historias de bandidoslija, y por último, lorza, mejor montado y bien ar-mado. habrían caminado...

20
VI HISTORIAS DE BANDIDOS Coincidió nuestro regreso a la .hacienda, después de uno de los viajes que de vez en cuando hacía la fa· milia a Guadala jara, con la ejecución de un crimen alevoso que conmovió hondamente a la sociedad valle· caucana: el asesinato del conductor de la correspon- dencia y de las encomiendas del correo del Pacífico, señor Teófilo Lorza. Este individuo era natural de Guadalajara; pertenecía a una familia honrada y, no obstante ser muy joven, se distinguía por la seriedad y excelencia de su conducta como servidor público. Ejercía el destino de correísta desde la adolescencia, y los administradores y contratistas del ramo se ha- bían mostrado siempre muy satisfechos con su mane- jo: Por lo demás, las aptitudes y honradez de Lorza en el desempeño del destino que servía a contenta· miento general, eran, en cierto modo, hereditarias. pues el padre del joven, anciano respetable y probo, a quien alcancé a conocer, ejerció por muchos años el mismo cargo, y nunca hubo necesidad de aperci- birlo con reconvenciones de ningún género. Todas las semanas hacía Teófilo el viaje desde Cali hasta Cartago, y viceversa; y algunas veces pres- taba el servicio extendiendo la correría a mayores distancias. En la ocasión en que fue víctima de la 'ace- chanza de un bandido perverso y audaz, se encamina- ba de Cali para Cartago y, ademá:; de la corresponden- cia ordinaria, conducía una suma de cierta considera-

Upload: others

Post on 18-Mar-2020

3 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Page 1: HISTORIAS DE BANDIDOSlija, y por último, Lorza, mejor montado y bien ar-mado. Habrían caminado cuatro o cinco cuadras por la amplia senda, medio sumergida a la sazón bajo las aguas

VI

HISTORIAS DE BANDIDOS

Coincidió nuestro regreso a la .hacienda, después deuno de los viajes que de vez en cuando hacía la fa·milia a Guadala jara, con la ejecución de un crimenalevoso que conmovió hondamente a la sociedad valle·caucana: el asesinato del conductor de la correspon-dencia y de las encomiendas del correo del Pacífico,señor Teófilo Lorza. Este individuo era natural deGuadalajara; pertenecía a una familia honrada y, noobstante ser muy joven, se distinguía por la seriedady excelencia de su conducta como servidor público.Ejercía el destino de correísta desde la adolescencia,y los administradores y contratistas del ramo se ha-bían mostrado siempre muy satisfechos con su mane-jo: Por lo demás, las aptitudes y honradez de Lorzaen el desempeño del destino que servía a contenta·miento general, eran, en cierto modo, hereditarias.pues el padre del joven, anciano respetable y probo,a quien alcancé a conocer, ejerció por muchos añosel mismo cargo, y nunca hubo necesidad de aperci-birlo con reconvenciones de ningún género.

Todas las semanas hacía Teófilo el viaje desdeCali hasta Cartago, y viceversa; y algunas veces pres-taba el servicio extendiendo la correría a mayoresdistancias. En la ocasión en que fue víctima de la 'ace-chanza de un bandido perverso y audaz, se encamina-ba de Cali para Cartago y, ademá:; de la corresponden-cia ordinaria, conducía una suma de cierta considera-

Page 2: HISTORIAS DE BANDIDOSlija, y por último, Lorza, mejor montado y bien ar-mado. Habrían caminado cuatro o cinco cuadras por la amplia senda, medio sumergida a la sazón bajo las aguas

LUCIANO RIVERA y GARRIDO

ción, remitida, quizás por algún comerciante de laprimera de esas ciudades, a Bogotá o a Medellín.

En el desempeño de su encargo de correísta, Lorzasalía de Cali todos los sábados, a las cuatro de latarde. Al llegar al sitio llamado "La Torre", en lasmárgenes del Cauca, pasaba el río en canoa, porqueentonces no existía allí la barca cautiva que presta hoytan importantes servicios a los transeúntes y trafican-tes de ambas orillas, y pernoctaba en una cabaña dela ribera derecha de la caudalosa arteria, para madru-gar mucho al día siguiente y proseguir la marcha.'

El día a que me refiero era un domingo. A las tresy media de la mañana despertó Lorza a un niño dedoce años que le servía de compañero en sus viajes.y a la luz clarísima de una magnífica luna de men-guante. requirieron las caballerías, que dormían enuna manga vecina; las aprestaron; desayunaron conchocolate, que el mismo niño preparó a la ligera, paraahorrar molestia en hora tan temprana a la dueña decasa, y emprendieron viaje. El niiio abría la marcha;a continuación seguía el caballo conductor de la va-lija, y por último, Lorza, mejor montado y bien ar-mado.

Habrían caminado cuatro o cinco cuadras por laamplia senda, medio sumergida a la sazón bajo lasaguas c.on que el río, fuera de' madre, inundaba losterrenos ribereños. sin que se oyese otro ruido en me-dio del solemne silencio de la selva, que el producidopor el andar de las caballerías, cuando advirtieron aotro viajero que, monlado en un buen caballo y ar-mado con una carabina que llevaba cruzada sobre elarzón, los seguía de cerca. La visible insistencia conque aquel hombre t,'l.lardaba cierta distancia, ~inaproximarse demasiado al correísta y a su compañero.acabó por despertar zozobra en el ánimo del último.que, en su condición de niño, se mostraba temerosode cuanto pudi~~ra motivar alarma. Por esto, aprove-ch? una vuelteCllla de la senda, que los ocultaba a lasrr,uradas del de5c~:mocido,y dijo a Lorza que le pare-na prudente depr que se adelantase algún trecho

Page 3: HISTORIAS DE BANDIDOSlija, y por último, Lorza, mejor montado y bien ar-mado. Habrían caminado cuatro o cinco cuadras por la amplia senda, medio sumergida a la sazón bajo las aguas

IMPRESIONES y RECUERDOS

aquel hombre. Como el individuo en cuestión era deuna apariencia mezquina, cosa que se advertía fácil-mente, pues la viva claridad de la luna, reflejada porlas aguas que cubrían el camino, permitía distinguirmuy bien los objetos, Lorza, de suyo animoso y des-preocupado, no dio importancia a lo que tomó por ~e.mores pueriles del nifio, y sin parar mientes en la SIn-gularidad de tan inusitada compafiía, prosiguió lamarcha en el mismo orden.

La fisonomía natural de la comarca que atraveia-ban los viajeros es de lo más agreste y solitario quepuede imaginarse, si bien de un aspecto majestuoso porlos grandes y selváticos rasgos que la caracterizan.Elevados bosques donde los burilicos y los chambim-bes a~ternan con espinos, higuerones, palobobos, to-tocales y otros gigantes del reino vegetal, al pie delos cuales, y agrupados en confuso enmarafiamiento,crecen las zarzas, los juncos, las cañas bravas y los arra-yanes, cubren una inmensa extensión de territorioentre las márgenes orientales del río Cauca y las llanu·ras centrales del Valle. En aquellos parajes desiertosla vegetación salvaje lo ha invadido todo, y la manodel hombre, en un país donde la población es todavía~scasa, deja inculta esas porciones de terreno feraz,t¡.lIe algún día se verán cubiertas por sementeras vac

liosas. A grandes distancias se encuentra una que otracabafia pajiza, medio ahogada entre la profusión deplantas vigorosas que por todas partes invaden losespacios o daros que el alto bosque deja libres; yapenas si de vez en cuando interrumpen el medrososilencio de la selva el golpe lejano del hacha de unlefiador, el ronco graznido de la garza al posarse conla lentitud de una pluma que cae, sobre un elevadocachimbo, o el ruido estruendoso que, al caer, produ-ce el árbol corpulento, descuajado por el huracán.

Se experimentan un sobresalto y un temor indefini·bIes cuando se atraviesan esas inmensas soledades, co-mo si al espíritu sobrecogiera vago presentimiento depeligros desconocidos; y esto sucede porque desde lostiempos más lejanos de la Colonia, los bosques de

Page 4: HISTORIAS DE BANDIDOSlija, y por último, Lorza, mejor montado y bien ar-mado. Habrían caminado cuatro o cinco cuadras por la amplia senda, medio sumergida a la sazón bajo las aguas

LUCIANO RIVERA y GARRIDO

"La Torre" han sido escogidos por malhechores cé-lebres como sitio adecuado por su lobreguez y aisla-miento para consumar depradaciones y crímenes, alabrigo de la impunidad con que tan 'solitarios parajesfacilitan los atentados y parecen favorecer la ejecuciónde siniestros propósitos.

En cierto punto del camino donde la selva,. de suyopavorosa hasta cuando el sol del medio día la alumbra.con su luz intensa, aparecía más medrosa, el descono-cido se adelantó algún tanto y pronto lo perdieron devista en un recodo de la vía, medio obstruído por tu-pido cañaveral. Habíase formado allí un profundobache, pues no obstante haber quedado atrás la zonainundada por los derrames periódicos del Cauca, comola estación de lluvias era muy rigurosa, a cada pasocruzaban la senda hondos tremedales; y precisamenteen aquel sitio se veían obligados los viandantes a des,viarse y cortar el cañaveral por una tangente que evita-ba el peligro de una caída que pudiera ser mortal. Co-mo todos los viajeros que transitaban por allí, Lorzaentró con su compañero en el atajo; y no había llegadoa la mitad del cañaveral cuando resonó una violentadetonación de arma de fuego que repitieron frago-rosos los ecos de la vasta selva; y el desventurado co-rreísta cayó del caballo, herido por una bala que en-tró por la espalda y salió encima de la tetilla izquierda,después de haber atravesado el corazón. La muertefue, pues, instantánea.

El asesino, que se había apostado en el barrizal pre-viendo el caso inevitable de que Lorza tomara por elsendero, y, aprovechando el momento preciso en queel correísta volvió la espalda, había disparado sobreél a quemarropa, puede decirse, avanzó velozmentepor entre las cañas y malezas, se interpuso delante delaterrado muchacho, que no acertaba a respirar siquie-ra, y sin parar mientes en el cadáver que, caliente aún.yacía atravesado sobre el camino, ni en el caballo deIJorza, tomó la brida del que conducía la valija y or-denó imperiosamente al niño que lo siguiera. Así seinternaron en el oscuro bosque; y cuando hubieron.

Page 5: HISTORIAS DE BANDIDOSlija, y por último, Lorza, mejor montado y bien ar-mado. Habrían caminado cuatro o cinco cuadras por la amplia senda, medio sumergida a la sazón bajo las aguas

IMPRESIONES y RECUERDOS

llegado a un reducido espacio desprovisto de árbolesy distante algunas cuadras de la vía pública, descargóla valija, que consistía entonces en dos cajones demadera, aforrados en vaqueta, con cerradura, los cua-les descerrajó con el machete que llevaba al cinto;sacó cuanto en ellos había, y esparciendo sobre elenyerbado suelo las cartas, pliegos e impresos, quejuzgó cosa inútil y comprometedora, guardó solamen·te los soles peruanos, de plata, y águilas de oro, ame-ricanas. Todo esto fue ejecutado en menos tiempodel que se necesita para referirlo. En seguida volvió amontar; hincó las espuelas en los ijares del caballo ypartió con celeridad, dejando allí, entontecido por eldolor y el espanto, al pobrecillo muchacho. Este salióde nuevo al camino público de una manera maquinal,y continuó la marcha hacia el pueblo del Cerrito, máscomo un sonámbulo que obedece a sugestión extraña,que como persona que gozara de la plenitud de susfacultades mentales.

Unos traficantes que habían madrugado mucho y sedirigían del Cerrito a la ciudad de Cali, fueron lasprimeras personas que tropezaron con el cadáver deldesgraciado Lorza, tendido aún en el atajo, como 10había dejado el cobarde asesino. El caballo, ensilladoaún, a fuer de ser muy manso, no se había escapado,y ramoneaba a corta distancia; y como a la sazón yahabía amanecido completamente, se dieron cuenta delas profundas huellas que la ejecución del delito dejgen ese sitio, pues por dondequiera se veían cañas yramas quebradas, y el suelo aparecía hollado por nu-merosas pisadas de caballos y cubierto a trechos pormanchas de sangre recién vertida.

Llenos de pavoroso asombro, aquellos transeúntescomprendieron al punto que se trataba de un crimenatroz; y animados por el loable propósito de contri-buir con sus oportunas informaciones al inmediatoesclarecimiento de un hecho inaudito como aquél,construyeron de prisa una parihuela, colocaron en ellael c~dáver tal como estaba, y regresaron con él alCernto.

Page 6: HISTORIAS DE BANDIDOSlija, y por último, Lorza, mejor montado y bien ar-mado. Habrían caminado cuatro o cinco cuadras por la amplia senda, medio sumergida a la sazón bajo las aguas

LUCIANO RIVERA y GARRIDO

"Fue terrible la conmoción que en ese pueblo, de

suyo honrado y pacífico, produjo el acontecimiento.Cuando las personas que conducían ~l cuerpo ~e Lor-za decidieron depositarlo en la iglesIa parroqmal, pa-ra que allí lo encontrara la primera autoridad. polí-tica del distrito, ausente por el momento en la cmdadde Guadalajara, una muchedumbre considerable se-guía el cortejo y colmaba la plaza, haciendo los másvariados comentarios acerca del siniestro suceso.

** *

Es el distrito del Cerrito una de las cuatro seccio-nes políticas en que ha estado dividida siempre laprovincia de Guadalajara, de la cual constituye laporción meridional. Denominada en un tiempo la ca-pital de esa jurisdicción, parroquia de Guzmán, enhonor de un sacerdote virtuosísimo, que fue cura deallí, o antonomásticamente, la parroquia, aquella lo-calidad, notable por lo extenso y pintoresco de losmagníficos panoramas que la rodean, terminados enabierta lontananza, hacia el oriente, por la majestuo-sa cordillera central; y encomiada por la riqueza delas haciendas ubicadas en sus contornos, tenía en esaépoca como primer funcionario del orden político alseñor Fortunato Cabal, muy joven entonces, miembro

. de una familia distinguida de la comarca y personameritoria por su cultura, integridad de carácter y ga-llarda presencia.

Salía de misa de once (1) el señor Cabal en aquelmismo día en Guadalajara, cuando una persona cono-cida, que entraba en ese momento a caballo en la po-blación, se acercó a él y le comunicó la noticia del -asesinato de Lorza, cometido en territorio de su ju-

(1) Dcnominábase aSl una misa rezada <jue. por fundaciónc:special, se decía todos los domin~os a las once de la mañana,en punto. Hace muchos años se extinguió esa piadosa costum-bre, muy socorrida, por cierto. para los campesinos que en aque-))os días ocurrían tarde a la ciudad.

Page 7: HISTORIAS DE BANDIDOSlija, y por último, Lorza, mejor montado y bien ar-mado. Habrían caminado cuatro o cinco cuadras por la amplia senda, medio sumergida a la sazón bajo las aguas

IMPRESIONES y RECUERDOS '13~

risdicción. Al tener conocimiento de tan grave suceso,el señor Cabal comprendió que de la actividad y dis-creción con que se procediera en el asunto depende-rían en gran part.e los resultados que se obtuvieran,de tal manera que aquel crimen no quedara sin cas-tigo. Estimulado por tales consideraciones, una horadespués salió de la ciudad y se dirigió al Cerrito, adonde llegó a las tres de la tarde, no obstante el malestado del camino.

H;,tsta ese momento nadie tenía sospechas en aquelpueblo de quién pudiera ser el asesino, pues el niñocompañero de Lorza llegó abrasado por una fiebreintensa, ~asi.demente y, por lo mismo, en incapacidadde contribUIr, por su parte; al esclarecimiento delmisterio. Además, el autor del crimen no había deja-do tras sí el más leve vestigio, la más insignificantehuella q~e pudiera delatado. En esa época lejana erade~conoCIdo entre nosotros el telégrafo y, por consi-gUIente, no había podido trasmitirse la voz de alarmaa las autoridades de las provincias vecinas.

Guiado el señor Cabal en la ocasión presente porun criterio acertado, prescindió en absoluto de fonna-lidades rituales, que en semejantes casos no sirvenmuchas veces sino para entrabar la acción del magis-trado, haciéndole perder un tiempo precioso, y resol-vió proceder solo y abstenerse del ostentoso aparatode las formalidades judiciales, decidido a obrar deacuerdo con las inspiraciones que las circunstanciasle sugirieran. Lo primero que hizo fue examinar cui-dadosamente la herida que causó la muerte de Lorza,para colegir de la naturaleza de ella cuál habría po-dido ser el calibre del arma de que se sirvió el asesino,para consumar el delito; y del detenido examen de es:l.importante particularidad, dedujo a ciencia cierta queuna carabina hz.bía sido el instrumento homicida.Aficionado al noble placer de la caza, y diestro en elmanejo de las armas de fuego, Lícil fue al señor Ca-bal puntualizar aquel detalle interesante que, a sudebido tiempo, tuvo 'considerable valor en el proceso.

Obtenido a(luel dato y dictadas las providencias.

Page 8: HISTORIAS DE BANDIDOSlija, y por último, Lorza, mejor montado y bien ar-mado. Habrían caminado cuatro o cinco cuadras por la amplia senda, medio sumergida a la sazón bajo las aguas

LUCIANO RIVERA y GARRIDO

~<:ol1venientesacerca de lo que debiera hacerse con elcadáver, previo el reconocimiento judicial, salió del'Cerrito y se encaminó a la hacienda de "La Merced",valiosa propiedad de su familia, inmediata al poblado,la cual se encontraba inhabitada a la sazón. Allí secontrajo durante la mayor parte de la noche a me-

,ditar en los medios más seguros y eficaces de descubriry aprehender al asesino; y el resultado de sus cavila-ciones le permitió combinar un plan que considerósuficientemente adecuado al logro de sus fines.

Esa misma noche hizo alistar el mejor de sus caba·Has; y a las tres de la mañana siguiente, armado conun par de pistolas que colocó en el arzón del galá-pago, y resuelto a no detenerse ni para tomar aliento,hasta tanto hubiese coronado felizmente su empresa,solo siempre y a muy buen paso, se dirigió al sitio pre·ciso donde se cometió el crimen, procurando llegardllá a la hora justa en que aquél se consumó. Allí sedetuvo el espacio de tiempo que estimó igual al quedebió de emplear el asesino en descerrajar la valija,esparcir la correspondencia y apoderarse del dinero.Inmediatamente regresó a todo el andar de su vigoro-so corcel por el camino público, en dirección al vadodel río Amaime; y al llegar a la primera casa que seencuentra a la salida del bosque, preguntó a la due-ña, una mulata de regular edad, que acababa de le·vantarse y estaba en el patio, ocupada en dar granoa las aves domésticas. .

-Señora, ¿oyó usted ayer la detonación del arma defuego con. que se presume fue asesinado el correístaLorza?

-Sí, señor, la oí, respondió la mujer.'-¿Quién fue la primera persona que pasó por aquí

u.~ corto rato después de que usted oyó esa detona-Clan? ..

-Señor, como un cuarto de hora después de que so-nó el tiro, pasó poi aquí, muy aprisa, un hombre mon-tado en un caballo castaño, no muy grande, pero síde buenos pasos. Ese hombre, señor, delgado de cueropo, bajito, blanco, algo pintado de cara te, con zama.

Page 9: HISTORIAS DE BANDIDOSlija, y por último, Lorza, mejor montado y bien ar-mado. Habrían caminado cuatro o cinco cuadras por la amplia senda, medio sumergida a la sazón bajo las aguas

IMPRESIONES y RECUERDOS

TraS de cuero de chivo y manta listada, a quien no.conocí, llevaba por delante una carabina y ...

El señor alcalde no quiso oír más, pues con aquelloera suficiente y le importaba no perder tiempo. Si·-guió la marcha con rapidez e hizo preguntas análogasa cuantas personas encontró levantadas en el caseríode Amaime. De todas ellas obtuvo respuestas más omenos semejantes.

A esa hora ya había amanecido completamente yla naturaleza se mostraba engalanada con todo el lujode colores, armonías y luz, propios de las auroras cau·,canas. Una vez que el señor Cabal hubo vadeado eltorren toso Amaime, cuyas agitadas corrientes van areunirse a corta distancia de aquel sitio con las ondastranquilas del ceniciento Cauca, le ocurrieron dudasacerca de la vía que hubiera escogido el crimina,l, puesse presentaban varias sendas a su vista; pero, obede-ciendo de improviso a una inspiración súbita, tomóla que conduce a Palmira, por la hacienda de "SanJerónimo". Al llegar a la casa de la estancia de unosagregados de esa propiedad, encontró una negra an-ciana que atendía a algunas ocupaciones domésticas,y la dijo, después de saludarla:

-Ayer debió de pasar por aquí, a esta misma hora,un hombre blanco, algo cara toso, montado en un ca-ballo castaño, muy andador, quien llevaba una cara·bina por delante: ¿lo vio usted? .. ¿Lo conoció? ..

-Sí, mi amo, tiene razón sumercé: ayer pasó poraquí a esta mesma hora un hombre de la laya del quesumercé pinta, y hasta lo saludé po el señó CayetanoGarcía, porque se me dio mucho aire a él. .. Pero,como iba a la veloz, ni me contestó. " ¡Sí, mi amol

(Después se supo que ese Cayetano García a quien.aludía la negra anciana, era primo hermano del ver-dadero asesino.)

El apellido de García suscitó en el señor Cabal lasospecha de que el matador de Lorza podría ser oriun-do de "Las Playas", "Pajonales" o "Santa Elena", ca-seríos situados en las hermosas y vastas llanuras quedemoran al pie de la cordillera central, en los cuales

Page 10: HISTORIAS DE BANDIDOSlija, y por último, Lorza, mejor montado y bien ar-mado. Habrían caminado cuatro o cinco cuadras por la amplia senda, medio sumergida a la sazón bajo las aguas

LUCIANO RIVERA y GARlUDO

abundan los individuos que llevan ese nombre de fa-milia. Por tal motivo, e inducido por ese nuevo eimportante dato, abandonó la vía que conduce a Pal-mira y siguió para "El Hatico", valiosa propiedad delos señores Molinas y Valenzuelas, donde lo informa-ron que a la misma hora había pasado por allí, el díaanterior, el hombre en cuestión, quien, sin acercarsea las habitaciones, prosiguió en derechura a la portadaque sirve de salida a la hacienda por el lado del ca-mino público que conduce del Cerrito al sur de la pro-vincia de Guadalajara.

Con aquel informe cobraron fuerza las sospechas delseñor Cabal, y continuó la marcha, sin encontrar ierviviente que pudiera darle luz sobre el asunto, hastallegar a las primeras casas de "Santa Elena". Al finse detuvo en la habitación de un individuo llamadoD. Angel García, en momentos en que su reloj seña-laba las nueve de la mañana.

Una vez en presencia del dueño de casa y cambiadoslos saludos de estilo entre personas conocidas,

--Señor García, díjole Cabal, ayer a las cuatro ymedia de la mañana se cometió un crimen horribleen los bosques de "La Torre"; un asesino cobarde yferoz quitó la vida al honrado Teófilo Lorza, correístade la línea del Pacífico, en momentos en que se diri-gía de Cali a Cartago, privando así a la sociedad del"lll miembro útil y dejando en la orfandad y la desola-ción a una familia desgraciada que tenía vinculadasen él todas sus esperanzas. En cumplimiento de mideber como primera autoridad de esta comarca, y co-mo ciudadano interesado en que la violación de lasleyes divinas y humanas no quede impune, me hejurado a mi mismo que no descansaré sino cuando ha-ya puesto la mano sobre el asesino; y como tengo evi··dencia de que piso las huellas que ese malhechor dejótras sí después de consumado el nefando delito, ruegoa usted que, por interés de la justicia, se sirva ayudar-me con sus indicaciones, para lo cual espero comienceusted por decirme si ayer pasó por aquí, o permane-<;ió en este lugar, un individuo del mísmo apellido

Page 11: HISTORIAS DE BANDIDOSlija, y por último, Lorza, mejor montado y bien ar-mado. Habrían caminado cuatro o cinco cuadras por la amplia senda, medio sumergida a la sazón bajo las aguas

IMPRESIONES y RECUERDOS 137

de usted, montado en un caballo castaño, con zama- .nos de piel de chivo y manta listada ...

A medida que el señor Cabal adelantaba su rela-ción, notábase creciente sorpresa en el semblante delhombre a quien hablaba.

-Señor alcalde, respondió D. Angel, sin poder disi-mular la fuerte emoción que lo embargaba: lo queusted me dice y la pregunta que me hace me sorpren-uen y alarman más allá de cuanto pudiera expresar austed; pero, ante la gravedad de sus afirmaciones, esimposible vacilar. Veo claramente que el hombre aquien usted busca no puede ser otro, por desgracia ypara eterna vergüenza de mi familia, sino mi sobrinoToribio García ... Al decirlo a usted obedezco al irre-sistible impulso de mi conciencia; y al aseverar1o, mefundo en primer lugar en que la filiación que ustedhace del sujeto a quien persigue corresponde exacta·mente con el aspecto y demás circustancias de T ori·bio; y el caballo de que usted habla no puede ser otrosino el de la madre de la joven con quien él vive, asícomo. de él son los zamarras y demás prendas que,según usted llevaba puestos ... Hace apenas una horaque Toribio se separó de mí, después de habermepagado el valor de ese caballo que ve usted atado altronco de aquel naranjo (y mostró un hermoso alazánque escarbaba el suelo, impacientc, en el sitio desig-nado). E~e muchacho, prosiguió D. Angel con acentode profundo pesar, tuvo la desgracia dc entregarse encuerpo y alma al funesto vicio del juego; pero, nocomo se quiera, sino con desesperación, con locura,r al fin quedó completamente arruinado, después deque tuvo una fortuna regular.' Hace ocho días no te-nía un solo centavo. .. Cuando me propuso comprapor. ese caballo, juzgué que se había armado con algu-na )u,garreta, y por eso entré cn negocio con él y lereClbl la plata. .. pcro ahora estoy persuadido de queese dinero es el fruto dc un crimen, y me quema lasmanos. .. ¡Voy a entregarlo a usted, señor alcalde!

y al proferir estas palabras, D. Angel entró en unapieza inmediata y un momento después volvió a salir

Page 12: HISTORIAS DE BANDIDOSlija, y por último, Lorza, mejor montado y bien ar-mado. Habrían caminado cuatro o cinco cuadras por la amplia senda, medio sumergida a la sazón bajo las aguas

LUCIANO RIVERA y GARRIDO

y entregó al señor Cabal cincuenta pesos en soles pe-ruanos; monedas de plata que, según lo especificabala planilla del administrador de correos de Cali, con-ducía Lorza, así como cinco águilas americanas, deoro, de a veinticinco pesos cada una.

De ese momento para adelante ya no vaciló el señorCabal en ninguno de sus procedimientos. Informósedel sitio donde se encontraba la casa de Toribio Gar-cía y se encaminó a ella solo, con el objeto de aprehen-derlo, si posible era. Desde una distancia considerable10 alcan~ a ver el malvado; y fuese que lo conocieray supiese que era el representante de la autoridad, oque punzado por los reproches de la conciencia adivi-nase que aquel caballero iba en persecución suya, es.lo cierto que huyó despavorido y se perdió de vistaen un bosque vccino. No obstante tal contrariedad.el señor Cabal se acercó a la casa, donde fue recibidopor una mujer entrada en años, a quien se unió po-cos momentos después una joven hermosa, acaso laamada de Toribio. Se desmontó, sentóse en el corre-dor y, trascurridos unos cortos instantes, pidió permi-so a la dueña de casa para efectuar un examen en elinterior de la habitación, diligencia que justificó ha-ciéndoles conocer su carácter de funcionario público.

Aunque con visible embarazo y haciendo de la ne-cesidad virtud, como suele decirse, las señoras se pres-taron a aquella exigencia, e inmediatamente e~ repre-sentante de la ley procedió a la investigación solicita-da, empIcando para ello las formas corteses del hombreeducado, y aun sirviéndose de la galantería como me-dio sugestivo, pues en tanto que practicaba la pesqui-sa, dirigía requiebros a la jovcn, los cuales contribu-yeron quizás, en gran parte, a que la visita diera co-mo resultado provechoso el hallazgo de la montura,los zamarros y la ropa de García, todo muy enlodado;el cuchillo con que forzó la valija, mellado en partes.y una porción considerable de los soles peruanos (sólose perdieron sesenta pesos). En la casa de un vecinofUe encontrada posteriormente la carabina que sirviópara consumar el crimen; e interrogado ese hombre

Page 13: HISTORIAS DE BANDIDOSlija, y por último, Lorza, mejor montado y bien ar-mado. Habrían caminado cuatro o cinco cuadras por la amplia senda, medio sumergida a la sazón bajo las aguas

IMPRESIONES y RECUERDOS

acerca de la razón por la cual el arma se hallaba allí,.dijo que porque le pertenecía, y que él la había pres-tado dos días antes a Toribio García, para que conella matase un venado que frecuentaba los alrededo-res, habiéndole sido devuelta al siguiente.

En el patio de la casa de la mujer con quien vivíaGarcía, encontró el señor Cabal el caballo que habíaservido a ese malvado para la siniestra expedición,sumamente enlodado aún, y tan molido y despeado,que no opuso la menor resistencia cuando procedió.a cogerlo.

Esa misma tarde remitió el señor Cabal al gober-nador de la provincia, que lo era el probo ciudadanodoctor Ramón Sanclemente, los objetos encontradosen casa de Toribio García, así como también hizo con-ducir a Guadalajara, con todas las consideracionesdebidas a su sexo, a la joven desgraciada con quienaquel hombre vivía. El señor Sanclemente había lle-gado al Cerrito el lunes muy temprano, con la mirade proceder, por su parte, a la investigación de loshechos relacionados con la muerte del desdichadoLorza.

El lunes terminó, pues, sin que se hubiera logradola captura de García, porque, con motivo de un in-forme aquivocado, el señor Cabal se dirigió a Palmiracon el fin de situar destacamentos en las diversas víasque cruzan la provincia y dar la filiación exacta delsindicado, quien, le afirmaron erróneamente, habíahuído con dirección a aquella ciudad. Como ese viajelo hizo en las primeras horas de una noche oscura ylluviosa y, además, el camino era Hna serie interrum-pida de barrizales y zanjas, no pudo ser tan rápido·como hubiera convenido en razón de las circunstan-cias.

El regreso a "Santa Elena" lo efectuó el señor Cabala las cuatro de la mafíana del martes, acompañado enesta vez por dos individuos emparentados con Garcíay con el mayor sigilo, como que p".ra el efecto oculta-ron las caballerías en un bosque vecino y se constitu-·

Page 14: HISTORIAS DE BANDIDOSlija, y por último, Lorza, mejor montado y bien ar-mado. Habrían caminado cuatro o cinco cuadras por la amplia senda, medio sumergida a la sazón bajo las aguas

LUCIANO RIVI!IlA y GARRIDO

yeron en espionaje, a corta distancia de la casa y d.esdeun punto conveniente.

Serían las cinco de la mañana y la festiva luz de laaurora llenaba de claridad y vida los lejanos horizon-tes, despertando las avecillas en la espesura de lasfrondas, cuando Cabal vio que por .encima de, ·unacerca de tejido, inmediata a la casa de García, asoma·ban las cabecitas de dos niños, como en actitud de·explorar las cercanías, y volvían a ocultarse. El señoralcalde dedujo de ese hecho que García permanecíaoculto en esos sitios y acechaba el momento oportunode entrar a su casa sin que nadie lo advirtiera, parasacar el dinero, fruto de su crimen, que él ignoraba't:stuviese ya en manos de la autoridad. Persuadido deque era aquélla la verdadera faz de la situación, llamóa sus compañeros y les dijo en voz muy baja:

-Mis amigos, Toribio García está oculto en el pla-tanar que vemos desde aquí, pues por encima de lacerca se asoman con frecuencia dos niños, hijos o alle-gados suyos, sin duda, quienes vigilan nuestros movi·mientas para comunicarlos a García cuando nos acer-quemos a la habitación, con lo cual le facilitarán lafuga definitiva. .. Si él no ha partido ya es porquepretende sacar el dinero robado al correísta, que su-pone guardado donde lo puso. Quiéranlo o no uste· ...des van a ayudarme a capturar a ese criminal, porquesólo a ustedes es dado hacerlo, una vez que su condi-ción de parientes, interesados en que los hech~ seaclaren 'de lIna manera indudable, por honor del ape-llido que llevan, les facilitará esa labor, en la cual,por otra parte, ustedes no hacen otra cosa que obe-decer al mandato de la autoridad.

Un momento después sacaron las caballerías delbosque donde las tenían escondidas: montaron y sa-lieron ostensibicmente en dirección al pueblo del Ce-nito, como para que Garda creyera que renunciabanal propósito de aprehenderlo, en vista de las dificul-tad~s que el hecho presentaba en apariencia. Al llegara CIerto punto, donde no podían ser observados desdela casa, devolvió el sefior Cabal a los dos individuos,

Page 15: HISTORIAS DE BANDIDOSlija, y por último, Lorza, mejor montado y bien ar-mado. Habrían caminado cuatro o cinco cuadras por la amplia senda, medio sumergida a la sazón bajo las aguas

IMPRESIONES y RECUERDOS

armándolos con las pistolas que llevaba consigo, y di-ciéndoles: .

-Usted, señor Crajales (aquel de los dos primos quepared a más audaz .y d~cid~~o), co~o pariente ~áscercano de Carda, tIene Illteres espeCIal en que la JUs-ticia descubra la verdad de este grave asunto y, porlo mismo, de usted no tendrá él desconfianza, regre-sará con el señor (y designó al otro joven), se acercaráa la casa con cierto aire de fingido recelo, como quienno quiere ser visto. Una vez allá, en presencia de To-ribio, le dirá en tono confidencial que el seí10r alcaldelos ha devuelto con motivo de que acaba de decirle unposta enviado por el gobernador de la provincia, queToribio ha tomado la vía de "Pavas" para dirigirse alpuerto de Buenaventura y huir al extranjero; y us-tedes quieren aprovechar esa coyuntura oportuna parafacilitarle la fuga sin pérdida de tiempo. ¿Meentien--de usted?

-Sí, señor alcalde, contestó Crajales.-El resto lo comprenden mejor ustedes. Una vez que

Carda consienta en seguirlos, lo conducen a mi pre-sencia, sin demora. Si sospechase el lazo y resistiese, .intimí<:lenlo con las armas que llevan consigo, y oblí-guenlo a que los acompañe.

No hubo necesidad de apelar a los medios extremos,pues el sencillo plan se ejeeutó fácilmente: Toribiodio crédito a las palabras de Crajales y se entregó sinresistencia a sus parientes, quienes lo condujeron sintardanza al sitio donde, oculto, los esperaba el repre-sentante de la autoridad. El aspecto de aquel misera-ble joven en el momento de presentarse ante el ma-gistrado inspiraba tanta repll~nallcia cnmo compasión:estaba pálido, y en su desfigurado semblante se retra-taba la imagen de su negro crimen con los terriblesrasgos del remordimiento y la desesperación.

A las diez de la maí1ana del mismo día el señor al-calde del distrito del Cerrito presentó el sindicado algobernador de la provincia, señor SancIemente, quien,como antes dije" esperaba desde la víspera en aquel

Page 16: HISTORIAS DE BANDIDOSlija, y por último, Lorza, mejor montado y bien ar-mado. Habrían caminado cuatro o cinco cuadras por la amplia senda, medio sumergida a la sazón bajo las aguas

LUCIANO RIVERA y GARRIDO

:pueblo el resultado de los esfuerzos de su animoso yavisado subalterno.

La causa se siguió activamente; y cumplidos con elmayor esmero todos los requisitos exigidos por la ley,Toribio García fue condenadO a la pena de muerteque, entonces como hoy, formaba parte de la legisla--eión de la república. No pudo alegar en defensa suyaninguna circunstancia que hubiera podido atenuar al-gún tanto la severidad del castigo inclinando lal ba-lanza de la justicia del lado de la misericordia.

La sentencia se ejecutó en la plaza de la ciudad dePalmira, por haber sido en el territorio de esa provin-cia donde se cometió el delito. Pocos momentos antesde ser fusilado, en presencia de numeroso concurso yprofundamente arrepentido, García puso en manos delseñor presbítero D. Pedro A. Holguín, sacerdote queauxilió al penado en sus últimos instantes, las águilasde oro, americanas, que había retenido ocultas en supoder hasta el momento postrero ..

** *

No sicmpre cscarmientan los malvados con los cas-tigos que la sociedad impone por medio de la ley paraenfrenarlos y prevenir la ejecución de nuevos y, aca-so, más espantosos crímenes. Me expreso así porque,no obstante el ejemplo dado con la muerte afrentosadel asesino de Teófiro Lorza, apenas habían trascurri-do tres o cuatro meses después de aquel lúgubre suce-so, cuando empezó a circular por las poblaciones y loscampos del Valle elel Cauca, el alarmante rumor deque una cuadrilla de salteadores, que tenía sus prin-cipales guaridas en los extensos e inextricables bosquesde "Yerba Rucia" y "El Ortigal", de siniestro renom-bre, asaltaba en horas avanzadas de la noche las casasde los hacendados, asesinaba a los moradores de ellasy r?baba cuanto al~~excitaba su coelicia. Decíase queel Jefe de esos forajIdos audaces era un mulato temi-ble, famoso por sus crímenes, especie de Fra-Diábolode color, que llevaba el apellido de Peñalorza. Agre-

Page 17: HISTORIAS DE BANDIDOSlija, y por último, Lorza, mejor montado y bien ar-mado. Habrían caminado cuatro o cinco cuadras por la amplia senda, medio sumergida a la sazón bajo las aguas

IMPRESIONES y RECUERDOS 145

gaban los decir es de las gentes, y en esto, contra la\ <:ostumbre, no se faltaba a la verdad, que para consu-

mar aquellos atentados, cuyos pormenores horroriza-ban, esos miserables se cubrían el rostro con máscarasnegras. Se hacía ascender el número de los bandidos.en lo cual tampoco se mentía, a más de cincuenta,armados todos hasta los dientes. Los habitantes esta-ban aterrados.

Llevado por la vehemencia de mi imaginación im-presionable, acogía todos esos rumores con la avidezdel miedo, y ya no hubo noche tranquila para mi áni-mo conturbado. Temblando me recogía desde muytemprano; y no bien cerraba los ojos, empezaban a~esfilar en mi mente, presa de angustiosa pesadilla, los<:uadros más espeluznantes de robo y de matanza, enlos cuales sobresalían las figuras de muchos hombresenmascarados. Bien se echaba de ver que aún no ha-bían desaparecido del todo de mi alterada fantasía lasquiméricas imágenes sugeridas por los dramas de laescuela sangrienta, que había visto representar enGuadalajara. .. Era, sobre todo, el peligro que pu-diera correr la vida de mi buena madre, lo que másme atormentaba en medio de esos terrores.

Para que el pánico producido por aquellos deciresllegara al colmo, pronto empezaron a ser comenta-dos en cuatro o cinco provincias a la redonda los por-menores de algunos crímenes atroces cometidos porPeñalorza y su banda. El primero de que se habló mu-cho fue el asesinato de un sacerdote anciano, muy vir-tuoso y respetable, el padre Granja, quien, en cum-plimiento de deberes relacionados con el ejercicio desu ministerio, se dirigía a un pu~blecillo lejano, de lajurisdicción eclesiástica de Palmira, en los momentosde su desgraciado encuentro con la cuadrilla de mal-hechores. Creyendo esos desalmados que el pobre clé-rigo llevaría algún dinero consigo, pues se sabía queera colector de limosnas para el sostenimiento del cul-to, lo acecharon en uno de los parajes más agrestes y'Solitarios de la vasta selva; lo detuvieron con palabrasgroseras; hiciéronlo desmontar y le intimaron que les

Page 18: HISTORIAS DE BANDIDOSlija, y por último, Lorza, mejor montado y bien ar-mado. Habrían caminado cuatro o cinco cuadras por la amplia senda, medio sumergida a la sazón bajo las aguas

LUCIANORIVERA y GARRIDO

entregase cuanto llevara. Como les contestase con te-merosa humildad que no tenía sobre sí sino un pe-queño crucifijo de cobre, colgado al cuello, se enfu·recieron los malvados y procedieron a registrar sus.mal provistas alforjas de religioso-mendigo, así comolos exhaustos bolsillos de su raída sotana. Nada enconotraron en ellos, por lo cual lo ultrajaron abofeteándo-lo; y acaso iban a dejarlo con vida, cuando, por desdi-cha suya, se soltaron los cordones que sujeta:ban lamáscara de Peñalorza, y el bandido, viéndose recono- ,cido, dio en tierra con el pobre hombre y lo acribilló·a cuchilladas, no obstante implorar clemencia la des··venturada víctima, invocando en defensa suya el ca-rácter sagrado de que estaba investido, como si paraaquellos perversos hubiera podido existir algo res-petable.

Ese acontecimiento, insólito en los anales del crimenen el Valle del Cauca, por lo que se rdiere a la cali-dad de la víctima, produjo una alarma indecible; pe~ro, a pesar de las activas diligencias que practicó laautoridad, Peñalorza' y sus principales tenientes esca-paron por el momento a la acción de la justicia. ¡En:el reloj de la vida de esos hombres funestos no habíasonado aún la hora de la expiación!

No había trascurrido mucho tiempo después de laejecución del horrible crimen de que fue víctima eldesdichado padre Granja, cuando circuló con celeri-dad verdaderamente eléctrica por todo el Valle la ate-nadara .oticia del asesinato alevoso y cruel del señorCayetano Escobar, persona distinguida de la provin-cia de Palmira y propietario acaudalado de esa comar·ca. Una partida de bandoleros enmascarados asaltóen las primeras horas de una noche oscura y lluviosa,la casa de "La Aurora", hacienda de aquel señor; des-cerrajó las puertas; y en seguida, no obstante la enér·gica defensa opuesta por los agredidos desde la puerta-ventana de una habitación interior donde se encerra-ron cuando sintieron a los asesinos, dio muerte alseñor Escobar e hirió a un joven hijo suyo y a unsirviente de la finca. Se refiere que el jefe de familia

Page 19: HISTORIAS DE BANDIDOSlija, y por último, Lorza, mejor montado y bien ar-mado. Habrían caminado cuatro o cinco cuadras por la amplia senda, medio sumergida a la sazón bajo las aguas

IMPRESIONES y RECUERDOS 145

6YÓ llorar a uno de los niños, que quedó afuera cuan·do las personas mayores, con la precipitación consi-guiente al sobresalto, se encerraron en la pieza desdedonde hacían fuego sobre los asaltantes; y no pu-diendo resistir aquel caballero a la punzante angustiaque el incidente producía en su corazón de padre, ce-dió al anhelo natural de salvar la criatura a cualquiercosta: salió, y fue sacrificado cobardemente por lo!>facinerosos. .. Las señoras de la casa y las sirvientashuyeron desaladas a un bosque inmediato, y fue deesa manera como escaparon 'a los ultrajes de los fora-jidos, en momentos en que éstos se entregaban a unverdadero saqueo, consumado el cual abandonaron lacasa, dejando tras sí un reguero de sangre y cargado!>con rico botín, fruto ele su infame delito.

Conmovida extraordinariamente la opinión públicapor la repetición de hechos tan alarmantes, que reves-tían un caráct~r de audacia y atrocidad sin ejemploen el país, los ciudadanos más conspicuos del Valleexcitaron de un modo serio a las autoridades para quehicieran sentir su acción enérgica y eficaz en defensade la sociedad gravemente amenazada. Con este mo-tivo se organizó un cuerpo de fuerza militar, con elcual se efectuó una verdadera batida en las intrinca-das seÍvas de "Yerba Rucia","Monte Oscuro", "El Gua-chal", "La Torre" y otros sitios, célebres todos en losanales del crimen; algunos de los principales ejecuto-res del feroz atentado cometido en la hacienda delseñor Escobar flleran capturados; y, previo el segui-miento de los respectivos juicios, expiaron sus delitos.en un patíbulo, en la plaza de Palmira. Entre ellosse contó el famoso Joaquín Peña Arango (alias Ange-lito), temible bandido a quien se atribuyó personal.mente, con pruebas irrefragables, la muerte del des-venturado propietado, señor Escobar. Peñalorza, elterrible asesino, jefe de bandidos, de quien se dicetenía tan bien organizada su cuadrilla, que concedíagrados y hasta se daba el lujo de un secretario, paracomunicarse con otros cabecillas de salteadores y tras-

1-7

Page 20: HISTORIAS DE BANDIDOSlija, y por último, Lorza, mejor montado y bien ar-mado. Habrían caminado cuatro o cinco cuadras por la amplia senda, medio sumergida a la sazón bajo las aguas

LUClANO RIVERA y GAKRIDO

mitir1es planes de operaciones, escapó entonces, ~a-cías a prodigios de malicia y audacia; pero como lajusticia divina alcanza a la corta o a la larga a aque-llos sobre quienes fija su mirada inexorable, aleabode algunos años Darío Mazuera, célebre personajepolítico que figuró en el Cauea durante ese períodode nuestra historia contemporánea que se ha llamadola reacción conservadora de 1861, y sirvió la goberna-ción de la importante provincia de Palmira, logró ha·cerse a él, tomándolo prisionero en una escaramuza.de poca monta; y después de un breve juicio militar,lo fusiló.

Refiere la tradición que, habiendo sido sepultadoPefialorza en un llano, lejos del lugar sagrado, porpesar sobre él excomunión mayor como asesino de8acerdote, al día siguiente se vio con sorpresa que lamano derecha del matador del padre Granja surgíade entre la tierra recién removida que cubría la sepul-tura, y señalaba al cielo con el índice, "como paraproclamar, agregaban las gentes sencillas, que la justi-cia de Di05 quedaba satisfecha". Si non e vero ... ~..