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RILCE 31.2 (2015) 583 RESEÑAS el aporte fundamental de la tradición historiográfica, de los conflictos de la Iglesia, de las discusiones en el IV Concilio y especialmente sus inter- pretaciones, abren nuevas vías para apreciar los sutiles hilos que entretejen el entramado de poder en la política virreinal y en la Iglesia que deja entrar el guadalupismo como fenómeno y de México como asiento privilegiado de la cristiandad. Insistimos en ese despliegue de apor- taciones desde distintas perspectivas a que nos abre la autora, principal- mente de los debates del momento sobre cuestiones raigales de la consti- tución de sociedades nuevas, que se presentan de diferente modo a uno y otro lado del mar. Gil Amate, en fin, ofrece una lectura crítica del texto del letrado colonial, amplía el circuito de los debates en el virreinato que parti- cipa de los propiciados en el Viejo y en el Nuevo Mundo. Su estudio es un esclarecedor análisis de cómo se van planteando cuestiones clave en esa so- ciedad de nuevos actores a través de la forma diálogo. Es un análisis meticu- loso de cómo las polémicas entre es- critores, teólogos, misioneros, histo- riadores o cronistas son un factor significativo en la construcción de esa república de las letras; de cómo los argumentos de los interlocutores pre- tenden indagar en la mentalidad e in- tereses de una minoría letrada de la ciudad en su actuación al servicio de las instituciones de la corona y de cómo se hacen un espacio de autori- dad letrada desde la periferia para pe- netrar el circuito de los debates hispa- noamericanos. Amalia Iniesta Cámara Universidad de Buenos Aires (BUENOS AIRES, ARGENTINA) Universidad Complutense de Madrid [email protected] González Maya, Juan C., ed. Varios autores. Entremeses nuevos (1643). Newark: Juan de la Cuesta, 2012. 442 pp. (ISBN: 978-1-58871-214-1) El libro que presenta la editorial Juan de la Cuesta es la edición de una de las primeras colecciones de entremeses independientes del siglo XVII, publi- cada apenas tres años después de las obras que inauguran este género edi- torial, los también titulados Entreme- ses nuevos y la Flor de sainetes de Fran- cisco Navarrete (ambas de 1640), y un año después que los Donaires del gusto (1642). Con este conjunto de obras, al lado de algunas otras que aparecerán en los años inmediatos, como la Jocoseria de Quiñones de Be- navente (1645), comienza en España una tradición de entremeses impre- sos que durará todo un siglo, según la completa noticia que nos ofrece el edi- tor. En este trabajo, González Maya se

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el aporte fundamental de la tradiciónhistoriográfica, de los conflictos de laIglesia, de las discusiones en el IV

Concilio y especialmente sus inter-pretaciones, abren nuevas vías paraapreciar los sutiles hilos que entretejenel entramado de poder en la políticavirreinal y en la Iglesia que deja entrarel guadalupismo como fenómeno y deMéxico como asiento privilegiado dela cristiandad.Insistimos en ese despliegue de apor-taciones desde distintas perspectivasa que nos abre la autora, principal-mente de los debates del momentosobre cuestiones raigales de la consti-tución de sociedades nuevas, que sepresentan de diferente modo a uno yotro lado del mar. Gil Amate, en fin,ofrece una lectura crítica del texto delletrado colonial, amplía el circuito delos debates en el virreinato que parti-cipa de los propiciados en el Viejo y enel Nuevo Mundo. Su estudio es unesclarecedor análisis de cómo se vanplanteando cuestiones clave en esa so-ciedad de nuevos actores a través de laforma diálogo. Es un análisis meticu-loso de cómo las polémicas entre es-critores, teólogos, misioneros, histo-riadores o cronistas son un factorsignificativo en la construcción de esarepública de las letras; de cómo losargumentos de los interlocutores pre-tenden indagar en la mentalidad e in-tereses de una minoría letrada de laciudad en su actuación al servicio de

las instituciones de la corona y decómo se hacen un espacio de autori-dad letrada desde la periferia para pe-netrar el circuito de los debates hispa-noamericanos.

Amalia Iniesta CámaraUniversidad de Buenos Aires(BUENOS AIRES, ARGENTINA)Universidad Complutense de [email protected]

González Maya, Juan C., ed.Varios autores. Entremeses nuevos (1643).Newark: Juan de la Cuesta, 2012. 442 pp.(ISBN: 978-1-58871-214-1)

El libro que presenta la editorial Juande la Cuesta es la edición de una de lasprimeras colecciones de entremesesindependientes del siglo XVII, publi-cada apenas tres años después de lasobras que inauguran este género edi-torial, los también titulados Entreme-ses nuevos y la Flor de sainetes de Fran-cisco Navarrete (ambas de 1640), yun año después que los Donaires delgusto (1642). Con este conjunto deobras, al lado de algunas otras queaparecerán en los años inmediatos,como la Jocoseria de Quiñones de Be-navente (1645), comienza en Españauna tradición de entremeses impre-sos que durará todo un siglo, según lacompleta noticia que nos ofrece el edi-tor. En este trabajo, González Maya se

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propone ofrecer a los lectores un con-junto de entremeses –algunos de ellossin ninguna edición posterior a la prin-ceps– que contribuya a enriquecer elamplio panorama reciente de edicio-nes de piezas teatrales breves; y recu-perar a la vez una de las formas en lasque éstas aparecieron en su propiaépoca, las colecciones de varios auto-res, criterio que apenas se ha seguidoen años recientes, en los que lo máshabitual ha sido editar la obra de unsolo autor, o hacer nuevas antologías.

El estudio introductorio de estacolección tiene un carácter predomi-nantemente divulgativo. En él seofrece un breve análisis sobre la im-presión de colecciones de entremesesentre los siglos XVII y XVIII, con unatabla de los repertorios de entremesesy otras obras que los incluyen hasta elaño de 1742; una nota sobre los auto-res recogidos en esta recopilación; yun amplio análisis de los argumentos,personajes, recursos escénicos y esti-lísticos, que establece una tipologíasobre los entremeses incluidos en elvolumen, pero sin apenas contextuali-zación literaria o teatral. Al lado de es-tos incisos, también se ofrece el es-quema métrico de cada obra y análisisestadístico de este aspecto en toda lacolección; y una noticia bibliográficasobre sus respectivos testimonios, tí-tulos, autoría y ediciones modernas.

El trabajo más sustancial de laedición de González Maya se encuen-

tra en la anotación de las obras, que espor la mayor parte adecuada para lalectura inmediata del texto, aunquepresenta algunas deficiencias notables.Son numerosas las notas en las que eleditor, al lado de una primera infor-mación correcta, incluye otra de ca-rácter secundario o adicional pero queno se corresponde con el sentido delpasaje, en muchos casos sobre presun-tas alusiones sexuales, jerga marginal,sátira religiosa o pullas antisemitas.Sucede, entre otros casos, en el entre-més El barbero, donde un viejo persiguea su hija para darle de palos y le grita“¡Raída, esperad!”, a lo que se indica:“posible alusión antijudía [...] En laconciencia de aquel tiempo decirle aalguien que esperara era motejarlo dejudío, porque esperaba la llegada delMesías”, con un ejemplo de Quevedo(141); en Don Pegote, donde el verso“Pues crea el muy barbón, / que enmateria de dar soy un Nerón” seacompaña de la siguiente explicación:“Puede haber una alusión a los aboga-dos, quienes se caracterizaban por suslargas barbas durante el XVII comoatributos de la rectitud y la sabiduría;eran blanco de numerosas sátiras”, conun ejemplo de Calderón (196); o en Elamolador, en una caricatura jocosa so-bre una mujer delgadísima que reza elrosario con su propio espinazo: “Esposible ver en este verso, como enQuevedo, una crítica a ciertos hábitoshipócritas religiosos. El rosario como

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símbolo de hipocresía es un tema re-currente en el autor del Buscón [...]También es posible adivinar una alu-sión a la polémica erasmista de la ora-ción verdadera” (376). Observamosigualmente algunas notas en las que elpasaje aducido no ilustra la explica-ción del editor, aunque ésta sea co-rrecta, como sucede, por ejemplo, enEl toreador, donde se ofrece el siguientetexto de Quevedo para ilustrar la famade los toros de Jarama: “Manzanares,Manzanares, / arroyo aprendiz de río,/ platicante de Jarama, / buena pescade maridos” (134); y otras notas en lasque una equivalencia habría sido sufi-ciente, como hace González Maya envarias ocasiones, en lugar de ofrecermultitud de pasajes (es el caso, porejemplo, de las voces talle, antojos, cui-tado, trago, costa, catar, donaire, lampi-ñas, remedios, enfadoso, regalalle, fiar, alpunto, entre otras).

Sin embargo, las deficiencias me-todológicas más considerables de estetrabajo se observan en dos aspectosfundamentales para cualquier edicióncientífica: la fijación del texto y la atri-bución de las piezas. A pesar de que eleditor indica en sus criterios: “he te-nido a la vista todos cuantos manus-critos e impresos me parecían autori-zados para mejorar la lectura del texto”(97), y de que da cuenta de ellos en lanota bibliográfica de la introducción,lo cierto es que no cotejó ninguno deestos testimonios, y por lo tanto no

ofrece ningún aparato crítico. El textoque se presenta para toda la colecciónes el del impreso de 1643 con grafíamodernizada, y no una edición crítica,al contrario de lo que se indica en va-rios pasajes del prólogo. Esto se tra-duce en la edición de un texto muydeturpado en casi todas las piezas, enlas que el impreso presenta numerososversos defectuosos, o perdidos, sin quese haga notar por el editor o se procurealguna enmienda en casos manifiestosde lecturas corruptas. Para esta labor,González Maya tampoco tuvo en con-sideración las ediciones de algunas deestas obras de estudiosos clásicos comoCotarelo, Rosell o Hartzenbusch, ovarias de las más recientes edicionescríticas que también se han ocupado deellos. Si bien es verdad que algunos delos entremeses solo se conservan eneste impreso, la mayoría de elloscuenta con numerosos testimoniosmanuscritos e impresos, algunos connumerosas variantes, un texto máscompleto o en mejor estado; e inclusose da noticia del original autógrafo enel caso de El remediador, de Quiñonesde Benavente –según la nota biblio-gráfica del editor–.

En este sentido, también se co-meten algunas imprecisiones termi-nológicas. Así, por ejemplo, se indicaque el entremés El toreador, el primerode esta colección, es una refundiciónde El toreador don Babilés de FranciscoBernardo de Quirós incluido en sus

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Obras... y aventuras de don Fruela(1656). No se trata de una refundi-ción, sino del mismo entremés, en dostestimonios con variantes importan-tes. Un cotejo breve da cuenta de queno dependen entre sí, y de que nin-guno parece descender tampoco deloriginal, como lo indican sus respec-tivos errores independientes. En al-gunos casos, la métrica indica el error:es el caso del verso “Despabila esa vela,dijo el salvaje”, que en el texto de 1656se lee correctamente “Despabila esa luz,dijo el salvaje”, para formar el ende-casílabo; el verso “soy, el toreador va-liente y el famoso”, que en el impresoposterior lee “Yo soy el toreador, elasombroso”; o la pérdida de un versoque completaría un pareado, que síaparece en el Don Fruela: “Saqué elrayo de Dios, la espada saco, / dondeanduve valiente como Caco”. En al-gún otro caso, el sentido de la lecturade EN es claramente erróneo frente aldel otro testimonio, como el verso “Yél, que funda en los casos su deleite”,que lee correctamente 1656: “Y él,que funda en lo escaso su deleite”, enla caricatura sobre la tacañería de donBabilés; y en los versos “En alabar laboca me desboco: lo de clavel es ape-tito poco”, parece más aceptable lalectura “El alabar la boca me desboco:/ lo de clavel es epíteto loco” (las citasde Quirós, por el texto de Ramillete deentremeses y bailes, ed. Hannah Berg-man, Madrid: Castalia, 1970).

También es muy interesante, porejemplo, el caso de los tres entremesesde Quiñones de Benavente impresosen esta colección que también apare-cerán pocos años después en su Jocose-ria: El barbero (El borracho en EN), Elremediador, y El soldado (El mundo al re-vés en EN). El primero de ellos no esuna refundición, nuevamente, sino lamisma pieza, donde el testimonio delos EN es muy deturpado (como señalóen su momento Bergman). No habríaninguna razón para no tomar aquícomo texto base el de la Jocoseria, aun-que en otras piezas se siga el impresode 1643, a la manera de lo que es co-mún hacer en las ediciones modernasde las Partes de comedias en el caso deobras que cuentan con testimoniosmanuscritos o impresos en mejor es-tado que el de esas colecciones. En elcaso de El remediador, ya se ha seña-lado que al parecer se conserva su ma-nuscrito autógrafo, con notables va-riantes respecto al impreso de ambascolecciones (una de las más interesan-tes, el cambio de actores de Juan deCarrizal a Juan Rana), además de otroimpreso, el de las Fiestas del SantísimoSacramento (1644) que lo atribuye aLope, todo lo cual hace de sumo inte-rés su estudio textual. Y en el caso deEl soldado, además de contar con otromanuscrito, también autógrafo segúnLa Barrera y con el mismo cambio deactores de El remediador, tenemos queel texto de los EN es más extenso y

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presenta lo que podrían ser variantesde autor respecto al publicado en laJocoseria (ver nota y edición de Are-llano-Escudero-Madroñal, Madrid:Iberoamericana/Frankfurt am Main:Vervuert, 2011, 76). Acaso se trata deuna versión posterior sobre un ma-nuscrito de compañía, pero de nuevose echa en falta el estudio textual queponga a disposición de los investiga-dores la información respectiva sobreestos entremeses de Benavente, y delresto de la colección.

Muy cuestionable es el procedi-miento del editor González Mayaacerca de la autoría de las piezas deEntremeses nuevos, ya que las editaexactamente como aparecen en esteimpreso y además asume por com-pleto tales atribuciones para variassecciones de su estudio preliminar yde las notas a los textos, en muchos ca-sos yendo en contra de una ampliatradición crítica sin ningún análisis oargumentación para sostener esta pos-tura. En al menos siete de las obras deEN, como el mismo González Mayaindica, los especialistas han descartadopor completo las atribuciones de esteimpreso, y en algunos casos con in-formación muy evidente, como el casode El toreador don Babilés, aquí atri-buido a Benavente, pero ya reivindi-cado para sí por Francisco Bernardode Quirós en sus Obras (1656), autoríaque la crítica ha aceptado sin mayoresdudas. Más llamativo es el caso de los

tres entremeses aquí atribuidos a Que-vedo (El muerto, El amolador, Las som-bras), que varios estudiosos como Co-tarelo, Asensio, J. M. Blecua, y másrecientemente los editores del Teatrocompleto del poeta, I. Arellano y C. C.García Valdés (2011), han descartadodel todo como obras del autor de losSueños. También han sido rechazadaslas autorías de Antonio Solís para Lasvecinas (Sánchez Regueira), de Nava-rro de Espinosa para La celestina (Ur-záiz), y de Benavente para El alcalde desacas (Bergman; Madroñal). En rigor,estas piezas deberían publicarse comoanónimas hasta que no se presentendatos fiables para asignarlas a algúnautor determinado. Y en el caso deesta edición, un análisis atento de es-tos datos pondría en cuestión nume-rosas conclusiones del estudio preli-minar, especialmente de los apartadossobre “Autores representados en estacolección” (en realidad, con autoríasegura, solamente Benavente y Cal-derón), “La parodia: arte y técnicas”,y “Métrica”, enteramente basados enlas atribuciones de este impreso.

Así pues, a pesar del valor quetiene esta edición en poner al alcancede los lectores un volumen de entre-meses de muy difícil acceso, y en abor-dar esta empresa con un método pococomún como es el de editar un volu-men colectivo de obras, su contribu-ción científica se ve muy limitada porlas características aquí brevemente re-

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señadas. La mayoría de estos Entre-meses nuevos espera todavía una ediciónque establezca un texto crítico ade-cuado, y que ofrezca un estudio máspreciso sobre este conjunto de obrasen el panorama del entremés de losaños 30 y 40 del siglo XVII.

José Enrique López MartínezUniversidad Nacional Autónoma deMéxico (MÉXICO)[email protected]

Lanz, Juan JoséNuevos y novísimos poetas españoles: en laestela del 68. Sevilla: Renacimiento, 2011.390 pp. (ISBN: 978-84-8472-605-0)

Volver sobre lo mismo obedece enocasiones a la cortesía intelectual dedecir más claramente, de dar más dia-fanidad al discurso. Puede ocurrir quela recurrencia sea sólo aparente: unalectura prolija permite advertir unanueva combinatoria de los elementos,un des-velarse el objeto a partir deuna faceta no explorada o no suficien-temente explorada.

Este es el caso de Nuevos y noví-simos poetas en la estela del 68, de JuanJosé Lanz, editado por Renacimientoen el año 2011. El profesor y críticobilbaíno ha asediado la “generacióndel 68” desde su exhaustiva tesis doc-toral de 1993, Introducción al estudio dela generación poética española de 1968:

(elementos para la elaboración de unmarco histórico-crítico en el período 1962-1977), publicada parcialmente en el2000 y de forma completa en el 2001.

A partir de esta obra, por creci-mientos sucesivos, ha ido comple-tando todo lo decible de una época ysu plasmación estética en verso, losavatares de la construcción del dis-curso lírico hegemónico y el porme-nor de la verdadera constitución detal hegemonía. Un provisional puntode llegada es el que nos ofrecen las pá-ginas del libro que reseño.

El título ya alerta sobre un dis-tingo (nuevos y novísimos poetas) queserá fundamentado en el prólogo: lapoética novísima contenida en la anto-logía de Castellet, Nueve novísimos poe-tas españoles (1970), no refleja la plura-lidad de voces y tendencias aglutinadasdurante esos años alrededor de losmarbetes de “nueva poesía” o “jovenpoesía”, de allí la doble focalizaciónque realiza el crítico: los “nuevos”(Diego Jesús Jiménez, Jaime Siles,Luis Alberto de Cuenca, Víctor Botas)y los “novísimos” (Pere Gimferrer,Guillermo Carnero).

Como lo exige el canon del pró-logo, el autor no elude una referenciaa la metodología empleada para el des-arrollo del trabajo: un doble movi-miento crítico que va desde el plan-teamiento de aspectos de carácterpanorámico y general, hasta el estudiode la obra de un autor o el análisis de

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