la agricultura urbana como proceso de...
TRANSCRIPT
La agricultura urbana como proceso de desarrollo a escala humana.
G. Dimuro & E. De Manuel
N-AERUS XII / Madrid 20-22/10/ 2011
1
LA AGRICULTURA URBANA COMO PROCESO DE DESARROLLO A
ESCALA HUMANA
LOS HUERTOS HURBANOS EN ZONAS DEGRADADAS DE SÃO PAULO
Glenda Dimuro
Universidad de Sevilla / Escuela Técnica Superior de Arquitectura / Departamento de Expresión Gráfica
Arquitectónica / Grupo de investigación ADiCi (Aula Digital de la Ciudad) HUM810
Esteban de Manuel
Universidad de Sevilla / Escuela Técnica Superior de Arquitectura / Departamento de Expresión Gráfica
Arquitectónica / Grupo de investigación ADiCi (Aula Digital de la Ciudad) HUM810
edemanuel us.es
RESUMEN:
Megalópolis como São Paulo son lugares de oportunidades para unos y de imposibilidades para otros,
pero a la vez son espacios de variedad, pluralidad y diversidad, lugares de contradicción entre su
verdadero potencial y el límite que permite avanzar hacia la satisfacción de las necesidades humanas.
En medio a la ineficiencia, incapacidad o falta de voluntad política de la mayoría de los gobiernos para
solucionar los graves problemas sociales y urbanos a que se enfrentan, podemos encontrar algunas
iniciativas ciudadanas que desafían el proceso de crecimiento basado en las leyes del mercado
económico, que más bien contribuye a la exclusión, acumula deficiencias en las capas más vulnerables
de la población y amplía la segregación social. Por medio de la producción y gestión social de su
propio hábitat, ciudadanos y ciudadanas habitantes de zonas degradadas y marginalizadas de la capital
São Paulo, logran encontrar a través de la agricultura urbana estrategias sinérgicas para satisfacer no
solamente sus necesidades básicas, sino que rescatar el poder de controlar sus propias vidas, de luchar
por la posibilidad de cambiar las condiciones estructurales causantes de los problemas urbanos por
ellos sufridos, rompiendo con ciclos asistencialistas y paternalistas. Con el objetivo de promover el
desarrollo sostenible a una escala más humana nace el proyecto de huertas comunitarias en favelas,
llamado Cidades sem Fome. La intención de reducir el hambre y el paro se mezclan con la
movilización social y la posibilidad de rehabilitación de zonas urbanas degradadas, un conjunto de
acciones que dan un nuevo valor de uso a la ciudad, sobrepasando su valor de cambio, y que
corresponden a las verdaderas necesidades de los humanos involucrados. Una alternativa a los actuales
modelos de producción y gestión de lo urbano, que apoya el protagonismo de las personas y genera
espacios dinámicos, flexibles y autónomos.
PALABRAS CLAVE:
Agricultura Urbana, Ciudadanía, Desarrollo Humano, Necesidades, Participación, Producción Social
del Hábitat, Pobreza, Sostenibilidad.
La agricultura urbana como proceso de desarrollo a escala humana.
G. Dimuro & E. De Manuel
N-AERUS XII / Madrid 20-22/10/ 2011
2
INTRODUCCIÓN
Con una población alrededor de los 20 millones de habitantes, la ciudad de São Paulo y su zona
metropolitana comprenden una de las mayores conurbaciones del mundo, con intensos flujos
económicos, sociales y políticos, circulaciones de bienes, servicios y capitales, y grandes
desplazamientos de población.
São Paulo es la metrópolis latinoamericana por excelencia, un espacio de diálogo y a la vez de
conflicto, lugar de encuentros y desencuentros, de igualdades y desigualdades, de unión y de
segregación, de humanidad pero también de barbaries. Todos estos contrastes, además de expresar y
fomentar las enormes diferencias económicas y sociales existentes en su población y establecer fuertes
relaciones de poder, son condicionantes de la forma urbana y del metabolismo de la ciudad, que se
autoconstruye en un proceso permanente, en la mayoría de las veces alejado de políticas públicas y
favoreciendo desarrollos inmobiliarios privados (ROMERO et al., 2004). Sin embargo, en la actual
coyuntura económica y política mundial, las propias políticas públicas aplicadas en ciudades como
São Paulo consideran el crecimiento económico y la «modernización» los motores necesarios para el
desarrollo social y cultural, no valorando que el verdadero desarrollo está directamente relacionado
con el ser humano, lo que supone, entre otras cosas, una mejora cualitativa de los servicios y de la
calidad de vida, la mutación de la organización social y la satisfacción de las necesidades humanas
(LATOUCHE, 2009; MAX-NEFF et al., 1998; MORIN, 2008; CERN, 1993; NAREDO, 2010;
RIECHMANN, 2006). Las políticas públicas y los modelos metropolitanos idealizados por el gobierno
brasileño y los organismos multilaterales no contribuyen para que la ciudad se acerque a sus funciones
originarias (entendida como satisfactor de las necesidades humanas), y acaban por proclamar espacios
de producción y consumo, eliminando o limitando la planificación urbana a un instrumento de control
colectivo, que destruye cada vez más las escalas intermediarias y locales, abusa del uso de los recursos
naturales, contribuye para la degradación del medioambiente, y sobre todo, desconecta la democracia
de la ciudad - no garantizando a la población sus derechos ciudadanos y tampoco su derecho a la
ciudad (BORJA, 2006; HARVEY, 2009; ORTIZ, 2010; SUGRANYES, 2010).
Esto conlleva, entre tantas otras cosas, al crecimiento desordenado de la urbs: la diseminación de
ocupaciones informales del suelo, al crecimiento de redes de chabolas – o favelas, como son conocidas
en Brasil – normalmente en zonas periféricas, carentes de todo tipo de infraestructura o equipamientos
urbano, pero también disminuye las áreas circundantes para la agricultura y reservas de espacios
naturales. Los programas de planificación urbana normalmente tienen como objetivo paliar las crisis
habitacionales, y cuando existen proyectos de recalificación urbana, están desvinculadas de políticas
de desarrollo social y económico de la población involucrada, y normalmente se limitan a la provisión
de viviendas mínimas, que atienden a los intereses del sistema de producción del mercado más que a
los derechos y necesidades de los beneficiarios. Todas estas políticas parciales contribuyen al
escenario de exclusiones - sociales, políticas, económicas, pero también territoriales (BUTHET, 2005;
ROLNIK, 1999) – y destrucciones – ambientales, sociales, culturales.
Según Rolnik (1999), el concepto de exclusión territorial relaciona la acumulación de deficiencias de
varios tipos y la vulnerabilidad que viene progresivamente siendo utilizada en políticas públicas, o sea,
debe ser entendido como la negación (o la falta de respeto) de los derechos que garantizan al
ciudadano un nivel mínimo de vida, pero también la participación en redes de instituciones sociales y
profesionales - dificultando el fortalecimiento de la participación en organizaciones y en la formación
de redes que canalicen intereses comunes. La exclusión territorial se une entonces a la social e incluye
La agricultura urbana como proceso de desarrollo a escala humana.
G. Dimuro & E. De Manuel
N-AERUS XII / Madrid 20-22/10/ 2011
3
el hecho de que un individuo o grupo de individuos no lograr tener acceso a posibilidades ofrecidas a
toda la sociedad o economías, no encontrando espacio para la autodependencia o el acceso a los
recursos no convencionales – iniciativas comunitarias, solidarias, equitativas en un contexto de
descentralización y fortalecimiento de los actores locales, donde la población es agente principal de su
propio proceso de desarrollo - que permiten el desarrollo a escala humana (MAX-NEFF et al., 1998).
Por lo tanto la noción de exclusión considera no solamente los aspectos materiales, o sea, excluidos no
son simplemente aquellos que no acceden a bienes y servicios, o los que no tienen sus necesidades
básicas garantizadas, sino aquellos que no son capaces de organizarse colectivamente, participar una
“ciudadanía activa” (CORTINA, 1997) y de la política o desarrollar un “capital social”
(PLASCENCIA, 2005).
La ciudad de São Paulo es considerada por muchos como una “ciudad global” (SASSEN, 2007), con
capacidad para combinar recursos y talentos necesarios para gestionar y servir las operaciones
globales de empresas y mercados, un panorama que genera oportunidades para algunos e
imposibilidades para muchos, o sea, no logra poner en práctica políticas públicas defiendan los
derechos de todos los ciudadanos por igual.
Pese a este panorama, São Paulo no deja de ser un espacio de variedad, diversidad y pluralidad, un
lugar de contradicción entre su verdadero potencial y el límite que permite avanzar hacia el desarrollo
a escala humana y la satisfacción de sus necesidades (MAX-NEFF et al., 1998) y cumplimiento de sus
derechos. Siendo así, podemos encontrar algunas iniciativas ciudadanas que desafían el proceso de
desarrollo simplemente económico a favor del desarrollo a escala humana y del cumplimento de los
derechos humanos – ya sean ellos civiles, políticos, sociales, económicos o, en el caso que enfatiza
este artículo, los derechos de “tercera generación”(BORJA, 2006), que son los urbanos – y del control
de la gente sobre sus propias vidas y entornos buscando no sólo el poder mejorar las condiciones de
vida sino también la posibilidad de cambiar las condiciones estructurales causantes de los problemas
urbanos por ellos sufridos y transformar las ciudades según sus necesidades (CASTELLS, 1981;
HARVEY, 2009, MAX-NEFF et al., 1998).
Siendo así, el proyecto de los huertos urbanos ecológicos en zonas degradas aunque tenga el respaldo
político para constituirse, no es una iniciativa que nazca en los despachos gubernamentales. Muchas
organizaciones no gubernamentales llevan a cabo diversos proyectos de desarrollo local y combate a la
pobreza y exclusiones en América Latina, representando un acuerdo entre instituciones que enriquece
la sociedad civil y también abre espacios para la participación social (ALTIERI, 1999). Algunas de
estas organizaciones desde hace muchos años actúan en zonas rurales buscando nuevos tipos de
estrategias y manejos de los recursos para incrementar la productividad y alcanzar mejorar las
condiciones de vida de los pobres rurales. Más recientemente en Brasil, con la creación por parte del
gobierno del programa de combate al hambre llamado Fome Zero (en castellano Hambre Cero), la
atención también se volcó a la potencialidad de la agricultura urbana (MOUGEOT, 2006) y a la
definición de un (nuevo) proceso productivo con enfoques agroecológicos que además de abarcar las
cuestiones sociales y económicas de las poblaciones vulnerables involucradas, logran actuar sobre las
cuestiones ambientales y físicas de los territorios urbanos donde están insertadas.
La agricultura urbana como proceso de desarrollo a escala humana.
G. Dimuro & E. De Manuel
N-AERUS XII / Madrid 20-22/10/ 2011
4
La Organización no Gubernamental Cidades sem Fome1 (en castellano Ciudades sin Hambre) puede
ser considerada un modelo de una movilización social que busca resistir a las políticas públicas
asistencialistas comúnmente practicadas por la mayoría de las administraciones, un ejemplo de
embrión organizativo que intenta transformarse en bases estables de otras estrategias de desarrollo a
una escala más humana al dinamizar - e incluso pluralizar – toda una gama de derechos, incluyéndose
los ciudadanos y los derechos a la ciudad. Con sede en la zona este de São Paulo, tiene como objetivo
introducir una alternativa de desarrollo sostenible en zonas caracterizadas por ser excluidas y
degradadas – bajos los diversos enfoques citados anteriormente – por medio de la implantación de
huertos ecológicos en terrenos urbanos baldíos [fig. 1] - ya sean públicos o privados – buscando
atenuar a la vez la situación de pobreza y vulnerabilidad de los ciudadanos, actuando positivamente
sobre cuestiones sociales, ambientales y económicas.
[fig. 1] Vista general de uno de los huertos urbanos de São Paulo.
LOS DERECHOS NECESARIOS AL DESARROLLO A ESCALA HUMANA
El ser humano es un ser de derechos y todas sus posibilidades de desarrollo a escala humana generan
ciertas necesidades que, a su vez, se traducen en derechos. Tanto los derechos humanos como el
desarrollo – entendido más allá que el concepto de desarrollo económico, o sea, significando equidad
entre todos los habitantes del planeta, cambios de mentalidad y paradigmas, reorientación de la
tecnología hacia objetivos de eficiencia, pero principalmente la búsqueda por una mejora cualitativa de
los servicios y de la calidad de vida de acuerdo con los límites de los sistemas ecológicos
(RIECHMANN, 2006) - tienen como propósito permitir la capacidad de actuar y promover el
bienestar y la libertad sobre la base de la dignidad y la igualdad inalienables de todas las personas.
Más allá de los deseados desarrollos económicos, los gobiernos deben plantearse un tipo de desarrollo
que ubique las personas en su debido lugar, en el centro de cualquier planeamiento político. Siendo
así, el objetivo del desarrollo humano es que “las personas desarrollen su potencial, aumenten sus
posibilidades y disfruten de la libertad para vivir la vida que valoran” (Informe sobre Desarrollo
Humano, 2009), o sea, el goce equitativo de todas las libertades fundamentales - desde la de tener la
posibilidad de atender las necesidades físicas como la de evitar las enfermedades prevenibles – y
liberación de las influencias y manipulaciones externas, principalmente las impuestas por la sociedad
del consumo, de modo que se crea un sentido que resiste a la lógica de poder y del mercado
(TOURAINE, 2005).
1 Ganador del premio Dubai International Award for Best Practices 2010. Una iniciativa del gobierno de Dubai
en conjunto con la ONU/HABITAT, con el objetivo de incentivar proyectos de desarrollo sostenible en
comunidades carentes, por medio de acciones de cooperación internacional.
La agricultura urbana como proceso de desarrollo a escala humana.
G. Dimuro & E. De Manuel
N-AERUS XII / Madrid 20-22/10/ 2011
5
Según el artículo 25 de la Declaración de los Derechos Humanos, toda persona tiene derecho a un
nivel de vida adecuado que le asegure a sí mismo y a su familia, entre otras cosas, una vivienda. O sea,
un hábitat, un techo consolidado, un espacio que considere suyo, donde pueda vivir. Así que “habitar
no es solamente una necesidad – tanto psicológica como sociocultural – sino también un derecho,
derecho del hombre, el derecho de todo ser viviente de dormir al abrigo, habitar un espacio individual
o familiar propicio para su completo desarrollo” (PEDRAZZINI et al., 2007: 336).
Pero si ampliamos el concepto de hábitat y le añadimos complejidad, podemos considerar vivienda o
«arquitectura» bajo una concepción más amplía, lo que según William Morris abraza a todo el
ambiente de la vida humana, representando cualquier modificación o alteración en la superficie
terrestre realizada por el hombre para satisfacer sus necesidades (MANUEL JEREZ, DE, 2010).
Siendo así, el derecho al hábitat significa más que el derecho a una unidad habitacional, pues es la
propuesta de la ciudad en su totalidad como derecho - originaria del “derecho a la ciudad”, como nos
sugiere Lefebvre (1978), además del derecho a la libertad, trabajo, salud y educación – que puede ser
considerada aquella donde las necesidades y deseos reales de los ciudadanos son contemplados en un
determinado contexto democrático que favorezca el desarrollo colectivo e individual, la cohesión
social y la identidad cultural en el tiempo presente. O sea, percibir la ciudad como un bien colectivo,
un espacio de expresión social verdaderamente participativa y de discusión de intereses públicos
cotidianos, un lugar de luchas por el valor de uso de la ciudad y poder de decisión coherente sobre
ella.
Tanto el derecho a la ciudad como los derechos humanos “aunque se hayan formulado para ser
disfrutados de forma individual (…) es preciso luchar por ellos y conquistarlos de forma colectiva, y
sólo puede otorgarse de forma colectiva”. (BAUMAN, 2003: 91) Para que realmente se pueda
conquistar el derecho a la ciudad y el consecuente desarrollo a escala humana, las reivindicaciones
deben ser colectivas, ya que los logros también serán compartidos.
Derecho a la ciudad aún puede estar relacionado con la función social de la ciudad, de la tierra y de la
propiedad, o sea, los intereses públicos deben ser priorizados; la producción democrática de la ciudad
en la ciudad, que significa rescatar y fortalecer la capacidad productiva y las actividades económicas
solidarias; el manejo sostenible y el uso socialmente responsable de los recursos naturales,
patrimoniales y energéticos de la ciudad y su entorno, permitiendo un acceso igualitario por parte de la
población; el disfrute democrático y equitativo de la ciudad, la convivencia y la libertad de relaciones
sociales y culturales en espacios públicos (ORTIZ, 2010: 55)
Muchos autores, entre ellos Borja&Maxi, cuando relacionan el espacio público con la práctica de la
ciudadanía, vuelven a establecer una serie de derechos, tanto de los ciudadanos como urbanos. Según
los autores, “las políticas públicas deben desarrollar políticas ciudadanas en los márgenes, legalizar
y equipar los asentamientos, introducir en ellos la calidad urbana y la mixtura social, promover
formas originales de participación ciudadana que se adapten a las características de poblaciones
especialmente vulnerables”. (BORJA; MAXI, 2003: 126) Es decir, una ciudad para no generar
exclusiones debe tener un modelo político que garantice la participación y acepte y proteja las
diversidades culturales, avanzando hacia una cultura cívica de la ciudadanía a través de la educación,
de los cambios de los valores éticos basados en principios que busquen el bien común y de la difusión
de los conocimientos, pero también es necesario un soporte de estructuras organizadas para el
desarrollo de esta participación y el reconocimiento del derecho de los ciudadanos.
La agricultura urbana como proceso de desarrollo a escala humana.
G. Dimuro & E. De Manuel
N-AERUS XII / Madrid 20-22/10/ 2011
6
LA PRODUCCIÓN Y GESTIÓN SOCIAL DE UNA CIUDAD SIN HAMBRE COMO
SOPORTE PARA ATENDER NECESIDADES Y GARANTIZAR DERECHOS
Ante de la ineficiencia e incapacidad de la mayoría de los gobiernos de América Latina para realizar
políticas sociales eficientes - incluyéndose Brasil que aunque sea considerado “emergente”
(NAREDO, 2010) y que en los últimos años haya logrado meterse entre los 10 países con mayores
tasas del Producto Interno Bruto, ocupa la posición 73 la clasificación de países según su Índice de
Desarrollo Humano2– es la propia sociedad que de forma creativa busca intentar encontrar
mecanismos para suprimir las demandas sociales y atender los derechos de los ciudadanos. Hay un
creciente desarrollo de nuevas formas de movilización cultural y formas alternativas de construcción
de identidades y fomento de la participación en contextos de precariedad, exclusión, carencias,
privaciones y desigualdades (BAQUERO, 2003).
Para que se logre la participación en las cuestiones urbanas es necesario promoverla y facilitarla a
través un contexto favorable, donde haya un acceso a la información y sean creados estructuras y
mecanismos que posibiliten y faciliten esta participación. Hace falta crear espacios para la
controversia, donde se pueda dialogar y reflexionar sobre todas las problemáticas sociales, promover
la integración, la participación y un aprendizaje mutuo. La adquisición (o recuperación) de las
capacidades de gestión y de espacios de poder de decisión es fundamental para la superación de la
situación de exclusión, para el uso de los derechos y obligaciones en el tejido social y para emancipar
a grupos sociales en situación de dependencia.
Para responder a esta otra forma de producción del espacio, a través de una visión sistémica y de
procesos diversos y dinámicos, surge el concepto de producción y gestión social del hábitat (PGSH),
que son “todos aquellos procesos generadores de espacios habitables componentes urbanos y
viviendas que se realizan bajo el control de autoproductores y otros agentes sociales que operan sin
fines de lucro. Promueve las capacidades autogestivas y de decisión de los participantes y da
prioridad al valor de uso por encima del valor mercantil de las construcciones y espacios que genera”
(ORTIZ, 2010: 56).
La PGSH contribuye para fortalecer las prácticas comunitarias, la responsabilidad por algo colectivo,
el ejercicio de la democracia, la solidaridad activa. El trabajo comunitario fomenta el desarrollo de
acciones más solidarias, incluyendo también temas productivos y económicos.
Según Pelli (2010), la producción social del hábitat puede ser entendida como la generación de nuevas
situaciones, físicas o relacionales, mediante la construcción, transformación o eliminación de objetos
físicos (edificios, piezas de infraestructura, conjuntos edilicios, ciudades, fracciones territoriales,
redes) y/o de objetos relacionales (sistemas de servicios, leyes, códigos y normas de ordenamiento y
categorización) con la consigna de asegurar, en las nuevas situaciones a producir, el cumplimiento de
sus funciones sociales.
El hábitat social determina los modos, los recaudos y los límites para el cumplimiento de sus
funciones sociales y condiciona todas las estrategias y procesos de producción. El hábitat social es un
2 Disponible en: http://www.pnud.org.br/pobreza_desigualdade/reportagens/index.php?id01=3600&lay=pde
La agricultura urbana como proceso de desarrollo a escala humana.
G. Dimuro & E. De Manuel
N-AERUS XII / Madrid 20-22/10/ 2011
7
sistema de situaciones, físicas, sociales, simbólicas, jurídicas, políticas, económicas, ambientales,
interrelacionadas, interactuantes y co-actuantes. Es también una señal o marca en el tiempo, testigo y
memoria de una sociedad que le ocupa y de un tiempo pasado. No es un contexto universal, sino una
estructura coherente con los paradigmas culturales de una determinada sociedad o grupo social y
funciona según sus necesidades, representando culturas y ambientes diversos, o incluso el estado de
una cultura (grupo) en un determinado tiempo (PELLI, 2010).
En procesos de PGSH se busca trabajar con satisfactores sinérgicos (BUTHET, 2005, MAX-NEFF et
al., 1998) que permitan a la vez el logro de múltiples derechos y las necesidades (individuales y
comunitarias), a través de la satisfacción de la necesidad de habitar y contribuyendo para el desarrollo
social de la comunidad, facilitando también el cumplimiento de los derechos humanos y el derecho a
la ciudad de aquellas comunidades que están involucradas en cinturones de pobreza, exclusión y
marginación, y que necesitan de apoyo para desarrollarse.
La PGSH articula organismos gubernamentales, no gubernamentales, instituciones y población,
formando una red que debe buscar además de la inserción en la formalidad y dilución de barreras
vinculadas al derecho a la ciudad (con provisión de espacios públicos, redes de infraestructura y
servicios de educación y salud adecuados a las necesidades) también promover el empoderamiento de
la organización comunitaria, el aumento de la renta familiar, la inclusión social, cultural y política,
buscando la preservación del medioambiente.
El proyecto de los huertos urbanos ecológicos en zonas degradadas y excluidas de São Paulo [fig. 2,3
y 4], llevado a cabo por la ONG Cidades sem Fome, es un ejemplo de producción y gestión social del
hábitat que pretende lograr un desarrollo a escala humana al trabajar sobre cuestiones ambientales,
sociales y económicas, buscando garantizar no solamente los derechos y necesidades humanas
relacionados con la alimentación básica, sino aquellos vinculados al derecho a la ciudad, ya que entre
otras cosas da una función social a solares desocupados y abandonados; fomenta el ejercicio de la
ciudadanía, la autoorganización y la creación de espacios de gestión colectivos con intereses comunes;
rescata la capacidad productiva no solamente de suelos ociosos, sino que la capacidad de la propia
gente de producir cosas con sus propios recursos personales; promueve la economía solidaria y los
canales cortos de comercialización de productos: maneja de forma sostenible los recursos naturales y
energéticos de la ciudad, contribuyendo al cierre de algunos ciclos.
El objetivo principal es sobre todo ofrecer alternativas al desarrollo local de comunidades
empobrecidas y minimizar los riesgos y condiciones de vulnerabilidad a que están sometidas. El
proyecto de los huertos ecológicos además de ofrecer oportunidad de trabajo y capacitación
profesional a la mano de obra ociosa dentro de las propias comunidades – principalmente de mujeres y
mayores –, garantiza una fuente de renta por medio de la comercialización de los alimentos producidos
y a la vez garantiza el acceso a alimentos cultivados en bases ecológicas, contribuyendo a la seguridad
alimentaria. Asimismo, incentiva el cooperativismo y ayuda a difundir los principios y una conciencia
ecológica a través de talleres y prácticas de educación ambiental con las comunidades involucradas.
A parte del proyecto de implantación y desarrollo de 21 núcleos de huertos comunitarios en la región
este de la capital São Paulo, la Organización también es responsable por llevar a cabo distintos
proyectos y actividades complementarios en las comunidades, tales como: proyectos de combate a la
desnutrición infantil, por medio de talleres de reaprovechamiento alimentario e implantación de
huertos escolares; programas de disminución de enfermedades por medio de alimentación especifica;
La agricultura urbana como proceso de desarrollo a escala humana.
G. Dimuro & E. De Manuel
N-AERUS XII / Madrid 20-22/10/ 2011
8
programas de apoyo a la lactancia materna; charlas sobre hábitos alimentarios, principios de una
alimentación equilibrada, higiene de alimentos, importancia del aprovechamiento y
reaprovechamiento de alimentos y la planificación familiar.
[fig. 2]: Vista del huerto y de la favela donde está ubicado en São Paulo.
[fig. 3 y 4]: Vista del huerto y de la favela donde está ubicado en São Paulo.
La agricultura urbana como proceso de desarrollo a escala humana.
G. Dimuro & E. De Manuel
N-AERUS XII / Madrid 20-22/10/ 2011
9
UN NUEVO MODELO DE OCUPACIÓN DEL SUELO URBANO
La metodología de trabajo llevada a cabo por la ONG Cidades sem Fome – compuesta por técnicos de
diversas áreas, desde agrícolas a trabajadores sociales - empieza por elaborar informes técnicos para
determinar qué comunidad puede ser beneficiada por el proyecto.
En una ciudad como São Paulo, donde hay aproximadamente 1.636 favelas según la Secretaria
Municipal de Habitación3, debe ser bastante difícil elegir una comunidad específica. La zona este de la
capital, debido a una gran concentración poblacional y a la inexistencia de programas de inserción
laboral eficaces, resalta como un polo de pobreza, marginación y violencia dentro del contexto
municipal. Se sitúa en la región metropolitana pero la precariedad de las infraestructuras viarias y de
los equipamientos urbanos (escuelas, centros de salud, zonas verdes) aliadas a la baja renta per cápita,
hacen de la región una de las más problemáticas de São Paulo. En esta región viven cerca de 33% de
la población total de la capital y presenta una media de IDH (0,478) que es casi la mitad de la
encontrada en el municipio, con un alto índice de mortalidad infantil y tasas de criminalidad4. La
población es en su mayoría personas provenientes de otras partes de Brasil, que migraran a una de las
mayores ciudades del mundo buscando nuevas oportunidades de trabajo y mejores condiciones de
vida.
Todos estos condicionantes han definido la zona de actuación de la ONG, que además tiene que lograr
encontrar solares desocupados para la implantación de los huertos. São Paulo actualmente pasa por un
fenómeno de “verticalización de favelas” (ALBUQUERQUE, 2006), o sea, debido a la falta de
terrenos para ocupación, las construcciones están creciendo en altura, hecho que hace con que el
número de favelas haya disminuido en los últimos años pero el número de «favelados» de cada barrio
(como se suele llamar los habitantes de las favelas) aumenta considerablemente. Esto obviamente
también contribuye a la escasez de espacios vacíos para la creación de equipamientos urbanos, pero en
muchos casos si existen solares ociosos o sin ninguna utilización específica en zonas periféricas. Son
áreas privadas [fig. 4] o públicas [fig. 5], muchas de ellas pertenecientes al propio ayuntamiento, que
representan incluso un gran problema para la municipalidad, pues al no tener un uso adecuado,
normalmente acaban por transformarse en vertederos clandestinos o en más ocupaciones irregulares.
Por medio de un planteamiento alternativo de ocupación del suelo urbano y con el apoyo de la
administración para el usufructo de estas tierras, el proyecto de los huertos ecológicos busca cambiar
el patrón de ocupación masificado por la construcción de edificaciones, probablemente ilegales, y
proponer una solución que además atrae mejorías desde el punto de vista ambiental y del metabolismo
de las ciudades (RIECHMANN, 2006).
3 Prefeitura Municipal de São Paulo. Secretaria Municipal de Habitação. Disponible en:
http://www.prefeitura.sp.gov.br/cidade/secretarias/habitacao/ 4 Prefeitura Municipal de São Paulo. Secretaria Municipal de Desenvolvimento Urbano. Disponible en:
http://smdu.prefeitura.sp.gov.br/indices_sociais/
La agricultura urbana como proceso de desarrollo a escala humana.
G. Dimuro & E. De Manuel
N-AERUS XII / Madrid 20-22/10/ 2011
10
[fig. 4] Suelo de propiedad de Petrobras Transporte S.A (Transpetro) - empresa de energía brasileña de
naturaleza semi-pública con participación nacional y extranjero privada – donado para usufructo para el plantío
de huertos urbanos en zonas de favelas.
[fig. 5] Suelo de propiedad de la municipalidad. Huerto en terreno de Escuela de Enseñanza Primaria.
LA PARTICIPACIÓN CIUDADANA NECESARIA PARA LA SOSTENIBILIDAD
DEL PROYECTO
Tras la identificación de una posible ubicación empieza un proceso de “asociaciones” con entidades
públicas o privadas (como veremos más adelante) y el contacto con la comunidad entorno a la zona
elegida, identificación posibles actores - personas que ya actúan en el barrio, movimientos sociales,
organizaciones, población interesada en participar -, levantamiento socio-económico de las familias,
trabajo de recuperación del suelo, etc. Se constituye una comisión compuesta por diversos
representantes de la comunidad, que tiene la función de seleccionar las familias que quieren participar
de las actividades agrícolas, y de realizar el diagnóstico y el planeamiento participativo para la
concretización del plan de trabajo que será desarrollado por los hortelanos, incluyendo charlas y taller
informativos y de preparación para la labor agraria, y también explicaciones sobre qué hacer con los
excedentes y cómo comercializar los productos. Los hortelanos son apoyados por la comisión,
constituida normalmente por los propios técnicos de la ONG, que acompañan los trabajos
desarrollados en cada huerto, pero a la vez fomentan una gestión participativa en todas las etapas del
proceso, por medio de una sensibilización de los participantes en reuniones mensuales,
incentivándoles a fortalecer sus capacidades en la toma de decisiones, a contribuir para la solución de
los problemas y a llegar a consensos, haciéndoles reconocerse como sujetos activos del proceso en el
cual están involucrados y ampliando los espacios de diálogo que fortalecen una ciudadanía activa. El
contacto directo con los hortelanos permite a los técnicos de la ONG evaluar los resultados obtenidos,
reorientar procesos y métodos utilizados.
A través de estrategias para fomentar la participación se pretende que a mediano-largo plazo el
proyecto pueda ser auto sostenible, es decir, se estimula a que los productores puedan constituirse
como cooperativa o una organización de pequeños agricultores familiares urbanos, y que sean capaces
de auto gestionarse y caminar sin el apoyo de los técnicos.
Pero este proceso de producción y gestión social no siempre se da de forma óptima, ya que muchas
comunidades se enfrentan a un alto grado de degradación de las redes sociales y tienen necesidades
La agricultura urbana como proceso de desarrollo a escala humana.
G. Dimuro & E. De Manuel
N-AERUS XII / Madrid 20-22/10/ 2011
11
urgentes, ya sean económicas o incluso alimentarias. El proceso que normalmente debería incluir la
capacitación de mano de obra en labores agrícolas realizada en talleres previos y la (re) construcción
de lazos entre los ciudadanos, es ejecutado sobre la marcha, con la participación de la población
interesada apoyada por los técnicos. La propia construcción del huerto pasa a ser la formación
específica in situ, un espacio informal de aprendizaje e intercambio de saberes construido por las
respuestas a las necesidades. O sea, hacen su propio camino al andar.
La participación es un derecho que necesita ser practicado (PINDADO, 2006). El proyecto Cidades
sem Fome busca estimular esta participación y la organización de asociaciones, grupos, núcleos de
agricultores a partir de la producción y también de la comercialización de los productos. Pero aunque
las comunidades donde se insertan cada de uno de los huertos compartan la complejidad y degradación
de sus estructuras físicas y ambientales (tema ya bastante desarrollado en la primeria parte de este
trabajo), es cierto que también las redes sociales que les estructuran muchas veces están dispersas, con
distintos niveles de capital social (FONTES; EICHNER, 2004) (PLASCENCIA, 2005) (BAQUERO,
2003), hecho que influye mucho en las condiciones y capacidades de los hortelanos en organizarse y
establecer vínculos que contribuyan a la sostenibilidad del proyecto. Trabajar con esta fragilidad es
quizás una de las mayores dificultades para el éxito del trabajo de los técnicos.
LOS DISTINTOS ROLES: TÉCNICOS, POLÍTICOS, EMPRESAS Y CIUDADANOS
La ONG busca fomentar la movilización comunitaria sin dejar de lado las responsabilidades del poder
público. Es cierto que al posibilitar un trabajo y fuente de renta alternativa, rompe con el proceso
asistencialista al cual estas comunidades están acostumbradas a apoyarse, pero el apoyo del gobierno
municipal es fundamental para el proceso de desarrollo y evolución del trabajo realizado en los
huertos.
En Brasil hay un programa de combate al hambre conocido mundialmente, el Fome Zero (en
castellano Hambre Cero) que es una estrategia creada por el gobierno federal para lograr la seguridad
alimentaria y nutricional, la inclusión social y la conquista de la ciudadanía, principalmente a personas
con dificultades de acceso a alimentos. A partir de este programa a nivel nacional, muchos otros han
surgido a otros niveles administrativos y en la ciudad de São paulo no fue distinto.
La actividad de los huertos se apoya en la Ley Municipal del 20045, que crea el Programa de
Agricultura Urbana y Periurbana del Municipio de São Paulo (PROAURP). El Programa establece que
las “subprefeituras”6 pueden utilizar áreas públicas apropiadas para la implantación de agricultura
5 Decreto Municipal nº 45.665, de 29-12-2004, que reglamenta la Ley nº 13.727, de 12-01-2004, que cria el
Programa de Agricultura Urbana y Periurbana en el Município de São Paulo (PROAURP) y define sus
directrices. Disponible en:
http://www2.oabsp.org.br/asp/clipping_jur/ClippingJurDetalhe.asp?id_noticias=16390&AnoMes=20051 6 La traducción literal del portugués sería “subayuntamiento”. São Paulo tiene 31 pequeños “municipios”
distribuidos por toda la ciudad. Desde el 2002, con la aprobación de le Ley 13.399, la mayoría de los
equipamientos públicos fueron transferidos a las “subprefeituras”, que tienen la función de ser el punto de
contacto de la población con el gobierno (reciben reclamaciones, solucionan pequeños problemas, promueven
actividades culturales). Además las “subprefeituras” son responsables por el mantenimiento del sistema viario,
redes de drenaje, limpieza urbana, vigilancia sanitaria y epidemiológica, entre otros.
La agricultura urbana como proceso de desarrollo a escala humana.
G. Dimuro & E. De Manuel
N-AERUS XII / Madrid 20-22/10/ 2011
12
urbana, entendida como toda la actividad destinada al cultivo de hortalizas, legumbres, plantas
medicinales, arboles fructíferos, flores, y también la cría de animales de pequeño porte, piscicultura y
la producción artesana de alimentos y bebidas para el consumo humano. El PROAURP también se
propone a incentivar las ferias de productos provenientes de la agricultura urbana, creación de puntos
de venta, ferias, casas del productor y equipamientos destinados a la venta directa al consumidor,
buscando abaratar los precios y aproximar la organización de productores a los consumidores. Según
lo establecido por la Ley, iniciativas locales, cooperativas y asociaciones comunitarias deben ser
estimuladas - favoreciendo la autogestión y los pequeños emprendimientos empresariales que, por
medio de incubadoras tecnológicas de cooperativas populares, puedan insertarse en los mercados.
También según la normativa, los hortelanos que logren organizarse pueden llegar a ser encuadrados
como Agricultores Familiares y obtener una Declaración de Aptitud del Programa Nacional de
Agricultura familiar, hecho que les habilita a participar de varios programas del gobierno federal en
áreas de comercialización (programas de adquisición de alimentos), les facilitan determinados
créditos, entre otras cosas. O sea, diversos núcleos productivos llegan a lograr que su excedente tenga
ya un destino específico, pues el propio ayuntamiento se encarga de comprar la producción, que es
utilizada en diversos comedores de escuelas públicas de la región. Este hecho va más allá de alimentar
una actitud paternalista, ya que muy probamente el excedente también pudiera ser vendido en
pequeños comercios barriales o incluso de “puerta en puerta”, como suelen decir los hortelanos que
llevan directamente los productos a la casa de los consumidores.
No podemos dejar de resaltar la importancia del capital privado para el desarrollo del proyecto.
Principalmente en países de América Latina, donde la mayoría de los gobiernos, particularmente a
nivel local y municipal - que como que hemos dicho no destinan muchos recursos financieros a obras
sociales - es bastante común la asociación público-privada. O sea, empresas destinan parte de sus
ganancias a proyectos sociales y, a cambio, el gobierno les da una serie de beneficios, como
disminución o exención de determinados impuestos. Las empresas participan desde la cesión de suelos
ociosos hasta la donación de semillas, por ejemplo.
LA NECESIDAD DE ACERCAR LA PRODUCCIÓN AL CONSUMO POR MEDIO
DE UNA AGRICULTURA ECOLÓGICA
El enfoque de Seguridad Alimentaria y Nutricional desarrollado en Brasil relaciona la dimensión de
disponibilidad de bienes (food security) y la calidad de estos bienes (food safety), o sea, consiste en la
realización del derecho de todas las personas al acceso regular y permanente a alimentos de calidad, en
cuantidades suficientes, sin comprometer el acceso a otras necesidades esenciales, teniendo como base
prácticas promotoras de salud que respeten la diversidad cultural y que sean social, económica y
ambientalmente sostenibles (CONSEA, 2009).
El proyecto de los huertos en las zonas degradadas de São Paulo plantea exactamente este concepto:
para un desarrollo humano no basta con que las personas coman, sino que coman alimentos saludables
desde el punto de vista nutricional, y que las familias tengan acceso a una cantidad suficiente y a una
calidad satisfactoria de alimentos.
La agricultura urbana como proceso de desarrollo a escala humana.
G. Dimuro & E. De Manuel
N-AERUS XII / Madrid 20-22/10/ 2011
13
Aquí podríamos abrir espacio para el debate sobre la dependencia de los mercados y las grandes redes
de distribución de productos ya industrializados - que por supuesto también contribuyen para la falta
de seguridad alimentaria - pero tratándose de casos de extrema pobreza, muchas veces la población
tiene dificultades de acceso incluso a este tipo de mercancías. La introducción de los huertos
comunitarios logra acercar la población a la producción y reducir bastante el precio del mercado.
Aunque el PROAURP no haga mención a la agricultura ecológica, el CONSEA (Consejo Nacional de
Seguridad Alimentaria y Nutricional) vinculado al gobierno federal y al programa Fome Zero si
propone promover nuevas bases para el actual modelo de producción y consumo, además de apoyar la
agricultura familiar de base agroecológica, garantizar la ampliación de la producción diversificada de
alimentos con la valoración de la agrobiodiversidad, fortalecer los hábitos alimentarios regionales y
democratizar el acceso a la tierra (CONSEA, 2009).
Los huertos ecológicos en São Paulo, no tienen ningún tipo de documento que certifique la
autenticidad ecológica de su producción. Debido a dificultades en encontrar semillas producidas con
criterios ecológicos, en la mayoría de las veces las semillas utilizadas en los diversos núcleos provén
del mercado. Muchas veces incluso son donaciones de terceros. Sin embargo, la fertilización es
realizada con abonos orgánicos oriundos de la producción de compost en los propios huertos,
estimulando también a los hortelanos y familiares a separar sus residuos orgánicos y depositarlos en
las composteras.
Las especies cultivadas son las mismas que ya hacen parte de la alimentación cotidiana de las familias
y vecinos del barrio, principalmente hortalizas y legumbres. El hecho de introducir algunas especies
que aunque puedan tener valores nutritivos no son conocidas por la población, no ha tenido mucho
éxito.
Muchos de los hortelanos son de origen rural y traen a los huertos conocimientos y saberes propios de
las actividades que realizaban anteriormente el campo, hecho que ni siempre cumple con los requisitos
de una agricultura orgánica. Para eso también se hace la formación profesional con intercambio de
saberes sobre prácticas de manejo ecológico para garantizar la conservación y mejora de los recursos
agrícolas locales (materia orgánica, rotación de cultivos, mantenimiento del suelo).
CONCLUSIONES
Delante la actual coyuntura económica, social, política y ambiental de las ciudades, la agricultura
practicada en zonas urbanas además de ser una solución casi inmediata a las pocas opciones ofrecidas
a los pobres urbanos y marginales de las grandes metrópolis latinoamericanas, como es el caso de São
Paulo, contribuye al desarrollo a escala humana de esta parcela de la población.
La principal intención de la iniciativa de la Ciudad sin Hambre es hacer del propio morador de la
favela, ahora hortelano, el agente de su propia transformación estructural social, a través de políticas
participativas y descentralizadas que dan una oportunidad de desarrollo para aquellas personas que no
tienen ningún tipo de derecho garantizado. El hecho de poder labrar la tierra de donde van a salir sus
alimentos y su propia renta, de ser capaces de producir y gestionar su propio hábitat, son
fundamentales y determinantes para el desarrollo de los derechos de estas personas, derechos de
alimentarse bien y de tener una mejor salud, de generar sus economías por medio de su propio trabajo,
La agricultura urbana como proceso de desarrollo a escala humana.
G. Dimuro & E. De Manuel
N-AERUS XII / Madrid 20-22/10/ 2011
14
pero también de generar capital social aparte del económico, ampliando la conciencia social, la
capacidad de organización y gestión a través de la participación, el derecho de ser un verdadero
ciudadano que une el desarrollo personal al comunitario y el derecho de acumular conocimientos,
relaciones y redes de solidaridad que le permitan desarrollarse a una escala humana. Todos estos
derechos humanos se vinculan al derecho a crear una ciudad de acuerdo con sus necesidades, de
transformar el espacio físico y social en que están insertados para construir una la ciudad más justa, un
hábitat más digno, de modo que el territorio cumpla también con su función social. Y porque no decir
más verde, más respetuoso con la naturaleza y con los humanos.
En la ausencia capacidad y voluntad de algunos gobiernos para cambiar la situación de vulnerabilidad
asociada a estas comunidades consideradas «degradadas» bajo diversos enfoques, la sociedad civil se
organiza hacia nuevas formas de gobernanza que contemple las demandas y necesidades de la mayoría
de la sociedad. La violencia y el escaso capital social asociado a estas comunidades, también están
relacionados con el tiempo ocioso, con las altas tasas de paro, en definitiva, con la indigna calidad de
vida a que son sometidos. Atacando a estos frentes, se puede luchar a favor del desarrollo humano de
una comunidad. En una ciudad tan llena de dicotomías como São Paulo, parece improbable que
pequeñas iniciativas como estas puedan lograr cambiar las estadísticas. Pero como nos dice Morin, lo
improbable no es imposible (MORIN, 2010) y mientras la gente siga apostando por salidas a las crisis,
habrá espacio para la esperanza.
REFERENCIAS
Adela CORTINA, Ciudadanos del mundo: Hacia una teoría de la ciudadanía (Madrid: Alianza
Editorial, 1997).
Alain TOURAINE, Un nuevo paradigma para comprender el mundo de hoy (Barcelona: Ediciones
Paidós Ibérica S.A., 2005).
Ana SUGRANYES, "El derecho a la ciudad. Praxis de la utopía. Hábitat y Sociedad, v. 1, 2010
<www.habitatysociedad.us.es> [accesado 1 Septiembre 2011].
Breno Augusto FONTES, Klaus EICHNER, "A formação do capital social em uma comunidade de
baixa renda", REDES - Revista hispana para el análisis de redes sociales, v. 7, n. 2, 2004
<http://revista-redes.rediris.es/html-vol7/vol7_2.htm> [accesado 1 Septiembre 2011].
Carlos BUTHET, Inclusión social y hábitat popular - La participación en la gestión del hábitat
(Buenos Aires: Editorial Espacio, 2005).
CONSEA, Construção do Sistema e da Política Nacional de Segurança Alimentar e Nutricional: a
experiência brasileira, Brasilia, 2009
<https://www.fao.org.br/download/Seguranca_Alimentar_Portugues.pdf> [accesado 1 Septiembre
2011].
David HARVEY, El Derecho a la Ciudad como alternativa al neoliberalismo ( Belém, 2009).
La agricultura urbana como proceso de desarrollo a escala humana.
G. Dimuro & E. De Manuel
N-AERUS XII / Madrid 20-22/10/ 2011
15
Edgar MORIN, El año I de la era ecológica: la Tierra que depende del hombre que depende de la
Tierra (Barcelona: Paidós, 2008).
Edgar MORIN, "Elogio de la metamorfosis", El País, 17/01/2010, 2010
<http://www.iceta.org/em170110.pdf> [accesado 1 Septiembre 2011].
Edgar MORIN, Anne Brigitte CERN, Tierra Patria (Barcelona: Editorial Kairós, 1993).
Enrique ORTIZ, "Derecho a la ciudad, producción social y gestión participativa del hábitat. La
promoción de iniciativas comunitarias incluyentes en la Ciudad de México", Hábitat y Sociedad, v. 1,
2010 <www.habitatysociedad.us.es> [accesado 1 Septiembre 2011].
Esteban MANUEL JEREZ, "Construyendo triángulos para la gestión social del hábitat" Hábitat y
Sociedad, v. 1, 2010 <www.habitatysociedad.us.es> [accesado 1 Septiembre 2011].
Fernando PINDADO, "La participación, un derecho que necesita práctica" in Julio ALGUACIL
GÓMEZ (ed.), Poder local y participación democrática (Mataro: El Viejo Topo, 2006), 481-99.
Gustavo ROMERO et al, La participación en el diseño urbano y arquitectónico en la producción social
del hábitat (Mexico: CYTED-HABYTED-Red XIV.F, 2004).
Henri LEFEBVRE, El derecho a la ciudad (Barcelona: Ediciones Península, 1978)
Jean-Luc, MOUGEOT, Cultivando mejores ciudades: Agricultura urbana para el desarrollo sostenible
(Ottawa: Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo, 2006).
Jorge BORJA, "La innovación política y los derechos ciudadanos" in Julio ALGUACIL GÓMEZ
(ed.), Poder local y participación democrática (Mataro: El Viejo Topo, 2006), 49-80.
Jorge BORJA, Zaida MAXI, El espacio público: ciudad y ciudadanía (Barcelona: Electa, 2003).
Jorge Ramírez PLASCENCIA, "Tres visiones sobre capital social: Bourdieu, Coleman y Putnam",
Revista Acta Republicana Política y Sociedad, v. 4, n. 4, 2005
<http://148.202.18.157/sitios/publicacionesite/pperiod/republicana/pdf/ActaRep04/articulos21.pdf>
[accesado 1 Septiembre 2011].
Jorge RIECHMANN, Biomímesis. Ensayos sobre imitación de la naturaleza, ecosocialismo y
autocontención (Madrid: Catarata, 2006).
José Manuel NAREDO, Raíces económicas del deterioro ecológico y social. Más allá de los dogmas
(Madrid: Siglo XXI, 2010).
Marcello BAQUERO, "Construindo uma outra sociedade: o capital social na estruturação de uma
cultura política participativa no Brasil", Revista de Sociologia e Política, Noviembre, 2003
<http://www.scielo.br/scielo.php?pid=S0104-44782003000200007&script=sci_arttext> [accesado 1
Septiembre 2011].
La agricultura urbana como proceso de desarrollo a escala humana.
G. Dimuro & E. De Manuel
N-AERUS XII / Madrid 20-22/10/ 2011
16
Manfred MAX-NEFF, Antonio ELIZALDE, Martin HOPENHAYN, Desarrollo a escala humana:
conceptos, aplicaciones y algunas reflexiones (Barcelona: lcaria Editorial, 1998).
Manuel CASTELLS, Crisis urbana y cambio social (Madrid: Editorial Siglo XXI, 1981).
Maria José de ALBUQUERQUE, Verticalização de favelas em São Paulo: balanço de uma
experiência (1989 a 2004), Tesis de doctorado (São Paulo: Universidade de São Paulo, 2006)
Miguel ALTIERI, Agroecología. Bases científicas para una agricultura sustentable (Montevideo:
Editorial Nordan–Comunidad, 1999).
Raquel ROLNIK, "Exclusão territorial e violência", São Paulo em Perspectiva, v. 13, n. 4,
<http://www.scielo.br/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0102-
88391999000400011&lng=pt&nrm=iso&tlng=pt> [accesado 1 Septiembre 2011].
Saskia SASSEN, Una sociología de la globalización (Buenos Aires: Katz Editores, 2007).
Serge LATOUCHE, Pequeño tratado del decrecimiento sereno (Barcelona: Icaria, 2009).
Victor PELLI, "La gestión de la producción social del hábitat", Hábitat y Sociedad, v. 1, 2010
<www.habitatysociedad.us.es> [accesado 1 Septiembre 2011].
Yves PEDRAZZINI, Jean-Claude BOLAY, Adriana RABINOVICH, "Urbanismo del oprimido y
participación social : elogio de los hacedores de ciudades" in Javier ENCINA et.al (eds.), La ciudad a
escala humana. Democracias participativas 5 (Universidad Libre para la Construcción Colectiva,
2007), 331-348
Zygmunt BAUMAN, Comunidad: En busca de seguridad en un mundo hostil (Madrid: Siglo XXI,
2003).
Agradecimiento especial: Hans Dieter Temp, fundador de la ONG Cidades sem Fome y
coordinador de proyectos, por su amabilidad e informaciones prestadas.