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11 DE SETIEMBRE DE 2007 | HISTORIA Dr. José Gaspar Rodríguez De Francia Minerva debe dormir mientras Marte vela. / ABC Color El historiador Lic. Luis G. Benítez dice: Esta era la premisa francista. Minerva era la preocupación por la instrucción y la sabiduría, que debía ceder ante los afanes más apremiantes de la propia conservación. Marte era el pueblo armado en defensa de su independencia y de su integridad. En este mes de setiembre, el 20 específicamente, se cumplirá un año más de la muerte del Dr. José Gaspar Rodríguez de Francia, quien gobernó el Paraguay por 24 años, luego de ser nombrado Dictador Perpetuo, desde 1816 hasta 1840, por el Congreso integrado en su absoluta mayoría por delegados campesinos, partidarios del Dr. Francia. Los resultados de su labor gubernamental fueron invalorables, y citamos los más preponderantes: * Consolidó la independencia. * Fijó y consolidó los límites nacionales. * Mantuvo la integridad territorial.

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Page 1: Historia. Dr. Francia

11 DE SETIEMBRE DE 2007| H ISTORIA

Dr. José Gaspar Rodríguez De Francia

Minerva debe dormir mientras Marte vela.

/ ABC Color

El historiador Lic. Luis G. Benítez dice: Esta era la premisa francista.�

Minerva era la preocupación por la instrucción y la sabiduría, que debía ceder ante los afanes más apremiantes de la propia conservación. Marte era el pueblo armado en defensa de su independencia y de su integridad.�

En este mes de setiembre, el 20 específicamente, se cumplirá un año más de la muerte del Dr. José Gaspar Rodríguez de Francia, quien gobernó el Paraguay por 24 años, luego de ser nombrado Dictador Perpetuo, desde 1816 hasta 1840, por el Congreso integrado en su absoluta mayoría por delegados campesinos, partidarios del Dr. Francia.

Los resultados de su labor gubernamental fueron invalorables, y citamos los más preponderantes:* Consolidó la independencia.

* Fijó y consolidó los límites nacionales.

* Mantuvo la integridad territorial.

* Afirmó la paz y tranquilidad del país, a despecho de la sangrienta anarquía que imperaba en los países vecinos.

* Formó una sólida convicción ciudadana de independencia nacional.

* Defendió el derecho de la libre navegación de los ríos.

* Educó al pueblo a abastecerse a sí mismo.

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* Incrementó la agricultura, la ganadería y la pequeña industria.

Pero también legó el vacío inmenso dejado por una absoluta despreocupación por la educación media y superior, y su consecuencia inmediata. Con su muerte, acaecida el 20 de setiembre de 1840, terminó el periodo de la dictadura francista.

Bajaba a la tumba un hombre cuya conducta despertó distintas reacciones al darse a conocer su desaparición.

Mientras unos lo lloraban, otros festejaban alborozados.

Felipe Buzó demostró en este fragmento de sus versos el dolor producido por la desaparición del Dictador:Hoy la mano del Criadorcomo absoluta en obrar,decretó a nuestro pesar,la muerte del Dictador.

¡Qué acaso! secreto arcano:¡Oh aciago y funesto día!

Oye el Pueblo la agoníay que ha muerto el Soberano:el Héroe Republicano;nuestro Sabio Dictador,el digno y merecedorde la más alta Excelencia,dispuso de su existencia,hoy la mano del Criador.

Francia gobernó con mano férrea y gran honestidad. No admitía excusas ni reconocía privilegios. Ricos �y pobres, militares y civiles, eran medidos con el mismo rasero.�

Así fue este hombre excepcional.

Calles, museos, libros, versos, objetos de la época, etc., perpetúan la memoria de este hombre que gobernó el Paraguay prácticamente desde su independencia.

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Datos biográficos: 

JOSÉ GASPAR RODRÍGUEZ DE FRANCIA : Con todos sus perfiles contradictorios, la figura de este hombre singular encarna una de las personalidades más vigorosas de la historia paraguaya por su actuación fundamental en la formación de la nacionalidad.

            José Gaspar de Francia nació en Asunción, el 6 de enero del año 1764. Era hijo del capitán de Artillería García Rodríguez de Francia y de doña María Josefa de Velasco y Yegros. Su padre había venido a la provincia como técnico en tabaco; su madre pertenecía a una vieja familia criolla. Enviado el año 1780 a realizar estudios al Colegio Montserrat, de Córdoba, regresó cinco años después con el título de Bachiller Licenciado y Maestro en Filosofía, Cánones y Sagrada Teología. En el Real Seminario de San Carlos, de Asunción, dictó cátedras de Latinidad y Vísperas de Teología, pero a los pocos años abandonó la docencia para ejercer la profesión de abogado, destacándose en ella por su probidad y eficiencia.

            Desde 1790 hasta 1800, llevó en la ciudad una vida bastante disipada que algunos pretendieron atribuir a cierta decepción amorosa. Al terminar el siglo, sufrió una grave enfermedad y mal repuesto de ella, se retiró a vivir a su chacra de Ybyraí -Trinidad- por cierto tiempo. Se cree que en 1804 redactó un memorial secreto al Virrey de Buenos Aires contra el gobernador Lázaro de Rivera. En enero de 1808, fue elegido Alcalde de primer voto en el Cabildo asunceno y, al año siguiente, su nombre integró la terna para la elección de diputados del Virreinato del Río de la Plata a las cortes españoles.

            Se dice que en el Congreso del 24 de julio de 1810, Francia opinó que "el poder español había caducado en América", pero su nombre no figura entre los firmantes del acta.

            Cuando se produjo el pronunciamiento emancipador de mayo, Francia fue llamado como asesor por sus dirigentes y, desde ese momento, desempeñó ya actuación primordial en los acontecimientos políticos que se sucedieron. El 16 de mayo era nombrado diputado adjunto al gobernador Velasco, juntamente con don Juan Valeriano Zeballos.

            En el Congreso del 17 de junio de 1811, Francia pronunció el discurso inaugural del gobierno independiente y formó parte, como vocal, en la primera Junta. A su pluma se debe la célebre nota del 20 de julio, que lanzó la idea de la Confederación en el Plata, aunque posteriormente debiera oponerse sistemáticamente a esa idea. En agosto, Francia se retiraba del gobierno, molesto por la presión de los militares; pero, alarmado por la llegada a la Asunción de los comisionados Belgrano y Echeverría, en octubre volvió a ocupar su vocalía para convertirse en el principal negociador del Tratado del 12 de ese mes, con el gobierno de Buenos Aires. Sus términos establecían, en síntesis, la extinción del estanco del tabaco; la supresión de la sisa y arbitrio que se cobraba en Buenos Aires sobre la yerba mate paraguaya; la supresión del derecho de alcabala sobre los otros productos paraguayos; el statu quo de límites en la región del Paraná hasta la fijación definitiva por un congreso general; el reconocimiento del gobierno de Asunción, de acuerdo con la contestación oficial del 28 de agosto; y la resalva del derecho argentino de imponer un moderado impuesto, en casos de urgencia, sobre los frutos del Paraguay. Esta última cláusula era acuerdo adicional secreto.

            A mediados de diciembre de 1811, se produjo nueva crisis en la Junta de Gobierno por la lucha de predominio. "Molesto el doctor Francia, porque se habían adoptado algunas determinaciones sin consultarle, propuso que se convocase un congreso y se retiró manifestando que no estaba dispuesto a soportar presiones. El Cabildo apoyó en la

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incidencia al doctor Francia, pero los miembros de la Junta permanecieron firmes en su posición y el vocal decano se alejó por segunda vez del gobierno. Quedaron otra vez solos en el mando Yegros, Cavallero y Fernando de la Mora, iniciando una intensa labor gubernativa". Pero no había surgido en ese gobierno una dirección centrada capaz de sustituir a Francia. "Fue decisiva también en la crisis la falta de ambición de Fulgencio Yegros y Pedro Juan Cavallero. Ambos pidieron al ausente que retornase... Mas no volvió solo e indefenso, sujeto al capricho de los oficiales del cuartel.

            Por disposición expresa, se creó un segundo batallón de Infantería, del cual fue comandante el mencionado vocal decano doctor Francia... Al reintegrarse a sus funciones, en noviembre de 1812, era ya el hombre principal de la situación e impuso la destitución de Fernando de la Mora.

            El Congreso convocado en octubre de 1813 eligió a Francia para integrar el Consulado con Fulgencio Yegros y, desde entonces, trabajó intensamente para preparar su gobierno personal y rechazar toda tentativa de dominio de Buenos Aires. No tuvo, pues, obstáculos para que el Congreso de 1814 lo eligiera dictador por cuatro años. Pero antes de vencer el término de ese gobierno, convocó anticipadamente otro Congreso, en el año 1816, que lo proclamó Dictador Perpetuo, "con calidad de ser sin exemplar". "Basta cotejar la lista de asistentes de ambas asambleas -dice el historiador Chaves- para comprender cómo había declinado el espíritu democrático". Gran parte de sus antiguos amigos políticos -entre otros, Mariano Antonio Molas, su tío fray Fernando Caballero, el padre Marco Antonio Maíz- se opuso a la dictadura perpetua, pero Francia había conquistado ya el control absoluto de la situación política y nadie podía contradecirle.

            Sus primeros años de dictadura perpetua fueron de relativa tolerancia, a pesar de concentrar en sus manos la suma del poder, y se caracterizó por la acrisolada honradez en su administración. Se opuso a enviar diputados del Paraguay al Congreso de Tucumán, negando todo auxilio e injerencia a la campaña libertadora del Plata. Su política de aislamiento era ya definida y categórica.

            Corría el año 1820 cuando un tal Bogarín, incitado por su confesor, le delató una conspiración tramada para asesinarlo la tarde del Viernes Santo, durante uno de sus habituales paseos a caballo. Se vieron implicados Yegros, Cavallero, el comandante Maciel, Iturbe, Fernando de la Mora y más de ochenta figuras destacadas de la Independencia que fueron inmediatamente encarceladas, con sus bienes confiscados. Llevaban un año en prisión cuando Francia fue advertido de que los presos mantenían comunicación con el caudillo entrerriano Francisco Ramírez, quien preparaba en territorio correntino la invasión del Paraguay. Considerando muy grave su situación política por el peligro interno y externo, el Dictador Perpetuo comenzó entonces a ordenar los fusilamientos de presos políticos, agudizando el rigor de su despotismo.

            Juzgado en síntesis, el gobierno de Francia se caracterizó, en el orden social: por su opresión de las clases directivas reposando en el poder extraído de la exaltación de masas populares y en el sistemático empobrecimiento de las fortunas particulares por multas y confiscaciones. En el orden económico: por la política autárquica, fomento de la agricultura, supresión y ruina del comercio; en el orden internacional: por el firme sostenimiento de la Independencia y el rechazo de todas las tentativas argentinas de acercamiento. Con el Brasil permitió sólo un relativo comercio oficializado por el único puerto de Itapúa. Esa política llevó al Paraguay al total aislamiento, sustrayéndolo de toda posible influencia externa. Flotillas de payaguáes, sumadas a la celosa vigilancia de las milicias, guardaban los ríos. No se permitía a nadie entrar ni salir y estaba prohibida toda correspondencia epistolar. Dentro de tal aislamiento, Francia cimentó el derecho de asilo al concedérselo al general Artigas. Las persecuciones políticas continuaron hasta el fin de su gobierno. Las cárceles contenían más de seiscientos presos, algunos de los cuales debieron soportar presiones de 25 años.

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            Por otra parte, el dictador Francia, probo y austero, llevaba una vida solitaria de cenobita, con desprecio absoluto de toda riqueza personal, administrando con celosa diligencia el patrimonio nacional.

            En los primeros días de setiembre del año 1840, enfermó para morir el 20 de ese mes a mediodía, sin nombrar sucesor. El sepelio de sus restos mortales se realizó dos días después. Fue enterrado en la iglesia de la Encarnación, colocándose un monolito sobre su sepultura. Unos años después, los cónsules Carlos Antonio López y Mariano Roque Alonso hicieron desaparecer esa señal para evitar exteriorizaciones tumultuosas de partidarios o la venganza de sus enemigos.

BIBLIOGRAFÍA

Julio César Chaves: El Supremo Dictador.

Cecilio Báez: Ensayo sobre el Dr. Francia y la dictadura en América.

Justo Pastor Benítez: La vida solitaria del doctor Gaspar de Francia.

J.P. y G.P. Robertson: Letters on Paraguay.

Rengger y Longchamp: Ensayo histórico sobre la revolución del Paraguay.

E.M. de Wisner: El dictador del Paraguay Dr. J. G. de Francia.

R. Antonio Ramos: La política del Brasil bajo la dictadura del Dr. Francia.

Fuente: CIEN VIDAS PARAGUAYAS   Por CARLOS ZUBIZARRETA . Prólogo a esta edición CARLOS VILLAGRA MARSAL. Prólogo a la 2ª edición de 1985 ALFREDO M. SEIFERHELD. Comisión Nacional de Conmemoración del Bicentenario de la Independencia del Paraguay. Biblioteca Bicentenario Nº 6.EDITORIAL SERVILIBRO. Asunción – Paraguay. 2011 (240 páginas

Nació en 1766, en la Asunción; era hijo del Cap. García Rodríguez Francia, portugués, que se

desempeñaba como oficial de artillería, y de María Josefa Velazco y Yegros, paraguaya de

distinguida familia. Se formó en la escuela-colegio de los franciscanos, y luego en la

Universidad de Córdoba, en donde obtuvo el título de doctor en Derecho Civil y Canónico. De

regreso a la Provincia venía ya imbuido de las nuevas ideas, fruto de sus contactos y lecturas

de panfletos. En la Asunción ganó en concursos las cátedras de Vísperas de Teología y de

Latinidad en el Colegio Carolino; ejerció la abogacía con solvencia y nunca desmentida

rectitud y honradez, como asimismo su cargo de regidor del Cabildo asunceno. En el

Congreso del 24 de julio de 1810, convocado por Velazco para obtener un pronunciamiento

contra la revolución operada en Buenos Aires, el Dr. Francia sostenía que el poder español

había caducado. Vivía en su quinta de Ybiray (Trinidad), desde donde mantenía contactos con

los revolucionarios de la capital. El testimonio de Mariano Antonio Molas, prócer, testigo

presencial e historiador de la Revolución, no puede ser destruido con simples negaciones. El

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Dr. Francia, ya nominado por el Cuartel revolucionario para integrar el Gobierno Provisorio

asociado al gobernador Velazco, llegó al Cuartel de la Plaza en la mañana del 16 de mayo; y

fue desde entonces integrante de todos los gobiernos.

Con los Capts. P J Cavallero y J V Zeballos, y con más autoridad que éstos, JGRF ejerció la

Presidencia del 1er. Congreso Nacional, que integró el primer Gobierno nacional, la Junta

Superior Gubernativa. La crítica histórica le atribuye la autoría de la memorable Nota del 20 de

julio de 1811 a la Junta de Buenos Aires; documento medular del primer gobierno nacional.

Así mismo, fue el negociador del Tratado del 12 de octubre de 1811, firmado por la Junta con

los enviados del gobierno de Buenos Aires, M. Belgrano y Vicente A. Echevarría. Autor

también del Reglamento de Gobierno aprobado por el 2° Congreso nacional y mentor

intelectual de la conducta del Congreso y luego del Gobierno -el Consulado- determinantes del

fracaso de las gestiones del enviado porteño, Dr. Nicolás de Herrera, tendientes a obtener la

sumisión del Paraguay. Este insinuó medidas, coercitivas si el Paraguay no enviaba diputados

al Congreso de las Provincias argentinas, y fue despedido.

Elegido por los Congresos de 1814 y 1816, con el título de Dictador Temporal el primero y

Vitalicio luego, su gobierno tuvo por meta fundamental la consolidación de la independencia y

la defensa de la integridad territorial. El Dr. Francia defendió con énfasis los límites territoriales

del Paraguay, desde el Jaurú hasta el Bermejo, y las Misiones hasta el Aguapey, sobre el río

Uruguay. No obstante amenazado por tropas artiguistas, despobló y abandonó los pueblos de

las Misiones sobre la banda izquierda del Paraná, cuando apenas se iniciaba la Dictadura

Vitalicia. Cuatro años más tarde, el prócer oriental José Gervasio Artigas buscó refugio en el

Paraguay y el Dictador le otorgó asilo, como asimismo a la comitiva que le acompañaba, a

cuyo efecto envió un destacamento para escoltar a los fugitivos, desde el Paraná hasta la

capital, en 1820. El Dr. Francia honró la institución del asilo, y dio muestras de una hidalguía

poco común. Cuando el caudillo entrerriano Francisco Ramírez le ofreció armas y otras

ventajas a cambio de la entrega del prócer oriental, recibió una ejemplar respuesta,

declarando que “era no sólo un acto de humanidad sino aún honroso para la República, el

conceder asilo a un jefe desgraciado que se entregaba”. Artigas se negó a abandonar el

Paraguay, no obstante reiteradas instancias de sus familiares y amigos.

La conspiración de 1820 motivó severísimas represiones; muchos próceres fueron fusilados y

numerosísimas familias arruinadas por medio de confiscaciones. El aislamiento obligado, por

el bloqueo argentino del Paraná; determinó el incremento de la agricultura, la ganadería y la

industria doméstica. No obstante, algunos productos sólo podían obtenerse en el exterior; por

ej. armas, pólvora, objetos de metal, textiles de alguna calidad, cuerdas para arpa y guitarra,

libros y otros. Mantuvo el intercambio con los brasileños, vía Rio Grande-Misiones, con

entrada por Itapúa, que proveyó al Estado aquellos productos, a cambio de yerba mate.

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Con la clausura del Colegio Carolino en 1823, la supresión de los Conventos y la estricta

prohibición de salir del país, las únicas posibilidades educativas eran las escuelas elementales

y las cátedras privadas. Felizmente, a la muerte del Dictador sobrevivían unos pocos

ciudadanos de formación académica como C A López y otros presumiblemente autodidactas

como A. Gill, D F Sánchez, J J Alvarenga, J. Falcón, M. González, J. Berges. Los resultados

de su labor gubernativa fueron invalorables, consolidación de la independencia; fijación y

defensa de los límites nacionales; afirmación de la paz y tranquilidad del país, a despecho de

la sangrienta anarquía que imperaba en los países vecinos; conciencia de la capacidad para

el auto abastecimiento. Célibe, falleció en 1840; sus restos fueron inhumados en la antigua

Iglesia de la Encarnación. En la post guerra sus enemigos, -entre ellos el legionario Carlos

Loizaga- profanaron su tumba y arrojaron sus restos al río. Según tradición recogida por

algunos autores, el Supremo dejó una hija, Ubalda García, unida en matrimonio con Juan de

la Cruz Cañete. Su hija Francisca Cañete, unida en matrimonio con Epifanio Peña, constituye

el tronco inicial de las Peña, con destacadísima proyección