hojas del foro 4
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Literatura, ensayo, ilustración, poesía.TRANSCRIPT
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G erardo F ernández C añedo
ADtrñÜ
Escritor: Todo escritor deja dos obras: una, la escrita, otra, la imagen que queda de é1.
|orge Luis Borges
Es cribo p ar a sobreaiair
como quien necesita compnrtir un secreto.
Al Berto
La literaturA, cotno dijo para siempre Paaese, es una defensa contrq las ofensas de
la aida; creo que también intuí entonces que escribir erq una forma nuerfi y más
hondn de leer.Javier Cercas
Hay muchas cosas de las que escribir, pero no de las que hablar.
Charles Bukowski
Uno nunca termina de leer, aunque los libros se acaben, de la misma mnnera que
uno nuncn termina de r¡ioir, aunque la muerte sea un hecho cierto.
Roberto Bolaño
En nuestros díns, tres ocurrencins y una mentira, hacen a un escritor
Lichtemberg
A muchos poetas les perturba que las palabras tengan además un significado,
Stanislaw lerzy Lee
Laprecisión es la únicn elegancia de lalengua.
Arcadi Espada
El realismo es una cornryción de la realidad.
Wallace Stevens
Hay que tener mucha mieda para escribir bicn.
Una rersistaliterariano debe tener actualida.d, sino pasado.
Vicente Núñez
DL LF-ALIO\ \ -LL i L"A DL -A blbllo-l ( ¡ Dl úsADO
Número Cuatro. Invierno de2007
Dirección:Fernando Menéndez
Consejo de redacción:Ferna¡do Flórez VillaranzoXosé Lluis Rodríguez AlberdiGustavo Adolfo Femández Fernández
Administración:fosé Luis Rodrlguez Tamargo
Diseño y maquetación:Gustavo Adolfo Fernández Fernár.dez
Diseño del logotipo del Foro:
José Luis Rodríguez Tamargo
Publicación estacional (trimestral) dedifusión gratuíta
500 ejemplares
D.L.: A3-01487-2006
Edita:Biblioteca Municipal de Grado "ValentínAndrés Alvater"C/ Cerro de la Muralla s/n33820 Grado (Asturias)98575 [email protected]/ grado/
Asociación Cultural "Valenffn Andrés"[email protected]
Aula de las Metáforas "Femando Beltrán"auladelasmetaf [email protected]
Subvenciona:cajAstur
Concejalía de Cultura del Ayuntamientode [email protected]
Filmación e impresión:Gráficas SUMMA S.A. (Llanera)
Iluskaciones interiores:
José Luís Rodríguez Tamargo
Javier Marinas
No está permitida la reproduccióntotal o parcial de los textos,ilustraciones e imágenes incluídosen esta revista s¡n elconsentimiento previo de susautores.
PortadaIlustración de ]. L. Rodríguez Tamargo
Ilustración2/
El abrevadero3/
Gerardo Fernández Cañedo
Inventario de TtansparenciasS/El pionero Lenin. Una aproximación literaria a un piratadel dial radiofónico
Fernando Flót ez Fernández-Villaranzo
Arte10/ Como en el Génesis,ltz contra tiniebla y creador contra
creadorRamón Rodríguez
Narrativa12/El conse4e
1,4 / Eneste preciso instante
L8/Concentración19/La tierra2O/Nunca significa2L/ Corazón de flores
22/Prét-a-porter23 / Lajovencita del violín24/ Lejos
Poesía
25/Poerna radical26/Elnilo tras la ventana
26/Sinpalabras27 /Neutral28/Héroe anónimo
Gustavo Adolfo Fernández
]osé Antonio TamargoEstefanía González
Estefanía GonzalezEstefanía González
|uan Antonio ContrerasFernando Martínez Alvarcz
Benjamín LiryezÓscar L. Nogal
Eduardo MesaCarlos IglesiasCarlos Iglesias
Carlos Granda BustoTeresa Fernández -B arb 6n
Carta de amor29/ Elanuncio
Ilustración31/
Contraportada
Bijou
]uan de la Fuente
Ilustración de Loreto Gonzílez Ñvarez
Ü DTTKANSTAKLNCIAS
Ll n e ro [-.nín.Unu a
l¡t.raría a un p írata d.l ái'u
ptoI Proxr
I r, d
,,rnaclon,rtoronlco
A todos los que alguna aez dejaron flotarsu imaginación en la inmensidad del éter
os individuos bajaban despavoridos de
Ia buhardilla de una casa de la calleCimadevilla, en Grao. Corrían como si
en ello les fuese la vida mientras, desde 1o altode la escalera, una voz atronadota, con el talantebelicoso de un dios enojado,lanzaba anatemas.
Era un dios furioso que, con ira jupiterina,golpeaba eI pasamanos como un tambor,acompasando la armonía desmañada de losbalaustres de bronce. Flotaba sobre aquelestruendo el urgente zapateado (una fuga endos movimientos: allegro grazioso al principio yallegro agitato en el vibrante remate) que percufaen los crujientes peldaños de madera acribilladospor la carcoma.
Algunas puertas se entreabrierondiscretamente y la escalera se inundó de uncóctel de tufillos: el dulzón y liviano del potajede repollo, el rotundo y enérgico de la fabadacon compango, el aceitoso de los calamaresfritos; desde el primero fluía un aroma a tortillacon tropiezos de chorizo. Así que quienesasomaron prudentemente la nariz pudieron oler1o que se cocinaba en el vecindario y sus ojos
presenciar una escena no demasiado corriente:un par de sujetos de barriga cervecera, bigote a
lo Jorge Negrete y traje de 'El Corte Inglés'haciendo eslalon hasta el portal. Llevabanmaletín y paragaas. Sin ningun género de dudaseran vendedores de libros o funcionarios.
La voz de trueno/ como urra arfiel1azabíblica multiplicada en mil ecos por el hueco de
F ernando F lór e z F ern ánde z-Vill ar anz o
Ia escalera, gritó entre juramentos que no viene
al caso detallar: " iLa príxima vez venís con el
delegado del Gobierno o no abro!". Luego, unportazo estremeció los cristales del edificio.
Pero, antes de continuar -paciente lectorque estimulas mi autoestima leyendo estas lÍneas
esbozadas con mejor voluntad que logroestético -, me veo obligado, e fl justacorrespondencia, a hacerte una confidencia.Verás: al releer los tres páruafos precedentes
recuerdo algo que me enternece. Y es que, sinpremeditación (te 1o juro por mi musa favorita:Calíope), he empezado esta historia por el final.Sí, y 1o he hecho como en los guiones de esos
filmes que arrancan trepidantes y después, en
la pantalla, aparece sobreimpreso un texto más
o menos de este tenor: "equis años antes ..." , yla película da un salto en el tiempo paÍaÍrarcarlos antecedentes que inevitablementedesembocarán en la impetuosa secuencia delprincipio.
Pues bien, comprensivo lector, es cierto,me he apropiado de tal técnica narrativa que
me deslumbró en lejanas y transparentes tardes
de domingo y cine. Tardes que recupero delalmacén en penumbra donde se amontonan los
recuerdos. Cuando nosotros vestíamos pantalóncorto y ellas falditas de tergal con dibujos de
gatos y flores; cuando podías volar hasta donde
tu imaginación quisiera llevarte porque tussueños no tenían límites; cuando durante la
a);ffilhs,;FoRo 6
función del'Teatro-Cine Parke' devorábamoskilos, muchos kilos de pipas'Churruca'y en el
descanso mascábamos chicles 'Bazoka'; cuandoel. bueno (el almibarado Gary Cooper) nosalentaba a elegir Ia senda dela mansedumbre yel malo entre los malos (el demasiado humano
Jack Palance) era el ejemplo de la peraersidad;
cuando en la ardiente oscuridad de la sala queoLia a desinfectante, sudor, colonia de lavanday goma de regaliz, el deseo indescifrable se
agazapaba en el pecho y, a mi lado, la niña de
coletas rubias y lacitos de color rosa se movíainquieta, y yo -maldita sea- no me atrevía a
experimentar con aquellos dedos gordezuelosque se movían nerviosos sobre elbrazo de labutaca, y mis manos sudaban, sudaban,sudaban...
Hecha Ia anterior aclaracióry y después de
pagñ tanmelancólico peaje, intercalo la frasecilla
de marras (el texto sobreimpreso en la pantalla)y sigo con mi relato.
Nueve años antes...
...a1 ver entrar a la reencarnación de
Vladimir llich Lenin, un impulso irrefrenableobligó a Fernando Trueba a invitar al reciénllegado a sentarse a la mesa compartida conÓscar Ladoire y algunos miembros del equipode rodaje. Acababa de llegar a Oviedo paradirigir un filme de bajo presupuesto. Aúnfaltaban varios años para 'Belle Epoque', eI
Oscar y los momentos de gloria en Hollywood.Ahora, en 1982, era un director novel que se
abria camino rodando una película sin grandes
pretensiones. 'Sal gorda' -ese era el título de
la cinta-, aunque llegaría a gozar en su estreno
de alguna crítica favorable, en realidadpertenecía a un género que consume vorazmenteun público poco exigente que va al cine a
desternillarse de risa.
Una hora después de tan providencialencuentro, y sin casting previo, la reencamaciónde Lenin entraba en el reparto. Allí mismo, en
I NVLNTAKI O D L TKANSTAKLNCfAS
el comedor de'Casa Contado', se bosquejó el
papel del tor¡arich, que daba a la comedia cierta
fragancia leninista. Todo quedó sellado con una
copa de orujo (que no de vodka) y un apretónde manos. Así, de manera tan fácil y espontánea,
y sin recibir lecciones en el 'Actor's Studio' niempollar método Stanislawski alguno, ArmandoFernández, el doble deLenin, todo un personaje
barojiano que bien pudiera haber nacido en el
caserío deLabraz y no en Bayo, simplementepor la cara (la cara de Vladimir Ilich Ulianov,claro), entró en la historia del séptimo artesiguiendo los pasos de un electricista llamadoPaco Rabal o de un tal Harrison Ford, ebanista
nacido en Chicago y avecindado en Wisconsin.
Un profeta de las ondas
Pero Armando, una de tantastransparencias que abarrotan mis recuerdos, me
interesa en este inventario más como profeta de
las ondas y pionero de la radio en Grao quecomo actor de cine. Y aunque no triunfó en lagran pantalla ni gozó de la confianza de PedroAlmodóvar ni tampoco de la del recientemente
carbayonizadoWoody Allen (hay alcaldes que se
idolatran a sí mismos fomentando la imaginería
en hornos de fundición), sus excelentes doteshistriónicas quedaron probadas en Ia irrepetible'Radio Santana' (homenaje al festejo más telúricode los moscones. Aunque el azar al tejer sus
tramas hila sorprendentes coincidencias: laproductora cinematográfíca fundada porHumphrey Bogart en1941, también se llamaba
Santana).
Aquella fue la primera radio pirata de lacomarca, y consiguió emitir durante casi dosaños. Toda una pequeña };.azañ,a, porque a
principios de los noventa las emisoras sin licencia
no disfrutaban en el dial de patente de corso.
Según mi colega Carlos Murias, su locutoriotenía cierto aire de sacristÍa rural. Instalado en
una habitación con ventana a la calle La Pedrera,
encima de la cafetería 'luval', diariamente,
I
TKANSTAKLNCIAs
entre las once de la mañana y la una delmediodía, con la encendida retórica de unpredicador en Semana Santa, la voz de Leninllegaba a las cuatro esquinas del valle con sus
homilías laicas que sólo se volvían apocalípticascon tres cuestiones: la música modema, el alcaldey las vacunas.
Vivía ilusionado con recuperar el estiloBoby Deglané de los programas clásicos.Añoraba Ia radio espectáculo de los cincuentay principios de los sesenta,la radio de lámparasque se escuchaba en las cocinas de la Españaprofunda (aquella caja embutida en una fundade cretona, con dial de vidrio donde se leíannombres de ciudades extranjeras, y allado elinseparable voltímetro). La radio de'Matilde,Perico y Periquín, Pepe Iglesias el zorro (quesiempre acababa con el mismo estribillo: "...yde Fernández nunca más se supo"), losanuncios de Cola-Cao y las novelas deGuillermo Sautier Casaseca. En el fondo, y apesar de sus facciones, clavadas a las delpatriarca comunista, que é1 ante el espejo se
esmeraba en acentuat, era un reaccionarioirremediable. Entre sermón y sermón, a
micrófono cerrado, mientras la garbosa voz deEstrellita Castro hacía cabalgar y cortar el vientoa su jaca por Grao y cercanías, los ojos se lehumedecían. Entonces, acariciaba la perilla,suspiraba y le decía a su monaguillo Murias:"Catlos, tenemos que hacerlo. Sí, un programamusical en directo, en el'Rada', con el públicosentado en las butacas de la platea".
El programa nunca llegó a emitirse, peroya tenía tífulo, un tífulo adecuado a su contenido:'Los principales de los cuarenta', retruécano delprograma musical que más odiaba: 'Los cuarentaprincipales'. De los votos de 1a audiencia (se
irfal-iaun jamón de Tineo entre quienes llamasen)saldría un anacrónico hit-parade. Y es quenuestro radiopredicador, sin remordimientos,renunciaba a los oyentes que aún no habían
arnorbzado los cincuenta tacos. En aquella radiopara pensionistas el relojya no marcaba la hora,como aún sigue irnplorando Lucho Gatica consu voz empapada de nostalgia.Erauna burbujaen la que el tiempo se había detenido. Fingíaestar quieto; quieto como los troncos de losolmos del parque, como los macizos pilares delPuente Grao. Tan sólido, tan imperturbable.Fingía la promesa de eternidad leída un día enlos ojos castaños de la chica soñada. Pero losolmos se talan o los pudre la grafiosis, y a lospilares de un puente los puede arrastrar unariadao demoler cualquier obra pública. De aquía la eternidad, decía usurpando el título deZinnemann. Siempre las películas. ¿Existe algomás romántico y retrígrado que congelar eltiempo?
Morir con las botas puestas
'Radio Santana' murió con las botaspuestas, en plena emisión. La audiencia asistióen directo a su agonía. Fue una intervenciónquirurgica desalmada sin anestesia ni calmantes,muy poco artesana y gratuitamente encarnizada.
No. Fue peor. Una autopsia envivo y en directo.Me explico Lenin estaba emitiendo una de sus
homilías, en las que se mezclaba 1o humano con1o divino, desde el nuevo locutorio instalado enla calle Cimadevilla, cuando sonó el timbre.Como aquélla era un radio muy natural y pocoaparente, que emitía al desnudo, dijo por elmicrófono: "Queridos amigos están llamando aIa puerta, voy a ver quien es. Vuelvo en unmomento". Así era aquel fenómeno de Iacomunicación: había conseguido crear un vÍnculode complicidad con sus oyentes. A veces, decía:"Os dejo durante tres minutos con AntonioMachín y 'Angelitos negros'. Voy a mear yvuelvo". O al mediodía: "Me rugen las tripas.Mientras bajo a 'Juval' a comer un pincho ytomar un café quedáis en compañía de unasmaravillosas canciones de'Los Panchos', no os
mováis de este punto del dial".
áFIoiAE ¿,FoRo I
Pues bien, ei locutor fue a abrir 1a puerta.
A los pocos segundos en 1as radios de Grao yalrededores se oyó un murmullo de voces en
segundo plano que se acercaba. Ya al iado de1
micrófono se escuchó aLenin decir: "Yo les dejo
pasar para que inspeccionen lo que quieran,pero porque traen el mandamiento de entradadel Juzgado" .Y alavoz de un desconocido: "Si
quiere ver la documentación se 1a enseño, soy
el inspector Calabácez. de Comunicaciones, y
J IiVE NTAKI O DL TKANSTAKLN CIAS
de radio y ahora hasta televisiones". "Bueno,
no se vaya por las ramas, esta emisora debe ser
clausurada".
Hacía unos segunCos que se oía un ruido.Era como el sonido rrretálico de algo que se está
destorniilando. ,A.1 parecer, enfrascado en e1
diálogo con el inspector, Lemin se habíadespistado y no vigilaba los movir¡ientos de
Margarínez. Y de pronto, 1a voz delradiopredicador enfurecida'. " iEh, oigal ¿Qué
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{'é té. §§&{; §{ té €}*É*ái r# *#e rÉ#.fÁ #*aé
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Viñeta de homenaje a "Lenin" publicada en E! Progeso Asturianoen 1996. (Guión de Fernando Flórez y dibuios de Marinas).
este es mi ayudante MargaríÍlea" . Y Armando:"Biert, bien...no hace falta. Ustedes dirán". Yel inspector: "¿Sabe usted que la Ley prohíbeemitir sin licencia, y que la infracción de 1a
norma se sanciona con el cierre, 1a bonfiscación
del equipo y una multa que puede ascender a
un mil1ón de pesetas?" ."Oiga, yo no soy ningúnforajido, simpiemente entretengo a ia gente, no
hago como Polanco y otros que, si no tenían ya
bastante con los periódicos, acapararr' emisoras
cojones está haciendo? ¡No toque el equipo,mecagiien...!" Y Calabácez: "Tranquilícese,hombre, estamos siguiendo el procedimiento.E1 equipo va a ser confiscado...." Después
mucho barullo, y finalmente silencio. Bueno,
en realidad, en el 107.8 de 1a FM, se oyó el
crepitar de 1a onda portaciora. Un sonidodeprimente. Vacío de contenido humano. Sin
voces ni música. La soledad radioeléctrica del
éter.
ÁKIÜDLTKANSTAKLNCIAS
Los últimos instantes
Lo que ocurrió en el locutorio después delapagón de 'Radio Sar'úanta' , sólo 1o saben ellocutor y los inspectores. Armando FernándezLenin, el pionero de 1a radio local en Grao, hace
años que pertenece a ese éter cuya voz lantasveces cruzó hacia un destino que sólo se desvelaa los iluminados. Ya pertenece al sueño universalde los inconformistas, de los que necesitanevadirse de las oscuras y húmedas mazmorrasde la rutina diaria. Es parte de ese polvo cósmico
al que tarde o temprano todos retornaremos.En cuanto a Calabáce z y ll;4lar gañnez, los imaginoperdidos por alguna ignota covachuela, encualquiera de los innumerables recodos queforman al enroscarse sobre sí mismas lasAdministraciones cuando sufren de obesidadmórbida. Só1o dispongo de la versión de CarlosMurias, que reproduce la que le contó el propioLenin. ¿Qué quieren? Así están escritos los librosde historia. O ¿qué pensaban, que se escribensolos?
Si no engañó con alguna aventura del estilo
de '¡Encontradlol' , un esbozo de novela en elque un escogido grupo de científicos y hombresde acción de varios países recibían instruccionesen Washington -por supuesto - pararealizaruna importante y peligrosa misión: la búsquedaen la selva amazónica de un misteriosoespécimen de cuyo sistema inmunoiógicodependería la seguridad del mundo en el futuro(algunos folios de este proyecto narrativo queLenin fotocopió en'Colorines' es posible que yoaún los conserve en casa); si no engañó, digo,al crédulo Murias con alguna piadosa patrafla,los últimos instantes de aquel bergantín quenavegaba sin pabellón por los maresembravecidos de1dial radiofónico, fueron más
o menos así:
Lenin.- iQue no toques el equipo! ¡Aquíel que va a cortar algo soy yo, pero los güeaos
de algún cabrón! ¡Ahora verás...!
Y revolviendo en un cajón abarrotado de
,-HoiÁúi
cables, pilas de petaca y cintas de casete de
Paquita Rico, Conchita Pique r, J or ge Sepúlveday demás personal de1 futuro hit-parade, sacó
un enorme vergajo con el que golpeóviolentamente sobre una mesa y con la otramano esgrimió un destornillador de los deestrella con el que apuntó hacia el acojonadoIl[;Iargarínez.
CaLabácez.- No intente nada de 1o que se
pueda arrepentir. Se está usted resistiendo ados agentes de la autoridad.
Lenin.- La autoridad. Así que vosotrossois la autoridad, eh. Pues ahora voy yo a
demostrar quien manda en mi casa.
Y se lanzó sobre los inspectores que comogamos echaron a correr por el pasillo y bajaronlas escaleras de tres en tres y hasta de descansillo
en descansillo. Desde arriba Lenin, como en los
tiempos de'Sal gorda', muy metido en el papeldel personaje perseguido por los cuerposrepresivos (¡lástima que Fernando Trueba nofuese testigo de la escena!), siguió golpeandoviolentamente con la verga de toro sobre eI
pasamanos mientras ies gritaba a losfuncionarios saltarines: "¡La próxima vez veníscon el delegado del Gobierno o no abro!"
No hubo próxima vez. 'Radio Santana'estaba muerta. Le habían extendido el certificadode defunción en directo y alabrava. Lo quesiguió: aquella radio guerrillera con la que emitíaen Oviedo desde un coche escondido en lasfaldas del Naranco, fue el epitafio. Los jubiladosdel parque aún le recuerdan. Yo también.
Cuando enciendo la radio 1o evoco consus facciones producto de un plagio, aquellasfacciones que fascinaron un día a un jovendirector de cine en'Casa Conrado'. Lo evocodelante del micrófono, como en la viñeta de
]avier Marinas que publicamos hace diez años
en el'Progreso Asturiano' con motivo de sumuerte.
Carajo, como se acaba todo. InolvidableLenin.
I
r*HoiAB *,FoRo t c
omo en el Génesis, al fin se han abierto
los cielos y ha surgido la tierra. La capilla
de Sant Pere o del Sanfsimo Sacramento
en la Catedral de Palma ya es visible. Según el
Génesis Dios concluyó su obra en siete días;
Miquel Barceló, dios menor, ha necesitado siete
años porque no descansó en la fecha final sino
que por diversos avatares sus pausas fueron
intermedias entre etapas creativas. Dios, el
primer día, separólaluz de Ia oscuridad; Barceió
esperó alúltimo momento para colocar los cinco
grandes vitrales que tamizanlaluz que penetra
en la Capilla de Sant Pere. Dios, en el segundo
día, separó las aguas de la tierra; Barceló, por
el contrario, ha creado un mar de tierra. En los
días intermedios, Dios colocó en 1o creado las
plantas, el sol, la luna, las aves, el resto de
animales, los peces, todas las cosas y, finalmente,
el hombre. Barceló, en esos años intermedios
ha estado pensando, como siempre lo ha venido
haciendo a 1o largo de su trayectoria, en e1
hombre. Parece que Dios, humanista revelado,
y Barceló, ateo declarado, se hayan enfrentado
hasta que en el espacio sagrado, donde tantos
sacrificios incruentos se suceden, se ha
producido uno más: el del enaltecimiento de la
divinidad a través de la obra del hombre. La
capilla de Sant Pere es un ejemplo más de los
muchos que tantos artistas, a 1o largo de todas
las épocas, han llevado a cabo, siempre dentro
de una condición creativa contemporárrea,
tratando de interpretar, desde Ia no creencia,
uno de los grandes interrogantes de lahumanidad: ia existencia de los dioses.
AKTE
Ramón Rodríguez
A partir de dos milagros, el de Iamultiplicación de los panes y los peces y latransformación del agua en vino, creará una
impresionante y descomunal cerámica con
vocación de pintura en la que una sucesión de
elementos, nada enigmáticos pero sí que un
tanto chocantes en sus conjunciones, conforman
unmundo simbólico que envuelve al espectador,
lo impregna y 1o satura de tal modo que hasta
quienes no creen encuentran en ese abigarrado
ambiente un lugar en el que reflexionar, un
ámbito en el que encontrar un pequeño resquicio
por el que se puede ver algo de la abstrusa
dimensión del hombre cuando se enfrenta a lo
hermético. Barceló, al contrario que Dios que 1o
consiguió todo con un soplo, ha tenido que
enfrentarse a la materia, según sus propias
palabras, a puñetazos para sacarle aquellos
atributos que perseguía en su particular creación.
lJna creación que, como la que naffa el Genésis,
como la que es característica inseparable del
artista mallorquín, se nos presenta plena de
interrogantes y, tTr.a vez más, con la eterna
disyuntiva de la vida y la muerte como uno de
sus temas capitales.
Los recursos formales y expresivos, sean
soplo o puñetazo, aplastamiento o alisado,
arrastre o estallido, arruga o acumulación,
unidos a los procedimientos técnicos empleados,
tendrán la virtud de convertir 1o consuetudinario
en sagrado y lo real en fantástico hasta cerrar
el círculo y transformar 1o evidente en misterio
y 1o inicial en final. Son los hombres, que
e"mo e n e I Génesís,luz contratíníebl" y contra creaáorcreaáo,
AKTL
necesitan alimentarse, beber y entrar en contacto
con 1a tierra y no los dioses que de nada precisan,
quienes se nos descubren en las paredes del
gran soporte cerámico. Y hasta el artista, el
hombre, se transfigvrará, dejando su propiaimpronta en el barro, en ese Dios que es taninvisible como la esencia de la obra de arte, de
cualquier obra de arte y al que Barceló ha
querido representar, si elio es posible, con una
ausencia, con un vacío que se hace expresión
de lo inexpresable yenunciación de 1o místico
que se eleva, desprendido
de un símbolo tan poco
agradable como Ia cruz,sobre un cúmu1o de
calaveras. De nuevo el
constante discurso de
Barceló: vida y muerte.
Partíamos de dos
milagros narrados en los
evangelios, pero lasanalogías entre obra yhechos bíblicos no dejan de
sorprendernos en cada
fragmento de la obra. Dios,
en algún momento, separó
las agllas para que unpueblo entero pucliese trasladarse y Barceló
corona su obra con ul1a g::an ola marina -hechade tierra- para que e1 hombre se sienta como
sumergido, recogi.lo i- ensimismado en las
profundidades c1e ia cap1ll3.. Barceló, ateo
declarado, no ha duda¡o en oirecerle al creyente
el pan y el vino tauinatulqiccs, e1 ¡r.in de 1a
perpetuación v el .,-irLo .1e, saclriicio. Y 1a
composición está replg¡¿ cle p-s¡ss, pulpos r'
medusas; peces como represer-ltación i-ie1 Clisto
,-HoiAS r,FoRo 1 I
de los primeros tiempos cristianos y pulpos que
lo son tanto del desarrollo vitai mediante las
espirales de sus tentáculos como, por extraño
que parezca, del Cristo eucarístico de aquéllos
mismos momentos, mientras que las medusas
con sus movimientos propulsivos y su estatismo
en tras aguas son el perfecto icono de la antinomia
atracciónf repulsión o de la indiferencia qus
tanto se da en nuestro tiempo con relación a ias
creencias. Y no debe escapársenos que peces,
puipos y medusas, al ser
animales de lasprofundidades, s€
transmutan en los nexos
entre el agua y la tierra que,
en esencia, tema y material,
no es otra cosa que la propia
obra que Barceió, como dios
menor/ nos propone.
Como en el Cénesis, donde
el Dios creador emplea toda
su energía en separar laluzde la oscuridad, este otrodios meno r la utilizar á par a
modificarla desde la materia
y, a su través, originar no ya
animales o aguas, plantas o
semil1as, frutas o
contenedores de espirituosas bebidas, sino una
nueva y colosal creación. Quizá por ello, tras el
apasionado enfrentamiento de los dos creadores,
el uno interpretando lo hecho por el otro, algún
representante de ia curia haya podido decir,
desorientándose al perder de vista 1o que es una
de los mayores glorificaciones que ei arte
contemporáneo hay¿ podido ofrecer a 1os
creyentes, eu€ lo inaceptable es que un ateo
suplante a Dios.
:ffiffr8;rüRo lL
Ll conSe ,JC
¡Qué cosa más extraña! -pensó doña
Maruja- Eranya las ocho de la mañana pasadas
y Pepe, el conserje, aítr:. no había abierto las
puertas del Ministerio.
Marujita siempre era la primerafuncionaria en llegar y presumía de respetar
escrupulosamente su horario de trabajo, aunque
realmente se pasaba toda la jornada laboralleyendo novelas de misterio y anotando en su
agenda los fallos de sus compañeros para luego
informar de todo ello alSr. Ministro. Y eso era
precisamente lo que estaba haciendo en ese
momento, pues ya le tenía ganas al Pepe.
A las nueve menos cuarto llegó doña
Aurora, que se encontró a Marujita leyendo
apoyada en la puerta del Ministerio.
-ZQué pasa?- le preguntó.
-Ya ves, que está cerrado-contestó al tiempo
que miraba la hora en su reloj de pulsera ysacaba la agenda del bolso.
-¿Dónde está entonces Pepe?
-Ni idea chica, pero cuando se entere el Sr.
Ministro se le va a caer el pelo.
- ¡Vaya falta de seriedad tiene este Pepe!-comentó Aurora.
- ¡Ni que Io digas!- apostilló la otra.
-Bueno, yo me voy entonces a tomar uncafetito, ¿te apuntas?
- ¡Huy no!, que estoy acabando un capítulomuy interesante.
Cuando Aurora se hubo alejado apenas
media docena de pasos, Marujita, que ya nopodía aguantar más, sacó su móvily marcó con
Gust ats o Adolfo F ernández
gran ansiedad el número de1 Sr. Ministro que
sin embargo no contestó a la llamada.
Entre las nueve y las once menos veinte
fueron llegando el resto de funcionarios del
Ministerio. La mayoría, al encontrarse la puerta
cerrada, dieron media vuelta y se volvieron a
sus casas más contentos que unas castañuelas.
Otros se fueron directamente a su cafetería
preferida.
Marujita era la única que seguía al pie
del cañón, aunque desesperada al no poder
contactar con el Sr. Ministro. Decidió entonces
llamar directamente al Sr. Presidente, pero éste
le dijo que no le molestara con tonterías. Nunca
le había interesado demasiado aquel Ministerio
y estaba demasiado ocupado con su políticainternacional, con varios temas urbanísticos,
que eran los que más satisfacción le daban, ycon un ambicioso proyecto para pintar de rojo
el césped de todos los campos de futbol del país.
Por suerte Marujita también tenía el
móvildel Sr. Alberto, elVicepresidente, que se
personó de inmediato en el Ministerio y movilizó
a unos cuantos gendarmes que infructuosamente
trataron de localizar alguna copia de las llaves.
Continuaron llamando repetidamente al teléfono
de Pepe y del Ministro, e incluso el Jefe de los
gendarmes acudió, personalmente y con las
sirenas del coche patrulla a todo volumer¡ aI
domicilio del conserje, pero allí no había nadie.
Ya era en torno a la una cuando por finel Vicepresidente logró hablar con el Ministro.
-t
NAKKATIVA
-Oy" IVlanolo, -le dijo - ¿sabesdónde demoniosestá Pepe que noaparece porningúniado?
- ¿Quién es ese
Pepe? -le contestó
el Ministro.
- ¡Coño, no mejodas, el conserje de
tu Ministerio!
- ¿Quién, esepequeñajo ycanoso?
-Sí, hombre, sí, el
mismo.
-Ab pues ni idea,
¿por qué me lopreguntas?
Tras poner al Ministro al corriente de 1a
situación, éste último quedó en acudir deinmediato al Ministerio, no en balde vivía aI
lado mismo. Así, dos horas después llegó a laspuertas del edificio ministerial para hacerse
cargo personalmente de 1a crisis. ElVicepresidente se había marchado ya y sóloquedaba allí la fiel Marujita que, no se sabe cómo,se había agenciado una banqueta y estabaya a
punto de terminar la novela.
-Hola, Marujita, ¿dónde está todo el mundo?
-Se han ido, Sr. Ministro, pero aquí estoy yopara 1o que usted necesite.
- ¿Tampoco está la jef a del servicio?
- No, Sr. Ministro, recuerde usted que leconcedió permiso para trabajar desde casa.
- ¿Y por qué no habéis avisado a Gonzalo quedebe tener una copia de las llaves?
-Mire usted, Sr. Ministro, es que Gonzalo hace
casi dos año y medio que se pasó a la empresaprivada.
,-HoiAE,FoRo i 1
-Vaya por Dios, a ver, dame el teléfono de
Pepe, que siempre 1o tiene que resolver todouno mismo.
En aquella ocasión respondió a la llamadauna mujer que, entre sollozos, apenas alcanzó a
decir que su marido, Pepe el conserje, habíafallecido y acababan de enterrarlo.
-¿Y no podría usted acercarse un momentitohasta el Ministerio para traernos las llaves? -le espetó el Ministro.
Cuando por fin lograron entrar en elMinisterio, cayeron en la cuenta de que nadiesabía donde se encendían las luces nidesactivar la alarma que cada vez sonaba conrnás fuerza.
Con carácter de urgencia se reunió el
Consejo de Ministros que, por unanimidad y apropuesta dei propio Presidente, decidió demoierel edificio, clausurar aquel Ministerio y crear ensu lugar otro de Nuevas Tecnologías.
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?:ffi61ffi';,FüRo r+
ecir que un pueblo no ha cambiadonada en los últimos cuarenta años
suena a tópico. Pero es la impresiónque siento cuando, tras cuarenta años de
ausencia, regreso al pueblo y compruebo quenada ha cambiado. Que todo sigue igual que
aquella lejana y lluviosa tarde de octubre cuando
vi el pueblo por última vez.El Orbayu sigueconservando la misma fisonomía de cuarentaaños atrás, con las mismas veinte casas de todaIa vida, prácticamente idénticas. No hay casas
nuevas y 1as existentes no han sido reformadas,
así que mantienen la apariencia de siempre,todas construidas con bloques de piedra sinrevoque, con techo a dos aguas cubiertos de
tejas negruzcas salpicadas de verdín, y los dos
ventanucos con cristales siempre sucios de hollÍnque sobresalen del tejado en su parte frontal.Todas üenentres plantas diskibuidas de idéntica
forma. En la planta baja está la cocina, que ocupa
la mitad de la planta, el comedor, que ocupa la
otra mitad, y el horno, situado al final delterrado que forma el suelo de la galería de laprimera planta, en 1a que están los dormitoriosy la acristalada galería, que se extiende a lo largo
de una de las paredes laterales de la casa, que
en unas está ala derecha y en otras alaizquierda.
En Ia galería,luminosa en esta mañana de
agosto, está mi abuela haciendo calceta, sentada
en su mecedora de toda la vida, que ella mueve
acompasadamente y al hacerlo chirría una de
las tablas del suelo, siempre la misma tabla,exactamente la quinta contando desde la pared.No me 1o ha dicho, pero está tejiendo un jersey
parami, el mismo jersey azul con rombos rojosque estrené el invierno del último año que pasé
en el pueblo. Cuando entro en la galería, levanta
f osé Antonio Tamargo
la vista del tejido y me mira a través de losquevedos que heredó de mi bisabuelo y gue,
como siempre, lleva en la punta de la nariz.Viste de negro, de riguroso luto por mi abuelo,
muerto muchos años antes de yo nacer, cuando
la guerra. Tiene el pelo blanco recogido en unalto moño, el mismo que ha usado desde que
tengo uso de razón. Me mira por unos segundos
con sus ojillos vivaces. Luego vuelve la vista a
las agujetas y yo hago 1o que quiere que haga,
sentarme en el suelo, frente a ella, y sostener el
ovillo de lana. A1 acercarme, siento su olorcaracterístico, formado por una abigarradamuestra de aromas caseros, dulces y sutilesunos, acres y fuertes otros. Es su olor y 1o
reconocería entre mil olores diferentes. Es una
de las pocas cosas que me llevé de ella cuando
marché para América. Un olor que he guardado
en Ia memoria a 1o largo de estos cuarenta años,
como uncordónumbilical que me ha mantenido
unido a mi abuela pese a la distancia. Uno de
los tantos motivos que tengo para volver.
En el rellano de la escalera, entre la primeray la planta bqa, está el cuarto de baño; la tercera
planta es el desván, donde hay dos pequeñas
habitaciones, que solo se usan para dormircuando hay romería, que es la única vez aI aflo
en que toda la familia que no vive en El Orbayusuele reunirse, y es donde dormimos todos los
primos, niños y niñas juntos. Es cierto que estoy
describiendo mi casa, pero todas sonprácticamente iguales, unas mayores, otrasmenores, pero la distribución es la misma. Todas
tienen una cuadra y un hórreo; y todas con su
huerta en la parte trasera. Así ha sido siempre
y así sigue siendo cuarenta años después.Aunque paÍezca un tópico.
F ,"'' este precíso ínstanteI
7qilv4
Mi fo, que es quien heredó la casa cuandonos marchamos para América, no ha hechoreformas en estos cuarenta años. Ni siquiera laha pintado, pues encuentro en una de lasparedes de mi habitación la mancha dehumedad en forma de perro que siempre haestado ahí. Yo hasta le puse nombre a ese perroimaginario, con el que tantas veces jrgré en miinfancia sobre todo en las largas convalecencias
del sarampión, las paperas, la rubéola y todasesas enfermedades propias de la niñez."Leal".Así 1o bauücé. Le puse el nombre de mi primerperro/ que murió ya viejo atropellado por uncarro. Hasta en la cama está la marca de micuerpo, como si en estos años nadie hubieradormido en este colchón. La toco y la sientotibia al tacto. También está, sobre Ia mesita de
noche,la foto de mi primera comunióry en unmarco de latón dorado, que ha perdido lustreen una buena parte de é1y con el cristal salpicado
de cagadas de mosca.
En el cajón superior de la mesilla encuenko
¡lgunos de los objetos que fui atesorando en mi-/ lejana infancia: una pequeña navaja con la
empuñadurarajada, tres canicas de colores, unade ellas bastante maltratada, un trozo de vela,los dos casquillos de bala que encontré en elmonte, mis dientes de leche meüdos en una caja
de cerillas, varios clavos, dos o tres llaves viejas,
un pedazo de cordel, el ojo de cristal de unamuñeca, una colección incompleta de cromosdel Real Madrid, un cromo de Federico MarfnBahamontes vistiendo un maillot amarillo, eI
rosario y el misal de la primera comunión. Enel cajón de abajo, colocadas sobre la colecciónde revistas ilustradas de El Coyote quepertenecía a mi padre y que yo heredé el díaque las encontré llenas de polvo en una caja en
el desváru están mis primeras madreñas. El díaque me las compraron me hicieron tanta ilusiónque hasta dormí con ellas. El Coyote fue mi
héroe durante varios años, hasta que en mi vidaapareció El CapitánTrueno y sus amigos CrispÍn
y Goliat. Cuando nos marchamos para Américame lIevé conmigo mi colección de revistas de
El Capitán Trueno, que allá releí varias veces.
Y dejé en la mesita de noche las de El Coyote,
definitivamente relegado como héroe.
Tampoco ha cambiado nada laplaza delpueblo, solo que antes, cuando era un crío,laveía mayor, casi tanto como veo ahora un campo
de fútbol, pero en realidad es minúscula, uncuadrado de apenas treinta metros por cadalado, con su suelo cubierto de piedras que el
tiempo ha ido gastando y en compensaciónpuliendo. Veo que siguen ahí los tres baches
que están en Ia plaza desde que yo tengo uso
derazón, en el mismo sitio donde siempre han
estado. Incluso permanece hoy tan seca comohace cuarenta años la fuente situada en el centro
de la plaza, una fuente común y corriente,idéntica a la de cualquier pueblo. Tambiénpermanecen inalterables los exteriores de laplaza. Su lado norte 1o delimita la estrecha yserpenteante carretera quq subiendo y bajandomontañas, une Avilés con Grado y de paso elrosario de pequeños pueblos de montañaalineados a ambos lados de la carretera.Cruzándola está la taberna de Esteban, en laplanta baja de una casa de tres alturas, idénüca
a las demás del pueblo, aunque un poco mayor.Estebaru que estableció la taberna en la plantabaja muchos años antes de yo nacer, convirtiólas dos plantas superiores en vivienda; así quees la única de todo el pueblo que no tiene desván,
pues en el espacio reservado a desván fueronconstruidos los dormitorios y en la primeraplanta, donde en el resto de las casas están losdormitorios, está la cocina, el comedor y lahabitación de La Loca, que está sentada comotodos los días a esta hora en su silla de ruedas,que Esteban ha sacado al balcón de la primera
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1 6
planta, para que La Loca coja un poco de aire,
como hace siempre.
A mí LaLoca me da miedo, como a todos
los niños del pueblor pües sabemos que es una
bruja come niños. Para los mayores de E1
Orbayu, La Loca no está loca, es simplemente
una parapléjica que no puede mover ninguna
parte de su cuerpo, condenada a estar postrada
toda la vida en su cama o en la silla de ruedas.
Ni siquiera puede hablar. Pero los niños sabemos
que no es verdadr eüe La Loca sí está loca, que
es una bruja y que puede caminar, pero que
sólo lo hace de noche, cuando todos duermen
en el pueblo y ella sale montada en su escoba
a robarse los niños. Sé que soy el próximo, que
me la tiene jurada, pues siempre que Paso Porla plaza se me queda mirando con esos ojos
suyos que parecen estar muertos, pero que
brillan con destellos rojizos, igual que los ojos
del diablo que aparece en las ilustraciones de
los libros de historia sagrada que nos lee Don
Lorenzo, el cura del pueblo. Me mira y, cuando
yo la miro a ella, entonces estira su dedo índice,
largo y huesudo, me señala con é1 y luego lo
lleva a su cuello y hace un gesto elocuente,
indicando que me coftarála cabeza; yo bajo la
vista, hago la señal de la cruz y corro como alma
en pena, tratando de llegar a la casa 1o más
pronto posible. Entro a la cocina y veo a mimadre amasando el pan.
-La Loca me quiere matar. -Le digoacercándome a elIa y apretándome contra su
regazo. Ella me mira y en sus ojos veo reproche.
-Te he dicho mil veces que Jesusa -asíse llama La Loca-no está loca, y no me gusta
que la llames así. -Entonces el reproche de sus
ojos se transforma en burla- ¿Y de dónde sacas
tu que te quiere matar?
-Porque me 1o ha dicho -Le respondo.
NAKKATIVA
Esta vez la burla desaparece de los ojos de mi
madre. Me toma por los hombros y me obliga
a mirarle a la cara.
-No sé de dónde tú sacas esas cosas/ Tonfr.
Bien sabes que ]esusa no habla, que es muda,
muda y paralítica. No me gusta que cuentes
mentiras, eso es un pecado muy grande y si
sigues pecando, arderás en el infiemo. -Me dice
mi madre, zarandeándome, pero apenas un poco.
- No me 1o dice con palabras - lerespondo-. Pero me hace así con el dedo -imito el gesto de La Loca. Entonces mi madre,
en lugar de ponerse más seria, quita sus manos
de mis hombros, sonríe y se concentra en la
masa del pan.
-Tienes cada cosa, si jesusa no se puede
mover. Ni los pies, ni las manos, ni los dedos,
nada. Tú 1o sabes, no sé entonces por qué
inventas esas cosas.
Entro a la taberna. Mi padre está jugando
al tute con Evaristo, Sebastián y Manolón el del
Molino, en Ia misma mesa de siempre, la que
está más cerca de la ventana. Cada uno de ellos
con un vaso de tinto medio lleno al alcance de
la mano. Por la cara que tiene, sé que mi padre
y Evaristo, que juegan en pareja, están ganando.
Padre me mira a través del humo de su cigarrillo,
siempre colgando de su labio inferior, sonríe y
me saluda con la mano,luego me hace un gesto
con la cabezahacia el mostrador, donde Esteban
se afana en limpiar con un paño un vaso de
cristal, como si en lugar de secarlo, pretendiera
darle brillo. Al verme, deja el vaso en la vasera
situada en la pared del fondo y cuando regresa
al mostrador trae en una de sus manos unpaquete de galletas María.
Miro hacia la mesa donde mi padre juega
alabaraja. Pero no está allí, ni él ni ninguno de
sus compañeros de partida. La mesa estávacía,
como vacía está la taberna. Camino hacia el
mostrador de madera y observo su pulidasuperficie. Y ahora, tal como hace cuarenta
años, veo los redondeles oscuros que han idodejando en ella los vasos en los que los
parroquianos bebían el vino barato que les
servía Esteban; y también las quemaduras de
las colillas en el borde externo del mostrador.
No tengo que contar ni unas ni otras. Ya las
conté cuando era niño y sé que hay exactamente
veintidós redondeles y sesenta y siete
quemaduras.
Laplaza está vacía, como todo elpueblo,
quizás sea por el bochorno de este atípico día
de agosto, demasiado caluroso para Asturias,
que obliga a todos en el pueblo a recogerse en
sus casas. Camino hasta los bancos de piedra
cubiertos de verdínr ![ü€ están adosados a la
pared de la iglesia,y me siento en uno de ellos,
a la escasa sombra que proyecta el estrecho alero
del templo. Es el mismo sitio en que nos
sentábamos cuando éramos niños para espiar
a La Loca y, con la osadía que nos daba la
distancia, burlarnos de ella, que permanecía
sentada e indiferente a todo, como undesmayado muñeco de San Juan.
La campana repica de pronto y me provoca
un sobresalto, quizásporque me había quedado
amodorrado a la sombra del alero de la iglesia,
acariciado por una tenue brisa, o quizás porque
Ia campana toca a difuntos, anunciando con sus
espaciadas campanadas que alguien ha muerto
en El Orbayu.
El cortejo fúnebre 1lega a Laplazacuando
todavía sigue repicando la campana. Mi padre,
Sebastián, Evaristo y Manolón sostienen el
féretro, detrás, va mi madre, mi abuela, mis
tíos y mis tías y los demás adultos del pueblo,
todos vestidos de riguroso luto. Está en el
entierro hasta La Loca, sentada en su silla de
ruedas, que empuja Esteban. Cierran la marcha
fúnebre los niños. Me acerco a ellos y me
incorporo al cortejo. Caminamos en silencio,
andando muy despacio. Mienlras, la campana
sigue tañendo. Cruzamos laplazay avanzarnos
hacia el cementerio, en cuya puerta está Don
Lorenzo, alto y flaco, con su sotana negra
mecida por la brisa. "Se parece a la muerte",
pienso al verlo, "rtada más que le falta laguadafla". A1 llegar el féretro a la puerta del
cementerio, Don Lorenzo se pone al frente de
la comitivay cruzarrros el camposanto hasta
una tumba recién abierta casi al final del mismo.
Depositan el féretro en el suelo y Don Lorenzo
pronuncia el responso, mientras rocía con agua
bendita el ataítd, que tiene abierta la parte
superior de la fapapara que los deudos vean
por úItima vez aldifunto. Concluido el sermór;
todos pasan frente al féreúo y echan una última
mirada al cadáver. Yo soy elúltimo de la fila.
Cuando me acerco y miro al interior del
sarcófago, me veo a mí mismo muerto, pero sé
que eso es imposible porque yo estoy a varios
miles de kilómetros de distancia de aquí, en
una luminosa ciudad caribeña, en cuyocementerio y en este preciso instante, me están
enterrando.
2;HoiÁ8 "Fons t I
Estefanía González
("ncentracíónI
- Es un libro que estoy leyendo, que me revuelve,
me dan ganas de clavarme cosas punzantes.
- ZQué libro es?
- No te lo diré.
- ¿Por qué?
- Porque sabrías demasiado. Me avergonzaria.
- A mí me llena de paz el que estoy leyendo.
- ¿Cuáles?
- No, no, no te 1o diré.
- ¿Por qué?
- Porque también tengo intimidad.
- Perfecto. Me daré la vuelta y no te miraré. Si
crees que me importa, estás muy equivocada.
Sé que 1o dices porque yo no te he dicho el mío'
Ay, he comido demasiadas anchoas. Las tengo
a todas nadando en el estómago, anudándose.
II
Querida hormiguita:
¿Recuerdas cuando te observaba ftabaiar?Siempre has sido tan delicada. Refulgías en
medio de las otras blandengues, dura y metálica.
Yo fui el primero que te vi. Estaba siempre tan
excitado por aquella época, sin direcciÓn, sin
saber cómo verterme afuera. No había nada que
me excitara más que verte CONCENTRADAen los descansos, con fus libros. La concentración
me puede, siempre me ha podido, no puedo
contenerme ante la concentración, necesito tomar
un instrumento y descerrajar algo, tengo esa
necesidad. Queridita, queridita flor. Nunca me
perdonarás. La añoranza de verte en la cadena
de montaje, utilizando las manos/ taninmensamente seria, me llena de ansiedad.
¡Cuánto me has dado!
Ahora sé cuando se estropeó todo. Tú me
suplicaste que te hablara de eIla, y gritaste de
libertad. Sé que te produce tanto dolor que
mencione sus muslos que no podrás ni llorar.
Eres una pobre ingenua si crees que me importas
en absoluto, siempre has sido una pobreingenua. ¡Lee! ¡Lee tu mierda de libros ymuérete! Y su garganta, y sus ojos, y su culo ysu omb1igo...
Te quiere,
No te quiere. ¡No te quiere!
ru
Ella entra, seria y dura. Es de metal, es igual
que una hormiga de metal, casi no habla. Su
cara de lado es lisa, de una pureza que nunca
he visto. Cuando expulsa el humo del cigarrillo,
con su pelo liso tras la oreja, es como una niña.
Lee el periódico y después se sienta en el grupo
de los gemelos. Creo que sale con un gemelo,
no sé cual, pero jamás la he visto tocar a nadie.
]amás me mira cuando me pide algo, y no
permite que le toque la mano al darle el cambio.
Sin embargo, cuando sale, tambaleándose, casi
cayéndose, apoyándose en los respaldos de las
sillas, ¡oh!, me mira y me saca la lengua siempre
seria. Se va antes que los otros, quizá porque
aguanta menos. A veces se cae en Ia puerta, yyo la recojo, y llamo a un taxi, y espero con ella
a que llegue el taxi, y la beso, y la toco por todas
partes, todo 1o que quiero. Si vomita la tomo,
por los hombros y la vapuleo y la insulto. Ella
nunca recuerda nada.
/',ffi6iff8lii
L" tíerra
I
Están tomando el sol. Todo huele a cremabronceadora. Un refresco de naranja caliente,con moscas, perfuma toda la zorrat y el cloro, yla hierba, y la tierra, y elplástico. Hay que llorarcon esa combinación.
- Bueno, chica, pues así son ias cosas, si tú sueñas
que te follas a fu madre es porque te la quieresfoIlar.
- Soñé que follaba contigo.
- Vaya. Sabes que los sueños son la realizaciínde nuestros deseos. Es que quieres follarconmigo.
- ¿Estás loca?
- No, es así aunque tú no 1o reconozcas. Eres
una reprimida. Seguro que te gustó el sueño.
- Imbécil. Soy la persona menos reprimida que
conozco. Soy tan poco reprimida que mis sueños
no sólo no necesitan disfraz sino que ellosmismos son con seguridad metáforas de algo
mucho más inocente. Si sueño que follo a mimadre, no es que quiera follar a mi madre, es
que probablemente quiero ser una niña o algo
así.
- Anda ya. No te 1o crees ni tú. Eres unapervertida.
- Y tú eres grosera y anormal.
II
Está tomando el sol sobre una ladera húmeda.Está vestida porque es el principio del verano
y no tiene ni siquiera una toalla. Quiere ponerun poco morenas las piernas, al menos. Lee
tumbada boca arriba, tapando el sol con ellibro,pero la claridad la ciega. Se da la vuelta, se pone
boca abajo, el libro sobre la hierba. Lloviódurante la noche y la tierra blanda exhala vapor.
Devez en cuando se da un manotazo et:.
una pierna para espantar algún insecto, perosuelen ser sólo hierbajos que se le han quedado
pegados y la brisa agita. Acerca cada vez rnás
los ojos a la hierba, echa el libro allado, pone
Iacabeza sobre las manos y mira por debajo del
brazo a la gente que hay tomando el sol, en
bikini, con cremas, oye sus voces lejanas. Pega
Ia cara al suelo e inhala. Suda y empieza a
babear. Escarba con la nariz y la boca en lahierba tupida, prueba los tallos tiernos, llega a
la tierra esponjosa y negra, y muerde, se llenala lengua de tierra, la mezcla con su saliva,empuja, empuja, como un cerdo buscandotrufas, mete una mano,la otta, y empieza anadar. Crawl: unbrazo, otro, como un topo,ondeando el cuerpo, como un gusano, grrando,
como Esther Williams en el negro humus. Llega
albúnker y hace un alto en el camino. Es unapequeña ermita en medio de la tierra,verdaderamente en medio (ríe), un buen refugtopiensa que 1o recordará para otras veces, para
cuando haga falta. Está fresco y la luz aítnfunciona, luz anaranjada de los años 40. Se ha
dejado el libro arulba.
En la superficie todos los viejos se hanpuesto a golpear furiosos los macizos de florescon su bastón.
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,'Hoig8,FoRo zc I..IAKKATiVA
N " nca sígní{íca
I
Pero ya no te quiero. Quiero alejarme. Quieroque te conviertas en un cadáver. Quiero estar
en brazos de otros hombres, que vean como se
estira mi espalda cuando hacemos el amor yque me lleven a casa cuando esté cansada. Les
prepararé un chocolate caliente y me acurrucaré
en el sofá a ver como 1o beben y si estánincómodos bajo mi mirada. Lo siento, pero yano te quiero ver nunca más. Nunca signífica nosólo durante unos años, ni siquiera una vida.Nunca significa en toda la eternidad, mientrasel sol exista, o mientras el universo exista, antes
de que se contraiga y se convierta en un puntode densidad infinita. Nunca es eso. Es que quieroque desaparezcas de mi recuerdo, que aquellastardes que pasamos juntos sin apenas salir de
la pensión, en Creta, desaparezcar-r,:ro sólo de
mi mente, sino también de la tuya, que nopermanezcan en nadie, ni en ti ni en mí, y portanto, escucha bien 1o que te digo, por tanto, nohayan ocurrido jamás. Ni siquiera nuestrasreconciliaciones, después de que dejaras las
marcas de tus dedos en mis brazos en la locurade los celos, ni siquiera aquellas reconciliaciones
maravillosas en que yo te juraba que siempre
estaría contigo, siempre sería tuya, de nadiemás, nunca, ni siquiera aquellas reconciliaciones
permanecerárt, es decir, no habrán existido. Yono habré existido parati, y tú no habrás existidoparamí
il
Es la segunda chica que conoce a la que su novioasesina. Perdóru ya no la conoce, qué estupidez.
Está finita, muerta, ida, cómo va a conocerla si
no está. Si hubiera sabido cuando estaba vivaque iba a ser asesinada, podría decir que conocía
a una chica que iba a ser asesinada por su novio.
De todos modos, a ella la muerte no le parece
un asunto grave. No le indigna, io que sería de
esperar, el egoísmo de los novios, a quienes
considera una especie de accidentes, fenómenos
imprevisibles, ocurrencias de Ia naturaleza,como cuando cae un rayo en un árbol por latarde, antes de que haya siquiera empezado a
llover, y 1o hace arder, o como cuando se
desprende un trozo de montaña y aplasta uncoche, y un niño que quería ser arquitecto muere.
La irrita sobre todo recordar cuánto le disgustó
é1 cuando 1o conoció, cuando volvieron deGrecia. Ella flotaba calle arrTba y calle abajo
acompañándolo. No era él el que la acompañaba
a ella, que había vivido siempre en esta calle,
sino ella la que lo acompañaba a é1. Só1o pudohuír de un tío dominante una vez.La segundano 1o consiguió. Sonreía como una niña cuando
algo la entusiasmaba. Quizá no habría sidoasesinada de esa manera que le da vergüenzaimaginar si hubiera sido más precavida, comono existirían las películas de terror si lospersonajes no fueran temerarios. No se
acostumbra a que mueran los alegres, no soporta
pensar que Eva sea sólo un recuerdo, y dentrode poco no sea ni siquiera eso. En un par de
generaciones no habrá sido nunca nada. Ladulce Eva.
m
Estamos regulando su insomnio. Hemos dejado
Ia cocina llena de insectos, pero ella no io sabe.
Cuando despierte los encontrará. Creerá que
sueña. Subirán por sus piernas. Yo estaré fuera.Si empieza a tomar psicofármacos, no tendrásíndrome de abstinencia. Mañana comentamosdependiendo de 1o que sea. Sobre todoimpídanle hacer trizas las fotografías de la niña.
^HoiÁs "Fono' i r
'¿.I
C"razón d . {lar.,s
o fui a mirar por la ventana, no bajé a
telefonear a nadie, no pregunté a lavecina si Rosario había dejado un
fuan Antonio Contreras
pecho, ya verás como entre los dos salimos deesta, clarealahtz entre las ramas de la acacia,unbrazo que casi no existe debajo de la mangael relente en la maleta, el paraguas negro, Rosariome sigue sumisa a pesar de la incomodidad delos corchetes de su faja, un cortejo de difuntosbajo la lluvia dirigiéndose hacia donde resido,árboles alargados, escamosos, entre columnasgriegas y un jardín de plástico decolorado, hola
luarr, hola un corazónde flores junto alalápida,las bombillas que se apagan como si estuvieranfundidas, ¡déjame solo!, ¿dónde estabas?, berreo,
se aprefuja contra mí, un hedor brutal le sale de
la boca, 1os hombros derrotados, le pican losjuanetes de mula, tiemblo, estornudo, pretendolevantarme con esfuerzo, vibramos al unísono,mi cara delgada en su cuerpo encendido, losárboles en sombra, solLoza,le tiro de los pelosde la nuca para aüandar la gargarúa, siente elmetal en su piel, Ie corto el alarido, estallan loscartílagos, el cuchillo tropieza en el hueso, ungruup intenta salir de laaberfixa, tiembl4 parece
pretender levantarse con un esfuerzo,los ojos
se agrandan hacia mí, las grajas gfazr.ar.excitadas,la corona nos mira con su lazo negroy violeta, el cuerpo de Rosario sobre micabeza,entre la neblina,la arenilla de los cipreses entrelos dedos de los pies, una mancha oscura,lenta,nos pega indiferente.
Arrastro su cuerpo hasta el tabuco, a laentrada, ala izquierda, cerca de la hornacinacon los perros de porcelana que me miran todala noche. Las botas con una costra de barro. Lasluciérnagas tiritan entre 1a pinochatransformando las flores de plástico.Lacabezapor poco se suelta. Voy a por la carretilla. Laazada en su interior. Los codospelados,deshechos como trocitos de bizcocho.La subo, le pego un puntapié ala puerta, doy
recado parami, no llamé a la poli ni al hospital,esperé con las manos en los bolsillos por el frío,atento a cualquier rumor de ella en el pasillosin los botines, estará bajolafarola, con su bocaroja y pechos ateridos, la rama de acaciagesticulando con el sagrado corazÍnde la dueñade la pensióry el viento levantando hojas, mequedé sentado en el camastro solitario, lahabitación dentro del espejo, lrrr corazón de
Jesús tan destrozado como yo, si me llego a
separar de ti me cuelgo, una grieta en el techo,
y me tumbé de bruces y no consegriaparar, sino fuera porque extendía elbrazo y la recordaba,olía su sudor,los restos de su útero en el orinalcon paños, se oye la llave de la puerta y entraen la habitación vacilante, como laluz del techo,como las cascarillas de la pared, pasados unossegundos, se derrumba y su pecho de varillases un estertor que se abre y se cierra, se abre yse cierra, no llores Rosario, le caliento los pies,me acurruco con ella, echo la colcha, con lafalange del dedo doblado le acaricio la sien,vientre contra vientre, su aliento en mi cuello,las chinches salen de las rendijas,la patrona se
santigua al salir del portal, fuiega el escalón dela entrada, buenos días, buenos días, olor arehogado, pasos con una amplitud de plomo,una motocarro cargando muebles, calle Carretasa Puerta delSo1, un viento punzante como unalacrán, bostezos en el metro, bocas vacíasrechinan por el túnel, silencio, como aquel díaen el gallinero, si me llego a separar de ti mecuelgo, luz turbia, respirando como un peffosediento, micabeza por encima volando, por elbosque agitado de antenas, sin paÍar, no tepreocupes, no te atosigues, no te 1o tomes tan a
7Z
laluz y Ia bajo. Busco l,a caja de herramientas.
Clic, clic, recorto el somier con los alicates.
Encajo a Rosario, mi Rosario. Me pincho ysangro. La ropa se le desgarra en el somier. Meacuesto a su lado. Las piernas, las rodillas, lacara blanca. Los ojos como algodones que nopestañean. Le acaricio los carflagos desgarrados
con el dedo índice. Todavía babean sangre. Le
recorto las pestañas con la podadora para que
se vean mejor 1o falsos que son. Quiero que me
presten atención, se interesen por mí, conversen
conmigo. Le pongo el corazón de floresocultándole la horrible hendidura de la que
asoman cabos de nervios y músculos. Porque
eres mujer y las mujeres no podéis andar porahí cosiéndonos a disgustos. Grumos de grasa
no roja, blanquecina, pegados a los mechones
cortados del cuello. Le cojo la cabeza. Huele a
tierra mojada. Ya no te irás. Puedes hablar con
los ángeles de mármol. ¡Qué bien que vas aestar aquí! La cubro con el colchón. El alientode los cipreses atraüesa el ventanuco. Me chupo
el dedo no vaya a ser que me dé eltétanos. ZQuépodía hacer yo?, me disculpo. Me tumbo en la
cama. Remeto los faldones de mi camisa pordentro. Apago laluz. Olisqueo a Rosario (no
me molesta ahí abajo): un olor dulce, como el
de las manzanas que asaba mi madre, con su
escote, sus labios rojos, sus uñas rojas, sus cejas
susütuidas por una curva alápiz. Un olor ú:Jzóncomo el perfume a granel que compraba en la
esquina de casa. Cierro los ojos. Me duermo.
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tÉT
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I rét-u-?orter
lfileres en sus ojos. Veo alfileres en sus
ojos; elementos de visión punzante conlos que hace el pespunte de mi
indumentaria: escudriña el más nimiodesarreglo.
Mientras, su hablar, de frases cortas. Nose puede exigir demasiado a una mente ocupadaen procesar a la mitad de su capacidad.
Otoñea la conversación: el tiempo. "Yaestá aquí elfinal del verano".
Y a la vez, sus ojos precisos como bisturíeshacen escrutinio del borde de mi cuello, comointentando discernir elnúmero de puestas demi camisa.
Su parloteo de relleno continúa sobre unaposible reunión en septiembre, entretanto suvista decide a su cerebro a preguntarse si miszapatos habrán sido limpiados hoy.
El esfuerzo de su conversación no tieneque ver con el interés de su observación.
F ernando M artínez Á17) ar ez
"Ese cinturón ¿se 1o había visto?", se
desprende de su gesto, cuando su sonrisaforzada refiere fechas posibles para unencuentro. Si, quizá la última semana deseptiembre.
Un " ¿está rozado el puño de esa
chaqueta?" tÍas sus ojos. Pero el "Pretendemos
hacer un homettaje..." entre sus labios.
Me siento desnudo, como el cliente quepide prestado a un banco.
Violentado por su atrevimiento hiriente,ofendido por su altanería ostentosa: apocadopor mi propia humildad.
Al volver a casa me pregunto cómo habríasido nuestra conversación, cómo habría sido siviviéramos en un mundo en el que todosestuvieran desnudos.
¿Con qué podrÍa é1llenar la mitad vaciade su vida?
-l
,-l{rüffifuriiffi
Hace unos años, estando destinado en plantilla oolante de Zona del Narcea, lleaaba unos días apoyando ala oficina de Grado y, rutinariamente, me iba econtrando gente, siernpre la misma gente, algunos personajespintorescos como " Quique", que paraguas en mano recitaba de aiaa ooz oersículos del Apocalipsis o aquella" joaencita" que lleoaba un estuche de oiolín. Esto me hizo pensar en una historia que podría llegar a pasfiralgún día. No pretendo con ella más que arrancñr una sonrisa.
L" jove ncíta d"l víolínBenjamín López
or las mañanas, cuando me dirigía a laCaja para comenzar mi trabajo coincidíainvariablemente en la calle con los
mismos tipos: la señora flaca de los dientesamarillos, el individuo de los bigotes, de enormebNngay piemas "piü71o" ,elde la guamicionería,siempre con su paso apresurado, el gordo depantalones de mahóru boina y alpargatas, losdos guardias civiles en su viejo Nissan Patrol,el chalado del paraguas, el empleado deljuzgadocon su maletín y sus gafas torcidas, el médicocon su puro, etc.
A veces algunos de estos tipos se renovabany a veces desaparecían definitivamente, comole ocurrió al calvo de las patillas, a quien en unprincipio yo admiraba por parecerrne un hombreelegante y al cual luego desprecié, a raíz dehaberlo visto comiéndose un churro por la calle.
No recuerdo ahora en qué época empezaríayo a coincidir con la jovencita del violín. Sé queal verla con su estuche negro debajo delbrazome emocioné. Me enternecía saber que en unaépoca tan materialista, existía una personadispuesta a aprender a tocar un instrumentotan delicado y tan demodé.
Era francamente guapa la tal jovencita ¡Quéojos tan negros y profundos tenía! y que aúnresaltaban más con aquella cabellera rubia,sedosa y abundante ¡Cuánta simpatía, cuántaluz había en su mirada! iQué pechos tandesarrollados! Yo, en ocasiones, me preguntaba:
iQué necesidad tendrá de aprender a tocar elviolín esta preciosidad? Pero ya se sabe quesiempre hay gente romántica e idealista, no todovan a ser fondos de inversión, planes depensiones o préstamos al consumo.
El violín, cuando se sabe tocar, es uninstrumento que suena divinamente. Por cierto,
¿seria Tino el afortunado profesor de música?Todas las mañanas nos cruzábamos los dos,
casi a la entrada de la Caja. Yo me la imaginabainterpretando alguna delicada melodía de Vivaldio de Sarasate,lacabeza inclinada sobre el hombrocorrespondiente al violín, la sedosa cabelleracayéndole a 1o largo de la espalda. No dejaba deresultar bonito que una joven de su atractivo se
dedicase a un arte tan espiritual.Para desgracia mia, dejé de verla
repentinamente; de pronto, desapareció. Yopensé, a pesar de todo, muchas veces en ella
¿Dónde estaría? ¿A qué se dedicaria? ¿Por quéno salía ya con su violín, como todas lasmañanas? ¿Se habría fatigado a mitad delcamino? ¿Habríaterminado su aprendizaje? Unamañana, recién abierta la oficina, estaba yo enlacajacontando billetes de cinco euros, cuandoa través de los cristales la vi descender de unautomóvil en compañía de un sujeto con la caracubierta por un antifaz, quiery ¡oh, extrañeza!,llevaba el estuche negro del violÍn en las manos.Entraron precipitadamente, gritando:
-iQué nadie se mueva! ¡Todo el mundo conlas manos en la nuca menos el cajero!
Sin que yo pudiera darme cuentaexactamente de cómo ocurrió todo, el sujetoabrió el estuche, sacó una metr alleta y,apuntándome a la caÍat me ordenó:
-Pon en ese cabás todo el dinero que hayen la caja o te salto la tapa de los sesos.
Me miraba fijamente a traves del antifaz,mientras yo, fajo tras fajo, iba poniendo los billetesen el cabás que me presentaba portentosamenteabierto la inefable jovencita del violín.
Aprovechando el descanso nocturno, a
veces/ no sólo medito sobre mi felicidad.
,-HoiAB, FoKo z+ NAKKATIVA
Óscar L. Nogal
la tierra y objetos de metal. No, ya no las
hacemos, imposible. Ni siquiera en verano el
pueblo le preocupa a alguien. ¿Paraqué?. Ahora
sóio quedamos tres y en invierno nadie. Me
quedaría solo, pero ya estoy demasiado viejo
y los hijos no me dejan quedar en invierno. Almenos se preocupan por mí. Muchas veces
peleo con ellos, pero son buenas personas yme limito a pasar unos días, dar una vueita,recordar otros tiempos. A veces bajo, me tomo
un chato de vino y me dedico a comentar el
fútbol en la tasca. Pero moriré aquí. Eso sí, me
enterrarán en este pueblo. No me pongan esa
cara,la muerte no es algo malo No, no me da
miedo. Morir aquí no me 1o quitará nadie...Les estoy distrayendo. ¿Así que no van? Es 1o
mejor. Entonces vengan conmigo, les invitoa a1go. No es problema. Me gusta tener gente,
Muy bien, síganme. Luego les doy una vuelta
por el pueblo, a pesar de todo tiene cosas
interesantes. Mañana, si quieren, vengantempranou eu€ a 1o mejor me animo a hacer el
camino con ustedes. La Cruz tiene una vista
hermosa sobre los valies; me parece que allímis padres me llevaron ei día de mi cornunión.
Sí, hace mucho tiempo.
ry:@
L1"u
sí que vienen a visitar la Cruz delNorte. Sí, van bien, pero quedan unos
dos kilómetros. Ya van un poco tarde
para poder volver de día; no les aconsejo que
sigan. Además, por el camino no se puede casi
pasar de 1o mojado que está. Hay casi medio
metro de barro. No les conviene ir, no... , si al
menos llevaran madreñasr p€ro con esos
zapatos.../ vamos que no creo que vayan allegar muy lejos. Quédense por aquí, echen un
ojo al pueblo. Sí, claro que este pueblo se puede
visitar, pueden darse una vuelta por donde
quieran, pero todo está más muerto que vivo.Hay buenas casas, pero ya ven que se les caen
los techos a casi todas. Vacías. No hay nadie
que las cuide, normal, a ia gente joven no les
interesa conservarlas y los que emigraron no
quieren volver aqui, prefieren los pueblos del
valle o comprarse incluso una casa donde no
tienen familia pero sí un supermercado. Ellos
se 1o pierden. Nunca se encuentra nada más
hermoso que el pueblo donde naciste, aunque
esté en el Infierno. Hombre, claro que aquí
había mucha vida, hacíamos unas fiestas muyfamosas a principios de Julio, cuando
talábamos un árbol y coLgábamos regalos de
-,?.É;?=¿=¿iar.q¿u;t;:
,^Hdie8;
F". ma ,uáícalEduardo Mesa
Mejor compartir la cabina que el móvilMejor marearse que estar sereno
Mejor contaminado que impolutoMejor quemado que quemándose
Mejor darse al pasto que darse al pistoMejor la nuera que la suegra
Mejor la patata que el petate
Mejor la tarde que la mañana
Mejor la ventana que la puertaMejor la cárcel que la indiferenciaMejor el llanto que que la lloreraMejor la llave que elllaveroMejor mi abuelo que el tuyoMejor la melancolía que el no querer verte más
Mejor la apatía que la empatía
Mejor la victoria que el ganar de cualquier manera
Mejor el lecho que el trecho
Mejor la soledad que la compañía solitariaMejor la cabeza que el corazónMucho Mejor Allen que KubrickMejor el momento que la vida entera
Mejor negarse que retractarse
Mejor nunca que tardeMejor el plantón que la visita inesperada
Mejor la fea Wapaque la guapa fea
Mejor la indignación que la hibernaciónMejor la escapada que el regreso
Mejor Gerardo que MiguelMejor el pecho tuyo que ese lunar que tienes, cielito lindo, junto a la boca
Mejor la nata que la florMejor el plante que el desplante
Mejor sumar en negativo que restar
Mejor el fin que el inicio,Sobre todo, de esto que escribo
Ll " íño trau l, ve ntana
La
los
mil
Todavía e1 tiempo no era esa cicatriz en tufelicidadllevaba máscara. El amor se parecía a jugaralfombra azul y a oscuros susurros, suspendidosaire. Las calleseran manos enlazadas que no acababan nunca/que acudían a tus dedos para beber la ternura. Túabrazo más allá de las agujas.
Ahora sólo soy una sombra que se niega a vender sus recuerdos, yque aún sigue abra zándote desde ese arrasado bosque marino quesiempre veo en tus ojos.
Carlos lglesias
luna sembró su duda sobre
cristales;
ratas acudieron a comérsela.
Entretanto el niño,tras la ventana,
se sacudió las últimasmigajas de corazón;
sintió los pequeños dientesclavados en la luna;y descubrió,
de pronto,que su sanSre
era invisible.
S¡* prl"b ras
Pienso en días desaparecidos, que tus labios expulsan como bocanadas de humo.
mejilla. Tampoco 1a
aI parchís en unasobre habitaciones de
y solares con gatosy yo éramos un
a D.F.
F 5W, r-HoiA$;
N. utralCarlos Granda Busto
Hoy se libra de nuevo la batalla.
La lucha diaria. El combate, la pelea.
Hoy se enfrentan de nuevo la ilusión y la apalía,
el amor y la envidia,
los malos deseos y los odios buenos.
Hoy continúa la refriega, los nervios se tensary
los corazones se encogen, se aprietan los puños,
las puertas se cierran.
Hoy la trifulca se desata.
Los cobardes contra los valientes.
Los ciegos contra los sordos.
Los hijos del padre contra los demonios.
Cuatro hijos de puta contra todos.
Los salvajes contra los domesticados.
Los que hablan contra los que sienten.
Los que mienten contra los que viven.
Los que sueñan contra las pesadillas.
Hoy se libra de nuevo la batalla.
Ytuyyoy tantos otros
sin saber de qué lado ponernos.
ffffiffi!íf6ñ,.2s
I
LJ, , .
I Ieroe anon¡mo
T er e s a F ernández-B arb ón
EI anciano camina a duras penas
Por el parque, cargando su tiempo acumulado
A ritmo de fatiga. Con paso vacilante
Y quebrado, deja atrás las distancias.
¡Ahí va un superviviente! Inclinad l,a cabeza
Ante é1, jóvenes renuevos; ante su cuerpo quebrado
La plata que adorna su frente
Es la huella de una lucha
Con sus victorias y sus derrotas
Escondidas bajo el polvo del anonimato
Poneos en pie y rendid homenaje
A este héroe anónimo de cuerpo achacoso,
Azotado por los avatares y la soledad
Porque ha tenido el valor de estar vivo.
Mirad, como se aleja de todo y de todos,
sin ruido, como una sombra tenue
Vitoreado sólo por el clamor
Sigiloso del viento.
ffi bLAMoR
(fexto gn^áo, á.1z (ertame'-, d . (artas d. {ror "5r,",laleniln")
Bijou
FfL_t anun cto
e miro en el espejo. A mis sesenta y
seis no estoy tan mal. Nariz chatita,
mentón afilado y ojos grandes,(castaños), pestañas espesas. Pocas arrugas me
pueblan Ia tez y mis labios son carnosos. Boca
grande y dientes perlados. Todavía los conservo
todos. Es importante subrayar ésto porque a miedad existen bastantes desdentadas que han
tenido que visitar al dentista para ponerse unos
buenos implantes o dentadurapostiza. Pechos
turgentes que no supera ni el mejor Wonder-Bra. ¡Es que estoy hecha toda una actrizHollywoodiense! Ni que decir tiene que ni una
venita, por pequeña que sea, en las piernas. Nonecesité nunca medias de descanso, ni las estoy
necesitando. Calzo un treinta y siete. Si lo miras
bien, es un buen número, teniendo en cuenta
que a los hombres no les gustan las mujeres con
el pie excesivamente grande. Mis manos son
delgadas y con dedos largos. Uñas no muylargas y casi siempre sin pintar, excepto en
ocasiones especiales: me las arreglo a la francesa.
Me gusta vestir un tanto casual aunque a veces
1o vintage me chifla. ¡Qué le vamos a hacer, fuiuna chica algo alocada en mi juvenfud! Ahora
soy un tanto más comedida. Dicen que con los
años se gana en experiencia vivida y te cambia
el comportamiento; aunque he de decir que
conservo un espÍritu joven. Me gustan el pescado
y la verdura. Practico una vida de lo más
saludable: mucho deporte, he dejado el tabaco
a un lado hace más de veinte años y nunca he
bebido nada de alcohol. Me gustan los animales
y en casa tengo un perro. No le doy importancia
al pedigree, excepto en los seres humanos. Tengo
el pelo castaño y no demasiado largo. Ya se sabe
que a cierta edad el cómo 1o lleves puededelatarte. Mi signo del zodiaco es Libra. Soy
apasionada y puedo llegar a imponerme con
mis decisiones pero también aceptaría otras
opiniones.Soy detallista. Me gusta regalar en
fechas señaladas y no acepto un no porrespuesta. Soy amante de Ia música dandopreferenciaalaclásica y no desprecio una buena
banda sonora. Disfruto con los musicales en
directo. El teatro me transporta a atmósferas
insospechadas y es tal el grado de concentracióru
que me siento estrella en cada representación
teatral. Me gusta querer y que me quieran. Soy
fiely, aunque para nada vanidosa, puedo llegar
a ser un tanto egocéntrica. Sé aceptar las virfudes
y también los defectos de la persona amada. No
soy para nada celosa y busco calor fraternal ycómplice en la otra persona.
Abstenerse curiosos y viejos lobos de mar.
Interesados dirigirse a la calle Amor no69 1oE
de esperanza.
Con experiencia de tres años en las
relaciones personales, desearía contraer amistad
(duradera) a ser posible, con caballero alto,
moreno, buena planta; no más de sesenta años
(para edad, basta la mía...) qr" sea amante de
los animales, se implique hasta Ia médula en
,*HoiAS "FoRo ,c
proyectos conjuntos y aleatorios de suma
importancia para la pareja, que sea cuidadoso
y al mismo tiempo sepa comprender al polo
opuesto. Que sea generoso y tenga en mente
grandes proyectos. Me ofrecería para ayudar
en 1o que fuera posible para llevarlos a efecto.
Dotado de graninnovacióry debería
mirar al futuro con
grandes expectativas
sin dejar de lado las
funciones básicas en
toda pareja: Cuidar
y respetar a su igual,
mimarla hasta el
punto de saberofrecerle en todomomento unacalidad de vidaespecial... Por miparte, estaríadispuesta a
corresponder a lapersona elegida para hacerle sentirse en un
mundo confortable e idóneo donde sólo
conviviríamos ambos. Abstenerse oportunistas
e intransigentes que pudiesen dar al traste con
la relación. Amplio don de gentes: Es importante,
debido a la alta calidad social por parte de la
contrayente. Aunque pueda parecer una
presuncióry estaría dispuesta a prestarme como
guía virtual para la adquisición de
conocimientos, en caso de que el contrayente
adoleciese de escaso nivel cu1tural. Soy mujer
tradicional a la que le gustan los pequeños
detalles que harían el día a día en toda pareja.
Estoy tan emocionada y nerviosa que aitn a
pesar de mantenerme en esta incertidumbre,
podría, a grandes rasgos, adivinar quién va a
ser el candidato. Estaría encantada de poder
entrevistarme con usted en días previos al
comienzo de Ia fulgurante amistad que nos
llevará por senderos de dicha y ventura. Ruego
a la mayor celeridad se
pongan en contacto con la
que suscribe en 1a
dirección anteriormente
indicada. Abstenersebromistas y aspirantes.
Una masiva participación
de este género, supondría
la retirada dei anuncio de
cualquier puntoinformativo. Piensa que
puedes iniciar una bonita
amistad que podríaderivar en un plantel de
acciones f ormativas,amatorias y por qué no,
monetarias. Pensarlo
requiere, taTvez, algún tiempo. Para que te hagas
una idea de como puedo ser, adjunto fotografía.
No me hace mucha justicia por 1o que considero
oportuno un encuentro informal paratr entrando
en harina. Si estás solo, crees que la vida ya no
tiene sentido o si has tenido algin desengaño
reciente, ¡engánchate al amor y libérate!
acudiendo a nuestra particular reunión. ¡No te
arrepentirás!
Recuerda: No existen horas brujas si
paramos el reloj del amor. Dale cuerda y verás
como en cuestión de segundos te cambia la vida.
Siempre tuya...
Estrella.
ILTJSTKACION /-HoiAS r,FoRo 1 t
fuan de la Fuente
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&Ayuntamiento de Grado
Concejalía de Cultura
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