juan lucca. el partido dos trabahadores. funif contexto internacional 013

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Juan Lucca. El partido dos Trabahadores. FUNIF Contexto Internacional 013

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  • Newsletter Mensual de Acontecimientos Internacionales

    Suscripcin e Informacin [email protected]

    Document1 18/10/04 12:36 p.m. Page 1

  • STAFF

    2

    STAFF

    SISTEMAS Y COMUNICACION FUNIF

    Consejo Acadmico

    Coordinacin General

    Consejo de Redaccin

    Colaboradores

    Diseo y DiagramacinSyC (sistemas y comunicacin) FUNIF

    Carlos AbaloAnabella BussoRoberto Miranda

    Germn Martnez

    Valeria ArredondoVernica DovalMara Eugenia KokicMarisol ManciniEmilio Ordoez

    Juan Pablo AriasHernn ArujLuciano BolinagaCeleste CfolaMara del Mar ErricoClaudia FernndezNadia GonzlezDiego GuevaraCarla MorassoMarcela PinedoGabriela RosalesFabian Vidoletti

    Mario del BarcoLenidas Maximiliano Gorski

    Con el aporte de:Nicolas Heredia, Fernando HidalgoLeandro Oli

    SUMARIO

    EL DEPORTEen las relaciones internaionales. . . . . .5

    Gigante Chino. . . . . . . . . . . . . . . . . . .8

    El partido dos Trabahadores. . . . . . .11

    Uruguay de cara a las elecciones. . . .15

    La mezcla perfecta para unabebida amarga, el Efecto Tequila. . .18

    Mercosur - Sudafrica . . . . . . . . . . . .22

    27

    Mercosur y Sudfrica, las relaciones comerciales.

    encargada de llevar a buen puerto el men-

    cionado acuerdo, se ve retrasado porque

    las partes tienen como producciones

    nacionales principales productos de origen

    primario que compiten entre s en los mer-

    cados del mundo desarrollado y que pue-

    den llegar a competir en los respectivos

    mercados nacionales. Debido a esto,

    ambas partes adoptan posiciones defensi-

    vas que retrasan la firma del acuerdo.

    Adems, poco se sabe en el MERCOSUR,

    tal vez con excepcin de algunos sectores

    productivos brasileros, sobre el mercado

    africano y viceversa. No obstante, todos

    estos obstculos pueden ser superados,

    sobre todo si existe una fuerte voluntad

    poltica que promueva la cooperacin y la

    integracin a travs de una estrategia de

    largo plazo que trascienda los meros inte-

    reses coyunturales y objetivos de cada

    mandatario en particular.

    Los vnculos entre el MERCOSUR y

    Sudfrica adquieren renovada relevancia si

    se considera la posibilidad de desarrollar

    una poltica conjunta de cooperacin Sur-

    Sur desde la cual sea factible fortalecer las

    posiciones e intereses comunes del hemis-

    ferio, tanto en niveles bilaterales como

    multilaterales. Es manifiesto entonces que

    Sudfrica es importante para el MERCO-

    SUR en la medida en que este pretenda ser

    un actor autnomo de relevancia, con pro-

    yeccin y decisin a nivel mundial en el

    nivel poltico, y un global trader indepen-

    diente, con una economa fuerte y pujan-

    te, del comercio internacional.

    6) LECHINI; Gladis; Op. Cit. (2).7) La SACU, constituida en 1968, es un acuerdo subr-regional por el cual los aranceles y derechos aduanerosderivados del comercio transfronterizo se vuelcan a unfondo comn y se distribuyen entre los cinco estadosmiembros (Botswana, Lesotho, Namibia, Sudfrica ySwazilandia), segn una frmula favorable a laseconomas ms dbiles8) LECHINI; Gladis; Op. Cit. (2).9) Decreto N 36/00 CMC, 29/06/00, en sitio web oficialde la Cancillera Argentina:http://www.cancilleria.gov.ar/comercio/mercosur/norma-tiva/decision/2000/dec3600.html, consultado el da 8 deabril de 2004.10) KHANYILE, Moses; "South Africa's Security rela-cions with the MERCOSUR countries"; submitted inpartial fulfillmente of the requirements for the degreeDoctor Philosophiae (International Politics); publicadoen el sitio web: http://upetd.up.ac.za/thesis/avail-able/etd-03242004-150754/unrestricted/06chap-ter3.pdf, consultado el da 12 de julio de 2004, pg.112.11) Decreto N 62/00 del Consejo del MercadoComn, 15/12/00; en sitio web oficial de la CancilleraArgentina:http://www.cancilleria.gov.ar/comercio/mercosur/normativa/decision/2000/dec6200.html, consul-tado el da 8 de abril de 2004.12) Documento "Acuerdo Marco para la Creacinde un rea de Libre Comercio entre el MERCOSURy la Repblica de Sudfrica"; en sitio web oficial dela Cancillera Argentina:http://www.cancilleria.gov.ar/comercio/mercosur/normativa/decision/2000/dec6200.html, consultado elda 8 de abril de 2004.13) FROHMANN, A.; "Cooperacin poltica e inte-gracin latinoamericana en los '90"; en RelacionesInternacionales y militares, FLACSO - Chile, 1996, pg. 18.14) BALASSA, Bela; "Teora de la integracineconmica"; Ed. UTHEA, Mxico, 1980, pg.2.15)Segn la Comisin Econmica para Amrica Latina(CEPAL), se entiende por regionalismo abierto "al pro-ceso que surge de conciliar la interdependencia nacidade los acuerdos de carcter preferencial y la impulsa-da bsicamente pro las seales del mercado. Lo que sepersigue con el regionalismo abierto es que las polti-cas explcitas de integracin sean compatibles con laspolticas tendientes a elevar la competitividad interna-cional y las complementen."CEPAL, El regionalismoabierto en Latinoamrica y el Caribe, LCL 808(c.e.g.19/3), UN, Santiago de Chile, 13 de enero de1994; citado por ZANIN, Gabriela; "Grupo de los Tres.Comunidad Andina y MERCOSUR en el marco delregionalismo abierto"; en "El MERCOSUR en el sigloXXI", Stharinger de Caramuti (coordinadora); ed.Ciudad Argentina, Bs. As., 1998, pg.467. 16) Por el art. XXIV del Acuerdo de la OMC, se per-miten las creaciones de zonas de libre comercio dondelas partes se se conceden recprocamente un tratocomercial ms favorable que a los dems pases delmundo, incluidos los Miembros de la OMC, lo cualcontrasta con uno de los principales principios subya-centes al marco normativo de la OMC, el trato denacin ms favorecida entre los Miembros. ArtculoXXIV del Tratado de la OMC: Aplicacin territorial-Trfico fronterizo-Uniones aduaneras y zonas de librecomercio; en sitio web oficial de laOMC:http://www.wto.org/english/thewto_e/whatis_e/eol/s/wto08/wto8_60.htm, consultado el da 24 dejunio de 2004.17) Siguiendo a Vacchino, utilizo el trmino "con-certacin" para referirme a actos por los cuales sepacta o arregla un determinado comportamiento que

    tendr diferentes fines y consecuencias para cadaactor, y el trmino "cooperacin" para referirme aacciones conjuntas entre diferentes actores quetienen como fin alcanzar objetivos compartidos.VACCHINO, J. M.; "Integracin, cooperacin y con-certacin en Amrica Latina", Ed. Mimeo, Bs. As.,1989, pg. 4 .18) Embajada de Sudfrica en Buenos Aires, datosactualizados al 15/06/2003 en: http:// www.emba-jadasudafrica.org.ar, consultado el da 3 de mayo de2004.19) La 1 reunin fue en octubre de 2001 en Montevideo,la 2 en agosto de 2002 en Brasilia, la 3 en diciembre de2002 en Pretoria y la 4 en abril de 2004 en Pretoria.20)TACCONE, y NOGUEIRA (editores); "Informe MERCO-SUR N 8, perodo 2001-2002"; Ed. BID- NTAL, Bs. As.,200321) Reunin N XXIV del Consejo del Mercado Comn,17 y 18/06/2003; en sitio web oficial del MERCOSUR:http://www.mercosur.org.uy/espanol/sdyd/actas/cmc/2003/Acta_01_03.htm, consultado el da 8 de abril de 2004.22)Agenda del MERCOSUR 2004; publicada en el sitioweb oficial del MERCOSUR del Gobierno de Brasil:http://www.mercosul.gov.br/html/textos/file_279.doc23)LOURENS,Carli; "SACU, MERCOSUR to renewtrade pact negotiations"; en Business Day 1st Edition,1 de diciembre de 2003; publicado en sitio web:http://www.myneweconomy.com/articles/011203/sacu.htm, consultado el da 16 de julio de 2004.24)Ministerio de Comercio e Industria de Sudfrica,en el sitio web:http://www.dti.gov.za/econdb/raportt/rapcoun.html,consultado el da 20 de julio de 2004.25) Los datos sobre las exportaciones e importacionesrealizadas entre los miembros del MERCOSUR ySudfrica expuestos en esta parte son los publicadospor el Ministerio de Comercio e Industria de Sudfricaen su sitio web: http://www.dti.gov.za, consultado elda 20 de julio de 2004.26) Ministerio de Desarrollo, Industria y ComercioExterior, documento Importao y exporto brasileraAfrica do Sul principais produtos; sitio web:http://www.desenvolvimento.gov.br/arquivo/ascom/ascom/misCom_IntComAfrSul.pdf, consultado el da29 de mayo de 2004.27) LECHINI DE ALVAREZ, G.; Op. Cit. (2).28)La Nacin, publicado el 18 de junio de 2002; enel sitio web:http://www.lanacion.com.ar/suples/ccioext/0225/P14.HTM, consultado el da 28 de junio de 2004.29)Diario C, publicado el da 24 de junio de 2002;publicado en el sitio web:http://www.diarioc.com.ar/economia/id/155, consul-tado el 17 de mayo de 2004.30)http://www.econlink.com.ar/datos/mundo/pbi.shtml, consultado el da 20 de julio de 2004.31)La Nacin, publicado el 23 de abril de 2002; en el sitioweb:http//:www.lanacion.com.ar/suples/ccioext/0225/P14.HTM, consultado el da 28 de junio de 2004.32)ZIBECHI, Ral; "Brasil, India y Sudfrica acuerdanimpulsar el G3"; publicado el 21 de junio de 2003 en sitioweb oficial del Equipo Nizkor:http://www.derechos.org/nizkor/econ/g3.html., consultadoel da 8 de abril de 2004.33)BBC Brasil, publicado el 5 de marzo de 2004; en el sitioweb:http//:www.bbc.co.uk/portuguese/economia/story/2004/03/040305_indiamla.shtml 34)Fuente de los datos: Fondo MonetarioInternacional; publicados en el sitio web:http://www.econlink.com.ar/datos/mundo/pbi.shtml, consultado el da 20 de julio de 2004.

    BIBLIOGRAFA

    1)ALVES PENHA, Eli; "Relaes Brasil-frica: osavatares da cooperao sul atlntica"; en sitio web:http://www.google.com/search?q=cache:7Nv5H7d14n4J:www.clacso.edu.ar/~libros/aladaa/alves.rtf+brasil+africa+do+sud+rela%C3%A7oes&hl=es, consultadoel da 31 de mayo de 2004.2)LECHINI DE ALVAREZ, Gladys; "Las polticas exterioresde Argentina y Brasil en la dcada del 90 frente a reasde prioridad secundaria: el caso de Sudfrica"; enDesarrollo y Regin, Anuario 2002, Rosario, 2002 pg179. (1).3)LECHINI DE ALVAREZ, Gladys; "Argentina ySudfrica en el frica Austral"; publicado en el sitioweb:http://www.google.com/search?q=cache:tDEEbHiQFqIJ:www.clacso.edu.ar/~libros/aladaa/lechini.rtf+mercosur+sud%C3%A1frica&hl=es&ie=UTF-8, consul-tado el da 31 de mayo de 2004. (2)4)La SADC est compuesta por 10 pases: Angola,Botsawa, Lesotho, Malawi, Mauricio y Seychelles,Mozambique, Nambia, Rep. Democrtica del Congo,Sudfrica, Swazilandia, Tanzania, Zambia y Zimbawe.5)En sitio oficial web de la Embajada Brasilera enPretoria: http //www.brazil.co.za/relations.htm, con-sultado el da 10 de abril de 2004.

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    Mercosur y Sudfrica, las relaciones comerciales.

    2003. A diferencia de Brasil, las exporta-

    ciones argentinas hacia Sudfrica estn

    representadas por productos de origen

    agropecuario, sobre todo los derivados del

    girasol y la soja, en tanto que las importa-

    ciones principales son de minerales, herbi-

    cidas y papel. (28)

    En cuanto a las oportunidades de generarnegocios, entre los das 24 y 28 de junio de2002 se realiz la primera misin comercialconjunta de los pases del MERCOSUR aSudfrica. En tal oportunidad, viajaronrepresentantes ejecutivos de ms de 80grandes empresas del MERCOSUR (Arcor,Volkswagen, SanCor y Daimlerchrysler,entre otras), y un elevado nmero deempresarios Pymes de los rubros: farmacu-ticos, plsticos, software, biotecnologa ylogstica, materiales de la construccin,autopartes, alimentos y equipos elctri-cos.(29) La misin fue encabezada por elVice Canciller argentino, Martn Redrado,quien expres que Sudfrica es el pas msslido de la regin, un mercado altamentediversificado con bastante integracincomercial con el resto de los pases del con-tinente, por lo que puede ser el punto departida para que los productos argentinoslleguen a otros mercados. Resalt adems lacuestin de los bajos costos de transporteexistentes entre el MERCOSUR y Sudfrica,lo cual es un fuerte aliciente para comerciarcon ella. (30)

    Sudfrica representa un enorme poten-cial para los industriales y productores delMERCOSUR, ya que, adems de ser unmercado de 43 millones de consumidores,con un PBI per cpita de uss 2.866 y unaeconoma que crece en el orden del 3.1por ciento anual, cuenta con una muybuena infraestructura comunicacional yfinanciera, que lo hace la puerta de entra-da al resto de la regin subsahariana, yabundantes recursos naturales. (31)

    La Cancillera argentina considera quelos sectores del MERCOSUR con mayoresposibilidades de negocios son los de ali-mentos (carne aviar, porotos, aceitescomestibles, quesos, vinos finos y comu-nes, alimento balanceado); maquinariapara el procesamiento de alimentos; taba-co; medicamentos que contengan vitami-nas, antibiticos, hormonas; instrumentalodontolgico; calzados con suela de cau-cho, plstico o cuero; construccin (bal-dosas, piezas de cermicas, grifera, pintu-ras y revestimiento); autopartes (motores

    de cilindrada superior a los 1000 cm3,bombas de carburante, aceites o refrige-rantes, neumticos); maquinaria agrcolay para trabajar maderas; autotransporte;instrumentos y aparatos para medida ycontrol (caudal, nivel, presin), e instru-mentos y aparatos para regulacin decontrol automtico.(32)

    Es evidente que Brasil es quien msaprovecha las oportunidades de negociosy se interesa por ampliar los canales ecomercializacin y transporte. Esto esresultado de la poltica activa que dirigehacia Sudfrica. De hecho, tras la firmadel Acuerdo Marco, Brasil ha continuadode manera individual la reafirmacin delos lazos con tal Estado africano. Ambospases junto a la India crearon en junio de2003, por medio de la declaracin deBrasilia, el foro llamado IBSA, tambindenominado G3, el cual fue presentadoante la ONU en septiembre del mismoao. Tal alianza tiene como objetivosprincipales acordar posiciones comunesen negociaciones multilaterales ante laOMC y la ONU para fortalecer a los pasesen desarrollo, y crear un ALC.(33) Estaalianza colabor en el fortalecimiento delas relaciones entre los empresarios deBrasil y Sudfrica, en especial luego de quese creara, en el marco del IBSA, unConsejo Empresarial que tiene como finpromover los vnculos comerciales e indus-triales entre los tres pases a travs de ini-ciativas econmicas del sector privado.

    Adems, varias visitas empresariales serealizaron en el marco de la gira realizadapor el Presidente Lula por pases africa-nos, entre ellos los miembros de la SACU,en noviembre del pasado ao. Al viaje delos empresarios brasileros tambin fueroninvitados hombres de negocios de losotros pases del MERCOSUR, debido a lasnegociaciones que el bloque mantienecon la SACU. (34)

    El inicio de las negociaciones formalespara implementar un ALC entre el MER-COSUR y Sudfrica dio impulso al comer-cio interregional, y, aunque las negocia-ciones llevan un ritmo lento, el incremen-to de los montos es notable. La actuaciny determinacin de los gobiernos en avan-zar en el acuerdo son totalmente necesa-rias para el xito de las conversaciones.Sin la voluntad poltica la cooperacin Sur-Sur es casi imposible. Sin embargo, tam-bin es fundamental que los sectores pri-

    vados de ambas partes comiencen a apre-ciar las reales potencialidades de los res-pectivos mercados, no slo para la expor-tacin, sino tambin para complementa-ciones productivas que disminuyan costose incorporen tecnologas propias con elfin de ganar cuotas de competitividadinternacional. Esta complementacinpuede ser el camino apropiado para adap-tar las producciones a las necesidades par-ticulares del hemisferio sur.

    La incorporacin de los miembros de laSACU a las negociaciones para firmar unALC har, en un futuro, que el volumende comercio crezca. Sin embargo, esteincremento no ser en las mismas pro-porciones que lo hizo con Sudfrica. Estose debe principalmente a la diferenciaexistente entre la muy dinmica econo-ma de Sudfrica y la de sus vecinos. Estadiferencia es evidente tan slo comparan-do los PBI sudafricano del ao 2000, (uss126 billones) con el PBI de Botswana (6billones) (35). Debido a esto, se consideraa Sudfrica como el principal socio con elcual las potencialidades de crear alianzascomerciales estratgicas son muy altas ycon el cual es posible lograr avanzar enacuerdos de integracin y cooperacineconmicos, sociales y polticos a nivelinterregional.

    En ssntesis

    Dentro del MERCOSUR, Brasil fue el

    nico pas que siempre tuvo una poltica

    especfica para con Sudfrica, formulada

    en el marco de su poltica africana, y es el

    mayor impulsor de las relaciones con la

    misma. Aunque en la dcada del noventa

    se observa un acercamiento de Argentina

    y Sudfrica, desde ese momento

    Argentina considera la relacin con

    Sudfrica desde una visin netamente

    econmica-comercial, en tanto que Brasil

    adems atiende de forma especial el

    aspecto poltico. La causa de esto puede

    hallarse, en gran medida, en el hecho de

    que Brasil procura realizar sus intereses y

    objetivos de mediana potencia en el con-

    cierto mundial.

    El comercio con Sudfrica es evidente-

    mente favorable para el MERCOSUR y los

    beneficios seguramente sern mayores

    una vez firmado el ALC con la SACU. El

    trabajo de la Comisin Negociadora,

    Editorial

    3

    "Sean uno para que el mundo crea". Esta consigna impartida hace ms de dos mil aos en un

    mbito ntimo y con una direccionalidad muy especfica parece ser la consigna de todos los que,

    pensndose y asumindose como "pequeos" ante los "poderosos", deciden sumar esfuerzos, jun-

    tar energas en proyectos cooperativos. As, esta frase cada vez ms se fue alejando de un idealis-

    mo voluntarista para transformarse en una consigna poltica profundamente realista: ante un

    mundo caracterizado por las desigualdades manifiestas - y hasta intolerables en casos - "ser uno"

    es una invitacin a renunciar al individualismo, al slvese quin pueda, para entrar en la construc-

    cin colectiva de alternativas que se transformen en ejemplos de que "otro mundo es posible".

    La etapa histrica reciente - signada por el neoliberalismo como expresin descarnada de mar-

    cos filosficos y antropolgicos casi invisibles - exacerb a escala internacional las diferencias en

    el mapa de la distribucin del poder econmico, poltico, militar, cultural. Las variantes locales de

    este modelo y sus aplicaciones a libro cerrado en pases de todos los continentes y de todos los

    niveles pusieron a las naciones ms dbiles frente a una disyuntiva, todava vigente.

    Una de ellas fue buscar la negociacin bilateral con los poderosos (muchas veces con el

    "Todopoderoso", para seguir con la metfora religiosa...) tratando de "salvarse" a travs del esta-

    blecimiento de las relaciones privilegiadas an a costa de cesiones increbles de soberana polti-

    ca e independencia econmica, con las consabidas consecuencias en el plano de la vigencia de los

    principios de la justicia social. Las "relaciones carnales" fueron un ejemplo cercano de esta postu-

    ra, pero tambin lo fueron los acuerdos de libre comercio de pases como Chile y Mxico, el poco

    sustentable sistema financiero del Uruguay y las alianzas entre sectores concentrados de la bur-

    guesa de Brasil con sus pares del norte de Amrica. Este modelo de ganar relevancia internacio-

    nal, que los transform prontamente en irrelevantes hasta para con sus mismos "socios" que die-

    ron vuelta la cara cuando comenzaron las crisis en sus territorios, fue sostenido por funcionarios

    de gobierno, grupos econmicos, organizaciones del establishment, universidades y medios de

    comunicacin social. Es hipcrita centrar las crticas en una cabeza visible cuando ellos slo fue-

    ron la punta de un iceberg mortal para las sociedades de sus respectivos pases.

    La otra alternativa que se les present a los "dbiles" fue encarar el desafo sumando fuerzas

    entre varios pases que, compartiendo sus limitaciones objetivas, puedan enfrentarse con dignidad

    a la influencia de los ms fuertes. As nacieron muchas alianzas regionales, articulaciones de obje-

    tivos, polos comunes, donde una visin crtica fue afinando los diagnsticos y perfilando las estra-

    tegias. En lugar de jugar el papel seguro auto relegndose a la condicin de serviles, prefirieron

    ser considerados "locos" - porque en todo marco autoritario, y el neoliberalismo lo es, el que pien-

    sa diferente es tildado de irracional - buscando caminos nuevos, por dnde nadie haba camina-

    do antes. La incertidumbre de "lo nuevo" pes ante la certidumbre de "lo conocido".

    Vale la pena aclarar: estas posturas manifestadas casi en blanco y negro se dieron en todos los

    matices y colores. Pases que discursivamente manifestaban apostar por las alianzas inter - pares

    terminaban cerrando negociaciones en forma bilateral sin ningn tapujo y sin que sus lderes deja-

    ran de decirse "progresistas". Y hubo otros que bajo la consigna de insertarse en el mundo capi-

    talista fueron lentamente tejiendo relaciones subterrneas con naciones de similares caractersti-

    cas. Tambin existieron las mezclas y estados intermedios donde la poltica avanzaba desde lo

    regional y la economa profundizaba los alineamientos automticos con los poderosos.

    Y para ser ms realista an, la alternativa de "construccin colectiva" no siempre result exito-

    sa medida en trminos polticos (porque en trminos econmicos sus malos resultados pueden ser

    ms entendibles...). En este juego de poder, el "otro" tambin juega sus fichas. Y en varias oca-

    siones favorecieron las desarticulaciones y las traiciones que provocaron desconfianzas an hoy

    vigentes. Pero no hay que cargar con todas las responsabilidades a los dems (as los directivos de

    los organismos de crdito internacionales no se enojan con nosotros). Hubo falta de voluntad pol-

    tica (no querer), hubo problemas concretos de articulacin (no poder) y hubo incapacidades tc-

    nicas para acelerar estos procesos (no saber).

    En esta mezcla de indecisiones, traiciones, incompetencias y limitaciones estructurales se jug

    el destino del Tercer Mundo en la dcada pasada. Y sus consecuencias son manifiestas: unilatera-

    lismos crecientes, prcticas terroristas, devastaciones ecolgicas, pobreza extrema, violaciones fla-

    grantes a los derechos humanos. Es decir, no slo se consagr al mximo el mundo de las des-

    igualdades sino que se transform en intolerables las formas de vida a que se condenaron a millo-

    nes y millones de personas.

    En los ltimos meses se fueron dando una serie de posicionamientos y noticias que permiten

    alentar la esperanza en los que estamos "en otro lado del mundo". En primera instancia podemos

    Edi

    tori

    al

    Document1 18/10/04 12:36 p.m. Page 3

  • Editorial

    4

    mencionar los avances en las negociaciones de la Organizacin Mundial del Comercio (OMC) en

    materia de productos agrcolas: la presin ejercida por el G-20 y la coherencia en las posturas de

    buena parte de ellos (es sabido que pases desertaron de este espacio por propia decisin y por

    sutiles extorsiones de potencias mundiales) logr que en el mes de agosto pasado se destraba-

    ran las condiciones para discutir las subvenciones a la produccin y comercializacin de estos pro-

    ductos. Todos recuerdan el fracaso de Cancn del ao pasado. Con este nuevo panorama (que

    todava carece de plazos concretos de implementacin) vuelve sobre la mesa el temario tratado

    en la Ronda del Desarrollo de Doha. Vale la pena alegrarse de un acuerdo sin cronogramas de

    ejecucin? Seguramente, porque el acuerdo significa un precedente importante para nuestros

    pases productores de materias primas y abre expectativas para las economas domsticas.

    Otro caso a tener en cuenta es ms reciente: aprovechado el marco de la Apertura del 59

    Perodo de Sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas, un grupo de pases confor-

    mado por Brasil, Francia, Chile y Espaa, entre otros, propuso la creacin de un fondo financie-

    ro mundial para combatir el hambre y la pobreza. La conformacin inicial del mismo, de 50 mil

    millones de dlares, podr ser el resultado de la aplicacin de tributos a las transacciones finan-

    cieras internacionales y al comercio de armas. Una utopa? Quizs, dado que el fondo ser muy

    pequeo para los desajustes econmicos mundiales. Pero un paso poltico importante ya que

    pone en el centro del debate la necesidad de discutir cmo se enfrenta la pobreza en el mundo.

    Acaso no nacieron ciertas instituciones internacionales con esta finalidad hace ms de medio siglo?

    Este es el tercer aspecto a destacar. El Presidente de Argentina pronunci en su discurso en la

    Asamblea de ONU una fuerte crtica a los organismos financieros internacionales. Tras hablar de

    los fracasos del "derrame" y del peso del endeudamiento externo en nuestros pases, hizo un

    repaso de los errores de diagnstico y de las recetas errneas del FMI en el caso argentino. Y cul-

    min pidiendo mayor autonoma de los gobiernos nacionales adems de bregar por encontrar

    una ecuacin sustentable entre los pagos de deuda y las posibilidades de desarrollo armnico de

    cada pas. Una gota de agua en el mar? Puede ser, pero si el discurso de Kirchner fue grata-

    mente recibido por muchos y escasamente criticado por ciertos sectores es porque un aire dis-

    tinto corre por los foros internacionales. Esto obviamente no desobliga a los pases deudores a

    un tratamiento responsable de estos temas y del anlisis de las causas nacionales que contribu-

    yeron tambin a la debacle.

    Finalmente, un ltimo ejemplo de construccin colectiva que crece con bases slidas: la Unin

    Sudamericana. Este ttulo que ha ocupado centralidad en ltimos discursos del presidente de

    Brasil, el ex presidente argentino Duhalde y el recientemente revalidado en su cargo Hugo

    Chvez, no es ms que la expresin manifiesta de viejos sueos y luchas, de guerras y alianzas,

    de avances y retrocesos en la bsqueda de lazos de integracin poltica, cultural, econmica y

    fsica de todo el continente. Nuevamente las aspiraciones irrealizables? Los hechos parecieran

    estar en contra de los pesimistas funcionales que slo legitiman lo dado, lo existente. La profun-

    dizacin de los lazos polticos en el Mercosur (donde la pronta batalla electoral en Uruguay defi-

    nir el mapa de relaciones), la consolidacin de Chile, Per, Bolivia y Venezuela como asociados,

    el pedido de Mxico para ser aceptado en esa condicin, los acuerdos con la Comunidad Andina

    de Naciones, son todos ejemplos de que hay una voluntad poltica que crece en medio de un con-

    texto favorable donde los grandes pases estn demasiado preocupados en sus frentes internos

    y sus fronteras cercanas. Las prximas elecciones en EE.UU. servirn - sea cual fuere sus resulta-

    dos - para agregar como dato a los anlisis de escenarios la posicin que la mayor potencia mun-

    dial mantendr para con la regin.

    Vale entonces la pena seguir apostando por la "construccin colectiva" en pases como el

    nuestro?. Suele decirse que la unin muchas veces es provocada ms por la necesidad y el terror

    que por las convicciones profundas. Bienvenidas sean entonces las crisis si somos capaces de

    aprender de los errores y ante la cercana del abismo cambiamos las posturas individualistas por

    el restablecimiento de principios de asociacin y cooperacin con pases hermanados por la cul-

    tura y la condicin de perifricos. Argentina - y toda Sudamrica - todava tiene que superar la

    prueba de revalidar sus opciones polticas de integracin regional en un contexto interno que

    muestra signos de recuperacin econmica conviviendo con otros indicadores preocupantes de

    desempleo, pobreza y marginalidad. Si tras una recuperacin econmica sostenida, nuestros pa-

    ses refuerzan la voluntad de unin y no se abandonan al facilismo de las relaciones directas con

    los ms fuertes habrn superado la prueba de la necedad, que slo recuerda a sus pares cuando

    su existencia individual se ve en franca declinacin.

    Lic. Germn Martnez

    Septiembre / Octubre de 2004

    E

    d

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    t

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    r

    i

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    l

    25

    Mercosur y Sudfrica, las relaciones comerciales.

    MERCOSUR, lo cual no ocurri. Se espera la

    confirmacin para el segundo semestre de

    2004 de la prxima reunin entre la SACU y

    el MERCOSUR a realizarse en Pretoria, capi-

    tal de Sudfrica (23).

    Las negociaciones MERCOSUR-SACU

    han sido realmente lentas. Una de las

    razones de esto pueden hallarse en la falta

    de inters que mostraron los sectores

    empresariales de ambas partes, en parte

    por desconocimiento mutuo de las econo-

    mas regionales (24). Otra razn est vin-

    culada a que ambos bloques tienen pro-

    ducciones similares, commodities de pro-

    ductos primarios principalmente, que ven-

    den a los mismos socios, la Unin Europea

    (UE) y Estados Unidos. Es tambin por la

    misma causa que hay una gran cantidad

    de productos sensibles marcados por

    ambos bloques que no permiten un

    aumento de las concesiones, lo cual tam-

    bin tiende a retrasar las negociaciones.

    Este lento progreso tiende a frustrar la

    idea de una cooperacin Sur-Sur vital que

    defienda en conjunto sus intereses y reduzca

    su dependencia del comercio con los pases

    desarrollados al aumentar el intercambio

    entre los pases en va de desarrollo.

    Tanto la SACU como el MERCOSUR

    estn negociando con Estados Unidos, la

    SACU un ALC y el MERCOSUR la confor-

    macin del Area de Libre Comercio de las

    Amricas (ALCA). Tambin ambos estn

    en tratativas con la UE por temas relacio-

    nados al acceso al mercado europeo.

    Ambos tambin Esto puede ser considera-

    do como un obstculo que impide el avan-

    ce de las negociaciones entre los bloques

    del sur, puesto que ambos pueden llegar a

    prestar ms atencin a la relacin con los

    principales pases del norte que a la rela-

    cin Sur-Sur. Sin embargo, tambin puede

    ser visto como una oportunidad para que

    los actores sureos acuerden posturas

    frente a Estados Unidos y la UE para obte-

    ner concesiones difciles de conseguir de

    manera individual en las negociaciones

    bilaterales y multilaterales. Vale recordar

    que tanto Sudfrica como Argentina y

    Brasil son parte del Grupo Cairns y del G-

    20 Plus, grupos informales que presionan

    en la OMC por la liberalizacin del merca-

    do agrcola del primer mundo y por un

    comercio ms equitativo con este, por lo

    cual ya tienen experiencias actuando con-

    juntamente y sobre el tipo de resultados

    que se obtienen.

    Las negociaciones latinoamericanas y

    sudafricanas con Estados Unidos se

    encuentran afectadas por la posicin

    adoptada por Sudfrica y Brasil. Los mis-

    mos plantean que no aceptan que los pa-

    ses en vas de desarrollo se hallen someti-

    dos a los perjudiciales efectos del protec-

    cionismo practicado por los pases des-

    arrollados en aquellos sectores en los que

    los subdesarrollados poseen ventajas com-

    parativas. A esto se suman los reclamos

    brasilero y sudafricano por obtener mayo-

    res cuotas de poder y decisin en las rela-

    ciones internacionales como representan-

    tes del mundo en desarrollo. De este

    modo, la SACU y el MERCOSUR pueden

    buscar apresurar la firma del ALC con el

    fin de presionar sobre Estados Unidos a los

    efectos de obtener mayores beneficios en

    las negociaciones con este.

    LA EEVOLUCIN DDE LLAS RRELACIONES

    COMERCIALES

    Las relaciones comerciales entre

    Sudfrica y los miembros del MERCOSUR

    se han incrementado desde los comienzos

    del cambio poltico interno sudafricano en

    el primer lustro de los noventa, pero el

    aumento se hace verdaderamente notable

    luego de 1994, ao en que se finaliza con

    el rgimen de apartheid en Sudfrica. Este

    aumento del intercambio comercial fue un

    gran aliciente para la firma del Acuerdo

    Marco, el cual, a su vez, impuls el comer-

    cio, en especial para Argentina y Brasil.

    Desde la ptica del MERCOSUR, Sudfrica

    es su socio comercial ms importante en el

    frica Subsahariana, hacia ella se canalizan

    la mayora de las exportaciones. En el mbi-

    to mundial, sin embargo, es un socio menor

    si se lo compara con los principales socios del

    MERCOSUR considerados en bloques, el

    Acuerdo de Libre Comercio de Amrica del

    Norte (NAFTA), la UE y la Comunidad Andina

    de naciones (CAN).

    El MERCOSUR es el principal socio de

    Sudfrica en Amrica Latina, y consideran-

    do a sus miembros individualmente, Brasil

    y Argentina ocupan los lugares 1 y 2. A

    nivel mundial, en cambio, Brasil es el socio

    N 12 y Argentina el N 18. Sin embargo,

    no es menor que para Sudfrica seamos

    ms importantes que la India o Nigeria,

    pas este ltimo importante para Sudfrica

    a nivel regional. (25)

    En 1994 el intercambio comercial entre

    Brasil y Sudfrica era de uss 221 millones,

    mientras que en el 2000 super los uss 550

    millones para ser rcord en el 2003 al alcan-

    zar la cifra de uss 1.000 millones. Hasta el

    ao 1999, los saldos comerciales de Brasil y

    Sudfrica eran parejos, si bien Brasil mantena

    un pequeo supervit en su balanza. Pero,

    desde el ao 2000, los nmeros favorecen

    ampliamente al gigante sudamericano. En el

    2003, Brasil export a Sudfrica uss 857.782

    millones, aumentando 100 millones en com-

    paracin al ao anterior, mientras que impor-

    t desde all 214.297 millones. (26)

    Principalmente Brasil exporta a Sudfrica pie-

    zas y menudencias de aves, autopartes y

    accesorios para automviles, hierro y sus deri-

    vados, carroceras, tractores, automviles y

    productos para la construccin, en tanto que

    importa hulla y derivados, gas licuado, aceto-

    na y minerales de ferrosos. (27)

    Las cifras del intercambio entre

    Sudfrica y Argentina son sensiblemente

    menores. En el pasado ao, el intercambio

    comercial fue de poco ms de uss 402.600

    millones. Sin embargo el comercio ha cre-

    cido de manera espectacular. Las exporta-

    ciones argentinas hacia Sudfrica se tripli-

    caron entre 1994 y el 2003, pasando de

    uss 92.500 millones a uss 349.710 millo-

    nes respectivamente. Las importaciones

    sudafricanas tambin aumentaron, aun-

    que a un nivel mucho menor. Los montos

    de productos sudafricanos comprados por

    Argentina nunca superaron los 100 millo-

    nes, excepto en los aos 2000 y 2001,

    para luego caer a la mitad, ya que apenas

    superaron los 50 millones en el 2002 y

    Document1 18/10/04 12:36 p.m. Page 4

  • 24

    Mercosur y Sudfrica, las relaciones comerciales.

    de individualmente que tarifas y restriccio-

    nes impone a terceros Estados no Partes

    del acuerdo (14).

    En la parte introductoria del Acuerdo,

    los firmantes reconocen los principios de la

    Organizacin Mundial de Comercio

    (OMC) y que el multilateralismo comercial

    con reglas claras es necesario para la esta-

    bilidad internacional. Adems, reafirman

    la importancia del principio del regionalis-

    mo abierto (15).

    El artculo 2 del Documento Marco

    expresa que los objetivos son "fortalecer las

    relaciones entre las Partes, promover el

    incremento del intercambio comercial y

    establecer las condiciones para la creacin

    de un rea de libre comercio". Se acord el

    establecimiento de dos etapas para alcan-

    zar tales fines, una en la cual se identificar-

    an los mecanismos ms convenientes para

    aumentar el nivel de los intercambios, y

    otra donde finalmente se negociara la

    firma de un acuerdo para crear un ALC de

    acuerdo a las reglas de la OMC (16).

    Para cumplir con las disposiciones institui-

    das en el Acuerdo, se establece, en el art. 4,

    la creacin de una Comisin Negociadora

    (CN). Adems, las partes se comprometie-

    ron a desarrollar acciones y actividades de

    cooperacin con el propsito de intensificar

    los lazos y el conocimiento mutuo. Por esto

    acordaron estimular proyectos de coopera-

    cin en diferentes sectores, tales como agri-

    cultura, servicios e industria, y de promocin

    comercial, es decir, organizando ferias,

    misiones comerciales, simposios y semina-

    rios (arts. 6, 7 y 8).

    El Acuerdo Marco entre el MERCOSUR y

    Sudfrica tiene el objetivo de reglar futuras

    negociaciones comerciales, por lo cual hace

    hincapi en cuestiones econmicas sin

    siquiera mencionar propsitos polticos o

    culturales. Sin embargo, el Documento

    posee importancia poltica porque denota el

    inters de los dos actores de estrechar los

    vnculos. As, en este primer momento, se

    fortalece la relacin econmica, siendo muy

    factible que, en un momento posterior,

    cuando la confianza mutua sea mayor, se

    llegue a un nivel de concertacin poltica en

    el rea multilateral y hasta de cooperacin

    poltica (17). La concertacin y la coopera-

    cin pueden darse en foros de naturaleza

    comercial, tal como la OMC, o en temas

    eminentemente polticos en donde ambos

    posean especial inters, tal como pueden

    serlo las reformas del Consejo de Seguridad

    de la ONU o posturas en torno a la conser-

    vacin del medio ambiente o a cuestiones

    de seguridad internacional, las cuales pue-

    den contrastar con las posiciones de los pa-

    ses desarrollados.

    En esta misma lnea de pensamiento, es

    decir, considerando una posible concerta-

    cin Sur-Sur en aquellos temas que afec-

    tan particularmente a los pases en des-

    arrollo, la firma de este Documento Marco

    puede juzgarse como relevante porque

    consisti en el puntapi inicial hacia el

    estrechamiento de relaciones con el conti-

    nente africano de manera regional, sobre

    todo si se considera la prominente posi-

    cin poltica y econmica que ocupa

    Sudfrica en la regin del frica

    Subsahariana, de la cual es pas llave.

    Aunque slo posee un 3% del total del

    territorio africano, su produccin industrial

    representa el 40% de la produccin total

    del continente, su produccin minera el

    45% del mismo y su producto bruto inter-

    no (PBI) conforma el 25% del PBI africano.

    Detenta una economa parecida a la de

    Brasil, aunque con una bolsa de valores

    dos veces ms grande que la de San Pablo.

    Adems, es la "puerta de entrada" de las

    inversiones del frica Subsahariana, sien-

    do Sudfrica misma la mayor inversora de

    la regin y siendo tambin pas lder de la

    SACU y de la SADC (18).

    EL TTRABAJO DDE LLA CCOMISIN

    NEGOCIADORA YY LLA IINCORPORACIN

    DE LLA SSACU AA LLAS NNEGOCIACIONES.

    Tal como lo estipul el Acuerdo Marco,

    se organiz una CN MERCOSUR-Sudfrica

    que trabajar en la consecucin del ALC.

    Desde el primer encuentro, en octubre de

    2001, se realizaron hasta hoy cuatro

    encuentros de la CN (19). Los mismos fue-

    ron de carcter puramente tcnico, en los

    cuales principalmente se intercambiaron

    informaciones relativas al acceso al merca-

    do de cada parte y sobre la situacin

    comercial que cada una atraviesa, as

    como tambin los mecanismos que se uti-

    lizarn para implantar el ALC. Sudfrica

    acept la propuesta del MERCOSUR de

    negociar en la primera etapa del proceso

    un acuerdo de preferencias fijas para una

    canasta de productos. Tambin se discu-

    tieron temas referentes a los regmenes de

    salvaguardias, origen y sistemas de solu-

    cin de controversias. (20)

    Durante la segunda reunin de la CN, rea-

    lizada en Brasilia en agosto de 2002, acon-

    teci un hecho importante. Al tratarse el

    tema de los procesos de integracin de la

    cual cada parte es miembro, Sudfrica indi-

    c que la SACU se hallaba en proceso de

    reestructuracin, la cual se prevea que termi-

    nara hacia fines del ao 2002, y propuso que

    en las prximas reuniones de la CN MERCO-

    SUR-Sudfrica se incluyera a los miembros de

    la SACU. El MERCOSUR respondi que la

    posible incorporacin de los miembros de la

    SACU a las negociaciones hacia un ALC sera

    tratado ms detenidamente en la prxima

    reunin, puesto que el Acuerdo Marco no

    prevea la inclusin de tales pases en las

    actuales negociaciones. Sin embargo acord

    que los miembros de la SACU presenciaran

    la siguiente reunin de la Comisin (21).

    Cabe mencionar que esta idea sudafricana

    de incorporar a la SACU a un ALC con pases

    sudamericanos haba sido ya desarrollada

    con anterioridad y se haba manifestado en al

    reunin que mantuvieron los Ministros

    Lampreira y Erwir en el ao 2000.

    A lo largo del ao 2003 no se observa-

    ron significativos avances en las negocia-

    ciones, debido principalmente a las asime-

    tras existentes entre la economa del MER-

    COSUR y la sudafricana. El hecho destaca-

    do fue que finalmente la propuesta sud-

    africana de incorporar a la SACU a las

    negociaciones con el MERCOSUR fue

    aceptada por el CMC. En el mes de junio,

    el CMC en su XXIV reunin, donde estu-

    vieron presentes representantes del

    Gobierno de Sudfrica, manifest una dis-

    posicin favorable hacia la misma (22). Por

    este motivo, en octubre de 2003 se reali-

    z en la ciudad de Montevideo, Uruguay,

    una primera Reunin Tcnica de

    Negociaciones MERCOSUR-SACU. En la

    misma, las partes abordaron los aspectos

    relacionados a las diferencias entre las

    nomenclaturas arancelarias nacionales y

    acordaron un cronograma de trabajo.

    Siguiendo el plan de trabajo establecido

    en la 1 Reunin Tcnica de Negociaciones

    MERCOSUR-SACU, entre los das 15 y 16 de

    abril de 2004 se consum en Pretoria la IV

    Reunin de la CN MERCOSUR-SACU, donde

    se discuti sobre el texto principal del acuer-

    do y sobre normas de origen y tcnicas, sal-

    vaguardias y medidas sanitarias y fitosanita-

    rias. A esa altura ambas partes esperaban

    poder firmar el ALC en julio de 2004, con

    ocasin de la Cumbre de Presidentes del

    5

    Los dueos de la pelota

    al como pueden revelar en la actuali-dad los Juegos Olmpicos (JO) deAtenas 2004, el deporte constituye

    por s mismo un importante instrumento dela accin poltica. Sin sobrestimar ni menos-preciar su funcin social, se puede analizar,sin embargo, la presencia del deporte en lasrelaciones internacionales de los ltimostiempos a la luz de fenmenos propios deun mundo globalizado: la creciente interde-pendencia de la comunidad internacional,el surgimiento de nuevos actores y la profu-sin de temas en la agenda poltica interna-cional, por slo citar algunos.

    Desde el surgimiento del deporte moder-no durante la primera mitad del siglo XIX,los aparatos estatales han advertido en suregulacin y promocin ventajas inexora-bles en materia de construccin de identi-dades nacionales y legitimacin de regme-nes polticos (especialmente los autoritarios)(1), as como han comprendido que lasgrandes competencias deportivas reprodu-cen ms o menos solapadamente aspectosrelevantes de la realidad social, manifestan-do estados latentes de paz o de conflictoentre los pueblos.

    En este plano (la reproduccin ms omenos fiel de la realidad social comocaracterstica del deporte moderno) lascontribuciones tericas son numerosas.Maarten Von Bottenburg sugiere que laconstruccin del sistema deportivo mun-dial ha estado dominado por la difusinde los deportes originarios de los Estadosque han ocupado posiciones de poder endiferentes momentos de la historia de losdos ltimos siglos. Tal es el caso del ft-bol, el cricket, el rugby, el hockey sobrecsped o el tenis por parte del poderobritnico o la gimnasia y el handball porparte de Alemania y, luego de la SegundaGuerra Mundial, el bsquetbol, el bis-bol y el voleibol, por parte de los EstadosUnidos o incluso el judo, el karate y otras

    artes marciales, por parte de Japn(2).Pascal Boniface en su Geopoltica del ft-

    bol, sostiene que la penetracin futbolsticainglesa se dio cuando, imitando a los mari-neros y comerciantes ingleses que llegaban adiversos puertos del mundo, se constituye-ron equipos locales en diferentes ciudadesde Europa y Amrica Latina. Esto, sumado auna consolidacin ms reciente de dichaexpansin por medio de las transmisionestelevisivas, puede ser equiparado a las con-quistas en el plano militar que le permitierona Inglaterra constituir su imperio(3).

    Sin embargo cabe precisar que, en elmbito deportivo, la reproduccin de unsistema global de una potencia hegem-nica, potencias medias y pases perifri-cos, se ve algo distorsionada respecto a larealidad internacional. En el ftbol, porejemplo, existe una potencia hegemnica(Brasil), potencias medianas (Argentina,Alemania, Inglaterra, Italia, etctera) ypases imposibles de rivalizar con aqu-llas. Precisamente es en esta distorsindonde se encuentra una de las caracters-ticas ms interesantes de la instrumentali-zacin poltica internacional del deportemoderno: la posibilidad de Estados mspequeos en cuanto a sus capacidades detrastocar el tablero mundial de poderpoltico y econmico, fundamentndoseen una sutil capacidad de construccin deprestigio internacional para las nacionesintervinientes en las principales compe-tencias deportivas.

    El fin de la gran concentracin de losmedalleros con la cada de la Unin deRepblicas Socialistas Soviticas (URSS) yel uso que de ellos se hizo como registrode los enfrentamientos indirectos propiosde la Guerra Fra (4), le ha permitido tam-bin a numerosos Estados perifricoshacerse or con una fuerza inusitada en elsistema deportivo internacional. Cuba,por ejemplo, se ha dado el lujo de lidiar la

    punta del medallero a los EstadosUnidos en las ltimas ediciones de losJuegos Panamericanos. Para estos Estadossumarse una victoria en el plano deporti-vo es un vehculo indiscutido para ingresaren la vidriera internacional.

    GEOPOLTICA OOLMPICA

    Segn se evidencia, el deporte es uninstrumento para alcanzar visibilidadinternacional, pero no slo a travs delas victorias, sino tambin mediante laorganizacin de grandes pruebasdeportivas, lo que pone de manifiesto lacapacidad organizativa, tcnica y eco-nmica del pas anfitrin (5) as comosirve de expresin del dinamismo alcan-zado por el mismo o de excusa paraprofundizar procesos de modernizacinintranacionales.

    Bien en claro tienen estas funcioneslos miembros del ComitOlmpico Internacional (COI),exclusivsima y politizada orga-nizacin privada internacionalque tiene el privilegiado man-dato de abrir (y abrirse) a milesde millones de dlares y amiles de millones de televiden-tes en todo el mundo las fron-teras del pas seleccionadopara la organizacin de los JO.

    Ya desde el vamos, la elec-cin de la ciudad anfitriona setie de un espritu competitivoen el cual se invierten recursosde todo tipo, desde los finan-cieros hasta los humanos,pasando por polticas de lobbyen todos los flancos posibles.En general dicha eleccin havenido respondiendo conmayor o menor fuerza a razo-nes polticas y econmicas.

    Durante la eleccin de lasede para los JO de 2000,fresca la sangre de la Plaza deTiananmen, el gobierno chinotrat de influir a su favor, porla va de una diplomacia suigeneris, en la decisin de otrospases. Ante su derrota "la

    razn aparente eran los derechoshumanos (pero) la verdadera razn erapoltica, demostrar la fuerza polticaoccidental" (6). Sin embargo, la poste-

    EL DEPORTE en las relaciones internacionales

    Por HHugo HH. RRabbia Lic. en Relaciones Internacionales

    T

    Document1 18/10/04 12:36 p.m. Page 5

  • 6Los dueos de la pelota

    rior victoria de Pekn (prxima sede delos JO en 2008) termin avalando -ade-ms de las consideraciones respecto alimparable avance del capitalismo mun-dial en su economa y los impresionan-tes esfuerzos de sus cuerpos diplomti-cos por demostrar logros en la polticade respeto de los derechos humanosencarada por el gobierno comunista (7),un giro geopoltico global hacia la cuen-ca pacfica. Smese a este ejemplo larealizacin del Mundial de Ftbol FIFA2002 en Corea-Japn, los pasados JO deSydney 2000, el mundial de atletismo y losJO de invierno en Nagano (Japn), y tene-mos como resultante un impresionanteescaparate del peso en la economa ypoltica internacional que han venidoadquiriendo las naciones del PacficoAsitico.

    Incluso la eleccin de Atenas paralos JO 2004 responde a mucho msque a una reivindicacin histrica.Parece constatarse en este gesto unavoluntad de hacer entrar al mundo aEuropa Oriental, recientemente incor-porada a la Unin Europea (UE), porla puerta del pas que tradicionalmen-te ha sido un aliado de Occidente enla regin.

    EL RRITUAL DDE UUNA GGUERRA SIN AARMAS.

    El deporte se ha constituido comopocos, en un vehculo de comunica-cin entre los pueblos, especialmentedonde sta carece de canales por loscuales fluir con normalidad. Dehecho, el deporte establece, con supropio lenguaje estandarizado, unmarco normativo, unas reglas de juego,que pueden al menos escenificar unavirtual convivencia pacfica entre losestados.

    Histricamente los griegos asignabanuna preeminencia especial a susOlimpadas que, adems de congregar alos mejores atletas de la poca clsica,implicaban necesariamente un tiempoen el cual los combates entre los pue-blos participantes quedaban en suspen-so. Ya en el siglo XX "la diplomacia delping-pong", con la que Nixon hbilmen-te abri puertas al establecimiento derelaciones diplomticas entre laRepblica Popular China y los Estados

    Unidos, remarc la utilidad del deportecomo herramienta de la diplomacia.

    Frente a esto, sin embargo, numero-sas competencias deportivas internacio-nales han servido por el contrario comoforma de ritualizar o canalizar enfrenta-mientos ms o menos latentes entre lospueblos en competencia. Las polticasde exclusin de Alemania y sus aliadospor parte del COI en los Juegos Olmpicosposteriores a las dos grandes conflagracio-nes mundiales y los boicots sufridos pordiversos JO de mano de numerosos pases(8), constituyen los ejemplos ms claros deestas expresiones.

    Sin embargo, a veces el ritual de lasguerra sin armas no culmina all. Esimposible evitar la mencin de la famo-sa "guerra del ftbol" que en 1969libraron El Salvador y Honduras, a razde un encuentro clasificatorio para elMundial FIFA 1970 que se realiz enMxico. En este evento, el enfrenta-miento deportivo no logr contener unestado latente de enfrentamiento entrelos dos pases, y todo deriv en cuatrodas de enfrentamientos militares, unaorden de cese al fuego de laOrganizacin de Estados Americanos(OEA) y posterior retiro de las tropas sal-vadoreas del territorio hondureo.

    Un ejemplo ms reciente refiere a losviolentos disturbios acontecidos tras losenfrentamientos futbolsticos entre elDnamo de Zagreb y el Estrella Roja deBelgrado, el 13 de marzo de 1990, yentre el Hajduk de Split y el Partizan deBelgrado, el 26 de septiembre de 1990, aslo meses de iniciarse la guerra civil en laex-Yugoslavia. El primer acontecimientomostr que los hinchas serbios y croatasno podan ms compartir siquiera elmismo estadio; el segundo, en el cual loshinchas enfervorizados de Split quemaronbanderas yugoslavas, simboliz la prdidade autoridad del Estado yugoslavo sobreuna buena parte de su territorio (9).

    En ambos ejemplos, un partido de ft-bol ha servido como episodio detonantede una serie de causas histricas, socia-les y polticas que se mantenan ansolapadas o silenciadas incluso por losaparatos de poder tradicional. En una zonade conflicto endmico o guerra, el ftbolha movilizado la locura y exasperado laspasiones reflejando fielmente la violenciade los antagonistas (10).

    NUEVOS EEQUIPOS, NNUEVOS AACTORES

    El deporte como expresin de estadoslatentes de las relaciones internacionalesadquiere otra complejidad de anlisis apartir de la evidencia que proporciona elservir como caja de resonancia al surgi-miento de nuevos actores internaciona-les, tanto Estados como nacionalismos,el terrorismo fundamentalista o inclusolas empresas transnacionales.

    En lo que respecta a Estados, vastadecir que 202 son los comits nacionalesreconocidos por el COI y 198 las filiales

    nacionales de la FIFA en el mundo, mien-tras que slo 192 son los estados miem-bros de la Organizacin de NacionesUnidas (ONU). Sobran los ejemplos para-digmticos: Palestina es miembro del COIy de la FIFA, as como Irlanda del Norte,Islas Cook, Taipei y Puerto Rico.

    En estos casos, puede pensarse en unreconocimiento internacional de dichasnaciones, pero sin el peso de los compro-misos que puede implicarles a las grandespotencias o a las partes ms interesadasel otorgarles voz y voto en la AsambleaGeneral de la ONU.

    Tal como refiere Pascal Boniface, "noresulta nada inocente constatar que,

    23

    Mercosur y Sudfrica, las relaciones comerciales.

    sectores empresariales, se realiz una serie

    de jornadas y mesas de discusin para tra-

    tar el tema de las relaciones entre

    Sudfrica y el MERCOSUR.

    De este modo, es recin en el ao 2000

    que la idea de firmar un ALC con Sudfrica

    comienza a plasmarse en la realidad. El

    primer paso fue dado cuando el canciller

    Lampreira visit Sudfrica en el mes de

    febrero y se entrevist con el ministro de

    industria de tal pas, Alec Erwir. Ambos

    ministros firmaron una Declaracin

    Conjunta y un Acuerdo Bsico de

    Cooperacin Tcnica, y conversaron sobre

    las relaciones comerciales de sus respecti-

    vos pases (6). Pero lo importante fue que

    al tratar sobre un posible ALC vislumbra-

    ron la idea de que este abarcara a la Unin

    Aduanera de frica del Sur (SACU)(7) y al

    MERCOSUR. Tambin se consider la posi-

    bilidad de instituir un grupo informal de

    negociacin que podra incluir, a Nigeria,

    Egipto e India.

    Cabe destacar que actualmente, tras la

    firma del Acuerdo Marco MERCOSUR -

    Sudfrica, la idea de incorporara a la

    SACU al acuerdo se est materializando,

    ya que la misma presencia las reuniones

    de la Comisin Negociadora, y que, por

    otra parte, la idea del grupo de negocia-

    cin informal se corporiz en el ao 2003

    en el IBSA (India, Brasil y Sudfrica).

    En el mencionado contexto de las nego-

    ciaciones brasileras-sudafricanas, y ante las

    potenciales incorporaciones de la SACU o

    de la SADC a las mismas, Brasil consider

    adecuado hacer formalmente extensiva al

    MERCOSUR la invitacin a negociar, sobre

    todo porque la idea de un ALC entre el

    MERCOSUR y Sudfrica estaba siendo con-

    siderada desde la Cumbre Presidencial de

    Ushuaia, y porque se quera evitar que la

    tarifa comn del MERCOSUR se perforara

    an ms si el acuerdo envolva a Brasil y

    Sudfrica solamente. De este modo el can-

    ciller Lampreia propuso a su par argentino

    Rodrguez Giavarinni la participacin del

    bloque sudamericano en las conversacio-

    nes con Sudfrica. Se plante entonces

    que la implementacin del ALC deba lle-

    varse a cabo en diferentes etapas. En la pri-

    mera se firmara un acuerdo marco, el cual

    otorgara las pautas generales por las cua-

    les se regiran las negociaciones. En la

    segunda etapa se llegara a un acuerdo de

    tarifas arancelarias fijas, y en la ltima se

    rubricara un ALC. (8)

    Es as como el da 29 de junio de 2000,

    el Consejo del Mercado Comn (CMC),

    rgano superior del MERCOSUR que toma

    las decisiones necesarias para cumplir con

    los tratados fundacionales, autoriza al

    Grupo Mercado Comn (GMC), rgano

    ejecutivo del MERCOSUR, a iniciar nego-

    ciaciones formales con la Repblica de

    Sudfrica. Para tomar la decisin, el CMC

    consider que la creacin de vnculos

    comerciales con otros pases era prioritaria

    para la estrategia de relacionamiento

    externo del MERCOSUR y que tanto este

    como Sudfrica podran beneficiarse

    mutuamente a travs de la liberalizacin

    comercial recproca (9).

    Siguiendo los pasos de su antecesor, el

    presidente Thabo Mbeki se hizo presente

    en la Cumbre de Presidentes del MERCO-

    SUR realizada en diciembre del ao 2000.

    La visita fue un signo positivo para el acer-

    camiento entre Sudfrica y el MERCOSUR,

    ya que demostr el apoyo poltico con el

    que contaba el proyecto de ALC desde

    ambas partes.

    Es evidente que Brasil fue el pas miem-

    bro del MERCOSUR que ms trabaj en la

    construccin de lazos con Sudfrica y

    logr su objetivo. Los vnculos culturales

    entre Sudfrica y Brasil indefectiblemente

    influyeron para que esto sea as, en tanto

    que la falta de una identidad cultural com-

    partida entre Sudfrica y los dems miem-

    bros del MERCOSUR impide la consolida-

    cin de lazos regionales ms efectivos.

    Pero sin dudas, la estrategia de largo plazo

    desarrollada por Itamaraty (Ministerio de

    Relaciones Exteriores de Brasil) hacia el

    continente africano y hacia Sudfrica en

    particular, fue el factor determinante. El

    "Proyecto de Acuerdo Marco para la

    Creacin de un rea de Libre Comercio

    entre el MERCOSUR y la Repblica de

    Sudfrica" del ao 2000, fue, en gran

    medida, fruto del accionar brasilero guia-

    do por una poltica exterior nacional plani-

    ficada, con metas consensuadas interna-

    mente y muy claras, pero, sobre todo,

    constante a lo largo de varias dcadas.

    Pero, constante no implic que sea ana-

    crnica, sino que, por el contrario, fue

    continuamente adaptada a los cambios

    operados en el modelo de desarrollo

    nacional, de insercin externa del pas y

    conforme con el contexto externo e hist-

    rico que los enmarc.

    De acuerdo con M. Khanyile, Brasil tiene

    intereses concretos que busca satisfacer

    en su relacin con Sudfrica, intereses que

    tambin esta comparte y halla importan-

    tes, por lo cual la relacin se torna ms

    fructfera. La bsqueda de mercados para

    las nuevas producciones manufactureras

    cariocas y la defensa de producciones tra-

    dicionales, tales como caf, algodn o

    cacao, que hallan competencia en las pro-

    ducciones africanas, son los principales

    intereses econmicos. En trminos de coo-

    peracin poltica busca un acercamiento

    con Sudfrica para defender intereses

    comunes propios del tercer mundo en

    organismos multilaterales. (10) Estos obje-

    tivos son fines esenciales en s mismos

    pero que hacen al objetivo ms general de

    la poltica exterior brasilera, convertir a

    Brasil en una potencia internacional inter-

    media con fuerte presencia regional e

    internacional, sobre todo entre los pases

    en desarrollo.

    EL AACUERDO MMARCO

    Tras la aprobacin del inicio de las nego-

    ciaciones formales entre el MERCOSUR y

    Sudfrica, el da 14 de diciembre de 2000,

    el CMC aprob el "Proyecto de Acuerdo

    Marco para la Creacin de un rea de

    Libre Comercio entre el MERCOSUR y la

    Repblica de Sudfrica"(11). Un da des-

    pus, los Estados Partes del MERCOSUR y

    la Repblica de Sudfrica firmaron el

    "Acuerdo Marco para la Creacin de un

    rea de Libre Comercio entre el MERCO-

    SUR y la Repblica de Sudfrica" (12).

    Un acuerdo marco es un primer paso

    que expone las intenciones de las partes

    en temas como comercio e inversin y que

    generalmente antecede otros niveles de

    compromiso de integracin econmica

    (13). Este Acuerdo Marco suscripto por el

    MERCOSUR y Sudfrica dispone de las

    reglas ms generales y amplias tendientes

    a regular las negociaciones que se enta-

    blarn con el fin de establecer un ALC, por

    el cual las tarifas y las restricciones cualita-

    tivas son abolidas, aunque cada pas deci-

    Document1 18/10/04 12:36 p.m. Page 6

  • 22

    Mercosur y Sudfrica, las relaciones comerciales.

    l Mercado Comn del Sur (MERCO-

    SUR), inaugur en el ao 2000 una

    nueva fase del proceso de integra-

    cin denominada "Relanzamiento del

    MERCOSUR" con el fin de dar un nuevo

    impulso al proceso que haba perdido

    dinamismo a causa de diferencias comer-

    ciales y productivas entre los miembros, y

    a la existencia de una compleja situacin

    financiera internacional. Los objetivos de

    este relanzamiento fueron el reforzamien-

    to de la Unin Aduanera y la promocin

    del bloque a nivel externo, fortificando y

    diversificando lazos con otras regiones. En

    el marco de esta poltica, en el mes de

    diciembre de 2000, el MERCOSUR firm

    con la Repblica de Sudfrica un Acuerdo

    Marco que tiene como finalidad lograr un

    Acuerdo de Libre Comercio (ALC).

    El ccamino hhacia eel AALC

    Histricamente, el grado de relaciona-

    miento que Brasil mantuvo con frica es

    mucho mayor que el que sostuvo

    Argentina con la misma. Esto se debe, en

    gran parte, a la estrategia de poltica exte-

    rior desplegada por Brasil, la cual tuvo

    como uno de sus ejes desde la dcada del

    '60 la relacin con el continente Africano.

    La meta de la "poltica africana", definida

    formalmente durante el mandato del Gral.

    Ernesto Geisel (1974-1978), es, desde

    entonces, asegurar una mayor comple-

    mentacin poltica y econmica que refor-

    zara el perfil externo brasilero en las cues-

    tiones internacionales (2). La realizacin de

    este objetivo se ve facilitado y reforzado

    por la historia y cultura comunes que unen

    a Brasil con frica. Argentina, en cambio,

    nunca consider frica como un rea rele-

    vante, por tanto, la poltica hacia ella des-

    arrollada fue escasa y espordica, depen-

    diendo de la coyuntura internacional y de

    los intereses circunstanciales de nuestro

    pas. Claro ejemplo de esto es que se acer-

    c a los pases africanos cada vez que

    necesit de sus votos en la Organizacin

    de las Naciones Unidas (ONU) en la cues-

    tin de las Islas Malvinas. Sin embargo,

    tanto para Brasil como para Argentina,

    reunin de la Comunidad del Desarrollo

    del frica Austral (SADC) (5), cuya evolu-

    cin acompaaba con toda atencin en

    vistas de la posibilidad futura, pero real, de

    establecer lazos concretos de intercambio

    y compromisos de liberalizacin comercial

    entre el MERCOSUR y la SADC.

    La iniciativa para firmar un ALC entre el

    MERCOSUR y Sudfrica, era, hasta ese

    momento, una idea compartida principal-

    mente por los gobiernos de Brasil y

    Sudfrica y se reflejaba en cada encuentro

    mantenido entre los representantes de

    ambos pases. La situacin cambia tras la

    presencia del presidente sudafricano

    Nelson Mandela en la Cumbre de

    Presidentes del MERCOSUR realizada en

    Ushuaia en julio de 1998. De all en ms,

    la idea de reforzar los vnculos comerciales

    entre el MERCOSUR y Sudfrica se exten-

    di a los dems miembros del bloque sud-

    americano y tom un nuevo impulso.

    Nelson Mandela fue el primer presiden-

    te de un pas no miembro del MERCOSUR

    invitado a dar un discurso en una reunin

    de Jefes de Estados. All expres que la

    cooperacin socio-econmica y tcnica

    ayudara a unir al Sur, siendo la coopera-

    cin Sur-Sur bsica para alcanzar una

    sociedad mutuamente beneficiosa con el

    Norte y para influir en el nuevo orden

    mundial naciente, siendo la coordinacin

    en foros multilaterales es esencial a este

    fin. Adems, Mandela manifest que

    haba un compromiso para fortalecer los

    vnculos entre el MERCOSUR y la SADC y

    que ya se estaba trabajando en ello, y

    subray la posicin estratgica de

    Sudfrica. La misma se sita como un

    puente entre Sudamrica, el Este Asitico

    y frica, esencial para el desarrollo de la

    cooperacin del Sur en vas de desarrollo.

    Tras la visita del presidente sudafricano,

    las expectativas y el compromiso de llegar

    a algn tipo de acuerdo comercial se

    incrementaron. Sin embargo, en el corto

    plazo, no se logr concretar nada real-

    mente a nivel gubernamental, si bien el

    nmero de las visitas e intercambios diplo-

    mticos fue alto. Sumado a esto, desde los

    sectores acadmicos, con aportes de los

    Sudfrica siempre fue un caso especial. Es

    el pas de frica Subsahariana ms impor-

    tante para ambos, sobre todo en los mbi-

    tos comercial y estratgico.

    El rgimen de apartheid sudafricano tuvo

    como consecuencia que el pas sufriera el ais-

    lamiento internacional y diferentes sanciones

    de la ONU. A la crtica al rgimen poltico

    sudafricano se sumaron Brasil y Argentina,

    los cuales durante la dcada del '80 mantu-

    vieron una poltica muy distante hacia

    Sudfrica. Argentina rompi relaciones diplo-

    mticas con Sudfrica en 1986, mientras que

    los flujos comerciales no mermaron, aunque

    tampoco se incrementaron. Brasil en tanto,

    mantuvo sus relaciones diplomticas, pero

    limit otro tipo de relaciones con Sudfrica.

    En 1985, el gobierno de Sarney prohibi por

    decreto los contactos culturales, artsticos y

    deportivos, adems de apegarse a los embar-

    gos realizados por la ONU a Sudfrica en

    materia petrolera y armamentstica. (3)

    Con el proceso de democratizacin que

    comienza a gestarse en Sudfrica en los

    inicios de los '90 y el fin de la Guerra Fra,

    que torna centrales las cuestiones econ-

    micas y desplaza las militares, las posturas

    argentinas y brasileras hacia tal pas cam-

    bian rotundamente y comienza una nueva

    era en las relaciones transatlnticas basa-

    das en la cooperacin econmica y comer-

    cial. A esto se le suma el advenimiento de

    gobiernos de corte neoliberal en

    Argentina y Brasil, los cuales priorizaban

    las relaciones econmicas, siendo muy

    pragmticos a la hora de pensar en las

    relaciones con otros Estados.

    La iniciativa de firmar acuerdos comer-

    ciales con Sudfrica provino de Brasil, cuyo

    Ministro de Relaciones Exteriores en el ao

    1995 lanz la propuesta a su par sudafri-

    cano (4). Desde ese momento los inter-

    cambios entre funcionarios de las reas

    econmicas y diplomticas. En 1996 el

    Presidente Fernando H. Cardoso visit

    Sudfrica con el propsito de estrechar la

    cooperacin socio-econmica entre los

    dos pases, con la posibilidad de extender

    tales vnculos para incorporar al MERCO-

    SUR. En ese momento, el canciller

    Lampreia declar que Brasil particip de la

    Las relaciones comercialesMERCOSUR - SUDFRICA

    E

    Por CCarla MMorassoInvestigadora de la Funif

    7

    Los dueos de la pelota

    entre las primeras manifestaciones devoluntad de los nuevos Estados indepen-dientes, consta la demanda de adhesina la FIFA. Como si ella fuera tan natural ynecesaria como la ONU; como si la defi-nicin del Estado no debera limitarsems a los tres elementos tradicionales -territorio, poblacin y gobierno-, sino quedebera aadirse un cuarto tambin esen-cial: un equipo nacional de ftbol" (11),esencial desde el punto de vista que,como pocas herramientas, usualmentecontribuye de manera central a la cons-truccin de la nacionalidad.

    En lo que respecta al terrorismo, fan-tasma que hoy parece sobrevolar tambinlos JO de Atenas 2004, cabe resaltar queel ataque terrorista a los atletas israelesen los JO de Munich en 1972, revel parala comunidad internacional al fundamen-talismo rabe organizado como un actorque adquirira ms y ms poder y presen-cia con el paso de los aos. Desde enton-ces, la agenda de las relaciones interna-cionales ha planteado al terrorismo inter-nacional como una de sus problemticascentrales. ste ha sabido, por su parte,ejercer su amenaza con mayor o menorcriterio, con mayor o menor fortuna, enesta reproduccin de la realidad-mundialque son las competencias deportivasinternacionales, incluso en su dificultadpor categorizar actores de las relacionesinternacionales de tan dismil naturaleza.De ms est decir que resulta imposiblede creer un futuro en el cual los smbolosde la Jihad Islmica se paseen con sucomitiva de atletas por el desfile inaugu-ral de unos JO.

    LO IIMPORTANTE EES CCOMPETIR

    En este esquema de transcripcionesalgo deformadas del texto de la realidadinternacional, nos encontramos con losJO de Atenas 2004: una estimacin de40.000 millones de televidentes de todoel mundo en audiencia acumulada, con laparticipacin de ms de 10.500 atletas de202 naciones del mundo, y gananciasestimadas en el doble de los 6000 millo-nes de euros invertidos (12). Frente astos datos por dems de elocuentes, elgesto de Robina Muqimyar, pionera atle-ta afgana que corre en los JO utilizando eltradicional velo sobre los ojos, o el "res-cate" por parte de la fuerza area austra-

    liana de los atletas irakes especialmenteinvitados a intervenir en los JO, no dejande exhibir hasta el paroxismo un estadode cosas en el mundo actual.

    Ms all de claros smbolos de resistenciacultural o de las expresiones del avasalla-miento de un Estado en manos de la carro-a internacional, la globalizacin capitalistaencuentra en el deporte a uno de sus mejo-res exponentes. La industria del deporte(como en general toda la industria delentretenimiento) constituye uno de los sec-tores ms dinmicos y en mayor crecimien-to de la economa mundial. Por otra parte,la lgica de la competencia (propia del capi-talismo global) es exaltada con naturalidaden las competencias deportivas, las nacio-nes se cargan sobre los hombros de susatletas y la desproporcin del que puede ydel que no, se profundiza a medida que seacrecienta la brecha entre el deporte profe-sional y el amateur.

    Las empresas transnacionales, por suparte, cierran negocios millonariosembarcadas en los "mandatos" de laindustria del patrocinio e, incluso, cadavez ms, gozan del poder de determinarquines pueden o no tomar partido de lascompetencias, a la vez de quienes debenservir de anfitriones, segn lgicas pura-mente comerciales.

    Es cierto, los JO de Atenas "celebran lahumanidad", tal como reza su lema, perouna humanidad globalizada, integrada almundo de las comunicaciones y al consu-mo, capitalista y democrtica en lo posi-ble, un mundo en el cual los Estados pocoa poco no constituyen ms que espaciosde franquicias o diseos publicitarios. Aese mundo quieren ingresar aquellospequeos Estados an no reconocidoscomo iguales. A esa realidad parecen aludirlas amenazas de los ms de veinte gruposterroristas que pugnan por lograr la reper-cusin internacional que la mega concen-tracin de medios de comunicacin de todoel mundo puede brindarles.

    Como bien resume Christian Bromberger,el deporte de competicin no apela slo a lareligin de la mundializacin, sino a la vez asus templos, sus ceremonias, su liturgia, sucredo y sus fieles, sus evangelistas, su inqui-sicin y sus mrtires; constituyen por s unavitrina abierta sobre el advenimiento radian-te del capitalismo planetario, es decir, de lasociedad del entretenimiento y de la mer-cantilizacin universal (13).

    1) Desde el fascismo italiano, pasando por la Juntamilitar argentina que particip en la organizacin delMundial FIFA de 1978.2) Citado por Cashman, Richard, en Global Games:from the Ancient Games to the Sydney Olympics enhttp://www.aafla.org/SportsLibrary/SportingTraditions/2002/st1901/ST1901j.pdf.3) Boniface, Pascal, La geopoltica del ftbol enhttp://alainet.org/active/show_text.php3?key=67.4) A esta poca le debemos las valoraciones seudo-militaristas de las competencias deportivas: "contien-das", "hazaas", "hroes deportivos", etctera.5) Velsquez Buenda, Roberto. El deporte moderno.Consideraciones acerca de su gnesis y de la evolu-cin de su significado y funciones sociales, en:http://www.efdeportes.com/. Revista Digital. BuenosAires. Ao 7. No. 36. Mayo de 2001.6) Huntington, Samuel, El choque de civilizaciones,Ed. Paids, Bs.As., 2002, p. 234.7) A modo de ejemplo, numerosas son las publica-ciones oficiales distribuidas por las embajadas chinasen todo el mundo que refieren a la problemtica encuestin, a partir de la decisin del COI en 1992:Boletines oficiales de la Oficina de Informacin delConsejo de Estado de la Repblica Popular China: Losderechos humanos en China (1992), The report ofthe Peoples Republic of China on the implementa-tion of the Nairobi forward-looking strategies for theadvancement of women (1994), Nuevos avances delos derechos humanos en la Regin Autnoma deTibet (1996), Libertad de creencia en China (1997),por citar slo algunos. 8) En 1956 Egipto, Irak y el Lbano boicotearon los JOde Melbourne para manifestar su oposicin a la ocu-pacin franco-inglesa del Canal de Suez, lo mismohicieron Espaa y Suiza para protestar contra la ocu-pacin sovitica en Hungra. En 1980 Estados Unidosorganiz el boicot contra los JO de Mosc, mani-festndose en contra a la invasin sovitica deAfganistn, devolvindosele el favor en 1984,durante los JO de Los ngeles, en los cuales ni laURSS ni 12 de sus pases aliados intervinieron. 9) Ozren Kebo, Erasmus Zagreb, citado por Boniface,Pascal, op. cit.10) Ramonet, Ignacio, Le sport c'est la guerre, enManire de voir, N 28, Le Monde, Pars, Mai 1996.11) Boniface, Pascal, op. cit.12) Cabe aclarar que el mayor financiador de los JOAtenas 2004 ha sido la Unin Europea (UE) en suconjunto, aportando en algunos casos, hasta el 75%de la inversin demandada en, por ejemplo,infraestructura urbana. En "La UE contribuye con1.400 millones de euros a financiar infraestructurasesenciales de los JJOO de Atenas", enhttp://www.lukor.com/not-por/0408/10211320.htm,10/8/2004. 13) Bromberger, Christian, Aimez-vous les stades?, enManire de voir, N 28, Le Monde, Pars, Mai 1996.

    Document1 18/10/04 12:36 p.m. Page 7

  • 8La importancia comercial de China.

    EL AATRACTIVO DDEL AASIA OORIENTAL EENGENERAL YY DDE LLA RRPCH EEN PPARTICULAR.

    a he realizado, en nmeros ante-riores, referencia a la precisingeogrfica del concepto de AsiaOriental (1), por lo cual me intere-

    sa destacar en este artculo la vinculacinde la Argentina con la Repblica PopularChina (RPCh) como eje estructural de suestrategia para relacionarse con dicharegin. Su importancia no slo se explicapor su peso econmico sino tambin pol-tico. Por un lado, el primero sugiere laposibilidad de convertirse en el medianoplazo, de mantenerse en el tiempo lasvariables que hacen al crecimiento econ-mico, ceteris paribus, en la segunda eco-noma a escala mundial y, por consiguien-te, en la locomotora econmica de laregin. Por otro lado, el segundo nos hacepensar en una China interlocutora con elresto de la regin, por lo que una buenarelacin poltica con esta nacin es el pri-mer punto para mantener una vinculacincordial con el Asia Oriental.

    En general, el atractivo de la regin seexplica en que sta detenta el 33% de lapoblacin, el 22% del producto brutomundial y el 28% del comercio mundial.En lo particular, la RPCh participa del 7%del comercio mundial y mantiene tasas decrecimiento superiores al 7% (durante losltimos 3 aos). Su importancia como des-tino comercial radica en los ms de 1.300consumidores que da a da detentanmayor poder adquisitivo, el ingreso percapita de China se ha cuadriplicado en losltimos 15 aos. Sin embargo, esta nacinslo cuenta con el 1% de las reservas depetrleo mundial, slo un 3% de su super-ficie es zona forestal y tan slo el 7% de suterritorio es tierra cultivable. Pero lo ciertoes que, China ha comenzado ha consumiry eso modifica la actual tendencia delcomercio internacional.

    de las compras asiticas, en general, y delas chinas, en particular, radica en un doblefenmeno: la crisis crnica (2) y la altadependencia en soja.

    Por su parte, el modelo de vinculacinde la Argentina ha gravitado en torno atres estrategias. La primera, de tipo bila-teral, se trata de la accin propia de losrganos diplomticos del Estado, misio-nes empresariales, acompaadas por per-sonal diplomtico o por las visitas oficia-les, entre otras. La segunda, de tipo pluri-lateral (3), consiste en el desarrollo de losdilogos MERCOSUR - Japn / RPCh /ASEAN. Finalmente, la tercera es la detipo multilateral, que si bien encuentra enla Organizacin Mundial del Comercio(OMC) y en las Naciones Unidas (NU) suprincipal mbito de actividad, cuentadesde 1998 con una nueva opcin: el

    MODELO DDE VVINCULACIN DE LLA AARGENTINA CCON LLA RREGIN

    En una mnima retrospectiva histrica dela poltica exterior argentina, es fcilcomprender que el Asia Oriental ha teni-do baja prioridad en comparacin conotras regiones y principalmente conOccidente. Si bien la relacin poltica conla RPCh ha sido muy importante desde elestablecimiento de relaciones diplomti-cas en el ao 1972, la vinculacin con elresto de la regin (a excepcin del Japnque se presenta como el segundo eje devinculacin con el Asia Oriental) no se haestructurado en modo alguno en unapoltica de Estado. Esta situacin se expli-ca principalmente por la propia culturapoltica argentina de corte eurocntrica yporque, tanto el continente europeocomo el americano, han sido los mbitosnaturales para el desarrollo progresivo dela poltica exterior nacional.

    Por qu debe la Argentina repensar supoltica hacia el Asia Oriental en general yhacia la RPCh en particular? La respuestaes simple: el peso econmico-comercialde la regin y de China (parte integral desta) y la necesidad de revaluar el mode-lo de insercin argentina con el mundoexterior parecen entonces, haber llegadoa un punto de interseccin.

    En este contexto, el giro comercial ines-perado producido durante 2003 convirtia la Asociacin de Naciones del SudesteAsitico (ASEAN), a la RPCh, a Japn, a laRepblica de Corea y hasta a la India (queen sentido estricto pertenece a AsiaCentral), en el segundo de los principalesdestinos de las exportaciones argentinas.Sin embargo, esto parecehaber sido ms el resultadode la coyuntura que de laestrategia de vinculacinargentina. (Cuadro N 1)

    En este sentido, la clavepara entender el aumento

    GIGANTE CHINO

    La importancia comercial de China y nuestra vinculacion politico-comercial con el

    Y

    Unin Europea

    MERCOSUR

    NAFTA

    Chile

    ASEAN

    RPCh

    Medio Oriente

    India

    Repblica de Corea

    Japn

    Resto de ALADI

    Resto

    19.8 %

    19.0 %

    14.2 %

    11.7 %

    11.5 %

    8.7 %

    2.8 %

    1.9 %

    1.5 %

    1.2 %

    4.0 %

    11.4 %

    Cuadro de elaboracin propia. Fuente: "IntercambioComercial de Argentina. Datos de Exportaciones eImportaciones. Enero - Diciembre de 2003".www.cei.gov

    Cuadro NN 11: EExportaciones AArgentinasPeriodo: eenero // ddiciembre dde 22003

    Por LLuciano BBolinaga.Licenciado en Relaciones Internacionales UNR. Investigador de la FUNIF

    21

    La Mezcla perfecta para una bebida amarga.

    vas generaron el obvio resultado de esteproceso, la devaluacin de diciembre, eltristemente clebre "error de diciem-bre". As, la indisciplina fiscal y moneta-ria sirvi como catalizador de inestabili-dad, incertidumbre y prdida de confian-za en la economa mexicana, que tuvocomo consecuencia la fuga masiva decapitales y la fuerte especulacin en con-tra del peso mexicano. Esto hizo que eltipo de cambio fuese insostenible y deri-vara en una devaluacin acumulada decasi 100% en tan solo unos meses. Porltimo, pero no menos importante, hubofactor externo y exgeno: el alza en lastasas de inters internacionales y deEstados Unidos que atrajeron las inver-siones de portafolio salientes de Mxico,funcionando como la una gota amargams en la preparacin del margarita(Schiavon, 2003).

    CONCLUSIONES

    Qu hubiera prevenido o, al menos,reducido la magnitud de la crisis? Al menostres opciones eran posibles. Primero, pudoreforzarse el tipo de cambio existentehaciendo ms estricto el control de la pol-tica monetaria; sin embargo, debido a queel peso estaba sobrevaluado en trminosreales, esto solamente hubiese retrasado loinevitable. Segundo, pudo devaluarse elpeso y estabilizarlo en un nivel de equilibrioa largo plazo o incluso cambiar hacia unanueva institucin monetaria, un consejomonetario. Lo primero se intent con lamini devaluacin de 15% el 20 de diciem-bre, pero la poca confianza de los inversio-nistas desencaden un ataque especulati-vo contra el peso que hizo imposible estaaccin. Lo segundo hubiese sido muy cos-toso polticamente para un gobierno tannacionalista como el mexicano, pueshabra tenido que renunciar a su autono-ma en poltica monetaria y seguir la deEstados Unidos; adicionalmente, el fracasodel consejo monetario argentino evidencilos altos costos de esta opcin. La ltimaposibilidad -que fue la que finalmente seescogi- era la de abandonar el tipo decambio fijo con devaluacin menor prea-nunciada y permitir la libre flotacin delpeso. (Whitt, p. 13). Cules son los costosy los beneficios de esta opcin?

    Los defensores de los sistemas de tasasde cambio flexibles argumentan que

    economa, reducir an ms el papel delgobierno en la economa, inducir el aho-rro interno y la inversin, controlar ladeuda pblica y privada (y su estructura ydenominacin), e incrementar la transpa-rencia de la accin gubernamental,haciendo pblicas de manera ms fre-cuente las cuentas nacionales y la infor-macin financiera del gobierno. No obs-tante, en el todava funcional sistemaautoritario mexicano, se percibi que loscostos polticos de estas acciones, en tr-minos de constreir las opciones de pol-tica pblica del gobierno, eran relativa-mente altos. No fue sino hasta que sebebi la ltima gota de esta bebida amar-ga y que se gener internacionalmente elefecto tequila que estas polticas se con-sideraron necesarias (Schiavon, 2004).

    stos: 1) corrigen automticamente losdesequilibrios en la balanza de pagosmediante depreciaciones y apreciacionesdel tipo de cambio, sin la intervencin delgobierno o cambios en las reservas inter-nacionales; 2) generan una clara defini-cin del grado de ventaja comparativaentre las naciones; 3) aseguran el balanceexterno y las polticas nacionales puedendedicarse a alcanzar el balance interno; 4)incrementan la efectividad de la polticamonetaria; 5) no imponen costos por laintervencin gubernamental y; 6) evitanque el gobierno establezca el tipo de cam-bio en un nivel de desequilibrio. Sinembargo, estos sistemas tienden a serms inflacionarios que los fijos, porqueimponen una disciplina menor en los pre-cios nacionales, aumentando relativamen-te la incertidumbre en el comercio y lasfinanzas internacionales, pudiendo gene-rar una reduccin menor en el intercam-bio de bienes y en el flujo de capitales(Salvatore, captulo 20).

    As, si un sistema de tasas de cambioms flexible se hubiera impuesto durantela administracin de Salinas -posiblemen-te mediante la devaluacin paulatina deltipo de cambio que reflejara de maneraefectiva la diferencia real entre las tasasde inters de Mxico y Estados Unidos-, elgigantesco dficit en la cuenta corrienteno se hubiera desarrollado, los flujos decapital externo hubieran sido menorespero ms controlables, el consumo des-medido hubiera disminuido y las tasas deahorro se hubieran mantenido en nivelesms altos. Tambin, las tasas de intersreales hubieran sido ms moderadas yhubieran inducido mayor inversin, lasreservas internacionales se hubieran man-tenido en un nivel ms bajo pero a la vezms estable, y la poltica monetariahubiera sido ms eficaz. Sin embargo,una mayor inflacin y ms incertidumbrehubieran sido los costos de estas accionesy se hubiera reducido el influjo de capitalexterno que se necesitaba para inducir elcrecimiento de una nacin en desarrollocomo Mxico.

    Asimismo, se pudieron llevar a cabootras polticas que hubieran disminuido laincertidumbre y generado confianza en elmbito domstico y en el internacional,como mantener un crecimiento modera-do y estable en la oferta monetaria, con-tinuar con las reformas estructurales en la

    BIBLIOGRAFA

    Blanchard, Olivier, Macroeconomics, Upper Saddle River,N.J., Prentice Hall, 1997.Economist Intelligence Unit, Mexico: EIU Country Forecast,The Economist Intelligence Unit Limited, Second Quarter1996.Eichengreen, Barry, and Albert Fishlow, Contending withCapital Flows: What is Different About the 1990s?, New York,Council on Foreign Relations, c1996.OECD, Estudios Econmicos de la OCDE: Mxico,1991/1992, Paris, OECD, 1993.Salvatore, Dominick, International Economics, fifth edition,Englewood Cliffs, Prentice Hall, 1995.Schiavon, Jorge A., "La Relacin Mxico-Estados Unidos en elConsejo de Seguridad: Conviviendo con la PotenciaHegemnica", Istor, nm. 13, 2003, pp. 130-136.Schiavon, Jorge A., Hurdling Toward the Market:Institutions and Structural Reform in Latin America, Tesisde Doctorado, University of California, San Diego (versindefensa), 2004.Schiavon, Jorge A. y Antonio Ortiz Mena L.N, "AperturaComercial y Reforma Institucional en Mxico (1988-2000):Un Anlisis Comparado del TLCAN y el TLCUE", ForoInternacional, v. 41, nm. 4, 2001, pp.731-760.Whitehead, John C., and Marie-Jose Kravis, coords.,Lessons of the Mexican Peso Crisis: Report of anIndependent Task Force, New York, Council on ForeignRelations, c1996.Whitt, Joseph A., Jr., "The Mexican Peso Crisis", enFederal Reserve Bank of Atlanta Economic Review, vol. 81,num. 1 (Jan.-Feb. 1996), pp. 1-20.Williamson, John, "What Washington Means by PolicyReform" en [...], Latin American Adjustment: How MuchHas Happened, 1990, pp. 7-20.

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    La Mezcla perfecta para una bebida amarga.

    de capital externo para compensar el des-equilibrio. Para atraerlos, el gobiernocomenz a aumentar las tasas de intersreal y puso en circulacin deuda con unatasa de inters alta, a corto plazo y conpago garantizado en dlares, llamadosTesobonos. Esto gener un influjo decapital masivo; sin embargo, mientras lainversin extranjera directa se mantuvorelativamente constante de 1990 a 1993,la inversin de portafolio subi vertigino-samente de alrededor de 4 a 28.5 milmillones de dlares (Whitt, p. 10).

    Las inversiones de portafolio son muysensibles a los cambios en las tasas deinters y al riesgo, y estn sujetas a trans-formaciones sorpresivas e inmediatascuando las condiciones naciona-les e internacionales se modifi-can. El crecimiento de este tipode inversin extranjera se produ-jo por la diversificacin de losportafolios de inversin en losfondos de pensin y las compa-as de seguros en EstadosUnidos, la liberalizacin interna-cional de los mercados financie-ros, el crecimiento en las opcio-nes de fondos mutuos y la dis-minucin en las tasas de intersen Estados Unidos. (Eichengreenand Fishlow, p. 30).

    El alza en la tasa de intersreal en Mxico tambin priv alos inversionistas nacionales decrditos accesibles, reduciendola inversin interna y generandouna recesin en trminos percpita y una baja en el creci-miento del PIB per cpita realdesde 1990, el cual alcanz una cifranegativa de -1.5% en 1993. En su lugar,las instituciones financieras mexicanastransformaron el capital extranjero encrdito dirigido al consumo y lo emplea-ron tambin para llenar las reservas inter-nacionales del banco central mexicano aun nivel histrico nunca alcanzado.

    Finalmente, debido al alza repentina enlos crditos de los bancos comerciales y,ms an, en el gasto privado en consumointerno -aunado a un crecimiento percpita bajo o negativo y un vertiginosoaumento del desempleo-, el ahorro priva-do interno decreci de un ya bajo 21%del PIB en 1989 a un 11% en 1994. Estohizo a la economa mexicana muy vulne-

    plazo por la estabilidad poltica en el cortoplazo; sin embargo, el desequilibrio eco-nmico que se gener como consecuenciade esta decisin se volvi inmanejable alargo plazo y provoc la peor crisis polticay econmica en el Mxico moderno. Dequ manera se combinaron las variablespolticas y econmicas para producir estacrisis tan dramtica?

    Ante todo, la crisis se gener por laerosin de los pilares econmicos quehaban mantenido un ambiente econmi-co estable, aun frente al gigantesco dfi-cit en la cuenta corriente y al muy sobre-valuado peso. Las estrictas y acertadaspolticas monetarias y fiscales se reempla-zaron por una rpida y creciente oferta

    monetaria y un alza considera-ble en el gas