historia social y política

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Licenciatura en Lengua y Literatura Historia social y política latinoamericana Francisco Ramírez Informe No 1 A partir de lo que se señala en los textos de Ángel Rama y José Luis Romero, comenta la siguiente cita, considerando las nuevas dimensiones políticas y culturales que emergen a partir del proceso de modernización de las ciudades y sociedades latinoamericanas a finales del siglo XIX. La letra apareció como la palanca del ascenso social, de la respetabilidad pública y de la incorporación a los centros de poder; pero también, en un grado que no había sido conocido por la historia secular del continente, de una relativa autonomía respecto a ellos, sostenida por la pluralidad de centros económicos que generaba la sociedad burguesa en desarrollo (Ángel Rama, 103) La cita de Ángel Rama, en mí opinión, señala al menos dos conceptos fundamentales para entender el rol de la letra en el proyecto modernizador de Latinoamérica. Estos son: (i) pluralización y (ii) disidencia. La función letrada moderna, desde esta perspectiva, se puede caracterizar (i) a partir de la diversificación del espacio urbano, los centros económicos y las relaciones ideológicas; procesos que sustentan la idea de una letra “como palanca”, es decir, como instrumento para el “ascenso social” o la “respetabilidad pública”. Ahora bien, dentro de los variados usos que ejerce, el más llamativo -a mí juicio- se encuentra en la posibilidad de “incorporación a

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El presente trabajo, esboza una mirada histrica sobre El Hombre de arena de E

Licenciatura en Lengua y Literatura

Historia social y poltica latinoamericanaFrancisco RamrezInforme No 1A partir de lo que se seala en los textos de ngel Rama y Jos Luis Romero, comenta la siguiente cita, considerando las nuevas dimensiones polticas y culturales que emergen a partir del proceso de modernizacin de las ciudades y sociedades latinoamericanas a finales del siglo XIX.

La letra apareci como la palanca del ascenso social, de la respetabilidad pblica y de la incorporacin a los centros de poder; pero tambin, en un grado que no haba sido conocido por la historia secular del continente, de una relativa autonoma respecto a ellos, sostenida por la pluralidad de centros econmicos que generaba la sociedad burguesa en desarrollo (ngel Rama, 103)La cita de ngel Rama, en m opinin, seala al menos dos conceptos fundamentales para entender el rol de la letra en el proyecto modernizador de Latinoamrica. Estos son: (i) pluralizacin y (ii) disidencia. La funcin letrada moderna, desde esta perspectiva, se puede caracterizar (i) a partir de la diversificacin del espacio urbano, los centros econmicos y las relaciones ideolgicas; procesos que sustentan la idea de una letra como palanca, es decir, como instrumento para el ascenso social o la respetabilidad pblica. Ahora bien, dentro de los variados usos que ejerce, el ms llamativo -a m juicio- se encuentra en la posibilidad de incorporacin a los centros de poder, seguido de una relativa autonoma respecto a ellos. Esta aparente contradiccin corresponde al segundo concepto (ii) y, al mismo tiempo, sugiere la pregunta por aquel sujeto que parece estar implcito en el prrafo. En otras palabras quin o qu es lo que se incorpora y se excluye; aquello que, en suma, transita de forma ambivalente? A esto, considerando la lectura de ngel Rama y Jos Luis Romero, lo llamaremos nuevo intelectual o nueva intelectualidad. Mi propsito en el siguiente ensayo ser (i) contextualizar histricamente el perodo del cambio de siglo (XIX-XX) y los acontecimientos que dan origen a este momento de pluralizacin, y (ii) definir a esta individualidad que se desenvuelve en la nueva ciudad fsica y la nueva ciudad letrada.

Los cambios en las ciudades, tanto en su fisionoma como en las estructuras sociales que integran y producen, son resultado, y sntoma al mismo tiempo, de un proyecto vertiginoso, un torbellino de actividad (249), asentado en las nociones de eficacia y progreso. La palabra torbellino parece adecuada para completar una imagen del nuevo espacio, vale decir, de este trnsito de "la gran aldea" hacia un conglomerado heterogneo y confuso (260) donde surgen y conviven grupos ya no sujetos, necesariamente, al viejo patriciado. Este panorama tan disperso, causante de la autonoma respecto al viejo orden, es posible, fundamentalmente, por la movilidad social que proponen las nuevas burguesas, pues bien, donde haba un sitio preestablecido para cada uno, comenz a aparecer una ola de aspirantes a cada lugar (259). Dicha aspiracin por el ascenso social, sostenida en la eficiencia del trabajo, permitir, entonces, abrir nuevos canales para la inclusin de estratos medios y populares en el plano urbano, ahora ms fluido y accesible en cuanto a la adquisicin de bienes y el ejercicio de cierto poder (268). La ampliacin de las fronteras culturales da pie a una renovacin en los usos y las costumbres, cuyo impacto suscitar nuevas tensiones entre lo viejo y lo nuevo; entre dos mundos que se separaban, uno moderno y otro colonial, pero que coexistan. En este sentido, la reconstruccin de las sociedades, adems de discursiva, se observa en la apariencia fsica:Las nuevas burguesas se avergonzaban de la humildad del aire colonial que conservaba el centro de la ciudad y, donde pudieron, trataron de transformarlo, sin vacilar, en algunos casos, en demoler algunos sectores cargados de tradicin. La demolicin de lo viejo para dar paso a un nuevo trazado urbano (...) se transform en una aspiracin que pareca resumir el supremo triunfo del progreso (275). En rigor, no debemos separar discurso y materialidad. Esta reconstruccin deliberada es, esencialmente, una actividad ideolgica. Ahora, el impulso de aquella proviene de la importacin de un nuevo estilo de vida, arrastrado por el flujo de las comodidades y los placeres (282), cuyo origen radica en la imitacin ostentosa del mundo europeo. Si bien las concepciones sobre el gusto y la reproduccin de modelos forneos varan con el tiempo (sobre todo luego de la primera guerra mundial), resulta importante observar cmo se establece un nuevo tablero, o pirmide si se quiere, encabezado por esta nueva burguesa cosmopolita y opuesta a las costumbres provincianas. De este grupo, justamente, surgirn nuevos intelectuales interesados en las ciencias sociales de corte positivista y con una funcionalidad doctrinaria volcada hacia el progreso material, [y] orientada por una filosofa del xito (290). Artistas y poetas captarn esta nueva sensibilidad: la de los exquisitos, a quienes seduca el mundo refinado del lujo y, a veces, el refinado lujo del poder (dem). Valdra la pena preguntar si no es este positivismo, en parte, lo que da pie a la aparicin de conglomerados y peridicos liberales, socialistas y anarquistas en Latinoamrica; ideas que sern la base poltica de los sectores medios y populares, sustancialmente opuestos a las esferas hegemnicas luego de la transformacin econmica en las ciudades. En cualquier caso, lo concreto es el marcado inters por las letras que mostrarn las clases emergentes, distante eso s al mero esnobismo hasta entonces dominante en las tertulias y clubes de la elite:

Caracterizaba a esas clases [las clases medias] su decidido inters por mejorar su preparacin educacional y cultural. Muchos de sus miembros empezaron a leer libros, pero no para distraerse, como hacan frecuentemente los de las clases altas, sino para aprender, para adquirir "conocimientos tiles" y para compenetrarse de las "ideas modernas", relacionadas con la ciencia, la sociedad y la poltica (295). El resultado es la agitacin. La heterogeneidad en las relaciones adquiere esta nueva arista, de modo tal que las nuevas multitudes urbanas que aspiraban a participar en la vida poltica reflejaban, en su composicin, el cambio que se haba operado en muchas ciudades (294). Surge, de esta forma, un nuevo hombre de letras, menos esteticista y ms militante (dem) ante los abusivos privilegios de los letrados artificiales, acadmicos y universitarios, que formulan las leyes y cubren de dorados la realidad (Rama 61). El pensador crtico que enfrenta a este letrado tradicional, se sita desde la marginalidad y frecuenta otros lugares: cafs, talleres, tertulias artsticas y literarias. No obstante, la bohemia es aparente. A pesar de rechazar cierto orden de valores e ideas consagradas, sus miembros proclaman, entre lneas, un discurso que apunta al seno de las nuevas burguesas (290); compartan lo que pudiera llamarse sus sanos principios (dem). En otros trminos, la nueva intelectualidadBuscar abarcar las demandas de los estratos bajos, fundamentalmente urbanos, de la sociedad, aunque ambicionando, obsesivamente, infiltrarse en el poder central pues en definitiva se lo sigui viendo como el dispensador de derechos, jerarquas y bienes (Rama 63). Durante el proceso de modernizacin, las actividades intelectuales aumentan. reas como el periodismo, la educacin y la diplomacia comienzan a crecer, y con ello, crece tambin el nmero de pensadores. La influencia de la tradicin, primero, a travs de las ideas ilustradas que acompaaron el desarrollo industrial, y luego, con el positivismo que proclama la especificidad de las ciencias y la eficacia de los especialistas, no debera sorprendernos que, en los siglos XIX y XX, la letra funcione como un instrumento ms, siendo pedagogos, periodistas o abogados, los especialistas en el manejo de los signos. Bibliografa

Hoffmann, E.T.A. El hombre de la arena. Disponible en http://ciudadseva.com/textos/cuentos/ale/hoffmann/etah.htm Merino, Mireya Fernndez. "El hombre de la arena o la metfora de la incertidumbre."Actual Investigacin45 (2011): 121-136.Tras, Eugenio. Lo bello y lo siniestro. Barcelona: Ariel, 2006.