iglesia de san pablo unidos en nuestra fe, / unidos en...

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ENTRADA: Unidos en nuestra fe, / unidos en nuestro amor, unidos como hermanos / para alabar a Dios. Unidos en la alegría, / unidos en el perdón, unidos en esta misa, / misterio de redención. INTERLECCIONAL: Mi boca contará tu salvación. COMUNIÓN: Bienaventurados seremos, Señor. Seréis bienaventurados / los desprendidos de la tierra; seréis bienaventurados / porque tendréis el cielo. Seréis bienaventurados / los que tenéis alma sencilla, seréis bienaventurados, / vuestra será la tierra. Seréis bienaventurados / los que lloráis, los que sufrís, seréis bienaventurados / porque seréis consolados. Seréis bienaventurados / los que tenéis hambre de Mí, seréis bienaventurados / porque seréis saciados. SALIDA: El Señor es mi luz y mi salvación, el Señor es la defensa de mi vida. Si el Señor es mi luz, ¿a quién temeré? ¿Quién me hará temblar? _______________________ Iglesia de San Pablo. Dominicos. Valladolid.- Tel. 983 351 748 http://sanpabloysangregorio.dominicos.es HORARIO DE MISAS. Diarios: Mañana: 8:00, 9:00 y 13:15. Tarde: 19:30 y 20:30. Festivos: Mañana: 8:30, 9:30, 11:30, 12:30, 13:30. Tarde: 18:30, 19:30 y 20:30 LAUDES: 07:55 h.- ROSARIO: 19:55 h.- VÍSPERAS: 20:55. IGLESIA DE SAN PABLO VALLADOLID 3 de febrero de 2013. Domingo IV del tiempo común DESDE LA VOCACIÓN A LA MISIÓN En la liturgia de hoy el Evangelio comienza con las mismas palabras con las que concluyó el anterior, con la misión de Jesús iniciada en Nazaret, que es motivo de escándalo para sus oyentes al descubrir contenidos mesiánicos de su mensaje, muy distantes de lo que ellos esperaban: ”El Espíritu del Señor me ha ungido... Me ha enviado...” La misión aparece como consecuencia inmediata de la vocación. Hoy se cumple la escritura” dijo Jesús anunciando la llegada de la liberación esperada en Israel, para terminar gritando desde la cruz: “Todo se ha cumplido”. Su vida consistió en proclamar la venida del reino de Dios, cumpliendo fielmente su voluntad; y así nos dice a todos que la llamada (de Dios) y envío exigen una respuesta personal, en cada tiempo y dentro de las circunstancias ambientales. La primera lectura habla de la vocación-misión de Jeremías. Subraya la fragi- lidad humana del profeta como mensajero del Señor, la oposición que encontró en su ministerio y la ayuda divina para infundirle fortaleza y ánimo. Su vida aparece como signo de contradicción en muchos aspectos, concluyendo con la promesa de Dios: tus enemigos “no te podrán, porque yo estoy contigo para librarte”. En el comienzo de la vida pública de Jesús, en Nazaret, vemos tres reacciones en el auditorio: admiración, menosprecio y odio mortal. Jesús intenta explicitar sus palabras con referencias a la Escritura, pero lejos de aplacar los ánimos intentan precipitarlo por un barranco. Jesús siguió caminando. En nuestra vida cristiana podemos contar con la fuerza del Espíritu para llevar a cabo la misión cristiana que se nos encomienda-“venga a nosotros tu reino”- aunque nos cueste discernir a veces cual sea la tarea que hemos de realizar para cumplir la voluntad de Dios. Tiene que intervenir la propia libertad, responsable de conjuntar adecuadamente fuerzas tan distantes como la elección humana y la gracia divina, con todos los ingredientes cognoscitivos y afectivos del camino. Tenemos que elegir bien inclinando la balanza por lo mejor, y existe el riesgo de equivocarnos. Lo bueno y mejor discurre siempre por la actitud samaritana que se inclina al amor al prójimo para amar a Dios. Es el amor que implica una donación, un servicio, una entrega sin pedir nada a cambio porque recibimos antes la fuerza necesaria para realizarlo. Cuando vivimos de este amor podremos concluir diciendo que la vocación del cristiano no es mejor, aunque sí diferente: Supone no buscar nada especial fuera del Reino de Dios, y contar siempre con su ayuda hasta llegar a la felicidad plena.

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ENTRADA: Unidos en nuestra fe, / unidos en nuestro amor,

unidos como hermanos / para alabar a Dios.

Unidos en la alegría, / unidos en el perdón, unidos en esta misa, / misterio de redención.

INTERLECCIONAL:

Mi boca contará tu salvación.

COMUNIÓN: Bienaventurados seremos, Señor.

Seréis bienaventurados / los desprendidos de la tierra; seréis bienaventurados / porque tendréis el cielo.

Seréis bienaventurados / los que tenéis alma sencilla, seréis bienaventurados, / vuestra será la tierra.

Seréis bienaventurados / los que lloráis, los que sufrís,

seréis bienaventurados / porque seréis consolados. Seréis bienaventurados / los que tenéis hambre de Mí,

seréis bienaventurados / porque seréis saciados.

SALIDA: El Señor es mi luz y mi salvación, el Señor es la defensa de mi vida.

Si el Señor es mi luz, ¿a quién temeré?

¿Quién me hará temblar?

_______________________

Iglesia de San Pablo. Dominicos. Valladolid.- Tel. 983 351 748 http://sanpabloysangregorio.dominicos.es

HORARIO DE MISAS. Diarios: Mañana: 8:00, 9:00 y 13:15.

Tarde: 19:30 y 20:30. Festivos: Mañana: 8:30, 9:30, 11:30, 12:30, 13:30.

Tarde: 18:30, 19:30 y 20:30 LAUDES: 07:55 h.- ROSARIO: 19:55 h.- VÍSPERAS: 20:55.

IGLESIA DE SAN PABLO

VALLADOLID

3 de febrero de 2013. Domingo IV del tiempo común

DESDE LA VOCACIÓN A LA MISIÓN

En la liturgia de hoy el Evangelio comienza con las mismas palabras con las

que concluyó el anterior, con la misión de Jesús iniciada en Nazaret, que es motivo de escándalo para sus oyentes al descubrir contenidos mesiánicos de su mensaje, muy distantes de lo que ellos esperaban: ”El Espíritu del Señor me ha ungido... Me ha enviado...” La misión aparece como consecuencia inmediata de la vocación.

“Hoy se cumple la escritura” dijo Jesús anunciando la llegada de la liberación

esperada en Israel, para terminar gritando desde la cruz: “Todo se ha cumplido”. Su vida consistió en proclamar la venida del reino de Dios, cumpliendo fielmente su voluntad; y así nos dice a todos que la llamada (de Dios) y envío exigen una respuesta personal, en cada tiempo y dentro de las circunstancias ambientales.

La primera lectura habla de la vocación-misión de Jeremías. Subraya la fragi-

lidad humana del profeta como mensajero del Señor, la oposición que encontró en su ministerio y la ayuda divina para infundirle fortaleza y ánimo. Su vida aparece como signo de contradicción en muchos aspectos, concluyendo con la promesa de Dios: tus enemigos “no te podrán, porque yo estoy contigo para librarte”.

En el comienzo de la vida pública de Jesús, en Nazaret, vemos tres reacciones

en el auditorio: admiración, menosprecio y odio mortal. Jesús intenta explicitar sus palabras con referencias a la Escritura, pero lejos de aplacar los ánimos intentan precipitarlo por un barranco. Jesús siguió caminando.

En nuestra vida cristiana podemos contar con la fuerza del Espíritu para llevar

a cabo la misión cristiana que se nos encomienda-“venga a nosotros tu reino”- aunque nos cueste discernir a veces cual sea la tarea que hemos de realizar para cumplir la voluntad de Dios. Tiene que intervenir la propia libertad, responsable de conjuntar adecuadamente fuerzas tan distantes como la elección humana y la gracia divina, con todos los ingredientes cognoscitivos y afectivos del camino.

Tenemos que elegir bien inclinando la balanza por lo mejor, y existe el riesgo

de equivocarnos. Lo bueno y mejor discurre siempre por la actitud samaritana que se inclina al amor al prójimo para amar a Dios. Es el amor que implica una donación, un servicio, una entrega sin pedir nada a cambio porque recibimos antes la fuerza necesaria para realizarlo.

Cuando vivimos de este amor podremos concluir diciendo que la vocación del

cristiano no es mejor, aunque sí diferente: Supone no buscar nada especial fuera del Reino de Dios, y contar siempre con su ayuda hasta llegar a la felicidad plena.

Palabra de Dios

Del libro del profeta Jeremías 1,4-

5. 17-19. En los días de Josías, recibí esta

palabra del Señor: “Antes de formarte en el vientre, te

escogí, antes de que salieras del seno materno, te consagré: te nombré profeta de los gentiles.

Tú cíñete los lomos, ponte en pie y diles lo que yo te mando. No les tengas miedo, que si no, yo te meteré miedo de ellos.

Mira: yo te convierto hoy en plaza fuerte, en columna de hierro, en muralla de bronce, frente a todo el país.

Frente a los reyes y príncipes de Judá, frente a los sacerdotes y a la gente del campo; lucharán contra ti, pero no te podrán, porque yo estoy contigo para librarte”, oráculo del Señor.

Palabra de Dios.

Salmo responsorial

70 1-2, 3-4, 15-17 R/. Mi boca contará tu salvación, Señor.

A ti, Señor, me acojo: no quede yo

derrotado para siempre; tú que eres justo, líbrame y ponme a salvo, inclina a mí tu oído, y sálvame.

Sé tú mi roca de refugio, el alcázar donde me salve, porque mi peña y mi alcázar eres tú, Dios mío, líbrame de la mano perversa.

Porque tú, Dios mío, fuiste mi esperanza

y mi confianza, Señor, desde mi juventud. En el vientre materno ya me

apoyaba en ti, en el seno, tú me sostenías.

Mi boca contará tu auxilio,

y todo el día tu salvación. Dios mío, me instruiste desde mi juventud, y hasta hoy relato tus maravillas.

De la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 13, 4-13.

Hermanos: El amor es paciente, afable, no tiene

envidia; no presume ni se engríe; no es mal educado ni egoísta; no se irrita, no lleva cuentas del mal; no se alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad.

Disculpa sin límites, cree sin límites, espera sin límites, aguanta sin límites. El amor no pasa nunca. ¿El don de profecía? Se acabará. ¿El don de lenguas? Enmudecerá. ¿El saber? Se acabará.

Porque limitado es nuestro saber y limitada es nuestra profecía; pero cuando venga la madurez, lo limitado se acabará. Cuando yo era niño, hablaba como un niño, sentía como un niño, razonaba como un niño.

Cuando me hice hombre acabé con las cosas de niño. Ahora vemos confusamente, en un espejo; entonces veremos cara a cara. Mi conocer es por ahora inmaduro, entonces podré conocer como Dios me conoce. En una palabra: quedan la fe, la esperanza, el amor; estas tres. La más grande es el amor.

Palabra de Dios. Santo evangelio según san Lucas 4,21-30

En aquel tiempo, comenzó Jesús a decir en la sinagoga:

“Hoy se cumple esta escritura que acabáis de oír”. Y todos le expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salían de sus labios. Y decían:

¿No es éste el hijo de José?

Y Jesús les dijo: “Sin duda me recitaréis aquel refrán: Médico cúrate a ti mismo: haz también aquí en tu tierra lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaún.

Y añadió: “Os aseguro que ningún profeta es

bien mirado en su tierra. Os garantizo que en Israel había muchas viudas en tiempos de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses y hubo una gran hambre en todo el país; sin embargo a ninguna de ellas fue enviado Elías más que a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón.

Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo; sin embargo ninguno de ellos fue curado más que Naamán el sirio”.

Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo empujaron fuera del pueblo hasta un barranco del monte en donde se alzaba su pueblo, con intención de despeñarlo.

Pero Jesús se abrió paso entre ellos y se alejaba.

Palabra del Señor.