jangala magazine - número xvi agosto 2014

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Número XVI - Agosto 2014

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Revista de Terrariofilia

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Número XVI - Agosto 2014

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IND

ICE

DE

CO

NT

EN

IDO

SLa OpiniónRoberto Gonella Gómez

ARTICULO Mantenimiento en cautividad de Mniarogekko ChahouaÁngel Yagüe

ARTÍCULOCriando neonatos de serpiente del maizal Gonzalo Albarrán, Jerónimo Del Moral y Guillermo Pérez

ARTÍCULOLas interacciones de los lepidópteros con sus plantas nutricias Rafael Obregón Romero

ARTÍCULOMantenimiento en cautividad de mántidos Jorge Iribarren Baró

La revista no se responsabiliza de las opiniones vertidas por los autores ni de posible plagio por parte de éstos, así como del uso indebido de las fotografias incluidas en la revista.

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Imagen de portada: Mniarogekko Chahoua, por Geckoide Fundación y Dirección: Roberto GonellaMaquetación: Pedro Durán Contreras

www.jangala-magazine.com

REPORTAJEUn paseo fotográfico por el Parque Natural de Cazorla Roberto Gonella Gómez

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ARTÍCULOCaracterización de la población de Pico Picapinos (Den-drocopos major) en las provincias de Málaga y Cádiz Samuel Peregrina

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La Opinión Protección animal Vs Tenencia en cautividad.

Premisa básica, universal y obligatoria, todo animal merece una vida digna y un trato acorde a sus necesidades biológicas. De un tiempo a esta parte venimos viendo y oyendo a través de internet, sobre todo a través de las redes sociales, los mensajes de los grupos ani-malistas, pro defensa de los animales y algunos que casi me costaría encontrar la palabra para describirlos, colgando imágenes fuera de contexto, con animales en el matadero, con videos de casos extremos de maltrato animal y todo tipo de mensajes subliminales persi-guiendo un objetivo claro, la prohibición de tenencia de ciertos animales en cautividad.

Quizás es aquí a donde deberíamos detenernos un poco a analizar esta frase, “defensa de los animales”, ¿Qué se entiende por defensa de los animales?

Para ciertos colectivos, la defensa de los animales se traduce en….prohibición absolu-ta y rotunda de la tenencia de cualquier tipo de animal en cautividad, ni siquiera aquellas especies que desde hace cientos de años fueron destinadas al mantenimiento en cautividad abandonando cualquier impronta de subsistencia en el medio salvaje, prohibición absoluta del consumo de carne animal y persecución extrema de cualquier tipo de utilización de ani-males para fines particulares, ya sean lucrativos o no.

Este tipo de colectivos, asociaciones o grupúsculos, muy lejos de ser verdaderos cono-cedores o amantes de la vida animal, trasladan su mensaje animalista a las más extremas tendencias, rozando a veces la ignorancia, la soberbia y la violencia.

El que escribe el artículo de opinión está en contra del maltrato animal, esto es eviden-te, entendiendo como tal a aquellas conductas que supongan un perjuicio para la vida de un ser vivo o incluso su medio natural, pero, ¿Podría ser considerado maltrato animal un pá-jaro enjaulado?, ¿Podría ser considerado maltrato animal un rack de serpientes? o ¿Podría ser considerado maltrato animal la caza en cetrería? Es aquí a donde una línea invisible, casi inapreciable, a veces indescriptible, puede ser cruzada peligrosamente.

Evidentemente, hay cientos de especies de aves, reptiles, anfibios y mamíferos, que de no ser por la paciencia, tesón, dinero y pasión de sus criadores, no serían criadas en cauti-vidad a cientos, miles de ejemplares, obteniendo de esa forma descendencia para garantizar la supervivencia de un taxón en casos extremos de destrucción de hábitats.

Pero cuidado, hay que saber diferenciar entre el mantenimiento serio, profesional y

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Por Roberto Gonella Gómez

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digno en cautividad para una especie animal y el hacinamiento, coleccionismo caprichoso y falta de ética de muchos que se autodenominan amantes de los animales. Es este y no otro el talón de Aquiles de una afición que debe saber exactamente el papel que cumple en este juego.

La terrariofilia cumple una función, una labor vital, a la hora de promover, favorecer y apoyar, la cría en cautividad de ciertos taxones en peligro crítico de extinción y somos no-sotros, los terrariofilos, los encargados de demostrar, que muy lejos de los mensajes vacíos de sentido común de los más acérrimos defensores de la prohibición y la represión ideoló-gica, se encierra un objetivo común, la pasión y el amor que sentimos por cada una de las especies que mantenemos en cautividad, ofreciéndoles una vida digna, casi tan digna como la que podrían encontrar en estado salvaje. Y que somos un colectivo concienciado contra el maltrato animal, ya que por ese motivo nuestras instalaciones cuentan con cientos, con miles de euros de inversión, para garantizar una vida saludable a las especies que mante-nemos.

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Mantenimiento en cautividad de Mniarogekko Chahoua

Por Ángel Yagüe

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2.000 km al norte de Nueva Ze-landa.

Al contrario de muchas is-las del Pacífico, las cuales son de origen volcánico reciente, Nueva Caledonia es un antiguo fragmento del supercontinente Gondwana. Nueva Caledonia y Nueva Zelanda se separaron por deriva continental de Australia hace 85 millones de años. Las is-las aún conservan flora y fauna que tuvo su origen en Gondwa-na.

A estas características se debe que Nueva Caledonia, siendo mucho menor que Nueva Ze-landa y Australia en extensión, tenga el mayor índice de espe-cies vegetales endémicas del Pa-cífico, y una de las más ricas sel-vas tropicales del planeta en una zona tan aislada. La humedad es abundante, llegando a ser en

estamos hablando de animales que no han conocido otro en-torno que el del terrario y con-taremos con las ventajas que ello supone.

Las crías que podemos ad-quirir de esta especie son ani-males sin los parásitos y estrés propio de los cogidos de la na-turaleza, siendo así su manteni-miento mucho más sencillo. Al mismo tiempo, al no importarse ya animales de Nueva Caledo-nia, se protegen las poblaciones salvajes.

NUEVA CALEDONIA, UN ECOSISTEMA

ÚNICO

Nueva Caledonia es un archi-piélago de Oceanía situado en el sudoeste del océano Pacífico, a 1.500 km al este de Australia, y

INTRODUCCIÓN

Conocido en el mundo anglosajón como gecko musgoso de cola prensil

(Mossyprehensile-tailedgecko), el Mniarogekko chahoua, hasta hace poco, englobado dentro del género Rhacodactylus, se ha convertido en los últimos años en un inquilino habitual en las instalaciones de los aficiona-dos a la herpetología. Es su fácil cuidado, belleza y característi-co comportamiento lo que sin duda ha hecho que esta especie sea cada vez más popular en nuestros terrarios.

Con este artículo se pretende presentar a esta especie endémi-ca de Nueva Caledonia, hacien-do una breve descripción sobre su hábitat en la naturaleza, man-tenimiento en cautividad, repro-ducción y curiosidades.

ORIGEN

Como aficionados a la terra-riofilia, lo primero que debemos preguntarnos, siempre antes de adquirir cualquier animal, es si seremos capaces de mantener a nuestros animales en unas condiciones lo más próximas posibles a las que gozan en su entorno en estado salvaje. Por ello es obligatorio, dentro de la responsabilidad que siempre ad-quirimos al cuidar un animal, informarnos de todos aquellos aspectos necesarios para recrear esas condiciones lo más fielmen-te posible, para que goce de una vida óptima.

Por suerte para nosotros, a día de hoy, los Chahoua que en-contramos en el mercado pro-vienen de la cría en cautividad por parte de aficionados desde hace más de 15 años, por lo que

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El gecko musgoso de cola prensil, Mniarogekko chaoua. Fotografia de Geckoide

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algunas áreas un factor limitante para la vegetación, al crearse un medio higrófilo rezumante de humedad, con un gran atractivo visual, en forma de nieblas y ro-cíos.

El clima es muy suave, tem-plado por el océano y los vientos alisios que soplan todo el año. La estación calurosa y húmeda comienza en noviembre y finali-

za en abril. El clima es más tem-plado en invierno (julio-agosto). Las temperaturas varían poco de una estación a otra (de 22° C a 28° C) en Nueva Caledonia. Ha-biendo riesgo de ciclones de no-viembre a abril.

Como podemos apreciar en la siguiente tabla, los meses de mayores temperaturas coinci-den con los de precipitaciones

máximas, hecho del que habla-remos más detalladamente en los siguientes apartados.

ALOJAMIENTO

Siguiendo con el apartado anterior, y sabiendo que su ac-tividad la desarrollan práctica-mente en los árboles, (bajando sólo al suelo en ocasiones pun-tuales) podemos sacar una serie

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Paisaje de Isla de los Pinos, uno de los hábitats de esta especie en Nueva Caledonia. Fotografia de at-communication.com

Tabla de temperaturas y precipitaciones de Nueva Caledonia (fuente capestral.com)

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de conclusiones que nos ayuda-ran a diseñar el terrario o habi-táculo perfecto para ellos.

También es importante rese-ñar que el Mniarogekko chahoua desarrolla casi toda su actividad desde la caída de la tarde hasta el amanecer. Aunque de día su ac-tividad se reduce notablemente, no es raro verles paseándose por las ramas más altas del terrario para asolarse.

Será normal verles esconder-se con los primeros rayos de luz tras alguna corteza o parte deco-rativa del terrario.

Con todo esto y conocien-do ya el clima del que gozan en Nueva Caledonia, parece evi-dente que debemos proporcio-narles un terrario de estilo más o menos tropical, donde prime la dimensión de altura frente al largo/ancho.

Las medidas orientativas se-rán de 60x60x80 cm para po-der albergar una pareja o trío. Evidentemente, cuanto mayor volumen les demos a los anima-les más disfrutarán tanto ellos como nosotros observándoles, ya que son bastante activos y se-guro utilizarán todo el espacio que les facilitemos para sus sal-tos y carreras nocturnas.

Para la decoración de éste, debemos tener en cuenta su naturaleza arbórea y el medio-alto grado de humedad que va a tener el terrario (punto que trataremos en el siguiente apar-tado). Podremos utilizar ramas y trozos de bornizo, previamen-te desinfectados, y anclados con cuidado en sitios fijos del terrario para evitar así posibles lesiones de nuestros animales. Un aspecto positivo del bornizo

o corcho, es que además de ser decorativo, los geckos noctur-nos lo ven como un lugar ideal para esconderse durante el día y camuflarse.

Es también aconsejable el uso de plantas naturales en el terrario. Su uso nos ayudará a mantener la humedad del terra-rio, los animales beberán de sus hojas tras los riegos y además nos proporcionarán una más que evidente mejora estética en el terrario. A la hora de elegir qué especies vegetales meter de-

bemos tener en cuenta el foto-periodo que vamos a tener y el grado de humedad. Elecciones habituales suelen ser la Scheffle-ra, Scindapsus o Ficus. Siempre que queramos meter una planta nueva en el terrario deberemos informarnos de si sus hojas son venenosas. Los animales no las van a comer, pero si lo puede hacer el alimento vivo que luego van a ingerir, por lo que habrá que tener cuidado en la elección.

Para la elección del sustrato, la regla general es que, elijamos

Terrario para adultos. Fotografia de Sergio Llorca

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el sustrato que elegimos, éste esté libre de cualquier agente químico que pueda perjudicar a nuestros animales y que, en caso de que se lo tragasen accidental-mente, no les causará una obs-trucción intestinal y pudieran eliminarlo con las heces.

Una combinación de fibra de coco con tierra (sin abonos ni pesticidas) es una gran elección. Nos permite poder enterrar las plantas en él, al mismo tiempo que retener la humedad y dar-le un toque bastante natural a nuestro terrario. Otra posible opción es la de utilizar papel de periódico; más higiénica y có-moda para la limpieza pero mu-cho menos estética y natural.

SIMULACIÓN DE LA CLIMATOLOGÍA EN EL

TERRARIO

Preparada ya la estructura de nuestro terrario y conociendo el clima de su entorno, vamos a ver qué iluminación, hume-dad y temperatura tenemos que proporcionar a nuestros geckos. Lógicamente, cuanto mayores sean las dimensiones del te-rrario, mayor juego tendremos para estudiar los gradientes de estas tres magnitudes y ponerlos a nuestro gusto según las direc-ciones que queramos.

Distinguiremos para los 3 parámetros lo que llamaremos a partir de ahoraperiodo de des-canso y periodo de reproduc-ción. La época reproductiva de los Chahoua abarca los 6 meses que transcurren entre enero y junioy que, como hemos visto antes, en estos meses las tempe-raturas y precipitaciones sonlas más altas del año y el fotoperio-do es el más largo.

Empecemos por la ilumina-ción. Como se tratará más ade-lante en el capítulo de reproduc-ción, los Mniarogekko Chahoua son especialmente sensibles a descalcificarse durante la época de cría, por lo que para que me-tabolicen bien el calcio que les aportemos en la dieta, necesitan vitamina D3 en su organismo. Ésta, se les puede suministrar de forma artificial, junto al calcio, o pueden obtenerla ellos cuando su piel se expone directamente al sol. Por eso, con frecuencia se denomina la vitamina de la “luz del sol”. La mayoría de los animales satisfacen al menos algunas de sus necesidades de vitamina D de esta manera, por lo que no está demás ofrecerles una fuente de rayos UVB y UVA para tal fin.

Aunque menos importan-te, pero con el fin de intentar recrear lo más fielmente su en-torno, ajustaremos también el fotoperiodo con la estación que queramos representar. Redu-ciendo unas horas de luz será suficiente para ayudar a su des-canso en los meses de menos actividad.

El siguiente punto a tener en cuenta es la temperatura. En general, el mantenimiento de geckos de Nueva Caledonia, en lo que a temperatura se refiere, es muy sencillo y fácil de repro-ducir en nuestros hogares. En el periodo de descanso se acepta-rán temperaturas mínimas de hasta 15º de noche y 22º de día. Margen de temperaturas que habitualmente podemos tener dentro de las casas en otoño-invierno. Con la llegada de la primavera y el verano, la tempe-ratura subirá de forma gradual unos 5 ó 6 grados más, lo que será suficiente para estimular a

nuestros geckos y que sientan el cambio de estación. Bajo nin-gún concepto podemos permitir que la temperatura de los terra-rios sobrepasen los 30º. Si fuera el caso, debemos utilizar algún aparato de aire acondicionado en la habitación y aumentar el número de riegos para que no se deshidraten los animales.

La humedad es, seguramen-te, el parámetro de los tres an-teriores al que más atención de-bemos prestar, sobre todo en la época de mayores temperaturas. Durante sus meses de descan-so, bastará con un riego corto al atardecer para que los animales beban y les ayude en el cambio de piel, evitando así retenciones de muda. En los meses de mayor actividad, realizaremos riegos de mayor duración al atardecer y al amanecer, aumentando así la humedad relativa del aire del terrario.

Podemos ver cómo con poco esfuerzo manejando estos 3 sen-cillos parámetros podemos si-mular los cambios de estaciones y estimular así la reproducción y descanso de los animales.

ALIMENTACIÓN Y SUPLEMENTACIÓN

Por suerte para nosotros, los Chahoua son una especie espe-cialmente agradecida a la hora de la alimentación.

Aceptan cualquier tipo de presa acorde con el tamaño de su boca. Lo ideal, como siempre, es ofrecerles una amplia variedad de alimento dentro de nuestras posibilidades. Son unos voraces insectívoros que aceptarán gri-llos, gusano de seda, cucaracha, gusanos de la miel, langostas y así un largo etcétera.

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Además son frugívoros, gus-tándoles la mayoría de frutas dulces, ya sean en trocitos muy pequeños o en papilla hecha por nosotros de forma casera. Una papilla hecha con pera, plátano, higo, papaya, uva o fresa (o com-binadas entre ellas), será para ellos una delicia y una fuente de azúcares y vitaminas para su or-ganismo.

La miel y el polen se les pue-den ofrecer de forma esporádi-ca, o bien utilizarla para darle un toque dulzón a nuestras pa-pillas caseras con el fin de lla-mar su atención.

Otra opción es utilizar prepa-rados comerciales creados espe-cialmente para geckos insectívo-ros/frugívoros. Aunque afirman que con ellos la alimentación es completa y no necesitan nada más, siempre es aconsejable dar-les al menos un par de veces a la semana insecto para que no pierdan el instinto cazador, ade-más de quepara nosotros será una gozada verles perseguir a las presas y atraparlas.

El tema de la suplementa-ción es delicado ya que, a dife-rencia de otras especies de gec-ko mayores, como puede ser el Rhacodactylus leachianus, los Chahoua sonespecialmente pro- pensos a la descalci- ficación, como se hablará de ello en el siguiente punto . Debemos por lo tanto asegurar una fuente de vi- tamina D3 (ya sea con una buena iluminación o de forma artificial, una vez a la sema- na) con el fin de garantizar la co-

rrecta adherencia del calcio en los huesos de los animales. To-das las presas vivas las espolvo-rearemos con calcio sin D3 y una vez a la semana le añadire-mos esa vitamina (no debemos abusar en su uso ya que en exce-so puede acarrear graves proble-mas de salud al animal).

REPRODUCCIÓN

Llegamos a uno de los puntos que mayores satisfacciones nos proporcionaen el mundo de la terrariofilia.

Sin bien para los amantes de este hobby, ver a nuestros ani-males gozando de una excelente salud ya es más que suficiente para llevarnos una enorme ale-gría y sentirnos orgullosos de haber hecho todo el ejercicio anteriormente explicado de for-ma correcta, el hecho de lograr reproducirlos y disfrutar de las crías es una experiencia para muchos única.

Habitualmente es normal en-contrar información sobre la re-producción de esta especie en la que se hablade una

especial dificultad para lograrla con éxito. Personalmente para nosotros, y tras la experiencia de más de 7 años con su cría, esa afirmación no es del todo cierta.

Es cierto que su cría no es tan sencilla como en especies empa-rentadas con ellos, como el Co-rrelophus ciliatus, pero no debe-mos catalogarla como difícil.

El secreto para su reproduc-ción radica en aspectos tan sim-ples como no tener prisa por juntar las parejas y dejarlas cre-cer mínimo dos años a las hem-bras hasta coger una talla adul-ta. Eso, junto con una excelente alimentación/suplementación y simulación de estaciones me-diante la humedad, iluminación y temperatura nos dará la segu-ridad de poder conseguirlo.

Como hemos citado antes, la descalcificación en esta espe-cie es bastante frecuente si no se presta especial atención a los animales. Habrá que estar muy atentos sobre todo de las hem-bras en época de puestas ya que gastan mucha energía y recursos

Ejemplares comiendo papilla suplementada con calcio. Fotografia de Ángel Yagüe

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en formar los huevos, llegando a tirar de las reservas de calcio de sus huesos para poder formar la cáscara del huevo.

Uno de los primeros sínto-mas que muestran estas hem-bras con principios de descalci-ficación lo encontramos en su cola. Se les quebrará en forma de zig-zag. Esta cola doblada aparece en muy poco tiempo. En apenas dos días puede pasar una hembra de tener la cola normal a tenerla quebrada. Pero no de-bemos alarmarnos. Igual que el problema surge rápido también se soluciona con relativa veloci-dad. Daremos esos días un extra de calcio con D3 al animal en cuestión, ya sea con los insectos o con la propia papilla dándose-la nosotros con paciencia para asegurarnos que ingiere una buena cantidad.

El animal mejorará rápida-mente siempre y cuando lo ha-yamos cogido a tiempo. Ante una descalcificación más severa hay que ir rápidamente a un ve-terinario para que la trate ade-cuadamente.

Las puestas son de dos hue-vos, gestados por la hembra entre 40 y 60 días antes de po-nerlos. Estos son de gran tama-ño y cáscara bastante dura. A diferencia de otros geckos, los Chahoua por norma general no tienen un patrón claro a la hora de poner los huevos.

En nuestra experiencia nos hemos encontrado huevos pe-gados a las hojas de las plantas, a las ramas, enterrados e incluso lanzados desde lo alto del terra-rio hasta el suelo. Hay que tener cuidado con el bebedero, ya que no sería la primera vez que la hembra decidiera “soltar” allí los

Puesta de M.Chahoua a punto de eclosionar tras 110 días de incubación. Fotografia de Ángel Yagüe

Neonato con sólo 1 hora de vida. Todavía sin haber hecho la primera muda post nacimiento.. Fotografia de Ángel Yagüe

Terrario para crías. Fotografia de Sergio Llorca

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huevos, echando a perder así la puesta.

Una vez que veamos los hue-vos, y siempre con cuidado por si está la madre cerca ya que no dudará en lanzarse contra la mano enemiga, los cogeremos y sin voltearlos los pondremos en vermiculita húmeda dentro de un tupper, marcando con un rotulador la parte superior del huevo.

La incubaciónde esta especie es relativamente lenta, pudiendo alcanzar fácilmente más de 100 días de incubación. Este periodo está íntimamente relacionado con la temperatura que le demos durante este tiempo. Si bien el rango de temperaturas para esta especie es grande (desde los 21 hasta los 28º más o menos) se recomienda hacerla a tempera-turas tirando a bajas, en torno a los 23º con el fin de permitir al embrión desarrollarse mejor y durante más tiempo.

El momento de la eclosión en los Chahoua es especialmente delicado. Debido al grosor de la cáscara del huevo no es raro en-contrar crías que en el momento de nacer no han sido capaces de rajar el cascarón. Esto puede ser debido a muchos motivos, des-de un exceso de calcificación del huevo hasta una falta de fuerza del pequeño por algún error en la incubación o sencillamente por pura selección natural.

Una vez nacidos, les propor-cionaremos un terrario pequeño o tupper donde alojarlos. Aun-que no se ha observado caniba-lismo en esta especie, siempre es conveniente tener a los neonatos separados para así controlar me-jor su alimentación.

A los pocos días de nacer ya mostrarán interés por pequeños insectos y papillas que les prepa-remos. Son animales muy gloto-nes que no tardarán en desen-volverse solos sin necesidad de que estemos pendientes de ellos. Solo habrá que tener cuidado de que nunca les falte una fuente de agua limpia y pulverizaciones para mantener el sustrato hú-medo.

¿POR QUÉ ELEGIR ESTA ESPECIE PARA SU MANTENIMIENTO EN

CAUTIVIDAD?

Su mantenimiento en cautivi-dad relativamente sencillo no ha sido el factor determinante para que cada día haya más aficiona-dos a la terrariofilia que disfru-ten de esta maravillosa especie.

Es su comportamiento y be-lleza intrínseca lo que sin duda ha hecho que el Mniarogekko Chahoua sea cada día más po-

pular en el hobby.

Es una especie muy desca-rada. Suelen estar pendiente de todo movimiento que rodee al terrario, incluidos nosotros, y frecuentemente nos relaciona-rán con la comida por lo que es-tarán especialmente pendientes cuando nos acerquemos.

Su tamaño medio, de unos 22 centímetros, hace posible su mantenimiento sin tener que contar con instalaciones enor-mes.

Además, el manejo de estos animales es bastante sencillo. En general, no son animales que se estresen con la manipulación y aceptarán comer papilla de nuestra mano. Ese carácter pa-cífico hace también que sea un animal apto para poder compar-tir con los más pequeños de la casa, siempre en presencia de un adulto y harán seguro la delicia de los niños y los no tan niños.

Acostumbrándoles al contacto con el ser humano ya desde pequeños. Fotografia de Sergio Llorca

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CRIA

NDO

NEON

ATOS

DE

SERP

IENT

E DE

L MA

IZAL

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Por Gonzalo Albarrán, Jerónimo Del Moral y Guillermo Pérez

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Trabajar con serpientes es una aventura. Por un lado existe toda una corriente de opinión pública donde son menospreciadas, temidas, desconocidas y en muchos casos odiadas. Y por otro, se echa en falta rigor y conocimiento reglado sobre su biología. En nuestros estudios con reptiles y anfibios

pretendemos ampliar lo conocido sobre estos animales, de forma que sean corregidas (en lo posible) las negativas apreciaciones que en la sociedad se tiene sobre ellos.

¿Por qué serpiente del maizal?

La serpiente del maizal es la especie de ofidio más conocida en el mundo de la terrariofilia debido a su buen carácter, robustez, adaptabilidad, ausencia de veneno y facilidad de cría.

Además de su valor comercial, es una serpiente con un importante papel ecológico ya que depreda di-ferentes tipos de roedores y aves que se alimentan en los campos de cultivo. Aunque habita biotopos tan diversos como las marismas, orillas de los ríos o bosques de coníferas, puede encontrarse próxima a explo-taciones humanas, como en plantaciones, granjas y en todo tipo de ruinas, colonizando las zonas rurales habitadas. La serpiente del maizal es un animal con amplia importancia económica y ecológica y de belleza indudable.

La serpiente del maizal es muy apreciada por criadores particulares y aficionados a la herpetología.

Su distribución abarca el sureste de los Estados Unidos incluyendo algunas poblaciones vestigiales en Nueva Jersey, Delaware, en el sur de Pennsylvania y Maryland y Virginia.

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TAXONOMÍA Y CLASIFICACIÓN¿Elaphe guttata o Pantherophis guttatus?

Para comenzar, es necesario aclarar y comentar los últimos cambios taxonómicos de esta especie. La ser-piente del maizal siempre ha sido conocida por el nombre científico Elaphe guttata, con lo que se incluía en el antiguo y gran género de las Elaphe (serpientes trepadoras) pero en recientes estudios genéticos se observó que había un grupo de serpientes más emparentadas entre sí que con las demás. Esto llevó a la división del genero Elaphe en otros más pequeños, creando el género Pantherophis donde se incluyen a las serpientes rateras americanas, como la P. emoryi, P. bairdi o la P. obsoletus.

De todos modos, el término Elaphe guttata es usado hoy en día para nombrar a esta serpiente por colec-cionistas, aunque el nombre aceptado por la comunidad científica es Pantherophis guttatus.

Este ofidio pertenece a la familia más numerosa de las serpientes; familia Colubridae (serpientes comu-nes) y a su vez a la subfamilia Colubrinae que abarca más de 100 géneros.

CLASIFICACIÓN CIENTÍFICAReino AnimaliaFilo ChordataClase SquamataOrden ReptiliaFamilia ColubridaeSubfamilia ColubrinaeGénero PantherophisEspecie Pantherophis guttatus

Serpiente del maíz adulta

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Imagen de un ejemplar en el cual podemos observar el intenso rojo-naranja con toques amarillos que recuerdan al maíz, de ahí su nombre.

El nacimientoA mediados de Agosto del 2013 eclosionaron los huevos que una serpiente del maizal había puesto 2

meses antes. Para que se diese la eclosión correctamente, los huevos fueron recogidos e incubados en un recipiente con vermiculita como sustrato, añadiendo agua caliente para proporcionar humedad y se mantu-vieron a una temperatura constante entre 28 y 30 ºC.

Neonatos de 3 semanas de vida de Panterophis guttatus

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Cuidadosamente se trasladaron las crías a un terrario, donde debían permanecer alimentándose del hue-vo hasta que realizasen su primera muda y estuviesen listas para cazar por sí solas. Durante estos primeros días de vida se mantuvieron en un intervalo térmico entre 25-30º y con humedad ambiental.

Al mes de nacer, a mediados de septiembre, de ese grupo de hermanas se seleccionaron 10 para realizar un seguimiento de crecimiento. Como parte del estudio, se anotaba semanalmente, el mismo día y a la mis-ma hora, el peso y longitud de las serpientes, el peso del alimento, tamaño y tipo de mudas, excreciones y forma y duración de la ingesta y otros datos de interés.

Se realizó la anotación detallada de la longitud total (hocico-cola), del peso y un registro fotográfico, que es esencial para diferenciar e identificar rápidamente a los ejemplares, aprovechando que las Pantherophis guttatus tienen en la cabeza un dibujo en forma de punta de lanza, de corazón o similar que varía según los individuos. Ese dibujo las hace únicas.

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Registro fotográfico del grupo muestral de Pantherophis guttatus (Elaphe guttata) Nótese como el dibujo de la cabeza hace diferente a cada individuo

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Parámetro a tener en cuenta: Body conditionPara saber cómo crecían las serpientes se calculó el Body condition (BC), que se definió como la relación

entre el peso y la longitud. Ese dato indica la edad sexual (numerosos estudios científicos corroboran, que en serpientes, la madurez sexual está relacionada con la longitud y no con la edad) y el estado físico de la serpiente en comparación con otros ejemplares de la misma edad. El BC debe aumentar con el crecimiento de la serpiente, por lo que si ese valor no crece, o disminuye, significa que no hay crecimiento y/o está per-diendo peso.

Ejemplar Longitud total (cm) Peso (g) B.C. 1Eg 28 6,1 0,2172Eg 29,7 6,1 0,2053Eg 28 6,1 0,2174Eg 21 3,6 0,1715Eg 29,5 6,3 0,2136Eg 29 5,5 0,1897Eg 26,3 6,9 0,2628Eg 25,5 3,9 0,1529Eg 25,8 5,1 0,197

10Eg 21,5 2,5 0,116 Tabla 1. Registro del grupo experimental un determinado día.

Registro fotográfico del grupo muestral de Pantherophis guttatus (Elaphe guttata) Nótese como el dibujo de la cabeza hace diferente a cada individuo

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También se observa que las serpientes con BC más alto están en mejor condición física que las que pre-sentan un BC más bajo, es decir, como tienen la misma edad, el indicador del crecimiento de las serpientes sería el Body condition; si a mayor longitud, presentan mayor peso, nos da un BC elevado. En cambio sí crecen, pero no engordan, el B.C. tiende a disminuir.

Lo dicho anteriormente se refleja en las dos siguientes gráficos, que muestra el crecimiento del BC respec-to al tiempo de dos ejemplares:

Ejemplo del BC del ejemplar 1Eg, Esta gráfica corresponde a un crecimiento correcto a lo largo de seis meses.

Ejemplo del BC del ejemplar 9Eg. La gráfica corresponde a un desarrollo del BC más lento, esta serpiente era la que más lento crecía y menos peso adquiría en seis meses.

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Las serpientes siguieron un crecimiento lineal del BC respecto al tiempo, lo que podrá ayudar a predecir cómo van a seguir creciendo.

Crecimiento medio del conjunto de las serpientes del estudio.

Si representamos en una gráfica la relación peso y longitud, el peso sigue una relación exponencial con la longitud. La gráfica además refleja que el peso aumenta a mayor velocidad que la longitud, que tiene a cada vez a ser más lenta.

Relación peso con la longitud del ejemplar 1Eg.

Salud en neonatosCon respecto a la salud, un buen mantenimiento y una higiene constante (retirando las mudas y excrecio-

nes lo antes posible, sustituyendo los sustratos y poniendo agua limpia) evitan la mayoría de las afecciones en reptiles. Sin embargo a veces el abuso de cruzamientos consanguíneos puede hacer que nazcan ejempla-res con graves malformaciones, y en ocasiones éstos surgen sin motivos aparentes.

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Los ejemplares 4Eg y 9Eg nacieron con una malformación en la parte media y posterior de columna ver-tebral como se aprecia en la fotografía número 8. Es una afección común en las crías nacidas en cautiverio e influye en el movimiento, haciéndolo más irregular.

Estas malformaciones no les afectan a la salud, incluso se corrigen con el paso del tiempo como ocurrió con estos ejemplares.

De todos modos, es común ver en las ferias de reptiles ejemplares con ¨deformaciones en la cola¨ que hace rebajar su precio. Una serpiente sana se muestra fuerte, sin deformaciones en la mandíbula, ni cuerpo y/o cola, escamas brillantes, sin ácaros y movimientos ágiles y vivos.

Ejemplar con malformaciones en la columna. Se corrigió pasado unos 5 meses, aunque los ejemplares con esta malformación tardan más en crecer (con incremento del BC más lento).

En estado salvaje, Pantherophis guttatus tiene un alto índice de mortalidad de las crías, generalmente so-brevive el 50% de una puesta (sabiendo que una hembra puede poner fácilmente más de 20 huevos).

Los primeros 4 meses son los más vulnerables. Después de este tiempo ya no suelen caer enfermas si los cuidados son adecuados. Las afecciones más comunes que se vieron en los neonatos fueron; disecdisis con infección (problema al mudar), anorexia comportamental (rechaza el alimento, perdiendo rápidamente peso) y problemas metabólicos debido a cambios muy bruscos de temperatura. Son los problemas más ha-bituales que se pueden dar en serpientes de poca edad, junto a quizás con la estomatitis, la enfermedad más común de las serpientes en cautiverio.

Proporcionándoles a unas condiciones óptimas (o adecuadas a sus necesidades) se asegura un buen es-tado de salud, por ejemplo, un ambiente demasiado seco puede desarrollar problemas en la muda, por otro lado, un ambiente excesivamente húmedo favorece la aparición de hongos.

La ecdisis (más conocido como la muda) que es el proceso periódico (aproximadamente una vez al mes) por el cual la serpiente se desprende las escamas viejas. Llevar un control de las mudas es importante para controlar la salud de las serpientes, ya que una frecuencia anormal es una mala señal de salud: mudar cada muy poco tiempo implica presencia de parásitos u hongos y no mudar es un síntoma de disecdisis (afección por la cual no mudan correctamente, suele provocar infecciones). Por término medio los ejemplares del es-tudio mudan cada 24 días. Además, las serpientes que van a mudar se muestran reacias a comer por lo que es necesario conocer al animal para no presionarla o causar estrés en lo que es un proceso natural.

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Colores grisáceos y ojos opacos son síntomas de muda inminente.

Alojamiento Cuando tienen aproximadamente un mes y han realizado su primera muda, están listas para separarse

individualmente en racks de cría para que sea más fácil controlar su alimentación, muda, etc. Se mantuvie-ron a las serpientes en una habitación con la temperatura controlada en recipientes adecuados para ellas.

Los recipientes de cría son tappers de 18x30x40cm (alto, ancho y largo) con césped artificial como sus-trato (como alternativa es aconsejable el papel de cocina por su poder absorbente), una cueva para resguar-darse, una rama para trepar y agua disponible ad libitum. Lo más importante de un terrario para neonatos es que sea seguro y no haya hueco posible ya que las serpientes son maestras escapistas. Cualquier hueco o descuido, será aprovechado por la serpiente.

Terrario para pequeñas serpientes.

No es aconsejable alojar neonatos en grandes terrarios, ya que eso les asusta, es mucho espacio para controlar. Lo importante es que el terrario este adecuado para su tamaño, se recomienda que la longitud del terrario sea 1,5 veces la de la serpiente.

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¨Racks¨ de terrarios de cría.

AlimentaciónLos neonatos se alimentan de presas muy pequeñas, o sea, crías de ratón recién nacidas, que pesan aproxi-

madamente 1,5g. Se les ofrece alimento dos veces por semana, aunque lo más habitual es que coman una sola vez. No hay que acosarlas para que coman, ya que sólo se conseguirá asustarlas. Al principio son malas cazadoras, es una tarea que tienen que aprender. Con las serpientes más tímidas para comer, se las apartaba en recipientes pequeños con el alimento y se las dejaba a oscuras. Existe otro modo para que aprendan a comer ellas solas, que es dar de comer a los neonatos juntos para que vean como cazan los hermanos y así se les estimula el apetito.

Las serpientes tienen la habilidad de desencajar la mandíbula y abrir la boca 90º, lo que les permite engullir grandes presas.

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Al principio, alguna que otra serpiente (curiosamente las que presentaban un B.C. más bajo) no comían durante un tiempo y perdían mucho peso, en este caso se procedía a la alimentación forzada.

Realizar esta práctica con serpientes pequeñas no es sencillo, ya que podemos lastimarlas. Para ello se sujeta con el índice y el pulgar de una mano por detrás de la cabeza del neonato, por los lados, y con la otra se sostiene al pinky (se denomina pinky a las crías de ratón cuando aún no tienen pelo).

Luego se intenta que la serpiente abra la boca estimulándola con el contacto del hocico del pinky. Cuando la tenga abierta, se va introduciendo el pinky que sostendremos mientras engulle (a la vez que se ejerce un poco de presión). Si la serpiente se niega a comer, se le puede abrir la boca cuidadosamente ayudándose con una cucharita que servirá de palanca.

Hay que tener mucho cuidado de no introducir el alimento por las vías respiratorias. Cuando el alimento haya entrado completamente, cerrará la boca lentamente para encajar la mandíbula y se le da un pequeño masaje para ayudarla a engullirlo.

Durante la época en la que son crías hay que evitar la excesiva manipulación y de ser necesario, hacerlo con sumo cuidado para evitar estresarla y dañarla por accidente.

Una vez que comen por sí solas y con regularidad, la crianza de las serpientes ya no plantea ningún pro-blema. Sólo queda ir dando alimento según el tamaño de la serpiente, sabiendo que las serpientes pueden comer piezas 3 o 4 veces el tamaño de su cabeza.

El alimento debe ajustarse al tamaño de la serpiente. Aquí se muestra los diferentes tamaños de pinky que se utilizaban según crecían las serpientes. Los dos primeros son de ratón, los posteriores son crías de rata.

La temperatura es un factor importante a la hora de optimizar el crecimiento, del que depende el apetito (a menos de 24º se negaban a comer), ya que la frecuencia y tamaño de las presas hará que crezcan más o menos rápido.

Ya solo queda ver como las serpientes crecen y van adquiriendo tamaño de adultas. Todo criador sabe de la satisfacción que se siente al ver crecer las crías sanas y fuertes, comer con regularidad y sin padecer dolencias ni enfermedades.

Tras seis meses de observación y estudio de las crías de serpientes del maizal, se sacaron algunas conclu-siones fruto de nuestro análisis y de la experiencia de cría. Así, el peso y la longitud se encuentran relaciona-dos linealmente y es un parámetro adecuado para conocer la edad y la salud general de una serpiente.

Las serpientes, al igual que otros reptiles, no paran de crecer, pero lo harán cada vez de una forma más lenta como se observa, por ejemplo, en la gráfica número 4.

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El BC nos permite comparar el estado físico de las serpientes, así como su desarrollo.

Todas las serpientes siguieron el mismo patrón de crecimiento, aunque a ritmos diferentes determinados por la cantidad y frecuencia del alimento.

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Las interacciones de los lepidópteros con sus

plantas nutricias

Por Rafael Obregón RomeroÁrea de Ecología, Dpto. de Botánica, Ecología y Fisiología Vegetal,

Universidad de Córdoba

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COMPETENCIACANIBALISMOPARASITISMOMIRMECOFILIA

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Los lepidópteros son insectos alados holome-tábolos cuyas interacciones con las plantas de las que dependen (polinización o herbi-

voría) y las que mantienen con otros organismos en distintas etapas de su ciclo vital (competencia, depredación, mirmecofilia, parasitoides, etc.) las ha convertido en uno de los organismos modelo más importantes dentro de la ecología terrestre desde mediados del siglo XX.

La relación de herbivoría entre la planta y la mariposa es una interacción obligada, en la que el insecto fitófago es el consumidor primario de este recurso. La fase larvaria de las mariposas es mayo-ritariamente herbívora, utilizando diferentes estra-tegias para obtener los nutrientes necesarios para su metabolismo. Ante la presión de herbivoría ejer-cida por estos y otros consumidores las plantas han desarrollado defensas de distintos tipos. Estas se defienden de los consumidores primarios modifi-cando sus órganos y tejidos para producir espinas, hojas más esclerotizadas y con márgenes dentados o simplemente producen compuestos químicos muy tóxicos para muchas especies. Gran parte de las especies de plantas producen aleloquímicos con la que tratan de prevenir el ataque de los herbívoros. Pero en contraposición, muchas especies de insec-tos han desarrollado evolutivamente la capacidad

de metabolizar o detoxificar estas toxinas, habién-dose especializado como consecuencia en el consu-mo de plantas próximamente emparentadas y con una bioquímica similar (Ehrlich & Raven, 1964). Pero además, han sabido aprovechar las toxinas que las larvas de mariposas incorporan, para defen-derse químicamente de sus propios depredadores (Fiedler et al., 1993) (Fig. 1). Si bien la mariposa es resistente al tóxico, su organismo se torna desagra-dable y/o peligroso para estos depredadores (Hol-zinger et al., 1992).

Algunas lepidópteros como la mariposa ma-caón (Papilio machaon) incorpora los tóxicos de su planta nutricia, como el hinojo (Foeniculum vulga-re) que es utilizado para ahuyentar al depredador o parasitoide mediante un órgano evaginable que presenta justo en el primer segmento torácico, que se denomina osmeterium. Este órgano es caracte-rístico de la familia Papilionidae y aparece en las orugas de las otras especies ibéricas de esta familia: Zerynthia rumina, Parnassius apollo, Parnassius mnemosyne e Iphiclides podalirius. En otros casos, algunas especies como la mariposa monarca (Da-naus plexippus) incorpora los cardenólidos (glu-cósidos cardiacos) en sus tejidos convirtiéndose en una especie muy tóxica para sus depredadores (Fer-nández-Haeger & Jordano, 2009). Este comporta-

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Figura 1

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miento de asimilación de tóxicos está muy extendi-do en las mariposas y los compuestos acumulados les aportan protección en cualquiera de sus fases de desarrollo.

Las mariposas presentan quimiorreceptores para la selección de la planta nutricia que se localizan en las piezas bucales, antenas y tarsos y son capaces de detectar compuestos volátiles excretados por las plantas (Fig. 2). Esta planta o grupo de plantas será donde deposite sus huevos para empezar un nuevo ciclo, es lo que se conoce como planta nutricia o hospedadora. Según el grado de especificidad, las mariposas pueden clasificarse en monófagas (una especie), oligófagas (varias) o polífagas (muchas), siendo la oligofagia lo más habitual y extendido. Aunque muchas mariposas pueden comportar-se como monófagas localmente, si analizamos sus plantas nutricias en toda su área de distribución veremos cómo realmente se alimentan de varias plantas, por lo que deben ser consideradas oligófa-gas. Estas plantas nutricias son el alimento de la fase larvaria de la mariposa que le aportan proteínas y carbohidratos esenciales para el desarrollo, además de otros compuestos de gran importancia como los flavonoides adquiridos por los estadios larvarios y que luego formarán parte de los pigmentos para la coloración de los imagos (Fiedler, 1996). Es, por

tanto, en la fase larvaria cuando sucede la verdadera interacción planta-mariposa. Así, la mayoría de las orugas son consumidores de flores, frutos y hojas nuevas que representan un mayor aporte proteico y energético, así como menores concentraciones de tóxicos (Mattson, 1980).

En ocasiones, muchas especies de insectos se congregan como un mecanismo para reducir la mortalidad. El gregarismo en los estadios inmadu-ros ocurre en muchas especies de mariposas para mejorar la supervivencia (Axen & Pierce, 1998), pero además se ha interpretado como un meca-nismo defensivo frente a depredadores o parasitoi-des (Hardin, 1968). Este comportamiento grupal es extremadamente raro en la familia Lycaenidae, aunque ocurre en algunas especies como Tomares ballus (Fig. 3), Plebejus argus o Laeosopis roboris, entre otras. En estas especies se ha visto como en condiciones concretas pueden funcionar como es-pecies gregarias compartiendo alimento y espacio, como por ejemplo concentrándose para ser atendi-das por las hormigas, como explicaremos más ade-lante.

Un importante tema en ecología es el reparto de recursos y la competencia potencial entre especies. Su papel en la estructuración de comunidades ge-

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neró un enorme interés a partir de la publicación de los trabajos de Hutchinson (1959) y posteriormente de MacArthur & Levins (1967). Sin embargo, las in-teracciones competitivas más intensas se producen entre especies que explotan la misma clase de recur-sos ambientales de forma similar y que conforman lo que se ha definido como un gremio (Simberloff & Dayan, 1991). Las especies que forman un gre-mio pueden pertenecer a taxones muy diferentes y la condición esencial es que sus requerimientos de nicho solapen significativamente. Esto las hace ser potencialmente competidoras si el recurso que uti-lizan es limitante. Pero incluso siendo así, si utilizan el recurso de forma diferente puede reducir, aunque no necesariamente eliminar, los efectos competiti-vos de unas especies sobre otras (Obregón, 2011). Diversos estudios han ilustrado los importantes efectos que las interacciones de tipo competitivo pueden ejercer en la estructuración de gremios de larvas de anfibios en charcas temporales (Smith et al., 2004). Esta estructuración puede no resultar evidente cuando se analiza la co-ocurrencia a nivel de comunidad, que incluye grupos heterogéneos de especies en cuanto a sus requerimientos, y sin embargo se pone de manifiesto cuando se analiza dentro de cada gremio (Both et al., 2011).

Algunas especies de mariposas depositan, en ocasiones, considerables cantidades de huevos so-bre una misma inflorescencia, lo que puede deter-minar, cuando la relación oferta-demanda es baja, la aparición de los fenómenos de competencia. Esta competencia conlleva una reducción de la su-pervivencia, crecimiento y/o la reproducción para al menos alguno de los individuos que compiten (Begon et al., 2006). Por ello, este comportamiento afecta a la dinámica poblacional de las especies y a la estructura de la comunidad. Tanto la competen-cia intraespecífica como interespecífica puede ser asimétrica y las consecuencias son a menudo muy diferentes para ambos individuos o especies. Es por ello que algunas especies consideradas fitófagas es-trictas pueden actuar como carnívoras facultativas durante algún estadio de su desarrollo (Whitman et al., 1994). Bien conocidos son algunos compor-tamientos de entomofagia durante todo o parte del desarrollo larvario en los licénidos. Así, las orugas de esta familia pueden consumir huevos, larvas o pupas de hormigas (mirmecofilia), regurgitaciones de hormigas (trofalaxia), áfidos (homopterofagia) u otras orugas de licénidos (canibalismo o predación facultativa) (Pierce et al., 2002).

Las mariposas pueden compartir un recurso li-mitante lo que puede producir situaciones de com-petencia por interferencia o de simple explotación (Weaver & Mcfarlane, 1990). El límite superior de la competencia interespecífica por interferencia es la depredación. Al igual que ocurre entre indivi-duos de una misma especie, algunos estadios prei-maginales de mariposas pueden funcionar como depredadores de otras especies cuando comparten espacio y alimento. En este caso una de las espe-cies utiliza la biomasa de la otra para desarrollarse, lo que constituye un caso no muy frecuente en los lepidópteros. Este mecanismo ocurre en gremios complejos de especies que coinciden en tiempo y espacio como ocurre con L. boeticus, T. ballus y L. pirithous compartiendo las vainas de Erophaca bae-tica en Sierra Morena, Andalucía (Obregón, 2011).

Dentro de una de las “modalidades” de depreda-ción encontramos el canibalismo (entre individuos de la misma especie). Este ha sido descrito para unas pocas especies de lepidópteros durante sus fa-ses larvales depredando huevos, orugas y crisálidas (Withman et al., 1994). Esta interacción ha sido más intensamente estudiado en heteróceros (Chapman et al., 2000; Sigsgaard et al., 2002; Kakimoto et al., 2003; León-Beck & Coll, 2007). Entre los ropalóce-Figura 4

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ros se conocen un menor número de especies con este tipo de interacción, habiéndose registrado, en muchos casos, como una interacción “esporádica” (Schurian, 1994; Dempster, 1997; Kinoshita, 1998; Zago-Braga & Zucoloto, 2004; Obregón et al., 2012). Esta interacción aumenta sustancialmente la tasa de mortalidad influyendo en la dinámica poblacio-nal (Dong & Polis, 1992). Este comportamiento es poco frecuente en el medio natural, a menos que la densidad poblacional sea muy alta, acrecentándose cuando el alimento es un factor limitante.

El canibalismo aumenta la supervivencia, la tasa de desarrollo y la fecundidad de los individuos que lo ejercen (Dong & Polis, 1992; Church & Sherratt, 1996). Además, indirectamente, puede beneficiar a la especie eliminando competidores potenciales (Polis, 1981) y reduce la densidad poblacional de la misma, disminuyendo el riesgo de depredación y parasitismo. Algunos autores aseguran que a través de esta interacción pueden adquirirse enfermeda-des producidas por patógenos al depredar un ejem-plar ya infectado (Kakimoto et al., 2003). Este com-portamiento caníbal puede estar inherentemente determinado por su genética, como ha sido demos-trado en Spodoptera litura (Ryuda et al., 2008).

Son muchas las especies en las que se puede ob-

servar este tipo de canibalismo facultativo. Es muy frecuente en muchas de las especies de piéridos (excepto género Pieris) como Anthocharis, Zegris o Euchloe. Pero estas especies de piéridos han desa-rrollado un mecanismo para evitar el canibalismo de sus orugas al no cargar de huevos las inflorescen-cias de las crucíferas de las que se alimentan, es el conocido síndrome del huevo rojo (Shapiro, 1981). Los huevos recién puestos son de un color blanco-verdoso, tornándose a un color rojo o naranja in-tenso (Fig. 4) que funciona como una advertencia visual para las hembras de que esta inflorescencia ya está “ocupada”, evitando así posibles interacciones futuras de competencia y canibalismo. No obstante, si la biomasa de la planta es escasa y la carga de oru-gas es alta, ocurrirá este mecanismo natural, con-virtiendo las proteínas de las orugas más jóvenes en el “ultimo” alimento de las orugas de mayor edad. Además, de en piéridos, estas interacciones de cani-balismo han sido confirmadas en muchas especies de licénidos como Cacyreus marshalli, Callophrys rubi, Lampides boeticus o Leptotes pirithous, en-tre otros (obs. pers.). En estas especies las orugas de mayor edad se alimentan de las de menor edad, de las que se encuentran en fase de muda o prepupa o incluso de las crisálidas.

Otro componente importante dentro de este

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complejo sistema mariposa-planta son los para-sitoides, que constituye el complejo parasitoide-hospedador (Stefanescu et al., 2009). Estos inte-raccionan parasitando a las fases de huevo, oruga o crisálida, constituyendo un factor muy importante en la mortalidad de las mariposas, afectando nega-tivamente a la dinámica poblacional (Shaw et al., 2009). Son generalmente insectos pertenecientes al orden Hymenoptera (Fig. 5) o Díptera (Fig. 6) que se han especializado en alimentarse de los estadios inmaduros de otros artrópodos. Los parasitoides presentan un ciclo de vida libre en su fase adulta y dependen obligatoriamente de su hospedador en su fase larvaria, pudiéndose clasificar en generalistas o especialistas.

Pero evolutivamente las orugas han desarro-llado algunas adaptaciones defensivas frente a los parasitoides. Algunas previenen de ser localizadas; otras, en cambio, muestran adaptaciones evolutivas más complejas, produciéndose una asociación con otros insectos que los protegen e incluso, otras, se alimentan de los capullos de los parasitoides con-trolando las densidades de los mismos (Obregón et al., 2012).

Las orugas de algunas especies de licénidos pue-den protegerse del ataque de los parasitoides ali-mentándose de forma endofítica, en el interior de los frutos (Jordano et al., 1990a; 1990b; Obregón, 2013). Este es el caso de algunas especies ibéricas como Iolana iolas, L. boeticus, L. pirithous o T. ba-llus (Jordano, 1987; Gil-T., 2004; Obregón, 2011). En Sierra Morena, la fabácea E. baetica proporciona unas vainas consistentes que previenen del ataque. Además, las orugas sellan con seda el agujero de en-trada de la vaina, evitando así que pueda penetrar el parasitoide (Jordano, 1987) como ocurre con L. boeticus y I. iolas en las vainas de Colutea hispanica (obs. pers.). Así, la oruga sólo está expuesta al pa-rasitoide cuando tienen que cambiar de fruto o flor. No obstante hay especies de avispas parasitoides adaptadas a utilizar su largo ovopositor penetrando la vaina para ovopositar sobre el cuerpo de la oru-ga, como es el caso de algunos representantes de la familia Ichneumonidae. Como hemos comentado anteriormente, algunas orugas caníbales de licéni-dos en situaciones de alta densidad de parasitoides pueden alimentarse de sus capullos, controlando sus poblaciones. Estas fases previas al adulto del pa-rasitoide son un aporte proteico importante en el desarrollo de L. boeticus (Obregón et al, 2012).

Otro mecanismo de protección conocido en li-cénidos es la asociación mutualista con hormigas. Estas defienden a los estadios larvarios frente a de-predadores y parasitoides durante gran parte de su desarrollo (Fiedler, 1991). La mirmecofilia es un tipo de interacción en la que las larvas de algunas especies de mariposas de la familia Lycaenidae se-cretan unos líquidos azucarados nutritivos a través de unas glándulas exocrinas (órganos mirmecófi-los) que es una recompensa muy apreciada por las hormigas y, que combinadas con señales acústicas les ayudan a “manipular” a las hormigas recibien-do protección frente a depredadores y parasitoides (Fiedler et al., 1993; Pierce, 1995) (Fig. 7). La ma-yoría de los licénidos presentan asociaciones con hormigas que pueden ser tanto facultativas como obligadas y que van desde el mutualismo al para-sitismo (Pierce et al., 2002). Más de la mitad de las especies de la familia Lycaenidae pueden constituir asociación con hormigas en alguno de los estadios de su desarrollo: oruga o crisálida (Fiedler, 1996; Obregón & Gil-T., 2011; Obregón et al., 2014) (Fig. 8).

Para mantener esta asociación mutualista, las orugas presentan unos órganos especializados para esta finalidad. Estos órganos especializados son: ór-ganos tentaculares o tentáculos (TO, en el 8º seg-mento abdominal) (Fig. 9), estructuras glandulares derivadas de pelos (PCO) y órganos nectaríferos dorsales (DNO, en el 7º segmento abdominal) y según los órganos que presenten así será la intensi-dad de su relación con las hormigas. Los tentáculos se evaginan ante cualquier señal de peligro, lo que funciona como una señal química y visual inmedia-ta que atrae a las hormigas para su protección. Son los órganos derivados de pelos los que exudan estos compuestos azucarados con abundantes aminoáci-dos tan apreciados por las hormigas. Las crisálidas de muchas especies de licénidos conservan estos ór-ganos mirmecófilos, siendo protegidas por las hor-migas también durante esta fase. En ocasiones, son atendidas en los alrededores de los hormigueros o dentro de los mismos tras haber sido transportadas por las hormigas.

Las señales químicas y la producción de sustan-cias azucaradas por parte de estas glándulas exo-crinas se combinan con señales acústicas que las hormigas perciben y las estimula para protegerlos (Álvarez, 2009). En algunas especies las hormigas las protegen hasta tal punto de llevarlas diariamente al interior de sus hormigueros durante el día don-

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de permanecen protegidas y durante el atardecer comienzan a salir de los hormigueros para alimen-tarse de su planta nutricia durante la noche, como ocurre en P. argus (Jordano et al., 1992). Esta pro-tección aumenta la supervivencia de las larvas y crisálidas evitando los parasitoides y otros insectos depredadores.

La gran mayoría de las fases preimaginales de licénidos disponen de todos los órganos anterior-mente citados, pero excepcionalmente, algunas es-pecies carecen de algunos de ellos. De carecer de al-guno, es habitual que algunas especies no presenten los tentáculos, como es el caso de L. roboris, aunque es atendida habitualmente por hormigas (oruga o crisálida) (Muñoz-Sariot, 2011).

El caso más complejo y evolucionado de mir-mecofilia obligada es el que ocurre entre algunas especies de Myrmica y el género Phengaris (=Ma-culinea). Estos licénidos se les da el nombre vulgar de Hormigueras, por su estricta asociación con las hormigas, sin las cuales no podrían completar su ciclo biológico. En este caso el mutualismo se con-vierte en un parasitismo social. Las orugas en sus primeras fases larvarias se alimentan de sus plantas

nutricias, para cambiar totalmente de tipo y modo de alimentación en las fases más avanzadas de su desarrollo. Las hormigas protegen a las orugas de Phengaris ofreciéndoles como alimento regurgi-taciones (trofolaxis) por parte de las obreras de la colonia o incluso sus propias larvas, finalizando sus últimas fases con esta dieta mirmecófaga (Witek, et al., 2008). Las orugas terminarán su desarrollo en el interior de los hormigueros, donde crisalidarán y serán cuidadosamente atendidas hasta el año si-guiente en el que emergerán los adultos de la ma-riposa. El grupo de las hormigueras europeas (P. alcon, P.arion, P.nausithous y P.rebeli) se encuen-tran en serio peligro en todo el área de distribución, especialmente por la desaparición de sus hábitats naturales. El cambio en el manejo de los pastizales húmedos donde viven las especies de Myrmica: in-tensificación de la agricultura, drenaje de fuentes y manaderos de agua y abandono del pastoreo, son las principales causas de su notable declive (Pech et al., 2007).

Todas estas interacciones son parte del ciclo de vida de las mariposas. Al igual que las mariposas cumplen un importante papel en los ecosistemas, muchas especies dependen de ellas tanto de forma

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obligada (parasitoides) o de forma facultativa (hor-migas y otros depredadores) (Fig. 10). Tratar de desvelar este sistema complejo de interacciones es de vital importancia para poder conocer en profun-didad este maravilloso micromundo.

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Mantenimiento en cautividad de mántidos

Por Jorge Iribarren Baró

Muchas veces se oyen acerca de las mantis historias peculiares

sobre lo peligrosas que pueden llegar a ser. La mayoría dice que son venenosas, y no hay nada más lejano a la realidad. Estos animales son sumamente in-teresantes, observarlos es apa-sionante y no entraña ningún riesgo. De hecho, son unos de los insectos más adecuados para mantener en cautividad debido a la variedad de especies entre las que elegir (cerca de 2.250) y por tanto, variedad de cuida-dos que puedan encajar mejor en nuestras condiciones. Entre las mantis hay especies de saba-na (género Sphodromantis), de selva tropical (Acanthops, Pseu-dacanthops), desérticas (Eremia-

phila sp.), mediterráneas (Iris sp., Mantis sp.)… En general, se pueden encontrar estos seres en casi todo tipo de hábitats, y esto se debe a su increíble capacidad de adaptación. A continuación se detallan los datos esenciales para su mantenimiento en cau-tividad.

TERRARIO

El terrario para una mantis no tiene por qué ser demasiado elaborado. De hecho, la mayo-ría de interesados en su mante-nimiento eligen la opción más simple y, al mismo tiempo, más práctica; mantenerlas en un vaso de plástico. Aunque usemos este tipo de “terrario” debemos tener en cuenta una serie de factores

que determinan qué tipo de vaso escoger y cómo adecuarlo para que sea el microhábitat perfecto para un mántido. Estos factores son el tamaño de la mantis, la temperatura y humedad que re-quiera y si puede o no trepar por el plástico.

Para satisfacer las necesida-des de nuestra mascota, pode-mos encontrar a la venta una inmensa variedad de pequeños terrarios, desde los vasos de chu-pito para las primeras mudas de nuestra mantis hasta vasos de un litro para mantis subadultas o adultas de tamaño medio. Pero simplemente un vaso no nos serviría como terrario, debemos adecuarlo para mantener un in-secto de estas características en

Iris oratoria, hembra adulta

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su interior. Las mantis necesitan un grado determinado de venti-lación, por lo que debemos agu-jerear los laterales del vaso con el fin de que el aire del interior del vaso esté renovándose continua-mente. Esto podría ocasionar una pérdida de humedad, por lo que pondremos un sustrato en el fondo del vaso.

Dependiendo de la necesidad de hu-medad que tenga la especie que pre-tendemos mante-ner pondremos un sustrato u otro. Para ello, debemos tener en cuenta que, por ejemplo, Gongylus gongylodes o Soly-gia sulcatifrons no deben tener más de un 30% de hume-dad relativa, mien-tras que en todo el género Hierodula (H. membranacea, H. majuscula, H. unimaculata, etc) la humedad relativa debe rondar el 50-60% y en especies como Acanthops sp. o Hymenopus coro-natus debe sobrepa-sar el 80%. Por tan-to, el sustrato puede ser desde turba sin abonos químicos ni otros fertilizantes hasta simplemente papel de cocina hu-medecido. Antes que la estética, en los terrarios de mántidos se debe tener en cuenta la facili-dad de limpieza, alimentación y mantenimiento en general.

La tapa del vaso puede ser un trozo de papel de cocina suje-to con una goma elástica o una

malla mosquitera sujeta de la misma manera. Debemos utili-zar una superficie rugosa para la tapa, de forma que la mantis pueda colgarse boca abajo sin problemas, puesto que además de que será su postura habitual, tiene una grandísima importan-cia en el momento de la muda. Como decoración para el terra-

rio de nuestro insecto podemos utilizar ramas secas, plantas na-turales o plantas artificiales, tro-zos de corcho y muchos otros elementos. Aunque quede más estético, no se deben situar ra-mas (u otros elementos donde la mantis pueda colgarse) cerca del suelo, ya que podría ocasionar

problemas al mudar el exoes-queleto.

Para especies de mayor tama-ño (Hierodula sp., Sphodromantis sp, Pnigomantis medioconstricta, etc) utilizaremos terrarios gran-des que cumplan las condicio-nes que ha de tener un terrario para este tipo de insectos. Como

tamaño de terrario, las medidas que se suelen tomar son estándar para todas las especies; tres veces la longitud de la mantis para el alto del te-rrario y dos veces su lon-gitud para las medidas de largo y profundo. Es importante que los adul-tos de todas las especies dispongan de suficien-te espacio en su terrario para evitar la pérdida de tarsos (la parte final de las extremidades) y tras-tornos como el ojo negro, que se asocia con el roce de la cabeza de la mantis contra el cristal de su te-rrario. Además será im-portante en el momento de la muda.

A la hora de elegir el material del terrario debemos tener en cuen-ta la especie de nues-tro mántido, ya que por ejemplo los empúsidos (Idolomantis diabolica, Gongylus gongylodes y demás) carecen de cier-tas áreas en la parte final

de sus patas, y esta carencia les impide trepar por superficies li-sas como el plástico o el cristal. Por ello necesitarán terrarios de malla o en su defecto, terrarios de cristal con las paredes recu-biertas de corcho natural o cor-cho blanco sintético, los cuales presentan una superficie muy

Iris oratoria, hembra adulta

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rugosa que facilita la escalada y la muda. Con el resto de especies no tendremos ningún proble-ma si su terrario es de plástico o cristal, ya que no tienen ninguna dificultad para escalar por esas superficies.

HUMEDAD

Para lograr la humedad ne-cesaria usaremos un pulveriza-dor las veces que sea necesario, teniendo en cuenta los requeri-mientos de la especie que man-tengamos. Pulverizar agua no servirá únicamente para ayudar al proceso de muda de la mantis ni para mantener sus condicio-nes, sino que además el animal beberá de las gotas que queden sobre la decoración o las pare-des del terrario. En las especies que no requieren niveles altos de humedad relativa, por ejemplo Empusa sp. o Eremiaphila sp., no debemos preocuparnos porque no beban de las paredes del te-rrario ya que no necesitan que se pulverice demasiada agua. Estas especies obtendrán todo el agua que necesiten de sus presas.

TEMPERATURA

La temperatura a la que se debe mantener una mantis es normalmente y en la mayoría de especies, la temperatura ambien-te de una casa (entre 20 y 25ºC). Pero para especies que necesiten una temperatura más alta (Ere-miaphila spp., la familia Empusi-dae y la mayoría de especies de la familia Hymenopodidae) se necesitará un cable calefactor, una manta térmica o un spot. En el momento de la muda es esencial que la temperatura sea la correcta, ya que si no lo es, el exoesqueleto no se endurecerá correctamente y nuestra mantis quedará amorfa, pudiendo oca-

Phyllocrania paradoxa, hembra adulta

Hierodula membranacea

Hierodula majuscula, macho presubadulto

Deroplatys truncata, macho adulto

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sionar impedimentos a la hora de cazar y alimetarse, además de malformaciones internas que pueden causar su muerte.

MUDA

Como se ha apreciado a lo largo de todo el texto, la muda es un momento crucial a lo lar-go de la vida no solo de las man-tis, sino de todos los animales con exoesqueleto. De hecho, en el caso particular de las mantis no es un solo momento, sino que son de seis a diez momen-tos (dependiendo de la especie) en los que mudan, desde que nacen hasta que perecen. Es de vital importancia (y en este caso la palabra vital ha de tomarse al pie de la letra, ya que distingue entre la vida y la muerte) que en los momentos previos, posterio-res, y por supuesto durante la muda, se cumplan las condicio-nes de humedad y temperatura propias de cada especie. En caso de que la humedad sea más baja de lo necesario, la mantis no po-drá completar su muda, ya que el

exoesqueleto viejo se endurecerá antes de lo debido, atrapando en su interior al insecto. Si la hu-medad es mayor de lo debido, el exoesqueleto nuevo no se endu-recerá correctamente. En estos dos casos pueden producirse de-formidades en casos leves o in-cluso la muerte en casos graves.

En caso de que hayamos colo-cado elementos decorativos de-masiado cerca del suelo, encon-tramos el riesgo de que al salir de la muda la mantis choque contra el suelo. Si el contacto con el sue-lo se prolonga, la mantis morirá sin remedio. Es un momento crítico en la vida de la mantis, sí. Pero también es algo necesario y puntual, por lo que a pesar de sonar realmente grave, no debe-mos preocuparnos en exceso si se cumplen las condiciones ópti-mas. Durante la muda, no debe-mos molestar a la mantis, mover su terrario o hacer movimientos bruscos cerca de ella, porque si cayese, al chocar contra el suelo y tener el exoesqueleto aún blan-do podría quedar deforme o da-

ñada de forma irremediable.

Aun manteniendo las mejores condiciones, hay ciertas especies que presentan más dificultades para mudar. Son normalmente aquellas cuyo cuerpo está cu-bierto de protuberancias o con un tórax de tamaño más gran-de del habitual, como son por

El terrario para una mantis no tiene por qué ser demasiado elaborado, basta con un vaso de plástico tapado con una servilleta

Mantis religiosa, macho pasando a adulto

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a la increíble capacidad de rege-neración de este tipo de insectos mediante la muda de exoesque-leto. En caso de perder una ex-tremidad por cualquier causa (alimento vivo suelto por el te-rrario, caídas o malas mudas) y si este defecto no impide la si-guiente muda, en cada muda irá generándose un nuevo miembro que reemplazará al miembro perdido, hasta recuperarlo com-pletamente en dos o tres mudas.

REPRODUCCIÓN

A continuación se hablará de uno de los procesos más mitifi-cados de estos animales. Muchos conocen las mantis únicamente porque han oído hablar del ca-nibalismo de la hembra sobre el macho, y sólo conocen ese pequeño aspecto de todos los que se pueden resaltar sobre las mantis, y es una auténtica lásti-ma. Vamos a revelar la verdad sobre esta faceta mal entendida de este tipo de insectos.

APAREAMIENTO

Para aparear una pareja de mantis, primero debemos co-rroborar que son macho y hem-bra. En la mayoría de especies, lo más sencillo para averiguar el sexo de nuestros individuos será contar el número de segmentos de la parte inferior del abdomen. En la misma especie, los machos tienen uno o dos segmentos más que las hembras, ya que la última fracción la tienen divi-dida en dos. En determinadas especies además existen otros métodos de sexado, como el ta-maño en Hymenopus coronatus, Parymenopus davidsoni o Creo-boter sp., en las cuales se aprecia la diferencia desde antes de la última muda. En Phyllocrania paradoxa se puede sexar además por el tamaño y la forma de la protuberancia situada en la ca-beza, ancha y corta en hembras y larga, estrecha y dentada en machos. En la mayoría de em-púsidos (Empusa sp., Gongylus sp., Idolomantis sp., etc) podre-

ejemplo Choeradodis rhombico-llis, Idolomantis diabolica, Ce-ratomantis saussurii, Deroplatys truncata y otras. Además, tie-nen dificultades para mudar las especies más pesadas o de ma-yor tamaño, como Hierodula sp., Sphodromantis sp., Pnigomantis medioconstricta, etc, puesto que tienen mayor tendencia a caer, aunque no son tan propensas a los fallos de muda como las mencionadas anteriormente.

Pero si nos gustan los mán-tidos con protuberancias para ayudar al camuflaje, no debemos echarnos atrás. Entre otras espe-cies encontramos Phyllocrania paradoxa, Pseudocreobotra sp., Creoboter sp., o Deroplatys trigo-nodera y Deroplatys lobata, que habitualmente no presentan di-ficultades para mudar, y como la mayoría de especies, son es-pectaculares y dignas de admi-ración.

En un apartado aislado me-rece la pena dedicar unas líneas

Popa spurca, en plena cópula

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mos sexar en estado subadulto o presubadulto mediante el grosor de la base de las antenas, puesto que las enormes antenas plumo-sas van generándose ya en el in-terior de las antenas inmaduras, aportándoles un grosor extra.

Una vez estemos seguros de poseer una pareja, procede-remos a juntarla. Para llevar a cabo este proceso, hay varios métodos. Entre ellos, acercar al macho boca abajo y desde arriba a la hembra, que estará de espal-das a él; mantenerlos juntos en el mismo terrario con la esperanza de que se apareen; meter al ma-cho en el terrario de la hembra; ponerlos en un terreno neu-tral… El clásico, el más usado y el que mejor funciona, es el que se explica a continuación:

El macho es quien debe ver a la hembra, y no al revés, por-que en caso de ser la hembra la primera en avistar a su pareja, el intento de cópula puede acabar en una merienda. Para que sea el macho quien se dé cuenta de lo que está pasando a su alrede-dor, lo pondremos en un terrario amplio (a ser posible de malla para que les sea más fácil trepar por las paredes) y dejaremos que se tranquilice. Una vez esté quie-to, introduciremos a la hembra a una distancia tal que el macho la vea pero ella no pueda agarrarlo con sus pinzas. La colocaremos de espaldas al macho, para favo-recer su ventaja sobre la hembra. El macho la verá, y empezará a aproximarse si está preparado. Si vemos que no se mueve o no-tamos que está nervioso, pode-mos usar un ventilador o soplar sobre él y sobre la hembra para que se muevan. Es necesario que la hembra esté bien alimentada y saciada, pero también tiene que estarlo el macho, puesto que

ya se han oído varios casos de machos que mordisquean a las hembras ocasionándoles heridas fatales. Una vez el macho esté listo, saltará sobre la hembra.

Si la hembra está lista, todo ocurrirá con normalidad, pero si no lo está, puede ponerse com-plicado para el macho. Como no sabremos si la hembra estará o no preparada, nosotros debemos estarlo. Se debe tener a mano un lápiz, una cartulina o una tarjeta para ponerla entre las patas cap-toras de la hembra y el cuerpo del macho en caso de que ella se ponga nerviosa, y será decisión nuestra si los separamos o los dejamos actuar, siempre vigilan-do. Si todo sale bien, el macho conectará su abdomen con el de la hembra y cuando termine (esto puede ser minutos u horas después) saltará hacia atrás para huir. Lo sacaremos y lo dejare-mos en su terrario, tratándolo como siempre.

OOTECA

Dependiendo del tiempo que haya pasado la hembra como adulta, puede poner huevos in-

mediatamente después de la có-pula o incluso tras un mes. Los huevos los ponen en una estruc-tura espumosa llamada ooteca, y la espuma, que rodea los huevos, se endurece al contacto con el aire, protegiéndolos de golpes, vientos, lluvias y temperaturas extremas. En el caso concreto de Mantis religiosa se han dado casos de eclosiones exitosas tras temperaturas que iban desde los -20ºC hasta los 45ºC, lo cual es un punto a favor en cuanto a co-lonización de nuevos hábitats. Tras un tiempo de incubación, que varía según la especie (de 15 a 20 días en Acanthops sp. o Empusa sp. hasta los 10 meses de especies mediterráneas como Mantis religiosa o Iris oratoria), nacerán los bebés de mantis, lla-mados ninfas.

NINFAS

Dependiendo de la especie pueden nacer de 10 a 15 ninfas (Gongylus gongylodes, Lepto-mantella lactea) hasta cerca de 200 (Hierodula spp.). Entonces es cuando surge el problema de mantenimiento de tal número de pequeños insectos, puesto

Ootecas de Mantis religiosa

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que no todo el mundo tiene la capacidad de alimentar con pe-queñas moscas a todas las ninfas por separado. Lo que se sue-le hacer es mantener las ninfas juntas en el primer estadío (de-nominado L1, a medida que van mudando se va sumando uno, de manera que nada más nacer son L1, tras la primera muda son L2, y así sucesivamente hasta lle-gar a L7 o L10, estadío en el cual son adultos según la especie) para que se reduzca el número de ninfas a mantener y queden las más fuertes. Claro que este método interesa únicamente si el número es alto, ya que si te-nemos pocas ninfas usando este tipo de mantenimiento comunal podemos quedarnos sin ninfas.

TRASTORNOS

Los trastornos más comunes en mántidos tienen diversas cau-sas y una amplia gama de finales. Aquí una lista de las causas, las posibles soluciones y los sínto-mas que presentan:

Mala muda: dependiendo de la gravedad se puede esperar a la siguiente muda, en la cual cual-quier deformación o ausencia de extremidades se arreglará. Sin embargo, en caso de que la de-formación afecte demasiado a la vida de nuestra mantis, debemos eutanasiarla, ya que no tiene una solución rápida y si no puede to-mar postura de muda no podrá volver a la normalidad.

Vómitos: especialmente co-mún en los géneros Creoboter y Pseudocreobotra, aunque tam-bién se observa a menudo en el género Hierodula. Las causas pueden ser exceso de humedad, una mala alimentación o que el alimento no estuviese sano. Para arreglar esta situación, una ma-

yor ventilación y una temporada de ayuno suelen ayudar. Actual-mente se está debatiendo el po-sible efecto negativo que puede tener una alimentación a base de grillos en mántidos, especial-mente en especies de la familia Empusidae e Hymenopodidae. Por precaución se recomienda alimentar a nuestras mantis úni-camente con insectos volado-res, larvas de escarabajo del tipo Tenebrio molitor o Zoophoba morio y cucarachas criadas por nosotros, con una alimentacíon sana y variada.

Ojo negro: este trastorno se da bastante a menudo, y a pe-sar de ser tan común, aún no se saben de forma concreta las causas que lo provocan. Hay va-rias formas mediante las cuales esta enfermedad hace aparición. Puede darse simplemente como una mancha a nivel superficial o a nivel más profundo, o como todo un área con gran volumen afectada, de forma que la parte anómala aparenta ser una in-crustación dentro del ojo. Se cree que aparece al frotar el in-secto los ojos contra las paredes del recipiente, o debido a un traumatismo en el área afectada. También se han observado casos en los cuales una gota de hemo-linfa de una presa quedaba sobre el ojo de la mantis, y si ésta no tiene la suerte de poder limpiar-la, puede provocar una infección que derivará en este trastorno. Como método de cura se están evaluando varias opciones, en-tre las cuales las más usadas son una limpieza profunda con un bastoncillo de algodón o la apli-cación de miel, que actúa en este caso como antibiótico.

ALIMENTACIÓN

Todos los mántidos se ali-

mentan de presas vivas. Des-de que nacen, cazan y devoran ávidamente pequeñas moscas (Drosophila spp.) y a medida que van creciendo pasan a perseguir presas de mayor tamaño (Musca domestica, Calliphora vomito-ria, etc) hasta que las especies de mayor tamaño (Hierodula spp., Pnigomantis medioconstricta, Sphodromantis spp., Rhombo-dera spp.) al llegar a adultas son capaces de capturar pequeños vertebrados del tipo de reptiles (geckónidos de pequeño tama-ño como Tarentola mauritanica o Lepidodactylus lugubris, aun-que también pequeños iguáni-dos como Anolis carolinensis), anfibios (principalmente anuros que compartan el hábitat natural de las mantis) y pequeños ma-míferos (crías de Mus musculus o adultos de Mus minutoides). Aunque los acepten sin proble-mas, estos alimentos son autén-ticas bombas de grasa y proteí-nas, por lo que deberán ofrecerse únicamente antes de la cópula de la hembra o después de poner la ooteca. En todos sus estadíos ca-zarán sus presas vivas y se las co-merán también vivas, aunque si les ofrecemos alimento muerto usando unas pinzas será acep-tado por la mayoría. Además, algunas especies como Idolo-mantis diabolica o Phyllocrania paradoxa aceptan de buen grado frutas maduras como plátano machacado, y éste complementa su dieta muy positivamente.

Muchas personas afirman además que es bueno comple-mentar sus alimentos con miel aguada o granos de polen, ya que ayudan en el engorde de la hembra antes de la cópula y tras la ooteca, y afectan positivamen-te a nuestros insectos, ya que las ninfas nacen más fuertes y vigo-rosas y la hembra aguanta más

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tiempo sana al final de sus días.

MANTENIMIENTO COMUNAL

En la mayoría de especies de la familia Empusidae, Sybillidae y otras de características simila-res se acepta un mantenimiento comunal sin índices elevados de canibalismo. Aunque sea posi-ble, nunca es lo más adecuado ya que ninguna especie de mantis es gregaria en la naturaleza y por lo tanto en cautividad no tiene por qué darse bien. Siempre está presente el riesgo del canibalis-mo, y normalmente son las espe-cies más apreciadas por su forma y coloración las que se pueden mantener de esta manera, por lo tanto no merece la pena co-rrer el riesgo de que se devoren unas a otras. En otras especies, sin embargo, hay tolerancia has-ta cierto punto de su crecimien-

to. Por ejemplo, en Phyllocrania paradoxa no suele haber proble-mas hasta que llegan al estado subadulto, en el que las hembras empiezan a alimentarse de sus congéneres.

En resumen, si por cualquier causa pretendemos mantener un grupo de mantis de forma comunal, debemos juntar sólo ejemplares del mismo tamaño, y a ser posible las separaremos por sexo, ya que las hembras son más agresivas y los machos son más vulnerables.

CONCLUSIÓN

Las mantis son unos de los insectos más apasionantes que podemos mantener en nuestros terrarios. Son tremendamente interesantes de observar a lo lar-go de su ciclo vital, ver sus mu-das, vivir cómo cazan y ver cómo crecen, se reproducen y nace su

descendencia es algo que se pue-de entender únicamente si se ha vivido, y aunque se explique con el mayor detalle, la sensación no será la misma que cuando se mantiene uno o varios ejempla-res en casa.

Empusa pennata, macho subadulto

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Un paseo fotográfico por el Parque Natural de Cazorla

Por Roberto Gonella Gómez

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El Parque Natural de Cazorla, Segura y las Villas es el espacio natural más grande de España y el segundo de Europa.

Cuenta con una extensión de 214.300 hectáreas y abarca gran parte del territorio este y nordeste de la provincia de Jaén. Fue declarado reserva de la Biosfera por la Unesco en el año 1983 y Parque Natural desde 1986. No en vano es la reserva natural más visitada de España, englobando en su entorno a más de una vein-tena de municipios que viven de este turismo.

Mapas de la comarca de Cazorla. Fuente Wikipedia

Aun así, pese a la inevitable huella del paso de miles de visitantes cada año y el impacto que ello supone, Cazorla se encuentra en un estado sublime y espectacular, evoca al caminante a adentrarse por sus senderos y caminos forestales, disfrutar de sus arroyos y pozas naturales y visitar sus enclaves gastronómicos, mien-tras se pernocta sin salir del mismo corazón de la Sierra, da igual si se va a pié, en bicicleta de montaña o en vehículo de motor, pues el parque ofrece un sinfín de oportunidades de recorrerlo y adentrarse en él para todo tipo de visitantes.

Como amante de la naturaleza y entomólogo, decidí una vez más, otro año, que merecería la pena pa-searse por Cazorla, tomar algunas fotografías y de paso algunos muestreos entomológicos para mis trabajos de campo, de seguimiento de las mariposas de Andalucía, un trabajo de fotografía de todas las especies de mariposas diurnas de la Península Ibérica, que está actualmente publicado en la web de jangala y se encuen-tra en continuo proceso de actualización, de citas y fotografías, tanto mías como de colaboradores y amigos fotógrafos y entomólogos.

Como tengo la gran suerte de que a la mayoría de mi familia le encanta el campo y la ausencia de co-nexión a internet, esto último es puro sarcasmo, no tuve pudor en reservar una cabaña de madera en el en-torno más bello posible para un fin de semana completo, el Camping de las Herrerías, en pleno cogollo de la Sierra de Cazorla, el complejo cuenta con todas las comodidades que se suponen vas a encontrar en este tipo de entorno, eso sí, pagarlo lo pagas con creces. Si te decides a acampar cuentan con amplias zonas para ello, al cobijo de una esplendorosa arboleda a base de chopos, pinos de repoblación y alguna que otra especie de abeto, además te da derecho a utilizar una bonita y amplia piscina en temporada y los baños comunitarios y el acceso a electricidad a las tiendas es más que digno, cómodo y además limpio, que hay otros campings que son para echarse a temblar. Si hay algo que me gusta de este es que no te da nunca la sensación de masificado.

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Foto de la cabaña que fue mi hogar durante 3 días

Si por el contrario crees que merece la pena, por un poco más de inversión puedes dormir en algunas de sus cabañas y bungalows de madera que tienen habilitados, un poco más es en realidad bastante más, pero bueno, dependiendo de las exigencias de cada uno lo mejor es informarse, quizás os merezca la pena. Los más pequeños y sobre todo las mujeres siempre lo agradecerán y quedaréis como reyes. Las cabañas cuentan con baño completo, cocina totalmente equipada, televisión y aire acondicionado, puedes aparcar el coche en la misma puerta y tienes porche con mesas y sillas para comer al fresco, no se puede hacer fuego para barbacoas en temporada de verano, pero yo me llevé una plancha eléctrica e hicimos el apaño perfectamente.

También hay bastante oferta de hoteles, hostales y apartamentos turísticos en la ruta de subida desde Ca-

zorla hasta La Iruela. Así que podemos elegir entre muchos precios y tipos de camas disponibles, para todos los gustos y bolsillos.

Una vez nos situamos y acomodamos en nuestra cabaña decidí dar un paseo de avistamiento nocturno por las luces del camping. Si durante la noche nos damos un simple paseo por las instalaciones del camping o montamos una sencilla trampa de luz podremos atraer a unas pocas decenas de especies de heteróceros, la biodiversidad entomológica está asegurada.

Laothoe populi, la esfinge del chopo

Un ejemplar de Geometridae

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Ya a la mañana siguiente, decidimos emprender la ruta que va desde el mismo Puente de las Herrerías hasta el nacimiento del Río Guadalquivir.

Cuenta la leyenda que los soldados del sequito real de Isabel la Católica, en su campaña de reconquista y camino desde Quesada a Baza, decidieron pernoctar en aquel paraje, construyendo en una sola noche el puente que da su nombre al complejo, puente que se conserva en perfectas condiciones en la actualidad y a donde si no hay bañistas, podremos observar a unos grandes ejemplares de trucha desde el mismo, como resulta que el turismo prima y la zona se ha declarado como apta para el baño por la administración, pues en ciertas épocas del año el impacto medioambiental es inevitable, aun así recalco que el Parque cuenta con una relativa buena salud y doy fe de que los forestales patrullan insistentemente los caminos y pistas, ya que me fueron solicitados por dos veces los permisos de recolección de mariposas, lo cuales portaba conmigo en la mochila como cada año.

Si continuamos por el camino abierto al tráfico rodado, solamente el sendero de la derecha, iremos dejando al Río Guadalquivir a nuestra Izquierda, rodeados de Pinus nigra (laricio), madroños, lentiscos, encinas, fresnos, majuelos, chopos y sauces, siempre continuando por el camino iremos observando como el Río se ahonda en una gran depresión que en algunos tramos llega a tener una altura más que considera-ble. La señalización está hecha a base de unos “mojones” de piedra con números, que van desde el número 1 de la zona más baja, junto al mismo puente de las Herrerías, hasta el número 15, creo recordar, justo en la parte alta y ya casi llegando al nacimiento del mismo Rió, cada señalización es un kilómetro recorrido.

Durante todo el itinerario podremos fotografiar innumerables endemismos de flora, como la Digitalis obscura. En la época adecuada podremos fotografiar innumerables especies de orquídeas silvestres.

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Digitalis obscura. Una flor realmente bella aunque tóxica. Fotografiada a la llegada al nacimiento del Guadalquivir, en una ladera a la sombra de los pinos.

Orchis papilionácea. También abundante en la zona en mayo y primeros de junio.

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La ruta caminando es relativamente sencilla, hay algunos desniveles en cuesta que rondan el 17% más o menos, pero teniendo un mínimo de condición física y (muy importante) la suficiente reserva de agua o similar puede hacerse en aproximadamente unas 3 horas de subida, desde luego perderte no te pierdes, por-que a excepción del mismo Puente de las Herrerías, el camino ya no se bifurcará más hasta que lleguemos al mismo nacimiento, a donde se abre otra pista forestal única y exclusivamente para senderistas y bicicletas de montaña.

Impresionantes vistas del valle del Guadalquivir desde el mirador del Puerto de las Palomas. En la carretera de subida desde Cazorla hasta Vadillo Castril.

Mucho ojo si llevamos niños o personas mayores, pues aunque si buscas por internet información de este itinerario, encontrarás que el nivel de dificultad es bajo y la ruta es sencilla, mi valoración es que a partir de las dos horas de camino, sobre todo si nos pilla desde las 12 de medio día en adelante y además en verano, el calor hace mella, y recorrer un kilómetro con niños y cayendo el sol encima de tu cabeza a plomo, hacen que las valoraciones de internet sean cuanto menos poco concisas, estamos hablando de una subida por pista forestal de 15 kilómetros. Lo ideal si se va con niños, hasta los 9 o 10 años, es subir al nacimiento en coche y allí pasear por el área recreativa de la Cañada de las Fuentes, se puede apreciar flora y fauna y el sitio es cómodo y hay para sentarse a comer al fresco. Si por el contrario contamos con verdaderos aventureros en la familia, sabiendo lo que se hace, adelante porque la ruta es realmente bella.

Como resulta que nosotros íbamos disfrutando de cada bicho, cada árbol, cada mariposa o sonido del bosque, el agua, las cascadas fluyendo entre las piedras abajo en el río, el camino se nos hizo mucho más ameno. Además es más que posible que encontréis a algunos zorros dormitando en las lindes del mismo tumbados a la sombra y que estén totalmente acostumbrados al paso de caminantes y ciclistas, e incluso al paso rodado de vehículos, que tampoco es desdeñable por estos lares en plena temporada.

Como decía, el zorro común, Vulpes vulpes, hará de vuestras delicias si os lo encontráis por el camino, a poco que os acerquéis con cuidado y porque no decirlo con algo de alimento, se dejará encandilar con rela-tiva facilidad y os brindará la oportunidad de realizar algunas bonitas fotografías o vídeos de recuerdo, yo hice de las dos, los niños sobre todo tendrán su recompensa al esfuerzo realizado y encontrarán un sentido a toda esa caminata.

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El zorro común es un animal de comportamiento casi doméstico y si hay hambre mucho más

A la caída de la tarde, durante el camino de regreso, ya sea andando o en vehículo de motor, podrán ser observados sin mayor complicación los jabalíes con sus rayones detrás en fila campeando por el bosque, cruzando la arboleda de lado a lado, dejándose ver en el camino o junto a él, junto a gamos y ciervos, que suelen ser también bastante dóciles en el trato con los humanos, más difícil de observar, por lo esquivo de su comportamiento, aunque no imposible, el gato montés, también habitante del parque y que puede cruzarse fugazmente si es sorprendido.

Las especies de mariposas que podréis observar por el camino son, ya entrado el verano a mediados de julio, Melanargia lachesis, Coenonympha pamphilus, ahora Lyllus, según las últimas revisiones taxonómicas, Coenonympha dorus, Thymelicus silvestris, Thymelicus acteon, Iphyclides podalirius, Lasionmata maera, La-sionmata megera, Polyommatus bellargus, Polyommatus celina, Hipparchia hermione, Pontia daplidice, Argyn-nis adippe, Polygonnia c-album, muy escasa, Nymphalis polychloros, siempre esquiva, Lybithea celtis y la más buscada y deseada por todo aquel que se precie de denominarse entomólogo o simplemente amante de la naturaleza, la maravillosa Limenitis reducta o ninfa de los arroyos, una especie de la familia Nymphalidae, de la subfamilia Limenitidinae, que gusta de planear cerca de los arroyos y cursos de agua, posándose en las ra-mas de los arbustos colindantes. En concreto, a lo largo de esta ruta, existen puntos a donde el Guadalquivir ofrece sus aguas someras al caminante al alcance de la mano, y podemos sentarnos a refrescarnos y comer unos bocadillos mientras con algo de suerte observamos el grácil y elegante vuelo de esta mariposa, escasa y bella en nuestro territorio andaluz, más relegada a biotopos de ribera del norte peninsular, pero que ha esco-gido también al gran Río de Andalucía para sus gráciles y elegantes planeos. En este entorno también vuelan por las copas de los árboles la moradilla del fresno, Laeosopis roboris, Argynnis adippe, Argynnis paphia y Nymphalis polychloros, la olmera, entre otras especies.

Este año no hubo suerte avistando la Limenitis reducta y parece ser que la escasez de lluvia durante la primavera ha hecho que la especie adelante su ciclo. Cuando hemos tratado de localizarla era ya quizás demasiado tarde para este año, y no hemos podido avistarla. Es siempre un emocionante encuentro poder verla en su medio natural, tan bella, grácil y hermosa planeando al tintineo de las cascadas de los arroyos. La última vez que la vi en libertad y pude fotografiarla fue el pasado mes de agosto en Navarra en la ribera del Río Ega, quizás para el año próximo tengamos más suerte y la volvamos a encontrar.

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Si hablamos de ornitología, Cazorla puede con-siderarse la meca del ornitólogo, en estos bosques pueden ser avistados entre la maleza y los encinares las tórtolas, palomas torcaces, zorzales, y los arren-dajos. En los biotopos de pinar encontraremos cor-nejas, piquituertos, cucos, picapinos, carboneros, mirlos, y rapaces como águilas calzadas y culebre-ras, buhos y cárabos, alcotanes, gavilanes y azores.

En las estepas podremos avistar pardillos, cu-rrucas, trigueros, carracas y abejarucos, sin olvidar al Martín pescador, el ruiseñor, la oropéndola o el somormujo, cerceta, ánade real, cigüeñuela, siem-pre cerca de estanques y cuerpos de agua. Las aves que pueden ser observadas durante esta ruta son los arrendajos, carboneros y herrerillos, mirlos, cuervos, entre las rapaces encontraremos buitres leonados, y más escasamente las águilas reales y los quebrantahuesos, alimoches, cernícalo vulgar, más fáciles para el ojo experto y unos buenos prismáti-cos.

Regresando a nuestra ruta y continuando nues-tro camino de ascenso terminaremos en el naci-miento del Guadalquivir, ahora en verano prácti-camente seco, a donde veremos brotar del suelo el agua que más tarde acariciará la mayor parte de la provincia de Jaén, pasando por Andujar, se aden-trará en Córdoba, otorgándole ese carácter señorial de la ciudad de la Mezquita y pasará esta vez por el único puerto de Río navegable, en Sevilla, testigo de las naves que antaño llegaron desde las Indias con sus tesoros a bordo, para ir poco a poco alcanzando su destino en Sanlucar de Barrameda, a donde se abrazará con el mediterráneo para siempre.

Lo ideal para terminar la ruta es bajar hasta el nacimiento del mismo Río Guadalquivir, estaremos prácticamente en la meta de nuestro recorrido, en este lugar habita en los roquedales de las paredes la lagartija de Valverde, Algyroides marchi una especie de difícil avistamiento ya que sus colonias son muy localizadas, las lagartijas colilargas, Psammodromus algirus y colirrojas, Acanthodactylus erythrurus abundan por doquier en este paraje, si seguimos en el camino un poco más adelante encontramos el área de descanso Cañada de Las Fuentes, a don-de podremos también aprovechar para realizar una parada en un lugar muy hermoso, rodeado de ma-juelos, algunos tejos centenarios y pinos laricios, podremos avistar, si tenemos la paciencia y suerte adecuadas, a los gamos y ciervos que por allí pas-tan asiduamente, en ese punto, vuela la mariposa

Un ejemplar de Melanargia lachesis siendo devorado por una araña del género Tomissus

Hipparchia hermione

Nymphalis polychloros

Thymelicus acteon

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del almez, la Lybithea celtis, la siempre rápida y esquiva olmera, Nymphalis polychloros y todas las especies de mariposas anteriormente mencionadas. En este enclave hay una poza artificial de agua a donde con un poco de suerte y en la época propicia podremos avistar larvas de Salamandra salamandra Ssp. Morenica y es más que probable que algún ejemplar de lagarto ocelado, Timon lepidus se nos cruce por el camino. Otras especies de más que probable avistamiento son la culebra de collar, Natrix natrix, el sapo común Bufo bufo, el sapillo pintojo, Discoglossus jeanneae y el sapo partero bético Alytes dickhilleni. En la Sierra de Cazorla habita también en zonas muy concretas y localizadas el Tritón pigmeo, Triturus pygmaeus.

Limenitis reducta, la ninfa de los arroyos, fotografía cortesía de Tomás Sanz Sanz

Desde el Puente de las Herrerías hasta este punto habremos recorrido aproximadamente unos 16 kilóme-tros, siempre dejando al Guadalquivir a la izquierda y rodeados de vegetación y unas impresionantes vistas.

Una vista desde la pista forestal a la impresionante arboleda justo frente a nosotros, abajo el Río discurre sinuoso entre las rocas.

Ya sabemos que nos aguardan otros 16 kilómetros de bajada hasta nuestro alojamiento, pero siempre tenemos la opción de realizar el camino de regreso en vehículo de motor, bastante recomendable.

Si nos decantamos por probar la gastronomía de la zona, lo cual casa a la perfección con la fotografía de naturaleza, son paradas obligadas la propia villa de Cazorla, La Iruela o Arroyo frío, a donde la oferta de bares, ventas, restaurantes y kioskos de carretera harán que cualquier paladar o porque no decirlo, bolsillo, encuentre realmente una oferta adaptada a él. Además hay decenas de tiendas de gastronomía y obradores de pan y tiendecitas que nos venderán miel de la comarca, dulces caseros y chacinas y quesos de la tierra, un recuerdo más que podremos llevarnos a casa.

Cazorla y su entorno son un verdadero punto caliente para todos aquellos que quieran pasar unos días en contacto directo con la naturaleza y realizar rutas de avistamiento de fauna y flora. El parque cuenta con una oferta de alojamiento y comida relativamente amplios y el acceso es cómodo.

Personalmente es una de mis zonas favoritas para pasar unos días con amigos que compartan la misma afición que yo por la fauna y aprovechar para desintoxicar la mente de nuestras obligaciones diarias. Una última recomendación es tratar de buscar escapadas de al menos 3 o 4 días, más bien de 4 o más días, el

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camino se hace un poco pesado y merece la pena disfrutar de la estancia a fondo antes de regresar, además podremos aprovechar para realizar varios itinerarios sin salir de la misma zona y tendremos más oportuni-dades de avistar a aquellas especies que se nos resistan un poco.

Ejemplar de lagarto ocelado, Timon lepidus. Fot. R. Gonella

Culebra de collar, Natrix natrix. Fot. R. Gonella

Sapo común, Bufo bufo. Fot. R. Gonella

Larva de Salamandra salamandra. Fot. R. Gonella

Ejemplar de Tritón pigmeo. Fot. R. GonellaAlgunos ejemplares juveniles de Natrix maura, culebra vipe-rina. Fot. R. Gonella.

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Caracterización de la población de Picopicapinos (Dendrocopos major) en las

Provincias de Málaga y Cádiz

TextosSamuel Peregrina

RevisiónAndrew Paterson

ImágenesAndrés Miguel Domínguez Romero, Juan Luís MuñozRoldán, Antonio Rodríguez Mariscal, SebastiánCorrales Guillén, Francisco Ríos Bosquet

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METODOLOGÍA Y ZONA DE ESTUDIO

Para empezar a estudiar la población más sureña de la Península Ibérica de Picos pi-capinos (en principio partimos de la base

de Dendrocopos major hispanus, Schlüter 1908), hicieron falta una serie de llamadas de atención por parte de los observadores de aves y fotógrafos acerca de las peculiaridades de las aves que estaban siendo observadas y/o fotografiadas.

Tras una serie de comentarios y teorías apoyadas en las imágenes tomadas por distintos autores, in-cluyendo el propio autor de estos textos, creímos en la necesidad de redactar esta nota acerca de las pe-culiaridades que parece que presenta la población malagueña y gaditana de aves de esta especie, a fin de poder acumular un banco de imágenes que lo suficientemente nutrido y variado de los distintos puntos de la geografía de ambas Provincias, con ob-jeto de abrir el camino al futuro estudio genético.

Principalmente trataremos las poblaciones re-cogidas dentro de las Provincias de Málaga y Cá-diz, recopilando toda la información (ya puesto en marcha) de la especie. Sea cual sea el resultado de dicho estudio nos sacará de dudas, ya que de mane-ra formal nunca se había planteado ni estudiado la situación real de estas características concretas de la especie.

Con todo lo mencionado, se ha realizado una re-copilación de citas e imágenes de una distribución de diferentes puntos geográficos que van desde la zona del Estrecho de Gibraltar, hasta el Parque Na-tural de los Montes de Málaga, pasando por Los Alcornocales (Ubrique), Sierra de Grazalema (Gra-zalema), Serranía de Ronda (Ronda) y la Sierra de Alpujata y Entrerríos.

TAXONOMÍA

Nos encontramos con una especie largamente clinal, con razas o subespecies extensivamente in-terclasificadas y una larga lista de poblaciones inter-medias. Muchas de estas razas no son ciertamente identificables morfológicamente, por lo que no han sido aceptadas a pesar de existir separaciones gené-ticas fiables.

No obstante, tratamos con una especie que for-ma una “súperespecie” con otras cuatro, a saber D. syriacus, D. leucopterus, D. assimilis, y D. himala-

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yensis, ninguna de ellas citadas en la Península Ibé-rica. Raramente se dan casos de hibridación entre D. major x D. syriacus y D. major x D. leucopterus, produciéndose dichas hibridaciones en una zona concreta del Centro de Tien Sham, en Kazajstán, produciéndose como resultado otra raza mixta de-nominada D. m. tianshianicus. También se ha hibri-dado con D. leucotos, con la cual tiene una relación más distanciada que con las anteriores especies.

De las subespecies que rodean a la ibérica (Den-drocopos Major hispanus), citaremos que en la actua-lidad se reconocen 14 razas o subespecies aceptadas y otras 12 que por las circunstancias anteriormente citadas no tiene la homologación necesaria para ser reconocida como tal.

Las razas reconocidas que más cerca podemos encontrar y que ciertamente rodean a la raza espa-ñola D. m. hispanus son:

• D. m. pinetorum: Islas Británicas, Francia y Centroeuropa, Sur de Italia hasta el Volga, Balca-nes, Turquía, Sur de Ucrania hasta el Cáucaso.

• D. m. harterti: Córcega y Cerdeña.• D. m. mauritanus: Marruecos.• D. m. numidus: Túnez y Norte de Argelia.

De las razas que no gozan de la aceptación men-cionamos a:

• D. m. italiae: Este de los Pirineos hasta Suiza e Italia.

• D. m. parroti: Córcega.• D. m. lynesi: Atlas y montañas de Marruecos.

DISTRIBUCIÓN

La población europea extendida por el Paleárti-co, va por el Norte desde Escandinavia, Rusia (evita la franja costera de Siberia); por el Oeste, Cáucaso y Anatolia; por el Sur Balcanes, Italia, Sicilia, Norte de Argelia y Oeste de Túnez, Córcega y Cerdeña, Norte y Oeste de Marruecos y Canarias. Por el Oes-te Iberia, Francia Islas Británicas excepto Irlanda y

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otras del Mar del Norte.

En la Peninsula Ibérica se extiende por toda la mitad Norte peninsular, exceptuando el Valle del Ebro en donde existe de forma residual en la ribera del Ebro a la altura de la Provincia de Zaragoza.

De igual forma falta en la costa levantina y las zonas esteparias manchegas y extremeñas.

Evita Murcia y el Valle del Guadalquivir, fran-ja que separan las poblaciones de Málaga y Cádiz. Hay poblaciones pequeñas y diseminadas por Jaén, Granada y Almería.

DESCRIPCIÓN ESPECÍFICA DE LAS AVES DE LA POBLACIÓN EN LA ZONA OBJETO DE

ESTUDIO

La principal característica que nos presenta esta población, es la presencia de una marca pectoral roja que es variable en intensidad y extensión según los individuos encontrados.

Del mismo modo que ocurre en las poblaciones canarias D. m. thanneri y D. m. canariensis presenta una coloración pectoral blanco sucio, en ocasiones pardo grisáceo.

Esto último ya ha sido registrado en las poblacio-nes del Oeste y Sur de Europa (1999, Grant, Mullar-ney, Svensson y Zetterström), aunque la presencia del rojo pectoral sólo se describe en las transmedi-terráneas razas D. m. numidus o D. m. mauritanus.

Igualmente como ocurre en la raza tunecina, la coloración de las infracobertoras caudales se ex-tiende hacia la zona ventral, llegando en ocasiones a la parte media del esternón.

Estas características se encuentran tanto en aves adultas como juveniles sin discriminaciones de sexo. Cierto es que se han fotografiado aves sin estas marcas rojas pectorales, lo que puede sugerir entre otras cosas, que sean variaciones individuales.

De la misma manera, y contrariamente a lo re-cogido por otros autores, (2003, Martí & Del Mo-ral; Molina Villarino, Blas. Dendrocopos major, pp 356-357) se le localiza también en plantaciones de eucalipto, especialmente en los cursos de los ríos Guadalhorce y Grande, en donde aparece una po-blación estable y bien asentada.

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CONCLUSIONES

En base a que existe una suficiente enumeración de caracteres, tales como:

• Dendrocopos major presenta 14 razas aceptadas y otras 12 no aceptadas como tal, debido a insufi-ciencias a la hora de la identificación visual.

• Presenta muchas poblaciones con razas in-termedias entre las aceptadas, produciéndose una degradación entre la raza nominal y el resto de las reconocidas.

• Las aves de la zona de estudio, difieren y son fácilmente identificables y separables de la raza ibé-rica D. m. hispanus, y de las africanas D. m. numi-dus y D. m. mauritanus. se puede entender que la población de Pico picapinos (Dendrocopos major) estudiada en el ámbito geográfico de las Provincia de Málaga y Cádiz, (teniendo como base el carácter propio de la especie y su tendencia a generar incli-naciones genéticas y/o razas diferentes en el trans-curso de su distribución global), hace que tenga la consideración de una posible raza o subespecie di-ferente o bien una intermedia entra estas distintas tres razas mediterráneas reconocidas, o por lo me-nos una separación evidente de la raza ibérica D.m. hispanus.

El carácter sedentario de la especie, la relativa cercanía a las poblaciones transmediterráneas, el relativo aislamiento de la población, unido al prin-cipio descrito anteriormente acerca de las poblacio-nes intermedias de la especie a nivel mundial, su-giere que pueda considerarse como una población a caballo entre la ibérica D. m. hispanus y las africa-nas D. m. mauritanus y D. m. numidus.

Esta población presenta caracteres visuales fá-cilmente separables de las otras tres razas medite-rráneas, y por lo tanto, salvo estudio genético que diga lo contrario, se podría empezar a hablar de una nueva raza o subespecie perteneciente a las Provin-cias de Málaga y Cádiz.

Uno de los requisitos es la diferenciación visual inequívoca de la raza con las demás, (por ejemplo las doce razas genéticamente separadas que no han sido aceptadas), algo que cumplen las aves de la zona estudiada. Es más, las aves presentan caracte-res morfológicos más próximos a las razas canarias D. m canariensis y D. m thanneri, que a la raza D. m. hispanus de la Peninsula Ibérica.

La realización de un estudio genético comparati-vo entre las poblaciones adyacentes daría sin lugar a dudas una respuesta a todas las preguntas surgidas, y que de seguro, reportarían un mayor y exhaustivo conocimiento de la fauna ornítica de nuestra geo-grafía.

RESUMEN

La población de picos picapinos de las provin-cias de Málaga y Cádiz, presentan una cantidad de diferencias morfológicas fácilmente distinguibles y separables del pico picapinos ibérico Dendroco-pos major hispanus, lo suficientemente claras como para pensar que en tales provincias puede habitar una raza diferente no estudiada aún a la que se re-gistra en el resto de la Península Ibérica. Se hace ne-cesario el estudio genético de aves de esta población para dar luz a este tema.

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Hasta el próximo número!!

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