k e p n e r
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K E P N E R
La sensación es la información cruda de la experiencia, el fondo desde el cual comenzamos a
organizar nuestro funcionamiento. La figura es la combinación de la sensación, su significado en
términos de necesidad y su relación con el entorno. La movilización es el surgimiento de la
energía o del interés que fuerza a la figura a la acción. La acción es la conducta o movimiento que
lo pone a uno en contacto.
Hay veces en que el flujo de la figura y la conclusión en el entorno no pueden ser tranquilos.
Algunos entornos no apoyan la conclusión fácil de algunas necesidades porque no tienen
suficientes medios para satisfacerlas.
La dificultad surge cuando el ciclo es interrumpido habitualmente en una forma que está fuera de
nuestra conciencia, de modo que nuestras necesidades no pueden resolverse. Esta falta de
conclusión se manifiesta como malestar organísmico y enfermedad.
Las fases que se saltan o se bloquean forman la base de una autorregulación organísmica
deficiente. El ciclo de experiencia debe verse como un modelo que nos permite localizar dónde se
estanca una persona dentro de la secuencia de autorregulación. (sensación, formación de figura,
movilización de energía, acción, contacto y contacto final, retiro y aislamiento). Estos puntos han
sido llamados resistencias al contacto.
CAPITULO 7.- SENSACION Y PROCESO CORPORAL
Perls decía que una persona que ha perdido la “sensación de sí misma”… no puede esperar que su
“autorregulación” (apetito) funcione adecuadamente…
El ciclo de la experiencia comienza con la sensación: sentimiento corporal, impulsos y
necesidades orgánicas, imágenes y pensamientos, percepciones del entorno. Cuando tenemos un
rango completo de sensaciones accesibles a la conciencia, la figura que resulta (un sentido
significativo de nuestras necesidades que nos mueve hacia el contacto) refleja con más precisión el
alcance pleno de nuestra situación organísmica.
La conducta y el contacto se basan en conjeturas sobre nuestras necesidades, o en nuestras
imágenes de lo que “deberíamos” necesitar o querer, más que en la verdadera experiencia actual.
Las sensaciones corporales son un medio principal para que nos cimentemos en la realidad del sí
mismo y el entorno. Son también el medio por el cual podemos limitar, distorsionar o enturbiar
nuestro sentido del sí mismo y del entorno.
Estas partes del cuerpo “no sentidas” se relacionan con funciones negadas, (partes alienadas) del
sí mismo.
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El sí mismo no cimentado.- La mayoría de nosotros limitamos ciertas áreas de nuestra
experiencia. Algunas personas sólo se dan cuenta de que están desensibilizadas a ciertos
sentimientos cuando otra persona comenta sobre ello o contrasta sus limitaciones de sensibilidad.
Aislamos nuestras funciones de contacto dentro de un rango angosto.
El problema de la anomia (falta de identidad), desapego, falta de involucración y desconexión
llega, en parte, no de una crisis filosófica, sino de la desensibilización de nuestros cimientos físicos.
Al temer abrir nuestros corazones y sentimientos a las dificultades que nos rodean, hemos
apagado nuestro contacto y forma de involucrarnos con el mundo. La naturaleza de la vida es un
proceso continuo de encontrar el valor para vivir con plenitud. Aprender a vivir haciendo frente a
las terribles realidades del mundo y permanecer sin retraerse, sin apagarse y con un corazón
abierto es la cuestión esencial al aprender a aumentar la propia sensibilidad.
El proceso de desensibilización.- Las sensaciones pueden ser perturbadoras por tres razones
básicas: 1) son intrínsecamente incómodas, 2) señalan necesidades organísmicas que se vuelven
incómodas cuando no pueden ser cargadas o satisfechas. 3) Pueden entrar en conflicto con
creencias fuertemente aprendidas (introyectos).
Podemos desensibilizarnos a una experiencia por medio de: 1) atención selectiva, 2)
interferencia en la respiración y 3) contracción muscular crónica. El evitar la atención y la
interferencia en la respiración son procesos activos que pueden observarse en cualquier momento
de la terapia. La tensión muscular crónica termina por volverse estática y estructural.
La resensibilización del sí mismo.- 1) Enfoque: El proceso esencial es el de apoyar al cliente a
centrar su atención en la experiencia corporal y sostenerla el tiempo suficiente para que la
sensación sea clara y diferenciada, y de este modo surja como figura. 2) Respiración: El trabajo
corporal que está desligado de la respiración pierde impacto y el control de ésta se vuelve una
defensa secundaria que arruina el cambio. Lo que sí requiere es aspiración y exhalación continuas
y regulares, sin las cuales el cuerpo se inmoviliza y se minimiza la conciencia de los fenómenos
corporales. 3) Vivificación: Para la vivificación del sí mismo corporal se implica el uso del
contacto. El contacto es esencialmente una comunicación que significa “note esto aquí”, en una
forma que es más específica y directa en referencia al cuerpo que lo que pueden ser las palabras
solas. En cualquier intervención física, sea el uso del contacto, movimiento o respiración, el
interés está en la experiencia que se crea más que en apegarse al libro. Como terapeutas nos
deshacemos de nuestros propios “deberes” para dirigir la experiencia de sus cuerpos en sus
términos y no atacar su integridad.
La profundización del sí mismo.- El trabajo de resensibilización no es una simple técnica o
ejercicio, es un proceso que implica compromiso, integración y crecimiento. Donde el cuerpo no
es sentido, se disminuye el ser.
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