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REVISTA VASCONGADA 53 ISTORIAL DE LAS INSTITUCIONES EUCARÍSTICAS DE GUIPÚZCOA (1) APUNTES PARA SU HISTORIA ECLESIÁSTICA S I la provincia de Guipúzcoa. no puede como la de Valencia ó Lugo, por ejemplo, presentar insignes y memorables monumentos de devoción eucarística, atesora, sin embargo, en su historia, un número considerable de hechos, que, aunque pequeño cada uno de por sí, tomados en conjunto todos ellos, forman un precioso mosaico, una refulgente corona y un nimbo esplendoroso de gloria en torno del augusto Sacramento de nuestros altares. Bastará para ello, echar rápida ojeada sobre estos tres factores de glorificación ó culto: primero, sobre las instituciones eucarísticas; segundo, sobre las fiestas eucarísticas; tercero, sobre las almas ó personas eucarísticas. I INSTITUCIONES EUCARÍSTICAS El Patriarca San Ignacio de Loyola, hijo preclaro del solar vasco, tiene la indiscutible gloria de figurar al frente del resurgimiento euca- rístico de su provincia de Guipúzcoa. Lo que la Iglesia dice en la sexta lección del oficio divino que rezan los eclesiásticos el 31 de Julio: «Contionum ac Sacramentorum frecuentia ab ipso incrementum acce- pere». De él (Ignacio) tomó incremento.... la frecuencia de Sacramentos; tiene una verdad histórica incontrovertible en la provincia que se glo- ria de poseer su cuna, En Guipúzcoa. Ignacio fué el primero y principal apostol de la frecuente comunión. ¿Cuándo y de qué manera? (1) Trabajo presentado al XXII Congreso Eucarístico internacional celebrado en Madrid el mes de Junio del presente año.—Tema 40.

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REVISTA VASCONGADA 53

ISTORIAL DE LAS INSTITUCIONES

EUCARÍSTICAS DE GUIPÚZCOA (1)

APUNTES PARA SU HISTORIA ECLESIÁSTICA

S I la provincia de Guipúzcoa. no puede como la de Valencia ó Lugo, por ejemplo, presentar insignes y memorables monumentos de

devoción eucarística, atesora, sin embargo, en su historia, un número considerable de hechos, que, aunque pequeño cada uno de por sí, tomados en conjunto todos ellos, forman un precioso mosaico, una refulgente corona y un nimbo esplendoroso de gloria en torno del augusto Sacramento de nuestros altares. Bastará para ello, echar rápida ojeada sobre estos tres factores de glorificación ó culto: primero, sobre las instituciones eucarísticas; segundo, sobre las fiestas eucarísticas; tercero, sobre las almas ó personas eucarísticas.

I

INSTITUCIONES EUCARÍSTICAS

El Patriarca San Ignacio de Loyola, hijo preclaro del solar vasco, tiene la indiscutible gloria de figurar al frente del resurgimiento euca- rístico de su provincia de Guipúzcoa. Lo que la Iglesia dice en la sexta lección del oficio divino que rezan los eclesiásticos el 31 de Julio: «Contionum ac Sacramentorum frecuentia ab ipso incrementum acce- pere». De él (Ignacio) tomó incremento.... la frecuencia de Sacramentos;

tiene una verdad histórica incontrovertible en la provincia que se glo- ria de poseer su cuna, En Guipúzcoa. Ignacio fué el primero y principal apostol de la frecuente comunión. ¿Cuándo y de qué manera?

(1) Trabajo presentado al XXII Congreso Eucarístico internacional celebrado en Madrid el mes de Junio del presente año.—Tema 40.

54 EUSKAL-ERRIA

Sin duda ninguna, en la visita que Ignacio hizo á su país nativo en la primavera de 1535, debió plantar la primera semilla que más tarde había de fructificar en frondoso árbol. En los frecuentes, concurridísi- mos y fructuosísimos sermones, pláticas y conversaciones que consta tuvo por aquel tiempo, tanto en la iglesia como en el campo, lo mis-

mo en público que en particular, ¿podía menos de tratar un tema tan habitual en sus labios como el de la frecuente y devota comunión?

Aunque explícitamente no lo consigne historiador, alguno, de creer es que durante aquellos tres meses de su permanencia en Azpeitia, no

faltaría, Ignacio á su caracteríscitca costumbre seguida tanto antes como después, en Manresa y Barcelona y Alcalá y París y Roma, de exhor-

tar á la veneración y frecuente recepción de la Eucaristía. El mismo

Ignacio parece insinuarlo en la carta de que nos ocuparemos más abajo, en la que se ve una clara referencia á algo anteriormente tratado. «Quier hayais perseverado para aumentar; quier

hayais faltado para tornar á lo primero», se lee en el citado documento. ¿Á qué se refie-

re esta perseverancia? ¿á qué esta falta? ¿qué primero es éste?

Por lo menos, poco tiempo después, vemos ya establecida en el castillo y familia de Loyo- la la piadosa costumbre de comulgar á menudo.

En carta de 4 de Julio de 1540, escribía el Pa- dre Araoz á San Ignacio: «el Sr. de Loyola

»está bueno y tan pío cristiano, que edifica toda la provincia de Gui-

»púzcoa. Confiésase y comúlgase toda las fiestas y domingos» (1). Según el P. García, en este período de la estancia en su pueblo

natal, estableció Ignacio la cofradía del Santísimo Sacramento; sin em-

bargo, con más verosimilidad debe fijarse este acontecimiento cinco años más tarde.

En Septiembre de 1540, precisamente por los mismo días en que Pablo III aprobaba canónicamente el Instituto de la Compañía de Je-

sús, dirigió San Ignacio á sus paisanos una afectuosa carta que tanto por el orden de cronología como por el de importancia, merece figu- rar á la cabeza de un numeroso espistolario eucarístico. Sirvió de oca- sión para escribrila el envío de una bula alcanzada del Papa Paulo III

(1) «Monumenta historica Societatis Jesu Epistolæ mixtæ», t. 1, pág. 45.

S. IGNACIO DE LOYOLA

REVISTA VASCONGADA 55

en orden á la erección de la Cofradía del Santísimo Sacramento, lla- mada vulgarmente de la Minerva, por deber su origen á un religioso dominico morador en el convento que lleva el nombre de la diosa gentílica. No podemos resistir al deseo de transcribir algunos párrafos de esta preciosa carta:

«Y ofreciéndose una gran obra que Dios N. S. ha hecho por un »fraile dominico, nuestro muy grande amigo, y conocido de muchos »años, es á saber, en honor y favor del Santísimo Sramento, determi- »né de consolar y visitar vuestras ánimas in Spiritu Sancto con esa »bula que el Sr. Bachiller lleva con las otras indulgencias que en la »bula rezan, que son tantas y de tanta estima que yo no lo sabría esti- »mar ni encarecer. Solo soy á exortar y pedir por amor y reverencia »de Dios N. S. que todos seais en mucho estimar y favorecer cuanto »podais y sea posible haciéndola predicar juntando el pueblo haciendo »procesion ó poniendo otras diligencias que más al pueblo puedan mo- »ver á devocion.

».....Ahora quier hayais perseverado para aumentar, quier hayais faltado para tornar á lo primero, para más aumentar, os pido, requiero »y suplico por amor y reverencia de Dios N. S. con muchas fuerzas y »con mucho afecto os empleeis en mucho honrar y favorecer y servir »á su unigénito hijo Cristo N. S. en su obra del Santísimo Sacra- »mento.... Poniendo algunas constituciones en la cofradía que se »hiciere para que cada cofrade sea tenido de confesar, y comunicarse »una vez cada mes; tamen voluntariamente y no obligándose á pecado »alguno si no lo hiciere. Porque sin dubitar me persuado y creo que »haciendo y trabajando de esta manera hallareis inestimable provecho »espiritual» (1).

Maravilloso debió ser el efecto producido por esta carta eucarística de San Ignacio en el ánimo de sus paisanos. Pocos meses más tarde, escribiendo á su hermana D.ª Magdalena de Loyola, le decía (2):

«Los días pasados recibiendo una vuestra y sintiendo en ella vuestros »buenos deseos y afectos á mayor gloria divina me gocé mucho con ella »en el Señor nuestro á quien plega por la su infinita y suma bondad

»os aumente siempre en amarle en todas cosas poniendo no en parte »sino en todo vuestro amor y querer en el mismo Señor y por él en »todas las criaturas conversando con personas que hablan y obran á

(1) «Monumenta Ignatiana», t. I, pág. 162.

(2) Ibid, pág. 165.

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REVISTA VASCONGADA 57

»gloria de su divina magestad y frecuentando las confesiones y el recibir

»del Santísimo Sacramento todas las veces que pudiéredes.....»

Ni debió limitarse al castillo de Loyola esta práctica de la frecuente comunión, sino que aun en la villa se multiplicaron tanto las comu- niones de todos los domingos, que el señor Obispo de Pamplona á raíz de la visita pastoral que giró en Azpetia en 1540, hubo de prohi- bir el que se distribuyese la comunión en patena; y más adelante, en vista del número siempre en aumento de comulgantes, dispuso que el

VERGARA. —VISTA GENERAL

celebrante en la misa mayor continuase con el santo sacrificio, mientras otro sacerdote distribuía la comunión para no hacer esperar á los de- más fieles (1). Según esto la villa de Azpeitia tiene la gloria de haber

erigido una de las primeras, tal vez la primera cofradía de la Minerva que en España se haya establecido.

No fué exclusivo de Azpeitia este ardoroso resurgimiento de piedad eucarística; también en otras partes de la provincia se notaban análogos síntomas. El P. Araoz, vergarés de nacimiento y emparentado con San

(1) P. Bock. «De fresquenti usu Santissimil Eucharistiæ Sacramenti libelus», etc.Prefatio novaæ editionis,

pág. XV citado por Beguiristain.

58 EUSKAL-ERRIA

Ignacio, había predicado por aquel entonces en las juntas generales de la

provincia reunidas en Vergara, con extraordinario fruto espiritual, como él mismo escribe á San Ignacio, y había recorrido en sus apostólicas ex- cursiones: «toda la marisma y todos los pueblos de la provincia» (1). ¿Cuál era el tema de sus sermones? Como el de todos los primitivos Jesuítas imbuídos en el genuino espíritu de San Ignacio, versaría indudable- mente sobre la enmienda de vida y frecuente uso de Sacramentos; y cierto, el hecho de que diez años más tarde fué testigo de villa de Ver- gara, prueba bien á las claras que aun en el siglo XVI se comulgaba en Guipúzcoa más de una vez al año.

San Francisco de Borja, que huyendo de las dignidades del mudno se había refugiado entre las montañas de Guipúzcoa, había recibido en su retiro de Oñate la sagradas órdenes del presbiterado. El Papa Ju- lio III, admirador del Santo Duque, despreciador del mundo, había querido festejar el hecho de su primera misa celebrada en público con- cediendo jubileo plenísimo á cuantos á ella asistiesen. Aunque se había

ordenado en Mayo de 1551 y el 1.º de Agosto subido por primera vez al sagrado altar, en la capilla de Loyola, dilató su primera misa pública hasta el 15 de Noviembre del mismoa año. En un principio habíase

pensado celebrar la función en la parroquia de San Pedro, de Vergara;

pero cuando se tuvo noticia de la gran muchedumbre de gente que de los pueblos comarcanos acudía, mudóse de plan y se erigió al aire libre

un altar donde el santo celebró su primera misa. Oigamos cómo refie- re esta función un testigo ocular morador á la sazón al igual que Borja en el pequeño Colegio de Oñate (2):

«Después de llegados á la Madalena el P. determinó para el domingo

»siguiente celebrar la misa de jubileo en Vergara que por ocupaciones »hasta entonces se habia ido alargando y assi el P. Solis cura de Ver- »gara con su acostumbrada diligencia luego lo hizo publicar por toda la

»provincia y por Bizcaia y assi el sábado antes del domingo de la missa, »el P. fué á Vergara y fué á posar al hospital dexando otras casas en »las cuales era importunado.

»El domingo á la mañana antes de celebrar la missa, comenzó á »comulgar la gente en llegando altar, y después predicó, y, fué tal »el concurso de la gente de la tierra que algunos eran venidos de más »de diez leguas; y aunque la Iglesia era harto grande fué forçaso ir á

(1) «Monumenta historica Societ. Jesu epistolæ mixtæ», t. 1, pág. 46. (2) «Epistolæ mixtæ», t. II, pág. 651.

REVISTA VASCONGADA 59

»decir la missa en una ermita al campo y iua la gente con tanta devo- »cion que era de alabar á Dios N. S. que hasta los árboles estauan car- »gados de hombres y mochachos y dicen que passauan de diez á doce »mil almas. Dicha la missa volueron á la Iglesia y el P. se puso á co- »multar á la gente que »hauian confessado la se- »mana pasada que era tan- »ta que aquel dia se co- »mulgaron más de mil dos- »cientas personas y el otro »dia cuarenta ó cincuenta »y el otro otros, que no se »hauian podido comulgar »el domingo etc.»

Aunque no tuvieron manifestaciones tan ruido- sas como la de Vergara, la devoción eucarísitica latía también potente en otras muchas poblaciones según se echa de ver por el esta- blecimiento y vida de las Cofradías del Santísimo eri- gidas por toda la provincia.

Fecha antiquísima tie- nen algunas de ellas tales como las de Elgueta, El- goibar, Villarreal y Cesto- na, para cuya cofrafía del Santísimo Sacramento del Corpus Christi, se daba unas constituciones en la villa de Tolosa, firmadas el año 1520 por la ilustre Sra. D.ª Teresa En- riquez (1). Pero debo advertir que estas cofradías primitivas no estaban agregadas á la Minerva de Roma y tenían por objeto principal atender

al alumbrado del Santísimo, acompañar al viático y contribuir á las procesiones, sobre todo del Corpus y Jueves Santo.

(1) Archivo de Cestona, libro núm. 28.

MONDRAGÓN.—PUERTA PRINCIPAL

60 EUSKAL-ERRIA

Á esta misma clase debió pertenecer la de Zumaya, en cuyo archi- vo (1) se halla una copia de la constitución de ordenanzas de la Cofra- día del Santísimo Sacramento, establecida el año 1577. Y á fe que de- bía tener vida pujante y robusta según se desprende de su libro de

cuentas que abraza desde el año 1682 á 1875, ibiden.

Entre todas las demás revestía un carácter marcadamente aristocrático y nobiliario la de Mondragón, establecida á mediados del si-

glo XVI y subsistente aún en nuestros mismos días. No podía constar sino de veinticuatro co- frades, todos ellos hidalgos ó de arraigo ó te- rratenientes. Cuando por defunción vacaba al-

gún puesto, disputábase con gran codicia como título muy honorífico. Explicase así el estado próspero de su erario poseedor hasta de fincas y propiedades, de las que se ha desprendido en nuestro mismo si glo XX (2).

Sin embargo, para final del si- glo XVII ó principios del XVIII, la mayoría de estas asociaciones eu- carísticas establecidas sobre los anti- guos moldes, fueron paulatinamen-

te modificándose y adoptando las prácticas y los estatutos de la Mi- nerva. Así sucedió con la de Zumá- rraga, existente ya en 1634, pues se firmó en dicho año una funda- ción de 400 ducados de capital para la cofradía y hermandad del Santí- simo Sacramento de Lezo, instituí-

da por D. Bernardo de Zubitola (3). En el archivo privado de Loyola existen donaciones análogas para la cofradía de Azcoitia y para la de Oyarzun. En general se puede afirmar, que en casi todos los pue-

(1) Sección segunda, libro núm. 21.

(2) Debo estas noticias al erudito heraldista vasco D. Juan Carlos de Guerra, mi buen amigo. Este señor ha visto dos bulas de erección de dicha cofradía, que por desgracia se han perdido útilmamente.

(3) Archivo de Zumárraga, libro núm. 7.

SANTUARIO DEL CRISTO DE LEZO

REVISTA VASCONGADA 61

blos de Guipúzcoa, gracias al celo de los apostólicos misioneros que recorrían sus campos, fueron estableciéndose cofradías del Santísimo agregadas á la Minerva según el modelo de la de Azpeitia.

Pocos años más tarde el celoso Prelado de Pamplona D. Juan Lo- remo Irigoyen y Dutari, deseoso de promover y extender más y más las cofradías del Santísimo, obtuvo de S. S. el Papa Clemente XIV una indulgencia plenaria (toties quoties) para todos los fieles que tomasen parte en los devotos ejercicios dichos de la Minerva. Así consta en edic- to cuyo original hemos visto existente en el Archivo parroquial de Al- bistur, El celoso Obispo deseandoque todos sus diocesanos gozasen de tan señalada gracia, exhorta á los curas que en las iglesias donde semejan- te cofradía del Santísimo no existía, se estableciese cuanto antes sin pér- dida de tiempo. Según esto se puede decir que al terminar el siglo XVIII todos los pueblos de Guipúzcoa, con rarísima excepción si alguna hay que no sabemos tenían establecida una asociación dedicada á honrar públicamente al Sacramento y desagraviarle de las injurias de los hom- bres. De qué actos constaran los ejercicios de la Minerva se deduce del dicho edicto del Prelado de Pamplona que dice así en su núm. 7:

«ordenamos que en todas partes se practique la Función en esta »forma: Por la mañana se ha de exponer patente el S. S. sacramento »al principio de la missa popular y ha de estar asi expuesto durante »toda ella con la luminaria de doze velas y dos hachas por lo menos, y »despues de la Misa se hará su reserva. El Párroco dexará de predicar »en Missa reservando su sermón ó plática para después de Vísperas.

»Por la tarde expondrá de la misma manera al Señor Sacramentado »antes de Vísperas é inmediatamente será el solemne canto de citas. »Después el Párroco ó por su orden cualquier otro Predicador predi- »cará un breve sermón ó plática muy doctrinal y provechosa; y cuando »en algún caso raro no fuere practicable esto, en lugar del sermón lee- »rá por un rato equivalente algún libro espiritual conveniente, con voz »clara pausada y devota. Luego se tendrá oración mental por algún es- »pacio como de media hora y acabada esta se hará la procesión con el »mismo, S. S. Sacramento ó dentro de la Iglesia ó fuera alrededor de »ella y dando con el mismo la bendición al pueblo se concluirá con »su reserva toda la función.»

P. JOSÉ MALAX ECHEVARRÍA, S. J.

(Continuará.)

112 EUSKAL-ERRIA

ISTORIAL DE LAS INSTITUCIONES

EUCARÍSTICAS DE GUIPÚZCOA

(Continuación.)

A continuación en el número 8 indícase la confesión y comunión como requisito indispensable para ganar la indulgencia plenaria con- cedida por el Papa.

Hay en la vida de estas instituciones eucarísticas una cincunstancia muy notable que no debemos omitir. A fines del siglo XVIII envío Dios

á Guipúzcoa, entre otros ilustres varo- nes, dos insignes misioneros, incansa- bles propagadores de la devoción al co- razón divino de Jesús: los PP. Agustín Cardaveraz y Sebastián de Mendiburu, quienes concretaron ó cristalizaron esta devoción en diferentes congregaciones dichas del Sagrado Corazón que se ex- tendieron por toda la Provincia. Entre las muchísimas por ellos fundadas re- cordaremos las de Aya (1736), Oñate (1737), Regil (1741), Asteasu (1742), Ataun (1742), Salinas (1746), Abalcis- queta (1746), Villafranca (1747), Deva (1747), etc. En general se puede decir que en todas partes donde Cardaveraz ó Mendiburu misionaron, y raro será

el pueblo donde uno ú otro no lo hiciera, establecían su congregación del Corazón de Jesús, ora durante la misión, ora poco después. Siendo tan semejantes y tan íntimamente relacionadas, tanto por su objeto como por su naturaleza y fines la devoción al Corazón de Jesús y al

R. P. CARDABERAZ

REVISTA VASCONGADA 113

Sacramento los iniciadores de aquel ardoroso movimiento religioso, sabiamente establecieron que al fundarse alguna congregación del Sa- grado Corazón en Parroquia donde no existiera la cofradía de Minerva, se fusionaran ambas ó iridentificaran sus prácticas mensuales tanto es- pirituales como de culto divino. Así lo dice el afamado escritor eús- karo D. Juan Bautista de Aguirre, Diputado por el Arciprestazgo Ma- yor del Clero de Guipúzcoa. Por eso él, en su celebrado sermoniario vasco dejó escritas hasta diecisiete preciosas plá- ticas ó erakusaldiak con destino á la función de

Minerva ó Corazón de

Jesús y con el mismo fin el P. Mendiburu consagró veintiún medi- taciones en su otoizga-

yak. Para que se vea cuán

íntimamente hermana- das se hallaban ambas Congregaciones, y cómo la del Corazón de Jesús revestía un carácter emi- nentemente eucarístico, copiamos algunos frag- mentos de las reglas que el P. Cardaveraz dejaba

donde quiera que esta- blecía una de sus con- gregaciones. Casi en to- das partes eran las mis- mas y bastará conocer una para formarse juicio de las demás. Copio del original que se conserva en Ataun (1):

«El fin altísimo de esta Santa Congregación es volver por el honor »de Jesús Sacramentado tantas veces ofendido é indignamente ultraja- »do de los infieles y aun de los malos cristianos, principalmente en »las iglesias y en nuestros altares. Para desagraviarle, pues, de nuestra

(1) Archivo parroquial.

R. P. SEBASTIÁN MENDIBURU

8

114 EUSKAL-ERRIA

»parte y pagar amor con amor al amor infinito de su dulcísimo y afli-

»gidísimo Corazón, la divisa y caracter especial con que se han de des- »cribir todos y cada uno de los congregantes del divino Corazón, ha »de ser una profunda reverencia interior y exterior en los templos y »delante del Santísimo Sacramenteo, de suerte que se conozcan clara- »mente los que son congregantes del Corazón de Jesús en su profundo

»silencio, res-

»peto, modes- »tia y compos-

»tura, con que »muevan á de- »voción y edifi-

»quen á los Fie- »les. Por esta »reverencia á »tan Augusto y »Adorable Sa- »cramento de »Amor y al Se- »ñor de la ma- »jestad que allí »Reside, evita- »rán las faltas »siguientes:

»Primera: no »se pondrán ja- »más delante

»del Señor con »una sola rodil- »lla en tierra.

»Segunda: no se sentarán sin justa necesidad y sin pedir licencia al »Señor con humildad.

»Tercera: no hablarán en la Iglesia sino de cosas necesarias y con »respeto y modo.

»Cuarta: no se arrimarán con ligereza á los lados ni vaguearán con »los ojos.

(1) Des estos cuadros hacía colocar el P. Cardaveraz en todos los pueblos donde instuía la Cofradía del

Sagrado Corazón.

CUADRO DEL SAGRADO CORAZÓN EN LA IGLESIA DE PASAJES DE SAN JUAN (1)

REVISTA VASCONGADA 115

»Quinta: no impedirán á otros el recogimiento y devoción levan- »tando la voz en sus devociones.

»Sexta: desde que entran delante de Jesucristo pondrán sus cora- »zones, potencias y sentidos á los pies de Jesús en su Sacramento; y »considerando el amor infinito de su abrasado corazón, el silencio de »Jesús, la modestia de Jhs., la mansedumbre y paciencia de Jhs. en »tantos sacrilegios, ultrajes é irreverencias, y, en fin, la santidad y pu- »reza de sus ojos, labios y todo su Santísimo cuerpo y Alma, sus cas- »tísimos pensamientos y el amor inmenso de su corazón, con que nos »espera, sufre y mira desde aquel trono, tomaremos sus divinas lec- »ciones para imitarle y para persuadir á otros con nuestro exemplo y »palabras, esta reverencia, silencio y modestia, delante del Santísimo »Sacramento.»

¿Qué efecto habían de producir en un pueblo de fe tan viva como el guipuzcoano, estas asociaciones dotadas de estatutos tan espirituales y fervorosos? Esto nos lo dirán las manifestaciones públicas de su fe eucarística.

II

FIESTAS EUCARÍSTICAS

Luz es la fe y se apaga sin el oxígeno de las auras públicas: ence- rrarla en el estrecho recinto de las iglesias y sacristías equivale á hacer el vacío en torno suyo y matarla. Si esto sucede con toda idea men- tal, verifícase más particularmente con la devoción del Sacramento lla- mado por antonomasia misterio de fe, porque á un tiempo mismo, pre- supone y produce la virtud primera de las tres teologales.

Se ha dicho que las fiestas eucarísticas de España, y en especial las procesiones, no reconocen igual en todo Europa por su carácter emi- nentemente popular, entusiasta y devoto: nosotros podemos añadir que las de Guipúzcoa no ceden la palma tratándose de esas cualidades á las de ninguna otra región.

Sobre todo en la procesión del Corpus, tomaba el pueblo parte activa, ya alistándose en lo que vulgarmente llamaban alardes, especie de compañías de soldados que escoltaban al Santísimo tributándole honores de Rey, como sucedía en Villafranca, por ejemplo (1); ya for-

(1) En los alardes figuraban principal ó casi exclusivamente los hombres casados. Tenían lugar en la plaza pública donde hacian sus evoluciones y maniobras. Su armamento consistía en largos espadones colga-

dos del cinto, y en una reluciente escopeta con que hacían sus salvas (vid «Guipuzcoaco dantza gogoanga- rrien condaira edo histoira» beraren eguillea D. Juan Ignacio de Iztueta, pág. 41 (2.ª edición).

116 EUSKAL-ERRIA

mando en cuadrillas de danzantes que en todo el recorrido de la pro- cesión iban ante la custodia ejecutando variados, vistosos y honestos bailes á usanza del país (1). Todavía se conserva esta costumbre ó

análoga en Oñate y antiguamente existía en casi todas las poblaciones de alguna importancia. ¿Se quiere una prueba de ello? Basta fijarse en la sonata que desde tiempos antiquísimos toca el tamboril el día de Corpus. ¡Cosa singular! En casi todas las poblaciones es la misma y coincide con la que aun hoy usan los danzantes de Oñate, que po- dría llamarse la marcha ó pasacalle del Corpus, por tocarse solamente ese día. ¡Notable hecho de tradicion musical que abona en favor del finísimo oído de estos naturales, no menos que de su tenacidad por los buenos usos y costumbres de sus mayores!

Además de los danzantes salían en algunos pueblos gigantones, tarasca y dominguillo, pero esta costumbre, por expuesta á abusos, fué suprimida más tarde por R. D. de 10 de Junto de 1870.

Á este carácter popular daba mayor realce la asistencia en corpo- ración de las autoridades municipales y civiles, que interpretando los sentimientos de sus representados, además de asistir oficialemente á la misa llevaban en la procesión las varas del palio, en algunos puntos, como en Tolosa, v. g., por constumbre inmemorial ó estatuto de ley. Á veces también, de su bolsillo particular convidaban ó festejaban las autoridades á los que activamente habían contribuido al lucimiento de la fiesta, en los alardes ó danzas.

Como ejemplar de lo que eran estas manifestaciones, quiero des- cribir una de San Sebastián en la que tomaron parte junto con el pue- blo donostiarra, los Reyes de España Fernando VII y su esposa doña María Josefa Amalia. Copiaremos de una relación contemporánea im- presa por orden de la Diputación de Guipúzcoa:

«Día 8 de Junio. Hallándose destinado este día para solemnizar la »función de la procesión del día de Corpus por no haberse hecho en- »tonces por mal tiempo, se anunció en la forma acostumbrada por los »tamborileros que con los danzantes de espada pasearon la plazuela de »palacio y calles á cosa de las ocho de la mañana, después que las dul-

(1) Según Iztueta (obra citada, pág. 41), los espatadantzaris del día de Corpus ejecutaban sus danzas de-

lante del Santísimo en cuatro tiempos ú ocasiones. 1.º Antes de la misa mayor; 2.º durante la procesión; 3.º antes de Visperas; 4.º despues de ellas. Cada vez que entraban en la iglesia arrodillábanse ante el altar mayor y en tal actitud permanecian un rato en oración privada. Luego, á los acordes del tamboril y chistu, daba comienzo la airosa danza que había de ejecutarse ante tres altares, empezando siempre por el mayor, donde se ejecutaba el aire lllamado vulgarmente Erreberenzia. Descríbelo Iztueta, pág. 138. Quizás se le pu- diera encontrar más de un punto de semejanza con los celebrados bailes de los seises de Sevilla.

REVISTA VASCONGADA 117

»zainas hicieron por ellas sus correrías; se adornó la ciudad con her- »mosas colgaduras en todos los balcones y ventanas y á más los prime- »ros pisos y las paredes de los huecos de las casas que todavía no se ha- »bían reedificado en aquellas calles por donde debía pasar la procesión.

»Tendida la tropa por las calles y llegadas las diez horas en que »debía empezar la función de la Iglesia, fueron á ella los Reyes nues- »tros Señores, á pie,

»acompañados de »su Real Comitiva, »la diputación y el »Ayuntamiento,

»precediendo los »danzantes de espa-

»da con sus tambo- »rileros; la música »marcial de los afi- »cionados y los cla-

»rines de la ciudad »vitoreados y acla-

»mados con vivas »al Rey y vivas á »la Reyna por la »gente que se halla- »ba agolpada en la »calle, balcones, »muralla inmediata »al palacio, pórtico »de Santa María y »otros puntos: y re- »cibido por el Ca- »bildo Eclesiástico »de las dos Iglesias parroquiales suministrando el agua bendita el Vi- »cario de Santa María y se colocaron en la tribuna preparada en el

»Altar mayor. »Á continuación se celebró una misa solemne con excelente or-

»questa compuesta de aficionados, con el Señor Sacramentado mani- »fiesto. Concluída la misa, se hizo una procesión de las más lucidas y »de la mayor pompa, á la cual dieron el más distinguido realce las

PÓRTICO DE SANTA MARÍA

118 EUSKAL-ERRIA

»Reales Personas de SS. MM. el Rey y la Reyna nuestros Señores que »se sirvieron asistir y andar en ella con velas encendidas en la mano »detrás del palio que llevaban los individuos del Ayuntamiento vesti- »dos de golilla. Suponiendo que la Reyna nuestra Señora no concurriría »á la procesión por ser larga y haber también salido un sol fuerte, se le »dió diferente carrera ó dirección de la de los demás años y se colocó »el segundo altar frente á palacio para que S. M. los viese desde ella, »mas tuvo á bien asistir sin que la atrasase el calor ni la extensa ca- »rrera. El reverendo Obispo de Ciudad Rodrigo, confesor de la Reyna »nuestra Señora, llevó en la procesión la custodia con el Señor Sacra- »mentado y se concluyó la función con la bendición que dió S. S. I. con »el Señor.»

La intervención del elemento oficial en el culto eucarístico, se pa- tentiza también en otro hecho muy repetido en la historia de Gui- púzcoa y que no queremos omitir aquí. Es el empeño con que sus alcaldes pretendían tener derechos á conservar en su poder la llave del Sagrario en que se encierra el Sacramento el día de Jueves Santo. Por más que parezca mentira, esta cuestión dió lugar á frecuentes litigios y deplorables abusos que, aunque reprensibles en sí mismos, obedecían á un profundo sentimiento de reverencia y celo por el culto del Señor Sacramentado (1).

La veneración al Sacramento ha adoptado en Guipúzcoa una nueva forma: además de la latreútica la deprecatoria. Se ha considerado al Sagrario no sólo como lugar de adoración, sino también de impetra- ción, como lugar de refugio en los trances apurados tanto de los par- ticulares como del público. Entre los varios que pudiéramos alegar, solo aduciremos dos hechos, donde veremos á nuestros mayores acu- dir con fe viva y plena confianza á Cristo Sacramentado:

«El 26 de Septiembre de 1678, efecto de copiosas y no interrum- »pidas lluvias por va rios días continuadas, había crecido extraordina- »riamente el río Oria, inundando amenazador la vega y aun las calles »de la villa de Tolosa.

»Á las ocho de la noche había en la calle de Miqueros (hoy He- »rreros) y en la de Correo, dos varas de agua. En la parroquia de »Santa María, tanto en el crucero como desde allí para abajo, en las »fuesas, gabía como una vara de agua. En momento tan crítico y de

(I) Vid Gorosabel y Hernao.

REVISTA VASCONGADA 119

»tan suprema angustia, porque la riada aun proseguía creciendo, tocó- »se la campana llamando al pueblo á implorar la misericordia de Dios. »Una vez reunida la multitud, descubrióse la imagen de nuestra Se- »ñora, á la que se cantó la letanía y la salve. Á continuación expúsose »el Santísimo y con él se hizo una procesión por la sacristía, ya que »por la Iglesia no se podía; y ¡cosa singular con visos de maravillosa!

»poco después de terminada la ceremonia, empezaba á bajar la riada y »por toda la noche continuó el descenso hasta la completa desapari- »ción del peligro (1).»

PLAZA NUEVA Ó DE LA CONSTITUCIÓN

Igualmente se ha recurrido al Dios oculto en el Sagrario en casos de incendio. El hecho que voy á narrar ocurrió en San Sebastián el 23 de Enero de 1838 con motivo de un formidable incendio declarado en la casa núm. 4 de la Plaza Nueva, hoy de la Constitución (2):

«Era la una de la madrugada del año 1638 cuando se declaró vio- »lento y formidable incendio en la casa núm. 4 de la Plaza Nueva, »hoy de la Constitución, esparciendo instantánea alarma que puso en »pie á todo el vecindario..... ya el voraz elemento se apoderaba de los

(1) Gorosabel. Bosquejo de las antigüedades...... cap. IX.

(2) Lo extractaremos de las «Curiosidades históricas de San Sebastián», por D. Serapio Múgica, pág. 165.

120 EUSKAL-ERRIA

»altos de las casas, llevando el espanto á todas partes, por el peligro,

»inminente de extenderse no solo á los lados y á las espaldas, sino »también á muchas calles de la población, por las muchas y crecidas »ascuas encendidas que á impulsos del fuerte viento reinante, eran lle- »vadas en distintas direcciones.

».....de pronto todos los trabajos quedaron en suspenso, posterná-

»ronse de rodillas los concurrentes, y al bullicio propio de las faenas. »que se estaban realizando, sucedió un silencio aterrador solo inte- »rrumpido por el ruido de las llamas y el estrépito de los materiales

»que se derrumbaban. Era que á la luz de aquella inmensa hoguera »hacía su aparición por un lado de la plaza, la Virgen del Coro, con- »ducida en procesión á la casi concejil por el Vicario de Santa María »D. Pedro Manuel de Echeverría. Convertida la plaza en templo, cuya »bóveda era el cielo y alumbrados por las llamas de dos casas que ar- »dían á la vez, postraronse de hinojos todos los presentes ante aquella »Santa imagen de quien en los momentos de peligro esperaban todos »los hijos de San Sebastián y orando en alta voz impetraban su interce- »sión para que el cielo se apiadara de sus males. A los primeros rue- »gos cargó un fuerte aguacero que, anegando los tejados, disminuyó »grandemente el temor de que se propagase el incendio, y se confesó »por todos los concurrentes que palpablemente se advirtió que á la ve- »nida de esta Reyna de los Ángeles dió muestras evidentes de miti- »garse el volcán.

»....El lúgubre son de una campanilla anunciaba poco después la »presentación por el otro lado de la plaza del Santísimo Sacramento »patente conducido por el Vicario de San Vicente, D. Manuel Anto- »nio de Iriarte, acudiendo también los religiosos del convento de San »Telmo y del Colegio de la Compañía de Jesús que hicieron sus de- »precaciones al Altísimo causando entre los circunstantes con todo este »aparato religioso, un recogimiento meláncolico producido por senti- »mientos indefinibles. Á las seis de lá mañana, dos casas habían des- »aparecido pasto de las llamas, siendo derribadas otras tres inmediatas »para que el fuego no corriese.»

¿No es verdad que Guipúzcoa ha sabido honrar al Dios Sacramen- tado con manifestaciones populares, entusiastas, magníficas é inspira- das por una profunda fe religiosa?

P. JOSÉ MALAX ECHEVARRÍA, S. J. (Concluirá.)

REVISTA VASCONGADA 163

ISTORIAL DE LAS INSTITUCIONES

EUCARÍSTICAS DE GUIPÚZCOA

(Conclusión.)

III

ALMAS EUCARÍSTICAS

Pero al Dios oculto en la Eucaristía no menos que los actos públi- cos y exteriores, agradan otros privados é internos, realizados no ya en calles ó templos, sino más bien, en el santuario de la conciencia sin más testigos que Dios. ¡Cuántos y cuán sublimes se habrán realizado en una provincia tan fecunda en Santos y varones de insigne virtud, tan provista de casas religiosas, donde florece la mas estricta observan- cia, y tan caracterizada por la fe práctica y como connatural de sus moradores!

Á modo de ejemplo, citaré tan sólo tres ó cuatro nombres de los más ilustres. Y será el primero el de una humilde religiosa, en cuya admirable vida se ven practicados con dos siglos de anterioridad dos ejercicios eucarísticos con tanto encarecimiento encomendados por

nuestro Santísimo Padre Pio X: la comunión diaria y desde la más temprana edad.

Josefa de Larramendi, que es á quien nos referimos, llevó en reli- gión un nombre que á maravilla sintetiza toda su vida: llamóse Jose- fa del Santísimo Sacramento. Y, en efecto, del Santísimo Sacramento y para el Santísimo Sacramento, fué toda su vida. Esta prodigiosa mujer nació en Azcoitia en 1652, y á los seis años y medio de edad, hizo su primera comunión. Oigamos cómo nos cuenta este hecho el P. Car- daveraz en la vida que escribíó de la venerable sierva de Dios (1). Siendo de seis años cumplidos, y viendo á un Padre en el confesona-

(1) «Vida comprendiada», cap 2. (Traducido del vascuence.)

164 EUSKAL-ERRIA

rio, se le acercó á la rejilla pidiendole permiso para comulgar. Creyó el confesor que se trataba de alguna chiquillada, y , como en broma,

empezó a preguntar la doctrina. ¡Cuál no sería su asombro, viendo á la rapaza contestar satisfactoriamente á todas las preguntas, y aun dar

explicaciones á los más hondos misterios de la Encarnación, Trinidad

y Eucaristía! Comprendió que ciencia tan superior á la edad de la niña no podía venir sino de Dios; é interpretando fundadamente que la ac-

ción del Espíritu Santo había encendido en aquella alma deseos tan tempranos de comulgar, otorgóle con gran consuelo de su alma el permiso que solicitaba de acer- carse á la sagrada mesa. Con tal favor se le encendieron vehe- mentísimos deseos que semeja- ban á hambre y sed devoradora, de comulgar frecuentemente, y aun cada dia, como lo empezó á practicar poco después (1).

En nada desdijo de tan felices principios el resto de su vida. Aun antes de ingresar en el Con- vento de Santa Cruz niña de es- cuela primero, aprendiza de cos- turera después, Josefa Larramen- di, siempre y en todas partes, se distinguió por su asiduidad en oir diariamente misa y comulgar, y por la duración de sus frecuentes visitas al Santísimo, en cuya pre-

sencia se pasaba largas horas como inmóvil en estática contemplación. Ardiendo en celo del culto y reverencia eucarística, lamentábase un día con infantil sencillez ante el Señor Sacramentado, de la costumbre rei- nante entre las jóvenes de Azcoitia y algunos otros pueblos de entrar en la iglesia sin mantilla en la cabeza; y con confianza de hija, suplicaba se pusiese algún remedio á tal abuso. Su petición no quedó desatendida. Al poco tiempo leíase en la parroquia de Azcoitia, como en todas las

SOR JOSEFA DEL SANTÍSIMO SACRAMENTO

(1) «P. Cardaveraz Ama veneragarri Josefa Sacarmentu guziz santuarena ceritzanaran bicitza eta bitur- teac», cap. 10.

REVISTA VASCONGADA 165

de la diócesis de Pamplona, una pastoral en la que el Prelado dura- mente reprendia aquella falta de reverencia en los templos: y esto sólo bastó para cortar el abuso.

Su vida de religiosa Brígida es la de un serafín eucarístico, sin ce- sar presente con el pensamiento y aun con el cuerpo ante el taber- náculo. Á través de una ventana abierta en la pared de su celda, divi- saba constantemente la iglesia, pudiéndose afirmar que vivió y murió ante el Sagrario, realizando á maravilla el significado de su nombre Josefa del Santísimo Sacra-

mento. El biógrafo de la religio-

sa que acabamos de mencio- nar, tiene títulos más que su- ficientes para figurar entre las almas más eucarísticas que haya habido en la iglesia de Dios. ¿Quién no ha oído ha- blar del venerable P. Agustín Cardaveraz? ¿de su incansa- ble celo de propagar la devo- ción al Corazón Divino? ¿de los altísimos y señaladísimos favores con que fué distingui- do por el Dios de nuestros altares? En una nueva y ex- tensa biografía que se está es- cribiendo desde hace ya va- rios años y que esperamos verá pronto la luz pública, aparecerán indudablemente cosas y casos que asombrarán por lo extraordinarios y altísimos. De su vida escrita por el P. Fonseca, entresacamos los siguientes párrafos (1):

«.....se anegaba su espíritu en la presencia de Cristo Sacramentado, »á quien visitaba muchas veces al día, gastando horas enteras que le »parecían instantes; porque aquí era donde su espíritu tomaba las alas »de la contemplación y olvidándose de la fragilidad de su cuerpo, vo- »laba, volaba al centro de su quietud y descanso que era el Sagrado

R. P. CARDAVERAZ

(1) Cap. 7, pág. 107.

166 EUSKAL-ERRIA

»Corazón de Jesucrito, en donde tenía franca entrada y dulce acogi-

»da..... ninguna cosa sentía más en sus dolores y enfermedades como »cuando éstas no le permitian salir de su aposento par ir á visitar á »su amantísimo dueño en el Sacaramenteo; lo hacía en espíritu desde su »cuarto ó desde la misma cama, enviando desde allí su corazón y todos »sus afectos. Suplicaba al Santo Ángel de la Guarda que en su nom- »bre fuese á postrarse en su presencia á adorarle y prostestarle su cor-

»dial amor.....» ¡Si las paredes pudiesen hablar, qué cosas dirían las del aposento núm. IV del se- gundo piso de la santa casa de Loyola, morada duran- te largos años del P. Car- daveraz!

Aquí mismo vivió, y compañero de Cardaveraz fué no menos que en sus excursiones evangélicas en el fervor y santidad del es- piritu, otro célebre misio- nero, gloria de las letras vascas y no menos de la piedad eucarística de Gui- púzcoa: el P. Sebastián de Mendiburu, natural de la villa de Oyarzun. De este insigne misionero, a quien debe su origen la mayor parte de las congregaciones del Santísimo establecidas en Navarra y Guipúzcoa, dice el historiador P. Luen-

go, compañero suyo en el destierro de Italia (1): «Había colocado en el »dulcísimo Corazón y en el misterio amoroso de la eucaristía el devoto »Padre todas sus delicias. Además de los primeros viernes de todo mes, »cada cual de éstos los consagraba los nueves primeros días, hasta por los »caminos prorrumpía en tiernos afectos á su dueño y Señor Sacramen- »tado luego de que de cerca ó de lejos divisara cualquier iglesia. De esta

D. ANTONIO DE OQUENDO

(1) Copiado de «Claros varones guizpuzcoanos», vida del P. Sebastián de Mendiburu, pág. 396.

REVISTA VASCONGADA 167

»su afectuosísima devoción puede ser buena prueba lo que días antes »del embarque para el destierro hizo en San Sebastián, ya recluído con »los otros Padres de Guipúzcoa y Navarra en prisión muy estrecha. »Ni siquiera decir misa les permitieron al principio; mas a fuerza de »ruegos humildes concedieron que la celebrara el P. Sebastián, y lle- »gando la semana Santa antes de hacerse á la vela, tuvo el consuelo de »pasar velando la noche del jueves santo con otros dos compañeros »delante del Señor encerrado en el monumento, gastándola toda en

IGLESIA DEL BUEN PASTOR

»contemplar con gran devoción y copiosas lágrimas los misterios de »noche tan santa.....»

Ni se crea que sólo en el claustro se produjeron estas almas euca- rísticas; entre el fragor de la perra y en medio de los combates vivió

aquel gran marino, gloria de Guipúzcoa, D. Antonio de Oquendo, ferviente adorador del Sacramento. Como si Dios quisiera premiarle su devoción á este misterio, le llamó para sí precisamente un dia de Corpus en el momento mismo en que salía la procesión y el Dios ocul- to en la Hostia era saludado por las salvas de la artillería. Así lo cuen- ta el P. Henao, que le asistió á morir.

168 EUSKAL-ERRIA

Pudiéramos alargar el catálogo de estas almas eucarísticas; pero los

términos de este discurso nos lo prohibe. Huelga decir que donde tanto abundan individuos caracterizados por su piedad eucarística, no pueden faltar colectividades dotadas de idéntica prerrogativa. Y así ocu-

rre en efecto. La veneración del Sacramento y la frecuente comunión ha florecido extraordinariamente de muchos años á esta parte y cada día con fervor creciente en Azpeitia, Azcoitia, Vergara, Tolosa y otros

varios pueblos guipuzcoanos, en cu- yos escudos heráldicos con mucha jus- ticia y honor muy señalado podría figurar la custodia y el copón que os- tentan las armas de algunas antiguas y nobles familias vascas. De todos esos pueblos quiero citar nominalmente la modesta villa de Idiazábal, merecedo- ra por muchos títulos de figurar en estas páginas.

Este cristiano pueblo tiene la en- vidiable gloria de haber visto implan- tada la práctica de la comunión diaria, bastantes años antes de que Su Santidad Pío X la aconsejara al mundo católico mediante su celebérrimo motu propio.

Aun antes de esa fecha memorable sin excitación extraña que seguir ni ejem- plo que imitar, como por una espon- tánea emanación del espíritu cristiano pujante y robusto, introdujose en esta parroquia la piadosa costumbre de co- mulgar diariamente tanto hombres como mujeres en un número verdade-

ramente considerable para su escaso vecindario. Á ochenta se nos dice que llegarían las comuniones diarias en aquel entonces. Y he oído de- cir á persona merecedora de entero crédito, que advertido amistosa- mente el señor Párroco de una práctica tan desusada, repuso en alguna ocasión con una previsión certera, que no dudaba llegaría tiempo en que la misma piadosa costumbre se vería establecida en la Iglesia Uni- versal.

IGLESIA DE S. VICENTE

REVISTA VASCONGADA 169

Para no descender á otras particularidades, baste afirmar en gene- ral, como lo hizo en el Congreso Eucatístico de Colonia un insigne orador en aquella augusta asamblea, D. Mateo Mugica, Canónigo Lec- toral de la S. I. Catedral de Vitoria.

«No hay para mí país más eucarístico que la incomparable Vasco- »nia. Niños, doncellas delicadas, ancianos decrépitos, sanos y enfer- »mos, todos son devotísimos de la santísima Eucaristía. La adoración »diurna y nocturna y la comunión frecuente están allí en su apogeo »desde que Pío X expresó su pensamiento soberano y alto deseo; allí »se comulga mucho y muy bien ¿mucho y bien?.....Si; va la prueba; »los vascos de la diócesis de Vitoria ofrecieron por el Papa sólo en el »año jubilar cerca de un millón de comuniones..... ¡¡¡setecientas ge- »nerales!!!»

Desde entonces á la fecha ¡cuánto han aumentado las comuniones, las adoraciones y demás actos eucarísticos! En sólo dos templos de San Sebastián, en la parroquia del Buen Pastor y en la iglesia del Sagrado Corazón, se repartirán anualmente arriba de 400.000 comuniones; más de 200.000 en cada uno. El contingente de las demás parroquias es también muy grande; 102.000 San Vicente; 80.000 Santa Maria, y en total arriba de 900.000 ó en número redondo un millón de comu- niones en una ciudad de sólo 45.000 ó 50.000 habitantes.

Por eso los piadosos «vascongados, los amantes de la Eucaristía, el »pueblo vasco, el más eucarístico del mucho (porque lo es), es tam- »bién puro, como el aire de sus montañas, luciente y riente, como sus »campos y tierras bien cultivadas, fuerte como sus rocas, brioso como »las olas de su cantabrico mar y es porque es el más eucarístico» (1).

Jamás se desfigurará esta pintura de Euskal-erria, mientras en sus templos brille esplendorosa la mística lámpara del Tabernáculo y en el corazón de sus hijos arda el sacro fuego de amor al Sacramento.

¡Dios lo haga!

P. JOSÉ MALAXECHEVARRÍA, S. J.

San Sebastián, fiesta de San Pascual Bailón, 17 de Mayo de 1911.

(1) Congreso de Colonia. Discurso citado.