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Si existiese un «santoral» anarquista habría tres perso- nas oriundas de la provincia de León cuyos nombres, a pesar de abrazar y encarnar muy diferentes modelos del «credo» ácrata, figurarían en dicho registro como grandes e ilustres varones. Dicho trío estaría conformado por Án- gel Pestaña Núñez (Santo Tomás de las Ollas, 1886), Bue- naventura Durruti Dumange (León, 1896) y Sinesio Baudilio García Fernández, más conocido por el sobrenombre de Diego Abad de Santillán (Reyero, 1897). Los tres abando- naron la tierra natal entre la niñez y la bisoña juventud, y sus muy divergentes peripecias vitales les llevaron por tortuosos periplos lejanos y ajenos a aquellos paisajes y paisanajes finiseculares de la hoya berciana, el arrabal ca- pitalino y la aldea montañesa en la que dieron los primeros pasos. Aunque no son pocos los periodistas, escritores e historiadores que han intentado mostrar un nexo derivado de la región de nacimiento, la huella genuina que León imprimió en sus singulares personalidades es muy difícil de rastrear; pues los tres, cada uno en un papel de prota- gonista (el «sindicalista», el «militante», y el «intelectual») 1 desarrollaron aquello por lo que han pasado a la historia allende de las fronteras reales e inmateriales de la provin- cia. Cuando las hubo, las ligazones con la raíz terruñera fueron esporádicas y tangenciales. Pero el arbitrario «de- recho de nacencia», un acaecer totalmente ajeno a la liber- tad del individuo, les ha elevado entre el vulgo leonés a los «altares» del «anarquismo patrio», ensombreciendo a muchos auténticos ácratas que desenvolvieron su activi- dad e ideario en el seno de la sociedad y la geografía leonesas. Sin pretender convertir en apátridas a esta «tríada de honor», que posiblemente y siguiendo su pro- pio ideario anhelaron en cierto modo ser eso, un «sin-pa- tria», son estos olvidados y anónimos personajes los ver- daderos anarquistas de León 2 . Pestaña y Durruti perecieron durante la contienda civil, víctimas de «dos de los asesinos» más afamados y cruen- tos de la humanidad: la enfermedad y la guerra. El «sindi- calista» falleció a finales de 1937 con 51 años y a conse- cuencia de una enfermedad pulmonar; y el «militante» en noviembre de 1936 cuando acababa de estrenar las cuatro décadas y debido a un controvertido y certero disparo que, rojo y negro (los colores cenetistas), derramó su san- gre y la tinta de numerosos estudiosos. Santillán, a diferencia de los dos anteriores, tuvo una vida longeva y franqueó con generosidad los difíciles y procelosos años de la guerra y la dictadura (exiliado en Argentina hasta 1976). Quizás fueran esas décadas de mayor serenidad vital (y su carácter y preparación letrada) lo que le llevaron a volver la vista y los recuerdos hacia la montaña en la que se crió y la ciudad en la que cursó el bachiller. En sus Memorias rememora su existencia en am- bos espacios 3 . Pero esos no fueron sus únicos vínculos con León, pues el viejo anarquista quiso terminar el cami- no allí donde lo comenzó, y como señala Julio Llamazares, en la tarde del 5 de enero de 1984, una extraña comitiva formada solamente por media doce- na de personas abandonó en silencio las últimas tapias del pueblo de Reyero para esparcir sobre la nieve de sus campos las cenizas de uno de sus hijos más señeros y olvidados: Sinesio Baudilio García Fernández, más cono- cido como Diego Abad de Santillán 4 . Su paso por la capital legionense como alumno del por entonces Instituto General y Técnico de León queda sufi- cientemente acreditado en su propio testimonio, así como en la documentación histórica de la entidad educativa 5 . Y es en ese lapso temporal donde se desarrolla el objeto de la investigación. El joven Sinesio se instala en la capital de la provincia con el objeto de estudiar el bachiller. Durante su estancia en el remozado solar de la vetusta Legio VII, y a tenor de sus palabras, comienza a conformarse una balbuciente semilla ideológica y emocional que cristalizará años más tarde en otras tierras más abonadas para ello: ... las pasiones políticas colectivas no me atraían, no las comprendía, y por eso no me enrolaba en uno u otro partido; no me sentía ni conservador ni revolucionario, ni experimentaba hostilidad o apego hacia ninguno de esos sectores. (...) Podía convivir con todos, pero sin formar en las filas de ninguno. No obstante, creo que, a pesar de esa falta de interés o de conocimiento de los gregarismos políticos y sociales del momento, en los que quien más, quien menos, tomaba posición, fueron aquellos años vivi- dos en la gran aldea histórica que era la capital de mi provincia, los que moldearon espontáneamente mi modo de ser y ahondaron el terreno en el que habrían de asentar un día convicciones que persistieron, con pocas o ninguna variante, a lo largo de toda una vida, sin influencias perso- nales decisivas ni sector 6 . Lo que sí le devoraba era un ansia de saber, de saber más; y también sentía el pálpito imperioso de la escritura, POESÍAS ADOLESCENTES DE UN FUTURO ÁCRATA Juan-Miguel Álvarez Domínguez Composiciones poéticas de Diego Abad de Santillán en Diario de León

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Page 1: Juan-Miguel Álvarez Domínguez POESÍAS ADOLESCENTES DE … · Diego Abad de Santillán (Reyero, 1897). Los tres abando-naron la tierra natal entre la niñez y la bisoña juventud,

Si existiese un «santoral» anarquista habría tres perso-nas oriundas de la provincia de León cuyos nombres, apesar de abrazar y encarnar muy diferentes modelos del«credo» ácrata, figurarían en dicho registro como grandese ilustres varones. Dicho trío estaría conformado por Án-gel Pestaña Núñez (Santo Tomás de las Ollas, 1886), Bue-naventura Durruti Dumange (León, 1896) y Sinesio BaudilioGarcía Fernández, más conocido por el sobrenombre deDiego Abad de Santillán (Reyero, 1897). Los tres abando-naron la tierra natal entre la niñez y la bisoña juventud, ysus muy divergentes peripecias vitales les llevaron portortuosos periplos lejanos y ajenos a aquellos paisajes ypaisanajes finiseculares de la hoya berciana, el arrabal ca-pitalino y la aldea montañesa en la que dieron los primerospasos. Aunque no son pocos los periodistas, escritores ehistoriadores que han intentado mostrar un nexo derivadode la región de nacimiento, la huella genuina que Leónimprimió en sus singulares personalidades es muy difícilde rastrear; pues los tres, cada uno en un papel de prota-gonista (el «sindicalista», el «militante», y el «intelectual»)1

desarrollaron aquello por lo que han pasado a la historiaallende de las fronteras reales e inmateriales de la provin-cia. Cuando las hubo, las ligazones con la raíz terruñerafueron esporádicas y tangenciales. Pero el arbitrario «de-recho de nacencia», un acaecer totalmente ajeno a la liber-tad del individuo, les ha elevado entre el vulgo leonés alos «altares» del «anarquismo patrio», ensombreciendo amuchos auténticos ácratas que desenvolvieron su activi-dad e ideario en el seno de la sociedad y la geografíaleonesas. Sin pretender convertir en apátridas a esta«tríada de honor», que posiblemente y siguiendo su pro-pio ideario anhelaron en cierto modo ser eso, un «sin-pa-tria», son estos olvidados y anónimos personajes los ver-daderos anarquistas de León2.

Pestaña y Durruti perecieron durante la contienda civil,víctimas de «dos de los asesinos» más afamados y cruen-tos de la humanidad: la enfermedad y la guerra. El «sindi-calista» falleció a finales de 1937 con 51 años y a conse-cuencia de una enfermedad pulmonar; y el «militante» ennoviembre de 1936 cuando acababa de estrenar las cuatrodécadas y debido a un controvertido y certero disparoque, rojo y negro (los colores cenetistas), derramó su san-gre y la tinta de numerosos estudiosos.

Santillán, a diferencia de los dos anteriores, tuvo unavida longeva y franqueó con generosidad los difíciles yprocelosos años de la guerra y la dictadura (exiliado en

Argentina hasta 1976). Quizás fueran esas décadas demayor serenidad vital (y su carácter y preparación letrada)lo que le llevaron a volver la vista y los recuerdos hacia lamontaña en la que se crió y la ciudad en la que cursó elbachiller. En sus Memorias rememora su existencia en am-bos espacios3. Pero esos no fueron sus únicos vínculoscon León, pues el viejo anarquista quiso terminar el cami-no allí donde lo comenzó, y como señala Julio Llamazares,en la tarde del 5 de enero de 1984,

una extraña comitiva formada solamente por media doce-na de personas abandonó en silencio las últimas tapias delpueblo de Reyero para esparcir sobre la nieve de suscampos las cenizas de uno de sus hijos más señeros yolvidados: Sinesio Baudilio García Fernández, más cono-cido como Diego Abad de Santillán4.

Su paso por la capital legionense como alumno del porentonces Instituto General y Técnico de León queda sufi-cientemente acreditado en su propio testimonio, así comoen la documentación histórica de la entidad educativa5. Yes en ese lapso temporal donde se desarrolla el objeto dela investigación.

El joven Sinesio se instala en la capital de la provinciacon el objeto de estudiar el bachiller. Durante su estanciaen el remozado solar de la vetusta Legio VII, y a tenor desus palabras, comienza a conformarse una balbucientesemilla ideológica y emocional que cristalizará años mástarde en otras tierras más abonadas para ello:

... las pasiones políticas colectivas no me atraían, no lascomprendía, y por eso no me enrolaba en uno u otropartido; no me sentía ni conservador ni revolucionario, niexperimentaba hostilidad o apego hacia ninguno de esossectores. (...) Podía convivir con todos, pero sin formaren las filas de ninguno. No obstante, creo que, a pesar deesa falta de interés o de conocimiento de los gregarismospolíticos y sociales del momento, en los que quien más,quien menos, tomaba posición, fueron aquellos años vivi-dos en la gran aldea histórica que era la capital de miprovincia, los que moldearon espontáneamente mi modode ser y ahondaron el terreno en el que habrían de asentarun día convicciones que persistieron, con pocas o ningunavariante, a lo largo de toda una vida, sin influencias perso-nales decisivas ni sector6.

Lo que sí le devoraba era un ansia de saber, de sabermás; y también sentía el pálpito imperioso de la escritura,

POESÍAS ADOLESCENTES DE UN FUTURO ÁCRATAJuan-Miguel Álvarez Domínguez

Composiciones poéticas de Diego Abad de Santillán en Diario de León

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lo que sería una constante durante toda su vida7. Posible-mente su primera inclinación expresiva, y quizás lo únicoque firmó con su nombre original, fueron unas composi-ciones que le inspiraron las musas poéticas de la mocedad.Pero devolvamos el discurso al montañés de Reyero, quienrememora aquellos versos germinales desde la veteraníade los 80 años:

Como suele suceder a muchos en la adolescencia y en laprimera juventud, me sentí inclinado al periodismo y a laversificación, y se me abrieron demasiado precozmentelas puertas de algunos diarios locales para publicar lo queentonces creía que eran productos de alta inspiración.Nada se hubiera perdido si aquel fervor juvenil hubierabuscado y hallado otros medios de expresión, pues lo quese tomaba entonces como inspiración homérica no eramás que un sarampión pasajero e intrascendente. Pudecomprobarlo más tarde, cuando cayó en mis manos porazar algún opúsculo impreso de aquellos años. Por suerteesas inclinaciones poéticas o presumidas como tales nohablan en favor de esos devaneos que no quedan siquieraen el recuerdo, como no quedan del sarampión juvenil, enaquellos años inevitable8.

Aunque el mismo autor desmerece esta parte de su in-gente obra, el buceo en los ejemplares de Diario de Leónde los años 1914-1916 da ciertos frutos líricos debidos a lapluma del, por entonces, imberbe Sinesio García. Y es quehay sarampiones que sí dejan máculas. Pese a las reticen-cias de su propio creador, su lectura resulta interesantepara vislumbrar qué era aquello que removía el alma sensi-ble del futuro ácrata en un periodo fundamental de su for-mación intelectual y humana.

Cinco son los poemas que el periódico católico y con-servador publicará del bachillerando entre el 11 de diciem-bre de 1914 y el 22 de abril de 1916. Los temas recogen lascircunstancias personales del autor (estudiante alejado desu familia por efecto de la emigración) a los que se sumanmás tangencialmente los típicos y tópicos de la edad. Lanostalgia por la madre ausente y la infancia que se va9; lamiseria como causa de emigración y de ruptura familiar10;una premonitoria despedida a su tierra, León, y una invo-cación difusa a un primer amor11; la inspiración y dedica-ción poética así como sus secuelas en los resultados estu-diantiles12; y una ampulosa y épica composición tributadaa Castilla13.

Además de estos fragmentos líricos cuya calidad litera-ria pone en duda el propio Abad de Santillán, el nombre deSinesio García se ha hallado en las páginas de Diario deLeón (año 1916) en otras tres ocasiones. En dos de ellasrelacionado con críticas a dos de sus obras publicadascomo opúsculos: La lucha14 y España muerta15, y en latercera con motivo de una charla que impartió en la locali-dad de Riaño en el mes de abril titulada Los puntos cardi-nales de un país16.

1 Esta escueta definición uninominal es solo orientativa, y por lotanto singularmente pobre e injusta para definir la pluralidad de susrespectivas vidas, pero considero que resulta esclarecedora en susencillez de lo que simbolizan cada uno de ellos dentro de la historiadel anarquismo.2 Para quien quiera conocer «nomes y fechos», el libro Historia delanarquismo leonés, coordinado por Wenceslao Álvarez Oblanca,es una útil e interesante lectura.3 DIEGO ABAD DE SANTILLÁN, Memorias 1897-1936, Planeta, Barcelo-na, 1977, pp. 9-18 y 27-30.4 JULIO LLAMAZARES, «Memoria y muerte de un anarquista», en León,IV Época, Año XXX, n° 337, 1983, p. 41. Es de agradecer laamabilidad del escritor Julio Llamazares para facilitar, a través deJosé María Hidalgo, la localización de la fuente original aquí rese-ñada.5 F. JAVIER FUENTE FERNÁNDEZ (coord.), 150 Aniversario del InstitutoPadre Isla, Instituto Padre Isla y Universidad de León, Madrid,1997, pp. 209-230.6 DIEGO ABAD DE SANTILLÁN, Memorias 1897-1936, Planeta, Barcelo-

na, 1977, p 29..7 Diego Abad de Santillán colaboró (y/o dirigió) numerosas publica-

ciones periódicas (La Protesta de Buenos Aires, Tiempos Nuevos,

Timón y Tierra y Libertad de Barcelona –CARLOS DÍAZ, La utopíarevolucionaria de Abad de Santillán, en DIEGO ABAD DE SANTILLÁN,«Estrategia y táctica», Ediciones Júcar, Madrid, 1977, p. 8. – y

redactó, en solitario o en colaboración, numerosas obras: GranEnciclopedia Argentina (9 volúmenes), Historia Argentina (5 vo-

lúmenes), Contribución a la historia del movimiento obrero espa-ñol (3 volúmenes), Diccionario de argentinismos, Historia delMovimiento Obrero Español, Historia de la Revolución Mexica-na, Por qué perdimos la guerra, De Alfonso XIII a Franco oMemorias 1897-1936. También fue ingente su labor como traduc-tor al castellano desde muy diversos idiomas (CARLOS DÍAZ, La uto-pía revolucionaria de Abad de Santillán, en DIEGO ABAD DE SANTILLÁN,«Estrategia y táctica», Ediciones Júcar, Madrid, 1977, p. 8. y ER-

NESTO ESCAPA, «Los anarquistas leoneses», en León, III Época, Año

XXVII, nos 312, 313 y 314, 1980, pp. 52-53.).8 DIEGO ABAD DE SANTILLÁN, Memorias 1897-1936, Planeta, Barcelo-na, 1977, p. 29.9 SINESIO GARCÍA, «A mi madre», Diario de León, Año IX, 11 de

diciembre de 1914, p. 1.10 SINESIO GARCÍA, «La pobreza», Diario de León, Año IX, 26 dediciembre de 1914, p. 1.11 SINESIO GARCÍA, «Adiós León», Diario de León, Año X, 16 defebrero de 1915, p. 1.12 SINESIO GARCÍA, «Improvisación», Diario de León, Año X, 14 dejunio de 1915, p. 1.13 SINESIO GARCÍA, «Castilla duerme», Diario de León, Año XI, 22 de

abril de 1916, p. 1.14 ANÓNIMO, «La lucha por Silesio García», Diario de León, Año XI,11 de febrero de 1916, p. 1.15 ANÓNIMO, «España muerta», Diario de León, Año XI, 25 de mayode 1916, p. 1.16 ANÓNIMO, «Una conferencia», Diario de León, Año XI, 25 de abril

de 1916, p. 2.

* Juan-Miguel Álvarez Domínguez es licenciadoen Historia y Periodismo.

En el MC aniversario de la fundación del Reino deLeón, en el C aniversario de la fundación de laCNT, a Isauro Rodríguez, anarquista y maestro deajedrez.

2o SEMESTRE 2010 ARGUTORIO nº 25/41

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42/ARGUTORIO nº 25 2o SEMESTRE 2010