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HISTORIA REGIONAL Tesina para la obtención del derecho al examen final de Historia Regional Influencia de la Inmigración Italiana en la construcción de identidad de la Provincia Guido Rodolfo Sosa

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HISTORIA REGIONAL

Tesina para la obtención del derecho al examen final de

Historia Regional

Influencia de la Inmigración Italiana en la construcción de identidad de la

Provincia

Guido Rodolfo Sosa

Desde distintas perspectivas se ha desarrollado un creciente interés por el estudio de los grupos étnicos que integraron la corriente de inmigración masiva a la Argentina, lo cual hace a la comprensión de la historia de nuestra población, a la exploración de nuestras raíces y a los intentos de entender la conformación de nuestra particular identidad nacional. El impacto social, cultural y las cuestiones relacionadas con el grado de integración con la sociedad.

La influencia de las inmigraciones en nuestra cultura popular nos ha dado una identidad mitad propia, mitad adquirida. Cómo hemos estudiado en nuestro país, tanto las grandes ciudades cómo el interior, creció y tuvo su influencia gracias a la corrientes inmigratorias, que no solo aportaron su trabajo sino también su cultura y su lenguaje, por eso, quizás nos cuesta hablar de una Identidad Argentina, cuando en realidad somos una mezcla de culturas adquiridas por las inmigraciones. Cada comunidad de extranjeros trajo sus costumbres, ritos, lenguas y se fueron mezclando con el criollo, cuya lengua materna era el español, tal vez por eso los inmigrantes españoles que entraron al país a principio de siglo pasaron desapercibidos o los cambios no fueron muchos, pero la inmigración italiana dejó huellas en nuestras costumbres y en el lenguaje.

El propósito de este trabajo es la de establecer un marco general de relaciones en cuanto a algunos temas referidos principalmente a esta población y a los cambios provocados en el interior de la provincia. Me guía el objetivo de indagar la real influencia de la población italiana en la construcción de la identidad de la población argentina. O mejor dicho su contribución a la identidad de la sociedad tucumana.

En este trabajo se mostrará cómo esas personas pasivas y trabajadoras influyeron tanto en nuestra identidad nacional como en la provincial principalmente.

INTRODUCCION

A mediados del siglo pasado, la República Argentina contaba con una gran extensión de tierra y escasos habitantes, por este motivo es que se fomenta la inmigración a nuestro país, prometiendo tierra y trabajo, según reza el Preámbulo de la constitución de 1853, “Para todos los hombres del mundo que quiera habitar en el suelo argentino”.

Atraídos por esta oportunidad llegan los primeros extranjeros, dejando atrás en la vieja Europa, el hambre, la guerra y las presiones políticas.

Para poder analizar mejor el flujo inmigratorio debemos hacer una división de las etapas migratorias.

*1ª etapa: Comienza a fines del siglo XIX, (1880), y se extiende hasta 1914 aproximadamente.

*2ª etapa: Desde el principio de la década del ’20 hasta mediados de la década del ’30, se la denominó la inmigración de “Entre-guerra”.

*3ª etapa: Después de la 2ª Guerra Mundial.

La inmigración intensiva se inició con la presidencia de Mitre, entre 1862 y 1868, en ese período llegaron al país 100.549 inmigrantes, pero recién a partir de la presidencia de Nicolás Avellaneda existe un desenvolvimiento coherente y racional de los inmigrantes, que eran contratados, desde su lugar de origen antes de partir hacia estas nuevas tierras.

La Ley de Inmigración, conocida como Ley Avellaneda le da un tono jurídico, agrupando en una sola Ley todos los anteriores decretos existentes y establece un Departamento General de Inmigración, que dirigiera, organizara y distribuyera la gran masa de inmigrantes que llegaban al país. Se sancionaron las primeras leyes sobre tierras públicas para facilitar el asentamiento de extranjeros, formando colonias agrícolas.

Entre 1880 y 1913 ingresaron al país 2.362.735 extranjeros, de los cuales el 48% pertenecían a la nacionalidad Italiana, un 35% a la española y el resto estaba dividido entre franceses, ingleses, alemanes y suizos. Estos nuevos ciudadanos, especialmente los de origen Italiano se establecieron en el campo donde se fundaron colonias agrícolas especialmente en Córdoba y Santa Fe, dando cómo ejemplo, San Francisco, Colonia Caroya, en Córdoba y Esperanza en Santa Fe.

En la primera década del siglo, debemos contar a los inmigrantes golondrinas, compuesto por jornaleros europeos que llegaban al país en los meses de octubre, noviembre y diciembre, con el objetivo de trabajar en las cosechas, ahorrar lo máximo, en base a grandes privaciones volviendo a su patria en los meses de mayo y junio, con el dinero ganado.

Durante los años que duró la Primera Guerra Mundial, el flujo de inmigrantes se redujo, con un saldo negativo. La desocupación y los problemas sociales que ocurrían en el País, motivó a que muchos inmigrantes retomaran a su patria, pero con el objetivo de volver a trabajar en la Argentina.

RESEÑA HISTORICA

Finalizada la Primera Guerra Mundial se restablece la corriente inmigratoria, aunque no firmemente durante los primeros años debido a la crisis de la posguerra que lógicamente afecta también a nuestro País, pero a esta causa habría que agregarle otra, la elevación del costo en los pasajes de ultramar.

Recién en 1923, la inmigración alcanza un nivel equivalente al de los años de la preguerra, que se extiende hasta 1927, debido al notable mejoramiento de las condiciones económicas existentes en el País. Entre 1920 y 1930 llegaron al país 908.000 personas, amparados en la constitución de las provincias que reconocían la necesidad urgente de poblar el interior del país, estos nuevos inmigrantes debían ser agricultores, las provincias le facilitaban la adquisición del terreno en un precio fijo para el cultivo de cereales.

La inmigración de la Entre-guerra fue desde un principio organizada y dirigida a un sector de la población europea, se les abría las puertas del país, con el objetivo de trabajar el campo ya que los antiguos inmigrantes dueños de las tierras, cambiaban la rústica vida del campo por la moderna vida en la ciudad.

El año 1930 comenzó con una gran crisis mundial que afectaría el ingreso de inmigrantes al territorio, que disminuyeron considerablemente, los escasos extranjeros que ingresaban al país ya no pertenecían a los países latinos en su mayoría sino que comenzaron a ingresar alemanes, rusos y polacos. En su mayoría escapaban de una pronta guerra que se estaba gestando en Europa, entre estos inmigrantes, llegaban los judíos, que huían de las represiones de Hitler.

El tercer y último período de las inmigraciones en la Argentina fue posterior a la Segunda Guerra Mundial, desde 1945 hasta 1952 llegaron extranjeros en un promedio de 110.000 personas por año, provenientes en su mayoría de Europa Central, (alemanes, rusos, polacos, ucranianos, yugoslavos, armenios...).

Desde 1952 hasta nuestros días, el país siguió recibiendo inmigrantes pero no en la cantidad de los periodos anteriores. El origen de estos extranjeros, a variado, en los últimos años, ya se habla de inmigraciones de países limítrofes y de orientales.

En cifras se puede decir que en el período que va desde el año 1850, que comenzaron a llegar los primeros inmigrantes, hasta el 2000, es decir 150 años , la República Argentina recibió a más de 7.000.000 de extranjeros.

Corría el año ´20, Italia estaba pasando por un mal momento, habían ganado la guerra, pero se encontraba en una situación económica muy mala, el desempleo era moneda corriente, los pocos afortunados que tenían trabajo su sueldo era escaso, apenas alcanzaba para subsistir, y para peor de los males la situación política estaba en crisis, así comenzaba la década Italia

Italianos45%

Españoles33%

Franceses3%

Rusos2%

Alemanes3%

Polacos2%

Otros12%

Inmigrantes 1920

Los italianos, veían con tristeza que el país no le ofrecía seguridad económica ni social, el trabajo era escaso y una lucha interna se estaba gestando; las ideas comunistas influían en el malestar de la gente. Un hombre, parecía tener la solución para sus males, Benito Mussolini, conocido como “Il Duce”, quien tenía como objetivo, terminar con el avance del comunismo en Italia y unificar el país.

Lo que al principio fue una solución para los habitantes de Italia terminó siendo la causa de su éxodo, para explicarlo mejor, podemos decir que los métodos utilizados por Mussolini no fueron ortodoxos, y los que no compartían sus ideas “Fascista” cómo se las denominaban, eran duramente castigados.

Las consecuencias de la Primera Guerra cómo la escasez de alimento y la falta de trabajo, el peligro de una Segunda Guerra, que ya se hablaba, y el Fascismo de Mussolini, fueron las causas para que los italianos emigraran hacia otros horizontes, cruzaran el océano en busca de la quimera, de las tierras para trabajar, donde abundaba la comida, y los “camisa negras” el ejército de Mussolini no los alcanzaran.

ORIGEN DE LOS INMIGRANTES ITALIANOS

Salir del país no era cosa fácil, se debía obtener toda la documentación, en lo posible saber el lugar de destino, en su mayoría ya tenían una persona conocida o Un pariente que los esperara al final del viaje. Algunos jefes de familia, viajaban primero para ir buscando un lugar para establecerse, trabajar y ahorrar lo suficiente para enviar por el resto de la familia; otros más afortunados, podían costearse el pasaje y viajar junto a los suyos.

El segundo paso de todo emigrante era conseguir un “Vettore”, es decir una persona que les suministrada los pasajes en barco, se viajaba en 3º clase, o la conocida cómo clase turística, los preparativos para el viaje no eran muchos, se vendía lo poco que se tenía, se preparaban las valijas se debía tener en cuenta con la ropa, ya que el tiempo en la Argentina era opuesto al tiempo de Italia. En las valijas aparte de la ropa, se traía algún recuerdo, cómo un adorno o una estatua religiosa para que los bendijera durante su viaje, y les recordada su lejana tierra que estaban a punto de partir. Italia ya era un punto lejano, vista desde el barco, donde debían pasar varios días, que con riguroso criterio moral dividía a la familia durante su travesía, las mujeres con sus hijos pequeños en el sector femenino, y los hombres con los hijos varones mayores en el masculino, los días pasan y por fin divisan las tierras del país donde van hacer cobijados, el país donde sus sueños y esperanzas se van a cumplir.

Bajan del barco esperando encontrar los verdes campos, pero todavía el final del camino no ha llegado, primero deben pasar uno días en el Hotel del Inmigrante, allí se los documentan cómo ingresados al país, allí deben esperar a que un tren los lleve al lugar elegido.

Cruzan medio país, y llegan a su destino final, donde los espera una nueva vida, un nuevo futuro para ellos y para sus hijos, la lucha no había terminado, debían continuarla para poder progresar. Se encontraron con un país que ofrecía oportunidades a los extranjeros, pero que debían ganársela, día a día. Los inmigrantes que llegaron en la década del 20 y fueron a vivir al campo, en poco tiempo se ubicaron en la capital, o en las ciudades del interior

Los italianos tenían un estilo de vida que asombraba a los criollos, eran trabajadores, honrados, todos sus actos lo realizaban con el deseo de lograr el bienestar, basándose en el ahorro, llevaban una vida austera sin sobresaltos, sus anhelos eran tener una casa propia y una independencia económica. A sus hijos se les inculcaba la austeridad, la constancia en el esfuerzo y sobretodo que supieran que el derroche y la pereza no eran buenos amigos.

Esta segunda inmigración, no se diferenció de la anterior en lo referido a su constancia hacia el trabajo, a su predisposición de adaptarse a un país que los acepto cómo sus hijos, pero podemos decir que la influencia que comenzó con los primeros inmigrantes, estos últimos la afianzaron.

En Tucumán el volumen de extranjeros ingresados fue minoritario en comparación con los volúmenes registrados en el Litoral y Centro del país, esta minoría ha mostrado amplia participación en el desarrollo económico y cultural del territorio tucumano.

Asimismo, un rasgo relevante de esta corriente inmigratoria fue la destacada participación cuantitativa que tuvo la nacionalidad italiana dentro del conjunto poblacional movilizado. Tal como lo indica Ortiz de D’Arterio, en el período 1906- 1914 se produjo el ingreso masivo de inmigrantes en el territorio tucumano, prevaleciendo dentro del grupo de extranjeros la nacionalidad italiana y española. En este contexto el territorio luleño acogió un volumen significativo de italianos. Así, al considerar la distribución de éstos en el territorio provincial advertimos que la ciudad de San Miguel de Tucumán fue el núcleo de atracción prioritario, pues en 1914, sobre un total aproximado de 6.500 italianos residentes en la provincia, ella concentraba el 54%, mientras que el resto (46 %) se distribuía en los centros urbanos del interior y en sus respectivas áreas de campaña. Salvando esta gran concentración, observados también que el Segundo Distrito del Departamento Famaillá constituyó un importante centro receptor de esta nacionalidad, pues agrupó para esa misma fecha el 29% de los italianos residentes en la provincia y el 67% de los localizados en el interior (Cuadro 1).

Otro hecho llamativo que se desprende del cuadro anterior es que dentro del Distrito, la Villa de San Isidro de Lules y su área rural circundante ubicó el 42% de los inmigrantes italianos de toda la jurisdicción. Además, sobre el conjunto de extranjeros residentes la

SIGLO XIX Y XX LLEGADA DE ITALIANOS A TUCUMAN

nacionalidad italiana aparece como la más destacada, pues representaba más del 70% (Anuario Estadístico, 1910).

Por otra parte, con el análisis de las entrevistas realizadas y los datos extraídos de las actas matrimoniales del Registro Civil (R.C.) se pudo determinar con mayor detalle la procedencia de la población italiana. El mayor aporte lo ha proporcionado la Italia insular; pues según la muestra del R.C., los sicilianos representaban el 45% del total residente, le seguía el grupo de la región de Sardegna, Campania y Calabria con el 13%, 11% y 10% respectivamente. Además, dentro de Sicilia la provincia de Siracusa, junto con la comuna de Floridia, aparece como principales centros expulsores. En líneas generales se trató principalmente de una migración de agricultores, jornaleros y trabajadores rurales procedentes del “deprimido“ espacio agrario del Mezzogiorno, donde la indigencia, el atraso, el elevado números de analfabetos y los bajos ingresos de los habitantes constituían los caracteres de la crítica situación socioeconómica de esta región

La vida en el campo fue ardua y dura, pero ello no conocieron la fatiga, no había tiempo para el recuerdo ni la pena, debían sembrar y cosechar, levantar el techo que los cobijara y criar los hijos en esta nueva tierra.

Un rasgo significativo de la economía tucumana, hacia fines de la década de 1870, fue el desarrollo y consolidación de la producción azucarera. En efecto, entre fines del XIX y principios del XX, el espacio agrario provincial se propagaba bajo el dominio de la producción de caña de azúcar y de su creciente articulación con la fase industrial: el Ingenio azucarero (cfr. Bolsi y Pucci, 1997; Pucci, 1991 y Bravo, 1999).

Desde sus inicios la producción cañera ha mostrado su expansión y dominio dentro del área central de la llanura tucumana y también en el área pedemontana y allí, el territorio luleño no escapó a las fuerzas económicas y sociales que la actividad azucarera imprimía en el espacio rural provincial. Efectivamente, en la última década del siglo XIX, mientras la provincia, desde el punto de vista agrícola, mostraba un marcado carácter monoproductor sustentado en la caña de azúcar, el ámbito rural luleño presentaba un perfil agrícola también sostenido por este cultivo, pero al mismo tiempo diversificado con la producción de legumbres, hortalizas y frutales

En este contexto agroindustrial en transformación, de los terratenientes, sólo dos ingresaron a la etapa moderna, mientras que los cañeros independientes, quedaron coexistiendo junto a otros productores nativos que diversificaban su producción con cultivos tropicales: frutales, legumbres, etc. Fueron las familias Padilla y Posse las que ingresaron a “la etapa industrial moderna” fundando dos ingenios: Mercedes e Ingenio La Reducción respectivamente la producción azucarera mostraba ya su condición de epicentro de la economía regional (Noroeste Argentino) y así, el área cañera tucumana demandaba fuerza de trabajo y se convertía en “...núcleo receptor de intensas corrientes inmigratorias intraregionales, particularmente de sus provincias vecinas: Catamarca y Santiago del Estero...” (Campi, 1993:52). Si bien la mano de obra extranjera parecía no lograr su total adaptación e inserción en esta actividad, de ningún modo significó que los extranjeros no participaran de la actividad azucarera. En efecto, varios ingenios tucumanos se fundaron con capitales de familias extranjeras y los grupos de inmigrantes europeos asentados en Lules, en primera instancia, se han visto atraídas hacia este mercado laboral, principalmente para la fase agrícola.

Entre la última década del siglo XIX y el primer tercio del siglo XX, el área central de la llanura tucumana y el área pedemontana presentaba un escenario agrario propicio para la inserción laboral de los extranjeros. En efecto, la debilitada estructura agraria cañera vigente, la disponibilidad de tierras para el desarrollo agrícola y el despliegue, por parte de los italianos, de prácticas productivas y culturales propias de la zona mediterránea, han contribuido al proceso de radicación y participación de estos colonos en el espacio rural. No hay duda de que esta población tuvo una relevante participación en las actividades agrícolas ya sea como productores o jornaleros, donde el 80% manifestaban desempeñarse como horticultores, mientras que las profesiones terciarias e independientes eran minoría (comerciantes, peluqueros, albañiles, zapateros, etc.).

INFLUENCIA EN EL ESPACIO AGRARIO TUCUMANO

No hay duda que la emergencia de los italianos como horticultores en el caso de Lules se relaciona con la producción de caña de azúcar y tal pertinencia se advierte de dos maneras: por un lado, a través del mercado laboral que ésta demandaba y por otro, con el debilitamiento que las pequeñas y medianas explotaciones cañeras venían mostrando dentro de la estructura agraria (Pucci, 1991). Si bien en líneas generales, como ya antes se indicó, la demanda de mano de obra cañera se cubría con las migraciones de criollos procedentes de las provincias vecinas, porque los extranjeros no lograban adaptarse a las labores propias de este cultivo, para el área cañera tucumana los testimonios locales señalan la participación de italianos en esta actividad, particularmente como jornaleros en las cosechas de Lules y en la de sus alrededores un familiar eventualmente complementaba sus ingresos de las tareas agrícolas con la participación laboral en las obras de infraestructura desarrolladas en el territorio provincial. Tenemos el caso de inmigrantes que participaron en las extensiones de los ramales de la red ferroviaria tucumana, mientras que en el ámbito local, la demanda de mano obra ejercida durante la construcción, en 1910, de la Usina Hidroeléctrica en la quebrada del río Lules también fue un importante mercado de trabajo para los primeros extranjeros que ingresaron a esta zona.

Las parcelas estaban situadas principalmente al oeste de la Villa de Lules, y al principio el arriendo se hacía sobre terrenos ocupados por el bosque natural, lo que implicó dar inicio a un proceso de desmonte y a través de éste, gradualmente se fue dando paso a la expansión de la frontera agrícola hacia el occidente y basada principalmente en el desarrollo de los cultivos frutihortícolas. Asimismo, hubo otros casos de contratos de alquileres de tierras, como el cedido por Compañía Mercedes S.A., en el que los colonos ocuparon parcelas originalmente destinadas al cultivo de caña. Estas formas de explotación estaban presentes

en la zona conocida como Yerba Huasi16 (Eta. 98/2000 y Dirección de Catastro de la Municipalidad de Lules). Según la Guía de Agricultores de 1916, en Lules el 33% de los agricultores registrados tenían nacionalidad italiana y el 44% se dedican a la producción de hortalizas y legumbres. Al mismo tiempo se detectaba una diversificación en el uso del suelo en las tradicionales explotaciones cañeras, pues un 46% de ellas destinaban sus tierras a cultivos como frutales, legumbres, maíz u arroz, entre otros cultivos

Así, a medida que los flujos inmigratorios seguían registrándose el número de hortelanos también ascendía, pues ya hacia la década del ‘20 Padilla expresa la notable participación de los horticultores luleños en el conjunto de la producción hortícola provincial y regional (Noroeste Argentino) y alude a la existencia de 200 quinteros en Lules con parcelas pequeñas, llegando la más extensa a ocupar unas 14 ha.

Los contrato de arriendo entre “criollos cañeros” y colonos italianos se efectuaba verbalmente, pues en aquellos momentos el valor de un “pacto de palabra” implicaba una confianza y responsabilidad “absoluta” entre las partes. Asimismo, esta forma de explotación indirecta de alguna manera implicaba para los hortelanos quedar subordinados” a la disponibilidad de tierras por parte del terrateniente, el que anualmente, según su conveniencia y necesidades productivas, desplazaba a las familias asignándoles otras parcelas y en diferentes lugares. Hasta mediados de la década de 1920 el régimen de arrendamiento aparece como dominante entre los agricultores italianos; pero a partir de esta década, al efectuarse las divisiones de las sucesiones indivisas de algunas propiedades originalmente cañeras se inician los movimientos de compra-venta. Esto permitió que aquellos hortelanos, que habían alcanzado cierto nivel de capitalización, puedan acceder al régimen en propiedad. Los exitosos resultados económicos de la producción hortícola, hizo que los colonos con mayor nivel de capitalización ingresaran también al mercado de tierras cediendo sus parcelas en alquiler y /o vendiéndolas a sus connacionales con el fin de pasar a cumplir el rol de intermediarios en el proceso comercial o simplemente emigrar de la zona. De esta manera, desde el punto de vista cualitativo, se presentaba en Lules una estructura de tenencia dominada por dos tipos de regímenes en el espacio hortícola: los arrendatarios italianos y los propietarios italianos quienes ya disponen de suficientes tierras como para entregarlas también en arriendo o vender y, paralelamente a estos grupos se encontraban los cañeros propietarios e industriales azucareros. Esta estructura deja traslucir que hasta mediados de la década del ’30 Lules, en medio de un contexto cañero inestable y conflictivo pero dominante dentro de la economía provincial, conformaba un espacio hortícola emergente y dinámico que impulsaba el desarrollo agrícola local; pues la demanda de productos de huertas y frutales se incrementaba conforme al crecimiento de la población provincial y nacional.

En la cocina

Los inmigrantes y sus descendientes influyeron en la comida, en su preparación, como así también en el menú diario de las familias tucumanas. Las pastas, la pizza, la pascualina, los embutidos y los postres cómo la zingarella y los helados, llegaron de la mano de los italianos. Si bien a principio del siglo la cocina italiana representaba el alimento de una clase social baja, pobre y poco instruida, fue adquiriendo con los años cada vez más prestigio, ahora a principio del siglo XXI, en los mejores restaurantes, como así también en la mesa de familias de distintas clases sociales, se degustan los platos típicos italiano.

La pizza fue el alimento que más penetró en nuestra cultura, desde la clásica con mozzarella y a la piedra, hasta las exóticas con palmito o ananá, forman parte del menú de los argentinos, un estudio realizado recientemente se ha dado a la pizza cómo el alimento de mayor preferencia y mayor consumo en la Argentina, por ser un alimento que puede servirse según el gusto de cada paladar, es fácil conseguir. La república Argentina es el tercer país más consumidor de pizza, después de Roma y Estados Unidos.

Las pastas base de la dieta italiana, tiene todo un simbolismo, un plato de tallarines, representa el trabajo de la “mamma”, del amor que la madre pone por sus hijos al amasar la mezcla de harina huevo y sal que forman los fideos, también al cocinarlos, y a preparar la salsa que los acompaña, una fuente de tallarines une a la familia, el trabajo de amasar los tallarines fue por tradición exclusivamente femenino y se ha trasmitido de madre a hija cómo un legado cultural que por generaciones, sigue dándose hoy día.

La polenta elaborada con harina de maíz autóctona de América era la comida básica del menú diario de los italianos, y que se incorporó a mesa familiar, especialmente en la forma de servirla, es común escuchar, “polenta a la tabla”, llamada así porque se la preparaba y se volcaba la preparación cocinada sobre la mesa, que era una tabla, ya que es una comida que demora en enfriarse, se iba sirviendo de afuera hacia adentro, otra forma era cortarla con hilo, y cómo se la prepara actualmente, a la pizza. Vemos cómo una comida elaborada con harina de maíz, un cereal autóctono de este continente fue transformada, en el viejo mundo y traída por los inmigrantes quien tenían en la polenta la base de vitaminas y energía que el cuerpo necesita para su trabajo diario.

No solo los habitantes de este país aceptaron con gusto las costumbres culinarias, los inmigrantes italianos adoptaron el asado, algo que en su país de origen no era posible comer por la escasez de carne y cómo bebida el mate, prefiriéndolo dulce. La repostería italiana comenzó a incluir en sus recetas el dulce de leche, un clásico argentino. Esta influencia culinaria dio paso con el correr del tiempo a una cocina “italo-argentina”, en un país como

INFLUENCIA ITALIANA

el nuestro donde la base es la carne, el asado y las empanadas son autóctonos, nos encontramos que el plato preferido en la mayoría de los hogares, son las pastas, acompañada con estofado, es decir una salsa a base de carne. Los inmigrantes, por razones económicas y de escasez preparaban los tallarines con aceite de oliva y queso, “al olio”.

En cuanto a las bebidas la costumbre del aperitivo, también derivó de los inmigrantes Italiano la costumbre de juntarse los paisanos, el domingo a tomar un “vermut” o “fernet” denominado en el léxico italiano, “antipasto” porque se refería a una picada (platos con distintos alimentos, cómo queso aceitunas, maní y el clásico salame), que se comía antes del plato principal.

Los chacinados tuvieron gran influencia en nuestra provincia no solo culinaria sino también económica. Ciudades del interior, basan su economía en la elaboración y venta de estos productos, fabricado tradicionalmente por familias descendientes de inmigrantes.

Para finalizar podemos decir que en la cocina tucumana las pastas y la pizza son un plato principal y cotidiano, que es elegido por tradición y costumbre, sin importar el estrato social, alternando con el autóctono asado.

En el lenguaje

Los inmigrantes que llegaron a nuestra provincia a principio de siglo, no solo siguieron hablando su idioma, sino su dialecto, el hecho de que dialécticamente se agruparon, hizo que se mantuviera esa división lingüística traída de Italia, pero poco a poco se fueron insertando en la lengua española y aprendieron este idioma nuevo.

Su lengua materna comenzó a insertarse en la región, especialmente en las zonas rurales donde se vendían los productos del campo, los compradores, debían negociar con los piemonteses, y esto creaba un código español-piemontes solo entendible entre ellos. Los inmigrantes que vivían en la ciudad asimilaron enseguida el idioma español, cómo una forma de supervivencia, aunque familiarmente siguieran usando su idioma.

El idioma italiano en su comienzo fue tomado por los argentinos en tono de burla y en forma despectiva, basta hacer historia con el cocoliche y el lunfardo, que era considerado un lenguaje de clase social baja y de poca instrucción, quizás por eso la sociedad tomaba a los inmigrantes con desprecio, se los acusaba de corromper el idioma castellano.

Una de las causas de la creación de las escuelas públicas, era la de integrar a los hijos de inmigrantes a nuestro idioma, cómo lo explica la Ley 1420 ley de educación pública, estipulaba una enseñanza obligatoria y gratuita. En las escuelas los niños aprendían el idioma castellano que les transmitían a sus padres, pero internamente cada familia seguía hablando su lengua materna.

Los italianos debieron aprender el castellano, porque era el idioma del lugar de residencia, pero se adoptaron vocablos que se deformaron creando un verdadero cocoliche. Basta escuchar en plena peatonal de nuestra ciudad una persona que va a “laburar” una deformación de “lavoro”, trabajo en italiano.

Donde más se notó su influencia lingüística fue en la comida, los platos típicos siguieron teniendo su nombre original, los fideos con salsa son los “espaguetti al tuco”, la pizza es con mozarella, y la milanesa es a la napolitana, no se va al restaurante a pedir platos con nombres francés, sino que se va a la “trattoria” a saborear platos pedidos en lengua italiana.

En la política

Los italianos, llegaron de su país con sus ideologías a cuesta, en su mayoría eran anarquistas o socialistas, pero en realidad para ellos la política era cosa de “dotore”, a pesar de eso tuvieron su gran influencia, en los partidos políticos, especialmente en el partido Radical y en la figura del Dr. Hipilito Yrigoyen a quien tenía una gran simpatía.

Los inmigrantes, no tenían acceso a las clases sociales altas de la ciudad, por más que con trabajo, austeridad y sacrificio hayan obtenido una situación económica holgada no podían penetrar en la sociedad, quienes eran juzgados cómo “gringos chacareros, brutos e ignorantes”, aunque en realidad este último apelativo no coincidía ya que muchos hijos de inmigrantes pasaron por las aulas de la Universidad Nacional. Esta barrera fue sorteada gracias a la política, ya que al simpatizar los inmigrantes y sus descendientes con los ideales de la Unión Cívica Radical fueron obteniendo cargos políticos, y un cierto respeto en la sociedad.

La segunda inmigración, apoyo también al Radicalismo, ya que en el momento de su arribo a nuestro país fueron amparados con las Leyes Agrarias del gobierno de Yrigoyen. Esta inmigración que huía del Fascismo de Mussolini encontraba la libertad de expresar sus ideas, ante el amparo de la democracia. Desgraciadamente esta democracia que conocieron, no duro mucho, ya que concluyo con los comienzo de la década infame.

Estos inmigrantes también vivieron la época de Perón, a quien no aceptaron cómo un líder político ya que les recordaba por su forma de actuar al “Duce”, a quien el jefe del partido Peronista admiraba.

En el deporte

El fútbol es el deporte que más se practica en nuestro país y por supuesto en nuestra provincia, varios clubes de futbol se juegan la camiseta cada domingo, entre ello, “Belgrano”, “Talleres”, “Instituto” y especialmente “Racing” de Nueva Italia, perteneciente a un barrio habitado en su mayoría por hijos de inmigrantes que se instalaron en esa zona norte de la capital de Córdoba. Este club es el preferido por los inmigrantes, todo hincha de fútbol tiene su corazón en Belgrano, Talleres o Instituto, pero si es descendiente de italiano tiene un lugarcito para Racing de Nueva Italia.

Un deporte “amateur” que no tiene mucha publicidad, pero es el más jugado en nuestra provincia es LAS BOCHAS, los inmigrantes impusieron este juego, solo permitido en un

principio entre hombres. Las canchas de bochas son muy populares especialmente en el interior de la provincia, donde conviven varios campeones. El equipo de bochas del club “Guayaquil” ubicado al norte de la ciudad de Córdoba, es el campeón argentino en Bochas.

En lo religioso

La Navidad es un buen ejemplo de la influencia inmigratoria, en Italia esta fiesta religiosa, cae en invierno, donde esta cubierta por nieve, allí se acostumbraba a ir a la “Misa de Gallo” y después, al llegar a su casa comían castañas, chocolate, almendras y nueces, para combatir el frío, acá con 35 grados de calor, los descendientes de inmigrantes, y el pueblo en general, sigue festejando la Navidad cómo si estuvieran en pleno invierno, se intercalan helado y ensalada de frutas con Pan Dulce, castañas, nueces, almendras y chocolate.

Las fiestas religiosas se realizan en conmemoración de algún santo o santa, importado de Italia, que se incorporó a los ya las familias tradicionales eran devotas, para eso es costumbre tener en cada casa una pequeña estatua de alguna virgen o santo, a quien se le prende una velita para pedir sus bendiciones, entre estas figura es podemos encontrar a Santa Clara de Asís, San Francisco de Asís, San Antonio de Padua, a quien las niñas solteras le ruegan que les envíen un novio, Santa Lucia y San Genaro, patrono de Nápoles, entre otros.

OTRAS COSTUMBRES...

A los italianos se les cataloga de amarretes y según ellos mismos no hay persona más “agarrada” que un piemontes, esto se debe a las necesidades que pasaron los inmigrantes tanto en su país cómo cuando llegaron a la Argentina. Por esta misma causa, toda casa estaba provista de un sótano, o una piecita, donde se almacena alimento, nunca debe faltar azúcar, aceite, huevos, harina y sal.

Otra costumbre que influyo en la vida diaria fue la de asociarse con un fin común, desde las colonias agrícolas que se unían para la venta de su producto con un fin comercial hasta la asociación para la cultura y también la salud, tal es el ejemplo de la asociaciones, “Unione e Benevolenza”, fundada en 1874, “XX Settembre e Laboro”, fundada en San Francisco en 1895, “Unione e Fratellanza” en 1918.

Para finalizar este estudio podemos afirmar que las costumbres que se adoptaron en nuestro país y fueron muchas e importante y han perdurado a través de las generaciones.

Llegaron con una valija con pocas pertenencias, con el fin de trabajar, prosperar, con el sueño de retornar a sus tierras que dejaron atrás, de hacer la “América” y volver, pero el destino les tenía deparado otra sorpresa, se aquerenciados, fueron formando parte del paisaje, de la “Pampa Gringa”.

Poco a poco sin una clara intención fueron trasmitiendo su forma de vida, su lenguaje, sus costumbres, creando una nueva identidad, una identidad “italo-argentino”. Esta identidad, adquirida con la primera gran ola de inmigrantes, allá por el año 1880, fue reforzada y podríamos decir que pulida por la segunda inmigración, los que arribaron después de la Primera Guerra Mundial.

La historia de un país es su identidad, es todo lo que nos pasó como sociedad desde que nacimos hasta el presente, y allí están registrados nuestros triunfos y derrotas, nuestras alegrías y tristezas, nuestras glorias y nuestras miserias. Como en un gran álbum familiar, allí nos enorgullecemos como así también podemos avergonzarnos de nuestro pasado, pero nunca dejamos de tener en claro que se trata de nosotros… (Felipe Pigna)

CONCLUSION

Censos Oficiales, Año 1914-1930. Gori, Gastón: “Crónica de la Argentina, La Invasión Gringa”, Editorial

Universitaria, Año 1962. Gori, Gastón: “El pan de los Argentinos”, Ediciones Lux, Año 1987. PanettieriJosé: “Inmigración en la Argentina”Ediciones MacchiAño 1970

Todo el material y bibliografía aportada pertenece al “Círculo Trentino de Tucumán”, especial agradecimiento al Director del círculo Jorge Alberto Herrera

BIBLIOGRAFIA

AGRADECIMIENTO ESPECIAL