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jSoletín fllbercantíl be fcto.*lßtcc Mitsui USUllllilOTU DIARIO INDEPENDIENTE DE INFORMACION UNIVERSAL. Suscripción mafiiual! 7* ü AÑO 70. A los suscriptasj Apios P*r la bnima marcha ¿a cata Adimnis- traciÓD, ao admitimos ALTAS do suscripto- res i cato diario sino desde el t # de cada -nos. Las BAJAS se avisará* tos dias 30 6 31 adviertiéndose que las que se dieren eos posterioridad do se tomarás es cuenta si surtirás efecto es la cout&bilkl&d hasta el dfa 61 timo del mes siguiente al en que se soliciten. Desde Parts LA LEY Y LA COMPASION El viento, aparte de todo, so- pla hacia la compasión. Y sin embargo, los crímenes aumen- tan. ¿Es verdaderamente com- pasión ó se trata de esa especie de emotividad que es más bien na enfermedad nerviosa? Des- de el dia en que el presidente del tribunal de Chatean Thierry absolvió á una mujer que había robado, so pretexto de que el hambre puede impeler al robo, está de moda decir que la lev está mal hecha. Se divierten en oposición á la ley corno se hace á veces oposición al gobier- no, por “dilettantismo.” Los malhechores aumentan. Se los castiga á veces, pero con más frecuencia se los compade- ce. Se ha tomado la costumbre actualmente de considerar á to- do criminal como un irrespon- sable. “¿Ha matado? Es cierto, no tiene la culpa. Su ta tarabüélo bebía ajenjo y murió loco.** Es posible, pero no es, sin embargo, un motivo para dejar vagar y divagar en libertad un ser que mañana clavará su cu- chillo en la espalda de un tran- seúnte para robarle su porta- moneda. Chateaubriand, antes, se le- vantaba con elocuencia contra ios que tenían una compasión excesiva por los criminales. ‘*Se cree excusado todo—escribía en las “memorias de Ultratumba,” cuando se ha exclamado: “¿Qué queréis? Es mi carácter. Es la enfermedad humana.' Cuando se ha matado á su padre, se repi- te: 4 ‘Así estoy hecho.” Y la gente se queda allí con la boca abierta y se examina el cráneo de esa potencia y se reconoce ‘"que está hecho así.** ¿Y qué me importa que “estéis hecho así?** ¿Debo sufrir ese modo de ser? Sería un hermoso caos el mundo, si todos Iqs hombres q ue *están hechos así" vinieran á querer imponerse unos á otros. Cuando no se pueden borrar sus errores, se los diviniza, se hace un dogma de sus faltas, se cam - hian en religión sacrilegios y se creería apóstata renunciar al cuito de sus iniquidades.* Lo que Chateaubriand escri- bía antes puede aplicarse toda- vía en nuestros días. Las per- sonas “que están hechas así” quieren imponerse á los demás con sus pasiones, sus violencias y sus vicios. Y generalmente se las excusa. ¡Cuántas veces, delante del Jurado, he visto aplaudirá acu- sados después de su absolución! Se puede compadecer á un ase- sino, se puede perdonarle, pero ao ae debe felicitarlo. Hemos visto eso* arcángeles del asesi- *ato, esas heroínas del revólver, "walkirias” de tribunal, creerse seres superiores á los cuales se les permite todo. No soy de los que consideran que la ley no debe tener compa- sión. Los magistrados de ahora han humanizado la espada clá- sica de la ley. Pero no conven- dría. sin embargo, que el código penal se convirtiese en idílico. Y sin embargo, se piensa en quitarle ese vago prestigio de terror que podía inspirar toda vía á los malhechores. Hemos tenido hace algunos años una ley admirable, porque era hu- mana, la ley de aplazamiento, á la cual el senador Beranger ha dado su nombre. Cuando un individuo se pre- senta por primera vez delante de la justicia, el tribuoal puede de allí en adelante decirle: “Has- ta ahora, ha sido usted un hom- bre honrado. El caso de usted es doloroso. Pero ha cometido sin embargo, un delito que cae bajo el peso de la ley- Es pre- ciso castigarle y vamos á con denarle. Pero no sufrirá usted esa prisión, ni pagará tal multa, si durante cinco años se porta usted bien: la pena que dicta- mos ni siquiera se inscribirá en nuestro archivo judicial y nadie sabrá su condena, Pero en cam- bio, si de aquí á cinco años rein- cide usted, será entonces obli gado á cumplir la condena de prisión ó pagar la multa. Tal es la ley de aplazamiento. Es perfecta. Permite el arre perdimiento. Da al criminal cma advertencia que le será sa- ludable, manifestándole que si la ley puede ser compasiva, no es pertimido, sin embargo, vio- larla. Pero, según parece, esta lev es demasiado severa aún. Se ,propone ir más lejos y perdo- nar lisa y llanamente al crimi- nal si tribunal cree que el criminal lo merece. Que haya matado ó robado poco importa, todo se olvidará y perdonará. Ni siquiera quedará el temor de la condena condicional suspen- dida durante cinco años, como en la ley de aplazamiento. No. “¿Ha matado usted? No hable- mos más. Eso no vale la pena. Es tiempo perdido”. No teníamos necesidad de se- mejante ley en nuestros códigos Pienso bien, por otra parte, que no será votada nunca. Pero lo interesante de comprobar, es ese síntoma de sentimentalismo insípido que nos invade. Ya no reaccionamos, lloramos y lagn meamos en todo. Hasta por el criminal. El hombre bueno, oscuro, ig norado, nos conmueve menos que la suerte de un joven la- drón y de un joven asesino. Construimos para los jóvenes “apaches” en flor, caballeros del cuchillo, costosos dispensarios en que están alojados, alimen - tados y abrigados, y mientras tanto hay muchas buenas per- sonas, pobres gentes que ni si- quiera tienen el asilo nocturno las noches de invierno. Hay, sin embargo, un antiguo proverbio en el cual conviene pensar con frecuencia y que deberían meditar los profesio- nales del crimen: “Todo se paga**. —O ai menos, 4 todo debería pagarse*’. Esterad at the Post Office at San Juan as second class matter. ?an Juan, Puerto-Rico Miércoles 2 de Septiembre de 1908 la iiia del misterio % En torno de tina de las momias más notables del Museo Británico se ha formado, no ya una superstición, sino un verdadero culto, y algunos de los periódicos de Londres han publicado numerosas cartas de creyentes citan- do los casos en qne sus súplicas y oraciones á la momia han sido satisfe- chas ni más ni menos que si las hu- bieran dirigido á la imágen más mi- lagrera. Pensaban los egipcios que las al- mas de ciertas personas muy favore cidas por los dioses conservaban para siempre dominio y poder absolutos sobre los cuerpos que habían ocupa do durante so residencia ea la tie- rra, y sobre ésto se han basado mul- titud de novelas modernas. Los cre- yentes en los milagros de la momia del Museo Británico están persuadí dos de que en ella se ha operado uno de esos milagros de reencarnación. Amen-Ra era el dios ante el cual ministraban las mujeres, y tan sa- grado era el oficio de éstas que sólo era permitido ejercerlo á las damas de alta alcurnia. Muchas de las sa- cerdotisas de Amen eran esposas ó hijas de faraones. Primera entre t-llas fué hace cosa de 3.000 años la hermosa Katebet, mujer de elevada estatuía y de funciones llenas de ma- jestad, cuya momia es la que hoy puede verse en el Museo Británico y i la cual rinden el culto que hemos dicho unos centenares de inglesas más ó menos místicas ó más ó menos chilladas. La verdad es que las cosas que ha hecho hasta ahora la momia de la sacerdotisa son para llamar la aten- ción. Es seguro que cuando la de- positaron en su tumba hace treinta siglos, Katebet aspiraba, como toda egipcia bien nacida, á que la dejaran dormir en pa/. fwr los siglos de tos si- glos , y si los dioses la otorgaron el privilegio de que su alma velara eter- namente sobre sus despojos mortales, su indignación ysu ira debieron ser grandes cuando hace años un sacrile- go arqueólogo la sacó de su sepultu ra y la vendió áun opulento inglés le Londres. La venganza de la sacerdotisa no se biso esperar. Durante la travesía de Egipto á In- glaterra. se levantó un temporal fu ríoso en que estuvo á punto de per- derse el buque, y un golpe de mar arrancó de sobre cubierta a! atrevido arqueólogo y lanzándolo á las olas lo sepultó en ellas para siempre. El inglés, á cuyo museo particular iba destinada ía momia, disfrutó muy poco tiempo de su adquisición: de repente, en plena salud, y en la flor de la vida, halló una muerte violenta en un accidente. Su familia empezó i inquietarse de la mala sombra que evidentemente traía la sacerdotisa egipcia yse apresuró á regalarla al Museo Británico. Los embaladores, ios carpinteros y hasta los mozos que ayudaron á empaquetar la momia, sufrieron todos ellos percances mis- teriosos. Cundió con estola fama de la mo- mia, y uno de los fotógrafos más co- nocidos en Londres, obtuvo permiso para fotografiarla. No bien cogió su ayudante el pesa- do ataúd para levantarlo, cuando lan- zando un grito lo soltó más que prisa: de la manera más inexplicable se había cogido un dedo lastimándoselo hasta el punto que hubo que llamar á toda prisa áun médico. Se hizo, sin embargo, la fotografía Pero al llegar á su casa el fotógrafo se en- contró con que su hijo menor, jugan- do en el jardín se había subido sobre los critales de una estufa y los había ocurrido ála misma hora en que él estaba haciéndola fotografía. Pero lo más notable es que al revelar ésta, apareció detrás de la pintada máscara que hay sobre la cubierta de los ataú- des egipcios, la cara verdadera de la momia, con una expresión de vida asombrosa, qne el fotógrafo, sobreco- gido de terror, dejó caer al suelo la placa, que se hizo mil pedazos. Los escépticos piensan qne fué una verdadera lástima la destrucción de un noubie retrato. No se ha necesitado más para que el culto que ya germinaba en muchos espíritus supersticiosos, se haya con- vertido en realidad, y hoy d*a hay en Londres una porción de devotos de la serdotisa Katebet que creen firme- mente que el alma de ésta ha vuelto ásu cuerpo. A ella acuden como los griegos al oráculo de Delfos. Se arrodillan á sus pies, concentran el pensamiento, expresan mentalmente su deseo y esperan á que conste la momia. Siénta mueve la cabeza.es señal de que accede á lo que se le ha pedido; si permanece inmóvil, es que lo niega. Y el caso es que la momia mueve á veces la cabeza, lo cual explica la gente del Museo diciendo procaz é incrédula que para la calefacción de aquellas salas se emplea un poderoso dinamo cuyas trepidaciones son las que hacen moverse á la sacerdotisa egipcia. ¿Hase visto mayor impiedad? La lata él Congo Alemania y Francia en la cuestión El corresponsal del ‘Chronicle” en Bruselas, telegrafía que un miem- bro del partido liberal de la Cámara de Diputados le ha dicho que Ale- mania abriga la intención de inter- venir en Ta cuestión del Congo, en cuanto el Parlamento belga vote la cuestión Estado Libre. Según el mismo Diputado, el go- bierno alemán picosa protestar con- tra una de las cláusulas del tratado de anexión. Créese que esa interven- ción provocará la convocación de otra conferencia sobre la cuestión del Con- go. El emperador y canciller von Bulow están de pleno acuerdo sobre este asumo-y el rey Leopoldo ha si- do informado de ello. Anuncian de ’>U: olas que estén completamente terminadas las nego- ciaciones entabladas entre Bélgica y la Francia con respecto al Congo. Dicen que versan principalmente so bre el derecho de preferencia de la Francia, en caso de que se pensara ceder el Congo. Bélgica querít?, evi dentemente, recuperar, en caso de que ella anexare el Congo, las obli- gaciones contraídas por el Estado Li- bre; pero el gobierno de París ha querido valerse de esas negociacio- nes para llegar á un arreglo sobre las cuestiones ya surgidas con respecto al Estado Libre. Un órgano oficioso dice que la Francia ha obtenido una rectificación de la frontera franco-congoleña, co- rno también una reducción en las ta- rifas de las vías férreas del Bajo Con- go, para el transporte de mercaderías destinadas al Congo francés. Elegantes sospechosos Los señores carlistas Tres elegantes extranjeros instaláronse en la cueva del monte San Roque en Vizcaya. La policía, sospechando algo, los apresó y condujo á la ciudad donde fueron identificados y puestos en livertad. Ai regresar a la cueva los ex- cursionistas encontraron que habían sido desvalijados. Los carlistas tuvieron hoy una excursión al campo de ba- talla de Somorrostro donde di- jeron uua misa y celebraron un “meeting”. Fueron hostilizados por los biskaitarras quienes pa- saron todo el tiempo cantando el himno biskaitarras y vitorean do á“ Euskería libre, los carlis- tas en cambio vitorearon á Es- paña. Hubo algunas pequeñas coli- siones, que fueron extinguidas por los guardias civiles. Número 207 la Guerrero en el Brasil El periódico “A Noticia”, de Río Janeiro, dice lo siguiente: “Vamos á poder apreciar todavía en este mes una de las mayores cele- bridades del teatro contemporáneo, la actriz española María Guerrero. “La ventura que nos promete la próxima visita de esta artista, no con- sistirá solamente en el encanto de verla y de oirla, lo que, aisladamente, ya sería mucho, porque la Guerrero es una de las más completas actrices de hoy, admirada y aplaudida por los más axigentes teatros de Europa. “Pero además de eso vamos á oir las perlas del teatro clásico español, que es de una opulencia y de una be- lleza insuperables, estupendo tesoro de maravillas de imaginación y de fantasía, acumuladas durante siglos, desde Lope de Vega hasta Echega- ray y Galdós, pasando por Calderón, Tirso de Molina, Alarcón, Zorrilla y Núñez de Arce, un verdadero asom- bro de nombres y de glorias. “La temporada de la señora Gue- rrero va á ser para el público de Río Janeiro una revelación. “Vamos á conocer por primera vez el teatro más rico de todas las litera- turas, el uue imitaron los mejores escritores franceses. “Fué en el viejo teatro español donde hallaron muchas de sus más altas inspiraciones Comedle, Lesage, Beaumarcháis y Víctor Hugo, y no puede extrañar esa imitación quien sabe que ya la poesía caballeresca de Europa estaba en la Edad Media casi toda inspirada en ia primitiva litera- tura de España. “Y no es esto todo. Tengo una noticia que voy á ser el primero en comunicar al público. Así como Tina hizo traducir y representar “La dote *, de Arturo Acevedo, también María Guerrero va á prestar á nuestra lite- ratura ese homenaje cautivador. “Sé que voy i ser indiscreto reve- lando un secreto que me fué confiado al oído con bs miyores recomenda- ciones de reserva. “Pero los cronistas que viven á caza de asuntos no pueden tener la virtud de la discreción... Ahí va el secreto: María Guerrero representará en Río, en español, la pieza en un acto, de Coelho Netbo. “En el lugar”. Es un acto de viva y profunda conmoción, invadido por un soplo de tragedia. Es uno de los trabajos más firmes de nuestro querido escritor, la elec- ción no podía ser más felt2“. Llegft, i'iií y pp lililí Luego, lo mataron y lo descuartizaron En la aldea de Fossacesia un obrero se casó con una joven cita. Como la existencia se tes ha- cía difícil, él se dirigió á la Re- pública Argentina en busca de trabajo. Al regresar poco después á su hogar, comprendió que su con- sorte la engañaba con el obrero Pascual Pasquen i. El esposo ofendido perdonó á los culpables, recibiendo en pa go de su raro proceder, la muer- te. dada por su cónyuge y por el amante de ella, mientras dormía. Su cuerpo fué descuartizado y arrojado á un pozo. En cuanto á su cabeza v á sus piernas, fueron escondidas en un pequeño huerto. Un vecino que notó algo anor- mal, dió aviso á los carabineros, los que encontraron á los asesi- nos limpiándose la sangre de su incauta víctima. La fuerza pública tuvo que desplegar grandes esfuerzos para impedir que la airada mu- chedumbre linchara á los adúl- teros é ingratos victimarios.

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jSoletín fllbercantíl be fcto.*lßtccMitsui USUllllilOTU DIARIO INDEPENDIENTE DE INFORMACION UNIVERSAL. Suscripción mafiiual! 7* ü

AÑO 70.

A los suscriptasj ApiosP*r la bnima marcha ¿a cata Adimnis-

traciÓD, ao admitimos ALTAS do suscripto-res i cato diario sino desde el t# de cada-nos. Las BAJAS se avisará* tos dias 30 631 adviertiéndose que las que se dieren eosposterioridad do se tomarás es cuenta sisurtirás efecto es la cout&bilkl&d hasta eldfa 61timo del mes siguiente al en que sesoliciten.

Desde PartsLA LEY Y LA COMPASION

El viento, aparte de todo, so-pla hacia la compasión. Y sinembargo, los crímenes aumen-tan. ¿Es verdaderamente com-pasión ó se trata de esa especiede emotividad que es más bienna enfermedad nerviosa? Des-de el dia en que el presidentedel tribunal de Chatean Thierryabsolvió á una mujer que habíarobado, so pretexto de que elhambre puede impeler al robo,está de moda decir que la levestá mal hecha. Se diviertenen oposición á la ley corno sehace á veces oposición al gobier-no, por “dilettantismo.”

Los malhechores aumentan.Se los castiga á veces, pero conmás frecuencia se los compade-ce. Se ha tomado la costumbreactualmente de considerar á to-do criminal como un irrespon-sable. “¿Ha matado? Es cierto,

no tiene la culpa. Su tatarabüélo bebía ajenjo y murióloco.**

Es posible, pero no es, sinembargo, un motivo para dejarvagar y divagar en libertad unser que mañana clavará su cu-chillo en la espalda de un tran-seúnte para robarle su porta-moneda.

Chateaubriand, antes, se le-vantaba con elocuencia contraios que tenían una compasiónexcesiva por los criminales. ‘*Secree excusado todo—escribía enlas “memorias de Ultratumba,”cuando se ha exclamado: “¿Quéqueréis? Es mi carácter. Es laenfermedad humana.' Cuandose ha matado á su padre, se repi-te: 4 ‘Así estoy hecho.” Y lagente se queda allí con la bocaabierta y se examina el cráneode esa potencia y se reconoce‘"que está hecho así.** ¿Y quéme importa que “estéis hechoasí?** ¿Debo sufrir ese modo deser? Sería un hermoso caos elmundo, si todos Iqs hombres q ue*están hechos así" vinieran áquerer imponerse unos á otros.Cuando no se pueden borrar suserrores, se los diviniza, se haceun dogma de sus faltas, se cam -

hian en religión sacrilegios y secreería apóstata renunciar alcuito de sus iniquidades.*

Lo que Chateaubriand escri-bía antes puede aplicarse toda-vía en nuestros días. Las per-sonas “que están hechas así”quieren imponerse á los demáscon sus pasiones, sus violenciasy sus vicios. Y generalmentese las excusa.

¡Cuántas veces, delante delJurado, he visto aplaudirá acu-sados después de su absolución!Se puede compadecer á un ase-sino, se puede perdonarle, peroao ae debe felicitarlo. Hemosvisto eso* arcángeles del asesi-*ato, esas heroínas del revólver,

"walkirias” de tribunal, creerseseres superiores á los cuales seles permite todo.

No soy de los que consideranque la ley no debe tener compa-sión. Los magistrados de ahorahan humanizado la espada clá-sica de la ley. Pero no conven-dría. sin embargo, que el códigopenal se convirtiese en idílico.

Y sin embargo, se piensa enquitarle ese vago prestigio deterror que podía inspirar todavía á los malhechores. Hemostenido hace algunos años unaley admirable, porque era hu-mana, la ley de aplazamiento, ála cual el senador Beranger hadado su nombre.

Cuando un individuo se pre-senta por primera vez delantede la justicia, el tribuoal puedede allí en adelante decirle: “Has-ta ahora, ha sido usted un hom-bre honrado. El caso de ustedes doloroso. Pero ha cometidosin embargo, un delito que caebajo el peso de la ley- Es pre-ciso castigarle y vamos á condenarle. Pero no sufrirá ustedesa prisión, ni pagará tal multa,si durante cinco años se portausted bien: la pena que dicta-mos ni siquiera se inscribirá ennuestro archivo judicial y nadiesabrá su condena, Pero en cam-bio, si de aquí á cinco años rein-cide usted, será entonces obligado á cumplir la condena deprisión ó pagar la multa.

Tal es la ley de aplazamiento.Es perfecta. Permite el arreperdimiento. Da al criminalcma advertencia que le será sa-ludable, manifestándole que sila ley puede ser compasiva, noes pertimido, sin embargo, vio-

larla.Pero, según parece, esta lev

es demasiado severa aún. Se,propone ir más lejos y perdo-nar lisa y llanamente al crimi-nal si eí tribunal cree que elcriminal lo merece. Que hayamatado ó robado poco importa,todo se olvidará y perdonará.Ni siquiera quedará el temor dela condena condicional suspen-dida durante cinco años, comoen la ley de aplazamiento. No.“¿Ha matado usted? No hable-mos más. Eso no vale la pena.“ Es tiempo perdido”.

No teníamos necesidad de se-mejante ley en nuestros códigosPienso bien, por otra parte, queno será votada nunca. Pero lointeresante de comprobar, esese síntoma de sentimentalismoinsípido que nos invade. Ya noreaccionamos, lloramos y lagnmeamos en todo. Hasta por elcriminal.

El hombre bueno, oscuro, ignorado, nos conmueve menosque la suerte de un joven la-drón y de un joven asesino.Construimos para los jóvenes“apaches” en flor, caballeros delcuchillo, costosos dispensariosen que están alojados, alimen -

tados y abrigados, y mientrastanto hay muchas buenas per-sonas, pobres gentes que ni si-quiera tienen el asilo nocturnolas noches de invierno.

Hay, sin embargo, un antiguoproverbio en el cual convienepensar con frecuencia y quedeberían meditar los profesio-nales del crimen: “Todo sepaga**.

—O ai menos, 4 todo deberíapagarse*’.

Esterad at the Post Office at San Juan as second class matter.

?an Juan, Puerto-Rico Miércoles 2 de Septiembre de 1908

la iiia del misterio%

En torno de tina de las momias másnotables del Museo Británico se haformado, no ya una superstición, sinoun verdadero culto, y algunos de losperiódicos de Londres han publicadonumerosas cartas de creyentes citan-do los casos en qne sus súplicas yoraciones á la momia han sido satisfe-chas ni más ni menos que si las hu-bieran dirigido á la imágen más mi-lagrera.

Pensaban los egipcios que las al-mas de ciertas personas muy favorecidas por los dioses conservaban parasiempre dominio y poder absolutossobre los cuerpos que habían ocupado durante so residencia ea la tie-rra, y sobre ésto se han basado mul-titud de novelas modernas. Los cre-yentes en los milagros de la momiadel Museo Británico están persuadídos de que en ella se ha operado unode esos milagros de reencarnación.

Amen-Ra era el dios ante el cualministraban las mujeres, y tan sa-grado era el oficio de éstas que sóloera permitido ejercerlo á las damasde alta alcurnia. Muchas de las sa-cerdotisas de Amen eran esposas óhijas de faraones. Primera entret-llas fué hace cosa de 3.000 años lahermosa Katebet, mujer de elevadaestatuía y de funciones llenas de ma-jestad, cuya momia es la que hoypuede verse en el Museo Británico yi la cual rinden el culto que hemosdicho unos centenares de inglesasmás ó menos místicas ó más ó menoschilladas.

La verdad es que las cosas que hahecho hasta ahora la momia de lasacerdotisa son para llamar la aten-ción. Es seguro que cuando la de-positaron en su tumba hace treintasiglos, Katebet aspiraba, como todaegipcia bien nacida, á que la dejarandormir en pa/. fwr los siglos de tos si-glos , y si los dioses la otorgaron elprivilegio de que su alma velara eter-namente sobre sus despojos mortales,su indignación ysu ira debieron sergrandes cuando hace años un sacrile-go arqueólogo la sacó de su sepultura y la vendió áun opulento inglésle Londres.

La venganza de la sacerdotisa nose biso esperar.

Durante la travesía de Egipto á In-glaterra. se levantó un temporal furíoso en que estuvo á punto de per-derse el buque, y un golpe de mararrancó de sobre cubierta a! atrevidoarqueólogo y lanzándolo á las olas losepultó en ellas para siempre. Elinglés, á cuyo museo particular ibadestinada ía momia, disfrutó muypoco tiempo de su adquisición: derepente, en plena salud, y en la florde la vida, halló una muerte violentaen un accidente. Su familia empezói inquietarse de la mala sombra queevidentemente traía la sacerdotisaegipcia yse apresuró á regalarla alMuseo Británico. Los embaladores,ios carpinteros y hasta los mozos queayudaron á empaquetar la momia,sufrieron todos ellos percances mis-teriosos.

Cundió con estola fama de la mo-mia, y uno de los fotógrafos más co-nocidos en Londres, obtuvo permisopara fotografiarla.

No bien cogió su ayudante el pesa-do ataúd para levantarlo, cuando lan-zando un grito lo soltó más que prisa:de la manera más inexplicable sehabía cogido un dedo lastimándoselohasta el punto que hubo que llamará toda prisa áun médico. Se hizo,sin embargo, la fotografía Pero alllegar á su casa el fotógrafo se en-contró con que su hijo menor, jugan-do en el jardín se había subido sobrelos critales de una estufa y los habíaocurrido ála misma hora en que élestaba haciéndola fotografía. Perolo más notable es que al revelar ésta,apareció detrás de la pintada máscaraque hay sobre la cubierta de los ataú-des egipcios, la cara verdadera de lamomia, con una expresión de vidaasombrosa, qne el fotógrafo, sobreco-gido de terror, dejó caer al suelo laplaca, que se hizo mil pedazos.

Los escépticos piensan qne fué unaverdadera lástima la destrucción deun noubie retrato.

No se ha necesitado más para queel culto que ya germinaba en muchosespíritus supersticiosos, se haya con-vertido en realidad, y hoy d*a hay enLondres una porción de devotos de laserdotisa Katebet que creen firme-mente que el alma de ésta ha vueltoásu cuerpo. A ella acuden comolos griegos al oráculo de Delfos. Searrodillan á sus pies, concentran elpensamiento, expresan mentalmentesu deseo y esperan á que conste lamomia. Siénta mueve la cabeza.esseñal de que accede á lo que se le hapedido; si permanece inmóvil, es quelo niega.

Y el caso es que la momia mueve áveces la cabeza, lo cual explica lagente del Museo diciendo procaz éincrédula que para la calefacción deaquellas salas se emplea un poderosodinamo cuyas trepidaciones son lasque hacen moverse á la sacerdotisaegipcia. ¿Hase visto mayor impiedad?

La lata él CongoAlemania y Francia en la cuestión

El corresponsal del ‘Chronicle”en Bruselas, telegrafía que un miem-bro del partido liberal de la Cámarade Diputados le ha dicho que Ale-mania abriga la intención de inter-venir en Ta cuestión del Congo, encuanto el Parlamento belga vote lacuestión Estado Libre.

Según el mismo Diputado, el go-bierno alemán picosa protestar con-tra una de las cláusulas del tratadode anexión. Créese que esa interven-ción provocará la convocación de otraconferencia sobre la cuestión del Con-go. El emperador y canciller vonBulow están de pleno acuerdo sobreeste asumo-y el rey Leopoldo ha si-do informado de ello.

Anuncian de ’>U: olas que esténcompletamente terminadas las nego-ciaciones entabladas entre Bélgica yla Francia con respecto al Congo.Dicen que versan principalmente sobre el derecho de preferencia de laFrancia, en caso de que se pensaraceder el Congo. Bélgica querít?, evidentemente, recuperar, en caso deque ella anexare el Congo, las obli-gaciones contraídas por el Estado Li-bre; pero el gobierno de París haquerido valerse de esas negociacio-nes para llegar á un arreglo sobre lascuestiones ya surgidas con respectoal Estado Libre.

Un órgano oficioso dice que laFrancia ha obtenido una rectificaciónde la frontera franco-congoleña, co-rno también una reducción en las ta-rifas de las vías férreas del Bajo Con-go, para el transporte de mercaderíasdestinadas al Congo francés.

Elegantes sospechosos

Los señores carlistas

Tres elegantes extranjerosinstaláronse en la cueva delmonte San Roque en Vizcaya.La policía, sospechando algo,los apresó y condujo á la ciudaddonde fueron identificados ypuestos en livertad.

Ai regresar a la cueva los ex-cursionistas encontraron quehabían sido desvalijados.

Los carlistas tuvieron hoyuna excursión al campo de ba-talla de Somorrostro donde di-jeron uua misa y celebraron un“meeting”. Fueron hostilizadospor los biskaitarras quienes pa-saron todo el tiempo cantandoel himno biskaitarras y vitoreando á“ Euskería libre, los carlis-tas en cambio vitorearon á Es-paña.

Hubo algunas pequeñas coli-siones, que fueron extinguidaspor los guardias civiles.

Número 207

la Guerrero en el BrasilEl periódico “A Noticia”, de Río

Janeiro, dice lo siguiente:“Vamos á poder apreciar todavía

en este mes una de las mayores cele-bridades del teatro contemporáneo,la actriz española María Guerrero.

“La ventura que nos promete lapróxima visita de esta artista, no con-sistirá solamente en el encanto deverla y de oirla, lo que, aisladamente,ya sería mucho, porque la Guerreroes una de las más completas actricesde hoy, admirada y aplaudida por losmás axigentes teatros de Europa.

“Pero además de eso vamos á oirlas perlas del teatro clásico español,que es de una opulencia y de una be-lleza insuperables, estupendo tesorode maravillas de imaginación y defantasía, acumuladas durante siglos,desde Lope de Vega hasta Echega-ray y Galdós, pasando por Calderón,Tirso de Molina, Alarcón, Zorrilla yNúñez de Arce, un verdadero asom-bro de nombres y de glorias.

“La temporada de la señora Gue-rrero va á ser para el público de RíoJaneiro una revelación.

“Vamos á conocer por primera vezel teatro más rico de todas las litera-turas, el uue imitaron los mejoresescritores franceses.

“Fué en el viejo teatro españoldonde hallaron muchas de sus másaltas inspiraciones Comedle, Lesage,Beaumarcháis y Víctor Hugo, y nopuede extrañar esa imitación quiensabe que ya la poesía caballeresca deEuropa estaba en la Edad Media casitoda inspirada en ia primitiva litera-tura de España.

“Y no es esto todo. Tengo unanoticia que voy á ser el primero encomunicar al público. Así como Tinahizo traducir y representar “La dote *,de Arturo Acevedo, también MaríaGuerrero va á prestar á nuestra lite-ratura ese homenaje cautivador.

“Sé que voy i ser indiscreto reve-lando un secreto que me fué confiadoal oído con bs miyores recomenda-ciones de reserva.

“Pero los cronistas que viven á cazade asuntos no pueden tener la virtudde la discreción... Ahí va el secreto:María Guerrero representará en Río,en español, la pieza en un acto, deCoelho Netbo. “En el lugar”. Es unacto de viva y profunda conmoción,invadido por un soplo de tragedia.Es uno de los trabajos más firmesde nuestro querido escritor, la elec-ción no podía ser más felt2“.

Llegft, i'iií y pp lililíLuego, lo mataron y lo descuartizaron

En la aldea de Fossacesia unobrero se casó con una joven cita.

Como la existencia se tes ha-cía difícil, él se dirigió á la Re-pública Argentina en busca detrabajo.

Al regresar poco después á suhogar, comprendió que su con-sorte la engañaba con el obreroPascual Pasquen i.

El esposo ofendido perdonó álos culpables, recibiendo en pago de su raro proceder, la muer-te. dada por su cónyuge y por elamante de ella, mientras dormía.

Su cuerpo fué descuartizadoy arrojado á un pozo.

En cuanto á su cabeza v á suspiernas, fueron escondidas enun pequeño huerto.

Un vecino que notó algo anor-mal, dió aviso á los carabineros,los que encontraron á los asesi-nos limpiándose la sangre de suincauta víctima.

La fuerza pública tuvo quedesplegar grandes esfuerzospara impedir que la airada mu-chedumbre linchara á los adúl-teros é ingratos victimarios.