar de sus diez años. Sabía su edad porque siempre que lepreguntaba me enseñaba diez dedos. Eco podía oír (y sumar) perfectamente, aunque su lenguaestuvierainutilizada.

Sumudez fue al principio un gran obstáculo para los dos. (No eramudo de nacimiento, peroparecequesehabíaquedadoasíacausadelasmismasfiebresquehabíanacabadoconlavidadesupadre). Eco tiene una gran habilidad para lamímica, pero las señas no pueden transmitirlo todo.Alguienlehabíaenseñadolasletras,perosóloleíayescribíalomáselemental.Yohabíaempezadoaenseñarle,peroelprogresoeradifícilprecisamenteporquenohablaba.

SuconocimientodelascallesdeRomaeraprofundoperolimitado.Conocíalasentradastraserasde todas las tiendas de la Subura y dónde dejaban las sobras al final del día los pescaderos ycarnicerosdelTíber.PeronuncahabíaestadoenelForonienelCircoMáximo,nuncahabíaoídodisertar a un político (¡afortunado muchacho!) ni visto una obra teatral. Pasé muchas horasenseñándolelaciudadaquelestío,redescubriendosusmaravillasatravésdelosgrandesojosdeunniñodediezaños.

YsucedióqueelduodécimodíadelFestivalRomanounpregoneroapareciócorriendopor lascalles,anunciandoquelacompañíadeQuintoRosciosaldríaaescenaalcabodeunahora,ymedijequenodebíamosperdernoslaobra.

—¡Ah! ¡LacompañíadeRoscioelcómico!—exclamé—.Losmagistradosqueseencargandelfestivalnohanreparadoengastos.¡NohayactorvivomásfamosoqueQuintoRoscio,nicompañíaconmásrenombrequelasuya!

FuimosdesdelaSuburahastaelForo,cuyascallesestabanatestadasdegentedebidoalasfiestas.EntreeltemplodeJúpiterylastermasSeniashabíanlevantadounteatroimprovisado.Habíanpuestovariasfilasdebancosdelantedeunescenariodemaderaquehabíanlevantadoenelestrechoespacioquequedabaentrelasparedesdeladrillo.

—Algúndía—dije—unagitadordemultitudesconstruiráelprimerteatropermanentedeRoma.¡Imagínatelo!Unauténticoteatroalestilogriego,hechodepiedra,ytansólidocomountemplo.Lospuritanos se escandalizarán.Odian el teatro porque viene deGrecia y piensan que todas las cosasgriegas tienenqueserdecadentesypeligrosas. ¡PorBaco!Hemos llegadomuypronto.Tendremosbuensitio.

El acomodador nos llevó a una localidad de pasillo, en un banco situado a cinco filas delescenario.Lascuatroprimerasfilas,destinadasalossenadores,habíansidoaisladasconuncordónde tela violeta. A veces el acomodador llegaba correteando por el pasillo seguido de algún jueztogadoydesugrupo,ylevantabaelcordónparapermitirleselaccesoalosbancos.

Mientraselteatrosellenabaanuestroalrededor,indicabaaEcolosdetallesdelescenario.Delantede la primera fila de bancos había un pequeño espacio abierto, la orquesta, donde tocarían losmúsicos;aambosladoshabíatresescalonesqueconducíanalescenario.Detrásdeéste,ycerrándoloporlosdoslados,habíaunamamparademaderaconunapuertaplegableenmedioyotraspuertasenlas alas izquierda y derecha. Por estas puertas entrarían y saldrían los actores. Fuera de la vista,debajodelescenario,seoíaalosmúsicoscalentandolasflautasyensayandofragmentosdetonadasconocidas.

Medilavueltayviunafiguraaltaydelgadaqueseperfilabaantenosotros.—¡Estatilio!—exclamé—.Mealegrodeverte.—Yotambién.¿Quiéneséste?—dijo,acariciandoelpelocastañodeEcoconsuslargosdedos.—EsEco—dije.—¿Unsobrinoreencontrado?—Noexactamente.—Ya.Unaindiscrecióndeotrostiempos—dijoenarcandounaceja.—Tampoco—dije ruborizándome. De pronto me pregunté qué pasaría si dijera: «Pues es mi

hijo». No era la primera vez que pensaba en la posibilidad de adoptar legalmente a Eco… perorápidamentesedesvanecióelpensamiento.Unhombrecomoyo,queavecesponeenpeligrosuvida,no tienenadaquehacercomopadre;esomedecíaamímismo.Si realmentequisierahijos,podíahaberme casado hacía tiempo con una auténtica romana y tener la casa llena ahora. Rápidamentecambiédetema.

—Pero,Estatilio,¿ytudisfrazytumáscara?¿Porquénoestásdetrásdelescenariopreparándotepara la representación?—Conocía aEstatilio desde que éramos niños; se había hecho actor en la

juventud,uniéndoseprimeroaunacompañíayluegoaotra,buscandosiemprelaexperienciadeloscómicosveteranos.ElgranRosciolohabíaadmitidounañoantes.

—¡Bah!Tengotiempodesobraparaponermeapunto.—¿YcómoseviveenlacompañíadelactormásgrandedeRoma?—¡Defábula,chico!¡Genial!—Meestremecíantelaironíadesuvoz—.¡Ay,Gordiano!Siempre

leesenmicorazón.Degenial,nada.¡Esunasco!¡Roscioesunmonstruo!Brillante,sí,perounbruto.Si yo fuera esclavo, estaría lleno demagulladuras. Pero como no puede darme con el látigo,megolpea con la lengua. ¡Vaya jefe! Es un hombre implacable y nunca está satisfecho. Hace que unhombresesientapeorqueungusano.Nocreoquelasgalerasnilasminasseanpeores.¿Esculpamíaque se me haya pasado la edad de representar papeles de heroína o que no tenga todavía la vozadecuadaparahacerdeavaroodesoldadofanfarrón?¡Ah,esposiblequeRosciotengarazón!Soyuninútilsintalentoyllevaréatodalacompañíaaldescrédito.

—Todoslosactoressoniguales—susurréaEco—.Necesitanmáscobaquelosniños.¡Tonterías!—dije, dirigiéndome aEstatilio—.Te vi en primavera, en la festividad de laGranMadre, cuandoRosciorepresentóLosdosMenecmos.Estuvisteimpresionanteenelpapeldelosgemelos.

—¿Lodicesdeveras?—Telojuro.Mereítantoquecasimecaigodelbanco.Seiluminóunmomentoyluegoseestremeció.—OjaláRosciopensara lomismo.HoyestabatodolistoparaqueyorepresentaraaEuclión,el

viejoavaro…—¡Ah!Entonces,¿vamosaverLaolla?—Sí.—Esuna demis obras favoritas—dije aEco—.Es posiblemente la comediamás divertida de

Plauto.Cruda,perorelajante…—Ibaa representar aEuclión—dijoEstatilio con rudeza,paracentrar la conversaciónenél—

cuandoderepente,estamañana,RosciotuvounataquedeiraydijoquetodamiinterpretaciónestabamalenfocadayqueseríahumillantevermehacerunachapuzadelantedetodaRoma.YahoratengoquerepresentaraMegadoro,elvecino.

—Buenpapel—dije,esforzándomeporrecordarquiéneraelpersonaje—.¿Yquiénse llevaelpapelestelardeEuclión?

—El parásito de Panurgo… ¡un simple esclavo, conmenos vis cómica que una babosa!—Seirguióbruscamente—.¡Oh,no!¿Quéeseso?

Seguísumiradahastaelpasilloexterior,porelqueelacomodadorguiabahacialapartedelanteraaunhombrefornidoyconbarba.Leseguíadecercaungiganterubioconunacicatrizenlanariz;eraelguardaespaldasdelhombrede labarba;conozcoaunrufiánde laSuburacuando loveo.Elacomodadorlosguióhastaelotroextremodenuestrobanco;semetieronentrelasfilasyavanzaronhacianosotrosparasentarseenelsitiovacíoquehabíaalladodeEco.

Estatilioseinclinóparaesconderseymedijoaloído:—Comosinotuvierabastantesproblemas…esFlavioelprestamista,conunodesusmatones.El

únicohombredetodaRomaqueesmásmonstruosoqueRoscio.—¿Ycuántoledebesexactamenteal talFlavio?—empecéadecircuando,derepente,dedetrás

delescenariosalióunavozdetruenoqueseelevóporencimadelsonidodiscordedelasflautas.—¡Idiota!¡Incompetente!¡Nomevengasahoraconquenorecuerdaseltexto!—Roscio—susurróEstatilio—gritándoleaPanurgo,espero.Esehombretieneungenioterrible.Lapuertacentraldelescenarioseabriódesúbito,poniendoaldescubiertoaunhombrebajoy

gordo,disfrazadoyaconunaespléndidacapadebuenpañoblanco.Sucaraceñudayllenadebultosera la más indicada para meter miedo a los empleados y segundones, y sin embargo era, porconsensouniversal,elhombremásgraciosodeRoma.Sulegendariabizqueravolvíacasiinvisiblessusojos,perocuandomiróhacianosotros,sentícomosiunadagahubierapasadorozandomiorejaysehubieraclavadoenelcorazóndeEstatilio.

—¡Ytú!—bramó—.¿Dóndeestabas?¡Alescenarioinmediatamente!No,notemolestesendarlavuelta…¡subeporlaorquesta,vamos,aescape!—Dabaórdenescomosiestuvierahablandoconunperro.

Estatilio corrió por el pasillo, saltó al escenario y desapareció tras los bastidores, cerrando lapuertaasusespaldas,nosinlanzarantesunamiradafurtivaalespectadorquesehabíasentadoalladodeEco.MevolvíymiréaFlavioelprestamista,quemedevolviólamiradadecuriosidadconunamueca.Noparecíaestardelhumorapropiadoparaverunacomedia.

Meaclarélagarganta.—Hoyponen ladelpuchero llenodeoro—dije, inclinándomesobreEcoparadirigirmea los

reciénllegados.Flaviodiounrespingoyarrugólaspeludascejas,comosinocomprendiese—.Laolla,hombre,Aulularia—añadí—,unadelasmejoresobrasdePlauto,¿nolaconoces?

Flavioabriólabocaymemirórecelosamente.Elguardaespaldasrubiomemiróconexpresióndesupremaestupidez.

Meencogídehombrosymiréhaciaotrolado.Enlaplazaquehabíadetrásdenosotros,elpregonerodioelúltimoaviso.Losbancossellenaron

rápidamente. Los rezagados y los esclavos se colocaron donde pudieron, poniéndose de puntillas.Dosmúsicossalieronaescenaydescendieronhastaelfosodelaorquesta,dondeempezaronasoplarsusgrandesflautas.

UnmurmullodereconocimientorecorriólamultitudcuandosonaronlosfamososcompasesdeltemadeltacañoEuclión,laprimeraseñaldelaobraqueíbamosaver.Mientrastanto,elacomodadoryelpregonerosubíanybajabanporlospasillos,mandandocallaralosmiembrosmásruidososdelpúblico.

Porfinterminólaobertura.LapuertacentralseabrióconuncrujidoysalióRoscio,vistiendosusuntuosacapablancayconlacabezatapadaporunamáscaradeexpresióngrotescayfeliz.Atravésdelosagujerospudeversusojosbizcos;suvozmelifluaresonóentodoelteatro.

—Nadiesepreguntequiénsoy—dijo—;oslodiréenpocaspalabras.SoyelLardeestacasa,quees lacasadeEuclión.Haceyamuchosañosque laocupo…—ysepusoadardetallesparaqueelpúblico entrara en antecedentes: los abuelos de Euclión habían escondido una olla de oro bajo elsuelodelacasa,Eucliónteníaunahijaqueestabaenamoradadelsobrinodelvecinoysólonecesitabaunadoteparapodersecasarfelizmente,yelLarhabíaconducidoalavaroEucliónhastalaollaparaponerenmarchalosacontecimientos.

MiréaEco,quecontemplabaembelesadolafiguraenmascarada,pendientedecadapalabra.Asu

lado,elprestamistaFlavioteníalamismacaradedesdichaqueantes.Elguardaespaldasrubioestabasentadoconlabocaabiertayserascabalacicatrizdevezencuando.

Seoyóunmurmulloentrebastidores.—¡Ah!—exclamóFlavio conun susurro teatral—.YaoigoaEuclión,yvienechillandocomo

siempre.Elviejoavaroechadelacasaasuviejasirvienta,paraquenoseenteredesusecreto.Mefiguroquequerrádarunvistazoaloro,paracomprobarquenoselohanquitado.—Silenciosamente,sefueporlapuertaderechadelescenario.

Por la puerta central salió a escena una figura conmáscara de anciano y vestida de amarillobrillante, el color tradicionalde los codiciosos.EraPanurgo, el esclavoque representabaelpapelprotagonistadelavaroEuclión.Salióarrastrandoaotroactor,disfrazadodeesclava,aquienlanzóalcentrodelescenario.

—¡Sal,tedigo!—gritó—.¡Fuera!¡PorHércules,vetedeaquí,viejafisgona,sacodehuesos!EstatiliosehabíaequivocadoalvalorarlaviscómicadePanurgo;enseguidaoícarcajadasami

alrededor.—¿Qué he hecho? ¿Qué? ¿Qué?—gimió el otro actor. Su sonrientemáscara demujer estaba

coronada por una espantosa peluca revuelta. La túnica le colgaba hecha jirones hasta las nudosasrodillas—.¿Porquégolpeasaunaviejaquesufre?

—¡Paraquetengasunverdaderosufrimientodelquelamentarte,poreso!¡Yparaquesufrastantocomosufroyocuandotemiro!—Panurgoysucolegacorretearonporelescenario,paradiversióndelpúblico.Ecosaltabaenelbancoyaplaudía.Elprestamistaysuguardaespaldasestabansentadosconlosbrazoscruzados,indiferentes.

CRIADA:Pero¿porquémeechasdelacasa?EUCLIÓN:¿Desdecuándotengoquedarteexplicaciones?¡Túquieresmásleña,viejaasquerosa!¡Teloestásbuscando!CRIADA:¡Nopuedomás!¡Ojalálosdiosesmedieranfuerzasparaarrojarmeporunbarranco!EUCLIÓN:¿Quémurmuras?¡Tevoyasacarlosojos,malditabruja!

Al final desapareció la esclava y el avaro volvió a su casa a contar el dinero;Megadoro, elvecino, y su hermana Eunomia ocuparon el escenario. Por la voz me pareció que el actor querepresentaba a la hermana era el mismo que había representado a la vieja; seguro que estabaespecializadoenpapelesfemeninos.MiamigoEstatiliointerpretababienaMegadoro,pensé,peronoestabaa lamismaalturaqueRoscio,nisiquieraquesurivalPanurgo.Susademanescómicoseranrecompensadosconbufidosyrisascontenidasperonoconcarcajadas.

EUNOMIA:Diligentehermano,hequeridoquesalierasdecasaparahablarcontigoenprivadodealgoqueafectaalbienestardetucasa.MEGADORO:¡Damelamano,mujerexcelente!EUNOMIA:¿Quién?¿Dóndeestáesamujer?MEGADORO:Hablodeti.¡Ereslamejormujerqueconozco!EUNOMIA:Noseasridículo.Nohaymujeresmejores,todassonsiemprepeoresquelasdemás.

MEGADORO:Ya.Bueno,bueno,perodigasloquedigas…EUNOMIA:Préstameatención.Queridohermano,megustaríaquetecasaras…MEGADORO:¡No,maldición!¡Socorro!¡Quemematan,quemematan!EUNOMIA:¡Oh!¡Cállate!

Este diálogo, normalmente divertido para el público, sólo despertó risitas sin entusiasmo.MiatenciónsedesvióhaciaeldisfrazdeEstatilio,delanaazulbordadaenamarillo,yhaciasumáscara,de cejas absurdamente burlonas. Pensé que era mala señal que el disfraz de un actor fuera másinteresante que su interpretación. El pobre Estatilio había encontrado un hueco en la compañía deactoresmásrespetadadeRoma,peronobrillabaallí.¡EstabaclaroporquéelexigenteRosciohabíasidotanintoleranteconél!

InclusoEcoseestabaponiendonervioso.ElprestamistaFlaviose inclinóparasusurraralgoaloídodesuguardaespaldasrubio,sinhacercaso,pensé,deltalentodelactorqueledebíadinero.

Lahermanasefuealfinal;elavarovolvióparahablarconsuvecino.Viendoalosdosenescena,Estatilio y su rival Panurgo, el abismo entre sus respectivos talentos era dolorosamente claro. ElEuclióndePanurgo,secomíalaescenaynoporquesustiradasfueranmejores.

EUCLIÓN:Asíquequierescasarteconmihija.Muybien;perodebessaberquenotengoniunclavoparadárselodedote.MEGADORO:Noesperonisiquieramedioclavo.Suvirtudysubuennombresonsuficientes.EUCLIÓN:Lohedichoparaquenotecreasqueacabadeencontraruntesoroenterradoensucasa,porejemplounaolladeoroescondidapormiabuelo,ni…MEGADORO: Claro que no… ¡qué tonterías se te ocurren! No digas nada más. Entonces, ¿meconcederásatuhija?EUCLIÓN:Deacuerdo.Pero¿quéeseso?¡Oh,dioses!¡Estoyarruinado!MEGADORO:PorJúpiter,¿quéocurre?EUCLIÓN:Mehaparecidooírunapala…alguienestácavando…MEGADORO:¡Bah!Sóloesunesclavoalquehemandadoarrancarunasraícesenmijardín.Cálmate,buenvecino…

LosentíapormiamigoEstatilio;aunquesuinterpretaciónerafloja,habíaaprendidoaseguirsinequivocarse las indicacionesescénicasdelmaestro.Roscioera famosonosóloporembellecer lasviejas comedias con disfraces vistosos y máscaras que deleitaban la vista, sino también por lacoreografía de los movimientos de los actores. Estatilio y Panurgo nunca estaban quietos en elescenario,comolosactoresdecompañíasmenosimportantes.Dabanvueltas,unoalrededordelotro,enunadanzacómicaconstante,unremolinodeazulyamarillo.

Ecometiródelamanga.Conunencogimientodehombrosseñalóaloshombresquehabíaasulado.Flavioestabaotravezsusurrandoaloídodelguardaespaldas;elrubiofruncíaelentrecejoconperplejidad.Entoncesselevantóyanduvopesadamentehaciaelpasillo.Ecoapartólospies,peroyofuimáslento.Elmonstruomepisó.Lancéunaullido.Algunosdelosquemerodeabanhicieronlomismo,pensandoqueestabaabucheandoalosactores.Elgiganterubionisiquierasedisculpó.

Ecometiródelamanga.—Déjalo—dije—.Tenemosqueaprenderaconvivirconlagroseríaenelteatro.Eco entornó los ojos y cruzó los brazos con exasperación. Conocía aquel gesto: ¡si hubiera

podidohablar!Enelescenario,losdosvecinosfinalizaronlosplanesparaqueMegadorosecasaraconlahijade

Euclión; con el estridente chirriar de las flautas y el entrechocar de los címbalos, abandonaron elescenarioyterminóelprimeracto.

Losflautistasempezaronatocarunnuevotema.Alpocorato,dosnuevospersonajesaparecieronenescena.Eranlosbelicososcocineros,convocadosparaprepararelbanquetedebodas.Alpúblicoromanoleencantanloschistessobrecomidayglotonería,cuantomáscrudosmejor.Mientrasamisemerevolvíanlastripasconloshorriblesjuegosdepalabras,Ecosereíaacarcajadas,emitiendounsonidoroncoyladrante.

Semeenfriólasangreenmediodetantaalegría.Porencimadelasrisas,oíungrito.Noeraungritodemujer,sinodehombre.Noeraungritodemiedo,sinodedolor.MireaEcoyéstemedevolvió lamirada.Él también lohabíaoído.Nadiemásparecíahaberlo

notado;perolosactoresqueestabanenescenateníanquehaberoídoalgo.Enaquelpuntotrabucaronunpardefrasesysevolvierondubitativoshacialapuerta,pisándoseentresí.Elpúblicoselimitóareírconmásfuerzaanteaquellatorpeza.

Loscocinerosbelicososterminaronlaescenaydesaparecieronentrebastidores.Elescenarioquedóvacío.Hubounapausaprolongada.Entrebastidoresseoíanruidosextrañose

inexplicables, suspirosahogados,arrastrardepies,unalarido.Elpúblicoempezóamurmuraryamoverseinquietoenlosbancos.

Al final se abrió la puerta del lado izquierdo y entró en escena una figura con lamáscara delavaro Euclión. Iba vestido de amarillo chillón, como antes, pero la capa era diferente. Elevó lasmanosalaire.

—¡Qué desgracia! —exclamó. Un escalofrío me recorrió la columna—. ¡Qué desgracia! —repitió—.¡Elmatrimoniodeunahijaesunadesgracia!¿Cómopuedepagarlounhombre?Acabodellegardelmercadoyesimpensableloquepidenporelcordero…unbrazoyunapiernaporunbrazoyunapierna,esoesloquequieren…

ElpersonajeeraelavaroEuclión,peroelactoryanoeraPanurgo,eraRoscioelqueestabatraslamáscara.Elpúbliconopareciódarsecuentade lasustituciónoalmenosno ledio importancia;todosempezaronareírsecasiinmediatamentedelpobreEucliónaturdidoporsupropiatacañería.

Roscio recitó su tirada impecablemente, con la experiencia propia de quien ha interpretado unpapelvariasveces,peroamimeparecióadvertirunextraño tembloren suvoz.Cuandosedio lavueltaypudeversusojosdetrásdelamáscara,noviseñalesdesufamosabizquera.Susojosestabandilatadosporlaalarma.¿EraRoscioelactor,asustadoporalgomuyreal?¿OEuclión,temerosodequelosbulliciososcocinerosencontraraneltesoro?

—¿Quésonesosgritosquevienendelacocina?—exclamó—.¡PorJúpiter!¡Estánpidiendounaollamásgrandeparacocinarelpollo!¡Miolladeoro!—Cruzócorriendolapuertaposterior,casipisándoselacapablanca.Siguióunruidodecacharrosrotos.

Lapuertacentralseabriódesúbito.Unodeloscocinerossalióaescena,gritandoaterrorizado:

—¡Socorro!¡Socorro!¡Socorro!¡EraEstatilio!Mepusetiesoyfuialevantarme,peroresultóquelosgritoseranpartedelaobra.—Estoesunacasade locos—dijo, colocándosebien lamáscara.Saltódel escenarioy echóa

correrentreelpúblico—.¡ElavaroEucliónsehavueltoloco!¡Nosestátirandoollasysartenesalacabeza!¡Ciudadanos,venidasalvarnos!

Correteóporelpasillocentralhastaquesedetuvoamilado.Seinclinóyhablóentredientesparaquesóloyopudieraoírle.

—¡Gordiano!¡Venentrebastidoresenseguida!Diunrespingo.MirélosojosansiososdeEstatilio,atravésdelamáscara.—¡Entrebastidores!—susurró—.¡Rápido!Unadaga…sangre…Panurgo…¡muerto!

Alotroladodellaberintodebastidores,toldosyplataformas,oíadevezencuandoelsonidodelasflautasylasvocesdelosactoresquediscutían,seguidosporelrugidoahogadodelpúblicoriéndose.Entrebastidores,sinembargo,lacompañíadeQuintoRosciocorríaaterrorizadadeaquíparaallá,cambiándose de disfraz, poniéndose lasmáscaras unos a otros,murmurando el texto en voz baja,endilgándosecuchufletasodedicándosefrasesdeánimo,ytodos,deunamanerauotra,procurandocomportarsecomosiaquellofueraunadetantasfuncionesfrenéticasynohubierauncadáverallíenmedio.

EraelesclavoPanurgo.Estababocaarriba,enundiscretoentrantedelcallejónquehabíadetrásdeltemplodeJúpiter.Ellugareraunretretepúblico,unodelosmuchosconstruidosenlosmúltiplesrecodosyrinconesquejalonabanelperímetrodelforo.Estabaresguardadopordosparedes,yteníael suelo inclinado hacia un desagüe que desembocaba en la CloacaMáxima. Al parecer, Panurgohabía idoavaciar lavejigaentredosescenas.Ahoraestabamuerto,conuncuchillohundidoenelpecho.A la altura de su corazón, un gran círculo rojomanchaba su brillante disfraz amarillo.Unperezosoríodesangresedeslizabaporlasbaldosashaciaeldesagüe.

Eramásviejodeloquepensaba,casitanviejocomosumaestro,concanasenelpeloylafrentellenadearrugas.Subocaysusojosestabandilatadosporlasorpresa;susojoseranverdesy,enlamuerte,resplandecíancomoesmeraldassintallar.

Eco miró el cadáver y me cogió la mano. Estatilio llegó corriendo a nuestro lado. Se habíavestidootravezdeazulyllevabaenlamanolamáscaradeMegadoro.Surostroestabagris.

—Locura—susurró—.Malditalocura.—¿Nodeberíainterrumpirselaobra?—Roscio se niega.Dice que por un esclavo nomerece la pena.Y no se atreve a decírselo al

público.Imagínate:unasesinatoentrebastidores,enmediodeunarepresentaciónnuestrayenundíade fiesta consagrado al mismo Júpiter, a la sombra del templo del padre de los dioses… ¡vayaaugurio! ¿Qué magistrado volvería a contratar a Roscio y a la compañía? No, el espectáculocontinúa…aunquetengamosquearreglárnoslaspararepresentarnuevepapelesconcincoactoresenlugardeseis.PorBaco,yyosinsabermeeltextodelsobrino…

—¡Estatilio!—EraRoscio,quevolvíadelescenario.SequitólamáscaradeEuclión.Sucararealera casi tan grotesca a causa de las contorsiones de la furia—. ¿Qué crees que haces allí

murmurando?¡SiyorepresentoaEuclión,tútienesquerepresentaralsobrino!—Sefrotólosojosbizcosysegolpeólafrente—.Perono,es imposible…Megadoroyelsobrinotienenqueestarenescenaalmismotiempo.¡Quécatástrofe!Júpiter,¿quéhehechoyoparamereceresto?

Los actores se movían como avispas, mientras los de vestuario, semejantes a abejorros,revoloteabanasualrededor.TodoeracaosenlacompañíadeQuintoRoscio.

Miré la cara exangüe de Panurgo, a quien nada podía preocuparle ya. Todos los hombres sonigualesenlamuerte,esclavosyciudadanos,romanosygriegos,geniosyfarsantes.

Porfinterminólaobra.ElviejosolterónMegadorohabíaescapadodelasgarrasdelmatrimonio;elavaroEucliónhabíaperdidoyrecuperadolaolladeoro;alhonradoesclavoqueselahabíadevueltoledabanlalibertad;Megadorohabíapagadoydespedidoaloscocinerosrevoltosos;ylosjóvenesenamorados se habían prometido felizmente. No sé cómo lo habían conseguido en aquellascircunstancias.Poralgúnmilagrodelteatro,todohabíatranscurridosincontratiempos.Losactoresse reunieron en escena para recibir un caluroso aplauso y luego volvieron entre bastidores,reemplazandorápidamenteelalborozoporlacruelrealidaddelamuerte.

—Locura—dijootra vezEstatilio, revoloteando alrededor del cadáver.Sabiendo lo que sentíapor su rival, tuve que preguntarme si no estaría celebrándolo para sí. Parecía realmente afectado,peropodíaserunainterpretación.

—¿Yquiéneséste?—ladróRoscio,quitándosedeuntirónlacapaamarillaquesehabíapuestoparahacerelpapeldelavaro.

—Gordiano.YmellamanelSabueso.Roscioenarcóunacejayasintió.—¡Ah,sí!Heoídohablardeti.Laprimaverapasada…elcasodeSextoRoscio;mealegradecir

quenosomosparientesy,silosomos,esenungradomuylejano.Supistehacerteconpartidariosenambosladosdelasunto.

ComosabíaqueelactoreraamigoíntimodeldictadorSila,alqueyohabíaofendidomásdelacuenta,melimitéaasentir.

—¿Yquéestáshaciendoaquí?—añadióRoscio.—Yolohellamado—dijoEstatiliocondesamparo—.Ledijequevinieraentrebastidores.Fuelo

primeroquesemeocurrió.—¿Invitaste aunextrañoameterse en esta tragedia,Estatilio? ¡Idiota! ¿Y si seva corriendoal

foroparacontárseloatodoelquepase?Unescándaloseríadesastroso.—Teaseguroquepuedosermuydiscretoconuncliente—dije.—¡Ya!Entiendo—dijoRoscio,mirándomedereojoconastucia—.Peroquizánoseamalaidea,

siemprequeseasrealmentedealgunaayuda.—Creoquepodríaserlo—dijemodestamente,calculandoelprecio.Roscioera,despuésdetodo,

elactormejorpagadodelmundo.Los rumoresasegurabanqueganabaalmenosmediomillóndesesterciosalaño.Podíapermitirsesergeneroso.

Miróelcadáverysacudióamargamentelacabeza.—Unodemisdiscípulosmásprometedores.Nosólounartistalisto,sinounvaliosoobjetodemi

propiedad.Pero¿porquéibanadieamataralesclavo?Panurgonoteníavicios,niideaspolíticas,nienemigos.

—Hombreextrañoes elqueno tieneenemigos—dije.Nopudedejardemirar aEstatilio,querápidamenteapartólosojos.

Hubounalborotoentre losactoresy los tramoyistas.Elgruposeseparóparadejarpasoaunafiguraaltaycadavérica,yconunpelotanrojoquetirabadeespaldas.

—¡Querea!¿Dóndehasestado?—gruñóRoscio.Elreciénllegadomiróporencimadesularganariz,primeroalcadáveryluegoaRoscio.

—He venido desdemi villa de Fidenas—dijo con alguna crispación—.El eje demi carro serompió.Parecequemeheperdidoalgomásquelaobra.

—GayoFanioQuerea—mesusurróEstatilioaloído—.FueelprimeramodePanurgo.Cuandovio que el esclavo estaba dotado para la comedia, se lo pasó a Roscio para que lo entrenara ensemipropiedad.

—Noparecenmuyamigos.—SehanpeleadoporlosbeneficiosqueproducíanlasactuacionesdePanurgo.—Ybien,QuintoRoscio—dijoQuerea, levantando la nariz—.Así es como cuidas de nuestra

propiedadcomún.Unaadministraciónpésima,diríayo.Ahorael esclavonovalenada.Teenviaréunafacturaporloquemecorresponde.

—¿Qué?¿Creesquesoyresponsabledeesto?—Rosciobizqueóconfuria.—El esclavo estaba a tu cuidado; ahora está muerto. ¡Faranduleros! Gente irresponsable. —

Quereasepasóloshuesudosdedosporlarojamelenayseencogiódehombrosconaltaneríaantesdedarse lavuelta—.Teenviaré la facturamañana—dijopasandoa travésdelgrupoparareunirseconelséquitodeayudantesqueesperabaenelcallejón—.Oteveréantelosjueces.

—¡Indignante!—exclamóRoscio—.¡Tú!—dijo,señalándomeconundedorechoncho—.¡Estutrabajo!Descubrequiénlohizoyporqué.Sifueunesclavoounplebeyo,loharépedazos.Sifueunrico,losepultaréendemandaspordestruirmipropiedad.¡AntesrecurriréalHadesquedaraQuerealasatisfaccióndedecirquehasidoculpamía!

Aceptéeltrabajoasintiendoseriamenteconlacabezayprocurénosonreír.Casipodíasentirenmi cabeza el tintineo de la plata. Entonces miré el rostro contorsionado del difunto Panurgo ycomprendí la importancia demimisión. En Roma rara vez se hace justicia a un esclavomuerto.Encontraríaalasesino,medije,noporRoscioysuplata,sinoparahonrarelespíritudeunartistacruelmenteabatidoensumejormomento.

—Muybien,Roscio.Tengoquehaceralgunaspreguntas.Queningúnmiembrodelacompañíasevayaantesdequehayaterminado.Enprimerlugar,megustaríahablarcontigoenprivado.Unacopadevinonoscalmaríaalosdos…

Aúltimahoradelatardeestabasentadoenunbanco,alasombradeunolivo,enunacalletranquila,nomuylejosdeltemplodeJúpiter.Ecoestabaamilado,observandopensativoelmovimientoqueproducíanlassombrasdelasramasenlosadoquines.

—Ybien,Eco,¿quéopinas?¿Hemosdescubiertoalgoquemerezcalapena?

Negóseriamenteconlacabeza.—Juzgasdemasiadorápido—dijeriéndome—.Piensa:laúltimavezquevimosaPanurgovivo

fueenlaescenaconEstatilio,alfinaldelprimeracto.Luegolosdosabandonaronelescenario;losflautistastocaronuninterludioyaparecieronloscocinerosalborotadores.Fuecuandooímoselgrito.Debió de serPanurgo al recibir la puñalada.Se formóun alboroto entre bastidores;Roscio fue acomprobar qué pasaba y descubrió el cadáver en la letrina. La noticia se extendió rápidamente.Roscio se puso la máscara del muerto y una capa amarilla, lo más parecido que tenía alensangrentadodisfrazdePanurgo,y salióa escenaparacontinuar suactuación.Estatilio,mientrastanto,sepusoundisfrazdecocineroparameterseentreelpúblicoypedirmeayuda.Demodoquealmenos sabemos una cosa cierta: los actores que hacían de cocineros son inocentes, así como losflautistas,porqueestabanalavistacuandosecometióelhomicidio.

Ecohizounamuecaparadecirquenoestabaimpresionado.—Sí,loadmito—proseguí—,todoestoesmuyelemental,peroparaconstruirunaparedtenemos

queempezarponiendounladrillo.Ahoraveamos:¿quiénestabaentrebastidoresenelmomentodelasesinato,quiéncarecedecoartadaqueexpliquesuparaderoenelmomentodelgritoyquiénpodríahaberdeseadolamuertedePanurgo?

Ecosepusoenpiedeunsalto,listoparaempezareljuego.Interpretóunapantomima,agitandolamandíbulacomosihablaseyabanicándoseexageradamenteconlasmanos.

Sonreí con tristeza; eldesagradable retrato sólopodíacorresponder amiparlanchínyabsortoamigoEstatilio.

—Estatilioeselmássospechoso,aunquelamentodecirlo.SabemosqueteníamotivosparaodiaraPanurgo;mientraselesclavoestuvieravivo,nuncaledaríanlosmejorespapelesaunhombredemenos talento como Estatilio. También hemos sabido, después de interrogar a la compañía, quecuandoseoyóelgritonadievioaEstatilio.Quizásóloseaunacoincidencia,yaqueentrebastidoressuelehaberunasituacióncaóticaduranteunarepresentación.ElmismoEstatilioaseguraqueestabaenunrincónponiéndoseeldisfraz.Ensufavordiréqueparecerealmenteconsternadoporlamuertedel esclavo, pero quizá esté disimulando.Yo lo llamo amigo, pero ¿lo conozco realmente?—mepregunté—.¿Quiénmás,Eco?

Seencorvó,hizounamuecaymiródereojo.—Sí, Roscio también estaba entre bastidores cuando Panurgo gritó, y nadie parece recordar

haberlo visto en aquel momento. ¿Fue él quien encontró el cadáver o estaba allí cuando cayó elcuchillo?Roscioesunhombreviolento;todossusactoreslodicen.Leoímosgritarconfuriaantesdequecomenzaralaobra.¿Lorecuerdas?«¡Idiota!¡Incompetente!¡Nomevengasahoraconquenorecuerdaseltexto!».MehandichoqueleestabagritandoaPanurgo.¿Tantolefastidiólaactuacióndelesclavoduranteelprimeractoquelediounataquedeira,perdiólacabezaylomató?Nopareceprobable; a mí me pareció que Panurgo lo hizo muy bien. Y Roscio, como Estatilio, parecíasinceramenteafectadoporelasesinato.ClaroqueRoscioesunactormuyhábil.

Ecopusolosbrazosenjarras,levantólanarizyempezóapavonearse.—¡Ah,Querea!Precisamenteibaahablardeél.Aseguraquellegódespuésquelaobraterminara,

peronopareciómuysorprendidocuandovioelcadáver.Parecíainclusodemasiadoindiferente.Fueelprimerpropietariodelesclavo.Acambiodedesarrollarel talentodePanurgo,Rosciosequedó

conlamitaddelaposesión,peroQuereaparecepocosatisfechoconelarreglo.¿Decidióquizáqueelesclavovalíamásparaélmuertoquevivo?QuereaconsideraaRoscioculpabledelapérdidaytratade presionar a Roscio para que le pague la mitad del valor del esclavo en plata. En un tribunalromano,conelabogadoindicado,seguramenteganaríaQuerea.

Meapoyéenelolivo.Sentíaciertadesazón.—De todas formas—proseguí—, ojalá hubiéramos descubierto a alguien de la compañía con

algoparecidoaunmotivoyunaoportunidaddecometerelasesinato.PeronadieparecetenerojerizaaPanurgoycasitodospuedenprobardóndeestabancuandolavíctimagritó.

»Claro que el asesino podría ser alguien ajeno a la compañía; cualquiera que pasara por elcallejónquehaydetrásdeltemplopudoentrarenelretreteenelqueapuñalaronaPanurgo.YRoscionosdice,ylosdemásloconfirman,quePanurgonotratabacasiconnadieajenoalacompañía,nojugaba ni iba a burdeles; no pedía dinero prestado ni tenía líos conmujeres casadas. Su oficio leocupaba todo el tiempo; eso dicen todos. Incluso si Panurgo hubiera ofendido a alguien, la parteagraviadaseguramentehabríadiscutidoelasunto,noconPanurgo, sinoconRoscio,yaqueeraelpropietariodelesclavoy,legalmente,elresponsabledecualquierfechoría.

Diunsuspirodecontrariedad.—Elcuchilloquehabíaensucorazón—añadí—eraunadagacomún,sinrasgosdistintivos.No

había huellas alrededor del cadáver. Ni sangre reveladora en ninguno de los disfraces. No hubotestigos o, al menos, ninguno que conozcamos. ¡Por Hércules! —La lluvia de plata de miimaginación amainó hasta convertirse en cuatro gotas; sin nada que enseñar, suerte tendría siconseguía queRosciome pagará un día de trabajo a cambio demis desvelos. Peor aún: sentía elespíritudelmuertoobservándome.Habíajuradoqueencontraríaasuasesino,perocreoquefueunaimprudenciatemeraria.

Aquellanochecenéenelrevueltojardíndemidomicilio.Lasllamasdelaslámparasestabanbajas.Pequeñaspolillasplateadasrevoloteabanentre lascolumnasdelperistilo.Losruidosdeuna juergalejanaseelevabanocasionalmentesobrelascallesdelaSubura,alpiedelacolina.

—Bethesda, la cena estaba exquisita—dije,mintiendo conmi gracia habitual.Creo que habríapodidoseractor.

PeroBethesdanoeratonta.Memiróporentrelaspestañasysonrióconlamitaddelaboca.Sepeinóconlamanolacabelleranegra,sueltaybrillante,seencogiódehombrosconunmovimientoeleganteyempezóaquitarlamesa.

Mientrasibaalacocina,contempléelsinuosomovimientodesuscaderasbajolatúnicaverdeysuelta. Cuando la compré, hace años, en el mercado de esclavos de Alejandría, no fue por suhabilidadculinaria.Desdeentoncesnohabíanmejoradosusrecetas,peroenmuchosotrosaspectosalcanzabacasilaperfección.Observélanegruradesuslargoscabellosquelecaíanencascadahastalacintura;imaginélaspolillasdoradasperdidasenaquellosmechones,comoestrellastitilantesenelfirmamentoazuloscuro.AntesdequeEcoentraraenmivida,Bethesdayyohabíamospasadocasitodaslasnochesjuntos,sólolosdos,enlasoledaddeljardín…

Mesacódemisrecuerdosunamanoquemetirabadelbordedelatúnica.

—Sí,Eco,¿quépasa?Eco, reclinadoenel triclinioquehabíaal ladodelmío, juntó lospuñosy losseparódearriba

abajo,comosidesenrollaseunpapiro.—¡Ah!Lahoradetuclasedelectura.Hoynohemostenidotiempo,¿verdad?Peromisojosestán

cansados,lomismoquelostuyos,sinduda.Ytengootrascosasenlacabeza.Memiróconelentrecejofruncido,confingidaaltanería,hastaquecedí.—Muybien.Acercaesalámpara.¿Quéquieresleerestanoche?Ecoseseñalóasímismo,negóconlacabezaymeseñalóamí.Setapólasorejasconlasmanos

y cerró los ojos. Prefería (y secretamente yo también) que eligiera yo, para darse el gustazo deescuchar.Todo aquel verano, durante tardes perezosas y largas noches estivales, habíamos pasadomuchashoraseneljardín.MientrasleleíalahistoriadeAníbalescritaporPisón,Eco,sentadoamispies, veía elefantes entre las nubes;mientras le recitaba la historia de las Sabinas, contemplaba laluna,tendidodeespaldas.ÚltimamentelehabíaleídofragmentosdeunviejoymediorotopapirodePlatón,unregaloqueCicerónibaatiraralabasura.Ecosabíagriego,peronoconocíaelalfabeto,yseguíaconfascinaciónlassutilezasdelfilósofo,aunque,aveces,ensusgrandesojoscastaños,veíaunchispazodepenapornopoderparticiparnuncaenaquellaclasededebates.

—¿LeounpocomásdePlatón?Dicenquelafilosofía,despuésdecomer,ayudaaladigestión.Ecoasintióycorrióacogerelpapiro.Salióde lassombrasdelperistilounmomentodespués,

sujetándolo cuidadosamente con las manos. De repente se detuvo y se quedó con una extrañaexpresiónenlacara.

—Eco,¿quépasa?Por un momento pensé que estaba enfermo; el pescado rebozado y los rábanos con salsa de

comino que había preparado Bethesda habían quedado muy sosos, pero no tan mal como paraponerleaunoenfermo.Sequedómirandoalvacío,sinoírme.

—¿Eco?¿Estásbien?—Estabarígidoytemblando;unaexpresiónquepodíahabersidodemiedoo de éxtasis le cruzó la cara. Luego saltó hacia mí, puso el papiro bajo mis narices y lo señalófrenéticamente.

—Nuncahabíaconocidoaun joven tandeseosodeaprender—dije riendo.PeroEconoestabajugando.Suexpresiónerademortalseriedad—.Eco,eselmismovolumendePlatónqueteheestadoleyendodurantetodoelverano.¿Porquéestástannerviosoderepente?

Ecodiounpasoatráspararepresentarotrapantomima.UnadagaatravesándoleelcorazónsólopodíareferirseaPanurgo.

—PlatónyPanurgo.Eco,noveolarelación.Ecosemordióloslabiosehizounaspaviento,desesperadoporhacerseentender.Alfinalentró

enlacasaysaliócondosobjetos,unodecristalverde.Melospusoenlasrodillas.—¡Eco,tencuidado!ElvasoesdemuchovalorylotrajeronexpresamentedeAlejandría.¿Ypor

quémetraesuntrozodeteja?¿Sehacaídodeltejado?Ecoseñalólosdosobjetosporturno,peroyonomeenterabadeloquequeríadecir.Desapareciódenuevoyvolvióconunatablilladecerayunestilo,yescribiólaspalabras«verde»

y«rojo».—Si, Eco, ya veo que el vaso es verde y la teja roja. ¿La sangre es roja?—Eco negó con la

cabezayseseñalólosojos—.¿Panurgoteníalosojosverdes?Losvienmimemoria,mirandosinvidaalcielo.Ecodiounapatadaenelsueloynegóconlacabezaparahacermesaberqueestabaequivocado.

Cogióelvasoylatejademispiernasyempezóapasárselosdeunamanoaotra.—¡Eco,nohagaseso!¡Tehedichoqueelvasoesdegranvalor!Dejóambosobjetosyvolvióaempuñarelestilo.Borró laspalabras«verde»y«rojo»yensu

lugarescribió«azul».Parecióquererescribiralgomás,perovacilabacomosinosupieracómoseescribía.Mordisqueóelestiloysacudiólacabeza.

—Eco,creoquetienesfiebre.Notieneningúnsentidoloquehaces.Cogióelpapirodemisrodillasyempezóadesenrollarlo,mirándolocondesamparo.Aunqueel

texto hubiera estado en latín, le habría costado descifrar las palabras y encontrar lo que buscaba,fueraloquefuese,perolasletraserangriegasytotalmenteextrañasparaél.

Tiróelpapiroyempezóahacergestosdenuevo,peroestabanerviosoyobrabacontorpeza;yono encontraba ningún sentido a todo aquel espectáculo.Me encogí de hombros y de repente Ecoempezóallorardefrustración.Volvióacogerelpapiroyseseñalólosojos.¿Queríadecirqueteníaque leer el papiro o se refería a las lágrimas?Memordí el labio inferior y le enseñé las palmas,incapazdeayudarle.

Ecodejóelpapiroysalióllorandodeljardín.Ungruñidoroncoyahogadosaliódesugarganta,no el sonido del llanto normal; me desgarró el corazón oírlo. Tendría que haber tenido máspaciencia,pero¿cómoibaaentenderle?Bethesdasalióde lacocina,memiróconcarade jueza,ysiguióelrastrodelllantodeEcohastaelpequeñocuartodondedormíaeljoven.

Miréelpapiro;habíademasiadaspalabrasenél.¿CuáleshabríaninspiradoaEcoyquétendríanque ver con lamuerte de Panurgo? «Rojo», «verde», «azul»…vagamente recordé haber leído unpasajeenelquePlatónhablabadelanaturalezadelaluzydelcolor,peroapenaslorecordaba,entreotrascosasporquenolohabíaentendido.Eraalgosobreconosencadenadosyproyectadosdesdelosojos hacia un objeto, o del objeto a los ojos, no lo recordaba bien; ¿sería aquello lo que habíaproducidoaEcoalgunaasociacióndeideas?

Eché un vistazo al papiro, buscando la referencia, pero fue imposible encontrarla. Mis ojosestabancadavezmásdébiles.Lalamparaempezóachisporrotear.Todaslasletrasgriegasparecíaniguales.NormalmenteBethesdasehabríapresentadoparallevarmealacama,peroporlovistohabíapreferido consolar a Eco aquella noche. Me quedé dormido en el triclinio, bajo las estrellas,pensandoenunacapaamarillamanchadaderojoyenunosojosverdessinvida,iluminandoelcieloazul.

Al día siguiente, Eco estaba enfermo o lo fingía. Bethesda me informó solemnemente de que senegaba a abandonar la cama.Me asomé a su cuarto y le hablé con dulzura, recordándole que lasfiestascontinuabanyqueaqueldíahabríaunespectáculodefierassalvajesenelCircoMáximoyotraobradeteatro,representadaporotracompañía.Mediolaespaldaysecubriólacabezaconlacolcha.

—Deberíacastigarle—medije,tratandodepensarloqueharíaunpadreromanonormal.—No,nodeberías—susurróBethesdaalpasarjuntoamí.Suatrevimientomedejóhumillado.

Porprimeravezdespuésdemuchotiempo,yplenamenteconscientedequeEconoestabaamilado,disoloelpaseomatutino.LaSuburaparecíamuyaburridaalnoverlaatravésdelosojosdeunniñodediezaños.Misojosyalahabíanvistounmillóndeveces.

Decidí comprarle un regalo; les compraría un regalo a los dos, pues siempre era buena ideaaplacaraBethesdacuandoseponíadesdeñosa.ParaEcocompréunapelotadecuerorojo,delasqueusan los niños para jugar al trigón, pasándosela unos a otros con los codos y las rodillas. ParaBethesdaqueríaunveloazulnochellenodemariposasplateadas,peromedijequemeconformaríaconotrodelino.Enlacalledelosvendedoresdetelasencontrélatiendademiviejoamigo,Ruso.

Quiseverunveloazuloscuro.Comoporartedemagia,elvendedorsacóexactamenteelveloquehabíaimaginado,unagasaqueparecíahechadeplataytelarañasnegriazules.Tambiéneraelartículomáscarode la tienda.Le increpépor tentarmeconunartículode lujoqueestabamásalládemisposibilidades.

Rusoseencogiódehombrosconbondad.—Nunca se sabe; podrías haber jugado a los dados, haber sacado la suerte de Venus y haber

ganadounafortuna.Mira,estossonmásbaratos.—Sonrióypusounoscuantosantemí.—No—dijealnovernadaquemegustara—.Hecambiadodeidea.—¿Yunvelodeunazulmásclaro?Unazulcomoeldelcielo.—No,creoqueno.—¡Ah!Peromiraantesloquetengoqueenseñarte.¡Félix…!¡Félix!Tráemeunodelosvelosque

hanllegadodeAlejandría,losazulclaroconbordadoamarillo.El jovenesclavosemordió los labiosconnerviosismoehizocomosi seencogierademiedo.

Aquellomeparecióextraño,puessabíaqueRusonoeraunamocruel.—Vamos,¿aquéestásesperando?—Rusosevolvióhaciamíysacudiólacabeza—.Esteesclavo

nuevo… ¡es peor que inútil! No es muy listo, dijera lo que dijese el vendedor. Lleva los librosbastantebien,peroaquíenlatienda.¡Mira,yahavueltoahacerlo!¡Increíble!Félix,muchacho,¿quétepasa?¿Hacesestosóloparafastidiarme?¿Quieresunapaliza?¡Escúchamebien,chico!¡Nopiensosoportarlomástiempo!

Elesclavoretrocedióconaireconfusoydesamparado.Enlamanollevabaunveloamarillo.—¡Siemprehacelomismo!—gritóRuso,apretándoselacabeza—.¡Quierevolvermeloco!¡Selo

pido azul yme lo trae amarillo! ¡Se lo pido amarillo yme lo trae azul! ¿Has visto alguna vez aalguientanestúpido?¡Tevoyadarparaelpelo,Félix,lojuro!—Ycorriódetrásdelpobreesclavoblandiendounabarrademedir.

Entoncesloentendítodo.

MiamigoEstatilio,comosuponía,noestabaensualojamientodelaSubura.Cuandopreguntéasucasero,elviejomemirócomouncómpliceacusadodeborrarpistasymedijoqueEstatiliohabíasalidodeRomaysehabíaidoalcampo.

Noestabaenningunodeloslugaresenlosquepodíahaberestadoundíadefiesta.Nolehabíanservidoenningunatabernanilohabíanadmitidoenningúnburdel.Ynoteníalógicaquesedejaracaerporlascasasdejuegos…Entoncessupequelaverdadestabaenelpuntoopuesto.

EmpecéabuscarenloslugaresdejuegodelaSuburayloencontréconbastanterapidez.Enunapartamentoatestadodelsegundopisodeunviejobloquedeviviendas,ledescubríenmediodeungrupodehombresbienvestidos,algunosinclusocontoga.Estatilioestabaacuatropatasenelsuelo,agitandounacajitaymurmurandooracionesaladiosaFortuna.Tirólosdados;elgruposeapiñóenunestrechocírculoy se apartóprofiriendoexclamaciones.La tiradaerabuena: III, III, III yVI… lasuertedeRemo.

—¡Así!¡Mucho!—gritóEstatiliolevantandolasmanos.Losotrosleentregaronsusmonedas.Locogíporelcuellodelatúnicayloarrastréchillandohastaelpasillo.—Meparecequeyatienesbastantesdeudas—dije.—¡Alcontrario!—protestó,sonriendodeorejaaoreja.Teníalacararojaylafrenteperladade

sudor,comohombrequetuvierafiebre.—¿CuántoledebesexactamenteaFlavioelprestamista?—Cienmilsestercios.—¡Cienmil!Elcorazónsemesubióalagarganta.—Peroyano.Yaves, ¡ahorapuedopagarle!—Levantó lamanocargadademonedas—.Tengo

dosbolsasllenasdeplataenlaotrahabitación,miesclavolasestávigilando.Y…¿puedescreerlo?…laescrituradeunacasadelmonteCelio.Meloheganadoapulso,¿noloves?

—Acostadelavidadeotrohombre.Susonrisasevolvióborreguil.—Asíquelohasdescubierto.Pero¿quiénpodríahaberprevistoesatragedia?Desdeluego,yono.

YcuandoPanurgomurió,nomealegrédesumuerte…tú loviste.No loodiaba,deverasqueno.PerosielHadodecidióqueeramejorélqueyo,¿quiénsoyyoparadiscutirlo?

—Eres ungusano,Estatilio. ¿Por qué no le dijiste aRoscio lo que sabías? ¿Por quénome lodijisteamí?

—¿Quésabía,realmente?Alguien,seguramenteundesconocido,matóalpobrePanurgo.Yonofuitestigodelhecho.

—Pero imaginabas la verdad, que es lo mismo. Por eso me llamaste entre bastidores, ¿no?Temíasqueelasesinopudieravolverporti.¿Quéerayo?¿Tuguardaespaldas?

—Queyosepa,novolvió,¿verdad?—Estatilio,eresungusano.—Esoyalohasdicho.Lasonrisacayódesucaracomounamáscaraquesedesecha.Sedeshizodemitenazaconuna

sacudida.—Meocultastelaverdad—dije—.Pero¿porquéselaocultasteaRoscio?—¡Qué!¿Debíadecirlequeteníapendienteunasuciadeudadejuegoyaunconocidoprestamista

amenazándomeconmatarme?—Alomejortehabríaprestadoeldineroparaquelepagaras.—¡Nunca!No conoces a Roscio. Cree que soy afortunado sólo porque estoy en su compañía;

créeme,noesdelosquesehacencargodelasdeudasdeunsubordinadoymenoscuandoasciendenacienmilsestercios.YsihubierasabidoquemataronaPanurgoporerror,enlugardematarmeamí,

¡oh, dioses! ¡Roscio se habría puesto furioso! En su opinión, un Panurgo vale diez Estatilios.Entonces sí que habría sido hombremuerto, con Flavio a un lado y Roscio al otro. ¡Me habríandesgarradoentrelosdos,comocuandosearrancaunmuslodepollo!—Diounpasoatrásyseestirólatúnica.Lasonrisavacilóyvolvióasuslabios—.Noselodirásanadie,¿verdad?

—Estatilio,¿algunavezdejasdeactuar?—Desviélamiradaparaevitarsuhechizo.—¿Qué?—MiclienteesRoscio,notú.—Peroyosoytuamigo,Gordiano.—LehiceunapromesaaPanurgo.—Panurgonoteoyó.—Losdiosessí.EncontraralprestamistaFlaviofuefácil;unaspreguntaseneloídoindicadoyunasmonedasen

lasmanos que correspondía.Me enteré de que llevaba a cabo sus gestiones en una bodega, en unpórticocercanoalCircoFlaminio,dondevendíavinomalodesuTarquinianatal.Peroenundíadefiesta, segúnme dijeronmis confidentes, tendríamás posibilidades de encontrarlo en una casa dedudosareputaciónquehabíaalotroladodelacalle.

El lugar era de techo bajo y con olor a vino y a humanidad. Vi a Flavio al otro lado delestablecimiento, de palique con un grupo de semejantes, es decir, empresarios cuarentones conmodalesrústicos,vestidoscontúnicacaraycapadeunacalidadquecontrastabaconlapataneríadequieneslallevaban.

Cercadeél,apoyadoen lapared (yconaspectodeserbastante fuerteparasujetarla),estabaelgoriladelprestamista.Elgiganterubioparecíaborracho,omásidiotaquedecostumbre.Parpadeólentamentecuandomeacerqué.Unavibraciónidentificadoraanimósusojosacuososydesapareció.

—Los días de fiesta son buenos para beber—dije, levantandomi copa de vino.Memiró sinexpresiónalprincipio;luegoseencogiódehombrosyasintió—.Dime—añadí—,¿conocesaalgunade estas espectaculares bellezas?—y señalé un grupo de cuatro mujeres que merodeaban por elextremomásalejadodelestablecimiento,cercadelasescaleras.

Elgigante,malhumorado,negóconlacabeza.—Puesentonceses tudíadesuerte—proseguí.Meacerquéaélypercibíeloloravinoque le

echabaelaliento—.Acabodehablarconuna.Mehadichoquetieneganasdeconocerte.Parecequelegustanloshombresconrizosdoradosyespaldasanchas.Mehadichoqueporunhombrecomotú…—susurréensuoído.

Elvelodelujuriaquecruzósucaralehizopareceraúnmásidiota.—¿Cuál?—preguntóconsusurroronco.—Ladelatúnicaazul—dije.—Ah.Asintióconlacabezayeructó,meapartóconelbrazoyfuetambaleándosehacialasescaleras.

Comohabíasupuesto,pasódelargoantelamujerdeverde,anteladecoralyantelademarrón.Encambio,puso lamanoabiertaen lacaderade lamujerdeamarillo,quesevolvióy ledirigióunamiradasorprendida,peronohostil.

—QuintoRoscio y su socioQuerea se han quedadoboquiabiertos antemi inteligencia—expliquéaquellanocheaBethesda.Fuiincapazdecontenerme,agitéteatralmentelabolsitadeplataenelaireyla dejé caer en lamesa, donde aterrizó con un tintineo—.No es una olla de oro, pero son unoshonorarioslobastantegenerososparaquepasemosunbueninvierno.

Susojossepusierontanredondosybrillantescomolasmonedas.SedilataronaúnmáscuandosaquéelvelodelatiendadeRuso.

—¡Ooooh!¿Dequéestáhecho?—Denocheymariposas—dije—.Detelarañasyplata.Bethesda echó la cabeza atrás y extendió el transparente velo sobre su cuello y sus brazos

desnudos.Parpadeé,respiréhondoymedijequelacomprahabíavalidolapena.Ecoestabavacilanteenelumbraldesupequeñocuarto,desdeelquemehabíavistoentraryoído

mi apresurada versión de los sucesos de la jornada. Parecía haberse repuesto de su indisposiciónmatutina,perosuexpresiónerasombría.Alarguélamanoyseaproximóconcautela.Cogiólapelotadecuerorojoconpresteza,peroseguíasinsonreír.

—Essólounpequeñoregalo.Perotengootromásgrande.—Todavíanoloentiendo—protestóBethesda—.Hasdichoqueelgiganterubioeraidiota,pero

¿cómopuedeseralguientanidiotacomoparanodistinguiruncolordeotro?—Ecolosabe—dije,dedicándoleunasonrisadearrepentimiento—.Lodescubrióanocheytrató

dedecírmelo,peronosupocómo.RecordóunpasajedePlatónquelehabíaleídomesesantes;yolohabíaolvidadoporcompleto.Mira,creoqueahorapodréencontrarlo.

Cogíelrollodepapiro,quetodavíaestabaenmitriclinio.—«Podemos observar —leí en voz alta— que no todos los hombres perciben los mismos

colores.Aunqueesextraño, loshayqueconfunden loscolores rojoyverde,y también losquenodistinguenelamarillodelazul;tambiénhayotrosquenoparecendistinguirlosdistintosmaticesdelverde».Luegodaunaexplicacióndetodoesto,peronoentiendonijota.

—¿Asíqueelguardaespaldasnodistinguíaelazuldelamarillo?—dijoBethesda—.Aunasí…—Elprestamista fueayeral teatrocon la intencióndecumplir laamenazademataraEstatilio.

RecuerdoqueFlaviodiounrespingocuandoledijequeíbamosaverunaobradePlautosobreunpuchero lleno de oro. ¡Seguro que pensó que estaba hablando de la deuda que Estatilio habíacontraídoconél!SequedóentreelpúblicoeltiemposuficienteparaverqueEstatilioibadisfrazadoconunacapaazul.Luegoenvióalasesinorubioentrebastidores,sabiendoqueelcallejónquehaydetrásdeltemplodeJúpiterestaríadesierto,paraqueesperaraalactordelacapaazul.Ecodebiódeoírpartedesusinstrucciones,oquizásólolapalabraazul.Inclusoentoncesdebiódeintuirquealgoandabamalytratódedecírmelo,perohabíamuchaconfusión,elgigantemepisóeldedogordodelpieyelpúblicoabucheabaanuestroalrededor.¿Estoyenlocierto?

Ecoasintióysegolpeóunamanoconelpuño:exacto.—Desgraciadamente para el pobre Panurgo y su capa amarilla, el asesino que confundía los

colores también era excepcionalmente idiota. Necesitaba más información que el color azul parasaber que mataba al hombre indicado, pero no se molestó en preguntar; y si lo hizo, Flavio selimitaría a soltarle un gruñido y a empujarlo, incapaz de comprender su confusión. Al pillar aPanurgosoloeindefenso,consucapaamarilla,quepodríahabersidoazulperfectamente,elasesino

hizosutrabajo,ymetiólapata.»AlsaberqueFlavioestabaenelteatropreparadoparamatarlo,enterarsedequePanurgohabía

sidoapuñaladoyverqueel asesinoa sueldoyanoestabaentreelpúblico,Estatilio se imaginó laverdad;esindudablequelamuertedePanurgoleconmocionó,yaquesabíaquelavíctimaverdaderaeraél.

—¡Asíquehanmatadoaotroesclavoyporequivocación!Yanohayjusticia—dijoBethesdademalhumor.

—No exageremos. Panurgo era una propiedad valiosa. La ley permite a sus propietariosdemandaralresponsabledesumuerteporsuvalorenelmercado.CreoqueRoscioyQuereavanapediraFlaviocienmilsestercioscadauno.SiFlaviocontraatacaypierde,tendráquedesembolsareldoble. Conociendo su avaricia, sospecho que admitirá tácitamente su culpa y se decidirá por lacantidadmenor.

—Unajusticiapequeñaparauncrimeninsignificante.Asentíconlacabeza.—Yunarecompensapequeñaporladestruccióndeuntalentogrande.Peroeslaúnicajusticiaque

permitelaleyromana,cuandounciudadanomataaunesclavo.Un pesado silencio descendió sobre el jardín. Reivindicada su perspicacia, Eco concentró su

atención en la pelota de cuero. La tiró al aire, la cogió y asintió con aire pensativo, complacidoporqueencajabaensumano.

—¡Ah,Eco!Comoestabadiciendo,hayotroregaloparati.—Memiróexpectante—.Estáaquí.—Acariciélabolsadeplata—.Novolveréaenseñartealeeryescribirconmismétodosrudimentarios.Tendrásunpreceptorcomoesdebido,quevendrátodaslasmañanasaenseñartelatínygriego.Seráinflexible y sufrirás, pero cuando haya terminado, leerás y escribirásmejor que yo.Un chico taninteligentecomotúnomerecemenos.

LasonrisadeEcofueradiante.Nuncahabíavistoaunniñolanzarunapelotatanalto.

Estahistoriahabríaterminadoyadenoserporotrodesenlace.Aquellanoche,muchomástarde,estabaenlacamaconBethesda.Loúnicoquenosseparabaera

elvelodegasadehebrasplateadas.Duranteunosfugacesinstantesmesentícompletamentesatisfechodelavidayeluniverso.Enmirelajación,sinquererlo,murmuréenvozaltaloqueestabapensando.

—Creoquedeberíaadoptaralniño…—¿Y por qué no? —dijo Bethesda, marimandona incluso a punto de dormirse—. ¿Qué más

pruebasquieresquetedé?Econosepareceríamásaunhijotuyoniaunquefueradetucarneydetusangre.

Desdeluego,teníarazón.

Elcuentodelacámaradeltesoro

—Cuéntameunahistoria,Bethesda.EralanochemáscalurosadelveranomáscalurosoquerecordabahaberpasadoenRoma.Había

arrastradoeltricliniohastaelperistilo,entrelostejosylasamapolas,parapescarelmenorsoplodevientoquepasaraporelmonteEsquilino.Nohabíalunayelcieloestabacuajadodeestrellas.Peroelsueñonollegaba.

Bethesdaestabarecostadaensutriclinio,amilado.Podíamoshaberdormidojuntos,perohacíademasiadocalorparaestarcarnecontracarne.Suspiró.

—Amo,haceunahoramedijistequetecantaraunacanción.Yunahoraantes,quetelimpiaralospiesconuntrapomojado.

—Si,mujer,lacancióneradulceyeltrapofresco.Peronopuedodormir.Ytútampoco.Asíquecuéntameunahistoria.

Se llevó lamano a la boca y bostezó. Su pelo negro resplandeció a la luz de las estrellas. Elcamisóndelinoselepegabacomogasaalosmareantescontornosdesucuerpo.Inclusobostezandoerahermosa,demasiado,mehedichoamenudo,paraserlaesclavadeunhombrevulgarcomoyo.La diosaFortuname sonrió cuando la encontré en aquelmercadode esclavos deAlejandría, diezañosantes.¿FuiyoquieneligióaBethesdaoellaquienmeeligióamí?

—¿Porquénolacuentastú?—sugirióBethesdaconsumisión—.Teencantahablardetutrabajo.—Osea,quequieresqueseayoquienteduermaati.Mitrabajosiempretehaparecidoaburrido.—No es cierto—protestó con somnolencia—.Vuelve a contarme cómo ayudaste a Cicerón a

resolverelcasodelamujerdeAretio.Enelmercadosesiguehablandodeltema,ydequeGordianoel Sabueso debe de ser el hombremás inteligente de Roma por haber solucionado un asunto tansórdido.

—Quémarrulleraeres,Bethesda,¿creesqueadulándomeconseguirásqueyocuentecuentosytúescuches?¡Eresmiesclava,porHércules,yordenoymandoquemecuentesunahistoria!

Malditoelcasoquemehizo.—Vuelve a contarme la historia de Sexto Roscio —dijo—. El gran Cicerón nunca había

defendidohastaentoncesaunhombreacusadodeasesinato,ymuchomenosaunhombreacusadodematarasupropiopadre.¡SólotúsabeshastaquépuntolehizofaltalaayudadeGordianoelSabueso!¡Pensar que terminaste matando a un gigante salido de la Cloaca Máxima, mientras Cicerónpronunciabaundiscursoenelforo!

—Nosoportaríaquefuerasmibiógrafa,Bethesda.Aquelhombrenoeraprecisamenteungigante,ynofuiyoexactamentequienlomató,yaunqueesverdadquesucedióenlasletrinaspúblicasquehaydetrásdelSantuariodeVenus,elhombre,quenoeraningúngigante,nosaliódelascloacas.¡Ytampocofueelfinaldelasunto!

Estuvimoslargoratoenlaoscuridad,escuchandoelcantodelosgrillos.Unaestrellafugazcruzóelfirmamento,haciendoqueBethesdamurmuraraunconjuroaunodesusextrañosdiosesanimalesdeEgipto.

—HáblamedeEgipto—dije—.NuncahablasdeAlejandría.Esunagranciudad.Muyantigua.Ymuymisteriosa.

—¡Ajá! Vosotros los romanos creéis que cualquier cosa es antigua si es anterior a vuestroimperio. Alejandro y su ciudad ni siquiera eran un sueño en la mente de Osiris cuando Keopsconstruyólagranpirámide.MenfisyTebasyaeranantiguascuandolosgriegosestabanenguerraconTroya.

—Porunamujer—comenté.—Loquedemuestraquenoerancompletamenteidiotas.AunquelofueronalpensarqueHelena

estabaescondidaenTroya,cuandoenrealidadestuvotodoeltiempoenMenfis,conelreyProteo.—¿Qué?¡Nuncahabíaoídonadasemejante!—TodoelmundoenEgiptoconocelahistoria.—PeroesosignificaríaqueladestruccióndeTroyanotuvoningúnsentido.Ypuestoquefueel

troyanoEneasquienhuyódeTroyayfundólacastaromana,eldestinodeRomaestábasadoenuncruel bromazo de los dioses. Sugiero que te guardes la historia para ti, Bethesda, y no vayasdifundiéndolaporelmercado.

—Demasiadotarde.—Inclusoenlaoscuridadviunasonrisamalvadaensuslabios.Permanecimos tumbados en silencio unos momentos. Una suave brisa sopló entre las rosas.

Bethesdadijofinalmente:—¿Sabes?Loshombrescomotúnosonlosúnicosquepuedenresolvermisteriosyenigmas.—¿Quieresdecirquetambiénlosdiosespuedenhacerlo?—No.Quierodecirlasmujeres.—¿Esunhechocomprobado?—Sí.PensarenlaestanciadeHelenaenEgiptomeharecordadolahistoriadelreyRampsinitoy

sucámaradeltesoro,yquefueunamujerquienresolvióelmisteriodelaplatadesaparecida.Perosupongoquedebesconocerlahistoria,yaqueesmuyfamosa.

—¿ElreyRabanito?—pregunté.Bethesdaresoplócondelicadeza.Aveces lecuestavivirenunlugartanculturalmenteatrasadocomoRoma.Sonreíalasestrellasycerrélosojos.

—Bethesda,teordenoquemecuenteslahistoriadeesereyRabobonitoysucámaradeltesoro.—Muybien,amo.Rampsinito,Rampsinito,¿estamos?,sucedióalreyProteo(quefueanfitriónde

Helena)yaéllesucedióelreyKeops.—Elqueconstruyólagranpirámide.Muyfamoso,síseñora.Keopsdebiódeserungranrey.—Insoportable,miamo,elhombremásodiadodelalargahistoriadeEgipto.—¿Porqué?—Precisamente porque construyó la gran pirámide. ¿Qué significa una pirámide para la gente

normal, salvo un trabajo interminable y unos impuestos tremendos? El recuerdo de Keops esdespreciado enEgipto; los egipcios escupen cuando pronuncian su nombre. Sólo los visitantes deRomayGreciamiransupirámideyvenunaconstrucciónmaravillosa.Unegipciomiralapirámideydice:«Mira,ahíestá lapiedraquepartióelespinazoami tatara-tatara-tatarabuelo»;o:«Ahíestáelpilón ornamental que llevó a la ruina la granja del tatara-tatara-tatarabuelo demi tío».No, el reyRampsinitocaíamuchomejoralpueblo.

—¿YcómoeraeseRampsinito?—Muyrico.Nohahabidoreydeningúntipoquehayasidonilamitaddericoqueél.—¿NisiquieraMidas?

—NisiquieraMidas.ElreyRampsinitoteníaunagranfortunaenpiedraspreciosasyoro,perosumayor tesoro era su plata. Tenía bandejas de plata, copas de plata, monedas de plata y espejos,pulseras y grandes lingotes de pura, sólida y brillante plata.Había tanta que decidió construir unacámaradeseguridadsóloparasuplata.

»Asípues,elreycontratóaunhombreparaquediseñarayconstruyeralacámaradeseguridadenelpatioalquedabasudormitorio, fundiéndolacon lamurallaquerodeabaelpalacio.Elproyectotardóvariosañosencompletarse,pueshuboqueahuecarlamurallaycortar,puliryponerensusitiolaspesadaspiedras.Elarquitectoeraunhombredegranvoluntad,perodesaludfrágily,aunquesóloerauncuarentón,apenasllegóavivirlosuficienteparaverterminadasuobra.Elmismodíaqueelgrantesorodeplatafuemetidopiezaporpiezaenlacámaraylasgrandespuertasfueroncerradasyselladas, el arquitectomurió.Dejóviudaydoshijosqueacababande llegara laedadviril.El reyRampsinitollamóaloshijosasupresenciayledioacadaunounbrazaletedeplataenseñaldelagratitudquesentíahaciasupadre.

—Unregalopocogeneroso—dije.—Quizá.DicenqueelreyRampsinitoeraimparcialyjusto,nuncaroñicaniespléndido.—MerecuerdaaCicerón.Bethesdaseaclarólagargantapidiendosilencio.—Unavezalmes,elreymandabaquerompieranlossellosypasabaunatardeenlacámaradel

tesoro, admirando susobjetosdeplatay contando susmonedas.Transcurrieronalgunosmeses; elNilocrecióydecreció,comotodoslosveranos,ylacosechafuebuena.ElpuebloestabacontentoyEgiptoenpaz.

»Peroelreyempezóanotaralgopreocupante:faltabanpiezasdeplatadelacámaradeltesoro.Alprincipio pensó que sólo lo imaginaba, ya que no había manera de abrir las grandes puertas sinromper los sellos, y los sellos sólo se rompían cuando él iba en visita oficial. Pero cuando sussirvientescerraronelinventariodesuplata,fueevidentequefaltabaunagrancantidaddemonedas,asícomootrospequeñosobjetos.

»El rey estaba tan dolido como desconcertado. En su siguiente visita, echó en faltamás plata,incluidouncocodrilodeplatamacizadel tamañodelbrazodeunhombre,unode losobjetosquemásvalorabaelrey.

»El rey se puso furioso; estaba más desconcertado que nunca. Entonces se le ocurrió ponertrampasdentrodelacámaradeltesoroparaquecualquieraqueseescurrieseentrelasmonedasyloscofresquedaraatrapadoyencerradoenunajauladehierro.Yesohizo.

»Yheteaquíque,enlasiguientevisita,elreydescubrióqueunadelastrampashabíasaltado.Perodentrodelajaula,enlugardeunbandidodesesperadoysuplicante,habíaunmuerto.

Bethesdahizounapausadramática.—Nomeextraña—murmure,mirandosoñolientolasestrellas—.Elpobreladrónhabíamuerto

dehambre,odelsusto,cuandolajauladehierrolecayóencima.—Quizá.¡Perolehabíancortadolacabeza!—¿Qué?—exclaméparpadeando.—Ylacabezanoestabaporningunaparte.—Quéraro.

—Yquelodigas—asintióseriamenteBethesda.—¿Faltabamásplata?—Sí.—Entoncesdebíadehaberotroladrónconél—deduje.—Quizá—dijoBethesdaconastucia—.PeroelreyRampsinitonoestabamáscercaderesolverel

misterio.»EntoncesseleocurrióquequizáelinfortunadoladróntuvieraparientesenMenfis,encuyocaso

querrían que se les devolviera el cuerpo para purificarlo y enviarlo a su viaje hacia la otra vida.Naturalmente,nopodíaesperarsequefueranareclamarelcadáver,asíqueRampsinitodecidiódejarelcuerposincabeza,bienvisible,delantede lamuralladepalacio.ElhechoseanunciócomounaadvertenciaalosladronesdeRampsinito,peroelverdaderoobjetivoeracapturaraquienquieraquesupiese algo sobre el extraño sino del ladrón.A los dos guardias demás confianza del rey (unossujetosgrandesyconbarba,losmismosquesolíanprotegerlossellosdelacámaradeltesoro)selesencargóqueobservaranelcadáverdíaynoche,yquedetuvieranacualquierpersonaquegimieseoselamentara.

»Alamañanasiguiente,encuantoselevantó,elreyRampsinitocorrióhacialamuralladepalacioy miró por encima, ya que el misterio de la plata desaparecida había llegado a dominar suspensamientos, tanto dormido como despierto. ¿Y qué fue lo que vio? A los dos guardias mediodormidos,ambosconunamejillarasurada,yelcadáversincabezahabíadesaparecido.

»Rampsinitoordenóquellevaranalosguardiasasupresencia.Apestabanavinoysumemoriaestabaembotada,perorecordabanquehabíapasadounmercadercuandoseestabaponiendoelsol,empujandouncarrollenodeodresdevino.Unodelosodressehabíarotoydejabaescaparunhilodelíquido.Losguardiascogieronunacopaylallenaronconelvinoquecaía,dandograciasalosdioses por su buena suerte. El mercader montó en cólera; sin razón, ya que no era culpa de losguardias que se hubiera roto el odre. Se las arreglaron para tranquilizar almercader con algunaspalabraspacíficasyéstesedetuvounratojuntoalamuralladepalacio,ylesexplicóquesesentíadébileirritadodespuésdeunlargodíadetrabajo.Parahacerseperdonarsurudeza,ofrecióacadaguardia una copa llenade sumejor vino.Ningunode los guardias recordaba lo quehabía pasadodespués,oalmenosesoasegurabanlosdos.Cuandorecuperaronlanocióndelascosas,yaeradedíayelreyRampsinitoestabagritándolesdesdelamuralladepalacio,losdosteníanunamejillaafeitadayelcadáverdecapitadohabíadesaparecido.

—Bethesda—la interrumpí, sufriendo un ligero sobresalto por culpa de un grillo que saltabaentre los tejos—. Espero que no sea una de esas historias egipcias de fantasmas en las que loscadáveressepaseanporahí,alabuenadeAmón-Ra.

Bethesda estiró lamano y sus largas uñas corretearon juguetonamente pormi brazo desnudo,poniéndomelacarnedegallina.Apartésusdedosdeunmanotazo.Soltóunarisabajaygutural.Alcabodeunmomentocontinuó:

—Cuando les llegóel turnodedescribiralmercaderdevinos, losguardias seexpresaronconvaguedad.Elunodijoqueera joven,elotroquecuarentón.Elunoquellevababarbaabundante,elotroquesóloteníaunaligerapelusaenlamandíbula.

—Elvino,oloquehubieranpuestoenél,debiódeconfundirsussentidos—dije—.Suponiendo

queestuvierancontandolaverdad.—Fuera como fuese, Rampsinito ordenó que se presentaran todos los vinateros de Menfis y

desfilarandelantedelosguardias.—¿Yreconocieronlosguardiasalculpable?—No. El rey Rampsinito no supo más que al principio. Para empeorar las cosas, algunos

vinateros, al abrir la tienda aquella mañana, habían visto a los dos guardias dormidos y medioafeitados,yrápidamentesehabíaextendidoelrumordequehabíantomadoelpeloalosguardiasdelrey.Lanoticiasobreelcadáversincabezayel tesororobadosehabíapropagadopor laciudad,yprontotodoMenfisestuvocuchicheandoaespaldasdelrey.ElreyRampsinitoestabamuydisgustado.

—¡Nomeextraña!—Tandisgustadoqueordenóquelosguardiasdebíanpermanecerafeitadosamediasduranteun

mes,paraquelosvieratodoelmundo.—Uncastigoleve,estáclaro.—NoenelMenfisdeaquellostiempos.Servistoconunasolamejillaafeitadaeratanvergonzoso

entoncescomoparaunnobleromanoservistoenelForoconsandaliasysintoga.—¡Inconcebible!—PeroFortunaesunaespadadedosfilos,comodecíslosromanos,yalfinalresultóbuenopara

el rey que los cotilleos se propagaran, porque rápidamente llegaron a los oídos de una jovencortesanaquevivíaencimadeuna tiendadealfombras,cercade laspuertasdepalacio.Se llamabaNaiaysehabíaenteradodeloqueocurríaporquevariosdesusclienteseranmiembrosdelcortejodel rey.Tras reflexionar sobre todo loquehabíaoídoy sobre todo loque sabíade la cámaradeltesoro,ysobresuconstrucciónyvigilancia,creyótenerlasolucióndelmisterio.

»Naiapudohaberidodirectamentealreyydenunciaralosladrones,perodoscosaslahicieronvacilar.Primero,noteníapruebastangibles;segundo,comotehedicho,elreynoerafamosoporsugenerosidad. Probablemente se limitaría a darle las gracias, a regalarle una pulsera de plata y adecirlequeadiós,muybuenas.AsíquecuandofueaveraRampsinito, sólodijoque teníaunplanpararesolverelenigmayquellevarloacabocostaríatiempoydinero;sisuardidnodabaresultado,lamismaNaiacorreríaconlosgastos…

—¡Qué locura!Yo siemprepidoqueme abonen los gastosmásuna tarifa, tanto si resuelvo elmisteriocomosino.

—…pero si conseguía identificar a los ladrones y explicar cómo había sido robada la plata,Rampsinito tendría quepagarle tanta plata como sumulapudiera cargar y, además, concederle undeseo.

»Alprincipio,al rey leparecióunprecioexagerado,perocuantomás lopensaba,más justo leparecía.Despuésdetodo,habíadesaparecidodesucámaradeltesoromuchamásplatadelaqueunamula podía cargar, y seguiría desapareciendomientras no cesaran los robos. ¿Y qué deseo podíatenerunacortesanaqueelreydeEgiptonopudieraconcederconunsimplemovimientodelamano?Además, no parecía probable que una joven cortesana pudiera resolver el misterio que habíaconfundidoalreyyatodossusconsejeros.Aceptóeltrato.

»Naiahizounascuantasindagaciones.Notardómuchoendescubrirelnombredelsujetodelquesospechaba, ni del lugar donde vivía.Mandó a su criado que observara susmovimientos y que la

avisarainmediatamentelapróximavezquepasaracercadesuventana.»Pocosdíasdespués,elsirvientellegócorriendoasuhabitación,sinaliento,yledijoquemirara

por la ventana. Un joven con ropas y sandalias recién compradas estaba mirando unas carasalfombrasenlapuertadelatiendaquehabíadebajo.Naiasesentóenlaventanayenvióalcriadoconunmensajeparaelhombre.

—¿Acusóaaqueltruhánallímismo?—pregunté.—Claroqueno.Elsirvienteledijoal jovenquesuseñoralehabíavistoporlaventana,quese

habíadadocuentadequeeraunhombredegustoyderecursos,yquedeseabainvitarleasubirasuhabitación.Cuandoeljovenmiróhaciaarriba,Naiaestabaapoyadaenlaventanadetalmaneraquemuypocoshombressehabríanresistidoalainvitación.

—EstaNaia—murmuré—estáempezandoarecordarmeaotraegipciaqueconozco…Bethesdanomehizocaso.—Eljovenfuedirectamenteasuhabitación.Elsirvientellevóvinofríoyfrutafresca,ysesentó

alotroladodelapuerta,tocandodulcementelaflauta.Naiaysuinvitadohablaronunratoyprontoresultó evidente que el joven la deseaba con todas sus fuerzas. PeroNaia insistió en que primerojugaranaun juego.Relajadoporelcalordeldíaycon la lenguasueltaporelvinoy lapasión,eljovenaccedió.Heaquíeljuego:cadaunodebíarevelaralotrodossecretos,empezandoporeljoven.¿Cuáleraelpeordelitoquehabíacometidoensuvida?¿Ycuálsutrampamásinteligente?

»Eljovensequedópensativoaloíraquellaspreguntasyunasombradetristezacruzósurostro,seguidadeunacarcajada.

»Puedocontestartefácilmente—dijo—,peronoestoysegurodecuálescuál.Mimayordelitohasido cortarle la cabeza ami hermano.Mi principal trampa ha sido volver a juntar su cabeza y sutronco.¡Aunquequizáseaalrevés!—SonrióarrepentidoymiróaNaiaconojosdedeseo—.¿Ytú?—susurró.

»Naiasuspiró.»Mepasa loquea ti—dijo—.Noestoyseguradecuálseacuál.Creoquemimejor trampaha

sido descubrir al ladrón que ha robado en la cámara del tesoro de Rampsinito y mi delito peorllevarloanteelrey.Aunqueesposiblequeseaalrevés…

»Eljovendiounrespingoyrecuperólacordura.Selevantóycorrióhacialaventana,perounagranjauladehierro,comolaquehabíaatrapadoasuhermano,cayódesdeeltechoencimadeél.Nopodíaescapar.Naiaenvióasucriadoabuscaralosguardiasdelrey.

»—Yahora—dijo—,mientras esperamos, explícame loque todavíano sé sobre el robode laplatareal.

»Alprincipio, el jovenestaba furioso,pero luegoempezóagemir, dándosecuentadeldestinoqueleaguardaba.Lamuerteseríaelcastigomásdulcequepodíaesperar.Eramásprobablequelecortaranlasmanosylospies,ytuvieraquevivirelrestodesusdíastullidoymendigando.

»—Perosiyalosabestodo—gimió—.¿Cómomehasdescubierto?»Naiaseencogiódehombros.»—Durante cierto tiempo pensé que los dos guardias debían de estar compinchados y que el

cuerposincabezaeradeltercercómplice,alquehabíanmatadoparaquenolestraicionara.Perolosguardiasconocíanlastrampasy,porlotanto,podíanhaberlasevitado;ydudoqueningúnhombrede

Menfis se hubiera atrevido a aparecermedio afeitado ante el rey, aunque fuera para disimular suculpa.Además,todoelmundoestádeacuerdoenquelaspuertasdelacámaradeltesoronopuedenabrirsesin romper lossellos.Asíque teníaquehaberotraentrada.¿Eraposibleaquellosinqueelarquitectolohubieraplaneado?¿Yquiénpodíaconocerlaexistenciadeunaentradasecretasinolosdoshijosdelarquitecto?

»—Escierto—dijoeljoven—.Mipadrenoslaenseñóantesdemorir,unaentradasecretaqueseabrepresionandounapiedradelamuralladepalacio,imposibledeencontrarparaquiennoconozcalasmedidasexactas.Doshombres,inclusouno,puedenabrirladeunsimpleempujón,llevarsetodoloquepuedandelacámaradeltesoro,yluegosellarlapuertatrasellosdemaneraquenadiepuedaencontrarlanunca.Ledijeamihermanomayorquenosestábamosllevandomuchoyqueelreysedaríacuenta;peronuestropadrenoshabíadichoqueelreyhabíasidountacañoconélyquelehabíapagadounamiseriapor todossusañosde trabajo,yquegraciasasu ingenionosotros tendríamossiempreunosingresosfijos.

»—Peroentoncestuhermanoquedóatrapadoenlajauladehierro—dijoNaia.»—Sí.Consiguiósacarlacabezaentrelosbarrotes,peronadamás.Merogóqueselacortaray

melallevara;delocontrario,alguiendepalaciopodíareconocerleytodanuestrafamiliairíaalaruina.

»—Y tú hiciste lo que te pedía. ¡Tuvo que ser terrible para ti! Pero fuiste un buen hermano.Recuperastesucuerpo,lojuntasteconlacabezayloenviastealaotravida.

»—Pormínolohabríahecho,peromimadreinsistió.Medisfracéyengañéalosguardiasparaquebebieranvinoemponzoñadoconunasustancia.Enlaoscuridadsaquéelcuerpodemihermanoyloescondíenelcarro,entrelosodresdevino.Antesdellevármelo,afeitéunamejillaacadaguardiaparaqueelreynocreyeraquehabíanconspiradoconmigo.

»Naiamiróporlaventana.»—Esosmismosguardiasvienenyacorriendoporlacalle.»—Por favor—dijo el joven, sacando la cabeza de la jaula—. ¡Córtame la cabeza! ¡Deja que

compartaeldestinodemihermano!Deotraforma,¿quiénsabequéhorriblescastigosmeinfligiráelrey?

»Naiacogióunalargaespadayfingiópensárselo.»—No—dijoporfin,cuandoyalospasosdelosguardiasresonabanenlaescalera—.Creoque

esmejordejarquelajusticiasigasucurso.»AsíqueeljovenfuellevadoenpresenciadelreyRampsinito,juntoconNaia,quefueareclamar

larecompensa.Elesconditedelaplatadelladrónfueencontradoensucasaylaplatadevueltaalacámaradeltesoro.LaentradasecretafueselladayaNaiaselepermitióllevarsetodalaplataqueunamulapudocargar.

»Encuantoaldestinodelladrón,Rampsinitoanuncióquepermitiríaalosdeshonradosguardiasvengarseenélprimero,yquea lamañanasiguientedecidiríaelcastigo,decapitarleocortarle lasmanosylospies.

»IbaelreyaabandonarlasaladerecepcióncuandolollamóNaia.»—¿Recuerdaselrestodenuestrotrato,granrey?»Rampsinitolamiróconfuso.

»—Dijistequemeconcederíasundeseo—lerecordóNaia.»—¡Ah,si!—asintióelrey—.¿Ycuálestudeseo?»—¡Quieroqueperdonesaestejovenyquelodejesenlibertad!»Rampsinito la miró horrorizado. Lo que pedía era imposible, pero no había manera de

negárselo.Entoncessonrió.»—¿Porquéno?—dijo—.Elmisterioestáresuelto,laplatahasidodevueltaylaentradasecreta

estásellada.HabíapensadoqueesteladróneraelhombremásinteligentedeEgipto…¡perotúeresaúnmásinteligente,Naia!

Otraestrellafugazcruzóelfirmamento.Losgrilloscantaban.Meestiré.—Ysupongoquesecasaron.—Esodice el cuento.Es lógico que unamujer tan inteligente comoNaia acabe casada con un

hombretaninteligentecomoelladrón.Conlaplataqueellahabíaobtenidoyelingeniodeambos,estoyseguradequefueronmuyfelices.

—¿YelreyRampsinito?—Su recuerdo se celebra todavía como el último de los buenos reyes, antes de que Keops

comenzaraunalargadinastíadechapuceros.Dicenquedespuésdequeseresolvieraelmisteriodelaplatadesaparecida,fueallugarquelosgriegosylosromanosllamanHadesyjugóalosdadosconDeméter.Ganóunatiradayperdióotra.Cuandoyaibaaregresar,Deméterlediounaservilletadeoro.YéseeselmotivoporelquelossacerdotessetapanlosojosconpañosamarilloscuandosiguenaloschacalesaltemplodeDeméterlanochedelafiestadelaprimavera.

Debí de quedarme dormido, porque me perdí el resto de la historia, fuera cual fuese, queBethesda había comenzado. Cuando desperté, guardaba silencio, pero por su respiración habríajuradoquetodavíaestabadespierta.

—Bethesda—susurré—.¿Cuálhasidotupeordelito?¿Ytumejortrampa?Alcabodeunmomentodijo:—Creoquetodavíaestánporllegar.¿Ylostuyos?—Venaquíytelodiréaloído.Lanochehabíarefrescado.UnabrisaconstantellegabadulcementedelvalledelTíber.Bethesda

se levantó del triclinio y vino al mío. Acerqué los labios a su oreja, pero en vez de susurrarlesecretos,hicimosotracosa.

Yaldíasiguiente,enlacalledelosplateros,lecompréunasencillapulseradeplata,unrecuerdodelanochequemecontóelcuentodelreyRampsinitoysucámaradeltesoro.

Laúltimavoluntadnosiempreeslamejor

Lucio Claudio era un noble con dedos como salchichas, mejillas de ciruela, nariz de fresa, unacoronadepelusarojaenlacoronillaybocadeculodepollo.

ElapellidoClaudionosóloleseñalabacomonoblesinotambiéncomopatricioprocedentedeunpequeño grupo de viejas familias que fueron las primeras en engrandecerRoma (o que almenosengañaronalrestodelosromanosparaquelopensaran).Notodoslospatriciossonricos;inclusolasmejoresfamiliaspuedenagostarseconelpasodelossiglos.PeroporelgransellodeoroqueLuciollevaba,yporlosotrosanillosquelehacíanjuego(unodeplataconlapislázuli,otrodeoroblanco con un pedrusco de cristal verde), sospechaba que era muy rico. Los anillos secomplementabanconuncollardeorodelquecolgabanrelucientespiedrasdecristalenmediodelensortijadopelorojoquebrotabadesucarnosopecho.Sutogaeradelamásfinalanaysuszapatosdepielestabanexquisitamentecortados.

Eralaauténticaimagendelpatriciorico,niguaponideaspectoflamante,peroimpecablementevestidoyacicalado.Susojosverdescentelleabanyelpucherodesubocasefruncíafácilmenteenunasonrisa, traicionando su personalidad, agradable por naturaleza. Rico, bien nacido y con buenadisposición, me pareció hombre que no debía de tener preocupación de ninguna clase; aunqueobviamentelatenía,puesdelocontrarionohabríavenidoaverme.

Nos sentamosenelpequeño jardíndemicasadelEsquilino.Enotro tiempo,unhombrede lacondiciónsocialdeLucionuncahabríasidovistoentrandoenlacasadeGordiano,elSabueso,peroen los últimos años parece que he adquirido cierta respetabilidad. Creo que el cambio comenzódespués del primer caso en que trabajé para el joven abogadoMarco Tulio Cicerón. Parece queCicerón,amisespaldas,haestadodiciendocosassimpáticasdemíasuscolegasde los tribunales,porejemploquemehaalojadoensucasaunavez,graciasa locualhaaveriguadoqueGordiano,peseaserunhusmeadorprofesionalquesecodeaconasesinos,sabeutilizareltazón,lacucharayelretretedeunacasaparticular,einclusosabequédiferenciahayentreestastrescosas.

LucioClaudioocupólasillaquelehabíasacadoalpatiocasicorriendo.Semovíaconunpocodenerviosismoyjugabaconlassortijas,luegosonriótímidamenteylevantósucopa.

—¿Mesirvesunpocomás?—dijoponiendounacaragraciosamenteimbécil.—Desdeluego—dijebatiendopalmas—.¡Bethesda!Másvinoparaelinvitado.Elmejor,eldela

botelladearcillaverde.Bethesdaobedecióaregañadientes,tardóunaeternidadenlevantarsededondeestabasentadacon

laspiernascruzadas,alladodeunacolumna,ydesapareciódentrodelacasa.Susmovimientoserantangraciososcomo lospétalosdeuna floralabrirse.Lucio la siguióconunnudoen lagarganta.Tragósalivaconfuerza.

—Unaesclavamuyguapa—susurró.—Gracias,LucioClaudio.Esperabaquenoquisieracomprarla,comomuchosdemisclientesmásricoshacen.Miesperanza

fueenvano.—Supongoquenosetehabráocurrido,pero…—empezó.—No,LucioClaudio,nohaytrato.

—Ibaadecirque…—Antesvenderíalacostillaquemesobra.—Ya—asintió con un gesto de entendimiento, pero de pronto frunció el carnoso entrecejo—.

¿Quéhasdicho?—Nada,unaexpresiónsinsentidoqueheaprendidodeBethesda.Segúnsusantepasadospaternos,

undiosllamadoAdonáioYavéformóalaprimeramujerconunacostilladelprimerhombre.Poresoalgunoshombresparecentenerunacostillademás.

—¿Deveras?—Lucio se toqueteo la caja torácica, pero estaba demasiado lleno para notar lascostillas.

Toméunsorbodevinoysonreí.Bethesdamehabíacontadovariasveceslahistoriahebreadelprimerhombreylaprimeramujer;cadavezquemelacuenta,meaprietoelcostadoyfinjogritardedolor,hastaqueellaempiezaafruncirelmorroyacabamospartiéndonosderisalosdos.Amímepareceunahistoriaextraordinaria,aunquenomásraraque lashistoriasegipciasque lecontabasumadresobrediosesconcabezadechacalycocodrilosqueandanadospatas.Siescierto,estedioshebreosemerecetodoelrespeto.NisiquieraJúpiterpuedepresumirdehabercreadoalgonilamitaddeexquisitoqueBethesda.

Yahabíaperdidobastantetiempohaciendoquemiinvitadosesintieracómodo.—Dime,LucioClaudio,¿quéesloquetepreocupa?—Pensarásquesoytonto…—empezó.—Hombre,no,¿cómopuedesdecirunacosaasí?—leaseguré.—Bueno, fue anteayer… o la víspera. Fue al día siguiente a los idus de mayo, de eso estoy

seguro,fueraeldíaquefuese…—Entonces fue anteanteayer—dije.Bethesda apareció y se detuvo en las sombras del pórtico,

esperandoqueyo lehicierauna seña.Negué con la cabeza, dándole a entenderque esperara.Otracopa de vino aflojaría la lengua de Lucio, pero ya estaba bastante aturdido—. ¿Y qué pasóanteanteayer?

—Resultaqueestabaenestemismobarrio…bueno,noenlacimadelEsquilino,sinoenelvalle,enlaSubura…

—LaSuburaesunbarriofascinante—dije, tratandodeimaginarqueatractivopodíantenersuschillonas calles para un hombre que probablemente vivía en una mansión del Palatino. Casas dejuego,burdeles,tabernasydelincuentesasueldo…eraenloprimeroenquesepensaba.

—Verás—suspiró—,misdíasestánllenosdeocio.Nuncahetenidocabezaparalapolíticaolasfinanzas,comootrosdemifamilia;mesientoinútilenelForo.Hetratadodevivirenelcampo,perotampocotengomuchodegranjero;lasvacasmeaburren.Tampocomegustaladiversión…extrañosquevienenacenar,todoseldobledeinteligentesqueyo,yyo,obligadoaidearentretenimientosparaellos…esunfastidio.Meaburroconfacilidad,comoves.Meaburromuchísimo.

—¿Sí?—dije,reprimiendounbostezo.—Así quemededico a vagar por la ciudad.Voy aTarento a ver a los ancianos que alivian el

dolordesusarticulacionesenlosdíascálidosdeprimavera.VoyalCampodeMarteparaveraloscorredoresadiestrandoaloscaballos.SuboybajoporelTíber,voyalosmercadosdepescado,deganadoydeobjetosextranjeros.Megustavertrabajaralagente;megustavercómolosdemásse

enfrascanensusasuntos,contantadeterminación.Megustaobservara lasmujeresregateandoconlos vendedores, escuchar a un constructor discutiendo con los albañiles, ver cómo las mujeresasomadas a las ventanas de los burdeles cierran los postigos de golpe cuando aparecen losgladiadoreshaciendoelgamberroporlacalle.Todaestagenteparecetanviva,tanllenadeidealesyobjetivos,tan…tancontrariaalaburrimiento.¿Loentiendes,Gordiano?

—Creoquesí,LucioClaudio.—EntoncesentenderásporquémegustalaSubura.¡Québarrio!¡Casisepuederespiralapasión,

el vicio! ¡Las casas abarrotadas, los olores extraños, el espectáculo de la humanidad! Las callesestrechasyventosas,lososcurosyhúmedoscallejones,lossonidosquesalenporlasventanasdelospisosaltos,extrañosdiscutiendo,riendo,haciendoelamor…¡quélugartanmisteriosoyvitaleslaSubura!

—Nohaynadamisteriosoenlamiseria—sugerí.—¡Ah! Pero ahí está la cosa—insistió Lucio e imaginé que, en su caso, la cosa estaba allí,

efectivamente.—Cuéntametuaventuradehacedosdías,eldíasiguientealosidus.—Claro.¿Nopodríasmandaralachicaapormásvino?Diunapalmada.Bethesdasalióde lassombras.La luzdelsolse reflejóensus largoscabellos

negriazulados. Mientras llenaba la copa de Lucio, éste parecía incapaz de mirarla. Tragó saliva,sonriótímidamenteyasintióconenergíaalpaladearmimejorvino,queprobablementeerapeorqueelqueéldabaasusesclavos.

Continuó.—Aquella mañana, bastante temprano, estaba paseando por una de las travesías de la calle

principal de la Subura, silbando una tonada y admirando las florecillas y brotes que la primaverahabía hecho crecer entre los adoquines. La belleza se reafirmaba a símisma incluso allí, entre lamiseria, pensaba paramí, y consideré la posibilidad de componer un poema, aunque no soymuybuenomidiendopies…

—Yentoncessucedióalgo,¿no?—Leinterrumpí.—¡Oh,sí!Unhombremegritódesdeunaventanadeunprimerpiso:«¡Porfavor,ciudadano,ven

enseguida! ¡Unhombre seestámuriendo!».Vacilé.Despuésde todo,podíaquerer engañarmeparaqueentrarayrobarmeoalgopeor,ynisiquierallevabaunesclavoconmigoparaprotegerme…megustasalirsolo,¿sabes?Entoncesaparecióotrohombreenotraventanadelmismopisoyexclamó:«¡Por favor, ciudadano, necesitamos tu ayuda!El joven se estámuriendoy ha hecho testamento…necesitasieteciudadanosparatestificaryyasomosseis.¿Noquieressubir?».

»Bueno, pues subí. No es muy frecuente que alguien me necesite para algo. ¿Cómo podíanegarme? El piso resultó ser un conjunto de habitaciones bonitamente amuebladas, no muydesordenadoyenabsolutoamenazador.Enunadelashabitacionesyacíaunhombreenuncolchón,envueltoenunamanta,gimiendoytiritando.Unhombremásviejoloatendía,secándolelafrenteconunpañomojado.Habíaotrosseisapiñadosenlahabitación.Ningunoparecíaconoceranadie…sehabríadichoquenoshabíanreclutadoatodosenlacalle,unoporuno.

—¿Paratestificarenlaúltimavoluntaddelmoribundo?—Sí.SellamabaAsuvioyeradeLarino.Estabadevisitaenlaciudadcuandofuevíctimadeuna

terribledolencia.Yacíaenlacama,cubiertodesudorytemblandodefiebre.Laenfermedadlehabíaenvejecidomucho… según su amigo, todavía no tenía ni veinte años, sin embargo su cara estabamacilentayllenadearrugas.Habíanllamadoalosmédicos,peronohabíaservidodenada.EljovenAsuviotemíaquefueseamorirencualquiermomento.Comonohabíahechotestamento…claro,unhombre tan joven…habíaenviadoasusamigosabuscaruna tablilladecerayunestilo.No leíeldocumento cuando nos lo pasaron, pero vi que había sido escrito por dos manos diferentes. Elenfermo debía de haber escrito las primeras líneas, con una caligrafía titubeante y temblorosa;supongoquesuamigoterminódeescribireldocumentoporél.Serequeríansietetestigos,asíque,paraacelerarlascosas,elhombremásviejosehabíalimitadoallamaraciudadanosquepasabanporlacalle.Mientrasmirábamos,elpobremuchachogarabateósunombreconelestiloyapretócontralacerasuanillodesello.

—Despuésdelocual,firmastetúypusisteelsello.—En efecto, junto con los otros. Entonces el viejo nos dio las gracias y nos instó a que

abandonáramoselcuartoparaqueeljovenAsuviopudieradescansarenpazhastaquelellegaralahora.Nomeimportaconfesarqueestuvellorandoamocotendidocuandosalíalacalle,ynofuielúnico.VaguéporlaSuburallenodemelancolía,pensandoeneldestinodeaqueljoven,ensupobrefamiliadeLarinoyencómorecibiríanlanoticia.Recuerdoqueestuvepaseandocercadeunburdelsituadoalfinaldelamanzana,escasamenteacienpasosdelcuartodelmoribundo,ymesorprendióel contraste, la ironíadequeentreaquellosmuros seescondiera tanta rijosidady tanto libertinaje,mientras unas casas más abajo la boca de Plutón se estaba abriendo para tragarse a un pobrepueblerino moribundo. Recuerdo haber pensado, ay de mí, qué bonito poema podía inspirar talironía…

—Sin duda se lo inspiraría a un poeta realmente grande —asentí rápidamente—. Así pues,¿llegasteasaberquépasóconeljoven?

—Unas horas después, tras haber paseado por la ciudad sin rumbo fijo, me encontré sinadvertirloenlamismacalle,comosilamanoinvisibledeundiosmehubieraguiadohastaella.Erapocodespuésdelmediodía.Elpropietariodel inmueblemedijoqueel jovenAsuviohabíamuertopocodespuésdemipartida.Elhombremásviejo…sellamabaOppiánico,tambiéndeLarino…habíallamado al propietario, llorando y lamentándose, y le había enseñado el cadáver envuelto en unasábana.Mástarde,elpropietariovioaOppiánicoyaotrohombredeLarinobajarelcuerpoporlaescaleraysubirloauncarroparallevarloalosembalsamadoresdelotroladodelapuertaEsquilina.—Luciosuspiró—.Meagitéydivueltastodalanoche,pensandoenlavolubilidaddelosHadosyenqueladiosaFortunapuedevolverlaespaldainclusoaunjovenqueempiezaavivir.Mehacíapensarentodoslosdíasqueyomismohabíamalgastado,entodaslashorasdeaburrimientoque…

AntesdequepudieraconcebirotroabortopoéticohiceunaseñaaBethesdaparaquellenarasucopaylamía.

—Unahistoriatriste,LucioClaudio,peronoanormal.Lavidaurbanaestállenadetragedias.Losextrañosmuerenanuestroalrededortodoslosdías.Nosotrosseguimos.

—Ahíestálacuestión…¡queeljovenAsuvionoestámuerto!¡Lohevistoestamañana,paseandoporlaVíaSubura,sonrienteyfeliz!¡Oh,dioses!Todavíaestáuntantopaliducho,peroeraél,andabaporsupropiopieypaseabacomoquienquieretomarelaire.

—Quizátehasequivocado.—Imposible.Estabaconelhombremayor,eltalOppiánico.Loshellamadodesdeelotroladode

la calle. Oppiánico me ha visto, o al menos eso creo, pero ha cogido del brazo al joven y handesaparecidoenuna tiendade la esquina.Los seguí, peroenaquelmomentopasóuncarropor lacalleyelcretinodelconductorcasimeatropella.Cuandofinalmenteentréenlatienda,yasehabíanido.Debierondecruzarlaparasaliralacalleporlapartetraseraydesaparecer.

Seechóatrásenlasillaysorbióunpocodevino.—Me senté a la sombra, al lado de la fuente pública y traté de pensar en el asunto; entonces

recordétunombre.CreoquefueCicerónquientemencionódelantedemí,esejovenabogadoqueseocupó de un asuntillo legal que tuve el año pasado. No se me ocurría nadie más que pudieraayudarme.¿Quédices,Gordiano?¿Estoyloco?¿Oesciertoquelosespíritusdelamuertesepaseanalairelibrecuandollegaelmediodía?

—La respuesta a las dos preguntas pudiera ser sí, Lucio Claudio, pero eso no explica lo queocurrió. Por lo que me has dicho, yo diría que se trata de algo retorcido y a la vez demasiadohumano.Perodime,¿quétepreocupa?Noconocesaningunodeesoshombres.¿Cuálestuinterésenelmisterio?

—¿No lo entiendes, Gordiano, después de todo lo que te he contado? Paso los días lleno deaburrimiento, mirando por las ventanas de la vida de otras personas. Hoy ha ocurrido algo querealmentemeemociona.Megustaríainvestigarlascircunstanciaspormímismo,pero…—lagranmoledesucuerposeencogióunpoco—,nosoyprecisamentevaliente…

Mirélajoyeríarelucientedesusdedosysucuello.—Entoncesdeberíadecirtequenosoyprecisamentebarato.—Yyonosoyprecisamentepobre.

Lucio insistió en acompañarme, y eso que le avisé que si temía aburrirse,mis pesquisas inicialesseríanprobablementemás torturantesde loquepodría soportar.Buscarpor laSuburaaunpardeforasterosnoeraexactamentemi ideade loemocionante,peroLucioquería seguirmea todos loslugaresadondefuera.Melimitéaencogermedehombros;siqueríairdetrásdemícomounperro,estabapagándomemuybienporelprivilegio.

EmpecéporlacasaenlaquesupuestamentehabíamuertoeljovenyenlaqueLuciohabíasidotestigodelafirmadeltestamento.ElpropietariodelinmueblenoteníaquedecirmásdeloqueyalehabíadichoaLucio…hastaquelediuncodazoamiclienteparaindicarlequeagitarasubolsademonedas.Elmusicaltintineoindujoalpropietarioacantar.

Elhombremayor,Oppiánico,habíaalquiladolahabitaciónhacíamásdeunmes.EltalOppiánicoteníauncírculodeamigos jóvenesdeLarinoy todoseranmuydadosa lacrápula;elcaseropudodeducirloporeloloravinoagrioquesalíadelahabitación,porelescándaloquearmabancadavezquejugabanyporelcontinuodesfiledeprostitutasquelesvisitaban.

—¿Yelmásjoven,Asuvio,elquemurió?—pregunté.—Sí,¿quépasaconél?—¿Tambiéneradadoalacrápula?

Elcaseroseencogiódehombros.—Ya sabes cómo son estos jóvenes de provincias, sobre todo los que tienen algo de dinero.

VienenaRomayquierenvivirunpoco.—Lástimaquesemuriera.—Esono tienenadaquever conmigo—protestó el casero—.Este edificio es un lugar sanoy

seguro. Otra cosa sería si hubieranmatado al chico en una demis habitaciones. Pero no fue así.Cogióunaenfermedadymurió.

—¿Parecíamuyfrágil?—No,perolamalavidapuededestrozarlasaluddecualquierhombre.—Peronoenunmes.—Cuandolaenfermedadataca,ataca;niloshombresnilosdiosespuedenprolongareltiempode

unapersonacuandolosHadoshanmedidoelhilodesuvida.—Sabiaspalabras—dije.CogíunasmonedasdelabolsadeLucioylaspuseenlamanoabierta

delcasero.

ElburdelquehabíaenaquellacalleeraunodelosmásrespetablesdelaSubura, loqueequivaleadecirqueeradelosmáscaros.Variosesclavosbienvestidosaguardabanenlapuerta,esperandoaque sus amos salieran. El suelo del pequeño vestíbulo estaba decorado con unmosaico blanco ynegrodondeseveíaaPríapopersiguiendoaunaninfadelosbosques.Ricostapicesrojosyverdescubríanlasparedes.

Laclientelanoeratampococualquiercosa.Mientrasesperábamosaldueñodelestablecimiento,pasóunclientecaminodelapuerta.Porlomenoseraunmagistradomenor,ajuzgarporsusellodeoro,yparecíaconoceraLucio,alquedirigióunamiradaconfusa.

—¿Tú…LucioClaudio…aquíenelPalaciodePríapo?—Sí,¿quépasa,GayoFabio?—¡Nuncahabríaimaginadoquetuvierasniunsolohuesolujuriosoentodoelesqueleto!Luciolevantólanarizcondesdén.—Dalacasualidaddequemetraenaquíimportantesnegocios.—¡Oh!Yaveo.Porsupuesto.¡Tranquilo,noteinterrumpiré!—Elhombrereprimióunasonrisa

hastaquecruzólapuerta.Looírebuznarenlacalle.—¡Ejem, ejem! Que se ría y chismorree a mis espaldas—dijo Lucio—. Voy a componer un

poemasatíricoparavengarme, tanofensivoymordazqueaesepayasose lequitarán lasganasdevolverporaquí…¿cómohallamadoaestelugar?

—Palacio de Príapo —canturreó una voz aduladoramente cordial. El propietario delestablecimientoaparecióderepenteentrenosotrosynosdeslizólosbrazosporloshombros—.¿Yquéplacerespuedoofrecerparadivertiratanelegantesespecímenesdelapoblaciónromana?—Elhombremesonriómansamente, luegosonrióaLucioyporúltimoa laspiedrasquedecorabanelcuelloylosdedosdeLucio.Sechupóloslabiosyavanzóhastaelcentrodelahabitación,sediolavueltaybatiópalmas.Unahilerademujeresligerasderopaentróenlahabitación.

—Enrealidad—dijerápidamente—,hemosvenidoennombredeunamigo.

—¿Cómo?—Unhombrequeestosúltimosdías,segúncreo,hasidoclienteasiduodetuestablecimiento.Un

jovenllamadoAsuvio,forasteroenRoma.Porel rabillodelojoviunsúbitomovimientoentre laschicas.Unadeellas,conelpelorubio

como lamiel, tropezóy estiró losbrazosparanoperder el equilibrio.Volvióhaciamíunpar deasombradosojosazules.

—¡Ah,sí!EsejoventanencantadordeLarino—barbotónuestroanfitrión—.Nolovemosdesdehacealmenosdíaymedio…Empezabaapreguntarmequéhabíasidodeél.

—Estamosaquíensunombre—dije,pensandoquenoseríaunamentiracuandoseaclarasetodo—.Noshaenviadoabuscara suchica favorita…perome temoqueno recuerdo sunombre. ¿Lorecuerdastú,Lucio?

Luciodiounrespingoyparpadeóparasalirdel trance.Tenía losojosclavadosen laschicasyamenazabanconsalírseledelasórbitas.

—¿Yo?¿Qué?¡Ah!No.Norecuerdonada.—Unaexpresióndeavariciapurayduracruzólacaradenuestroanfitrión—.¿Sufavorita?Déjamepensar…sí,debedeserMerula.¡SeguroqueesMerula!—Otrapalmadahizoapareceraunesclavo,quepegóeloídoa los labiossusurrantesdesuamoysaliócorriendodelaestancia.AlpocoratoaparecióMerula,unaetíopequequitabaelresuelloytanalta que tenía que inclinar la cabeza para pasar por debajo del dintel. Su piel era del color de lamedianocheysusojosbrillabancomoestrellasfugaces.

Lucio, visiblemente impresionado, buscó su bolsa, pero le detuve lamano. Seme ocurrió quenuestroanfitriónnosestabaofreciendosupropiedadmáscara,nolachicaquenecesariamentehabíasidolafavoritadeljovenAsuvio.

—No,no—dije—.EstoysegurodequehabríarecordadounnombrecomoMerula.—¡Ah!PeroMerulacantacomounjilguero—dijonuestroanfitrión.—Sinembargo,yodiríaquehemosvenidoabuscaraésa.—Señaléalarubia,quemedevolvióla

miradaconinquietud.

La taberna que había al otro lado de la calle estaba agradablemente fresca y oscura, y casi vacía.Columba, envuelta en la capa que Lucio le había puesto sobre la transparente túnica, parecíapensativa.

—¿Antesdeayer?—dijofrunciendoelentrecejo.—Sí, el día siguiente a los idus de mayo —confirmó Lucio, seguro al fin de que tenía la

cronologíacorrectaydeseosodeserútil.—¿Y dices que viste a Asuvio en su habitación, agonizando? —La chica continuaba con el

entrecejoarrugado.—Eso parecía cuando el tal Oppiánico me dijo que subiera. —Lucio se apoyó en un brazo,

mirándolacondevoción,sinprestaratenciónalacopadevino.Noséporqué,habríajuradoquenoestabaacostumbradoalacompañíademujereshermosas.

—¿Yfueporlamañana?—preguntóColumba.—Sí,muytemprano.

—¡PeroAsuvioestabaentoncesconmigo!—¿Estásseguradeloquedices?—Completamente, porque pasamos juntos toda la noche, en mi habitación del Palacio, y nos

levantamosmuytarde.Nisiquieraentoncessalimosdelahabitación…—¡Ah,lajuventud!—suspiré.Larameraseruborizóligeramente.—Estuvimosenmihabitaciónhastalahoradelacomida.Asíqueyaves,otehasconfundidode

díao…—¿Oqué?—Bueno, es muy extraño. Algunos libertos de Asuvio estuvieron en el Palacio ayer mismo,

preguntandoporél.Parecíaquenosabíandóndeestaba.Teníancaradepreocupación.—Memiró,súbitamenterecelosa—.¿PorquéestáisinteresadosporAsuvio?

—Noestoymuyseguro—dije,sinfaltaralaverdad—.¿Importaeso?—SaquéunamonedadelabolsadeLucioyladeslicéporlamesa,haciaella.Lachicalamiróconojoscalculadoresypusosumanitablancaencima.

—Detestaría que le hubiera pasado algo a Asuvio —dijo tranquilamente—. Es realmente unmuchacho encantador. ¿Sabes lo que me dijo cuando llegó al Palacio hace un mes? Que era laprimeravezqueestabaconunamujerenlacama.Desdeluego,acabéporcreérmelo,despuésdesutorpezaydesu…—Sedetuvoconunsuspirodenostalgia,sonriótristementeyvolvióasuspirar—.Nomegustaríaquefueraciertoquecayóenfermoymurióderepente.

—Perosinohamuerto—dijoLucio—.Poresoestamosaquí;porquenoentendemosnada.¡Yolohevistosanoysalvoestamañana!

—Entonces, ¿cómopuedes decir que estaba agonizando hace dos días y que el propietario delinmueblevioquesellevabanelcadáverenuncarro?—Columbafruncióotravezelentrecejo—.Tehedichoquepasóconmigo toda lamañana.Asuvionoestabaenfermoenabsoluto;debesdeestarconfundido.

—Asíquelovisteporúltimavezanteanteayer,elmismodíaquellamaronaLucioClaudioparaquefuera testigode laúltimavoluntaddelmuchacho—comenté—.Dime,Columba,yestoesmuyimportante:¿llevabaencimaelanillodesello?

—Llevabaencimamuypoco—dijoconfranqueza.—Esonoesunarespuesta.—Bueno,elanillolollevasiempre.¿Nolollevantodoslosciudadanoslibres?Estoyconvencida

dequelollevabaaquellamañana.—Parecesmuysegura.¿Mejurasquenoestuvofirmandodocumentosentuhabitación?Memirófríamenteyluegohablómuydespacio.—Aveces,cuandounhombreyunamujerestánenlaintimidad,haymotivosparadarsecuentade

queunode losdos llevaunanillo.Porejemplo,queunosientaciertamolestia…ounestorbo.Sí,estoyseguradequellevabaelanillo.

Asentísatisfecho.—¿Cuándosefuedetulado?—Despuésdecomer.Claroquedespuésdecomerechamosun…¿deberíadecirquefuedoshoras

despuésdelmediodía?SusamigosdeLarinofueronabuscarlo.

—¿Nosuslibertos?—No.Asuvio no suele recurrir a los criados, dice que sólo sirven para estorbar. Siempre les

encargarecadosabsurdosparamantenerloslejosdeél.Dicequeloúnicoquesabenhacerescontarchismesasushermanas,alláenLarino.

—Ysupongoquetambiénasuspadres.—Asuvioeshuérfano.Supadreysumadremurieronenunincendiohacesolamenteunaño.Ha

sidounaépocadifícilparaél,yaquetuvoquehacersecargodelasobligacionesdesupadreatodaprisa y después de una tragedia tan terrible. ¡Todas las grandes granjas que posee y todos losesclavos!Todoelpapeleo,yanotarcifrasymáscifrasparasaberloqueposee.¡Oyéndolehablarsediríaquelosricostienenmástrabajoquelospobres!

—Es loquepensaríacualquier jovenqueprefiriesevivircondespreocupaciónyen libertad—dije.

—Esta temporada en Roma eran sus vacaciones, después de un año de luto, duelo y trabajo.Fueronsusamigosquieneslesugirieronelviaje.

—Losmismosamigosquefueronabuscarleanteanteayer.—Sí,eljovenVulpinoyelviejocascarrabiasdeOppiánico.—¿Vulpino?Vayanombre.¿Tienehocicoyrabocomoloszorros?—¡Ah! Su nombre real esMarco Avilio, pero todas las chicas del Palacio le llaman Vulpino

porqueesunzorro.Siempreestámetiendolanarizentodoynuncaparececompletamentesincero,nisiquieracuandonohayningunarazónparamentir.Sinembargo, tienemuchoencantoynoesmalparecido.

—Conozcoaesaclasedesujetos—dije.—Juega a ser una especie de hermano mayor de Asuvio, ya que Asuvio no tiene hermanos

varones…lotrajoalaciudad,lebuscóunsitioparaquedarseyleenseñóapasárselobien.—Yaveo.Yhacedosdías,cuandose fuerondelPalacio,¿dieronOppiánicoyelZorroalguna

pistadehaciadóndesellevabanaljovenAsuvio?—Másqueunapista.Dijeronqueseibanalosjardines.—¿Quéjardines?—Pues los que hay al otro lado de la puerta Esquilina. Oppiánico y Vulpino habían estado

diciéndoleaAsuviolomaravillososqueeran,confuentesquesalpicabanyflorespreciosas…mayoes unmesperfecto para visitarlos.Asuvio estaba deseosode ir.Haymuchos lugares públicos quetodavía no ha visto por haber pasado lamayor parte del tiempo…bueno, disfrutando de placeresprivados.—Columba esbozó una sonrisa traviesa—.Apenas ha salido de la Subura. ¡Creo que nisiquierahaestadoenelforo!

—¡Ah, sí! Y como es natural, un joven forastero de Larino no quería perderse la visita a losfamososjardinesdelotroladodelapuertaEsquilina.

—Supongoqueno,por la formaenqueOppiánicoyVulpino se losdescribieron… túnelesdehojasverdes,estanquesmaravillosos,pradosalfombradosde flores,estatuas impresionantes.Ojalápudieraverlosyotambién,peroelamocasinomedejasalirdecasa,anoserqueseapornegocios.¿CreeríasquehacedosañosquevivoenRomaynuncahabíaoídohablardeesosjardines?

—Tecreo—dijeconseriedad.

—PeroAsuviodijoquesiellugareraalapostretanespecialcomoasegurabansusamigos,mellevaríaélmismodentrodeunosdías,ymediosupalabra.—Sucaraseiluminóunpoco.Suspiré.

LaacompañamoshastaelPalaciodePríapo.Suamosesorprendióalverlaregresartanpronto,peronosequejódelpago.

Lacalleseoscurecióduranteunmomentodebidoaunanubequetapabaelsol.—Seacualfuerelaverdad,eljovenAsuvionomurióensucamaanteanteayer—dije—.Oestaba

conColumba,vivitoycoleando,o,silovisteconfiebreensupiso,serecuperóylohasvistoenlacalleestamañana.Sinembargo,empiezoatemerporelmuchacho.Temoporéldesesperadamente.

—¿Porqué?—preguntóLucio.—Sabestanbiencomoyo,LucioClaudio,quenohayjardinesalotroladodelapuertaEsquilina.

PorlapuertaEsquilinasepasadelaciudaddelosvivosalaciudaddelosmuertos.AlaizquierdadelcaminoestálanecrópolispúblicadeRoma,dondeseamontonancasijuntaslas

tumbasdelosesclavosylasmodestassepulturasdelosromanospobres.Hacemucho,cuandoRomaerajoven,sedescubrieronpozosdecalcercadeallí.Asícomolaciudaddelosvivossearracimabaalrededordelrío,delforoydelosmercados,laciudaddelosmuertosseextendíaalrededordelospozosdecal,loscrematoriosylostemplosenlosquesepurificancadáveres.

AladerechadelcaminoestánlospozosnegrosenlosqueloshabitantesdelaSuburaybarrioscolindantesarrojansusbasuras.Todaclasededesechosseamontonaenlosfososdearena:vajillaymueblesrotos,restospodridosdecomida,prendasdesechadas,suciasyrasgadasquenisiquieraunmendigo querría usar. Aquí y allá, los guardianes encendían pequeñas hogueras para quemar losdesechos,luegoechabanarenasobrelosrescoldosconunrastrillo.

Se mire en la dirección que se mire, seguro que no hay jardines al otro lado de la puertaEsquilina,anoserqueunosefijeenlasfloresaisladasquecrecenentreelmohodelabasura,olasmacilentasvidesqueseabrenpasoentrelasviejasydescuidadastumbasdelosmuertosolvidados.EmpezabaasospecharqueOppiánicoyelZorroteníanunsentidodelhumornegromuyespecial.

UnamiradaaLuciomeinformóqueestabapensándoseotravezlodeacompañarmeenaquellapartede la investigación.LaSuburaysusviciospodíanser llamativosyvistosos,peronisiquieraLucio podía encontrar aliciente en la necrópolis y en losmontones de basura. Arrugó la nariz yespantóunbatallóndemoscasdesucara,peronosediolavuelta.

Pasamos varias veces de la parte izquierda a la derecha y viceversa, preguntando, a las pocaspersonas que encontramos, acerca de tres forasteros que podían haber estado por allí tres díasantes…unviejo,unpilloconpintadezorroyunmuchachonormalycorriente.Loscuidadoresdelosmuertosnoshacíanseñasdequenosfuéramos,puesnoteníanpacienciaparatratarconlosvivos;losvigilantesdelosmontonesdebasuraseencogíandehombrosysacudíanlacabeza.

NosdetuvimosalbordedelospozosdearenayvimosunpaisajequepodríahaberseparecidoalHadessihubierahabidounsolqueiluminaraloscalcinadosdesechosdelHadesatravésdelhumo.Derepenteoímosunsonidosilbanteanuestraespalda.Luciodiounsalto.Mimanocorrióenbuscadeladaga.

Elresponsabledelruidoeraundesechohumano,unapiltrafaencorvada,queandabaarrastrando

lospiesyquenoshabíaestadoobservandodesdedetrásdeunmontóndehumeantebasura.—¿Quéquieres?—pregunté,conlamanomuycercadeladaga.Elbultodepeloyharaposmugrientosseladeóunpocoydosojosacuososselevantaronhacia

mí.—Heoídoqueestáisbuscandoaalguien—dijofinalmente.—Quizá.—Enesecaso,quizápuedaayudaros.—Hablaclaro.—¡Sé dónde encontrar al joven!—La figura se encorvó ymemiró de soslayo—.Os he oído

preguntar a uno de los trabajadores hace un rato. Vosotros nome visteis, pero yo sí os vi, y osescuché.Osoípreguntarporlostreshombresqueestuvieronaquíhacedosdías,elviejo,eljovenyelqueibaconellos.¡Sédóndeestáeljoven!

—Enséñanoslo.La criatura alargó una mano tan sucia y seca que parecía una rama partida. Lucio retrocedió

espantado,perobuscósubolsa.Lodetuve.—Cuandonosloenseñes—dije.Elsermesilbó.Diounapatadaalsueloygruñó.Finalmentedio

mediavueltaynoshizoseñasdequelesiguiéramos.CogíelbrazodeLucioylesusurréaloído.—Nodebesvenir.Unacriaturacomoesaesposiblequenos lleveauna trampa.Mira las joyas

quellevasylabolsa.Vealcrematorio,dondeestarásasalvo.Yoseguiréaestehombresolo.Luciomemiróconloslabiosfruncidosylosojosabiertosdeparenpar.—Gordiano,debesdeestarbromeando.¡Ningúnpoderhumanonidivinomeimpediráverloque

esehombretengaqueenseñarnos!Lacriaturavacilóysetambaleóporencimadelosmontonesdebasurayarenasucia.Anduvimos

azancadas,internándonosentrelosdesperdicios.Losmontonesdecenizayescombroserancadavezmásaltosanuestroalrededor,ocultándonoslavistadelcamino.Lacriaturanoscondujoalotroladodeunalomadearena.Unanieblanaranjanosenvolvió.Unanubedehumoacrerevoloteabaanuestroalrededor.Meatraganté.Luciosellevólamanoalagargantayempezóatoser.Elalientocalientedeunallamamesoplóenlacara.

A través del aire turbio vi al desecho humano perfilado contra el fuego. Movía la cabeza yseñalabaalgoentrelasllamas.

—¿Quées?—dije—.Noveonada.Lucio dio un respingo.Me cogió el brazo y señaló.Allí, dentro del infierno, enmedio de los

confusosmontonesdebasuraardiendo,vilosrestosdeuncuerpohumano.Elmontóndebasuraen llamascayósobreéste,soltandounchorrodechispasanaranjadas.Me

cubrílacaraconlamangaypuseelbrazosobreelhombrodeLucio.Juntoshuimosrápidamentedelcalordelasllamasydelhumo.Lapiltrafaescapódetrásdenosotrosconlamanazamarrónestiradaylapalmahaciaarriba.

—NohaypruebasdequeelcadáverqueelmendigonosenseñófueraeldeAsuvio,—dije—.Porlo

quesabemos,podríahabersidoeldecualquierotromendigo.Laverdadnosepuedeprobar.Ésteeselintríngulisdelacuestión.

Bebíunlargosorbodevino.LanochehabíacaídosobreRoma.Losgrilloscantabaneneljardín.Bethesdaestabasentadabajoelpórtico,alladodeunalámparaquedabaunasuaveluz.Hacíacomoque cosía una túnica desgarrada, pero escuchaba todas y cada una de las palabras quepronunciábamos.LucioClaudioestabasentadoasulado,mirandoelreflejodelalunaensucopa.

—Dime,Gordiano,¿cómoexplicaslasdiscrepanciasentreloqueyoviylahistoriaqueColumbanoscontó?¿Quépasórealmentelavísperadelosidusdemayo?

—Creíaquelaseriedelosacontecimientosestabaclara.—Apesardeeso…—Muybien,asíescomocontaríayolahistoria.Eraseunavezunjovenhuérfanoyricoquevivía

enunpueblo llamadoLarinoyqueescogióasusamigosmuymal.Dosdeestosamigos,unviejobribónyunlibertinosinescrúpulos, lehablaronde iraRomaapasarunas largasvacaciones.Lostresalquilaronunpisoenunadelaspartesdelaciudadmásmiseras,yprocedieronarevolcarseentodoslosvicioscapacesdedejarvulnerablementeestupefactoaunmuchachodelasverdespraderas.Lejosde lasobservadorashermanasdelchicoyde loscotilleosdeLarino,el libertinoZorroyelviejoOppiánicopodíanllevaracabosuplancontotallibertad.

»UnamañanaenqueAsuvioestabaentretenidoconsuputafavorita,elZorrosehizopasarporelchicoysemetióenlacama,fingiendounaenfermedadmortal.Oppiánicollamóalosextrañosquepasabanporlacalleparaquehicierandetestigosdeunaúltimavoluntad…gentequenodistinguiríaaAsuviodelgranAlejandro.Oppiánicocometióalmenosunerror,perosesalióconlasuya.

—¿Quéerror?—Alguiendebiódepreguntarlaedaddelmoribundo.Oppiánico,sinpensar,dijoquetodavíano

habíacumplidolosveinteaños;túlodijiste.EraciertosisereferíaaAsuvio.PeroeraelZorroelqueyacía en la cama fingiendo serAsuvio,ydeduzcoque elZorrohacemuchoquehapasadode losveinte. Inclusoasí, túmismoatribuisteestadiscrepanciaa laenfermedad…dijisteque tenía lacara«macilenta y llena de arrugas», como si la enfermedad le hubiera hecho envejecer cuarenta años.Probablemente,losotrostestigospensaronlomismo.Lagenteaceptaloqueseaparaqueloquetienedelantedelosojosseadaptealoqueotrosdicenqueeslaverdad.

Luciofruncióelentrecejo.—¿Porquéeltestamentoestabaescritopordosmanosdistintas?—Sí,recuerdoquelomencionaste.ElZorrolocomenzó,fingiendotenerlamanotandébilque

no podía terminarlo; semejante estratagema les ayudaría a explicar por qué su firma no seríareconociblecomoladeAsuvio…todoelmundopensaríaqueeraelgarabatodeunhombreapuntodemorir.

—PeroelZorropusosupropioselloenlacera—protestóLucio—.Yolevihacerlo.NopudohabersidoelsellodeAsuvio,queestabaconColumbayllevabasuanillo.

—Yallegaréaeso.Bien,unavezqueel testamentofuefirmadopor todos los testigos, túy losdemásfuisteisalejadosdelahabitación.OppiánicoenvolvióalZorroenunasábana,semesóelpeloyseesforzóporderramaralgunaslágrimas;luegollamóalpropietariodelinmueble.

—¡Quevioelcadáver!

—Quecreyóverelcadáver.Loúnicoqueviofueuncuerpoenvueltoenunasábana.PensóqueAsuviohabíamuertodeunaenfermedadrepentina;nosemolestóenexaminarelcadáver.

—Peromástardevioadoshombresllevándoseloenuncarro.VioaOppiánicoyalZorro,queyasehabíapuestosus ropas, llevándosealgoenvueltoenuna

sábana…unsacodemijo,porloquesabemos.—¡Ah!Yunavezqueseperdierondevista,sedeshicierondelcarroydelmijo,yfueronabuscar

aAsuvioalacasadeputas.—Sí,paradarelprometidopaseoporlos«jardines».Elmendigovioelresto,cómocondujeron

alaturdido jovenhastaun lugaralejado,dondeelZorro loestrangulóycómo lodesnudarony loescondieronentre labasura.Fueentoncescuandolequitaronelsellodeldedo.MástardeborrarondeltestamentoelsellodelZorroyaplicaronelverdaderosellodeAsuvio.

—Hayunaleycontraeso—dijoLuciosinmuchaconvicción.—Sí,laleyCornelia,promulgadapornuestroqueridoSenadohacetresaños.¿Porquécreesque

aprobaronsemejanteley?Porquefalsificartestamentossehaconvertidoenalgotancorrientecomosersenadoryarrugarlanarizenpúblico.

—AsíqueelhombrequeviconOppiánicoenlacalleeraelmismodecuyaúltimavoluntadfuitestigo…

—Si,perofueelZorroambasveces,noAsuvio.Lucioasintió.—Y así el plan está completo; el falso testamento engaña a las hermanas deAsuvio y a otros

parientes, ydejauna envidiable fortuna a susqueridos amigosOppiánicoyMarcoAvilio, alias elZorroporbuenasrazones.

Asentí.—¡Tenemosquehaceralgo!—Sí, pero ¿qué? Supongo que podrías denunciar a los culpables e intentar probar que el

testamentoesfalso.Tecostaríamuchotiempoydinero;sicreesquesufresdeaburrimientoahora,esperaahaberpasadounpardemesesyendodefuncionarioenfuncionario,haciendosolicitudesenelforo.YsiOppiánicoyelZorroencuentranunabogadolamitaddeastutoqueellos,noserástúelúltimoquería.

—Olvidaelfalsotestamento.¡Esoshombressonculpablesdeunasesinatoasangrefría!—¿Pero podrás probarlo sin un cadáver y sin testigos de confianza? Aun en el caso de que

pudierasencontrarlodenuevo,nuestromendigonoeshombrecuyotestimoniopuedaimpresionaraunjuradoromano.

—¿Meestásdiciendoquehemosllegadoalfinaldeesteasunto?—Teestoydiciendoquesiquieresirmásallá,necesitasunabogadoynoaGordianoelSabueso.

Diezdíasdespués,LucioClaudiovolvióallamaramipuerta.Verle fueuna sorpresa.Despuésdehabermepuesto en lapistadel jovenAsuvioydehaberme

seguidohastaelfinal,yopensabaquenotardaríaenperderelinterésyquecaeríaensuaburrimientodecostumbre.Por el contrario,me informóquehabíaestadohaciendoalgunasgestiones jurídicas

porsucuenta.Me invitó a dar un paseo.Mientras andábamos nome habló de nada en particular, perome di

cuentadequenosdirigíamoshacialacalleenlaquehabíasucedidolahistoria.Luciocomentóqueestabasediento.EntramosenlatabernaquehayenfrentedelPalaciodePríapo.

—Heestadopensandomuchoenloquedijiste,Gordiano,sobrelajusticiaromana.Tienesrazón;yanopodemosconfiarenlostribunales.Losabogadosjueganconlaspalabrasylasleyesparaservira sus propios fines, pervierten los sentimientos de los jurados, recurren a la intimidación y alsobornoabiertamente.Sinembargo,laverdaderajusticiadeberesplandecer.Nodejodepensarenlasllamas y en el cadáver de aquel joven, arrojado a un pozo de basura y quemado hasta quedarconvertidoencenizas.Porcierto,OppiánicoyelZorrohanvueltoalaciudad.

—¿Esquesehabíanido?—VolvíanaLarinocuandolosviaqueldía,antesdeiraverte.Oppiánicosecuidódeenseñarel

testamentodeAsuvioa todoelquequisoverloy luego se lo llevóa los funcionariosdel forodeLarinoparaquelolegalizaran.EsomedijeronlosobservadoresqueenviéaLarino.

—¿Observadores?—Sí,semeocurrióponermeencontactocon lashermanasdeAsuvio.Algunosdesus libertos

hanllegadoaRomaestamañana.—Entiendo.YOppiánicoyelZorroestánaquíya.—Sí.OppiánicosealojaconunosamigosenunacasadelAventino.PeroelZorroestáalotro

ladodelacalle,enelpisoenelquerepresentaronlapequeñafarsa.Medilavueltaymiréporlaventana.Desdedondeestábamossentadospodíaverlapuertadela

plantabajadeledificioylaventanadelprimerpiso,lamismadesdelaquehabíanllamadoaLucioparaquehicieradetestigo.Lospostigosestabancerrados.

—¡Vayabarrio!—dijoLucio—.AlgunosdíaspiensoqueenlaSuburapuedepasarcasicualquiercosa.—Estiróelcuelloymiróporencimademihombro.Desdelacallemellegóelruidodeunamuchedumbrequeseacercaba.

Habríaunosveintehombres,blandiendocuchillosyporras.Secongregarondelantedeledificioyempezaronagolpearlapuertaconlasporrasyaexigirquelesdejaranentrar.Comolapuertanoseabría,laderribaronyentraronentropel.

Lospostigos se abrierondegolpe.Una cara apareció en laventana.Si elZorro era realmenteencantador,comonoshabíadichoColumba,enaquelmomentoeraimposibledecirlo.Losojosselesalíandelasórbitasdepuropánicoytodalasangrehabíadesaparecidodesusmejillas.Miróhacialacalle y tragó saliva, como si estuviera reuniendovalor para saltar.Vaciló unmomentodemasiadolargo;unasmanoslocogieronporloshombrosyloarrastrarondentrodelahabitación.

Poco después lo sacaban por la puerta. La multitud lo rodeó y lo empujó calle arriba. Losvendedores y los desocupados se dispersaron y desaparecieron tras las puertas. Las ventanas seabrieronyrostroscuriososseasomaronporellas.

—Dateprisa—dijoLucio,bebiéndosedeuntragoelvinoquelequedaba—onosperderemosladiversión.ElZorrohasalidodesumadrigueraylosraposeroslovanahostigardesdeaquíhastaelforo.

Salimos a la calle a todaprisa.CuandopasamospordelantedelPalaciodePríapo,miréhacia

arriba.Columbaestabaenunaventana,mirandoloquesucedíaconcaradeconfusiónynerviosismo.Luciolasaludóconunasonrisa.Lamuchachadiounsaltitoyledevolviólasonrisa.

Luciosepusolasmanosabiertasalrededordelabocaygritó:—¡Venconnosotros!Comolachicasemordieraellabio,enseñaldetitubeo,Luciolaincitómoviendolasdosmanos.Columbadesapareciódelaventanayalpocoratocorríacallearribaparareunirseconnosotros.

Sudueñoaparecióenlapuerta,gesticulandoydandopatadasalsuelo.Luciosediomediavueltayagitólabolsa.

Los libertosdeAsuviovociferarondurante todoel caminohasta el foro.Losque formabanelcírculo exterior golpeaban con las porras en las paredes y en los carros que pasaban; los queformabanelcírculointeriorrodeabanalZorrodecerca.Empezaronacanturrear:

—¡Justicia!¡Justicia!¡Justicia!Cuandoestábamosllegandoalforo,elZorroestabaciertamentehechounoszorros.El batallón de libertos empujaba al Zorro de un lado a otro, obligándole a trazar círculos

enloquecedores. Al final llegamos al tribunal de los ediles, cuya obligación más descuidada esmantener el orden en las calles, y que también, por cierto, incoan investigaciones preliminarescuandohayacusacionesdedelitosviolentos.Alasombradeunpórtico,elconfiadoedildelaSubura,QuintoManilio,estabasentadomirandoconlosojosentornadosunmontóndepapiros.Levantólavista alarmado cuando el Zorro llegó tambaleándose ante él. Los libertos, enfebrecidos por aquelsimulacrodelinchamiento,empezaronahablaralavez,organizandounalborotoindescifrable.

Manilioarrugólafrente.Golpeólamesaconelpuñoylevantólamano.Todoelmundosecalló.InclusoentoncespensabayoqueelZorroburlaríaasusacusadores.Sóloteníaquedefendersus

derechosdeciudadanoy tener labocacerrada.Pero losmalos sonamenudocobardes; inclusoelcorazónmásfríopuedesentirremordimientosporundelito,yloszorroshumanoscaenamenudoentrampaspuestasporellosmismos.

ElZorrosearrojóllorandoenelbanco.—¡Sí! ¡Sí, es cierto que lo maté! ¡Oppiánico me obligó a hacerlo! A mí nunca se me habría

ocurrido semejante plan. ¡Fue idea de Oppiánico desde el principio, fue idea suya falsificar eltestamentoyluegomataraAsuvio!¡Sinomecrees,llamaaOppiánicoanteestetribunalyoblígaleadecirlaverdad!

Medi la vuelta ymiré aLucioClaudio, que tenía elmismo aspecto quehabía tenido siempre,dedoscomosalchichas,mejillasdeciruelaynarizdefresa,peroqueamínuncamásmepareceríanitontoniatontado.Susojoschispeabandemaneraextraña.Parecíaunpocoasustado,esosí,peromuysegurode símismo, loque equivale a decir queparecía loque era, unnoble romano.En su carahabía una sonrisa como la que deben de tener los grandes poetas cuando han terminado una obramaestra.

Elrestodelahistoriacontieneunpocodetodo.MegustaríapodercontarqueOppiánico,yelZorrorecibieronsujustocastigo,perolajusticia

romana,ay,prevaleció,loquequieredecirqueelhonorableedilQuintoManilioresultónosertan

honorable,dadoqueaceptóunsobornodeOppiánico;almenosesoesloqueserumoreaenelforo.Manilio anunció al principio que acusaría de asesinato al Zorro y a Oppiánico y, de repente,abandonóelcaso.LucioClaudioestabaamargamentedecepcionado.Leaconsejéquehicieradetripascorazón; segúnmi experiencia, losmalos comoOppiánico y el Zorro suelen tener unmal final,aunquemuchosotrossufrenantesdequeloalcancen.

Quizánofueraunacoincidencia,peroalmismotiempoquesedesestimabanlasacusacionesdeasesinato, el falso testamento se perdió en Larino. En consecuencia, las propiedades del difuntoAsuviofuerondivididasentresusparientesvivos.OppiánicoyelZorronosacaronningúnprovechodesumuerte.

EldueñodelPalaciodePríapoestabafuriosoconColumbaporhabersalidodelestablecimientosinsupermisoyamenazóconcastigarlaponiéndolecarbonesencendidosenlospies,acausadelocualLucioClaudioseofrecióacomprarlaenelacto.Estoysegurodequelatratanbienenlanuevacasa. Puede que Lucio no sea el gallardo e incansable joven que fue Asuvio, pero eso no le haimpedidocomportarsecomounenamoradocumplidoryhumano.

Estos días he visto a Lucio Claudio a menudo en el foro, en compañía de picapleitosaceptablemente honrados comoCicerón yHortensio. Roma siempre puede utilizar a otro hombresincero en el foro. Luciome ha dicho que acaba de terminar un libro de poemas de amor y estápensandoenejercerelmismooficio.Organizacenasdevezencuandoypasasutiempodeocioenelcampo,revisandosusgranjasyviñedos.

Como solían decir los etruscos, la última voluntad ha de ser buena antes que última.El pobreAsuvionodejótestamento,despuésdetodo,perocreoque,apesardelospesares,LucioClaudiofuesubeneficiario.

Loslémures

Elesclavomepusoeltrozodepapiroenlamano:

DE LUCIO CLAUDIO A SU AMIGO GORDIANO, SALUD. SI QUISIERAS ACOMPAÑAR A ESTEMENSAJERO,TELOAGRADECERÍA.ESTOYENCASADEUNAMIGOQUEVIVEENELPALATINO;HAYUNPROBLEMAQUESÓLOTÚPUEDESRESOLVER.VENSOLO.NOTRAIGASALCHICO.LASCIRCUNSTANCIASPODRÍANASUSTARLE.

LuciononecesitabaadvertirmequenollevaseaEco,yaqueenaquelmomentoel jovenestabaconsupreceptor,en laclasediariade latín.Maestroydiscípulohabíanencontradoenel jardínunrincón iluminadoporel solde lamañana,paraprotegersedelaire fresco,yelancianodeclamabamientras Eco escribía en la tablilla de cera. Aunque estábamos en octubre, un mes cálido por logeneral,hacíaunatemperaturainusualmentebaja.

—¡Bethesda!—exclamé.Perolainterpeladaestabayadetrásdemí,sosteniendoabiertalacapadelana.Mientrasmelaponíaenloshombros,echóunvistazoalanotaqueteníaenlamano.Arrugólanariz.Comonosabeleer,Bethesdareceladetodoellenguajeescrito.

—¿LucioClaudio?—preguntóenarcandounaceja.—Puessí,pero¿cómo…?Entoncesmedicuentadequedebíadehaberreconocidoalmensajero.Losesclavossefijanen

suscolegasmásquelosamosentrenosotros.—Supongoquequierequevayasajugarconél,oaprobarlaúltimacosechadesusviñedos.—Se

apartóelcabellonegroyfrunciólosdulceslabios.—Nocreo;parecemásbienquequiereencargarmeuntrabajito.Lebailoteóunasonrisaenlacomisuradelaboca.—Encualquiercaso,noesdetuincumbencia—añadírápidamente.Desdequehabíarecogidoa

Eco en la calle y lo había adoptado legalmente, Bethesda había dejado de comportarse como unaconcubinaparaadoptarunacrecienteactituddeesposaymadre.Noestabasegurodequemegustaraelcambio;yaúnestabamenossegurodequetuvieraalgúncontrolsobreeltema.

—Untrabajofeo—proseguí—.Probablementepeligroso.Perolainocentemujerestabayacalculandocuántosnuevossesterciosentrabanenlasarcasdela

casa.Alsalirlaoítararearunaalegretonadaegipciadesuniñez.El día era luminoso y fresco. Las hojas secas se amontonaban a ambos lados de la estrecha y

ventosacallequebajabapor la faldadelEsquilinohasta laSubura.Elolordelhumoflotabaenelaire,elevándosedesdelascocinas.Elmensajeroseenvolvióenlacapaverdeoscuroparaprotegersedelfrío.

—¡Vecino! ¡Ciudadano! —me susurró una voz desde la pared que había a mi derecha. Alvolverme,viporencimadelmurounpardeojoscoronadosporunacalvasemiesféricayllenadebultosqueparecíanchichones—.¡Vecino…si,tú!EresGordiano,¿no?

Lomirécautelosamente.—Sí,Gordianoesminombre.—¿ElSabueso?

Asentí.—Aclarasmisterios.Resuelvesenigmas.—Aveces.—¡Puestienesqueayudarme!—Quizá,ciudadano.Peronoahora.Unamigomehallamado…—Serásólounmomento.—Nosé,vecino,hoyesundíamuyraro.Estamossóloenoctubreyhaceunfríodeenero.—¡Entra!Teabriréelpostigo.—No…mañana.—¡Ahora!Vendrán esta noche, lo sé… incluso esta tarde, cuando aumenten las sombras.Mira,

empiezaaponersenublado.Sielsolseoculta,puedequevenganamediodía,aprovechandoelcielooscuroymelancólico.

—¿Aquiénterefieres,ciudadano?Susojosseagrandaron,aunquesuvozsevolvióaflautada,comoelchillidodeunratón.—Loslémures…—dijoconvozaguda.Elmensajero de Lucio Claudio se arrebujó en la capa. Yo también sentí un súbito escalofrío,

aunquesólofueunaráfagadevientosecoquellegóporlacalle;oesomedije.—Lémures—repitióelhombre—.¡Losmuertosquenodescansanenpaz!Las hojas se dispersaban y bailaban alrededor demis pies. Un fino dedo de nube tapó el sol,

tiñendosufríaluzdeungrisinconsistente.—Vengativos—proseguíaelhombre—.Desdeñosos.Libresderemordimiento.Yanohumanos,

espírituscarentesdecalidezymisericordia,secos,quebradizoscomoastillasdehueso,nolesquedanadasalvolamaldad.Sonmuertosquenosehanidodeestemundocomodeberían.Lavenganzaessuúnicoalimento.Elúnicoregaloqueofreceneslalocura.

Miréfijamenteduranteunlargoratolosojososcurosyhundidosdeaquelhombre.—Hedeatender aunamigoquemeha llamado—dije,haciendouna señaal esclavoparaque

continuáramos.—Perovecino,nopuedesabandonarme.¡HesidosoldadodeSila!¡Heluchadoenlaguerracivil

parasalvaralarepública!Herecibidoheridas…sientraspodráscomprobarlo.Lapiernaizquierdanomesirveparanada,paraandartengoqueapoyarmeenunbastón.Mientrasquetúeresjoven,estásenteroy sano.Un joven romanocomo túmedebeun respeto.Por favor…¡nohaynadiemásquepuedaayudarme!

—Yotratoconlosvivos,noconlosmuertos—dijecondeterminación.—Puedopagarte,siesesoloquequieres.Silarepartiótierrasetruscasentresussoldados.Yohe

vendido la granja que me tocó… nunca había pensado ser granjero. Todavía tengo plata. Puedopagarteunabuenasumasimeayudas.

—¿Ycómopuedoayudarte?Si tienesproblemas con los lémures, consulta conun sacerdoteoconunaugur.

—¡Yalohehecho,créeme!Enprimavera,cuandollegamayo,tomoparteenlasLemurias,paraalejaralosespíritusmalignos.Murmurolosencantamientosyecholasjudíasnegrasporencimadelhombro.Quizáfuncione;loslémuresnuncavienenenprimaverayestánlejosdurantetodoelverano.

Perotansegurocomoquelashojassesecanycaendelosárboles,mebuscancuandollegaelotoño.¡Quierenenloquecerme!

—Ciudadano,nopuedo…—Hanformuladounhechizodentrodemicabeza.—¡Ciudadano,porlosdioses!Tengoqueirme.—Porfavor—susurró—.Yofuisoldadoantaño,eravalienteyarrojado,anadieleteníamiedo.

Maté a muchos hombres, por Sila y por Roma. He chapoteado en ríos de sangre y llanuras demiembroscercenados,yporJúpiterquenuncatemblé.Notemíaanadie.Yahora…—Pusotalcaradeautodesprecioquemedilavuelta—.Ayúdame—suplicó.

—Quizá…cuandovuelva…Sonriólastimosamente,comounhombrecondenadoamuertealquehubieranindultado.—Sí—susurró—,cuandovuelvas…Mealejéatodaprisa.

LacasadelPalatino,comolascolaterales,teníaunafachadalisa,apesardeestarsituadaeneldistritomásselectodelaciudad.Exceptuandolasdoscariátidesquesosteníaneltecho,elúnicoadornodelpórticoeraunacoronafunerariadeciprésyabetoquehabíaenlapuerta.

Elpequeñovestíbulo,flanqueadopormáscarasdeceradenoblesantepasados,conducíaaunatriomodesto.Enunféretrodeébanohabíaunhombredecuerpopresente.Meacerquéymiréelcadáver.Era joven,demenosde treintaaños,ysinnadaespecial salvounamuecaque lecontorsionaba lasfacciones.Normalmente,losembalsamadoresconsiguenborrarlasseñalesdeangustiaysufrimientodelrostrodelosdifuntos,suavizarlasfrentesarrugadasyrelajarlasquijadastensas.Perolacaradeaquelmuertoestabademasiadotensainclusoparalosembalsamadores.Suexpresiónnoeradedoloroinfelicidad,sinodemiedo.

—Sedesnucó—dijounavozfamiliardetrásdemí.MedilavueltayviaLucioClaudio,antiguoclientemíodelquemehabíahechoamigodespués.Estabatangordocomosiempreynisiquieralasuaveluzdelatriopodíaoscurecerelrojocerezadesusmejillasysunariz.

Cambiamossaludosyvolvimosacontemplarelcadáver.—Es Tito —explicó Lucio—, el propietario de esta casa. Bueno, lo ha sido durante los dos

últimosaños.—¿Muriódeunacaída?—Sí.Hayunagaleríaenlafachadaoestedelacasa,conunagranmiradorquedaalaempinada

laderadelmonte.Titosecayoporallíhacetresnoches.Separtióelespinazo.—¿Murióinmediatamente?—No.Aguantó toda lanocheymurió al atardecerdel día siguiente.Antesdemorir contóuna

curiosahistoria.Claroqueteníafiebreymuchosdoloresapesardelasinfusionesdenepentequeledaban…—Lucio removió con inquietud su considerablemole debajo de la capanegra y estiró lanervudamanopararascarselarizadacoronadepelocobrizo—.Dime,Gordiano,¿quésabesdeloslémures?

Unaextrañaexpresióndebiódecruzarmicara,puesLuciofruncióelentrecejoyarrugólafrente.

—¿Hedichoalgoindebido,Gordiano?—añadió.—Enabsoluto.Peroeslasegundavezquealguienmehablahoydelémures.Cuandoveníahacia

aquí,unvecinomío…peronoquieroaburrirteconlahistoria.¡TodaRomaparecehoyobsesionadaporlosespíritus!Debedeserestetiempotanraroquehace…olaindigestión,comosolíadecirmipadre…

—Nofueunaindigestiónloquematóamimarido.Tampocofueestefríoanormalenoctubrenilosextravíosdelaimaginación.

Quienhablabaeraunamujeraltaydelgada.Unaestolade lananegra lacubríadesdeelcuellohastalospies;sobreloshombrosllevabaunmantónazuloscuro.Llevabaelpelonegroapartadodelasmejillasyrecogidoencimadelacabezaconhorquillasdeplataypeinetas.Susojoserandeunazulresplandeciente.Sucaraerajuvenil,aunqueyanoeraningunaniña.Semanteníatanrígidamentetiesacomounavestalyhablabaconeltonoimperiosodeunapatricia.

—Cornelia—dijo Lucio—, he aquí aGordiano, el hombre de quien te hablé.—Lamujermesaludóconunaligerainclinacióndecabeza—.Gordiano—continuóLucio—,heaquíamiqueridayjovenamigaCornelia.DelaramadeSiladelafamiliaCornelia.

Diunligerorespingo.—Sí —dijo la mujer—, pariente consanguínea de nuestro recientemente desaparecido y

profundamenteañoradodictador.LucioCornelioSilaeramiprimo.Estábamosmuyunidosapesardeladiferenciadeedad.Estuveconélpocoantesdequefalleciera,ensuvilladeNeápolis.Ungranhombre.Unhombregeneroso.—Sutonoimperiososesuavizó.Volviólamiradahaciaelcadáver—.AhoraTitotambiénestámuerto.Yyoestoysola.Desamparada…

—Quizádeberíamosiralabiblioteca—sugirióLucio.—Si—dijoCornelia—.Hacefríoenelatrio.Nos condujopor un cortopasillo hasta unapequeñahabitación.Mi antiguo clienteCicerónno

habría llamado biblioteca a aquella estancia que no poseía sino un pequeño armario con papiros,aunquehabríasancionadosuausteridad.Lasparedesestabanpintadasdeunrojosombríoylassillasnoteníanrespaldo.Unesclavoencendióelbraserosituadoenelcentrodelahabitaciónysefue.

—¿CuántosabeGordiano?—preguntóCorneliaaLucio.—Muypoco.SóloleheexplicadoqueTitosecayódelmirador.Corneliamemiróconunaintensidadcasiescalofriante.—Mimaridosesentíaperseguido.—¿Porquién?¿Oporqué?Luciohahabladodelémures.—Noenplural,sinoensingular—dijo—.Leobsesionabaunsololémur.—¿Yconocíaaeseespíritu?—Sí.Unamigodesujuventud;juntosestudiaronleyesenelforo.Eraelpropietariodeestacasa

antesdequefueranuestra.SellamabaFurio.—Estelémur¿seaparecióatumaridomásdeunavez?—Empezóelveranopasado.Titoveíaaaquelsersóloduranteunosmomentos…juntoalcamino

aldirigirseanuestravilladecampo,oalotroladodelforo,oentrelassombrasdedelantedelacasa.Alprincipionoestabasegurodeloqueera;sedabalavuelta,lobuscaba,perosehabíadesvanecido.Luegoempezóaverlodentrodecasa.Fueentoncescuandosediocuentadequiényquéera.Desde

entoncesnoquisoacercarse;alcontrario,huíadeéltemblandodemiedo.—¿Tútambiénloviste?Corneliaseenvaró.—Alprincipiono…—Tito lovio lanochequesecayó—susurróLucio.Seadelantóycogió lamanodeCornelia,

peroéstalaapartó.—Aquellanoche—dijo—Titoestabacabizbajoymeditabundo.Medejóenmialcobaysalióala

galería a pasear y a respirar aire fresco. Entonces vio a aquel ser… o eso contó después, en sudelirio. El ser se le acercó haciendo señas. Pronunció su nombre. Tito corrió hacia el final de lagalería.Elsersiguióavanzando.Titosevolviólocodemiedoy,sinsabercómo,secayó.

—¿Loempujóelser?Corneliaseencogiódehombros.—Tantosicayócomosiloempujaron,fuesumiedoalserloquefinalmentelomató.Nomurió

delacaída;agonizódurantelanocheyeldíasiguiente.Llegóelanochecer.Titoempezóasudaryatemblar.Inclusoelmáspequeñomovimientosignificabaunsufrimientoterribleparaél,yaunasíserevolvíaenlacama,locodepánico.Decíaquenosoportaríavolveraverallémur.Alfinalmurió.¿Loentiendes?Prefiriómoriraafrontarotravezallémur.Yahasvistosucara.Nofueeldolorloquelomató.Fueelmiedo.

Me estiré la capa para cubrirme lasmanos y encogí los dedos de los pies.Me pareció que elbraseronoacababadeahuyentarelfríodelahabitación.

—¿Cómodescribíatumaridoallémurdemarras?—pregunté.—Noeradifícilreconocerlo.EraFurio,elanteriorpropietariodeestacasa.Supielestabablanca

yllenadepústulas,susdientesrotosyamarillos.Supeloeracomopajaensangrentada,yteníasangrealrededordelcuello.Despedíaunolornauseabundo…peroseguroqueeraFurio.Aunque…

—¿Sí?—Aunqueparecíamás jovenqueFuriocuandomurió.Parecíamáscercanoa laedadque tenía

cuandoFurioyTitoseconocieronenelforo.—¿Cuándovistetúallémur?—Anoche.Estabaenlagalería,pensandoenTitoyensucaída.Medilavueltayvialser,pero

sólounmomento.Entréenlacasacorriendo…yentoncesmehabló.—¿Quédijo?—Dospalabras:Ahoratú.¡Ay!—Corneliadiounhipidodeangustia,searrebujóenelmantóny

miróelfuego.Meacerquéalbrasero,estirandolosdedosparacalentarme.—¡Qué día tan extraño!—murmuré—. Cornelia, sólo puedo decirte lo que hoy mismo le he

contadoaotroquemeha contadounahistoriade lémures: ¿porquémeconsultas amíyno aunaugur?Éstossonmisteriosdelosquesémuypoco.Cuéntameelcasodeunajoyaperdidaodeundocumentorobado;llámameporunasuntodechantajeoenséñameaunapersonaasesinadaporundesconocido.Ahí tepodríaayudar,de talesmateriasconozcoalgo.Perono tengoni ideadecómoapaciguaraunlémur.Desdeluego,siempreacudocuandomiamigoLucioClaudiomellama;peroempiezoapreguntarmeporquéestoyaquí.

Corneliacontemplóloschisporroteosdelbraseroynorespondió.—¿No crees posible—añadí— que este lémur no sea un lémur? Si en realidad es un hombre

vivo…—Noimporta loqueyocreaodejedecreer—dijo.Viensusojoselmismoairedesúplicay

desesperación que había visto en los ojos de mi vecino el soldado—. Ningún sacerdote puedeayudarme;nohayproteccióncontraunlémurvengativo.Aunquecabelaposibilidaddequesetratedeunserhumano.Noesimposible,¿verdad?

—¿Imposible?No,supongoqueno.—Ytúentiendesdeesascosas,dehombresquesehacenpasarporlémures,¿no?—Personalmentenotengoexperienciaentalessituaciones,pero…—PoresolepedíaLucioquetellamara.Siestacriaturaesunserhumanovivo,podríassalvarme

deella.Siporelcontrarioesloquepareceser,unlémur,entonces…entoncesnadapuedesalvarme.Estoycondenada.—Diounsuspirojadeanteysemordiólosnudillos.

—Peroeralamuertedetuesposoloquedeseabaeseser…—¿No me has oído? Te he contado lo que me dijo: ¡Ahora tú! —Cornelia se estremeció

violentamente.Luciofueasulado.Lamujersecalmópocoapoco.—Muy bien, Cornelia. Te ayudaré si puedo. Ante todo, preguntas. Las respuestas engendran

respuestas.¿Puedeshablar?Semordióloslabiosyasintió.—Dices—añadí—queelsertienelacaradeFurio.¿Tumaridoeradelamismaopinión?—Mimaridolocomentabaunayotravez.Vioalsermuydecerca,enmásdeunaocasión.La

nochedelfatalaccidente,lacriaturaseleacercótantoquesepercibíasufétidoaliento.Loreconociósinningúngénerodeduda.

—¿Ytú?Dicesquesólolovisteunmomentoanoche,pocoantesdeecharacorrer.¿EstásseguradequeeraaFurioaquienvisteenlagalería?

—Mebastósólounmomento.Horrible,descolorido,distorsionado,conunamuecanauseabunda,peroteníalacaradeFurio,sinduda.

—Peromásjovendeloquelorecuerdas.—Si.Nosébiencómo,lasmejillas,laboca¿quéenvejeceorejuveneceunacara?Nolosé,sólo

puedodecirqueapesardesufealdad,elserseparecíaaFuriodejoven.NoalFurioquemurióhacedosaños,sinoalFuriojoven,esbeltoeimberbe.

—Yaveo.Entalcaso,semeocurrentresposibilidades.Primera:quetodoestoseacosadeFurio,nodesulémur,sinodelciudadanodecarneyhueso.¿Estásseguradequemurió?

—Sí.—¿Nohayningunaduda?—Ninguna…—Corneliatemblóypareciócallaralgo.MiréaLucio,queapartórápidamentelos

ojos.—EntoncesesposiblequeFuriotuvieraunhermano.¿Ungemelo,quizá?—Teníaunhermano,sí,peromuchomayor.Además,murióenlaguerracivil.—¿Sí?—LuchandocontraSila.

—Entiendo.PuedequeFuriotuvieraunhijoquefueseelvivoretratodesupadre.Cornelianegóconlacabeza.—Notuvomásqueunaniña.Sumujerysumadreviventodavía,ycreoquetambiénunahermana.—¿Ydóndeestánahora?Corneliaapartólosojos.—Medijeronquesehabíanmudadoalacasadesumadre,enelmonteCelio.—Así pues, Furio estámuerto y enterrado, no tenía ningúnhermanogemelo, ningúnhermano

vivo;ynodejóhijos.Ysinembargo,elserquehechizóatumarido,segúnsuversiónylatuya,teníalacaradeFurio.

Corneliadiounsuspirodeexasperación.—¡Estoesabsurdo!Siherecurridoa tihasidoporqueestoydesesperada.—Seapretólosojos

conlasmanos—.Lacabezameretumbacomountrueno.Lanocheestáapuntodecaer,¿cómovoyasoportarla?Idosya,porfavor.Quieroestarsola.

Luciomeacompañóalatrio.—¿Quépiensas?—dijo.—QueCornelia está asustada y que sumarido estaba asustado. ¿Por qué elmarido tenía tanto

miedodeestelémurenparticular?Sielfantasmahabíasidoamigosuyo…—Unconocido,Gordiano,noexactamenteunamigo…—¿Hayalgomásquedebasaber?Seremovióincómodo.—Sabesquedetestoloschismorreos.YlaverdadesqueCornelianoestanvenalcomoalgunos

creen.Haymuchoenellaquepocossabenver.—Serámejorquemelocuentestodo,Lucio.PorelbiendeCornelia.Frunciólapequeñaboca,arrugólacarnosafrenteyserascólacalvacoronilla.—Muybien—murmuró—.Comoyatedije,Corneliaysumaridohanvividoenestacasadurante

dosaños.TambiénhacedosañosquemurióFurio.—¿Noesunacasualidad?—Furiofueelprimerpropietariodelacasa.TitoyCornelialacompraroncuandoejecutarona

FurioporsuscrímenescontraSilayelEstado.—Empiezoaentender…—Esoespero.Furioysufamiliasealiaronconquienesnodebíandurante laguerracivil;eran

enemigospolíticosdeSila.CuandoSilaconsiguióelpoderabsolutoyqueelSenado lonombraradictador,purgólaRepúblicadeenemigos.Lasproscripciones…

—Sí,recuerdoaquellodemasiadobien.—Unavezqueunhombreaparecíaenlaslistasdeproscripciones,cualquierapodíaperseguirloy

llevarsucabezaaSilapararecibirsurecompensa.Notengoquerecordarteelbañodesangre,puesestabasaquí;vistelascabezasclavadasenlanzasdelantedelSenado.

—¿YlacabezadeFurioestabaentreellas?—Sí.Fueproscrito,detenidoydecapitado.PreguntasteaCorneliasiestabaseguradequeFurio

estabamuerto.Ellaviosucabezaenunalanza,conlasangremanándoledelcuello.Mientrastanto,supropiedadfueconfiscadayvendidaenpúblicasubasta.

—Pero las subastas no siempre eran públicas—dije—. Los amigos de Sila tenían derecho deopciónsobrelasmejoresgranjasyvillas.

—Ylosparientesdeldictador—añadióLucioconunamueca—.CuandoFurio fuedecapitado,TitoyCornelianodudaronencontactarconSilarápidamenteyponersuselloenestacasa.Corneliasiempre lahabíacodiciado;¿porquédejarpasar laoportunidaddeposeerla,yporunaganga?—Bajólavoz—.Losrumoresdicenquelesbastóhacerunasolaoferta,¡milsestercios!

—Elpreciodeunamalaalfombraegipcia—dije—.Quéchollo.—SiCorneliatienealgúndefecto,eslaavaricia.Enrealidadeselmayorviciodenuestraépoca.—Peronoelúnico.—¿Quéquieresdecir?—Dime,Lucio,¿erael talFuriorealmenteunenemigotangrandedenuestrodifuntoy llorado

dictador?¿EraunaamenazatanterribleparalaseguridaddelEstadoylaseguridadpersonaldeSilaquemerecieraincluírseleenlaslistasdeproscritos?

—Noentiendo.—Huboquienes terminaron formando parte de las listas porque eran demasiado ricos; porque

poseíancosasqueotroscodiciaban.Lucioarrugóelentrecejo.—Gordiano,loqueteacabodecontaryaesbastantedelicadoytepidoquenolorepitas.Noséa

quéconclusionesquieresllegar,niyoquierosaberlo.Creoquedeberíamosdejareltema.Pormuyamigoquesea,Lucionodejadetenersangrepatricia;losvínculosqueunenalosricos

estánhechosdeoroysonmásfuertesqueelhierro.

VolvíacasapensandoenelextrañoymortalencantamientodeTitoysumujer.Mehabíaolvidadocompletamente demi vecino el soldado hasta que, cuando llegaba ami domicilio, le oí silbarmedesdeelmurodesujardín.

—¡Sabueso! Dijiste que volverías para ayudarme y por fin llegas. ¡Entra!—Desapareció y, alpoco rato, se abrió un pequeño portillo. Me agaché, crucé la puerta y me encontré en un jardíndescubierto, rodeado de una columnata. Cierto olor a quemado me cosquilleó la nariz; un viejoesclavo estaba recogiendo hojas con un rastrillo, y colocándolas en montones alrededor de unpequeñobraseroquehabíaenelcentrodeljardín.

Elsoldadomesonrióconlacomisuradelaboca.Juzguéquenoeramuchomásviejoqueyo,apesar de su calvicie y de las cerdas grises que le colgaban de las cejas.Los círculos oscuros quehabíadebajodesusojosmeindicabanqueeraunhombrequenecesitabadormirdesesperadamente.Seadelantóymealcanzóunasillaparaquemesentara.

—Dime,vecino,¿tehascriadoenelcampo?—Suvozestabaunpococascada,comosihablarconamabilidadlesupusieraungranesfuerzo.

—No,nacíenRoma.—YomecriécercadeArpino.Lodigoporquetehevistocontemplarlashojasyelfuego.Séque

lagentedelaciudaddetestalashoguerasylasevitaexceptoparacalentarycocinar.Quemarhojasesunacostumbredelcampo.Espeligroso,perotengocuidado.

Levanté la mirada hacia los árboles que se perfilaban como siluetas rígidas contra el cielonublado.Entre elloshabía algunos cipresesy tejosque todavía conservaban sus colgantesharaposverdigrises,perolamayoríaestabanpelados.Unarbolilloretorcidoydeaspectoextraño,pocomásque un arbusto, se alzaba en el rincón rodeado por una alfombra de redondas hojas amarillas. Elviejoesclavoanduvolentamentehaciaelarbustoyempezóarastrillarlashojasparajuntarlasconlasotras.

—¿Hacemuchoquevivesenestacasa?—pregunté.—Tres años. Vendí la granja que me dio Sila y compré este lugar. Me retiré antes de que

terminaran las hostilidades. Mi pierna estaba inservible. Otra herida me inutilizó el brazo de laespada.Laespaldatodavíamedueledevezencuando,sobretodoenestaépocadelaño,cuandoeltiempo empieza a refrescar. —Hizo una mueca, aunque no supe decir si a causa del dolorfantasmagóricodelhombroodelosfantasmasdelaire.

—¿Cuándoempezasteaveraloslémures?—pregunté.Yaqueaquelhombresehabíaempeñadoenrobarmetiempo,noteníasentidosersutil.

—Pocodespuésdemudarmeaestacasa.—Puedequeloslémuresestuvieranaquíantesdequellegaras.—No—dijoconseriedad—.Creoquevinierondetrásdemí.—Cojeóhastaelbrasero,seagachó

conrigidez,recogióunpuñadodehojasylasesparciósobreelfuego—.Sólounpuñadoalavez—dijosuavemente—.Noqueríaserdescuidadoconunfuegoeneljardín.Además,hacequeelplacerdure más. Un poco hoy, otro poco mañana. Quemar hojas me recuerda mi infancia. Este jardíntambién.

—¿Cómosabesquetesiguieron?Merefieroaloslémures.—Porquelosreconozco.—¿Quiénesson?—Nuncahesabidosusnombres.—Mirófijamenteelfuego—.Perorecuerdolacaradeletrusco

cuando mi espada le abrió las entrañas y me miró boquiabierto e incrédulo. Recuerdo los ojosinyectadosensangredeloscentinelasquesorprendimosunanoche,enlasafuerasdeCapua.Habíanestadobebiendo,losmuyilusos;cuandoleshundimoslaespadaenelvientre,percibíelolordelvinoenmediodelhedorquelesechabanlastripas.Recuerdoaljovenquematéenunabatallatanjovenytiernoquemiespadalerebanólimpiamenteelcuello.Sucabezasalióvolando;unodemishombreslacogióymeladevolvióriéndose,comosifueraunapelota.Aterrizóamispies.Juroquelosojosdelmuchachoestabantodavíaabiertosyquesabíaloqueleestabapasando…

Seagachó,gruñendoporelesfuerzo,yrecogióotropuñadodehojas.—Lasllamaslopurificantodo—susurró—.Elolorahojasquemadaseselolordelainocencia.

—Observóelfuegolargorato—.Lleganenestaépocadelaño.Loslémures.Buscandovenganza.Nopuedenherirmeenelcuerpo;tuvieronlaoportunidaddehacerlocuandoestabanvivosylomásqueconsiguieron fue lisiarme. Fui yo quien arrojó sus cuerpos al río de la muerte, yo quien saliótriunfante.Ahoraquierenvolvermeloco.Hanarrojadounhechizosobremí.Menublanelcerebroymearrastranhaciaelabismo.Chillanybailanalrededordemicabeza,serajanelvientreencimademíymeentierranconsusvísceras,sedesmembranymeahoganenunmarde tripasysangre.Dealgunamanerasiempreconsigolibrarme,peromivoluntadsevadebilitandoconelpasodelosaños.

Undíamearrojaránalabismoynuncamáspodrésalir.—Secubriólacara—.Vete,Gordiano.Meavergüenza que tengas que verme así. Cuando volvamos a reunimos, serámás terrible de lo quepuedasimaginar.¿Vendráscuandoenvíeabuscarte?¿Vendrásylosverástúmismo?Unhombretaninteligentecomotúpuedellegaraunacuerdoinclusoconlosdifuntos.

Dejó caer lasmanos.Me resultódifícil reconocer su cara: susojos estaban rojos, susmejillasmacilentas,suslabiostemblorosos.

—Júramequevendrás,Sabueso.Aunquesoloseaparaquemidestruccióntengatestigos.—Nomegustajurar.—Sea.Dejaalosdiosesfueradeestoyprométemelocomohombre.Teruegoquevengascuando

tellame.—Vendré—dije suspirando y preguntándome si una promesa hecha a un loco era realmente

vinculante.Elviejoesclavo,cabeceandoconpreocupación,meguióhastaelpostigo.—Metemoquetuamoestáloco—susurré—.Esoslémuressonfrutodesuimaginación.—Oh,no—dijoelviejoesclavo—.Yotambiénloshevisto.—¿Tú?—Sí,talcomoéllosdescribe.—¿Ylosotrosesclavos?—Todoshemosvistoaloslémures.Miréalesclavoalosojos,tranquiloseinmóviles,duranteunrato.Luegocrucélapuertayélla

cerrótrasdemí.

—¡Unaepidemiadelémures!—dijemientrasmereclinabaeneltriclinioaquellanoche,paracenar—. ¡Roma, por lo que se ve, está infestada!—Bethesda, que presentía la inquietud detrás de misbromas, arqueó una ceja, pero no dijo nada—. ¿Y esa estúpida advertencia que Lucio Claudioescribió en su nota esta mañana? —añadí—. «No traigas al chico, las circunstancias podríanasustarle».¡Ua!¿Quépodríasermásatractivoparaunmuchachodedoceañosquelaoportunidaddeveraunlémurdeverdad?

Ecomasticabauntrozodepanymeobservabaconlosojoscomoplatos,nomuysegurodesibromeabaono.

—Todo el asunto me parece absurdo —aventuró Bethesda. Se cruzó de brazos con espírituimpaciente.Comoeracostumbre,yahabíacomidoenlacocinayselimitabaaobservarmientrasEcoyyonosponíamos las botas—.Como sabe incluso elmásneciode los egipcios, el cuerpodeunmuertosedescomponesinosehaembalsamadocuidadosamente,deacuerdoconlasleyesantiguas.¿CómopodríaunmuertovagarporlascallesdeRomayasustaraeseTitoparaquesaltaradesdelagalería?Ytratándosedeunmuertoalquelecortaronlacabezaenvida.Aesehombreloempujaron,esoesobvio.¡Apuestoaquefuesumujerquienlohizo!

—Entonces,¿quépasaconelencantamientodelsoldado?Suesclavojuraquetodosloshabitantesdelacasahanvistoaloslémures.Nouno,sinotodounenjambre.

—¡Bah!Elesclavomienteparadisculparladebilidadmentaldesuamo.Esleal,comotieneque

serunesclavo,perononecesariamentesincero.—Inclusoasí,creoqueacudirésiel soldadome llama,para juzgarpormispropiosojos.Yel

asunto del lémur del Palatino vale la pena investigarlo, aunque sólo sea por los honorarios queprometeCornelia.

Bethesdaseencogiódehombros.Paracambiardetema,mevolvíhaciaEco.—Y hablando de honorarios fuera de lo común, ¿qué te ha enseñado hoy ese bandido de

preceptor?Ecosaltódesutriclinioycorrióabuscarelestiloylatablilladecera.Bethesdadescruzólosbrazos.—Si continúas con estos temas—dijo con voz afectada, para disimular su propia inquietud—,

creoquetuamigoLucioClaudiotehadadounbuenconsejo.NohaynecesidaddequellevesaEco.Está ocupado con sus clases y debería quedarse en casa. Aquí está a salvo, tanto de los hombresperversoscomodelosmalosespíritus.

Asentí,puesyohabíaestadopensandolomismo.

A lamañana siguiente pasé en silencio ante la casa encantada del soldado. Éste nime oyó nimellamó,perosupusequeestaríadespiertoyeneljardínolíelaromadelashojasquemadasqueflotabaenelaire.

HabíaprometidoaLucioyaCorneliaquevolveríaalacasadelPalatino,perohabíaotravisitaquequeríahacerantes.

Unaspreguntas en losoídos indicadosyunasmonedas en lasmanos competentesmebastaronparaencontrarenelmonteCeliolacasadelamadredeFurio,alaquehabíahuidosufamiliadespuésdequeélfueraproscrito,decapitadoydespojado.Lacasaerapequeñayestrecha,yestabaempotradaentreotrascasaspequeñasyestrechasquedebíandehaberselevantadohacíaunsiglo.Lacallehabíasobrevivido, sin que se supiera cómo, a los incendios y a las constantes reconstrucciones quecontinuamentecambiabanelaspectodelaciudad,yparecíaintroducirmeenunaRomamásantiguaysencilla,enaquellaépocaenquetantolosricoscomolospobresvivíanenmoradasmodestas,antesdeque lospoderososempezaranahacerostentaciónde sus riquezascongrandesmansionesy lospobressehacinaranenviviendasdevariospisos.

Unallamadaenlapuertabastóparaquemeabrieraunverdaderogigante,unesclavomacizo,depechocomoun tonel,ojosconspiradoresybocadesdeñosa;noeraelesclavoporterodeunacasarespetableyde confianza, sinoobviamenteunguardaespaldas.Retrocedíunospasosparano tenerquemirarleechandoatráslacabeza,yledijequequeríaverasuamo.

—Sivinierasporalgolícito,sabríasqueenestacasanohayamo—gruñó.—Desdeluego—dije—.Hasidounaconfusión.Queríadecirtuama,lamadredeldifuntoFurio.Fruncióelentrecejo.—Hasvueltoaconfundirte,desconocido,¿oesquenosabesquelaviejaamaestáenestadode

postracióndesdelamuertedesuhijo?Ellaysuhijavivenapartadasynovenanadie.—¿Enquéestaríayopensando?Merefería,naturalmente,alaviudadeFurio…Peroelesclavoyahabíatenidosuficienteycerrólapuertaenmisnarices.

Oí un cacareo detrás demí,me di la vuelta y vi a una vieja esclava sin dientes, barriendo elpórticodelacasadelotroladodelacalle.

—TehabríaresultadomásfácilveraldictadorSilacuandoestabavivo—dijoriéndose.Sonreíymeencogídehombros.—¿Siempresonasídecordiales?—Conlosextrañossí.Nopuedesculparles…unacasallenademujeres,sinmáshombrequeel

guardaespaldas…—NohayhombresenlacasadesdequeFuriofueejecutado.—¿Loconoció?—preguntólaesclava.—Noexactamente.Peroheoídohablardeél.—Fue terrible lo que le hicieron. No era enemigo de Sila. Furio no tenía estómago para la

políticanipara la lucha.Eraunhombrebondadosoquenisiquierahabríaapartadoconelpieaunperrodormidoenlapuertadesucasa.

—PerosuhermanoempuñólasarmascontraSilaymurióluchandocontraél.—Suhermano,noFurio.Losconocíaalosdos,yaquecuandoeranniñoscrecieronenesacasa

consumadre.Furiofueunjovenpacíficoyunhombrecauteloso.Unfilósofo,nounluchador.Loque le hicieron fue una injusticia terrible… declararle enemigo del Estado, quitarle todas suspropiedades, cortarle la…—Dejó de barrer y se aclaró la garganta. Crispó los músculos de lamandíbula—.¿Quiéneres?¿Otrointrigantequevieneaatormentarasusmujeres?

—Enabsoluto.—Porquedesdeya tedigoquenuncaconseguirásverniasumadreniasuhermana.Desdesu

muerte y después de la postración de la anciana, ninguna de las dos se hamovido de ahí.Muchotiempoparaguardarluto,dirás,peroFurioeraloúnicoquetenían.Laviudasaleahacerlacompraconlapequeña.LastresencajaronmuymallamuertedeFurio.

Enaquelmomentoseabriólapuertadelacasadeenfrente.Aparecióunamujerrubiavestidaconuna estola negra; detrás de ella, cogida de su mano, iba una niña de mirada fija y rizos negros.Detrás,cerrandolapuerta,estabaelgigante,quemevioyfruncióelentrecejo.

—Decompras—susurrólaviejaesclava—.Sueleiralmercadoaestahoradelamañana.¡Ah!Miraalapequeña,quéseriavayquéguapaes.Laverdadesquenosepareceasumadre,noestanrubia;yosiemprehedichoqueeselvivoretratodesutía.

—¿Desutía?¿Desupadreno?—Tambiéndeél,porsupuesto…

Habléunratoconlaviejay luegomeapresuréaseguira laviuda.Esperabaunaoportunidadparahablarconella,peroelguardaespaldasmedioaentenderqueteníaquemantenerlasdistancias.Losseguíensecreto,observandosuscomprasmientrasestuvieronenelmercadodecarne.

AlfinaldesistíymedirigíalacasadelPalatino.LucioyCorneliacorrieronalatrioinclusoantesdequeelesclavoanunciaramillegada.Estabanpálidosporlafaltadesueñoylapreocupación.

—Ellémurvolvióanoche—dijoLucio.—Elserestabaenmidormitorio.—LacaradeCorneliaestabapálida—.Medespertéylovial

ladode lapuerta.Fueelolor loquemedespertó…¡unolornauseabundo!Quise levantarmeynopude.Quisegritar,peromigargantasehabíacongelado…elsermelanzóunamaldición.Dijootravez:ahoratú.Ydesaparecióporelpasillo.

—¿Loperseguiste?Memirócomosiestuvieraloco.—Luego fui yo quien vio al ser—dijoLucio—.Me encontraba en el dormitorio del final del

pasillo.Oípasosyllaméenvozalta,pensandoqueeraCornelia.Nohuborespuestaylospasosseaceleraron.Saltédeltriclinioysalíalcorredor…

—¿Yloviste?—Sólo un momento. Grité; el ser se detuvo, y se dio la vuelta, luego desapareció entre las

sombras.Lohabríaseguido.Deverdad,Gordiano,juroquelohabríahecho.PeroenaquelinstantemellamóCornelia.Dimediavueltaycorríasuhabitación.

—Asíqueelserhuyóynolopersiguiónadie.—Ahoguéunamaldición.—Me temo que no—dijo Lucio, haciendo una mueca—. Pero cuando el ser me miró en el

pasillo,unrayodeluzdelunaledioenlacara.—¿Lovisteentonces?—Si,Gordiano.YonoconocíbienaFurio,pero loconocía lobastantepara reconocerloen la

calleoenelforo.Yesacriatura,apesardesusdientesrotosydesuspústulas…¡eseespíritumalignoteníalacaradeFurio!

Cornelia ahogó un grito y empezó a tambalearse. Lucio la sostuvo y pidió ayuda. Algunasmujeresdelacasalaacompañaronasualcoba.

—Tito estaba igual antes de su caída —suspiró Lucio, cabeceando con resignación—. Sedesmayabaysufríaataques,semareabayeraincapazderespirar.Dicenquetalesmalessoncausadosfrecuentementeporlémuresrencorosos.

—Quizá—dije—.Opor una conciencia culpable.Me pregunto si estos lémures dejarán algúnrastrodesupresencia.Enséñamedóndevistealser.

Luciomecondujoporelpasillo.—Allí—dijo,señalandounlugarsituadoapocospasosdesuhabitación—.Porlanoche,unrayo

deluzcaeexactamenteahí;todolodemásestáoscuro.Caminéhastaellugarymiréalrededor,luegoolfateéelaire.Luciotambiénolfateó.—Hueleapodrido—murmuró—.Ellémurhadejadounrastroinconfundible.—Unmal olor, eso seguro—dije—, pero no el hedor de un cadáver corrompido. ¡Mira aquí!

¡Unahuelladepisada!Dosdébilesmanchasmarronesconformadesandaliashabíanquedadoenlasbaldosasdelsuelo,

delantedenosotros.Alabrillanteluzdelamañanasepodíanverotrasmanchasdelmismocoloralejándoseenambas

direcciones. Las que iban hacia el dormitorio de Cornelia, y que se habían cruzado con otrosreguerosdehuellas,prontosevolvieronconfusaseinidentificables.Lasquesealejabanmostrabansólolaimprontadelapuntadelasandalia,sinlamarcadelostalones.

—Elsersedetuvoaquí, talcomodijiste; luegoechóacorrer,dejandoestas leves impresiones.¿Porquéunlémurcorreríadepuntillas?¿Yquéesestamancha?

Mearrodilléymirédecerca.Lucio,desprendiéndosedesudignidadpatricia,sepusoagatasamilado.Arrugólanariz.

—¡Hueleacarnecorrupta!—volvióadecir.—Noescarnecorrupta—repliqué—.Esmierdacorriente.Ven,vamosaverdóndeconducenlas

huellas.Lasseguimosporelpasilloydimoslavueltaalaesquina;lospasosterminabandelantedeuna

puertacerrada.—¿Daalexterior?—pregunté.—No,porJúpiter—dijoLucio,patriciootravezderepenteyponiendocaradeturbación—.Daa

laletrinainterior.—Quécurioso.—Abrílapuertayentré.Comoeradeesperarenunacasadirigidaporunamujer

comoCornelia, los detalles eran de lujo y el lugar no tenía una solamancha, salvo unas huellasreveladorasenelsuelodepiedracaliza.Habíaventanasenlapartesuperiordelapared,protegidasporbarrotesdehierro.Encimadelagujerohabíaunasientodemármol.Mirédentroyexamineelconductodeldesagüe.

—BajaenlínearectalafaldadelPalatino,desaguaenlaCloacaMáximayporéstaenelTíber—comentóLucio.Lospatriciospuedenserunospuritanosen loque tocaa las funcionescorporales,perodelaingenieríaromanaestánjustamenteorgullosos.

—Noeslobastanteanchaparaquequepaunhombre.—¡Quéideatandesagradable!—Ysinembargo…Llaméaunesclavo,queselasarreglóparaencontrarmeuncincel.—¿Quévasahacer,Gordiano?¡Unmomento!Esasbaldosassoncarísimas.No lesdesportilles

lasesquinas.—¿Nisiquieraparadescubriresto?—Metíelcinceldebajodelbordedeunalosaylalevanté.Lucioseechóatrás,abriólaboca,seinclinóhaciadelanteymirófijamentelaoscuridad.—¡Untúnel!—susurró.—Esoparece.—Hayqueveradóndeconduce—dijoLucio.Memiróyenarcóunaceja.—Yono,porHércules.NiaunqueCorneliamedoblaraloshonorarios.—No estaba sugiriendo que fuera un valiente como tú, Gordiano.—Levantó la vista hacia el

jovenesclavoquehabíatraídoelcincel.Eraunjovendelgadoyágil.CuandovioloquequeríaLucio,seechóhaciaatrásymemiróconexpresiónsuplicante.

—No,LucioClaudio—dije—,nadienecesita correr ese riesgo; todavíano.Quién sabe loqueeste jovenpodríaencontrar…lémures,monstruos, trampas,escorpionesounacaídaque lepodríacausar lamuerte.Primerodeberíamossaberadóndedael túnel.Debedesersencillo,sise limitaaseguirelcursonaturaldelosdesagües.

Asíera.Desdelagaleríadelaparteoestedelacasaerabastantefáciljuzgarporquépartedelafalda montañosa bajaban los desagües subterráneos para internarse en el valle que había entre elPalatinoy elCapitolino, punto en el quedesembocabanen laCloacaMáxima.Alpiede la colina,directamente debajo de la casa, en un descampado lleno de basura, detrás de unos almacenes y

graneros,diviséunmatorral.Losarbustoserantandensosinclusosinhojasquenosepodíaverentreellos.

Lucioinsistióenacompañarme,aunquesuvolumenysucostosatúnicanoeranlosmásindicadosparabajardandotumbosporlaempinadaladera.Finalmentellegamosalpiedelacolina,luegonosadentramosenelmatorral, agachándonosbajo las ramasgruesasy rompiendootrasparaabrirnospaso.

Al final llegamos al centro del matorral, donde nuestra perseverancia fue recompensada.Escondido tras las densas y pobladas ramas de un ciprés estaba el final del túnel. La boca estabatoscamentehecha,bordeadadepegotesdeargamasayladrilloroto.Eralobastantegrandeparaquecupieraunhombre,perolapestequesalíadeallíerasuficienteparamanteneralejadosavagabundosyniñoscuriosos.

Porlanoche,escondidotraslosalmacenesycobertizos,aquellugarteníaqueestarmásaisladoqueunnidodeleprosos.Unhombre,oparaelcasounlémur,podíairyvenirsinservistopornadie.

—Frío—sequejóLucio—,frío,húmedoyoscuro.Habríatenidomássentidoquedarseestanocheencasa,dondeseestácalienteyseco.Podríamoshabernosquedadoenelpasilloyatraparaesteespíritumalo cuando saliera del pasadizo secreto. ¿Por qué, en cambio, estamos encogidos aquí, en laoscuridadyelfrío,aguardandoveteasaberaquién,ydandounbotedemiedocadavezquesoplaunaráfagaatravésdelmatorral?

—Noteníasporquéhabervenido,LucioClaudio.Notepedíquelohicieras.—Corneliahabríapensadoquesoyuncobardesinolohubierahecho—dijoensondequeja.—¿A quién le importa la opinión de Cornelia?—le solté y memordí la lengua. El frío y la

humedad nos habían puesto al límite. Caía una llovizna, oscureciendo la luna y envolviendo elmatorralentinieblasmáslóbregas.Habíamosestadoescondidosentrelaszarzasyloscardosdesdepocodespuésdequecayeralanoche.HabíaadvertidoaLucioquelaesperaeraprobablequefueralargae incómodayposiblemente inútil,perohabía insistidoenacompañarme.Sehabíaofrecidoacontrataralgunosrufianesparaquenosescoltaran,perosimissospechaseranfundadas,noíbamosanecesitarlos;además,noqueríaquehubieramástestigosdelosnecesarios.

Unaráfagadevientoheladosememetióbajolacapaymeprodujounescalofríoenelespinazo.Los dientes de Lucio empezaron a castañetear. Mi humor se ensombrecía por momentos. ¿Y si,despuésdetodo,estabaequivocado?¿Ysielserqueveíamosnoerahumano,sinootracosa?

Crujióunaramita,luegomuchasmás.Algoavanzabaporelmatorral.Hacianosotros.—¡Esunejércitoentero!—susurróLucio,agarrándoseamibrazo.—No—lerespondítambiénentresusurros—.Sólodospersonas,siloquesupongoescierto.Dos formas en movimiento, oscurecidas por la maraña de arbustos y la profunda oscuridad,

llegaronmuycercadenosotrosydoblaronhaciaelciprésqueocultabalabocadeltúnel.Pocodespuésoílavozdeunhombre,maldiciendo.—¡Alguienhatapadoelagujero!—Reconocílavozdelgigantegruñónqueguardabalacasadel

monteCelio.—Quizá el túnel se haya hundido.—Cuando Lucio oyó la segunda voz, volvió a cogerme el

brazo,nodemiedo,sinodesorpresa.—No—dijeenvozalta—.Eltúnelsehatapadoapropósitoparaquenopodáisvolverausarlo.Hubo un momento de silencio, seguido por el rumor de dos cuerpos que se alejaban

arrastrándose.—¡Quedaosdondeestáis!—dije—.¡Porvuestropropiobien,quedaosdondeestáisyescuchadme!Los rumores cesaron y se hizo de nuevo el silencio, rasgado únicamente por una respiración

jadeanteyunossusurrosconfusos.—Séquiénessois—dije—.Séporquéhabéisvenidoaquí.Notengointencióndehacerosdaño,

perotengoquehablarconvosotros.¿Quiereshablarconmigo,Furia?—¿Furia?—susurróLucio.Habíadejadodelloverylaluzdelalunailuminabalaconfusiónde

sucara.Huboun largo silencio, luegomás susurros…elgigante estaba tratandodedisuadir a su ama.

Finalmenteéstagritó:—¿Quiéneres?—MellamoGordiano.Nomeconoces.Peroséquetúytufamiliahabéissufridomucho.Seosha

maltratado injustamente.QueosvenguéisdeTitoyCorneliapuedequesea lícitoa losojosde losdioses;nopuedojuzgarlo.Peroseoshadescubiertoyhallegadoelmomentodequeosdetengáis.Voy a ir hacia vosotros. Somos dos. No llevamos armas. Dile a tu esclavo que no os queremosperjudicaryquehacernosdañoanosotrosnoosservirádenada.

Caminédespaciohaciaelciprés,unamanchanegra,grandeypeludaenmediode laoscuridadgeneral.Alladohabíadosfiguras,unaaltayotrabaja.

Furia ordenó a su esclavo por señas que permaneciera donde estaba, luego anduvo hacianosotros.Unrayodelunacayósobresucara.Lucioabriólabocayseechóhaciaatrás.Aunquemeloesperaba,lavisiónmeprodujounescalofríoquemerecorriólasvenas.

Estaba ante lo que parecía ser un joven con una capa andrajosa. Su cabello corto estabaacartonadoporlasangreyteníamanchasdesangrealrededordetodoelcuello,comosilehubieranrebanadoéste,perosinquelacabezaselehubieradespegadodeloshombros.Susojoseranoscurosyparecíanvacíos.Supieleratanpálidacomolamuerteyestabamoteadadepústulashorribles,ysuslabiosestabanresecosyagrietados.CuandoFuriatomólapalabra,suvozdulceyamablecontrastóextrañamenteconsuhorribleaspecto.

—Mehabéisdescubierto—dijo.—Sí.—¿Ereselhombrequeestuvoencasademimadreestamañana?—Sí.—¿Quiénmehatraicionado?NopuedehabersidoCleto—susurró,mirandoalguardaespaldas.—Nadietehatraicionado.Hemosdescubiertoeltúnelestamañana.—Mihermanolohizoconstruirdurantelospeoresañosdelaguerracivilparaquetuviéramosun

camino de escape si llegaba una crisis repentina. Por supuesto, cuando el monstruo llegó a serdictador,nohubocaminodeescapeparanadie.

—¿EratuhermanorealmenteenemigodeSila?—Nodeunamaneraactiva;perohuboquienesdeseabanpintarlecomoatal,quienescodiciaban

todoloquetenía.—¿Furiofueproscritosinrazón?—¡Laúnicarazónquehabíaeralacodiciadeesaputa!—Suvozeradurayamarga.MiréaLucio,

queestabacuriosamentesilenciosoanteaquellaagresióncontraCornelia.—PeroacosasteaTitoprimero…—SóloparaqueCorneliasupieraloqueleesperaba.Titoeraunpusilánime,undonnadiefácilde

asustar.PreguntaaCornelia;ellasiemprepodíaintimidarleparaquehicieracualquiercosaqueellaquisiera,inclusosiesosignificabadestruirauninocente.FueCorneliaquienconvencióasuqueridoprimoSiladequeincluyeraelnombredemihermanoenlaslistasdeproscritos,sóloparaquedarseconnuestracasa.Como loshombresdenuestra líneahanperecidoyFurioeraelúltimo,Corneliapensóquesucalumniaquedaríasiempreimpune.

—Pero ahora hay que detener todo esto, Furia. Debes contentarte con lo que has hecho hastaahora.

—¡No!—Unavidaporotra—dije—.TitoporFurio.—¡No,ruinaporruina!LamuertedeTitononosdevolveránuestracasa,ninuestrafortuna,ni

nuestrobuennombre.—NilamuertedeCorneliatampoco.Sisigues,seguroquetecogerán.Tienesquecontentartecon

lamitaddelavenganzayolvidarelresto.—¿Piensasdecírselo,entonces?¿Ahoraquemehasdescubierto?Vacilé.—Primero,dimelaverdad,Furia:¿empujasteaTitodelagalería?Memirósinexpresión;laluzdelalunahacíaquesusojosrelucierancomopedazosdeónice.—Tito saltó de la galería. Saltó porque pensó que veía el lémur de mi hermano y no pudo

soportarsupropiamaldadnisuculpa.Inclinélacabeza.—Vete—susurré—.Cogea tuesclavoyvete;vuelvecon tumadre, tu sobrinay laviudade tu

hermano.Novuelvasnunca.Levantélacabezayvilágrimascorriendoporsusmejillas.Eraunaextrañavisión,verlloraraun

lémur.Llamóalesclavoysalierondelmatorral.

***

Subimos la colina en silencio. Los dientes de Lucio dejaron de castañetear, y empezó a soplar yresoplar.AlllegarjuntoalacasadeCornelia,melollevéaparte.

—Lucio,nodebescontárseloaCornelia.—Pero¿cómoentonces…?—Le diremos que encontramos el túnel, pero que no apareció nadie; que su acosador está

asustadodemomento,peropuedevolver,encuyocasoellapuedeorganizarsuspropiasdefensas.Sí,déjalepensarquelamisteriosaamenazatodavíaestáenelaire,planeandosudestrucción.

—PeroCorneliamerece…—MereceloqueFurialereservaba.¿NosabíasqueCorneliahabíapuestoelnombredeFurioen

laslistassóloparaquedarseconestacasa?—Yo… —Lucio se mordió el labio—. Yo ya sospechaba la posibilidad. Pero no fue tan

excepcional,Gordiano.Todoelmundohacíalomismo.—Todoelmundono.Túno,Lucio.—Cierto—dijo, asintiendo tímidamente—. Pero Cornelia te acusará de no haber capturado al

impostor.Senegaráapagarteloshonorarioscompletos.—Nomeimportanloshonorarios.—Yoabonaréladiferencia—dijoLucio.Apoyélamanoensuhombro.—¿QuéesmásraroqueuncamelloenlasGalias?—dije.Lucioarrugólafrente—.¡Unhombre

honradoenRoma!—Meechéareíryleoprimíelhombro.Luciomeapartólamanoconuntípicogestodemalestar.—Aúnnoentiendocómosupistelaidentidaddelimpostor.—TedijequehabíavisitadolacasadelmonteCelioporlamañana.Loquenotedijeesloqueme

contó la vieja esclava de la casa de enfrente: que Furio sólo tenía una hermana y que se parecíamuchísimo a él… tanto que con sus rasgosmás suaves y femeninos podría haber pasado por unaversiónmásjovendeFurio.

—Perosuhorribleapariencia…—Unailusión.CuandoseguíalaviudadeFuriohastaelmercado,lavicomprarunaconsiderable

cantidaddesangredevaca.Tambiénjuntóunpuñadodebayasdeenebro,quellevabasupequeñahija.—¿Bayas?—LaspústulasdelacaradeFuria…eranbayasdeenebrocortadaspor lamitad.Lasangreera

paraapelmazarelcabelloymancharleelcuello.Yencuantoalrestodesuapariencia,elmaquillajeyla ropa cadavéricos…nosotros,Lucio, sólopodemos imaginar el ingeniodeunasmujeresunidasporunobjetivocomún.Furiahaestadorecluidadurantemeses,loqueexplicalaextrañapalidezdesupiel,quepudieracortarseelpeloyquenadiesedieracuenta.—Cabeceé—.Unamujernotable.Mepreguntoporquénosehabrácasado.Supongoquelaconfusióndelaguerracivildestruyócualquierplanquetuviera,y lamuertedesushermanosdestrozósusproyectosparasiempre.Ladesdichaescomounguijarroarrojadoaunacharca,queoriginaunaondaquenohacemásquecrecer.

Aquellanochemedirigíacasacansadoytriste.Haydíasenlosqueunovedemasiadolaperversidaddelmundoysólounlargosueñoenlasegurareclusióndelhogarrestauralasganasdevivir.PenséenBethesdayenEco,ytratédeapartarlacaradeFuriademicabeza.Yanimeacordabadelsoldadomalditoysulegióndelémures.

Paséanteelmurodesujardín,percibiendoelolorfamiliardelashojasquemadas,peronopensénadaespecialhastaqueoíabrirseelpostigodemaderaylavozdesuviejocriado.

—¡Sabueso!¡Graciasalosdiosesqueporfinhasvuelto!—susurróconvozronca.Parecíasufriruna extraña dolencia, porque el hueco del postigo tenía altura suficiente para permitirle estartotalmente derecho, y sin embargo permanecía extrañamente inclinado. Sus ojos habían perdidobrilloyletemblabalamandíbula—.Elamoenviórecaderosatucasa.Volvieronconlanoticiadeque

estabas fuera, pero cada rato vuelven para informarse. Cuando los lémures llegan, el tiempo sedetiene.¡Porfavor,entra!¡Salvaalamo…sálvanosatodos!

Delotroladodelmurobrotaronlamentos,nodeunhombresolo,sinodevarios.Oílosgritosdeunamujeryelruidodeobjetospesadosquesevolcaban.¿Quélocurasehabíaadueñadodelacasadelsoldado?

—¡Por favor, ayúdanos! ¡Los lémures, los lémures!—Elviejoesclavopuso tal caradehorrorqueempecéaretroceder.Metílamanobajolatúnicayacariciéelpuñodeladaga.Pero¿dequéibaaservirunadagacontralosqueyaestabanmuertos?

Crucéelpostigo.Micorazónlatíacomounmartilloquegolpeaseunyunque.Elairedeljardínestaballenodehumo;despuésdelallovizna,unfríohúmedohabíadescendido

comounamantasobrelascolinasdeRoma,impidiendoqueascendieraelhumodelaschimeneasyhaciendoelaireespesoeinmóvil.Traguéunairritantebocanadadeaireytosí.

Elsoldadosaliócorriendodelacasa.Tropezó,cayó,avanzóderodillas,merodeólacinturaconlosbrazosymemiróconlosojosllenosdeterrorypánico.

—¡Ahí! —Señalaba hacia la casa—. ¡Me persiguen! Dioses, tened piedad… ¡el muchacho sincabeza,elsoldadoconlastripasfuera,todos,todos!

Mirélaoscuridadnebulosa,peronovinadaexceptounaligeraespiraldehumo.Derepentemesentí mareado y aturdido. Seguramente, me dije, porque no había comido en todo el día; habríatenidoquesermenosorgullosocon lahospitalidaddeCorneliayhaberaceptadopor lomenosunplatodecomida.Depronto,mientrasmiraba,laespiraldehumoempezóaexpandirseyacambiardeforma.Unacarasaliódelasombríaoscuridad:lacaradeunjoven,retorcidaporelsufrimiento.

—¡Mira!—gritóelsoldado—.¡Miraalpobremuchachoconsupropiacabezaenlamano,igualquePerseocuandososteníalacabezadelaGorgona!¡Fíjateencómomemira,cómomeacusa!

Laverdadesqueentreelhumoylaoscuridadempecéaverexactamenteloqueeldesgraciadodescribía,unjovendecapitado,vestidoparalabatalla,quesujetabaenaltoyporlospelossupropiacabeza. Abrí la boca lleno de terror. Detrás del muchacho empezaron a aparecer otras formas…primero unas pocas, luego muchas, después una legión de fantasmas cubiertos de sangre yretorciéndoseenelairecomoquimeras.

Eraunespectáculoterrorífico.Habríahuido,peroteníalospiesclavadosalsuelo.Elsoldadosecogióamisrodillas.Elviejoesclavoempezóalloraryabalbucir.Dentrodelacasaseoíangemidosygritosdeconsternación.

—¿Nolosoyes?—exclamóelsoldado—.¡Loslémures,chillandocomoarpías!—Elejércitodecadáveresempezóalloriquearyalamentarse…¡eraimposiblequenolooyesetodaRoma!

Al igualqueelhombrequeseahoga,unamentesometidaamil tensionesseaferraacualquiercosaparasalvarse.Unpocodepajapuedeflotar,peronosostendráaunhombreexhausto;unmaderopuede darle un respiro, pero lo mejor es una roca firme en medio de la corriente furiosa. Asímanoteaba mi mente, tratando de aferrar cualquier cosa que pudiera salvarla de aquel horrorinexplicable.Habíallegadoelmomentodedecirbastayenaquelmomentoinfinitamentefrágilcruzómialmaunchorrodeimágenes,derecuerdos,deescenasydeideas.Measíalaspajas.Lalocuramearrastraba hacia abajo, como una corriente invisible en un océano de aguas negras.Me hundía…hastaquederepenteencontrélasólidaverdadalaqueaferrarme.

—¡Lazarza!—susurré—.¡Lazarzaardientequehabla!Elsoldado,pensandoquehabíaconseguidoveralgoenmediodelamasadelémures,sesujetóa

míentretemblores.—¿Quézarza?¡Ah,sí!¡Esincreíble!Yotambiénlaveo…—No,¡elarbustoquehayaquí,entujardín!Esearbolilloretorcidoquehayentrelostejos,con

hojasamarillasasualrededor.Perosushojashansidoarrastradasentrelasotras,quemadasconlasotrasenelbrasero,yelhumosigueenelaire…

Saquéalsoldadodeljardínaempujones,porelpostigo.Volvíabuscaralviejoesclavoyluego,uno por uno, a todos los demás. Se apiñaron todos sobre los adoquines de la calle, temblando yconfundidos,conlosojosdilatadosporelterroreinyectadosensangre.

—¡Nohaylémures!—susurréconlagargantairritadaporelhumo,aunquecontinuabaviendoaloslémuresporencimadelmuro,contoneándoseyagitandosusintestinosenelairevacío.

Losesclavoschillabanyseabrazabanentresí.Elsoldadosecubrióconlasmanos.

***

Cuando los esclavos se fueron calmando, los guié por grupos a mi casa, donde se quedaronapelotonados,asustadosperoasalvo.Bethesdaestabaperplejaydisgustadaporlarepentinainvasióndeextrañosmediolocos,peroEcoestabaencantadoporlaoportunidaddequedarselevantadohastaelamanecerencircunstanciastaninsólitas.Fueunanochelargayfría,caracterizadaporaccesosdepánicoybrotesdemutuoapaciguamiento,mientrasesperábamosquevolvieralacordura.

La primera luz de la mañana apareció, trayendo un fresco rocío que fue un tónico para lossentidos todavía confusos por la falta de sueño e intoxicados por el humo.Mi cabeza retumbabacomountrueno,conunaresacamuchopeorquecualquieraquehubierapodidocausarmeelvino.Unrayodesolpálidoeracomouncuchilloparamisojos,perodejédevervisionesdelémuresydeoírsuslamentosdesenfrenados.

Elsoldado,ojerosoyaturdido,merogóqueledieraunaexplicación.—Laverdadllegóamíderepente—dije—.Turitoanualdequemarhojas,ylavisitaanualdelos

lémures… el humo que llenaba tu jardín y la epidemia de espíritus malignos… todo esto estabaconectadodealgunamanera.EsearbolilloextrañoyretorcidoquetieneseneljardínnoesoriginariodeRoma,nideItalia.Notengoniideadecómollegóallí,perosospechoquesussemillasvinierondeOriente,dondenosonraraslasplantasquecausanalucinaciones.Existeunaplantaetíopequellamandelaculebra,cuyojugocausaunasalucinacionestanterriblesquellevanaloshombresalsuicidio;los condenados por sacrilegio son obligados a beberlo como castigo. También conozco la plantafluvialquecreceenlasorillasdelIndoyqueesfamosaporquehacedesvariaraloshombresylesproduce extrañasvisiones.Pero sospechoque el arbolillode tu jardín esun espécimende arbustorarodescubiertoenlasmontañasrocosasdelEgiptooriental;Bethesdasabeunahistoriasobreél.

—¿Quéhistoria?—dijoBethesda.—¿Yanoteacuerdas?Lahistoriaquetupadreelhebreotecontósobreunantepasadosuyo,untal

Moisés,unpastorqueencontróunazarzaqueardíayalmismo tiempo lehablaba.Lashojasde tuarbusto,vecino,nosólohablan,sinoqueproducenvisionespoderosas.

—Aunasí,¿porquéviloquevi?

—Viste loquemás temías…losespíritusvengativosde loshombresquemataste luchandoporSila.

—¡Perolosesclavosveíanlomismoqueyo!¡Ytútambién!—Vimosloquetúsugerías.¿Notedistecuentadequeempezasteaverunazarzaardiendocuando

yodije«zarzaardiente»?Cabeceó.—Nuncahabíasidotanpoderosocomoanoche.¡Fuepeorquenunca!—Probablementeporque,enelpasado,sóloquemabasunpuñadodehojasamarillasalavez,yel

vientofríosellevabagranpartedelhumo;lasalucinacionesafectabanaalgunos,peronoatodosloshabitantesdelacasa.Peroanochequemasteunbuenmontóndehojasamarillasalmismotiempo.Elhumollenabaeljardínysemetióentucasa.Todoelquelorespiróquedóintoxicadoyafectadodelocuratemporal.Unavezescapamosdelhumo,lalocurapasó,comounafiebrequeseconsumesola.

—Entonces,¿loslémuresnohanexistidonunca?—Creoqueno.—YsiarrancoesearbustomalditoylotiroalTíber,¿volveréaveraloslémures?—Quizáno.Aunquepodrásverlossiempreentuspesadillas,pensé.

—Entoncesfuecomoyosupuse—dijoBethesdaaquellatarde,conunpañohúmedoenlamano,pararefrescarmelafrente.Todavíacruzabanmissienesalgunaspunzadasdedolor,ycadavezquecerrabalosojos,seperfilabanenlaoscuridadalarmantesvisiones.

—¿Talcomosupusiste?¡Quétontería!—dije—.¡PensastequeTitohabíasidoempujadodesdelagaleríayquelohabíahechosumujer,Cornelia!

—Unamujerquefingíaserunlémurleobligóasaltar.Escasilomismo—insistió.—Ydijistequeelviejoesclavodelsoldadomentíaaldecirquehabíavistoaloslémures,cuando

dehechoestabadiciendolaverdad.—Lo que dije es que los muertos no pueden pasearse por ahí a menos que hayan sido

cuidadosamenteembalsamados;yenesto,estabatotalmenteenlocierto.Yfuiyoquientehablóunavezdelazarzaardientequehablaba,¿recuerdas?Sineso,nuncahabríasdeducidolacausa.

—Esverdad—admití,decidiendoqueeraimposibleganarladiscusión.—Esa curiosa idea romana sobre los lémures que persiguen a los vivos es completamente

absurda—continuó.—Deesonoestoyseguro.—¡Perohasvistolaverdadportuspropiosojos!Contupropioingeniohasprobado,nounasino

dosveces,queloquetodoelmundopensabaqueeranlémuresnoloeranenabsoluto,sólounplande venganza en un caso y humo embriagador en el otro… ¡y en el fondo de los dos casos, unaconcienciaculpable!

—Confundeselpuntodevista,Bethesda.—¿Quéquieresdecir?—Que los lémures sí existen…quizánocomovisitantesperceptiblespor los sentidos, sinode

otramanera.Losmuertos tienenpoderparasembrar ladesgraciaentre losvivos.Elespíritudeunhombrepuedeacarrearestragos incalculablesdesde la tumba.Cuantomáspoderosoeselhombre,másterribleessucapacidaddehacerelmal.—Tirité,noporlasllamativasalucinacionesdeljardíndelsoldado,sinoporlaverdaddesnuda,queerainfinitamentemáshorrorosa—.Romaesunaciudadencantada.El lémurdeSilanospersiguea todos.Esposiblequeestémuerto,peronoenparaderodesconocido.Sumaldadpermanece, llevando ladesesperaciónyel sufrimiento tantoa susamigoscomoasusenemigos.

Bethesdanotuvorespuestaparaesto.Cerrélosojosyyanovimásmonstruos,perodormíconunsueñoinquietohastaelamanecerdeldíasiguiente.

ElpequeñoCésarylospiratas

—¡Salve,Gordiano!Dime,¿hasoídoloquedicenenelForosobreeljovensobrinodeMario,JulioCésar?

Eramibuenamigo,LucioClaudioelquesedirigíaamíentalestérminosenlasescalerasdelastermasSenias.Yoentraba,peroéldebíadeestarsaliendo.

—Si te refieres a esa vieja anécdota sobre el guapo César jugando a ser la reina del reyNicomedes deBitinia, sí, la he oído antes…a timismo, según creo, ymás de unavez, y en cadaocasiónconmásdetallesgráficos.

—No, no, esos pequeños cotilleos son ya historia antigua. Estoy hablando de lo que le hasucedidoconlospiratas…pagoderescates,venganzas,¡inclusocrucifixiones!

Lo miré fingiendo curiosidad. Lucio sonrió y sus dos papadas se convirtieron en una únicabarbilla.Teníalosmofletesdelcolordelazafránacausadelcalordelosbaños,ysusrizosnaranjatodavíaestabanhúmedos.Elbrillodesusojosteníaesaespecialalegríadeserelprimeroencontarunchismeespecialmentejugoso.

Le confesé que me había picado la curiosidad. Sin embargo, como Lucio salía de los bañosmientras que yo acababa de llegar, y como estaba deseando sumergirme en el agua caliente paracontrarrestar el fresquito que flotaba aún en el aire de la primavera… la anécdota, porHércules,tendríaqueesperar.

—¿Qué?¿Ydejarquetelacuenteotroyteexpliquetodoslosdetallesalrevés?¡No,Gordiano,no,por losdioses!Teacompañaré.—Indicóporseñasasussirvientesquedieranmediavuelta.Elropero, elbarbero, elmanicuro, elmasajistay losguardaespaldasparecieronalgoconfusos,peronossiguieronsumisamentealinteriordelosbaños.

Fue un golpe de suerte para mí, ya que necesitaba un poco de aseo y de atención personal.Bethesdaseapañabacomomejorpodíaparanocortarmeelpeloatrasquilones,ycomomasajistanoteníarival,peroLucioClaudioeralobastantericoparapermitirselomejorenservicioscorporales.Hay algo que debe decirse sobre el acceso ocasional a los servicios de los esclavos de un rico.Mientrasme recortaban, limabanypulíancuidadosamente lasuñasde lasmanosyde lospies,meesculpían magistralmente el pelo y me rapaban sin dolor la barba, Lucio trataba de empezar laanécdotayyonohacíamásqueimpedírselo,paraasegurarmedequerecibíaeltratamientocompleto.

Hastanuestra segundavisita a lapiscina calienteno lepermití empezar formalmente.Entre lasnubes de vapor, con nuestra cabeza asomando del agua como islotes en la niebla, me contó suanécdotademarineros.

—Como sabes,Gordiano, en losúltimos años el problemade la piratería ha aumentadodeunmodomuyserio.

—Culpa a Sila, aMario y a la guerra civil—dije—. Las guerras significan refugiados, y losrefugiadossignificanmásbandidosenloscaminosymáspiratasenelmar.

—Sí,bien,seacualfuerelacausa,todosvemoslasconsecuencias.Barcosasaltadosycapturados,ciudadessaqueadas,ciudadanosromanostomadoscomorehenes.

—Mientrastanto,elSenadovacila,comodecostumbre.—¿Quépuedehacer elSenado?¿Encomendarunamisiónnaval extraordinaria a algúngeneral

deseoso de poder, que luego pudiera utilizar las fuerzas que le damos para atacar a sus rivalespolíticosydeclararotraguerracivil?

Cabeceé.—Atrapadosentreseñoresdelaguerraybandoleros,conelSenadoromanoguiándonos,aveces

noséquévaaserdenuestrarepública.—Esloquedicentodosloshombresquetienendosdedosdefrente—dijoLucio.Compartimos

un momento de silenciosa reflexión sobre la crisis del Estado romano. Lucio reanudóinmediatamentelaanécdota.

—Bueno, cuando digo que los piratas se han vuelto tan atrevidos como para secuestrar aciudadanos de Roma, no me refiero simplemente a comerciantes a quienes raptan de un barcomercante por pura casualidad. Me refiero a ciudadanos distinguidos, nobles romanos a quienesinclusolospiratasignorantesdeberíanconocerantesdemolestar.MerefieroaljovenJulioCésar,sinirmáslejos.

—¿Cuándoocurrió?—Alcomienzodelinvierno.CésarhabíapasadoelveranoenlaisladeRodas,estudiandoretórica

conApolonioMolón.SelehabíaencomendadoelcargodeagregadodelgobernadordeCilicia,peroseentretuvoenRodastodoeltiempoquepudoypartióalfinaldelatemporadamarítima.AntelascostasdelaisladeFarmacusasubarcofueperseguidoycapturadoporlospiratas.¡Césarytodoslossuyoscayeronprisioneros!

Lucioarqueóunaceja,loqueprodujouncuriosodibujodearrugasensufrentecarnosa.—Recuerda—añadió—queCésarsólotieneveintidósaños,loquepodríaexplicarquefueratan

imprudente.Recuerda también que su buena presencia, su riqueza y sus relaciones siempre le hanpermitido conseguir loquequiere.Figúrate: se encuentradepronto entre lasgarrasde lospiratascilicios, lagentemássanguinariade la tierra.¿Seacoquinóantesusamenazas?¿Agachóla testuz?¿Baló como un cordero?De ningúnmodo. ¡Todo lo contrario! Se burló de sus captores desde elprincipio.Ledijeronqueplaneabanpedirunrescatedemediomillóndesestercios.¡Césarserióensu cara! Por un cautivo como él, les dijo, si no pedían al menos un millón, es que eran comoimbéciles de nacimiento. Y como los piratas eran cualquier cosa menos imbéciles, pidieron unmillón.

—Interesante—dije—. Al dar mayor valor a su vida, obligó a los piratas a hacer lo mismo.Supongoqueinclusolosasesinossedientosdesangretiendenacuidarmejoraunrehéndeunmillóndesesterciosqueaotroquealosumosólovalgalamitad.

—¿AsíquecreesquelajugadademuestralainteligenciadeCésar?Susenemigosloatribuyenasimplevanidad.Peromequitolacoronadelaurelporloquehizoacontinuación,quefuenegociarlaliberación de casi todo su séquito. Sus numerosos secretarios y ayudantes quedaron en libertadporqueCésar insistió en que elmillón del rescate debía recogerse en varios lugares y para estasgestiones necesitaba movilizar a todo su séquito. A los únicos que retuvo junto a sí fue a dosesclavos,imprescindiblesparacuidardelacomodidaddeunnoble,yasumédicopersonal,dequienCésarnopuedeprescindirdebidoalosataquesqueleproducesuenfermedadconvulsiva.

»Bien,dicenqueCésarpasócasicuarentadíasenlasgarrasdelospiratasyenfocóestecautiveriocomosifueranunasvacaciones.Siseponíaadormirlasiestaylospiratashacíandemasiadoruido,

enviaba a un esclavo a decirles que no alborotaran tanto. Cuando los piratas se enfrascaban enejerciciosyjuegos,Césarseuníaaellos,losderrotabadevezencuandoylostrataba,nocomosifueran suscaptores, sino susguardias.Paraocuparel tiempo libre, escribíadiscursosycomponíaversos,talcomolehabíaenseñadoApolonioMolón,ycuandoterminabaunaobritaconminabaalospiratasaquesesentaranensilencioy leescucharan.Si le interrumpíanohacíanalgúncomentariocrítico, les llamababárbaros y analfabetos.Les decía enbromaque les iba a dar jarabede látigo,comosifueranniñosdíscolos,ybromeabainclusosobrehacerlesmoriren lacruzporofender ladignidaddeunpatricioromano.

—¿Ylospiratassoportabansemejanteinsolencia?—¡Parecíaencantarles!Césarejercíaunaespeciedefascinaciónsobreellos,porelpoderpuroy

desnudodesuvoluntad.Cuantomáslosmaltratabayofendía,másencantadosestaban.»PorfinllegóelrescateyCésarfueliberado.RápidamentesedirigióaMileto,sepusoalfrente

deunoscuantosbarcos,yvolviódirectamentealaisladelospiratas.Loscogióporsorpresa,capturóacasitodosynosóloreclamóeldinerodelrescatesinoqueademásseapoderódesustesoros,quese incautó comobotíndeguerra.Comoelgobernador local, quebuscabauna trampa legalque lepermitierareclamarelbotínparasuspropiasarcas,dudarasobreloquehacerconlospiratas,Césarse ofreció para encargarse del castigo. Muchas veces, mientras había estado prisionero, habíaalardeadodequelosibaacrucificar,yellossehabíanreído,pensandoqueeransimplesbravatasdeniñomimado…perofueCésarquienrióelúltimo,porquealfinalloscrucificó.“Queloshombresaprendanatomarmealpiedelaletra”,dijo.

Apesardelcalordelbañosentíunescalofrío.—¿Todoesotelohancontadoenelforo,Lucio?—Sí,estáenbocadetodos.CésarvieneyahaciaRomaylahistoriadesushazañasleprecede.—¡Latípicafábulamoralquegustaalosromanos!—gruñí—.Nohaydudadequeeseambicioso

y jovenpatriciopiensahacercarrerapolítica.Loschascarrilloscomoelquemehascontadoes lamejormaneradelabrarseunareputaciónentrelosvotantes.

—Bueno,CésarnecesitaalgopararecuperarladignidaddespuésdehaberlaperdidoenlacortedelreyNicomedes—dijoLucioconunasonrisasarcástica.

—Sí,alosojosdelamultitud,nadarefuerzatantoladignidadromanacomoclavaraunpuñadodehombresenlacruz—dijecontalantesombrío.

—Ynadalamenguatantocomoqueleclavenauno,aunqueseaenellechodeunrey—observóLucio.

—Estaaguaseestácalentandodemasiado;meestáponiendoirritable.Creoquevoyaaprovecharlosserviciosdetumasajista,LucioClaudio.

La historia de César y los piratas fue la comidilla de la república durante una larga temporada.Durantelosmesessiguientes,mientraslaprimaveraseconvertíaenverano,laoíenvariosidiomasyconmultituddevariantes,enlastabernasyenlasesquinas,enbocadefilósofosenelforoyenbocadeacróbatasdelantedelCircoMáximo.Eraunclaroejemplodehastaquépuntoelproblemadelapirateríadesbordabaa lasautoridades,decían todos, asintiendogravemente,pero loque realmente

lesimpresionabaeraqueaqueljovenybragadopatriciohubieracautivadoconsuarroganciaaunospiratassedientosdesangrey,finalmente,hubieradescargadosobreellostodoelpesodelajusticiaromana.

***

FueuntórridodíaestivaldelmessextilcuandomellamarondelacasadeunpatriciollamadoQuintoFabio.

La mansión estaba en el Aventino. Parecía antigua y al mismo tiempo inmaculadamenteconservada, indiciodeque lospropietarioshabíanprosperadoallí durantevariasgeneraciones.Elvestíbulo estaba flanqueado de docenas de efigies de antepasados de la familia; los Fabios seremontabanalafundacióndelarepública.

Fui conducido a una habitación que daba al patio interior y en la que me esperaban misanfitriones. Quinto Fabio era un cuarentón de mandíbula saliente y sienes plateadas. Su mujer,Valeria,teníaelpelocastañoylosojosazules,yerasorprendentementehermosa.Trajeronunasillaparamí,yunesclavoparaquemeabanicara.

Normalmente,cuantomásarribaestáunclienteenlaescalasocial,mástardaenexplicarmesusasuntos.Sinembargo,QuintoFabionoseanduvoporlasramasysacóundocumento.

—¿Quéteparece?—dijo,mientrasotroesclavoponíaelpapiroenmismanos.—Sabesleer,¿verdad?—preguntóValeriaconnerviosismo,sinánimodeofender.—Oh,sí,cuandovoydespacio—dije,pensandoenganartiempoparaestudiarlacarta(puesera

una carta) y descubrir lo que la pareja deseaba de mis humildes cualidades. El papiro estabamanchadodeaguayrasgadoporlosbordes,yenvezdeenrollarlo,lohabíandobladovariasveces.Lacaligrafíaerainfantilperoenérgica,conringorrangosenalgunasletras.

Amadísimospateretmater:

A estas alturas, mis amigos ya os habrán hablado de mi secuestro. Fue unatonteríairmeanadaryosolo…¡Perdonadme!Séquedebéisestarafligidosporelmiedoy lapena, peronoosasustéisdemasiado; sóloheperdidounpocodepesoymiscaptoresnosonmuycrueles.

Escribo para comunicaros sus demandas. Dicen que debéis darles 100.000sestercios.HayqueentregarlosenOstiadurantelamañanadelosidusdelmessextil,aunhombrequeestaráenlatabernallamadaElpezvolador.Vuestroagentedeberállevarunatúnicaroja.

Por su acento y sus modales rudos, sospecho que estos piratas son cilicios.Puede que alguno sepa leer (aunque lo dudo), así que no puedo hablarlibremente,perosabedquenoestoytanmalcomopodríaesperarse.

¡Prontovolveremosaestarjuntos!Esloquefervientementeimploravuestrodevotohijo,

ESPURIO

Mientrasmeditabalanota,porelrabillodelojoviqueQuintoFabiotamborileabaconlosdedosenelbrazodesusilla.Sumujersepasabalaslargasuñasporloslabios.

—Supongo—dijefríamente—quequerréisquevayaapagarelrescatedelpobremuchacho.—¡Sí,porfavor!—dijoValeria,inclinándoseyobservándomeconexpresiónasustada.—Noesunpobremuchacho—dijoQuintoFabioconunavozsorprendentementedura—.Tiene

diecisieteaños.Sepusolatogavirilhacecercadeunaño.—¿Aceptaseltrabajo?—dijoValeria.Fingíanalizarlacarta.—¿Por qué no enviáis a alguien de vuestra propia casa? ¿Un secretario de confianza, por

ejemplo?QuintoFabiomeobservófijamente.—Mehandichoqueereslisto.Quedescubrescosas.—Nosenecesitaanadielistoparaentregareldinerodeunrescate.—¿Quién sabe qué inesperadas contingencias pueden presentarse? Me han dicho que puedo

confiarentujuicio…yentudiscreción.—¡Pobre Espurio! —dijo Valeria con voz compungida—. Has leído su carta. Sin duda

comprendeslomalqueloestántratando.—Hevistoquehabladesustribulaciones,enefecto—dije.—Siconocierasamihijo, si supieras locariñosoqueespornaturaleza, tedaríascuentade lo

desesperadaquetienequesersusituaciónparaquemencionesusufrimiento.Sidicequehaperdidoalgodepeso,esquedebeestarmediomuertodehambre.¿Conqué loalimentaránesosbárbaros?¿Concabezasdepescadoypanduro?Sidicequeesosmonstruos«nosonmuycrueles»¡imaginalocruelesquedebendeser!Cuandopiensoenlacruzqueestápasando…¡Oh!¡Estoessuperioramisfuerzas!—dijoahogandounsollozo.

—¿Dóndelosecuestraron?¿Ycuándo?—Elmespasado—dijoQuintoFabio.—Hace veintidós días—dijo Valeria con un sollozo—. ¡Veintidós interminables días con sus

noches!—Estaba enBayas con unos amigos—explicóQuintoFabio—.Tenemos una villa cerca de la

playayotraenNeápolis,alotroladodelgolfo.Espurioysusamigoscogieronunpequeñoesquifeyfueronanavegarentre losbotesdepesca.Eldíaeracaluroso.Espuriodecidiódarseunbaño.Susamigossequedaronenelbote.

—Espurioesunnadadorfuerte—dijoValeria,conunorgulloqueneutralizabaeltemblordesuvoz.

QuintoFabioseencogiódehombros.—Mi hijo esmejor nadando que haciendo otras cosas.Mientras sus amigosmiraban, dio una

vuelta completa, nadando de un bote de pesca a otro. Sus amigos lo vieron hablar y reír con lospescadores.

—Espurioesmuyextrovertido—explicólamadre.—Fuenadandoyalejándosecadavezmás—continuóQuintoFabio—,hastaquesusamigos lo

perdierondevistaduranteunratoyempezaronapreocuparse.EntoncesunodeellosvioaEspurioabordode loque todospensaronqueeraunbarcodepesca,aunqueeramásgrandeque losdemás.Tardaronunratoendarsecuentadequeelbarcohabíadesplegadolavelayseestabaalejando.Susamigos trataron de seguirlo con el esquife, pero ninguno de ellos tenía verdadera habilidadnavegando.Antes de que se dieran cuenta, la embarcación había desaparecido, yEspurio con ella.Finalmente,losjóvenesvolvieronalavilladeBayas.TodospensabanqueEspuriovolveríatardeo

temprano,peronofueasí.Losdíaspasaronsinunasolanoticia.—¡Imagina nuestra preocupación! —dijo Valeria—. Enviamos avisos de desesperación al

encargado de la villa. El encargado hizo averiguaciones entre los pescadores de todo el golfo,tratandodeencontraralgunoquepudieraexplicarloquehabíapasadoeidentificaraloshombresquesehabíanidoconEspurio,perosuspesquisasnocondujeronaningunaparte.

QuintoFabioesbozóunasonrisadedesprecio.—Los pescadores de Neápolis… si alguna vez has estado allí, conocerás a esa gente.

Descendientes de viejos colonos griegos que nunca han abandonado las costumbres griegas.¡Algunosnihablan latín!Encuantoasusgustose inclinacionespersonales,cuantomenossehablemejor.Nopuedeesperarsequesemejantespersonascooperenenlabúsquedadeunpatricioromanosecuestradoporpiratas.

—Sin embargo —dije—, yo habría jurado que los pescadores, al margen de sus prejuiciospersonalescontralaclasepatricia,sonlosenemigosnaturalesdelospiratas.

—Aunquefueraasí,mihombredeBayasfueincapazdedescubrirnada—dijoQuintoFabio—.NosupimosloquelepasóexactamenteaEspuriohastaquerecibimossucartahaceunosdías.

Mirélacartadenuevo.—Tuhijollamaciliciosalospiratas.Mepareceunpocotraídoporlospelos.—¿Porqué?—dijoValeria—.Todoelmundodicequesonlosmássanguinariosdelmundo.Se

comentaquehacenincursionesentodaslascostas,desdeAsiahastaHispania,pasandoporÁfrica.—Sí,sí,pero¿enestapartedelacostadeItalia?¿PrecisamenteenlosalrededoresdeBayas?—Estoydeacuerdoenqueesunanoticiasorprendente—dijoQuintoFabio—.Pero¿quépuede

esperarsecuandoelproblemadelapirateríaempeoramientraselSenadonohacenada?Fruncíloslabios.—¿YnotepareceraroqueesospiratasquieranqueelrescateselleveaOstia,queestáacuatro

pasosdeRoma?Esdemasiadocerca.—¿A quién le importan esos detalles? —dijo Valeria con voz quebrada—. ¿Qué importa si

tenemosqueirhastalascolumnasdeHérculesosóloaunoscuantospasosdelForo?TenemosqueirdondeellosdiganparaqueEspuriovuelvaacasasanoysalvo.

Asentí.—¿Ylacantidad?Faltandosdíaspara los idus.Cienmilsesterciossondiezmilpiezasdeoro.

¿Podéisreuniresacantidad?QuintoFabiolanzóunbufido.—Eldineronoesproblema.Lacantidadescasiuninsulto.Aunquetengoquepreguntarmesiel

chicovalesiquieraeseprecio—añadióentredientes.Valerialomiróconfiereza.—Fingiréquenoteheoídodecireso,Quinto.¡Ydelantedeunextraño!—Memiróyrápidamente

bajólosojos.QuintoFabionolehizocaso.—Bien,Gordiano,¿aceptaseltrabajo?Mirélacartaconinquietud.QuintoFabioseirguióantemivacilación.—Siescuestióndehonorarios,teaseguroquepuedosergeneroso.

—Loshonorarios siempre son temadediscusión—admití, aunque teniendocuenta el vacíodemisarcasparticularesyelhumordemisacreedores,noestabaencondicionesdenegarme—.¿Irésolo?

—Desdeluego.Naturalmente,tengointencióndeenviar,unacompañíadehombresarmados…Levantélamano.—Melotemía.No,QuintoFabio,meniegoenredondo.Sialimentaslafantasíaderescatarvivoa

tuhijoutilizandolafuerza,tepropongoqueloolvides.Porelbiendelmuchachotantocomoporelmíopropio,nopuedopermitirlo.

—Gordiano,voyaenviarhombresarmadosaOstia.—Bien,peroiránsinmí.Respiróhondoymeobservóconfijeza.—¿Quéquieresquehagaentonces?Despuésdepagarelrescateydequeliberenamihijo,¿no

quieresquehayaporallíningúnpelotónarmadoparacapturaraesospiratas?—¿Escapturarlosloquepretendes?—Espara loquesirven loshombresarmados.—Memordíel labioynegué lentamentecon la

cabeza—.Meadvirtieronqueerasun regateador—añadiógruñendo—.Muybien,piensa loque tedigo:siresuelvesconéxitolaliberacióndemihijoydespuésmishombressoncapacesderecuperarelrescate,terecompensaréconlaveinteavapartedeloquerecuperen,ademásdetushonorarios.

El tintineo de aquellas monedas sonó como dulce música en mi imaginación. Me aclaré lagargantaycalculémentalmente.Laveinteavapartedecienmilsestercioserancincomilsestercios,quinientaspiezasdeoro.Dijelacantidadenvozaltaparaasegurarmedequenohabíamalentendidos.QuintoFabioasintiólentamente.

Conquinientaspiezasdeoropagaríalasdeudas,repararíaeltejadodemicasa,compraríaotroesclavoparaquefueramiguardaespaldas(unanecesidaddelaqueveníaprescindiendodemasiado),yaúnmequedaríaunpico.

Porotraparte,elasuntonomeolíabien.Alfinal,porunosgenerososhonorariosylaperspectivadequinientaspiezasdeoro,decidíquepodíataparmelasnarices.

Antesde abandonar la casa, pregunté si había algún retratodel joven secuestradoquepudieraver.QuintoFabioseretiró,dejándomeenmanosdesumujer.Valeriasesecólosojosyesbozóunadébilsonrisamientrasmeconducíaaotrahabitación.

—UnapintorallamadaIaiapintóalafamiliaelañopasado,cuandoestábamosdevacacionesenBayas. —Sonrió, evidentemente orgullosa del parecido. El retrato de grupo se había hecho alencausto, sobre tabla. Quinto Fabio estaba a la izquierda, con la cara muy seria. Valeria sonreíadulcementealaderecha.Entreelloshabíaunjovenmoreno,muyatractivo,convivacesojosazules,queera,inequívocamente,suhijo.

Elretratosólollegabahastaloshombrosperoseveíaquellevabayalatogaviril.—Elretratosehizoparacelebrarlamayoríadeedaddevuestrohijo.—Sí.—Escasitanguapocomosumadre—dije,haciéndoloconstarcomounhechocomprobado,no

comouncumplido.—Lagentedicequenosparecemosmucho.—Parecequetienealgúnrasgodesupadreenlaboca.Valerianegóconlacabeza.—Espurioymimaridonosondelamismasangre.Miprimermaridomurióenlaguerracivil.

CuandoQuintosecasóconmigo,adoptóaEspurioylonombrósuheredero.—Espurioessuhijastro,entonces.¿Hayotrosvaronesenlafamilia?—Sólo Espurio. Quinto quería más hijos, pero no pudo ser. —Se encogió de hombros con

malestar—.PeroamaaEspuriocomosifueradesupropiacarne,estoysegura,aunquenosiemprelodemuestra.Es ciertoque tienen susdiferencias, siempreestánpeleándosepor eldinero,pero¿quépadreehijonolastienen?Espuriopuedeserextravagante,loadmito,ylosFabiossonfamososporsu tacañería. Pero las agrias palabras que oíste pronunciar antes amimarido… no las tengas encuenta.Estaterriblepruebanoshapuestoatodoslosnerviosdepunta.

Valeriasevolvióhaciaelretratodesuhijoysonriótristemente,conlabiostrémulos.—¡MipequeñoCésar!—susurró.—¿César?—Yasabesaquiénmerefiero…elsobrinodeMario,elquefuecapturadoelinviernopasadoy

consiguióescapar.¡Oh!¡AEspurioleencantabaescucharesashistorias!EljovenCésarfuesuídolo.Siemprequeloveíaenelforo,volvíaacasasinrespiraciónydecía:«Mater,¿sabesaquiénhevistohoy?».Yosonreía,sabiendoquesóloCésarpodíaponerlotannervioso.—Suslabiostemblaron—.Yahora,porunabromadelosdioses,elmismoEspuriohasidocapturadoporlospiratas.PoresoesmipequeñoCésar,porquedebedeestarhaciendodetripascorazón,yruegoalosdiosesquenoleocurranada.

EldíasiguientepartíparaelpuertodeOstia,acompañadoporloshombresqueQuintoFabiohabíacontratado y equipado para la ocasión. El grupo estaba compuesto por veteranos del ejército ygladiadores libertos, hombres sin porvenir que no tenían empacho en coquetear con la muerte acambio de unamodesta paga. Éramos cincuenta en total, amontonados en una estrecha barca quebajabaporelTíber.Loshombresseturnabanpararemar,cantabanantiguascancionesdelejércitoyfanfarroneabansobresushazañasenelcampodebatallaoenelcirco.Sihubieracreídotodoloquecontaban, entre todos debían de habermatado ya a todos los habitantes deRomay a los de cincociudadescomoella.

SujefeeraunviejocenturióndeSilallamadoMarco,queteníaunafeacicatrizquelerecorríalamejilladerecha,lecruzabaloslabiosylebajabahastalabarbilla.Puedequeacausadelaviejaheridalehicieradañohablar,puesnorecuerdohaberconocidounhombremásparcoenpalabras.CuandointentédescubrirquéórdeneslehabíadadoQuintoFabio,Marcomedioaentenderenseguidaqueyosabríaúnicamenteloqueélquisieracontarme,queporelmomentoeranada.

Era un extraño entre aquellos hombres. Apartaban los ojos cuando yo pasaba. Cada vez queconseguíatrabarunasomodeconversaciónconalguno,elelegidoencontrabainmediatamentealgomásimportantequehaceryantesdequemedieracuenta,estabahablandosolo.

Pero hubo uno al que caí simpático. Se llamaba Belbo. Hasta cierto punto, estaba igualmentemarginadopor losotros,yaquenoera libre,sinounesclavodeQuintoFabioqueestabaallíparacompletarelpelotóndebidoasugran tamañoyasu fuerza.Unodesuspropietariosanteriores lohabíaentrenadocomogladiador,peroQuintoFabioloteníaenlascuadras.ElpelodelacabezadeBelboeradelcolorde lapaja,mientrasqueeldesubarbillaysupechoeraunamezcladerojoyamarillo.Eracondiferenciaelmásaltodelgrupo.Losotroslegastabanbromasdiciendoquesisemovíademasiadorápidoporlabarca,nosharíazozobraratodos.

Yonoesperabasacarnadainterrogándole,peroprontodescubríqueBelbosabíamásdeloqueyopensaba.ConfirmóqueeljovenEspurionoestabaenbuenasrelacionesconelpadrastro.

—Siemprehahabidorencillasentreellos.Elamaquierealchicoyelchicoquiereasumadre,pero el amo parece que le tiene cierta manía a Espurio. Y es extraño, porque el chico se parecemuchoalpadrastroenmuchascosas.

—¿Deverdad?Perosiesigualquesumadre.—Sí,yhablaysemuevecomoella,peroescomounaespeciedemáscara,comolacálidaluzdel

solcuandobrillaenel agua fría.Enel fondo,es tan inflexiblecomoelamoe igualdeobstinado.Preguntaacualquieradelosesclavosquehayacometidoelerrordedisgustarle.

—Quizáseaéseelproblemaque tienen—sugerí—.Queseandemasiadoparecidosycompitanporlasatencionesdelamismamujer.

LlegamosaOstia,dondeamarramoslaembarcaciónaunpequeñoembarcaderoqueseadentrabaenlasaguasdelrío.

Más abajo, al final de los muelles fluviales, se divisaba el mar abierto. Las gaviotas nossobrevolabanencírculos.Elolordelaguasaladaperfumabalabrisa.Elmásfuertedeloshombresdescargóloscofresqueconteníanlasdiezmilpiezasdeoroyloscargóenuncarro,queseintrodujoenunalmacéndelosmuelles.Cercadelamitaddeloshombressequedaroncustodiándolos.

Temíaqueel resto sedirigieraa la tabernamáscercana,peroMarcomantuvoelordenehizoquedarsealoshombresenlabarca.Yalocelebraríanaldíasiguiente,cuandosesolucionaralodelrescateylodemás.

En cuanto a mí, tenía intención de procurarme alojamiento en El Pez Volador, la tabernamencionadaenlacartadeEspurio.LedijeaMarcoquequeríallevaraBelboconmigo.

—No.Elesclavosequedaaquí—dijo.—Lonecesitocomoguardaespaldas.—QuintoFabionodijonadasobreeso.Nodebesllamarlaatención.—Lallamarémássiaparezcosinguardaespaldas.Marcolopensóduranteunmomentoyestuvodeacuerdo.—Qué alivio—exclamó uno cuando Belbo salió de la barca y subió al embarcadero—, ¡este

giganteocupabaelespaciodetreshombres!Belbosonrióamablementesindarseporofendido.EncontréElPezVoladorenelsectormarítimo

delosmuelles,dondeestabanancladoslosbarcosmásgrandesyquefaenabanenelmar.Eledificioteníaunatabernayunacuadraenlaplantabaja,ypequeñashabitacionesenalquilerenelprimerpiso.Cogíunahabitación,pedíparamíyparaBelbounfabulosoplatodeatúncocinadoconmejillones,yacontinuacióndiun largopaseoparavolvera familiarizarmecon lascalles.Hacíamucho tiempo

quehabíapasadounatemporadaenOstia.Mientraselsolsehundíaentrelasolas,inflamandoelhorizonte,mesentéenelpuertoymepuse

ahablarconBelbodecosassin importanciayamirar lavariadagamadepequeñosbarcosquesealineabanenlosmuellesylosmásgrandesqueestabanancladosalolejos,enaguasmásprofundas.Lamayoría eran barcos mercantes y barcas de pesca, pero entre ellos había un buque de guerrapintadode rojoy rodeadode remos.Elgranespolónbroncíneode laproadespedíabrillosdeunrojosangrebajolaluzoblicuadelsol.

Belboyyonodejábamosdepasarnoslabotayelvinoaguadonotardóensoltarlelalengua.Alfinal le pregunté qué órdenes había dado su amo al centuriónMarco en relación con el grupo dehombresarmados.

Surespuestafuebrusca.—Tenemosquemataralospiratas.—¿Asídesimple?—Bueno,no tenemosquemataralchico,evidentemente.Pero lospiratasno tienenqueescapar

convidasipodemosevitarlo.—¿Notenéisquecapturarlosparaquedictesentenciaunmagistradoromano?—No.Tenemosquematarlosenelacto,atodos.Asentíconlacabeza.—¿Podríashacerlo?Estudeber,pero¿podrías?—¿Mataraunhombre?—Seencogiódehombros—.Nosoycomolosotrosdelabarca.Nohe

matadoatantoscentenaresdeenemigos.—Sospechoquemuchosexageraban.—¿Tú crees? De todas formas, fui gladiador durante poco tiempo. No he matado a muchos

hombres.—¿No?—No.Sólo…—Arrugólafrente,calculando—.Sóloaveinteotreinta.

Alamañanasiguientemelevantétempranoymepuseunatúnicaroja,comoespecificabalacartadelrescate.Antesdebajarlasescalerasparairalataberna,ledijeaBelboquebuscaraunlugarfrentealedificiodesdedondevigilarlaentrada.

—Si me voy, sígueme, pero mantén la distancia. ¿Crees que podrás hacerlo sin llamar laatención?

Asintió con la cabeza.Miré su pelo color paja y su voluminoso físico, yme entraron algunasdudas.

Cuandocomenzóa apretar el calor, el encargadode la tabernadescorrió las cortinasparaqueentraraelairefresco.Elpuertoestabacadavezmásanimado.Mesentépacientementeyobservéalosmarineros y mercaderes que pasaban. Belbo había encontrado cerca de la taberna un pequeñocobertizo,discretoyensombras,desdeelquevigilar.Sucarabovinaysuexpresiónamodorradalehacían parecer un vago que eludía a su amo y trataba de robar unos momentos para echar unsueñecito.OBelbofingíamuybienoerarealmentetanlerdocomoparecía.

No tuveque esperarmucho tiempo.Un jovenqueni siquiera era lo bastantemayor para tenerbarbaentróenlataberna,parpadeóantelasúbitaoscuridad,viomitúnicayseaproximó.

—¿Quiénteenviá?—preguntó.Suacentomepareciógriego,nocilicio.—QuintoFabio.Asintióconlacabezaymeobservóunmomentomientrasyoleobservabaaél.Sulargocabello

negroysubarbaenmarañadaenmarcabanunrostroenjutoacostumbradoalsolyalviento.Habíaunasomode salvajismoen susgrandesojosverdes.Nohabía cicatricesvisibles en su carani en susbronceadas extremidades, como podría haberse esperado en un pirata curtido por las batallas.Tampocoteníalaexpresióndedesesperadacrueldadcomúnensemejanteshombres.

—MellamoGordiano—dije—.¿Cómotengoquellamarteati?Pareciósorprendidodequelepreguntaraelnombreyfinalmentedijo«Cleón»conuntonoque

sugeríaquehabríapreferidodarunnombrefalsoperonoselehabíaocurridoninguno.Elnombreeragriego,comosusrasgos.

Lomiréconrecelo.—Estamosaquíporlomismo,¿no?—Porelrescate—dijo,bajandolavoz—.¿Dóndeestá?—¿Dóndeestáelmuchacho?—Sanoysalvo.—Tengoqueasegurarme.Asintióconlacabeza.—Puedollevartejuntoaélahora,siquieres.Sígueme.Dejamoslatabernayfuimosalolargodelpuertoduranteunrato,luegodoblamosporunacalle

estrechaybordeadadealmacenes.Cleónandabarápidoyempezóagirarbruscamenteencadacruce,cambiandolarutayavecesrehaciendoelcaminoquehabíamosrecorridoya.EsperabatropezarconBelbo en el instante menos pensado, pero no se le veía por ningún sitio. O era inesperadamentehabilidosoenseguimientossecretosolohabíamosdespistado.

Nosacercamosauncarro,cuyofondoestabacubiertoporunapesadalonadehacervelas.Trasmirarnerviosamenteasualrededor,Cleónmeempujóhaciaelcarroymedijoquememetierabajola lona. El conductor del carro puso los caballos enmovimiento. Desde donde estaba tendido nopodíavernada.Elcarrodiotantasvueltasqueperdílacuentayfinalmentedesistídetrazarunmapaconnuestroitinerario.

Elcarrosedetuvoporfin.Losgozneschirriaron.Elcarrodiounasacudidahaciadelante.Unaspuertas se cerraron de golpe. Incluso antes de que apartaran la tela, supe, por el olor a paja y aboñigas, que estábamos en una cuadra. También alcanzaba a oler el mar; no habíamos avanzadomucho tierra adentro.Me senté y miré alrededor. El alto recinto estaba iluminado sólo por unospocosrayosdeluzdelsolqueentrabanporlosagujerosdelasparedes.Miréhaciaelconductor,quevolviólacarahaciaotraparte.

Cleónmecogiódelbrazo.—Queríasveralchico.Bajédelcarroyloseguí.Nosdetuvimosanteunodelospesebres.Alverquenosacercábamos,

unafiguracontúnicaoscuraselevantódelapaja.Inclusoalaescasaluzreinanteloreconocíporel

retrato.Vistoasí,encarneyhueso,eljovenEspurioseparecíaaúnmásaValeria,peromientrasquelapieldesumadreeradeunblancolechoso,lasuyaestabaprofundamentebronceadaporelsol,loquehacíaquesusojosydientesrelumbrarancomoelalabastroy,asícomosumadresolíatenerunaexpresióndeangustia, ladeEspurioparecía sarcásticaydivertida.Enel retrato teníacaradeniñomofletudo y su actual delgadez le sentaba mejor. En cuanto a sufrimiento, no tenía la expresiónacobardadadelhombrequehapadecido,sinomásbienladeunjovenquehubierapasadounaslargasvacaciones.Susmodales,sinembargo,eranprácticos.

—¿Porquéhastardadotanto?—mesoltó.Cleón lo miró tímidamente y se encogió de hombros. Si el muchacho quería imitar la

bravuconeríadeCésar,alparecerlohabíaconseguido.Espuriomemiróconescepticismo.—¿Quiéneres?—MellamoGordiano.Tupadremehaenviadoarescatarte.—¿Havenidoélenpersona?Vacilé.—No—dijefinalmente,señalandoconlacabezaalpirata,paradarleaentenderaEspurioqueen

presenciadesuscaptoresnodeberíamosdiscutirmásquelosdetallesimprescindibles.—¿Hastraídoelrescate?—Estáesperandoenalgunaparte.Antesqueríacerciorarmedequeestabassanoysalvo.—Bueno,yamehasvisto.Daleseldineroaestosbárbarosysácamedeaquí.Meaburrodetanto

tratarconestagentuza.YatengoganasdevolveraRomayentablarunabuenaconversación,¡ynodigamos probar una comida decente!—Cruzó los brazos—. ¡Bueno, vete de una vez! Los piratasestánportodaspartes,aunquenolosveas.Notequepadudadequenosmataríanalegrementesilesdierasunaexcusa.¡Bestiassedientasdesangre!Hasvistoqueestoyvivoybien.Encuantotenganelrescate,medejaránir.¡Dateprisa!

Volvíalcarro.Cleónmetapóconlalona.Oíabrirselapuertadelacuadra.Elcarrosepusoenmarcha.Otravezestuvimosdandovueltahastaque finalmenteseparóelvehículo.Cleónapartó lalona.Mefrotélosojosantelasúbitaclaridadybajédeunsalto.Habíamosvueltoalpuntodepartida,alpuerto,apocadistanciadeElPezVolador.

Mientrascaminábamoshacialataberna,elcorazónmediounvuelcoalveraBelboenelmismolugarenquelohabíavistoporúltimavez,apoyadoenlapuertadelcobertizoquehabíadelantedelataberna…conlabocaentreabierta,enactituddecontarmoscas,yconlosojoscerrados,comosiyalashubieracontadotodas.¿Sehabíadormidodepieelmuygandulynosehabíaenteradosiquieradequemehabíaidoyhabíavuelto?

—Hedeirme—dijoCleón—.¿Dóndetengoquerecogerelrescate?Le expliqué dónde estaba el almacén de orillas del Tíber. Cleón llevaría el carro y algunos

hombres.Unavezqueeloroestuvieracargado,yoiríaconellos,solo,ycuandoestuvieranaseguradistancia,dejaríanaEspuriobajomicustodia.

—¿Quégarantíatengodequevayáisaliberaralmuchacho?Odequemedejéislibreamí,quevieneaserlomismo.

—Loquequeremoseselrescate,túnonosinteresas,nitampocoel…elmuchacho.—Huboun

extrañoquiebroensuvoz—.¡Dentrodeunahoraentonces!—Sedio lavueltayseperdióentre lamultitud.

EsperéunmomentoygirésobremistalonesconlaintencióndelanzarmesobreBelboydarledepuntapiésenlasespinillas.Peronadamásvolvermemedidemanosabocaconunarocainamovible,con una pared de granito, con el propio Belbo. Mientras reculaba, me cogió de la pechera parasujetarmecomosifueraunniño.

—¡Penséqueestabasdormido!—exclamé.Serió.—Soybuenohaciéndomeelmuerto,¿eh?Estetrucomesalvóunavezlavidaenelcirco.Elotro

gladiador pensó que me había desmayado de miedo, me puso el pie en el pecho y sonrió a supatrón…yantesdequesedieracuenta,estabamordiendoelpolvoyconmiespadaenlagarganta.

—Bien,¿noshasseguidoono?Belbobajólacabeza.—Osheseguido,sí.Peroosperdíenseguida.—¿Mevistealmenoscuandosubíalcarro?—No.—¡PorloscojonesdeNuma!Asíquenotenemosniideadedóndeestáelmuchacho.Nopodemos

hacernadasalvoesperaraqueCleónvengaenbuscadelrescate.—Observécondesinteréselmarylas gaviotas que nos sobrevolaban—. Dime, Belbo, ¿por qué las circunstancias de este secuestrotienenunolortanextraño?

—¿Lotienen?—AlgohueleapodridoenOstia.—Conelpescadoquehayaquí,nomeextraña—dijoBelbo.Diunapalmada.—¡Unrayodeluzdesciendedeloscielosyatraviesalaniebla!—Belbomiróelcielodespejadoy

arrugólafrente—.Quierodecir,estimadoBelbo,quederepentehecomprendidolaverdad…bueno,esocreo.

***

—¿Lo entiendes? Es absolutamente esencial que tú y tus hombres no hagáis ningún intento deseguirlescuandoCleónselleveeloro.

ElcenturiónMarcomemiróconescepticismo.—¡Ytúconél!¿Quéteimpideescaparconlospiratas…yconeloro?—QuintoFabiomeconfiólagestióndeesterescate.Esodeberíabastarte.—Tambiénamimediociertasinstrucciones.Marcocruzósusbronceadosbrazos,cubiertosdepelosnegrosyplateados.—Escucha,Marco.Conozcolas intencionesdeesoshombres.Si tengorazón,elmuchachoestá

totalmenteasalvo…Marcodiounbufido.—¡Ja!¡Elhonordelospiratas!—Totalmenteasalvo—continué—,mientrasel rescatese lleveacaboexactamentecomoellos

desean.Además,sitengorazón,podrásrecuperarelrescatedespuésconbastantefacilidad.Siintentas

seguirles,o frustrar la transacciónmientrasse realiza,entoncesserás túquienpongaenpeligro lavidadelchico,ademásdelamía.

Marcosemordiólasmejillaspordentroyarrugólanariz.—Sinohacesloquetedigo—añadí—,yalgoleocurrealchico,piensaenlareaccióndeQuinto

Fabio.¿Quédices?Cleónysushombresvendránencualquiermomento.Marco murmuró algo que tomé por un asentimiento y se dio la vuelta cuando uno de sus

gladiadoresllegótrotandojuntoanosotros.—¡Cuatrohombresyuncarro,señor,vienenhaciaaquí!Marco levantóunbrazo.Sushombres

desaparecieronenlassombrasdelalmacén.Alguienmegolpeólaespalda.—¿Yyo?—preguntóBelbo—.¿Deboseguirlesdenuevo,comoestamañana?Neguéconlacabezaymiréconnerviosismolapuertaabiertadelalmacén.—Peroestarásenpeligro—añadióBelbo—.Unhombrenecesitaunguardaespaldas.Hazquelos

piratasnosllevenalosdos.—¡Cállate,Belbo!Veaescondertecon losotros. ¡Ya!—Loempujécon lasdosmanosymedi

cuentadequehabríatenidomássuerteempujandountejo.Finalmentesealejóconcaradeinfelicidad.PocodespuésaparecióCleónenlapuerta,seguidoporelcarroconsuconductorydosjóvenes

más.AligualqueCleón,meparecierongriegos.Les enseñé los cofres del oro y los fui abriendo uno por uno. Incluso en la semioscuridad

reinanteelbrillopareciódeslumbrarle.Sonriódeorejaaorejaysemostróunpococonfundido.—¡Cuánto!Me preguntaba qué aspecto tendría, pero no podía imaginar el aspecto que podían

tenerdiezmilalmendrucosdeoro.Sacudiólacabezacomoparadespejárselaysepusoatrabajarconsuscompañerosyacargarlos

pesadoscofresenelcarro.Lológicoeraqueunospiratassedientosdesangresepusieranaejecutarun alegre zapateado en presencia de semejante botín, pero realizaban su trabajo con un humorsombrío,casiconfastidio.

Unavezterminadoeltrabajo,Cleónseenjugóelsudordelafrenteyseñalóunlargoyestrechoespacioquehabíaenelfondodelcarro,entreloscofres.

—Haysitiosuficienteparaquetetumbes,creo.—Miróinquietohacialassombrasdelalmacényelevólavoz—.Ytelorepito:mejorquenonossiganadie.Tenemosvigilantesapostadosportodoelcamino. Sabrán si viene alguien detrás de nosotros. Si pasa algo que levanta nuestras sospechas,cualquiercosa,nomehagoresponsabledeloquesuceda.¿Entendido?—Enviólapreguntatantoalairevacíocomoamí.

—Entendido—dije.Mientrassubíaalcarro,lecogíelbrazoparaapoyarmeyledijealoídoparaquelosdemásnopudieranoírme—:Cleón,realmentenoquiereshacerdañoalmuchacho¿verdad?

Me dirigió una extraña mirada, casi de pena, como si fuera un hombre largo tiempoincomprendido que de repente encuentra un espíritu que se hace cargo de sus infortunios. Luegoendureciólosrasgosytragósaliva.

—Noseleharádañosinadavamal—dijoconvozronca.Meinstaléentreloscofres.Echaronlalona sobreel fondodel carro.Elcarro sepusoenmovimiento, arrastrándosecon lentitudbajo supesadacarga.

Desdeaquelmomento,pensé,yanohabíarazónparaquealgofueramalconelrescate.Marcohabíaconsentido en no seguirnos. Cleón tenía el oro. Pronto tendría yo a Espurio. Incluso si missuposicionessobreelsecuestroeranerróneas,nohabíarazónparaqueloscaptoreshicierandañoalmuchachooamí;nuestrasmuertesnolesacarrearíanningúnprovecho.Mientrasnadafueramal…

Quizá fue lo reducido del lugar y la sofocante oscuridad lo que pusomis pensamientos a darvueltas en el vacío. Había tomado el murmullo de Marco por un asentimiento a posponer lapersecución,pero¿lehabíainterpretadobien?Sushombrespodíanirdetrásdenosotrosenaquellosinstantes, incluso podía darse el caso de que se dejaran ver, de que pusieran sobre aviso a losvigilantesydequeéstosseasustaranenserio.¡Alguienpodríagritar,atacaríanelcarro,lasespadassecruzabanyzas!Unahojarasgaríalalona,dirigiéndosedirectamenteamicorazón…

La fantasía parecía tan real que di un bote como si despertara de una pesadilla. Peromis ojosestabanabiertosdeparenpar.

Respiré hondo para tranquilizarme, pero mis pensamientos seguían girando incansables y sincontrol.¿YsihabíajuzgadomalaCleón?¿Ysisusexpresivosojosverdesysuconductavacilantefueranunardid,eldeliberadodisfrazdeunasesinoexperimentado?Eldisplicenteyguapojovenquehabíavistoporlamañanapodríaestarmuertoyaysuarroganciacortadatanensecocomosucabeza.Elcarrovolveríaalacuadraenlaquelohabíanasesinado,mesacaríandelcarro,meamordazarían,me atarían y me arrastrarían hasta el barco, riendo estentóreamente y bailando el zapateado quehabíanomitidomientrascargabanelbotín.¡Eranpiratascilicios,loshombresmáscruelesquehabíannacidodemadrehumana!Mellevaríanaaltamar,pataleandoygritandotraslamordaza.Alaluzdelaluna,prenderíanfuegoamisropasymeconvertiríanenantorchay,cuandoestuvierancansadosdeoírmegritar,metiraríanporlaborda.Casiolíayaelhedordemipropiacarnechamuscada,casioíaelsuspirodelasllamasalapagarsecuandoelaguadelmarseabriesebajomispiesyacontinuaciónsecerrasesobremicabeza.¿QuéquedaríadeGordianodespuésdequelospecessedieranunfestínconél?

Enelreducidoespacio,melasarregléparaenjugarmelasudorosafrenteconunapuntadetúnicaroja.Aquellasfantasíasmorbosasnoteníansentido,medije.Teníaqueconfiarenmipropiojuicio,ymi juicio había decretado queCleón no era de los quematan a nadie, almenos a sangre fría.NisiquieraRoscioelactorpodíafingirtalinocencia.¡Unpiratararo,afemía!

Entoncesmesobrecogióunnuevotemor,másescalofriantequeelresto.BelbohabíadichoqueQuintoFabioqueríaquelospiratasfueranpasadosporlasarmas.«Notenemosquemataralchico,evidentemente…».Ahorabien,¿losabíaolosuponía?DifícilmentepodíaestaraltantodetodaslasórdenessecretasqueelamohabíadadoaMarco.Espurionoeradesupropiasangre;QuintoFabiohablabadeélcondesprecio.¿Ysirealmentequeríaquesuhijastromuriera?Habíaenviadoelrescate,sí,perolehabríaresultadodifícilnegarseahacerlo,aunquesolofueraparaaplacaraValeriaysalvarlacaraenpublico.Perosial finalresultabaqueel jovenmoría,amanosde lospiratas,osehacíaparecercomoquehabíaocurridoasí…

InclusoeraposiblequeelmismoQuintoFabiohubieraorganizadoelsecuestro;unainteligentemaneradelibrarsedeEspuriosinlevantarsospechas.Laideaeramonstruosa,perohabíaconocidosuficientes hombres retorcidos para urdir semejante trama. Pero si tal era el caso, ¿por qué habíacontratadomisservicios?Paraquenoquedarandudaspúblicassobresupreocupación,llamandoaun

extraño.ParademostraraValeriayalrestodelmundoquesetomabaenseriolaliberacióndesuhijosecuestrado.Encuyocaso,partedesuplanporlibrarsedeEspurioincluiría ladesgraciadamuertedelSabuesoenviadoagestionareltrágicamentefrustradorescate…

Elviajeparecíainterminable.Elcaminosevolviómáspedregosoydesigual.Elcarrotraqueteabay daba bandazos. Mis extravagantes fantasías de traición y muerte palidecieron de súbito ante elinminentepeligrodemoriraplastadosiunodelospesadoscofrescaíaencimademí.¡PorHércules!¡El fondo del carro estaba caliente como una tahona! Cuando las ruedas se detuvieron,mi túnicaestabatanempapadacomosimehubierapaseadovestidoporunastermas.

Apartaronlalonaymeazotóunabrisasaladayfresca.HabíacreídoquevolveríamosalacuadraenlaquehabíavistoaEspurio.Porelcontrario,estábamosenunapequeñacala,rodeadadelomas,enalgunapartedelasafuerasdeOstia.Cercadelaplayahabíaunbotevarado,yalolejos,enaguasprofundas,seveíaunbarcoconalanclaechada.Saltédelcarro,contentoderespirarotravezairefresco.

Cleónysustrescompañeroscomenzaronabajarloscofresdelcarroyameterlosenelbote.—¡Cómo pesan losmalditos!—gruñó uno—.No vamos a poder llevarnos todos en un viaje.

Tendremosquehaceralmenosdos…—¿Dóndeestáelchico?—pregunté,cogiendoaCleónporelbrazo.—Estoyaquí.MedilavueltayviaEspurioaproximándosedesdeunasrocasquehabíaalfinaldelaplaya.A

causadelcalorsehabíaquitadolatúnicayvestíasolamenteuntaparrabos.Porlovistonosehabíapuesto otra ropa últimamente, ya que su esbelto y cincelado tórax y sus largosmiembros estabanbronceadosporelsoldeunmodouniforme.

MiréaCleón.Suscejassehabíanjuntadocomosisehubierapinchadoundedo.Miróaljovenytragósalivaconfuerza.

—¡Ya era hora!—Espurio cruzó los brazos y me miró. La displicencia realzaba aún más subelleza.

—¿No tegustaríaponerte la túnica—sugerí—ysalirdeaquícuantoantes?Sinos indicaspordóndesevaaOstia,Cleón,nospondremosencamino.Amenosquetengasintencióndedejarnoselcarro.

Cleónsehabíaquedadomudo.Espuriosepusoentrenosotrosymellevóaparte.—¿Haseguidoalguienelcarro?—susurró.—Creoqueno.—¿Estásseguro?—Nopuedoestartotalmenteseguro.Miré aCleón, que no parecía escucharnos. El bote se dirigía hacia el barco con los primeros

cofresyconelaguacasihastalabordaacausadelpesodeloro.—Pero¿haenviadoQuintoFabioguardiasarmadosono? ¡Contéstame!—Espuriomehablaba

comosiyofueraunesclavo.—Joven—dijeconfirmeza—,yosólotengoquedarcuentademisactosatupadreyatumadre,

noati…—¿Mipadre?¡Esmipadrastro!—Espurioarrugólanarizyescupiólapalabracomosifueraun

insulto.—Mi trabajoconsisteendevolvertea tucasavivo.Demodoque ten labocacerradahastaque

lleguemosaOstia.Lasorpresalehizocallarduranteunmomento,luegomedirigióunamiradallenadedesprecio.—Bueno—dijo,elevandolavoz—,creoqueestossujetosnotienenintencióndesoltarmehasta

quetodoeloroestécargadoenelbarco.¿Verdad,Cleón?—¿Qué?¡Ah,sí!—dijoCleón.Labrisamarinalerevolvíaellargocabellonegroyseloechaba

sobreelrostro.Parpadeóparacontenerlaslágrimas,comosilasalleescocieralosojos.Espuriomecogiódelbrazoymellevóunpocomáslejos.—Ahoraescucha—gruñó—.¿HaenviadoonohombresarmadoselroñicadeQuintoFabio?¿O

tehaenviadosolo?—Tehedichoquecierreselpico,hombre…—Yyoteordenoquemerespondas.Amenosquequierasqueinformeinsatisfactoriamentedetia

mispadres.¿PorquéEspurio insistía en saber aqueldetallito?¿Yporquéenaquelprecisomomento?Mis

sospechassobreelsecuestroparecíanconfirmarse.Si no había hombres armados, Espurio podía quedarse tan ricamente con sus presuntos

secuestradores,aunquesólofueraparaestarcercadeloroodelapartequelecorrespondieraenelreparto.Siempresepodríaobligaralpadrastroapagarotrorescate.Perosihabíahombresarmadosesperando para intervenir, lo mejor que podía sucederle al «secuestrado» era que Gordiano elSabueso lo«rescatara» inmediatamente,paraque lospescadores (porqueestabaclaroqueaquellosgriegosdelsurdeItaliaerancualquiercosamenospiratas)tuvierantiempodehuirconeloro.

—Supongamosquehayhombresarmados—dije—.Siesasí,atusamigoslesconvendríairsedeaquíenseguida.Peroimaginemosqueconsiguenhuirsinquelesocurranada.¿Cómorecuperarástupartedeloroentonces?

Espurio memiró atónito, luego esbozó una sonrisa tan encantadora que casi entendí por quéCleónestabairremediablementeprendadodelmuchacho.

—Séqueseescondenalotro ladodelgolfo.Noseatreveránaengañarme.Podríadelatarlosyhacerqueloscrucificaranatodos.Guardaránmipartehastaqueestélistoparareclamarla.

—¿Quétratohashechoconellos?¿Cómorepartiréiselbotín?¿Nuevedécimaspartespara tiyunadécimaparaellos?

Sonriócomosilehubierapilladohaciendoalgomalo,perointeligente.—Creoquenohesidotangeneroso.—¿Cómoencontrasteaestos«piratas»?—Me eché a las aguas del golfo deNeápolis y fui de embarcación en embarcación hasta que

encontréalatripulaciónindicada.NotardéendarmecuentadequeCleónharíacualquiercosapormí.

—Entonces,¿laideadeestahuidafinalestotalmentetuya?—¡Porsupuesto!¿Creesqueunpescadorretrasadomentalpodríaidearunplansemejante?Estos

pobresdiablosnacieronparaobedecerórdenes.Soncomopecesenmi red.Meadorancomoaundios;Cleónporlomenosmeadora;bueno,¿yporquéno?

Arruguéelentrecejo.—Mientras tú estabas aquí de vacaciones con tus admiradores, retozando al sol en pelota, tu

madreestabamediolocadedesesperación.¿Nosignificaesonadaparati?Espuriosecruzódebrazosysonriócomounbendito.—Unpocodepreocupaciónnolamatará.Entodocaso,esculpasuya.Podríahaberobligadoal

viejoavaroaquemedieramásdinerosihubieratenidovalorparahacerlefrente.Peronoquiso,asíquetuvequeurdirmipropioplanparaqueQuintoFabioaflojaraunpocodeloque,porderecho,mepertenecedetodasformas.

—¿Yquépasaconestospescadores?Loshaspuestoenunpeligroterrible.—Conocenelriesgo.Tambiénsabenloquepuedenganar.—¿Y Cleón? —Miré por encima del hombro y pillé al susodicho mirando a Espurio con

expresióndecarnerodegollado—.Eseinfelizsufremaldeamores.¿Quéhashechoparaponerloentalestado?

—Nadaqueenturbie la reputacióndeQuintoFabio, sieseso loque insinúas.NadaqueQuintoFabionohayahechotambiéndetardeentardeconsusesclavosmásguapos.Sécuálesmisitioyloquees indicadoparaunhombredemiposiciónsocial; tomamoselplacer,no lodamos.NocomoCésar, que jugó a ser la mujer de Nicomedes. Venus gastó una broma pesada al pobre Cleón,enamorándolodemí.Seadecuabamuybienamispropósitos,peromealegraréde librarmedeél.Susatencionesmeresultanyaempalagosas.Prefieroquemeespereunesclavoeneltriclinio,aquemeacoseunpretendienteporlascalles;deunesclavotepuedeslibrardandounasencillapalmada.

—Cleón podría resultar herido antes de que esto termine. Incluso podríamorir si algo salieramal.

Espurioarqueólascejasymiróamisespaldas,hacialaslomasquerodeabanlacaleta.—Entonces,hayhombresarmados…—Hasidounplanridículo,Espurio.¿Deverdadpensabasquesaldríabien?—¡Saldrábien!—No, pollo; por desgracia para ti, tengo intención de rescatarte y de recuperar el dinero del

rescate.Unapartedeeseoroesmía.Lanzarleeldesafíoalacarafueunerror.Podríahaberseofrecidoacomprarmisilencio,pero

Espurioeraaúnmástacañoquesupadrastro.HizounaseñaaCleón,quevinocorriendo.—¿Estátodoelorocargado?—Este es ya el último viaje—dijoCleón. Las palabras parecían atragantársele—.El bote está

cargadoylisto.Mevoyconellos.¿Ytú?¿Vienesconnosotros,Espurio?Espuriovolvióamirarhacialaslomasquelimitabanlaplaya.—Todavíanoestoyseguro.Perohayunacosaquesé…queaestehombrehayquehacerlecallar

parasiempre.CleónmirólastimosamenteaEspurio,luegomemiróamiconinquietud.—Bien,Cleón—añadióEspurio—, tienesuncuchilloyélno.Debería sermuy fácil.Adelante,

hazlo.¿Ovoyatenerquedecírseloaunhombredeverdad?Cleónparecíamuydesgraciado.—¡Cleón,porlosdioses!—prosiguióelotro—.Mecontastequeunavezmatasteaunhombreen

unapelea,enunasquerosotuguriodePompeya.Esunadelasrazonesporlasqueteelegíparaquemeayudaras.Siempresupistequepodríallegarunmomentoasí.

Cleóntragósalivaybuscólafundaquecolgabadesucinturón.Sacóuncuchillodefilodentado,delosquelospescadoresutilizanparadestriparylimpiarlospeces.

—¡Cleón, aguarda! —dije—. Lo sé todo. El mancebo te está utilizando. Tienes que saberlo.Malgastastuafectoconél.Envainaelcuchillo.Pensaremosenalgunamaneraderectificarloquehashecho.

Espuriorióynegóconlacabeza.—Cleónseráunpapanatas,peronoescortodeentendimiento.Lasuerteestáechada.Notienemás

remedioqueseguiradelante.Yesosignificalibrarsedeti,Gordiano.Cleóngruñó.Memirabaamí,perohablóaEspurio.—Aquel día, en el golfo, cuando llegaste nadando a nuestro bote y subiste a bordo, en el

momentoenquepuselosojosenti,supequesólometraeríasproblemas.Tusideasdisparatadas…—Puesyocreíaquemisideastegustaban,sobretodocuandomencionélodeloro.—¡Olvidaeloro!Eloropreocupaalosdemás.Yosóloquería…—Sí,Cleón, sé loque realmentequerías.—Espuriopuso losojosenblanco—.Yprometoque

unodeestosdíastelodaré.Peroahora…—agitólasmanosconimpaciencia—.Imaginaqueesunpez¡Sácale las tripas!Unavezsolucionadoestepunto,subiremosalboteyvolveremosaNeápolisconeloro.

—¿Vendrásconnosotros?—Claro. Pero no hasta que le hayas cerrado la boca para siempre. Sabe demasiado. Nos

denunciaráatodos.Cleónseacercó.Consideré laposibilidaddehuir…pero lopensémejor.Cleón teníaqueestar

másacostumbradoacorrerporlaarenaqueyo,ynopodíasoportarlaideadequemeclavaranaquelcuchillo en la espalda. También sopesé la posibilidad de enfrentarme a él; éramos de la mismaestatura y probablemente yo tenía más experiencia que él en la lucha cuerpo a cuerpo. Pero laexperienciameservíadepocomientraséltuvierauncuchilloyyono.

Mi única ventaja era que Cleón no estaba convencido de lo que hacía. Había una ternuradesgarradoraensuvozcadavezquehablabaconEspurio,aunquetambiénunanotaderesentimiento.Si aprovechabaenmi favorestacircunstancia, talvezconsiguieraescurrir elbulto.Tratéde idearalgunamanera de explotar su frustración, de volverlo contra elmancebo o, almenos, de tenerloconfundido.

PeroantesdequepudierahablarviuncambioenlacaradeCleón.Tomóunadecisiónenunabrirycerrardeojos,comoquiendice.Duranteunbreve instantepenséquese lanzaríacontraEspurio,como un chucho que se lanzara contra su amo. ¿Cómo le explicaría yo a Valeria que estaba allíimpotentemientrassuqueridohijoeraapuñaladoantemisojos?

Peroeraunafantasíaqueseceñíademasiadoamisdeseos.CleónnoselanzócontraEspurio.Selanzócontramí.

Luchamos. Sentí un calor repentino en el brazo derecho,más parecido a un latigazo que a uncorte. Pero debió de ser un corte, ya que mientras el mundo giraba vertiginosamente a nuestroalrededor,visalpicadurasdesangreenlaarena.

Caímosatierra.Laarenasememetióentrelosdientes.PercibíelcaloryelsudordelcuerpodeCleón.Habíatrabajadoduramente,cargandoeloroenelbote,yestabacansado,locualmeconvenía;hastaelmomentohabía tenido fuerzasuficienteparamantenerloalejado,peroentoncesuna figurallegócorriendodelaslomasquehabíaalfinaldelaplaya.

Antesdedarmecuenta,Cleónestabaencimademí, aplastándome losbrazosyacercándomeelcuchillo a la garganta; pero un instante después, un dios lo había cogido por la túnica y lo habíaenviadovolandohaciaelcielo.EnrealidadfueBelboquienlohabíaarrancadodemí,levantándoloenelaireytirándolodespuésalsuelo.SólolablandaarenaimpidióqueCleónserompieraendos.Noobstante,éstesiguióempuñandoelcuchillo,perounpuntapiédeBelbolomandóvolandoporlosaires.Belbolepusolasrodillasenelpecho,impidiéndolerespirar,ylevantóelpuñocomosifueraunmartillo.

—¡No,Belbo,nolohagas!¡Lomatarás!—grité.Belbovolvió la cabezayme lanzóunamiradade confusión.Cleón se agitó comounpez con

aquelpesosobresupecho.Entretanto, los tres amigosdeCleónhabían saltadodel bote.Mientras la peleahabía sido sólo

entre Cleón y yo, se habían mantenido al margen, pero ahora que Cleón estaba reducido y eninferioridadnumérica,acudieronensudefensa,sacandoloscuchillosmientrascorrían.

MepuseenpieycorríabuscarelcuchillodeCleón.Locogíysentínáuseasalvermipropiasangreenlahojadesierra.Belboyaestabaenpieyconladagaenlamano.Cleónseguíatiradodeespaldasyjadeando.Asípues,pensé,trescontradosyambaspartesarmadas.Yoteníaungigantedemiparte,peroelbrazoderechoherido.¿Equilibrabaestolasituación?

Alparecerno,pueslospescadoressedetuvieronenseco, tropezaronentresíenlaconfusiónyvolvieroncorriendoalbote,dandogritosaCleóndequelossiguiera.Acariciéduranteunmomentolailusióndequeleshabíaasustado(conunpocodeayudadeBelbo,claro),hastaquemepercatédequeantesdedarmediavueltayecharacorrerhabíanvistoalgodetrásdemí.Mevolví.Marcoysushombreshabíanaparecidoenlaslomasycorríanhacialaplayaconlaespadadesenvainada.

Cuando los pescadores llegaron al bote, dos empuñaron los remosmientras el otro se volvíahacia laplayaygritabaaCleónquese reunieraconellos.Cleónestabayaacuatropatas,peronoparecíacapazdeponerseenpie.MiréaMarcoyasushombres, luegoa lospescadoresdelboteyfinalmente a Espurio, que estaba no muy lejos de Cleón con los brazos cruzados y el entrecejofruncido,comosiasistieseaunacomediairremediablementesosa.

—PorHércules,Espurio,¿porquénoleayudasalmenosaponerseenpie?—gritéycorríparahacerloyomismo.Cleónseincorporóconpasovacilanteyloempujéendirecciónalbote—.¡Corre!—exclamé—.¡Corresinoquieresmorir!

Hizo lo que le decía y corrió entre las olas.De repente se detuvo. El bote se alejaba ya, peroCleónsediolavueltaymiróaEspurio,queledevolvióunamiradaburlona.

—¡Corre! —grité—. ¡Corre, imbécil! —Los hombres del bote también lo llamaban, inclusomientras remaban rápidamente para alejarse. PeroEspurio lemiraba fijamente a los ojos yCleónestabacomoparalizado,esforzándosepormantenerseenpieentrelasolas,conlacaraconvertidaenunamáscaradeinfelicidad.

CorríhaciaEspurio,lepuselasmanosenloshombrosylehicedarmediavuelta.

—¡Quítame las manos de encima! —barbotó. Pero el hechizo se había roto. Cleón pareciódespertar.Surostroseendureció.Sediolavuelta,searrojóentrelasolasynadóenposdelbote.

Me dejé caer en la arena, apretándome el brazo herido. Poco después,Marco y sus hombresllegabanalaplayablandiendolasarmas.

MarcocomprobóqueEspurionoestabaheridoyacontinuacióndescargósuirasobremí.—¡Hasdejadoescaparauno! ¡Hevistocómoleayudabasa levantarse! ¡Teheoídodecirleque

corriera!—Marco.Noloentiendes.—Entiendoquehanescapado.Ahoraestándemasiadolejosparairtrasellos.¡Malditasea!Pero

noimporta.Lesdejaremosllegaralbarco.ElEspolónRojoseencargarádeellos.Antesdequepudieraadivinar loquequeríadecir,Belbosoltóungritoyseñalóelagua.Cleón

finalmentehabíaalcanzadoelbote.Susamigos leestabanayudandoasubirabordo.Peroalgoibamal; el bote estaba sobrecargado y empezó a inclinarse. Los experimentados pescadores deberíanhabersabidoenderezarlo,perosindudaleshabíaentradoelpánico.Elbotenotardóenvolcar.

Marcosonrió.Espuriotragósaliva.Todosgritaronalunisonó:«¡Eloro!».Alolejos,lospescadoresdelbarcoseapresurabanahacersealavela.Parecíantenermuchísima

prisa por abandonar a sus amigos; luego vi la razón de su premura.Habían visto aproximarse elbarcodeguerraantesdequelohubiéramosdivisadocuantosestábamosenlaplaya.EraelbarcodeguerrarojoquehabíavistoamarradoenelpuertodeOstia.Losremospeinabanelaguaalunísono.Labroncíneacabezadelespolónperforabalasespumeantesolas.ElEspolónRojo, lehabíallamadoMarco. Tan pronto como apareció por un extremo de la cala,Marco hizo una señal a uno de loshombresquesehabíaquedadoenlalomayésteempezóaagitarenelaireunacaparoja:eralaseñaldequeEspuriohabíasidorescatadoydequepodíacomenzarlaaccióncontralospiratas.

No creo que nadie hubiera querido que ocurriera lo que por desgracia ocurrió. Sin duda,ElEspolón Rojo quiso acostarse al barco pesquero y abordarlo para recuperar el oro. Un barco deguerra debería haber sido capaz de conseguir semejante captura con facilidad. Pero no habíancontado con la actitud de los infortunados pescadores. Así como sus colegas del bote se habíandejadollevarporelpánico,ellostambién.CuandoElEspolónRojoviróparaacercarsedecostado,elpesqueropareciódarlavueltacomosibuscaradeliberadamenteladestrucción,comoungladiadorquecorrieraalencuentrodelaespadadelenemigo,yofrecióelflancodeestriboralabroncíneaymacizacabezadelespolón.

Oímoselimpacto,elchasquidodelamadera,losgritosdelospescadores.Lavelacayó.Elbarcopesqueroseconvulsionóysedoblóporelcentro.Ydesaparecióenelmarondulanteinclusoantesdequepudiéramosentenderelhorrordeloquepasaba.

—¡Porlosdioses!—murmuróBelbo.—¡Eloro!—barbotóMarco.—Tantooro…—suspiróEspurio.Loshombresdelbotezozobradoquesehabíandirigidoanado

haciaelbarcopesquero,flotabanahoraenelagua,atrapadosentreElEspolónRojoyloshombresdelacosta.

—Tendránquesalirdelaguaalgunavez—murmuróMarco—,losdelboteylossupervivientesdelbarco.Rodearemoslacalayloscogeremossegúnvayansaliendodelagua.¡Hombres!¡Oídme!

—¡No,Marco!—Meapretéelbrazoymepuseenpietambaleándome—.Nopuedesmatarles.¡Elsecuestrohasidounafarsa!

—¿Unafarsa?Yeloroperdido,¿hasidosólounailusión?—Peroesoshombresnosonpiratas.Sonsimplespescadores.Espuriolespropusotodoelasunto.

Actuaronbajosusórdenes.—HanextorsionadoaQuintoFabio.—¡Nomerecenmorir!—Noerestúquiendebedecidirlo.Mantentealmargendeesteasunto,Sabueso.—¡No!—Corríhacialasolas.Lospescadoresseagitabanenlasolascondesesperación.Estaban

demasiadolejosparaqueidentificaraaCleón—.¡Noosacerquéis!—grité—.¡Osmataránencuantoalcancéislacosta!

Algogolpeómicabezapordetrás.Elmaryelcielose fundieronenunasólida luzblancaqueinmediatamenteseconvirtióenoscuridad.

Me desperté con punzadas en la cabeza y un dolor sordo en el brazo derecho. Al tocármela,comprobéqueteníalacabezavendada.Tambiénelbrazo.—¡Porfindespiertas!—Belboestabainclinadosobremíconcaradealivio—.Empezabaapensar…

—Cleón…ylosotros…—Acuéstateovolveráasangrarteelbrazo.Séloquedigo;aprendíalgunascosassobreheridas

cuandoeragladiador.¿Tieneshambre?Esoeslomejor,comer.Devuelveelfuegoalasangre.—¿Hambre?Sí.Ysed.—Bien,estásenelmejorlugarparasatisfacerambascosas.EnElPezVoladortienentodoloque

unestómagonecesita.Mirélapequeñahabitación.Micabezaempezabaadespejarse.—¿DóndeestáEspurio?¿YMarco?—Volvieron a Roma con el resto, ayer. Marco quería que yo también fuera, pero no quise.

Alguienteníaquequedarsecontigo.Elamoloentenderá.Metoquéelcolodrilloconcuidado,porencimadelasvendas.—Megolpearon.—Belboasintió—.¿Marco?Belbonegóconlacabeza.—Espurio.Conunapiedra.Ibaagolpearteotravezcuandoledetuve.Luegomequedéatulado

paraasegurarmedequenovolveríaahacerlo.—Elmuycanalla…—Teníasentido,desdeluego.SuplanhabíafalladoylomejorqueEspuriopodíaesperarerael

silenciodetodoslosqueestabanaltantodesucomplot,incluidoyo.—Cleónylosdemás…Belbobajólosojos.—LossoldadoshicieronloqueMarcoordenó.—Peronopuedehaberlosmatadoatodos…—Fue horrible. Ver a los hombres morir en el circo ya es desagradable, pero al menos hay

deportividad cuando se trata de dos hombres armados, ambos entrenados para luchar. Pero ver aaquellospobresdiablossaliendodelaguaagotados,jadeando,suplicandoclemencia,yaloshombresdeMarcomatándolosdeunoenuno…

—¿YCleón?—Él también, por lo que sé. «¡Matadlos a todos!», dijo Marco, y sus hombres obedecieron.

Espurio lesayudó,gritandocadavezqueveíaaalgunoapuntode llegara lacosta.Matarona lospiratasunoporunoydevolvieronloscadáveresalmar.

Meimaginéelespectáculoylacabezaempezóalatirme.—No eran piratas, Belbo. Nunca hubo ningún pirata. —De repente la habitación se volvió

borrosa.Noeraporelgolpeenlacabeza;eranlaslágrimasquefluíandeirademisojos.

***

Pocosdíasdespuésestabaotravezenlas termasSenias, tendidodesnudoenunbanco,mientrasunesclavo deLucioClaudiome dabamasajes.Mi cuerpo apaleado necesitabamimos.Mi concienciamagulladanecesitabasoltartodalasórdidahistoriaenlaabsorbenteorejadeLucio.

—¡Sorprendente!—murmuróal final—.Tienesmucha suertedeestarvivo,mepareceamí.YcuandoregresasteaRoma,¿fuisteaveraQuintoFabio?

—Desdeluego,pararecogermishonorarios.—¡Pornohablardetupartedeloro,supongo!Hiceunamueca,ynoporelmasaje.—Éseesunpuntodoloroso.ComoQuintoFabioindicó,teníaquepagarmelaveinteavapartedel

oroqueserecuperase.Comoeloroseperdió…—¿Te engañó con un tecnicismo? ¡Típico de los Fabios! Pero seguro que parte del oro fue

arrastradaalaplaya.¿Nosetiraronalaguaabuscarlo?—Lohicieron, y loshombresdeMarco recuperaron algo, pero sólounapequeñaporción.Mi

parteapenasconsisteenunpuñadodemonedas.—¿Sólo eso, después de todo tu trabajo y después de haberte puesto en semejante peligro?

¡QuintoFabiodebedesertantacañocomoasegurasuhijastro!Supongoquelecontaríaslaverdadsobreelsecuestro.

—Sí.Pordesgracia losúnicoshombresquepodíanapoyarme, lospescadores,estánmuertos,yEspurioinsistealegrementeenquefuesecuestradoporpiratas.

—¡Malditomentiroso!SeguroqueQuintoFabioeslobastantelistoparanocreerle.—Al menos, acepta la versión de su hijastro. Pero sólo para evitarse la vergüenza de un

escándalo,creo.Probablementehasospechadolaverdaddesdeelprincipio.Creoqueeslaverdaderarazónporlaquemecontrató,paradescubrirqueeracierto.YporesoordenóaMarcoquematarainmediatamentealoscómplicesdesuhijastro,paraimpedirquesesupieralaverdad.¡Desdeluego!Sabeloquepasórealmente.DebedeodiaraEspuriomásquenuncaylahostilidadesmutua.

—¡Ah!Elclásicoresentimientofamiliarqueacabaen…—Asesinato —dije, atreviéndome a pronunciar en voz alta la desgraciada palabra—. No me

importaríaapostaravercuáldelosdosentierraalotro.—¿YValeria,lamadredelpérfidomuchacho?

—Elpérfidomuchacholahizosufrirsóloparasatisfacersuavaricia.Penséqueteníaderechoasaberlo.Perocuandointentédecírselo,parecióvolversesordaderepente.Sioyóalgunapalabradecuantoledije,nolomanifestó.Cuandohubeterminado,mediolasgraciasformalmenteporhaberliberadoasuhijodeloshorriblespiratasymedespidió.—Luciomoviólacabeza—.PeroconseguídeQuintoFabioalgoquequería—añadí.

—¿Sí?—Yaque se negó a darmemi parte completa del rescate, quise queme diera otra cosa que le

pertenecíayqueclaramentesubvaloraba.—Ah,sí,tunuevoguardaespaldas.—LuciomiróaBelbo,queestabaalotroladodelahabitación

conlosbrazoscruzados,vigilandoelentrantedondeestabamiropacomosicontuvieraelrescatedeunsenador—.Esehombreesuntesoro.

—EsehombremesalvólavidaenlaplayadelasafuerasdeOstia.Puedequenosealaúltimavez.Devezencuando,el trabajome llevaal sur,a lascercaníasdeNeápolisyelgolfo,y siempre

visito lacostadondese reúnen lospescadores.Preguntoengriegosialgunodeellosconoceaunjoven llamado Cleón. Pero nunca se dirá, ay, que en la boca de un napolitano hayan entrado lasmoscas. Ninguno ha admitido nunca que conozca a ningún pescador con ese nombre, aunque enNeápolissindudatuvieronqueconocerlo.

Examino las caras que veo en los botes de pesca, por si alguna vez lo identifico. Por ningunarazónespecial,meheconvencidodeque,dealgunamanera,esquivóaloshombresdeMarcoaqueldesgraciadodíayencontrólaformadeescapar.

Unavezcasiestuvesegurodehaberlovisto.Ibasinbarba,perosusojoseranlosojosdeCleón.Lo llamé desde el muelle, pero el bote se alejó antes de que pudiera mirarlo bien. Nunca pudeconfirmarsieraCleónono.Quizáfueraunparienteosimplementeunhombrequeseleparecía.Noinvestiguéelasuntocomodebiera,quizátemerosodequelaverdadnomegustara.Prefierocreerqueera Cleón después de todo, con pruebas o sin ellas. ¿Podía haber dos hombres en el mundo conidénticosojosverdeseigualdeexpresivos?

LadesaparicióndelaplatadelasSaturnales

—¡Jugandoenel foro!Realmente,Gordiano, ¿quiénpuede tolerar semejante conducta?—Ciceróndiounbufido altaneroy volvió la nariz hacia un círculo de hombres ocupados en tirar los dadossobrelosadoquines.

—Pero,Cicerón,sonlasSaturnales—dijeconcansancio.Ecoyyonoshabíamostropezadoconél mientras nos dirigíamos a la casa de Lucio Claudio, y Cicerón había querido que loacompañáramosun rato.Estaba irritableynopodía imaginarparaquéqueríanuestracompañía, amenos que fuera para engrosar las filas de su pequeño séquito de secretarios y paniaguados conquienessepaseabaporelforo.Paraunpolíticoromanonuncaesdemasiadograndeelséquitoconquelovensuscompatriotas,aunqueendichoséquitohayaciudadanosdedudosarespetabilidadcomoyoyunmudodetreceaños.

Traselcascabeleode losdadosestallaban losgritosdealborozoy lamentosdedesengañoy,acontinuación,eltintineodelasmonedasquecambiabandemanos.

—Sí, lasSaturnales—suspiróCicerón—.Por tradición, los ediles de la ciudad deben permitiresta conducta en público durante la celebración del invierno, y las tradiciones romanas tienenquerespetarsesiempre.Sinembargo,medueleverunaconductatandegradanteenplenocorazóndelaciudad.

Meencogídehombros.—LoshombresjueganconstantementeenlaSubura.—EnlaSubura—dijo;supulidavozdeoradorexudabadesdénpormibarrio—,peronoaquí,en

elforo,¡enelsagradofororomano!Ungrupodeborrachosapareciódeningunaparteysemetiótrazandoesesenmediodelséquito

deCicerón.Giraban como tromposy con el bordede la túnica trazaban círculos alrededor de lasrodillas.Selevantabanelboneteconeldedoíndiceylohacíangirarenelaire,formandomanchasrojas, azules y verdes.Enmedio de los celebrantes, transportado en una litera, había un jorobadovestidocomoelviejoreyNuma,conunatúnicaamarillayunacoronadehojasdepapirosobreelmugrientopelo.Asentíadandocabezadasdeborrachoybebíaachorrodelabotadevinoquellevabaen una mano mientras con la otra empuñaba un garrote retorcido como si fuera un cetro. Eco,fascinadoporelespectáculo,abriólabocaenunasilenciosacarcajadayaplaudió.ACicerónnolehacíagracia.

—LasSaturnales son la festividad quemenosme entusiasma, no importa lo sabios que fuerannuestros antepasados al fundarlas—gruñó—.Toda esta algarabía propia de borrachos y todo estedesenfreno no tienen cabida en una sociedad sensata. Como puedes ver, hoy llevo toga, como decostumbre,sinimportarmeloquedecretenlastradicionesdelafiesta.Noquierodisfrazarmeconunasábanasucia,gracias.¡Yloshombresdandosaltitosparalucirelvellodelaspiernas!¡Eselcolmo!Laropafloja,lavirtudafloja.Latogahacequeelhombresemantengadeunapieza,yyasabesloquequierodecir.—Cuadróloshombros,movióligeramenteloscodosparaquelosplieguesdesutogacayerandeformaordenada,ydoblóelbrazosobreelpechoparamantenerlosplieguesensulugar.Paraparecerrespetableconunatoga,solíadecirmipadre,unhombredebetenerunespinazodehierro.LatogaleibaaCicerónquenipintada.

Bajólavoz.—Lopeordetodo—añadió—sonlaslibertadesqueseconcedealosesclavosdurantelafiesta.

Sí, leshedadoa losmíosundíadeasuetoy lespermitoquedigan libremente loquepiensan, sinpasarsedelaraya,claro,peroleshepuestolímitesenlodeirdeparrandaporlascallescongorritodecolores,comoloshombreslibres.¡Imaginaquellegaraeldíaquenopudierassabersiunextrañoal que ves en el foro es un ciudadano o una propiedad semoviente! ¡La festividad está dedicada aSaturno,perolomismopodríaestardedicadaaCaos!¡Ymeniegoenredondoaseguir laabsurdacostumbredepermitiramisesclavosponersemisropasytirarseenmitricliniomientraslessirvolacena!

—Pero,Cicerón,essólounavezalaño.—Una vez es demasiado, quienes dicen que es bueno subvertir de vez en cuando el orden

establecido…dejaraunjorobadoserreyyhacerquelosamossirvanalosesclavos.—¿Qué mejor ocasión para dejar volar la fantasía que el comienzo del invierno, cuando la

cosechaestáterminada,losbarcosenlasdársenas,losmagistradosantiguosapuntodesalirvolandode sus cargos para que los nuevos puedan sustituirlos, y cuando toda la república deja escapar unsuspirodealivioporhaber sobrevividoaotroañodecorrupción,avaricia, traicionesypuñaladastraperas?¿PorquénopuedeRomapermitirselalicenciadevestirropaligeritaydeabrirtodoslosodresdevinoquehaganfalta?

—PorqueentoncesRomaseríaunamujerzuela—dijoCicerónconactituddecensura.—¿Espreferibleunpolíticoceñudoydecuellotieso?CreoqueRomaeslasdoscosasyquetodo

dependedel lugardesdedonde lamires.Noolvidesquedicenque lasSaturnales las fundóeldiosJano,yJanotienedoscaras.

Cicerónlanzóungruñido.—Pero seguro que cumples al menos una de las tradiciones de las Saturnales —añadí—. El

intercambioderegaloscon losamigosy la familia.—Hiceestecomentariosinsegunda intención,sólopararecordarlelosaspectosmásagradablesdelafiesta.

Memiró sombrío y en su cara se dibujó una sonrisa como si de repente le hubiera caído unamáscara.

—Esosílohago—dijo,dandounapalmadaparallamaraunodesusesclavos,quelellevóunapequeñabolsade laquesacóunobjetoquemepusoen lapalma—.¡Para ti,Gordiano!—Serióacarcajadasalvermiexpresióndesorpresa—.¡Qué!¿Pensabasquetehacíapasearporelforosóloparadartemimalaopinióndeestelibertinaje?

Ecoseacercóamíy juntosmiramoselpequeñoobjeto redondoquebrillabaal solpálidodelinvierno. Parecía un simple abalorio de plata, pero cuandome lo acerqué a los ojos vi que teníaformadecícera,mejordicho,degarbanzo,lalegumbrellamadacícerdelaquelafamiliaCicerónrecibíasugloriosonombre.Ecodejóescaparunaexclamacióninaudible.

—¡Cicerón,mesientomuyhonrado!—dije.Porelpesodelpequeñoobjeto,teníaqueserdeplatamaciza.LaplataeselmaterialtípicodelosregalosdelasSaturnalesentrelaspersonasquepuedenpermitirsesemejanteextravagancia.

—Lehe regaladoamimadreuncollarenterodegarbanzos—dijoorgullosamenteCicerón—.MandéquemelohicieranelañopasadoenAtenas,mientrasestudiabaallí.

—Metemo—dije,haciendounaseñaaEcoparaquebuscaraenlabolsa—quenotengonadaqueselecompare,sóloesto.—NingúnhombresaledurantelasSaturnalessinregalosquedarcuandolaocasiónlorequiera,ylehabíadadoaEcounabolsaantesdesalir,conunpuñadodevelasdecera.EcomediounayselapaséaCicerón.Eraelregalotradicionaldeunhombremodestoaotromejorsituado,yCicerónloaceptógraciosamente.

—LahecompradoenunapequeñatiendaquehayenlacalledelosCandeleros—dije—.Esdelamejor calidad, teñida de azul oscuro y perfumada con jacinto.Aunque, dado lo que sientes por lafiesta,quizánosalgasestanocheparailuminarelforoconvelas.

—HequedadoconmihermanoQuintoparacelebrarunapequeña reunión familiar estanoche;estoysegurodequenosquedaremosencasa.Perosueloquedarmeamenudodespiertohastatarde,leyendo.Utilizaréturegaloparaalumbrarmelapróximavezquetengaqueestudiarunpapirosobreleyes. El aromame recordará lo hermosa que es nuestra amistad.—Con tantamiel en los labios,¿quiénpodíadudarqueeljovenCicerónllevabacaminodeconvertirseeneloradormásfamosodelahistoriadeRoma?

Nos separamos deCicerón y nos dirigimos al Palatino. Incluso allí, en el barriomás elegante deRoma,sejugabaabiertamenteyhabíaborrachosalborotadoresenlascalles;laúnicadiferenciaeraque en el juego se apostabamás alto y los juerguistas llevaban túnicasmás caras y demejor tela.LlegamosacasademiamigoLucioClaudio,queabriólapuertaenpersona.

—¡Soyelportero!—dijoriendoacarcajadas—.Notelocreerás,perolesdijealosesclavosquese tomarán todoeldía libre ¡yse lohan tomadoenserio! ¡SóloSaturnosabedóndeestaránoquéestaránhaciendo!—Consunarizdefresaysusmejillasdeciruela,LucioClaudioeraelvivoretratodelabondad,ymásenaquellosmomentosenquelaradianteyachispadasonrisaledulcificabalosrasgos.

—Nocreoquehayanidomuylejossindinero—dije.—¡Tienendinero!Lediacadaunounabolsaconunasmonedasyungorritodefieltro.¿Cómo

ibanapasárselobiensinapostar?Movílacabezacondespreciofingido.—Mepregunto,amigoEco,quépensaríaCiceróndelaliberalidaddenuestroamigoLucio.EcolocogióalmomentoysepusoahacerunasiniestraimitacióndeCicerón,envolviéndoseen

sutúnicafestivacomosifueraunatoga,echandoatráslacabezayarrugandolanariz.Lucioseriócon tanta fuerzaqueempezóa toser, y su cara sevolviómás rojaquenunca.Al final recuperóelalientoyseenjugólaslágrimas.

—Ciceróndiríaqueunamotantoleranteconsusesclavosestáeludiendosuresponsabilidaddemantenerlapazyelordenenlasociedad…¡peroquemeaspensimeimporta!Pasayteenseñaréporquéestoydetanbuenhumor.¡Losregalosacabandellegarestamañana!

Lo seguimos a través del vestíbulo, por un inmaculado jardín decorado con una maravillosaestatuadeMinervayporunlargopasillo,hastaquellegamosaunahabitaciónpequeñayoscuraquehabíaalfondodelacasa.SeoyóunruidosordoyunamaldiciónahogadacuandoLuciosegolpeólarodillacontraunaespeciedecofrequehabíapegadoalapared.

—Luz,másluz—murmuró, inclinándosesobreelcofreytrasteandoconlospostigoscerradosdeunaventanaaltayestrecha.

—Déjameamí, amo—dijounavoz roncaen laoscuridad.Ecodioun respingo.Susojos sonmuyagudos,peronisiquieraélhabíavistoalpropietariodelavozcuandoentramosenlahabitación.

Lainvisibilidadesunacaracterísticamuybuscadaentrelosesclavosdomésticos,ysindudaeraunade lasespecialidadesdeaquelhombrequegozabade laconfianzadeLucio,ungriegocanosoquesellamabaStéfanosyquehabíaestadoalfrentedelacasadelPalatinodurantevariosaños.Fuedeventanaenventana,andandoconlosmiembrosextrañamenterígidos,descorriendoelpestillodelasestrechascontraventanasyabriéndolasparadejarentrarelaireyelsol.

Lucio dio las gracias al esclavo, que le respondió con una típica expresión de obediencia queapenasoí.Al igualqueEco,estabaparalizadoporel resplandorcegadorde laplata.Antenuestrosdeslumbradosojos,elsolqueentrabaaraudalesporlasventanassehabíatransformadoenunfuegoblancoylíquidoqueresplandecíaybailaba.MiréaEcoyvisusfaccionescoloreadasporrombosdeluzrefleja,luegovolvílamiradahaciaelesplendorquehabíaantenosotros.

Elcofreconelquehabía tropezadolarodilladeLucioerademaderabellamente talladayconincrustacionesdeobsidianayconchasmarinas.Unpañocolorrojosangrecubríalatapadebisagras.Encimadelpañoestabalamássorprendentecoleccióndeobjetosdeplataquehabíavistoenmivida.

—Magnifico,¿verdad?—dijoLucio.Melimitéaasentir,puesanteaqueldesplieguedecosasbellasmehabíaquedadotanmudocomo

Eco.—Fíjate en el jarro—dijo Lucio con entusiasmo—.La forma… la elegancia. ¿Ves el asa, esa

formadecariátideconlacaraescondida?El jarro era ciertamente exquisito, como el peine de plata con incrustaciones de cornalina que

hacíajuegoconuncepillo, tambiéndeplata,encuyoreversohabíaunsátiroenrelieveespiandoaunasninfasquesebañaban.Habíauncollardeplatayámbaralladodeotrodeplataylapislázuli,yviotrodeplatayébano;cadaunohacíajuegoconseriesdependientesypulseras.Habíadoscopasdeplataconescenasdecazaenrelievealrededordelabase,yotrasdoscopasdecoradasconundibujogeométricogriego.

Lomásimpresionantedetodo,aunquesólofueraporsutamaño,eraunplatodeplatadeuncododediámetro.Subordeerauncírculodehojasdeacantoenrelieve,mientrasqueenelcentropodíaverseaSileno,eldemoniodelaalegría,alborotandoenmediodeundesplieguedesátiros,faunosyninfas.EnunmomentoenqueLuciononosmiraba,EcoseñalólacaradeSilenoehizoungestoconlacabezahacianuestroanfitrión.Viloquequeríadecir;aunquesepodíadecirquetodaslasimágenesdeSileno tenían unparecidode familia conLucioClaudio, pues tenían una cara redonday gordaencimadeuncuerpogordoyredondo,aquellaseleparecíatantoquenopodíaserotracosaqueunretrato.

—Debesdehaberencargadoestaspiezasespecialmenteparati—dije.—Sí,lasencarguéaunosartesanosquetienenunatiendaenlacalledelosPlateros.Creoqueson

unapruebadequeenRomasepuedeencontrarunacalidadartesanaltanelevadacomoenAlejandríaoencualquierotraparte.

—Si—dije—,siemprequesetengadineroparapagar.

—Bueno,fueunpocoextravagante—admitióLucio—,perolaplatasinrefinarvienedeEspaña,nodeoriente,loquereduceelprecio.Detodasformas,merecelapenaelgastoparaverlacaraquepondrán mis primos cuando vean lo que les regalo por las Saturnales. La plata es lo que se datradicionalmente,claro…

—Quienselopuedapermitir—murmuré.—…aunquemetemoquealgunosdemisparienteshanvenidodiciendoquesoyunpocotacaño.

Bien,notengomujernihijos,asíqueesnaturalquenoprodiguemiriquezaentrequienesmerodean,yavecescuestaempaparseenelespíritudelafiestacuandounoestásoltero.Peroesteañono…esteañohetiradolacasaporlaventana,comopuedesver.

—Ya lo veo —dije, pensando que incluso los patricios ricos y corridos como los ClaudiosestaríanimpresionadosporlagenerosidaddeLucio.

Luciosequedóunmomentomirandoelvistososurtidodevasosyjoyas,ysevolvióalesclavo,queseguíaallí.

—Pero Stéfanos, ¿qué es esto? ¿Qué haces remoloneando en la oscuridad, con el día tanespléndidoquehace?Deberíasestarfuera,correteandoconlosotros.

—¿Correteando, amo? —dijo el arrugado esclavo secamente, como para indicar que laposibilidaddequeélhicieraunacosaasíerabastanteremota.

—Bueno,yasabesloquequierodecir…deberíasestarfueraentreteniéndote.—Yameentretengoaquídentro,amo.—Parapasártelobienentonces.—Te aseguro que soy tan capaz de pasármelo bien aquí como en cualquier otra parte—dijo

Stéfanos.Parecíaimprobablequepudierapasárselobienenningunacircunstancia.—Muy bien—dijo Lucio riendo—, haz lo que quieras, Stéfanos. Esa es, después de todo, la

finalidaddelafiesta.Luciosedetuvodenuevoanteelcofreyacaricióamorosamenteel jarroquehabíaseñaladoal

principioyalqueparecíaespecialmenteligado.Luegonoscondujoalatrioynosofrecióunacopadevino.

—ParaEcoconmuchaagua—dijemientrasLucionosservíadeunasencillajarradeplata,llenadeespumeantevinogranate.Ecofruncióelentrecejoperoextendiólacopa,deseosodecogerloquepudiera.Porpasadas experiencias, sabíaqueLucio teníaunalmacénde lasmejores cosechasynoquiseaguarmuchomivinoparaapreciarsudelicadoaromacontodasufuerza.Paraserunhombreacostumbradoaquelesirvieran,Lucionossirviódeunmodoirreprochable,luegosesirvióélysesentójuntoanosotros.

—Considerandolomuchoque trabajas,Gordiano,supongoquedisfrutarás inmensamentede lafiesta.

—Enrealidadsueloestarmásocupadoendíasdefiestaqueenotros.—¿Deverdad?—Eldelitonosevadevacaciones—dije—.Omásexactamente:aldelito legustan losdíasde

fiesta.Notienesniideadelacantidadderobosyasesinatosquesecometenlosdíasfestivos…pornohablardeindiscrecioneseinfidelidades.

—Mepreguntoporqué.

Meencogídehombros.—Lasobligacionesnormalesdelasociedadserelajan;lagenteesmássensiblealatentacióny

estámás inclinada a hacer cosas que de ordinario no haría, por todo tipo de razones… avaricia,despechoosimplementediversión.Lasfamiliassereúnen,tantosisimpatizanentresícomosino,loquepuedeterminarconalgúncráneoaplastado.Yelgastodelentretenimientopuedeobligarinclusoa un hombre rico a cometer actos realmente desesperados. Y para los que ya tienen unapredisposiciónaldelito,considera lasventajasde las fiestasparasuviciosecreto,cuando lagentebaja la guardia y se aturde atracándose de comida y bebida. ¡Desde luego que sí! Una festividadromanaesunainvitaciónaldelitoylosdíasquemásocupadoestoysuelenserlosdíasdefiesta.

—¡Entoncesme considero afortunado por estar hoy en tu compañía, Gordiano!—dijo Lucio,levantandolacopa.

Enaquelmomentooímosqueseabríalapuertaprincipal, luegovoceselevadasenelvestíbulo.Dosesclavosjóvenesentraronenelatriodandotraspiés.Elfríoleshabíacoloreadolasmejillas,queestabancasitanrojascomolosgorritosquellevabanenlacabeza.Teníanlosojoshinchadosporlabebida,peroseenderezaronalverasuamo.

—Zropso,Zótico,esperoqueosestéisdivirtiendo—dijoLucioconsinceridad.Zropso,queeramásdelgadoyrubio,seenderezódegolpe,sinsaberdequémodoreaccionar,

mientras su compañero, que era gordo ymoreno, rompió bruscamente en una carcajada y echó acorrerdandosaltitosporelatrio,hacialapartetraseradelacasa.

—Sí, amo,muchísimo, amo—dijoZropso finalmente.Se apoyó enunpie y luego en el otro,comoesperandoserdespedido.

Luciocogióunacortezadepanyselatiróalesclavo.—¡Largo! —dijo riéndose. Zropso echó a correr detrás de Zótico, con cara de estar muy

confundido.Bebimosensilenciounrato,saboreandoelvino.—Senotaquetegustalainformalidad,Lucio—dijeconsorna—,aunacostadeescandalizaraun

pobreesclavo.—Zropso es nuevo en la casa. No entiende qué son las Saturnales—dijo Lucio. Acababa de

terminarlasegundacopadevinoyseestabasirviendootra.MevolvíhaciaEco,esperandoquemeguiñaraunojodecomplicidad,peroparecíadistraídoymirabahaciaelinteriordelacasa.

—¿Y serías capaz de servir la cena a tus esclavos?—pregunté, recordando queCicerón habíapalidecidoantelaideadecondescenderhastaaquelpunto.

—Yocreoqueporahínopasaría,Gordiano.Tengolacasallena,perosólounesclavoesmío.Voyapasarmelatardevisitandoprimosyentregandoregalos,ysupongoqueacabarémolido.Perodejaré que los esclavos se tiren en los triclinios como si fueran mis invitados y se turnen paraservirseunosaotrosmientrasyocenoenmialcoba.Parecequelesgustaestapequeñafarsa,ajuzgarporelruidoquehacen.¿Ytú?¿Harásdecriadodetusesclavosdomésticosdurantelacena?

—Sólotengodos.—¡Ah,sí!Elguardaespaldas,esegigantescoBelbo,ylaconcubinaegipcia,lahermosaBethesda.

¿Qué hombre se negaría a servirla? —Lucio suspiró y se estremeció. Siempre había estadoenamoradodeBethesdaymásqueunpocointimidadoporella.

—Iremosacasaapreparar lacenaencuantosalgamosdeaquí—dije—,yestanoche,antesdequelagenteseaglomereenlascallesconvelasencendidas,Ecoyyolesserviremoslacenaalosdosmientrasellosestántanricamenterecostadosenlostriclinios.

—¡Delicioso!¡Megustaríaverlo!—Acondicióndequeestésdispuestoaserviralosesclavos,comotodosloshombreslibresdela

casa.En aquelmomentovi por el rabillo del ojo queEcovolvía la cabeza conbrusquedadhacia la

partetraseradelacasa.Teníaunoídomuyagudo,poresooyóqueelesclavoseaproximabaantesdeque Lucio o yo nos diéramos cuenta. Al poco rato, Zropso llegó corriendo al atrio con cara deconsternación.Abriólaboca,peroseatragantóconlaspalabras.

—Bien,Zropso,¿quéocurre?—dijoLucio,arrugandolacarnosafrente.—¡Algoterrible,amo!—¿Sí?—EselviejoStéfanos,amo…—Sí,sí,vamos,escúpelo.Zropsoseretorciólasmanosehizounamueca.—Porfavor,amo,¡venaverlotúmismo!—Bueno,¿quépuedesertanterribleparaqueunesclavonisiquierapuedadecirlo?—dijoLucio,

aligerando la cuestiónmientras se levantaba del asiento conmucho aparato—. ¡Vamos,Gordiano,probablementeseaasuntodetuinterés!—dijoriéndose.

PerolasrisascesaroncuandoseguimosaljovenZropsohastalahabitaciónenlaqueLucionoshabíaenseñadolaplata.Todaslasventanasestabancerradasmenoslamáscercanaalcofre.Alafríaluz que entraba vimos el desastre que había entorpecido la lengua deZropso.El paño rojo estabatodavíasobreelcofre,peroaunlado,ytodaslaspiezasdeplatahabíanvolado.Delantedelcofre,enelsuelo,elviejoesclavoStéfanosyacíadecostado,conlosbrazossobreelpecho.Teníaenlafrenteun agujero del que salía sangre y, aunque sus ojos estaban abiertos de par en par, había visto yodemasiados cadáveres para saber que Stéfanos había dejado el servicio de Lucio Claudio parasiempre.

—¡PorHércules!¿Quéhapasado?—exclamóLucio—.¡Laplata!¡YStéfanos!¿Está…?Eco se arrodillóparabuscarle el pulso al caídoypuso el oído sobre los labios separadosdel

esclavomuerto.Levantólavistahacianosotrosynegóconlacabezaseriamente.—Pero¿quéhapasado?—gritóLucio—.Zropso,¿quésabesdeesto?—¡Nada,amo!Entréenlahabitaciónylaencontréexactamentecomoestáahora,yfuiadecírtelo

inmediatamente.—¿YZótico?—preguntóLucioentonosombrío—.¿Dóndeestá?—Nolosé,amo.—¿Quéquieresdecir?Vinisteisjuntos.—Sí,perotuvequeirahacermisnecesidadesyfuialaletrinadelotroladodelacasa.Después

vineabuscaraZótico,peronoloencontré.—¡Bueno,puesencuéntralo!—barbotóLucio.Zropsosevolviódócilmenteparairse.—No,espera—dije—.AmímeparecequenohayprisaporbuscaraZótico,siesquetodavía

estáenlacasa.Creoqueseríamásinteresanteaveriguarporquéseteocurrióvenirprecisamenteaestahabitación,Zropso.

—EstababuscandoaZótico,yalohedicho.—Elesclavobajólosojos.—Pero, ¿porqué aquí?Esunade lashabitacionesprivadasde tu amo.Yodiríaque sólo están

autorizados a entrar los esclavos del rango de Stéfanos y lasmuchachas de la limpieza. ¿Por quéestabasbuscandoaZóticoaquí,Zropso?

—Yo…meparecióoírunruido.—¿Quéruido?Zropsopusocaradepena.—Meparecióquealguien…reía.Ecodiounapalmadaderepenteparallamarnuestraatenciónyasintióconenergía.—¿Quédices,Eco?¿Tútambiénoísteesarisa?Asintióehizounademánconlasmanosparaindicarquedesdeelatriohabíasonadodébilymuy

lejana.MiréaZropso.—¿Larisasalíadeestahabitación?—Esopensé.Primerolarisaydespués…despuésunaespeciedematracayungolpe,ounruido

sordo,nomuyalto.Miré a Eco, que frunció los labios con ambivalencia y se encogió de hombros. También él,

sentadoenelatrio,habíaoídoalgoenlapartedeatrásdelacasa,peroelsonidohabíasidoconfuso.—¿EraZóticoriéndose?—pregunté.—Esocreí—dijoZropsosinconvicción.—Vamos, ¿era Zótico o no? Seguro que su risa te resulta familiar… los dos veníais riendo

cuandollegasteisdelacalle.—NosonabacomolarisadeZótico,perosupusequeeraél,anoserquehubieraalguienmásen

lacasa.—Nadie—dijoLucio—.Estoyseguro.—Alguien podría haber entrado —dije, acercándome a las abiertas contraventanas—. Es

curioso…estepestilloparecepartido.¿Sehabíarotoantes?—Creoqueno—dijoLucio.—¿Quéhayalotroladodelaventana?—Unpequeñojardín.—¿Yquérodeaeljardín?—Lacasaportresladosyunatapiaporelotro.—¿Yquéhayalotroladodelatapia?—Lacalle. ¡Oh,amigomío!Yaentiendo loquequieresdecir.Sí, supongoquealguien joveny

conagilidadpodríahaberescaladolaparedyentradoenlacasa.—¿Esatapiatambiénpuedeescalarsedesdedentro?—Supongoquesí.—¿Podríahacerlounhombreconunabolsallenadeplataalaespalda?—Gordiano,nopensarásqueZótico…—Esperoqueno,porsubien,perocosasmásextrañashanocurridocuandoaunesclavoseleda

unpocodelibertad,unpocodedineroymuchovino.—¡MisericordiosaFortuna!—exclamóLucio—.¡Laplata!—Fuehaciaelcofreyalargólamano

comoparatocarfantasmagoríasdondeyanohabíaplata—.Lajarra,lasjoyas,lascopas…¡todohadesaparecido!

—Nohayseñalesdearmas—dije,mirandoporlahabitación—.QuizáunadelaspiezasperdidasfueusadaparadaresegolpeenlacabezadeStéfanos.Algoconunbordemásbienrectoyduro,ajuzgarporelaspectodelaherida.Quizáelplato…

—¡Que idea tan horrible! Pobre Stéfanos.—Lucio apoyó lasmanos en la tapa del cofre y lasapartóde repenteconungemidodehorror.Levantó lamanoyvique tenía lapalmamanchadadesangre.

—¿Dedóndehasalidoeso?—dije.—Delpañoquetapaelcofre.Esdifícildeverconestaluzyporserrojoelpaño,perohayuna

manchahúmedadesangre.—Fijaos,lohanmovidohaciaunlado.Pongámoslocomoestabaantes.Movimoselpañoyvimosquelamanchadesangrecoincidíaconelbordedelatapadelcofre.—Comosisehubieradadoelgolpeahí—dijoLucio.—Sí,comosisehubieracaído…olohubieranempujado—dije.Zropsoseaclarólagarganta.—Amo,¿buscoaZóticoya?Lucioenarcóunaceja.—Iremosabuscarlotodosjuntos.UnarápidainspecciónporloscuartosdelosesclavosnosrevelóqueZóticonoestabaenlacasa.

Volvimosalamalhadadahabitacióndeltesoro.—¿BuscoaZóticoenlacalle,amo?EltemblordelavozdeZropsoindicabaquesedabaperfectacuentadelodelicadodesuposición.

SiZótico,habíacometidohomicidio,y robo,¿noeraprobablequesuamigoZropsohubiera sidocómplice en el plan?Aunque Zropso fuera totalmente inocente, según la ley el testimonio de losesclavos debía obtenersemediante tortura; si la plata no se recuperaba y el asunto no se resolvíarápidamente,eraprobablequeZropsoseenfrentaraaun feoporvenir.MiamigoLucio tienebuencorazón, pero a fin de cuentas procede de una vieja familia patricia, y los patricios de Roma noestarían donde están hoy si hubieran sido altruistas o escrupulosos, especialmente en laadministracióndesuspropiedades,humanasono.

LucioenvióaZropsoasusdependenciasyluegosevolvióhaciamí.—Gordiano,¿quédebohacer?—gimió;enaquelmomentonoparecíaunpatricio.—ReteneraZropsoaquí,desdeluego.Fuerasólopodríaentrarleelpánicoytenerlalocaideade

escapar,yesosiempreterminamalparaunesclavo.Además—añadíenvozbaja—,puedequeseaculpabledeconspirarpararobartelaplata.Tambiéntesugieroquecontratesalgunosgladiadores,sipuedesencontraralgunosobrio,parareduciraZótico,siloencuentran.

—¿Ysinotienelaplataencima?—Entoncesdependerádetidecidirelprocedimientoparasacarlelaverdad.—¿Ysidicequeesinocente?

—Supongoqueesposiblequeunextrañopuedahabersaltado la tapiay robado laplata.Quizáotrode tus esclavos, o alguiende la calle de losPlaterosque sehubiera enteradode tus recientesadquisiciones.PeroprimerobuscaaZóticoydescubrequéesloquesabe.

Eco,quehabíaestadopensativoduranteunrato,llamómiatenciónderepente.SeñalóelcadáverdeStéfanosyluegorepresentóunapantomima,sonriendoestúpidamenteyfingiendoreír.

Luciosequedódesconcertado.—¡Laverdadesquenoveonadadivertidoenelasunto!—No,Lucio,lohasmalinterpretado.¿Estásdiciendo,Eco,quefueaStéfanosaquienoístereír?Ecomoviólacabezaparaindicarquehabíaestadodandovueltasalasuntoyquefinalmentehabía

tomadounadecisiónalrespecto.—¿Stéfanosriéndose?—dijoLucioenelmismotonoquepodríahaberlesalidosiEcohubiera

vistoaStéfanosescupiendofuegootrazandocírculosconlaspupilas.—Es verdad, parecía hombre serio —dije, echando una mirada escéptica a Eco—. Y si era

Stéfanoselquesereía,¿porquénolodijoZropso?—Probablemente porque nunca había oído reír a Stéfanos —dijo Lucio—. Y creo que yo

tampoco.—Miróelcadáverconcaradeconfusión—.¿EstássegurodequelarisaqueoísteeradeStéfanos,Eco?

Ecosecruzódebrazosyasintiómuyserio.Habíatomadounadecisión.—¡Estábien!Quizánuncalosepamosconseguridad—dije,dirigiéndomehacialapuerta.—¿Notequedasparaayudarme,Gordiano?—Lo siento, Lucio Claudio, debo irme. Hay una cena que preparar y una concubina a la que

servir.

Llegamos a casa relativamente indemnes. Un grupo de putas risueñas nos retuvo durante un ratobailandoanuestroalrededor,otroreyNumallevadoenliteramevolcóunacopadevinoenlacabezay un gladiador borracho vomitó en una sandalia de Eco, pero por lo demás el trayecto desde elPalatinoalaSuburafueuncaminoderosas.

Elmenúquepreparamosparacenar fuemuysencillo, comocorrespondíaamisdotes. Inclusoasí,Bethesdanoparecíacapazdequedarsefueradelacocina.Cadadosportresmirabadesdedelapuerta,arrugandoelsintomáticoentrecejoymoviendolacabezacomosiinclusomiformadecogerelcuchillotraicionaramitotalincompetenciaenasuntosculinarios.

Por fin, cuando el sol invernal empezaba a hundirse en el horizonte, Eco y yo salimos de lacocina y encontramos a Bethesda y a Belbo cómodamente echados en los triclinios normalmentereservadosanosotros.Ecopusolasmesitasmientrasyosacabalosdiversosplatos:lentejas,pasteldemijoconcarnepicadayflandehuevoconmielypiñones.

Belbo pareció contento con lo que le servimos, pero es que aBelbo le gusta todomientras lepongansuficiente;serelamió,comióconlosdedosynopudocontenerlascarcajadascuandoenvióasu amo Eco a buscar más vino, tomando como una broma la tradición de invertir los papeles.Bethesda, por su parte, recibió los platos con aire de fría objetividad. Como siempre, su actitudtípicamentedistanteocultabalaverdadprofundadeloquesucedíaensuinterior,quesospechabaque

eratancomplejoysutilcomoelplatomásexquisito.Porunladoeraescépticarespectodemisdotesculinarias,porotrodisfrutabadelanovedaddeserservidaydefingirqueeraunamatronaromana,ypor otro deseaba que no se le notase ningún signo exterior de deleite, porque… bueno, porqueBethesdaesBethesda.

Sedignóafelicitarmesinembargoporelflandehuevo,detallequeacogíconunareverencia.—¿Yqué talha idoeldía,amo?—preguntócondespreocupación, recostándoseenel triclinio.

Mequedéallado,conlasmanoscogidasenlaespalda,enseñalderespeto.Ensuimaginación,¿mehabíaconvertidoenesclavo…o,peoraún,enmarido?

Leconté losacontecimientosde la jornada,comoamenudohacen losesclavosal finaldeldíacuando losamosse lo indican.Bethesdaescuchabadistraídamente, acariciándosecon lasmanosellujuriante pelo negro y toqueteándose los carnosos labios. Cuando le describí mi encuentro conCicerón,susojososcurosrelampaguearon,puessiemprerecelabadecualquierhombrequetuvieramásganasdelibrosquedemujeresodecomida;cuandolecontéquehabíaestadoencasadeLucioClaudio,sonrió,puessabelosensiblequeesestehombreasubelleza;cuandolecontélamuertedeStéfanosy ladesapariciónde laplata,sepusomuypensativa.Se inclinóparaapoyar labarbillaenunamanoyderepentesemeocurrióqueestabapeligrosamentecercadeparodiarme.

Despuésdehaberlecontadolosdesagradablessucesos,mepidióqueselosexplicaraotravezmásdetenidamente, luego llamó a Eco, que había estado practicando una especie de juego infantilchocando lasmanos conBelbo, para que le clarificara algunos aspectos de la historia.De nuevo,comohabíahechoencasadeLucio,insistióenquehabíasidoaStéfanosaquienhabíaoídoreír.

—Amo—dijoBethesdapensativamente—,¿torturaránalesclavoZropso?—Posiblemente —suspiré—. Si Lucio no consigue recuperar la plata, puede que pierda la

cabeza…Lucio,quierodecir,aunqueZropsopodríaperderlasuyaalfinal,yestavezsinmetáforas.—¿YsiencuentranaZótico,sinlaplatayafirmandoqueesinocente?—Lomásseguroesquelotorturen—dije—.Lucionoseatreveríaapresentarseantesufamilia

niantesuscolegassipermitieraqueloengañaraunesclavo.—Engañadoporunesclavo—murmuróBethesdaconactitudreflexiva,asintiendo.Luegomovió

lacabezaypusolacaramásimperiosaquetenía—.¡Amo,túestabasallí!¿Cómoesquenovistelaverdad?

—¿Quéquieresdecir?—BebisteelvinodeLucioClaudioapaloseco,¿verdad?Sindudateobnubilóelcerebro.A los esclavos se les permitenmuchas libertades en las Saturnales, pero aquello pasaba ya de

castañooscuro.—¡Bethesda!Exijo…—¡TenemosqueiracasadeLucioClaudioenseguida!Selevantódeunsaltoycorrióabuscarla

capa.Ecomepreguntóconlamirada.Meencogídehombros.—Cogetucapa,Eco,ytambiénlamía;lanocheesfresca.Tambiéndeberíasvenirtú,Belbo,si

consigueslevantartedeltriclinio.Lascallesestaránimposiblesestanoche.

No contaré la locura que supone cruzar Roma en la noche de las Saturnales. Baste decir que en

ciertos tramosdel trayectomealegrémuchode tener aBelboconnosotros;normalmente sólo suvoluminosapresenciaerasuficienteparaabrirsepasoentreelgentíoalborotado.CuandofinalmentellamamosalapuertadeLucio,nosabrióotravezelamodelacasa.

—¡Gordiano!Mealegrodeverte.Eldíavademalenpeor.¡Ah!Eco…Belbo…¡yBethesda!—Lavozselequebrócuandopronuncióelnombreylosojosselepusieroncomoplatos.Seruborizó,siesqueeraposiblequesurubicundacaraadquirieraunrojomásbrillante.

Noscondujoatravésdeljardín.LaestatuadeMinervanosmirabadesdeloalto;suactitudsabiaera un estudio en claro de luna y sombras. Lucio nos introdujo en una habitación suntuosamenteamuebladaqueestabaalladomismodeljardín;unllameantebraserolacaldeaba.

—Seguítuconsejo—dijo—.HecontratadohombresparabuscaraZótico.Leencontraronmuypronto, tan borracho comoun sátiro y apostando en la calle, al ladode unburdel de laSubura…tratandodeganarloquenecesitabaparaentrar,dijo.

—¿Ylaplata?—Nirastro.Zóticojuraquenuncahavistolaplatayquenisiquierasabíaqueexistía.Diceque

salióporlapartetraseradelacasa,porunaventanaquehayenlasdependenciasdelosesclavos.DicequeZropsoleaburríayquequeríasalirsolo.

—¿Lecrees?Lucioagachólacabeza.—¡Aydemí!Noséquécreer.LoúnicoqueséesqueZóticoyZropsoentraron,Zóticosefue,y

queenalgúnmomentoStéfanosfuemuertoylaplatarobada.¡Sóloquieroquelaplatavuelva!Misprimos han venido hoy y no tenía nada para darles. Por supuesto, no he querido explicarles lasituación;leshedichoquemisregalosseretrasabanyqueiríaaverlesmañana.Gordiano,noquierotorturaraestosmuchachos,pero¿quéotracosapuedohacer?

—Llévamealahabitaciónenlaqueguardabaslaplata—dijoBethesda,dandounpasoadelanteyquitándose la capa, que dejó en una silla cercana. Su cascada de pelo negro emitió destellos azuloscuroymoradosalaluzdelbrasero.SuexpresióneraimpasibleysusojosestabanfijosenLucioClaudio,queparpadeóantesumirada.Hastayomeacobardéunpocoalverlailuminadaporelfuego,puesaunquellevabaelcabellosueltocomounaesclavayvestíaconunasencillatúnicadeesclava,sucarateníalamismaseducciónmajestuosaquelabroncíneacaradeladiosadeljardín.

Bethesda siguió mirando fijamente a Lucio, que se limpió una gota de sudor de la frente. Elbraserocalentaba,peronotanto.

—Desde luego—dijo—.Aunqueyanohaynadaquever.Mandéque trasladaranel cadáverdeStéfanosaotrahabitación…

Suvoz fue apagándosemientras se daba la vuelta y nos conducía a la parte trasera de la casa,cogiendouncandilquecolgabadelaparedparaalumbrarelcamino.

A la luz parpadeante del candil, la habitación parecíamuyvacía y ligeramentemisteriosa.Lospostigosestabancerradosyhabíanquitadodeencimadelcofreelpañomanchadodesangre.

—¿QuépostigosestabanabiertoscuandoencontrasteismuertoaStéfanos?—dijoBethesda.—Es-estos—dijoLucioconunligerobalbuceo.Seabrieronnadamástocarlos—.Elpestilloestá

roto—explicó,tratandodecerrarlosdenuevo.—Claroqueestároto;lospostigosnoseabrieronutilizandoelpestillo,sinoqueseforzaron—

dijoBethesda.—Sí, imaginamos eso estamañana—dijo—.Debieron de empujar desde fuera.Algún extraño

queforzólaentrada…—Nocreo—dijoBethesda—. ¿Y si los cogieronpor la parte superior y tiraronde ellos para

abrirlos…así?—Bethesdafueaotraventana,tiródelospostigosparaabrirlosyelpequeñopestilloserompióporlamitad.

—Pero¿porquéibanahacereso?—preguntóLucio.Abrílabocaytraguéunabocanadadeaire,empezando a comprender lo queBethesda tenía en la cabeza. Fui a decir algo, peromemordí lalengua.Laideaerasuya,despuésdetodo.Dejaríaquefueraellaquienlaexpusiera.

—ElesclavoZropsodijoqueprimerohabíaoídounarisa,luegounruidodematracayluegoungolpe.Larisa,segúnEco,eradeStéfanos.

Lucionegóconlacabeza.—Cuestaimaginarlo.—¿PorquenuncahabíasoídolarisadeStéfanos?Puedodecirteporqué:porquesólosereíaatus

espaldas.PreguntaacualquieradelosesclavosquellevenaquímástiempoqueZropsoyaverquétedicen.

—¿Cómolosabes?—protestóLucio.—Esehombredirigíatucasa,¿no?EratuprincipalesclavodeRoma.Créeme,devezencuando

se reía de ti a tus espaldas. —Lucio pareció sorprendido ante semejante idea, pero Bethesda nopensabadiscutirla—.EncuantoalamatracaqueoyóZropso,acabasdeoírelmismoruido,cuandoabrílospostigostirandodeellos.LuegoZropsooyóungolpesordo…queeraelruidoquehizolacabezadeStéfanosalchocarconelbordedurodelcofre.—Bethesdahizounamueca—.Luegocayóalsuelo,yodiríaqueaquí,asiéndosealcofreyconlacabezasangrando.—Señalóellugarexactoenque habíamos encontrado a Stéfanos—.Pero el ruidomás significativo fue el que nadie oyó…eltintineo de la plata, que probablemente habría hecho un ruido considerable si alguien la hubierametidoatodaprisaenunabolsayluegohubierasalidocorriendoconella.

—Pero¿quéquieredecirtodoeso?—dijoLucio.—Quiere decir que tu esclavo de cara impávida, que según tú no tenía sentido del humor, ha

tenidosupropiaformadecelebrarlasSaturnalesesteaño.Stéfanostegastóunabromainocenteensecreto… luego se rió a carcajadas de su propia impertinencia. Pero se rió demasiado fuerte.Stéfanoseramuyviejo,¿verdad?Losesclavosviejostienenelcorazóndébil.Cuandoelcorazónlesfalla,esprobablequesecaiganybusquenalgoaloqueasirse.—Bethesdaasiólapartesuperiordelascontraventanasylassacudióhastaqueseabrieron—.Fueronundébilasidero.Cayóysegolpeóen la cabeza, luego quedó yerto en el suelo. ¿Fue el golpe en la cabeza lo que le mató o fue elcorazón?¿Quiénlosabe?

—¡Perolaplata!—preguntóLucio—.¿Dóndeestá?—DondeStéfanoscuidadosaysilenciosamentelaescondió,pensandoendarleunsustoasuamo.ContuvelarespiraciónmientrasBethesdaabríalatapadelcofre;¿ysisehabíaequivocado?Pero

allí,semienvueltosenpañosbordados,reluciendoalaluzdelcandil,estabanlosvasos,loscollaresylaspulserasqueLucionoshabíaenseñadoporlamañana.

Luciodiounrespingoyparecióqueseibaadesmayardealivio.

—Nopuedocreerlo—dijofinalmente—.¡Stéfanosnuncahabíagastadosemejantebroma!—¡Oh! ¿Seguro que no? —dijo Bethesda—. Los esclavos gastan ese tipo de bromas

continuamente, Lucio Claudio. Elmotivo de tales bromas no es que los amos los descubran y sesientan ridículos, porque entonces el esclavo impertinente sería castigado.No, elmotivo esque elamonuncasedécuentadequelohanconvertidoenblancodeunabroma.Stéfanosprobablementehabía planeado que estaría en la calle divirtiéndose cuando tú descubrieras que la plata habíadesaparecido.Habríadejadoqueelpánico,tedominaraunrato,luegohabríavueltoacasaycuandoledijeses,fueradeti,quelaplatahabíadesaparecido,telahabríaenseñadoenelcofre.

—Peromehabríapuestofurioso.—MásdiversiónparaStéfanos.Porquecuandolepreguntarasporquéhabíapuestolaplataallí,

habríadichoqueselohabíasdichotúyqueélsehabíalimitadoaseguirtusórdenes.—¡Peronuncaleditalesinstrucciones!—«Síquelohiciste,amo»,habríadicho,cabeceandoantetudistracción,yconsucaradejuez,no

te habría quedadomás remedio que creerle. Piensa,LucioClaudio, y seguro que recordarás otrasocasionesenqueteencontrasteenunaprietoyStéfanossevioobligadoaseñalarquesedebíaatumalamemoria.

—Bueno,ahoraquelomencionas…—dijoLucio,conaspectoclaramenteincómodo.—Ytodoeltiempo,Stéfanossereíadetiatusespaldas—dijoBethesda.Movílacabeza.—Deberíahabercomprendidolaverdadantes,cuandoestuveaquí—dijeamipesar.—Tonterías—dijo Bethesda—. Tú eres sabio en los caminos delmundo, amo, pero no sabes

cómotrabajalamentedeunesclavo,yaquenuncalohassido.—Seencogiódehombros—.Cuandomecontastelahistoria,comprendílaverdadalmomento.NoteníaqueconoceraStéfanosparasabercómo trabajaba su mente. Hay una manera de ver el mundo que es común a todos los esclavos;vamos,mepareceami.

Asentíymepuseunpocorígido.—¿Quiere esto decir que, a veces, cuando no encuentro algo, o cuando recuerdo claramente

habertedadounaordenytúmeconvencesdequenoesasí…?Bethesdasonrió ligeramente,como lasdiosasde la sabiduríadebendesonreírcuandomeditan

unabromaparaentendidos,demasiadollenadematicesparalossimplesmortales.

Aquella misma noche nos unimos a la multitud del foro con nuestras velas de cera. Las grandesplazas públicas y las imponentes fachadas de los templos quedaron iluminadas pormiles de lucesparpadeantes.Lucioestuvoconnosotrosytodoscoreamoselalegrecánticode«¡Io,Io,Saturnalia!»que resonaba por todo el foro. Por la sonrisa de bendito que esbozaba comprendí que habíarecuperadoelbuenhumor.Bethesdatambiénsonreía,¿porquéno?Ensumuñeca,reluciendocomouncírculodefuegolíquidoalaluzparpadeantedesuvela,habíaunapulseradeplatayébano,regalosaturnaldeunadmiradoragradecido.

Elzánganoylamiel

—¡Gordiano!¡Eco!¿Cómohaidovuestroviaje?—Telocontaréencuantomehayabajadodelcaballoydescubrasitodavíatengodospiernas.LucioClaudiosoltóunacarcajadaquelesaliódelcorazón.—¡Vamos,hombre!¡DeRomaaquísólohayunashoras!Yunabuenacarreteradeadoquines.¡Y

eltiempoesexcelente!Eso era cierto.Era undía de finales de abril, unode esos días dorados de primavera queuno

desearíaqueduraraneternamente.ElpropioFeboparecíaconvencido; el sol estabadetenidoenelcielocomoembelesadoantelabellezadelatierraysinganasdemoverse.

Ylatierraestabapreciosa,sobretodoaquelpequeñorincónmetidoenmediodelosonduladoscamposetruscos,alnortedeRoma.Lascolinasestabancubiertasdeencinasysalpicadasde floresamarillasymoradas.Losolivosdelvallereflejabandestellosocresyverdesbajolasuavebrisa.Lashiguerasy los limoneros estabanenplenamadurez.Las abejas zumbabany revoloteabanentre laslargas filas de cepas. Se oía el piar de los pájaros y sus trinos semezclaban con lamelodía quecantaban losesclavosdeuncampopróximoqueabatían lahozalunísono.Respiréhondoeldulceolor de la hierba secándose al sol. Incluso mi buen amigo Lucio parecía inusualmente sano, unSileno,demejillasdeciruelaypelorojorizado;loúnicoquelefaltabaparacompletarlaimageneraunajarradevinoyunascuantasninfasdelbosquedeseosasdeservirle.

Bajédelcaballoydescubríquetodavíateníapiernasdespuésdetodo.Ecobajódesumonturaydiounbrincodeentusiasmo.¡Ah!¡Tenercatorceañosynosaberloquesonlasagujetas!Unesclavollevónuestroscaballosalacuadra.

Luciomediounafuertepalmadaenelhombroymecondujoalavilla.Ecocorríadandovueltasanuestroalrededor,comounperritonervioso.Eraunacasaencantadora,bajayconvariasventanas,todasabiertasparadejarentrarlaluzdelsolyelairefresco.Penséenlascasasdelaciudad,todasestrechasyapiñadasysinventanas,pormiedoaquelosladronessubierandesdelacalle.Allí,inclusolacasaparecíahabersuspiradodealivioysepermitíaasímismarelajarse.

—Yaves,telodije—dijoLucio—.¡Miratusonrisa!Laúltimavezquetevienlaciudad,parecíasunhombrequellevaraunoszapatosdemasiadoestrechos.Sabíaqueestoeraloquenecesitabas…unaescapadaalcampoduranteunosdías.Amísiempremefunciona.Cuandoelpolitiqueodelforomedesborda,huyoamigranja.Yaverás.Unospocosdíasyserásunhombrenuevo.YEcopasaráunosdíasestupendos,subiendoalascolinasybañándoseenelarroyo.Pero¿nohastraídoaBethesda?

—No. Ella… —Iba a decir «se negó a venir», que era la pura verdad, pero temí que miaristocráticoamigosonrieracondesprecioantelaideadequeunaesclavasenegaraaacompañarasuamoenunviaje—.Bethesdaesunacriaturadeciudad,yasabes.Noestáacostumbradaalcampo,asíqueladejéencasa,conBelboparaquelacuidara.Nomehabríaservidodenadaaquí.

—Yaveo—dijoLucio,asintiendoconlacabeza—.¿Senegóavenir?—Bueno…Empecéamoverlacabeza,perolodejéymeechéareír.¿Dequéservíanlasvanidadesurbanas

enaquellugar,dondeFebobañabaconsudoradaluzunmundoperfecto?Lucioteníarazón.MejordejarlastonteríasparaRoma.Enunimpulso,cogíaEcoy,cuandojugóadeshacersedemiabrazo,

salíensupersecución.LosdoscorrimosencírculosalrededordeLucioClaudio,queechólacabezaatrásyserió.

Aquellanochecenamoshígadodegansoconespárragos,setasrevueltasengrasadeocaygallinaensalsadevinagreymielconpiñones.Lacomidafuesencilla,perosepreparósoberbiamente.ElogiétantolacomidaqueLuciollamóalcocineroparafelicitarle.

Me sorprendió ver que el cocinero era unamujer, todavía veinteañera. Su pelo oscuro estabarecogido en un apretado moño, sin duda para que no le estorbara en la cocina. Sus gordezuelasmejillas parecían más gordezuelas aún a causa de la radiante sonrisa que le iluminaba la cara;apreciaba los elogios.Su cara era agradable, yaquenohermosa, y su figura, incluso con la ropasuelta,senotabavoluptuosa.

—DaviaempezócomoayudantedelcocineroprincipaldemicasadeRoma—explicóLucio—.Le ayudaba a comprar, medía los ingredientes, todo eso. Pero cuando cayó enfermo el inviernopasadoy tuvoqueocuparellasu lugar,demostró talhabilidadquedecidíconfiarle lacocinade lagranja.Asípues,¿tehaparecidobien,Gordiano?

—Porsupuesto.Todoestababuenísimo,Davia.Eco la elogió asimismo, pero dio un sonoro bostezo.Demasiada comida buena y aire fresco,

explicóseñalandolamesaytragandounagranbocanadadeaire.Sedisculpóysefuedirectamentealacama.

Lucio y yo llevamos unas sillas al lado del río y saboreamos su mejor vino mientrasescuchábamoselgorgoteodelaguayelcantode losgrillos,yobservábamos lasnubecillas,pasarcomojironesdealgodónpordelantedelaluna.

—DiezdíasasíycreoqueolvidaríacómosevuelveaRoma.—¡Ah!Pero apuesto a que no olvidarías cómo se vuelve aBethesda—dijoLucio—.Esperaba

verla.Esunaflordeciudad,sí,peroponlaenelcampoydaráfloreslozanasquetesorprenderían.¡Bueno,bueno!Seremossólotres.

—¿Nohaymásinvitados?—¡No,no,no!Esperéadredehastaquenotuveningunaobligaciónsocialpendienteparapoder

tenerellugarenterosóloparanosotros.—Mesonrióalaluzdelaluna,luegotorcióloslabiosenunamuecadeburla—.Noesloqueestáspensando,Gordiano.

—¿Yquéestoypensando?—Queapesardesusvirtudesdomésticas,tuamigoLucioClaudioesunpatriciosometidoalos

prejuiciosdesuclase;queescogíparainvitarteunaépocaenlaquenohabíanadieporaquí,paraquenofuerasvistopormisamigosdelaclasealta.Peronosetratadeesoenabsoluto.¡Queríaqueellugarfuerasóloparati,paraquetúnotuvierasqueaguantarlosaellos!¡Ah!Siconocierasalagentedelaqueestoyhablando.

Sonreíalversuincomodidad.—Avecesmitrabajomeponeencontactoconlospatriciosylosricos,yasabes.—Ah, eso es diferente, tratar con ellos. No quiero ni hablar de los miembros de mi propia

familia,aunquesonlospeores.Estánloscazafortunas,losqueestánenlosmárgenesdelasociedady

piensan que pueden abrirse paso hacia la respetabilidad como los zorros. Y los patriarcas, losaburridos,vanidososyviejospedorrosquenuncadejanolvidaranadiequealgúnantepasadosuyoestuvodostemporadasdecónsul,osaqueóuntemplogriego,omatóunatripulacióndecartaginesesen la edad de oro. Y los chiflados que aseguran que descienden de Hércules o de Venus… másprobablementedeMedusa,ajuzgarporsusmodalesenlamesa.Ylosniñatosricosquenopiensanmásqueenjugaryenlascarrerasdecaballos,ylasniñatasricasquesólopiensanennuevastúnicasyen joyas, y los padres que no piensan más que emparejar a los chicos con las chicas para queengendrenmásdelomismo.

»Ya ves, Gordiano, tú conoces a esta gente en sus peores momentos, cuando ha habido unhomicidioespantosooalgúnotrodelito,yestánnerviososyconfundidos,ynecesitantuayuda.Peroyo los conozco en momentos más afortunados, cuando se pavonean como pájaros africanos yrezumanencantocomosifueramiely,créeme,ensusmejoresmomentossonmilvecespeores.Nopuedesniimaginarlasespantosasreunionesquehetenidoquesoportaraquí,enlavilla.No,no,esosehaacabadodurantelospróximosdiezdías.Seránunrespiroparatiyparamíalmismotiempo…paratidelaciudadyparamídemillamadocírculodeamigos.

Peronoibaaserasí.

***

Los tresdías siguientes fueron comoun anticipodelElíseo.Eco exploró todos los rinconesde lagranja,tanfascinadoporlasmariposasyloshormigueroscomoporelmecanismorudimentariodelaprensadeaceiteyladevino.Siemprehabíasidounjovendeciudad(corríaabandonadoporlascallesantesdequeyoloadoptara),peroestabaclaroquepodíadesarrollarciertogustoporelcampo.

Encuantoamí,meregalabaconlasartesculinariasdeDaviaalmenostresvecesaldía,recorríalagranjaconLucioysucapatazypasabahorasacostadoalasombradelossaucesquecrecíanalolargodel río, leyendo lasbaratasnovelasgriegasde lapequeñabibliotecadeLucio.Elargumentoparecía siempre el mismo: chico humilde conoce a chica noble, chica es secuestrada por piratas,giganteso soldados, chico rescata chicayal final resultaquechico serdenacimientonoble.Perosemejantes tonterías parecían adecuarse ami humor perfectamente.Me relajé,me sentí totalmenteholgazándecuerpo,menteyespíritu,ydisfrutédecadamomento.

Entoncesllegóelcuartodíayconéllosvisitantes.Llegaroncuandocaíayalanoche,enuncocheabiertoytiradoporcuatrocaballosblancosyseguidoporunpequeñoséquitodeesclavos.Ellavestíadeverdeyllevabalosrizosdecolorcobrepeinadoshaciaarriba,segúnlamoda«abanico»quehacíafurorenlaciudadaquellaprimavera;elpeinadoeraunmarcoidóneoparalasorprendentebellezadesucara.Él llevabauna túnica azuloscuro sinmangasypor encimade las rodillas, paraque se levieranlosmusculososbrazosylasatléticaspiernas,yunabarbitadeformaextrañaqueparecíahechaparaburlarlasconvenciones.Parecíandemiedad,amitaddecaminoentrelostreintayloscuarenta.

Yovolvíaalavilladesdeelrío.Luciosaliódelacasaparasaludarme,miródetrásdemíyvioalosreciénllegados.

—¡PorloscojonesdeNuma!—murmuró,tomandoprestadamiexclamaciónfavorita.—¿Amigostuyos?—dije.—¡Sí!

NohabríaparecidomásdesanimadosielvisitantehubierasidoelfantasmadeAníbal.

Él se llamaba Tito Didio. Ella era Antonia, su segunda esposa. (Se habían divorciado de susanteriores cónyuges para casarse, generando un gran escándalo y no poca envidia entre sus paresinfelizmente casados). Según Lucio, que me llevó aparte mientras la pareja se instalaba en lahabitaciónquehabíaalladodelamía,bebíancomoesponjas,sepeleabancomogallinasyrobabancomourracas.(Advertíquepocodespuésdesullegadalosesclavosretirabandiscretamentelosvinosmáscaros,lamejorplataylosfragilísimosvasosaretinos).

—ParecequeteníanintencióndepasarunosdíasencasademiprimoManio—explicóLucio—,pero cuando llegaron no había nadie. Bueno, sé lo que pasó.Manio regresó a Roma para darlesesquinazo.

—No.—Desdeluegoquesí.¡Memaravillaquenosehayancruzadoconélenelcamino!Asíquehan

venido aquí, pidiendo quedarse un tiempo. «Sólo, un par de días antes de volver a la ciudad.Teníamosmuchas ganas de pasar unos días en el campo. Sé bueno, Lucio, déjanos quedarnos unpoquito».¡Lomásprobableesquesequedendiezdíasenlugardedos!

Meencogídehombros.—Amínomeparecentanmalos.—¿Queno?Espera.Esperayverás.—Bueno,sitanterriblesson,¿porquénolesdejaspasarlanocheyluegolosechas?—¿Echarlos? —Repitió la palabra como si yo hubiera dejado de hablar latín—. ¿Echarlos?

¿QuieresdecirexpulsaraTitoDidio,elhijomayordeMarcoDidio?¿NegarhospitalidadaAntonia?PeroGordiano,conozcoaestagentedesdequeeraniño.Quierodecirqueevitarlos,comohahechomiprimoManio…bueno,esoesunacosa.Perodecirlesenlacara…

—Noimporta.Loentiendo—dije,aunqueenrealidadnoentendíanada.

Fuerancualesfuesensusdefectos,losdospeligrososvisitantesteníanunavirtudquelocompensabatodo:eranencantadores.Tanencantadoresquelaprimeranoche,cenandoensucompañía,empeceapensarqueLuciohabíaexagerado.Ciertamente,nohicierongaladeningúnprejuicioclasistaniconEconiconmigo.TitoqueríasaberlotodoacercademisviajesydelostrabajosquerealizabaparalosabogadoscomoCicerón.(¿Esciertoqueestácastrado?,preguntóinclinándoseseriamentehaciamí).EcoestabafascinadoporAntonia,queeramuchomásbellaalaluzdelaslámparas.Lamujerestuvocoqueteando con él, pero lo hizo con una gracia natural que no era ni condescendiente nisignificativa.Amboseraningeniosos,vibrantesyurbanos,ysusentidodelhumorerasóloligerayencantadoramentevulgar.

También apreciaban la buena cocina. Al igual que había hecho yo mi primer día en la villa,insistieronenfelicitaralcocinero.CuandoaparecióDavia,lacaradeTitoseiluminóporlasorpresa,ynosóloporelhechodequeelcocinerofueraunamujerjoven.CuandoLucioabriólabocaparapresentarla,Titolequitóelnombredeloslabios.

—¡Davia!—dijo.Lapalabradejóunasonrisaensucara.Unaexpresióndedisgustoaparecióen

losojosdeAntonia.LamiradadeLucio,momentáneamentesinpalabras,ibadeDaviaaTito.—¿Asíquetú…yaconocíasaDavia?—Claro.Nosvimosunavezentucasadelaciudad.AunqueDavianoeraentonceslacocinera.

Sólounapinchedecocina,simalnorecuerdo.—¿Cuándofueeso?—preguntóAntoniaconunaligerasonrisa.Titoseencogiódehombros.—¿Elañopasado?SupongoqueenunadelasfiestasdeLucio.Loextraño…esquenorecuerdo

que tú estuvieras. Algo te retuvo en casa aquella noche, querida. Quizá un dolor de cabeza…—Dedicó a su esposa una mirada conmiserativa y luego volvió a mirar a Davia con una sonrisadiferente.

—¿Y cómo es que conociste a la ayudante del cocinero?—La voz de Antonia tenía un tonoligeramentecortante.

—Creoquefuialacocinaapedirleunfavoralcocinero,oalgoparecido.Yentonces…bueno,entoncesconocíaDavia.¿Verdad,Davia?

—Sí.Daviamirabaalsuelo.Aunqueeradifícildecirloalaluzdelalámpara,meparecióquesehabía

ruborizado.—Bueno—dijoTitodandounapalmada—,¡tehasconvertidoenunaespléndidacocinera,Davia!

Totalmente digna de las exigencias de tu amo, que son famosas por su altura. Todos estamos deacuerdoeneso,¿verdad,Gordiano…Eco…Lucio…Antonia?

Todos asentimos a la vez, unos con más entusiasmo que otros. Davia dio las gracias con unmurmulloydesaparecióenlacocina.

LosnuevosinvitadosdeLucioestabancansadosdelviaje.Ecoyyohabíamosdisfrutadodeunlargoyalegredía.Todoelmundoseretirótemprano.

La noche era cálida. Ventanas y puertas estaban abiertas para aprovechar la ligera brisa quesoplaba.Había ungran silencio en la tierra, de esos silencios quenadie experimenta en la ciudad.CuandoempezabaadeslizarmehacialosbrazosdeMorfeo,enunsilenciotanabsolutoquepensabaque podía oír el lejano y soñoliento removerse de las ovejas en el redil, el callado suspiro de lahierba que bordeaba el camino e incluso el suave gorgoteo del río, Eco, con quien compartía lahabitación,empezóaroncarsuavemente.

Entonces comenzó la pelea.Al principio sólo puede oír voces en la habitación de al lado, nopalabras.Peroalpocoratoempezaronagritar.Lavozdelamujereramásaltayclaraqueladeél.

—¡Sucioadúltero!Yaesbastantequeteaprovechesdelaschicasentupropiacasa,peroponertealigarconlasesclavasdeotrohombre…

Titogritóalgo,presumiblementeensudefensa.Ellanoseimpresionó.—¡Maldito embustero! No puedes engañarme. He visto cómo la mirabas esta noche. Y no te

atrevas a repetir lo del buscador de perlas de Andros. ¡Aquello sólo sucedió en tu imaginacióncalenturienta!

Titogritódenuevo.Antonia también.Siguieronasíun largorato.Oíruidodecacharrosrotos.

Unabrevepausaylosgritoscontinuaron.Gruñíymetapélacabezaconlamanta.Alratomedicuentadequelosgritoshabíancesado.Me

dilavueltapensandoquefinalmentemeseríaposibledormirynotéqueEcoestabaderodillasensucama,conlaorejapegadaalapared.

—Eco,¿quélémuresestáshaciendo?Mantuvolaorejapegadaalaparedymehizoseñasparaquemecallara.—¿Seestánpeleandootravez?Sediolavueltaynegóconlacabeza.—Pues¿quépasa?Vialaluzdelalunaqueesbozabaunasonrisatraviesa.Agitólascejascomounmimocallejero,

dibujóunaOcondosdedosyconundedodelaotramanohizoungestoobscenoqueconocentodoslosmimoscallejeros.

—Entiendo. Bueno, deja de escuchar. Es de mala educación. —Me di la vuelta y me puse elcobertorsobrelacabeza.

Debí de dormir un largo rato, hasta que la luz de la luna, después de ir desde la parte de lahabitaciónqueocupabaEcohastalamía,medioenlacaraymedespertó.Suspiréytirédelamanta,yviqueEcoestabatodavíaderodillas,conlaorejapegadaalapared.¡Aquellosdoshabíanestadoconlamismamarchatodalanoche!

Durante los dos días siguientes, Lucio Claudiome llevó aparte varias veces para disculparse poraquellaalteracióndemisvacaciones,Ecosededicabaasussencillosplaceres,yotodavíaencontrabatiempoparaleersoloenelrío,yenlamedidaenqueTitoyAntonianosinterrumpían,eranalmismotiempoirritantesydivertidos.NadiepodíasermásagradablequeTitoenlascenas,almenoshastalaprimeracopademás;después,suschisteserancasivulgaresysuscodazoscasirudos.Ynadiepodíaser más interesante que Antonia alrededor de una mesa donde se servía cerdo asado, hasta quesucedíaalgoqueestropeabasubrillo.Teníaunamiradaquepodíaatravesaraunhombrecomounclavoardiendo,tansegurocomoqueelanimalquehabíaenlamesahabíasidoespetadoypuestoaasar.

Nunca había conocido a una pareja como ellos. Empecé a entender por qué ninguno de susamigospodíanegarlesnada.Tambiénempecéacomprendercómoentreteníanaestosamigosconsusrepentinosataquesdefuriaysuomnívorapasiónporelotro,quesecalentaba,seenfriabaypodíaquemarohelaracualquierextrañoqueseacercarademasiado.

Altercerdíadesuvisita,Lucioanuncióquehabíaalgoespecialquepodíamoshacertodosjuntos.—¿Has visto alguna vez recoger miel de la colmena, Eco? No, no creo. ¿Y tú, Gordiano?

¿Tampoco?¿Yvosotrosdos?—Pues en realidad no—dijo Antonia. Ella y su marido habían dormido hasta el mediodía y

acababandereunirseconnosotrosenelrío,paralacomidadelmediodía.—¿Tiene que hacer tanto ruido el agua?—Tito se frotó las sienes—. ¿Has hablado de abejas,

Lucio?Meparecequeestamañanatengounenjambreenteroenlacabeza.—Yanoesporlamañana,Tito,ylasabejasnoestánentucabeza,sinoenunavaguadaquehay

másabajo—dijoLucio.Antoniaarrugólafrente.—¿Cómoserecogelamiel?Nuncalohepensado…Amímebastaconcomérmela.—Bueno, es toda una ciencia—dijoLucio—.Tengo un esclavo llamadoUrsus al que compré

expresamentepor sus conocimientos sobre las abejas.Construye lospanales concortezade árbol,sujetalospedazosconsarmientosyluegoloscubreconbarroyhojas.Mantienealejadaslasplagas,seaseguradequelospradostenganlasfloresadecuadasyrecogelamieldosvecesalaño.AhoraquelasPléyadessehanelevadoenelcielo,dicequeeselmomentodelacosechadeprimavera.

—¿Dedóndevienelamiel?Quierodecir,¿dedóndelasacanlasabejas?—preguntóAntonia.Laignoranciadabaasurostrounencantoengañosamenteinocente.

—¿Aquiénleimporta?—dijoTito,cogiendosumanoybesándolelapalma—.¡Túeresmimielymiabejareina!

—¡Ytúmizángano!Se besaron. Eco hizo una mueca. Enfrentada a los besos reales, su rijosidad adolescente se

convertíaenpuritanismo.—¿Dedóndesalelamiel?—dije—.¿Yrealmentehaymonarquíaentrelasabejas?—Bueno,telocontaré—dijoLucio—.Lamielcaedelcielo,comoelrocío.EsodiceUrsusyél

debesaberlo.Lasabejaslarecogenylajuntanhastaquesevuelvepegajosayespesa.Paratenerunlugardondeponerla, recogensaviade losárbolesy laceradealgunasplantasyconstruyenceldasdentrodelospanales.¿Quesitienenmonarquía?¡Oh,sí!Alegrementedansuvidaparaprotegeralareina. A veces dos enjambres diferentes se enfrentan en una guerra. Las reinas se quedan atrás,planeando la estrategia, y el choque puede ser terrible, ¡actos de heroísmo y sacrificio querivalizaríanconlaIlíada!

—¿Ycuandonoestánenguerra?—dijoAntonia.—Unpanalescomounaciudadbulliciosa.Unasabejas salena trabajaralcampo,a recogerel

rocíodemiel,otrastrabajandentro,construyendoymanteniendolasceldas,ylasreinaspromulganleyesparaelbienestargeneral.DicenqueJúpiterconcedióalasabejassabiduríaparagobernarseasimismasenpagoporhaberlesalvadolavida.CuandoelniñoJúpiterestuvoescondidoenunacuevaparaquenolomatarasupadreSaturno,lasabejaslealimentaronconmiel.

—Haces que parezcan incluso superiores a los humanos —dijo Tito riéndose y besando lamuñecadeAntonia.

—¡Oh!, difícilmente.Todavía sonmonárquicas y no han avanzado lo suficiente para tener unarepública,comonosotros—explicóLuciomuyenserio,sindarsecuentadequeseestabanburlandodeél—.Bueno,¿quiénquiereveniravercómorecogenlamiel?

—Nomegustaríaquemepicaran—dijoAntoniaconcautela.—Nohaypeligrodequeesosuceda.Ursusadormecealasabejasconhumo.Elhumolasvuelve

torpesypesadas.Yestaremoslejosdesucamino.Ecoasintióconentusiasmo.—Podríaserinteresante…—dijoAntonia.—Noparamí—dijoTito,recostándoseenlaverdeorilladelríoyfrotándoselassienes.—¡Tito!Noseasunzánganotorpeypesado—dijoAntonia,dándoleuncodazoyhaciéndoleun

puchero—.Venconnosotros.—No.—Tito…—HubounlevedejodeamenazaenlavozdeAntonia.Luciohizounamueca,previendounapelea.Seaclarólagarganta.—Sí,Tito,venconnosotros.Elpaseotesentarábien.Teestimularálacirculacióndelasangre.—No.Hetomadounadecisión.Antoniaesbozóunasonrisacrispada.—Muybien,hazloquequieras.Teperderásladiversiónypeorparati.¿Vamos,Lucio?

—Los enemigos naturales de la abeja son el lagarto, el pájaro carpintero, la araña y la polilla—rezongóelesclavoUrsus,que ibaal ladodeEco,encabezandonuestrapequeñacomitiva—.Todasesascriaturasgustanmuchodelamielyleharíancualquierdañoalascolmenasparaconseguirla.—Ursuserauncuarentóngrandeymacizo,desbordantedealegría,ydepelos,ajuzgarporlasmatasque leasomabanpor lasaberturasde la túnicademanga larga.Variosesclavosnosseguíanporelsenderoquecorríaa lo largodelrío,portandolasbrasasyantorchasdepajaqueseríanutilizadasparahacerhumo—.Tambiénhayplantasquesonenemigasdelasabejas—continuóUrsus—.Eltejo,porejemplo.Nuncapongasunacolmenacercadeuntejoporquelasabejassemarearánylamielsevolveráagriaygoteará.Peroprosperaránalladodelosolivosylossauces.Pararecogerelrocíodemiel les gustan las flores rojas ymoradas; el jacinto rojo es su favorito. Si hay tomillo cerca, loutilizarán para dar un delicado sabor al resultado. Prefieren vivir cerca de un río, con remansossombríosymusgososdondebeberylavarse.Ylesgustalapazylatranquilidad.Comoverás,Eco,elapartado lugar donde tenemos las colmenas reúne todas estas cualidades: estar cerca de un río,rodeadasdeolivosysauces,yconlasfloresquemásgustanalasabejas.

Oílasabejasantesdeverlas.Suzumbidosefundióconelrumordelríoyfuecreciendomientrasatravesábamos un seto y entrábamos en una vaguada resguardada del sol y cubierta de flores, talcomo Ursus había descrito. Había magia en aquel lugar. Sátiros y ninfas parecían retozar en lassombras,unpocomásalládedondepodíamosver. Incluso imaginéalniño Júpiter acostadoen lasuavehierba,viviendodelamieldelasabejas.

Lascolmenas,diezentotal,estabanalineadasenplataformasdemaderaalaalturadelacintura,en medio del claro. Tenían forma de cúpula alta y parecía que las capas de barro seco y hojashubieransidopuestasallíporlanaturaleza;Ursuseraunmaestroeneloficioademásdeunpozodesabiduría. Cada panal tenía sólo una estrecha abertura que servía de entrada y, a través de estasaberturas,lasabejasibanyvenían.

Una figura que había al lado de un sauce cercano atrajo mi mirada y, en un momento desobresalto,penséqueunsátirosehabíaplantadoenelclaroparaunirseanosotros.Antonialavioalmismotiempoqueyo.Dejóescaparunaexclamacióndesorpresayluegoaplaudiócomplacida.

—¿Yquéestáhaciendoeseindividuoaquí?—Seechóareíryseacercóparaverlomejor.—Vigila la vaguada—dijo Ursus—. Es el guardián tradicional de las colmenas. Asusta a los

ladronesdemielyalospájaros.EraunaestatuabroncíneadeldiosPríapo,sonriendolascivamente,conunamanoenlacaderay

unahozlevantadaenlaotra.Estabadesnudoysupriapismoeraempinadísimamentenotorio.Antonia,fascinada, le echó un buen vistazo y luego tocó su erecto falo, grotescamente grande, para que ledierasuerte.

MiatenciónenaquelmomentosehabíadesviadohaciaEco,quesehabíaacercadoalotroladodelavaguadaysehabíadetenidoenmediodeunasfloresmoradasquecrecíancercadelsuelo.Corríhaciaél.

—¡Tencuidadoconeso!Nocojasmás.Vealavartelasmanosenelrío.—¿Quépasa?—dijoUrsus.—Eslenguaetrusca,¿no?—dije.—Sí.—Si eres tan cuidadoso como dices con lo que crece aquí, me sorprende verlo. La planta es

venenosa.—Para la gente, quizá si—dijoUrsus, restando importancia a la cuestión—. Pero no para las

abejas.Aveces,cuandounacolmenaseponeenferma,esloúnicoquelacura.Secogenlasraícesdelalengua,secuecenconvino,sedejaenfriaryselesdaalasabejasparaquelobeban.Lesinsuflanuevavida.

—Perosurtiríaelefectocontrarioenunapersona.—Sí, pero todos los de la granja saben que tienen que alejarse de esa flor y los animales son

demasiado inteligentespara comérsela.Dudoque las flores seanvenenosas; son las raíces lasquecontieneneltónicodelasabejas.

—Bueno,inclusoasí,vealavartelasmanosenelrío—dijeaEco,quehabíaescuchadolacharlasin perder prenda ymemiraba expectante. El colmenero se encogió de hombros y siguió con larecogidadelamiel.

ComoLuciohabíaprometido,erafascinanteobservarlo.Mientraslosotrosesclavosencendíanyapagabanlasantorchas,paraproducirhumo,Ursussemetiósinmiedoenmediodelanubedeabejasaturdidas.Teníalabocallenadeagua,queocasionalmenteescupíaenunafinalloviznasilasabejasempezabanadespejarse.Destapólospanalesunoporunoyutilizóunlargocuchilloparasacarunapartedelasceldillas.Lasnubesdehumo,ellentoydeliberadoavancedeUrsusdepanalenpanal,lamagia cerrada del lugar y la no menos importante y sonriente presencia del vigilante Príapoenvolvíanelmomentoenunaaureolareligiosayrústica.Asíhabíanrecogidoloshombresladulcelabordelasabejasdesdeelprincipiodelostiempos.

Sólosucedióunacosaquerompióelhechizo.MientrasUrsusestabadestapandoelúltimodelospanales,unanubedepolillassepulcralmenteblancassaliódelasuperficiedelatierra.Revolotearonatravésdelhumoysedispersaronenmediode lashojas relampagueantesdelolivo.DeaquelpanalUrsusnosacaríamiel,yaque,segúndijo,lapresenciadelaspolillassalvajeseraunmalpresagio.

***

Elgrupopartiódelavaguadadebuenhumor.Ursuscortótrozosdepanalylosrepartió.Losdedosylabiosdetodoelmundoprontoestuvieronpegajososporlamiel.InclusoAntoniasepusohechaunapena.

Cuandollegamosalavillaechóacorrer.

—¡Zángano—gritó—,tengounbesodemielparati!¡Unadulcerazónparaquemebeseslapuntadelosdedos!¡Tumielestácubiertademiel!

¿QuévioAntoniacuandoentrócorriendoenelvestíbulodelacasa?Seguroquenomásdeloquevimos nosotros, que entramos dos zancadas detrás de ella. Tito estaba completamente vestido, yDaviatambién.Quizáhabíaunaexpresiónfugazensusrostrosquenosotrosnosperdimos,oquizáAntoniaintuyómásqueviolacausaquedespertósufuria.

Fuera loque fuese, lapeleacomenzóentoncesyallímismo.Antoniasaliódelvestíbuloa todavelocidad, camino de su habitación. Tito la siguió rápidamente. Davia, ruborizándose, saliócorriendohacialacocina.

Luciomemiróyentornólosojos.—¿Quépasaahora?Unahebrademiel,tanfinacomolasedadeunaaraña,lecolgabadelagordezuelabarbilla.

ElenfadoentreAntoniayTitonodioseñalesdehaberterminadoalahoradelacena.MientrasLucioyyohablábamosdelarecogidadelamielyEcoparticipabaconelocuentesfloriturasmanuales(suevocacióndelvuelodelaspolillasfueespecialmentevívida),AntoniayTitoguardabanunsilenciopétreo.Seretiraronasudormitoriotemprano.Aquellanochenohuboruiditosdereconciliación.Titoladrabaygemíacomounperrodevezencuando.Antoniachillabaylloraba.

Eco dormía a pesar del ruido, pero yome agitaba y daba vueltas, y finalmente decidí dar unpaseo. La luna iluminaba mi camino cuando salí de la villa, di una vuelta por las cuadras y fuipaseandohastalasdependenciasdelosesclavos.Aldoblarunaesquina,vidosformassentadasmuyjuntasenunbanco,alladodelpórticoqueconducíaalacocina.Aunquesupelonoestabarecogidoenunmoño,sinosueltoparadormir,laluzdelalunailuminabasucaralobastanteparareconoceraDavia.Porsuformadeosoconocíalhombrequesesentabaasulado,rodeándolaconunbrazoyacariciándole la cara:Ursus.Estaban tanpendientes elunodelotroqueno sedieroncuentademipresencia.Dimediavueltayvolvísobremispasos,preguntándomesiLucioestaríaenteradodequelacocinerayelcolmeneroseentendían.

Quécontrasteentresudevociónsilenciosaylaparejaquesealojabaenlahabitacióncontiguaalamía.Cuandovolvíalacama,tuvequetaparmelacabezaconunaalmohadaparaahogarlosruidosdelabatallaentreTitoyAntonia.

Perolamañanasiguientetrajounnuevodía.MientrasLucio,EcoyyodesayunábamospanconmielenelpequeñojardínquehabíadelantedelestudiodeLucio,Antoniavolviódelríoconunacestadeflores.

—¡Antonia!—dijoLucio—.Pensabaquetodavíaestabasenlacama.—Enabsoluto—dijo,resplandeciente—.Melevantéantesdelamanecerytuveelcaprichodeiral

ríoacogerflores.¿Nosonpreciosas?Mandaréaunadelasmuchachasquehagaunaguirnaldaparaponérmelaestanocheenlacena.

—Tubellezanonecesita adornos—dijoLucio.LaverdadesqueAntoniaestabaespecialmenteradianteaquellamañana—.¿Ydóndeestá…ejem…tuzángano,simepermitesllamarloasí?

Antoniaserió.

—Todavía durmiendo, imagino. Pero iré a despertarlo. ¡El día es demasiado bonito paraperdérselo!EstabapensandoqueTitoyyodeberíamoscogerunacestaconcomidayvino,eirnosapasareldíaenelrío.Sólonosotrosdos…

Enarcólascejas.Luciocomprendió.—Ah,sí,bueno,Gordianoyyotenemosmuchascosasenqueocuparnosaquíenlavilla.YEco…

túcreoqueestabaspensandoenhacerunaexcursiónalacolina,¿verdad?Eco,aunquenoentendíaloquepasaba,asintióconlacabeza.—Bueno,puesparecequetúytuzánganotendréiselríosóloparavosotros—dijoLucio.Antoniasonrió.—Lucio,ereslomásdulcequehayenelmundo.—Sedetuvoylebesólaruborizadacoronilla.Pocomástarde,mientrasterminábamoseldesayunosinprisas,vimosalaparejapaseandohacia

el río, sinnisiquieraunesclavoque les llevara lacestay lamanta. Ibancogidosde lamano,ysereíanyachuchabantanlascivamentequeEcoselesquedómirandoconcaradehaba.

Poruncuriosofenómenoacústico,avecesseoíaenlacasaalgúnruidoagudoprocedentedelrío.Asífuecomo,pocomástarde,estandoconLuciofrentealavilla,mientrasélhablabadelasfaenasde la jornada con el capataz, me pareció oír un grito y después un chasquido hueco. Lucio y elcapataz,unohablandoyelotroescuchando,noparecierondarsecuenta,peroEco,quetrasteabaconunviejolagar, levantólasorejas.Ecoserámudo,perosuoídoesmuyfino.ElgritohabíasidodeTito.Habíamosoídodemasiadosuvozdurantelosúltimosdíasparanoreconocerla.

Loscónyugesnosehabíanarreglado,despuésdetodo,yotravezestabandalequetepego.AlpocoratofueAntoniaquiengritó.Todoslaoímos.NoeraelfamiliarchillidodeAntoniaen

unataquederabia.Eraungritodepánico.Volvióagritar.Echarnosacorrer,EcoencabezayLuciogruñendoyresoplandodetrás.—PorHércules—exclamó—,debedeestarmatándola.PeroAntonianoestabamuriéndose.Titosí.Estababocaarribaen lamanta,con lacorta túnica

recogidaenlascaderas.Mirabalafrondosatechumbrequelecubríaconlaspupilasmuydilatadas.—Memarea,gira…—dijojadeando.Tosió,resollóyseapretóelcuello,luegoseinclinóaun

lado.Seaferrólabarrigaespasmódicamente.Sucarateníaunmortalmatizdelazul.—¡Por todos los lémures! —exclamó Lucio—. ¿Qué le ha pasado, Antonia? Gordiano, ¿qué

podemoshacer?—¡Nopuedorespirar!—dijoTito,soltandolaspalabrassinaire—.Elfin…mifin…¡ay!¡Cómo

duele!—Secogióeltaparrabosconfuerza—.¡Malditosseanlosdioses!Tiródelatúnica,comosileoprimieraelpecho.Elcapatazmediosucuchillo.Cortélatúnicayla

desgarre,dejandoaTitosinmásvestimentaqueeltaparrabosqueleceñíalascaderas;nolesirviódenada,peronosrevelóquetodosucuerposeestabavolviendoazul.Lopusedecostadoylemirélaboca,pensandoquequizásehabíaatragantado,perotampocosirviódenada.

Estuvo forcejeandohasta el final, luchandopor respirar.Fueunamuertehorrible.Al final, losestertores y gemidos se detuvieron. Sus pulmones se vaciaron. La vida desapareció de sus ojosabiertos.

Antoniaestabaallímismo,atónitaymuda,conlacaracomolapétreacaradeunatragedia.—¡No,no!—susurró,cayendoderodillasyabrazandoelcadáver.Empezóagritardenuevoya

sollozar salvajemente. Su sufrimiento fue tan doloroso de ver como la agonía deTito y tampocopudohacersenadaalrespecto.

—¿Cómolémureshaocurridoesto?—dijoLucio—.¿Cuálhasidolacausa?Eco,elcapatazyyonosmiramoscomoidiotas.—¡Ellatienelaculpa!—gimióAntonia.—¿Qué?—dijoLucio.—¡Tucocinera!¡Esabruja!¡Esculpasuya!Luciomiró a su alrededor, los restos de comida dispersos por el suelo. Cortezas de pan, una

pequeña jarra de miel, aceitunas negras, una bota de vino. También había una botella de arcilla,rota…responsable,sinduda,delchasquidohuecoquehabíaoído.

—¿Quéquieresdecir?¿EstásdiciendoqueDavialoenvenenó?LossollozosdeAntoniaparecíanatragantársele.—Sí,esoes.¡Sí!Fueunademispropiasesclavaslaquepusolacomidaenlacesta,peroellafue

laquepreparólacomida.¡Davia!Lamuybrujaloenvenenó.¡Loenvenenótodo!—¡Oh,querida!Peroesosignifica…—Luciosearrodilló.CogióaAntoniaporlosbrazosyla

miróalosojos—.¡Quetútambiénestásenvenenada!Antonia,¿sientesalgúndolor?Gordiano,¿quépodemoshacerporella?

Lomirésinexpresión.Noteníaniidea.Antonianomostrabasíntomas.Noestabaenvenenada,despuésdetodo.Peroalgohabíamatadoa

sumaridoydelamaneramásrepentinayterrible.Sus esclavas llegaron corriendo enseguida. Las dejamos lamentándose al lado del cadáver y

volvimosalavillaparahablarconDavia.Lucioencabezóelgrupohastalacocina.—¡Davia!¿Sabesloquehapasado?Daviamiróalsueloytragósaliva.—Dicenqueunodetushuéspedeshamuerto,amo.—Sí.¿Quésabesdelasunto?Daviaparecióconsternada.—¿Yo?Nada,amo.—¿Nada? Estaban comiendo comida preparada por ti cuando Tito se puso enfermo. ¿Todavía

dicesquenosabesnada?—Amo,noentiendoloquequieresdecir…—Davia—dije—,debescontamosloquehabíaentreTitoDidioytú.Daviatitubeóymiróaotrolado.—¡Davia!Elhombrehamuerto.Sumujerteacusa.Corresungravepeligro.Sieresinocente,la

verdadpuedesalvarte.¡Sévaliente!CuéntanosloquehabíaentreTitoDidioytú.—¡Nada! Lo juro por el espíritu de mi madre. No es que él no lo intentara y lo siguiera

intentando.Seacercóamíen lacasade laciudaddelamo laprimeranochequemevio.Tratódehacermeentrarenunahabitaciónvacía.Yonoquise.Siguióintentandolomismoaquí.Meseguía,mearrinconaba.Metocaba.¡Yonuncaledipie!Ayer,mientrasestabaisenlascolmenas,vinodetrásdemi,tirándomedelaropa,pellizcándomeybesándome.Yonoparabadecorrer.Perseguirmeparecíagustarle.Cuandoporfinvolvisteis,casillorédealivio.

—Así que te acosaba—dijo Lucio tristemente—. Bueno, me lo creo. Es culpamía, supongo;deberíahaberledichoquemantuvieralasmanoslejosdemispropiedades.Pero¿tanterriblefuequetuvistequeenvenenarle?

—Yonunca…—¡Tendrásquetorturarlasiquieresaveriguarlaverdad!—Antoniaaparecióenlapuerta.Tenía

los puños apretados, el pelo en desorden. Parecía completamente loca, una arpia vengativa—.¡Tortúrala,Lucio!Esloquesehacecuandounesclavotestificaenunjuicio.Estuderecho,pueseressuamo.Es tudeber, pues eras el anfitrióndeTito. ¡Exijoque la tortureshastaqueconfiesey ellamismasecondeneamuerte!

Daviasepusotanblancacomolaspolillasquehabíasalidodelascolmenas.Cayódesmayada.

Antonia, locadedolor, se retiró a sushabitaciones.Davia recuperó el conocimiento, peroparecíapresadefiebrescerebrales;temblabacomounanimalasustadoynoqueríahablar.

—Gordiano,¿quévoyahacer?—Luciopaseabaporelvestíbulo—.Tendréquetorturarlasinoquiereconfesar.¡Peronisiquierasécómosehace!Ningunodemisesclavosdelagranjasabríahacerdeverdugo.Supongoquepodríaconsultarconalgunodemisprimos…

—Hablardetorturaesprematuro—dije,preguntándomesirealmenteLuciotendríacorazónparatorturaranadie.Eraunhombrebuenoenunmundocruel;peroaveces,loqueelmundoesperabadeélprevalecíasobresunaturalezaelemental.Podíasorprenderme.Peronoqueríaaveriguarlo—.Creoquedeberíamosecharleotrovistazoalcadáver,ahoraquenoshemoscalmadounpoco.

Volvimos a la orilla del río. Tito estaba como lo habíamos dejado, vestido únicamente con eltaparrabos.Lehabíancerradolosojos.

—Túsabesmuchodevenenos,Gordiano—dijoLucio—.¿Quécrees?—Haymuchosvenenosymuchasreacciones.NopuedoempezarasuponercuálmatóaTito.Si

encontráramosalgunaprovisióndevenenoenlacocina,osialgunodelosdemásesclavoshubieravistoaDaviaponiendoalgoenlacomida…

Ecoseñalólacomidadesparramada,representóelactodedardecomeraunanimaldelagranjayluegolamuertedelanimal…unapantomimamuydesagradabledeverdespuésdehabervistounamuerteauténtica.

—Sí, podríamos buscar el veneno en la comida de esa manera, en los excrementos de algúnanimal.Perosiestabaenlacomidaquevemosaquí,¿porquéAntonianosehaintoxicadotambién?Eco, tráeme los restos de la botella de arcilla. ¿Recuerdas haber oído que algo se rompía casi almismotiempoqueoímosgritaraTito?

Ecoasintióymediolostrozosdearcilla.—¿Quécreesquecontenía?—dije.—Imaginoquevino.Oagua—dijoLucio.—Pero hay una bota de vino ahí. Y el interior de esta botella parece estar tan seco como el

exterior.Tengounacorazonada,Lucio.¿QueríasllamaraUrsus?—¿Ursus?¿Porqué?—Tengoquehacerleunapregunta.

El colmenero llegó enseguida bajando pesadamente por la loma. Pese a ser tan grande ypaquidérmico,lamuerteledabamiedo.Sequedólejosdelcadáveryhacíaunamuecacadavezquelomiraba.

—Soydeciudad,Ursus.Noentiendomuchodeabejas.Nuncamehapicadoninguna.Peroheoídodecirqueconsuaguijónpuedenmataraunhombre.¿Esesocierto?

Parecióligeramenteconfusoantelaideadequesusqueridasabejaspudieranhaceraquello.—Bueno, si,puedesuceder.Peroes raro.Aunos,casi todos, lespicanyenseguidase lespasa.

Peroaotros…—¿Hasvistoalgunavezaalguienquemurieraporlapicaduradeunaabeja,Ursus?—No.—Perocontodoloquesabes,seguroquetienesalgoquedecirsobreelasunto.¿Cómoocurre?

¿Cómomueren?—Lospulmonesseabren.Muerenasfixiados.Nopuedenrespirar,seponenazules…Luciosehorrorizó.—¿Creesquehasidoasí,quelepicóunademisabejas?—Echemosunvistazo.Lapicadurahabríadejadounamarca,¿verdad,Ursus?—¡Ah,sí!Unahinchazónroja.Mejoraún,buscaelaguijónponzoñoso.Sequedaclavadocuando

laabejalevantaelvuelo.Esmuypequeño,peronodifícildeencontrar.Examinamoselpechoylosmiembrosdelcadáver,ledimoslavueltayexaminamossuespalda.

Leinspeccionamoselpeloymiramoselcráneo.—Nada—dijoLucio.—Nada—admití.—Detodasformas,¿cuálessonlasposibilidadesdequeunaabejahayaaparecidoporaquí…?—La botella, Eco. ¿Cuándo oímos que se rompía? ¿Antes o después de que Tito gritara?

«Después»,indicóEcoporseñas,rodandolosdedoshaciamí.Diodospalmadas.«Inmediatamente»después.

—Sí,asíescomo lo recuerdoyo también.Unaabeja,ungrito,unabotella rota…—ImaginéaAntoniayaTitocomoloshabíavistolaúltimavezjuntos,cogidosdelamano,sobándosemientrasse dirigían al río—. Dos enamorados, solos en una apartada orilla ¿qué podíamos esperar queocurrieraentreellos?

—¿Quéquieresdecir,Gordiano?—CreoquedebemosvolverainspeccionaraTito,másaconciencia.—Hablaclaro,caramba.—Que deberíamos quitarle el taparrabos. Está desceñido, ¿lo ves? Probablemente gracias a

Antonia.Tal como pensaba, encontramos la hinchazón roja de la abeja en las partes más íntimas del

muerto.—Desdeluego,paraestarcompletamentesegurostenemosqueencontrarelaguijónyquitarlo.Te

dejolatareaati,Lucio.Eratuamigo,despuésdetodo,noelmío.Luciolocalizóyextrajoelpequeñoaguijón.—Quéraro—dijo—.Pensabaqueseríamásgrande.

—Qué,¿elaguijón?—No,su…bueno,esodeloquesiemprealardeaba,penséquesería,oh,noimporta.

***

Enfrentada a la verdad,Antonia confesó.Nuncahabíapretendidomatar aTito, sólo castigarleporperseguiraDavia.

Su temprana excursión al río, ostensiblemente para coger flores, había sido en realidad unaexpediciónparacapturarunaabeja.Paraestepropósitohabíautilizado labotelladearcilla, tapadaconuncorcho,yluegolahabíaescondidobajolasflores,enlacesta.Mástarde,elmismoTito,sinsaberlo,habíatransportadolaabejaenlabotellahastaelrío,escondidaenlacestadelacomida.

FueelPríapodelvalleelquehabíadadolaideaaAntonia.—Siemprepenséqueeldioseramuy«vulnerable»—nosdijo.SipodíainfligirunaheridaaTito

enlapartemássensibledesuanatomía,pensó,elcastigonoseríasólodolorosoyhumillante,sinotambién,ynuncamejordicho,acojonante.

Mientrasyacíanen lamantaal ladodel río,AntoniaenvolvióaTitoenunamorosoabrazo.Seacariciaronysesoltaronlaropa.Titosepusoerecto,talcomoellahabíaplaneado.Mientrasestabaenposiciónsupina,conlosojoscerradosyunasonrisasoñadora,Antoniacogiólabotelladearcilla.Lasacudió,paramoveralaabeja,luegoladestapóyrápidamenteapretólabocadelabotellacontraelmiembroviril.LapicaduraseinfligióantesdequeTitosedieracuentadeloqueestabapasando.Diounrespingo,gritóygolpeólabotellaparaquitárseladelasmanos.Serompiócontraunsauce.

Antonia estaba preparada para huir, ya que Tito se pondría hecho una furia. Pero Tito, por elcontrario,empezóaapretarseelpechoyaatragantarse.Lacatástrofequesiguiólacogiótotalmentepor sorpresa. Tito estaba muerto al poco rato. La sorpresa y el dolor de Antonia eran sinceros.Queríahacerledaño,peronomatarlo.

Pero no podía admitir lo que había hecho. En un impulso, escogió a Davia como chivoexpiatorio.EnelfondoDaviaeralaculpableporhabertentadoasumarido.

SeacordóqueLucionopropagaríalaverdaddeloquehabíapasado.Asucírculodeamigoslescontaría que Tito había muerto por la picadura de una abeja, pero no el papel representado porAntonia.Elhomicidionohabía sido intencionado,despuésde todo,nohabía sidoun asesinato.EldolordeAntoniaeraprobablementesuficientecastigo.PeroqueacusaraaDaviaeraimperdonable.¿Habría mantenido la mentira hasta llegar a la tortura y la muerte de Davia? Lucio creía que sí.PermitióaAntoniaquesequedaraapasarlanocheyluegoenviósuequipajeaRoma,juntoconelcadáverdesucónyuge.Aellaledijoquenovolvieraavisitarlenuncaniadirigirlelapalabra.

Paradójicamente,Titosehabríasalvadosihubierasidounpocomásservicialounpocomenoscalenturiento.Lucionotardóensaber,enunalaconversaciónquesiguióalfuneralmuertedeTito,queeldifuntohabíasidopicadounavezporunaabeja,cuandoerapequeño,ysehabíapuestomuyenfermo.TitonohabíahabladodelincidenteniconsusamigosniconAntonia;sólosuviejaniñeraysusparientesmás cercanos lo sabían.Cuando se negó a ver la recogidade lamiel, supuseque lohabíahechoporquequeríaestarsoloparaperseguiraDavia,perotambiénporqueteníamiedo(yconrazón)deacercarsealascolmenas,ynoqueríaadmitirsumiedo.Sinoshubieracontadoentoncessuextrema sensibilidad a laspicadurasde abeja, estoy segurodequeAntonianuncahabría llevadoa

cabosuvengativoplan.Ecoyyonosdispusimosadisfrutardelrestodenuestraestancia,perolosdíasquesiguieronala

partida de Antonia fueron melancólicos. Lucio estaba de mal humor. Los esclavos, siempresupersticiosos con cualquier muerte, estaban inquietos. Davia estaba todavía conmocionada y susrecetasseresintieron.Elsoleratanbrillantecomocuandollegamos,lasfloresigualdefragantes,elrío nomenos alegre, pero la tragedia arrojó un velo sobre todo. Cuando llegó el día de nuestrapartida,yaardíaendeseosdeestarentreelbullicioyelamnésicoajetreode laciudad. ¡YmenudahistorialecontaríaaBethesda!

Antesdeirnos,fuiaveraUrsusyechéunúltimovistazoalascolmenasdelavaguada.—¿Algunaveztehapicadounaabeja,Ursus?—¡Oh,sí!Muchas.—Debededoler.Peronomucho,supongo.Deotraformadejaríasdesercolmenero.Ursushizounamueca.—Sí, las abejaspican.Pero siempredigoquecuidarlas es comoamar aunamujer.Tepicana

menudo,perosiguesvolviendopormásporquelamiellovale.—Nosiempre,Ursus—dijesuspirando—.Nosiempre.

ElgatodeAlejandría

EstábamossentadosalsolenelatriodelacasadeLucioClaudio,hablandodelosúltimoschismesdelforo,cuandountemiblealaridotaladróelaire.

Luciodiounsaltoyabriólosojosdeparenpar.Elgritoterminóenunchillidofelino,seguidoporarañazos,golpessordosylaaparicióndeunenormegatoamarillocorriendoporeltejadoqueteníamosalavista.LastejasdearcillarojaofrecíanpocaresistenciaalasgarrasdelacriaturayelgatopatinótancercadelbordequeporunmomentopenséquecaeríadirectamenteenlaspiernasdeLucio.Luciopareciópensarlomismo.Selevantódeunsalto,derribandolasillamientrasseretirabafrenéticamentealapartemáslejanadelestanquedelospeces.

Algatograndeleseguíaotromáspequeño,completamentenegro.Lapequeñacriaturadebíadetenerunaparticulardisposiciónagresivaparahaberlatomadoconunrivalmuchomásgrandequeél,perosu ferocidadatolondrada fuesuperdición,porquemientras suoponentecruzabael tejadosindarunpasoenfalso,elgatonegroperdióelequilibrioaldarunquiebro.Despuésdeunasucesióndesalvajeschillidosyuñasquerascabanlastejas,elgatonegrocayóaplomoenelatrio,conlospiespordelante.

Lucio gritó como un crío y blasfemó como un hombre. El joven esclavo que nos habíaescanciadoelvinollegócorriendo.

—¡Bicho!—gritóLucio—.¡Apártate!¡Fueradeaquí!Traselprimeresclavollegaronotros,querodearonalanimal.Hubounmomentodeindecisión

mientraselgatonegroencogíalasorejasygruñíaylosesclavossequedabanquietos,temerososdeloscolmillosylasuñasdelgato.

Recuperandosudignidad,Luciorespirónormalmenteyseenderezólatúnica.Chascólosdedosyseñalólasillavolcada.Nadamáslevantarlaelesclavo,Luciosesubióencima.Sindudaqueríaponerentre el gato y él tanta distancia como le fuera posible, pero cometió un terrible error, porque alsituarsetanarribaseconvirtióenelobjetomásaltodelatrio.

Sinavisar,elgatodiounsaltorepentino.Atravesóelcordóndeesclavos,sesubióa lasilladeLucio, corrió verticalmente por sus extremidades y su tronco, trepó por la cara, pasó por lacoronilla,saltóaltejadoydesapareció.Luciosequedóunratoconlabocaabierta.

Finalmente, ayudado por sus esclavos (muchos de los cuales parecían a punto de estallar encarcajadas),Lucioselasarreglóparabajardelasilla.Cuandosesentó,lepusieronotracopadevinoenlamano,quesellevótemblorosamentealoslabios.Vaciólacopayseladevolvióalesclavo.

—¡Bueno,bueno!—dijo—.Salidahoratodos.Ladiversiónhaterminado.Mientras los esclavos salían del atrio, vi que Lucio se estaba ruborizando, sin duda por la

vergüenza de haber perdido la compostura, por no hablar de su papel de árbol callejero amayorguasadeunanimalsalvaje,ensupropiacasaydelantedesusesclavos.Laexpresióndesugordayrubicundacaraeratancómicaquetuvequemordermeloslabiosparanoreír.

—Gatos—dijo al fin—. ¡Malditas criaturas! De niño apenas se veían por Roma. ¡Ahora haninvadidolaciudad!Miles,portodaspartes,vagandoenlibertad,riñendoyapareándosecuandolesdalagana,ynadieescapazdepararlos.Almenos,nosevenmuchosaúnporelcampo;losgranjeroslos espantan porque asustan a los otros animales. ¡Misteriosos, feroces monstruitos! Seguro que

vienendelHades.—EnrealidadvienendeAlejandría—dijeconpachorra.—¿Enserio?—Sí.Losmarineros los trajerondeEgipto, o esodicen.A losnavegantes lesgustan losgatos

porquematanlasratasdelosbarcos.—¡Vayadilema…oratasounabestiasalvajeconuñasycolmillos!¡Ytú,Gordiano…todoeste

tiempo has estado sentado ahí como si no pasara nada! Claro, lo había olvidado, tú estásacostumbrado a los gatos. Bethesda tiene uno que cuida como si fuera una especie de animaldoméstico,¿no?¡Comosifueraunperro!—hizounamueca—.¿CómollamaBethesdaaesebichomaléfico?

—Bast.Asíescomolosegipciosllamanasureyfelino.—Quégente tanextraña.Adorara losanimalescomosifuerandioses.Nohayquepreguntarse

porquésusgobiernosandansiemprerevolucionados.Unpuebloqueadoraalosgatosdifícilmentepuedeestarpreparadoparagobernarseasímismo.

Mequedécalladoanteaquellamuestradesabiduríaconvencional.Deberíahaberseñaladoquelosadoradores de gatos que él tan alegremente desdeñaba habían conseguido crear una cultura deexquisitadelicadezaymonumentaleslogros,mientrasRómuloyRemotodavíaestabanchupandolatetadeunaloba,peroeldíaerademasiadocalurosoparaabordarundebatehistórico.

—Siesacriaturavuelve,haréquelamaten—murmuróLucio,mirandonerviosamentealtejado.—EnEgipto—dije—,semejanteactoseríaconsideradoasesinatoycastigadoconlamuerte.Luciomemiróconrecelo.—¡No me digas! Me doy cuenta de que los egipcios adoran todo tipo de pájaros y animales

terrestres,peroesonolesimpiderobarlesloshuevosocomersesucarne.¿Mataraunavacaesallíasesinato?

—Quizá no, pero descalabrar a un gato sí lo es. De hecho, cuando era joven y estuve enAlejandría,unademisprimerasinvestigacionesfuesobrelamuertedeungato.

—¡Bromeas,Gordiano!Noestarásdiciendoquefuistecontratadorealmenteparaseguirlapistadelasesinodeungato,¿verdad?

—Fueunpocomáscomplicado.Luciosonrióporprimeravezdesdequehabíamossidointerrumpidosporlagatomaquia.—Vamos,Gordiano,noteburlesdemí—dijo,dandounapalmadaparaqueelesclavosirviera

másvino—.Tienesquecontarmelahistoria.Mealegrédeverlerecobrarelbuenhumor.—Muybien—dije—.TecontaréelcuentodelgatodeAlejandría…

LabarriadallamadaRakotiseslapartemásviejadeAlejandría.ElcorazóndeRakotiseseltemplode Serapis, un magnífico edificio de mármol construido a escala descomunal y decorado confabulososadornosdealabastro,oroymarfil.Losromanosquehanvistoeltemploadmitenllenosdeenvidiaqueenesplendor«podría»rivalizarconnuestroausterotemplodeJúpiter…locualdicemásdelprovincianismo romanoquede losméritos arquitectónicosde losdos templos.Siyo fueraun

dios,sabríaquétemploescogeríaparavivir.Eltemploesunoasisdeluzyesplendor,rodeadoporunlaberintodecallesestrechas.Lascasas

de Rakotis, hechas de tierra endurecida, son altas y están pegadas unas a otras. Las calles estáncruzadasporcuerdasenlasquelosinquilinostiendenlaropa,elpescadoylasgallinasmuertas.Elairesuelesertranquiloycaliente,peroavecesunabrisamarinaselasingeniaparacruzarlaisladeFaros,elgranpuertoylamuralladelaciudad,ymecerlasaltaspalmerasquecrecenenlascallejasyjardinesdeRakotis.

En Rakotis, uno casi se puede imaginar que la conquista griega no ocurrió nunca. La ciudadpuede deber su nombre a Alejandro y estar gobernada por un Ptolomeo, pero la gente del viejobarrio es inequívocamente egipcia, pues es de ojos oscuros y con esos rasgos que se ven en lasestatuasdelosfaraones.Estasgentessondiferentesdenosotros,asícomosusdioses,quenosonniromanos ni griegos, de perfecta forma humana, sino extraños híbridos de animales y hombres,espantososdever.

Se ven muchos gatos en Rakotis. Vagan por allí a su antojo, confiados, calentándose al sol,cazandosaltamontes,dormitandoencornisasytejados,observandolosinaccesiblespecesygallinasmuertas,muylejosdesusgarras.PerolosgatosdeRakotisnotienenhambre;todolocontrario.Lagente lesponecuencosdecomidaen lacalle,murmurandoencantamientosmientras lohacen,ynisiquieraaunmendigohambrientoseleocurriríacogeresacomidaconsagrada…porquelosgatosdeRakotis,comotodoslosgatosdeEgipto,setomanpordioses.Loshombresseinclinancuandosecruzan con ellos en la calle, y ay del grosero visitante de Roma o Atenas que se atreva a reírsedisimuladamentealvertalescosas,yaquelosegipciossontanvengativoscomopiadosos.

Cuandoteníaveinteaños,despuésdehabervistolasSieteMaravillasdelMundo,meencontrabaen Alejandría. Cogí un alojamiento en Rakotis por varias razones. Primera, porque un jovenforasteroconpocodineropodíaencontrarallíunalojamientoadecuadoasusrecursos.PeroRakotisofrecíamuchomás que una habitación barata. Para alimentar el estómago, los vendedores de losrinconesatestadosdegentepregonabanexóticosmanjaresdesconocidosenRoma.Paraalimentarelintelecto,escuchabaalosfilósofosqueleíanydebatíanenlasescalerasdelabibliotecaquehabíaalladodel templodeSerapis.Allíconocíal filósofoDión;peroésaesotrahistoria.Encuantoa losotrosapetitoscomunesalosjóvenes,tambiéneranfácilmentesatisfechos;losalejandrinossetienenpor las personas más tolerantes y mundanas del mundo, y cualquier romano que lo discuta sólodemuestrasupropiaignorancia.Porcierto,conocíaBethesdaenAlejandría;peroesatambiénesotrahistoria.

Unamañanaqueestabapaseandoporunadelascallesmássolitariasdelbarrio,escuchéunruidodetrásdemí.Eraunruidoconfuso,comoeldeunamultitudgritandonomuylejos.ElgobiernodeEgipto es notoriamente inestable y los motines son bastante comunes, pero parecía demasiadotempranoparaquelagenteanduvieraporlascallesconganasdejaleopolítico.Sinembargo,cuandomedetuveparaescuchar,elruidocrecióyelretumbarseconvirtióenvoceshumanasirritadas.

Pocodespués,aparecióunhombrecontúnicaazulporlaesquina,corriendodirectamentehaciamí,con lacabezavueltahaciaatrás.Meaparté rápidamentedesucamino,perocambiósucursoytropezóconmigo.Caímosalsueloenunrevuelodebrazosypiernas.

—¡PorlasturmasdeNuma!—grité,puesaquelimbécilhabíahechoquemearañaralasmanosy

lasrodillasconlasásperaspiedrasdelsuelo.Elextrañodetuvoelpataleoparaponerseenpieymemiró.Erauncuarentónbienvestidoybien

alimentado.Susojosestabanllenosdepánico,peroenellostambiénhabíaunbrillodeesperanza.—¡Hablasenlatín!—dijoroncamente—.Entonceseresromano,comoyo.—Sí.—Paisano, ¡sálvame! —Estábamos ya en pie, pero el extraño se movía de una manera tan

espasmódicayseaferrabaamídetalformaquecasihizoquevolviéramosacaeralsuelo.Elruidodevocesdecóleraseacercaba.Elhombremiróhacialacalleporlaquehabíallegado.

Elmiedo,bailabaensucaracomounallama.Mecogióconlasdosmanos.—¡Tejuroquenuncahetocadoaeseanimal!—susurróroncamente—.Laniñadicequelomaté,

peroyaestabamuertocuandolleguéyo.—¿Dequéhablas?—¡Delgato!¡Yonohematadoalgato!Yaestabamuerto,tiradoenlacalle.¡Peroesosegipcios

chifladosquierendesmembrarme!Sipudierallegaramicasa…Enaquelmomentoaparecieronvariaspersonasporlaesquina,hombresymujeresvestidoscon

losharaposdelasclasesmáspobres.Llegómásgente,gritandoyhaciendomuecasdeodio.Veníanatodaprisahacianosotros,unosblandiendopalosycuchillos,otrosagitandolospuñosenelaire.

—¡Ayúdame! —chilló el hombre con voz quebrada como la de un niño—. ¡Sálvame! ¡Terecompensaré!—Lamultitudestabayaencimadenosotros.Merevolvíparaescapardesutenaza.Alfinalseapartódemíycontinuósuprecipitadahuida.Mientras la indignadamultitudseabalanzabasobremí,meparecióporunmomentoqueerayoelobjetodesufuria.Unoscuantossedirigíanenlínea rectahaciamíyyonoveíaposibilidaddeescapar.«Lamuertesiemprenosalcanza»,diceelviejopoemaegipcio,ycomprendíqueestabamuycerca.

Perounhombrequeibacasiencabezadelamultitud,notableporsulargabarbarizada,segúnlamodababilonia,comprendióelerrorygritóconvozdetrueno:

—¡Noeséste!¡Eseldeazul!¡Porallí,alfinaldelacalle!¡Rápidoosenosescaparáotravez!Elgrupodehombresymujeresquehabíanestadoapuntodegolpearmehicieronunafintaenel

últimomomentoysiguieroncorriendo.Meescondíbajoundintel,fueradesuvista,ymequedédepiedra al ver el tamaño de lamultitud que pasaba antemí. ¡Lamitad de los habitantes deRakotisdetrásdeunromanovestidodeazul!

Unavezquepasóelgruesodelamultitud,volvíalacalle.Detrásveníanunoscuantosrezagados.Entreellosreconocíaunhombrequevendíapastelesen

unatiendadelacalledelosPanaderos.Respirabapesadamente,peroandabaapasodecidido.Enlamanoempuñabaunrodillodeamasar.Yoloconocíacomopasteleroorondoyalegre,cuyaalegríaprincipal consistía en llenar los estómagos de otros, pero aquella mañana tenía en la cara elimplacablerictusdelosvengadoressinpiedad.

—Menapis, ¿qué está pasando?—dije, andando a su lado.Me dirigió unamirada tan llena dedesprecioquepenséquenomehabíareconocido,perocuandohabló,estuvoclaroquesí.

—Vosotroslosromanosvenísconvuestrospompososmodalesyvuestrariquezamaladquiridaynosotros hacemos lo que podemos para aguantaros. Os habéis metido en nuestra vida y loaguantamos. ¡Perocuandoprofanáis, llegáisdemasiado lejos! ¡Haycosasde lasqueni siquieraun

romanopuedelibrarse!—Menapis,cuéntamequéestápasando.—¡Hamatadoungato!Elmuyimbécilmatóaungatoauntirodepiedrademitienda.—¿Vistecómoocurrió?—Unaniñaleviohacerlo.Gritódeterror,comoesnatural,ylagentellegócorriendo.Pensaban

que la niña estaba en peligro, pero era peor. ¡El estúpido romano había matado un gato! Lohabríamoslapidadoenelacto,peroselasarreglóparaescaparyechóacorrer.Cuantomásdurabalapersecución,másgenteseuníaalgrupo.Noescaparádenosotrosahora.¡Mira,elromanodebedehabersidoatrapado!

Lacazaparecíahaber terminado,pues lamultitud sehabíadetenidoenunaplaza amplia.Si lohabíanalcanzado,eldeazuldebíadeseryaunasanguinolentamasapisoteada,pensé,ysentínáuseas.Peromientrasmeacercaba,lamultitudsepusoacanturrear:

—¡Quesalgaelmatagatos!¡Quesalgaelmatagatos!Menapissepusoacantarconlosotros,golpeándoselamanoconelrodilloydandopatadasenel

suelo.Parecía que el fugitivo se había refugiado en una casa de aspecto próspero. Por las caras que

mirabanhorrorizadasdesde lasventanasdelúltimopiso,antesdecerrarseéstasdegolpe,el lugarparecíaestarllenoderomanos,ysindudaeraeldomicilioparticulardelfugitivo.Quenoerapobreyalohabíaimaginadoporlacalidaddesutúnicaazul,yel tamañodesucasameloconfirmó.Unricocomerciante,pensé,peronilaplataniningúnpicodeorolosalvaríandelairadelagente.Lamasasiguiócantandoysepusoagolpearlapuertaconpalos.

Menapisgritó:—¡Lospalosnoromperánlapuerta!¡Tenemosquehacerunariete!—Miréalpanadero,hombre

alegreporlogeneral,yunestremecimientomerecorrióelespinazo.Todoaquelloporungato…Mefuiaunaesquinatranquiladelaplaza,dondealgunosvecinossehabíanaventuradoasalirde

suscasasparaverlaconmoción.Unaancianaegipcia,impecablementevestidaconunatúnicadelinoblanco,mirabaalamultitudcondesprecio.

—¡Vaya chusma!—dijo, sin dirigirse a nadie en particular—. ¿Aquién se le ocurre, asaltar lacasadeunhombrecomoMarcoLépido?

—¿Tuvecino?—dije.—Durantemuchosaños,comosupadreantesqueél.Unhonradocomercianteromanoyunhonor

paraAlejandríamayorquetodaesachusmajunta.¿Tambiéntúeresromano?—Sí.—Eso pensé, por tu acento. Bien, no tengo problemas con los romanos. Tratar con hombres

comoMarcoLépidoysusigualesenriquecieronamidifuntomarido.¿QuéhapodidohacerMarcoparaatraerasemejantechusmaantesupuerta?

—Leacusandehabermatadoungato.Diounrespingo.Unaexpresióndehorrorcontorsionósuarrugadacara.—¡Esoseríaimperdonable!—Élaseguraqueesinocente.Dime,¿quiénmásviveenesacasa?—MarcoLépidovivecondosprimossuyos.Leayudanallevarlosnegocios.

—¿Ysusmujeres?—Losprimosestáncasados,perosusmujeresehijosvivenenRoma.Marcoesviudo.Notiene

hijos.¡Mira!¿Quélocuraesésta?Moviéndose entre la multitud como un cocodrilo entre azucenas iba una inmensa palmera

arrancada.Encabezadelosquelaportabanibaelhombredelabarbababilónica.MientrasapuntabanconelárbolalapuertadeMarcoLépido,comprendíqueeraunariete.«¡Yonomatéalgato!»,habíadichoMarcoLépido.Y:«¡Ayúdame!¡Sálvame!».Ytambién,quécaramba:«¡Terecompensaré!».Meparecía,comobuenromanoalqueselehabíapedidoayuda,quenoteníaelección:sielhombredeazulerainocentedelcrimen,eramideberayudarle.Porsieldebernobastara,miestómagogruñónymibolsavacíadejabanlabalanzaenconcluyentedesequilibrio.

Necesitaríaactuarconrapidez.Volvíporelcaminopordondehabíallegado.El trayectohasta lacallede losPanaderos,normalmenteatestadodegente,estabacasidesierto;

los tenderos y vendedores ambulantes habían salido corriendo a matar al romano. La tienda deMenapisestabavacía;almirardentro,vimontonesdemasasinformaencimadelamesayelfuegodel horno apagado. El gato habíamuerto a un tiro de piedra de su tienda; ymás omenos a esadistancia,doblandolaesquina,enunapequeñacallelateral,meencontréconuncírculodesacerdotesconlacabezarapadaygacha.

Mirandoentrelastúnicasnaranjasvielcadáverdelgato,despatarradosobrelosadoquines.Habíasidounacriaturahermosa,de lomobrillanteypellejocomoelazabache.Nocabíadudadeque lohabíanmatadodeliberadamente,yaquelehabíanrebanadoelcuello.

Los sacerdotes se arrodillaron y colocaron el gato muerto en un pequeño féretro, el cual secargaron sobre sus hombros. Cantando y lamentándose, comenzaron una lenta procesión hacia eltemplodeBast.

Miré alrededor, no muy seguro de lo que hacer. Un movimiento en una ventana atrajo miatención,perocuandomiréhaciaarribanohabíanadaquever.Seguímirandohastaqueunacaritaaparecióyrápidamentevolvióadesaparecer.

—Niña—dijesuavemente—.¡Niña!Alpocoratoreapareció.Teníalaredondacaradespejada,envueltaenunhalodepelonegro.Sus

ojosteníanformadealmendraysuslabiossefruncíanenunpuchero.—Hablasraro—dijo.—¿Sí?—Comoelotrohombre.—¿Quéotrohombre?Pareciópensárselounmomento,peronocontestó.—¿Quieres oírmegritar?—dijo. Sin esperar respuesta, gritó.El chillidomehirió los oídos y

resonóextrañamenteenlacallevacía.Apretélosdienteshastaquecalló.—Oye—dije—,hasidounbuengrito.¿Ereslaniñaquegritóantes?—Nosé.—Quierodecircuandomataronalgato.Arrugólafrente.—Nodeltodo.

—¿Noereslaniñaquegritócuandomataronalgato?Meditólapregunta.—¿Tehaenviadoelhombredelabarbarara?—dijofinalmente.Penséunmomentoyrecordéalhombredelabarbababiloniacuyogritomehabíasalvadodela

multitud,«¡Eseldeazul!»,yalquehabíavistoconelariete.—¿Quieresdecirunabarbababilonia,rizadacontenacillas?—Sí—dijo—,rizada,comorayosquelesalierandelabarbilla.—Esehombremesalvólavida—dije.Eralaverdad.—Entoncespuedohablarcontigo—dijo—.¿Tútambiéntienesunregaloparami?—¿Unregalo?—Comoelquemedioél.—Levantóunamuñecadecañadepapiroytrapos.—Muybonita—dije,empezandoacomprender—.¿Tediolamuñecaporgritar?Serió.—Fuejusto.¿Quieresoírmegritarotravez?Sentíunescalofrío.—Mástarde.Enrealidad,novistequiénmatóalgato,¿verdad?—¡Idiota de la bellota! Nadie mató al gato, no de verdad. El gato estaba actuando, como yo.

Pregúntalealhombredelabarbarara.—Sacudiólacabezaantemicredulidad.—Desdeluego—dije—.Losabía;perolohabíaolvidado.¿Asíquepiensasquehabloraro?—Sí, lo creo —dijo, imitando mi acento. Los niños alejandrinos adquieren la propensión al

sarcasmoamuycortaedad—.Túhablasraro.—Comoelotro,dijiste.—Sí.—¿Terefieresalhombredelatúnicaazul,alquepersiguenporhabermatadoalgato?Sucararedondasealargóunpoco.—No,nuncaleheoídohablar,menoscuandoelpanaderoysusamigosfuerontrasélyélgritó.

Peroyopuedogritarmásfuerte.Parecíadispuestaademostrarlo,asíqueasentírápidamente.—¿Quiénentonces?¿Quiénhablacomoyo?¡Ah,sí!Elhombredelabarbarara—dije,perosabía

que me equivocaba incluso cuando lo estaba diciendo, porque el hombre me había parecidoinequívocamenteegipcioynoromano.

—No,élno,idiota.Elotrohombre.—¿Quéotrohombre?—Elqueestuvoaquíayer,eldelanarizconmocos.Lesoíhablarahíenlaesquina,aldelabarba

rarayalquehablacomotú.Hablaban,señalabanconeldedoyparecíanmuyserios,elbarbudosetiraba de la barba y el de la nariz con mocos se la sonaba, pero finalmente se les ocurrió algodivertidoyempezaronareír.«¡Ypensarquetuprimoesunamantedelosgatos!»,dijoeldelabarbarara. Parecía que estaban planeando gastarle una broma a alguien. Lo olvidé todo hasta que estamañanavialdelabarbararaotravezymedijoquegritaracuandovieraalgato.

—Yaveo.Tediolamuñeca,luegoteenseñóelgato.—Sí,parecíatanmuertoqueengañóatodoelmundo.¡Inclusoalossacerdotes!

—Elhombrede labarba rara teenseñóelgato, túgritaste, lagente llegócorriendo¿quépasóluego?

—Eldelabarbararaseñalóaunhombrequepasabaporlacalleygritó:«¡Elromanolohizo!¡Eldeazul!¡Hamatadoalgato!».—Laniñarecitabacongranconvicción,levantandolamuñecacomosiéstafueraunaactriz.

—El hombre de losmocos que habla como yo—dije—. ¿Estás segura de que se habló de un«primo»?

—¡Sí,sí!Yotambiéntengounprimo.Legastomuchasbromas.—¿Quéaspectotieneelhombredelosmocos?Seencogiódehombros.—Esunhombre.—Sí,pero¿altoobajo?¿Jovenoviejo?Pensóunmomento,luegovolvióaencogersedehombros.—Unhombre,comotú.Comoeldelatúnicaazul.Todoslosromanossoisiguales.Sonrió.Luegovolvióagritar,sóloparademostrarmelobienquelopodíahacer.

Cuando volví a la plaza, un grupo de soldados de Ptolomeo había llegado de palacio y estabaintentando, conmuypocoéxito, alejar a lamultitud.Los soldadoseranampliamente superadosennúmeroylamultitudsólohabíaretrocedidounospasos.Lanzabanpiedrasyladrilloscontralacasayalgunos golpeaban los ya resquebrajados postigos. Parecía que se había hechoun intento serio dederribarlapuerta,peroéstahabíaresistido.

Unfactótumdelpalacioreal,uneunucoa juzgarporsuvozchillona,aparecióenel lugarmásaltodelaplaza.Erauntejadocercanoalacasasitiada.Tratódecalmaralamultitud,asegurándolesqueseharíajusticia.ErainterésdelreyPtolomeo,porsupuesto,aplacarloquepodíaconvertirseenun incidentedecarácter internacional;elasesinatodeun ricocomerciante romanoamanosde losalejandrinospodíacausarungranperjuiciopolítico.

El eunuco siguiógritando,pero lamultitudno sedejaba impresionar.Para ellos, el asuntoerasencilloyclaro:unromanohabíamatadocruelmenteaungatoynoestaríansatisfechoshastaqueelromanoestuvieramuerto.Reanudaronelcanturreo,ahogandolavozdeleunuco:

—¡Quesalgaelmatagatos!¡Quesalgaelmatagatos!Eleunucobajódel tejado.Yohabíadecididoentraren lacasadeMarcoLépido.Lacautelame

decíaquetalactituderaunalocura,pues¿cómoibaasalirvivounavezestuvieradentro?Y,detodosmodos,debíadeserimposibleporquesihubieraunamanerasencilladeentrarenlacasa,lamultitudya lahabríadescubierto.Entoncessemeocurrióquequienestuvieraenelmismo tejadoenelquehabíaestadoeleunucodePtolomeo,podíasaltarodescenderaltejadodelacasasitiada.

ParecíaunaempresadignadeHércules;hastaqueoíenmicabezaellastimosoecodelavozdeldesconocido:«¡Ayúdame!».«¡Sálvame!».

Y:«¡Terecompensaré!».Eledificiodesdeelquehabíahabladoeleunucohabíasidotomadoporlossoldados,comolosdemásedificiosadyacentesalacasasitiada,paraevitarquelamultitudganaralaentradaporunaparedmedianeraopegando fuegoa toda lamanzana.Tardéenconvencera losguardias de quemedejaran entrar, pero el hechode ser romanoy asegurar que conocía aMarco

Lépidomeconsiguióunaaudienciaconeleunucodelrey.Los sirvientes reales entran y salen de Alejandría; los que no saben satisfacer a su amo se

conviertenencomidaparaloscocodrilosysonrápidamentereemplazados.Aquelsirvienterealsabíaloqueeraestaralasórdenesdeunmonarcaquepodíaaniquilarloconunsimplearqueamientodecejas.Habíasidoenviadoasofocarunamultitudfuriosayasalvarlavidadeunciudadanoromanoy,de momento, sus posibilidades de éxito parecían bastante remotas. Podía pedir más soldados,acuchillara lamultitud,perosemejantebañodesangrepodíadegenerarenunasituaciónaúnpeor.Paraacabarderematar lascosas,habíaporallíunaltosacerdotedeBast,quepisabalostalonesaleunuco,gimiendoyagitandosusropasdecolornaranjaypidiendoquesehicierajusticiaennombredelgatomuerto.

Elatribuladoeunucoestabaabiertoacualquierideaqueyoquisierasugerirle.—¿Eresamigodelotroromano,elperseguidoporlamultitud?—preguntó.—El«criminal»—corrigióelaltosacerdote.—Unconocidosuyo—dijeyeracierto,siahabercambiadounaspalabrasdesesperadasdespués

detropezarenlacalleselepodíallamarconocimiento—.Dehecho,soyrepresentantesuyo.Mehacontratadoparasacarledeesteembrollo.—Locual,enciertomodo,tambiéneraverdad—.Ycreoqueséquiénmatórealmentealgato.—Estonoeratancierto,peropodíaserlosieleunucoseaveníaacooperarconmigo—.DebesintroducirmeenlacasadeMarcoLépido.Hepensadoquetussoldadospodríanbajarmehastasutejadoconunacuerda.

Eleunucosequedópensativo.—Porlamismaruta,podríamosrescataraMarcoLépidohaciéndolesubirporlamismacuerda

hastaesteedificio,dondemishombrespodríanprotegerlomejor.—¿Rescataralasesinodeungato?¿Darleprotecciónarmada?—Elsacerdoteestabaindignado.

Eleunucosemordióellabio.Alfinalseacordóqueloshombresdelreysehiciesenconunacuerdaparabajaraltejadodela

casasitiada.—Peronopodrásvolverporelmismocamino—insistióeleunuco.—¿Porquéno?—Tuveunasúbitavisióndelacasaardiendoconmigodentro,odeunamultitud

iracundairrumpiendoporlapuertayapaleandoyacuchillando,atodosloshabitantes.—Porquelacuerdaserávisibledesdelaplaza—dijoeleunuco—.Silamultitudvea«quiensea»

saliendodelacasa,imaginaráqueeselhombrequepersigue.¡Entoncesentraránenesteedificio!No,tepermitirépasaralacasadetupaisano,perodespuéstelasarreglarássolo.

Lo pensé unmomento y accedí.Detrás del eunuco, el alto sacerdote deBast sonreía como ungato,sindudapreviendomiinminentefallecimientoyronroneandoantelaideadequeotroromanoimpíoabandonaraelvalledelosvivos.

Mientrasme bajaban al tejado del comerciante, sus esclavos se dieron cuenta de lo que estabapasandoydieron la alarma.Me rodearonde inmediato, dispuestos a arrojarme a la plaza, cuandolevantélasmanosparademostrarlesquenoibaarmadoygritéqueeraamigodeMarcoLépido.Milatínparecióaplacarles.Alfinalmebajaronporunasescalerasparaconducirmeantesuamo.

Elhombredeazulsehabíaescondidoenunapequeñahabitaciónquetoméporundespacho,yaqueestabaabarrotadaderollosytrozosdepapiro.

Memirócautelosamenteymereconoció.—Ereselhombreconelquetropecéenlacalle.¿Porquéhasvenido?—Porque me pediste ayuda, Marco Lépido. Y porque me ofreciste una recompensa —dije a

bocajarro—.MellamoGordiano.Traslasventanascerradas,quedabanalaplaza,lamultitudempezóacanturreardenuevo.Una

piedragolpeólascontraventanasconunestampido.Marcodiounsaltoysemordiólosnudillos.—Éstossonmisprimos,RufoyAppio,—dijo,presentándomeadoshombresmásjóvenesque

acababandeentraren lahabitación.Comosuprimomásviejo, losdosestabanbienalimentadosybienvestidos,yaligualqueélparecíanincapacesdereprimirelpánico.

—Los guardias de fuera están empezando a debilitarse —dijo Rufo—. ¿Qué vamos a hacer,Marco?

—¡Sientranenlacasanosmataránatodos!—dijoAppio.—Evidentemente, eres un hombre rico, Marco Lépido —dije—. Comerciante, según tengo

entendido.Lostresprimosmemiraronsinexpresión,asombradosdemiaparenteindiferenciaalacrisisdel

momento.—Sí—dijoMarco—.Tengounapequeñaflota.TransportamosaRomacereales,esclavosyotras

mercancías.—Hablar del oficio le tranquilizó notablemente, tal como recitar un cántico familiartranquilizaaunfieleneltemplo.

—¿Comparteselnegociocontusprimos?—pregunté.—Elnegocioestotalmentemío—dijoMarcoconundejodepundonor—.Loheredédemipadre.—¿Sólotuyo?¿Notieneshermanos?—Ninguno.—¿Ytusprimossonsimplesempleados,nopropietarios?—Siloponesasí…MiréaRufo,elmásaltodelosprimos.¿Eramiedoalamultitudloqueleíensucaraolahuella

deantiguosresentimientos?ElprimoAppioempezóapasearsepor lahabitación,mordiéndose lasuñasylanzándomemiradasquetoméporhostiles.

—Entiendoquenotieneshijos,MarcoLépido—dije.—No.Mi primeramujer sólome dio hijas; todasmurieron de fiebres. La segunda era estéril.

Ahoranoestoycasado,peropronto loestaré,cuandomiprometida lleguedeRoma.Suspadres lahanenviadoenbarcoymehanjuradoqueesfértil,comosushermanas.¡Elañoquevieneporestasfechaspuedequeseaunorgullosopadreporfin!—Esbozóunadébilsonrisa, luegosemordiólosnudillos—.Pero¿dequésirvecomplacerseenel futurocuandono lo tengo?¡Maldigoa todos losdiosesdeEgiptoporhaberpuestoaesegatomuertoenmicamino!

—Creoquenofueundiosquienlohizo.Dime,MarcoLepido,simurierasantesdecasarte,antesdetenerunhijo,ynopermitaJúpitertaltragedia,¿quiénheredaríatuspropiedades?

—Misprimos,apartesiguales.RufoyAppiomemiraronseriamente.Otrapiedragolpeólasventanasytodosdimosunsalto.Era

imposibleleerensuscaraselmenorsignodeculpabilidad.—Yaveo.Dime,MarcoLépido,¿quiéncreesquepodíasaberayerqueestamañanaibasapasar

poresacalledeRakotis?Seencogiódehombros.—Mis placeres no son un secreto.Hay una casa en esa calle en la que paso ciertas noches en

compañíadeunpequeñoGanímedes.Noteniendomujerenestemomento…—Entonces ¿cualquiera de tus primos podría haber sabido que vendrías por ese camino esta

mañana?—Supongo—dijo,encogiéndosedehombros.Siestabademasiadodistraídoparaverelmeollo,

sus primos no lo estaban. Rufo yAppiomemiraron con expresión turbia y entre sí con cara deinterrogación.

Enaquelmomentoentróenlahabitaciónungatogris,estirandolacolayconlacabezaerguida,alparecerindiferentealcaosdelacalleyaladesesperacióndelosdelacasa.

—¡Qué ironía!—gimióMarcoLépido, rompiendo a llorar de repente—. ¡Qué amarga ironía!¡Ser acusado de matar a un gato… cuando yo jamás haría una cosa así! Adoro a esas pequeñascriaturas. Les doy un lugar de honor enmi casa, las alimento enmi propio plato. ¡Ven, preciosoNefer!—Seinclinóehizoconlasmanosunasilladelareinaparaelgato,quedeunsaltoseinstalóenella.Elanimalsepusodeespaldasyronroneó.MarcoLépidoabrazóalanimal,acariciándoloparamitigar su angustia. Rufo parecía compartir la afición de Lépido por los gatos, ya que sonriódébilmenteysepusotambiénaacariciarlabarrigadelanimal.

Había llegado a un callejón sin salida.Me parecía bastante probable que almenos uno de losprimos se hubiera confabulado con el egipcio de la barba para planear la destrucción deMarcoLépido,pero¿cuál?Silaniñahubierasidocapazalmenosdedarmeunadescripciónmejor.«Todoslosromanossoisiguales».¡Encima!

—¡Túytusmalditosgatos!—dijosúbitamenteAppio,arrugandolanarizyapartándosealrincónmás alejado del cuarto—. Son los gatos los que tienen la culpa. ¡Todos hacen encantamientos!Alejandría está llenade ellosypor esonopuedo sermásdesdichado. ¡Cadavezquemeacerco aalgunopasalomismo!¡Nuncahabíaestornudadohastaquelleguéaquí!—Ydiciendoesto,estornudóyresopló,ysacóunpañodelatúnicaparasonarselagoteantenariz.

Loquesiguiónofuebonito,aunquequizáfuerajusto.LecontéaMarcoLépido,todoloquehabíasabidoporlaniña.Lehiceacercarsealaventanay

abrílospostigoslosuficienteparaseñalaralhombredelabarbababilonia,queenaquelmomentoestaba inspeccionando lapreparacióndeunahoguera.Marcohabíavisto antes a aquelhombre, encompañíadesuprimoAppio.

¿Quéresultadoesperabayo?Habíaqueridoayudaraotroromanoenelextranjero,salvarauninocente de la ira de unamasa enloquecida y ganarmientras tanto unas cuantasmonedas paramibolsa…propósitoshonorablestodos.¿Nomedicuentadeque,inevitablemente,unhombremoriría?Entonceseramuyjoven,ynosiemprepensabalascosashastasuresultadológico.

La furia de Marco Lépido me cogió por sorpresa. Quizá no tenía por qué, considerando laterribleconmociónquehabíasufridoaqueldíayteniendoencuentaqueeraunbrillanteempresarioyporlotantodespiadadohastaciertopunto;yteniendoencuenta,finalmente,quelatraicióndentrode

lafamiliaamenudoconducealoshombresaactosdeextremacrueldad.AcobardadoanteMarcoLépido,Appio confesó su culpa.Rufo, al queAppiodeclaró inocente,

pidióclemenciaparaelprimocomún,perosusruegosfueronineficaces.Aunquedebíamosdeestaracientos de millas de Roma, las normas de la familia romana no cambiaban en aquella casa deAlejandríaytodoelpoderresidíaenelcabezadefamilia.CuandoMarcoLépidosearrancólatúnicaazulyordenóquese lapusierana suprimoAppio, losesclavosde lacasaobedecieron.Appio seresistió,peroestabavencido.CuandoMarcoordenóqueAppio fueraarrojadopor laventana,a lamultitud,asísehizo.

Rufo, pálido y tembloroso, semetió en otro cuarto.Marco adoptó una expresión pétrea y diomediavuelta.Elgatogrisseenroscóasuspies,peronadielehizocaso.

El egipcio barbado, sin darse cuenta de la sustitución, gritó a los otros componentes de lamultitudquesevengaranenelhombredeazul.Sólomuchomástarde,cuandolamultitudsehubodispersado y el egipcio pudo ver de cerca el cadáver machacado, se dio cuenta del error. Nuncaolvidaré su expresión, que cambió de la sonrisa de triunfo a la máscara del horror mientras seaproximaba al cuerpo, examinaba su cara y luegomiraba a la ventana en la que estaba yo.Habíapresididolamuertedesupropiocómplice.

Quizáera justoqueAppiosufriera lasuertequehabíaplaneadoparasuprimo.Sindudapensóquemientrasesperabaasalvoen lacasafamiliar,elegipciode labarba llevaríaacaboelplan talcomolohabíanplaneado,ysuviejoprimoseríadespedazadoenlacalledelosPanaderos.Nohabíaprevisto que Marco Lépido eludiera a la multitud y huyera hasta su casa, donde los tres primosquedaron atrapados.Tampoco había previsto la intervención deGordiano el Sabueso…o, para elcaso,laintervencióndelgatogris,quehizoquesedelataraconunestornudo.

AsíterminóelepisodiodelgatodeAlejandría,cuyamuertefuevengadaterriblemente.

DíasdespuésdehabercontadoestahistoriaaLucioClaudio, fuiavisitarledenuevoa sucasadelPalatino.Mesorprendióverquehabíaninstaladounnuevomosaicoenlasescalerasdesucasa.LaspequeñasteselasdecoloresrepresentabanunpeligrosomastíndeMolosiayformabanlassiguientespalabras:CAVECANEM.

Un esclavo me hizo entrar y me escoltó hasta el jardín del centro de la casa. Mientras meaproximaba, oí un gemido, acompañado de una risa profunda. Me acerqué a Lucio Claudio, queestabasentadoyteníaenlosmuslosalgoqueparecíaunaratablancaygigante.

—¿Quérábanoseseso?—Esmiquerido,dulce,adorableypequeñoMomo.—EnelumbralhevistounmastíndeMolosia,loqueciertamentenoeseseanimal.—MomoesunaterrierdeMitilene…pequeña,cierto,peromuyferoz—dijoLucioaladefensiva.

Comoparademostrarelpuntodevistadesuamo,laperritaportátilempezóaladrardenuevo.LuegosepusoalamerlabarbilladeLucio,loquepareciógustarinmensamentealamo.

—Elumbraladviertequehayquetenercuidadoconelperro—dijeconescepticismo.—Como está mandado… especialmente los visitantes no bienvenidos y los de la variedad

cuadrúpeda.

—¿Esperasqueesteperrotengaarayaalosgatos?—¡Sí!Nuncamás turbaránmi paz esasmalditas criaturas, no con la pequeñaMomo aquí para

protegerme.¿Noescierto,Momo?¿Noereslamásferozcazagatosquehayenelmundo?Valiente,audaz,pequeñaMomo…

Entornélosojosyviporelrabilloquealgonegroysinuososemovíaeneltejado.CasiseguroqueeraelmismogatoquehabíaaterrorizadoaLuciodurantemiúltimavisita.

Un momento después, el terrier había saltado del regazo de su amo y estaba bailando unafrenéticadanzacircularenelsuelo,ladrandofrenéticamenteyenseñandolosdientecitos.Arribaeneltejado,elgatonegroarqueóellomo,bufóydesapareció.

—¡Yalohasvisto,Gordiano!¡Cuidadoconesteperro,gatosdeRoma!—Luciorecogióalterrierensusbrazosylebesólanariz—.¡Muybien,Momo,muybien!YelincréduloGordianodudabaquetú…

PenséenundichoquemehabíaenseñadoBethesda:queenestemundoestánlosquequierenalosgatosylosquequierenalosperros,ynuncacerraránfilaslosdos.PeroLucioClaudioyyosiemprepodríamoscompartirporlomenosunacopadevinoycomentarlosúltimoschismesdelforo.

Lacasadelasvestales

—¿Quésabesdelasvírgenesvestales?—dijoCicerón.—Loquesabentodoslosromanos:quehayseis;quevigilanlallamaeternadeltemplodeVesta;

que sirvenalmenosdurante treintaaños,durante loscualeshacenvotodecastidad.Yqueencadageneraciónestallaunterribleescándalo…

—Sí,sí—dijoCicerón.Laliteradiounligerobandazo,arrojándolohaciadelante.Eraunanochesinlunaylosporteadoresdelalitera,querecorríanlascallesdesigualmenteempedradasalaluzdeunaantorcha,nosestabandandounviajellenodebaches—.Hesacadoeltemaacolaciónsóloporqueunonuncasabeestosdías…vivimosenunostiempostanirreligiosos…ynoesqueyopresteoídosalassupersticiones…

LamentemásagudadeRomaestabadiciendotonterías.Cicerónestabaanormalmenteagitado.Habíallegadoalapuertademicasaenmediodelanoche,mehabíasacadodelacamayhabía

insistidoenqueloacompañaraaundestinodesconocido.Los porteadores trotaban con nosotros encima; casi habría preferido apearme y trotar junto a

ellos.Apartélascortinasymiréfuera.Dentrodelaliterahabíaperdidolaorientación;lacalleoscuraparecíaigualacualquierotra.

—¿Dóndevamos,Cicerón?Nomehizocaso.—Comobienhasdicho,Gordiano,lasvestalessonespecialmentesensiblesalescándalo.Sinduda

habrásoídohablardelinminentejuiciodeMarcoCraso.—Eslacomidilladelaciudad…elhombremásricodeRomaacusadodecorromperaunavestal.

Ynoaunavestalcualquiera,sinoalamismaLicinia.—Sí, la Virgo Máxima, alta sacerdotisa de Vesta y prima lejana de Craso. La acusación es

absurda,porsupuesto.Es tanprobablequeCrasoestéenvueltoeneseasuntocomoque loestéyo.Como yo, y al contrario quemuchos de nuestros contemporáneos, Craso está por encima de losbajosapetitosdelacarne.Apesardeeso,hayunmontóndetestigosdispuestosadeclararquehasidovisto en compañía de Licinia en numerosas ocasiones: en el teatro durante las fiestas, en el foro,revoloteando a su alrededor, prácticamentemolestándola. Tambiénme han dicho que hay pruebascircunstancialesqueindicanquelahavisitadoduranteeldíaenlacasadelasvestales,sin testigos.Aunquefueraasí,esonoesdelitoamenosquelosealainsensatez.LoshombresodianaCrasosóloporquesehahechomuyrico.Esotampocoesundelito…

Lamentedelgeniohabíaempezadoadivagarotravez.Lahora,despuésdetodo,eratardía.Meaclarélagarganta.

—¿VasadefenderaCrasoeneltribunal?¿OaLicinia?—¡Aninguno!Micarrerapolíticahaentradoenunafasemuydelicada.Nopuedopermitirquese

merelacioneconunescándaloreferentea lasvestales. ¡Poresosontandesastrosos lossucesosdeestanoche!

Por fin, pensé, íbamos a ir al grano. Miré de nuevo por entre las cortinas. Parecía que nosaproximábamosalforo.¿Quéinteresespodíamostenerentrelostemplosylasplazaspúblicasalastantasdelanoche?

—Comoprobablementesabrás,Gordiano,unadelasvestalesmásjóvenesesparientemía.—No,nolosabía.—Parientepolítica;Fabiaeshermanastrademimujeryporlotantomicuñada.—PerolavestalsometidaainvestigacióneslaVirgoMáxima,Licinia.—Sí,elescándalosólolahasalpicadoaella…hastalossucesosdeestanoche.—Cicerón,¿hacesadredeestodelmisterio?—Muybien.Estanochehaocurridoalgoenlacasadelasvestales.Algohorrible.¡Impensable!

AlgoqueamenazanosólocondestruiraFabia,sinoconcubrirdecalumnialamismainstitucióndelas vestales y con socavar todo el estamento religioso deRoma.—Cicerón bajo la voz que habíaempezadoaelevarsehastael registrode losoradores—.Nodudoque lapersecucióndeLiciniayCraso esté relacionada de alguna manera con este último desastre; hay una conspiración parapropagarladudayelcaosenlaciudad,utilizandoalasvestalescomopuntodepartida.¡Simisañosenelforomehanenseñadoalgoesqueciertospolíticosromanosnosedetienenantenada!

Measióelbrazo.—¿Tedascuenta—añadió—dequeesteañoeseldécimoaniversariodelincendioquearrasóel

templodeJúpiterydestruyólosoráculossibilinos?Lamasaessupersticiosa,Gordiano;todosestándispuestosacreerqueeneldécimoaniversariodetanterriblecatástrofepuedeocurriralgoigualdeterrible.Yahaocurrido.Lacuestiónessihasidodispuestoporlosdiosesoporloshombres.

La literadiounbandazo finaly sedetuvo.Cicerón relajó lapresióndemibrazo, se recostóysuspiró.

—Hemosllegadoatudestino.Apartélascortinasyvilacolumnatadelacasadelasvestales.—Cicerón,puedequenoseaunexpertoencuestionesreligiosas,peroséqueentrarenlacasade

lasvestalesunavezoscurecidoesunaofensaquesecastigaconlamuerte.Supongoquenoesperarásqueyo…

—Estanochenoescomolasdemásnoches,Gordiano.—¡Cicerón! ¡Por fin has vuelto!—Lavoz que salía de la oscuridad era extrañamente familiar.

UnamasadecabellorojoentróenelcírculodeantorchasyreconocíaljovenMarcoValerioMesalaRufo(llamadoasíporlorufodesupelo),alquenohabíavistoenlossieteañosquehabíanpasadodesdequehabíaayudadoaCicerónenladefensadeSextoRoscio.Entoncessóloteníadiecisieteañosyeraunmuchachodemejillascoloradasynarizpecosa;ahoraeraunfuncionarioreligioso,unodelosmás jóvenes elegidos para el colegio de augures, encargado de interpretar la voluntad de losdiosesleyendolospresagiosdelosrayosyelvuelodelospájaros.Amímeseguíapareciendounmuchacho.Apesardelagravedaddelmomento,susojosbrillabanysonreíamientrasseacercabaaCicerónylecogíalamano;parecíaqueelamorporsumentornohabíadisminuidoconlosaños.

—Rufotesacarádeaquí—dijoCicerón.—¿Qué?¿Mesacasdelacamaenmediodelanoche,mehacesatravesarmediaRomasindarme

explicacionesclarasyahorameabandonas?—Creíaquehabíadejadoclaroquenodeberelacionársemeconlossucesosdeestanoche.Fabia

pidió ayuda a la VirgoMáxima, ésta se la pidió a Rufo, que es conocido suyo; todos juntos mellamaronamí,puessabenmivínculofamiliarconFabia;yotehebuscadoati,Gordiano…yéstees

elfinaldemiparticipación.—Mehizoseñasimpacientesparaquesalieradelalitera.Encuantomispies tocaron el suelo, sin siquiera despedirse, dio una palmada y la litera se puso enmovimiento.RufoyyolovimospartirrumboasucasadelCapitolino.

—Ahí va un hombre extraordinario—suspiró Rufo. Yo pensaba algomuy diferente, peromemordílalengua.Laliteradoblóunaesquinaydesapareciódenuestravista.

Antenosotrosestabalaentradadelacasadelasvestales.Alosladoshabíadosbraserosgemelos;sombrasvacilantesdanzabanporlaanchaescaleradepeldaños.Perolacasaestabaaoscurasysusaltaspuertasdemaderacerradasacalycanto.Normalmenteestabanabiertasdíaynoche.(¿Quiénibaaatreverseainvadirlamoradadelasvestalessinserinvitadooconmalasintenciones?).Alotroladodelacalle,el templodeVestaestabaextrañamente iluminado,ydeélsalíaunsuavecánticoqueseperdíaenelairetranquilodelanoche.

—¡Gordiano!—dijoRufo—.Quéextrañoesvertedespuésde tantosaños.Oigohablarde tidevezencuando…

—Comoyode ti,y teveoocasionalmente,presidiendoalguna invocaciónpúblicaoprivadadelosauspicios.NadaimportantepuedepasarenRomasinunaugurqueinterpretelospresagios.Debesdeestarmuyocupado,Rufo.

Seencogiódehombros.—Hayquinceauguresentotal,Gordiano.Yosoyelmásjovenysólounprincipiante.Muchosde

losmisteriossonparamíjustamenteeso…misterios.—Rayo a la izquierda, bueno; rayo a la derecha, malo. Y si la persona para la que estás

pronosticando no está contenta con el resultado, sólo tienes que mirar en dirección opuesta,cambiando,derechaporizquierda.Parecesencillo.

Rufoapretóloslabios.—Veo que eres tan escéptico en cuestiones religiosas como Cicerón. Sí, en gran parte son

fórmulasvacíasyjuegopolítico.Perohayotroelemento,lapercepcióndelcualrequiere,supongo,ciertasensibilidadporpartedelperceptor.

—¿Yprevésrayosestanoche?—dije,olisqueandoelaire.Sonriódébilmente.—Enrealidad,sí,creoquevaallover.Peronodeberíamosestaraquíhablando,dondecualquiera

puedevernos.Vamos.—Empezóasubirlasescaleras.—¿Entrarenlacasadelasvestales?¿Aestashoras?—LaVirgoMáximaenpersonanosestáesperando.¡Vamos!Lo seguí escaleras arriba, vacilando. Llamó suavemente a una puerta, que se abrió

silenciosamentehaciadentro.Respirandoprofundamente,leseguíhastaelinterior.Nos detuvimos en un vacío vestíbulo que se abría a un patio interior, flanqueado de galerías

porticadas.Todoestabaoscuro;nohabíaniunasolaantorchaencendida.Ellargoestanquedelcentrodelpatioestabanegroyllenodeestrellas,susuperficiecristalinarotasóloporalgunosjuncosquebrotabanenelcentro.

Sentí un súbito temor supersticioso.Semeerizó el vellode lanuca, unapelículade sudormecubrió la frente y me sentí incapaz de respirar. Mi corazón latía tan fuerte que pensé que iba adespertaraunavirgendormida.QueríacogerelbrazodeRufoysusurrarlealoídoquedebíamos

volveralforo,«deinmediato»…tanprofundoeselmiedoaloprohibidoquenosinculcaronenlaniñez,cuandonoscontabanhistoriasdehombresescondidosenlugaressagradosyobligadosasufrircastigosinimaginables.Porunaironíadeldestino,sólocuandoseasociaunhombreconlagentemásrespetable delmundo, comoCicerón y comoRufo, puede de repente encontrarse en el lugarmásprohibidodetodaRoma,aunahoraenquesusolapresenciapodríasignificar lamuerte.Unoestádurmiendoinocentementeensucamaycuandosedacuentaestáenlacasadelasvestales.

Huboundébilruidodetrásdenosotros.Mevolvíyvienlaoscuridadunalevemanchablancaquepaulatinamenteseconvirtióenunamujer.Debíadeserlaquenoshabíaabiertolapuerta,peronoeraunaesclava.Eraunadelasvestales,ajuzgarporsuaspecto…elcabellomuycorto,alrededordelafrente una corona blanca y ancha como una diadema, y adornada con cintas. Llevaba una estolablancaysobreloshombroselmantodelinoblancodelasvestales.

Chascolosdedosysentígotasdeaguaenlacara.—Purificados seáis—susurró—. ¿Juráis por la diosa de la tierra que entráis en esta casa sin

malasintencionesyarequerimientodelaseñoradeestacasa,laVirgoMáxima,sumasacerdotisadeVesta?

—Lo juro—dijo Rufo. Seguí su ejemplo. La vestal nos condujo a través del patio. Mientraspasábamosal ladodelestanqueoíunsuavechapoteo.Meenderecéaloírlo,perosólovi lasondasquerecorríanlanegrasuperficie,loquehizoquelasestrellasreflejadasrielasenyparpadearan.MeinclinésobreeloídodeRufoysusurré:

—¿Unarana?—¡Perohembra,nomacho!—dijo,ymeindicóconeldedoquecallara.Cruzamoslacolumnata

rodeadosdeprofundassombrasynosdetuvimosanteunapuertaquehabríasidoinvisibledenoserporladébilrayadeluzquesefiltrabapordebajo.Lavestalllamómuysuavementeysusurróalgoquenoalcancéaoír;luegonosdejóydesaparecióentrelassombras.Pocodespuéslapuertaseabrióhaciadentro.Unacaraapareció:asustada,hermosaymuyjoven.Tambiénllevabaladiademadelasvestales.

Abriólapuertadeltodoparadejarnosentrar.Lahabitaciónestabadébilmenteiluminadaporunasola lámpara,bajo lacualestabasentadaotravestalconunpapirodesenrollado.Eramayorquesucompañera,deunoscuarentaytantosaños.Sucabellocortoestabaplateadoenlassienes.Mientrasnosaproximábamos,mantuvolosojosenelpapiroyempezóaleerenvozaltaengriego.Suvozerasuaveymelodiosa:

Lucerovespertino,congregadordetodaslasqueelalbadispersó:túreúnesalaoveja,alacabra;túguardasalacriaturaparasumadre.

Dejóelpapiroaunladoylevantólavista,primerohaciaRufo,luegohaciami.Suspiró.—Entiemposdecalamidades,laspoetisasmereconfortan.¿EstásfamiliarizadoconSafo?—Unpoco—dije.—SoyLicinia.

Lamirémásfijamente.¿EraporaquellalamujerporlaqueelhombremásricodeRomahabíapuestoenpeligrosuvida?LaVirgoMáximanoparecíaextraordinariaenningúnsentido,almenosnoparamisojos;porotraparte,¿quémujerpodíaponersetranquilamentealeeraSafoenmediodeloquehastaelformalCicerónhabíacalificadodecatástrofe?

—¿EresGordiano, el que llaman el Sabueso?—dijo y asentí con la cabeza—.Cicerónmandórecado a Rufo diciéndole que vendrías. ¡Ah! ¿Qué habríamos hecho esta noche sin la ayuda deCicerón?

—«Semejanteesaundiosinmortal»—dijoRufo,citandootroversodeSafo.Siguióunsilencioincómodo.Lajovenquehabíaabiertolapuertapermanecíaenlassombras.—Vayamos al grano —dijo Licinia—. Ya debes de saber que he sido acusada de conducta

prohibidaaunavestal;meacusandehabertenidounaaventurafrívolaconmiparienteMarcoCraso.—Esoheoído.—Mi juventud pasó hacemucho y nome interesan los hombres. ¡La acusación es absurda!Es

ciertoqueCrasobuscamicompañíaenelforoyenelteatro,ymeimportunaconstantemente…¡perosinuestrosacusadoressupierandequéhablamoscuandoestamossolos!Créeme,notienenadaquever con asuntos del corazón. Craso es tan legendario por su avaricia como las vestales por sucastidad…peronoquierocomplicartelascosas.Crasotienesudefensayyotengolamía,yentresdíaslostribunalesoiránnuestroscasosydecidirán.Nohaytestigosnipruebasdeactoscontrariosamivoto;elprocesonoesmásqueunamolestiaparahumillaraCrasoyparasocavarlafedelpuebloenlasvestales.Ningúntribunalrazonablepodríaencontramosculpables;sinembargo,despuésdelossucesosdeestanoche,lascosaspodríanempeorarparaambos.

Miróhacialaoscuridadyfruncióelentrecejo,yacaricióelpapiroqueteníaenelregazo,comosilaconversaciónfuerademalgustoparaellayanhelaravolverdenuevoalossuavesritmosdelapoetisalésbica.Cuandohablóotravez,suvozeralánguidaysoñolienta.

—FuiconsagradaaVestacuandoteníaochoaños;todaslasvestalessonelegidasatempranaedad,entre los seis años y los diez. Servimos almenos durante treinta años. Los primeros diez somosnovicias, estudiantes de los misterios, como Fabia. —Señaló a la joven de las sombras—. Lossiguientesdiezaños llevamosacabo losdeberessagrados…purificarelaltaryhacerofrendasdesal, vigilar la llama eterna, consagrar templos, asistir a las celebraciones, guardar las reliquiassagradas. En los siguientes diez años, nos convertimos en maestras y enseñamos a las novicias,transmitiendolosmisterios.Alfinaldelostreintaañossenospermitedejarlavidaconsagrada,perolaspocasqueeligenhacerloamenudoterminanmal.—Suspiró—.Dentrodelacasadelasvestales,unamujeradquiereciertoshábitosyesperanzas,caeenunritmodevidaincompatibleconelmundode fuera.Muchasvestalesmuerencomohanvivido, rindiendocasto servicioa ladiosay su llamaeterna.

»Aveces…—suvoz tembló—.Aveces, sobre todo en los primeros años, una puede sentir latentacióndeapartarsedelvotodecastidad.Laconsecuenciaeslamuerte,nounasencillaypiadosamuerte,sinoundestinohorribledecontemplar.

»El último escándalo de esta índole sucedió hace cuarenta años. La hija virgen de una buenafamilia fue fulminada por un rayo. Su ropa se desgarró y su desnudez quedó al descubierto; losadivinos interpretaron esto como que las vestales habían violado sus votos. Tres vestales fueron

acusadasdeimpurezajuntoconsuspresuntosamantes,yprocesadosporelcolegiodelospontífices.Una fue encontrada culpable. Las otras fueron absueltas. Pero el pueblo no quedó satisfecho. Elpopulachorabióyalborotóhastaquesenombróunacomisiónespecial.Elcasovolvióaabrirse.Lastresvestalesfueroncondenadas.

LacaradeLiciniaseensombreció.Susojosbrillaronalaluzdelalámpara.—¿Conoceselcastigo,Gordiano?Elamanteesazotadopúblicamentehastaquemuere;unasunto

horrible,perosencilloyrápido.Noocurrelomismoconlavestal.Aellaladespojandeladiademaydelmantodelino.EsazotadaporelPontíficeMáximo.Laamortajancomoauncadáver,latiendenenuna literacerraday la llevana travésdel foroseguidaporsugimientefamilia,obligadaavivir ladesgraciadesupropiofuneral.LaconducenhastaunlugarquehayjuntoalaPuertaColina,dondesehapreparadounapequeñacriptasubterránea,conuncolchón,unalámparayunamesaconalgodecomida.Unverdugocorrientelaconduceporunaescalerillahastalacelda,peronolehacedaño.Supersona todavía está consagrada a Vesta; ningún hombre puede matarla. La escalera de mano seretira,latumbasesella,latierraseapisona.Ysedejaalosdiosesquesellevenlavidadelavestal.

—¡Enterrada viva! —susurró Fabia roncamente. La joven seguía en las sombras, tocándosenerviosamenteloslabiosconlamano.

—Sí,enterradaviva—lavozdeLiciniaeraserena,perofríacomolamuerte.Trasunlargorato,semiróelregazo,dondeyacíaelpapirodeSafoestrujadoporsupropiamano.

—Creoqueyaha llegadoelmomentodeexplicarleaGordianoporqué lohemos llamado.—Dejóelpapiroysepusoenpie—.Unintrusohaentradoenestacasaaprimerahoradelanoche.Másexactamente, dos intrusos, y es posible que tres. Un hombre vino a visitar a Fabia después delanochecer,porinvitaciónsuya,diceél…

—¡Falso!—dijolajoven.Licinialahizocallarconunamiradadedesprecio.—Fue descubierto en la habitación de Fabia. Pero peor que eso… lo verás por ti mismo,

Gordiano.Cogió la lámpara y nos guió por un corto pasadizo hasta otra habitación. Eramás sencilla e

íntima que la anterior. Las paredes estaban cubiertas por cortinas ornamentales de un color rojooscuroqueparecíaabsorberlaluzdelbraseroquehabíaenunaesquina.Sólohabíadosmuebles,unasillasinrespaldoyuntriclinioparadormir.Eltriclinio,observé,parecíareciénhecho,lasalmohadasestabanbienpuestas,lacolchalimpiamenteestirada.Elhombrequeestabaenlasillalevantólavistacuandoentramos.Contrariamentealamodaactual,noestabaafeitado,sinoquellevabaunapequeñabarba.Meparecióquesonreía,muydébilmente.

Parecíatenerunosañosmenosqueyo,alrededordetreintaycinco,másomenoscomoCicerón.AlcontrarioqueCicerón,eranotablementeatractivo.Loquenoquieredecirquefueraespecialmenteguapo;sievocosucaraconelrecuerdo,sólopuedoseñalarquesupeloysubarbaeranoscuros,susojospenetrantesyazules,ysusrasgosregulares.Peroensupresenciadecarneyhuesohabíaalgoindefiniblementeatractivoyunaalegríacontagiosaensusojosqueparecíabailarcomochispasdefuego.

—LucioSergioCatilina—dijo,poniéndoseenpieypresentándose.El clan patricio de los Sergios se remonta a la época de Eneas; no había un apellido más

respetableenlarepública.ACatilinaloconocíaporsureputación.Unosdecíanqueeraencantadoryotrosqueunsinvergüenza.Todosestabandeacuerdoenqueerainteligente,aunquealgunosdecíanquedemasiadointeligente.

Medirigióunaextrañasemisonrisaquesugeríaquesereíadealgopordentro…pero¿dequé?Agachólacabeza.

—Dime,Gordiano,¿quétienenencomúncincopersonasquehayenestahabitación?Desconcertado,miréaRufo,quefruncióelentrecejo.—Todavía«respiran»—dijoCatilina—,¡mientrasqueelsextono!Diounpasohacialacortinadelaparedmáslejanaylaapartóparadescubrirotropasadizo.Enel

suelo,dobladodeunaformapoconatural,yacíaelcuerpodeunhombrequesindudaestabamuerto.RufoyLiciniacontemplaronconseriedadreprobadoraelgestoteatraldeCatilina,mientrasque

Fabiaestabaapuntodeecharseallorar,peroningunodiomuestrasdesorprenderse.Traguéaire,mearrodilléyexaminéelcuerpodobladoduranteunrato.

Meincorporéymesentéenlasilla,sintiéndomeligeramentemareado.Lavistadeunhombreconlagargantacortadanuncaesagradable.

—¿Ésteeselmotivoporelquemehashechovenir,Licinia?¿ÉsteeseldesastredelquehablabaCicerón?

—Unasesinatoenlacasadelasvestales—susurró—.¡Unsacrilegiosinprecedentes!Luchéparacontenerlasnáuseas.Rufohabíavueltoconunacopadevinoymelapusoenlamano.

Melabebídándolelasgracias.—Creoqueseríamejorqueempezáramosporelprincipio—dije—.EnnombredeJúpiter,¿qué

estáshaciendoaquí,Catilina?Seaclarólagargantaytragósaliva;unasonrisaparpadeóensuslabiosysedesvaneció,comosi

fueraunticnervioso.—Fabiamellamó;oalmenosesopensé.—¿Cómoeseso?—Recibíestoaprimerahoradelanoche—dijo,sacandountrozodepapirodoblado:

VENENSEGUIDAAMIHABITACIÓNDELACASADELASVESTALES.DESPRECIAELPELIGRO,TELORUEGO.MIHONORESTÁ

ENJUEGOYNOMEATREVOACONFIARENNADIEMÁS.SÓLOTÚPUEDESAYUDARME.DESTRUYEESTANOTADESPUÉSDE

LEERLA.

Fabia

Lainspeccionéduranteunrato.—¿Hasenviadotúestanota,Fabia?—¡Nunca!—¿Cómollegóhastati,Catilina?—UnmensajerovinoamicasadelPalatino,unchicocontratadoenlacalle.—¿Estásacostumbradoarecibirmensajesdelasvestales?—Enabsoluto.—Sinembargo,pensastequeésteeraauténtico.¿Notesorprendiórecibirunacomunicacióntan

íntimadeunavestal?

Catilinasonrióconcondescendencia.—Lasvestalesllevanunavidacasta,Gordiano,noretirada.Nodeberíasorprendertequeconozca

aFabia.Ambospertenecemosaviejas familias.Noshemosencontradoenel teatro, en el foro, encomidasprivadas. Incluso,aunqueen rarasocasiones,y siemprea la luzdeldíayenpresenciadetestigos,lahevisitadoenlacasadelasvestales;compartimosciertointerésporlospoetasgriegosylos vasos aretinos.Nuestra conducta en público siempre ha sido irreprochable. Sí,me sorprendiórecibirelmensaje,perosóloporqueeraalarmante.

—¿Yapesar de todooptaste por hacer lo que se te pedía…venir aquí denoche, burlando lasleyesdehombresydioses?

Seriósuavemente.Lanegruradesubarbahacíasusonrisamásdeslumbrante.—Realmente,Gordiano, ¿quémejor excusaparaquebrantar esas leyesque ir al rescatedeuna

vestal en apuros? ¡Por supuesto que vine!—Su expresión se hizo más formal—. Ahora me doycuentadequeprobablementenovinesolo.

—¿Tesiguieron?—Enaquelmomentonoestabaseguro;paseandosoloporRoma,unosiempretiendeaimaginar

lapresenciadeespíasenlassombras.Perosí,creoqueesposiblequemesiguieran.—¿Unhombreovarios?Seencogiódehombros.—¿Estehombre?—Señaléelcadáver.Catilinavolvióaencogersedehombros.—Nolohabíavistoantes.—Ciertamente va vestido para espiar… capa negra con capucha. ¿Dónde está el arma que lo

mató?—¿Nolahasvisto?Apartólascortinasdenuevoyseñalóunadagaquehabíaenuncharcodesangre,enelpasadizo.

Cogíunalámparaylainspeccioné.—Quéaspecto tiene lahoja;es tan largacomo lamanodeunhombrey lamitaddeancha, tan

afiladaqueelbordebrillainclusoatravésdelasangre.¿Estupuñal,Catilina?—¡Claroqueno!Yonolomaté.—Entonces,¿quiénlohizo?—¡Silosupiéramos,noestaríastúaquí!—Entornólosojosysonrió,contantadulzuracomoun

niño.Enaquelmomentoeradifícilimaginarlorebanándoleelgaznateaotrohombre.—Siestadaganoestuya,Catilina,¿dóndeestátupuñal?—Notengopuñal.—¿Qué?¿HasatravesadoRomaenunanochesinlunaynollevasarmas?Asintió.—Catilina,¿cómoquieresquetecrea?—Créeme o nome creas. La casa de las vestales está a un corto paseo demi casa, en lo que

despuésdetodoesunodelosmejoresbarriosdelaciudad.Nomegustallevarpuñal.Siempremecortolosdedos.

Lasemisonrisabailoteóensuslabiosotravez.

—Quizádeberíascontinuarcon tuversiónde lossucesosdeestanoche.Unanota falsificada teatrajoaquí.Llegastealaentrada…

—…yencontrélaspuertasabiertas,comodecostumbre.Deboadmitirquenecesitéciertovalorpara cruzar el umbral, pero todo estaba tranquilo y por lo que sabía en aquelmomento nadiemehabía seguido.Conozco un poco el templo, ya que lo he visitado de día; vine directamente a estahabitación y encontré a Fabia sentada en la silla, leyendo. Pareció sorprendida al verme, deboadmitirlo.

—Esverdad—dijoFabia,hablandosobre todoaLicinia—.Yonuncahabríaenviadosemejantenota.Noteníaideadequeibaavenir.

—¿Quépasóentonces?—dije.Catilinaseencogiódehombros.—Nosreímosensilencio.—¿Encontrábaisdivertidalasituación?—¿Porquéno?Siempreestoygastandobromasamisamigos,yellosamí.Dedujequeunode

ellosmehabíaengañadoparaqueviniera.¡Convendrásconmigoenquelafaenanoestámal!—Sinofueraporquehevistoaunmuertoenelsuelo.—Ah,sí—dijo,arrugandolanariz—.Estabapreparándomeparasalir…bueno,meentretuveun

rato,saboreandoeldeliciosopeligrodelasituación.¿Quéhombrenolohabríahecho?…Yentoncesoímosungritoterribledetrásdelacortina.Eltipoderuidoquehaceunhombre,supongo,cuandoleestáncortandolagarganta.Apartélacortinayahíestaba,retorciéndoseenelsuelo.

—¿Novistenirastrodelasesino?—Sóloelcuchilloenelsuelo,todavíabailandoenesecharcodesangre.—¿Noperseguistealasesino?—Confiesoquemequedéparalizadodelsusto.Ypocodespuésempezaronallegarlasvestales.—Elgritoseoyóentodalacasa—dijoLicinia—.Yolleguélaprimera.Lasotrasllegaronpoco

después.—¿Yquéviste?—Elcadáver;yaFabiayaCatilinaabrazados…—¿Puedessermásprecisa?—Noentiendo.—Licinia,meobligasasercrudo.¿Cómoestabanvestidos?—¡Perobueno!¡Exactamentecomoahora!Catilinaconlatúnica,Fabiaconelhábito.—Ylacama…—…estabaigualquelavesahora:intacta.Siestásinsinuando…—Noinsinúonada,Licinia;sóloquieroverelsucesoexactamentecomoocurrió.—Pues era un buen espectáculo —dijo Catilina, con los párpados caídos—. Un cuerpo

ensangrentado,unadaga, seisvestalesconsternadas…¡Unmomentoextraordinariocuandopiensasen él! ¿Cuántos hombres pueden decir que han estado en medio de un cuadro vivo tan salvaje ysensual?

—Catilina,¡eresabsurdo!—dijoRufoconasco.—¿Nadievioescaparalasesino?¿Tútampoco,Licinia,nilasotras?

—No. Aunque el patio estaba oscuro, como ahora. Pero me apresuré a enviar a una de lasesclavasacerrarlapuerta.

—Entonces,¿esposiblequeelvillanoestéatrapadodentrodelacasa?—Esoespero.Peroyalohemosregistradotodoynohemosencontradoanadie.—Entoncesescapó;amenos,claro,queCatilinaselohayainventadotodo…—¡No!—gritóFabia—.Catilinadicelaverdad.Sucediótalcomoéllocuenta.Catilinapusolaspalmashaciaarribayenarcólascejas.—Ahílotienes,Gordiano.¿Mentiríaunavestal?—Catilina,estonoesunabroma.Debesdartecuentade lascircunstancias.¿Quién,apartede ti,

teníamotivosparamataraesteintruso?Notuvorespuestaparaesto.—Nosoyexpertoenleyesreligiosas—dije—,peroesdifícilimaginarunaofensamásgraveque

cometer un homicidio en la casa de las vestales. Aunque puedas explicar tu presencia aquí estanoche…ypocosjuecescreeríanqueunanotafalsificadaounbromazoesunaexcusadigna,elhechodelcadáverpermanece.Enuncasoordinariodeasesinato,unciudadanoromanotienelaopcióndehuiraunatierraextrañaantesqueenfrentarsealjuicioyalcastigo;perocuandohayunaprofanaciónpormedio,lasautoridadesnodanopciónalaclemencia.Amenos,claro,quehuyasdelaciudadestanoche…

Memiróconfijeza.Susojosparecíandeunazul inaudito,comosi llamasazulesdanzarantrasellos.

—Aunquebromeeymegustenlosenigmas,Gordiano,nodudesqueentiendolascircunstanciasenquemeencuentro.No,nohuirédeRomacomounconejoasustado,dejandoqueunajovenvestalseenfrentesolaaunaacusacióndeiniquidad.

Fabiaempezóallorar.Catilinasemordióellabio.—Siestoeraalgomásqueunasimplebroma…yelcadáverlodemuestra…entoncescreoque

puedosaberquiénestádetrásdetodo.—Algoesalgo.¿Quiénestádetrás?—Elmismohombrequeestádetrásde laacusacióncontraLiciniayCraso.PublioClodio.¿Lo

conoces?—Heoídohablardeél,ciertamente.Unagitadordemasas,unbuscadordeembrollos…—Yenemigopersonalmío.Unintrigantecrónico.Unhombredetanbajamoralquenotendría

reparoseninvolucraralasvírgenesvestalesenunplanparaderrotarasusenemigos.—AsíquesospechasquePublioClodioteatrajoaquíconunmensajefalsificadoytehizoseguir.

Pero¿porquéibaaenviaraestehombredetrásdeti?¿Porquénodarlaalarmadesdefueradelacasa,atrapándotedentro?Todavíanotenemosunmotivoparaelasesinatodeestehombre.

Catilinaseencogiódehombros.—Nopuedodecirtemás.Movílacabeza.—Haréloquepueda.Quierointerrogaralasotrasvestalesyatodaslasesclavasquehabíaenla

casaestanoche;esopuedeesperaramañana.Quizápuedaseguir lapistadelchicoque te llevóelmensajeyllegarasíhastaClodioohastaquiensea.Quizápuedadescubriralhombreuhombresque

tesiguieroncuandoveníashaciaaquí,siesqueexisten;quizápuedanserconvencidosparaquediganloquesabensobreelmuertoysusrazonesparaestaraquí.Todoestonoesmásquecircunstancial,metemo,peropuedequedescubraalgoútilparatudefensa,Catilina.Detodasformas,loveomuynegro.Noveoquesepuedahacernadamásestanoche,exceptoregistrardenuevotodoeledificio.

—Yahemosregistradoynohemosencontradonada—dijoLicinia.—Peropodemosbuscarotravez—dijoFabia—.Porfavor,VirgoMáxima.—Muybien—dijoLiciniaconseriedad—.Llamaalasesclavasydilesquecojancuchillosdelas

cocinas.Volveremosamirarentodoslosrinconesygrietas.—Iré contigo—dijo Catilina—. Para protegerte—añadió mirando a Fabia—. El hombre que

estamosbuscandoesuncriminaldesesperado,noloolvidemos.Liciniapusomalacara,peronoprotestó.

***

Enelpatiosin luna,bajo lacolumnata,medetuveparaacostumbrarmisojosa laoscuridad.Rufochocóconmigo.Metambaleéylediunapatadaaunguijarroquepatinóporlasbaldosas.Elruidoparecióestruendosoenmediodelsilencio.Delestanquellegóunligerochapoteo.

Elruidomeasustóyelcorazónmediounvuelco.Eslaranaotravez,pensé.Sinembargo,veíafantasmasen lassombrasysacudí lacabezapara librarmedeaquellas imágenes.De igualmanera,pensé,Catilinapodíahaberseimaginadoqueleseguíanhombresquenoestabanallí.Inclusoasí,sentídealgunamaneraqueRufoyyonoestábamossolosenelpatio.Eldébilcánticodelasvestaleseneltemplocercanoparecíarevolotearenelairesuspendidoencimadenosotros.Mesentéenunbanco,cercadelosjuncosdelbordedelestanque,ymirélasestrellasquetachonabansunegrasuperficie.

Rufosesentóamilado.—¿Quépiensas,Gordiano?—Creoqueestamosenaguasprofundas.—¿CreesaCatilina?—¿Ytú?—¡Ni por unmomento! Ese hombre esmás falso que un sestercio demadera, todo encanto y

ningunasustancia.—¡Ah!LocomparasconCicerón,quizá,yloencuentrascaprichoso.Sinembargo,pareceencajar

consucarácterquerespondieraaunacarta tanimprudenteporpuraaventura,¿no?Esapartedelahistoriaparececreíble;¿oes tanretorcidocomoparafalsificarélmismo,unacartayutilizarladeexcusa?

—¡Ciertamente,eslobastantemalvadoparahacerlo!—Noestoysegurodeeso.Encuantoasuinocenciaenelasesinato,mehaimpresionadoeldetalle

dequeencontraraelcuchillo todavíabailandoenelcharcodesangre.Pareceundetalledemasiadollamativoparaserinventadoenelmomento.

—Subestimassuinteligencia,Gordiano.—Otúsubestimassunobleza.¿YsifueFabiaquienasesinóalintrusoyCatilinaestámintiendo

paraprotegerla?—¡Esosiqueesabsurdo,Gordiano!Lamuchachaesfrágilytímida…

—YestámuyenamoradadeCatilina.¿Notehasdadocuenta,Rufo?¿Podríahaberlomatadoenunarrebato,paraprotegerasuamante?

—Esoesdemasiadofantástico,Gordiano.—Quizátengasrazón.Elmurmullodellejanocánticoyelestanquellenodeestrellasmedistraen.

InclusopiensoenlaposibilidaddequefueraLiciniaquienempuñaraelcuchillo…—¡LaVirgoMáxima!¿Conquéfin?—Para desviar la atención de su inminente juicio. Para vengarse en los jóvenes amantes…

suponiendoqueseanamantes…porqueestálocamentecelosadeellos.Oparaprotegerlos,matandoalhombreenviadoaespiarlos…porque sevuelvemás sentimental con laedad, comoyo.Pero suplanfracasócuandoelhombregritóylasotrasvestalesllegaroncorriendo…

—Aguasprofundas—dijoRufo—.¿Podremosencontraralgunavezlaverdad?—A trozos—dije—, y quizámirando donde no esperamos encontrarla.—Me froté los ojos y

tratédereprimirunbostezo.Cerrélosojos…sólounmomento…Medespertédeunsaltocuandometocaronunhombro,abrílosojosyviaCatilina.—¿Labúsqueda…?—dije.—Nohadado fruto.Hemosmirado, detrás de cada cortina, debajode cada colchón, dentrode

cadabacinilla.Asentíconlacabeza.—Entoncesvolveréamicasaya,siLiciniaestanamabledeenviaralosporteadoresdeliterasal

pie de la escalinata. Esperaré fuera. —Empecé a andar hacia las grandes puertas atrancadas—.Supongoqueéstaserálaúnicavezqueestarédentrodeestelugaraestashorasdelanoche.Hasidounaexperienciamemorable.

—No muy desagradable, espero—dijo Catilina. Bajó la voz—. Harás lo que puedas por mí,¿verdad?Fisgaenbeneficiomío, localizaaesemensajero,descubre loquepuedassobreClodioysusplanes.Noolvidoamisamigos,Gordiano.Telopagaréenelfuturo.

—Porsupuesto—dije,ypensé:«Siesquetienesfuturo,Catilina».Lavestalquenoshabíadejadoentraraparecióparadesatrancarlapuerta.Teníalosojosgachos,

sobretodoparanomiraraCatilina.Mientraslapuertaseabría,oíquecaíaunobjetoenelestanque.Sonreíalavestal.—Lasranasestáninquietasestanoche.Negóconlacabezacansadamente.—Nohay ranas en el estanque—dijo.La puerta se cerró detrás demí.Oí caer la tranca.Bajé

lentamentelosescalones.Unabrisarepentinasoplódesdeelforo,conoloralluvia.Miréhaciaarribayviquelasestrellasempezabanadesvanecerseunaporunadetrásdeunmantodenegrasnubesquellegabandeloeste.

De repente me di cuenta de la verdad. Subí corriendo los escalones y llamé a la puerta, alprincipiosuavemente.Comonohuborespuesta,golpeéconelpuño.

La puerta dio una sacudida y se abrió. Me deslicé dentro. La vestal frunció el entrecejo,confundida.CatilinayFabiaestabanalladodelestanque,conLiciniayRufoallado.Fuihaciaellosrápidamente, absorbiendo la extrañeza de la luz de las estrellas, el canto lejano, la atmósfera desantidadymuertequehabíadentrodelosmurosprohibidos.

—Elasesinoestátodavíaaquí,dentrodelacasa—dije—.¡Aquí,ennuestrapresencia!Miradasrecelosaspasaronportodaslascaras.Liciniadiounpasoatrás.InclusoFabiayCatilina

seapartaron.—¿Tenéisaúnloscuchillosquecogisteisparalabúsqueda?Liciniasacóuncuchillodecocinadelosplieguesdesuestola,ylomismohizoFabia.—¿Ytú,Rufo?Rufosacóunadagacorta,igualqueyo.SóloCatilinaestabasinarmas.Fuihastaelbordedelestanque.—Cuandoentréenlacasadelasvestales,vijuncossaliendodelcentrodelestanque…sóloenel

centro.Sinembargoesosjuncosestánahoramuycercadelborde,algohaestadocayendoenelagua,aunquenohay ranasenel estanque.—Meestiréhacia los juncoshuecos, los sacudí, los saquédelaguaylostirésobrelaslosasdelsuelo.

Poco después, un hombre salió del agua, escupiendo y tosiendo. Tropezó y resbaló, luchandocontraelobstáculodelacapadelanaempapadaquelecolgabacomounacotademalla.Lacapaeranegrayconcapucha,comolaquehabíallevadosucómplice.Enlaoscuridadparecíaunmonstruohecho de negrura emergiendo de un estanque de pesadilla. Entonces algo osciló en el espacio,brillandoalaluzdelasestrellas.Elhombreavanzóhaciamí,empuñandosudaga.

FueCatilina aunque iba sin armas, quien se arrojó sobre el criminal.Ambos cayeron al agua.Rufo y yo corrimos tras ellos por el estanque, pero enmedio del caos de espuma era imposibledescargarungolpe.

La lucha terminó tan bruscamente como había empezado. Catilina se levantó apoyándose enmanosyrodillas,conlabarbachorreandoagua,losojosabiertosdeparenpar,comosiinclusoélestuvierasorprendidodeloquehabíahecho.Elsacrílegoyacíaretorcidoenelagua,rodeadoporunborbolleode loque inclusoenelaguaoscuranopodía tomarseporotracosaqueporsangre; lasestrellasreflejadasensusuperficieerandeunrojointenso.

—Ayúdameasacarlodelagua—dije—.¡Rápido,Rufo!Arrastramosalhombrehastalaslosasdelsuelo.Sucuchilloestabaclavadohastalaempuñadura

ensupropiocorazón.Susdedos todavíaaferrabanelpuño.Susojosestabanabiertoscomoplatos.Temblaba y se agitaba de vez en cuando, pero su cara, de ancha nariz, frente estrecha ymejillassombreadasporunabarbaincipiente,estabaextrañamenteenpaz.Lasesclavasdelacasa,alertadasporelruido,secongregaronalrededor.EneltemplodeVestalasacerdotisa,sinhacercasodenada,continuabasucántico.

Como Cicerón, y sospecho que como Catilina, no soy hombre especialmente religioso. Sinembargo me pareció que el mismo Júpiter demostraba su favor por Catilina en aquel momento¿Habría confesado el asesino antes de morir si no hubiera cruzado el cielo un hilo finísimo delpropiorayodeJúpiter?

Elmoribundo lovio.Susojos sedilataron.Rufo sedobló sobre ély tocó lamanocon laqueaferrabaelpuñodesudaga.

—Soyunaugur—dijoRufoconuntonodeautoridadqueexcedíalargamentesusaños.Apesardesupelorojo,suspecasysusbrillantesojoscastaños,noparecíaenabsolutounmuchachoenaquelmomento—.Interpretolosauspicios.

—Elrayo…—gruñóelhombre.—Atuderecha;lamanoqueaferraladagaquetienesentucorazón.—¿Unmalaugurio?¡Dímelo,augur!—Losdioseshanvenidoporti…—¡No,no!—Miradóndevanaencontrarte,enlacasadelasvestalesconlasangredelhombrequeasesinaste

todavíacaliente.Sepondránfuriosos…Otrorayocruzóelcielo.Loscielosretumbaron.—¡Hesidounimpío!¡Heofendidoterriblementealosdioses!—Sí, y harías mejor en apaciguarlos mientras puedas. Confiesa lo que has hecho, aquí, en

presenciadelaVirgoMáxima.El hombre se convulsionó tan violentamente que pensé que moriría allí mismo y en aquel

momento.Peroalpocoratoserecuperó.—Perdóname…—¿Porquéhasvenidoaquí?—SeguíaaCatilina.—¿Porordendequién?—DePublioClodio.(«¡Losabía!»,susurróCatilina).—¿Quéteproponías?—Teníamosqueseguirlohastaestacasasinservistos.Teníamosqueespiarleenlahabitaciónde

lavestal.Yoteníaqueesperarhastaelmomentomáscomprometido…¡peronosequitaronlaropa!—Serióygimiódedolor.

—¿Yluego?—LuegoteníaquemataraCneo.—¿Elhombrequevinocontigo?Pero¿porqué?¿Porquémataratucompañero?—¿QuémejorparahundiraCatilinadeltodoquepillarledesnudoconunavestal,alladodeun

cadáverydeunadagaensangrentada?¡Peronosequitaronlaropa!—Leentróotroataquederisa.Lasangre le caía por la comisura de la boca—.Así que… finalmente… seguí adelante y le corté lagargantaaCneo.¡Elpobretontonoseloesperaba!Yoteníaqueescaparensilencioydarlaalarmaalotroladodelaspuertas.¡PeronohabíacontadoconqueCneogritaratanfuerte!Soltéelcuchillo…comoClodiomehabíadichoquehiciera,paraestarsegurodequehabríaunarmaqueincriminaraaCatilina. Luego cogí el cuchillo deCneo y corrí hacia el patio.De repente empezaron a aparecerlámparaspor todaspartes,bloqueándomeelcaminodelaspuertas.Recordéuntrucoquemehabíaenseñadounantiguocenturióndelejército…memetíenelestanque,tansilenciosocomounasierpedeagua,ycortéunjuncopararespirarporél.Cuandosalíalcabodeunratoparavercómoibanlascosas, las puertas estaban cerradas y atrancadas, y había una vestal de guardia.Volví a deslizarmebajoelaguayesperé.Escomolamuerteestardebajodelagua,mirando,elcielonegroytodasesasestrellas…

Los rayos bailaban a nuestro alrededor, tanto a la derecha como a la izquierda. Sonó un grantruenoyelcieloseabriósobrenuestrascabezasparadejarescaparuntorrentedelluvia.Elsacrílegotuvounaúltimaconvulsión,sepusorígidoyaflojólosmúsculosdepronto.

Como toda Roma sabe, los juicios de las vestales Licinia y Fabia y de sus supuestos amantesterminaronconlaabsolucióndetodos.

Licinia y Craso fueron juzgados al mismo tiempo. La defensa de Craso fue novedosa peroefectiva. Su razón para perseguir apasionadamente a Licinia resultó que no era la lascivia, sinosimplecodicia.ParecequeLiciniateníaunavillaenlasafuerasdelaciudadqueélestabadispuestoaadquirirapreciodecarcajada.UnindiciodelareputacióndeavariciosoquetieneCrasofuequelosjueces aceptaran esta excusa sin ponerla en duda.Craso fue humillado públicamente y se hicieronchistesasucostaduranteunatemporada;peromehandichoquesiguiómolestandoaLiciniahastaquefinalmenteadquiriólapropiedadalprecioquequiso.

Los juicios de Fabia y Catilina se celebraron por separado, aunque los dos degeneraronrápidamenteenesgrimapolítica.Cicerónestuvoausentede losprocesos,peroalgunosde losmásrespetados oradores de Roma hablaron en la defensa, incluidos Pisón, Catulo y…Marco Catón,probablementeelúnicohombredeRomaconreputacióndesermásimpermeablea las tentacionessexuales queCicerón.Catón hizo insinuaciones tan temerarias sobre lasmaquinaciones deClodio(sin pruebas, ya que los asesinos estabanmuertos y el asesinato se había frustrado, aunque no sindaños)queClodioencontróconvenientehuirdeRomaypasarvariosmesesenBayas,esperandoquepasara el furor.Más tarde, Cicerón agradeció en privado a Catón que defendiera el honor de sucuñada.CatónaltivamentereplicóquenolohabíahechoporFabia,sinoporelbiendeRoma.¡Vayapardepresumidos!

Catilina tambiénfueabsuelto.ElhincapiéenqueélyFabiahabíansidodescubiertos totalmentevestidos pesómucho en su favor. Pormi parte, estoy indeciso sobre si es culpable o inocente dehaber seducido aFabia.Meparece raroquepasara tanto tiempocortejando auna jovenquehabíajuradocastidadsinoeranimpúdicassusintenciones.¿YcomosabíaClodioqueCatilinaresponderíaa una falsa carta de Fabia sino porque tenía razones para creer que ambos eran ya amantes? Elrepetidolamentodelasesinodeque«nosequitaronlasropas»parecíaenlasuperficie,reivindicaraCatilina y a Fabia; pero hay muchas cosas que dos personas pueden hacer aunque esténcompletamentevestidas.

LasintencionesymotivosdeCatilinacontinúansiendounmisterioparamí.Sóloeltiemponosdiráquécaráctertienerealmente.

Muchodespuésdequeterminaranlosjuicios,recibíuninesperadoregalodelaVirgoMáxima…unpapiroconlospoemasdeSafo.Eco,quetieneyadiecisieteañosyestudiagriego,dicequeessutexto favorito, aunqueno estoy segurode si es lo bastantemayor para apreciar susmatices.Amítambiénmegustaavecessacarlodelaestantería,sobretodoenlaslargasnochessinluna,yleerloenvozaltaylánguida:

LalunasehapuestoypuestasestánLasPléyades;prontovendrálamedianocheyconellalahoradesepararse:yyo,enellecho,sinnadie.

EsepasajeenespecialmehacepensarenLicinia,solaensuhabitacióndelacasadelasvestales.

VidayépocadeGordianoelSabueso

CRONOLOGÍAPARCIAL

EstalistasitúalashistoriasdeestevolumenylasnovelasdelaserieRomasubrosa (laspublicadashasta ahora) en orden cronológico, al lado de algunos sucesos importantes, como nacimientos ymuertes. Las estaciones, losmeses y (cuando ha sido posible saberlos) los días concretos figuranentreparéntesis

Año Acontecimiento/Novela/«Cuento»110a.C. NaceGordianoenRoma.108a.C. NaceCatilina.106a.C. NaceCiceróncercadeArpino(3deenero).106a.C. NaceBethesdaenAlejandría.100a.C. NaceJulioCésar(fechatradicional).90a.C. Sucesosde«ElgatodeAlejandría»;GordianoconocealfilósofoDiónyaBethesdaenAlejandría.90a.C. NaceEcoenRoma.84a.C. NaceCatulocercadeVerona.82-80a. C.DictaduradeSila.80a.C. Sangreromana(enmayo);juiciodeSextoRoscio,quefuedefendidoporCicerón.80a.C. «Lamuertellevamáscara»(15-16deseptiembre).80a.C. BethesdacuentaaGordiano«Elcuentodelacámaradeltesoro»(verano).79a.C. NaceMetón.78a.C. MuertedeSila.78a.C. «Laúltimavoluntadnosiempreeslamejor»(18-28demayo);GordianoconoceaLucioClaudio.78a.C. «Loslémures»(octubre).78a.C. JulioCésarescapturadoporlospiratas(invierno).77a.C. «ElpequeñoCésarylospiratas»(primavera-agosto);GordianoconoceaBelbo.77a.C. «LadesaparicióndelaplatadelasSaturnales»(diciembre).76a.C. «Elzánganoylamiel»(finalesdeabril).74a.C. Oppiánicoesjuzgadoycondenadoporvariosdelitos.74a.C. GordianolecuentaaLucioClaudiolahistoriade«ElgatodeAlejandría»(verano).73a.C. «Lacasadelasvestales»(primavera).73a.C. ComienzalarebelióndeEspartaco(septiembre).72a.C. Oppiánicoesasesinado.72a.C. Elbrazodelajusticia(septiembre);asesinatodeLucioLicinioenBayas.71a.C. DerrotadefinitivadeEspartaco(marzo).70a.C. NaceenRomaGordiana(Diana),hijadeGordianoyBethesda(agosto).70a.C. NaceVirgilio.67a.C. Pompeyolimpialosmaresdepiratas.64a.C. Gordianosemudaalafincaetrusca(otoño).

63a.C. ElenigmadeCatilina(lahistoriacomienzael1dejuniode63,elepílogoterminaenagostode58);consuladodeCicerónyconjuracióndeCatilina.60a.C. NacenenRomaTitoyTitania(gemelos),hijosdeEcoyMenenia(primavera).60a.C. César,PompeyoyCrasoformanelprimerTriunvirato.56a.C. LasuertedeVenus(deeneroal5deabril);asesinatodelfilósofoDión.55a.C. PompeyoconstruyeelprimerteatropermanentedeRoma.52a.C. AsesinatoenlaVíaApia(del18deeneroaabril);asesinatodeClodioeincendiodelSenado.

Notadelautor

Las novelas protagonizadas por Gordiano el Sabueso han transcurrido hasta ahora en momentosdistintos,separadosporperíodosqueoscilanentrecuatroynueveaños.Noatodosloslectoresleshangustadoestossaltoshaciadelante.Entreotrascosas,hadado la sensacióndequeGordianohaenvejecido(ysushijoscrecido)conunarapidezasombrosa.(Podríaargüirsequeesunejemploderealismo,yaqueenlavidarealseproduceigualmenteestainquietanteimpresióndeaceleracióndeltiempo).Loslectoresdelasseriesdeintrigaparecequeprefierenunpasodeltiempomásreposado,yque la acción del libro siguiente comience veinticuatro horas después de acabado el anterior, novariosañosmástarde.

ConlaserieRomasubrosamepropongopintarunfrescodelosúltimosyrevueltosañosdelarepúblicaromana,trazandounamplioarcotemporalquevadesdeladictaduradeSila(80a.C.)hastaelasesinatodeCésar(44a.C.)ytalvezdespués.Lainclusióndeunatramapoliciacaenelnúcleodecadanovelanoplanteaningúnproblema,yaqueenlasfuentesnofaltanpuñaladas,envenenamientos,procesos por homicidio y otras travesuras. Sin embargo, he querido construir también cada libroalrededordeunacontecimientohistóricode relieve, conunmotivo flotantede amplitud suficientepara servir de base a una novela histórica a gran escala: la dictadura de Sila y los comienzos deCicerón (Sangre romana), la revuelta de los esclavos de Espartaco (El brazo de la justicia), elconsulado deCicerón y la conjuración deCatilina (El enigma deCatilina), el juicio contra CelioRufoyladecadente«generaciónperdida»deClodiayCatulo(LasuertedeVenus),yelasesinatodeClodio,eljuiciocontraMilónyelcomienzodelfindelarepúblicaqueseanunciayaenvísperasdelaguerracivil(AsesinatoenlaVíaApia).Unesquemaasíhatenidoporfuerzaqueintroducirlapsosespaciadores entre las novelas. Esta tónica podría modificarse en volúmenes posteriores, cuandoabordemos la guerra entre César y Pompeyo, rica en acontecimientos coetáneos. Gordiano, enconsecuencia,podríaenvejecermásdespacioparahacergaladeesaprudenciaquesehaganadoapulso.

Mientrasinvestigoymedocumento,encuentroavecesincógnitasllamativasyanécdotasquenodanparaunanoveladedoscientasotrescientaspáginas,peroquenoporellodejandeserfascinantes.Deaquíprocedenloscuentosehistoriasbreves.

MientrasleíaeldiscursodeCicerónendefensadeCluencioencontréunadeestasanécdotas,queme inspiró el primer cuento sobre Gordiano, «La última voluntad no siempre es la mejor».Oppiánico,AsuvioyAvilio,elcasodeltestamentoyelsobornodeledilQuintoManiliosalierondeldiscursodeCicerón.Pero,comoGordianodiceaLucio,«LosmaloscomoOppiánicoyelZorronopuedenganaralfinal».Enefecto,cuatroañosdespuésdelcasodeltestamento,en74a.C.,Oppiánicofueprocesadoycondenadopormuchosotrosdelitos,ydosañosmástardeperecióasesinado.(PorladefensaciceronianadelhombreacusadodemataraOppiánico,conocemostodosestosdetalles,sinolvidarelbrevefragmentoquehabladeAsuvioyeltestamento).

«La última voluntad no siempre es la mejor» fue el primer cuento que escribí, aunquecronológicamente el primer lugar corresponde a«Lamuerte llevamáscara». También se basa en

detalles extraídos de Cicerón, concretamente de su discurso en defensa del rico y célebre actorQuintoRoscio(¡unodelosprimerosfamososdelshow-business!).LasituéenunmomentounpocoposterioralaaccióndeSangreromana,durantelasfiestasanualesquesecelebrabanenseptiembre,para sacar partido de la temporada teatral e introducir algunos detalles de las representacionesantiguas. (Los lectores interesados pueden leer The roman stage, deW. Beare, y las comedias dePlauto, que son realmente fascinantes por lo que revelan sobre el sentido del humor romano).Estatilio,Roscio,PanurgoyQuereaprocedendirectamentedeldiscursodeCicerón[1].

De todas las historias, la de acción más antigua es la que cuenta Bethesda a Gordiano paraentretenerle,«Elcuentode la cámaradel tesoro».La anécdota sepuede encontrar en el libro II deHeródoto. Yo no la conocí porHeródoto, sino por los Incunables de Ellery Queen, una serie deprecursores antiguos de las historias policíacas de nuestra época. Seme ocurrió que a Gordianopodíagustarlequelecontaranunabuenahistoriapolicíaca,situadaenelremotopasado,desdeluego,yaqueaGordiano,comoasucreador, legustanlasintrigaspolicíacashistóricas.ElfragmentodeHeródoto se ha vuelto a publicar no hace mucho, con el título de The thief versus the kingRhampsinitus,TheMammothBookofHistoricalWhodunnits,deMikeAshley,publicadoporCarrollandGraf en 1993. Invito a los lectores a que comparen las dos versiones, la deHeródoto y la deBethesda.

«ElpequeñoCésarylospiratas»y«ElgatodeAlejandría»procedendesucesoshistóricosqueseencuentranenfuentesantiguasyquehemodificadoamiaire.Desdeelaño80a.C.aproximadamente,lospiratas,conuncontingentenutridodefugitivosdelasguerrasciviles,fueronunpeligrocrecienteenlasaguasdelMediterráneoymuchosjefesmilitaresquisieronmeterlosencintura;fuePompeyoquienloconsiguió,haciaelaño67a.C.ElsecuestrodeJulioCésarporunospiratas,contadoenmihistoria por Lucio Claudio, es un episodio célebre que se encuentra en las páginas de Plutarco ySuetonio. En mi historia puede verse más bien como un delito «de imitación», urdido por unpersonajecruelytramposo.

«El gato de Alejandría» me lo inspiró un episodio espeluznante que cuenta Diodoro Sículo.Conservélosdetallesbásicos,peroloshechos,queenDiodorotranscurrenen60a.C.,lostrasladéa90a.C.(cuandoGordianoestabaenAlejandría).Comociertoslectoressemeecharonencimaporqueenunanovelamíamatabanaungato,meentraronganasde repetir la faena.LaverdadesquemelimitéaserfielaDiodoro.Detodosmodos,confesaréquemegustanmucholosgatosyqueencasatengo dos que ostentan nombre detectivesco, Hildegarde Whiskers («Bigotes») y Oscar Pooper(«Curiosón»); los entusiastas de Stuart Palmer, una camada rarilla de por si, comprenderán elmensaje. Quisiera subrayar que en este cuento el gato desempeña un papel importante en laidentificacióndelcriminal.

«Lacasadelasvestales»fueelcuentoquemásinvestigaciónexigióyquemássatisfaccióndioalautor,que se sintióundetectivea topedespuésde rastrearmultituddepormenores tentadoramenteincompletosenmultituddefuentes,algunasfrancamenteoscuras.Losdetallestocantesalcastigodelas vestales descarriadas sonhistóricos, inclusohubounproceso en73 a.C. que afectó a todas las

partes que figuran en el cuento. Las fuentes son las vagas alusiones que pueden verse enCicerón(Bruto,Intogacandida,laterceracatilinaria),Plutarco(VidadeCrasoydeCatónelJoven),Salustio(ConjuracióndeCatilina),AsconioyOrosio.Paradójicamente,acausadesuparentescoconFabiayde su respeto por Craso, Cicerón no pudo hablar en su campaña contra Catilina del escandalosoprocesodelaño73(salvoconsegundasyrodeos).

Lastreshistoriasrestantesnosebasanenacontecimientoshistóricosconcretos,sinomásbienendetallestípicosdelavidacotidianadelosromanosyquesiempremehanllamadolaatención.

«Elzánganoylamiel»sebasacasienteramenteenlacuartaGeórgicadeVirgilio(«Cantaré losdonescelestialesdelaetéreamiel…»).Todoloqueapareceenelcuentoenrelaciónconlaapiculturaes auténticamente romano, incluso la vigilante presencia de Príapo en las colmenas. Los romanosempleaban la palabramiel (mel en latín) como cumplido y piropo, tal como hacemos en EstadosUnidosconlapalabrahoney,quesignificalomismo.

Lacreenciaromanaenlosfantasmasmeinspiró«Loslémures».MebaséigualmenteenPlinioalahorademencionarciertosdetallesdefarmacopea.

«La desaparición de la plata de las Saturnales» recrea la celebración romana del solsticio deinvierno,algunosdecuyosaspectoshanseguidoenvigorhastanuestrosdias,comohacerseregalosporNavidad.Citodeunodemislibrosdecabecera,elDictionaryofGreekandRomanAntiquities,deWilliamSmith,ed.de1869:

«Todas las capas sociales se entregan a la alegría y la celebración de banquetes, y losamigosintercambianregalos…lasmultitudesatestanlascalles…

»Muchas costumbres típicas de entonces tenían un notable parentesco con las fiestasnavideñasydecarnaval.Porejemplo,durantelasSaturnaleslosedilespermitíanlasapuestaspúblicas, tal como en la época de nuestros abuelos los más intransigentes toleraban laspartidasdenaipesenNochebuena; toda lapoblación sequitaba la toga, seponía ropamásinformal…ysepaseabaconelpíleoenlacabeza,todolocualnosrecuerdaalosdominós,lossombrerosnapoleónicosyotrosdisfracesquesuelenverseencarnaval,losbailesdemáscarasyNochevieja…Porúltimo,unentretenimientoprivadoeralaeleccióndeunreydebroma,locualnosrecuerdainmediatamentelastípicasceremoniasdelaEpifanía».

Es curioso, pero así como «El gato de Alejandría» apareció en una antología felina tituladaMystery Cats 3 (Signet, 1995) y «Los lémures» en otra colección periódica tituladaMurder forHalloween(Mysterious,1994),misdeseosdever«LadesaparicióndelaplatadelasSaturnales»enunaantologíadecuentosnavideñosnosehancumplidoaún.AlfinyalcaboesuncuentodeNavidadconmisteriopolicíaco…aunquelaaccióntranscurraantesdelaaparicióndelcristianismo.

Por último: ¿por qué he puesto el título de Roma sub rosa a una serie de novelas y cuentos

protagonizadosporGordiano?EnelantiguoEgipto,larosasimbolizabaaldiosHorus,consideradodespuésporgriegosyromanoscomoeldiosdelsecreto.Deaquísurgiólacostumbredeponerunarosaenlasasambleasparaindicarquetodoslosreunidosestabanobligadosaguardarsilencio.Poreso hoy la expresión sub rosa («bajo la rosa») se aplica a lo que se desarrolla en secreto. Enconsecuencia,Roma sub rosa quiere decir historia secreta de Roma, o historia de los secretos deRoma,contadadesdeelpuntodevistadeGordiano.

STEVEN SAYLOR (23 demarzo de 1956). Es un escritor estadounidense de novela histórica. SegraduóenlaUniversidaddeTexasenAustin,dondeestudióhistoriayclásicas.

AunquehaescritonovelassobrelahistoriadeTexasyhapublicadorelatosendiversosperiódicos,suobramásconocidaessuserieRomaSubRosa,ambientadaenlaAntiguaRoma.ElhéroedeestasnovelasesundetectivellamadoGordiano«elSabueso»,queactúadurantelaépocadeSila,Cicerón,JulioCésaryCleopatra.

TambiénhapublicadonovelasdecaráctereróticohomosexualconelseudónimodeAaronTravis.

Notas

[1] Aunque Steven Saylor reproduce en el cuento una versión compendiada de la Aulularia, lapresente traducciónhaaprovechadohastadondehapodido laversióncastellanadeMarcialOlivar,Plauto,Teatrocompleto,Planeta,Barcelona,1974,pp.123yss.(N.delaT.).<<