kierkegaard y unamuno

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Unamuno y Kierkegaard: dos espritus hennanos

Cuando la figura de Unamuno cobra de nuevo actualidad al conmemorarse el cincuenta aniversario de su muerte es momento oportuno para esclarecer y deshacer alguno de los tpicos que sobre l siguen circulando. As, el de la influencia de Kierkegaard sobre el pensamiento de Unamuno, el cual conviene esclarecer y puntualizar. Ante todo es preciso aclarar cul fue el conocimiento, tanto en el tiempo como de las obras, que tuvo Unamuno del pensamiento de Kierkegaard. Despus consideraremos ciertos temas, los cuales se aducen como los principales en que la huella del dans se evidencia, para mostrar as hasta qu punto se da realmente esta influencia o si, por el conti-ario, no se trata ms bien de un encuentro en que Unamuno ve confirmados sus propios planteamientos. Posteriormente mostrar, fijndome en los casos concretos de Del sentimiento trdgico de la vida, cmo, al igual que hace con otros autores, utiliza ms que cita los textos de Kierkegaard para desarrollar sus propias ideas, alterando si fuera necesario su sentido original. Todo ello permitir concluir precisando cul es el sentido que tiene la relacin Unamuno-Kierkegaard. As se mostrar cmo, para aqul, Kierkegaard no es fuente de inspiracin, sino que> confirmando en parte sus propios planteamientos, encuentra en l un pensador que sufre y siente inquietudes similares a las suyas. As pues, ms que a un maestro, Unamuno ve en Kierkegaard a un hombre sentidor, tal y como l se ve a s mismo. De ah que crea ms adtcuado denominar su relacin como de fraternal y les considere como espritus hermanos.ENCUENTRO UNAMUNO-KIERKEGAARD

Lo primero que hay que determinar es qu lecturas realiz Unamuno y en qu fechas las realiz. La importancia de esta aclaracin estribaAnales del Seminario de Metafsica, XiXL 1986. Ed. Univ. Complutense. Madrid.

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en poder situar la posible influencia de Kierkegaard en la evolucin del pensamiento de Unamuno. A este respecto Collado precisa que: Unamuno comenz la lectura de Kierkegaard de principios a mediados del ao 1901, y no como opinan los crticos, en 1900, fundndose en la carta de Clarn (4 de abril de 1900), en que don Miguel comunica a su amigo que va a chapuzarse en el telogo dans. La razn es que la edicin de las obras de Kierkegaard utilizada por Unamuno en el idioma original dans se comenz en 1901. Por lo tanto, aunque Unamuno hubiera recibido en seguida los tomos publicados en 1901, esto hubo de ser bien entrado ya el ao> Por otra parte, cuando se toma el ao 1901 como fecha del primer contacto entre Unamuno y Kierkegaard se suele pasar por alto en qu consisti este contacto. As, es interesante resaltar que las obras publicadas aquel ao fueron los tres primeros tomos, en los cuales se encuentran, de las que se consideran sus obras fundamentales, solamente La alternativa, Temor y remblor y La repeticin. De stas, slo Temor y temblor parece haber interesado a Unamuno. Los siguientes tomos, el IV y el VII, en los cuales se encuentran las obras El concepto de la angustia, Los fragmentos filosficos y el Postscriptum, no aparecen hasta el ao 1902. Por lo tanto, si se considera que fueron sobre todo los tomos III, IV y VII los que interesaron a Unamuno, y esto se puede afirmar a tenor de los subrayados en ellos encontrados y por ser las nicas obras por l citadas, parece evidente que es difcil hablar de un contacto verdadero, y menos an de una lectura reflexiva y meditada, anterior al perodo comprendido entre fines de 1901 y comienzos del 1902. Por otra parte, s se consideran las citas y alusiones que hace Unamuno de Kierkegaard y los aos en que las realiza, se puede incluso atrasar en unos aos el periodo real de la lectura de las obras del telogo dans por parte de Unamuno. As, si se excluye la carla a Clarn de abril de 1900, en la cual slo declara tener la intencin de leer a Kierkegaard 2, las siguientes alusiones se encuentran en unas cartas a Pedro Mgica, en las que le dice que est leyendo a Kierkegaard. Estas cartas datan del 9 de mayo y del 28 de diciembre de 1904 ~, lo cual permite suponer que no es sino hasta este periodo cuando realmente se est chapuzando en las obras del pensador dans. Buena prueba de ello es que, salvo en el Del sentimiento trgico de la vida y alguna que otra alusin t.

Para la realizacin de este trabajo hemos utilizado las obras de Miguel de Unamuno en la edicin de 1960 de Afrodisio Aguado, todas las notas indicarn el tomo y la pgina en dicha edcion. COLLADO, SESUS-ANTofrdO, Kierkegaard y Unamuno. La existencia religiosa. Ed. Gredos, Madrid, 1962, pg. 389. 2 cfr. Epistolario a Clarn. Ediciones Escorial, Madrid, 1941, pg. 82. Ch-. Canas inditas de Miguel de Unamuno. Ed. Rodas. 5. A. Madrid, 1972, pgs. 296 y 304. Ch-. UNAMUNO, MIGUEL de, Sed de reposo. Tomo X, pg. 899.

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todas tas veces que menciona a Kierkegaard lo hace en artculos que datan de los aos l905-1911~. Por lo tanto, se puede conjeturar que la posible influencia del pensamiento kierkegaardiano en el de Unamuno se puede suponer que principalmente en sus artculos y obras escritos en el perodo que va de 1905 a 1914. Si en estos aos no se descubre la impronta del pensamiento de Kierkegaardiano en el de Unamuno se puede suponer que tampoco se hallar en el resto de su produccin. Una vez delimitado el perodo sobre el cual centrarse es preciso estudiar ciertos temas en concreto y ver si la semejanza de planteamientos responde a una influencia directa o, por el contrario, no es ms que una confirmacin de ideas y temas ya anteriormente establecidos. El estudio se centrar sobre algunos, no todos, de los temas de la existencia, Dios, el pecado, la angustia, desarrolla el tema de la existencia ya desde el comienzo de su produccin y contina en la misma lnea a lo largo de toda su obra. Para l existir es obrar y existe todo lo que obra o todo lo que me mueve a obrar9. Este planteamiento ser de gran importancia pues dar pie a un sinfn de temas, temas totalmente ajenos al pensamiento de Kierkegaard, como son los de el sueo y la ficcin como elementos de la realidad o de la existencia verdadera de personajes de novela como Don Quijote, etc. Por otro lado tenemos que la concepcin kierkegaardiana de la existencia como existencia ante Dios no es recogida ni admitida como tal por Unamuno, sino que para l la relacin del individuo con Dios es la contraria. Tambin en Unamuno es verdad esto: la existencia no se concibe sin Dios; ms no por la esencial referencia de la existencia a Dios sino por la esencial referencia de Dios a la existencia. Dios es posicin> del existente0. Esta diferencia es de consecuencias importantes pues de ellas se derivarn concepciones distintas respecto al problema de la existencia de Dios, de la fe, el pecado, la angustia, etctera. Dios Como se ha visto, el existente es para Kierkegaard existente ante Dios. En cambio, en Unamuno se invierte la relacin, Dios es posicin de la existencia y no la existencia de Dios, no se existe ante Dios sino con Dios, en Dios. El individuo slo se concibe como existente, tiene conciencia de s, concibiendo a Dios, si existimos existe Dios y si existe Dios existimos. Para Kierkegaard el problema de la existencia de Dios y de su trascencendia no existe, jams duda de Dios; la cuestin que plantea no es ya la de la problematicidad de Dios y del existente sino la de la problematicidad de la relacin del existente con Dios ~.~ COLLMO, op. cii., pg. 500.9 Cfr. UNAMUNO: El caballero de la tris/e figura (tomo III), pgs. 372-374. Sobre el fulanismo (tomo III), pg. 640. Del sentimiento..., cap. IX, pg. 323. ~ COLLADO, op. cii., pg. 500. Cfr. UNAMUNO. Del sentimiento..., cap. 1, pg. 130 y cap. VIII, pgs. 296-297. 12 Cfr. COLLADO, op. cii., pg. 515. MEYER, E., Kierkegaard et Unamuno. Revuc de littrature cornpare, 29 ann, nm. 4, oct.-dc. ParIs, 955, pg. 488. 3 Ch-. KIERKEGAARD, SOREN, Temor y Temblor. Editora Nacional, Madrid, 1975, pgs. 296-297.

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Por el contrario, en Unamuno el problema es doble, pues al establecer una mutua dependencia entre Dios y el existente, la existencia de ambos se hace problemtica4 no estando ninguna de las dos garantizada. Esta es, pues, una de las causas de la angustia y la congoja unamuniana, la inseguridad absoluta del existente5. Por lo tanto vemos claramente la abismal diferencia que separa a ambos autores a este respecto. LA ANGUSTIA En este tema nos encontramos con uno de los equvocos de mayor importancia cuando se habla de la relacin entre nuestros dos autores. Se ha considerado que la angustia unamuniana, su congoja, es una traduccin ms o menos fiel de la angustia kierkegaardiana6. Sin embargo, como bien lo han mostrado Collado y Meyer7, son dos conceptos que, aunque aparentemente semejantes, tienen connotaciones absolutamente distintas. Para Kierkegaard la angustia proviene de la antinomia constitutiva del hombre considerado como espritu, sntesis de lo eterno y de lo temporal8. Es la posibilidad de lo eterno que se manifiesta en esta sntesis lo que produce en el hombre la sensacin de pnico ante la eleccin entre lo tempora] y Jo eterno, ante la libertad de lo eterno-infinito frente a lo temporal-finito, es la posibilidad del salto a la eternidad lo que provoca la angustia y a su vez es la angustia la que nos induce a dar el salto9. En Unamuno, sin embargo, la congoja tiene un carcter ms radical. No se reduce a una confrontacin del ser con una situacin de conflicto entre lo temporal y lo eterno, confrontacin resoluble a travs del mismo salto, sino que la congoja adquiere un status ontolgico como determinacin del ser. La congoja se produce ante la presencia del no-ser, ante la inseguridad del ser (tal y como se ha mostrado al tratar el pro~ Cfr. UNAMUNO, Del sentimiento..., cap. VII, pgs. 277-278 y 282-283, cap. VIII, pg. 296, cap. IX, pg. 313. ~ Cr. MEYER, op. cit., pg. 488. < Cfr. GONZALEZ CAMINERO, op. cit., pg. 462. MESNARD, P., y RICARD, It., Aspeas nouveaux dUnamuno. La ile intelectueJle, non,. 2, Pars, 1964, pg. 45. 7 Cfr. MEYER, op. cit., pg. 491. COLLADO, op. cit., pg. 135. Cfr. KIERKEGAARD, 5., El concepto de la angustia. Ediciones Orbis, S. A. Barcelona, 1984, pg. 68. Cfr, MALANTSCRUK, G., Angoisse et existence. Les tudes philosophiques. FUE., nm. 2, abril-junio 1979, pgs. 164-167. WAHL, J.: Etude.s kierkegaardiennes. Ubrairie philosophique J. Vrin, Pars, 1974, pg. 224.

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blema de Dios), surge por el conflicto del ser que quiere ser todo pero sin dejar de ser l mismo, sin anularse20. Por otra parle, mientras que la angustia kierkegaardiana es superable mediante el salto, para Unamuno la angustia, la congoja, no slo no es superable sino que no debe serlo. Slo en la congoja el ser se siente a s mismo y no pierde su determinacin, slo en el ntimo desgarro producido por la congoja el individuo es consciente de su propia realidad, de su ser21.

EL PECADO

La consideracin del pecado es de gran relevancia en el pensamiento de Kierkegaard y, sin embargo, apenas tiene presencia en el de Unamuno. Esto prueba que tampoco en este tema Unamuno se sinti identificado con el pensamiento de Kierkegaard. La razn de esta falta de inters se debe, principalmente, a que para Kierkegaard el tema del pecado est ntimamente ligado al de la angustia. El pecado surge de la necesidad de tener que elegin de tener que, desde un estado de inocencia, opta~ entrando as la distincin entre lo bueno y lo malo. De ah que el anlisis del pecado pase necesariamente por un estudio del primer pecado, del pecado original, tema que a Unamuno nunca lleg a interesarle demasiado. En cambio, Kierkegaard considera que, siendo todo pecado cualitativamente similar pues es siempre pecado frente a Dios, el estudio del pecado original resultar esclarecedor para comprender toda la sede de los pecados. En sntesis, se puede decir que el problema del pecado tiene para Kierkegaard dos vertientes interrelacionadas, el pecado original, como sntesis de todo pecado, y el concepto de angustia como condicin y consecuencia del pecado. De ah que en la introduccin a El concepto de la angustia declare que la presente obra se ha propuesto tratar el concepto de la angustia de una manera psicolgica, pero teniendo siempre in mente y ante los ojos el dogma del pecado original. Por lo tanto, y aunque slo sea tcitamente, tambin ha de hacer referencia al concepto de pecado22. Por lo que respecta a Unamuno el tema del pecado siempre fue de mnima importancia e incluso consideraba como un error la relevancia que ste tena en el pensamiento y la teologa protestante23.

20 21 2221

Cfr. Cfr. Cfn Cfr.

COLLADO, op. cit., pgs. 130-131. UNAMUNO, Del sentimiento..., cap. DC, pgs. 338-339. KIERKEGAARD, El concepto de la angustia, pg 37? UNAMUNO, Del sentimiento..., cap. IV, pgs. 194 y ss.

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En resumen se puede decir, siguiendo la opinin de varios autores24, que Unamuno no recibi influencia por parte de Kierkegaard respecto al tema del pecado. As Collado puntualiza que el pensador dans no ejerci sobre Unamuno una influencia directa en este punto. El tema del pecado tiene en Kierkegaard una suposicin necesaria: la angustia como predisposicin. Sin este elemento psicolgico predisponente, no concibe Kierkegaard el hecho real del pecado pues ante todo se propone la cuestin de su posibilidad. (...). Prescindiendo ahora del tema de la fe y de sus antecedentes, y limitndonos al tema del pecado, vemos que en Unamuno ste carece de tal presuposicin. La angustia unamunana arranca del problema de la conciencia nada ms. Es un mero sentimiento cerrado sobre s mismo, revelador nicamente del hambre de inmortalidad, del ansia de ser y serlo todo, de la propia inseguridad. Pero la angustia unamuniana no tiene conexin psicolgica alguna con el pecado, no marca el punto de irrupcin del pecado en el mbito de la fe25.

LA INMORTALIDAD

El problema de la inmortalidad, estando como est presente en el pensamiento de Kierkegaard no tiene, sin embargo, tanta relevancia como la tiene en el de Unamuno. Sabido es que para Unamuno la cuestin fundamental de toda filosofa, de toda religin y de todo aquel que se considere hombre es el problema de la inmortalidad, es saber que va a ser de nosotros una vez muertos26, y que para l este ansia de inmortalidad, el conato de ser y de ser para siempre, es lo constitutivo, la esencia misma del hombre27. En cambio, para Kierkegaard no se dan ninguna de estas connotaciones y el problema de la inmortalidad no se le presenta como un interrogante. Si Unamuno realmente dudaba del destino final de cada hombre, y de ah la congoja, para Kierkegaard no hay duda alguna28 y consideraba que era un error convertir este tema en un sujeto de discusin, desviando as la atencin de la verdadera cuestin, la de hacemos inCf>. COLLADO, op. cit, pg. 136. MEYER op. cit, pg 489. GOMEZ-MORIANA, A, Unamuno en su congoja. Cuadernos de la Ctedra Miguel de Unamuno, vol. XIX, Salamanca, 1969, pg. 29. 25 COLLADO, op. cii., pgs. 190-191. 26 Cfr. UNAMUNO, Del sentimiento..., cap. II. pgs. 160 y 163; cap. III, pg. 167; cap. VI, pg. 239; cap. X, pgs. 377 y 388. 27 Ch-. UNAMUNO, Del sentimiento..., cap. 1, pg. 133. 28 Cfr. UNAMUNO, Materialismo popular (tomo IV), pg. 543. COLLADO, op. cit., pg. 486.24

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mortales29. Posicin que evidencia la distancia entre ambos autores. Pero en Unamuno no slo no se da esta certeza sino que llega a afirmar que sta es indeseable pues slo mantenindonos en la tensin existencial de la incertidumbre podremos realmente alcanzar la inmortalidad. La certeza, tanto de que existe la inmortalidad como de que sta no es ms que una ilusin, sera la perdida de mi yo, de mi conciencia, no llegando entonces a alcanzar la inmortalidad30. Ahora bien, el hecho de que el planteamiento de Unamuno no responda al de Kierkegaard no es bice para que no le reconozca, Unamuno, como uno de los ms grandes defensores de la inmortalidad y por ello sienta hacia l un gran respeto y admiracin.LA FE

Cuestin en la que se evidencia de nuevo, a tenor de la diferencia radical de concepciones, que la influencia es mnima y slo en determinados aspectos. Para Kierkegaard la fe es fe religiosa y tiene como notas esenciales la de ser paradjica y estar asentada en el absurdo31. En l, la fe cuando llega a la situacin paradjica, en su encuentro con la razn, supera este conflicto mediante una resignacin fundada en la creencia a pesar y gracias al absurdo que la misma fe posibilita32, que es creencia an en el absurdo33. Por otro lado se da un componente de duda o incertidumbre, producto del conflicto con la razn, lo paradjico, duda no metdica del tipo cartesiana, sino duda que es indicio de un ansia espiritual verdadera34, pero que, a diferencia de Unamuno, puede ser superada a travs del salto> de fe35. En Unamuno el concepto de fe es ms amplio y tiene un campo de referencia superior. El punto de partida es de orden vital, parte de la necesidad de creer en el ser del hombre, en su inmortalidad y en la existencia de Dios36. Adems la fe, ya desde sus primeros escritos, est conCfr. COLLADO, op. cil., pg. 488. PARRE, L., Unamuno, William James y Kierkegaard. Cuadernos Hispanoamericanos, vol. XXI, nm. 58, 1954, pg. 76. , pg. 768.

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siderada desde un punto de vista ontolgico y gnoseolgico. As, en mltiples ocasiones nos dice que la fe crea su objeto, que es cosa de la voluntad y de querer que el objeto exista, que querer es crear o, al menos, principio de creacin, etc.37. Ahora bien, lo que si es posible es que el componente de incertidumbre y duda que aparece a partir de los escritos de 1905, y que anteriormente no se daba3, sea resultado de la lectura de las obras de Kierkegaard. Aunque hay que resaltar que por su carcter vital39 y ontolgico esta duda o incertidumbre no es superable, como lo era para Kierkegaard, sino que es constitutiva de la fe4O. De ah que el conflicto entre razn y fe, como fundamento de la duda, sea para Unamuno consustancial a la vida misma. Este es otro de los puntos de divergencia entre el pensamiento de Unamuno y el de Kierkegaard. Para ste la razn no es propiamente una enemiga de la fe, sino que es incapaz de opinar sobre los temas de la fe. La razn es insuficiente y ella por s sola nos conducida al suicidio, y por ello debe de darse un salto y trascender al mundo de la fe, al mundo supra-racional4>. Para Unamuno esta oposicin entre la razn y la fe no slo no es superable sino que debe ser mantenida, pues es en este conflicto donde el hombre adquiere conciencia de s mismo, de su yo42. Admitir la solucin kierkegaardiana del salto es imposible, pues tan peligrosa sera la hegemona de la razn, conducente a un suicidio existencial, como la prepotencia y absolutez de la fe, pues supondra un suicidio del yo por prdida del sentido de la vida y por significar la anulacin de la conciencia propia en la conciencia universal43. Por ello defiende Unamuno, a diferencia de Kierkegaard, el conflicto razn-fe, la lucha entre la cabeza y el corazn. La teora de la verdad en Unamuno est ya conformada antes de su encuentro con Kierkegaard, siendo ms probable una primera influencia de W. James44. A finales del siglo XIX y principios de ste, nos habla ya de la verdad como verdad existencial, siendo verdadero todo aquello que posibilita y favorece nuestra existencia, contraponiendo la verdad a Cfr. UNAMUNO, Almas de jvenes (tomo III), pgs. 727 y 735; Viejos y jvenes (tomo III), pg. 607; Sobre la filosofa espaola (tomo III), pg. 743; En torno al casticismo (tomo III), pg. 192; La fe (tomo XVI), pg. 99; lJidade Don Quijote y Sancho, pg. 334; Del sentimiento cap. VI, pg. 242; cap. X, pgs. 319-20-21; Diario ntimo, primer cuaderno, pg. 45 (Alianza Editorial, 1970). 38 dr, UNAMUNO, La fe. Pistis y no Gnosis! (tomo III). Cfr. UNAMUNO, La idiocracia (tomo III), pg. 437, Del sentimiento...> cap. VI, pg. 24. ~ Cfr. UNAMUNO, Del sentimiento..., cap. VI, pgs. 248-249. ~ Cfr. COLLADO, op. cil., pgs. 282 y 453. FARRO, C., Foi et raison dans louvre de Kierkegaard. Revue des sciences philosophiques