intur 2013 burgos en inturruta, y el centro nacional de inves-tigación sobre la evolución huma-na...

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BURGOS EN INTUR EL CORREO DE BURGOS / EL MUNDO / MIÉRCOLES 20 DE NOVIEMBRE DE 2013 I N T U R 2 0 1 3 E EL ENIGMA del hombre, la eternidad del arte, la naturaleza virginal, la maestría del sabor... Todo en Burgos es creación ISRAEL L. MURILLO E X T R A

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EEL ENIGMA del hombre, la eternidad del arte, la naturaleza virginal, la maestría del sabor... Todo en Burgos es creación

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para morder el vidrio. Abandona el hábito y se pone la bata blanca en este rincón. Un paseo diáfano y el agua, siempre presente, nos dan la bienvenida. Abajo, el río Arlanzón que tiempo atrás guió a las tribus del pasado. En el paseo, una fuente tiñe de movimiento el agua con chorros controlados, con luz varia-ble cuando cae la noche. El río cir-cula libre mientras la fuente baila cautiva. Pasado y futuro se dan la

MARTA CASADO

El futuro y el pasado man-tienen en Burgos una re-lación eterna gracias a la ciencia. La Evolución y Burgos van de la mano

en los últimos años. Una experien-cia que arranca en lo que parece una ciudad distinta. Lejos de la semblanza medieval emerge una urbe moderna. Deja atrás la piedra

os días pasan a orillas de un río, vestigio de un mar en otro tiempo. El caldo de

una salsa se liga en forma de ciudad vinculada a la creación. Un menú de belleza y sabor que arranca con el hombre. El origen de la especie se

narra, se explica y se encuentra en esta tierra. Es la gran obra y a su vez la semilla del resto de las creaciones. Tras tomar conciencia de sí mismo, el hombre empieza a crear. Primero por necesidad, después por disfrute y finalmente por ansia de belleza. Aquí se enmarca la creación artística y

patrimonial. De la pintura a la edificación, en la que en Burgos el gótico es plato estrella. Las piedras extraídas de Atapuerca maridan con la Catedral, las iglesias, los puentes... Un sinfín de ingredientes de caliza que jalonan la ciudad histórica. La alianza del hombre con su

� Cojonudo vs cojonuda. Es el pincho estrella en estas tierras. No se puede marchar de Burgos sin haber probado un cojonudo o cojonuda. Él está compuesto por una rebanada de pan, huevo de codorniz, chorizo picante y pimiento. Ella cambia el chorizo por morcilla de Burgos.

Dos fijos del tapeo en la ciudad. Está en la barra de

los bares de tapas de la tradicional calle San Lorenzo y,

entre ellos, destacan Casa Pancho, un típico de los últimos 50 años en la ciudad, o también el Mesón de los Herreros, es otro de sus templos.

� Una de bravas. Es un plato típico de aperitivo en todo rincón español que se precie.

Burgos no podía ser menos y las mejores se sirven a los pies de la Catedral. Las bravas del Mesón de Burgos son una de las más nombradas, el Mesón Amarilla en Sombrerería o la red castellana de La Mejillonera también tienen renombre en el tapeo por Burgos. En el Mesón Froilán hay dos nomenclaturas

El paseo de Atapuerca es un diálogo entre el pasado y el futuro. Un continente innovador desglosado en Cenieh. Museo y Fórum, para un contenido con millones de años de antigüedad. / ISRAEL L. MURILLO

mano en este paseo por la ciencia. Los tres edificios muestran la for-

ma en la que Burgos mira al frente y son su gran apuesta. El primer gran contenedor es de cultura y ex-posiciones. El Fórum es palacio de congresos y auditorio al mismo tiempo. El Museo de la Evolución es el centro neurálgico de nuestra ruta, y el Centro Nacional de Inves-tigación sobre la Evolución Huma-na (Cenieh) nutre de contenidos al Fósil del Cráneo 5, Miguelón, la estrella del Museo. / I.L.M.

L A CREACIÓN

BURGOS APUESTA POR UNA RUTA DE LA CIENCIA

Un pasado que mira al futuro Ciencia y Hombre se citan en Burgos. El complejo Atapuerca es un nuevo corazón urbano dedicado a la Evolución donde se investiga, se muestra y se difunde. La ciudad sabe a ciencia

DE TAPAS

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anterior. Aquí se hace ciencia que se reparte por yacimientos de todo el mundo.

El diálogo del futuro que se sus-tenta sobre el pasado está presente también en las esculturas que jalo-nan este paseo. Un cráneo, recrea-ción artística de Miguelón que es la imagen de los yacimientos, y dos hombres del pasado, un padre y un hijo con figuras humanas que se adivinan esquemáticas pendientes de definirse. La ciudad vuelve a ju-gar con el binomio pasado y futuro.

Entrar en el Museo es adentrarse en un espacio que destaca por su amplitud. Es un templo dedicado a desvelar el viaje del hombre por es-te planeta. Hay que bajar al fondo de la instalación para iniciar ese descubrimiento. Anotaciones es-quemáticas dan pie a la relación de especies incluidas en el árbol de la

Evolución. Entre vitrinas blancas, adentrarse en el origen del pasado del hombre supone bucear por tiempos oscuros de los que sólo sa-len a la luz ellos: los fósiles. De esta manera se disponen las más de 200 piezas origi-nales, extraídas en más de 30 años de excavación en Ata-puerca. La primera cueva re-crea los yacimientos de la Trinchera del Ferrocarril. Fósiles de Homo antecessor (Jimena, Chico de la Gran Dolina). Una lupa se dispone sobre alguna de las piezas. De hombre y de animal. Am-bas tienen el mismo corte. Un mordisco, un raspón con la herramienta de piedra. Ambos restos fueron alimen-to de otro. Es la evidencia del canibalismo. En el ambiente se recrea el universo que acompañó a estas especies como un asta de ciervo de más de un millón de años.

Al salir volvemos a ver la luz diáfana de la instalación. Nos adentramos en otra cueva. La Sima de los Hue-sos que ha ofrecido el ma-yor registro fósil de la espe-cie Homo heidelbergensis. Están los fósiles más famo-sos que han aparecido en la excavación cercana. El Crá-neo 5, Miguelón, la pelvis Elvis, los huesos de una ma-no, los restos de oso de las cavernas y una pequeña re-producción de este rincón que dicen es el primer ente-rramiento intencionado de la Humanidad.

La siguiente cita con la evolución está en el cóncla-ve de especies. En círculo se dis-ponen hasta diez reproducciones de homínidos desde Lucy al nean-dertal. Todos ellos miran de for-ma directa al visitante. Se conecta el pasado más remoto de la espe-cie con el presente. El hombre de hoy en diálogo directo con sus orí-genes.

específicas: un rollo (bravas) o un lío (con salsa brava y alioli).

� Alpargatas. Una tosta de pan sirve para contener, cual horma, mil y un ingredientes. Un ejemplo el Morito, ubicado junto a la Catedral, y su famosa alpargata de jamón. Especialistas también en vestir

la tosta de pan El Soportal, junto a la Plaza Mayor, o la Cantina del Tenorio cerca del Camino de Santiago. Y junto a ellos El Rimbombín o las del Rincón del Cid, junto a la plaza, son otras posibilidades unidas a los 12 tipos de tostas presentes en el Abadengo, restaurante frente al

Monasterio de las Huelgas.

� A la rica morcilla. A la brasa o elaborada con propuestas innovadoras o cocina tradicional. La morcilla es un imprescindible en las barras de los bares burgaleses. Puede ser al estilo tradicional tosta de pan, morcilla y pimiento rojo

que es omnipresente. Pero también hay exquisiteces como la caja roja de El Cuadro, tras el monasterio de San Juan. Emulan la caja de bombones y cada uno de los delicatesen es una forma de cocinar la morcilla completamente

diferente. También da gusto a las tortillas como la que se prepara en Casa Ojeda, junto a la plaza del Cid, acompañada de queso en la Comidilla de San Lorenzo. O se transforma en helado con la sofisticación que presenta La Favorita en su helado de piquillo sobre arena de morcilla de Cardeña.

ecosistema queda sellada en la integración armoniosa de la naturaleza urbana, casi salvaje, con el entramado de calles, edificios y asfalto. La creación de la naturaleza campa en parques urbanos, áreas de esparcimiento como el Parral o

Fuentes Blancas. Este último espacio encarna la imagen más silvestre y queda engarzado en la trama urbana a través de la última gran obra, el Bulevar. Creados los espacios para el hombre, el arte para el alma, la belleza

natural para los sentidos, resta crear los sabores. La tradición culinaria presta sus elementos más auténticos, la innovación descubre nuevos paladares en la cocina de autor. El vino, que reúne pasado y presente, ofrece su brindis a la creación.

...Sistema Atapuerca

La curiosidad lleva al visitante hasta el servicio de lanzadera que conecta el Museo de la Evolución con el resto del Sistema Atapuerca:

centros de recepción, yacimientos y parque arqueológico. La tierra es un fuerte imán para la ciudad. Ambos recursos están conectados cada fin de semana en temporada baja y cada día en temporada alta. ...Centros de recepción. Son dos. Allí habrá de dirigirse quien quiera responder a la llamada de la tierra en solitario. Uno ubicado en Ibeas de Juarros y otro en Atapuerca son dos edificios modernos, de corte futurista, grandes. El acero y el hormigón rindiendo pleitesía a la tierra. Desde aquí parten otros autobuses hacia el yacimiento a donde no se puede ir en coche particular. ...En el yacimiento. La ruta guiada puede ser por el interior o por una senda superior. Caminando por la trinchera se puede ver el primer yacimiento, Elefante, el más antiguo con restos de más de un millón de años. Galería es un ejemplo de cómo se organiza una excavación. Se pueden ver papeles colocados por la pared, que señalan el nivel sedimentario. Es también la foto más conocida de Atapuerca. Dolina es el yacimiento más amplio, tierra milenaria que se transforma en un libro abierto. En julio están presentes los excavadores. Ahora sólo turistas y guías rompen una paz milenaria. ...En el parque arqueológico. Junto al centro de Atapuerca se erige un espacio donde conocer paso a paso cómo se han adquirido las habilidades técnicas y sociales que nos ha convertido en lo que hoy somos. Imprescindible para una visita familiar en la que aprender a tallar herramientas de piedra, hacer fuego, crear el arte paleolítico con tus propias manos... Saber qué éramos.

ese diálogo constante entre pasado y futuro. Un templo de la Evolución donde la ciencia se personifica en dos nombres y sus elementos: Dar-win y su beagle, y Ramón y Cajal y sus células neuronales. El final del viaje nos acerca a un paseo por los diferentes ecosistemas realizado a través de los sentidos. La vista, el ol-fato y el oído se agudizan. Una visi-

ta por la ciencia que no termina ahí. Este museo del pasado está en evo-lución constante con exposiciones temporales (más que recomendable ‘La belleza’, que se mantiene hasta enero), actividades infantiles y un servicio de conexión con el territo-rio donde cada año se obtienen re-sultados científicos. El yacimiento, una fuente de saber.

La Trinchera del Ferrocarril cortó en dos la sierra y abrió yacimientos de riqueza arqueológica extraordinaria. / ISRAEL L. MURILLO

El hombre se hace sapiens y co-mienza a crecer la percepción de su entorno. Surge el control del fuego, recreado de forma extraordinaria-mente sensorial en un audiovisual con sonido envolvente. El arte está presente en una sucesión de pane-les proyectando de forma constante las pinturas rupestres. El cerebro de cables y luces vuelve a reivindicar

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lerías interiores. Acariciar el cielo a través del calado crucero, mara-villarse con la joya que es la capilla del Condestable, admirar la de La Natividad, deslumbrarse con la es-calera dorada, extasiarse con el so-nido de su colección de órganos, quedarse petrificado en la barroca Santa Tecla, guiñar un ojo al Papa-moscas, volverse loco con la histo-ria narrada en el área de interpre-tación... y terminar, por ejemplo, con la compañía de Joan Miró, que hasta enero se suma a la nómina de artistas que hicieron posible es-te templo. Sssss. Un momento. Ssssss. La paz del patio del claus-tro bajo invita a colarse en él, apo-yarse en su pozo y lanzar una mi-rada al cielo para comprobar que sí, que el paraíso existe.

ARCO O SAN NICOLÁS Aunque a regañadientes, uno nunca se cansa de ella, el visitante sale del templo Patrimonio de la Humanidad

y, de nuevo, una encrucijada. ¿Por dónde seguir? ¿Atra-vesar la puerta de Santa

María y subir hasta la iglesia de San Nicolás para asombrarse con el retablo de Francisco de Colonia y el resto de su esplendor? ¿Atravesar la puerta del Sarmental y aden-trarse en el Arco de

Santa María? Las dos opciones son válidas. Tras subir la escalinata

UNA CIUDAD CON MUCHO ARTE

Pertinaz sueño creador La riqueza histórica y artística evidencian el constante paso de pintores, arquitectos y escultores. Dejaron un legado que hoy sigue aumentando

drado le imprime un encanto que han perdido otras calles de la zona alta. Perdieron la batalla contra la baldosa. Si hubiera escogido la ca-lle Pozo Seco también la habría ha-llado. Pero el encuentro es una ex-plosión cegadora cuando se produ-ce en el mirador de la calle Fernán González.

SEDUCTORA CATEDRAL Horas, días, años, siglos y siglos. El mismo tiempo que ella lleva allí co-mo pertinaz testigo del devenir de la ciudad se quedaría cualquiera admirándola. El reloj no tiene nada que hacer.

Pero ni todo el tiempo del mun-do es suficiente para descubrir to-dos sus misterios. Sus filigranas de piedra, sus estilosos arbotantes, su chispeante cimborrio... Su especta-cular exterior obliga a adentrarse en sus ga-

ALMUDENA SANZ

Un pequeño corazón pintado con cera en la pared palpita en el ini-cio de un recorrido por el Burgos dibujado por

los artistas de ayer y de hoy. La ri-queza de la ciudad evidencia un constante paso de creadores que de-jaron su huella en los monumentos más importantes. Un legado agran-dado por los pintores, escultores y arquitectos de la actualidad. Pasado y presente se miran cara a cara.

Descarado es el desafío en el ba-rrio de San Esteban. Su iglesia gó-tica, sede del Museo del Retablo, y el Centro de Arte Caja de Burgos (CAB) son ejemplos de esta convi-vencia.

La nueva urbanización de la pla-za invita a sentarse en uno de sus poyos cónicos y pensar dónde adentrarse primero. No hace falta mucho tiempo. El templo solo abre en verano. Estamos en otoño. No ha lugar a la duda.

El CAB acaba de cumplir diez años de su apertura. Es la ventana abierta a la creación nacional e in-ternacional y su terraza brinda una vista única del centro histórico. Desde allí, las agujas de la Catedral se insi-núan y basta que lo ha-gan dos veces para salir corriendo en su busca.

Ella, picarona, juega al despiste. Se esconde, apare-ce, se lanza... Persiguiéndola, el visitante baja las escaleras de la calle Valentín Palencia. El empe-

A la izquierda, detalle del Arco de Santa María y a la derecha, vista desde el CAB. / FOTOS: ISRAEL L. MURILLO

LOS IMPRESCINDIBLES

DE TAPAS

EE L E S P O L Ó N

El Espolón es el latido verde de la ciudad. Sito entre los puentes de San Pablo y Santa María es un espacio de paso y también punto de encuentro. Sus plátanos de sombra entrelazados brindan una imagen típica y sus rincones pueden sorprender con refrescantes fuentes, señoriales construcciones, esculturas, alegres jardines y más especies arbóreas.

� Platos tradicionales en miniatura. Existen numerosas fórmulas para elaborar los productos de siempre. Platos contundentes como la ‘olla poderida’ se condensa en forma de pincho en El Polvorilla, por ejemplo. Productos

tradicionales, como el chorizo frito del Tanín.

� La innovación. Pioneros en la nueva fórmula de elaboración de pinchos fueron en Gaona Jardín. Su solomillo o su huevo poché son algunos de los manjares que se pueden degustar en

su patio andaluz. En la cocina innovadora se presenta El Cuadro, donde cada día un nuevo trampantojo o mezcla pionera puede sorprender al paladar. Es ejemplo de la innovación aplicada a la cocina en miniatura en el que los concursos que se

organizan en fiestas han tenido mucho que ver.

� La mejor tapa de Madrid Fusión 2013. Un bocata de anchoas se convirtió en la mejor tapa de Madrid Fusión 2013. La propuesta de La Favorita estaba compuesta por anchoas, cebolla y

CC A S T I L L O

El origen de la ciudad se encuentra en la fortaleza medieval. El asedio de Wellington en 1813 propició su voladura por parte de las tropas francesas quedando totalmente destruido. Su rehabilitación permite vislumbrar cómo fue. Destaca la Cueva del Moro y el área de interpretación. El cerro de San Miguel, en el que se ubica, es otro de los pulmones de la capital del Arlanzón.

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pimientos del piquillo, presentados en una parrilla individual humeante. Una propuesta de Juan González, chef de La Favorita.

� Tortilla de patatas. Es uno de los básicos que se puede presentar de mil y una formas. Un ejemplo el I

Concurso de Tortilla de Patatas, donde estaban acompañadas de bechamel, cebolla horcal pochada, con morcilla... el ganador: Mesón Froilán, con su tortilla de patata con morcilla, queso Dobro y lechuga de Medina.

� De barrio. Fuera del circuito habitual, los bares de barrio son un ejemplo de que el poder del sabor y la cocina en miniatura han llegado para quedarse en la hostelería burgalesa. Muchos son los locales

donde han apostado por la tapa para sorprender a su habitual parroquia y ganar seguidores. Un ejemplo el bar Vicente en el barrio de San Pedro y San Felices, antes de llegar a la sala de conciertos del Hangar. También la Casa de la Cerveza en Fuentecillas, en la zona del Bulevar la

cocina de autor del Motoclub Burgalés o las creaciones del Abadengo en Las Huelgas son ejemplos de amor por el pincho.

� Low cost. La tapa de bajo precio también ha llegado con La Sureña, 100 montaditos, Pecaditos o La Sirenita

La plaza de San Juan es un puzle arquitectónico a orillas del Vena. / I. L. M.

LL A F L O R A

La escultura de la diosa de la fertilidad preside la plaza Huerto del Rey, popularmente llamada La Flora, y que está dentro de las Llanas, una de las zonas de copas de la capital burgalesa que por el día es un espectáculo de la arquitectura, con una colorida recuperación de sus fachadas.

P A S E O D E L O S C U B O S

El Paseo de los Cubos es uno de los tramos mejor conservados de la antigua muralla de la ciudad. Arranca un poco más allá de la iglesia de Las Salesas y sus árboles acompañan el caminar hasta la puerta de la Judería y la torre de Doña Lambra, que obliga a girar y a seguir el camino hacia el Arco de San Martín.

hacia Fernán González y volver a bajarla, el Arco de Santa María se abre de par en par. Otro cofre gi-gante de tesoros artísticos de dis-tintas épocas. Se construyó como puerta real, su sala de poridad cus-todia la memoria de los primeros jueces de Castilla, Laín Calvo y Nu-ño Rasura, Vela Zanetti plasmó la

fundación de Castilla en un mural en el siglo XX y ahora es la sala municipal de exposiciones tempo-rales más visitada.

(No salir del noble edificio sin sa-lir al balcón de una de sus torres).

Al cruzar el puente de San Pablo y pisar la plaza de Vega, un policía de bronce da el alto. Hay que omi-

tir la pétrea orden y seguir la calle Miranda. Unos metros más allá de la bulliciosa estación de autobuses, agita la mano el Museo de Burgos.

Ubicado en las señoriales casas de Íñigo Angulo y Miranda y pen-diente de una ampliación truncada por la crisis económica, sus nobles piedras custodian el legado artísti-co de la provincia, desde Atapuer-ca hasta las pinturas de los autores del siglo XXI. La Tizona libra allí la última batalla del Cid.

TRES CAJAS MÁGICAS Los pasos continúan por la calle San Pablo, dejan a la derecha el Fó-rum Evolución. Puro espectáculo. Unos metros más allá, junto a la mítica escultura del que en buena hora nació sobre Babieca, el Tea-tro Principal. Dos cajas mágicas. Teatro, música, danza...

Atrás se quedan las líneas isabe-linas y adelante se asoma señorial la Casa del Cordón. Una tercera ca-ja mágica. Otro punto de referen-cia de la cultura en la ciudad. Pasa-do y presente se cruzan de nuevo. Antes fue residencia de los Con-destables de Castilla, casa en la que los Reyes Católicos recibieron a Cristóbal Colón tras su segundo viaje, lecho de muerte de Felipe El Hermoso... Y ahora, al margen de su uso como sede bancaria, se re-godea en una programación meti-culosa que incluye exposiciones, teatro, música, conferencias...

El visitante tira del cordón que adorna una de sus fachadas y la da nombre y se deja engatusar por la vidilla de la plaza de la Libertad y de la calle La Puebla. Al final, el Ar-co de San Juan enmarca una de las ágoras más artísticas de la ciudad.

Tres piezas encajan en el puzle de la plaza de San Juan. La iglesia de San Lesmes, el monasterio de San Juan, hogar del Museo Marceliano Santa María, y la nueva sede de la Biblioteca Pública. Las luces brillan-tes del tiovivo se encienden. Las ho-jas de los árboles se caen como con-feti. La tarde se despide con un dul-ce aroma a chocolate y churros.

Vista desde el cimborrio de la Catedral, visita obligada. / RAÚL OCHOA

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EL RÍO, DULCE COMPAÑERO

De puente a puente Las aguas del Arlanzón bañan un trazado que pasa del aire salvaje de Fuentes Blancas, a la estampa boscosa de La Quinta, el señorial Espolón o el romanticismo de La Isla

frente a la escuadra y el cartabón. Pinos silvestres, nogales, arces, quejigos, chopos... crecen sin or-den ni concierto, se prestan a una siesta bajo su sombra, a extender la manta e improvisar una meren-dola, a besarse con pasión...

El salvaje este da paso a un bos-que que abre sus puertas al paseo plácido, a los ciclistas, a los perros que ladran a las aguas que van en-caminadas sin titubeos hacia el centro de la ciudad.

La vorágine del tráfico se queda

sobre el puente de la autovía. El via-jero lo pasa por debajo y asiste a una pequeña pinacoteca de arte ca-llejero. Los grafitis son un respiro en este rincón lúgubre, oscuro, per-manentemente de noche, preám-bulo a un nuevo remanso de paz.

La vida bulle tras las ventanas de los altos edificios de la avenida del Arlanzón en la margen dere-cha, la izquierda sigue siendo un paraíso verde, con mil y una espe-cies arbóreas que salpican una suerte de jardín botánico. La mira-

ALMUDENA SANZ

La fría mañana otoñal en-furece las copas de los árboles y las hojas caen juguetonas sobre el Ar-lanzón embravecido. El

río, pequeño pero matón, ruge y un escalofrío irrumpe en el inicio del paseo que recorrerá la camaleóni-ca orilla de estas aguas, dulces compañeras de viaje en la ciudad.

Salvaje es la primera mirada que brindan. Fuentes Blancas se rebela

El Arlanzón avanza raudo y atraviesa toda la ciudad brindando estampas únicas en otoño. Aquí, a su paso por el nuevo puente de la Evolución Humana. / SANTI OTERO

LOS IMPRESCINDIBLES

MESA Y MANTEL

LL A C A T E D R A L

Poderosa e imponente asoma la Catedral desde cualquier punto de la ciudad. Es la joya de la corona. El obispo Mauricio la mandó construir en el siglo XIII y el gótico alcanza en ella un mágico esplendor. Declarada Patrimonio de la Humanidad desde 1984, cada uno de sus rincones es un tesoro a descubrir y cada piedra labrada una historia que contar.

� Para clásicos. Visitar Burgos y no sentarse a una mesa a comer un lechazo asado es poco menos que un sacrilegio. Son afamados los que preparan en Casa Ojeda, Mesón del Cid y Puerta Real, los tres en el centro, pero los estómagos más agradecidos también sonríen con el servido en el Azofra y en Los Trillos, ambos

junto al campus de San Amaro. El lechazo no necesita mucho acompañamiento. Basta una ensalada de lechuga y cebolla y un buen vino, un tinto Ribera del Duero o Arlanza. Aunque sí se quiere redondear esta apuesta clásica, siempre se puede tomar un pincho de morcilla de aperitivo. Esta es fundamental en la

poderosa Olla Poderida, un cocido made in Burgos con alubias de Ibeas como base (en la foto).

� Una sorpresa. Las comidas informales y al mismo tiempo glamourosas

se sirven en locales como El Huerto de Roque o los vegetarianos Gaia y Masala Natural.

� Con nombre propio. El título de

Capital Española de la

Gastronomía obliga a la ciudad a sacar cabeza entre fogones y ahí aparecen cocineros con nombre propio. El valiente Agustí Gebellí mima los postres en el Rincón de la Merced, el televisivo Antonio Arrabal lo hace en La Abbadía (imprescindible el Falso árbol de patata y morcilla de Burgos), Juan Manzano y María Eugenia Díaz en

P L A Z A M A Y O R

El ágora principal de la urbe ha resultado ser un espacio camaleónico. Destaca la puerta de las Carretas, que la comunica con El Espolón, la estatua de Carlos III, el edificio de la Casa Consistorial y, sobre todo, las casas que dibujan su forma peculiar, con fachadas rehabilitadas recientemente y pintadas de alegres colores que perfilan una moderna estampa.

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Los sauces lloran y las lágrimas las recoge el Arlanzón. / RAÚL OCHOA

MM U S E O D E L A E V O L U C I Ó N

El Museo de la Evolución Humana (MEH) es uno de los últimos atractivos añadidos a la oferta turística de la ciudad. Su interior custodia los fósiles hallados en los cercanos yacimientos de Atapuerca, pero además ofrece un recorrido y reflexión sobre la historia de la Evolución que sirve para explicarse el presente y augurar el futuro.

PP A L A C I O D E L A I S L A

El Palacio de la Isla, situado en el paseo del mismo nombre, es la sede del Instituto Castellano y Leonés de la Lengua. El edificio se construyó a finales del XIX como casa de verano de la familia Muguiro, en una de sus estancias, Franco firmó el bando del final de la Guerra Civil, acogió las dependencias de la Comisaría tras el atentado de ETA... y ahora el español es su huésped.

da al frente es un ejército de cho-pos bien alineados.

Desde hace poco tiempo, Diego Porcelos los mantiene enhiestos. Perfecto anfitrión de la ciudad que fundó en el siglo IX, acompaña el caminar en el flamante nuevo puen-te de la Evolución que rejuvenece por la noche. La obra de ingeniería se queda al margen cuando el visi-tante se asoma a su barandilla.

Su, también, eterna estrofa de agua abraza a las hojas amarillas que caen huérfanas de las copas de

los chopos, que se desnudan exhibi-cionistas con la llegada del otoño. El río serpentea entre ellos, se hace fuerte y susurra a los que corren y dan pedales por sus orillas. A lo le-jos se vislumbra el señorial puente de San Pablo. Solo es un atisbo.

El paseo continúa. Por debajo so-bre un mullido manto de hojas ama-rillas, ocres o verdes. Por arriba en un paseo abrigado por el complejo de la Evolución Humana. Frente a él una grada invita a acompañar en su sentimiento a un sauce llorón.

‘Los hombres no lloran’, parece decir Ben Galbón, o es Álvar Fáñez quien habla, no, quizás es Martín Antolínez... Se yerguen pétreos es-tos personajes en el puente de San Pablo. Los rayos del sol acarician el rostro al visitante que se asoma a algunas de sus balconadas.

ENCRUCIJADA EN SAN PABLO Abajo, el río sigue ajeno su curso. Parece perseguir a la Catedral. Ha-cia donde esta se vislumbra se diri-ge raudo, sin prisa. El puente de

San Pablo se presenta como una nueva encrucijada. ¿Seguimos por la margen izquierda? ¿Nos pasa-mos a la derecha? Cualquiera de las dos opciones es buena. La pri-mera guiará los pasos hasta la gle-ra, el lugar donde el Cid y sus hues-tes acamparon la primera noche del destierro, y asistirá a estampas mágicas de las agujas góticas.

Pero la orilla derecha, ¡ay, la ori-lla derecha! Desde el primer mo-mento, los pies se vuelven locos en El Espolón. No saben qué ca-mino seguir, qué trazado dibujar. ‘¿Nos unimos al abrazo de los plá-tanos entrelazados y jugamos con las hojas caídas? ¿Nos dejamos se-ducir por el sonido de esa fuente que juega con los peces de bronce y recorremos el llamado Espo-loncillo, libre ahora de fe-rias y escenarios que ani-man a los Cuatro Reyes en primavera y vera-no, para conseguir al final el saludo de Marceliano Santa María? ¿Y por qué no cruzarlo a la ori-lla del río, el itinera-rio más desconoci-do, el más solitario, el que brinda benditas sombras para los prime-ros besos y maldita oscuri-dad para beberse el último trago del día?’

Sauces llorones, arces, falsas acacias, tilos o tuyas acompañan un caminar pausado, que culmina-rá cuando a lo lejos se divise la to-rre de la iglesia de la Merced y el noble Arco de Santa María, que da nombre al puente, ganado recien-temente por el peatón.

El río apremia. Sus aguas dulces no se detienen. No buscaba la Ca-tedral. ¿Qué entonces? No hay tre-gua. Corre juguetón hasta llegar al puente Bessón. Lo atraviesa rápi-do. Apenas mira a los lados. Ni al imponente Palacio de Justicia, construido en el siglo XIX, que continúa dictando sentencia, ahora sin su señorial escalinata. Ni al Ins-

tituto Cardenal López de Mendo-za, de líneas renacentistas.

UN LOCO ENAMORADO El Arlanzón busca la naturaleza, la persigue como un loco enamorado. Y sigue su curso por el denominado paseo de la Audiencia. Frente a las burguesas viviendas se abre una pradera en la que Goya bien pudie-ra haber pintado a sus majas y ma-jos jugando a la gallinita ciega. Pero el agua sigue escribiendo su estrofa olvidada y cruza raudo el puente Castilla. Otro lienzo para un pintor.

El paseo y la orilla del río se con-funden y sería irrespetuoso no acer-carse a escuchar su susurro. Croc, croc, croc... Las hojas secas crujen

bajo las botas. Un paso,

dos, tres... Al levantar los

ojos, los arcos de Castilfalé sorpren-den al visitante. Nobles piedras que emergen en medio de un oasis na-tural. No son las únicas.

La Isla es mil y un paseos. El vi-sitante puede serpentear en espiral y perder la noción del tiempo le-yendo las indicaciones de la suerte de jardín botánico: ciprés de Nootka, olivo, cedro de incienso... O jugar con las hojas secas. O ba-lancearse en los columpios. O...

Nuevos ojos de piedra observan al final. Puente Malatos. Unas escaleri-llas cavadas artesanalmente invitan a acariciar el agua antes del adiós. El Arlanzón sigue su búsqueda.

El otoño dibuja estampas únicas de este ‘dulce’ compañero. / SANTI OTERO

La Vianda o Carlos Alfaro en el 24 de La Paloma. Y hay que salir del centro para encontrar a tres chef esenciales. Nacho Rojo en La Galería (Alfoz de Quintanadueñas), Patxi Álvarez en el Tábula Gastrobar (Parralillos) y Saúl Gómez en el Blue Gallery (Comuneros).

� A la carta y de menú. Si se quiere comer bien, pero sencillo las opciones se multiplican. Con menú o a la carta. Todo vale. Por el día o por la noche. El casco histórico concentra algunos. Elegancia ofrecen el

Espacio Evo, en el Fórum, con

unas vistas magníficas como

compañía, La Esencia, La Tramoya,

In Vino Veritas o La Favorita. Más informales

son El Pueblo (La Puebla), Manrique y La Lesmería (San

Lesmes), La Comidilla de San Lorenzo, Los Herreros, La Mafia o el Pancho (San Lorenzo)....

� Internacional. La cocina internacional tiene poco predicamento. El comensal puede viajar hasta Italia en el Villa Trajano. Destacan las jornadas japonesas de El Fogón de Jesusón.

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MARTA CASADO

El hispanista Richard Ford (1796 - 1858) subió hacia el viejo Castillo de Bur-gos. Una vez alcanzó la cima lanzó su mirada al

horizonte. «Abajo anida la ciudad po-pulosa. La vista desde las alturas es amplia y ahora se ven realmente las espiras de la Catedral; más allá, en la distancia, al norte, están los monas-

terios de Miraflores y Cardeña, mientras que al este, fuera de la ciu-dad, se levanta el real convento de Las Huelgas con las verdes Isla y Ve-ga extendiéndose hasta perderse de vista», escribió sobre la vista de la ciudad en su Manual para viajeros por España y lectores en casa.

Ya entonces el Castillo era el mi-rador natural de la ciudad. Es un rincón imprescindible para cual-quier visitante. El tren turístico ha-

� Al calor de la piedra. El pasado medieval de la ciudad está muy presente en su red hotelera. Lugares con encanto para hacer parada y fonda. A los pies del Camino de Santiago, un palacio nos recibe con los brazos abiertos. El Palacio de los Blasones uno de esos espacios que te trasladan a otro tiempo.

Una atmósfera completamente medieval o las habitaciones con las mejores vistas del casco histórico y la Catedral. Pero para hotel fortaleza, antes de entrar en Burgos pueden encontrar el Hotel Landa, un espacio hotelero de cinco estrellas. Si disfrutan con los

lugares de corte medieval, un buen rincón para refugiarse es el Hotel Palacio de La Merced. un inmueble histórico recuperado magistralmente para la hostelería sin pérdida alguna de su antigua esencia.

� Las mejores vistas. Un lugar con las mejores vistas es el Hotel Abba. Antaño fue un seminario, está enclavado en la antigua judería, justo en un alto del Camino de Santiago desde donde poder observar parte de la ciudad. Vistas con encanto ofrece, ya en el

UNA CIUDAD DESNUDA

Panorámica exuberante Burgos es una urbe creada al calor de la piedra que narra su historia, del acero de su industria, del ladrillo de sus viviendas y del cristal por el que mira al futuro

DULCES SUEÑOS

ce parada en este lugar donde des-cubrir dos conexiones con la ciu-dad. La subterránea a través de pa-sadizos por el pozo del Moro, que dicen que en el pasado conectaba la ciudad con el castillo. Y a cielo descubierto, el alto desde el que hoy la urbe se muestra desnuda, sin cortapisas, sin engaños. Se en-trega entera al visitante. En una sencilla rosa de los vientos, se adi-vina la ciudad que se dibuja en ace-

ro sobre la balaustra-da de un balcón de honestidad.

BELLEZA DE PIEDRA

La ciudad muestra su belleza de piedra. La Catedral se erige lus-trosa, sabedora de su protagonismo total. Iglesias y edificaciones pétreas adivinan un casco histórico recu-

perado gracias a la colaboración ins-titucional. Destaca a lo lejos la Plaza Mayor. El color en las fachadas otor-ga ese aire bucólico de una ciudad fría en la meteorología, cálida en su recibimiento. Se transforma en la-drillo y piedra en las viviendas mo-dernas. Sus moradores muestran su lugar en el mundo.

VERDE NATURAL

El paisaje es una constante en la ciu-

dad de piedra. El parque del casti-llo, con un área destinada a exhibi-ción botánica de variedades y espe-cies vegetales. El río y sus orillas acaudaladas de vegetación se dis-tinguen en cualquier perfil de la ciu-dad. La atraviesa en dos, pero no la divide, sino que la integra como un

lugar de respiro y aliento en el día a día. El parque de la Isla, el paseo de la Quinta o el Espolón se atisban y, a lo lejos, Fuentes Blancas.

ACERO DE INDUSTRIA

Burgos es también ciudad indus-trial. Así se observan sus espacios

fabriles en la lejanía. Reflejo de un pasado y presente productivo que da aliento a sus ciudadanos, pero que busca completarse con un sector terciario vinculado a la gastronomía y el turismo. Mim-bres para ello no faltan y se pue-den contemplar desde el Castillo,

CAMINO DE ESTRELLAS

El Mirador y el Castillo se erigen imponentes en la parte alta de Burgos. Allí surgió la ciudad y es la atalaya para contemplar su crecimiento y las huellas del cambio a lo largo de su historia

El camino de Santiago que une

Burgos con Europa arranca en Gamonal. La Real y Antigua es la primera piedra secular que recibe al peregrino. La ruta permite descubrir los rasgos de ciudad europea y hospitalaria de esta urbe castellana. Al dejar atrás la calle Vitoria y a través de Calzadas, se llega a

la plaza de San Juan. Es uno de los hitos jacobeos de la ciudad, jalonado

por el Monasterio de San Juan, el antiguo Hospital de San Juan, hoy biblioteca

pública, y la Iglesia de San Lesmes, el santo francés que es patrono de Burgos. Dejando atrás la iglesia se cruza la que fue puerta de la ciudad para los peregrinos, el arco de San

Juan. Desde allí, ya se empieza a callejear por el centro histórico de la capital. Calle Avellanos y Fernán González donde se ubica, poco antes de llegar a la Catedral, el Palacio de Castilfalé y la iglesia de San Nicolás

Real y Antigua de Gamonal Monasterio de

San Juan

Iglesia de San Lesmes

Iglesia de San Gil Abad

Arco de San Juan

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de Bari (cuyo retablo es visita casi obligada). El albergue de peregrinos, uno de los mejor conservados de toda la ruta jacobea, es fruto de la rehabilitación de la antigua Casa del Cubo. A lo largo de la ruta varios hitos de la historia de la ciudad: El arco de

Fernán González, en la calle que le da nombre, el Solar del Cid, donde se encontraba la casa solariega del caballero castellano y se sale de la ciudad por el arco de San Martín. Después, el peregrino se adentra en el barrio de San Pedro de la Fuente para llegar al Puente Malatos, ubicado en pleno Parque de

la Isla. Cruza el Arlanzón antes de hallar otro pulmón verde de la ciudad, el Parque del Parral. De allí,

accede al que fue el principal hospital de peregrinos de toda la ruta en tiempos de Alfonso VIII, el Hospital del Rey, hoy transformado en sede de la Universidad. El camino sigue hacia Santiago.

centro, el Vía Gótica. Situado frente a la puerta principal de la ciudad, el Arco de Santamaría, y cerca del Arlanzón, permite al visitante zambullirse de lleno en el día a día de Burgos. Vecino del monumento por excelencia de Burgos, la Catedral,

aparece el Hotel Restaurante Mesón el Cid. Un espacio donde las ventanas se convierten en un cuadro del templo. Lo mismo sucede, pero con el río Arlanzón como protagonista, desde los rincones del Hotel AC.

� Temáticos. El vino está muy presente en esta tierra y en el Hotel Fórum Evolución donde todo el conjunto está dedicado al ingrediente secreto del dios Baco. Está ubicado en la calle Santa Clara, detrás del Museo de la Evolución. Delante del complejo de la evolución, el Hotel Silken Gran Teatro. Una

experiencia cálida es la que ofrece el Hotel La Puebla, emplazado en una de las calles más concurridas de la ciudad, que le da nombre, es un edificio del siglo XIX restaurado con una mezcla deliciosa de elementos originales y detalles sofisticados. Colorido es el

hostal Acuarela, una propuesta más económica, aunque un poco más alejada del centro, sin perder comodidad ni estilo. Y para aquellos viajeros que prefieran el Burgos clásico, Hotel Norte y Londres, en la plaza de la Libertad, abierto desde principios del siglo pasado.

que fue germen de una ciudad amurallada que ha seguido cre-ciendo más allá.

CRISTAL DE FUTURO

El futuro de la ciudad mira a tra-vés de una pared de cristal. En concreto, de tres. En el horizonte,

los edificios del Complejo de la Evolución se erigen imponentes. Sabedores de su relevancia arqui-tectónica y social, son tres espa-cios diferenciados que, a lo lejos, se muestran como uno solo. Es la nueva apuesta de Burgos para la captación de un visitante de cali-

dad. El turista de Burgos busca cultura, buen yantar, ciencia y na-turaleza, cuatro pilares que se han visto fortalecidos. La Evolución humana se ha convertido en un ti-rón más que interesante para el tu-rismo cultural, al que se ha unido un renovado protagonismo gastro-

nómico. La capitalidad gastronó-mica ha sabido mostrar la riqueza culinaria de antaño con una vuelta de tuerca.

AMARILLO INTENSO

Al fondo, el amarillo de los cam-pos de cereal recuerda la esencia

castellana en una provincia rica en contrastes y paisajes. Las tierras que envuelven a la ciudad la en-grandecen. Ciudad y provincia son cuerpo y alma vinculados por una espléndida naturaleza, el arte mi-lenario, el curso de la historia he-cha leyenda y los tesoros de la co-cina y la vid.

Albergue del peregrino Palacio de Castilfalé Iglesia de San Nicolás Arco de Fernán González

Solar del Cid

Puente Malatos

Hospital del Rey

RAÚL G. OCHOA

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están enterrados reyes y príncipes de todos los tiempos. Su interior custodia múltiples tesoros, pero el que lo hace único en el mundo es su Museo de Telas Medievales, con piezas que marcaron tendencia en la indumentaria civil de aquella

época en el viejo continente. Casti-lla fue reina de la pasarela.

Las Huelgas se extiende majes-tuoso y más aún lo hacía en sus años gloriosos. Aquellas hectáreas de terreno se han reducido hoy al parque de El Parral.

Tras salir del monasterio, la ca-lle Bernardino Obregón guía los pasos hasta este paraje. Es más

que un pulmón para la capital bur-galesa, pues es escenario de su jira más popular, que obliga la visita en junio.

Ahora, en otoño, la senda que lo serpentea parece un camino de baldosas amarillas, aunque ni Do-

rothy, ni el espantapájaros ni el hombre de hojalata lo transitan, sino corredores en más o menos forma, gente en bici, dueños de perros que corretean ale-gremente o paseantes que encuentran en él la inspi-ración para afrontar un nuevo día.

Este efímero camino de baldosas amarillas conclu-ye en un pequeño bosque mágico. Los castaños de in-dias enmarcan la entrada del peregrino hacia la ermi-ta de San Amaro. La bien-venida no puede ser mejor. A nadie extrañaría que sa-lieran duendes de debajo de las hojas.

DE HOSPITAL A CAMPUS

Tras una pequeña reveren-cia al patrón de los hospita-leros, el Hospital del Rey es-pera al visitante con el bu-llicio estudiantil como ban-

da sonora, ahora, porque antaño se componía de los alaridos de dolor de los peregrinos que acudían a re-cuperarse de sus heridas allí.

El Hospital del Rey es otra de las instalaciones debidas al mandato

ALMUDENA SANZ

El Arco del Amparo es un rincón desconocido pe-ro brinda el misterio jus-to al visitante que igno-ra qué tesoro puede en-

contrar cuando lo atraviese. Se verá amparado por la Vir-gen escondida en él y seguirá el empedrado. Un caserío pro-pio de un pequeño pueblo lo animará a continuar. La calle Alfonso VIII se contonea hos-pitalaria. Una plazoleta donde tomar un café, una pequeña iglesia y...

...Al frente la majestuosa to-rre de Las Huelgas, sometida recientemente a una profunda limpieza. Unos pasos más allá, se muestra imponente el mo-nasterio. Se siente observado. Invita a adentrarse en él y sa-be que una nueva O se dibuja-rá en el rostro de quien irrum-pa en la plaza del Compás de Adentro. Uno de los rincones más cucos de la ciudad. El si-lencio es el rey -o ¿es la sole-dad la reina?-. Solo roto por el sonido del agua que sale de la boca de los cuatro peces de una fuente y por el lápiz de un pintor que, a resguardo del frío, dibuja la estampa.

CASTILLA, REINA DE LA PASARELA

El Monasterio de Las Huelgas urge una visita reposada. Se construyó por un capricho de Alfonso VIII y Leonor de Plantagenet. Querían un panteón real donde dormir el sue-ño eterno.

Consiguieron su objetivo y allí

LOS IMPRESCINDIBLES

CITA CON LA LUNA

PP A S E O D E L A I S L A

La Isla da continuidad al Espolón en el centro histórico de la capital burgalesa. Cada estación ofrece un nuevo paseo y el caminante puede elegir distintos senderos en este parque que se presenta como un jardín botánico. Su exuberancia natural queda salpicada por piezas monumentales como los Arcos de Castilfalé o la portada de la ermita románica de Cerezo de Río Tirón.

� Burgos castizo. El tipismo en Burgos luce patillas. El Patillas es el local más castizo de la capital. Sus paredes empapeladas abrigan el improvisado canto y el rasgueo de la guitarra.

� En torno a una cerveza. Si después de un largo día

estás cansado y quieres pasar la noche agarrado a una cerveza y a una buena conversación las opciones son varias. La calles San Juan y La Puebla se prestan a este plan y basta dar unos pasos para

pedir la penúltima en la próxima calle Hortelanos, con locales míticos como el Ram Jam Club o Bariwana. La calle

Fernán González y las Llanas también

mantienen el tipo. Unos metros más allá del centro

aparece la zona del Carmen. El Carabás es ideal para cualquier hora del día y de noche tiene ‘cositas ricas’. El Carmen 13 completa la ruta. Una última opción son las Bernardillas, en Gamonal.

� Tarde de café y noche de copa. Burgos cuenta con

numerosas cafeterías. Acaba de abrir Esmol Jaus, un templo vintage del café. Y destaca la calle Laín Calvo con el Café España, el Latino, Las Artes o el Ágora, un espacio gestionado por una asociación. Cerca, en el también imprescindible parque del doctor Vara, está

La plaza del Compás de Adentro es la entrada al monasterio de Las Huelgas. / FOTOS: RAÚL OCHOA

La salida de El Parral a San Amaro es un rincón mágico.

FUERA DE LA MURALLA

Donde la ciudad se pierde Burgos brinda lugares para la visita más allá de su monumental centro histórico. El Monasterio de las Huelgas, el Hospital del Rey, El Parral o la Cartuja son esenciales

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de Alfonso VIII y Leonor de Plan-tagenet. Aún hay quien escucha el frufrú de los hábitos de los freires y las freiras en los edificios que hoy albergan el rectorado de la Universidad de Burgos y a los es-tudiantes de Leyes, que aprove-chan los últimos rayos de sol del año para tomar un café en los jar-dines y ponerse al día.

Una de las puertas del rectorado comunica el campus con la plaza del Sobrado. Un lugar por el que no ha pasado el tiempo. Sus casas bajas, sus bancos dispuestos a la tertulia al fresco y su espacio diáfano presto para el juego de los niños solo son ilusiones. Es so-lo un sitio de paso, cada día más ma-chacado. Un arco lo enmarca a la dere-cha e invita a descu-brir si detrás de él se esconderá otra estampa que rete-ner. Así es. El Arco de la Villa lla-ma a inmortalizarlo.

Detrás de él, un tentempié en uno de los bares que anima las ho-ras de la comunidad universitaria. Después se puede reanudar el ca-minar hacia el casco histórico.

Recorrer El Parral por fuera de su muro, alcanzar el puente Mala-tos, perderse por el barrio de San Pedro de la Fuente, subir por la calle Emperador, divi-sar la estampa del Arco de San Martín a lo alto, alcan-zarlo peldaño a peldaño y después lanzarse a circun-dar la muralla. Doblar el torreón de doña Lambra y quizás cotillear detrás de la Puerta de la Judería antes de serpentear el sinuoso Paseo de los Cubos, a la sombra de sus cas-taños de indias, para dejarse en-volver de nuevo por el casco histó-rico de una ciudad que es mucho más.

LL A Í N C A L V O

Desde su arranque en la plaza Alonso Martínez, con el Palacio de Capitanía al mando, la calle Laín Calvo es ideal para los que quieren vivir una jornada de escaparates y de señorial arquitectura, con muchas cafeterías para el descanso.

el Vara, con una selección de ricas tartas. Los golosos hallan un paraíso en la Plaza Mayor con el Juarreño. Algunos de estos locales permiten alargar la tarde y disfrutar de una copa.

� La cultura tintinea. Los bares se han convertido en

una alternativa a la cultura oficial. El Bardeblás, en La Puebla, lo hace desde hace tiempo. La Casa de las Musas se llena con conciertos, arte, microteatro... Al lado, La Abuela Buela, con el monólogo como santo y seña. En la calle Reyes Católicos, codo con codo

están El Bardo y La Rúa con la música en directo como reina. El BNB y el Vagón del Castillo también son escenarios de conciertos. Alejados del centro, pero con agenda habitual, están el Plaza Nueva y el Estudio 27. El gran formato es cosa de El Hangar, junto al bulevar.

� A bailar. La noche es joven y si el plan es darlo todo y salir a la pista, dos zonas son las más concurridas: Las Llanas y Las Bernardas. Las calles San Juan y La Puebla también tienen algunos locales preparados para mover el esqueleto.

S A N N I C O L Á S

La iglesia de San Nicolás se levanta a la sombra de la Catedral, aunque sabe brillar con luz propia. Sometida a una profunda y reciente limpieza, destella más que nunca. Construida en el siglo XIV, destaca el retablo mayor labrado en piedra en el siglo XVI, obra de Simón de Colonia y de su hijo Francisco.

Fuentes Blancas propicia mil y un paseos. El caminante se puede volver loco con su vorágine natural y a la vuelta de la esquina se sorprenderá con la tímida pero poderosa Cartuja de Miraflores. Concebida como panteón para el infante

Alfonso también lo es de Juan II e Isabel de Portugal, en un espectacular sepulcro estrellado. Aunque su auténtica joya es el retablo de Gil de Siloé. No es el único tesoro de este monasterio, que da paz tanto en su exterior como en su interior.

La Cartuja de Miraflores, silencio se reza

Una visita a San Pedro de Cardeña obliga a coger el coche o dar muchos pedales en la bicicleta. La carretera de Fuentes Blancas guía al visitante hasta aquí, donde el Cid dejó a Jimena camino del destierro. El monasterio emerge entre árboles y la

paz que se respira en su entorno también envuelve su interior, elegido por muchos para pasar unos días de reflexión. Otra opción es visitarlo como turista y tomarse un pincho de morcilla en el mesón abierto a su vera.

San Pedro de Cardeña, sorpresa en otoño

La huella de Alfonso VIII y Leonor de Plantagenet se ve en el Hospital del Rey, Las Huelgas y alrededores

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EXTRA12 E L C O R R E O D E B U R G O S / M I É R C O L E S 2 0 D E N O V I E M B R E D E 2 0 1 3

SABORES� Productos elaborados. Los quesos de oveja son de excepcional calidad en la provincia. De producción artesanal, sabor inigualables se convierten en un postre ideal. La miel de brezo es un complemento a esos quesos más suaves, como el queso fresco de gran renombre fuera y dentro de nuestras fronteras. De Hecho,

ambos productos son la base del ‘postre del abuelo’.

� La matanza. Llega noviembre, San Martín, y las localidades se preparan para la matanza. Covarrubias

mantiene la tradición de preparar en su plaza todos los productos de la matanza. El caldo mondongo, el chorizo, la morcilla, los solomillos, la

careta, el sebo, la sangre... Fiesta culinaria de raíces ancestrales.

� Frutas. La cereza y la manzana. Dos productos con marca de garantía del valle de Caderechas. Pero también Covarrubias puede presumir de la calidad de sus cerezas. En ambos casos, manjares de los que no se debe prescindir.

YOLANDA PASCUAL

Diseñar una ruta para re-correr la riqueza romá-nica y medieval que atesora nuestra provin-cia se convierte en em-

presa harto difícil para incluir cada rincón digno de guardar en la me-moria y el corazón. Cada monumen-to es un pedazo de esta Cabeza de Castilla que vivió uno de sus máximos es-plendores en la Edad Media y desde donde los Reyes Católicos im-pulsaron el origen del reino de Castilla.

Cada piedra de cas-tillos, casas y calles custodian un secreto, una anécdota, una vi-da... En estas líneas no estarán todos los que son, pero sí son todos los que están.

Un viaje al pasado medieval de la historia de Burgos que se dise-minada de norte a sur y de sur a oeste. Una breve reseña de un pasado monumental, rico y prós-pero que dejó constancia a través de sus iglesias diseminadas en cada rin-

E S G U E V A

En torno al río Esgueva, una ruta nos descubre la riqueza del románico. Las iglesias de Oquillas, Villatuelda, Villovela, Cabañes, Terradillos o Pinillos de Esgueva. El viaje continúa hasta el monasterio de Santa María la Real de Tórtoles, una de las maravillas que no puede dejar de visitarse.

OO E S T E Y N O R T E

En el oeste, en las comarcas de Páramos y Campiñas, destaca el templo de Villadiego y Rebolledo de la Torre. Al norte, la iglesia de Monasterio de Rodilla, San Pedro de Tejada en la zona de Valdivielso; Santa María de Siones, San Pantaleón de Losa, Oña Valdebezana.... El viaje no tiene fin para descubrir el pasado medieval de la provincia burgalesa.

S A N P E D R O

El río Arlanza custodia las ruinas del monasterio de San Pedro de Arlanza. Erigido por Gonzalo Fernández en el año 912. Aún podemos apreciar los restos de la iglesia comenzada en 1080, así como los de la torre del siglo XII, claustro y demás dependencias monacales.

cón de nuestra geografía. Y nuestra ruta comienza en la villa medieval por excelencia: Frías. La ciudad más pequeña de España donde su emble-mático castillo roquero, asentado en La Muela redibuja la silueta de la lo-calidad, destacando orgullosa la To-rre de Homenaje. Abajo, el pueblo vive entre calles empedradas y fa-chadas de rocas. La iglesia de San Vicente, el puente, la muralla, sus

mercados y am-bientaciones festi-vas medievales... Qué contar de una ciudad que une su pasado con el más vanguardista pre-sente, pues atesora orgullosa el título de ‘Ciudad Gay Friendly’ (amiga de los gays) y apuesta por cada colectivo que busque un en-torno lleno de histo-ria y fraternidad.

Y desde el norte, viajamos a otra villa medieval por exce-

lencia. Covarrubias, a pie del río Ar-lanza y en las estribaciones de la Sie-rra de la Demanda, se muestra es-plendorosa en cuanto se cruza la

QUÉ VER

ESPÍRITU Y RIQUEZA MONACAL

Viaje al Medievo Al abrigo del Camino de Santiago y el destierro del Cid, cuna de Castilla, la provincia vivió el origen de sus pueblos en la Edad Media. Sus tesoros románicos nos lo recuerdan

puerta Norte y se atraviesa el arco del archivo del adelantamiento de Castilla. Lo más recomendable es perderse por sus calles, descubrir sus casas típicas, sólidas de piedra y su entramado de roble, aunque las gen-tes del lugar siempre hablan de esta madera como el ‘negro’ de sus casas. Por debajo, los pórticos y sus anchas plazas. La fiesta de la cereza medie-val, la matanza, los dulces monaca-les... En nuestro caminar, no pode-mos perdernos la plaza de Doña Urraca porticada en sus laterales y presidida por la casa palacio de la madre de Fernán González. Ni su entrada Sur al lado del río y la mara-villosa

Colegiata. Y mucho menos la ca-pilla de San Olav erigida en honor a la princesa Kristina de Noruega que, en torno a ella, la villa rache-la y Noruega han organizado un amplio programa cultural.

Seguimos recorriendo la pro-vincia y llegamos a Lerma. Villa Ducal que conoció su máximo es-plendor con el duque Francisco Gómez de Sandoval y Rojas,

quien convirtió Lerma en una corte de recreo. Encrucijada de caminos, creciendo junto al Arlanza, este pe-queño caserío amurallado contaba con cuatro puertas de entrada. Una de ellas, la mejor conservada, es el ‘Arco de la Cárcel’ actual sede de la DO Arlanza. Atravesando el arco nuestro camino entra en estrechas calles empedradas con viejos sopor-tales, casas con estructura de made-ra y el impresionante conjunto del Palacio Ducal y la ex Colegiata de San Pedro. Su plaza Mayor en la par-te alta de la villa, es de obligado paso

para descu-brir esos pe-queños rinco-nes y plazue-las que con-fieren a esta

villa la monumentalidad y prestigio que luce orgullosa.

Siguiendo el discurrir del río que da nombre a esta comarca, llegamos a Santo Domingo de Silos, locali-dad unida inexorablemente a la his-toria de su monasterio benedictino cuyo origen se remonta al siglo X. Uno no puede abstraerse en su visita de la espiritualidad que se respira en este recinto y nadie que pase por Si-los debería dejar de ver su claustro románico.

Viajamos al sur y llegamos a Cale-ruega, patria de Santo Domingo de Guzmán. Paso de la ruta del destierro del Cid, su plaza medieval, su conven-to dominico, su recién restaurado To-rreón de los Guzmán con su terraza almenada y habilitado para museo.

Y en esa frontera se llega a Peña-randa de Duero, otra histórica villa imprescindible para conocer aún más el pasado medieval de la provin-cia. Nuestro viaje puede convertirse en jornadas interminables de mara-villas arquitectónicas que se alzaron con el empuje del Camino de Santia-go, de la realeza castellana y el espí-ritu de las gentes que aún permane-

ce y se transmite en un viaje lleno de inspi-

ración.

Espectacular perfil de Lerma donde destaca a la derecha el Palacio Ducal. / MIGUEL ÁNGEL

El Torreón de los Guzmán en Caleruega.

El castillo de Frías vigila la ciudad.

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Palomera y Dolencias, dan testi-monio de la grandeza del tiempo.

Proseguir por decenas de peque-ños recorridos y grande rutas, tam-bién culturales, como las que repre-sentan el románico de la zona o la ruta de Carlos V, permiten conocer una zona singular. Un espacio don-

sotros con sus más fasci-nantes cualidades.

Calzarse unas buenas botas y pertrecharse con un buen atuendo de tem-porada es esencial para disfrutar de una montaña rusa de experiencias natu-rales, donde la orografía del terreno marca la pauta al visitante. Caminar por los haye-dos de Monte Hijedo nos otorgan la paz inalcanzable en el día a día. Avanzar por los robledades y las conchas de Ojo Guareña, antes de sumergirse en un espectacular complejo kárstico esculpido por las aguas donde las cuevas, como

sando por Las Merindades y el Va-lle de Mena hasta el Monumento Natural de Monte Santiago y sus 300 metros de cascada del río Ner-vión, la zona norte de la provincia nos ofrece una experiencia donde la ‘mater natura’ se erige ante no-

SABORES� Carne de potro. La raza hispano-bretón, autóctona de Castilla y León, ofrece un producto bajo en grasas y rico en ácido omega 3. Una vez recuperada esta raza autóctona, se ha ido introduciendo en los mercados, primero del norte, y luego extendiéndose a toda

la provincia y la región. Y está presente también en el mercado nacional.

� Lechuga de Medina. Con lMarca de Garantía por la Junta de Castilla y León, la lechuga de Medina, de variedad batavia, posee unas propiedades muy saludables

y un sabor inigualable. En la actualidad, existen setenta y cinco hectáreas inscritas para esta marca de calidad y cuenta con diez productores y seis envasadores. Es un alimento que ofrece con un alto

porcentaje de agua, provitamina A o betacaroteno, y vitamina C.

NATURALEZA SALVAJE

Puro Norte El verde y rocoso Burgos septentrional permite perderse en el tiempo de otra era donde el extraño es el hombre

DIEGO A. MARTÍN

Relieves donde perderse y encontrar un mundo virgen entre riscos, cortados y cuevas. Des-de Monte Hijedo, pa-

O R N I T O L O G Í A

El proyecto Trino (Turismo Rural de Interior y Ornitología) está presente en la zona con una guía de ocho rutas promovida por el CEDER, que permitirá descubrir de la mano

de las aves muchos de los tesoros naturales de la comarca

de Las Merindades.MEDINA DE POMAR

RUTA DE CARLOS V

El último viaje del Emperador19 y 20 de octubre de 2013 RR U T A C A R L O S V

Carlos V desembarcó en Laredo (Cantabria) en 1556 para su posterior llegada a Yuste (Cáceres). Una ruta histórica y cultural que ahora es fuente de riqueza cultural. A lo largo de 60 kilómetros, Las Merindades son protagonistas de su paso desde Agüera hasta La Mazorra.

L O S I N O S

Otra de las atracciones en las tierras del Norte es la presencia de los caballos de raza losina, autóctonos de la zona del Valle de Losa. Esta raza de pequeña estatura es emblema y orgullo para los criadores que. desde hace dos décadas, se encargan de su recuperación y difusión.

La insignificancia del hombre en Dolencias. / I. L. M.

Puentedey en estado puro. / ECB

Foresta del Monte Hijedo. / M. A.

El Nervión salta en Monte Santiago. / I. L. M.

de las aguas del Ebro construyen su cañón más íntimo, donde el pa-so de las aguas por lugares como Puentedey u Orbaneja del Castillo conforman el escenario para esas instantáneas imprescindibles en nuestros ‘smartphones’.

Resurgidos y mirando de nuevo hacia el cielo, como queriendo al-canzar el vuelo de la gran cantidad de aves en la zona, el camino nos deja caer en el parque de Los Mon-tes Obarenes, paisaje de frontera.

Exhaustos desde el embalse de Arija hasta el Valle de Mena,sentar-se a la mesa es obligado para dis-frutar entre otros manjares de la emergente carne de potro.

La vista hace el exterior desde la cueva de San Bernabé en Ojo Guareña ofrece esta belleza natural. / I. L. M.

QUÉ VER

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QUÉ VER

SABORES� El Ribera y el Arlanza. Dos zonas con denominación de origen (D0). Los caldos en Burgos tienen nombre propio ‘Ribera del Duero’ y ‘Arlanza’. Casi 300 bodegas entre ambas zonas son las que se convierten en motor de desarrollo y turismo. Los caldos de Ribera son

una realidad desde que en 1982 se constituyera la DO. En la zona de Arlanza cuentan con esa identificación desde el

año 2007.

� El lechazo asado. El manjar por excelencia de la zona

de Ribera del Duero es el lechazo

asado en horno de leña de encina que cuenta con el marchamo de calidad de Indicación Geográfica Protegida desde 1997.

� La torta de Aranda. De elaboración artesanal, no puede faltar en la mesa acompañando al producto estrella de la comarca ribereña y de toda la provincia.

DIEGO A. MARTÍN

Lugar de parada y fonda, la Ribera del Duero se muestra como anfitrión noble. A la cabeza, su ca-pital, Aranda de Duero.

‘La villa que alegra Castilla’, como reza el cancionero arandino, aúna historia, tradición e industria.

Atravesando por el puente de Aranda sobre el querido río dora-do, río Duero, nos adentramos en el centro histórico. El epicentro, su Plaza Mayor, nos da acceso a la iglesia de Santa María la Real (S. XVI), próxima sede de ‘Las Edades del Hombre’. La muestra será, jun-to con el festival de música Sonora-ma, el evento cultural de 2014.

S A N T A M A R Í A

La iglesia de Santa María la Real, de estilo gótico isabelino (S.XVI), es el reclamo arquitectónico-religioso más representativo de la capital ribereña. Un destino obligado, más aún en 2014, como sede de la muestra ‘Las Edades del Hombre’ y claustro de un buen número de obras de arte.

BB O D E G A S

Un espacio que no debe obviar el visitante son las bodegas subterráneas de Aranda de Duero y Lerma. Singulares arquitecturas del vino en el propio subsuelo de ambas villas que datan desde el siglo XII al XVIII; rincones que guardan el vino donde éste se hace adulto.

H I S T O R I A

Zona rica en historia, el sur de Burgos destaca por sus vestigios celtas (vacceos) y romanos. Para entenderlo es obligada la visita al parque arqueológico de Roa ’Rauda Vaccea’, a la ciudad romana de Clunia (en la foto) y a la localidad de Baños de Valdearados y su afamado mosaico a Baco.

Los atractivos turísticos de Aran-da y la comarca de la Ribera del Duero van de la mano de lo gastro-nómico con sus excelentes caldos, con denominación de origen (1982), y su sabroso lechazo asado, con Indicación Geográfica Protegi-da (1997). Cerca de 300 bodegas y decenas de asadores dan fe y son lugares obligados para adentrarse en el corazón de la tierra.

Con solera, la capital ribereña cuenta con el plano urbano conser-

Las sedes de los dos Consejos Reguladores de la DO Ribera del Duero (d.) y Arlanza (i.). / MIGUEL ÁNGEL Y ECB

RIBERA DEL DUERO Y ZONA DE ARLANZA

El Burgos del vino El espacio sur de la provincia se muestra como un lugar lleno de historia y tradición. Tierras labradas durante siglos que ha permitido forjar una identidad propia en torno al mundo vitivinícola. Las Denominaciones de Origen Ribera del Duero y Arlanza invitan a comprobar su calidad

tos como el de San Blas. La comarca y el vino van de la

mano con cerca de 30 bodegas y denominación de origen propia desde 2007, DO Arlanza. La co-marca nos permite disfrutar de sus paisajes de sabinas, sus edificios monacales como San Pedro de Ar-

lanza y alrededores donde perderse

por varias ru-tas de sen-

derismo.

más realizar actividades de ocio en un entorno natural enco-miable. Destacan las rutas sende-ristas. Entre ellas el Gran Recorri-do 14 (G.R. 14) que parte del naci-miento del río Duero, en el Pico Ur-bión (Soria), hasta su desemboca-dura en Lisboa.

Algunos kilómetros al norte nos da la bienvenida la comarca del Arlanza. Señorial, con la Villa Du-cal de Lerma al frente de estas tie-rras nos muestran la herencia de Francisco Gómez de Sandoval y Rojas, el Duque de Lerma. El con-junto arquitectónico de estilo he-rreriano muestra su Palacio Ducal, la plaza Mayor, la ex colegiata de San Pedro y sus diversos conven-

vado más lon-gevo de toda España (1503). Anterior a esa épo-ca la zona cuenta con vestigios que hoy podemos disfrutar.

Los pueblos celtas (vacceos) y la Roma Imperial dejaron rastro en la comarca, y no sólo por su cultivo de la vid. En Roa, el parque arqueo-lógico ‘Rauda Vaccea’ nos ofrece una experiencia didáctica para en-tender el poblamiento de esta zona desde el Paleolítico a nuestros días. Clunia y el mosaico en honor al dios Baco de la villa romana de Baños de Valderados (S. II) son otros ali-cientes para el turista.

El paso del tiempo deja más ar-gumentos a los que rendir visita. Castillos como el de Peñaranda de

Duero (S. XV) o su palacio de Los Avellaneda (S. XIV) y la casa de los Berdugo (S. XV) en Aranda. Visitar la zona nos permite ade-

El viñedo y el trabajo en agricultura y ganadería permiten degustar un buen vino y un sabroso lechazo

Los viñedos invitan a perderse entre las hojas de parra en territorio ribereño. / ECB

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ven de hogar a los buitres leo-nados, el alimoche, el azor o el halcón peregrino. Y entre cañones rocosos, desfiladeros increíbles y paisaje redibuja-do por los ríos, la nutria, el zo-rro, el corzo, el jabalí o el lobo pasean entre la frondosidad de esta riqueza natural.

Desde Obarenes iniciamos ruta hacia el centro, las Cade-rechas y Poza de la Sal dan paso a un relieve más llano. Entramos en el Páramo de Masa, en los campos y cam-piñas que nos dirigen al oeste en busca del canal de Casti-lla, de las riberas del Odra, de los encinares de El Perul, la vega del bajo Arlanzón, el Páramo de la Lora y Peña Amaya... Zona de aves esteparias, pero también de corzos y jabalíes, la trucha arco iris, el can-grejo de río autóctono....

De nuevo, modificamos nuestra ruta y nos dirigimos al sureste. La Sierra de la Demanda. La sierra aún conserva su origen glacial. En el extremo oeste de la provincia y de este macizo montañoso son de renombre las lagunas de Neila. En la Alta Sierra se conservan vesti-gios de su historia, la necrópolis de Cuayacabras. Quintanar de la Sie-rra, Revenga Regumiel, descansan en sus faldas. Más abajo, Salas de

YOLANDA PASCUAL

Si algo caracteriza a Bur-gos es su riqueza natu-ral. De norte a sur y de este a oeste, la provincia es un inmenso pulmón y

un elixir para los sentidos. Colores y olores impregnan de vida sus montes, masas arbóreas, páramos y llanuras, gargantas profundas, senderos que se abren al caminan-te e invitan a sumergirse en la in-mensidad de la naturaleza que ca-da paraje de esta extensa provin-cia nos brinda. Relieves acciden-tados, diversidad paisajística, rica fauna y flora.

Nuestro camino puede iniciarse en el norte. Los valles de Mena, los Montes de Losa, Las Machorras, Monte Santiago, Somo y Valnera, el salto del Nervión, en el límite con Álava, y Ojo Guareña reciben al vi-sitante con la frondosidad de sus

bosques umbríos y silenciosos que ocultan entre quejigos, encinas, te-jos y rebollos, abundantes aves ra-paces, verdadero refugio de estas especies. Buitres leonados, alimo-ches, halcón peregrino, águila real,

otean el horizonte desde el cielo, mientras que el corzo, el jabalí, la nutria, el lobo, y el gato montés do-minan el suelo y los ríos recorren estas masas arbóreas.

Continuamos el recorrido, aún en el norte, pero des-cendiendo poco a po-co a medida que la geografía de la provin-cia abre su extensión. Monte Hijedo, los ca-ñones del Ebro y Ru-drón y el valle de Val-divielso, al este. Los Montes Obarenes en territorio burebano y dejando paso a los desfiladeros del Ebro y Condado de Treviño, en el extremo oriental. Nuevamente las enci-nas, el boj, la sabina negra, los pinos resi-neros y silvestres sir-

SABORES� Micología. Los bosques burgaleses guardan un tesoro a los pies de sus árboles. El otoño descubre numerosas especies de setas. Aficionados a la micología buscan níscalos, setas cardo, trufas, boletus, amanitas caesarea,

perrechicos.... Variada gastronomía que ensalza los platos en un buen guiso, solas o como condimento. Un

manjar a considerar..

� Pesca. Los ríos que

redibujan el paisaje de nuestros bosques guardan en sus lechos un vergel de

vida que hace las delicias para los aficionados a la pesca. Lucios, trucha arco iris, cangrejo de río... Productos todos ellos esenciales en las cocinas y las mesas burgalesas.

� Caza. Perdices, codornices, jabalí, corzo... la carne de caza es muy valorada en la gastronomía de la provincia.

LOS PULMONES DE LA PROVINCIA

En los bosques De norte a sur y de este a oeste, los bosques de quejigos, enebros, pinos, y sabinas se convierten en refugio de rapaces, nutrias, lobos, corzos... La vida se expande en cada rincón

R A P A C E S

La provincia es refugio de rapaces. La frondosidad de sus bosques tanto al norte como al

oeste los convierte en el hogar de colonias de buitres leonados, águilas reales, alimoches, halcón peregrino, águila culebrera... Los aficionados a la ornitología tienen en estos espacios un paraíso por descubrir.

SS A B I N A R E S

La zona del Arlanza quizá no cuenta con la frondosidad de los bosques norteños, pero es refugio de sabinas centenarias, de aves rapaces, de desfiladeros como La Yecla. Y al abrigo de todo ello, descansa su historia el monasterio de San Pedro del Arlanza.

Montes Obarenes y el Cañón de Río Lobos. Dos ejemplos de bosques llenos de colores otoñales, frondosidad, vida en tierra y en sus copas. / ECB

Los senderos de Monte Hijedo. / MIGUEL ÁNGEL

los Infantes y sus dinosaurios, sus icnitas; Hacinas y sus cigüeñas, sus árboles fósiles.... La Demanda nos invita a descender hacia el Arlan-za, La Yecla y los sabinares cente-narios de este espacio natural. Y por fin, llegamos al Cañón de Río Lobos , en la frontera con Soria. Las sabinas se alternan con los enebros, matorral de cantueso o el pino lairicio. Los buitres y roquero rojos conviven con el corzo, la nu-tria, territorio de pesca de trucha, anfibios y reptiles....

En definitiva, senderos que des-cubrir, bosques en los que perder-se, naturaleza infinita... Un paraíso natural en nuestras fronteras.

El Cañón del Ebro. / MIGUEL ÁNGEL

QUÉ VER

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ESTEFANÍA MALDONADO

El primer plato, rotundo y contundente, nos lle-vará a conocer su his-toria. Románico, góti-co, neoclásico; arqui-

tectura civil, religiosa o militar; elementos de inspiración artística o estrictamente funcional. Puede así el visitante contemplar el anti-guo Convento de San Francisco, las iglesias de Santa María y del Espíritu Santo, las casas señoria-les de Las Cadenas y de los Urbi-na, el Ayuntamiento y el Puente de Carlos III, los templos inclui-dos en la ruta ‘La Luz del Arte’ y concluir su paseo por el Casco

QUÉ VER

SABORES� Vinos. La voluntariosa iniciativa de un grupo de entusiastas ha permitido recuperar la secular elaboración del chacolí mirandés, al que se suma la producción de los únicos vinos de calificación ‘Rioja’ nacidos en tierras burgalesas, los de ‘El Ternero.

� Huerta. Miranda cuenta con una rica variedad de

productos de la huerta. Pero sin duda alguna destaca por encima de todos el tomate, de finísima textura, procedente de las huertas del término (en la foto).

� La delgadilla. Todo un manjar culinario local. Esta

especie de morcilla presenta un sabor tan característico como excepcional.

� Postres. La zona atesora una repostería de primer

orden, entre la que destaca el famoso Goxúa, un postre atribuido al País Vasco, pero que creó el pastelero local Pedro Bornachea. Probarlo supone entrar en un universo para el sentido del gusto. No hay que olvidar el prestigioso tueste de cafés

provenientes de los principales productores mundiales de Gometero.

MIRANDA ‘A TU GUSTO’

Mirada sobre el Ebro Conocer Miranda es como dejarse seducir por un suculento banquete del que el visitante saldrá, sin duda, satisfecho por su amplia carta y sus productos de calidad

PPEÑA JEMBRES

La Red de Senderismo permite conocer el entorno de Miranda, lleno de caminos que cruzan por bosques de pino, encina con boj, robles, avellanos y acebos. Un macizo rocoso rodeado de vides, en plenos montes Obarenes desde el que se divisa la llanada riojana.

RROMERÍA DE SAN JUAN

Su origen se remonta a la Edad Media. Durante tres días, el bullicio y la alegría de charangas y cuadrillas inunda la ciudad para culminar el lunes con la subida multitudinaria al paraje de La Laguna, lugar junto al que se ubica la ermita dedicada al Santo, participando en la marcha miles de romeros, mirandeses y foráneos, ataviados con blusas y alpargatas. Es la romería de San Juan del Monte, tan alegre como esencial para entender la fiesta en Miranda.

Las aguas del Ebro reflejan la ciudad de Miranda que luce orgullosa el apellido de su río. / I. L. M.

El jardín botánico mirandés. / E. M.

gar una semifinal de la Copa del Rey.

Conocida la carta, es tiempo de saborear una ciudad para comér-sela y no dejar nada en el plato. Que aproveche.

Roca: del Ebro a los Obarenes’. El segundo plato de nuestro me-

nú mirandés será servido por jóve-nes e innovadores cocineros que suman sus creaciones a las elabo-radas por otros profesionales, de raíz más tradicional, herederos de generaciones de hosteleros. Pro-puestas especiales -entre las que cabe destacar la ‘Cena en el Casti-llo’, en la que ocho restaurantes y dos bodegas locales colmaron las mejores expectativas de más de trescientos comensales- se suce-den a lo largo de las estaciones.

El postre lo ponen la cultu-ra y el deporte, con festiva-

les como Ebrovisión, en-cuentros internaciona-

les de folklore o de artesanía, concen-traciones de mo-tos, sin olvidar al Club Deportivo Mi-randés, famoso in-ternacionalmente tras su gesta de ser el único equipo de 2ª División en ju-

Histórico en el Centro de Inter-pretación de Miranda Antiguo, donde se encuentran los dos pro-ductos estrella de la carta: el Cas-tillo, testigo de la azarosa vida de la ciudad desde finales del siglo XV, y el Jardín Botánico, que muestra en sus siete terrazas más de setecientas variedades de los cinco continentes.

La guarnición que acompaña este plato es la diversidad de su entorno natural que, junto a un relieve conformado por valles, sierras y una nutrida red fluvial, se traduce en una variedad de enorme atractivo paisajístico. Así, a los diez senderos inclui-dos en la red ‘Miranda Natural’

se unen el Camino Natural del Ebro, las ocho sendas del Monte de Miranda, o la ruta ‘Agua y

La marca de la ciudad luce esbelta en una rotonda. / E. M.