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hoja dominical Arzobispado de Tarragona www.arqtgn.cat n. 3.631 Carta Dominical M uy esmados, estos días de octubre enen lugar algunos cambios de párrocos en algunas de nuestras parroquias. He podido comprobar su extremada generosidad y disponibi- lidad, con una tarea a menudo hecha en solitario, poco enten- dida o valorada y, a veces, rebosante de dificultades. Sobre el sacerdote, quién es y qué ene que hacer, todo el mundo enende. Especialmente cuando se dice que debería hacer y no hace. Todo el mundo sabe. Quizás es normal, ya que su ser- vicio afecta a todos. Pero ocurre que si habla mucho de Dios, es «espiritualista»; si habla de los pobres o de hechos actua- les, «hace políca». Sería conveniente que los crisanos —y también los mismos sacerdotes— tuviéramos clara la idendad del ministerio or- denado. Para aclararla bien, debemos situar la misión del sa- cerdote en el conjunto del pueblo de Dios. En este punto no podemos hacer nuestro «capricho». En primer lugar, tenemos que hablar de la vocación básica de todos los crisanos. Todas las vocaciones especiales enen su base en la condición de bauzados. Somos «iguales en digni- dad», todos somos hijos de Dios, todos discípulos de Jesús, todos llamados a ser santos. Tenemos la misma dignidad, pero no la misma función. En cambio, la sandad a la que estamos llamados, sí es la misma. El Concilio Vacano II describe así la acción de la Sansima Trinidad en nosotros: «El Espíritu nos impulsa a hacer caso de la llamada de Dios, a obedecer y ado- rar al Padre, haciéndonos seguidores de Jesús pobre, humilde y cargado con la cruz» (Lumen genum, 41). La misión tam- bién es única: hacer vivo el Evangelio en el mundo. Esto no lo hacemos aisladamente, sino en la comunidad de hermanos y hermanas. También los pastores encuentran la sandad for- mando parte del pueblo y sirviendo a este pueblo santo de Dios. Obispos y sacerdotes no somos sucesores de Cristo, sino de sus Apóstoles. El sacerdocio de los pastores surge de la Iglesia y está al servicio de la Iglesia. Los pastores, pues, no dejan de ser simples crisanos cuando son puestos al frente de la Iglesia. San Agusn supo explicarlo con elegancia y claridad: «¿Yo, obispo vuestro? ¡Qué miedo! Pienso entonces: tú estás con ellos, y eso me consuela. Para vosotros soy el obispo; con vosotros, soy crisano. Obispo, nombre de la carga; crisano, nombre de la gracia. En el obispo, el peligro; en el crisano, la salvación» (Sermo 340,1). Ser obispo le causa temor, dice San Agusn. Tan a menudo que dice Jesús: «¡No tengáis miedo!» Pero la debilidad, el poco acierto, o el pecado mismo, acompañan a los Apóstoles y pas- tores de la Iglesia, incluso después de haber seguido el Señor y optado por el evangelio. La incoherencia o el pecado de los pastores no debe excusarse, ni nos debe dejar indiferentes. Con todo, puede ser ulizada y manipulada, es arma que pue- de hacer daño, ya que lleva a pensar que el crisanismo vivido es una quimera, que no es una opción verdadera. El cura, o el obispo, no es un superman, ni un «súper crisano». Pero, en medio de los otros discípulos, es como el despertador que vela y va delante: «Vela sobre mismo y sobre el rebaño», dice San Pablo a Timoteo (1Tm 4,16). Es como el que lleva la antorcha encendida y pasa el fuego a las otras antorchas humeantes o apagadas. Pero la suya debe estar bien encendida, porque, de lo contrario, no pasa la luz. ¡Velemos por nuestros sacerdotes y por las vocaciones sacer- dotales! 13 de octubre de 2019 XXVIII Domingo del empo ordinario Todas la vocaciones especiales enen su base en la condición de bauzados. Somos «iguales en dignidad» Con vosotros, cristiano. Para vosotros, pastor † Joan Planellas i Barnosell Arzobispo metropolitano de Tarragona y primado Enfoca el código QR y accede al video de la Carta dominical www.omp.es

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hojadominicalArzobispado de Tarragona www.arqtgn.cat n. 3.631

Carta Dominical

Muy estimados, estos días de octubre tienen lugar algunos cambios de párrocos en algunas de nuestras parroquias.

He podido comprobar su extremada generosidad y disponibi-lidad, con una tarea a menudo hecha en solitario, poco enten-dida o valorada y, a veces, rebosante de dificultades. Sobre el sacerdote, quién es y qué tiene que hacer, todo el mundo entiende. Especialmente cuando se dice que debería hacer y no hace. Todo el mundo sabe. Quizás es normal, ya que su ser-vicio afecta a todos. Pero ocurre que si habla mucho de Dios, es «espiritualista»; si habla de los pobres o de hechos actua-les, «hace política».

Sería conveniente que los cristianos —y también los mismos sacerdotes— tuviéramos clara la identidad del ministerio or-denado. Para aclararla bien, debemos situar la misión del sa-cerdote en el conjunto del pueblo de Dios. En este punto no podemos hacer nuestro «capricho».

En primer lugar, tenemos que hablar de la vocación básica de todos los cristianos. Todas las vocaciones especiales tienen su base en la condición de bautizados. Somos «iguales en digni-dad», todos somos hijos de Dios, todos discípulos de Jesús, todos llamados a ser santos. Tenemos la misma dignidad, pero no la misma función. En cambio, la santidad a la que estamos llamados, sí es la misma. El Concilio Vaticano II describe así la acción de la Santísima Trinidad en nosotros: «El Espíritu nos impulsa a hacer caso de la llamada de Dios, a obedecer y ado-rar al Padre, haciéndonos seguidores de Jesús pobre, humilde y cargado con la cruz» (Lumen gentium, 41). La misión tam-bién es única: hacer vivo el Evangelio en el mundo. Esto no lo hacemos aisladamente, sino en la comunidad de hermanos y hermanas. También los pastores encuentran la santidad for-mando parte del pueblo y sirviendo a este pueblo santo de Dios.

Obispos y sacerdotes no somos sucesores de Cristo, sino de sus Apóstoles. El sacerdocio de los pastores surge de la Iglesia y está al servicio de la Iglesia. Los pastores, pues, no dejan de ser simples cristianos cuando son puestos al frente de la

Iglesia. San Agustín supo explicarlo con elegancia y claridad: «¿Yo, obispo vuestro? ¡Qué miedo! Pienso entonces: tú estás con ellos, y eso me consuela. Para vosotros soy el obispo; con vosotros, soy cristiano. Obispo, nombre de la carga; cristiano, nombre de la gracia. En el obispo, el peligro; en el cristiano, la salvación» (Sermo 340,1).

Ser obispo le causa temor, dice San Agustín. Tan a menudo que dice Jesús: «¡No tengáis miedo!» Pero la debilidad, el poco acierto, o el pecado mismo, acompañan a los Apóstoles y pas-tores de la Iglesia, incluso después de haber seguido el Señor y optado por el evangelio. La incoherencia o el pecado de los pastores no debe excusarse, ni nos debe dejar indiferentes. Con todo, puede ser utilizada y manipulada, es arma que pue-de hacer daño, ya que lleva a pensar que el cristianismo vivido es una quimera, que no es una opción verdadera. El cura, o el obispo, no es un superman, ni un «súper cristiano». Pero, en medio de los otros discípulos, es como el despertador que vela y va delante: «Vela sobre ti mismo y sobre el rebaño», dice San Pablo a Timoteo (1Tm 4,16). Es como el que lleva la antorcha encendida y pasa el fuego a las otras antorchas humeantes o apagadas. Pero la suya debe estar bien encendida, porque, de lo contrario, no pasa la luz.

¡Velemos por nuestros sacerdotes y por las vocaciones sacer-dotales!

13 de octubre de 2019 XXVIII Domingo del tiempo ordinario

Todas la vocaciones especiales tienen su base en la condición de bautizados. Somos «iguales en dignidad»‘

Con vosotros, cristiano. Para vosotros, pastor

† Joan Planellas i BarnosellArzobispo metropolitano de Tarragona y primado

Enfoca el código QRy accede al video de la Carta dominical

www.omp.es

Page 2: Hoja Dominical n. 3631hemeroteca.arqtgn.cat/bitstream/123456789/8992/2/hd3631.pdf · mando parte del pueblo y sirviendo a este pueblo santo de Dios. Obispos y sacerdotes no somos

Edita: Arzobispado de Tarragona · Redacción y administración: Pla de Palau, 2 - 43003 Tarragona Directora: Anna Robert · Consejo de redacción: Mn. Joaquim Fortuny, Mn. Francisco Giménez y Santi Grimau Secretaría: Roser Fornell · Teléfono: 977 233 412 · Web: www.arqtgn.cat · E-mail: [email protected] Imprime: Torrell S.A. · D.L.: T-519-01

Ciclo C Liturgia de las Horas: Semana IV

Domingo, 13 de octubre: XXVIII Domingo del tiempo ordinario [2 Re 5,14-17; Salmo 97,1.2-3ab.3cd-4; 2 Tim 2,8-13; Lc 17,11-19 (LE/LH propias)] Nuestra Señora de los Remedios

Lunes, 14: [Rom 1,1-17; Salmo 97,1.2-3ab.3c4-4; Lc 11,29-32] San Calixto I, papa y mártir

Martes, 15: Santa Teresa de Jesús, virgen y doctora de la Iglesia (F) [Eclo 15,1-6; Salmo 88,2-3.6-7.8-9.16-17.18-19; Mt 11,25-30]

Miércoles, 16: [Rom 2,1-11; Salmo 61,2-3.6-7.9; Lc 11,42-46] Santa Eduvigis, religiosa (ML) o bien: Santa Margarita María de Alacoque, virgen (ML)

Jueves, 17: San Ignacio de Antioquía, obispo y mártir (MO) [Rom 3,21-30; Salmo 129,1-2.3-4.5-6a; Lc 11,47-54]

Viernes, 18: San Lucas, evangelista (F) [2 Tim 4,10-17b; Salmo 144,10-11.12-13ab.17-18; Lc 10,1-9]

Sábado, 19: [Rom 4,13.16-18; Salmo 104,6-7.8-9.42-43; Lc 12,8-12] Santos Juan de Brébeuf e Isaac Jogues, presbíteros, y compañeros, mártires (ML) o bien: San Pablo de la Cruz, presbítero (ML) o bien: San Pedro Alcántara, presbítero (ML)

Domingo, 20: XXIX Domingo del tiempo ordinario [Éx 17,8-13; Salmo 120,1-2.3-4.5-6.7-8; 2Tim 3,14-4,2; Lc 18,1-8 (LE/LH propias)]

LecturasXXVIII Domingo del tiempo ordinario

Lectura del segundo libro de los Reyes (5, 14-17)

En aquellos días, el sirio Naamán bajó y se bañó en el Jordán siete veces, con-forme a la palabra de Eliseo, el hombre de Dios. Y su carne volvió a ser como la de un niño pequeño: quedó limpio de su lepra. Naamán y toda su comitiva re-gresaron al lugar donde se encontraba el hombre de Dios. Al llegar, se detuvo ante él exclamando: «Ahora conozco que no hay en toda la tierra otro Dios que el de Israel. Recibe, pues, un pre-sente de tu siervo». Pero Eliseo respon-dió: «Vive el Señor ante quien sirvo, que no he de aceptar nada». Y le in-sistió en que aceptase, pero él rehusó. Naamán dijo entonces: «Que al menos le den a tu siervo tierra del país, la carga de un par de mulos, porque tu servidor no ofrecerá ya holocausto ni sacrificio a otros dioses más que al Señor».

Salmo responsorial [97, 1bcde.2-3ab.3cd-4 (R.: cf.2)]

Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas. Su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo.

R. El Señor revela a las naciones su salvación.

El Señor da a conocer su salvación, revela a las naciones su justicia.Se acordó de su misericordia y su fidelidaden favor de la casa de Israel. R.

Liturgia de la semana

Los confines de la tierra han contempladola salvación de nuestro Dios. Aclama al Señor, tierra entera; gritad, vitoread, tocad. R.

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo (2, 8-13)

Querido hermano: Acuérdate de Jesu-cristo, resucitado de entre los muertos, nacido del linaje de David, según mi evangelio, por el que padezco hasta lle-var cadenas, como un malhechor; pero la palabra de Dios no está encadenada. Por eso lo aguanto todo por los elegi-dos, para que ellos también alcancen la salvación y la gloria eterna en Cristo Jesús. Es palabra digna de crédito: Pues si morimos con él, también viviremos con él; si perseveramos, también reina-remos con él; si lo negamos, también él nos negará. Si somos infieles, él perma-nece fiel, porque no puede negarse a sí mismo.

Lectura del santo Evangelio según san Lucas (17, 11-19)

Una vez, yendo Jesús camino de Jeru-salén, pasaba entre Samaría y Galilea. Cuando iba a entrar en una ciudad, vi-nieron a su encuentro diez hombres le-prosos, que se pararon a lo lejos y a gri-tos le decían: «Jesús, maestro, ten com-pasión de nosotros». Al verlos, les dijo: «Id a presentaros a los sacerdotes». Y sucedió que, mientras iban de camino, quedaron limpios. Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se postró a los

La salvación no solo es para los judíos sino para todos los hombres de cualquier raza, pueblo o nación. Así, la primera lectura de hoy nos presenta la curación de Naamán, un sirio de religión pagana, que, curado de la lepra por el profeta Eliseo, se convirtió al único Dios verdadero, el Dios de Israel; lo alabó e hizo el propósito de no ofrecer ya más sacrificios a otros dioses. De manera análoga, el samaritano del Evangelio, curado por Jesús, junto con otros nueve que eran judíos, fue el único capaz de volver a Jesús dándole gracias; y esa fe, así expresada, le alcanzó la salvación. En la eucaristía de hoy debemos alabar al Señor y bendecirlo por habernos limpiado no ya de lepra, sino del pecado en las aguas del bautismo.

pies de Jesús, rostro en tierra, dándole gracias. Este era un samaritano. Jesús, tomó la palabra y dijo: «¿No han que-dado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios más que este extranjero?». Y le dijo: «Levántate, vete; tu fe te ha salvado».