james hillman - las ideas

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  • 7/29/2019 James Hillman - Las Ideas

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    deJames Hillman, _Fuochi blu_, pg 84 y ss.

    LAS IDEAS

    El relieve que daremos a la ideacin indicar la apasionada importancia que atribuimosa las ideas psicolgicas. Mostraremos que el nima tiene necesidad de ideas propias;

    ms an, que hacer nima es un producto de la ideacin adems de de las relacionespersonales o de la meditacin. uno de los fines de este libro es reincorporar a la vidalas ideas en una poca en que stas estn en decadencia en la psicologa y se sustituyenpor proyectos experimentales, programas sociales, tcnicas teraputicas.Lo que ms sorprende en el campo de la psicologa es su pobreza de ideas interesantes.Escuelas enteras se edifican sobre los cimientos de un solo libro, un libro se producesobre los cimientos de una sola idea, que es a menudo ms que nada una simplificacino un prstamo. El proceso ideativo en psicologa est muy retrasado con respecto a sumetodologa, a sus instrumentos y a sus aplicaciones -y muy, muy retrasado conrespecto a la riqueza innata de la psique. En este siglo, tras la cosecha de ideas aportadapor Freud y Jung -desde libido, proyeccin y remocin a individuacin, nima/nimus

    y arquetipo, por no nombrar sino unas pocas- bien pocas has sido las ideas capaces deestimular la reflexin psicolgica. La jerga profesional bulle de tecnicismos, pero setrata de insectos efmeros que se alimentan del fruto sano.Las ideas declinan por varios motivos. Tambin ellas envejecen y se vacan, se vuelvendemasiado personales o preciosas o se separan de la vida, incapaces ya de preservar susfenmenos. O bien se vuelven monomanacas: una idea particular se atribuye ms valorque todas las dems y se opone a ellas. Hoy en da la accin se concibe dentro de estapolaridad que, llevada al extremo, tornara ciega la accin e impotentes las ideas. Unviejo clich, la cabeza sin cuerpo de la psicologa acadmica, se est trasformando en unclich nuevo, el cuerpo sin cabeza de la psicologa teraputica -ejemplo corriente deaccin sin ideacin.

    Mi intencin es trasladar la discusin de las ideas del reino del pensamiento al reinode la psique. Aquello en lo que debe concentrarse nuestra atencin de psiclogos es laaparicin de stas en la psique, su significado en cuanto eventos psquicos, su efecto ysu realidad psicolgica como experiencias correspondientes al alma.Para nosotros las ideas son maneras de considerar las cosas (modi res considerandi),perspectivas. Las ideas nos dan ojos, nos hacen ver. La misma palabra idea revela suntima relacin con la metfora visual del conocer, estando en conexin ya con el latnvidere ya con el alemn wissen (conocer). Las ideas son modos de ver y conocer o deconocer mediante una actividad de visin interior. Las ideas nos permiten tener visin, ymediante la visin podemos conocer. Las ideas psicolgicas son modos de ver y

    conocer el alma, de modo que un cambio en las ideas psicolgicas significa que hay uncambio respecto al alma y un respeto hacia el alma.Nuestra palabra idea viene del griego eidos, que en su origen, en el antiguo pensamientogriego y en Platn, significaba tanto aquello que se ve -un fenmeno o una formaexterior en sentido concreto- como aquello con lo que se ve. Nosotros vemos las ideas yvemos por medio de ellas. Ellas son al tiempo la forma de los acontecimientos, sucostelacin en este o aquel modelo arquetpico, y las maneras que nos consienten ver entrasparencia los acontencimientos hasta su modelo. Por medio de una idea podemos verla idea que se esconde en el desfile que pasa ante nosotros. La conexin implcita entre

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    el tener ideas con las que ver y el ver las ideas mismas sugiere que cuantas ms ideastengamos, tanto ms vemos, y cuanto ms profundas son, tanto ms profundamentevemos. Esto sugiere tambin que las ideas pueden generar otras ideas, dando vida anuevas perspectivas para vernos a nosotros mismos y al mundo.Ms an, sin ellas no podemos ver ni siquiera lo que percibimos con nuestros propiosojos, ya que nuestras percepciones estn modeladas sobre ideas. Un tiempo

    considerbamos que la tierra era plana, ahora consideramos que es redonda; un tiempoveamos al sol rodar en torno a la tierra, luego vemos a la tierra rodar en torno al sol;nuestros ojos, y sus percepciones, no han cambiado por cierto con el Renacimiento.Pero han cambiado nuestras ideas, y con ellas tambin aquello que vemos. Nuestrasideas cambian en razn de los cambios que acontecen en el alma, porque, como dicePlatn, alma e idea se reenvan una a otra, en el sentido en que una idea es el ojo delalma, que nos abre con su penetracin [insight] y su visin.Por ello el alma se manifiesta en sus ideas, que no son solamente ideas o solamentecosas que se tienen en la cabeza, y no deben ser liquidadas con un bah! desuficiencia, ya que son las maneras mismas mediante las que nosotros obtenemos visinde nuestra vida y la llevamos a cabo. Nosotros las encarnamos mientras hablamos y nosmovemos. Estamos siempre en brazos de una idea. La tarea que la terapia debedesempear con las ideas tiene la misma importancia que la de con los sntomas y lossentimientos, y la investigacin de las ideas de una persona es tan reveladora de suestructura arquetpica como lo son sus sueos y sus deseos. Nadie que se ocupe del almapuede permitirse decir: las ideas no me interesan, o bien las ideas no son prcticas.Las ideas permanecen como poco prcticas cuando no las abrazamos o no somosabrazados por ellas. Cuando abrazamos una idea, nos preguntamos cmo ponerla enprctica, buscando as trasformar las intuiciones del alma en acciones del Yo. Perocuando una intuicin o una idea ha encontrado sitio dentro de nosotros, tambin laprctica muda imperceptiblemente. La idea ha abierto el ojo del alma. Ver de maneradistinta nos hace tambin actuar de manera distinta. Resulta as implcitamenteeliminado el cmo: ste desaparece a medida que la idea penetra en el interior, amedida que nosotros reflexionamos sobre ella ms que sobre cmo utilizarla*. Estemovimiento para captar las ideas es vertical o hacia el interior y no horizontal o hacia elexterior, hacia el reino del hacer algo. El nico cmo lcito acerca de estasintuiciones psicolgicas es cmo puedo captar una ideaComo las ideas psicolgicas o intuiciones, como las he llamado alguna vez, reflejan elalma, el problema de cmo comprenderlas se centra en la relacin que se tiene con elalma y en el modo en que la psique aprende. La respuesta a esta pregunta ha sidosiempre con la experiencia, lo que equivale a una verdadera peticin de principio, yaque una de las principales actividades del alma es precisamente la de trasformar lossucesos en experiencias. Aqu estamos indagando ms especficamente la manera enque los sucesos se hacen experiencias, y decimos que la accin de ver en trasparencialos sucesos los pone en relacin con el alma y crea experiencias. La simpleparticipacin en los sucesos, o el vivirlos intensamente, o bien el acumular un grannmero de ellos, no cambia ni profundiza nuestra capacidad psquica, no hace de ellaeso que suele llamarse un alma sabia o vieja (cfr. cuento de Cpek). Losacontecimientos no son esenciales para el hacer experiencia del alma. Ella no tienenecesidad de muchos sueos o de muchos amores o de las luces de la ciudad. Tenemostestimonios de grandes almas florecidas en una celda de convento, en una prisin o enun barrio del extrarradio. Para crear experiencia hace falta en cambio una visin decuanto est sucediendo, se requieren ideas profundas. De otro modo hemos tenido de

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    hecho acontecimientos, pero no hemos tenido experiencia de ellos: y la experiencia delo que ha sucedido llega tan slo ms tarde, cuando logramos una idea de ello, cuandopodemos alcanzar su visin mediante una idea arquetpica.Ms que en la psicologa, el alma aprende en la psicologizacin -diferencia sta queexplicar en breve en detalle. Ella aprende buscndose a s misma en cualquier idea quela alcance; adquiere ideas buscndolas, subjetivizando todos los interrogantes, includo

    el cmo. Dar una respuesta directa al cmo (cfr. S.Ferl. Lo ms sospechoso de lassoluciones...) traiciona la actividad del hacer alma, que, con la psicologizacin,atraviesa la pantalla de cualquier respuesta literal. As como adquiere ideas buscndolas,el alma las pierde al ponerlas en prctica en respuesta al cmo.Esiste, antes bien, una relacin directa entre la pobreza de ideas que aflige a lapsicologa acadmica y la teraputica y su insistencia en la prctica. Elaborar respuestasa los interrogantes psicolgicos (muestro todas mis respuestas, pero las preguntas haciadnde han ido?) no slo empobrece inmediatamente el proceso ideativo, sino quesignifica adems caer en el error pragmtico, en el postulado de que las ideas sonvaloradas en funcin de su utilidad. Este error niega nuestra premisa fundamental: quelas ideas son inseparables de las acciones prcticas y que la teora misma es prctica: nohay nada ms prctico que formar ideas y hacerse cosciente de ellas en sus efectospsicolgicos (estar atento a eso). Cada teora que sostengamos acta sobre nosotrosprcticamente, nos usa, nos maneja, en un modo u otro, as que las ideas estn siempreen prctica, en accin, y no tienen necesidad de ser puestas en dem.En fin, el aprendizaje psicolgico o psicologizacin parece representar el deseo que elalma tiene de la luz, como la polilla de la llama. La psique tiene necesidad deencontrarse viendo en trasparecia, es ms, ama estar iluminada vindose entrasparencia a s misma, como si el acto mismo del ver en trasparencia aclarase el almay la volviese lmpida -como si psicologizar con las ideas fuese de por s una terapiaarquetpica que crea luz, ilumina. El alma parece sufrir cuando su ojo interno estempaado/ocluido, vctima de acontecimientos excesivos (o de excesivosacontecimientos), que la sobrepasan. Esto sugiere que todas las maneras para iluminar elalma -la manera mstica o meditativa, la socrtica y dialctica, la oriental y disciplinada,la psicoteraputica, incluso el deseo cartesiano de ideas claras y perfiladas- nacen de lanecesidad de visin de la psique.(de _Re-visin_ pgs. 205-206, 214-18)(lo cierto y lo curioso es que si no se ve nada claro, tampoco se oye sino ruido)*hace tiempo que me fij en lo acertado de un parrafillo de los de SW los preceptos nose dan para que se los practique, pero s que est prescrita, sin embargo, la prctica de lainteligencia de los preceptos. Son escalas. A Bach no se lo interpreta sin haber hechoantes unas cuantas escalas. Pero tampoco se tocan las escalas por tocar. O maravillascomo sta Por medio de la inteligencia sabemos que lo que la inteligencia no capta esms real que lo que capta. la experiencia de lo trascendente: parece contradictorio,pero para conocer lo trascendente no queda ms remedio, sin embargo, que hacerlomediante el contacto, puesto que nuestras facultades no pueden fabricarlo

    cfr el sermn del elefante

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    DA FRGIL(haban desmontado el mundo, pero nadie lo not -no s si por ventura)

    da de desamparo, da de desconsuelo,da de descubrirnosdesnudos

    despiertos.El da del desconciertofue grande a la maana,grande a la tarde;a la nocheno era ya un da, que erayo no s si un gran conciertode recuerdos que queranestar y seguirviviendo y queriendo.El da del desconciertofue muy tierno a la maana,tierno a la tarde,de noche, eterno.

    (te lo envo con un poco de remordimiento pensando en que andars ms que ocupado.Pero no hay prisa: lelo cuando tengas tiempo. Quiz slo querra que lo que aqu diceHillman pudiera expresarse de una manera an ms sencilla, no dirigida al lector deobras de psicologa sino ... (como dice Silvio: por eso canto a quien no escucha, aquien no dejan escucharme, a quien ya nunca me escuch; al que en su cotidiana luchame da razones para amarle; a aquel que nadie le cant), tan bueno me parece, tanimportante tambin)

    RESPONDER A LAS IMGENES

    La moralidad imaginativa no consiste esencialmente en mi juzgar si los daimones quedescubro sean buenos o malos, y tampoco en la aplicacin de la imaginacin (cmotrasfiero a las acciones de la vida lo que descubro a travs de las imgenes). Estamoralidad consiste ms bien en reconocer las imgenes religiosamente, como potenciasque expresan peticiones... (me da la impresin de que aqu falta una larga cita de Jung)Jung atribuye el momento moral al Yo que responde, mientras que yo querrapsicologizar ms all el problema, preguntndome por qu el problema moral surge ensu mente tras el encuentro con las imgenes. Es posible, de hecho, que el inters moralsea el resultado del encuentro mismo y entre por ello precisamente en este punto delrelato de Jung. Tal como inducen un sentido de destino interior, as estas figurasimaginales inducen tambin el conocimiento de la necesidad interior y de suslimitaciones. Nos sentimos responsables hacia ellas y por ellas. Un amoroso intersrecproco envuelve esta relacin, es decir, segn la visin antigua, los daimones sontambin espritus guardianes. Nuestras imgenes son nuestros custodios, como nosotroslo somos suyos.Desde el exterior, la aparicin de los daimones parece proponer el relativismo tico: unparaso de seducciones y de aventuras. Pero esta fantasa de relativismo tico traicionauna conciencia que no esta an dentro del mundo imaginal, que no vive el Concete a

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    ti mismo desde el interior de sus imgenes. En otras palabras, el problema delrelativismo tico, que aparece cada vez que se hable de pandemonio de las imgenesyde una pluralidad de Dioses, recibe una respuesta de la dedicacin que las imgenesexigen. Son ellas -no nosotros- las que exigen ser meticulosamente trabajadas hastaconvertirse en dolos adornados de joyas; las que piden una devocin ritualizada; lasque insisten en ser consultadas antes de actuar. Las imgenes son la fuente vinculante de

    la moralidad y de la religin, como de lo concienzudo/la escrupulosidad del arte (h.e. lodel premio al ms intenso). E igual que no somos nosotros quien las inventa, astampoco inventamos siquiera las respuestas que les damos, sino que son ms bien lasimgenes las que nos ensean estas respuestas en forma de ejemplos morales. Escuando perdemos las imgenes cuando nos volvemos moralistas, como si la

    moralidad contenida en las imgenes se volviese sentimiento de culpa disociado,

    fluctuante, una conciencia moral sin rostro.Cuando una imagen es comprendida -plenamente imaginada como un ser vivientedistinto de m- entonces se convierte enpsicopompo, en un gua con un alma, que tieneuna propia limitacin inherente y una necesidad suya. Es esta imagen y no otraninguna: de suerte que los problemas conceptuales del pluralismo y del relativismomoral se disuelven ante la implicacin efectiva con la imagen. El supuesto pandemoniocreativo de la imaginacin frtil est limitado a su aparecer fenomnico dentro de unaimagen particular [y eso es una cada vez, o una cosa detrs de otra o cada cosa a sutiempo], sa que me ha llegado preada de significado e intencin, un ngel necesariopuesto que aparece aqu y ahora, que ensea a la mano a representarlo, al odo a orlo yal corazn a responderle. Se revela as, a travs de esta implicacin mutua(coinvolgimento), una moralidad de la imagen. La moralidad psicolgica que deriva delo imaginal no es ya una nueva tica de la integracin de la Sombra por medio deaquel mismo viejo Yo kantiano y de sus luchas heroicas con abstractos dualismos. ElYo no es ya el lugar en que reside la moralidad, segn una postura filosfica que haarrebatado la moralidad a la imaginacin, demonizndola de ese modo.Nuestropreceptor, nuestrospiritus rector, es por el contrario el daimon, el dmon.

    Si se estudia a Jung con atencin respecto alpor qu uno emprende la imaginacinactiva, encontramos estas notas fundamentales. stas pueden presentarse como una vianegativa de advertencias, similar a la mesurada reserva que impregna de piedadreligiosa el modo analtico de Freud.

    1. La imaginacin activa no es una disciplina espiritual; no es la va de Ignaciode Loyola o del yoga oriental, porque no hay fantasas prescritas ni fantasas proscritas.Se trabaja con las imgenes que surgen, no con unas especiales elegidas por un maestroo un cdice.

    2. La imaginacin activa no es una prueba artstica, ni una creacin de pintura opoesa. Se puede dar forma esttica a las imgenes, es ms, se debera hacerlo lo msposible de manera esttica. Pero ello en homenaje a las figuras mismas, por devocin aellas y para comprender su belleza, no en homenaje al arte. El trabajo esttico de laimaginacin activa no ha de confundirse pues con el arte destinada a ser exibida opublicada.

    3. La imaginacin activa no mira al silencio, sino al habla; no a la inmovilidad,sino a la narracin al teatro o a la conversacin. Enfatiza la importancia de la palabra,no la cancelacin de la palabra, que resulta as una manera de poner en relacin, uninstrumento del sentimiento.

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    4. No es por tanto una actividad mstica, que se cumpla con el fin de lailuminacin o para alcanzar estados elevados de conciencia (samaadhi, satori, unincon el todo). Ello impondra una intencin espiritual a la actividad psicolgica; sera unadominacin o directamente una destitucin del alma por parte del espritu.

    5. Esta ltima afirmacin no significa sin embargo que la imaginacin activa seauna actividad psicolgica solamente en el sentido personal, apta para curar sntomas,

    calmar o contrarrestar terrores o ansiedades, mejorar las familias, hacer avanzar ydesarrollar la personalidad. Eso querra decir reducir los dmones a sirvientespersonales, cuyo cometido sera el de resolver los problemas nsitos a(?) esas ilusionesque llamamos realidades porque no hemos sabido ver en trasparencia hasta (llegar adivisar) las fantasas y las imgenes gua que nos las proyectan delante.

    6. La imaginacin activa no es empero una actividad psicolgica en el sentidotraspersonal de la teurgia (la magia ritual), el intento de operar con las imgenes pormedio de la voluntad humana y segn su propsito. Desde ambos lados de la tradicinde la psicologa arquetpica -Plotino y Freud [no estara mal ver los pasajes]- se nos hapuesto en guardia contra el abrir las compuertas a la negra marea de fango delocultismo. La imaginacin activa se torna teurgia populachera y supersticiosa cuandoactivamos las imgenes artificialmente (drogas); cuando lo hacemos por rutina, como unritualismo; cuando favorecemos efectos especiales (sincronicidad); cuandoenvalentonamos capacidades adivinatorias (dirigindonos a las voces interiores parainterpretar los sueos); cuando la utilizamos para aumentar la confianza en nosotrosmismos en el momento de una decisin (poder). Cada uno de estos usos deja de ser unmodo para conocerse a s mismo para ser un modo de aumentar la propia importancia,recubierto ahora de una etiqueta inocente: crecimiento psquico. Fausto invade ypervierte an nuestro concete a t mismo, trasformndolo en una invitacin a superarprecisamente esos lmites que esa mxima implicaba en origen: Date cuenta de que noeres ms que un hombre, que no eres divino. La imaginacin activa como divinacin() tergica obrara sobre los Dioses, en lugar de reconocer su accin sobre nosotros.Nos lanzamos entonces demasiado adelante, descuidando a los daimones que estnpresentes cada da y tambin cada noche. Como dice Plotino: Corresponde a los Diosesel venir a m, no a m el ir a ellos.La imaginacin, el mtodo introspectivo de Jung, no se dirige pues a ninguno de estosfines: disciplina espiritual, creatividad artstica, trascendencia de lo mundano, visin ounin mstica, mejoramiento personal, efecto mgico. Pero entonces a cul? Cul essu propsito?En primer lugar ella mira a curar la psique re-establecindola en el metaxy, de donde ()haba cado en la enfermedad del literalismo (cfr. el cuento de Sergio del Paraso).Encontrar la va que lleva de vuelta al metaxy [donde se habla, se conversa, sedescubre, se goza, se vive...?] reevoca un modo mtico de imaginar, similar a aquel queel Scrates platnico utilizaba para curar las almas. Este retorno al reino intermedio dela narrativa, del mito, lleva a una coloquial familiaridad con el cosmos que se habita.Curar significa as Regreso, y conciencia psquica significa Coloquio. Unaconciencia curada vive de manera narrativa, tal como las figuras que curan, porejemplo Jung y Freud, se vuelven a nuestros ojos personajes de un relato: sus biografasefectivas se disuelven para coagularse en mitos, se convierten en narraciones; y de talmodo pueden continuar curando.Por eso la imaginacin activa, tan prxima al arte por el modo de proceder, se separa deella por lo que hace a la finalidad. Y ello no slo porque la imaginacin activa no sepropone como resultado un producto material, sino sobre todo porque su intencin es el

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    Concete a t mismo, la comprensin de s que al mismo tiempo es su lmite: el lmiteparadjico de la interminabilidad de la psique misma. El conocimiento de s esnecesariamente urobrico, un interminable volverse circular en medio de sus escenas,de sus visiones, de sus voces.(de _Historias que curan_ pgs. 77-79, 101-103)