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INNOVACIÓN Y CONOCIMIENTO SOCIAL: UN MARCO DE ANÁLISIS PARA EL ESTUDIO DE LOS NUEVOS ENTORNOS INDUSTRIALES
Ander Gurrutxaga Abad Facultad de Ciencias Sociales y de la Comunicación. Departamento de Sociología 2
Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea
Auxkin Galarraga Ezponda Facultad de Derecho. Departamento de Sociología y Trabajo Social.
Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea
Resumen:
La hipótesis de nuestra propuesta es que asistimos a la emergencia de un nuevo paradigma productivo e industrial en el que los factores de crecimiento y de creación de valor se nutren de la aplicación estratégica del conocimiento social. Su implementación y desarrollo está dando lugar a modelos organizativos/productivos abiertos y cambiantes, a formas de producción que fusionan arte, cultura, tecnología e industria, a la exploración de nuevos sistemas de comercialización y difusión de los bienes y servicios, así como a nuevas pautas de consumo, socialización y reapropiación de los objetos (materiales e inmateriales) producidos. Concretamente, consideramos que existen mundos o entornos productivos emergentes que rompen con las lógicas de la sociedad industrial clásica para constituirse en espacios de experimentación que persiguen incrustar una multiplicidad de valores a los productos, servicios, objetos, imágenes y mensajes generados. Una parte fundamental de estos nuevos valores son de carácter relacional e interpersonal y participan, en consecuencia, en la reconfiguración de los marcos normativos, institucionales y relacionales de las sociedades contemporáneas. En nuestro caso concreto construimos, para fundamentar la hipótesis tipos ideales, basándonos en cinco tipos de industrias: conciencia, experiencia, creación, conocimiento y riesgo. Sostenemos que éstas, diferentes en muchos casos, están vinculadas por la importancia que conceden al conocimiento social. Éste vincula el producto que fabrica, le da cualidad dotándole de carácter singular. Las ideas de marca, identificación y vinculación con el producto, creación de estilos de vida singulares o estatus específico, dan valor específico al producto y a la industria, situando la creación de productos y servicios con valores relacionales e interpersonales en el centro del sistema productivo. Palabras clave: Innovación, Organizaciones innovadoras, conocimiento social, Cambio Social
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1. Introducción.
El punto de partida es el siguiente: la innovación tecnológica aplicada tiene un
papel relevante en la emergencia de nuevas industrias, igual que las formas
organizativas, la comercialización de los productos, el capital humano, los sistemas de
liderazgo, la localización o la capacidad de construir entornos de innovación que
facilitan la producción. Mi hipótesis es que emergen nuevos tipos de industria cuyo
valor lo aportan los productos que fabrican transformados en valores, identidad, marca o
vinculación social. Tan significativo e importante es el conocimiento social que emiten
como los requerimientos tecnológicos que emplean. Uno y otro crean y utilizan la caja
de herramientas que emplea tres ideas centrales: creatividad, innovación e individuo-
emprendedor.
2. El Problema.
Estamos ante el universo de actividades económicas que visibilizan la emergencia
de formas productivas y sectores de fuerte vigor industrial donde la innovación
tecnológica se encuentra con formas productivas que dependen del valor concedido a
valores intangibles, compran y venden activos que crean identidad, formas de
afectividad, ocio, tiempo libre, relaciones interpersonales, estructuras y estrategias
emocionales, diversión, tiempo, riesgo o aventura. Todas alejadas del formalismo
laboral y de las medidas tayloristas-fordistas de la “vieja” industria. Éstas productos y
emiten valores, identifican el producto con intangibles y diseñan la estrategia
empresarial y los clientes a los que aspiran a llegar. Son industrias que dependen de la
tecnología que les permite ser y del conocimiento social que producen. En todos los
casos crean y emplean para saber estar, estar para ser y ser para estar
Se asiste al cambio de paradigma que visualiza la heterogeneidad de los sistemas
productivos donde las propuestas industriales tradicionales (ligadas a la manufactura, la
automoción, etc) se cruzan con industrias que apuestan por la alta tecnología y el
conocimiento científico, surgen de sectores alternativos ocultos para las estadísticas, las
políticas industriales oficiales y los sistemas de innovación, su actividad no está
focalizada en la I+D+i ordinaria o en la transformación de materias primas.
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Propongo utilizar una muestra de cinco tipos de industrias: i) conciencia, ii)
experiencia, iii) creación, iv) conocimiento y v) riesgo. Sostengo que éstas, tan
diferentes al paradigma de la industrialización clásica, se vinculan por la importancia
que conceden al conocimiento social en los procesos de producción y permiten apreciar
empíricamente el cambio sociocultural que está en la base de nuevas formas
industriales. Éstas vinculan ciudadanos y clientes con el producto que fabrican que les
da cualidad dotándoles de carácter singular. Éstas exhiben productos que representan
intangibles, crean valores- además de productos-, tienen usos sociales, ideas de marca e
identidad, dan importancia al marketing social, saben que los mercados “prohíben”
poner en circulación a los productos sin vinculación social, “mudos” que no “dicen” y
no “comunican”. La descripción indica que son actividades que visibilizan la
emergencia de formas productivas y sectores económicos de fuerte vigor industrial
donde la innovación tecnológica se encuentra con formas productivas que venden y
compran activos cargados de valor, afectividad, ocio, tiempo libre, relaciones
interpersonales, diversión, tiempo, riesgo o aventura, etc.
Los cambios productivos se asocian y recurren también a nuevas formas
tecnológicas-robotización, automatización, información polivalente de datos, poder de
las redes, Big Data- que la dotan de “alma tecnológica” e incluso emergen
denominaciones como las de industria 4.0, fabricación avanzada o productos que
adquieren interés en tanto en cuanto se vinculan con valores intangibles, marca e
identidad, definidas y singularizadas mediante el consumo de los productos que
fabrican. Algunos ejemplos son; i) los relacionados con la experiencia-turismo y
gastronomía-; ii) descubrimiento-industria de ciencia, productos de raíz científica-; iii)
deporte, aventura y riesgo- escalada, montañismo de riesgo, surf-; iv) industrias de la
conciencia-asociadas a la lógica terapéutica, coaching, etc-; v) culturales y creativas-
asociadas al arte, la moda, los videos juegos, etc-.
Hay consecuencias para todo esto. Las más significativas son: i) el crecimiento
económico y la creación de riqueza no genera, por sí mismo, empleo ni produce nuevos
sentidos al trabajo; ii) los sentidos del trabajo y los empleos están condicionados por la
cualificación y formación tecnológica adquirida; iii) la sociedad del conocimiento es
una sociedad fragmentada, con serios problemas de cohesión social que fomenta la
desigualdad, dependiendo del tipo de trabajo y la empresa para la que trabaja.
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3. Voces y Sentidos de las Nuevas Industrias.
Algunas de estos casos y voces son bien son conocidos. Presento algunas expresiones
3.1. Las Voces de la Industria
La página web de Ternua, por ejemplo, se abre con una referencia a la empresa de
los balleneros de origen vasco, de los siglos XVI, sobre todo. Es verdad que la pesca de
la ballena y su avistamiento desde las atalayas portuarias era una práctica común en
muchos puertos marítimos y eso provoca que se genere la tradición del trabajo con
ballenas y los beneficios que reporta.
La empresa ballenera resume características notables del sentido empresarial del
emprendedor: definición de objetivos, financiación, incentivos colectivos e individuales,
asunción de riesgos, racionalización de la incertidumbre mediante la llamada a posibles
beneficios. La empresa ballenera es, sobre todo, la aventura llena de riesgo, sin el éxito
claro y sin seguridad en los beneficios que aporte. Requiere capacidad de emprender,
innovar, dosis de creatividad, interiorización del riesgo y la incertidumbre que mueve
este tipo de actividades.
Ternua- empresa textil ubicada en Aretxabaleta (Gipúzkoa)- se presenta como la
heredera de este tipo de empresas y actividades. Fabrica artículos de alta cualificación
tecnológica para la práctica de deportes de montaña y riesgo, llevados a cabo, sobre
todo, a la intemperie- como los balleneros-: alpinismo, travesías de montaña, calzado
deportivo. Tiene una plantilla de 150 personas, los productos se venden en 50 países y
engloba marcas como Ternua, Astore y Lorpen. El código de acción empresarial se
expresa de la siguiente manera: “el universo es mental. Somos lo que pensamos. Si
queremos, podemos. Si creemos, es posible. El deseo nos hace avanzar. Todo eso dice
nuestro eslogan. Porque todos tenemos límites: físicos, mentales... Pero se pueden
superar. Y, entonces, descubrimos, frente a nosotros, unos límites nuevos. Detrás de
cada loma, hay otra. En eso consiste la montaña; y la vida. Y en el camino nos
encontraremos”. Siguen diciendo,” la montaña, como el mar, forja soñadores. Cuando
se vive rodeado de picos, puertos, cuando las alturas amputan el horizonte, es inevitable
tratar de imaginar que habrá allí detrás. La montaña, como el mar, nos desafía, nos
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incita, nos convierte en personas inquietas. Nos dice: “tengo algo para ti, pero tendrás
que hacer un esfuerzo y venir a buscarlo”. Hay cosas más allá y yo soy la puerta”. Es
fácil de entender: es más probable que surja el deseo de superar los límites cuando los
límites están a la vista”. Termina afirmando, “los humanos necesitamos ampliar
nuestras miras, sentirnos eficaces, superar metas insuperables, y la montaña nos da esa
posibilidad”.
Pukas es una empresa característica del mundo del surf. Se define de la siguiente
manera; “Pukas Surf es una empresa familiar con base en el País Vasco dedicada a la
fabricación de tablas de surf de alto rendimiento y bikinis hechos a mano. Mezclando
una visión global con un conocimiento local, el grupo ha sabido labrarse una reputación
y credibilidad reconocidas en el mundo entero desde el momento en que shapearon su
primera tabla en 1973." "Con el paso de los años llegaron las tiendas de surf propias, los
colegas, las fiestas, la fábrica de tablas, los surfistas profesionales esponsorizados, el
bien y el mal, las escuelas de surf y la motivación que aún no ha conocido límites;
Pukas es surf y siempre lo será.”
Mugaritz es un conocido y representativo restaurante vasco. Se define y lo definen
de la siguiente manera: significa en vasco “roble de la frontera”. Su página dice que
Andoni Luis Adúriz, es un cocinero cuya aspiración no es alcanzar la perfección
gastronómica sino, directamente, “robar el corazón de mis comensales”. En honor a la
que es su casa, le gusta reivindicar la frontera, “esa línea mágica entre lo rural y lo
urbano, entre la tradición y lo contemporáneo, lo individual y lo colectivo, lo local y lo
universal, entre lo conocido y lo desconocido. En los territorios fronterizos es donde
surgen las cosas más interesantes y mi propuesta no se limita a un espacio, sino que
intenta abarcarlo todo”.
El caso de la empresa cooperativa Orbea entra en esta clasificación. Produce
bicicletas. Tiene 270 trabajadores en plantilla, 73 millones de euros de facturación. Lo
mismo ocurre con el grupo de distribución y promoción del libro y música vasca, Elkar.
Podemos citar también, sin ánimo de hacer un inventario, el museo Guggenheim que
visitan todos los años más de un millón de personas, el 50% prácticamente de
procedencia extranjera. El museo es un motor de creación de servicios, una industria
potente de y para la regeneración urbana, produce intangibles, transformándose en
industria-museo que mueve servicios y ha situado la marca Bilbao en buena parte de los
itinerarios del turismo cultural mundial. Puede citarse la potente industria que mueve la
empresa-industria Athletic Club de Bilbao, Eibar…que son, por supuesto, clubes de
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fútbol con características reconocidas por todos los aficionados a este deporte, pero no
debe ignorarse que el fútbol es también la industria que mueve miles de aficionados,
inversiones en imágenes y espacios massmediáticos, periódicos especializados,
programas de radio y televisión, blogs, gastronomía, cafeterías, productos textiles,
además de crear y mantener una potente y pujante industria de la identidad cruzada y
soportada por la capacidad de crear recursos materiales, pero, sobre todo, valores,
marca, vinculación o compromiso con los intangibles que construye.
3.2. El ADN de las Nuevas Industrias
Hay tres consideraciones a tener en cuenta:
No se sabe con precisión indiscutida el peso económico, la aportación de
este tipo de industrias al PIB de cada región, Comunidad Autónoma o
Estado de la UE. Incluso en los casos que más avanzan- las estadísticas de
las industrias de creación- la discusión no está cerrada, tal y como recogen
los informes realizados.
No están claros los indicadores que describen cada tipo de industria
emergente.
Se conoce que los sectores se asocian con formas nuevas de producción y se
identifican con productos que se sostienen desde la creación de
conocimiento social específico.
Para la comprensión de este tipo de industrias recurro al análisis de ocho
características fundamentales. Hay que conocer con precisión: 1). El conocimiento
social de las nuevas industrias. Las nuevas industrias leen la tradición histórica que las
envuelve en el cofre que prestaban el fordismo y el taylorismo, hasta llegar al
conocimiento social actual que eleva a la persona- el individuo- como el motor central
del cambio. Se apoya y se desarrolla desde los conceptos de innovación, creatividad y
emprendimiento; 2) las estrategias de marketing. La industria fabrica productos, pero
sobre todo, los promueve penetrados de valores y con fuerte carga para la vinculación
social. El producto sostiene la marca; 3) la comercialización del producto. Interesa
comprender cómo se gestan las redes de comercialización, qué de vías de circulación
siguen, cómo penetra en los mercados que quieren alcanzar, cómo se transforma el
producto en signo y símbolo, cómo se re simboliza transformándolo en marca e
identidad, protegida por valores e intangibles que convierten el producto en valor con
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materialidad aparente o débil; 4) el valor de la productividad. Las industrias que
describo destacan por ser viables. Lo son porque asumen la productividad como la
fuerza motora del proceso de producción. Por eso, la tecnología es la baza fundamental
en su trayectoria, creándola ex profeso o utilizándola al servicio del incremento de la
productividad; 5) el capital humano que tiene la plasmación específica en el
conocimiento y la cualificación, aporta los cuadros directivos de la empresa y la
cualificación de los empleados. Parece que la formación del capital humano que presta
los servicios en este tipo de industrias debe ser una de las características obvias, entre
otras razones porque son industrias donde la cualificación y la formación figuran en el
lugar central de la productividad; 6) el producto que fabrica. Es evidente que la
multiplicidad de campos, actividades y formas de producción hace pensar que las
nuevas industrias no pueden tener una agrupación como si se tratase del cluster; 7) el
empleo y la estructura laboral. Hay que analizar y comprender si este tipo de industrias
inician un cambio sustancial en la estructura laboral que crea y en el tipo de empleo que
generan; 8) relaciones con el entorno. Las nuevas industrias trasladan a lo largo de la
“cadena de relaciones” establecidas con sus entornos estrategias de influencia que
llegan a los entornos respectivos, los modifican y demuestra que el entorno produce
incentivos a las nuevas industrias, pero a la vez éste se transforma mediante el trabajo
que realizan a través de sus procesos productivos, sea mediante la creación de puestos
de trabajo en la región o localidades donde reside la industria, sitúa a ésta en la
geografía del mundo, atraer visitantes o turistas, construir nuevas relaciones de
modernidad, modas específicas, etc. La industria vive de los entornos y modifica los
ecosistemas donde se asienta.
3.3. Los Hitos de la Autopista. Circular con GPS
En general, y saliendo de la senda central que construyen las industrias
emergentes, la Fábrica se constituye como objeto de reflexión desde el momento en el
que la sociedad industrial registra crisis de supervivencia, imposible de controlar con la
caja de herramientas de la que se dotó a lo largo de la primera y segunda revolución
industrial. La imagen la promueven ideas y figuras como la de producción sin
productores, fábricas sin obreros (D. Cohen, 2008), entornos de innovación o sistemas
creativos donde el gran reset (R. Florida, 2013) impone formas de hacer, crea la caja de
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herramientas, diseños institucionales y barreras y dificultades opuestos a los objetivos
buscados.
Estas industrias, tal y como acabo de describir, tienen problemas de medición
econométrica y las estadísticas oficiales no recogen, según la tipología creada, el peso
específico de cada una de ellas en relación con el PIB, al enclavar las actividades en
sectores que o son ciegos para la medición estadística estandarizada o se miden en otros
apartados enclavados en definiciones más amplias. La realidad es que no hay sectores
económicos más competitivos que otros. Los ejemplos de Ikea, Nestlé-Nespresso,
Inditex, Mango, Mercadona o Everis (M. Lucena i Betriu, 2013, 105) revelan que
cualquier empresa o sector económico es competitivo si se da la combinación apropiada
de elementos. Éstos se relacionan con la tradición empresarial de la región, el nivel
profesional de los directivos, el funcionamiento del sistema financiero, la cercanía a
buenas universidades, el acceso a redes de transporte globales e incluso al factor suerte.
En coherencia con lo anterior, el gobierno se centra en la generación del clima
económico que favorece la aparición y el crecimiento del mayor número posible de
compañías y de sectores competitivos con independencia del carnet de identidad.
En todos los casos promueven la llegada del “nuevo espíritu del capitalismo”
(Bolstanski/Chiapello, 2005) y visualiza la desintegración vertical de la cadena de
producción, como fiel reflejo de la terciarización del trabajo emprendido por los países
industriales. La digitalización abre fronteras, aunque no afecte de la misma forma a
distintos sectores de la actividad productiva. Los hay que basan sus actividades en el
modelo de negocio que se desarrolla en los entornos digitales. Son relevantes, por
ejemplo, los casos de Google, Amazon o Facebook. Hay otros que sufren fuerte impacto
con la digitalización, como por ejemplo, la música o los medios de comunicación. En
éstos, internet por ejemplo, propicia la aparición de empresas digitales con formas
organizativas y modelos de negocio innovadores que experimentan la transformación
radical en todas las etapas de la cadena de valor; desde la producción, la distribución y
la política de precios hasta la relación con el consumidor o la publicidad. Puede decirse,
que el trabajo con internet y el big data dota de sistema nervioso y riego sanguíneo a las
empresas que dependen del trasiego de información. Es el caso, por ejemplo, de
Walmart-cada hora tiene lugar un millón de transacciones, cuya información se integra
en las bases de datos de la empresa-. En 2013, IBM estima que el 90% de los datos
disponibles en el mundo se crearon los dos últimos años. Google afirma en 2010 que
cada dos días se genera tanta información relevante como la creada desde el inicio del
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mundo conocido hasta 2003. Puede seguirse citando datos, pero todos sugieren que el
big data-el tratamiento de datos o el trabajo con la información se transforma en la
infraestructura de una parte sustancial de los procesos productivos. Big Data es
equivalente, estableciendo una metáfora comparativa, al riego sanguíneo que corre por
empresas e industrias que hoy, cada vez más, dependen de la infraestructura material
que ofrece internet, del manejo del trabajo con datos y facilita la manipulación de la
información.
3.4. Entre Nuevas y Viejas Industrias.
Pero, por otra parte, la división en sectores económicos es menos nítida y
significativa por la interrelación entre actividades manufactureras y de servicios (Baró,
2013, p. 39; Nordås y Kim, 2013) derivadas de la confluencia de factores como: i) el
fenómeno de la subcontratación o externalización (outsourcing) de actividades del
proceso industrial a empresas constituidas al efecto (spin-off) o especializadas, que
provoca un efecto meramente estadístico en la distribución sectorial del valor generado.
Se crea la rama de servicios vinculados a la industria, que junto con las actividades
manufactureras daría lugar a la llamada “nueva industria”. Es decir, se amplía el
perímetro de la industria manufacturera; ii) la ampliación de la cadena de valor
manufacturera, que ahora ofrece servicios conjuntamente con la provisión del bien (p,
ej., el 39% de las empresas manufactureras británicas obtuvieron valor con sus servicios
en 2011): servicios postventa, servicios de adaptación tecnológica de los equipos o de
diseño, uso testativo de los productos…iii) las estrategias de deslocalización de la fase
de fabricación, en la que es muy relevante el coste laboral, mientras que se retienen las
fases de diseño a través de unidades de negocio de I+D que computan como actividades
de servicios (global value chains): iv) Los incrementos de productividad notables en las
actividades manufactureras que han hecho reducir los requerimientos de empleo para
aumentar la producción, lo que se traduce en una aparente caída relativa del empleo
industrial; v) Las cada vez más frecuentes alianzas estratégicas entre empresas
industriales y de servicios para desarrollar un nuevo producto (el vehículo eléctrico, por
ejemplo).
La reducción del peso estadístico de las manufacturas en el PIB y el empleo no
puede encubrir la importancia de las actividades industriales (Valero, 2013, 50). De
hecho, el Informe del Parlamento Europeo del 2013 estima que el sector industrial crea
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uno de cada cuatro puestos de trabajo (generando por cada empleo directo hasta otros
dos puestos de trabajo en los sectores de los suministros y los servicios) y ofrece
actualmente ocupación a unos 34 millones de personas en la UE, a la vez que asume el
80 % de las inversiones en I+D (con decisiva incidencia en los niveles de
productividad) y el 75 % de las exportaciones (generando un superávit anual
comunitario de 365.000 millones de euros en las transacciones sobre productos
manufacturados procedentes, sobre todo, de unos pocos sectores de media y alta
tecnología). Este informe encuentra también que la UE disfruta de relevantes ventajas
comparativas en productos con alto grado de sofisticación e intensidad de conocimiento.
Otros autores (Helper, Krueger y Wial, 2012) añaden al balance de la contribución de
las manufacturas a la sostenibilidad medioambiental.
La aceleración tecnológica crea valor en cantidades enormes (D.H. Autor, 2015).
Sin embargo, la robotización, las impresoras 3D, el ordenador o la digitalización de
muchos aspectos de la producción, como en general las tecnologías polivalentes, exigen
que innoven los modelos empresariales. El examen revela que existe un problema
generalizado, no son sólo las rentas y los salarios los que sufren sino el número de
empleos y la cantidad de trabajo. No hay ley económica que diga que todo el mundo, ni
siquiera la mayoría de la población, se beneficia de la innovación tecnológica, al igual
que la creación de riqueza no significa más empleo. Se dan situaciones de crecimiento
económico, medido en términos del PIB, sin que eso suponga necesariamente creación
significativa de empleo.
Otro tipo de cambios tienen que ver con la radical transformación de la estructura
de empleo. El nobel de economía Michael Spence cita en el artículo: “La sustitución
digital de la mano de obra” que, a diferencia de la anterior ola de digitalización, que
impulsó a las empresas a buscar en todo el mundo fuentes de mano de obra valiosa
subutilizadas y emplearlas, en esta ronda el impulso será hacia la reducción de costos
mediante la sustitución de mano de obra. La paradoja está servida, en ella hay efectos
indudables y consecuencias sobresalientes. El debate sigue tres direcciones: i) pérdida
de intensidad de la contratación laboral a largo plazo, con consecuencias en la calidad
del empleo; ii) incremento de la tecnología aplicada a los procesos de producción y a los
productos, intensificación de la cualificación profesional y de la búsqueda de talento;
iii) estrategias laborales dirigidas al crecimiento estadístico de los sectores periféricos
de la sociedad laboral. En los tres casos, enuncian cambios: i) crecimiento económico,
sin creación significativa de empleo; ii) empleos cada vez más especializados donde la
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formación-cualificación tecnológica es condición para el desarrollo económico y la
movilidad social ascendente y; iii) crecimiento de trabajos con salarios bajos,
descualificados o de precaria cualificación técnica qua atienden necesidades gestadas
alrededor del sector servicios. La hipótesis es que sin crecimiento económico no hay
generación de empleo, pero, a la vez, éste no es suficiente para mantener la idea de
futuro.
Las tecnologías avanzan, pero las cualificaciones necesarias y el tipo y modelo de
organizaciones quedan rezagadas. La fabricación avanzada y la industria 4.0 están
definiendo el terreno de juego desde donde se emite ese mensaje Éstas se dotan de
nuevas reglas, crean una retórica que llena los rincones de los que quieren ser. La
competitividad y productividad son dos razones de la digitalización (Brynjolfsson/
MacAfee, 2013; 2014). El conocimiento tecnológico innova las fuentes de
productividad y transforma el panorama humano de la fábrica (T. Cowen, 2014).
La cuestión que plantea J. Rifkin (2014) es inevitable. Nos hallamos- dice el
autor- frente a un cambio de proporciones colosales en el mundo laboral, si la primera
revolución industrial acabó con el trabajo de esclavos y siervos y la segunda redujo de
manera drástica el trabajo agrícola y artesanal. La tercera da la puntilla al trabajo
asalariado masivo de los sectores de la industria y los servicios y a otras muchas
categorías de empleo en el sector porfesional. El análisis no se queda ahí. Da un paso
más y pone en relación los datos estadísticos del desempleo tecnológico con los factores
que lo provocan. Detecta que son las TIC, la informática, la automatización, el manejo
de grandes datos- big data-, los algoritmos y la IA que conforman el internet de las
cosas están reduciendo casi a cero, y con mucha rapidez, los costes marginales de
personal en la producción y el envío de una gran variedad de productos y servicios. De
no suceder un imprevisto- dice este autor- , a medida que nos vayamos adentrando en el
siglo XXI una parte cada vez mayor de la actividad económica productiva de la
sociedad estará en manos de una tecnología inteligente supervisada por grupos
pequeños de profesionales y técnicos muy cualificados”.
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4. Desafíos para el Conocimiento Social
4.1. La Lámpara de Aladino
La sustitución de asalariados por tecnologías inteligentes altera el funcionamiento
del sistema económico. Se teme lo que ocurrirá si la productividad reduce la necesidad
de trabajo humano a causa de las divergencias entre productividad y empleo. La
narrativa afecta los cimientos básicos mediante la metáfora de la historia de Aladino y la
lámpara maravillosa. Aladino sabe las dificultades de manejar al genio de la lámpara
cuando éste abandona el lugar de descanso: el interior del artilugio donde se deposita
encogiendo hasta el infinito su alargado cuerpo. Problemas similares tiene el sentido de
la industria y los entornos productivos en la economía de signos y espacios, pero al
igual que ocurre con el genio de la lámpara, admiten otros usos para la historia. El punto
final de la industria clásica crea fragmentación e inestabilidad, promueve rupturas,
moviliza historias que anclan personas a lugares y convierte a éstos en la parte
sustancial de los paisajes sociales. No hay, en definitiva, conocimiento social
constituido sin las palabras que hacen salir al genio de la lámpara. El genio
institucionaliza la verbalización, el descubrimiento de lo que pasa, la absorción y la
comprensión íntegra del hecho (A.Gurrutxaga/A. Galarraga, 2016).
R. Sennett (2008) dice que hay que hacer frente a tres desafíos. El primero, la
variable tiempo que consiste en la manera de manejar las relaciones a corto plazo y
manejarse a sí mismo, mientras se pasa de una tarea a otra, de un empleo a otro y de un
lugar a otro. Si las instituciones no proporcionan el marco a largo plazo, el individuo
está obligado a improvisar el curso de la vida e incluso a hacerlo sin la firme conciencia
de sí mismo. El segundo guarda relación con el talento: cómo desarrollar las nuevas
habilidades, explorar las capacidades potenciales a medida que cambian las demandas
de la realidad. Algunas habilidades son de corta vida. En la tecnología y en las ciencias,
igual que en las formas avanzadas de producción, los trabajadores necesitan reciclarse a
razón de un promedio cada ocho o doce años. El talento es una cuestión de cultura. Ésta
propone la idea de la meritocracia que celebra la habilidad potencial más que los logros
del pasado. El tercero se refiere a cómo desprenderse del pasado. Para responder al
desafío requiere un rasgo de personalidad que se asemeja al del consumidor, quién,
ávido de cosas nuevas, deja de lado bienes viejos, todavía utilizables, buscar y descubrir
los que creen que existen en la faz de la tierra.
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La pregunta sobre cómo es la empresa de vanguardia es interesante. La
encuentro, por ejemplo, en P. Thiel (2015): ¿qué ocurre cuando hemos ganado todo lo
que podemos en base a perfeccionar las viejas líneas de negocios que hemos heredado?
La respuesta que ofrece es como la pregunta, las mejores prácticas de hoy conducen a
callejones sin salida, los mejores caminos son nuevos y no están transitados. La
explicación es contundente: en el mundo de gigantescas burocracias administrativas,
tanto públicas como privadas, el nuevo camino puede ser casi un milagro. De hecho, si
la empresa quiere éxito, necesita cientos, cuando miles, de milagros. La respuesta dice
lo siguiente: esto podría- dice- ser deprimente de no ser por el hecho crucial: los
humanos nos distinguimos de otras especies por la singular capacidad para hacer
milagros. Llama a esos milagros, tecnología.
La conclusión que puede extraerse tienta a Dios y sitúa a la tecnología y a los
agentes que la mueven a su derecha. Fuera de aquí, alejados de estas formas de vida y
del imperativo tecnológico, la salvación es difícil, por ser prudente en la expresión. Sin
la individualidad radicalizada del emprendedor que decir querer reconstruir lo nuevo, la
del que arriesga y emplea nuevas formas tecnológicas nada o casi nada tiene sentido.
Pero lo que espera, si no se juega a este juego, es el desierto, la crisis crónica, o por
utilizar el título de la novela de Gabriel García Márquez: “La Crónica de una Muerte
Anunciada”, la conversión de la empresa, probablemente, en institución muerta en vida
por la incapacidad de los líderes y gestores dirigentes en incorporar lo que promueve
desde la respuesta tecnológica el conocimiento social. Quienes se ocupan de este hecho,
lo describen bien: las cualificaciones laborales y las instituciones tienen que trabajar
para mantenerse al día y una fracción, cada vez mayor de la fuerza laboral, se enfrente
con el paro tecnológico.
4.2. Fragmentación, Empleo y Desigualdad. Innovación, Creatividad y Emprender.
Las oportunidades componen el mapa que dibuja el espacio físico como el terreno
a explorar para descubrir que, en todos los casos, crean problemas y oportunidades. Es
curiosa la perspectiva porque mientras los “problemas” son cuellos de botella que
impiden la llegada o la circulación al reino de la creatividad, la respuesta indica que hay
que dar vuelta a la situación y no hablar de problemas sino aceptar la regla de oro de las
oportunidades, o dicho de otra manera, la conversión del problema en oportunidad o, si
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se prefiere, la temporalización como si pudiesen ser manejado, manipulado o dejado de
lado por mor del éxito del problema transformado, eso sí, en oportunidad.
El punto de llegada dice que la división social de la era digital tiene, al menos, dos
cortes: i) tener o no empleo es el más relevante pero el segundo no va a la zaga; ii)
trabajar pero, ¿en qué profesión?, ¿con qué contenidos? ¿en qué empresa? (A. Deaton,
2015). El crecimiento económico no se traslada a la creación de empleos. Crecer no es
sinónimo de crear empleo remunerado o generar seguridad. No todos alcanzan el tipo de
formación requerida para formar parte de la población protegida por la revolución
digital. Los cálculos empíricos dicen que son el 20%-25% de la población activa los que
entran en la categoría de trabajadores formados y protegidos por la seguridad de la
formación tecnológica. Lo que se denomina talento, no es el bien asequible para toda la
población (R. Florida, 2013).
Los paisajes sociales de la fragmentación hablan de expectativas, oportunidades o
de la desigualdad (Giggi/Narduzzi, 2007). La sociedad del 25%-fragmentada por las
características estructurales de la sociedad del conocimiento, la cultura del empleo y los
estilos de vida - ni pueden ni debe ocultar la existencia de sociedades que viven dentro
de otras, rotas y se presentes, además, en diversos fragmentos (S. Sassen, 2015)-. La
parte conclusiva indica que los procesos industriales y empresariales, del tipo que sean e
independientemente del carácter que adopten, no obedecen sólo al imperativo
tecnológico sino que necesitan dotarse –crear y construir- conocimiento social, es decir,
culturas específicas, valores, normas de acción, reglas consentidas por la sociedad y las
instituciones donde se desenvuelve, en definitiva, la cultura adecuada para este tipo de
procesos. Ciertamente, la productividad y la competitividad tienen un papel relevante
que se incorporan al ciclo de cómo hay que estar y cómo vivir el conocimiento social
que soporta la automatización, la robotización y el salto tecnológico. A los que no estén
aquí les queda el sector servicios, fragmentado, dividido, probablemente con trabajos
temporales y de baja cualificación.
El imperativo tecnológico, las redes, la capacidad de innovar, la creatividad o la
capacidad par emprender ejercen de anfitriones de la entropía y el poder del desorden,
pero son discursos ideológicos de la realidad que está por inventar. Hay tres grandes
respuestas para coser internamente el descosido que la institucionalización de la
sociedad del conocimiento genera: i) los recursos a la innovación, ii) la idea fuerte de
creatividad y iii) el valor social del emprendedor.
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El recurso a la innovación construye la voz que penetra, formaliza códigos,
actividades, objetivos, formas de hacer, maneras de estar y decir. Es tan fuerte la
presencia que tiene el peligro de ser un “recurso para todo”, como si fuese el antídoto al
que recurrir. En todos los casos, el espacio lo ocupa la retórica del discurso como si su
uso se correspondiese con el concepto contenedor que se cita en casos, circunstancias o
intereses. El concepto tiene largo recorrido histórico (Christian, 2004; McNeill, 2003;
Diamond, 2006), por más que en las últimas décadas se asocie con los universos
económico y tecnológico (Castells, 1996) o se emplee como la guía para la metodología
que, en materia de competitividad, emprende la Unión Europea. Los resultados visibles
son el Manual de Frascatti (OCDE, 1992) y el Manual de Oslo (OCDE, 2005) en sus
diferentes versiones, seguidos por iniciativas como el Manual de Bogotá (RICYT;
OEA; CYTED, 2001). Asimismo, la institucionalización del análisis y la praxis de la
innovación social tiene interlocutores prácticos con la aparición de agencias
gubernamentales y organizaciones especializadas como, por citar algunas de más
relevantes: la Young Foundation y NESTA en Gran Bretaña, CRISES en Montreal-
Canadá….
Otros referentes proceden de la empresa y obligan a pensar en otras formas
organizativas para acceder a los mercados y ganar la confianza de clientes y
trabajadores (R. Sennett, 2012). Éstos enfrentan dudas sobre la “empresa que viene”
(Drucker, 2001), las formas adecuadas para la cultura organizativa y la política de
recursos humanos. Se pone énfasis en la gestión, la cultura organizativa de las empresas
-que tienen el punto de apoyo en formas basadas en la psicología de la comunicación
prestadas por la herencia que deja lo que puede denominarse el espíritu de Elton Mayo
(Illouz, 2007; 2008)- o la inteligencia emocional. En todos los casos proyectan cambios
que se concretan en figuras ideales en el mercado de valores que prefigura tipos de
cultura empresarial y relaciones adecuadas con los clientes basadas en la cercanía y la
confianza e incluso en la creación del producto por parte de usuarios (Von Hippel,
2005). Se asumen ideas como, por ejemplo, las de emprendedor, sujeto creativo o
algunos valores sociales basados en el compromiso, la confianza o la responsabilidad.
Las ideas de Schumpeter (1942) alrededor del concepto de destrucción creadora y
las de P. Drucker (1985) sobre que la verdad de la innovación está en la gestión de la
empresa, son asumidas desde la pragmática empresarial. El punto de encuentro dice que
es un concepto total. El instrumento es objeto, meta, aspiración, razón pragmática, valor
a descubrir y apuesta por el cambio. Eso permite los empresarios, no sin contradicciones
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y paradojas, asumir dos planos que tienen lógicas diferentes y fomentan paradojas
difíciles de manejar y gestionar: 1) el recurso a la razón pragmática empresarial basada
en el beneficio económico, la competitividad, la productividad o las reformas internas
(Castells, 1996); 2) posesión de valores asociados con la reconstrucción/reapropiación
de la tradición weberiana en los negocios (Illouz, 2007; 2008). Algunos aspectos de las
doctrinas del management, por ejemplo, acuden a su auxilio leyendo la organización
desde bases programáticas y trasladando la trascendencia de los valores, la cultura y los
contenidos del código corporativo de la empresa. Las llamadas a valores ancestrales se
suman a los de creatividad, asunción de riesgo, confianza, respeto, valor de las
mutaciones y la asunción del cambio, hasta tal punto que los únicos referentes fijos de
la empresa son el cambio y la innovación.
El lugar más cómodo en el mercado de las respuestas está en manos del
imperativo tecnológico que penetra como si fuese referente incuestionable de la
mutación estructural y del rostro del valor de la innovación (Castells, 1996). Ésta
culmina el éxito de la revolución tecnológica por excelencia: las empresas y negocios
TIC-Big Data por una parte, y las formas tecnológicas de vida (S. Lash, 2002) por otra.
Ambos casos, tal y como he dicho, tienen en los dominios Internet y en las redes
sociales los soportes tecnológico y social, como si la complementariedad de ambos
compusiesen los rostros encantados del desencantamiento del mundo en la sociedad del
conocimiento. El resultado dice que hay que diferenciar tipos, ámbitos y dimensiones de
innovación (Gurrutxaga/ Echeverría, 2011); sean de origen tecnológico, empresarial,
institucional, política, social y/o cultural. Es conocido también que la innovación pasa
por fases y que existen metodologías específicas para canalizarla según el campo de
acción, el ámbito o la dimensión donde se inserte.
El cambio que protagoniza enfrenta cuatro hechos: 1) capacidad de experimentar
de los humanos con la realidad; 2) aprender a cómo se aprende; 3) crear nuevo
conocimiento y 4) transferirlo a individuos, grupos y sociedades. Los humanos adecúan
las respuestas a viejos y a nuevos problemas, adelantan el futuro y sueñan con el control
de lo creado. Está ante la encrucijada: promueve y aprovecha el cambio, lo vive como
oportunidad, entiende y gestiona las consecuencias, algunas previstas y otras no,
algunas conocidas y otras no deseadas. El carácter poliédrico y la gestión de los
ámbitos, dimensiones y circunstancias diversas, promueven que se parezca al
contenedor donde caben situaciones y perchas desde la que pueden colgarse prendas
distintas. Las situaciones tienen que ver con los cambios que asume, la praxis que
16
gestiona, el manejo de la incertidumbre y los requerimientos de “lo nuevo” ante la
llegada a la era - confusa, indefinida y turbulenta, ante la que hay que estar atentos,
abiertos y asumir las paradojas que se afirman-.
Lo extraordinario del valor de la innovación está en la cotidianeidad de las buenas
prácticas. La innovación no busca, en sí misma, la excepcionalidad ni la ruptura –
aunque, a veces, las alcance- se apoya en las buenas prácticas y en objetivos pertinentes
en los ámbitos y en las dimensiones en los que se mueve. Hay, obviamente, que
enfrentar los problemas que plantean las paradojas y la retórica del cambio, no nos
ocurra lo que plantea G. de Lampedusa en la novela El Gatopardo, cuando en boca de
uno de sus personajes -el príncipe Salinas-, sintetiza una estrategia de innovación
invertida de esta naturaleza: “cambiar para que nada cambie”, “cambiar para que todo
siga igual”, “afirmar el futuro pero negar el futuro”, “proclamar el talento pero huir del
talento”, “apostar por la inteligencia pero renegar de la pasión”, “transformar la
mediocridad pero que nadie toque la mediocridad”.
El oficio creativo se asocia con el conocimiento, la experiencia, la capacidad de
hacer, decir y al control sobre las capacidades. Se asocia a las ideas de vocación,
responsabilidad o con los efectos que la acción de hacer produce en los que “hacen
cosas”. Hay que tener en cuenta lo que apunta T. Zeldin (2015, 67), “lo que permite
reconocer en otra persona la idea que unida a la nuestra puede generar una nueva
oportunidad no es la creatividad sino la sensibilidad, el interés en los demás, la
conciencia de que todos somos diferentes”.
Hay otras formas de enfocar el asunto. La idea la expone A. Rehn (2012, 118), “si
queremos desarrollar una organización más creativa, un paso adelante consiste en
aceptar que las personas tienen distintos deseos, formas diferentes de enfocar las cosas y
no es responsabilidad de la empresa definir lo que es “apropiado”, porque si nos
limitamos nosotros mismos a aquello que es correcto no conseguiremos llegar tan lejos
como podemos”. No es extraño que la apuesta de Rehn sea trabajar con organizaciones
que asumen las críticas, es más las fomenten, al igual que hacer del “pensamiento
hereje” unos de los pilares, pero crear supone la disposición para manejar el entramado
institucional y el conocimiento del mapa que permite moverse entre opciones cuanto,
como asiente E. Illouz (2014), la opción clara, nítida y rotunda es algo que quiere
evitarse precisamente para no perder opciones, para no tener que elegir y no cerrarse de
esta forma puertas, la de todo aquello que no es elegido en su momento. Entre otras
razones, la estrategia vital consiste en evitar el sufrimiento. Optar, elegir, apostar,
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supone tomar partido, enfrentarse y, probablemente, sufrir las iras del que no está
convencido o las que proceden de las equivocaciones que se cometen o de las
consecuencias no previstas de las situaciones que se promueven.
El punto de llegada es el escenario plagado de incertidumbre donde, como
escribe S. Lash, “el sujeto sigue estando con nosotros, al igual que el conocimiento.
Sólo que un conocimiento de incertidumbre. Lo que tenemos ahora no es un no-
conocimiento o una anti-razón. En efecto, el individuo reflexivo moderno ha recibido
una educación más completa, sabe más cosas que nunca- Lo que cambia es el tipo de
conocimiento en cuestión. Es de por sí precario en cuanto que es distinto del
conocimiento cierto, y el objeto de dicho conocimiento es también incierto”. El peligro
está en la gestión que hace de la misma y las consecuencias, muchas no queridas o no
previstas, que desatan procesos de esta envergadura. Como enuncia Z. Bauman,“ la
individualización trae a un número de hombres y mujeres cada vez mayor una libertad
de experimentar sin precedentes; pero también trae una tarea sin precedentes: hacer
frente a las consecuencias. El grandísimo abismo que se abre entre el derecho a la
afirmación personal y la capacidad de controlar los marcos sociales que tornan factible
o no realista dicha afirmación personal parece ser la principal contradicción de la
segunda modernidad”.
El “hombre sin atributos” es, en realidad el “hombre con retrato”, no se presenta
desnudo sino con el conjunto de reglas y éstas no son el peor instrumento del arsenal.
En todo caso, se le exige que sea estratega de la propia vida, maneje la racionalidad con
arreglo a fines-como si fuese fácil-, el planificador de los deseos, previendo las
consecuencias y los resultados, adopte una mentalidad flexible abierta al cambio y a la
innovación, las acepte como estrategias vitales de vida, mire los intereses no
comprometiéndose por encima de lo que marca y demanda. No debe olvidarse ni el
cálculo ni las consecuencias desalentadoras que las acciones pueden tener en relación
con los intereses. Llevado el argumento hasta el plano lógico anuncia la opción, la
definición personal de los bienes y las instituciones sociales y el fin de las imágenes
fijas y predefinidas. El ser humano es en una elección entre diversas posibilidades. La
vida, la muerte, el género, la identidad, la religión, el parentesco, el matrimonio o los
vínculos sociales, son objeto de decisión. El peligro es que, como cita U. Beck, “es
precisamente este nivel de habituaciones colectivas, de cosas dadas por descontadas, lo
que se desfragmenta en la nube de posibilidades, que se deben dilucidar y negociar en
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cada paso. La capa profunda de las decisiones hipotecadas se está metiendo por la
fuerza en el nivel de la toma de decisiones, la vida pierde su cualidad de obviedad”.
5. Las Consecuencias Previstas
Las consecuencias que promueven no dejan indiferente a nadie. Hay que afrontar
no sólo la instalación de las industrias emergentes asociadas a los usos de la identidad,
la marca y la vinculación social, a veces en pugna con otra definición: la industria 4.0 o
la fabricación avanzada. La cualificación técnica y la formación tecnológica mantienen
la relación inversa con la creación de empleo. En todo caso, es una cuestións abierta, lo
que unido a la reconversión demográfica y a la debilidad de las bases reales para
asegurar el relevo generacional, presenta un panorama social descompensado donde las
política de recursos humanos asociadas a la industria 4.0 tienen, hoy por hoy, límites
para crear el empleo de calidad que se necesita, sin éste la transformación tecnológica y
los éxitos de la industria pueden ser planes sin futuro. La situación, tal y como he
argumentado, permite la emergencia de nuevas industrias asociadas a la economía de
signos y espacios ( S. Lash/J. Urry, 1998), el conocimiento útil (J. Mokyr, 2008), etc.
Son. como he dicho, sectores y productos materiales que desarrollan actividades ajenas
al mundo productivo de la primera y segunda revolución industrial, promueven
productos con contenidos, contextos y usos diferentes a los usuales. Son relevantes, por
citar expresiones básicas: las industrias creativas y culturales, las de la regeneración
urbana, el ocio, el turismo y el arte, las asociadas con estilos de vida singulares como,
por ejemplo, las relacionadas con el deporte- sea de riesgo, aventura o experiencias
vitales-, con nuevas formas y maneras de consumir- productos ecológicos,
sostenibles…., las industrias del conocimiento y del descubrimiento, industrias de
fabricación de software y hardware, industrias de la experiencia- gastronomía o el
turismo- e incluso las industrias de la conciencia que promueven metodologías de
motivación y encumbra a formas variadas de la lógica terapéutica o de la inteligencia
emocional como instrumentos básicos de una nueva forma de estar en sociedad.
La conclusión es clara: quedarse fuera de la solución tecnológica o no aceptar el
conocimiento que promueve es “apostar” por el desarrollo económico endeble y con
bajos índices de bienestar. Ocurre lo mismo si se miran los datos empíricos en otros
apartados: sostenibilidad y vulnerabilidad, empoderamiento, desigualdad de género,
pobreza, seguridad, percepción de bienestar y felicidad, trabajo decente, tendencias
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demográficas por países, índices de educación y salud, entornos financieros y acceso a
la tecnología. Las mismas clasificaciones, con resultados parecidos, se repiten una y
otra vez, incluso en estadísticas estrictamente sociales (Gurrutxaga, 2013ª; 2016). Si
pudiese comprimir la información en un eslogan diría: si quieres vivir mejor invierte en
investigación, educación y empleo, construye sociedades civiles y formas
institucionales basadas en buenas prácticas.
El éxito necesita la caja de herramientas. En el interior se manejan instrumentos
como, por ejemplo, las formas específicas de innovación tecnológica e innovación
social (Gurrutxaga, 2013b). Los objetivos a perseguir se componen de cinco ideas
fundamentales:
i) Capacidad para comprender y transformar el presente, diseñar el futuro y
superar el pasado a través del instrumento principal: el conocimiento. Éste es el
resultado de procesos de experimentación a través de los que se aprende, adquieren
destrezas, transforman preguntas, describen respuestas y transfieren conocimiento a
individuos, grupos e instituciones que los invierten, a la vez, en las redes de las que
forman parte. Las claves de este proceso se encuentran en la adecuada creación y
gestión de agencias, agentes y redes sociales capaces de establecer una buena relación
entre experimentación, aprendizaje, conocimiento, transferencia e innovación.
ii) El manejo de la interconexión entre seres humanos y tecnología ¿Por qué? Las
formas tecnológicas de vida son la condición sobre la que se erige la vida económica de
las sociedades contemporáneas y se revela como condición sine qua non para el éxito
del proceso.
iii) La incorporación de conocimiento abstracto. Los contenidos se constituyen en
servicios y profesiones que sostienen el desarrollo productivo, crean mallas resistentes y
flexibles donde la ductilidad de las posiciones, al igual que la flexibilidad de los oficios,
están abocados a enfrentarse y acoger los requisitos del cambio, adecuando los valores a
la competencia y a la necesidad de dotarse de capacidad para emprender con
creatividad. La confirmación de que los sujetos, los grupos y las instituciones tienen
esas características significa estar en el núcleo principal y ser competitivos. Las
ventajas comparativas no están en los centros tradicionales de gestión de los recursos
económicos sino en los lugares dotados del aura de la creatividad. Los países, las
regiones y las instituciones que definan las estrategias creativas son las más adecuadas
para acercarse al vendaval de la competitividad en la era global. Las viejas tradiciones
industriales son, todavía, en muchos países motivos significativos, pero, a la vez,
20
elementos importantes del pasado. Los resabios del pasado son factores que pesan
mucho, condicionan e incluso pueden llegar a neutralizar la aproximación a la nueva era
(hay casos significativos donde lo que hay que estudiar es el fracaso de ciertos procesos:
Asturias, Liverpool, Glasgow, etc.).
iv) La cultura y los valores. La innovación no busca, en sí misma, la
excepcionalidad, la ruptura o las transformaciones radicales, busca buenas prácticas y
los objetivos pertinentes de cada ámbito o dimensión en la que se mueve. Hay que
enfrentarse con los problemas que plantean las paradojas de la retórica del cambio, así
como la gestión de la incertidumbre. El cumplimiento es factible si se constituyen
entornos innovadores y ecosistemas de innovación. Por ejemplo, el individuo
emprendedor que aprovecha o descubre el descubrimiento, sabe qué hacer con él, lo
lleva al ciclo productivo, invierte en futuro y utiliza las inversiones públicas, las
privadas y el capital riesgo para mantener la tensión del descubrimiento, construye
culturas innovadoras desde el imperativo de las buenas prácticas, diseña entramados
institucionales singulares adaptados a las necesidades de los ecosistemas de innovación.
Sabe que hay que cuidar a las personas, el trabajo, la familia o los entornos urbanos
donde residen. La geografía de los lugares es importante, al igual que proteger el talento
y las normas permisivas son determinantes para encauzar la fuerza de la innovación.
v) El sistema institucional y las buenas instituciones están al servicio del
desarrollo del futuro. Aquí juegan un papel determinante variables como la inversión –
en relación con el PIB– en I+D+i de los países que quieren estar, la financiación del
descubrimiento, la creación de culturas específicas, la posesión de sistemas
universitarios de calidad, la creación de patentes o la puesta en circulación del talento y
el incremento del bienestar. El éxito se asocia con la construcción de accesos
específicos –democratización– de este tipo de bienes. La experiencia empírica y el
análisis de casos demuestra que cuanto más se aproximen al ideal mayor es la
posibilidad de estar rodeado de entornos de innovación y sistemas creativos. Los
modelos tipo no son sólo modelos ideales, sino modelos que pueden imitarse, son
referencias empíricas de que lo que se dice puede llegar a realizarse: Silicon Valley, la
Ruta 128 en Boston, los casos nórdicos (Suecia y Dinamarca, sobre todo), Singapur,
Israel, Taiwán, etc. ejercen el atractivo por que han podido realizar, siguiendo
determinadas rutas, aceptando ciertas reglas de juego, aplicando estrategias específicas
y dotándoles de contenidos concretos, es decir, aquello que querían hacer.
21
6. Mirar las Conclusiones
Los datos no dejan lugar a dudas, aunque no así las preguntas: ¿cómo son los
entornos de innovación? y ¿cómo los sistemas creativos? Hay que aceptar que el
modelo industrial tradicional, o lo que hemos hecho toda la vida, deja de existir o es
muy residual y periférico. Los procesos de cambio son más plausibles cuando los
agentes sociales e institucionales definen el problema y actúan buscando soluciones a
las preguntas que o eran irresolubles o no se hacían. Se aprende que los seres humanos
imitan las experiencias si les ayuda a sobrevivir y prosperar. Asimismo, los análisis
comparativos destacan que no existe un modelo único para la construcción y puesta en
marcha de los entornos innovadores, sino todo lo contrario. La diversidad institucional
desde la que se afronta este proceso favorece la búsqueda de respuestas adaptadas a las
necesidades específicas de los territorios concretos mediante la implementación de
estrategias de desarrollo endógeno y la movilización de la innovación social dirigida a
afrontar los retos del presente y del futuro (MacCallum, et. al. 2009). Es como si la
sociedad del conocimiento construyese la autopista con varias direcciones e
intersecciones donde el sentido de la marcha está establecido, aunque se puedan elegir
el carril y la velocidad a la que se circula, pero la exigencia inevitable es: muévete,
construye salidas a tu situación, imita, comparte, difunde.
Los entornos de innovación tienen amplio camino por recorrer siguiendo tres
direcciones. La primera son los contenidos de la construcción de los entornos de
innovación. Hay características que éstos deben reunir y resulta fácil promover
estrategias de cambio de los entornos productivos para promocionar la emergencia de
nuevas industrias. Éstas no contienen el poso histórico ni la consideración de grandes
industrias, sino que son los conjuntos de actividades que se mueven en los huecos
abiertos por las mutaciones urbanas en ciudades inteligentes, que giran alrededor del
ocio, los servicios, las industrias creativas o las estrategias comerciales de museos y
fundaciones artísticas. El seguimiento permite apuntar la segunda de las direcciones,
como son la “invención del empleo” y los nuevos sentidos del trabajo, asociados a los
nuevos nichos de actividad industrial que en la actualidad suponen la cuestión básica de
cara a sostener el proyecto de futuro. La tercera dirección apunta a que la factores que
es necesario tener en cuenta en esta ecuación. En ella está la clave de la estabilidad
social y, en gran parte, de la posibilidad de encontrar medios, motivos e incentivos para
el desenvolvimiento de las industrias buscadas. No obstante, las tres direcciones deben
22
encontrarse de forma continuada, evitando que las apuestas por uno de los caminos –por
ejemplo por el incremento de la productividad y la competitividad– conduzca al
precipicio a los sectores económicos y sociales que no consigan una ubicación funcional
en el modelo socio-económico edificado para ello.
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