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J.J.ARMAS MARCELD LAS NAVES QUEMADAS EDITORIAL ARGOS VERGARA, S. A. "LAS NAVES QUEMADAS" de ] J. Armas Marcelo Una aproxlmación singular al terna del Descubrimiento EL HADJI AMADOU NDOYE Facultad de Letras - Universidad de Dakar Senegal Acaso no sea ningún abuso pedirle prestado al mismo Juan Jesús Armas Marcelo (1) un pasaje que ofrezca una idea aproximadamente fiel del conteni- do de su novela, Las naves quema- das (2), pasaje que entronca con el tema del descubrimiento. Citemos: "Murmu- raba solo, mezclando los nombres de Cienfuegos, Mademoiselle Pernod, Pe- dro Resaca, Santo Domingo, México, Eldorado, Cuba, Puerto Vigía, Salbago, en un enloquecido caleidoscopio que por momentos aterrorizaba al médico. Don Alvaro rezongaba ininterrumpida- mente, la barba rubia hundida sobre el pecho, las manos unidas a la espalda, los ojos turbios y turbulentos, perdidos en- tre el pasado, el presente y el futu- ro" (3). En efecto, Las naves quemadas constituyen un "kaleidoscopio", una en- crucijada de lugares disímiles, de tiem- pos históricos voluntariamente inconexos, de personajes reales y ficti- cios, de perspectivas temporales contras- tadas y de recursos literarios a menudo ambiguos. El libro cuenta la saga de los Rejón. La primera parte' 'Ab urbe condita" tie- ne como protagonista principal el con- quistador Juan Rejón (4); la segunda, "Los reinos prometidos", su hijo Alva- ro. El marco de la primera parte es so- bre todo Gran Canaria y el escenanrio de la segunda es principalmente Amé- rica. Quisiéramos examinar en nuestro es- tudio unas preocupaciones de 1.1. Ar- mas Marcelo: la imagen que nos brinda de como los españoles se representaban a América, la visión que propone de la grandeza de la conquista y de los con- quistadores, las consecuencias de la aventura en los protagonistas, el juicio sobre la misma y la lectura que creemos que ha hecho el autor de la historia del Descubrimiento. ¿Qué fue América para los españo- les? En la mayoría de los casos "un sue- ño, una ilusión" como diría Calderón. Cuando se vive en la penuria, la tierra por descubrir· ¿no es siempre la más be- lla, la más rica y la más atractiva? América como ilusión Antes que todo, América fue una abstracción, una idea acuciante que no dejaba a los españoles con reposo. Ar- mas Marcelo pone de realce el cariz idealizado a lo sumo del continente le- jano: ... Como si los años no hubieran pasado y la clepsidra hubiera dete- nido su lento pero incierto camino, la leyenda del Nuevo Mundo seguía en pie, más alta que nunca, más re- ligión hoy que ayer" (p. 168). Crisol de los sueños más estrafala- rios y de los deseos frustrados de alcan- zar metas largamente anheladas, no es extraño que se haya invertido a Améri- ca de todas las posibilidades: En esta tierra, la realidad supera la ficción. Todo lo que las gentes di- cen más o menos es verdad. Todo lo que dicen que existe, existe. Más allá o más acá de la fábula. Da igual. Existe. En alguna parte ha- bía que encontrarlo (p. 298). Para Armas Marcelo que parece sen- tirlo, el ideal perseguido por los españo- les cuando decidieron ir a América ni era intelectual, ni humano. Les movía la co- dicia, materializada por los destellos que su imaginación había concedido al oro. Sobre ese punto, el monarca de todas las Españas lo mismo que el súbdito más humilde tienen el mismo parecido. A Armas Marcelo le gusta poner de relie- ve el aspecto fantástico de las motiva- ciones de quienes se interesaban por América. Se sabe que la ambición de 'los que iban a América era "ir a valer más". Se soporta cualquier molestia si al final de la ruta está la riqueza: ... continuaban viaje hacia una tie- rra perennemente sin descubrir, ausente aun de las rutas prefigura- da sólo como ilusión en las obse- sionantes mentes de quienes perseveraban en el aventurero con- vencimiento de que, tras la inmen- sa barrera del mar, más allá de la inamovible línea del horizonte, exis- tían otras tierras incógnitas, mons- truosos continentes cuyas ubres aún vírgenes y cargadas de frutos pre- ciosos y desconocidos esperaban la mano lujuriosa de los recién llega- dos (p. 14). Sólo el oro denunciaba su (el de Carlos V) interés por el Nuevo Mundo. El oro y la indiscriminada expansión de una religión que trau- matizaba las mentes y las seculares tradiciones de los aborígenes del nuevo Continente (p. 145). La ilusión acabó por hacerse reali- dad y los españoles llegaron a Canarias, antes de zarpar para América. La etapa canaria de la conquista, que está al ori- ; NARRATIV A CANARIA eO:'lTEMPORA:\EA' . 36 © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2010

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Page 1: J.J.ARMAS MARCELD LAS QUEMADAS QUEMADAS de] J. Armas …

J.J.ARMAS MARCELD

LASNAVES

QUEMADAS

EDITORIAL ARGOS VERGARA, S. A.

"LAS NAVESQUEMADAS"

de] J. Armas MarceloUna aproxlmación

singular al ternadel Descubrimiento

EL HADJI AMADOU NDOYEFacultad de Letras - Universidad de Dakar

Senegal

Acaso no sea ningún abuso pedirleprestado al mismo Juan Jesús ArmasMarcelo (1) un pasaje que ofrezca unaidea aproximadamente fiel del conteni­do de su novela, Las naves quema­das (2), pasaje que entronca con el temadel descubrimiento. Citemos: "Murmu­raba solo, mezclando los nombres deCienfuegos, Mademoiselle Pernod, Pe­dro Resaca, Santo Domingo, México,Eldorado, Cuba, Puerto Vigía, Salbago,en un enloquecido caleidoscopio quepor momentos aterrorizaba al médico.Don Alvaro rezongaba ininterrumpida­mente, la barba rubia hundida sobre elpecho, las manos unidas a la espalda, losojos turbios y turbulentos, perdidos en­tre el pasado, el presente y el futu­ro" (3). En efecto, Las naves quemadasconstituyen un "kaleidoscopio", una en­crucijada de lugares disímiles, de tiem­pos históricos voluntariamenteinconexos, de personajes reales y ficti­cios, de perspectivas temporales contras­tadas y de recursos literarios a menudoambiguos.

El libro cuenta la saga de los Rejón.La primera parte' 'Ab urbe condita" tie­ne como protagonista principal el con­quistador Juan Rejón (4); la segunda,"Los reinos prometidos", su hijo Alva­ro. El marco de la primera parte es so­bre todo Gran Canaria y el escenanriode la segunda es principalmente Amé­rica.

Quisiéramos examinar en nuestro es­tudio unas preocupaciones de 1.1. Ar­mas Marcelo: la imagen que nos brindade como los españoles se representabana América, la visión que propone de lagrandeza de la conquista y de los con-

quistadores, las consecuencias de laaventura en los protagonistas, el juiciosobre la misma y la lectura que creemosque ha hecho el autor de la historia delDescubrimiento.

¿Qué fue América para los españo­les? En la mayoría de los casos "un sue­ño, una ilusión" como diría Calderón.Cuando se vive en la penuria, la tierrapor descubrir· ¿no es siempre la más be­lla, la más rica y la más atractiva?

América como ilusión

Antes que todo, América fue unaabstracción, una idea acuciante que nodejaba a los españoles con reposo. Ar­mas Marcelo pone de realce el carizidealizado a lo sumo del continente le­jano:

... Como si los años no hubieranpasado y la clepsidra hubiera dete­nido su lento pero incierto camino,la leyenda del Nuevo Mundo seguíaen pie, más alta que nunca, más re­ligión hoy que ayer" (p. 168).

Crisol de los sueños más estrafala­rios y de los deseos frustrados de alcan­zar metas largamente anheladas, no esextraño que se haya invertido a Améri­ca de todas las posibilidades:

En esta tierra, la realidad supera laficción. Todo lo que las gentes di­cen más o menos es verdad. Todolo que dicen que existe, existe. Másallá o más acá de la fábula. Daigual. Existe. En alguna parte ha­bía que encontrarlo (p. 298).

Para Armas Marcelo que parece sen­tirlo, el ideal perseguido por los españo-

les cuando decidieron ir a América ni eraintelectual, ni humano. Les movía la co­dicia, materializada por los destellos quesu imaginación había concedido al oro.Sobre ese punto, el monarca de todas lasEspañas lo mismo que el súbdito máshumilde tienen el mismo parecido. AArmas Marcelo le gusta poner de relie­ve el aspecto fantástico de las motiva­ciones de quienes se interesaban porAmérica. Se sabe que la ambición de 'losque iban a América era "ir a valer más".Se soporta cualquier molestia si al finalde la ruta está la riqueza:

... continuaban viaje hacia una tie­rra perennemente sin descubrir,ausente aun de las rutas prefigura­da sólo como ilusión en las obse­sionantes mentes de quienesperseveraban en el aventurero con­vencimiento de que, tras la inmen­sa barrera del mar, más allá de lainamovible línea del horizonte, exis­tían otras tierras incógnitas, mons­truosos continentes cuyas ubres aúnvírgenes y cargadas de frutos pre­ciosos y desconocidos esperaban lamano lujuriosa de los recién llega­dos (p. 14).

Sólo el oro denunciaba su (el deCarlos V) interés por el NuevoMundo. El oro y la indiscriminadaexpansión de una religión que trau­matizaba las mentes y las secularestradiciones de los aborígenes delnuevo Continente (p. 145).

La ilusión acabó por hacerse reali­dad y los españoles llegaron a Canarias,antes de zarpar para América. La etapacanaria de la conquista, que está al ori-

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NARRATIVA CANARIA CONTEMPORANEA

gen del primer capítulo de Las navesquemadas es una ocasión para que Ar­mas Marcelo revele un punto de vista so­bre la conquista y los conquistadores. Elsimple hecho de denominar esta parte"Ab urbe condita" le confiere al funda­dor Juan Rejón una dimensión heróica.Pero sobre la conquista y los conquista­dores, la opinión del novelista se va amatizar pronto. ¿Por qué? Porque el no­velista se apoya sobre los acontecimien­tos históricos averiguables al mismotiempo que los niega.

Visión maniquea de la grandeza de laconquista y de los conquistadores

Al igual que Rómulo, Remo y todoslos héroes míticos, Juan Rejón funda so­lemnemente el Real de Las Palmas (5)

(Salbago en la novela) y su ademán le ha­ce entrar en las corrientes de la historia:

-Yo asumo este descubrimiento,Pálido -se ufana Rejón- en nom­bre de la Corona. Larios, que man­den parar la nave. Ordena lamaniobra y echa el ancla (p. 42).

El fundador tiene prestigio porquesu actuación se confunde con lo que hu­bo en los orígenes. Las palabras pronun­ciadas por Rejón le designan comohéroe fundador. Del mismo modo, Ar­mas Marcelo va a hablar en términos ha­lagüeños de Hernán Cortés cuando éstetoma una decisión que demuestra valory arrojo. Para que no retrocedan sus tro­pas, Cortés incendia las naves que les ha­bían permitido alcanzar a México. Talconducta -que le ha inspirado al autorel título del libro Las naves quemadas­le otorga al capitán español categoríamítica. Se toma de ese modo unos ries­gos que lo vuelven digno de nuestra ad­miración. Se quita la envoltura humanapara acceder a una esfera como la dePrometeo. Armas Marcelo reconoce elbrío de los conquistadores, la luminosi­dad de las imágenes de que se vale co­mo el tono admirativo de su prosasignifican el valor de una conductaheróica. Un mito vivo nace ante nues-tros ojos: ;

Quemar las naves era, pues, un des­tino insólito, pensó Alvaro Rejón,era luz de héroes enceguecidos porla convicción de su indestructiblemesianismo, una loca determina­ción que adquiría carta de natura­leza en las manos de un verdaderocaudillo. Quemar las naves era pro­vocar el destierro definitivo, procla­marse Dios, llegar más allá de todala profanación posible, romper loscaminos de vuelta atrás, recalarobligatoriamente en la gloria, des­pertar en la más recóndita de lashieles el gusto agridulce y tembloro­so de la huida hacia adelante, pro­curar como única posibilidad de

supervivencia la imposible muta­ción de humanos en dioses, en teu­les indestructibles y temidos ya parasiempre, ahondar en suma en el des­bordamiento de toda la irreductibleirracionalidad que el español locoque se identificaba como Hernan­do Cortés llevaba escondido en lomás profundo de sus inflamadasvísceras (p. 176).

Páginas de un lirismo tan acendra­do y sincero respecto a los españoles sonraras en Las naves quemadas. Al tiem­po que mentaba el mérito de los con­quistadores, Armas Marcelo sabía queno siempre se condujeron sus paisanoscomo héroes. No se equivoca el novelistasobre el carácter básico de la conquista:

... Porque la conquista era, al mis­mo tiempo, una liberación y unaprof().l1ación necesaria (p. 175).

Tal idea es fácil de comprobar. Nootra cosa dice Octavio Paz (6):

Si la Chingada es una representa­ción de la Madre violada, no me pa­rece forzado asociarla a laConquista, que fue también unaviolación, no solamente en el sen­tido histórico, sino en la carne mis­ma de las indias.

En la novela de Armas Marcelo, losespañoles que llegan a Canarias no bre­gan contra las poblaciones aborígenescomo pasó en la historia (7). Como noencuentran a enemigo alguno, luchancontra unos animales y emponzoñan to­dos los perros que descubren en la isla:

-¿Y cómo vamos a acabar con losperros verdes, Simón? -preguntaahora Sotomayor.-Embromando con ponzoña to­dos los pozos y los riachuelos de laisla -concluye Simón Luz sin le­vantar los ojos del suelo, como siesa posición le procurara mayorautoridad a sus palabras (p. 50).

La consecuencia resulta trágica:

Era la inequívoca señal de unamuerte lenta imaginada por SimónLuz, como premeditado testamentode una raza canina, salvaje y sagra­da a la vez, que quedaría extingui­da tras el exterminio tan cruelmenteideado por el hebreo (p. 58).

¿Cuál puede ser el significado pro­fundo de tal conducta? Creemos que lamatanza tiene una relación con la etimo­logía de Canarias que saca su raíz de lapalabra latina canis (perro en español).Al matar a los perros verdes de la islade Salbago, los españoles matan lo quehace la especificidad de Canarias, enotros términos su esencia, su alma. ¿Quéprofanación más grave?

En cuanto se establecieron en Cana­rias, los conquistadores se arrogaron "el

derecho de cabalgada" hacia lo que lla­maban "Berbería" es decir la costa afri­cana próxima. Hicieron cautivos de esemodo a varios moros. Entre éstos figu­ra la hija de un sacerdote.

La sangre que corría por las venasdel cuerpo de la niña era pues, sa­grada (p. 114).

Los conquistadores no pararonmientes tales consideraciones. Se cernie­ron sobre el pueblo saharaui. En la no­vela, la matanza está estetizada pormedio de un baile erótico. La mora Zu­lima sublima su dolor y transforma laderrota de su pueblo en arte:

La visión es siempre la misma: el re­lato incurable de un exterminio y ladesaparición de un pueblo (p. 92).

Los nuevos dueños han atacado lasesencias, estragado las culturas y desco­yuntado los cuerpos de los conquista­dos. No se cuenta en Las navesquemadas el número de violaciones co­metidas en África y América por los es­pañoles. Tanto Martín Martel,compañero de Juan Rejón como DiegoMiranda, embajador de España de pa­so por Santo Domingo se complacen enabalanzarse sobre los súbditos de los rei­nos conquistados:

Martín Martel en su deletérea me­moria alcohólica, entre grandes ma­reos y espasmos intestinos que leacidulean la tráquea llenándole elestómago de vapores venenosos quepreludian su muerte... una mucha­cha saharaui que él mismo violó enlas arenas de la playa africana... Erala bella Zulima (p. 113).

No le bastaban al embajador lasmujeres, las muchachitas aún impú­beres o los muchachitos mulatos ybarbilampiños con los que pasabaencamado la mayor parte del día yde la noche (p. 243).

La muerte espera a varios conquis­tados, como consecuencia del trato queles impone el conquistador. Y ArmasMarcelo se acuerda que todos los colo­nizadores se han valido de los mismosmétodos a lo largo de la historia: Aquílas víctimas son saharauis y el autor de­nuncia:

Fue un asesinato en masa, sin dudavariante mínima del deporte cristia­no de la caza y muerte del pagano,que algunos siglos más tarde segui­rían practicando llenos de placer losbritánicos en Tasmania. Un asesina­to colectivo, una matanza impresio­nante que acabó de sumir a Martínen el alcohol de caña (p. 112).

¿Por qué la muerte para los conquis­tados? Armas Marcelo parece pensarque la víctima está considerada por suverdugo como un objeto, una entelequia

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y no como un ser humano. Las imáge­nes que los verdugos tienen de sus vícti­mas transforman a éstas en merosinstrumentos. Zulima, la mora a la cualhabíamos aludido está vista por Martíncomo algo que le podría caer en suerteen caso de reparto:

Después, más reflexivo, se inclinópor la idea de pedírsela al propioGobernador como botín de con­quista (p. 115).

Por contraste, los vencidos, acogedo­res e inocentes no ven al español condesconfianza. Ni los saharauis esclavi­zados ni los indios martirizados semuestran hostiles frente a sus contrarios.Por ello, los indios despistados se ente­ran con pavor de que los hombres aquienes habían tomado por dioses noson dignos de respeto:

Jamás llegaría el indígena, por símismo, a comprender las razonesverdaderas de por qué aquellos apa­rentes dioses, que tanto habían es­perado los aborígenes a través delos incansables siglos, ahora se ha­bían vuelto tan crueles como si deviracochas se tratara, como si de de­monios malignos que habían traídola desgracia a sus pueblos (p. 182).

Los conquistados abiertos, confia­dos e ilusos fueron defraudados brutal­mente por unos conquistadores sinescrúpulos. Armas Marcelo desarrollacon insistencia una idea que le es cara:los españoles en Canarias, en África, co­mo en América ni respetaron los paisa­jes ni entendieron la naturaleza, ni a loshombres a quienes visitaron. Dicha ideavuelve como un leitmotiv. Las conse­cuencias de esa ceguera iban a ser múl­tiples tanto para los vencedores comopara los vencidos. ¿Se interesó Españapor América desde un punto de vista in­telectual? No lo piensa Armas Marceloque fustiga la insensibilidad de sus con­nacionales.

INCOMPRENSIÓN

Los españoles descubrieron a pue..bias culturalmente autónomos, de civi­lizaciones brillantes y de cosmogoníaselaboradas, pero no acataron ni creen­cias, ni visiones del mundo, ni hábitos.Lo pisaron todo. Les faltó para con lasdemás una actitud de simpatía. Los con­quistadores vieron tesoros humanos,paisajísticos, culturales, espirituales, pe­ro como perseguían el oro y la gloria,ignoraron lo que daba valor y sentidoa la vida de los conquistados.

El Pálido, compañero de Juan Re­jón a quien éste ha encargado la misiónde visitar la isla de Salbago encuentrasignos que para él carecen de significa­do. Ni tiene idea de las creencias, prác­ticas y artes funerarias de los pueblosaborígenes de Gran Canaria.

... Con todo detenimiento peinancada milímetro de aquella superfi­cie llena de orificios en los que nose encuentra otra cosa que no seael profundo silencio de la infinidadde momias y tumbas, pinturas ysímbolos, petroglifos que advertíanclaramente de la presencia dormi­da de una tradición que se habíaquedado abandonada en los roque­dales de la isla de Salbago (p. 57).

Los conquistadores no se tomaron eltiempo de estudiar debidamente el con­tinente americano que acababan de des­cubrir yeso extraña a los indios:

... soportaban la locura de aquelejército de desarrapados castellanosque, con estandartes y armaduras,con crucifijos y vírgenes, atravesa­ban diagonalmente y sin saberloapenas un enorme Continente, delque, en ese mismo momento y du­rante mucho tiempo, lo ignorabantodo o casi todo (p. 181).

... es mar inmenso... rasgado porcientos y cientos de quillas que en­contraban en la brújula nuevos ca­minos para lanzarse sobre las aguasen busca de la fama, la gloria, la ri­queza y la tierra prometida a tan­tos necios que como siempre,confundían valor y precio.

El mismo Felipe 1I, tan ufano de susdominios, ni viajó a América. Fue se­ducido no por el continente en sí, sinopor las ventajas que podía sacar de él.Como estaba en lucha contra varios ene­migos en Europa, América fue para élun plato en bandeja. Hasta Hernán Cor­tés, el célebre héroe de la conquista noentendió el continente que le dio famay gloria. Las afirmaciones de ArmasMarcelo son tajantes:

Felipe trata, maravilado, de imagi­narse la dimensión de un mundoque jamás habrá de comprender, apesar de que toda la magnitud desu Imperio dependerá del tamañode esas tierras, porque ellas son yserán, su principal sostén y sin ellasel Imperio será un simple juguetepara andar por los fríos países deEuropa que, en su interior, ya an­dan jurando guerra a muerte a losinvasores españoles (p. 259).

Comprendió que aquel tipo de ca­pitán (Cortés) poderoso yensober­becido por sus victorias, habíatenido la osadía de relatar por es­crito a su Majestad Imperial, pape­les en los cuales se postraba a susplantas como un imbécil vasalloque no había alcanzado a entenderla grandeza del mundo que sus piesestaban pisando (p. 271).

Porque no se interesaron por el con­tinente, sus habitantes y las aspiraciones

de éstos, los conquistadores no tomaronen serio la aparición de ciertas ideas co­mo la emancipación, la igualdad de de­rechos, entre peninsulares y americanosy antes que todo las razones por las cua­les tales ideas pudieron nacer. Por ha­ber desoído la voz de quienes loshicieron ricos, los descendientes de losconquistadores despertaron con sorpre­sas. A través del modo insistente comorecalca la falta de C9nocimiento de Amé­rica, por parte de (os españoles, ArmasMarcelo anuncia la futura pérdida de lascolonias (8).

"Ellos allá", continuaba segurosiempre de sus palabras, "nosotrosaquí. Ellos creen que han nacido enel centro del mundo civilizado por­que habitan un territorio viejo quealimentamos nosotros, los esclavosque estamos aquí, en el Nuevo Con­tinente, sin caer en la cuenta queprecisamente por eso, por nosotrosque mantenemos sus absurdas gue­rras religiosas y sostenemos, un mo­do de vida distinto, ellos siguenviviendo y mandando en el mundo.Es una paradoja que nunca enten­derán, ni siquiera cuando la eman­cipación sea un hecho" (p. 206).

Los conquistadores no se fijaron enAmérica ni en sus habitantes porque lariqueza enceguece y entre los españolesque fueron a buscarla y la encontraronse verificó una mutación tremenda. Laceguera se explica tal vez por el carácterrepentino e inesperado de varios cam­bios sufridos por los conquistadores.

METAMORFOSIS

Armas Marcelo habla varias vecesdel trastorno profundo observado en elespañol pobre y modesto de la penínsu­la cuando se vuelve rico en América:

De este modo, Mademoiselle Per­nod sabía que ayudaba a la Con­quista y a los conquistadores quehabían adquirido gracias al Descu­brimiento, una nueva condición deser, olvidándose del pasado, de susescondidos y pobretones pueblosfamiliares y de las mocosas familiasque habían dejado atrás, al otro la­do del Atlántico (p. 230).

Para varios conquistadores, dejar aEspaña era salir de la prisión de la me­diocridad y caminar hacia las calles deun destino mejor. Varios aventureroseran de condición más que modesta. Eldescubrimiento representó para ellosuna suerte de supervivencia. El novelis­ta emplea una retahila de epítetos nega­tivos para caracterizar la vida vivida enEspaña por los candidatos a la aventu­ra americana:

zarpar definitivamente era tambiénel sueño de Hernando Rubio. Dejar

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atrás una tierra miserable y mal­agradecida, lateral, sombría, torvay cerrada, maniquea y cainita, pa­ra ir al encuentro de una dimensióndistinta, a la búsqueda insaciable deotra vida en nuevas tierras aún porestrenar (p. 28).

Una vez enriquecidos aquellos pro­téicos conquistadores adquieren virtudesde mago; cambian social y psicológica­mente de piel. América le confiere alconquistador una plasticidad que su tie­rra nativa le negaba. La riqueza otorgala libertad y permite aflojar las señas deidentidad no deseadas:

Podían ahora elegir libremente en­tre convertirse en filibusteros, aven­turarse a la mar o quedarse en lastierras que rodeaban Puerto Vigía.Estaban quemando el pasado, co­mo años antes un tal HernandoCortés había prendido fuego a susnaves en las costas de la Vera Cruz(p. 222).

Un rebelde, que sabe que el reyes unseñor de vidas y de haciendas les echasocarronamente a la cara de sus inter­locutores la idea que su metamorfosis esevidente aunque ellos no la acepten:

-Señor, vd. sabe mejor que nadieque su merced es quién es hoy gra­cias a esta tierra y que al Empera­dor no le adeuda vd. un ápice(p. 266).

Paralelamente a ese cambio radical,visible, palpable, se verifica otro, más so­lapado, más sutil que invade a los per­sonajes cual perniciosa enfermedad sinque éstos se enteren. Se trata de una mu­tación de tipo ontológico. Ese es otro leit­motiv del libro de Armas Marcelo. Losespañoles han convertido a América gra­cias a su visión del mundo, su acción,etc... pero se han convertido a Américamientras la estaban moldeando. En cual­quier visitador español de América, Ar­mas Marcelo ve una especie de Lawrencede Arabia. Por causa de su ignorancia,los españoles no han apreciado a su jus­ta medida la capacidad de contamina­ción del continente latinoamericano.América ha seducido a sus conquistado­res y éstos han caído en las redes que ha­bían tendido. La fuerza de la influenciaamericana sobre el conquistador es unlargo reguero que ha dejado varias hue­llas en Las naves quemadas:

... conforme el profanador entrabahasta el corazón del continente, sólopor instinto descubriendo un mun­do primitivo que había de conquis­tarlos a ellos precisamente, a losprofanadores que alzarían sus vo­ces de falso triunfo sobre las ruinasde los dioses ya huidos de los luga­res de poder (p. 177).

Vi a Cortés algunas veces en Méxi­co. y estuve también cerca de Piza-

rro, de los Pizarra. Allí, en Lima,estaba Gonzalo reinando sobre gen­tes de todas las estirpes, gobernan­do selvas y ciudades que fueroncreciendo en mitad de los desiertos.Conocí de cerca a todos esos locosque siguen sofjando con España, apesar de haber oejado de ser es­pañoles desde hace tanto tiempo ysin apenas saberlo, porque suponenque la sangre y un nostálgico y ne­buloso recuerdo que guardan delpasado es la traducción del presen­te, el reconocimiento final que siem­pre han perseguido (p. 186).

Armas Marcelo expresa varias vecesla idea que cuantos hollaron el sueloamericano ya son dobles. Pertenecen ados universos. Su drama es que no coin­ciden ni con uno ni con otro. De ahí laraíz sangrienta de una herida sin reme­dios. ¿Cómo seguir fiel a dos mundosde valores y horizontes distintos cuan­do no opuestos? ¿Cómo superar la con­tradicción? Asumiendo tal vez las dospartes de la herencia, es decir viviendoescindido, cual personaje de tragedia. Larepetición del adjetivo "dos" refleja lasdesgarraduras interiores (psicológicas,sentimentales, morales) de los mestizosculturales. Para Armas Marcelo, los con­quistadores se han americanizado, sinnotarlo, a expensas suyas:

En efecto, existían en Alvaro Rejóndos memorias que entrecruzabansus influencias y pasiones, dos for­mas de pensar, dos historias, doscosmovisiones distintas, dos modosespeculativos contradictorios a lahora de recibir las sensaciones ex­terna.~Jp. 169).

Están encerrados, esos locos en uninmerso error. Repartidos en dosmundos, jamás van a encontrar pazen sus almas tortuosas fuera deaquello que ellos creen haber con­quistado, una tierra que tiene vidapropia, que no necesita de ellos,una tierra que los ha conquistado,transformado y hechizado parasiempre (p. 186).

Hernán Cortés, descubridor de tie­rras americanizado, contaminado por sudescubrimiento ¡qué situación más di­vertida! Los españoles fueron a Améri­ca por lana y volvieron trasquilados ala península parece sugerir Armas Mar­celo que ríe a expensas de sus paisanos,los conquistadores. Frente a la historio­grafía oficial que suele presentar a losdescubridores como héroes impolutos,y sin reproche, Armas Marcelo toma susdistancias. Sobre la conquista y los con­quistadores, el autor emite juicios, sinapelación que presentan a los consabi­dos héroes bajo una luz sombría, bur­lesca. El novelista canario muestra laotra cara de la moneda que fue la con-

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quista. Entre sus manos los héroes sontíteres a menudo. Y lo más gracioso esque no los deja con cabeza.

IRRISIÓN

Un conquistador sin temple o que noconsigue dominar éste, ¿quién se lo pue­de imaginar? Los que aparecen en Lasnaves quemadas carecen de esta virtud,emblema habitual de los autores de ha­zañas. Armas Marcelo nos ofrece variosretratos de anti-héroes cuando la con­quista de Salbago y el desembarco en laisla en su novela:

Martín Martel es la primera vícti­ma de ese pavor nervioso que va es­curriéndose hasta penetrar como unacerado bisturí en la médula de losexpedicionarios desembarcados(p. 47).Es ridículo verlos temblar de mie­do ante los ecos que llegan desde losaullidos del silencio, desde las con­cavidades más oscuras de la isla(p. 48).¿Se reían los perros verdes de aque­llos conquistadores frustrados?(p. 48).Herminio Machado, por ejemplo, elmaestro arquitecto que Simón Luzle había recomendado en Sagres alcapitán leonés, resultó ser una ver­dadera perla dentro de aquel ejér­cito de bisutería barata que seapelotonaba en el miedo (p. 54).

Para que el lector se percate hastaqué punto desmitifica el supuesto pasa­do épico prestado a los conquistadores,el autor aclara:

... Cada vez que Rejón relataba ha­zañas de los nuevos descubrimien­tos y las conquistas que se iniciabantras ellos, el duque enarcaba carac­terística y escépticamente sus pobla­das cejas negras, carraspeaba unsegundo y comentaba, alejado delas elementales ambiciones de laépoca. "Torres más altas han caí­do, Gobernador. Ya habéis visto elfinal infame del Almirante. Confor­máos con vuestra suerte, que no espoca" (p. 77).

En muchos casos, la actuación de lossoldados de Juan Rejón suena a farsa.Consiguen la victoria sobre un enemi­go indefenso, lo cual quita mérito a su"hazaña". Los conquistadores que de­sembarcan en las playas saharauis ven­cen sin dar batalla y la resistenciacontraria es nula:

Eran los tiempos de la falsa gloria,cuando aún los cuadros del ejérci­to de Rejón se sentían protagonis­tas de su propia historia. Lassobrecogedoras arenas ardientes deSakriael Amra fueron una fiestasangrienta para los castellanos se­dientos de una victoria que, preci-

samente, se le negaba a aquella ex­pedición desde que saliera de lospuertos gaditanos (p. 107).

Armas Marcelo nos recuerda que nosiempre se comportaron los conquista­dores como caballeros valientes y cor­teses. La conquista fue un campo debatalla arduo en que abundaron artima­ñas, cálculos, zancadillas e intrigas. Elnovelista muestra el envés del tinglado,nos introduce por los pasillos de los bas­tidores, allí donde pasa el verdadero es­pectáculo escondido al público:

Recordó... los negocios frustrados,las traiciones, las compraventas deintereses, el tráfico de influencias,las trifulcas entre los propios con­quistadores, las intrigas tejidas du­rante las noches y desbaratadas alalba por los mismos agentes que lashabían provocado en la oscuridad,las reyertas y leyendas, las historiasincreibles del rebelde Hernán Cor-

tés, la vida con Mademoiselle Per­nod, la historia demoledora de Ca­milo Cienfuegos, etc... (p. 174-175).

Armas Marcelo descubre las debili­dades, los puntos flacos de los que des­cubrieron a América. Empequeñece deese modo a personajes oficialmente con­siderados como símbolos de perfección.El autor de Las naves quemadas se re­vela cáustico cuando toma a los héroessu vida y milagros como blanco de suironía.

HUMOR

Pruebas del sentido exacerbado delhumor de Armas Marcelo abundan ensu novela. ¿Ha leído Armas Marcelo aVoltaire? Se puede opinar así cuando seobserva que habla a menudo de mane­ra jocosa de temas algo serios. En su

obra, los personajes ligados a la con­quista coexisten con los que piensan demodo contrario. El Duque Negro porejemplo, el contertulio de Juan Rejón hasido desterrado a Salbago por Carlos V.Tiene ideas generosas sobre asuntos tannobles como la liberación del NuevoMundo, la emancipación del puebloamericano, etc... Armas Marcelo presen­ta al personaje de ideas raras y profun­das para su época 'joma si no las tomaraen serio:

... un excéntrico filósofo que recitaincesante la necesidad de indepen­dencia de una tierra inmensa, elNuevo Mundo que el Tratado deTordesillas había concedido a Espa­ña y a Portugal, trazando las fron­teras del reparto con la benditaanuencia del Papa... (p. 137).

Las ideas de otro rebelde, CamiloCienfuegos, parecen nuevas. Atraen, se­ducen; al mismo tiempo infunden unmiedo no deseado. Aunque los oprimi­dos que las escuchan las encuentran de­satinadas, las quieren oír.

... Hablaba sin parar tratando deconvencer a todos, desde españolesa mestizos, negros e indios analfa­betos una doctrina descabellada cu­yos más desquiciados razonamien­tos terminaban siempre en insultossoeces a Su Majestad Imperial ypregonaban la secesión final delNuevo Mundo de la metrópoli y laCorona de España. Era en efecto,una locura absurda que todos, em­pero, querían oír de boca de aquelapóstol (p. 234).

No podemos pasar por alto la ma­nera como Armas Marcelo crea el mitode Eldorado gracias a la repetición ma­chacona, alucinante de un vocablo cu­yo eco suena profundamente en elpecho, la mente, el corazón y los senti­dos de la mayoría de los personajes. Lamúsica conseguida merced al estribillosugerido por el regreso periódico delcomplemento "oro" nos conmueve a lavez que nos divierte:

Por fin, Eldorado, con sus casas deoro, sus murallas de oro, sus callesempedradas de oro, sus templos yadoratorios de oro macizo, sus mer­cados de oro, hasta sus chozas deoro, toda la ciudad rodeada por unaformidable muralla de oro (p. 290).

Sin embargo, aunque se burle de lospersonajes que creen en el mito de EI­dorado, el novelista contribuye con suhumorismo a fortalecer el mito que haquerido destruir. Tal actitud del autor esconstante a través de toda su obra. Por­que, confesemos, a Armas Marcelo leencanta el juego. Juega con las perspec­tivas temporales los personajes, la his­toria, los vocablos de dobles filos, etc...

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Hemos notado que Armas Marcelose sirve de personajes que existieron enla historia pero los hace vivir en tiem­pos arbitrarios o les presta actuacionesque no tuvieron. El autor emplea la his­toria a modo de trampolín que le per­mite lanzar al aire a personajesimaginarios como a personajes his­tóricos.

Las naves quemadas, una lecturaparódica de la historia

Entre las fuentes nutricias de Las na­ves quemadas, cabe destacar la historia.La pasada como la contemporánea. Sila historia tiene los hechos como base,la manera como se interpretan los mis­mos es subjetiva, individual, libre. Eso,el autor lo apostilla en varias páginas:

... Le regresaban a la memoria la fu­tilidad absoluta de aquel gesto es­túpidamente agresivo que, mástarde y transformado en conquistaplena, había de pasar a las cartasde relación histórica que el inquisi­dor y escribano Hernando Rubiotejía lentamente con su mano demurciélago, hechizado por su pro­pia tarea de buscar como elemen­tal sibila, en las vísceras de unahistoria que ellos mismos habíanido creando, hasta construir la exé­gesis que más conviniera a los des­cubridores de Salbago (p. 102).

Para dibujar la figura del rebelde ca­paz de retar por medio del arte al om­nipotente gobernador de Salbago, JuanRejón, Armas Marcelo escoge el nom­bre de Otelo Saraiva de Carvalho (9) quese vuelve así el contemporáneo de unconquistador del siglo xv.

¿Y cómo te llamas tú? volvió a pre­guntar Rejón.---.!'Otelo Carvalho, señor" contes­tó de nuevo el portugués sin cam­biar apenas el tono de voz, mirandofijamente el mapa que se dibuja enla cara de Juan Rejón (p. 57).

¿Cómo es posible que Otelo de Car­valho coexista con Juan Rejón? Sin du­da porque la idea de rebeldía esintemporal aunque la persona en quienencarne sea temporal.

No se contenta Armas Marcelo condesajustes cronológicos provocados. Seatreve a crear un personaje, cruce de va­rios otros personajes. Así, el mestizo Ca­milo Cienfuegos (10) de su novela resultaser una síntesis de Simón Bolivar, An­tonio Maceo, Guillermo Sucre y de to­dos los personajes históricos rebeldeslatinoamericanos matados a traición(Zapata, Sandino, etc.). Los rasgos queel autor le presta hacen pensar en FidelCastro y Ernesto Che Guevara.

Le perdonaban la vida por conside­rarlo un loco vociferante que había

perdido la razón desde joven pormorder de unas hierbas salvajes ymalignas que siempre llevaba con­sigo para tragárselas crudas, a me­dio masticar, en manojo, comoterapia segura contra los ataques as­máticos que mortificaban su ya di­ficultosa respiración exaltada, quese movía agónica y silbante al tiem­po que provocaba la cesación de labrillantez de su elocuencia y volvíasu mirada bovina y ciega (p. 269).

Tras estos guiños de ojo, el autor nova a pararse en camino. Multiplica lasreferencias, pero arreglándoselas paraque el desfase entre el personaje y el ele- .mento que le acompaña provoque ennosotros una reacción intelectual subje­tiva. El autor va a parodiar expresiones,citas o frases conocidas pero desligán­dolas de su contexto originario.

PARODIA

Un personaje femenino de prosapiafrancesa, Mademoiselle Pernod, domi­na la segunda parte de la novela, LosReinos Prometidos. Sus encantos sin parcomo su arte refinado traen subyugadosa todos los hombres de Santo Domin­go. Armas Marcelo maneja los signifi­cados, los conceptos y nos invita acompletar la consonante que falta paratener una idea cabal de la extensión delos dotes de su heroína:

... un negrero en suma que se habíaapoderado del corazón de Made­moiselle Pernod, conocida por loshacendados y los galanes antillanoscon el nombre de la Armada Inven­cible (11) la única mujer que valía lapena gozarse en todo el ámbito delas Antillas, en todo el Mar Cari­be, desde el Golfo de México hastalas costas venezolanas (p. 241).

En los momentos de dificultad,cuando en la noche de su angustia el re­belde Camilo Cien fuegos se encuentraen apuros, saca fuerzas de un eslogan fa­miliar a cuantos conocen un poco la his­toria de la revolución cubana:

Respirando con dificultad, balbu­ceaba como un loro repetidor laconsigna que en su profecía de liber­tad, flotaba siempre sobre su boca:"Hasta la victoria siempre. Patria omuerte. Venceremos" (p. 271).

Será vencido Camilo Cienfuegos enla novela porque se dejará convencer porAlvaro Rejón quien le propone que va­ya con él a buscar a Eldorado. Cienfue­gas abandona momentáneamente sulabor de predicador cerca de los oprimi­dos. Cuenta con el oro anhelado parareclutar ejércitos, comprar caballos, ar-

mas, etc... El haber renunciado tempo­ralmente a las arengas no le satisface yse desahoga confiando en el futuro yapoyándose en el título del texto leídopor Fidel Castro en 1953 después del fra­caso del asalto al cuartel Mancada, an­te sus jueces:

Pero en los ratos en los que su con­ciencia despierta le remordía el co­razón y la duda larvada salía a flotea los ojos de Cienfuegos, como unadepresión que se apoderaba de él ylo desasosegaba desclavándole lasideas y sacándole los huesos de su si­tio, en esos ratos de temblor que elmestizo conocía, ternia y odiaba, serepetía para convencerse una fraseque siglos más tarde, pasaría de la le­yenda a la verdad, como configura­ción de una nueva forma de vida."La Historia me absolverá" se de­cía solemne sin permitir que nadiellegara nunca a escucharla (p. 303).

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No encontrará oro ni irá a Eldora­do Cienfuegos porque le emponzoña Al­varo Rejón, quien perderá en la espesurade la selva peruana sus últimas energíasen busca del metal enloquecedor. Parael hijo de Juan Rejón despistado por lafiebre del oro, Roma no tiene el presti­gio de Eldorado:

"Todos los caminos, se convencíaa sí mismo absolutamente absortoen sus investigaciones, "llevan a El­dorado". Vibraba de locura(p. 297).

Armas Marcelo renueva expresiones,trastrueca papeles históricos, desplazaepisodios, inventa desajustes cronológi­cos por amor al juego y porque ejercesu derecho de artista a elaborar, clasifi­car y escoger los datos según su real ga­na. Tumultuosa fue la historia deldescubrimiento y Las naves quemadasdejan la impresión de un caos ordena­do según las leyes rigurosas del arte deun novelista burlón pero serio. Parodia,distancia irónica e irrisión le permitenidear un mundo fantástico, abigarradoen que chocan nociones e ideas aparen­temente contradictorias. Lo más curio­so es que el mismo autor declara suficción, denuncia la estrategia que pro­pone al lector:

Por eso se esforzaba Juan Rejón enseguir las enseñanzas gratuitas delDuque, como si detrás de ellas se es­condiera un alfabeto secreto, un se­gundo sentido de las cosas, unadimensión distinta de los objetos,los conceptos y sus relaciones, sólodado en su exégesis profunda a unpequeño clan de iniciados (p. 79).

Un parentesco histórico existe entreCristóbal Colón y Fidel Castro del mis­mo modo que entre Otelo Saraiva deCarvalho y Camilo Cien fuegos hay unlazo: la rebeldía contra un estado polí­tico y social juzgado como inaceptable.El descubrimiento fue una hazaña quegeneró así propios héroes. La actuaciónde los conquistadores y la de sus descen­dientes han originado el brote de otrosprotagonistas empeñados en luchar con­tra las consecuencias sociales y políticasque sacan sus raíces del mismo descu­brimiento.

El espíritu irónico, caústico de Ar­mas Marcelo que satiriza ideas, conduc­tas y hechos no le impide hacernos verlas líneas de continuidad y de coheren­cia existentes entre las diferentes etapasde la historia latinoamericana.

CONCLUSIÓN

Merece especial lugar el tema deldescubrimiento en Las naves quemadas.

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Al enriquecer la dimensión histórica desu novela con otra, lírica e irónica, Ar­mas Marcelo ofrece un testimonio sobreAmérica y su propio país. Vellocinio deoro para argonautas de alcurnia ibéri­ca, América fue una imagen de la malaconciencia española, semillero de meta­morfosis para varios conquistadores ycuna de ideas que iban a acabar con lapotencia peninsular. El autor apoyándo­se sobre las varias tesis sobre el descu­brimiento juzga a sus compatriotas sincompasión.

En Las naves quemadas, ArmasMarcelo exorcisa la angustia que le ins­pira el pasado de una América descu­bierta, colonizada y dejada por España.Vuelve a crear los estratos del pasado enque da vida a mitos que vuelve a des­truir con regocijo.

Iconoclasta, el autor denuncia iró­nicamente a todos los necios, falsoshé­roes e hipócritas del descubrimiento: Laironía le permite al autor observar el pre­sente que trata de entender a través desus continuidades con un pasado sub­yacente.

Dos ideas merecen destacarse delexamen de Las naves quemadas. Ha de­jado el autor un lugar importante a Ca­nari<is, puente entre continentes. Perosobre todo ha insistido en la capacidadde infección de América, trasunto de sucariño por los autores hispanoamerica­nos. Como escritor, Armas Marcelo, quese autoproclama "furibondo latinoame­ricanista" se ha dejado infectar por losprosistas hispanoamericanos. Fuertesimágenes constelan la prosa de ArmasMarcelo que rezuma poesía. Su arte enLas naves quemadas ha consistido en su­mir una literatura inspirada en las en­tretelas de una realidad históricacompuesta a su dimensión y antojo.

BIBLIOGRAFÍA1)

Marianne Mahn-Lot: La découverte del'Amérique. Question d'histoire/flamma­rion 1970.

Juan Jesús Armas Marcelo: Las naves que­madas. Argos Vergara. Barcelona 1982.

Octavio Paz: El Laberinto de la soledad,Fondo de Cultura Económica. México1977.

Ruggiero Romano: Les mécanismes de laconquete coloniale: les conquistadores.Question d 'histoire/flammarion 1972.

PeriódicosDiario de Las Palmas, miércoles 23 de junio

de 1971. Suplemento.

N O T A S ---,

(1) Escritor canario nacido en Las Palmas de GranCanaria (1946). Autor de varias obras: Calima,El árbol del bien y del mal, El camaleón sobrela alfombra etc... Reside actualmente enMadrid.

(2) Las naves quemadas. Argos Vergara, S.A. Bar­celona 1982.

(3) Las naves quemadas, p. 309. Todas nuestras re­ferencias vienen sacadas de esa edición. De ahíen adelante, nos contentaremos con apuntar lapágina, una vez terminada la cita.

(4) Juan Rejón es un personaje histórico. AbreuGalindo escribe lo siguiente: "Los Reyes Cató­licos... nombrando de ella (la conquista a JuanRejón, caballero natural del reino de Aragón,diestro y cursado en la guerra; diéronle por suacompañado a don Juan Bermúdez, Deán deRubicón en Lanzarote por ser experto en estasislas; y vino por su Alférez Mayor nombradoAlonso Jaymes de Sotomayor, cuya hermana,que se decía doña Elvira de Sotomayor, era ca­sada con el capitán Juan Rejón....Se embarcó el capitán Juan Rejón con todasu gente en el Puerto de Santa María a 23 demayo de 1477, vinieron navegando la vuelta deesta isla con próspero tiempo y tomaron puer­to en el de las Isletas... Iban por capitanes dela Infantería Alonso Fernández de Lugo y Ro­drigo Colórzano. Abreu Galindo: Desembarcoen las Isletas, primeros encuentros en el Guini­guada y la fundación del Real de Las PalmasDiario de Las Palmas, miércoles 23 de junio de1971. Suplemento.

(5) Dicho acontecimiento ocurrió en junio de 1478.

(6) Octavio Paz: El Laberinto de la soledad. Fon­do de Cultura Económica. México 1977, p. 77.

(7) Los españoles tuvieron que luchar contra losisleños, de Gran Canaria entre 1478 y 1484 an­tes de someterlos.

(8) En sus Memorias, don Benito Pérez Galdós haapuntado lo que sigue: "Las elecciones en Cu­ba y Puerto Rico se hacían por telegrama queel gobierno enviaba a las autoridades de las dosislas. A mí me incluyeron en el telegrama dePuerto Rico y un día me encontré con la noti­cia de que era representante en Cortes, con unnúmero enteramente fantástico de votos. Conestas y otras arbitrariedades, liegamos años des­pués, a la pérdida de las colonias".

(9) Oficial portugués. Una de las figuras del Mo­vimiento del 24 de abril de 1974 que derrocóal régimen de Caetano. Luchó en Angola conlas tropas portuguesas contra el MPLA. Sigueviviendo.

(10) Camilo Cienfuegos Gorríarán, héroe de la re­volución cubana. Comandante de la ColumnanO 2 Antonio Maceo. Se ilustró en la provinciade Santa Clara.

(11) Se desarboló la muy mal Armada Invencible en1588 (1-8 de agosto).

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