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  • Ingleses, espaoles y franceses en los prolegmenosde la batalla de Tudela

    CAPITULO V

    CASTAOS EN TUDELA Y ZARAGOZA

    En los ms pretritos tiempos de su historia, Tudela, adonde don JavierCastaos lleg el 17 de octubre, haba sido la sede de un minsculo pero in-dependiente reino rabe. Despus de la reconquista de estas tierras del valledel Ebro, su estratgica situacin especie de puntal encajado entre otros dosEstados peninsulares independientes, la circunstancia de poseer un puentesobre dicho ro el nico entre Logroo y Zaragoza durante muchos siglosy otros diversos motivos geogrfico-econmicos, permitironle llegar a ser lasegunda capital del reino de Navarra durante toda la Edad Media. Pero, aldesaparecer la independencia de este reino, como consecuencia de su conquistapor Fernando el Catlico acabronse tambin las grandezas y glorias de Tu-dela, que en 1808 no pasaba de ser un gran poblachn, de decrpitos y oscurosedificios de ladrillo, acurrucado al pie del cerro de Santa Brbara, residenciaantao de Sancho el Fuerte, que a duras penas lograba reunir un nmero dehabitantes sensiblemente igual al que tena a principios del siglo XVI. Perosus calles estrechas, zigzagueantes, cubiertas a veces por casas formandopasadizo, como suelen verse a menudo en las ciudades de origen rabe; confachadas cargadas de escudos herldicos, rejas de hierro forjado, grandes ale-ros de madera labrada y anchurosos portalones seguan conservando eseindefinibles sabor a cosa rancia, pero a la vez noble, que caracteriza a laspoblaciones que fueron algo en el pasado.

    En Tudela, don Javier Castaos fue objeto de un grandioso recibimientopopular, como reafirmacin del patriotismo de sus habitantes, que el 8 de junioanterior habanse enfrentado valiente y quijotescamente con los franceses, enun intento audaz, pero intil, de cortarles el paso hacia Zaragoza 1. La noticia

    1 Este episodio, totalmente ignorado por intrascendente dentro de lo que en conjuntosupone la Guerra de la Independencia, fue algo as como el prlogo de las picas jornadaszaragozanas de aquel verano. Lo ocurrido apenas si se recuerda hoy ms all del permetrourbano de Tudela, aunque lo cita de pasada alguna que otra obra, desvirtundolo, porcierto, en honor de los aragoneses que con el Marqus de Lazn acudieron a dicha ciudadnavarra. Dicho combate, sin embargo, tuvo real importancia en aquellos momentos, porqueretras en tres o cuatro das la llegada ante los muros de Zaragoza de quienes haban deser sus primeros sitiadores, dando as mayor tiempo y oportunidad para que los defensoresse prepararan a recibirlos. El asunto consisti en lo siguiente: Una columna enemiga com-puesta de tres a cuatro mil hombres, entre infantera y caballera (sta bastante abundante)a las rdenes del general Lefebvre-Desnottes, avanz desde Pamplona hacia Tudela, connimo de continuar su ruta hasta Zaragoza, que hallbase en plena insurreccin. Los tude-lanos propusironse impedirles cruzar el Ebro y, a tal fin, hicieron volar dos de los arcos

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  • GONZALO FORCADA TORRES

    de su prxima llegada habase extendido rpidamente por toda la regin yun gran gento, presidido por las jerarquas locales, tanto civiles como religio-sas, acudi a esperarle a la Puerta de Velilla y proximidades del convento deCapuchinos, ansioso de rendirle homenaje. Al llegar la comitiva de coches yde jinetes a dicho lugar, el General apese de su vehculo para corresponderal saludo de aquella muchedumbre, entrando luego a pie en la ciudad, acom-paado del Alcalde, Obispo de la dicesis y dems miembros de la Junta lo-cal patritica. Repicaban las campanas de todas las iglesias y conventos yuna densa y abigarrada multitud de hombres ataviados con prendas de os-curo y grueso pao, sombreros grasientos y barba de varios das; mujeres delargos vestidos, cuyo descolorido aspecto evidenciaba muchos aos de uso;clrigos de amplia teja, embutidos en la mejor de sus sotanas, y chiquillos su-cios desgreados, medio descalzos, llenaba las calles, gritando, saltando, es-trujndose e impidindole casi andar.

    Aquel escenario, tan distinto del de los risueos y blancos caseros anda-luces donde haba vivido durante los aos inmediatamente anteriores a laguerra, y aquellas gentes, de acento brusco y agresivo, no dejaran de impre-sionarle.

    Una vez llegada la comitiva frente al palacio de San Adrin, elegido parasu alojamiento, dise por terminada la manifestacin callejera, y Castaos pudoya dedicarse a los asuntos propios de su cargo, consistentes, por el momento,en un cambio de impresiones con el general Roca, que acababa de sustituir

    del puente que en esta localidad existe desde tiempo inmemorial, lo que oblig a los fran-ceses a dar un gran rodeo y a pasar el ro en barcas, a la altura de Valtierra y Castejn,en cuya maniobra perdieron una jornada entera. Pero el da siguiente, 8 de junio, ya nohubo obstculo que oponerles y aquellos heroicos patriotas decidieron enfrentarse con ellosen pleno campo.

    La vspera haban llegado desde Zaragoza unos cientos de aragoneses, a las rdenesdel Marqus de Lazn, hermano mayor de Palafox, pero como escaseaban mucho los fusi-les y dichos paisanos no haban sido provistos de armas en dicha capital, no se pudo equi-par a todos por cuyo motivo surgieron algunos incidentes.

    Bajo este signo adverso se inici el combate.Los naturales del lugar se colocaron a vanguardia, en las estribaciones de Montes de

    Cierzo; los aragoneses ms atrs, por las alturas de Santa Quiteria y orillas del Queiles, enla Albea; pero luego, al ver que llevbamos las de perder, abandonaron el campo, quedan-do solos ya los tudelanos.

    El encuentro fue breve, como era de esperar dada la gran diferencia de medios deunos y otros combatientes. Despus de una hora de disparos, que ocasionaron bajas en am-bas partes, y habiendo rechazado los de Tudela un ultimtum del General enemigo, iniciste una maniobra envolvente con su caballera, que hizo desmoronarse la defensa. Los fran-ceses entraron entonces en Tudela, donde durante toda la tarde y parte de la noche dedi-cronse al saqueo.

    Esta honrosa accin cost la vida "a veintitrs naturales y a un forastero", dice un pa-pel contemporneo que se conserva en el Archivo municipal de la ciudad.

    Lefebvre-Desnottes permaneci en Tudela desde el da 8 hasta el 12 de junio, dedi-cndose sus hombres durante estos cuatro das a desarmar a sus habitantes y a los de lospueblos vecinos. Luego, cuando recibi los refuerzos que, al ver el espritu que animaba alos habitantes de la Ribera navarra haba pedido, prosigui su camino hacia Zaragoza.

    Este combate, el de Malln el 13 de junio y el de Alagn -dos fechas despusforman un trptico de desgraciados e intiles esfuerzos encaminados a impedir que losfranceses llegaran hasta la capital aragonesa.

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  • INGLESES, ESPAOLES Y FRANCESES EN LOS PROLEGMENOS...

    a don Pedro Gonzlez de Llamas en el mando de los soldados valencianos 2,y en girar ambos una visita a los cuarteles de dichas tropas levantinas.

    Pero los tudelanos, que desde muy antiguo tienen fama de ser grandes afi-cionados a la tauromaquia, y que deseaban dar todava mayor amplitud yrealce al homenaje, decidieron completarlo al da siguiente con una corridade novillos, que tuvo lugar en la Plaza Nueva, recinto urbano utilizado comocoso taurino desde ms de un siglo atrs, adonde el General acudi escoltadopor una masa enfervorizada de vecinos y de otros muchos ribereos que, conidntico afn y patritico entusiasmo, haban venido desde los pueblos prxi-mos para demostrarle su adhesin y apoyo.

    Castaos, muy complacido por tantas deferencias, presenci el festejo des-de el balcn de la casa que el Ayuntamiento posee en la citada plaza, siendoagasajado entre toro y toro, segn costumbre local, con dulces, almendras yrancio de Peralta 3.

    No deja de causar sorpresa que los habitantes de estas tierras navarras,con los franceses a dos pasos de sus casas y los desastres de la guerra acechn-doles, tuvieran an humor y ganas para entregarse a esta clase de diversiones.

    No nos ha quedado, desgraciadamente, constancia de los diestros que in-tervinieron en aquella improvisada capea pueblerina. Es de suponer que se tra-tara de simples aficionados locales, derrochadores de mucho valor y poco arte,cosas ambas que han caracterizado desde siempre a los toreros oriundos deestas tierras del Ebro, y que las reses procederan de la ganadera de Guen-dulin, la ms famosa, quiz, de todas las existentes en Espaa por aquellostiempos, cuyo dueo era vecino de Tudela 4.

    Tras da y medio de festejos y de homenaje popular que, despus de losmalos ratos recientemente pasados en Madrid, debieron de saberle a gloria, los

    2 El general Gonzlez de Llamas haba sido nombrado Gobernador de Aranjuez, lugarde gran importancia poltica en aquellos momentos por radicar en l la Junta Central.

    Hablando de este general, dice Alcal Galiano en sus Recuerdos de un anciano: "...te-na apariencias de oficial antiguo y buen caballero, pero no de guerrero a la moderna".

    3 El abate Branet, sacerdote francs refractario que residi en Tudela durante algunosmeses en la ltima dcada del siglo XVIII, dej un libro de Memorias en el que relata susandanzas por tierras espaolas y en el que describe una corrida de toros que presenci enTudela el 28 de julio de 1797. Merced a este escrito podemos saber cmo entendan lostudelanos esta clase de festejos. Dice as:

    "Despus de la muerte de estos seis toros se suspendi la funcin para dar tiempo alos espectadores a tomar los refrescos de costumbre. La ciudad entr a este efecto en lasala grande contigua a los balcones que ocupaba. El Captulo (el Cabildo catedral) hizolo mismo y, todos a una, imitaron a estas dos corporaciones. Los regidores tienen la atencinde presentarse a intervalos en el balcn y echan peladillas o almendras azucaradas al pue-blo, que durante esta merienda est en medio de la plaza, comiendo, bebiendo, saltando ydivirt