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Liturgia Celebrar la cercanía de Dios San Manuel La sonrisa de la Virgencita blanca XII Capítulo Misioneras Eucarísticas VII Asamblea Misioneras Eucarísticas Seglares de Nazaret

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LiturgiaCelebrar la cercanía de Dios

San ManuelLa sonrisa de la Virgencita blanca

XII CapítuloMisioneras Eucarísticas

VII AsambleaMisioneras Eucarísticas Seglares de Nazaret

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Editorial: Evolución digital de un centenario

La liturgia, encuentro con Cristo

Catequesis del papa: la santa Misa (VI)

Iglesia hoy

50º aniversario del Credo del pueblo de Dios

Resonancias en nuestra Iglesia de hoy

Historias de familia

Herederos de un carisma

XII Capítulo general de las Misioneras Eucarísticas

Palabras de santo

El Evangelio a la lámpara del Sagrario

Orar con el obispo del Sagrario abandonado

Con mirada eucarística

Cordialmente, una carta para ti

Cartelera recomendada

Conoce y vive

Familia Eucarística Reparadora

Desde la fe

Sum

ario

33 Cartelera Pablo,

apóstol de Cristo1250º Aniversario del Credo del

pueblo de Dios

24Oremos en el Sagrario como se oraba

en el Evangelio Revista y editorial

fundadas por san Manuel González García

en 1907

Edita:Misioneras Eucarísticas de NazaretTutor, 15-17, 28008 - MADRIDTfno.: 915 420 887E-mail: [email protected]

Imprime:Azul IbéricaISSN: 2340-1214Depósito Legal: M-12242-2016

En portada: Misioneras Eucarísticas Seglares de Nazaret (MESN) que participaron en su VII Asamblea con a la madre Mª Leonor, Supe-riora de las Misioneras Eucarísticas, en la Catedral de Palencia, junto a los restos de san Manuel González.

Boletín de suscripción a El Granito de Arena

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EDITORIALEvolución digitalde un centenario

El 20 de junio de 1918 (hará cien años du-rante este mes) El Granito de Arena abría su edición con la siguiente «Florecilla del

Calvario: Una buena María y un buen Discípu-lo de San Juan no pueden mirar con indiferen-cia, antes con vivo interés la propaganda de la Buena Prensa y las persecuciones de la mala. Estos amigos y enemigos de papel impreso son hoy de los más eficaces propagadores del bien o del mal. El día de S. Pedro dedicado ya a Día de la Prensa Católica debéis demostrar con vuestra oración, vuestra limosna y vuestra coo-peración a las fiestas o actos que se organicen, que os duele lo que le duele al Corazón de Je-sús y que os halaga lo que a El le halaga. El Pa-pa concede Indulgencia Plenaria a los que en ese día comulguen y den una limosna por la Prensa Católica. El Obispo de Olimpo».

La velocidad de los cambios sociales, tecno-lógicos, eclesiales y de todo tipo que se han su-cedido en las últimas décadas hace que la rea-lidad expuesta por san Manuel González en aquellas humildes páginas haya cambiado no-tablemente en su forma, mas no en su esencia.

La Iglesia ya no celebra un día de la Buena Prensa pero desde 1967, y a instancias del Con-cilio Vaticano II, la solemnidad de la Ascensión del Señor nos invita a mirar con ojos de fe los medios de comunicación. En efecto, el pasado 20 de mayo el papa Francisco nos invitaba a reflexionar sobre las «fake news (noticias fal-sas) y periodismo de paz» en su Mensaje con motivo de la 52ª Jornada mundial de las comu-nicaciones sociales.

Si hace 100 años el papa –Benedicto XV– concedía indulgencia plenaria para quienes co-laborasen activamente con su oración y com-promiso en favor de la prensa católica, el pa-pa Francisco pide con firmeza a todos sus «her-manos y hermanas» que conozcan y asuman «la responsabilidad personal en la comunica-ción de la verdad».

A nadie escapa que las nuevas técnicas es-tán teniendo especial incidencia en las comu-nicaciones. Ya en 1967 Pablo VI, en el Mensaje para la I Jornada mundial de las comunicacio-nes sociales, afirmaba que el «vasto y comple-jo fenómeno de los modernos instrumentos de comunicación social, tales como la prensa, el cine, la radio y la televisión, constituyen una de las notas más características de la civiliza-ción de hoy». En la actualidad, sin embargo, es-tos medios ya no están simplemente en manos de algunos pocos poderosos o expertos comu-nicadores sino que los tenemos en nuestras manos y en nuestros bolsos. Toda persona que cuenta con un teléfono inteligente es, sea cons-ciente o no de ello, un comunicador.

No en vano el papa Francisco invita «a no ser divulgadores inconscientes de la desinfor-mación, sino activos en su desvelamiento», ya que «ninguna desinformación es inocua; por el contrario, fiarse de lo que es falso produce con-secuencias nefastas. Incluso una distorsión de la verdad aparentemente leve puede tener efec-tos peligrosos». Por otra parte, la intención del papa para el Apostolado de la oración de este mes es: «Para que las redes sociales favorez-can la solidaridad y el respeto del otro en sus diferencias».

El compromiso que el fundador de la FER pedía a todas las Marías y Discípulos de San Juan no ha perdido vigencia cien años después sino que cobra, si cabe, aún más fuerza en es-te tiempo que nos toca vivir en el que la comu-nicación se ha hecho inmediata y global. Ser comunicadores veraces no es una exigencia so-lo aplicable a periodistas y a quienes trabajan en los medios. Haber recibido el carisma euca-rístico reparador implica un deseo comunica-tivo irrefrenable que nos exige coherencia, for-mación y caridad. Es lo que intenta transmitir, hace más de 100 años, y por todos los medios, El Granito de Arena. «

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La liturgia, encuentro con Cristo

De entre las fiestas litúrgicas especiales que el Tiempo Ordinario nos regala, destaca una «que brilla más que el sol»: la Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de nuestro Señor Jesucristo. Esta fiesta es muy reciente en la liturgia de la Iglesia. Surge en el s. XIII con motivo de las revelaciones privadas a santa Juliana de Lieja (Bélgica).

A l principio se celebraba de mo-do particular en aquella ciudad, pero será el papa Urbano IV quien

la extienda para toda la Iglesia con la bula Transiturus de hoc mundo (1264) atribuyendo el formulario del oficio y de la Misa al angélico doctor santo To-más de Aquino, también del mismo siglo. Este formulario se ha conserva-do hasta hoy. Veamos su contenido.

Antífona de entrada«El Señor los alimentó con flor de ha-rina y los sació con miel silvestre». Tomado del Salmo 80, versículo 17. Estamos ante la tradicional antífona cibavit eos que da nombre a esta Mi-sa. Con esta antífona, la liturgia nos sitúa en el núcleo de la fiesta: el ali-mento que nutre a los hijos de Dios. Este manjar viene descrito con dos ingredientes: uno sólido, la harina de trigo molido; y otro líquido, la miel pura que se extrae de los panales de la colmena. Ambos eran ofrecidos en el templo para el culto de Yahvé de ahí su gran significación en el mundo judío y, por tanto, su inclusión en el

Celebrar el gran misterio de la cercanía de Dios

Imagen de santa Juliana de Lieja. Foto: Andreas Praefcke.

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cristianismo, donde la flor de harina se amasará para producir las formas para ser consagradas y la miel dará lugar al fruto de la vida, imagen del vino con el que se llena la copa del cáliz de la Misa. Por tanto, entremos en la celebración con ánimo de sa-ciarnos de los exquisitos manjares que el Señor nos brindará. Hoy es la fiesta del alimento.

Oración colecta«Oh Dios, que en este sacramento admirable nos dejaste el memorial de tu pasión, te pedimos nos conce-das venerar de tal modo los sagrados misterios de tu Cuerpo y de tu San-gre, que experimentemos constante-mente en nosotros el fruto de tu re-dención, Tú, que vives y reinas con el Padre...».

Esta oración está tomada del Mi-sal romano de 1570. Estamos ante un prodigio de la ingeniería eucológica

de santo Tomás de Aquino. Como particularidad de esta oración hemos de destacar que está dirigida a Jesu-cristo. Esto es una excepción en el conjunto oracional romano, pues lo normal es que la oración esté dirigi-da al Padre tal como lo dispuso en el canon 21 del Concilio de Hipona (390): «Cum altari adsistitur semper ad Patrem dirigatur oratio» («cuan-do se asiste al altar siempre sea diri-gida la oración hacia el Padre»).

El segundo aspecto que destaca-mos en esta oración es el uso de la ca-tegoría teológica de memorial. El me-morial es un concepto judío, incor-porado al cristianismo, que, en sínte-sis, significa que la fuerza salvífica de los prodigios y hazañas del pasado pueden volver al presente afectando a quienes las recuerda, es decir, con-firiendo esa misma gracia que se pre-figuraba entonces. De tal modo esto es así, que con razón la Iglesia ha sos-

tenido que la Eucaristía es la actuali-zación incruenta del sacrificio de Cris-to en la cruz.

Así pues, en virtud de esta actua-lización del misterio pascual de Cris-to (la redención), al adorar tanto co-mo se pueda el sacrosanto Cuerpo y Sangre del Señor podemos estar se-guros de que estaremos recibiendo las gracias insondables y suficientes que de él se desprende.

Oración sobre las ofrendas«Señor, concede propicio a tu Igle-sia los dones de la paz y la unidad, místicamente representados en los dones que hemos ofrecido. Por Jesu-cristo, nuestro Señor».

También tomada del Misal roma-no de 1570. Dos son los dones por los que se ofrece el Cuerpo y la Sangre del Señor, pero ¿por qué dice la ora-ción que están representados en es-tas ofrendas? En primer lugar, respec-

to del don de la paz: no podemos ol-vidar que Cristo, muriendo en la cruz, ofrece un sacrificio de expiación que busca reconciliar con Dios todos los seres del cielo y de la tierra (cf. Col 1,20), su sangre es signo de la paz en-tre Dios y los hombres. La alianza de amor, rota por el pecado de Adán, aho-ra se restablece por la sangre del Cor-dero, que habla mejor que la de Abel (cf. Heb 12,24).

En segundo lugar, respecto de la unidad, hemos de acudir al antiguo texto de la Didajé: «Como este frag-mento estaba disperso sobre los mon-tes, y reunido se hizo uno, así sea re-unida tu Iglesia de los confines de la tierra en tu reino. Porque tuya es la gloria y el poder, por Jesucristo, por los siglos» (IX). Aquí se hace un sí-mil entre la dispersión de los granos de trigo y la dispersión de los hijos de la Iglesia, y cómo en Cristo, ambos forman una unidad, pues tanto los gra-nos como los fieles dispersos, se unen para formar el único Cuerpo del Se-ñor. De este modo, vemos que los do-nes de la paz y la unidad expresados en el ofertorio hacen referencia a una realidad eclesial: la Iglesia hace la Eu-caristía y la Eucaristía hace la Iglesia (cf. Henri de Lubac).

Antífona de Comunión«El que come mi carne y bebe mi san-gre habita en mí y yo en él, dice el Se-ñor» (cf. Jn 6,57).

En este momento de la celebra-ción ya no es flor de harina ni miel sil-vestre lo que se nos da a comer, sino el mismo Cuerpo y Sangre de Jesu-cristo; garantía de su presencia entre nosotros. Vuelve a aparecer aquí el misterio de la inhabitación: Dios quie-re hacer morada en nosotros y esto se hace realidad, de manera excelente, en virtud de la Comunión sacramen-tal. Recibir este sacramento crea en-tre Dios y nosotros un vínculo fuerte que se va acrecentando poco a poco hasta alcanzar su culmen en el cielo. Por eso es importante comulgar fre-

cuentemente, y hacerlo siempre en gracia de Dios.

Oración después de la Comunión«Concédenos, Señor, saciarnos del gozo eterno de tu divinidad, anticipa-do en la recepción actual de tu pre-cioso Cuerpo y Sangre. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos». Tomada del Misal romano de 1570. Esta breve oración expone de mane-ra sencilla la dimensión escatológica de la Eucaristía, esto es, la Eucaristía como prenda de la gloria futura, co-mo viático para ir al cielo, como anti-cipo de la eternidad.

Visión de conjuntoComo cada año, la festividad del Cor-pus trae a nuestra contemplación uno de los misterios centrales de nuestra fe católica: la presencia real de nues-tro Señor Jesucristo bajo las especies de pan y de vino; o lo que es lo mis-mo: la conversión de toda la sustan-cia del pan y del vino en la sustancia del Cuerpo y Sangre de Jesucristo. A esta conversión la llamamos transubs-tanciación. Desde el inicio del cristia-nismo siempre se tuvo muy claro que este prodigio era real en virtud de las mismas palabras que el Señor había dicho. Desde la mañana de Pascua la Iglesia no ha cesado de creer en que en el pan y en el vino, Cristo estaba presente; pero no es menos cierto, que la forma de comprender y entender este misterio se fue perfilando a lo lar-go de los siglos.

La fe en el misterio eucarístico ha sido siempre fundamental en el con-junto dogmático católico. No se pue-de ser verdaderamente católico si no se cree con fe firme y sincera en la pre-

sencia real y verdadera del Cuerpo, Sangre, alma y divinidad de nuestro Señor Jesucristo bajo las especies de pan y de vino. Bien entendió esto el pueblo cristiano que siempre se vol-có en celebrar con gran entusiasmo y profusión esta fiesta, hasta el punto de que aun hoy hay hermandades y cofradías en España que renuevan ca-da año su adhesión de fe a esta verdad con estas o parecidas palabras: «Y que estamos dispuestos, con el favor de Dios, a derramar hasta la última gota de nuestra sangre, si fuera necesario, en defensa de estas verdades, particu-larmente en la Confesión de la Real presencia de Jesucristo en el Sacra-mento adorable de la Eucaristía, y que la Santísima Virgen Madre de Dios y Madre Nuestra fue, por especial gra-cia y privilegio».

Nosotros, los católicos, al acercar-nos al misterio de la Eucaristía hemos de tener presente aquella pregunta que Moisés le hace al pueblo hebreo «Porque, en efecto, ¿hay alguna na-ción tan grande que tenga los dioses tan cerca como lo está Yahvé nuestro Dios siempre que lo invocamos?» (Dt 4,7). Y es que, efectivamente, la Eu-caristía es el gran misterio de la cer-canía de Dios y su presencia en me-dio de su pueblo. La Eucaristía hace posible que Jesús siga caminando al paso de su grey. Sin Eucaristía no hay vida cristiana que se precie. La Euca-ristía ha de ser el imán de atracción de las almas porque es allí donde re-side el Amor. La Eucaristía es el ali-mento celestial del cual se sacian los ángeles del cielo y también nosotros podemos saciarnos. Así lo entendió san Manuel González, hombre euca-rístico por excelencia que hasta en su muerte quiso ser el gran profeta de la Eucaristía: «Pido ser enterrado jun-to a un Sagrario, para que mis huesos, después de muerto, como mi lengua y mi pluma en vida, estén diciendo a los que pasen: ¡Ahí está Jesús! ¡Ahí es-tá! ¡No dejadle abandonado!».

Francisco Torres Ruiz, Pbro.

La Eucaristía hace posible que Jesús

siga caminandoen medio de su grey

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Adoración eucarística en la parroquia Nuestra Señora de la Estrella (Palomares del Río, Sevilla).

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Q ueridos hermanos y herma-nas: Retomando las cateque-sis sobre la celebración euca-

rística, consideramos hoy, en nuestro contexto de los ritos de introducción, el acto penitencial. En su sobriedad, favorece la actitud con la que dispo-nerse a celebrar dignamente los san-tos misterios, o sea, reconociendo de-lante de Dios y de los hermanos nues-tros pecados, reconociendo que so-mos pecadores. La invitación del sacer-dote, de hecho, está dirigida a toda la comunidad en oración, porque todos somos pecadores. ¿Qué puede dar el Señor a quien ya tiene el corazón lle-no de sí, del propio éxito? Nada, por-que el presuntuoso es incapaz de re-cibir perdón, al estar lleno de su pre-sunta justicia.

La voz de la concienciaPensemos en la parábola del fariseo y del publicano, donde solamente el segundo –el publicano– vuelve a ca-sa justificado, es decir, perdonado (cf. Lc 18,9-14). Quien es consciente de las propias miserias y baja los ojos con humildad, siente posarse sobre sí la mirada misericordiosa de Dios. Sabe-mos por experiencia que solo quien sabe reconocer los errores y pedir per-dón recibe la comprensión y el per-dón de los otros.

Escuchar en silencio la voz de la conciencia permite reconocer que nuestros pensamientos están lejos de

los pensamientos divinos, que nues-tras palabras y nuestras acciones son a menudo mundanas, guiadas por elec-ciones contrarias al Evangelio. Por eso, al principio de la Misa, realizamos co-munitariamente el acto penitencial mediante una fórmula de confesión general, pronunciada en primera per-sona del singular. Cada uno confiesa ante Dios y ante los hermanos «que ha pecado de pensamiento, palabra, obra y omisión». Sí, también de omi-sión, o sea, que he dejado de hacer el bien que habría podido hacer. A me-nudo nos sentimos buenos porque –decimos– «no he hecho mal a na-die». En realidad, no basta con no ha-cer el mal al prójimo, es necesario ele-gir hacer el bien aprovechando las oca-siones para dar buen testimonio de que somos discípulos de Jesús.

Ante Dios y los hermanosEstá bien subrayar que confesamos tanto ante Dios como ante los herma-nos ser pecadores: esto nos ayuda a comprender la dimensión del peca-do que, mientras nos separa de Dios, nos separa también de nuestros her-manos, y viceversa. El pecado corta: corta la relación con Dios y corta la relación con los hermanos, la relación en la familia, en la sociedad, en la co-munidad: El pecado corta siempre, separa, divide.

Las palabras que decimos con la boca están acompañadas del gesto

de golpearse el pecho, reconocien-do que he pecado precisamente por mi culpa, y no por la de otros. Suce-de a menudo que, por miedo o ver-güenza, señalamos con el dedo para acusar a otros. Cuesta admitir ser culpables, pero nos hace bien confe-sarlo con sinceridad. Confesar los propios pecados. Yo recuerdo una anécdota, que contaba un viejo mi-sionero, sobre una mujer que fue a confesarse y empezó a decir los erro-res del marido; después pasó a con-tar los errores de la suegra y después los pecados de los vecinos. En un momento dado, el confesor dijo: «Pero, señora, dígame, ¿ha termina-do? Muy bien: usted ha terminado con los pecados de los demás. Aho-ra empiece a decir los suyos». ¡De-cir los propios pecados!

La comunión de los santosDespués de la confesión del pecado, suplicamos a la bienaventurada Vir-gen María, a los ángeles y a los san-tos que intercedan por nosotros an-te el Señor. También en esto es va-liosa la comunión de los santos: es decir, la intercesión de estos «ami-gos y modelos de vida» (Prefacio del 1 de noviembre) nos sostiene en el camino hacia la plena comunión con Dios, cuando el pecado será defini-

tivamente cancelado. Además del Yo confieso, se puede hacer el acto pe-nitencial con otras fórmulas, por ejemplo: «Señor, ten misericordia de nosotros. / Porque hemos peca-do contra ti. / Muéstranos, Señor, tu misericordia. / Y danos tu salva-ción» (cf. Sal 123,3; 85,8; Jer 14,20). Especialmente el domingo se pue-de realizar la bendición y la asper-sión del agua en memoria del Bau-tismo (cf. OGMR, 51), que cance-la todos los pecados. También es po-sible, como parte del acto peniten-cial, cantar el Kyrie eléison: con una antigua expresión griega, aclamamos

al Señor –Kyrios– e imploramos su misericordia (ib., 52).

Quitar la máscaraLa Sagrada Escritura nos ofrece lu-minosos ejemplos de figuras peni-tentes que, volviendo a sí mismos después de haber cometido el peca-do, encuentran la valentía de quitar la máscara y abrirse a la gracia que renueva el corazón. Pensemos en el rey David y en las palabras que se le atribuyen en el Salmo. «Misericor-dia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa» (Sal 51,3).

Pensemos en el hijo pródigo que vuelve a su padre; o en la invocación del publicano: «¡Oh Dios! ¡Ten com-pasión de mí, que soy pecador!» (Lc 18,13). Pensemos también en san Pe-dro, en Zaqueo, en la mujer samari-tana. Medirse con la fragilidad de la arcilla de la que estamos hechos es una experiencia que nos fortalece: mientras que nos ayuda a ser cons-cientes de nuestra debilidad, nos abre el corazón para invocar la misericor-dia divina que transforma y convier-te. Y esto es lo que hacemos en el ac-to penitencial al principio de la Misa.

Papa Francisco

Continuamos la publicación del ciclo de catequesis que el papa Francisco ha dedicado a la santa Misa. En la sexta reflexiona sobre el acto penitencial, momento en el que se nos invita a dejarnos envolver por la mirada misericordiosa de Dios para abrirnos a la gracia que renueva el corazón. Publicamos a continuación el texto pronunciado por el santo padre en la Audiencia general del pasado 3 de enero.

Medirse con la fragilidad de la arcilla de la que estamos hechos es una experiencia que nos fortalece

La gracia que renueva el corazón

«El fariseo y el publicano». Johannes Böckh & Thomas Mirtsch. Abadía de Ottobeuren (Alemania).

La santa Misa (VI)

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no tenían el coraje de cambiar: a «los especialistas de la perplejidad. Los contables pedantes de los pro y los contra. Los calculadores desconfia-dos hasta el límite antes de mover-se». No se responde a Jesús según los cálculos y las conveniencias del mo-mento, se le responde con el sí de to-da la vida. Él no busca nuestras re-flexiones, sino nuestra conversión. Apunta al corazón.

Cirineos de la alegríaEs la misma Palabra de Dios la que lo sugiere. En la primera lectura (cf. Hch 9,1-20), Jesús resucitado se dirige a Saulo y  no le propone sutiles razona-mientos, sino que  le pide que ponga en juego la vida. Le dice «Levántate y entra en la ciudad y se te dirá lo que debes hacer» (Hch 9,6). Ante todo, «levántate». La primera cosa que se ha de evitar es quedarse en el suelo, padecer la vida, quedarse atenazados por el miedo. Cuántas veces don To-nino repetía: «¡De pie!» porque «fren-te al Resucitado solo es lícito estar de pie». Volverse a levantar siempre, mi-rar hacia arriba, porque el apóstol de Jesús no puede contentarse con pe-queñas satisfacciones.

El Señor después le dice a Saulo: «Entra en la ciudad». También a ca-da uno de nosotros nos dice «Sal, no te quedes cerrado en tus espacios se-guros, ¡arriésgate!». ¡Arriésgate! La vida cristiana hay que invertirla por Jesús y gastarla por los demás. Des-pués de haber encontrado al Resuci-tado no se puede esperar, no se pue-de aplazar; hay que ir, salir, no obs-tante todos los problemas y las incer-tidumbres. Fijémonos en Saulo, por ejemplo, que después de haber habla-

do con Jesús, aunque estaba ciego, se levanta y va a la ciudad. Fijémonos en Ananías que, aunque con miedo y ti-tubeante, dice: «¡Aquí estoy, Señor!» (v. 10) y enseguida va donde Saulo. Todos estamos llamados, en cualquier situación que nos encontremos, a ser portadores de esperanza pascual, «ci-rineos de la alegría», como decía don Tonino; servidores del mundo, pero como resucitados, no como emplea-dos. Sin entristecernos nunca, sin re-signarnos nunca. Es hermoso ser «mensajeros de esperanza», distri-buidores sencillos y alegres del Ale-luya pascual.

Fuentes de esperanza y pazAl final Jesús le dice a Saulo: «Se te dirá lo que debes hacer». Saulo, hom-bre decidido y de renombre, calla y va, dócil a la Palabra de Jesús. Acep-ta obedecer, se vuelve paciente, en-tiende que su vida ya no depende de

él. Aprende la humildad. Porque ser humilde no significa ser tímido o re-signado, sino dócil a Dios y vacío de sí mismo. Entonces también las hu-millaciones, como la que sintió Sau-lo tirado al suelo en el camino a Da-masco, se vuelven providenciales, por-que desnudan de la presunción y per-miten a Dios levantarnos. Y la Pala-bra de Dios hace esto: libera, levan-ta, hace seguir adelante, humildes y valientes al mismo tiempo. No hace de nosotros protagonistas renombra-dos y campeones de nuestro propio talento, no, sino testigos auténticos de Jesús, muerto y resucitado, en el mundo.

Pan y Palabra. Queridos herma-nos y hermanas, en cada Misa nos ali-mentamos del Pan de vida y de la Pa-labra que salva: ¡Vivamos lo que ce-lebramos! Así seremos fuentes de es-peranza, de alegría y de paz.

Papa Francisco

Queridos hermanos: las lecturas que hemos escuchado presen-tan dos elementos clave de la

vida cristiana: el Pan y la Palabra.El Pan. El pan es el alimento esen-

cial para vivir y Jesús en el Evangelio se nos ofrece como Pan de vida, co-mo si dijese: «Sin mí, no podéis vi-vir». Y utiliza expresiones fuertes: «Comed mi carne y bebed mi san-gre» (cf. Jn 6,53). ¿Qué significa? Que para nuestra vida es esencial es-tablecer una relación vital, personal con Él. Carne y sangre.

La comunión más asombrosaLa Eucaristía es esto: no es un rito hermoso, sino la comunión más ínti-ma, más concreta, más asombrosa que se pueda imaginar con Dios: una co-munión de amor tan real que asume la forma de la comida.

La vida cristiana recomienza con-tinuamente desde aquí, de esta mesa donde Dios nos sacia de amor. Sin Él, Pan de vida, cada esfuerzo en la Igle-sia es vano, como recordaba don To-nino Bello: «No son suficientes las obras de caridad, si falta la caridad de las obras. Si falta el amor desde el que  comienzan las obras, si falta la fuente, si falta el punto de partida que es la Eucaristía, cada compromiso pas-

toral resulta solamente un remolino de cosas».

Jesús en el Evangelio añade: «El que me coma vivirá por mí» (Jn 5,57). Como diciendo: quien se alimenta de la Eucaristía asimila la misma men-talidad del Señor. Él es Pan partido para nosotros y quien lo recibe se vuel-ve a su vez pan partido, que no fer-menta con orgullo, sino  que se da a los demás: deja de vivir para sí mis-mo, para su propio éxito, para obte-ner algo o para ser alguien, y vive pa-ra Jesús y como Jesús, o sea, para los demás. «Vivir para» es el distintivo de quien come este Pan, la etiqueta del cristiano. Vivir para. Se podría po-ner como aviso fuera de cada iglesia: «Después de la Misa ya no se vive pa-ra uno mismo, sino para los demás».

Acariciar cada rostroDon Tonino vivió así: ha sido entre vosotros un Obispo–siervo, un Pas-tor que se hizo pueblo, que ante el Sa-grario aprendía a hacerse comer por la gente. Soñaba con una Iglesia ham-brienta de Jesús y extraña a toda mun-danidad, una Iglesia que «sabe des-cubrir el cuerpo de Cristo en los sa-grarios incómodos de la miseria, del sufrimiento, de la soledad». Porque, decía, «la Eucaristía no soporta el se-

dentarismo» y si no nos levantamos de la mesa sería un «sacramento in-completo».

Nos podemos preguntar: En mí, ¿este Sacramento se realiza? Más con-cretamente: ¿Me gusta solo ser ser-vido a la mesa por el Señor o me le-vanto para servir como el Señor? ¿Doy en la vida lo que recibo en Misa? Y en cuanto Iglesia nos podríamos pre-guntar: Después de tantas Comunio-nes, ¿nos hemos vuelto gente de co-munión?

Junto con el Pan, la Palabra. El Evangelio recoge ásperas discusiones sobre las palabras de Jesús: «¿Cómo puede este darnos su carne de co-mer?» (Jn 6,52). Hay un tono de es-cepticismo en estas palabras. Muchas palabras nuestras se parecen a estas: ¿Cómo puede el Evangelio resolver los problemas del mundo? ¿Para qué hacer el bien en medio de tanto mal? Así caemos en el error de aquella gen-te, paralizada por la discusión sobre las palabras de Jesús, en vez de dispo-nerse a acoger el cambio de vida que Él pedía. No entendían que la Pala-bra de Jesús es para caminar en la vi-da, no para sentarse a hablar de lo que es y de  lo que no es.

Don Tonino, precisamente en el tiempo de Pascua, manifestaba el de-seo de recibir esta nueva vida, pasan-do por fin del dicho al hecho. Por eso exhortaba fervientemente a  los que

Este año, el primer domingo de junio la Iglesia celebra la solemnidad del Corpus Christi, la gran fiesta de la Eucaristía. Recientemente, el viernes de la III semana de Pascua (20 de abril), la liturgia proclamaba uno de los textos eucarísticos más destacados: los versículos 52 al 59 del capítulo sexto del evangelio según san Juan. Ese día el papa Francisco realizó una visita pastoral a Molfetta (Italia), con ocasión del 25º aniversario de la muerte del siervo de Dios don Tonino Bello. Durante la celebración de la Santa Misa dirigió una profunda reflexión eucarística, que publicamos a continuación.

Una comunión de amor tan real que asume la forma de comida

Tumba del siervo de Dios, Tonino Bello, a la que se acercó a rezar el papa Francisco. Foto: Alessano

La Iglesia debe descubrir el Cuerpo de Cristo en los Sagrarios incómodos del sufrimiento y la soledad

Iglesia hoy

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Resonancias en nuestra Iglesia de hoy

Querida hermana Mª del Valle, dele-gada para la Institución de las MESN.¿Qué implica este encuentro? ¿Cada cuánto debe realizarse?Las Misioneras Eucarísticas Seglares de Nazaret constituyen una asocia-ción pública de fieles, así reconocida por la Iglesia según el actual orden ca-nónico y agregadas a la congregación de las Misioneras Eucarísticas de Na-zaret desde sus orígenes por deseo ex-preso de san Manuel, su fundador.

Constituyen una institución secular, y hacen voto de castidad y promesas de pobreza y obediencia.

Cada 6 años, justo un tiempo an-tes de que la congregación celebre su Capítulo general, deben realizar una Asamblea general, para poder presen-tar en este Capítulo sus nuevas pro-puestas. Durante dicha Asamblea, además de tratar diversos asuntos, se elige en nuevo equipo de gobierno de la institución llamado Consejo gene-

ral. Este equipo será el responsable de gobierno de la Institución por los siguientes seis años.

¿Qué se realiza en un encuentro de este tipo? ¿Cómo es la organización del mismo?La dinámica de estos días ha tenido dos partes muy diferenciadas. Se co-menzó con una semana de ejercicios espirituales dirigidos por el P. Anto-nio Pavía, comboniano, y después se procedió a la Asamblea propiamente dicha, bajo el lema: «Lo que el amor no puede callar».

La Asamblea propiamente dicha fue inaugurada con la exhortación que la Superiora general de las Misio-neras Eucarísticas, Hna. Mª Leonor

50º aniversario del Credo del pueblo de Dios

E l papa explicó que: «así, pues, este día, elegido por Nos para clausurar el año llamado de la

fe, y en esta celebración de los san-tos apóstoles Pedro y Pablo, quere-mos prestar a Dios, sumo y vivo, el obsequio de la profesión de fe. Y co-mo en otro tiempo, en Cesarea de Fi-lipo, Simón Pedro, fuera de las opi-niones de los hombres, confesó ver-daderamente, en nombre de los do-ce apóstoles, a Cristo, Hijo del Dios vivo, así hoy su humilde Sucesor y Pastor de la Iglesia universal, en nom-bre de todo el pueblo de Dios, alza

su voz para dar un testimonio firmí-simo a la Verdad divina, que ha sido confiada a la Iglesia para que la anun-cie a todas las gentes»

El texto desgrana las verdades de nuestra fe, dedicando tres párrafos a la Eucaristía, que transcribimos a con-tinuación:

«Nosotros creemos que la Misa que es celebrada por el sacerdote re-presentando la persona de Cristo, en virtud de la potestad recibida por el sacramento del orden, y que es ofre-cida por él en nombre de Cristo y de los miembros de su Cuerpo místico, es realmente el sacrificio del Calva-rio, que se hace sacramentalmente presente en nuestros altares. Noso-tros creemos que, como el pan y el vi-no consagrados por el Señor en la úl-tima Cena se convirtieron en su cuer-po y su sangre, que en seguida iban a ser ofrecidos por nosotros en la cruz, así también el pan y el vino consagra-dos por el sacerdote se convierten en el cuerpo y la sangre de Cristo, sen-tado gloriosamente en los cielos; y creemos que la presencia misteriosa del Señor bajo la apariencia de aque-llas cosas, que continúan aparecien-do a nuestros sentidos de la misma manera que antes, es verdadera, real y sustancial.

En este sacramento, Cristo no pue-de hacerse presente de otra manera que por la conversión de toda la sus-

tancia del pan en su cuerpo y la con-versión de toda la sustancia del vino en su sangre, permaneciendo sola-mente íntegras las propiedades del pan y del vino, que percibimos con nuestros sentidos. La cual conversión misteriosa es llamada por la Santa Iglesia conveniente y propiamente transubstanciación. Cualquier inter-pretación de teólogos que busca al-guna inteligencia de este misterio, pa-ra que concuerde con la fe católica, debe poner a salvo que, en la misma naturaleza de las cosas, independien-temente de nuestro espíritu, el pan y el vino, realizada la consagración, han dejado de existir, de modo que, el ado-rable cuerpo y sangre de Cristo, des-pués de ella, están verdaderamente presentes delante de nosotros bajo las especies sacramentales del pan y del vino, como el mismo Señor quiso, pa-ra dársenos en alimento y unirnos en la unidad de su Cuerpo místico.

La única e indivisible existencia de Cristo, el Señor glorioso en los cie-los, no se multiplica, pero por el sa-cramento se hace presente en los va-rios lugares del orbe de la tierra, don-de se realiza el sacrificio eucarístico. La misma existencia, después de ce-lebrado el sacrificio, permanece pre-sente en el Santísimo Sacramento, el cual, en el tabernáculo del altar, es co-mo el corazón vivo de nuestros tem-plos. Por lo cual estamos obligados, por obligación ciertamente suavísi-ma, a honrar y adorar en la Hostia Santa que nuestros ojos ven, al mis-mo Verbo encarnado que ellos no pueden ver, y que, sin embargo, se ha hecho presente delante de nosotros sin haber dejado los cielos».

Pablo VI

El papa Pablo VI convocó, en 1967, un Año de la fe con motivo del martirio de los apóstoles Pedro y Pablo, que la tradición data del año 68 d.C. Comenzó el 29 de junio de 1967 y concluyó el 30 de junio de 1968, ocasión en que papa Montini realizó la profesión de fe conocida como el «Credo del pueblo de Dios», en la que se exponen de forma clara y sintética los principios básicos de la fe católica.

Esta es nuestra fe Mirando al futurocon ojos nuevos

y corazón agradecidoDel 11 al 23 de marzo tuvo lugar en Palencia la VII Asamblea de las Misioneras Eucarísticas Seglares de Nazaret. Participaron representantes de todos los países donde trabaja esta rama de la Familia Eucarística Reparadora. Entrevistamos a la Hna. Mª del Valle, Misionera Eucarística de Nazaret y a varias MESN que participaron, como representantes de sus países.

Los miembros del nuevo gobierno de las MESN junto a las hermanas que las acompañaron. De izquierda a derecha: Mª del Valle, m.e.n., Asunción (España), Edith (Ecuador), Raquel (Argentina), Madre Mª Leonor, m.e.n., Ana (España), Hna. Mª Teresa, m.e.n. y Fredesvinda Perú).

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que estábamos tratando, pues se ju-gaba el futuro de nuestra Institución. Me gustaron mucho las reflexiones que se impartidas por la Hna. Mª Te-resa y los trabajos en equipos entre nosotras, Me ayudaron a descubrir que aunque viviésemos en distintos lugares, nos unían las mismas cosas y las ganas de cambiar o mejorar algu-nos aspectos según iban surgiendo los temas.

Querida Carmen: Tu viaje para llegar a la Asamblea no fue tan largo como toros, ya que eres de Bilbao, en Espa-

ña. ¿Qué significó estar en Palencia estos días?El hecho de ser en Palencia garanti-zó mucho el ambiente y la gracia re-cibida. San Manuel estaba muy pre-sente. A mí personalmente me ha ha-blado muy claro, para reorganizar mi vida como mujer, como consagrada a solo Jesús solo, llamada a vivir en clave de fraternidad, con un amplio sentido de pertenencia y con audacia evangelizadora.

Al ser invidente, las descripciones que se hicieron con tanta claridad y detalle en las reflexiones, en las visi-tas a la Trapa y al Museo de san Ma-nuel, en la catedral y en cada aconte-cimiento fue para mí un regalo, me hizo vivir todo, las vísperas, las cele-braciones, los datos históricos. En fin, todo para mí ha sido una riqueza que me hace vivir el hoy desde otra pers-pectiva, más gozosa y esperanzada.

Estoy convencida que quien des-conoce su historia, su origen, no tie-ne identificad propia y la Asamblea ha sido una oportunidad para cono-cer más y mejor al Señor y la propia Institución, y no menos a nosotras mismas.

La Asamblea concluyó en la catedral de Palencia, con la participación en la celebración eucarística. Ana Gue-rrero, MESN de Málaga y secretaria, por otro sexenio de la Institución, ¿có-mo viviste esta celebración final co-mo colofón de estos días de encuen-tro, oración y discernimiento?Residir en los Nazaret de Palencia fue, por sí mismo, un regalo inmenso. Ade-más de la acogida, que fue más que fraterna, me emocionó poder con-versar con las hermanas más mayo-res que en sus tiempos más jóvenes nos habían ayudado tanto. La Euca-ristía en la catedral, ante la tumba de nuestro santo fundador, presidida por D. Ginés, sacerdote que tantos años nos ha acompañado en encuentros, asambleas y cursos y al que tanto apre-ciamos todas, fue muy emotiva y me trajo muchos recuerdos vividos en aquella capilla, donde reposan los res-tos de don Manuel. Fue un colofón y precioso lleno de mucha emoción. Mis cuatro palabras claves: emoción, alegría, pertenencia y fraternidad. Gra-cias Señor por estos días donde nos renovamos para seguir adelante, con ilusión y alegría y hacer vida el lema que nos presidía: «Lo que el amor no puede callar» y por eso lo cuento.

Mónica M. Yuan Cordiviola, m.e.n.

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Mediavilla dirigió a las asambleístas, dando un impulso de aliento caminar con pasión y energía en vivencia de la propia vocación y carisma.

En los días siguientes, las reflexio-nes fueron preparadas e impartidas por la Hna. Mª Teresa Castelló, Vica-ria general de la congregación y gran conocedora de la Institución. Los te-mas estuvieron referidos a cuatro di-mensiones esenciales: identidad (quié-nes somos); carisma (cómo vivimos), sentido de pertenencia desde la fra-ternidad (dónde estamos) y la forma-ción para la misión (a quiénes vamos).

¿Quiénes asistieron a esta VII Asam-blea general? ¿Cómo se elige a las re-presentantes? ¿Cómo se trabaja du-rante estos días?Asisteron un total de 14 MESN de diferentes países donde está inserta la Institución: tres de Argentina, dos de Ecuador, una de México, una de Perú, una de Venezuela (representa-da por una Misionera Eucarística) y siete de España. Tal como lo indican nuestros Estatutos, también se hicie-ron presentes tres Misioneras Euca-rísticas: la Superiora general (que lo es también de nuestra Institución), la Vicaria y la Delegada.

En el transcurso del año se fueron enviando trabajos, memorias, elabo-rando estadísticas, propuestas de asun-tos a tratar y reflexiones, así como un documento preliminar para poner en sintonía a toda la Institución en lo que próximamente se profundizaría, so-bre el ser y hacer de cada MESN hoy, con el fin de ir fortaleciendo las bases y la propia identidad, para lanzarse a

la eucaristización como consagradas seglares desde su ser de luz, fermen-to y sal, teniendo en cuenta el lema originario que el fundador dio a la Institución como signo de radicali-dad evangélica: «Solo Jesús solo».

Las elecciones para representan-tes se realizó por país, debiéndose ele-gir una representante por cada diez Misioneras Eucarísticas Seglares.

El enriquecimiento de experien-cias de todas y cada una de las elegi-das, así como los asuntos, temas pre-parados y las aportaciones que cada MESN quiso hacer llegar a la Asam-blea y las continuas gracias del Señor fue dando forma al contenido del en-cuentro.

Debemos entender, por tanto, que ha sido elegido un nuevo equipo de go-bierno. ¿Quienes lo conforman? ¿Cuál es su misión en estos próximos seis años hasta la siguiente Asamblea?Uno de los objetivos de la Asamblea es la elección de cargos generales pa-ra el nuevo período de seis años, de ahí que, después de estudiar los blo-ques de reflexión y concretar las lí-neas generales de vida para esta nue-va etapa, se llevó a cabo las eleccio-nes y recayeron sobre las siguientes:Subdelegada: Graciela Raquel Debe-llo (Argentina); Secretaria: Ana Gue-rrero Márquez (España); consejeras: Edith Loor Veduga (Ecuador), Fre-desvinda Sánchez Fernández (Perú) y Asunción Serrano (España)

Dentro de las numerosas funcio-nes de este Consejo general es, según nuestros Estatutos: mantener viva la espiritualidad, trabajando por la ob-servancia de los Estatutos, cuidar la buena marcha de la Institución, con-solidar con un trabajo prudente, la unidad y desarrollo de la Institución, discernir la selección de candidatas para la admisión y proceso de etapas formativas, organizar encuentros de fraternidad, cursos formativos, etc., y editar el boletín propio, órgano de co-municación entre las MESN.

Querida Carmen Mareco, MESN de Argentina, ¿cómo has vivido estos días? ¿Qué implicaron en tu vida cris-tiana y de mujer consagrada?Jamás lo olvidaré lo vivido en este tiempo. Conocí lugares increíbles y emblemáticos que conciernen a la vi-da de este hombre que lo dio todo en su vida por el Jesús que se le mostró solo en soledad de Sagrario. Luego llegó la Asamblea y como antes había tenido una hermosa charla con nues-tra Delegada general que me quitó to-dos mis miedos, la viví paso a paso, con mucho entusiasmo y respeto lo

He admirado la actitud y los ejemplos de servicio y fraterni-dad que hemos vivido en esta Asamblea. Para mí ha supuesto una experiencia de encuentro que nos humaniza, nos fortalece y nos llama a vivir de forma coheren-te, implicándonos en el mundo.

Asunción Arjona (España)

La asamblea me ha llenado

las pilas y he regresado con un

rostro feliz y un corazón agra-

decido. Merece la pena seguir

con alegría a Jesús y servir a

todos como consagradas a so-

lo Jesús solo.Onelia Dorta (España)

Me llevo de estos días una ex-periencia maravillosa y el deseo de seguir trabajando porque la Institución siga creciendo en can-tidad y calidad.

Edith Loor (Ecuador)

Todas las representantes de los diversos países para la VII Asamblea MESN en una visita realizada a la Trapa de Palencia, en Venta de Baños.

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Historias de familia

L a sección de noticias del Boletín Oficial Eclesiástico del Arzobispa-do de Sevilla, publicaba el 27 de

junio de 1907: «El Centro Católico de Huelva, con el beneplácito y ben-dición del Ilmo. Sr. Vicario Capitular de la Diócesis, ha organizado una pe-regrinación a Lourdes». Se anuncia-ba que el viaje se realizaría saliendo de Huelva el 13 de agosto y regresan-do a esta ciudad el 23 o 24. No podía faltar la referencia a los precios; los billetes de ida y vuelta, en tren espe-cial, costaban 160 ptas. si se viajaba en primera clase, 120 si se escogía se-

gunda clase, y 60 ptas. para quienes iban en tercera.

De camino a LourdesEstaba prevista una parada en Zara-goza, para visitar a la Virgen del Pilar en el día de la Asunción y al llegar a Lourdes la expedición onubense coin-cidiría con la Gran Peregrinación Na-cional francesa. La noticia explicaba que se había buscado esta coinciden-cia para poder participar en los actos especiales que se organizaban duran-te la «Nacional», dando cuenta que «sólo durante la procesión del San-

tísimo Sacramento hubo el año pasa-do durante la presencia de la Nacio-nal en Lourdes más de treinta cura-ciones milagrosas».

A través de la prensa conocemos del éxito de esta peregrinación que lle-vó a muchos onubenses hasta la Gru-ta de Lourdes, pues encontramos re-ferencia a ella en varios periódicos. La revista Ilustración Católica. La hormiga de oro en su número de 31 de agosto de 1907 con el título «Peregrinación andaluza al Pilar de Zaragoza y a Lour-des» reproducía una foto del momen-to de la bendición a los peregrinos; de-bajo se podía leer la siguiente crónica: «Presidida por el Cura Párroco Rdo. D. Pedro Román, de la Parroquia de la Inmaculada Concepción de Huelva, se ha realizado felizmente esta peregri-nación, abundando las tiernas notas de una piedad entusiasta y de un fer-vor efusivo de las que guardarán los ro-meros perdurable recuerdo».

Contaba que en todas las estacio-nes de la línea aragonesa salían los ve-cinos a saludar a los romeros y que «dijo uno de los baturricos: Quere-mos mucho a los andaluces porque aquella es la tierra de María Santísi-ma». Se explicaba que una vez en la basílica fueron recibidos por la Co-misión precursora «dándose repeti-dos vivas a España, Huelva y Lour-des». El pie de foto indicaba que «el pendonista señalado con un aspa blan-ca es el del Círculo Católico de Huel-va», aunque la verdad es que en la fo-tografía, pese a tener cierta calidad para ser una imagen de prensa de 1907, no resulta fácil reconocerle.

El primero de muchos viajesEn agosto de 1907 no había nacido El Granito de Arena, de modo que no contamos con una narración de aquel viaje hecha por el que fuera director y principal redactor de aquella publi-cación en esos sus primeros años, pe-ro existen dos datos que nos ofrecen la certeza de que entre aquellos pere-grinos se encontraba el joven arci-preste D. Manuel González.

Así, en la primera edición de la obra de Campos Giles, El Obispo del Sagrario Abandonado, (Palencia 1950, p. 348) podemos leer: «A Lourdes fue dos veces siendo Arcipreste de Huelva. La primera en una peregri-nación salida de Sevilla en agosto de 1907. Luego más tarde volvió a Lour-des con motivo de su viaje a Roma en compañía del Cardenal Almaraz, en diciembre de 1912».

Por otra parte tenemos otro testi-monio de aquella visita que resulta especialmente emocionante, pues por enésima vez se comprueba cómo las almas nobles y santas parecen llama-das a encontrarse e incluso contagiar-se del amor de Dios.

Mateo Crawley-Boevey era un sacerdote de ascendencia inglesa que pertenecía a la Congregación de los Sagrados Corazones, fue el iniciador de la «Obra de la entronización del Sagrado Corazón» y viajó por todo el mundo difundiendo esta devoción. Nacido en Perú, de donde era su ma-dre, residía desde muy joven en Val-paraíso pero sus superiores decidie-ron enviarle a Europa en 1907, con-fiando en que de este modo pudiera recuperar su salud, muy minada a cau-sa de su celo apostólico y de su afán de ayudar a los necesitados. Uno de sus biógrafos, el Prof. Salinas Arane-da, ha escrito: «Una vez en Francia, el 24 de agosto de 1907, un joven sacerdote enfermo y agotado entró en la capilla de las Apariciones de Pa-ray-le-Monial, en el monasterio de la Visitación donde el Corazón de Jesús se había aparecido por primera vez a una desconocida religiosa, santa Mar-garita María de Alacoque. Según cuen-ta el mismo padre Mateo, “allí, me pu-

se a rezar y sentí en mi interior una extraña sacudida. Acababa de recibir la llamada de la gracia, a la vez muy fuerte e infinitamente suave. Cuando me levanté, estaba completamente curado. Entonces, arrodillado en al santuario, absorto en la acción de gra-cias, comprendí lo que Nuestro Se-ñor quería de mí. Aquella misma tar-de, concebí un plan de conquistar el mundo para entregárselo al amor del Corazón de Jesús, casa por casa y fa-milia por familia”».

Con el P. CrawleyPues bien, unos días antes de este su-ceso, este sacerdote residente en Chi-le de viaje por Francia y D. Manuel González en peregrinación desde Huelva, habían coincidido en la Gru-ta de Lourdes. Pasados los años, en septiembre de 1928, este último men-cionaría el providencial encuentro en el prólogo que elaboró para la déci-ma edición del conocido libro de Crawley, Jesús Rey de Amor. Enton-ces, desde la pequeña reproducción de la cueva de la Virgen que los pa-dres Agustinos tenían en Elorrio, el obispo de Málaga, en aquellos días de descanso en Vizcaya, recordaba «aque-lla otra Gruta grande, atrayente y mis-teriosa, como puerto y arsenal que es de la Misericordia de Jesús, ante la cual, hace ya hartos años, quiso Él que usted y yo nos conociéramos y que-dáramos para siempre amigos».

Debieron ser momentos muy es-peciales para ambos pues, al rememo-rarlos en 1928, D. Manuel escribía:

Son muchas las veces que en los escritos de san Manuel González encontramos mención a la «Virgencita blanca», expresión cariñosa que usará para referirse a la imagen de la Inmaculada que se venera en Lourdes desde 1862. Sabemos que, siendo arcipreste de Huelva, llegó allí por primera vez en 1907 y, como recoge Campos Giles, en ocasiones manifestó lo especial que resultó para él aquella visita. Serían muchas las veces que buscó el refugio y la paz de la Gruta «en la que estuvo Ella».

Tocado por «la sonrisa tristede la Virgencita blanca»

D. Manuel visitó por primera vez Lourdes

en una peregrinación en agosto de 1907

Detalle de una tarjeta postal enviada por san Manuel desde la Gruta de Lourdes.

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«la Obra de la Entronización del Co-razón de Jesús en los hogares que tie-ne a usted por inspirador, paladín y apóstol, y la Obra de las Tres Marías y Discípulos de San Juan para com-pañía de los Sagrarios-Calvarios, de la que el AMO me ha hecho prego-nero, van trazando por el mundo dos grandes líneas de fuego y de comba-te por el Rey de Amor. Esas dos Obras, repito, y esas dos líneas ¿no cree us-ted que de un modo o de otro partie-ron de aquella sonrisa triste de la Vir-gencita blanca, de la Madrecita bue-na que a todas horas está mandando a su Hijo Sacramentado que haga mi-lagros de salud en favor de todos los tristes y de tantos enfermos del cuer-po y del alma que tocan aquellas ro-cas, se bañan en aquellas aguas y res-piran aquellos aires de oración, peni-tencia y confianza? ¿No cree usted co-mo yo, que de allí salimos usted para su Chile y yo para mi Huelva llevan-do quizá sin darnos cuenta, la semi-lla de aquellas dos Obras, tan amoro-samente acogidas y enriquecidas por los Papas, tan calurosamente bende-cidas por los Prelados, tan ardiente y rápidamente abrazadas por el pueblo fiel?» (Prólogo a Jesús Rey de Amor, Madrid, 1929).

Tras aquella primera visita a la Gruta, D. Manuel volvería a Lourdes en 1912, pero no en peregrinación junto a sus queridos feligreses de Huelva como estuvo previsto, sino con las personas que, como él, acom-pañaban al arzobispo de Sevilla, D. Enrique Almaraz, a Roma, donde el prelado iba a recibir de manos del pa-pa el capelo cardenalicio. ¿Qué fue

lo que sucedió? Ante el éxito de la peregrinación de 1907, sus organiza-dores (que no eran otros que aquel grupo de «chiflados» en los que tan-to se apoyaba el arcipreste para em-prender sus iniciativas pastorales), decidieron repetir la experiencia y pusieron en marcha la que iba a ser la segunda peregrinación desde Huel-va a Lourdes, que arrancaría el 18 de agosto para poder coincidir de nue-vo con la peregrinación Nacional fran-cesa. Así se anunciaba en El Granito (20 de junio de 1912, n. 112, pp. 8-9), pero a pesar del anuncio, nunca se llevó a cabo.

Una de las causas que determina-ron su suspensión fue precisamente la muerte del principal promotor de la iniciativa, D. Andrés Mora Batane-ro que falleció en Sevilla el 6 de agos-to de 1912. En el mismo número de El Granito que daba cuenta de esta triste noticia y recogía su semblanza, se podía leer este aviso: «por la falta de número suficiente de peregrinos en lo que ha influido no poco la en-fermedad y muerte del que era alma de la peregrinación, se ha suspendi-do la que se proyectaba de Huelva a Zaragoza y Lourdes. Los inscritos en ella que hubieren adelantado dinero, pueden reclamar su devolución» (20 de agosto de 1912, n. 116 , p. 8). Pe-ro seguramente hubo otra razón que influyó en que no se realizara aquel proyecto. Desde el arzobispado de Sevilla se anunciaba una magna pe-regrinación al Pilar para el año 1913 y es posible que muchos de los con-vocados tuvieran que elegir entre asis-tir a una u otra, reduciéndose por es-ta razón el número de los inscritos.

Sin embargo, D. Manuel sí visita-ría Lourdes en 1912. Como se dijo antes, el arcipreste de Huelva fue uno de los invitados en la comitiva que acompañaba al cardenal Almaraz a re-cibir el capelo en Roma y el viaje de retorno a España se organizó pasan-do por ese santo lugar.

De sus sentimientos en aquella vi-

sita al postrarse ante los pies de la Vir-gen dejaría constancia al escribir con-tando el relato del viaje: «Y después de Roma a Lourdes, a presentar a la Virgencita blanca de la Gruta, la Obra de los abandonados Sagrarios de su Hijo. A pedirle, como allí se pide, lu-ces y ampliación de horizontes y fir-meza y rectitud en el obrar. Y premios muy grandes para el generoso Pon-tífice y bendiciones muy largas para los Cardenales intercesores. Y amor, mucho amor activo, abnegado, fino, incansable, ingenioso para las Marías, los Juanes, los Juanitos, sus directo-res, y fidelidad, mucha fidelidad para mí... ¡Qué días más sabrosos aquellos de Lourdes! ¡Qué bien me hizo Ella sentir lo que esperaba de la Obra, lo que pedía para ésta!...» (El Granito de Arena, 5 de enero de 1913, n. 125, p. 8, también en Aunque todos yo no, OO.CC. I, n. 112).

Sin duda D. Manuel había queda-do tocado ante «la sonrisa triste de la Virgencita blanca», a la que siem-pre quiso volver. No sabemos exacta-mente cuántas veces lo hizo, o lo que es lo mismo, en cuántas ocasiones volvió san Manuel González a dar gra-cias a la Inmaculada en aquel lugar. En algún momento habrá que repa-sar los testimonios con los que con-tamos para poder relacionar e ilustrar la historia de todas estas visitas.

Por ejemplo, podemos colegir al leer una crónica realizada para El Gra-nito con fecha 13 de octubre de 1919, que los párrafos «La Pasión impedi-da» y «La Pasión glorificada» del li-bro Qué hace y qué dice el Corazón de Jesús en el Sagrario (OO.CC. I, nn. 448-449) fueron redactados por D. Manuel en Lourdes, a donde se «es-capó» desde San Sebastián.

En aquella ocasión, tras recorrer el monumental Vía Crucis, que toda-vía hoy impresiona a quienes visitan el Santuario, y fijándose en la figura de la Virgen que allí está representa-da en cada una de las estaciones, des-cribió la misión de las Marías ante el

sacrificio de la Pasión de Nuestro Se-ñor (El Granito de Arena, 20 de octu-bre de 1919, n. 290, pp. 453-456).

Y es que, como escribió en esa misma crónica «¡se reza y se pide tan de corazón ante aquella abertura de la roca en donde estuvo Ella!» que no dejó nunca de pedir allí por sus obras pastorales, y también por las personas que se acercaban a ellas. «No la olvido ante la Virgencita blan-ca y le he encargado muchas bendi-ciones para usted y los suyos», escri-bía el 8 de septiembre de 1921 en una tarjeta postal a una María de la pro-

vincia de Cádiz. Seguramente apro-vechando sus estancias en Elorrio, habitualmente durante los últimos días del verano, serían muchas las ocasiones en las que se acercara has-ta la Gruta. Su devoción a la Inmacu-lada de Lourdes le llevó a construir una réplica de la cueva en una de las capillas de la iglesia de San Pedro en Huelva, y era frecuente que usara tar-jetas de ese santuario mariano para felicitar por diversos acontecimien-tos a sus amigos.

Por otro lado también consta que mantuvo contacto con las religiosas de la congregación en la que ingresó Bernardette Soubirous, de modo que seguramente llegó a conocer muy bien todo lo relativo a las apariciones de Lourdes y a su significado.

Traslademos a hoy todo lo rela-cionado con esta devoción de san Ma-

nuel. El papa Francisco precisamen-te en el día de la Virgen de Lourdes del pasado año 2017, promulgaba el Motu proprio Sanctuarium in Ecclesia. Mediante esta norma el pontífice pre-tende potenciar una pastoral de los santuarios como centros propulsores de la nueva evangelización y favore-cer una renovación de la pastoral de la piedad popular y de la peregrina-ción hacia lugares de devoción. La Iglesia proclama la santidad de las per-sonas para que el ejemplo de sus vi-das nos sirva de guía. ¡Cómo aprove-chó san Manuel González aquellos ratos de Gruta! Ojalá aprendamos a acercarnos a estos lugares donde se vive tan especialmente la presencia de Dios, de la Virgen y de los santos, con espíritu reparador y también con ánimo de escuchar hoy su voz.

Aurora Mª López Medina

San Manuel fue en 1912 a presentarle a

la Virgencita blanca de la Gruta la Obra de los

abandonados Sagrarios de su Hijo

¡Se reza y se pide tan de corazón ante aquella

abertura de la roca en donde estuvo Ella!

Una de las imágenes del Vía Crucis de Lourdes. Foto: Mentnafunangann.

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Herederos de un carisma

A firma el decreto conciliar Apos-tolicam actuositatem sobre el apostolado de los laicos que «las

asociaciones no son un fin en sí mis-mas, sino que han de servir a la mi-sión que la Iglesia debe cumplir en el mundo; su eficacia apostólica depen-de de la conformidad con los fines de la Iglesia y del testimonio cristiano del espíritu evangélico de cada uno de sus miembros y de toda la asocia-ción» (n. 19).

Las asociaciones como signoSin la menor duda puede afirmarse que uno de los signos de nuestro tiem-po es el aumento de las relaciones so-ciales. El hombre contemporáneo multiplica su pertenencia a grupos, asociaciones, movimientos, organi-zaciones e instituciones varias cada día en mayor número, al mismo tiem-po que surgen continuamente nue-vas formas asociativas y comunitarias a distintos niveles.

Las diversas formas asociadas pue-den representar para muchas perso-nas una ayuda preciosa para llevar una vida cristiana coherente con las exi-gencias del Evangelio y para compro-meterse en una acción misionera y apostólica. «La incidencia “cultural”, que es fuente y estímulo, pero tam-bién fruto y signo de cualquier trans-formación del ambiente y de la socie-

dad, puede realizarse, no tanto con la labor de un individuo, como con el trabajo de un “sujeto social”, o sea, de un grupo, de una asociación, de un movimiento» (Christifideles laici, 29.).

También el Código de derecho ca-nónico expresa la estima por el hecho asociativo en la Iglesia y lo recomien-da vivamente a todos. Los fieles laicos han de tener en gran estima las aso-ciaciones que se constituyen para los fines espirituales enumerados en el can. 298, sobre todo aquellas que tra-tan de informar de espíritu cristiano el orden temporal, y fomentan así una más íntima unión entre la fe y la vida.

«Uno de los frutos de la doctri-na de la Iglesia como comunión en estos últimos años ha sido la toma de conciencia de que sus diversos miembros pueden y deben aunar es-fuerzos, en actitud de colaboración e intercambio de dones, con el fin de participar más eficazmente en la mi-sión eclesial. De este modo se con-tribuye a presentar una imagen más articulada y completa de la Iglesia, a la vez que resulta más fácil dar res-puestas a los grandes retos de nues-tro tiempo con la aportación coral de los diferentes dones» (Vita con-secrata, 54).

También el papa Francisco se ha-ce eco de esta corriente en la vida de la Iglesia: «Los movimientos y otras

formas de asociación son una rique-za de la Iglesia que el Espíritu suscita para evangelizar todos los ambientes y sectores. Muchas veces aportan un nuevo fervor evangelizador y una ca-pacidad de diálogo con el mundo que renuevan a la Iglesia» (Evangelii Gau-dium, 29).

El Espíritu pide la palabraNadie, duda hoy de la existencia de diversos movimientos, asociaciones, Institutos, que con sus diversos do-nes y carismas contribuyen al bien de la sociedad y de la Iglesia. Dirigién-dose a los participantes al Congreso mundial de los movimientos eclesia-les organizado por el dicasterio para los laicos en mayo de 1998 Joseph Ratzinger señalaba: «E improvisada-mente surge algo que nadie había pro-yectado. El Espíritu Santo, por decir-lo así, había pedido de nuevo la pala-bra. Y en hombres y mujeres jóvenes, sin “quizás” o “peros”, sin subterfu-gios o excusas, reflorecía la fe, vivida en su integridad como don, como un regalo precioso que da vida».

La Familia Eucarística Reparado-ra a lo largo de los años ha tenido la gracia de vivir y experimentar esta realidad tan significativa que está acon-teciendo hoy en la Iglesia. ¿Quiénes formamos esta Familia?• Unión Eucarística Reparadora: Ma-

rías de los Sagrarios y Discípulos de San Juan; Juventud Eucarística Re-paradora; Reparación Infantil Eu-carística

• Misioneros Eucarísticos Diocesa-nos

• Misioneras Eucarísticas Seglares de Nazaret

• Misioneras Eucarísticas de Nazaret

En estas reflexiones hemos ido seña-lando y delineando el proyecto fun-dacional de nuestro Padre y el conse-cuente desarrollo del mismo. En es-te florecimiento fecundo de nuevas vidas asociadas que el Espíritu Santo ha suscitado en la Iglesia en los últi-mos tiempos, ¿dónde nos encontra-mos nosotros como Familia Eucarís-tica Reparadora?

Somos conscientes que en nues-tro caminar no faltan dificultades, al-gunas de ellas dolorosas. No es de ex-trañar que la adaptación a nuevas for-mas y presencias encuentre proble-mas para abrirse camino. Hay de eso, y también de la experiencia de un tiempo de gracia que nos acompaña e ilumina para seguir comunicando «lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros propios ojos, lo que contemplamos y palparon nues-tras manos [...] y se nos manifestó» (1Jn 1,1-2).

No podemos olvidar tampoco que las relaciones se establecen sobre lo que une, no sobre lo que separa. La misión, llama a la comunión. Cristo Eucaristía nos convoca a todos y nos llama a todos a trabajar en su viña. Desde esta perspectiva no pueden ser dificultades las diferencias que pro-vienen de cada vocación personal o de los dones que cada uno posee, o de los diferentes modos de servicio a la misión, sino que se valoran como riqueza en el conjunto de la misión compartida.

Desde la propia vocaciónCada una de estas ramas, desde su vo-cación particular ha sido llamada a vi-vir el carisma eucarístico reparador. Unidos por un mismo ideal cada gru-

po está determi-nado por unas pau-tas concretas, según consta en las normas aprobadas por la Iglesia para cada una de ellas.

Y si unimos las fuerzas, ¿no será mayor la riqueza? En torno al caris-ma y al proyecto fundacional quere-mos caminar juntos con verdadera pasión por anunciar la Vida que bro-ta de la Eucaristía, vivir el agradeci-miento, que es siempre el motor de la reparación y dar una respuesta con nuestra entrega a los abandonados de nuestra historia. Se trata de dar for-ma reconocible al rostro del Cristo Eucarístico con nuestra vida y misión.

¿Es posible un reconocimiento eclesial oficial de la Familia carismá-tica? El Código de Derecho Canónico no tiene una figura o modelo para el reconocimiento jurídico de todo el conjunto de las Familias carismáticas. Se aconseja que el órgano represen-tativo de la Familia solicite la aproba-ción de los Estatutos o Carta de Iden-tidad de la Familia ante la Congrega-ción para los Institutos de Vida Con-sagrada y, simultáneamente, ante el Consejo Pontificio para los Laicos.

Estas aprobaciones

nuestra Familia ya las tiene. No perdamos la esperanza y la ilusión por seguir sembrando y cons-truyendo juntos.

El papa Francisco afirmó que «la novedad de vuestras experiencias no consiste en los métodos y en las for-mas, por importantes que sean, sino en la disposición a responder con re-novado entusiasmo a la llamada del Señor: es esta valentía evangélica la que permitió el nacimiento de vues-tros movimientos y nuevas comuni-dades. Si se defienden las formas y los métodos por sí mismos, se convier-ten en ideológicos, alejados de la rea-lidad que está en continua evolución; cerrados a la novedad del Espíritu, terminarán por sofocar el carisma mis-mo que los ha generado. Es preciso volver siempre a las fuentes de los ca-rismas, y reencontraréis el impulso para afrontar los desafíos» (Discurso a los participantes en el III Congreso Mundial de los Movimientos Eclesiales y las Nuevas Comunidades, 22 de no-viembre de 2014).

Mª Teresa Castelló Torres, m.e.n.

La llamada del Concilio Vaticano II a todos los bautizados a participar en la misión evangelizadora de la Iglesia ha producido en el interior de esta un dinamismo que se proyecta en diversos frentes, los cuales, a su vez, quedan influidos unos por otros. El Concilio, atento a los signos de los tiempos, supo leer esta realidad que el Espíritu estaba promoviendo en la Iglesia, le proporcionó un cauce doctrinal bien fundamentado y le reconoció su carta de ciudadanía en la Iglesia.

¿Somos familia carismática?

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E l Capítulo general de toda con-gregación religiosa, tal como lo expresan las Constituciones de

las M.E.N., «es un acontecimiento eclesial que trasciende los límites y el sentido de cualquier asamblea huma-na. Es la suprema autoridad electiva y normativa de la congregación en forma colegial. Representa a todo el Instituto y ha de expresar la partici-pación de cada uno de sus miembros, siendo un verdadero signo de uni-dad» (art. 123).

Duración y representantesSe celebra cada seis años y en él deben tener participación representantes de todos los países donde se encuentra establecida la congregación. Asisten también al capítulo las hermanas que conforman el gobierno actual (supe-riora general y consejeras), la ecóno-ma y la secretaria. No está determina-da una duración para esta asamblea tan importante. Solo se establece la fe-cha de inicio. El último duró 11 días, comenzando el 29 de mayo de 2012.

La convocatoria para un Capítu-lo se realiza con no menos de cuatro meses de anticipación ya que se de-ben realizar una serie de trabajos pre-capitulares en los que participan to-das las hermanas y comunidades. En esta ocasión, fundamentalmente se

han estudiado las Constituciones, ya que el asunto más importante que se tratará será la renovación de las mis-mas. Una vez consensuado y aproba-do el nuevo texto se debe enviar a Ro-ma para su estudio y posterior apro-bación por parte de la Congregación para los Institutos de Vida Consagra-da y las Sociedades de Vida Apostó-lica (CIVCSVA).

Durante el Capítulo general, ade-más, se realiza la elección del gobier-no de la congregación para el siguien-te sexenio (superiora general y cua-tro consejeras).

El actual Gobierno también ha ofrecido un lema que orienta los tra-bajos previos y la celebración propia-mente dicha. En esta ocasión el pasa-je sugerido es: «Reaviva el don de Dios que hay en ti» (2Tim 1,6), un texto sumamente adecuado para un tiempo en el que es indispensable tra-bajar con fidelidad creativa, tal como lo pedía san Juan Pablo II en su ex-hortación apostólica Vita consecrata. A partir de este lema se ha realizado un cartel y un logo que acompañarán los trabajos capitulares.

Ejercicios espiritualesSi bien el Capítulo propiamente di-cho comienza el día 13 de junio, del 3 al 12 del mismo mes las capitulares

realizarán ejercicios espirituales de ocho días completos, para disponer su mente y sus corazones al Espíritu que quiere orientarlas en los días si-guientes. En esta ocasión serán dirigi-dos por el P. Luis Mª Aparicio, s.j. Tan-to los ejercicios como el Capítulo pro-piamente dicho se realizarán en Pa-lencia, en la casa Santa María de Na-zaret de las Misioneras Eucarísticas.

Más allá de ser un evento congre-gacional, el Capítulo general es un tiempo de gracia para toda la Familia Eucarística Reparadora y en el que todos pueden participar uniéndose con la oración. En el Blog Eucarísti-co (noticias.uner.org) es posible se-guir los acontecimientos más relevan-tes de este encuentro.

XII Capítulo general de las Misioneras Eucarísticas

Para reavivar el don de Dios que habita en nuestros corazones

El próximo 13 de junio dará comienzo el XII Capítulo general de las Misioneras Eucarísticas de Nazaret. Como dinamizadoras y animadoras del trabajo que realiza la Familia Eucarística Reparadora en todo el mundo, es este un acontecimiento de especial relevancia para todos los miembros de la FER.

Simbolismo eucarísticoEl cartel del XII Capítulo general de las Misioneras Eucarísticas de Naza-ret está dominado por colores cáli-dos y luminosos, que invitan a la con-fianza y la alegría. Al igual que el lo-go, tiene un simbolismo eucarístico en la parte superior izquierda, que es el que llena de luz la composición completa.

Escribe san Manuel en su libro Qué hace y qué dice el Corazón de Je-sús en el Sagrario, «yo ya miro al Sa-grado Corazón de Jesús en el Sagra-rio como un sol que irradia luz, calor y vida del cielo en torno suyo en una gran extensión, como un manantial de agua medicinal siempre corriente en muchas direcciones, como un de-

licioso jardín esparciendo siempre los aromas más exquisitos». Es este sol el que guía nuestros pasos como con-gregación y como miembros de esta Familia Eucarística Reparadora.

La luz que emana la Eucaristía se expande por todo el mundo, no de-jando ningún hueco en tinieblas. Tal es nuestra misión eucarística repara-dora: llegar a todos los rincones don-de sintamos que aún no se ha caído en la cuenta de la cercanía amorosa de Dios que jamás se separa de nues-tro lado. Esta luz, por otra parte, no ciega ni lastima, es luz que sabe adap-tarse a las necesidades y a la situación de cada persona (adquiriendo, como puede verse, tonalidades distintas, sin perder su esencia).

Son de san Manuel las palabras es-critas en la parte derecha del cartel, ya que, dado que se realizará un tra-bajo serio y profundo de renovación de las Constituciones, se busca princi-palmente mantenerse fiel al carisma recibido. Carisma, es decir, don, re-galo, que todos los miembros de la FER hemos recibido y que nos lleva a dar respuestas nuevas a las situacio-nes de abandono que día a día encon-tramos a nuestro paso. Reavivar este don, tal como reza el lema, no impli-

ca empezar de cero sino seguir cami-nando con la mirada fija en ese Sol que ilumina y da vida, que orienta y muestra el sendero.

Con las manos hacia DiosEl logo, por su parte, con una gran sencillez de líneas y formas geomé-tricas, muestra la que debe ser nues-tra actitud frente a este don que hay en nuestros corazones. «Suba mi oración como incienso en tu presen-cia, el alzar de mis manos como ofren-da de la tarde» proclama el salmis-ta (Sal 141,2). Como él, cada una de las hermanas de la congregación que-remos elevar nuestras manos y nues-tras voces como un canto de alaban-za y gratitud, de súplica humilde y gozosa.

Los colores del logo, una vez más, son vecinos en la escala cromática. Esto quiere significar que quien se acerca a la Eucaristía es moldeado im-perceptiblemente por el amor que de allí brota. Es este sol el que nos con-figura, nos hace semejantes a él y nos invita, irresistiblemente, a hacernos luz para los demás. «Yo soy la luz del mundo... Vosotros sois la luz del mun-do» (Jn 8,12; Mt 5,14).

Todas las hermanas queremos unir nuestras manos, nuestros corazones y nuestras vidas para hacer realidad el sueño de san Manuel: eucaristizar el mundo, es decir, llevar a todas las personas la luz, el gozo y la paz que trae quien ha querido quedarse para siempre entre nosotros en las humil-des especies de pan y vino.

Mónica M. Yuan Cordiviola, m.e.n.

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Palabras de santo

N uestro autor comenzó a escri-bir esta serie de reflexiones so-bre la oración en 1926, y se

fueron publicando periódicamente en la revista El Granito de Arena has-ta 1930, año en que apareció la pri-mera edición del libro, con el título Oremos en el Sagrario como se oraba en el Evangelio.

Tres son las palabras clave en las que se centra este libro: oración, Eu-

caristía y Evangelio. Como dice la «Introducción» de las Obras comple-tas: «son los tres hilos de oro que trenzan el contenido de la presente obra de don Manuel. Se diría que son su tema monocorde de siempre. Y sin embargo, esas páginas llevan el doble timbre de novedad y originalidad in-confundibles. Es la oración evangéli-ca del Padrenuestro la que vertebra toda la exposición, a base del comen-

tario espiritual y teológico de cada petición. El triple acento de la obra: teresiano, ignaciano y agustiniano, si-túa al autor en lo vivo de la tradición espiritual cristiana» (OO.CC. I, pp. 775-776).

Estas reflexiones fueron pensadas por don Manuel en continuidad a otros de sus escritos. Así lo expresa al comenzar la nueva sección de El Gra-nito: «La aceptación que no sólo en-tre las Marías sino entre toda clase de almas eucarísticas ha querido el Amo que tenga mi librito Mi Comunión de María con preparaciones y acciones de gracias para la Comunión de cada día, y Qué hace y qué dice el Corazón de Jesús en el Sagrario con modos y ga-

nas de hacerle visitas jugosas, me mue-ve a comenzar otra serie de articuli-tos o cuadros exponiendo modos de orar basados como los primeros en el Santo Evangelio y dirigidos a hacer de la oración ante el Sagrario el pun-to de partida de una piedad sólida, efusiva y eficazmente santificadora. La serie, pues, que hoy comienzo ver-sará sobre un tema único: Oremos ante el Sagrario como se oraba en el Evangelio. Es decir, que pretendo, más que con lecciones teóricas, con cua-dros históricos, lo más vivamente que pueda descritos, enseñar y ayudar a orar cómo se oraba en el Evangelio y como se obtenía fruto cierto» (El Granito de Arena, 20 de marzo de 1926, n. 440, p. 170). Con palabras simila-res redactará también la introducción del libro, cuatro años después.

Escuela de oraciónEl libro está formado por una «Intro-ducción del autor» (escrita en 1930), unas palabras para la segunda edición (1939), catorce capítulos, un epílo-go y un apéndice. En la 5ª edición (1975), se agrega una presentación de D. Andrés Molina Prieto, donde, entre otras cosas, afirma: «la lección de don Manuel González es diáfana: Para orar, el mejor libro es el Evange-lio, la mejor fórmula el Padrenuestro, la mejor escuela el Sagrario. En el pre-sente libro se nos revelan todas las grandezas del Padrenuestro como programa y síntesis de espiritualidad.Oremos… es una invitación irresisti-ble para orar como el Señor quiere, respondiendo así al mandato divino, y ejerciendo el sacerdocio conferido por el bautismo, como nos recuerda el Concilio. Al abrir el Evangelio an-

te el Sagrario para orar aquí como se oraba allí, buscamos sobre todo iden-tificarnos con Cristo configurándo-nos con Él (cf. Flp 3,10)».

Al aparecer la primera edición, las páginas de El Granito lo anunciaban con estas palabras: «Recién editado. Oremos ante el Sagrario como se oraba en el Evangelio, por el Excmo. Sr. Obis-po de Málaga. Dos pesetas, más el cer-tificado. ¿No tiene usted quizás ideas claras sobre la oración? Lea Oremos… ¿Desea admirar bellas escenas del Evangelio? Lea Oremos… ¿Se le ha-ce dificultosa la oración? Lea Ore-mos… ¿Cómo se ha de orar ante Je-sús Sacramentado? Como oraban los protagonistas de muchas escenas evan-gélicas. ¿No sabe aún cómo oraban? Es porque no ha pedido el libro Ore-mos… a la Administración de El Gra-nito de Arena en Málaga» (20 de ma-yo de 1930, n. 544, p. 305).

Y pronto resonaron también algu-nos ecos de sus lectores: «De la Re-vista Eucarística del Clero. Librito en-cuadernado en tela negra con títulos en oro […] Trabajo… ¿de quién? ¡Del Sr. Obispo de Málaga! ¡Ah!, sí, ¡del Fundador de las Marías de los Sagra-rios, del Arcipreste y Prelado eucarís-tico, del escritor sacramental sin par en nuestra España en estos tiempos! […] comentarios regaladísimos y aplicaciones afinadísimas y finísimas, siempre en un estilo originalísimo, gráfico, vivo, variado» (El Granito de Arena, 5/9/1930, n. 551, p. 442).

Agotada la primera edición con-tinuaron otras, hasta llegar en la ac-tualidad a siete (1930, 1939, 1946, 1955, 1975, 1985, 1998), además de formar parte del primer tomo de las Obras completas (nn. 891-1141). Por

otra parte, «tanta resonancia tuvo es-te libro en la literatura ascética euca-rística que, en 1934, apareció la pri-mera edición italiana debida a la doc-ta pluma del sacerdote de Vicenza y párroco de San Martino Alfieri, don Silvio Conti, quien respetó el expre-sivo título original, traducido así a la dulce lengua de Dante: Preghiamo da-vanti al Tabernacolo come si pregava nel Vangelo (Vicenza, Società Anoni-ma Tipografica fra Cattolici Vicenti-ni)» (A. Molina Prieto, «Present. a la 5ª edición»).

Un impulso del corazónEn las páginas de este libro, además de los diversos personajes bíblicos en los que basa sus comentarios, don Manuel cita a muchos santos. Quie-nes lo han estudiado en profundidad dicen que en sus reflexiones hay una particular influencia de santa Teresa, san Ignacio y san Agustín: «la obra termina con un rico apéndice donde se recogen bellísimas sentencias so-

A las profundas enseñanzas de espiritualidad eucarística que nos transmite san Manuel en sus escritos, como por ejemplo reflexionar acerca de qué hace, qué dice, cómo calla Jesús en el Evangelio y en la Eucaristía, se agrega en Oremos en el Sagrario como se oraba en el Evangelio, que hoy comentaremos, un matiz muy especial: cómo ora y cómo nos enseña a orar.

El Padrenuestro«Sepámoslo bien: El Evangelio, como el Sagrario, es Jesús orando, Je-sús pidiendo a su Padre y a sus hermanos, Jesús Hostia en diálogo per-petuo de amor. Si el Evangelio es una oración, el Padrenuestro, que es la oración perfecta y ejemplar, es la síntesis del Evangelio, como su ín-dice, hecho por mano divina. Si la palabra de Dios es semilla, en el Pa-drenuestro está como en semilla, con toda la fecundidad misteriosa de la semilla, todo el Evangelio y la prolongación de éste por la Euca-ristía y por la Iglesia. En las solas dos palabras Padre nuestro está la se-milla de toda la doctrina dogmática y moral de Jesús, y en las siete pe-ticiones están los siete capítulos en que se desarrolla toda la obra de Jesús, de su Eucaristía y de su Iglesia.

¿Qué otra cosa hizo y sigue haciendo Jesús que santificar el nom-bre de su Padre, estableciendo su reino, cumpliendo y enseñando a cumplir su voluntad, allanando y quitando todos los obstáculos de aquel fin sumo, como la preocupación de los bienes terrenales, el pe-cado, la tentación y toda clase de mal? Si no pareciera atrevimiento hablar de programa de Jesús, yo diría que el programa de su vida mortal en Palestina, gloriosa en el cielo, eucarística en los Sagrarios de la tierra y mística en la Iglesia y en las almas, es el pedir y obrar y enseñar a obrar y pedir conforme al Padrenuestro. La fórmula eter-na y divina de toda oración buena y eficaz».

San Manuel González, Oremos…, en OO.CC. I, nn. 902 y 903

Para aprender a orar de corazón

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El Evangelio a la lámpara del Sagrario

da la Eucaristía para ser comida unas veces, las menos, y despreciada otras, las más, tienen tres grandes puntos de vista: el huerto de Getsemaní, el corredor del patio de Caifás y la ci-ma del Calvario. ¡Qué fatídicamen-te bien se ve desde esos tres puntos la suerte que espera en el mundo al mayor Amor de la Eucaristía! Des-de Getsemaní se le ve abandonado; desde el patio de Caifás, negado; des-de el Calvario, crucificado y malde-cido! ¡Triste suerte la del mayor Amor sobre la tierra de los hijos de los hom-bres!... Jesús definió el mayor amor

entre los hombres el de aquel que da su vida por sus amigos. La Eucaris-tía es un amor mucho mayor, infini-tamente mayor que el mayor amor entre los hombres. Eucaristía es dar la vida por los amigos y por los ene-migos, no una vez sino innumerables veces. Jesús, Maestro mío, ¿me per-mites alargar tu definición del ma-yor amor? Tú dijiste: «Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos...», a no ser el que ha inventado la Eucaristía para darla to-dos los días y todas las horas por sus enemigos ¡hasta la consumación de los siglos! ¡Éste sí que es el mayor amor perpetuado en una locura!» (OO.CC. I, nn. 475-476).

Domingo 10 de junioDomingo X Tiempo Ordinario. Mc 3,20-35: Satanás está perdido«De modo que, ¿queréis de verdad salvar vuestra alma y ser santos? Pues mirad a qué se reduce todo: a santi-ficar el minuto presente con el cum-plimiento de la voluntad de Dios. Mirad si esto es fácil y cómodo; no hay que preocuparse de lo que se ha-rá mañana o luego, basta con que os ocupéis del minuto presente. ¿Qué me pide Dios en este minuto? ¿Es-cribir? Pues escribiendo bien me voy salvando y haciendo santo. ¿Orar? ¿Leer? ¿Comer? ¿Pasear? ¿Recrear-me? Pues orando, leyendo, comien-do, paseando y recreándome bien, en ese minuto voy por buen camino. ¿Que eso es muy poco? Pues ahí de la utilidad de saber sumar; cada mi-nuto en sí mismo bien poca cosa es» (OO.CC. II, n. 3539).

Domingo 17 de junioXI del Tiempo OrdinarioMc 4,26-34: Es la semilla más pequeña y se hace más alta que las demás hortalizas«Todos sembradores. Sí, ninguno se exima de esa ley, de hacer un poqui-to más bueno a todo el que pase por su lado, singularmente a los peque-ñuelos, el clérigo y el seglar, el alto y el bajo, el ocupado y el desocupado, todo el que tenga en su pecho un co-razón cristiano, que con eso basta pa-ra llegar a maestro en el oficio de sem-bradores de granitos de mostaza» (OO.CC. II, n. 4442).

Domingo 24 de junioNatividad de San Juan Bautista. Lc 1,57-66. 80: Juan es su nombre«Su primera aparición la hará en las riberas casi desiertas del Jordán, en-tre un grupo de pescadores y peniten-tes pidiendo al austero Juan Bautista, vestido de pieles, que lo bautice, co-mo a uno de tantos y después desa-parece para sepultarse cuarenta días en la soledad del desierto. Y cuando de él sale, ¡qué misterio tan atrayen-te encierra ese pasar por la misma ri-bera dos días consecutivos! ¿De dón-de viene Jesús solo? ¿A dónde va? ¿Qué busca? ¡Su Obra! Está comen-zando su conquista del mundo. Pero no al estilo nuestro, sino al suyo, al que sigue usando en su vida de Hos-tia oculta y callada. ¡Conquistador, no matando ni asustando, ni deslum-brando, ni coaccionando, sino atra-yendo por la humildad y el amor!» (OO.CC. I, n. 254).Recopilación: Sergio Pérez Baena, Pbro.

«Orar es hablar de amistad con quien sabemos nos ama», afirmaba santa Teresa de Jesús. Parece una fórmula sencilla –hablar, ¡y con un amigo!– pero no siempre se piensa en la oración con tal simplicidad. San Manuel lo comprendió así e invitó a hacerlo asiduamente, sobre todo a la luz de la lámpara del Sagrario. Hablando con este amigo, escuchando en su Palabra viva en la Biblia, podemos estar a solas con quien nos ama hasta el extremo.

Domingo 3 de junioCorpus Christi. Mc 14,12-16.22-26: Dice Jesús: «Esto es mi cuerpo, esta es mi sangre»«El Cenáculo, cuando en él se instituye y se da de comer por vez primera la Sagrada Eucaristía, como el Sagrario en que se guar-

Con oído atento y corazón disponiblebre la oración espigadas en la gran Reforma-dora del Carmelo. El influjo de Iñigo de Lo-yola late en el trasfondo del libro: crecer cons-tantemente en el íntimo conocimiento de Je-sucristo para inflamarse en su amor y alen-tarse a su perfecta imitación y seguimiento. En cuanto a la inspiración agustiniana, es pa-tente en varias citas, pero se respira también en un clima de piedad personal que nos ha-ce evocar al santo Doctor de Hipona» (A. Molina Prieto). Además, encontramos pen-samientos de muchos otros santos, como san Juan Damasceno, santa Teresita del Niño Je-sús, san Cipriano, santo Tomás de Aquino, san Juan Crisóstomo, san Ambrosio, san Juan de la Cruz, santa Inés, san Jerónimo, san Pa-blo de la Cruz... ¡Cuánta riqueza y diversi-dad de maestros de oración reunidos en un solo libro!

Una última consideración que podría-mos hacer antes de invitar a su lectura, es poner de relieve dos notas de la espirituali-dad de san Manuel muy presentes en estas páginas: las dimensiones eucarístico–trini-taria y eucarístico–mariana. Jesús ora al Pa-dre (y nos enseña a decir «Padre») en la unidad del Espíritu Santo: «Señor, infinita-mente más afortunados somos nosotros que los gentiles del Evangelio; sabemos que mi-rando la Hostia consagrada te vemos, te oí-mos, te sentimos presente, y viviendo en Ti, amándote y siendo amados por Ti, a nues-tro Padre Dios en unidad con el Espíritu Santo Dios... ¡Padre nuestro, que tu nom-bre sea santificado por el conocimiento, el amor y la glorificación de tu Hijo vivo en la Hostia consagrada!» (OO.CC. I, n. 983).

Finalmente, y como es también habitual en los escritos de nuestro autor, no puede fal-tar la maternal presencia de María, mujer eu-carística, maestra de vida interior. A Ella van dedicadas bellísimas jaculatorias al final de algunos apartados, y todo el epílogo. Y a Ella también nosotros le decimos, con palabras de nuestro querido santo: «Inmaculada Me-diadora de Dios y de los hombres, que el Pa-dre Dios, el Hijo Dios y el Espíritu Santo Dios reciban la mayor gloria, y tus hijos, los hom-bres, la mayor paz orando ante tu Jesús en el Sagrario como se oraba en el Evangelio» (OO.CC. I, n. 1140).

Mª Andrea Chacón Dalinger, m.e.n.

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«Nacimiento de san Juan Bautista», Tintoretto, 1550. The State Hermitage MuseumSan Petersburgo (Rusia).

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Orar con el obispo del Sagrario abandonado

S í, hermanos y hermanas, Dios elige lo pobre, lo débil, lo inútil, lo que no cuenta a los ojos hu-

manos, para llevar adelante las gran-des transformaciones que el Espíri-tu Santo ha suscitado en la historia de la Iglesia.

Es la obra maravillosa que el Es-píritu de Dios puso en marcha a tra-vés de la experiencia mística de san-ta Margarita María de Alacoque (1647-1690): la devoción al Sagrado Cora-zón de Jesús. Esta devoción nos aden-tra en las entrañas mismas del Cora-zón de Cristo, nos recuerda los infi-nitos beneficios de su entrega por no-sotros, nos hace vivir sedientos del agua viva que brota del Corazón abier-to de Cristo en la Cruz.

Ese costado abierto es fuente di-vina de una inagotable abundancia de gracias, costado abierto que dio nacimiento a la Iglesia, esposa de Cris-to, santa e inmaculada, costado abier-to que nos introduce en el amor eter-no que el Padre y el Hijo mantienen e irradian desde la eternidad, costa-do abierto que es consuelo para los tristes, alivio para los agobiados, des-canso para los cansados, perdón pa-ra los pecadores, reconciliación para los enfrentados, comunión para los divididos, paz para los enemigos.

Sí, el Sagrado Corazón de Jesús nos atrae como un poderoso imán, nos abrasa en su fuego de amor, nos purifica con su acción transformado-ra, nos sella en su alianza nueva, nos une a Él con su amistad permanente. Que este tiempo de adoración euca-rística, por intercesión de santa Mar-

garita María de Alacoque, sea un es-pacio orante donde el Espíritu Santo infunda en nuestros corazones el mis-mo espíritu con que el Señor enrique-ció e iluminó a esta santa, para que lleguemos a un conocimiento pro-fundo del misterio incomparable del amor de Cristo. En sencillez y humil-dad, postrados a los pies de nuestro Amo y Servidor, Jesucristo, Pan de Vida, dejemos que nos alcance su ple-nitud humana y divina, para llegar a ser todo en Dios.

Oración inicialOh Dios, Padre de misericordia, que nos has escogido desde el abismo de nuestra pequeñez e ignorancia, sien-do pobres de espíritu y mendigos de tu amor, haz que el Espíritu Santo de-rrame en nosotros el infinito amor que procede de ti y de tu Hijo, para que tú puedas llevar a cabo en noso-tros obras grandes y adquiramos, por tu gracia, los mismos sentimientos que Cristo Jesús. PNSJ.

Escuchamos la Palabra«Y si no, fijaos en vuestra asamblea, hermanos: no hay en ella muchos sa-bios en lo humano, ni muchos pode-rosos, ni muchos aristócratas; sino que, lo necio del mundo lo ha esco-gido Dios para humillar a los sabios, y lo débil del mundo lo ha escogido Dios para humillar lo poderoso. Aún más, ha escogido la gente baja del mundo, lo despreciable, lo que no cuenta, para anular a lo que cuenta, de modo que nadie pueda gloriarse en presencia del Señor. A él se debe

que vosotros estéis en Cristo Jesús, el cual se ha hecho para nosotros sabi-duría de parte de Dios, justicia, san-tificación y redención. Y así –como está escrito–: el que se gloríe, que se gloríe en el Señor» (1Co 1,26-31).

MeditaciónSan Pablo, en esta primera carta a los Corintios nos muestra esta paradoja: la fuerza en la debilidad, la sabiduría en la necedad, la nobleza en lo que desprecia el mundo.

Los destinatarios de esta carta se ven aleccionados por estas palabras del apóstol de los gentiles. Ellos son gente socialmente sin importancia. A ellos los ha llamado y elegido Dios para confundir a los fuertes, a los sa-bios, a los poderosos. Porque ser cris-tiano es ser una nueva creación, es ser de Cristo: fuerza de Dios y sabi-duría de Dios.

En su libro Nuestro barro san Ma-nuel González describe con todo de-talle la ignorancia, torpeza, pequeñez y pobreza de espíritu de santa Mar-garita María de Alacoque. Su falta de talento, inteligencia, autoridad, pres-tigio, firmeza, es el ámbito humano del cual se ha servido el Señor para seducirla, conquistarla, envolverla en luz para que fuera el instrumento di-vino que expandiera el amor al Sagra-do Corazón de Jesús.

En la fiesta de san Juan Evangelis-ta (27 de diciembre de 1673), san-ta Margarita, estando en oración, an-te el Santísimo Sacramento, vivió, por gracia divina, la experiencia de ser asociada a la íntima amistad con Cris-to, al igual que el discípulo amado se recostó en el pecho de Jesús en la úl-tima Cena: «Me hizo reposar muy largo tiempo en su pecho divino, en el cual me descubrió todas las mara-

villas de su amor y los secretos inex-plicables de su corazón sagrado, que hasta entonces me había tenido siem-pre ocultos. He aquí cómo me pare-ce hacer sucedido esto: Él me dijo: “Mi divino corazón está tan apasio-nado de amor por los hombres, y por ti en particular, que no pudiendo ya contener en sí mismo las llamas de su caridad ardiente, le es preciso co-municarlas por su medio, y manifes-tarse a todos para enriquecerlos con los preciosos tesoros que te descu-bro, y los cuales contienen las gracias santificantes y saludables necesarias para separarlos del abismo de perdi-ción. Te he elegido como un abismo de indignidad y de ignorancia, a fin de que sea todo obra mía”. Me pidió después el corazón y yo le supliqué que lo tomase. Lo cogió e introdujo en su corazón adorable, en el cual me lo mostró como un pequeño átomo,

1Co 1,27

«Si miramos a Margarita María, que fue encargada de una gran misión, la de dar a conocer al mundo entero el amor del Corazón divino y enseñar a los hombres esta devoción salvadora; si miramos digo, a Margarita María, sólo veremos una de las obras maestras de la miseria humana» (OO.CC. III, n. 3185).

Letanía al Sagrado Corazón de JesúsRespondemos: Señor, escucha y ten piedad

Corazón de Jesús que naciste pobre en Belén.Corazón de Jesús que crecías en sabiduría y gracia.Corazón de Jesús, que te ocupabas de las cosas

del Padre.Corazón de Jesús, manantial que sacia la sed.Corazón de Jesús, palabra eterna del Padre.Corazón de Jesús, fuente de Agua Viva.Corazón de Jesús, sangre derramada por muchos.Corazón de Jesús, que nos has amado hasta el extremo.Corazón de Jesús, Costado abierto del Buen Pastor.Corazón de Jesús, ventana abierta

al Misterio Trinitario.

Corazón de Jesús, puerta abierta a la interioridad de Cristo.

Corazón de Jesús, que nos llamas a una vida santa.Corazón de Jesús, nuevo camino

que nos lleva al Padre.Corazón de Jesús, eterna verdad de un Dios humanado.Corazón de Jesús, Vida eterna

que se da en alimento a sus amigos.Corazón de Jesús, verdad plena

que habla con donación total.Corazón de Jesús, que creas comunión

entre tus discípulos.

«Lo necio del mundo lo ha escogido Dios para humillar a los sabios»

292828

«Aparición del sagrado Corazón de Jesús a santa Margarita de Alacoque». Francisco Sánchez. Templo de San Hipólito, México.

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En el Conocimiento inútil, libro publicado por el filósofo francés J.F. Revel en el lejano 1988, puede leerse: «La primera de todas las fuerzas que dirigen el mundo es la mentira». Hoy traduciríamos como «postverdad», neologismo inventado para dar por verdadero lo que es únicamente una mentira encubierta. Sencillamente, alguien nos quiere dar gato por liebre. Para ello se manipulan, entre otras cosas, los potentes medios de comunicación, las llamadas redes sociales.

C orre el mes de junio, el mes dedicado al Sagrado Corazón de Jesús, el mes del Amo en palabras de san Manuel González, el

mes en el que las flores reventadas acompañan con su olor y su color el paso de Jesús Eucaris-tía, redondo y blanco en la custodia. En este mes de junio queremos deciros que, a pesar de los disfraces, al mundo lo dirige la verdad, tie-ne que dirigirlo la Verdad.

La entrega desinteresadaEl mundo está corrupto. Tal es una verdad ina-pelable, inamovible, sin remedio. La corrupción recorre a todos y se acomoda en todas las esfe-ras sociales. Pareciera un viento que lo envuel-ve todo y del que nadie se puede liberar porque forma parte de la respiración humana. Tiene grados, clases y matices, aunque sobresale la que podemos denominar como corrupción econó-mica. Los defensores de la limpieza se rasgan las vestiduras y se hace una batida, porque hay que liberar al mundo de esta lacra. La liberación suele ser sectaria, falsa y propagandística.

Tampoco la institución eclesiástica aparece ajena a este tema. Aquí, como parece ser que no hay escándalos monetarios reseñables, hay que resaltar otros que repugnan tanto o más que es-tos. Ya está, la pederastia. Lancemos la gran ver-dad, que la sepan todos: Muchos, muchísimos curas, obispos…, casi todos son unos pederas-tas. Una postverdad. Sin embargo, como peca-

dores que somos todos los humanos, no hay ni más ni menos que en otros sitios, en otros colectivos, en otras profesiones. Tampoco importa que el mismísimo papa Francisco, el úni-co que lo ha hecho, haya pedido per-dón en nombre de la Iglesia católica.

Y mucho menos importa que hay muchas más personas comprometi-das, seglares y consagrados, que en-tregan diariamente su vida a los de-más en nombre del amor a Jesús Eu-caristía. Hay muchas «Teresas de Cal-cuta» anónimas repartidas por el mundo. Y esta es la verdad.

Su riqueza es la pobrezaTodo lo que no es rentable no sirve. Se entiende la rentabilidad en térmi-nos monetarios. El bienestar social consiste exclusivamente en tener más cosas: más vacaciones, más vivienda, más cuenta corriente. La riqueza es el gran fin. No importan los medios para llegar a ella. El oro es el Dios.

En muy pocas manos, en un redu-cido número de países se concentra el acopio de los bienes. No importa la desigualdad, la injusticia, el ham-bre de los otros. Es cierto que en las democracias occidentales se vive más dignamente que en el resto del mun-do, que las leyes son más protectoras de los derechos humanos, que la ri-queza se distribuye más equitativa-mente. Pero no hay que preocuparse demasiado. Al fin y al cabo, la culpa de la miseria reside en los demás, los

culpables son los demás. Los denun-ciantes suelen ser los más ricos.

Tampoco la Iglesia (la Iglesia Ca-tólica) se libra de este repudiable mal. No ha hecho en su historia más que acumular riqueza, dicen, sus templos están llenos de acaudalados tesoros, sus jefes son los que mejor viven, to-do en ella es opulencia. Lo siguen de-nunciando los mismos con otra post-verdad. No saben, por ejemplo, cuán-to gana un cura, cuánto cuesta un mi-sionero en el tercer mundo, con qué se mantiene una monja de clausura. No saben qué hace, por ejemplo, Cá-ritas. Su riqueza está en su pobreza, pues todo lo dan en nombre del amor a Jesús Eucaristía. Y ésta es la autén-tica verdad.

Síndrome de la modernidadTodo lo que no es moderno tampo-co sirve. Incluso el modelo actuante de la modernidad aún se hace más ob-sesivo cuando aquella se convierte en postmodernidad. No hay quien dé más. A la vuelta quedan anticuados el último móvil, el último coche, el últi-mo vestido. Hay que cambiar, hay que gastar. Incluso –y esto es más grave– la escala de valores hay que cambiar-la de acuerdo con la modernidad. No es moderno el respeto, la fidelidad, el sacrificio, la solidaridad, la ayuda, el

cuidado…, ni por supuesto Dios. Pa-rece ser que es mucho más moderno el hecho de la promiscuidad, el aban-dono, el individualismo, el hedonis-mo, la descreencia…y ¿para qué Dios?

También cabe aquí la Iglesia (so-bre todo la Iglesia Católica) y cuanto ella significa. La Iglesia es un anacro-nismo, una antigualla, una reliquia. Se ha quedado atrasada en el tiempo, no responde a las exigencias de la mo-dernidad. Limita los derechos o no baila con el derecho actual, el de hoy –dicen–, cuando predica el derecho a la vida de los inocentes, cuando aco-ge a los renegados y los sin techo, cuando denuncia la guerra, la mise-ria y la depravación. ¡Qué absurdo! Por supuesto, se trata de otra postver-dad: la de la modernidad.

Mas quienes así claman no cono-cen o no quieren conocer o ignoran intencionadamente la figura de Jesús de Nazaret y su revolución individual y social. Aunque saben de sobra que lo más moderno, lo más rico y lo más desinteresado es el amor; y que al mundo no puede dirigirlo más que la verdad de amor.

Jesús es la Verdad y el Amor. Así queremos proclamarlo en este mes de junio dedicado al corazón, al más grande Corazón.

Teresa y Lucrecio, matrimonio UNER

Jesús es la Verdad y el Amor, proclamamos

en el mes del más grande Corazón

Al mundo lo dirige la verdadCon mirada eucarística

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que se consumía, en aquel horno encendido» (Margarita María Alacoque, Autobiografía).

Al igual que el Señor se fijó en la humillación de su escla-va, la virgen María, o en la pequeñez de tantos elegidos, así también hoy se fija en nuestra nada, miseria y podredumbre para que pueda seguir obrando maravillas en su Iglesia, sin atribuirnos ningún mérito: «A él se debe que vosotros estéis en Cristo Jesús, el cual se ha hecho para vosotros sabiduría de parte de Dios, justicia, santificación y redención. Y así –como está escrito–: el que se gloríe, que se gloríe en el Se-ñor» (1Co 1,30-31).

Escuchemos a san Manuel González:«Es difícil encontrar mayor ignorancia que la de Margarita María Alacoque; nadie hubiera podido fijarse en ella, sino Dios, que quiso privar a este instrumento suyo de todas las glorias humanas. Y esta pobre a quien la ignorancia domina-ba en absoluto, ve a Jesucristo y le oye decir: “Mi Corazón ha amado tanto a los hombres, y a ti en particular, que no pu-diendo contener más las llamas de su caridad, necesita co-municarlas por tu mediación”.

Pero entonces todos le dicen que estos caminos extraor-dinarios no son propios de una religiosa de la Visitación, y que es menester renunciar a ellos, y para ocupar y distraer su espíritu le dan el cuidado de una burra y de su borriquillo. Y ella se dispone a su nuevo empleo diciendo: “Si Saúl consi-guió el reino de Israel en un oficio como éste, yo también al-canzaré el reino de los cielos guardando estos animales”.

El Padre Giraud cuenta que esta pobre mujer que no sa-be nada, cita continuamente la sagrada Escritura. Unas veces son atribuidos al demonio y otras a la naturaleza, los fenó-menos que le suceden, y lucha por todos los medios posibles contra éstos y contra ella.

Todo está en contra de Margarita María: no tiene talen-to, ni inteligencia, ni autoridad, ni prestigio, y sin embargo ha triunfado, triunfa y triunfará. Ha conquistado en el tiempo y en la eternidad la gloria de la cual huía. Todos conocen su nombre y rinden homenaje, muchos aun a pesar suyo, a esta incomprensible celebridad que no tiene explicación huma-na. Dios se ha complacido en glorificarla y en servirse de ella para que los hombres le glorifiquen a Él, honrando y aman-do su divino Corazón» (OO.CC. III, nn. 3186-3187).

Oración finalBendito y alabado seas, oh Sagrado Corazón de Jesús, que en tu divino e infinito amor sacias nuestra inmensa sed de pleni-tud y santidad; sigue derramando misericordia en los corazo-nes humillados y arrepentidos; sigue eligiéndonos desde nues-tra pobreza e inutilidad; sigue sumergiendo nuestro ser en tu infinita gloria, para que seamos signo de tu amor entre los hombres y gastemos nuestra vida según tu beneplácito. PJNS.

Miguel Ángel Arribas, Pbro.

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L a película tiene el acierto de com-binar la riqueza de su contenido teológico y de fe, con una trama

de suspense e intriga muy bien lleva-da. A través de ella nos introducimos en la comunidad cristiana de Roma del siglo I, justo después del gran in-cendio que asoló la ciudad, en medio de la gran persecución del empera-dor Nerón.

El protagonista principal es Pablo, líder de la comunidad que, desde la prisión, la sigue orientando y alentan-do para que se mantenga fiel a sus ideales cristianos a pesar de las enor-mes dificultades. A la espera de su sentencia de muerte, también Pablo se verá perseguido por las sombras de sus acciones del pasado.

Otro personaje que cobra una es-pecial relevancia es el evangelista Lu-cas, que será el enlace entre Pablo y la comunidad. De él se destaca sobre todo su ternura, servicio y amor por los hombres. Las conversaciones en-tre Pablo y Lucas nos brindan algu-nos de los versículos más bellos de los Hechos de los Apóstoles y de las car-tas paulinas.

Vencer al mal con el bienLa película refleja el estado de incerti-dumbre y temor que viven los cristia-nos en medio de la cruel persecución de Nerón, quien, decidido a terminar con ellos, no cesa de ejecutarlos de las maneras más crueles e inhumanas. Pe-ro también se refleja, con una hermo-

sa sensibilidad, cuál es el valor más im-portante para aquellos que se saben seguidores de Cristo: el amor. Aun-que a muchos de ellos les cuesta en-tender y vivir ese amor en medio del odio y el mal que les rodea, será pre-cisamente ese amor, incluso a los ene-migos, lo que les permita seguir irra-diando la luz de Cristo en medio de un mundo oscuro y lleno de odio.

Para Pablo y Lucas, Priscilla y Aqui-la, y todos aquellos primeros cristia-nos, esa fue la llamada y el desafío: ser la única luz que queda en la ciu-dad. Para nosotros, como individuos y como Iglesia, la llamada y el desa-fío es el mismo: darnos a conocer por lo que representamos, el amor incon-dicional de Dios.

Por otra parte, la película nos re-cuerda que Dios se vale de cualquier persona, incluso ex perseguidores de la Iglesia, para difundir el Evangelio de Jesucristo y cambiar el mundo. Por eso, hoy podemos ser nosotros esos instrumentos que el Señor ha elegi-do para que su Evangelio siga reso-nando en todos los rincones de la tie-rra en este momento de la historia.

Pero también puede ser una lla-mada a dirigir nuestra atención hacia aquellos hermanos nuestros que hoy siguen arriesgando su vida por man-tenerse firmes en la fe. Al igual que los cristianos de los primeros siglos, hoy nos siguen demostrando que los hombres no mueren por cosas de las que dudan; por ello, su testimonio puede ser hoy para nosotros un gran estímulo para afianzar nuestra fe y pa-ra hacernos conscientes de la impor-tancia del encuentro con Cristo co-mo experiencia en la que fundamen-tar toda nuestra vida. Que el Espíri-

tu Santo nos conceda una fe viva, que nos haga poner toda nuestra vida al servicio del Evangelio.

Ana María Cayuso Prados, m.e.n.

Cartelera recomendada

El amor es el único caminoPablo, el apóstol de Cristo es la historia de dos hombres. Lucas, quien, como amigo y médico, arriesga su vida al entrar a Roma para visitar a Pablo, que está preso en la celda más oscura y sombría de la prisión del Emperador Nerón. Antes de que Pablo sea ejecutado, Lucas se propone dejar escrita la historia del nacimiento del cristianismo.

Pablo, el apóstol de CristoDuración: 106 minutosAño: 2018País: Estados UnidosGénero: Drama, religión, Biblia

Director: Andrew HyattReparto: Jim Caviezel, James Faulkner

Cordialmente, una carta para ti

L a exhortación Gaudete et exulta-te consta, como ya sabes, de cin-co capítulos; de cada uno de ellos

entresacaremos (muy brevemente por razones de espacio) algunos aspectos interesantes. El capítulo primero, ti-tulado «El llamado a la santidad», contiene una importante aclaración sobre la idea que tenemos de lo que es la santidad. «Para ser santos –afir-ma el pontífice con esa naturalidad que le caracteriza– no es necesario ser obispos, sacerdotes, religiosas o religiosos. Muchas veces tenemos la tentación de pensar que la santidad está reservada sólo a quienes tienen la posibilidad de tomar distancia de las ocupaciones ordinarias, para de-dicar mucho tiempo a la oración. No es así. Todos estamos llamados a ser santos». Una afirmación que nos ani-ma a emprender y continuar nuestro camino de perfección cristiana, nues-tro viaje hacia la santidad.

Santidad y bienaventuranzasEl capítulo segundo lleva por título «Dos sutiles enemigos de la santi-dad». Se refiere el papa Francisco a dos antiguas herejías, el gnosticismo y el pelagianismo. Como recordarás, estimado lector, esta cuestión la he-mos visto en el último escrito que te envié, titulado «Nadie se salva por sí mismo», y en el que te comentaba la carta Placuit Deo. Por tal razón, no es

necesario volver a hacer comentario alguno sobre este tema.

El capítulo tercero se titula «A la luz del Maestro». El papa afirma que lo más iluminador para comprender qué es realmente la santidad son las palabras de Jesús cuando enseñó las Bienaventuranzas (cf. Mt 5,3-12; Lc 6,20-23). Precisó el pontífice que pa-ra ser un buen cristiano es necesario cumplir lo que Jesús dijo en aquel ser-món de las Bienaventuranzas. Tam-bién aclaró que la palabra «feliz» o «bienaventurado» es sinónima de «santo». Lo explicó diciendo que es así «porque expresa que la persona que es fiel a Dios y vive su Palabra al-canza, en la entrega de sí, la verdade-ra dicha». Ahora ya sabemos con cer-teza, apreciado lector, cómo alcanzar la verdadera dicha, la verdadera feli-cidad. Estas palabras del papa Fran-cisco nos muestran el camino.

En el capítulo cuarto, titulado Al-gunas notas de la santidad en el mun-do actual, el papa anuncia que no se va a detener en los medios de santifi-cación ya conocidos por todos noso-tros, como son los distintos métodos de oración, los sacramentos de la Eu-caristía y la Reconciliación, las diver-sas formas de devoción, etc. Hecha esta aclaración pasa a destacar algu-nas notas de la santidad, las cuales –dice – «son grandes manifestacio-nes del amor a Dios y al prójimo que

considero de particular importancia, debido a algunos riesgos y límites de la cultura de hoy. En ella se manifies-tan: la ansiedad nerviosa y violenta que nos dispersa y nos debilita; la ne-gatividad y la tristeza; la acedia cómo-da, consumista y egoísta; el individua-lismo y tantas formas de falsa espiri-tualidad sin encuentro con Dios que reinan en el mercado religioso actual».

Una lucha muy bellaEn el capítulo quinto, el cual lleva por título «Combate, vigilancia y discer-nimiento», el santo padre nos recuer-da que «la vida cristiana es un com-bate permanente», que «se requie-ren fuerza y valentía para resistir las tentaciones del diablo y anunciar el Evangelio». Y a continuación añade estas reconfortantes palabras con las que busca mostrarnos el lado positi-vo de ese combate permanente: «Es-ta lucha es muy bella, porque nos per-mite celebrar cada vez que el Señor vence en nuestra vida».

En este último capítulo aparece con toda claridad el objetivo que se ha propuesto el pontífice: «Espero que estas páginas sean útiles para que toda la Iglesia se dedique a promover el deseo de la santidad. Pidamos que el Espíritu Santo infunda en nosotros un intenso anhelo de ser santos para la mayor gloria de Dios y alentémo-nos unos a otros en este intento. Así compartiremos una felicidad que el mundo no nos podrá quitar». Subli-me objetivo, ¿verdad?

Con el deseo, amigo lector, de que esta exhortación del papa Francisco represente una ayuda para que tanto tú como yo podamos continuar nues-tro camino de perfección, te saluda cordialmente,

Manuel Ángel Puga

Una llamada a la santidadApreciado lector: En el último número de El Granito (el del mes de mayo) has tenido la oportunidad de leer el artículo «Alegraos y regocijaos», magistralmente escrito por la Hna. Ana María Fernández. Dicho artículo hacía amplia referencia a la exhortación apostólica Gaudete et exultate, recientemente publicada por el papa Francisco. Pero, a pesar de que esta exhortación ya te es conocida, estarás de acuerdo conmigo en que es de tal dimensión el objetivo que se ha propuesto el papa, es tan importante su llamamiento a la santidad, que bien merece la pena insistir sobre el tema.

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Intención del papa para el mes de junioPara que las redes sociales favorezcan la solidaridad y el respeto del otro en sus diferencias.

Intención del papa para el mes de julioPara que los sacerdotes que viven con fatiga y en la so-ledad el trabajo pastoral se sientan confortados con la ayuda de la amistad con el Señor y con los hermanos.

Próximo GranitoCon motivo del Capítulo general de las Misioneras Eu-carísticas de Nazaret, que tendrá lugar durante este mes de junio, el número de verano de El Granito de Arena será distribuido a partir del 15 de julio.

Peregrinación UNER a LourdesLa UNER de Sevilla organiza una peregrinación a Lour-des del 6 al 11 de julio. El traslado se realizará en auto-bús haciendo paradas en Salamanca, Burgos Zaragoza y Aranjuez. El precio por persona en habitación doble es de 485€. Este importe incluye los traslados, el aloja-miento, pensión completa, actos religiosos, seguro de viaje e IVA. Para más información, se puede contactar con las Misioneras Eucarísticas (Tel. 954 212 688; [email protected]) o en Viajes Triana (tel. 954 343 393; [email protected]).

AgendaJunio

Asuntosde familia

3Domingo

8Viernes

9Sábado

11Lunes

16Sábado

21Jueves

27Miércoles

29Viernes

Iglesia: Solemnidad del Corpus Christi. El papa Francisco preside la Misa en la plaza de la Parroquia de Santa Mónica, en Ostia (Roma). A continuación, Procesión con el Santísimo Sacramento hasta la Parroquia de Nuestra Señora de Bonaria

Iglesia: Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús. FER: En 1933 san Manuel González funda las Misioneras Eucarísticas Seglares de Nazaret

Iglesia: Fiesta del Inmaculado Corazón de María

FER: En 1901 san Manuel Gonzálezrecibe el diaconado.

FER: En 1905 san Manuel González fue nombrado Arcipreste de Huelva

Iglesia: Visita del santo padre a Ginebra (Suiza) con ocasión del 70º aniversario de fundación del Consejo Ecuménico de las Iglesias

FER: En 1913 san Manuel González interviene en el I Congreso Catequístico de Valladolid

Iglesia: Solemnidad de San Pedro y San Pablo. El papa Francisco preside la Misa y bendice los palios para los nuevos arzobispos metropolitanos.

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Ejerciciosespiritualesen NazaretPalencia Carretera de Burgos, km 2Tel: 979 72 18 00Mail: [email protected]

9 6-15 de julio: P. Javier García Ruiz de Medina, s.j.9 21-30 de julio: P. Javier Garzón, o.p.9 22-31 de agosto: P. Toni Catalá, s.j.

Málaga - Villa NazaretToquero, 20Tel: 952 65 32 61Mail: [email protected]

9 21-30 de junio: D. Miguel Ángel Arribas9 6-15 de julio: P. Fernando Motas Pérez, s.j.

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8 de junio

Solemnidad del Sagrado

Corazón de Jesús

El medio, sobre todo medio, el siempre eficaz,el medio número uno para hacer de las almas entreveradas, almas piadosas; de las almas piadosas, almas sublimes, y de una parroquia muerta, una parroquia viva, es la devoción sólida, afectuosa y expansiva al Sagrado Corazón de Jesús, vivo en el Sagrario y en él buscado, comido, consolado, imitado y amado hasta volverse loco.San Manuel González (OO.CC. 1745)

Mosaico del Sagrado Corazón de Jesús. Iglesia parroquial Bad Kreuzen, Alta Austria. En la inscripción puede leerse: «Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados». Foto: BSonne.