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SEMINARIO DE DOCTORANTES EN ESTUDIOS MESOAMERICANOS UNAM Reseña exposición Arqueología de las imágenes. Tlailotlacan a través de los ojos de Teotihuacan Canek Huerta Martínez Directora de tesis: Edith Ortiz Díaz (IIA, UNAM) En esta exposición presento los elementos teórico metodológicos para delinear con imágenes fotográficas una mínima historia visual de los trabajos arqueológicos en el vecindario, con el fin último de dimensionar visualmente Tlailotlacan en torno al contexto arqueológico y urbano de Teotihuacan, precisar el papel que las imágenes fotográficas juegan en la producción de conocimiento del vecindario de raigambre zapoteca, así como el uso que estas tienen en la narrativa arqueológica sobre el sitio. El Barrio Oaxaqueño, nombrado así por Millon [1967], Fowller y Paddock [1975] y Rattray [1993], también conocido como Tlailotlacan [Spence, 1989], se asentó en la ladera sur del Cerro Colorado Chico, entre los años 300 y 650 d. C. [Millon, 1967: 42-44]. Se ubica a tres kilómetros al poniente de la Calzada de los Muertos y según los estudios más recientes fue un enclave con presencia de grupos principalmente de lo que hoy es Oaxaca, el cual enriqueció a la urbe teotihuacana con una dinámica y vitalización singular durante el Clásico (Ortega, 2014).

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SEMINARIO DE DOCTORANTES EN ESTUDIOS MESOAMERICANOS

UNAM

Reseña exposición

Arqueología de las imágenes. Tlailotlacan a través de los ojos de Teotihuacan

Canek Huerta Martínez

Directora de tesis: Edith Ortiz Díaz (IIA, UNAM)

En esta exposición presento los elementos teórico metodológicos para delinear con imágenes fotográficas una mínima historia visual de los trabajos arqueológicos en el vecindario, con el fin último de dimensionar visualmente Tlailotlacan en torno al contexto arqueológico y urbano de Teotihuacan, precisar el papel que las imágenes fotográficas juegan en la producción de conocimiento del vecindario de raigambre zapoteca, así como el uso que estas tienen en la narrativa arqueológica sobre el sitio.

El Barrio Oaxaqueño, nombrado así por Millon [1967], Fowller y Paddock [1975] y Rattray [1993], también conocido como Tlailotlacan [Spence, 1989], se asentó en la ladera sur del Cerro Colorado Chico, entre los años 300 y 650 d. C. [Millon, 1967: 42-44]. Se ubica a tres kilómetros al poniente de la Calzada de los Muertos y según los estudios más recientes fue un enclave con presencia de grupos principalmente de lo que hoy es Oaxaca, el cual enriqueció a la urbe teotihuacana con una dinámica y vitalización singular durante el Clásico (Ortega, 2014).

Irónicamente, sus restos se hallan completamente sepultos y fuera de la poligonal de protección dentro de la que se encuentra el núcleo antiguo de la urbe. En la actualidad desde las faldas del Colorado podemos visualizar un paisaje suburbano con una traza irregular, viviendas y calles precarizados: un espacio residual, derruido y sedimentado por

una multiplicidad de escombros. Estos también se escapan de la fetichización y reificación

(como cosas muertas del pasado muerto), es decir, de su fabricación como ruinas monumentalizadas[footnoteRef:1]. [1: Retomo de Gaston Gordillo (2014) ver a todas las ruinas, independientemente de su forma, comoescombros, lo que conlleva una crítica a la categoría y la ideología de la “ruina” y reconocer a estas como lasedimentación de procesos de violencia y decaimiento en lugar de objetos de contemplación.]

Las fotografías son memoria de un pasado perdido. En el caso de las imágenes

fotográficas relativas a las excavaciones arqueológicas del vecindario Tlailotlacan, contienen indicios y rastros de la memoria y tecnología visuales que los arqueólogos, excavadores y trabajadores experimentaron en cada recorrido, reconocimiento y registro

de los objetos y escombros que constituyen la espacialidad de los lugares habitados en lo

que hoy es el vecindario de San Juan Evangelista[footnoteRef:2]. [2: A partir del reconocimiento en torno a una mayor complejidad social y urbana del sitio en cuestión, retomopor una parte, el concepto de vecindario por su connotación empírica y definición social —es una zonaresidencial en la que la interacción social se da "cara a cara" y se distingue principalmente por suscaracterísticas físicas y/o sociales (ibid, 2014:50); en segundo lugar, con un enfoque etnoarqueológico,retomo el vocablo náhuatl Tlailotlacan, nombre indígena del barrio de San Juan Evangelista, Teotihuacán,con el fin de reconocer la comunidad actual que se asienta sobre los vestigios arqueológicos]

Excavar en las imágenes, a partir de su disposición como artefactos "con una dimensión social [y] una red dinámica de intercambios y funciones" (Batchen 2002: 78), como imágenes/estrato esto es como instantáneas de movimientos y tiempos (Huerta, 2011), entonces como contextos en sí mismas de situaciones y hallazgos arqueológicos (Maltés, 2006), resulta en el desmontaje y remontaje (visual) de las operaciones con las que los arqueólogos vamos de huella en huella construyendo imágenes del pasado[footnoteRef:3]. [3: Bajo la consideración de que la investigación arqueológica consiste en inferir y producir una imagen delpasado con base en rastros materiales (Jo Watson, 1971:50; Johnson, 2000:30; Marila, 2010), se hadesarrollado una multiplicidad de metáforas, narrativas y confusiones, pero también, en el caso de laarqueología mexicana, en una relación visual indisoluble entre las pirámides, ruinas y en general la idea de“patrimonio arqueológico” con la nación mexicana. Esto es, una relación sustentada en ilustraciones visualesentre un pasado muerto de cosas muertas y un presente vivo con determinados sentidos políticos, afectivose ideológicos (Maltes, 2006, 2008).]

Reconocer la obra de mano y la tecnología casi artesanal como máquina y recurso principal para salvar a la memoria aproximadamente un área de tres mil novecientos metros cuadrados excavados (fragmentadamente), desprovista de recursos necesarios con la que distintos arqueólogos y trabajadores liberaron entierros, desagües y conjuntos arquitectónicos del espacio vivido hace aproximadamente mil seiscientos años, sería imposible sin las fotos. Es decir, sería inaprensible.

Zona de Monumentos Arqueológicos de Teotihuacan. Poligonos A, B y C. Foto: INAH

Excavar en la imagen fotográfica de Tlailotlacan y rebasar su carácter representacional (como meras ilustraciones o apéndices iconográficos), resultó en una discusión que atraviesa la arqueología etnográfica, la historia de la arqueología y la historiografía.

A este respecto, mis fundamentos teóricos para contender desde lo que la arqueóloga González Reyero (2008) enuncia como la esfera visual en arqueología, son Arqueología de la imagen, con base en la cual Carlos Maltes (2006) analiza veinticuatro Fotografías de la expedición de Francisco del Paso y Troncoso a Cempoala realizada en 1890 y tomadas por Rafael García, con el objetivo de “explorar el sitio que había ocupado cerca del Peñon de Bernal, la primera Villa Rica fundada por Hernán Cortes en 1519” —desde Papantla hasta Cotaxtla, Veracruz[footnoteRef:4]—. [4: Esta serie de imágenes da cuenta del transcurso, paisaje, ruinas y material arqueológicos, así como de la gente involucrada en el recorrido y en los trabajos excavatorios.Por medio de un desmontaje de temporalidades, miradas y encuadres etc., Maltés argumenta que las fotos responden a estos intereses básicos: uno, el de registrar el trabajo realizado como una prueba de lo hecho para ser expuesto en la Exposición de Madrid de 1892 y, plasmar una narración a través de las imágenes en donde se viera cómo se desarrolló la aventura desde el momento del desembarque en Villa Rica hasta la conclusión de los trabajos arqueológicos en el Tajín.]

En segundo lugar, explorar la agencia de las fotos como artefactos y a través de estas las historias visuales de la arqueología, rebelan como lo menciona la arqueóloga Sudeshna Guha (2013) las formas que tenemos de historizar el pasado, escribir sobre la historia de la práctica arqueológica y la manera en que las nociones de evidencia arqueológica son establecidas y constituidas, así como los cambios y transformaciones de la dimensión evidencial a través del tiempo.

Para la comprensión de esta cuestión, se propone acá, observar un conjunto de imágenes.

Con base en un trabajo de montaje, en un sentido amplio, como dialéctica del desmontaje y el remontaje, “de la descomposición y la recomposición de toda cosa” esto es, en términos de la observación de la historia como estallido y reconstrucción, llamado por el historiador de la imagen Didi-Huberman (2008:81); “conocimiento por el montaje”. (Romero, 2007:19). Trazo líneas e hilos de visibilidad entre las imágenes fotografiadas, con base en un indicio, una huella o un gesto, para entonces saber cómo se producen las imágenes, cómo operan en un problema determinado. En este caso, la forma en la que se ha construido el discurso de las presencias foráneas en una ciudad considerada cosmopolita.

La fotografía de salvamento, como puedo reconocer a la realizada en Tlailotlacan por George Cowgill, Juan Vidarte, Miguel Morales, Aldo Díaz Avelar, el Proyecto Tlailotlacan y varios autores sin crédito, rebela, por sobre un conjunto de verdades fotográficas, al menos tres acontecimientos visuales: el espacio de prueba, cambio y configuración del concepto “patrones de asentamiento” para dar lugar al “barrio” como espacio de etnicidad e identidad (que posiciona una escuela al interior de la arqueología norteamericana); la emergencia de una visibilidad de mayor amplitud desde el noreste del barrio oaxaqueño hacia la urbe y el sureste del valle; y, el rescate a mano del “Proyecto de Investigación Arqueológica Barrio Oaxaqueño, Tlailotlacan, Teotihuacán” a contrapelo de la ocupación irreversible de San Juan Evangelista.

Remontar el estatuto representacional de las fotos[footnoteRef:5], resulta en ejercicios para movilizar la memoria. Por ejemplo, la imagen capturada por Miguel Molina desde la pendiente suroriental del Cerro Colorado hace aproximadamente treinta y ocho años ineludiblemente me lleva a imaginar cómo pudo haberse visto la urbe y su centro, sureste y sur del Valle de Teotihuacan, desde el tiempo trabajado por los salvamentos arqueológicos y el tiempo habitado por los tlailotlacanos. Como testimonios de la mirada, nos revelan por consiguiente asomos del espacio y del tiempo que han sido vistos por ellos. [5: En la arqueología la práctica de inmovilizar las imágenes, se manifestó por su reducción a un simpleestatuto funcional: el de las ilustraciones visuales. En diferentes informes, textos y folletos la imagen pasa aser utilizada como puro y simple apéndice iconográfico, como una forma de reducir las imágenes a unafunción: la de una imitación de la realidad fáctica, una representación.]

Esto supone re-espacializar y re-temporalizar nuestra propia forma de mirar: imaginemos (al ver las fotos) una singular posición y perspectiva del paisaje, desde este punto del barrio o vecindario que de cualquier otro incluyendo la cima de la pirámide del sol.

Reseña Canek Huerta Martínez

Arqueólogo por la ENAH. Maestro en Antropología por el Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM, actualmente trabaja en una Arqueología de las Imágenes como máquina para excavar en las fotos como huellas arqueológicas contemporáneas.

Resumen

Las fotografías son memoria de un pasado perdido. Las imágenes relativas a las excavaciones arqueológicas del vecindario Tlailotlacan (Barrio Oaxaqueño, nombrado así por Millon, 1967, asentado en la ladera sur del Cerro Colorado Chico, entre los años 300 y 650 d. C.), contienen huellas e indicios de la memoria visual y tecnología de la mirada que los arqueólogos, excavadores y trabajadores experimentaron en cada recorrido, reconocimiento y registro del espacio ruinizado, de lo que hoy es San Juan Evangelista, Teotihuacan.

Bajo las premisas de una arqueología de la imagen, discutiré en esta exposición cómo reconstruir una posible memoria visual de las diferentes investigaciones y en segundo lugar hacer una estratigrafía visual de las premisas teórico/metodológicas de cada momento o época de las excavaciones, a partir de diez imágenes fotografiadas.

Palabras clave: Tlailotlacan, Memoria visual, Imagen/estrato, Montaje