historicismo hispanoamericano, en torno al itinerarrio intelectual de josé gaos

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Historicismo e hispanoamericanismo En torno al itinerario intelectual de Jos Gaos

Andrs Kozel *

1. Consideracin inicial A partir de c1940, sobre el doble teln de fondo impuesto por la segunda guerra mundial y por las peripecias de la posrevolucin, la cultura intelectual mexicana asisti al despuntar de un proceso de convergencia ideolgica altamente significativo para la historia de las ideas latinoamericanas: en ese momento, la variante especfica de historicismo portada por varios de los intelectuales espaoles republicanos exiliados en el pas hizo contacto con la ya larga y polcroma reflexin sobre Amrica, dando inicio a una serie de desarrollos discursivos tan ricos y relevantes como plenos de sinuosidades y deslizamientos, y dotados, incluso, de cierta crucial dosis de dialogicidad polmica. 1 Entre los intelectuales espaoles exiliados portadores de cierta variante especfica de historicismo destaca Jos Gaos (1900-1969), a la sazn discpulo principal de Jos Ortega y Gasset (1883-1955). En mi opinin, no constituye un exceso afirmar que el trabajo de aquel Gaos recin llegado a Mxico inspir de manera decisiva las reflexiones sobre Amrica que hacia la misma poca comenzaron a perfilar Edmundo OGorman (1906-1995) y Leopoldo Zea (1912-2004); cabe incluso sostener que, en una

Facultad de Filosofa y Letras, Universidad Nacional Autnoma de Mxico; Sistema Nacional de Investigadores, Consejo Nacional de Ciencia y Tecnologa de Mxico. Profesor visitante en el LLILAS en octubre de 2009. E-mail: [email protected] 1 La presente contribucin sintetiza y desarrolla un aspecto especfico de mi libro La idea de Amrica en el historicismo mexicano, llevado a cabo gracias a una beca PROFIP/DGAPA/UNAM, y actualmente en prensa en El Colegio de Mxico. Vanse tambin los estudios de lvaro Matute, El historicismo en Mxico. Historia y antologa, Mxico, FFyL/UNAM, 2002, y de Juan A. Ortega y Medina, La aportacin de los historiadores espaoles trasterrados a la historiografa mexicana, en Estudios de Historia Moderna y Contempornea de Mxico, UNAM, Vol. 10, 1986, entre otros materiales.

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importante medida, las ulteriores diferencias entre las ecuaciones OGorman y Zea debieran explicarse considerando con detenimiento los modos sensiblemente dismiles a travs de los cuales se apropiaron de zonas diversas de las propuestas seminales gaosianas; ms all, todo eso remite a modalidades especficas de relacin con la obra de Ortega y Gasset y con el historicismo y, tambin, a la adhesin decidida a antropologas filosficas y filosofas de la historia distintas y en ltima instancia incompatibles. En esta aportacin no me dedicar a resumir ms o menos apretadamente los rasgos de esa compleja y por momentos abigarrada dinmica, empresa difcil a la que he dedicado recientemente un texto; 2 en vez de ello, quisiera apuntar un conjunto de elementos orientados a reabrir el debate acerca del tratamiento del tema de Amrica en la obra de Gaos. Tengo la impresin de que por esa va resultar quiz posible contribuir en algo a la compleja discusin relativa a su biografa intelectual y a la significacin de su legado cuntos Gaos hubo, cuntos hay, cuntos puede haber; hasta qu punto cabe pensar a ese corto nombre propio como sinnimo estricto de una ecuacin ms o menos determinada?, as como tambin a la no menos complicada interrogacin concerniente a qu debiera hacer hoy con ese legado, tan denso y estimulante como problemtico, una perspectiva latinoamericanista franca y, por lo mismo, sabedora de los graves inconvenientes que supone el seguir insistiendo sobre su sentido y razn de ser en tanto empresa intelectual qu ha sido, qu es, qu puede ser el latinoamericanismo?, es necesaria su conexin con el historicismo?, con cul de sus versiones?, para qu, en qu tipo de condiciones, hasta qu punto?, qu puede decirnos al respecto el examen del caso Gaos?

Andrs Kozel, La idea de Amrica en el historicismo mexicano. Notas de investigacin, en Anuario del Colegio de Estudios Latinoamericanos 2008, Vol. 3, Mxico, FFyL-UNAM, 2009.

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2. Hitos, etapas, versiones Una primera dificultad estriba normalmente en establecer los hitos ms relevantes de un itinerario; otra, quiz mayor, en calibrar su autntica significacin. En este caso, la historia ha sido narrada muchas veces; aqu corresponde recapitular slo lo esencial, ineludible prolegmeno a la distincin de al menos dos versiones distintas acerca del trayecto intelectual y vital gaosiano y, quiz tambin, del mensaje ltimo contenido en l, adems de marco imprescindible para una inteleccin ms o menos adecuada de sus fundantes y fecundas consideraciones sobre Amrica y, derivadamente, para la discusin de una serie de nudos problemticos que de ellas, y en derredor de ellas, proceden y discurren. 3 Prolegmeno y marco insoslayables entonces para reabrir el debate sobre un legado tan colosal como turbador; pero, no van usualmente juntas esas dos cualidades? A comienzos de la dcada del treinta, Gaos es un joven y destacado doctor en filosofa, de creciente protagonismo dentro de lo que se ha dado en llamar Escuela de Madrid. El lder indiscutido de esa experiencia renovadora, cuya gnesis debe buscarse algunos lustros atrs, pero cuya cristalizacin institucional corresponde al breve periodo de la segunda Repblica, no es otro que Jos Ortega y Gasset, hermano menor de la generacin del 98 y figura mayor de toda aquella edad de Plata de la cultura espaola. 4 Para entonces, Gaos se ha apropiado sucesivamente de varias maneras de

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La recapitulacin que sigue se basa fundamentalmente en Jos Gaos, Confesiones profesionales, en OC XVII, Mxico, UNAM, 1982 [La 1 edicin de las Confesiones de Gaos vio la luz en 1958, siendo reproduccin del texto previamente ledo en la Facultad de Filosofa y Letras de la UNAM durante el invierno de 1953], y en Vera Yamuni, Jos Gaos. El hombre y su pensamiento, Mxico, UNAM, 1980. Tambin, desde luego, en los estudios referidos en las notas subsecuentes. El lector interesado en la dimensin propiamente biogrfica de Gaos, ha de acudir tambin al fascinante testimonio de ngeles Gaos, A mi padre, en Teresa Rodrguez de Lecea (ed.), En torno a Jos Gaos, Valencia, Instituci Alfons el Magnnim, 2001 (El texto de ngeles Gaos cuenta con una edicin mexicana previa: Una tarde con mi padre. Recuerdo de Jos Gaos, Monterrey, Universidad de Nuevo Len, 1999). 4 Para una caracterizacin de la Escuela de Madrid, vase Jos Luis Abelln, El exilio filosfico en Amrica. Los transterrados de 1939, Mxico/Madrid, FCE, 1998, esp. Introduccin. [El exilio es reelaboracin de Filosofa espaola en Amrica (1936-1966), Madrid, Guadarrama, 1967]. Para un panorama general y a la vez pormenorizado de la dinmica cultural espaola durante las dcadas previas

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entender la filosofa: escolstica (va su juvenil aproximacin a Balmes), neokantismo (va las enseanzas de Manuel Garca Morente), fenomenologa (va un estudio profundo de Husserl, tambin enseado por Garca Morente), filosofa de los valores (Scheler; Hartmann). En el momento que estamos considerando, Gaos comienza a tomar contacto con el existencialismo (va Heidegger, cuya obra estudia bajo la gua de Xavier Zubiri, acabado de retornar de Friburgo) y con el historicismo diltheyano. 5 Semejante espectculo de sucesin de las verdades en filosofa no slo sabido, sino adems y sobre todo vivido, segn sus propias consideraciones retrospectivas va aproximndolo a una mirada historicista de la disciplina, llegando a situarlo, incluso, en los umbrales del relativismo escptico. 6 En efecto, cada vez ms ntidamente Gaos va ubicando el paradojal fenmeno de la pluralidad de las verdades en el centro de sus reflexiones filosficas; de ah que fuera interesndose de manera creciente por la teora de la filosofa o filosofa de la filosofa expresin esta ltima acuada por Dilthey y retomada expresamente por Gaos, cuya base habra de ser, justamente, la historia de la filosofa; de ah, tambin, que comenzara a formularse interrogaciones turbadoras, relativas tanto a la naturaleza ltima de la disciplina filosfica como a la ndole de la poca contempornea, cuyo complaciente gusto por la historia, con sual franquismo, vase Jos Carlos Mainer, La edad de Plata (1902-1939). Ensayo de interpretacin de un proceso cultural, Madrid, Ctedra, 1983. 5 Sobre los aos espaoles de Gaos puede consultarse, adems de los pasajes pertinentes de las obras referidas en la nota 3 y de la tambin citada Introduccin de Abelln, la vvida evocacin de Manuel Mindn, El magisterio de Jos Gaos en Espaa, en Teresa Rodrguez de Lecea (ed.), En torno a Jos Gaos, op. cit. 6 Vase Ral Cardiel Reyes, Prlogo, a Jos Gaos, OC VII, Mxico, UNAM, 1987, esp. los pargrafos V y VI. Cardiel expone el modo en que Gaos fue elaborando su propuesta de una Filosofa de la Filosofa a partir de c1935-1936; a continuacin, refiere la polmica que, apenas arribado a Mxico, entablara con Francisco Larroyo, ameritado maestro de filosofa de la Universidad Nacional y representante del neokantismo en Mxico. Vera Yamuni nos hace saber que el tema principal de las conferencias impartidas por Gaos en La Habana a mediados de 1938 fue justamente el de la Filosofa de la Filosofa (loc. cit. pp. 41ss.). Tiempo despus, Gaos reabord estas cuestiones en una breve pero densa presentacin intitulada Es el Historicismo Relativismo Escptico?, leda y discutida en el Centro de Estudios Filosficos de la UNAM en septiembre de 1947, y recogida ms tarde en Discurso de Filosofa y otros trabajos sobre la materia, Xalapa, Universidad Veracruzana, 1959. La respuesta de Gaos al enorme interrogante es que el historicismo filosfico no slo no sera escepticismo [entendido como negacin total o parcial de la verdad; AK], sino que sera una visin muy apta para salvar en la filosofa a la verdad o la conformidad de las proposiciones con la realidad propuesta por ellas.

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complementario imperativo de estar constantemente al da en especial en un mbito como el de la filosofa, se le aparecan como signos inquietantes, manifestaciones probables de inactividad y decadencia seniles de la cultura. 7 En el momento que estamos considerando, Gaos se encuentra alineado en el bando republicano; se ha afiliado, incluso, al Partido Socialista. Da inicio con ello una identificacin con la experiencia de la segunda Repblica que acabara siendo definitiva, y que lo llevara a distanciarse, por ejemplo, de las posiciones adoptadas por su maestro Ortega y Gasset, primero frente a la Repblica, despus ante el franquismo. Comenzada la guerra de Espaa, Gaos es designado rector de la Universidad de Madrid; en 1937, y cuando el gobierno republicano y la universidad ya han abandonado la capital espaola, Gaos pasa una temporada en Pars, en calidad de Comisario General del Pabelln Espaol en la Exposition Internationale des Arts et des Techniques; ostenta tambin entonces el cargo de presidente de la Junta de Relaciones Culturales de Espaa con el extranjero. A partir de cierto momento, que ha de situarse bastante antes de abril de 1939, la derrota del bando republicano comienza a aparecer, a los ojos de numerosos actores y observadores, como el desenlace ms probable del conflicto. Es en ese marco que el gobierno mexicano decide extender una invitacin a un conjunto de figuras notables de la cultura espaola, cuya suerte estaba ligada a la de la Repblica, para hacer efectivo su traslado. Dentro de ese conjunto de personalidades se encuentra Gaos, quien arriba a Mxico en agosto de 1938, previa escala en La Habana; 8 en torno a la misma fecha llegan tambin su esposa y sus dos hijas, procedentes de Nueva York. Una vez en Mxico, Gaos se identifica plenamente con su patria de destino, al punto de nacionalizarse con presteza, de permanecer en Mxico hasta su muerte, acaecida tresJos Gaos, Confesiones profesionales, en OC XVII, op. cit., pp. 56ss. No he podido esclarecer si Gaos recibe la invitacin para establecerse en Mxico encontrndose en Francia, en Espaa o ya en Cuba.8 7

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dcadas ms tarde, y de introducir en sus reflexiones sobre el exilio los afortunados y ahora clebres neologismos de empatriado y transterrado para designar su situacin, 9 poniendo de relieve con ello no slo su sincera gratitud hacia el pas que lo acogiera, sino adems una concepcin sealadamente original del vnculo histrico y cultural entre Espaa y sus antiguas colonias, que es de especial inters aqu. La actividad de Gaos en Mxico es, desde el principio, intenssima, descomunal: imparte cursos y conferencias, forma discpulos en El Colegio de Mxico, en la Facultad de Filosofa y Letras de la Universidad Nacional, traduce y antologa materiales, compone una obra que, globalmente considerada, ronda las diez mil pginas. 10 Entre otras cosas, elabora una serie de notas y comentarios cuyo propsito es no slo la puesta al da con la dinmica filosfica y cultural local, mexicana e hispanoamericana, sino tambin el establecimiento de una propuesta de estudio de la historia del pensamiento en lengua espaola tan integral y consistente como probablemente no haba otra entonces. La parte especficamente hispanoamericanista de la obra gaosiana inicia hacia 19411942, prolongndose sin alteraciones sustanciales hasta mediados de la dcada del cincuenta y difuminndose llamativamente despus. 11 Sus rasgos decisivos y su fundante centralidad han sido resaltados, germinalmente y en varios pasajes, por el propio Gaos en general, en materiales correspondientes a esa misma etapa (c1941-

Vase a este respecto Andrs Lira, Notas sobre la nacionalidad en Jos Gaos, en lvaro Matute (ed.), Historiografa espaola y norteamericana sobre Mxico (Coloquios de anlisis historiogrfico), Mxico, UNAM, 1992. 10 De los diecinueve volmenes en que se han organizado en principio las Obras Completas de Gaos han visto la luz, a la fecha y hasta donde alcanza mi conocimiento, diecisiete. De todo el conjunto, slo el primer volumen, todava no publicado, y aproximadamente un tercio del ltimo Epistolario y papeles privados, estn conformados por materiales elaborados por Gaos antes de su radicacin en Mxico. Puede consultarse el sitio http://www.filosoficas.UNAM.mx/~gaos/JGobras.htm Hasta su muerte en 1997, la edicin de las Obras estuvo a cargo de Fernando Salmern; luego Antonio Zirin pas a ser el mximo responsable. 11 Es un hecho hasta cierto punto comprobado que no hay en la obra de Gaos referencias directas a Amrica anteriores a 1938.

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c1955), 12 por su discpulo predilecto Leopoldo Zea, 13 y por otros autores ms contemporneos que siguen anloga lnea de interpretacin. 14 Desde esta perspectiva, 1938 aparece como la bisagra fundamental del itinerario gaosiano, y Gaos queda incorporado al panten de las figuras liminares, tanto de la gestacin y consolidacin de los estudios sobre historia del pensamiento hispanoamericano, como del desarrollo de la filosofa hispanoamericana y del hispanoamericanismo entendido en el ms amplio sentido de la expresin. Medularmente, esta lnea argumental refiere que, una vez en Mxico, Gaos hace rendir al mximo el circunstancialismo orteguiano, despojndolo de los eventuales resabios germanizantes que obnubilaban a Ortega, en particular en lo relativo a su concepcin/valoracin del orbe extraeuropeo y ms concretamente americano, interpretacin que no carece de sustento pero que, como veremos enseguida, reclama ser matizada. En incontables ocasiones Gaos se reconoci abiertamente discpulo de Ortega y Gasset; no obstante, tambin se encarg de puntualizar matices y hasta diferencias profundas con respecto al pensamiento y, sobre todo, a las posiciones polticas de

Ejemplo de esa disposicin es el Prlogo de Gaos a su libro Filosofa mexicana de nuestros das [1954], recogido en OC VIII, Mxico, UNAM, 1996. Sostiene all: Desde mi empatriacin en Mxico, buena parte de mi trabajo sospecho que la mejor ha versado sobre la filosofa mexicana (mis cursivas). Conviene puntualizar y retener que, en sus textos sobre filosofa mexicana, Gaos recurrentemente hace extensivos a los dems pases hispanoamericanos los aspectos ms decisivos de sus planteamientos. Cf. tambin Confesiones profesionales, OC XVII, op. cit., octavo pargrafo. 13 La expresin ms reciente de esta versin puede consultarse en Zea, Leopoldo, Jos Gaos: El transterrado, Mxico, CCyDEL/FFyL/UNAM, 2004 [1 ed. espaola, 2000]. En varios textos previos Zea ya haba planteado las coordenadas fundamentales de su interpretacin/apropiacin del legado gaosiano; desde un punto de vista genealgico destaca su clebre ensayo Ortega el americano, en Cuadernos Americanos, Mxico, enero-febrero de 1956. 14 Cabe referir, a ttulo ilustrativo, los siguientes estudios: Jos Luis Abelln, La contribucin de Jos Gaos a la historia de las ideas en Hispanoamrica, en Dinoia. Anuario de Filosofa, Mxico, FCE/UNAM, 1970; del mismo Abelln, Jos Gaos, Madrid, Ediciones de Cultura Hispnica-Agencia Espaola de Cooperacin Internacional, 2001, as como el captulo dedicado a Gaos en su El exilio filosfico en Amrica, op. cit. Tambin, Antonio Moncls, Jos Gaos y el significado de transterrado, en Jos Luis Abelln y Antonio Moncls (coords.), El pensamiento espaol contemporneo y la idea de Amrica, Madrid, Anthropos, 1989, tomo II, El pensamiento en el exilio. Por ltimo, aunque no menos importante en tanto expresin de este enfoque, Hctor Guillermo Alfaro Lpez, La filosofa de Jos Ortega y Gasset y Jos Gaos. Una vertiente del pensamiento latinoamericano, Mxico, CCyDEL/UNAM, 1992, con Prlogo de Mario Magalln.

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Ortega. Una diferencia tempranamente expresada, y que acabara siendo perdurable, es la que tiene que ver con la posicin adoptada por ambos frente a la experiencia de la segunda Repblica y a lo que vino despus: a Gaos le pareci precipitada la impaciencia ante la Repblica por parte de Ortega y de algunos otros personajes prominentes del momento; menos asimilables le habrn resultado la supuesta ulterior equidistancia de Ortega en relacin con los bandos en pugna durante la guerra civil, as como su controversial decisin de regresar a Europa a mediados de 1942. Otra diferencia relevante tiene que ver con el modo en que Gaos tendi a juzgar la obra filosfica de Ortega: en ocasin de la celebracin de las bodas de plata entre Ortega y su ctedra universitaria (1935), Gaos haba caracterizado a su maestro como pensador de asistemtico talante, instndolo de alguna manera a potenciar ese rasgo original suyo, lo que pareci disgustar a Ortega, quien eventualmente no se resignaba a hacer a un lado sus pretensiones de elaborar una obra filosfica sistemtica. Un par de dcadas ms tarde, en ocasin de la muerte de Ortega, Gaos volvi a insistir en esta manera de enjuiciar su obra, procurando justamente salvarla por esa va. Es muy importante retener este tipo de salvacin: asimilando cierta indicacin diltheyana, Gaos equipara la filosofa asistemtica a la sistemtica; es muy importante retener que nos referimos al Gaos anterior a 1955-1956. Las relaciones entre Ortega y Gaos parecen haberse enfriado definitivamente a partir del establecimiento de ste en Mxico. Sabemos que el lugar de Gaos como discpulo predilecto y principal de Ortega pas a ser ocupado por Julin Maras. Tambin sabemos que a mediados de 1942 Cuadernos Americanos public una carta de Guillermo de Torre, dirigida a Alfonso Reyes, en la cual se calificaba a Ortega que acababa de emprender su viaje de regreso de desertor e, incluso, de traidor. Sabemos asimismo que en cierta ocasin Ortega se refiri al intento de Gaos por elaborar una

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filosofa mexicana e hispanoamericana empleando el rspido epteto de provinciano. 15 No habra modo de sostener que este conjunto de hechos pudiera haber pasado inadvertido para Gaos. Concomitantemente, y con base en el perfilamiento de una fuerte analoga entre los papeles histricos de la generacin del 98 espaola y del Ateneo de la Juventud mexicano, esta misma lnea argumental pone de relieve que la labor mexicana de Gaos consigue hacer converger los afanes del circunstancialismo orteguiano con una serie de desarrollos ms o menos paralelos que venan registrndose en el panorama cultural mexicano e hispanoamericano. En muy estrecha relacin con esto, se llama la atencin, con insistencia no carente de justeza, sobre la sorpresa, grata y estimulante, que supuso para el Gaos recin arribado a Mxico la toma de contacto con el libro de Samuel Ramos El perfil del hombre y la cultura en Mxico, en cuyas pginas advirti afanes anlogos a los que venan desplegando, en Espaa, Ortega y Gasset y su crculo desde, por lo menos, 1914. La consideracin de la obra postrera de Gaos, esto es, los varios y voluminosos libros que ste va dando a conocer a partir de c1959, no ocupa un lugar destacado en esta lnea de interpretacin/valoracin. Vistas las cosas desde este ngulo, resulta en verdad difcil sustraerse a la tentacin de considerar el desplazamiento geogrfico de 1938 como el parte aguas decisivo en la trayectoria vital e intelectual de Gaos: Mxico, nuevo mirador, modifica en una importante medida la mirada gaosiana, llevndolo a adentrarse en mbitos temticos nuevos y hasta cierto punto impensados. Y sin embargo Sin embargo, las cosas son ms complicadas. Veamos por qu. Fernando Salmern, otro de los ms reconocidos discpulos de Gaos luego devenido, adems y entre otras

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La carta de Guillermo de Torre, en Cuadernos Americanos, Mxico, julio-agosto de 1942; el dato relativo al hecho de que Ortega y Gasset se refiriera al intento gaosiano como provinciano, en Silvia Valds Vignau, El agnosticismo religioso de Jos Gaos, Tesis doctoral, Facultad Eclesistica de Filosofa, Universidad de Navarra, Pamplona, 1994, p. 131.

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cosas, profundo conocedor de su obra y organizador de la edicin completa de la misma hasta la fecha de su muerte, acaecida en 1997 ha resaltado que, en trminos estrictamente filosficos, 1938 no es hito crucial. 16 Para Salmern, la trayectoria de Gaos debiera dividirse en tres grandes etapas: la primera, los aos de formacin, entre 1923 y 1933; la segunda, los aos de la prisin filosfica en Heidegger y, en menor medida, en Ortega y Gasset y Dilthey, entre 1933 y c1953; y la tercera, el tramo en el cual Gaos habra conseguido liberarse de dicha prisin, para consagrarse a organizar de manera sistemtica los esfuerzos acumulados a lo largo de las etapas precedentes, tramo ste que coincidira con la plenitud intelectual gaosiana, yendo desde c1953 hasta 1969, punto final de sus das. Significativamente, Salmern considera el viraje de los aos cincuenta como el ms fundamental, destacando como jalones iniciales del mismo la lectura de las Confesiones profesionales en la Facultad de Filosofa y Letras de la Universidad Nacional, la publicacin de un texto denominado Discurso de Filosofa al ao siguiente, 17 y, en otro plano aunque de igual y tal vez mayor importancia, el paro cardaco de fines de 1958, incidente que parece haber conducido a Gaos a concentrar casi de manera exclusiva sus esfuerzos en la elaboracin de una aportacin filosfica personal y represe en ello sistemtica, misma que expondra, primero, en una serie de cursos impartidos en la misma Universidad Nacional para volcarla luego en los volmenes titulados De la Filosofa y Del hombre. 18 Desde el punto de vista de Salmern, estos dos libros, por lo dems complementarios, constituyen la culminacin de toda la obraFernando Salmern, Prlogo a Jos Gaos, Del hombre. Curso de 1965. OC XIII, Mxico, UNAM, 1992. La primera edicin de Del hombre apareci en 1970. Junto a otros asedios a Gaos, el texto del citado Prlogo fue recogido en Salmern, Fernando, Escritos sobre Jos Gaos, Mxico, El Colegio de Mxico, 2000. 17 El Discurso apareci inicialmente en Cuadernos Americanos, Mxico, marzo-abril de 1954. Poco despus, fue reeditado, junto con otras contribuciones de la misma poca, en Jos Gaos, Discurso de Filosofa y otros trabajos, op. cit., compilacin dedicada por Gaos precisamente a Fernando Salmern. 18 Jos Gaos, De la filosofa. Curso de 1960. OC XII, Mxico, UNAM, 1982 [1 ed. 1962]; Del hombre. Curso de 1965. OC XIII, op. cit.16

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previa de Gaos, la cual, ms all de su vastedad, no contiene propiamente su filosofa, sino un gigantesco comentario crtico de filosofas ajenas; en todo caso, una suerte de prolegmeno a su sistema personal, el cual recin se desplegara satisfactoria y plenamente en la ltima etapa de su trayectoria, que viene a coincidir con su ltima dcada de vida. Cabe destacar que en estos dos libros postreros las referencias al pensamiento hispanoamericano y a su eventual vala no ocupan ya un sitio central; lejos de ello, se han esfumado. Este hecho, a mi modo de ver innegable, abre paso a una espesa nube de dificultades interpretativas. 19 La propuesta de Salmern salva a Gaos de la tan frecuente como injustificada acusacin de haber sido no un autntico filsofo sino un mero profesor, 20 lo cual es sin lugar a dudas justo: hay, qu duda cabe, un Gaos filsofo el

En contraste con este modo de ver, Antonio Moncls se refiere a lo sealado retrospectivamente por Elsa Frost: Para Elsa Frost la preocupacin por Amrica es constante en Gaos, y si bien sus obras ltimas, una publicada poco antes de su muerte y la otra publicada despus De la filosofa y Del hombre, son un poco ms abstractas y no hacen relacin directa al tema mexicano, es innegable que junto a ello tenemos otros muchos ejemplos de la preocupacin constante de Gaos por Amrica, por Hispanoamrica. Es ms, para Elsa Frost, entre los documentos inditos de Gaos hay estudios sobre el pensamiento, por ejemplo, del xviii mexicano, estudios sobre Sor Juana de la Cruz, sobre Sigenza y Gngora, que muestran claramente que el tema hispanoamericano est presente en l hasta el fin de sus das. Antonio Moncls, Jos Gaos y el significado de transterrado, en Jos Luis Abelln y Antonio Moncls (coords.), El pensamiento espaol contemporneo, op. cit., p. 63 (mis cursivas para resaltar el contraste). La entrevista fue realizada en la UNAM en enero de 1985. De acuerdo con mi bsqueda, los documentos a los que se refiere Frost parecen ser la erudita Presentacin que hizo Gaos para la primera edicin moderna de la Libra Astronmica y Filosfica de Carlos de Sigenza y Gngora, Mxico, UNAM, 1959, edicin de Bernab Navarro; el hermoso estudio El sueo de un sueo, sobre el poema de Sor Juana Ins de la Cruz, publicado en Historia Mexicana, El Colegio de Mxico, julio-septiembre de 1960, y las breves Presentaciones a los libros de sus discpulos Victoria Junco (publicado en 1965) y Bernab Navarro (reimpreso hacia la misma poca) sobre la cultura mexicana del siglo XVIII, estas ltimas brevsimas recogidas en OC VIII. Desde mi punto de vista, la presencia de este conjunto de textos y de otros, si los hubiera, con todo y su indiscutible vala, no alcanza para poner en cuestin la tesis de la prdida de centralidad de los temas hispanoamericanos en las elaboraciones textuales del ltimo Gaos; y subrayo textuales porque se sabe que Gaos continu de alguna manera promoviendo los estudios sobre el pensamiento en lengua espaola hasta el final de sus das as lo prueban, por ejemplo, las tesis que dirigiera al retornar a El Colegio de Mxico en 1966; al respecto, vase Clara Lida y Jos Antonio Matesanz, El Colegio de Mxico: una hazaa cultural, 1940-1962, Mxico, El Colegio de Mxico, 1993, pp. 199-201. 20 Fue el mismo Gaos quien declar en varios lugares, y en particular en sus Confesiones, que no se consideraba un filsofo, sino simplemente un profesor, y ello debido a que le faltaba una filosofa; tal vez el origen del perdurable equvoco que ha conducido a algunos a calificar a Gaos como profesor antes que como filsofo en ocasiones con inexplicable desdn, se halle en la reiteracin sostenida de ese testimonio; no obstante, hay que recordar una vez ms que las Confesiones, publicadas en 1958, fueron elaboradas en 1953, esto es, con anterioridad notoria a los cursos y obras en cuestin: da toda la impresin de que, al igual que a Ortega, aunque paradjicamente en relacin con su salvacin de Ortega,

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punto es que quiz lo haya habido tambin antes de 1953. Adems, lo cual de ninguna manera es menos importante, la propuesta de Salmern historiza el itinerario filosfico gaosiano, lo cual es evidentemente una ganancia; lo hace, sin embargo, relegando a la discreta condicin de antecedente superado a una parte muy considerable de la obra de Gaos, entre la que se cuenta la zona hispanoamericanista de su produccin, cuyo mensaje parece efectivamente difuminarse a lo largo de toda la ltima etapa en cuestin pero que, sin embargo, sigue ah, irradiando efectos, incluso mucho despus de haber sido formulada. No es posible adjudicar a Salmern toda la responsabilidad en esta operacin de relegacin: son precisamente los propios y visibles afanes postreros de Gaos, ratificados adems por una serie de declaraciones suyas, ms o menos directas u oblicuas, los que autorizan a pensar las cosas desde esa clave. Por el momento cabe retener, a modo de recapitulacin provisoria, las cuatro consideraciones que siguen. En primer lugar, buena parte de lo que Gaos realiza durante el primer tramo de su labor en Mxico es efectivamente indisociable de su cercana a Ortega y Gasset y de su toma de contacto con las obras de Dilthey y de Heidegger, la cual haba tenido lugar al menos un lustro antes de abandonar Espaa. En segundo lugar, la llegada a Mxico, la relacin estrecha y fecunda con algunas de las ms destacadas personalidades del medio intelectual mexicano Antonio Caso, Samuel Ramos, Alfonso Reyes, as como la rpida asimilacin de su nueva condicin de transterrado, van conduciendo a Gaos, al menos en lo que respecta a una importante faceta de su desbordante actividad, por nuevas e imprevistas sendas temticas, entre las que destaca su atencin a temas hispanoamericanos; derivado de ello es la formulacin de una propuesta programtica para el estudio del pensamiento en lengua espaola de alto nivel de elaboracin, e insisto, como quiz no haba otra entonces. Para decirlo por

a Gaos le incomodaba profundamente el no haber elaborado una filosofa sistemtica propia; de ah que consagrara sus ltimos aos a esa tarea.

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la va de un razonamiento contrafctico: de haber permanecido en Espaa, o de haber optado por trasladarse a otro destino distinto de Mxico (supongamos los Estados Unidos, otro pas europeo o, incluso, otro pas hispanoamericano), habra sido altamente improbable que Gaos se adentrara en la rbita del hispanoamericanismo del modo en que lo hizo, es decir, con tanto entusiasmo y fervor; en una importante medida, decir fervor de Hispanoamrica es, en este caso, decir fervor de Mxico que se expande. En tercer lugar, es preciso admitir que Hispanoamrica y la historia del pensamiento hispanoamericano no son las nicas materias que ocupan a Gaos; no son, tampoco, las principales, y ello ni siquiera durante aquella primera dcada y media mexicana, y ms all de algunas declaraciones suyas en ese sentido, evidentemente circunstanciales. Por ltimo, y ms profundamente, es preciso admitir que la deriva del postrer y probablemente pleno Gaos encarecido, no sin una importante dosis de justicia, por la lectura de Salmern, resulta, en un sentido fuerte, ambivalente, inconsecuente o dilemtica en relacin con ciertos aspectos medulares de sus formulaciones caractersticamente hispanoamericanistas. En suma, ajustar cuentas con la ecuacin Gaos desde una perspectiva latinoamericanista actual supone no slo dialogar crticamente con los planteamientos vertidos en sus textos de orientacin hispanoamericanista, sino adems preguntarse por la relacin que guardan esos planteamientos con su deriva postrera.

3. Del fervor al enigma El delineamiento por Gaos de un programa de estudios sobre el pensamiento y la historia de las ideas hispanoamericanas o en lengua espaola supuso una relacin de tributacin y deslinde con respecto a las posiciones sostenidas por Ortega y Gasset sobre Amrica. El deslinde fue en buena medida tcito, e incluy una asimilacin

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creadora de la ya aludida indicacin diltheyana; se trat, por lo dems, de una operacin intelectual compleja, de enigmticas y desconcertantes ramificaciones. No es posible hacer justicia aqu a los debates relativos a la significacin de la filosofa de Ortega y Gasset; ni siquiera limitndonos a sus puntos de vista sobre la modernidad, sobre Espaa y sobre Amrica. 21 Lo que s puede decirse es que cabe visualizar en la obra de Ortega una relacin con la experiencia de la modernidad occidental que combina, de manera conflictiva, cuatro impulsos: uno, la percepcin de una serie de carencias en el mbito de lo que cabra designar como lo propio (en su caso, Espaa); dos, el deseo de subsanar esas carencias por la va de una apropiacin de alguna parte o de todo eso que, en contraste, podra denominarse lo ajeno; tres, la valorizacin, a veces ambigua, de ciertas zonas de lo propio; cuatro, cierto recelo o distancia crtica frente a eso supuestamente ajeno la experiencia de la modernidad occidental, de su versin dominante que no slo se anhela sino que tambin se cuestiona y se rechaza y que, por momentos, se considera caduco. 22

De un lado, hay autores que sostienen que Ortega busc, y en alguna medida consigui, perfilar un pensamiento liberador para Espaa, no alcanzando a concebir algo equivalente para Amrica Latina; desde este prisma interpretativo que subraya el germanismo eurocentrista de Ortega habra sido Gaos quien, una vez establecido en Mxico, consigui subsanar la deficiencia (Por ejemplo, Hctor Guillermo Alfaro Lpez, La filosofa de Jos Ortega y Gasset, op. cit.). Sin necesariamente rechazar lo antedicho, hay autores que colocan el nfasis en el papel fundamental desempeado por Ortega en lo que concierne a la justificacin epistemolgica de una filosofa atenta a las circunstancias, no slo a las inmediatas, sino tambin a las pasadas; desde esta perspectiva, Ortega habra impulsado, aun sin buscarlo, el desarrollo de la historia de las ideas en Amrica Latina; las inquietudes hispanoamericanistas de Gaos, orteguianas despus de todo, hallaron suelo frtil en Mxico. Adems de los materiales referidos en infra, notas 13 y 14, vase Tzvi Medin, Ortega y Gasset en la cultura hispanoamericana, Mxico, FCE, 1994, esp. pp. 137-155. De otro lado, hay autores que remarcan que en Ortega hay no slo una idea de Iberoamrica la cual habra despuntado en la Meditacin del pueblo joven, sino adems una consideracin de las periferias como lugares que albergaran oportunidades de superacin para las limitaciones de una modernidad ya entrevista como decadente. (Cf., por ejemplo, Javier Pinedo, Jos Ortega y Gasset, Espaa y la modernidad, en Cuadernos Americanos, Mxico, UNAM, nm. 121, 2007; para Pinedo, Ortega y Gasset se mueve en el horizonte de una modernidad que puede ser al mismo tiempo necesaria e insuficiente). 22 Hay varias obras de Ortega que merecen considerarse en este sentido. Adems de las ms frecuentemente mencionadas Meditaciones del Quijote (1914) y Espaa invertebrada (1921), estn Las Atlntidas (de 1924, muy apreciada por Gaos) y los artculos dedicados a Hegel en ocasin de su centenario uno de ellos titulado Hegel y Amrica; tambin Revs de almanaque, donde minusvalora el punto de vista de Waldo Frank sobre Amrica.

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Lo que ms importa poner de relieve aqu es que dichos impulsos en conflicto se iran desplegando en distintas y hasta cierto punto variables modalidades de articulacin en las elaboraciones de Gaos tambin, sealmoslo aunque ms no sea al pasar, en las de OGorman y Zea. Es no slo legtimo, sino adems productivo, leer sus textos desde esta clave; naturalmente, ello supone abandonar la imagen de las obras como entidades monolticas e inmutables, para pasar a verlas como objetos minados de tensiones a la vez que proteicos, cuyos inestables nfasis resultan indisociables de los respectivos y no menos cambiantes contextos de enunciacin. Buena parte de lo que Gaos realiz durante el primer tramo de su labor en Mxico es indisociable de su cercana a Ortega y Gasset y de su toma de contacto con las obras de Heidegger y de Dilthey, la cual haba tenido lugar al menos un lustro antes de abandonar Espaa. La llegada a Mxico, la relacin estrecha y fecunda con algunas de las ms destacadas personalidades del medio intelectual mexicano Antonio Caso, Samuel Ramos, Alfonso Reyes, as como la rpida asimilacin de su nueva condicin de transterrado, fueron conduciendo a Gaos a instalarse en un lugar de enunciacin particular, cuya especificidad puede ser puesta de relieve a travs de la expresin fervor hispanoamericanista. Inescindible de lo anterior es la formulacin, en los aos mexicanos que van entre 1942 y 1946, de la propuesta programtica para el estudio del pensamiento en lengua espaola a la que ya hicimos referencia. Todo parece haber comenzado en 1941, con el arranque del Seminario en El Colegio de Mxico, aunque las primeras textualizaciones vieron la luz al ao siguiente. Las maniobras argumentales desplegadas en aquellos primeros textos hispanoamericanistas nos dejan ver a un Gaos orteguiano, circunstancialista, entusiasmado por Mxico e Hispanoamrica y convencido de que la experiencia hispano o iberoamericana poda ofrecer algn tipo de

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mensaje a un mundo en crisis no olvidemos que estamos en plena segunda guerra mundial. 23 Es preciso insistir sobre el hecho de que entre las condiciones intelectuales de posibilidad de la propuesta hispanoamericanista de Gaos hay que ubicar en un lugar decisivo su apropiacin de la afirmacin diltheyana segn la cual la historia de la filosofa ha de pensarse como una alternancia entre momentos sistemticos y asistemticos, no resultando posible afirmar que los segundos sean necesariamente menos valiosos que los primeros; el Gaos de 1942-1946 articul esa imagen y esa valoracin, ambas de innegable cuo historicista-relativista, con el carcter predominantemente asistemtico del pensamiento en lengua espaola a sus ojos evidente, abriendo as la posibilidad de una apreciacin favorable del mismo y de su historia. Es justamente en estrecha relacin con esto es que hay que considerar los pasajes ms vibrantes de sus desarrollos de ese tiempo, por ejemplo, la inolvidable caracterizacin del pensamiento hispanoamericano como eventual extremo crtico del inmanentismo irreligioso contemporneo, imagen tan fascinante y resplandeciente como abierta y difusa. Hay que decir que en ese conjunto de textos liminar coexisten al menos dos valoraciones en tensin sobre el orbe cultural hispanoamericano y sobre su vinculacin con la modernidad y con eso que Gaos denomina inmanentismo irreligioso contemporneo: una valoracin resalta lo asistemtico hispanoamericano en tanto signo

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Jos Gaos, Cuarto a espadas. Filosofa americana? y Cmo hacer filosofa?, ambos en Cima, nms. 5 y 6, febrero y marzo de 1942, respectivamente luego recogidos en OC VI. Siguieron los ms elaborados y cruciales El pensamiento hispanoamericano. Notas para una interpretacin histricofilosfica y El pensamiento hispanoamericano, publicados entre 1942 y 1944, y recogidos en OC VI y V, respectivamente. De ningn modo podra comprenderse de manera adecuada el proyecto intelectual de Leopoldo Zea sin estudiar seriamente este conjunto textual liminar gaosiano. Es importante consignar que en 1940 Gaos haba publicado un artculo titulado Sobre sociedad e historia (en Revista Mexicana de Sociologa, Vol. II, nm. 1, Mxico, UNAM, 1940), el cual ejerci enseguida un efecto particular sobre el joven Edmundo OGorman, quien se apropi de un modo muy personal de una insinuacin all contenida, para revelarse abiertamente como partidario de una concepcin aristocratizante del historicismo; semejante apropiacin ogormaniana fue speramente cuestionada por Zea una dcada ms tarde (1953), en lo que parece haber sido el primer golpe de una larga polmica mayormente tcita aunque a mi modo de ver decisiva para comprender los derroteros ulteriores de ambos.

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y hasta garanta de modernidad (el emblema de dicho rasgo no es otro que el pensamiento y la obra de Ortega); la otra llama la atencin sobre la conflictiva reticencia que histricamente han opuesto Espaa y el orbe hispanoamericano pueblos campeones de la Cristiandad asediada e inclinados al ms all y a la trascendencia a esa modernidad y a ese inmanentismo irreligioso. Dicha tensin permanece irresuelta en ese sub-corpus, otorgndole una coloracin ciertamente especial. Uno de los lugares de la obra gaosiana donde las consecuencias de sus impulsos historicistas eclosionan de manera ms creativa, estimulante y estremecedora es el magnfico ensayo titulado La decadencia (1946), edificado justamente sobre pilares historicistas radicales, a partir de los cuales se labra la imagen de una Espaa que diside promisoriamente de una modernidad desestimada. Escribe ah Gaos:

Supongamos decadas, modificadas, las estimaciones de la modernidad. Espaa dejar de parecer decadente. Un nativo e inalienable genio la habra hecho aguardar. A la luz de un cambio histrico como el que se insina, su decadencia puede llegar a parecer disidencia, disidencia de las estimaciones de la modernidad; puede llegar a parecer una ms de las aportaciones, gestadas por los pueblos en silencio mientras dan el tono los que callarn a su vez, a la historia humana. Las ltimas gestas del pueblo espaol tienen un aire que se deja ver a tal luz () En todo caso, el cooperar al cambio de las estimaciones de la modernidad puede ser cooperar a levantar a Espaa de su decadencia, no slo en el futuro, ni en la apariencia del pasado, sino hasta en la realidad de ste. Puede, a saber, si se hace en la direccin debida.24

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Jos Gaos, La decadencia, en OC IX, Mxico, UNAM, 1992, p. 480 [1946]. Un ao despus, en una intervencin titulada El Quijote y el tema de su tiempo, recogida en el mismo volumen de sus OC, anota: La cuestin es si entre el tema de la razn y la realidad entraado en la imagen del loco que como caballero se echa a andar por el camino, y el tema de la razn y la realidad como tema de los tiempos modernos, hay slo una casual coincidencia o una relacin esencial. La imagen del loco que como caballero se echa a andar por el camino, encarnaba la decepcin de Cervantes, la decadencia de Espaa. sta era, pues, lo que entraaba el tema de la razn y la realidad. Razn de Descartes, de Francia, de Hobbes, de Inglaterra, de la modernidad, definir la realidad, en oposicin a la definicin medieval, de la materia informada por las formas ideales, estamentales, jerrquicas, como la materia, puramente extensa o no, pero matemticamente dominable, hasta el extremo de lo humano mismo, fsico y psquico, mdico y moral, individual y social, directamente o indirectamente dominable por el mismo mtodo; definicin que le dio en efecto a la modernidad la dominacin. Locura de Espaa, salir como caballero medieval al encuentro de la realidad moderna. La razn y la realidad que a Espaa le interesaba definir recprocamente eran otras: no la razn de la tcnica dominacin temporal de la realidad material e

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Adems de llamar la atencin sobre la fecha de elaboracin y enunciacin de la meditacin (unos pocos meses despus de Hiroshima y Nagasaki), cabe resaltar adems su ostensible parentesco con el segundo prlogo orteguiano a Espaa invertebrada (1922); cabe puntualizar, tambin, que es justamente este tipo de apropiacin de Ortega y del historicismo el que latera poco despus en el mejor Zea, en particular, en el Zea que despunta a mediados de los aos cincuenta. Tenemos pues en el Gaos de La decadencia una apropiacin del historicismo qua particularismo relativista y cclico lo asistemtico, afn a ciertas entidades particulares, no slo alterna con lo sistemtico, sino que es equiparable y tal vez superior a l y qua presentismo el pasado cambia segn las estimaciones actuales, y en esa actualidad, Gaos est lejos de estimar la modernidad imperante. Tales son, al menos en una importante medida, los supuestos y las premisas del fervor. Pero una vez ms se impone el y sin embargo Y sin embargo, varias cosas. Por un lado, en ese mismo Gaos de principios de los aos cuarenta encontramos fuertes imgenes de la historia cuyas raigambre y derivaciones no son particularistas ni cclicas (por ejemplo, la nocin gigantomquica y filoteleolgica de la historia de la filosofa como paso del trascendentalismo al inmanentismo, la referencia al advenimiento eventualmente irreversible de una modernidad inmanentista e irreligiosa, y por tanto hostil al orbe hispano-cristiano), imgenes cuya articulacin entre s y con respecto a otras zonas y etapas de su obra no es necesariamente simple ni automtica. Por otro lado, y seguramente de mayor importancia, est lo que ya anticipamos: la deriva del postrer y probablemente pleno

inmanente, ni sta, sino la razn teolgica y mstica de la salvacin eterna y esta realidad espiritual y trascendente; la razn de las razones del corazn que la razn no conoce, en que el genio previ y predijo al espritu de la geometra su limitacin y superacin por el espritu de finesse -y a Espaa su resurreccin, en el seno del Nuevo Mundo Hispnico?... (p. 473). Con estos pasajes a la vista, cabe preguntar si, para Gaos, Espaa es locura o disidencia; segn La decadencia, todo parece depender, presentistamente, de las estimaciones actuales sobre la modernidad. No olvidemos que estamos en 1946.

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Gaos el de la dcada 1959-1969, ese Gaos enaltecido por Salmern, resulta a todas luces ambivalente o inconsecuente si se la pone en relacin con los aspectos medulares de sus formulaciones caractersticamente hispanoamericanistas, y ello ms all de las tensiones que las atraviesan. Para decirlo de manera abreviada pero rotunda: cmo explicar que en las obras gaosianas de los aos sesenta, sealadamente en ese cursolibro monumental que es su Historia de nuestra idea del mundo, haya tan pocas referencias a Hispanoamrica y, sobre todo, tan escasas o nulas recuperaciones de aquellas insinuaciones e interrogaciones planteadas en sus textos hispanoamericanistas previos? 25 En efecto, todo parece haber sucedido como si, pasado el fervor mexicanista e hispanoamericanista inicial, Gaos hubiese abandonado las temticas e impulsos a l ligados, para concentrarse en la elaboracin de su personal y sistemtica filosofa, en un afn que, aun si tcito, contradice las premisas bsicas sobre las que se cimentaba su hispanoamericanismo, y todo ello no porque ahora estimase positivamente la modernidad imperante cosa que, hasta donde s, no hizo jams, sino porque parece haber dejado de creer, primero, que en lo asistemtico hubiera algo apreciable (hay un aforismo suyo, fechado en enero de 1958, que reza: En el asistematismo y sobre todo en el ametodismo hay pereza), y, segundo, que Hispanoamrica tuviera algo que decirle a ese mundo contemporneo al que nunca dej de visualizar como un mundo sin principios y a la deriva. Por qu sucedi esto?; Qu pueden significar ese deslizamiento y ese silencio? Vano sera postular alguna clase de explicacin ltima: fuera de que no contamos con testimonios directos satisfactorios, muchas son las cosas que sucedieron en aquel

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Cf. Jos Gaos, Historia de nuestra idea del mundo, Mxico, UNAM, 1994, con Prlogo de Andrs Lira [1973].

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segundo lustro de los aos cincuenta y que podran haber propiciado la metamorfosis. 26 No menos vano sera postular alguna clase de interpretacin definitiva del significado del deslizamiento; con todo, parece no haber dudas sobre las tres cosas siguientes: primero, el deslizamiento tuvo efectivamente lugar; segundo, en virtud de ello, el ltimo Gaos aparece tal como lo ha indicado Salmern como un Gaos liberado de la prisin filosfica constituida por Ortega, Dilthey y Heidegger (el ltimo Gaos es un Gaos en el cual el circunstancialismo ya no parece tener la ltima palabra); tercero, y derivadamente, que el ltimo Gaos aparece como habiendo dejado de creer en la posibilidad de una conexin fecunda entre cierta constelacin de valores apreciables y la entidad histrico-cultural Hispanoamrica. Nosotros podemos preguntarnos si esa prisin era en verdad una prisin; podemos preguntarnos, tambin, si la presencia de los supuestos de raz historicista era o es condicin necesaria para el desenvolvimiento de una perspectiva hispano o latinoamericanista consistente. A este ltimo respecto es interesante recordar la clebre polmica que sostuvieron hacia 1951 Gaos y Eduardo Nicol (1907-1990), otro filsofo transterrado. En 1950, Nicol public un libro titulado Historicismo y existencialismo; en diciembre de ese mismo ao Gaos elabor dos comentarios crticos sobre la obra uno breve y otro extenso, que fueron publicados al ao siguiente el primero en Cuadernos Americanos, el segundo en Filosofa y Letras; Nicol respondi de inmediato en las mismas revistas. La polmica, que hoy es clebre, y que lo es justamente, tuvo numerosas facetas, cuya consideracin detallada rebasa nuestros fines. 27 Cabe puntualizar empero lo siguiente: la diagnosis de la situacin del

Enumero: la muerte de Ortega y Gasset; el primer infarto; la posible percepcin del agotamiento de esa filosofa de lo mexicano cuyo desarrollo l mismo haba estimulado (el grupo Hiperin); la posible percepcin complementaria o no de la anterior del agotamiento de la experiencia de la Revolucin Mexicana en tanto experiencia auspiciosa; el modo en que se fue configurando el escenario geopoltico en el mundo de la posguerra; el lugar ocupado por la Espaa franquista en ese escenario 27 Sobre la polmica Gaos-Nicol, ha de considerarse la siguiente masa textual: de Eduardo Nicol, Historicismo y existencialismo. La temporalidad del ser y la razn, Mxico, El Colegio de Mxico, 1950; Otra idea de la filosofa. Respuesta a Jos Gaos, en Cuadernos Americanos, Mxico, mayo-junio de 1951; Dilogo de filosofa entre el autor y el crtico, en Filosofa y Letras, nm. 43-44, 1951;

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mundo no es demasiado distinta en Gaos y en Nicol; lo que vara son sus posiciones filosficas al respecto. Crtico acerbo del historicismo y del existencialismo, Nicol supone que sera vano esperar de esas corrientes de pensamiento soluciones a la situacin imperante; siendo sntomas de la crisis, no pueden contribuir a remediarla; consistentemente con esa posicin, Nicol revela su distancia ante los legados filosficos de Dilthey, Heidegger y, sobre todo, Ortega y Gasset, a quien enjuicia acremente. Todo esto deja apreciar varias cosas: una, ms o menos previsible, el Gaos que polemiza con Nicol en 1951 es un Gaos todava orteguiano, historicista, circunstancialista, que toma a su cargo la tarea de vindicar a Ortega; dos, Nicol habla desde una posicin universalista-logocntrica, distante de todo relativismo y de todo circunstancialismo; tres, hay en Nicol una rara y rica tensin entre este ltimo rasgo de su pensamiento y su idea segn la cual el ser es expresin, as como entre aquel mismo rasgo y su afn por predicar, en un nivel auto-asumido como ideolgico, esto es, no filosfico-cientfico, sobre la hispanidad, bordando razonamientos no demasiado alejados ni distintos a los trabajados por el Gaos de los aos cuarenta y por el Zea de los aos cincuenta...; cuatro, y fundamental, que el esfuerzo nicoliano por predicar sobre la hispanidad en ese nivel auto-asumido como ideolgico, muestra en cierta medida que quiz haya que situar al hispanoamericanismo precisamente en ese nivel el ideolgico y que, en la medida de ello, no sea una necesidad tan evidente ni profunda su tributacin filosfica al historicismo: la conexin entre el hispano o latinoamericanismo y el historicismo es una

Historicismo y existencialismo. La temporalidad del ser y la razn, Mxico, FCE, 1981 [reimpresin de la 2 ed. corregida de 1960]; El problema de la filosofa hispnica, Mxico, FCE, 1998 [1 ed., Madrid, Tecnos, 1961]; de Jos Gaos, De paso por el historicismo y el existencialismo y De paso por el historicismo y el existencialismo. Palerga y paralipomena, ambos elaborados en diciembre de 1950, publicados en 1951, y luego recogidos en Sobre Ortega y Gasset y otros trabajos y, consecuentemente, en OC IX. Para la clarificacin de la cuestin me han sido tiles tambin Armando Savignano, El problema de la filosofa espaola y Julio Ortega Villalobos, La idea de Amrica en Eduardo Nicol, ambos en Anthropos, nm. 3, extraordinario y doble, Barcelona, 1998; asimismo, el reciente y detallado estudio de Antoln Snchez Cuervo, Eduardo Nicol ante el proyecto de un pensamiento en lengua espaola, en Relaciones. Estudios de historia y sociedad, El Colegio de Michoacn, nm. 112, otoo de 2007. Vase igualmente el captulo primero de mi libro en prensa, citado en infra, nota 1.

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conexin posible, mas no necesaria; y sin embargo, tal vez se trate de una conexin con aristas fecundas y promisorias, de cuya consideracin en el caso Gaos hayamos podido aprender algo

4. Apreciacin final He intentado llamar la atencin sobre el hecho de que considerar el tratamiento del tema Amrica a lo largo del itinerario intelectual gaosiano conduce a visualizar un deslizamiento significativo y en alguna medida desconcertante. Y es que, al parecer, Gaos transit de un fervor de Hispanoamrica a una posicin donde ese fervor parece haberse evaporado enigmticamente; da toda la impresin de que el pasaje de un estado a otro se produjo en torno a 1955, fecha en que dej de existir Ortega y Gasset. Se recordar que, an dentro de la etapa del fervor, cupo identificar la rara a la vez que estimulante coexistencia de impulsos y elementos en pugna: Espaa, disidencia o locura?; la historia de la filosofa, alternancia cclica entre lo sistemtico y lo asistemtico o victoria de lo segundo sobre lo primero?; el pensamiento hispanoamericano, cima de la cultura moderna o extremo crtico de ella?; y ms tarde, desvanecido el fervor, victoria de la Ciencia sobre la Filosofa y ocaso definitivo de sta?; Ortega y Gasset, filsofo frustrneo?; el pensamiento hispanoamericano, insignificante rmora? Se recordar asimismo que en el momento culminante del fervor cupo detectar, ms all de las tensiones referidas, una apropiacin del historicismo qua particularismo relativista tendencialmente cclico y, tambin, qua presentismo, crtico de la modernidad imperante, pero esperanzado en lo que pudiera dar de s la entidad cultural Hispanoamrica. Abandonados Dilthey y Ortega y Gasset, abandonado, en suma, el

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historicismo, el ltimo Gaos parece hacer suya una concepcin del decurso temporal a la que perfectamente podra aplicrsele el calificativo de decadentista En trminos generales, no hay por qu dudar del hecho de que Gaos es una figura liminar, un padre fundador, del hispanoamericanismo, del latinoamericanismo entendido, principal aunque no exclusivamente, en ese sentido especial, que busca reintegrar, de un modo no menos especial, como sabemos, Espaa a Hispanoamrica. Pero es Gaos un padre incmodo. Lo es por el hecho siguiente, ya apuntado, y que cabe recapitular a modo de cascada interrogativa: por qu hacia el final de su trayecto intelectual, a pesar de ser un pensador todava desgarrado por las consecuencias morales y de sentido derivadas de la muerte de Dios, de la disolucin de la metafsica y del predominio del inmanentismo irreligioso y antirreligioso, con todo y sus presumiblemente nefandas y monstruosas consecuencias tecnocrtico-cibernticas sobre la vida del hombre en el mundo, por qu ese ltimo Gaos, alcanzada su supuesta y probable plenitud intelectual, hace a un lado, no la consideracin de estos temas, sobre los cuales vuelve con insistencia una y otra vez, sino sus referencias anteriores a la posibilidad de que el orbe cultural hispanoamericano pudiera llegar a constituirse en el extremo crtico del inmanentismo contemporneo, tornndose sus pensadores eventuales protagonistas de la elaboracin de una metafsica de nuestra vida, capaz de hacer resonar algn tipo de eco trascendente en nuestro desencantado y monstruoso mundo? Por qu el ltimo Gaos abandona la esperanza de que alguna clase de salida pueda residir en la articulacin entre el complejo problemtico en cuestin y el mensaje que pudiera tener que dar al mundo una determinada entidad histrico-cultural, Hispanoamrica? Por qu el ltimo Gaos deja atrs ese ingrediente impreciso pero presente en sus elaboraciones primordiales, un ingrediente que es quiz definitorio de la perspectiva latinoamericanista? Derivadamente, qu ha de hacer una perspectiva

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latinoamericanista actual con Gaos, con su legado, un legado portador de formulaciones altamente elaboradas e innegablemente fecundas, pero tambin de esa desesperante falta de conexin entre los dos momentos, entre los dos niveles de reflexin aludidos? Metfora de qu es Gaos, ese corto nombre propio? Tal vez, metfora del agnosticismo contemporneo. De un agnosticismo inconforme que, a lo largo de tres lustros, vio o quiso ver una salida en la elaboracin intelectual del fervor hispanoamericanista. De un agnosticismo inconforme que entrevi la posibilidad de esa salida pero que procur no deslizarse, entonces ni despus, por la pendiente del tradicionalismo reaccionario, por la senda de nada que le hiciera recordar esa Espaa ltima colonia de s misma, a sus ojos antihistrica. Ningn Gaos quiere ser Donoso Corts, ni Balmes, ni Menndez y Pelayo, ni, tampoco, el ltimo Garca Morente, ni desde luego Gimnez Caballero, tampoco, ni siquiera, y significativamente, Ortega; menos, el ltimo Ortega, que ms que espantarlo, parece aturdirlo Pero, con todo, Gaos es un agnstico inconforme, cuya inconformidad ms poltica que filosficamente limitada? no hall jams resolucin definitiva, permaneciendo como expresin de una madeja de aporas que sin duda son de Gaos, pero que muy probablemente no sean exclusivas de l. Es incluso posible que esa inconformidad irresuelta sea el punto de fuga ms hermoso de su colosal legado. Tal vez, para decirlo una vez ms con el lenguaje seguramente ms bello, y tambin probablemente ms eficaz, de Dmaso Alonso, sea todo Gaos, todas esas diez mil pginas suyas, una enorme metfora de duda y amor. No tanto de duda y amor sobre la inmortalidad del alma, el tema que obsesion al ltimo Alonso, al Alonso de Duda y amor sobre el Ser Supremo (de donde he tomado obviamente tanto esta ltima imagen como la de la monstruosidad del mundo), casi tanto como haba atormentado a Unamuno. Sabemos que a Gaos no le desvel demasiado esa cuestin de la inmortalidad, ni siquiera, al

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parecer, en sus ltimos das. Pero s, quiz, metfora de duda y amor sobre el Ser Supremo en un sentido ms amplio y, de algn modo, ms profundo. Y ms ac, y ms certeramente acaso, metfora de duda y amor, de amor y duda, sobre otras cosas que tambin son importantes aqu: duda y amor sobre el inmanentismo irreligioso contemporneo; duda y amor sobre la (constitutiva?) religiosidad del hombre; duda y amor sobre un eventual resurgir de alguna forma de eco trascendente en las inmediaciones del presente de la enunciacin, resurgir capaz de constituirse en momento negativo del inmanentismo irreligioso imperante; duda y amor sobre la experiencia de la modernidad; en particular, sobre la (im)posibilidad del orbe hispanoamericano de ser y no ser moderno; duda y amor, amor y duda, y seguramente, hacia el final de sus das, sobre todo duda, acerca de la posibilidad de que una entidad histrico-cultural como Hispanoamrica tuviera algn mensaje que dar a nuestro monstruoso mundo Duda y amor quiere decir, desde luego, no equidistancia ni justo medio conciliador, sino ms bien, y sobre todo, oscilacin desgarrada, trgico vaivn, entre ideas, hechos, deseos, sueos; oscilacin y vaivn anlogos a los desenvueltos por Dmaso Alonso en su largo y postrer debate interior. Cabe retener otros tres elementos antes de concluir. Para una perspectiva latinoamericanista franca no todo lo que dijo Gaos puede sumarse aproblemticamente; en concreto, eso equivale a decir que es preciso hacerse cargo de las tensiones identificables entre las elaboraciones del tercer y del segundo Gaos; ms en concreto an, es preciso hacerse cargo de la evaporacin de los temas hispanoamericanistas en sus ltimas y muy probablemente ms fundamentales obras; es imprescindible, pues, una hermenutica frtil del silencio del tercer Gaos. Una perspectiva latinoamericanista franca debiera encarar adems, abiertamente, el problema del lugar y la significacin que en una franja importante de sus formulaciones ha venido ocupando el afn de

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recuperacin de alguna clase de eco trascendente bajo el cobijo del cual instalarse, para disparar desde ah, trinchera ms o menos confortable, ms o menos lacerada por las mltiples evidencias en contrario, sus municiones crticas al mundo contemporneo, a la experiencia dominante de modernidad; tal parece ser uno de los rasgos definitorios de la tradicin latinoamericanista; casi todo Gaos es terreno feraz para dar inicio a una reflexin sistemtica sobre la materia. Finalmente, y ligado a lo anterior, es probable que uno de los aspectos ms interesantes y ms discutibles de Gaos tenga que ver con su prudencia y su autocontencin. Porque quiz quepa lamentar su silencio en el sentido ya mentado. Pero tambin, inversamente, porque tal vez haya que valorar su haber sido rigurosamente sensible a las complejidades y, derivado de ello, su no desborde, y hacerse algunas preguntas a partir de eso, en la medida que puede ser ledo justamente como una advertencia oblicua pero no por eso menos contundente a eludir las recuperaciones histricas simplistas, las inconsistencias argumentativas descuidadas, los desbarrancamientos retricos sin brjula. Pero, tambin, porque no podemos dejar de preguntar si no ha habido siempre algo de desmesura, de osada imprudente en la la tradicin latinoamericanista; en otras palabras, si no est hecha justamente esta tradicin de cierto perenne, cautivante y desconcertante desborde retrico

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