introducción al feminismo

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Unidad Didáctica #3 - Introducción al Feminismo Página 1

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unidad didáctica elaborada por la UJCE

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  • Unidad Didctica #3 - Introduccin al Feminismo

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  • Unidad Didctica #3 - Introduccin al Feminismo

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    ndice

    0. Preguntas para la reflexin.

    1. Feminismo: conceptos bsicos. Qu es el patriarcado? Sistema sexo-gnero. Heteropatriarcado. Machismo.2. Discurso materialista: origen. Divisin sexual del trabajo. Economa feminista.3. Sistema patriarcal: gnero y andro-centrismo. Identidad de gnero. Roles de gnero. Heteronormatividad. Masculinidad/feminidad.4. LGTBI. Sistema heteronormativo y binmico.5. Violencia sistmica. Violencia de Gnero. -Violencia domstica. -Estereotipos de gnero. -Educacin sexista. -Micromachismos. Desigualdad laboral. -Conciliacin laboral/familiar.6. Organizacin feminista. Empoderamiento. Transversalizacin. Cuotas de gnero. Uso no sexista del lenguaje. Comisin de mujeres y taller de masculi-nidades.

    7. Preguntas para el debate y la pro-fundizacin.

    8.Textos y bibliografa para profundi-zar.

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    Explicacin del mtodo.

    El presente manual se presta interesante para utilizarlo en tres vertientes:

    - Como elemento de estudio individual, que nos permita contar con una base para enfrentarnos a las obras clsicas. - Como material que sirva a los colectivos para la lectura, estudio y debate colectivo. - Como material de soporte que sirva para la formacin de formadores ca-paces de para impartir ponencias acerca de la temtica. Adems se puede contar con el Power Point (ppt en lo sucesivo) cuya estructura es similar a la del presen-te manual. El ppt se puede encontrar en la web de la Caja de Herramientas de la UJCE. - Tanto para la formacin individual como colectiva, al final del mismo proponemos una serie de elementos para profundizar sobre la temtica y poder aplicar estos mtodos cientficos de anlisis a la realidad. As debemos enfocar nuestro estudio y profundizacin en base a tres cuestiones: - Comprender crticamente el manual y proseguir con el estudio de las obras y ponencias recomendadas en la bibliografa. - Se propone responder previa y posteriormente a las preguntas que apa-recen al principio y al final bajo el ttulo de Preguntas para la reflexin y Pre-guntas para el Debate, de manera individual y colectiva segn sea el formato de estudio. -Realizacin de los Para profundizar en la poltica de la UJCE de amplia-cin biogrfica y bibliogrfica, as como del taller Navegando por la red del cap-tulo 7.

    Para cualquier duda, aportacin o sugerencia que nos quieras hacer llegar no dudes en ponerte en contacto con [email protected].

    Una vez dicho esto, solo nos queda ponernos al estudio. Pues como dijo Jorge Dimitrov en su famoso discurso ante el VII Congreso de la Internacional Comunista: Hay que estudiar, camaradas, estudiar constantemente, a cada paso, en el procesodelalucha, en libertad y enlacrcel. Estudiar y luchar, luchar y estu-diar!.

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    Antes de comenzar vamos a formular algunas preguntas para que nos sirvan de re-flexin, para saber qu entendemos, qu espe-ramos o de qu nivel partimos y a cual llegamos. Estas preguntas sirven tanto para la formulacin en la lectura individual como en la lectura colec-tiva o en las ponencias, en estos dos ltimos ca-sos expresados tantos de forma oral y colectiva o en papel e individual.

    - Qu entendemos por feminismo? Y por patriarcado?

    - Qu es el gnero? - Qu tiene que ver el patriarcado y el capitalismo? Estn todas las mujeres igual de explotadas?

    - Por qu hablamos de heteropar-triarcado y heteronormatividad?

    -Qu es la violencia de gnero y porqu consideras que se produce? - Intentar mencionar 3 luchas femi-nistas que lleva la UJCE en el plano pol-tico e ideolgico y otras 3 polticas en el plano organizativo.

    0. Preguntas para la reflexin.

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    1. Feminismo: conceptos bsicos.

    Qu es el patriarcado?

    El patriarcado es un sistema de opre-sin de un gnero sobre otro, de los hombres so-bre las mujeres. Es un sistema determinado por las relaciones sociales entre hombres y mujeres que tiene como base material el control de los hombres sobre las mujeres y la divisin sexual del trabajo. Estas relaciones sociales, son a su vez relaciones de poder.

    En la medida en que el patriarcado sea un sistema, los fenmenos sociales estn atravesa-dos por l, por ello todo mbito debe ser analiza-do tambin desde una perspectiva de gnero, es decir, desde una perspectiva feminista.

    El patriarcado es un sistema binario: im-plica que haya el gnero Hombre y el gnero Mu-jer. Es un sistema jerrquico (hay relaciones de poder) y es un sistema normativo, nos dice cmo debe ser un hombre, una mujer, qu orientacin sexual debemos tener y qu sexo nos corres-ponde. Cuando no se cumple con la norma im-puesta se ejerce violencia de gnero y surge la discriminacin. Por eso razn hablamos de he-teropatriarcado y de heteronomatividad.

    Aunque el patriarcado es un modelo de opresin anterior al capitalismo desde los inicios de la primera ola las feministas socialistas ya pusieron el acento en las consecuencias espec-ficas para que las mujeres trabajadoras tena la alianza y complementareidad entre el sistema patriarcal y capitalista. A lo largo del siglo XX esta complementareidad no ha hecho sino con-solidarse y demostrar la capacidad y flexibilidad de ambos sistemas de dominacin para acomo-darse en diferentes contextos de cambio polti-co, social o econmico. El marxismo tiene como objetivo conseguir la igualdad de todos los hom-bres y mujeres del mundo, por lo que la lucha fe-minista forma parte de l. Desde el marxismo se reconoce una contradiccin principal o antagni-ca que es la clase, y contradicciones secundarias. Una de estas es la de gnero, junto con la gene-racional, la xengoba, etc. A lo largo del siglo XX

    el sistema capitalista patriarcal ha demostrado su capacidad y flexibilidad para acomodarse en diferentes contextos de cambio social, poltico o econmico. La fase neoliberal del capitalismo ha agu-dizado la feminizacin de la pobreza, ha elimina-do derechos obtenidos gracias a las movilizacio-nes obreras y de las organizaciones feministas, fracturando la clase y sobre-explotando la fuer-za de trabajo de la mujer.

    Sistema sexo-gnero.

    El patriarcado se vale del sistema sexo- gnero, lo que implica que por tener un sexo determinado, macho o hembra, corresponde un gnero, hombre y mujer respectivamente.

    El gnero es una construccin social ba-sada en el binarismo: pues slo se permite ser hombre o mujer, con sus roles, normas e identi-dades predefinidas y que han de cumplirse. El binarismo viene legitimado por los diferentes rasgos sexuales entre hombres y mujeres, con-virtiendo la diferencia sexual en una diferencia en rol social, es decir, en gnero. El sexo biolgico de los humanos presenta diferencias, pero estas diferencias no implican naturalmente determi-naciones especficas en lo psquico ni en lo cul-tural. Que las diferencias sexuales se conviertan en diferencias rgidas sociales es precisamente la construccin social del gnero (tambin cultural e histrica). Las diferencias implican ro-les sociales especficos segn sexos y por tanto, los seres humanos, tanto chicos como chicas nos hacemos chicos o chicas en los procesos de socializacin. Es decir, que no se nace mujer, ni hombre, nos construimos en base a normas so-ciales impuestas que vertebran el patriarcado, el sistema de opresin que rige lo que una verda-dera mujer debe hacer y lo que no debe hacer.

    Hablamos de sistema sexo-gnero porque para ser una verdadera mujer o un ver-dadero hombre, no slo habrs de comportarte

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    como se impone socialmente: de forma femenina si eres mujer, dulce, sumisa, amable, respetuosa y desafiante, agresivo, invulnerable si eres hom-bre. Adems debes tener el cuerpo normal de una mujer y el cuerpo normal de un hombre. El gnero habr de coincidir con un sexo biol-gico determinado, imponiendo por tanto una co-rrespondencia superficial, puesto que el gnero es una construccin social y no algo natural aso-ciado a un cuerpo.

    Dicho esto puede entenderse porqu la transexualidad es considerada una patologa. Un transexual es una persona que nace con el sexo biolgico de un gnero que no le correspon-de normativamente, es decir, desafa el sistema sexo/gnero. Por ejemplo, una persona que nace con genitales y caractersticas fsicas de varn, pero que psicolgicamente se siente correspon-dida con el gnero femenino, o a la inversa. Es importante diferenciar la orientacin sexual de la identidad de gnero.

    En la actualidad, la transexualidad es considerada como una patologa bajo el nombre de trastorno de identidad de gnero. Este he-cho hace que las instituciones mdico-psiqui-tricas tengan el control sobre las identidades de gnero y se aplique un ataque trnsfobo sobre quienes no se adecuan a las normas sociales es-tablecidas sobre la construccin sociocultural del gnero.

    Heteropatriarcado.

    Hablamos de Heteropatriacardo para referirnos a que desde el sistema patriarcal se nos impone no slo que: i) si tenemos un de-terminado sexo tenemos que tener su gnero correspondiente, convirtiendo las diferencias entre hombres y mujeres en algo natural, ii) sino tambin que tenemos que desear al gnero-se-xo contrario al nuestro. Pues, una verdadera mu-jer desea a un hombre y un verdadero hombre no puede desear a otro hombre, ya que dejara de ser un hombre de verdad.

    De una mujer se espera que se case y que tenga hijos con un hombre y que este la proteja y le garantice una vida de recursos materiales su-ficientes, mientras ella se encarga de cuidar a los nios y en caso de que la mujer trabaje tenga lo que venimos llamando doble jornada laboral, la domstica, no pagada.

    Dentro de la estructura bsica del patriar-cado, se configuran las relaciones sociales del parentesco y dos instituciones: la heterose-xualidad obligatoria y el contrato social, y por tanto, la heterosexualidad es esencial para la continuacin del patriarcado. Esta institucin afecta tanto al hombre como a la mujer, porque delimita los contenidos de su se-xualidad. Por tanto, el rgimen heteropatriar-cal tambin ha sido una institucin econmica que ha permitido y mantenido la doble jorna-da laboral para las mujeres as como la divisin sexual del trabajo. El capitalismo se sostiene como sistema poltico, econmico, social, cultu-ral y militar, apoyado en mltiples dominaciones que refuerzan el sometimiento de amplias fran-jas de la humanidad, aumentando su dependen-cia y vulnerabilidad. El heteropatriarcado contri-buye en esta perspectiva, colocando a una parte de la humanidad- las mujeres y las personas que se alejan del patrn heterosexual- en condicio-nes desventajosas y en la marginalidad.

    Frente a la condicin heterosexual como norma, conviene que quede claro el concepto de orientacin sexual como independiente del sexo o del gnero: La orientacin sexual es la atraccin romntica, emocional y sexual hacia otras personas, la cual lleva a establecer relacio-nes sexuales y afectivas con personas de uno u otro sexo. No hay que olvidar que prcticas y relaciones sexuales y afectivas tienen que ver mucho ms con las relaciones sociales del ser humano ms que con otros aspectos, como po-dran ser los biolgicos, es ms, la orientacin sexual no guarda relacin alguna con el sexo biolgico de la persona. La orientacin sexual se podra representar como una lnea continua que va desde heterosexualidad hasta homosexuali-dad. Las personas totalmente heterosexuales se

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    situaran en un extremo de esa lnea, y las per-sonas completamente homosexuales en el otro extremo. En el centro se situaran los y las bi-sexuales. Sin embargo, un gran nmero de per-sonas se situara en puntos muy diferentes por ejemplo, una persona puede considerarse fun-damentalmente heterosexual, pero an as sen-tir cierta atraccin por las personas de su mismo sexo, de modo que no se situara totalmente en el extremo heterosexual, sino ligeramente hacia el centro de la lnea.

    Machismo.

    Si decimos que el patriarcado es el con-junto de relaciones sociales y representaciones ideolgicas por las que un conjunto de individuos, conformado como colectivo social homogneo (varones), domina a otro conjunto de individuos, que tambin es conformado como colectivo so-cial homogneo (mujeres), esto implica que en funcin del sistema se desprendan coacciones diversas. Si decimos que el patriarcado es un sistema, el machismo son los efectos visibles de ese sistema y por tanto el machismo ser la manifestacin del sistema de opresin en forma violenta, ya sea fsica, psicolgica o simblica.

    El machismo se puede ejercer de dos for-mas: 1) cuando un sujeto intenta salir del siste-ma que se le ha impuesto y es castigado social-mente (como la humillacin social infringida so-bre una lesbiana, pues, esta no es una verdadera mujer), como 2) cuando seguimos la normativi-dad patriarcal impuesta (las mujeres tienen que estar en la cocina).

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    2. Discurso materialista: origen.

    Divisin sexual del trabajo y feminismo materialista.

    Sabemos que el patriarcado es un modelo anterior al sistema capitalista, pero como ya dije-ron las feministas de la primera ola, este ltimo se sirve del primero y forja una alianza para nu-trirse de la diferencia sexual, se complementan para perpetuar la dominacin sobre las mujeres. La necesidad del sistema patriarcal se consolida con la propiedad privada de los medios de pro-duccin. A lo largo de la historia hemos visto como el capitalismo ha sido capaz de flexibilizar-se a los diferentes cambios sociales, polticos y econmicos.

    El marxismo, desde sus comienzos ana-liz la cuestin de la mujer y su emancipacin, formulando desde posiciones de clase los crite-rios de cmo abordar la opresin, en el marco de la divisin de la sociedad en clases. Engels afirm que toda forma de organizacin del tra-bajo es una organizacin social. Por lo tanto, no podemos entender el patriarcado por un lado y los medios de produccin por otro, ni tampoco se puede entender al margen de la lucha de clases.

    Para el feminismo materialista, cada contexto histrico tiene un esquema propio de relaciones sociales, y un esquema propio de re-laciones entre hombres y mujeres. El patriarca-do tiene tambin sus diferentes contextos en la historia y sus propias prcticas de dominacin, no pudiendo ser entendido por igual desde su origen primitivo.

    El patriarcado es una estructura trans-versal que se asienta en las bases econmicas materiales del sistema capitalista, sobre las cua-les se relaciona de forma directa con el modelo de familia y de ah se cimienta, justifica y constru-ye un modelo social, cultural, afectivo y sexual que reproduce constantemente las relaciones de opresin de gnero.

    Dos de los ncleos ms fuertes del siste-ma capitalista son la institucin de la familia y el

    Estado. La articulacin de los modos de produc-cin se establece a travs del Estado, cuyo poder e intereses surgen con las clases y se correspon-den a la clase dominante. De hecho, Engels3 in-sista en la existencia de opresin de las mujeres en todas las sociedades con Estado, vinculando el patriarcado a la existencia de las clases socia-les.

    La distribucin de funciones econmi-cas, laborales y sociales divididas por sexos se produce en la familia, y el modo de produccin se eleva en relacin dialctica sobre esta asig-nacin previa. Cuando hablamos de la divisin sexual del trabajo, nos referimos al hecho de que tradicionalmente, el ser hombre o mujer ha marcado la actividad que se tena que desempe-ar en la sociedad. As, las mujeres se respon-sabilizan del trabajo reproductivo (es decir, los cuidados del hogar, trabajo no remunerado) y los hombres del trabajo productivo (en la esfe-ra de lo pblico, trabajo remunerado). El proceso de desarrollo capitalista separa la produccin y la reproduccin de la fuerza de trabajo. El capi-tal se beneficia pues se beneficia de un trabajo domstico (no pagado) que garantiza el control social de las mujeres (y la reproduccin de sus valores ideolgicos) y los valores de uso nece-sarios para la reproduccin diaria de la fuerza de trabajo masculina (alimentacin, vestimenta, etc). As mismo sistema empuja a las mujeres al mbito de la produccin, se sirve de una fuerza de trabajo femenina con salarios ms bajos, fe-minizando la fuerza de trabajo. Tambin como veremos reserva algunos sectores o profesiones asociados a los roles femeninos frecuentemen-te menos cualificados-.

    Como analizbamos el sistema de domi-nacin patriarcal se basa en el matrimonio, ase-gurando la propiedad de los hijos y por tanto la herencia paterna. Esto quiere decir que la liber-tad sexual de las mujeres pondra en peligro el esquema preestablecido. Este control de la eco-noma por parte de los hombres supone asimis-mo el control sobre las mujeres y forja la depen-dencia econmica de estas hacia sus maridos. En definitiva es el resultado de una forma de control

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    que el capital realiza sobre la fuerza de trabajo.

    Para las mujeres obreras, la opresin de gnero introduce un incremento diferencial en su explotacin. El sistema explota a las mujeres en el mbito laboral sin quitarle la responsabili-dad histrica por el trabajo domstico no remu-nerado, recargndolas con una doble jornada laboral. A lo cual, hay que aadir el hecho de que las religiones y otras instituciones refuercen ideolgicamente este sistema postergando una y otra vez a la mujer como el corazn del hogar.

    Economa feminista.

    La economa feminista trata de poner de relieve aquellas actividades que histricamente han sido invisibilizadas y catalogadas como tra-bajo alejado de la produccin (no productivo) y que, adems, han sido realizadas comnmente por mujeres. Las temticas que asimismo abor-dan son el trabajo y empleo, el uso del tiempo, los cuidados, la feminizacin de la pobreza, po-lticas de conciliacin, desarrollo econmico y bienestar, pero sobretodo introducir la perspec-tiva de gnero en la economa poltica. Asimis-mo, la economa feminista denuncia la funcin del trabajo domstico dentro del actual sistema econmico, analiza la existencia de la divisin entre trabajo reproductivo y trabajo productivo y adems establece esta divisin no es neutral segn el gnero, sino que est profundamente marcada por las relaciones de desigualdad que se dan entre mujeres y hombres. Tambin reco-noce su existencia como lugar de trabajo y como elemento central para la reproduccin y reposi-cin de la fuerza de trabajo. Trabajo socialmente necesario, no remunerado y que debe cuantifi-carse y aadirse a cualquier anlisis para enten-der la explotacin en el capitalismo.

    Por lo tanto, podemos decir que la eco-noma feminista representa la aplicacin de un nuevo enfoque que, desde el pensamiento femi-nista y desde un sentido interdisciplinar, tiene un alto potencial transformador, proponiendo la

    eliminacin de la divisin sexual del trabajo.

    Sin embargo no podemos analizar la eco-noma feminista dejando de lado la perspectiva socialista. El patriarcado oprime a todas las mu-jeres, pero esta opresin ha ido desarrollndo-se a lo largo de la evolucin del sistema de pro-duccin capitalista, por lo que somete a la mujer trabajadora a una doble desigualdad: la de ser mujer y clase obrera. Es por ello que no enten-demos posible la liberacin de la mujer y la des-truccin del patriarcado fuera de la lucha por el socialismo, como tampoco cabe socialismo sin la destruccin del patriarcado. De esta manera, debemos analizar la economa feminista desde la perspectiva marxista de la divisin sexual del trabajo y comprender que el patriarcado no slo se manifiesta en la superestructura, sino tam-bin en la infraestructura.

    Los principales objetivos de la economa feminista son la satisfaccin de las necesidades bsicas de las mujeres y de los hombres. Para ello es necesario poner en cuestin el modelo de organizacin de los tiempos y la divisin sexual del trabajo. Se debe establecer un nuevo plan-teamiento para el acceso a los recursos y benefi-cios entre hombres y mujeres. Adems, estable-cer una nueva definicin sobre quin hace qu y cmo se valora; cmo se toman decisiones al in-terior de los hogares; cules son y cmo se distri-buyen los empleos remunerados; qu posibilita y qu dificulta el reparto de la riqueza y a quin; cmo se reparten las tareas del hogar; cmo se atienden las necesidades de las personas depen-dientes, a quin afecta y en qu sentido; cmo las leyes y el contexto socio-econmico influyen en el mantenimiento de la divisin sexual del trabajo y en el replanteamiento de la divisin genrica de la sociedad. En definitiva, un cambio de modelo de sociedad basado en la sostenibili-dad del desarrollo humano, medioambiental y econmico en trminos de igualdad de gnero y justicia social. Es decir, aplicar el enfoque femi-nista a la lucha por la liberacin social de la clase trabajadora y la construccin del socialismo.

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    Si los hombres deben estar plenamente disponibles para las empresas, se entiende que no ejercen responsabilidades en el mbito del hogar. Sin embargo, las mujeres si actan en di-cho mbito puesto que se entiende el ser ama de casa como algo natural. Pero nosotras no ejerce-mos exclusivamente ese rol, tambin formamos parte de la esfera de pblica de la sociedad, en la cual sufrimos una doble opresin e invisibilidad, cargndonos con responsabilidades en ambos espacios. Es importante mencionar que las ta-reas del hogar, al no ser remuneradas, quedan simblicamente asociadas al no-trabajo y ex-cluidas del campo analtico de la economa.

    Si analizamos las caractersticas del tra-bajo no remunerado de las mujeres y su funcin dentro del sistema capitalista, demostraremos su enorme importancia en el mantenimiento de la fuerza de trabajo y su contribucin a la satis-faccin de necesidades dentro de la organizacin econmica (regida por el sistema patriarcal). El trabajo no remunerado de las mujeres sostiene la sociedad y ayuda a bajar desproporcionadamen-te los costes de mantenimiento y reproduccin de la sociedad capitalista. Es decir, el sistema ca-pitalista no solo se beneficia de este injusto re-parto sexual del trabajo, sino que no puede fun-cionar sin el trabajo dedicado a la reproduccin social. Aqu es donde toma sentido la economa feminista.

    La socializacin de los cuidados debe par-tir de lo pblico atendiendo particularmente a las del sector domstico y de cuidados (guarderas, residencias...) permitiendo que todos y todas las personas puedan participar de manera equitati-va en la esfera pblica y puedan hacer un uso del tiempo repartido de forma similar. As muje-res y hombres podran atender de modo equiva-lente a ciertas necesidades tales como el trabajo extra-domstico, formacin y superacin perso-nal, creatividad o descanso y atencin personal.De este breve anlisis extraemos una de las pro-puestas ms importantes de la economa femi-nista, como es la ampliacin de consumo de bie-nes y servicios que se producen habitualmente y cuyo objetivo es alcanzar el mximo de bien-

    estar social. ste estadio lo podremos conseguir a travs de una reforma fiscal progresiva, sa-cando los recursos monetarios para ponerlos a funcionar bajo otra lgica, es decir, distribucin de recursos y prestaciones pblicas para hacer efectiva una reorganizacin social y econmica alternativa a la actual. A su vez, hay que prohi-bir el nimo de lucro en los sectores del cuidado privado. No debiendo a estar sometido a la lgica de la acumulacin del capital, por tanto tiene que ser el Estado quien debe garantizar tales servi-cios. Adems, para poder tener una conciliacin familiar real se debe disminuir la jornada laboral son que ello suponga una prdida del salario y que se establezca una reorganizacin del espacio y tiempo en funcin de las y los trabajadores y de las trabajadoras, y nunca por parte de las em-presas. En cuanto al trabajo reproductivo tiene que haber un reconocimiento de la reproduccin (mantenimiento de la vida y cuidados persona-les e integracin de las necesidades bsicas) en el modelo de desarrollo y en la consecucin de una vida digna para todas las personas y un es-tablecimiento del rgimen de empleo domstico.Por tanto, estamos de acuerdo en que el desarro-llo de las personas que forman una sociedad no es un asunto privado ni familiar, ni de mujeres, sino que debe ser una responsabilidad colectiva. El Estado y las instituciones pblicas deben asu-mir su responsabilidad de garantizar el derecho de cualquier persona a ser atendida y cuidada, siempre y cuando sta no pueda por s sola. Sin embargo, al poder econmico le benefician las nuevas perspectivas que plantean las necesida-des actuales, viendo una nueva fuente de bene-ficios; empleos privados, precarizados y llevados fundamentalmente por mujeres.

    De esta forma, no podemos olvidarnos del objetivo de nuestro programa socialista, pues entendemos que slo a travs de la supe-racin del capitalismo y de la construccin de la sociedad socialista estableceremos las nuevas bases en las que la propiedad de los medios de produccin, consumo y las luchas desde el plano material al superestructural se orienten hacia la superacin de las clases y el patriarcado, ya que ambas luchas estn estrechamente ligadas ya

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    que, tal y como afirmbamos en el X Congreso no habr revolucin ni emancipacin real si es desde el papel secundario de las mujeres o de sus intereses y problemticas.

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    Identidad de gnero.

    A partir de la divisin sexual del trabajo (existente en sociedades pre-capitalistas), orga-niza y divide el trabajo de una sociedad en base a la familia como clula de la misma, esto sus-tenta la base material del patriarcado. La mujer queda recluida en el espacio privado (reproduc-tivo, cuidados, gestin comunitaria de la tribu). El hombre, sale a la esfera pblica (productiva) a partir de lo cual se desarrolla una determina-da forma de ser, rasgos de identidad, ha-bilidades sociales y se constituyen los roles asociados a cada gnero.

    La identidad de gnero es el senti-miento psicolgico de ser hombre o mujer (am-bos o ninguno) y es la adhesin a ciertas normas culturales relacionadas con el comportamiento femenino o masculino. En el caso de las perso-nas transexuales, la identidad de gnero no con-cuerda normativamente con el sexo biolgico. Adems del binomio masculino- femenino que nos impone el sistema patriarcal, existen diver-sas variantes de gnero por las que las personas, ya sea por su naturaleza o por eleccin, no se ajustan al gnero basado en las expectativas de la sociedad, por ejemplo: personas transgneros, intersexuales...

    Las identidades de gnero son una cons-truccin cultural, nos educan y nos socializan en ellas. El gnero se constituye en funcin de la in-sercin en la divisin sexual del trabajo.

    La identidad de gnero se sita en base a cmo nos situamos cada uno de nosotros y no-sotras dentro de la divisin sexual del trabajo, a partir de lo cual se configura lo que llamamos la masculinidad y la feminidad, caracteres diferenciados de ambos gneros.

    La identidad de gnero se adquiere por contraposicin: por prototipos ideales, de ser hombre y de ser mujer a travs de modelos de comportamientos.

    3. Sistema patriarcal: gnero y androcentrismo. El patriarcado es un sistema sexo-gne-ro organizado de tal forma que establece una jerarqua en la que todos los valores se dan en relacin a los hombres y la heterosexualidad. Es-tos estn por encima de ser mujer, homosexual, transexual... Hay una jerarqua en cuanto al g-nero (el hombre sobre la mujer) y en referencia a la sexualidad (heterosexual sobre homosexual), por ello hablamos de heteronormatividad, porque la norma es ser heterosexual.

    Una de las variables que construyen la personalidad de cada ser humano es la identi-dad sexual y con esta se hace referencia a lo que permite a un individuo formular un concep-to de s mismo-a sobre la base de su sexo, gne-ro, orientacin sexual, y desenvolverse social-mente conforme a la percepcin que tiene de sus capacidades sexuales.

    La identidad de gnero es la construccin social de la iden-tidad.

    Existen dos prototipos diferenciados, el prototipo de mujer y el prototipo de hombre, que han de seguir un modelo de comportamien-to o roles de gnero. Por ejemplo los hombres tendrn que ser aquellos sujetos seguros de s mismos donde no cabe la condicin de vulnera-bilidad y las mujeres sern aquellos sujetos com-prensivos y pacientes.

    La forma de ser, la identidad de gnero, en este sentido, decimos que se corresponde con las condiciones materiales (estructuras de gne-ro que se corresponden con la divisin sexual del trabajo). La identidad de gnero se conforma en base a esos roles de gnero, que vienen determi-nados por la insercin de cada sexo en la divisin sexual del trabajo.

    La mujer desarrolla la sensibilidad, empa-ta, la gestin de los sentimientos, etc. en base a sus labores reproductivos y de cuidados en el mbito domstico, mientras que el hombre es

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    aquel que tiene que salir al trabajo a negociar su salario y que, por tanto, no desarrolla aquellas habilidades comunicativas y empticas sino, por ejemplo, habilidades retricas, sentimiento de omnipotencia, de seguridad, etc.

    A partir de este planteamiento es cuando se puede entender la cuestin de radical impor-tancia de los cuidados, la capacidad de dar cuidados que tienen las mujeres y la carencia de ella de los hombres. En base a las condiciones materiales sobre las que se construye el gnero, el cuidado es una habilidad, capacidad, compor-tamiento propio de aquellas cuidadoras del ho-gar, teniendo como correlato la capacidad de la comunicacin y la capacidad de mostrar los sen-timientos. Los hombres, sin embargo, al verse su gnero constituido en base a otras condiciones materiales, son precisamente aquellos sujetos que carecen de esa capacidad de cuidar y de co-municacin en relacin a lo que s hace el gnero de las mujeres.

    Las oprimidas, las mujeres, el gnero mu-jer, son las cuidadoras, los sujetos capaces de dar cuidados, aquellas actividades que se realizan fundamentalmente para el mantenimiento de la vida y la salud, relegados al mbito domstico que trae como reivindicacin feminista de ac-tualidad el reparto igualitario de dichas tareas, por ejemplo. El tema de los cuidados cumple hoy da una funcin fundamental dentro del mbito de la economa feminista.

    Es necesario cambiar nuestra concepcin del trabajo domstico como trabajo al margen de la produccin. El trabajo domstico es trabajo reproductivo, trabajo que crea indirectamente, pues asegura la subsistencia y reproduccin am-pliada de la fuerza de trabajo tradicional.

    Al margen de ello, la habilidad de cuidar configura identidad, y la identidad de gnero de las mujeres se basa en ello, en la capacidad de dar cuidados, y por tanto en tener una capaci-dad emocional ms emptica y mas exterioriza-da que pueden tener los hombres, precisamente porque su mbito material de actuacin no ha

    sido nunca el hogar, sino ms bien el centro del trabajo donde negociar el salario.

    La configuracin social del gnero, en el caso del hombre, se realiza en oposicin a lo femenino, un hombre es aquello que no es una mujer. La identidad masculina en ese sentido se caracteriza por la competitividad y por la agre-sividad y no por la emocionalidad, consecuencia propia de la capacidad de cuidar como definitoria del gnero femenino.

    Otros fenmenos como el culto a la mater-nidad (presentndolo como algo natural) tienen un correlato en la represin sexual de las muje-res. Slo existe la sexualidad si hablamos de la reproduccin y es el papel que deben cumplir las mujeres, lo que en otro sentido tambin nos ha-bla del control de la fuerza de trabajo que realiza el Patriarcado.

    La identidad de gnero, los roles y com-portamientos referidos a ella, todo es aprendido por la persona que se va desarrollando dentro de la cultura. Las identidades de gnero son proto-tipos, son ideales. Para ser una mujer hay que cumplir con las normas que la sociedad impone para que se te considere como una mujer (no ser lesbiana, no ser masculina, no ser agresiva, es decir, no ser trnsfuga del gnero, no tener un atisbo de gnero hombre). Pero la realidad es que no existe un verdadero hombre ni una ver-dadera mujer, aunque por la imposicin del pa-triarcado por ejemplo, los transexuales tambin se obsesionan con llegar a ser una verdadera mujer.

    El feminismo desde Simone de Beauvoir, considera que no se nace hombre ni mujer, sino que son procesos y siempre que no se cumple con la norma, se te castiga (a las maricas se les dice debes comportarte como un hombre).

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    Roles de gnero.

    Los roles de gnero son todas aquellas expectativas y papeles sociales que han de des-empear mujeres y hombres. Cuando se habla de masculinidad y feminidad, se est haciendo alusin a los comportamientos masculinos y femeninos existentes y que son el resultado de una construccin social y cultural que la socie-dad patriarcal impone de forma artificial a cada uno de los sexos, siendo central la relacin asi-mtrica entre ambos. Estos roles han ido en de-trimento de la mujer y a favor del hombre, dado que juegan un papel de pilar del sistema patriar-cal.

    En el caso de la transexualidad, no se tra-ta de duplicar los roles patriarcales, sino que mu-chas veces se intenta crear nuevos roles dados los valores arcaicos que los sustentan.

    Heteronormatividad.

    La construccin de la identidad es dinmica, por ello pude variar. La construccin de la identidad a su vez es un efecto de poder porque impone cmo ser hombre o cmo ser mu-jer, y se establece una norma. El respeto a la normatividad, es decir, la subordinacin al poder, le da a un sujeto viabilidad, esto es, no se ejerce sobre l o ella violencia machista, pues, cumple la norma, cumple con lo que se espera de ese sujeto en tanto que identidad de gnero. Ahora bien, de la misma forma que hay subor-dinacin a la norma, tambin puede haber re-sistencia a la norma, esto es, podemos salirnos del gnero impuesto, de ah que hablemos de deconstruccin. Esto es transformacin, des-truccin y construccin de la forma que encon-tramos de combatir las relaciones de poder entre gneros y lo que el gnero impone en tanto que identidad normativa.

    El gnero es heteronormativo, se constituye en tanto en cuanto cumpla las nor-mas que constituyen su identidad. Hay un ideal

    que hay que cumplir, hay un gnero Hombre y un gnero Mujer. Para el heteropatriarcado, para el heteronormativismo no hay mujeres diver-sas, hay el modelo de mujer perfecta (prueba de ello los anuncios de publicidad, los estndares de belleza en modelos), hay comportamientos que ha de seguir una mujer por ser mujer.

    En este sentido cabe resaltar qu tipo de criminalizacin se infringe ante la huida del g-nero, ante la rebelin a la norma: Por ejemplo, podemos ver cmo en la mujer, cuando deja a un lado la sumisin esperada es una histrica, cuando deja la dulzura y delicadeza de lado es un marimacho, parece un hombre y ya no es una verdadera mujer. En el hombre, cuan-do ste muestra vulnerabilidad es un maricn (maricn entendido como descalificativo que lo rebaja a parecer una mujer) y cuando comunica sus sentimientos tambin es un maricn, por-que los hombres no comunican ni muestran sus sentimientos, eso es cosa de mujeres, ellos de-ben reprimir sus emociones, deben ser fuertes, hombres de verdad.

    Irnicamente o tal vez precisamente por-que la heteronormatividad causa irrespeto y hu-millacin, es que aparecen movimientos crticos de resistencia. Y es desde el psicoanlisis, las teoras queer y de subalternidad que se abren las posibilidades ms esperanzadoras y crticas de resistencia. As se apuesta por la deconstruc-cin de la dicotoma de gnero, y la disolucin de la heteronormatividad como norma. De esta ma-nera, las personas podramos vivir nuestros g-neros, identidades, orientaciones sexuales, roles sin vernos condicionados por nuestra biologa..

    Masculinidad y Feminidad.

    La feminidad y la masculinidad con-forman la normatividad obligatoria. La normati-vidad afecta tanto a hombres y mujeres. La nor-matividad no solo nos afecta, nos constituye. La masculinidad constituye a los hombres y la fe-minidad a las mujeres.

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    En consecuencia a todo lo que venimos diciendo: La masculinidad y la feminidad son construcciones sociales, culturales e histricas. Estas categoras de lo masculino y lo feme-nino abarcan lo que constituye el gnero hom-bre y el gnero mujer.

    La normatividad impone un determi-nado tipo de belleza, una determinada forma de ser, una determinada forma de comportarse en funcin del gnero, y en ltimo trmino en funcin del sexo. La feminidad y la masculini-dad conforman dos mundos distintos y contra-rios. Los varones han de ser fuertes, valientes, agresivos, conquistadores y dedicados a su pro-fesin. Las mujeres, por el contrario, amables, cariosas, buenas madres, esposas y dedicadas a los cuidados de su familia. Histricamente el control social de la mujer ha requerido de cons-tructos ideolgicos construcciones ideolgicas o invenciones ideolgicas que han pasado por la imposicin de diversos estereotipos (mujer cn-dida, inocente, poseedora de electrodomsticos y familia como forma de plenitud femenina, etc).

    La normatividad la viven conscientemen-te todas las mujeres desde que son jvenes, tam-bin en lo que se refiere a un ideal esttico. Se impone a la mujer que ha de ser guapa, dulce, pero guapa fundamentalmente. Esto no solo su-pone el lucro para los grandes monopolios, sino tambin y sobre todo, un mecanismo de infe-rioridad, sumisin y control que acta sobre las mujeres generando pandemias de anorexia y alimentando el negocio farmacutico de los an-tidepresivos.

    Desde pequeas se educa a las mujeres en ser comedidas, respetuosas, amables, y aver-gonzadas de tener sexualidad. Desde pequeos, a los hombres se los educa para ser valientes, fuertes, protectores, viriles y sexualmente acti-vos..

    En los hombres, esto es, en la masculi-nidad, la capacidad de conquistar princesas define la identidad como hombre (por poner un ejemplo podramos pensar en el personaje

    Gastn en La Bella y La Bestia. Prototipo de hombre que tiene que conquistar a Bella, proto-tipo de mujer). A las mujeres, dependientes, nos educan para esperar a que venga el prncipe a escogernos (La Cenicienta), a obsesionarnos con gustarle a ellos, convirtiendo a las mujeres en mujeres-objetos-de-deseo. La feminidad, ade-ms, consiste en sabernos competidoras de las dems princesas y en esperar al prncipe mien-tras lo embellecemos con nuestra imagen fsi-ca y nuestra completa disposicin a hacer felices a los hombres, conformndonos como figuras sociales puramente dependientes del hombre.

    La feminidad tambin se caracteriza por la represin de la sexualidad, por ser suje-tos pasivos y por el sentimiento de culpa. A las mujeres se las responsabiliza del deseo que ellas suscitan. Se considera a la mujer, bajo una moral judeo-cristiana, base del control sobre el cuerpo de las mujeres, incapaz de disfrutar de su propia sexualidad, pues, si lo hace, se la estigmatiza so-cialmente como un puta. Por otro lado y en completa sincrona, la masculinidad se constru-ye en base a su control social, y en base al carc-ter viril pasional incontrolable, como si la mascu-linidad fuera incontrolable por naturaleza y por tanto natural en base a dos notas constitu-tivas: la agresividad y la fuerza. Vemos que esta cuestin es la que subyace a la cuestin de las violaciones, el hombre no se pudo controlar y la mujer debera haberse reprimido en lugar de provocar con su cuerpo-objeto.

    Vemos como en todos los sentidos la mas-culinidad y la feminidad conforman un binomio perfecto y complementario que relega a la mujer, y a toda categora social que no sea hombre a po-siciones de dominadas.

    La feminidad y la masculinidad son las dos caras de la moneda de la dominacin: domi-nada y dominador.

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    4. LGTBI.

    Sistema heteronormativo y binmico.

    El patriarcado ha creado y confecciona-do un modelo social que limita las identidades sociales a slo dos roles de gnero (el femenino y el masculino), un binarismo supuestamente fundamentado sobre la distincin natural ma-cho-hembra y con la heterosexualidad como norma.

    Se trata de un binarismo construido so-cialmente, y no de forma natural, y que es total y necesariamente cuestionable. Tanto en la cons-truccin de la identidad sexual, como en la iden-tidad de gnero, en el binarismo femenino-mas-culino, el heteropatriarcado asocia una forma de identidad social a cada uno de esos dos sexos.

    Se trata de cuestionar no slo el reparto de roles sociales que efecta el binarismo (masculi-no-femenino, hombres-mujeres) sino el hecho mismo de que haya un reparto, una limitacin de las posibilidades de identidades sexuales y de gnero. Se trata tambin de cuestionar el mode-lo de familia judeo-cristina de carcter monog-mico (hombre-mujer) como nico y socialmente vlido, frente a lo cual reconocer las diferentes posibilidades de convivencia y vida familiar que entre personas adultas se establezcan, indepen-dientemente de la orientacin sexual o identidad de gnero.

    Esa limitacin fundamenta despus la normativizacin de la orientacin sexual. Una vez limitada la posibilidad de la identidad sexual (macho-hembra) y limitada la posibilidad de la identidad de gnero (masculino-femenino) se aplica una nueva limitacin: la heterosexualidad como norma. La lucha contra el heteropatriarca-do es una lucha por la liberacin de sus tres pila-res: la identidad sexual, la identidad de gnero y la orientacin sexual.

    La UJCE entiende imprescindible luchar contra el sistema heteronormativo y hace su-yas todas las conquistas de derechos contra este

    sistema heteropatriarcal que se han realizado tanto en Espaa como a travs del movimiento internacional.

    No minusvaloramos los avances, adop-cin y reconocimiento de la igualdad de parejas, por ejemplo, como medio de conquista de dere-chos y revulsivo a toda la sociedad para visibi-lizar la cuestin LGTBI en la esfera pblica, pero entendemos que la lucha por la liberacin sexual y de gnero trasciende a unos avances puntua-les.

    El colectivo LGTBI ha sufrido una enorme represin en Espaa, (especialmente durante la dictadura de Franco todava no resarcida por la memoria histrica-). A pesar de todas las con-quistas, la LGTBI-fobia sigue estando presente tanto en nuestra sociedad (todava LGTBI-fbica machista y patriarcal) como en las organizacio-nes polticas de vanguardia, ya que sus militan-tes han sido formadas/os en un entorno pa-triarcal y heteronormativo, e influenciados por la moral judeocristiana, y es por ello por lo que debemos impulsar medidas para erradicar cual-quier tipo de normalizacin de la discriminacin (formacin, campaas, etc.).

    Enfocamos la lucha desde la comprensin de que solo empoderando a estos colectivos y dotndolos de un posicionamiento propio y de clase. Articulndose como una propuesta contra el capitalismo patriarcal actual y poniendo de re-lieve de qu manera el sistema patriarcal tiene un importante efecto en la poblacin cuya orien-tacin sexual o comportamiento social rompe con la lgica de los roles establecidos en base a la divisin sexual del trabajo. Es en este sentido en el que se enmarca la condena al colectivo LGTBI. Las conquistas son limitadas e insuficientes y en ocasiones la conciencia social emergente se ha reorientado por la burguesa hacia el negocio. As, mientras podemos celebrar el avance en la creacin de espacios sociales liberados de LGT-BIfobia, se han creado modelos estereotipados de persona LGTBI con determinadas caracters-ticas y un poder adquisitivo alto y consumista (mercantilizando la liberacin sexual).

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    La liberacin sexual no es slo reivindicar avan-ces legales sino construir entre todas y todos relaciones sociales en las cuales podamos ser ms libres. No estamos ante una problemtica que afecte slo a las personas LGTBI, porque la normativizacin heteropatriarcal (tener que ser el macho perfectamente masculino y hetero-sexual) limita y cercena las posibilidades afecti-vas y sexuales de toda persona.

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    5. Violencia sistmica.

    Violencia de gnero.

    Entendemos por violencia de gnero cualquier accin o conducta basada en el gne-ro, que cause dao y/o sufrimiento psicolgico, sexual o fsico, as como cualquier tipo de accin simblica que produzca este tipo de daos, sea cual sea el mbito donde se desarrolle la agre-sin.

    Estas agresiones se insertan dentro de la violencia simblica que genera un imaginario legitimador de todas ellas y que pone en una po-sicin particularmente vulnerable a las mujeres. Adems, resaltamos el hecho de que los roles im-puestos por el heteropatriarcado son asumidos tambin por las parejas del mismo sexo, hacien-do que surja lo que se conoce como violencia in-tergnero.

    Especial nfasis merecen las agresiones fsicas y psicolgicas que atentan gravemente contra la integridad fsica y emocional de las mu-jeres (el maltrato en la pareja o relativo a ella), las violaciones y otras manifestaciones contunden-tes del terrorismo machista. Las cifras ponen de manifiesto cmo, tanto en la vida pblica como en el mbito privado, se producen distintas for-mas de violencia que se explican principalmente por razones de gnero, es decir, por una cons-truccin social que se caracteriza por la subor-dinacin, la dominacin y la subvaloracin de la mujer frente al hombre.

    Violencia domstica.

    La dependencia econmica juega un pa-pel importante en la violencia domstica. Esto se debe a que en muchas ocasiones las mujeres dentro del mbito familiar no cuentan con un empleo, dependiendo del hombre, creando una dependencia que mantiene a las mujeres dentro de la situacin de violencia y con menos posibili-dades de escape. No es una cuestin que sea in-herente a la violencia domstica, se da indepen-dientemente a la violencia afectiva y emocional.

    Todo esto se da dentro del entramado de la violencia simblica (como apuntaba Bordieu), es decir, la violencia fsica no es una respuesta inmediata, sino que se debe a un proceso por el cual se infravalora el papel de las mujeres, natu-ralizando los roles femeninos adquiridos social-mente y a travs de la imposicin de los este-reotipos de gnero. Esta violencia es ejercida a travs de los agentes de socializacin como la educacin, las parejas, los medios de comunica-cin y especialmente a travs de la familia.

    Para entender este problema es impor-tante realizar nuevos enfoques sobre la vctima y sobre el agresor que sean capaces de situar-los sobre un contexto socioeconmico. La inde-pendencia econmica de las mujeres es una de las herramientas principales para escapar de la dependencia de los maltratadores. Aunque no la nica para acabar con la violencia patriarcal, pues el sistema patriarcal, an con empleo sub-siste y con l sus roles, valores, doble jornada la-boral etc. Nuestro papel es dotar al discurso de la violencia de gnero de un nuevo anlisis, que no se reduzca al mbito de lo domstico o que no caiga todo el peso sobre la vctima, denunciando la violencia en el mbito pblico como las agre-siones sexuales o el acoso laboral, entre otros. Tambin es importante visibilizar el problema no como un hecho aislado sino como un comn en la sociedad, pues estos actos se dan por una educacin y unos valores concretos, normaliza-dos en nuestra sociedad y deben ser cuestiona-dos y reformulados, a travs de una educacin con nuevos valores basados en la igualdad de gnero y con la ruptura de las bases materiales que sustentan el patriarcado.

    Estereotipos de gnero.

    Se trata de las creencias sobre las caracte-rsticas de los roles tpicos que los hombres y las mujeres tienen que tener y desarrollar en una etnia, cultura o en una sociedad. Sirven para de-finir metas y expectativas para ambos gneros, marcando una evolucin diferente para hombres

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    y mujeres. Son una herramienta ideolgica de la que se sirve el patriarcado para justificar la dis-criminacin que sufren las mujeres, como hemos apuntando anteriormente. Todo ello se realiza a travs de la socializacin del gnero, o lo que es lo mismo, a travs de un proceso por el cual, desde la infancia, aprendemos a pensar, sentir y comportarnos como hombres o como mujeres segn las normas sociales, creencias y valores que cada cultura dicta para cada sexo, desem-peado por los agentes socializadores de los que hablbamos anteriormente (familia, escuela, lenguaje, medios de comunicacin, etc). Enten-deremos todo esto con algunos ejemplos:

    Estabilidad emocional. Dinamismo. Agresividad.

    Tendencia al dominio. Objetividad. Racionalidad.

    Aspecto afectivo poco definido. Valenta.

    Cualidades y aptitudes intelectuales.

    Franqueza. Aptitud para las ciencias.

    Eficacia. Amor al riesgo.

    Fuerza.

    Inestabilidad emocional. Intuicin.

    Falta de control. Aspecto afectivo muy

    marcado. Pasividad.

    Irracionalidad. Frivolidad.

    Ternura. Sumisin.

    Miedo. Dependencia.

    Debilidad. Aptitud para las letras.

    Aptitudes manuales.

    Estereotiposmasculinos.

    Estereotiposfemeninos.

    Mientras se produce la imposicin de los estereotipos por un lado, por otro las mujeres tambin somos invisibilizadas en el lenguaje, en muchas ocasiones presentadas como personas que dependen y forman parte del mundo mas-culino, en funcin del mismo y no como protago-nistas. Asimismo, el uso del genrico masculino en un sentido universal, ha ocultado histrica-mente a las mujeres o desdibujado su presencia, su protagonismo y sus aportaciones a la Historia.En cuanto a los medios de comunicacin, en publicidad, por ejemplo, se presenta a las mu-jeres como consumidoras o seres cuyo objetivo primordial parece ser conquistar y retener a un

    hombre. En otros anuncios se las presenta como esposa/ama de casa y madre solamente; no tra-baja fuera del hogar. Y en la mayora se presen-ta como un objeto sexual, es decir, el cuerpo es presentado como reclamo esencial para la venta de cualquier producto. Sin embargo, los hombres suelen ser representados en profesiones de ms estatus social: polticos, deportistas o empre-sarios, muy pocas veces aparecen en anuncios relacionados con el mantenimiento del hogar. Se transmite la posicin de autoridad masculina usando su voz en off en cortos comerciales, pe-riodsticos, etc.

    Se supone y se muestra que las mujeres toman la decisin de compra en productos poco costosos y relacionados con el hogar (lo opues-to a los hombres), lo que trata de reflejar que las mujeres no deciden en cosas importantes. En los programas dramticos se establece como va-lor que el matrimonio y la maternidad son ms importantes en la vida de la mujer que en la del hombre. La presencia de los hombres en las no-ticias difundidas es casi cuatro veces superior a la de las mujeres, que cuando protagonizan las informaciones lo hacen principalmente en calidad de vctimas o en mbitos banales como famosos, moda y entretenimiento. Las mujeres reclamadas para ejercer como expertas apenas representan el 2%. En ocho de cada diez infor-maciones, los expertos son hombres.

    Los estereotipos de gnero son muy da-inos porque marcan la existencia de las muje-res y de los hombres, condicionando sus gustos (juegos y deportes), sus expectativas (sus me-tas profesionales), sus ocupaciones y empleos (todava existen profesiones fuertemente fe-minizadas y masculinizadas), sus salarios y, en general, su manera de vivir. En definitiva, contri-buyen a la reproduccin ideolgica del patriarca-do.

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    Educacin sexista.

    El sistema educativo y las escuelas siguen siendo uno de los principales espacios de socia-lizacin donde se construye el gnero, y por lo tanto la desigualdad entre chicas y chicos. Los colegios y los institutos (como elementos de la superestructura del sistema) reproducen el sis-tema patriarcal. La involucin de valores que se est produciendo conla crisis capitalista refuer-za el sistema patriarcal y relega la cuestin femi-nista al olvido. Esto lleva a que estemos asistien-do a unaumento de la violencia de gnero y de las conductas patriarcales entre adolescentes en Espaa.

    Para que nos hagamos una idea: Segn datos del INJUVE casi un 25% del total de j-venes, entre 18 y 30 aos, considera que debe-ran ser las mujeres quienes debieran reducir su tiempo de trabajo remunerado para cuidar de hijos e hijas. Slo un 4,3% considera que debie-ran ser los hombres quienes hicieran tal cosa. El 25% reproduce roles de una cultura generacio-nal que no acaba de ser superada y que descubre peridicamente episodios machistas con conse-cuencias, a veces, dramticas y siempre intolera-bles. Un 46,1% de la gente joven, entre 18 y 30 aos, considera que las desigualdades actuales de derechos y oportunidades son: Muy gran-deso Bastante grandes. Y un 42,8% considera que esas desigualdades son: PequeasoCasi inexistentes.

    Por ello debemos fomentar prcticas como la co-educacin que deben ser transversa-les en todo el sistema educativo, es decir, la edu-cacin no sexista ha de estar presente en cada uno de los elementos curriculares, objetivos, contenidos, espacios, materiales, etc. La educa-cin desde la base es fundamental para desa-rrollar una sociedad libre de violencia de gnero y desigualdad, es crucial para el cambio, para el desarrollo de un nuevo papel de las mujeres en la sociedad. Asimismo se hace imprescindible rom-per con los roles de gnero desde la base, fomen-tando el empoderamiento frente a lo impuesto.

    Para esto es necesario incluir nuestra perspecti-va feminista en el movimiento estudiantil.

    Adems, no debemos olvidar que la edu-cacin no se reproduce o transmite slo en las instituciones educativas, colegio, instituto, uni-versidad, etc. La educacin es una parte activa, fundamental y transversal en la sociedad y la reproduccin de los valores patriarcales se da en todos los mbitos. Las nuevas tecnologas su-ponen un elemento clave en el fomento de con-ductas y valores en la infancia y la adolescencia, as, vemos como la televisin ejerce una gran in-fluencia y es uno de los espacios donde ms se perpetan los roles de gnero y los valores de la sociedad patriarcal. Por tanto, al hablar de edu-cacin sexista no podemos solamente centrar-nos en la institucin educativa sino que tene-mos que ir un paso ms all y analizar todos los elementos que influyen en la construccin social dentro del sistema capitalista y patriarcal.

    Micromachismos. Como ya sabemos, las conductas patriar-cales y la violencia de gnero tienen muchas caras. Una de las formas que ms pasa desaper-cibida son las conductas llamadas micromachis-mos. Se trata de comportamientos a primera vista invisibles, conductas cotidianas propias del sexismo de violencia y dominacin que le damos poca importancia, pero que sin embargo son abusos que procuran que los hombres sigan manteniendo un papel de dominacin frente a las mujeres, normalizan la desigualdad y contri-buyen a mantener los roles de gnero. Algunos ejemplos de micromachismos son los siguientes:

    - Dominacin por parte de los hom-bres en los debates. Debido a su aprendiza-je de lo masculino los hombres estn educados para realizar intervenciones en el espacio p-blico, copando el espacio, hablando en exceso, haciendo uso de la fuerza (levantar la voz, cor-tar a otra persona, golpear la mesa, desautori-zacin...). Sin embargo, para las mujeres no es

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    un espacio cmodo para expresar su opinin, la divisin de roles establecida marca que las muje-res tienen que ser ms educadas, dulces, usando un tono de voz es ms bajo y si alguien corta el debate, se callan rpidamente ejerciendo el rol de sumisin frente a la opinin de un hombre. Todo esto supone un verdadero lastre para el debate y la formacin en nuestra Organizacin, siendo el anlisis y la bsqueda de soluciones una tarea fundamental en la actualidad. Nuestro objetivo debe ser alcanzar el empoderamiento de las ca-maradas y tambin analizar si en los espacios de debate y elaboracin poltica se estn dando formas de relacin y de debate masculinizados que impiden la participacin de las mujeres.

    - Aprovecharse del trabajo de cui-dados de las camaradas. Que las mujeres hayan sido educadas en el cuidado del hogar no da derecho a los camaradas de liberarse de cier-tas tareas dentro de la organizacin y que estn relacionadas con lo privado (por ejemplo, la lim-pieza). Basado en la creencia de que lo domstico es femenino y lo pblico masculino, no podemos esperar que sean las camaradas quienes recojan y limpien, por ejemplo, el espacio tras finalizar una reunin.

    - Uso abusivo del espacio pblico. Este micromachismo se apoya en la idea de que el espacio y el tiempo son posesin masculina, y que por tanto las mujeres tienen poco derecho a ellos. Debemos evitar conductas tales como in-vadir todo el espacio, poniendo trabas a las ca-maradas.

    - Invisibilizacin del esfuerzo fsi-co de las mujeres. Cuando nos encontramos en situaciones que requieren trabajo fsico, los hombres tienden a tener actitudes paternalis-tas con las mujeres, preocupndose de que no carguen con peso o ayudndolas. Esto tambin es machismo, debemos fomentar actitudes de igualdad y ayudar a las mujeres slo en el caso de que ellas lo pidan. La caballerosidad es tan slo un disfraz amable del machismo.

    - Menosprecio de la gravedad del patriarcado.Es habitual escuchar chistes res-pecto al uso del lenguaje inclusivo o a la sustitu-cin de expresiones como echarle cojones por echarle ovarios. El lenguaje inclusivo es slo una pequea arma para poner de manifiesto el machismo en el lenguaje, la invisibilizacin de la mujer, la puesta en prctica del principio de uni-versalidad sustitutoria por el cual se sustituye el todo por slo una de sus partes. Pero no por ello debemos ridiculizar esta herramienta, el patriar-cado oprime no slo a las mujeres, sino a todas las personas que no cumplen sus roles de gne-ros.

    Desigualdad laboral..

    Es en el trabajo donde ms podemos apre-ciar la conexin del patriarcado y capitalismo. La nica ley que impera en el sistema capitalista es el beneficio privado, y para hacerse con l, el ca-pitalista explota y despoja a quien sea necesa-rio. Es por ello que se vale del sistema patriarcal como herramienta para aprovecharse del sector obrero femenino, todava ms desprotegido que el resto del proletariado.

    Las mujeres, consideradas como fuerza de trabajo secundaria, soportan mayores tasas de inactividad y desempleo que los hombres. Adems, aquellas que trabajan en la esfera pro-ductiva, realizan su actividad en peores condi-ciones laborales, que se materializan en mayo-res tasas de temporalidad y jornadas parciales, cuotas ms altas de empleo sumergido, concen-tracin en sectores peor valorados socialmente y menos remunerados, cobrando menor salario en igual trabajo y sufriendo abusos laborales que van desde la privacin del derecho a la baja por maternidad hasta acoso sexual en el centro de trabajo.

    Existen profesiones feminizadas como la sanidad, la educacin y la limpieza. Las mujeres sufren en mayor medida el trabajo en profesio-nes por debajo de su cualificacin, lo que tambin

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    implica menor remuneracin. La crisis del capita-lismo sigue agudizando la brecha salarial entre hombres y mujeres, percibiendo las mujeres un menor salario y sufriendo peores condiciones por la realizacin de un mismo trabajo. Las dife-rentes reformas laborales a las que estamos ex-puestas el conjunto de la clase trabajadora estn aumentando la segregacin ocupacional de las trabajadoras, as como dificultando aun ms la promocin de medidas de conciliacin de la vida familiar y laboral, entre otras.

    Un sistema patriarcal reforzado por la cri-sis capitalista est intentando empujar a las mu-jeres hacia el trabajo domstico, eliminndolas del mercado laboral y apartndolas de la esfera de lo pblico. La mayor dificultad en el acceso al empleo de las mujeres es un obstculo estructu-ral que se agudiza con la crisis, y provocan que se retroceda en las cuotas de igualdad conse-guida. Convirtindose en an ms dramtico en los casos de las mujeres lesbianas, bisexuales y transexuales, entre las que se sufren unas tasas de paro y precariedad muy superiores o tambin las vctimas de la violencia de Gnero.

    Relacionado con lo anterior hay que aa-dir la doble presencia de las mujeres en el trabajo productivo y en el trabajo domstico y reproduc-tivo. Todo ello provoca la sobreexplotacin de la fuerza de trabajo de la mujer, de la que se benefi-cian, tanto el sistema capitalista como el patriar-cado.

    Por otro lado, es necesario visibilizar la situacin de las personas LGTBI en el mbito laboral. Hacer visible la orientacin sexual an no aceptada socialmente, conduce en muchos casos a la ocultacin y represin, invisibilizan-do y estableciendo la aparente invisibilidad de la LGTBIfobia en el trabajo. Asimismo, las reformas laborales tambin estn dando lugar a facilitar y disfrazar un despido de carcter homfobo por uno considerado legalmente por causas objeti-vas.

    Conciliacin laboral/familiar.

    Como sealamos anteriormente en la cuestin laboral hemos visto que la divisin de gnero es clara y sigue los conceptos tradiciona-les de hombre como fuerza productiva tradicio-nal y mujer como fuerza de trabajo domstica. Es importante hacer hincapi de nuevo en esta idea para entender cmo funciona o cmo debe plan-tearse la tan nombrada conciliacin de la vida laboral y familiar. Determinadas leyes o medidas relacionadas han servido para dar cobertura a estrategias polticas y econmicas de diversa n-dole, que se plantearon desde una lgica fuera del feminismo pues seguan estando dirigidas a las mujeres.

    Aunque aparentemente tratan de me-jorar la conciliacin entre hombres y mujeres, si prestamos atencin, veremos que tienden a perpetuar ms la subordinacin de las mujeres frente a los hombres. El capitalismo debe asegu-rar la reproduccin del proletariado, por lo que sus leyes no buscan hacer un reparto igualitario del trabajo y de la riqueza entre hombres y mu-jeres, ms bien est encaminadas a facilitar que la familia tradicional siga existiendo sin peligro de crisis como institucin de control y dominio capitalista, y que las mujeres continen con el rol de trabajo reproductivo dentro de la familia tradicional.

    As por ejemplo, no existe el permiso de paternidad si no es transferido primero por la mujer (lo que asume como algo natural el hecho del cuidado por parte de las madres y por su-puesto no tiene en cuenta otros tipo de familias como las monoparentales, homosexuales, etc. e impide la implicacin de los hombres en igualdad de condiciones en las tareas domsticas, refor-zando an ms la desigualdad). Para entender de qu hablamos cuando tratamos la cuestin de la conciliacin laboral es importante tener en cuenta la diferencia de tiempos para el trabajo remunerado y dentro de la esfera reproductiva o del cuidado entre hombres y mujeres. Esto se puede analizar en la Encuesta de empleo del

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    tiempo de los ltimos aos del Instituto Nacional de Estadstica para la realidad espaola.

    Hay que entender que las mujeres cuentan con menos tiempo libre. Dedican ms tiempo al tra-bajo para sostener la sociedad, que adems no est remunerado. Y en relacin a los cuidados personales, el reparto del tiempo es tambin desigual.

    Al trabajar menos tiempo fuera de casa se perpetan las desigualdades de gnero, au-mentando la diferencia salarial y por tanto la de-pendencia frente al marido. El acceso un merca-do laboral desigual impide ampliar la jornada, no realizar cursos, no participar en actividades sin-dicales, lo que reduce las posibilidades de ascen-so o realizar una carrera dentro del mbito pro-fesional), etc. La carencia de adecuados servicios de atencin a nios y nias fuerza a las mujeres a buscar empleos con un horario reducido.

    El disponer de un menor tiempo para una misma crea una crisis de identidad que termina desembocando en una actitud que identifica la actividad laboral femenina, en el intento por combinar empleo y su funcin dentro de la fami-lia, a veces a costa de ser una superwoman y de en una situacin difcilmente insostenible. En este sentido, tambin es importante reflexionar sobre la visin auxiliar que se da del salario fe-menino dentro del matrimonio. Entendido como complemento del salario familiar. Se concibe el trabajo del hombre como el verdadero frente al no trabajo que desempea la mujer.

    El modelo de trabajo de las mujeres, des-pus del matrimonio, viene estructurado por las exigencias del cuidado de los hijos e hijas, y su tasa de actividad econmica como empleadas viene frecuentemente marcada por limitaciones reales relacionadas con sus funciones de espo-sas y madres.

    Es necesario entender que estas des-igualdades son bsicamente el resultado de las estructuras polticas, econmicas y sociales. Si bien, para el movimiento feminista, la institucin

    de la familia es el escenario privilegiado para la subordinacin de la mujer, la cual refuerza estas diferencias de las que venimos hablando y res-palda el sistema patriarcal.

    La lucha de la Juventud Comunista y del feminismo de clase por tanto, debe ir encaminada hacia los siguientes obje-tivos:

    1.- La visualizacin del trabajo domsti-co que histricamente han desempeado, y lo siguen haciendo, las mujeres, y que ha signifi-cado un gran volumen de trabajo sumergido im-prescindible para el mantenimiento del sistema. Una tasacin econmica que ponga en valor a la aportacin que histricamente han hecho las mujeres, a travs de un sistema de contabiliza-cin nacional. Sin embargo, ello no debe implicar la exigencia de su remuneracin, pues entonces estaramos propiciando la pervivencia de la divi-sin sexual del trabajo. En su lugar proponemos un reparto equitativo de las tareas.

    2.- Las medidas de recorte de servicios sociales pblicos (en el mbito de la dependen-cia, a la atencin de la violencia de gnero, aten-cin y apoyo a la comunidad LGTBI, etc. ) supo-nen por tanto una mayor carga de trabajo para las mujeres. El carcter familiar de las escasas prestaciones del Estado , refuerzan la idea de que las mujeres sigan haciendo su papel de cui-dadoras. La socializacin de las tareas doms-ticas (mediante la creacin de una vasta red de servicios pblicos) es una exigencia central de nuestras reivindicaciones feministas. Aunque esto no suponga automticamente la liberacin de la mujer, supone un avance.

    3.- La necesidad de romper la visin pa-triarcal de las polticas de conciliacin de la vida laboral y familiar. El capitalismo y sus conse-cuencias (paro, precariedad, etc..) hace que sea un sistema irreconciliable con el resto de facetas de la vida, y con la realizacin misma del ser hu-mano. Hemos de plantear nuevas formas de or-ganizacin del tiempo y de la vida.

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    6. Organizacin feminista. Hemos avanzado mucho en la feminiza-cin de la organizacin, sin embargo, hay que seguir potenciando espacios de debate, forma-cin y trabajo tiles y cmodos para la militan-cia femenina. Hay que seguir construyendo empoderamiento, y debemos profundizar en la articulacin de mecanismos que faciliten la incorporacin de mujeres a las filas de la Orga-nizacin. Adems, debemos analizar las causas de la marcha de militancia femenina de nuestra organizacin, si sta se debe a motivos ideolgi-cos o personales, o si es por sentirse cmodas o no dentro de la Organizacin por sus formas de trabajo y como poder mejorar los aspectos posi-tivos y atajar los negativos. La necesidad de co-rregir los comportamientos heteropatriarcarles que, al igual que en todos los mbitos de la so-ciedad, tambin se dan en nuestra organizacin, planteando alternativas que integran y analizan toda la actividad que permite el funcionamien-to de la UJCE en su conjunto y seguir trabajando para eliminar todas las actitudes patriarcales.

    El anlisis de la realidad con perspectiva de gnero debe promover consecuentemente la transformacin de nuestras formas de ser y ha-cer, luchando contra el patriarcado en todas sus manifestaciones, pues igual que defendamos la necesidad de reforzar la solidaridad obrera, es fundamental potenciar la solidaridad entre mu-jeres (sororidad), facilitando la toma de concien-cia de la opresin y dominacin de que han sido y son objeto en el seno del patriarcado y articu-lando los mecanismos necesarios para superar-lo. Para ello es importante ser conscientes que en la organizacin se reproducen los esquemas del reparto desigual de los diferentes tipos de trabajo, as como los mismos esquemas de poder que en la sociedad. De igual modo es necesario analizar si en los espacios de debate y elabora-cin poltica, como los rganos de direccin y los colectivos, se estn dando formas de relacin y de debate masculinizados que impiden la par-ticipacin de las mujeres principalmente.

    Empoderamiento.

    Se trata del aumento de la participacin de las mujeres en los procesos de toma de decisio-nes y acceso al poder. Es un proceso a travs del cual cada mujer se forma, se habilita y desarrolla la conciencia de tener derecho a tener derechos y a confiar en la propia capacidad para conseguir sus propsitos. Para Elena Simn, el empodera-miento sirve para ir subvirtiendo el patriarcado, para segarle la hierba bajo los pies, para que la cultura feminista -que es una cultura de justicia, de equidad, de igualdad y de libertad- vaya im-pregnando sectores cada vez ms amplios.*

    Esta expresin conlleva tambin la toma de conciencia del poder que individual y colecti-vamente ostentan las mujeres y que tiene que ver con la recuperacin de la propia dignidad de las mujeres como personas. El empoderamiento debe darse en los siguientes ejes la cuestin la-boral y de clase, la salud sexual y reproductiva y la educacin, siendo fundamental potenciar la solidaridad entre mujeres (sororidad), facilitan-do la toma de conciencia de la opresin y domi-nacin de que han sido y son objeto en el seno del patriarcado y el capitalismo articulando los mecanismos necesarios para superarlo.

    Adems creemos fundamental denunciar los pensamientos y valores de la fuerza, el mie-do como mtodo de hacerse valer, as como la autodefensa feminista como medio hacia el em-poderamiento de las mujeres en las distintas es-feras de la vida pblica y privada, entendindo-la no nicamente como el medio de defensa de una agresin fsica o sexual, sino como la toma de conciencia acerca de cmo el miedo y la sumi-sin son inculcados a las mujeres y forman parte de su vida. Para ello es necesario trazar estrate-gias que hagan frente a la violencia patriarcal en sus numerosas maneras de expresarse, traba-jando la confianza y la autoestima, la actitud y el apoyo mutuo. Por otro lado, hacemos hincapi en la necesidad del desempoderamiento al mismo

    * (Visto en http://www.pikaramagazine.com/ -consultado 29/11/2014-)

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    tiempo de los camaradas, siendo el proceso por el cual los hombres asumen su rol dominador y machista y se dotan de herramientas para com-batirlo.

    Transversalizacin.

    Hablamos de la necesidad de incorporar la perspectiva de gnero en nuestros anlisis y en todos los espacios de la UJCE, as como pro-mover la transformacin de nuestras formas de ser y hacer, luchando contra el patriarcado en todas sus manifestaciones. A nivel externo tam-bin es fundamental hacer uso de esta prctica, debemos incidir en la perspectiva de gnero y de clase en todos los frentes de lucha en los que participamos, debiendo aportar un discurso que rompa con el sistema, bajo la idea principal de que en el actual es imposible romper con el pa-triarcado. Para lograr una verdadera transversa-lizacin de la perspectiva de gnero deber exis-tir un verdadero empoderamiento de las mujeres en las organizaciones.

    Cuotas de gnero.

    Las cuotas o cupos gnero nos van a per-mitir cumplir con la poltica de feminizacin de la organizacin, es decir, llevar el feminismo a la prctica, incorporando a las mujeres y eliminan-do dinmicas patriarcales en el funcionamiento interno.

    Es una medida que nos permiten la re-distribucin del poder simblico, obligndonos a redefinir qu es estar formadas ms all de la concepcin masculinizada, as como preocupar-nos de que nuestras camaradas formen parte de la organizacin haciendo de sta un espacio c-modo y libre de espacios sexistas.

    Uso no sexista del lenguaje.

    El sexismo no est en la lengua, sino en el uso que se hace de ella. Por eso, no se puede hablar de lenguaje sexista sino de uso sexis-ta del lenguaje, ya que el idioma ofrece muchas posibilidades para describir una realidad y para expresar todo lo que nuestra mente es capaz de imaginar. El lenguaje, se convierte en sexista cuando a travs de l se invisibiliza, se subordi-na, se estereotipa o se humilla a las mujeres; dn-dole ms importancia al gnero masculino ante el femenino. Por eso se debe utilizar palabras genricas cuando sea posible, o en su defecto el uso completo de ambos gneros, femenino y masculino. El androcentrismo tambin tiene su reflejo en los siguientes usos de la lengua:

    - Se hace de lo masculino el origen de la cultura. - Se tratan los femeninos como elemen-tos de segunda categora - La existencia de distintos tratamientos para cada sexo. - Se definen diferentes cualidades para mujeres y para hombres. - Se utiliza el gnero femenino para des-calificar y hacer alusiones peyorativas a las mu-jeres o a los valores, comportamientos y actitu-des que se les asignan.

    Comisin de mujeres y talleres de masculinidades.

    Como analizamos la organizacin no est exenta de reproducir conductas patriarcales. Esto requiere de un anlisis ntegro y una serie de medidas que pongan fin a esta lacra, con el compromiso de toda la militancia. Es ah donde entran la Comisin de Mujeres y el Taller de Nue-vas Masculinidades.

    La Comisin de Mujeres no es un rgano, sino que es un espacio propio, en el que partici-pan nicamente mujeres, y que tiene como fina-lidad principal la reflexin, la formacin y el de-

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    bate interno, as como el autoconocimiento y el empoderamiento de las camaradas mujeres de la organizacin. Esta comisin se reunir de forma peridica durante todo el ao. En ningn caso esta comisin es exclusivamente una comisin de trabajo enfocado a las convocatorias del 8 de marzo o el 25 de noviembre. Reunir una comi-sin de mujeres nos ayuda, entre otras cuestio-nes, a hacer un anlisis sobre la situacin de las mujeres dentro de nuestra organizacin, sobre los problemas a los que debe enfrentarse en su militancia diaria y las maneras para solucionar-los o sobre las herramientas con las que se cuen-ta. Es un espacio donde se pueden aportar ideas, experiencias o proyectos en torno a sta y otras cuestiones que nos afectan directa o indirecta-mente.

    Paralelamente a esta comisin se organi-zarn Talleres de Masculinidades. Igualmente, no sern un rgano de la UJCE, sino un espacio propio de debate para los hombres de la Orga-nizacin; ser constituido en el mismo tiempo y forma que las anteriores; y se reunir peri-dicamente durante todo el ao. Con los talleres de masculinidades nos dotamos de una herra-mienta fundamental para el desarrollo de una serie de actividades dirigidas a los hombres de nuestra organizacin. Dichos talleres sirven para plantear en qu se ha determinado, como hombres, el proceso de socializacin, qu se nos impone desde fuera con las normas y modelos sociales. Y tambin sern tiles para aprender lo que es el rol de gnero y cmo acta tanto en las mujeres como sobre los hombres. Este espa-cio es imprescindible pues no puede existir un empoderamiento de las mujeres si no existe un desempoderamiento simultneo por parte de los hombres.

    Ambos tipos de comisiones, la Comisin de Mujeres y los talleres de masculinidades, de-bern tener reuniones conjuntas denominadas Comisiones de Feminismo con el objetivo de la puesta en comn de las conclusiones de sus an-lisis; as como transversalizar la lucha feminista en el seno de la Organizacin. De esta manera se potenciar la entrada de mujeres en la estruc-

    tura, aplicando y desarrollando lnea ideolgica y poltica que en cuanto a temas de gnero e igualdad defienden nuestros documentos. Ser la persona responsable de Lucha contra el Hete-ropatriarcado quin se encargue de que ambos tipos de comisiones se creen y se renan de ma-nera individual y conjunta. En caso de no existir responsable de Lucha contra el Heteropatriarca-do, el pleno de mujeres elegir una responsable para dinamizar el espacio.

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    7.Preguntas para el debate y para la profundizacin.

    - Crees que se puede eliminar el patriarcado sin superar el capitalismo?

    - Subsiste el machismo en el Socia-lismo?

    - Por qu el feminismo no es solo cosa de mujeres?

    - Qu es la divisin sexual del tra-bajo?

    - Seramos capaces de enumerar 3 situaciones donde se produzcan micro-machismos en la familia, centro de estu-dio-trabajo, frentes y en la Organizacin?

    -Para qu sirve el lenguaje inclusi-vo?

    - Qu es empoderarse? Y desem-poderarse?

    - Cmo combatimos el machismo dentro de la organizacin?

    Para profundizar en la poltica de la UJCE.

    Busca un poco de informacin acerca de las posturas que defiende la UJCE, utiliza La Caja de Herramientas de la UJCE. Pide informacin a las y los responsables de colectivo sobre cules son los documentos ms apropiados para ello.

    - Cul es la postura de la UJCE res-pecto a la prostitucin? Abolicionista o regulacionista?

    - Cul es la postura de la UJCE res-pecto a los derechos reproductivos?

    - Cules son los principales retos en materia LGTBI?

    Navegando por la red.

    Busca un poco de informacin acerca de algunos de las y los grandes pensadores marxis-tas-leninistas que aparecen citados/as a lo largo del manual (as como en la bibliografa), as como de sus principales obras, puedes servirte de La Caja de Herramientas de la UJCE. Te proponemos los siguientes:

    - Friedrich Engels. - Simone de Beauvoir. - AlexandraKollontai. - Clara Zetkin. - Rosa Luxemburg. - Angela Davis. - Pasionaria. - Concha Carretero.

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    8. Textos y bibliografa para profundizar.

    Como cuestin general recomendamos seguir el Plan de Formacin sistematizada de la UJCE. No obstante dada su amplitud y para poder seguir manejando e introducindonos en una visin general del feminismo proponemos las siguientes cuestiones.

    Lectura.

    + Textos clsicos.

    - El origen de la familia, la propiedad pri-vada y el Estado, Engels. - El comunismo y la familia, Alexandra Kollontai. - Las relaciones sexuales y la lucha de clases, A. Kollontai. - Mujer, raza y clase, ngela Davis. - La mujer y el comunismo. Antologa de grandes textos del marxismo, Varios autores/as.

    + Textos elaborados por la UJCE.

    - Documento de la Conferencia de Lucha contra el Patriarcado de la UJCE.

    - Taller introduccin al feminismo. Posi-ciones de la UJCE.

    - Audio taller Interseccionalidad y Amor Romntico.

    Power Point.

    - Taller de Gnero.

    Vdeos.

    En la Caja de Herramientas y en la web de formacin de la UJCE puedes encontrar los materiales referentes a esta Unidad Didctica, recomendamos lectura del Power Point y el vi-sionado del video con la ponencia. As mismo

    recomendamos el visionado de los siguientes vi-deos:

    - Vdeo de introduccin al feminismo.

    - Debate acerca de El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado de Engels. 1 y 2.

    - Debate acerca de El comunismo y la familia de Alexandra Kollontai.

    + Web.

    Para poder continuar con la introduccin al feminismo y otras temticas del marxismo-le-ninismo te proponemos 2 pginas web.

    - Web de Formacin de la UJCE. - Acercarse a Carlos Marx.

    As mismo aprovecha para investigar e ir familiarizndote con los contenidos de la Caja de Herramientas y la Web de Formacin, podrs encontrar multitud de contenidos que facilitarn tu tarea de comenzar a abrir esta apasionante ventana para el conocimiento y transformacin de la sociedad que nos explota y excluye.

    - Caja de Herramientas de la UJCE.

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