historia de las ideas estéticas en españa-5

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  • CAPTULO SEGUNDO

    tRSJ~K~luL,Lv DE LA PRECEPTIVA LITERARIA DURANTE LA PRIMERA DEL SIGLO XVIII (REINADOS DE FELIPE V Y FERNANDO VI).-UNlJOKt'~ TENTATIVAS DE INTRODUCCIN DEL GUSTO FRANCS.-

    ITTNDAN Y PRIMEROS TRABAJOS DE LA ACADEMIA ESPAOLA.->TNim-IES DEL P. FEIJO SOBRE LA CRTICA LITERARIA.- EL .- APARICIN DE LA POTICA DE LUZN.-CONTRO,VERSIIA DE LUZN CON EL DIARIO DE LOS LITERATOS.-

    OBRAS POSTERIORES DE LUZN: SUS MEMORIAS LITERARIAS DE LOS REFORMADORES DEL GUSTO Y PARTIDARIOS DE LA POTICA

    RESISTENCIA QUE ENCUENTRAN, NUNCA APAGADA DEL TODO EL SIGLO XVIII.- NASARRE Y SU PRLOGO A LAS COMEDIAS

    CERVANTES.- RPLICAS DE ZAVALETA, NIETO MOLINA, MARUJN Y DISCURSOS DE MONTIANO Y LUYANDO SOBRE LAS TRAGEDIAS iPANULA~: IMPUGNACIONES QUE PROMUEVEN.- ORGENES DE LA 'UllMA CASTELLANA DE VELZQUEZ.- LA ACADEMIA DEL BUEN

    : PORCEL.- LOS REFORMADORES DE LA PROSA Y LOS ERUDITOS ~Kl"'''u": MAYANS, SARMIENTO, ISLA, SNCHEZ, ETC.: CARCTER MS

    NACIONAL DE SUS ESCRITOS

    lEN puede afirmarse, sin recelo de paradoja, que no fu la mudanza de dinasta en Espaa el hecho que determin de una manera ms eficaz el cambio profundsimo verificado en nuestros hbitos y gustos literarios durante la centuria prxima pa-sada, y que el mismo hecho se hubiera realizado ms o menos pronto, con mayor o

    intensidad, aunque la dinasta de Austria u otra cualquiera distinta de la francesa hubiese en Espaa. No fu una moda cortesana, frvola y pasajera la que trajo triunfantes las

    ideas crticas: fu un movimiento comn a toda Europa en el siglo XVIII, y del cual no se ni Italia, ni Inglaterra, ni Alemania, donde no existan las razones polticas que pare-

    n favonece1rle en Espaa. Desde mediados del siglo XVII, haba comenzado a afrancesarse la inglesa, quiz la ms original e independiente de todas las literaturas modernas. Los

    cmicos de la restauracin quieren ser, a su manera ruda y cnica, imitadores de Moliere; tragedia y en la crtica dramtica Dryden intenta combinar la regularidad francesa con movimiento y animacin del antiguo drama nacional. Todavia en esta primera adapta-

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    cin del gusto francs se nota el sabor acre y dnro del terruo donde se implanta; pero racin ms adelante, cuando al desorden y a la licencia suceden el orden y la rgida discin]fi, moral como literaria, los poetas del tiempo de la reina Ana y hasta los ensayistas y que son lo ms independiente y caracterstico de la literatura de esta poca, intentant mod,,], gusto a ejemplo del de sus vecinos del Estrecho, y as Pope rehace la Potica de Boileau, famoso poema heroi-cmico, y Addisson se somete a la montona y abstracta re:utlfi

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    por Boileau y otros espritus exactos y prosaicos, aclamando al poeta de Vendme maestro de ritmo. y de estilo potico. Tampoco eran desconocidos en ~a Espaa del siglo Ciertos hbros ascel!cos franceses, tales como la Phllotea o Introduccwn a la vida San Francisco de Sales, puesta en castellano, con escasa fidelidad por cierto, nada men por D. Francisco de Quevedo. El mismo Quevedo cita varias veces a Montaigne (a quien Miguel de Montaa), de cuyos ensayos hay una traduccin manuscrita del mismo siglo hecha por Diego de Cisneros. Adems de Montaigne, se abrieron camino por el Pirineo moralistas, y sera curioso averiguar, concordando fechas, si las semejanzas que se entre ciertos pensamientos del ingeniossimo P. Baltasar Gracin, tan estimado .,n, -' los extranjeros, y otros de las Mximas de La Rochefoucauld, de los Caracteres de La etc., son originalmente de procedencia francesa o espaola; averiguacin en que no tenerme ahora. Conforme el siglo XVII avanza, comienzan a ser menos raras las citas y traducciones de obras francesas, algunas de ellas clsicas y celebrrimas. Diamante Espaa el Cid de Corneille con el ttulo de El Honrador de su padre. Acompaando a da de Caldern Hado y divisa, se represent en el Retiro el3 de Marzo de 1680 un farsa intitulada El labrador gentilhombre, que viene a ser, como su ignorado autor lo una imitacin de la principal escena de Bourgeois gentil-homme de Moliere, estrenado aos antes. No entraremos aqu en la cuestin del Heraclio y de En esta vida todo es y todo es mentira, en la cual, si todas las probabilidades morales estn de parte de los datos cronolgicos conocidos hasta ahora favorecen a la originalidad de Cc,rneille.lln po de Carlos II se public tambin una traduccin del Artamenes o Gran Ciro, de selle de Scudry, as como a principios de aquel siglo las historias trgicas de Bandello sido puestas en castellano, no del original, sino de la traduccin o arreglo francs de lo mismo que aconteci en Inglaterra. Pudiramos ir rastreando algunos otros indicios, quiz el ms elocuente de todos sea el haber llegado el conocimiento de la lengua francesa nuestras apartadas posesiones de Amrica, como lo patentiza el hecho de haberse rer,resent: en Lima, antes de 1710, una imitacin de la Rodoguna de Corneille, y un entrems calca bre Las Mujeres Sabias de Moliere, obras una y otra del famoso polgrafo D. Pedro de Barnuevo. Verdad es que Peralta Barnuevo era un hombre excepcional, a quien el P. Feijo como verdadero monstruo de erudicin.

    Estas obras de Peralta Barnuevo, aun sin contar con El Honrador de Diamante, nos rizan para separarnos del vulgar sentir que pone la primera aparicin del drama francs nosotros en el Cinna, traducido en variedad de metros, y no destinado a la reJreserlta

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    se cuidaba en l de la verosimilitud moral ni de la verosimilitud material, sino del halago odos y de los ojos. Bajo este aspecto no cabe dudar que la pera mantuvo en todos los verdadera escuela de libertad artstica, contraria de todo en todo a las rigideces aomrnarrte

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    tre los modelos de lengua prefiri a Cervantes, uno de los menos acadmicos, y uno de en quienes las reglas gramaticales sufren ms continuas excepciones o infracciones, si tantas como Clemencn crea. Y en materia de premios, tampoco dieron muestra de un muy rgido ni muy clsico los que en dos ocasiones sucesivas desairaron a D. Leandro en otra anterior a su padre, y honraron en cambio con sus sufragios y sus coronas a esc:ritorest geniales, excntricos y temerarios como Vaca de Guzmn, Forner y Vargas Pon ce, es decir, lo ms prximo a la libertad literaria, y lo que ms rea con el tacto y la mesura que inseparable de un tribunal acadmico. Ni deja de ser significativo el hecho de no hal1e'n"'"'' cido nunca a aquella docta corporacin los escritores ms acadmicos y ms correctos del pasado, tales como D. Toms de Iriarte, Moratn, Gomez Hermosilla, y haberlo sido, en Alvarez de Toledo, Torrepalma, fray Juan de la Concepcin, Porcel, Huerta, Cienfuegos, todos, o de ingenios semiculteranos, o de precursores del romanticismo.

    Por otra parte, es evidente que los cambios y revoluciones literarias no salen ni salir nunca de las academias, cuerpos de libre discusin e indagacin, donde todos casi todos ensean, y donde es muy difcil reducir a unidad los varios pensamientos tades. Ahora bien: sin esta unidad de pensamiento, nunca puede ser eficaz la accin de sobre el gusto de su siglo. Por haberla tenido, lo alcanz Luzn, y despus de l otros crticos le eran muy inferiores en todo, v.gr., Montiano y Nasarre; al paso que la Academia que los cont en el nmero de los suyos, ni lo consigui ni lo intent siquiera, saiisl

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    peridicos, desde el reinado de Felipe V en adelante. Hay uno, sobre todo, tan nnpotrtarrte '" ,., tan gloriosa historia, que por si slo marca una fecha en nuestra historia literaria, como otra la aparicin de la Potica de Luzn. Tal fu el famoso Diario de los Literatos de revista trimestral que comenz a salir de molde el da l. o de 173 7, con ttulo y objeto mente anlogos a los del]ournal des Savants, de Pars, proponindose, como ste lo re2tlrz:ahi desde 1655, y sigue practicndolo en nuestros das, hacer largos extractos, anlisis un tiempo mesurados y severos, de todas las obras dignas de atencin que fuesen apareciend,t Firman la dedicatoria al Rey, y figuraban en el Diario como redactores habituales, D. co Manuel de Huerta y Vega, D. Juan Martnez Salafranca y D. Leopoldo jernimo ms conocidos y ms dignos de alabanza por el Diario que por ninguna otra de las obras que pusieron mano, puesto que Huerta, autor de unos Anales de Galicia y de una Historia la Espaa primitiva, dej tristsima fama como colector y divulgador de las patraas de Pellice>' y otros falsarios, mereciendo por ello que la Academia de la Historia le prohibiese continuar enmaraadas lucubraciones, y que Godoy Alcntara haya escrito su nombre en la tablilla d Historia de los falsos cronicones. De D. Leopoldo jernimo Puig, beneficiado de la ,5""'" uutt'>,>corrt&; explicarnos el singular mrito del Diario, la profunda variedad de conocimientos que en artculos se ostenta, el tino habitual de sus juicios, la slida doctrina, superior a veces a la mismo P. Feijo, la firmeza y el bro del estilo, la ausencia de temor con que declararon a toda casta de preocupaciones, la familiaridad que manifiestan tener con lo ms selecto de cultura extranjera, la unidad firme de propsitos, y tantas cualidades como se admiran das en los siete volmenes de esta publicacin verdaderamente monumental, que concit iras de todos los malos escritores de Espaa, y fu uno de los ms grandes y positivos ser-vicios"i a la cultura nacional? Cmo es que Salafranca, Puig y Huerta aparecen aqu tan notables,, y todo lo dems tan pequeos? Ser que a veces la voluntad resueltamente encaminada al puede agrandar las ms medianas facultades intelectuales y darles un temple y un vigor antes no tenan? Ser que la verdad lleva en s misma tal fuerza, que basta para enalt>ecerlll que se siente con valor para profesarla? O ser ms bien que detrs de esos oscuros tas, que durante dos aos resistieron valerosamente al furor vengativo de sus enemigos se complacan en sus persecuciones y adversidades, haba escritores de otra talla y de peso, pero ms cautos, que supieron guardar el cuerpo o no darle sino en las grandes on>do''" nes? Sabemos positivamente que en el Diario colaboraron personas extraas a su wlacciJI,zj tales como D. Juan de Iriarte, latinista y helenista famoso, y el vigoroso y castizo satrico Jos Gerardo de Hervs, que firm con dos diversos pseudnimos: Jorge Pi tillas y Don Herrera de faspeds. Tuvo adems el Diario, en la esfera oficial, poderosos protectores,

    de las ideas estticas JI. Cap. JI. Preceptiva Literaria. Siglo XVIII 839

    Campillo, los cuales no lograron, sin embargo, prolongar la vida de aquella publi-amagada siempre por los feroces resentimientos del genus irritabile vatum.

    No era, sin embargo, el Diario de los Literatos lo que hoy llamaramos un peridico de Nunca o rara vez, y esto siempre provocado, como en su polmica con Mayans, se dej

    de las personalidades. Slo Hervs ejerci la stira acerba, pero puramente literaria, tercetos de su famosa stira, y en las dos irnicas y chistosas cartas contra el poema de

    Antonio Abad o el sol de los Anacoretas de D. Pedro Nolasco Ocejo, y contra el Rasgo verdica epiphonema del doctor D. Joaqun Casses, rezagados abortos gongorinos, que

    me:recan tratarse en serio. Fuera de estos casos excepcionales, el Diario de los Literatos fu una revista acadmica,

    revista sabia. Extractaba menudamente las obras sometidas a su juicio, y las ms de las ve-vez de formularle directamente, dejaba que el lector le infiriese por si de los datos que en

    exposicin se le facilitaban. Ms atentos los maristas a las obras cientficas y filosficas alas de recreacin y amena literatura, y forzados por la ndole enciclopdica de su trabajo a

    en breve espacio sobre las materias ms dismiles, no acometieron de frente la cuestin sino en el anlisis de la Potica de Luzn, manifestando en los dems artculos ms

    :n t, et'uclitsin"m' Juan Leclerc y a jacobo Basnage. A esto unan verdadero espritu eclctico, y

    que vale ms, es decir, un espritu de equidad inflexible, no reido de ninguna suerte con estimacin y el amor filial a las cosas de su tierra. As lo, mostraron principalmente en

    controversia con Luzn; pero el mismo sentido predomina en todos sus escasos artculos de obras poticas. Por entonces una D." Theresa de Guzmn, que tena lonja en la Puerta

    Sol, haba renovado la buena memoria de Tirso y de Alarcn, reimprimiendo con bastante algunas de sus comedias, muy raras ya, y muy olvidadas a fines del siglo xvn por el des-

    predominio de la escuela de Caldern. Los diaristas dan cuenta en el primer nmero o de su peridico de la comedia de D. Juan Ruiz de Alarcn, La Crueldad por el honor,

    ilatindose gustosos, antes que ningn otro critico espaol ni extranjero, puesto que los dems emrrestro siglo pasado hicieron caso omiso de aquel excelente y terenciano poeta, a pesar de ser

    prximo al tipo de comedia que ellos daban por nico, en elogios del singular mrito de americano, uno de aquellos felices Ingenios que dieron leyes a la Comedia Espaola,

    su memoria venerable entre los que respetamos por los primeros Maestros del frases que subrayo de propsito, por lo mucho que contrastan con todo lo que vamos a

    en el mismo Luzn y en Montiano y en Nasarre y en Velzquez. Y prosiguen elogiando las cee/entes piezas cmicas de Alarcn, su estilo dulce, numeroso, puro, elegante y de la mayor 'ropiea1ad. las sentencias y pensamientos profundos y de una viveza muy singular, la gracia-

    aguda y sazonada y la disposicin ingeniosa de los lances, muy acomodada al gusto de nacin que se deleita ms con lo admirable que con lo verosmil.

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    Quienes de tan cariosa manera juzgaban el teatro espaol de la Edad de Oro que mirasen con cierta simpata, mezclada de compasin si se quiere, a los ltimos a'eg>, >, el sus perodos desafectado, sin que por esto dexe de ser hermoso>>, y, finalmente, algo de donayre y desenfado que reina en los discursos y expresiones del grande eslJaiolD.Fr>. Qu mucho, si hasta encontraban disculpa y elogio para sermones culteranos los de un fraile de San Francisco que titul a los suyos Eco Harmonioso del Clarn Ev;mg]c o los de un mercenario descalzo, que llamaba a la Magdalena Damaza de rumbo>> y de mucho tolda>> o los de Fr. joseph de la Asuncin, cuya calidad se muestra en su mismo Voces sonoras evanglicas, que salen a luz en sermones de varios asuntos convocando militante Iglesia a sus Obreros Apostlicos, para que se sienten a la mesa de la SaiJid1"ra gurada que est dispuesta para que registren, como Mysticas Aves, lo que est oculto las letras del Abecedario Evanglico?'.

    El enrgico y castizo satrico que se escondi bajo el nombre de jorge Pitillas, era, a pecho de la pureza de su estilo, el ms influido por la cultura francesa entre todos los del Diario. Los acicalados tercetos de su stira primera y nica, contra los malos e."-r;+.\ generalsimamente quieren excluir del estilo serio todas aquellas locuciones o

    que, o por haberlas introducido la gente baja, o porque slo entre ella tienen frecuente uso, contrado cierta especie de humildad o de sordidez plebeya; y un docto moderno Mayans

    ser la ms alta perfeccin del estilo de don Diego Saavedra, no hallarse jams en sus

    Paralelo de las lenguas castellana y francesa (tomo 1 del Theatro Crtico).

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    escritos ninguno de los vulgarismos que hacin Quevedo en el Cuento de Cuentos, ni mejantes a aqullos. Es muy hermoso y culto ciertamente el estilo de D. Diego Saavedra, pero lo es por eso, antes afirmo que aun podra ser ms elegante y enrgico, aunque se em:ro1neties,~t en l algunos de aquellos vulgarismos.

    Extremando estas ideas suyas, en el fondo tan racionales y sensatas, llegaba el P. hasta caer en el error vulgar de rechazar los Diccionarios, si con ellos entendan sus autores el lenguaje, como si esta fijacin hubiera de entenderse en el sentido de que elDiccionario una arca para en adelante cerrada. 8

    A estos gritos de insubordinacin lingstica, la ms peligrosa y la ms innecesaria todas para el verdadero genio, que cuenta siempre entre sus dones el de la paciencia en la forzosa y viril con el material artstico, corresponden las opiniones, paradjicas a veces, cionarias siempre, que el padre Feijo sostiene respecto de todos los gneros literarios.

    Bien se puede decir de l que removi en Espaa tantas ideas estticas como La Fontenelle y Diderot en Francia, mezclando, como ellos, en extrao conjunto las adivin~aciones' felices con los desbarros a que es tan propenso el espritu de indagacin y de aventura, a veces hasta en sus cadas. Por ejemplo, no cabe duda que el padre Feijo, ms ledo en libros que en las Poticas y Retricas de la antigua escuela, confunda lastimosamente el tr:mirl(lj fbula, que indica en los antiguos preceptistas el plan y composicin total de la obra, con cin o con el mito.As le vemos, en el prrafo XV del discurso Glorias de Espaa, con de dar la preferencia a Lucano sobre Virgilio, guindose ms bien por disculpable amor que por legtimo sentimiento artstico, discutir gravemente si la ficcin, que l da por sinni:m~ de fbula, es o no de esencia en la poesa. l se decide por lo segundo, porque en el onmer cao habra que descontar del nmero de los poetas a Lucrecio, a Manilio y al mismo Virgilio Gergicas. La ficcin, ni aun es perfeccin accidental de la poesa; antes sin terneJcid11d o:e pued! decir que es corrupcin suya. Fndolo en que los antiqusimos poetas ... no tuvieron por ni mezclaron en sus versos fbulas (Lino, Orfeo,Amphion, etc.). La poesa en su priroera lucin tena por objeto deleitar instruyendo; mas con el tiempo se dirigi nicamente al abandonando la instruccin ... Aun para deleitar se les pas la sazn a las fbulas mJtol

  • 844 Obras completas de Me>nndezPel

    Considerado el enthusiasmo como constitutivo esencial de la poesa, le defina ueparte.1 su causa, imaginacin inflamada con aquella especie de fuego a quien los mismos poetas nombre de furor divino>>; y de parte del efecto, le haca consistir en >. No niega slo la eficacia de los preceptos,niega la utilidad de la !acin, de la lectura, del ejercicio, mezclando con todo esto, que dicho en trminos tan abo:olt1tos .; no puede ser ms falso, consideraciones profundas y verdaderas, que van contra retrico y contra la falsa inteligencia del principio de imitacin.

  • 846 Obras completas de Menndez

    racional de animar los pensamientos, de mover los afectos, de excitar las pasiones y de la verdad ms clara y manifiesta>>, como lo dice muy bien el mdico Piquer, que impugn opinin del P. Feijo, en su excelente tratado de Lgica''. Sin el arte adquirido por unos u procedimientos, que en esto cabe racional disputa, pero arte, al fin, ejercitado con consagracin y sin tregua ni descanso, se producirn rasgos elocuentes, pero nunca la elocuente, la verdadera creacin esttica.

    Lo que en todos estos escritos del P. Feijo palpita, y lo que los bace simpticos en meaiod sus errores y ligerezas, es la reivindicacin constante, sistemtica y apasionada de los aerechos libertades del genio, as en la ciencia como en el arte. En este punto, el contraste de sus con las de Luzn es palmario y evidente, pudiendo considerarse al uno y al otro como respectivamente de las dos escuelas literarias que llenaron con sus luchas todo el siglo XVIII.

    De Luzn conocemos ya los principios estticos generales; no sus doctrinas cor1cerni

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    Hay, pues, mucha, muchsima labor de taracea en el libro de Luzn, y pueden captulo por captulo los hilos que han entrado a componer la trama. As se explican repeticiones y las contradicciones que han credo advertir algunos. La Potica fu un libro su tiempo, quiz puede serlo todava en algunos de sus captulos, porque la verdad nunca es se recomienda, adems, por una erudicin positiva y slida y por un modo de exposicin, n sabrido y seco, corno da a entender Quintana, sino amplio y ameno. Pero reconocindole de grado todas estas virtudes y otras ms, especialmente la discrecin y el buen gusto habituales que juzga la parte clsica o italiana de nuestra literatura y la discrecin y tacto en los con que comprueba y hace espaola la doctrina, el ms apasionado de Luzn no pu

  • 850 Obras completas de Menndez

    no estaban maduros an para los innovadores, y Luzn, que descenda a la arena el pnlmero.t na que recibir en su escudo los primeros golpes. As es que en el prlogo, en vez de proc

  • 852 Obras completas ueMenntd": )>

    cultura del arte parece que toda la naturaleza se desbasta y se labra, y ostenta en todo mas y aseo21

    _A pesar de ~ste amor snyo al alio y al aseo, Luzn es grande e ilustrado apologista candideces homencas, y se extasia con las costumbres sencillas de aquella dichosa que los reyes hacan, ya de cocineros, ya de trinchantes, ya de cocheros, y en que las como Nausica iban sin algn melindre a lavar su ropa al ro, y era noble ejercicio de y prncipes apacentar su ganadm>.

    No menos sensato y digno de alabanza, aunque no tan original como algunos han to, se muestra al reprobar el uso inoportuno de las fbulas mitolgicas en asuntos cristianos, como contrario a la verisimilitud potica: ~s h.urrtan

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    En lo que pudiramos llamar crtica negativa, es decir, en la censura de los defectos comunes y palpables de nuestras antiguas comedias, Luzn suele acertar, y se le puede zn en casi todo, sin que esto implique cosa alguna en pro ni en contra de nuestro teatro la crtica de Luzn es tan menuda y tan de pormenor, y de tal manera deja intacto el ' las obras que analiza, que la verdadera crtica queda por hacer despus de estos reparos nicos. Para l, la ignorancia de lo que llama arte, es decir, de las estriles disquisiciones llena su libro tercero, y en las cuales ningn poeta encontrar por cierto luz ni enseanza nada, le parece un pecado capital e irremisible. Olvidndose de la bellsima teora de la militud popular o artstica, con la cual, siguiendo a Muratori, haba defendido en su libro todos los caprichos de la imaginativa que largamente se permitieron el Ariosto y autores de poemas y libros caballerescos, se empea aqu en proscribir las aventuras ,,

    correspondencia exacta del tiempo de la accin con el tiempo de la representacin, me-por reloj. Como la representacin ms larga no dura arriba de cuatro horas, tampoco se

    admitir en el teatro acciones que excedan mucho de ese trmino: Luzn lo precepta en expresos, por la singular razn de que siendo esos dos perodos de tiempo, el uno o ri-

    el otro copia, se deben asemejar lo ms que se pueda.Aqu Luzn tropieza con el famoso de sol de la Potica de Aristteles, y para librarse de tan formidable argumento, sale con decir que el texto debe estar incorrecto o interpolado. Tal juego de cubiletes hacan

    crticos aristotlicos con la autoridad de Aristteles siempre que les estorbaba! Si hubiesen el verdadero sentido de la Potica, all hubieran podido aprender que el giro de sol

    un precepto, y que Aristteles distingue perfectamente el tiempo real del tiempo que pode-llamar esttico, y estirua la ms perfecta fbula la que ms ampliamente se dilate conforme naturaleza, hasta producir el cambio de felicidad en desdicha o al contrario. Qu mayor

    para el teatro espaol o para el de Shakespeare? Es de ver y admirar, como rasgo de poca y de escuela, el ardor que Luzn pone en esta

    pueril, y cun a regaadientes concede una o dos horas ms, hasta que hacindose cargo dificultad de encontrar argumentos que encajen en tan estrecho molde, acaba, como todos

    :so,;terledon:s de esta absurda teora, por dar a los poetas un modo de eludirla y falsearla, que en no hablar nunca de das ni de horas, y apartar de la mente del espectador la nocin

    mempo. En cuanto a la unidad de lugar, de la cual Aristteles no dice una palabra, Luzn tiene un poco ms ancha, y aunque el rigor de la ley pide un lugar estable y fijo, tiene por

    leve y perdonable el de quien ponga un acto de comedia en el Coso de Zaragoza y otro en la Pilar. Pero hasta aqu llega su tolerancia, y reprende gravemente a no s qu preceptista

    que conceda al dramaturgo licencia para pasear a sus personajes por toda la ciudad y dos o tres leguas a la redonda. Para Luzn, ya esto es un intolerable abuso, lo mismo que las

    uta.:i011es de escena, que l quiere sustituir con ciertos tablados y divisiones horizontales ima-por el Dr. jernimo Varuffaldi, y cien veces ms contrarias a toda ilusin y verosimilitud

    los cambios de decoracin ms frecuentes" y rpidos.

    En cuanto a la doctrina de la purificacin de las pasiones, Luzn sigue al pie de la letra el sentir de D. Jusepe Antonio Gonzlez de Salas (Vid. Vol. 1, cap. X, cita 26), y aade las observaciones siguientes: ((No hay duda que la demasiada alegra, los objetos externos y los varios deseos disipan mucho el nimo, le distraen y enajenan de suerte que raras veces entra en s mismo ni se recoge a tratar consigo a solas ... Con la tristeza pues, y con el

  • 856 Obras completas de Menndez

    A la pobre luz de estas intolerancias de escuela hizo Luzn la crtica del teatro encarnizndose con las infracciones repetidas de las unidades, con los anacronismos dislates geogrficos, sin olvidar tampoco aquellos reparos ticos de que no hay teatro que est exento, y que de todos modos tienen poco que hacer en una Potica. Con copiar parte de los anatemas que lanzaron sobre las comedias de Moliere los dos grandes sagrados de su tiempo, Bossuet y Bourdaloue, hubieran tenido de sobra para contestar toriosamente a Luzn los partidarios de nuestro antiguo drama. Todo bien conside1cado, escarnecimiento de los afectos nobles y generosos y las burlas que recaen en menosprecio fervor religioso o de la autoridad paterna, o de la fidelidad conyugal, traen peores COI!sec:u1 cias sociales que los excesos del punto de honor vindicativo, expresin y degeneracin de un alto sentido de dignidad propia y humana.

    En el terreno puramente literario, la nica observacin de Luzn que implica ve,,,.," trascendencia crtica es la que se refiere a la palidez, monotona y leve estudio de los en nuestra dramtica: observacin injusta de todo punto si se la aplica a Tirso, a fl.lNi siquiera el ejemplo y la doctrina de Pedro Corneille son bastantes para que el gnero de las tragicomedias o comedias heroicas, antes las condena como abuso inl>, de donde infera

    habiendo alcanzado nuestros poetas los primores del arte, que en tiempo de Aristteles no an toda su perfeccin y hermosura, no deban tenerse por desordenado extravo, sino, al por audacia generosa, las novedades y bizarras de los nuestros. Y puesto ya en este recordaba con discrecin a Luzn que iguales reparos de infraccin de las reglas del arte

    dirigido en su tiempo a Moliere, y que ste se haba defendido mostrando bien poco a los preceptistas. El P. Navarro, atenuando tambin las censuras de Luzn contra nuestros

    eta:;, proc:edia more scholastico, extractando las doctrinas de San Agustn sobre el concepto de y de Santo Toms sobre el concepto del arte. Excuso advertir que estas aprobaciones

    levantado espritu fueron suprimidas y condenadas al olvido, como dos monumentos de pedantera y de barbarie, en la segunda edicin de la Potica, dirigida en 1789 por el Llaguno, que trat la obra de Luzn con tan poca conciencia como el Victoria/ de D.

    Nio y otros libros que imprimi. Pero ni Llaguno, ni sus amigos pudieron borrar de la memoria de las gentes la docta cri-

    que haban hecho de la Potica los redactores del Diario de los Literatos en el tomo IV de 'meritc>ria publicacin. Este artculo consta no menos que de 113 pginas, y es obra de dos

    La parte meramente expositiva y de extracto pertenece a D. Juan Martnez de Salafran-parte crtica fu redactada por el bibliotecario D. Juan de Iriarte, uno de los hombres ms

    de aquella centuria, consumado gramtico y latinista, autor de ingeniosos epigramas

  • 858 Obras completas de MenndepeJi

    en la lengua madre y en la castellana, y de un bien digerido catlogo de los manuscritos gas de la Real Biblioteca de Madrid. Don Juan de lriarte, que haba recibido en los coJeginm:rac (sic) en nuestros antiguos teatros, y la necesidad en que se vieron nuestros poetas de rarse al gusto popular, aun protestando de L La obra de Lope, ms es arte nuevo de comedias, que de hacerlas.

    Luzn haba despedazado con verdadera saa de reformador, entonces necesaria, mtico soneto de Gngora en loor de Luis de Babbia, escogindole entre otros ciento dechado de la ms perversa y caliginosa poesa. Don Juan de Iriarte apura los esfuerzos

    23 Diario de los Literatos, tomo IV, pginas 1 a 113. En la biografa de D. Juan de Iriarte, que precede a sus Sueltas (1774), se especifican cules son los artculos del Diario que le pertenecen (tomo I, pliego F, sin Iriarte propenda a lo conceptuoso, aun dentro del gusto francs. Dedic nada menos que ocho epigramas a la alabanza de Fontenelle. Son de materia artstica (dicho sea de paso) los tres siguientes dsticos de Iriarte sobre el desnudo en la escultura, que concepto notables por la elegancia de la diccin:

    XXXVIII. ((Parcite, Pictores, obscenas pingere partes. Fit meretrix vestra casta Minerva manu.

    XXXIX. Naturam haud sequeris, pingis qui turpia, Pictor. Quod Natura tegit, debet et arte tegi.

    XL. Quid juvat in statuis obscena ostendere membra? An lignum, an saxum, qui videt ista, putas?)).

    La educacin extranjera nunca extingui en D. Juan de Iriarte el vivo sentimiento de na>. A estos argumentos de autoridad aade otros de razn, derivados de la esencia misma

    dramtico: No parece tan extrao ni tan violento el drama que une lo serio con porque, no siendo el drama ms que una imitacin o representacin de las acciones humanos, y encontrndose no pocos de stos mezclados de lances serios y graves, y de

    y graciosos chistes, con intervencin de personas grandes y plebeyas, qu repug-ni qu monstruosidad puede haber para que acciones y sucesos de esta calidad se

    ies

  • 860 Obras completas de Menndez)>,

    Pgina de crtica verdaderamente sensata y admirable, pero que no fu la nica mismo sentido escribieron los apologistas de la tradicin nacional, nunca muerta ni el siglo xvm, como ya hemos comenzado a notar y seguiremos viendo! Claro es que, Iriarte de tan libre y racional manera, no poda menos de diferir de la sentencia de Luzn de la unidad de tiempo. No slo califica de pretensin arbitraria la de las cuatro horas, sino en redondo, afirma que el estrechar los lmites de la accin no es sino sofocar y oprimir el ni o, y cortar los vuelos a la pluma del poeta,

  • 862 Obras completas de Menndez:

    de un preceptista de los que por tradicin llamamos helados y sistemticos, y para carmiento de los que quieren condensar en una frmula toda la vitalidad del pensamiento hombre:

  • 864 Obras completas de Menndez

    sin embargo, sus contemporneos no iban del todo descaminados en tenerle por hombre vulgar. En la Academia Espaola pocos trabajaron ms que l eu los aos inmediatos a cin. Como bibligrafo y palegrafo honra su nombre el largo prlogo que estamp al la Polygraphia Universal de D. Cristbal Rodrguez, historiando las variaciones de la espaola desde las monedas autnomas hasta el siglo xvr. Como jurisconsulto, supo unir el dio de la arqueologa y de las humanidades con el de los textos legales, y figur no smmc:Irniei en el escuadrn de los Finestres y Mayans, merced a los cuales nunca se extingui del aulas espaolas la luz que en otras edades haban encendido Antonio Agustn y Antonio Covarrubias, Fernandez de Retes y Ramos del Manzano.

    De intento hemos hecho conmemoracin de estas buenas partes del entendimiento cacin de Nas arre, para que parezca mayor el contraste con lo absurdo y descaminado de ti ca literaria, en la cual apenas se percibe el ms remoto vislumbre de un pensamiento e impera y campea a sus anchas el ms increble mal gusto. Reimprimi el Quijote aeA.ve,ll' da, que l y su amigo Montiano juzgaban mucho ms entretenido y chistoso que el de Reimprimi tambin las Comedias de Cervantes, no porque le gustasen, sino al parecan malas, y ni siquiera las tena por comedias, de donde infera que Cervantes las compuesto como parodias intencionadas del estilo y gusto de Lope de Vega. La especie estrambtica, que parece imposible que haya cabido en cerebro de hombre sano. jzguese se quiera de las comedias de Cervantes, nadie que las examine de buena fe, y que lea el en que su inmortal autor se queja tan amargamente de no encontrar actores que se las sentasen, y a duras penas librero que quisiera sacarlas a luz, dudar ni por un momento fueron escritas en serio. Y por qu no haban de serlo? Entre los innumerables dramalur)! anteriores a Lope de Vega, quin es el que puede entrar en comparacin con Cerv,mltmte,tro. desde Lope en adelante, hubiese abandonado este rumbo, inclinndose al gnero

    As es que de los dramticos posteriores a Lope, slo manifiesta alguna estimacin Roxas, La Hoz, Sals y Caizares, en cuanto se acercaron alguna vez al tipo de co-

    de costumbres que l se haba forjado, es a saber:

  • 866 Obras completas de Menndez

    A esto se reduce el famoso discurso de Nasarre, puesto que todo lo restante est a la letra, o de las Tablas de Cascales, o del Herclito y Demcrito de Antonio Lpez de Si las opiniones de Luzn, tan mesuradas en fondo y forma, haban suscitado tal contrad, del espritu nacional herido, cul no haba de ser la que promoviese este otro moerti, alegato, tan henchido de satisfaccin propia y de pedantera? Nada menos que cuatro naciones de la obra de Nasarre conozco, publicadas todas en el corto espacio de dos fijo que no fueron stas las nicas, puesto que, no existiendo bibliografa del siglo la casualidad nos va proporcionando los materiales para construirla. Rompi las hostilidar joseph Carrillo, con un coloquio satrico de no poco donaire intitulado La Sinrazn y beata de Lavapis, y muy pronto unieron sus voces con la suya D. Juan Marujn y D. Nieto y Malina, en dos papeles volantes, que fueron como anuncio del importantsimo farragoso Discurso crtico sobre el origen, calidad y estado presente de las comedias de contra el dictamen que las supone corrompidas, obra del abogado D. Tomas de Erauso y que ocult su nombre llamndose un Ingenio de esta cort0 Los escritos polmicos de Marujn y Nieto Malina, apenas merecen atencin de la crtica sino como documentos cos de la viva resistencia del espritu nacional contra la invasin de las nuevas ideas as el de Zabaleta, que tiene valor propio y verdadera elevacin de sentido esttico en pasajes. Marujn era un coplero de nfima laya, audaz y violentsimo, fanfarrn y pend

  • 868 Obras completas de Menndez

    tales excelencias la de ser una protesta del buen sentido de nuestra raza contra el mundo fantstico de la caballera andante, antiptico siempre al genio latino Y en mal hora tra:sp,m1 a Italia y a Espaa, que muy pronto dieron cuenta de l con blanda y risuea irona!

    Nieto Molina vala ms, y era escritor de otro orden que Marujn, aunque de una semejante. Escriba versos de donaire en la pura lengua del siglo xvn, como si para l no sen franceses en el mundo, ni se hubiera escrito la Potica de Boileau. En lo bueno y en lo era un escritor anacrnico en ms de sesenta aos. Quiz es en fecha el ltimo de los burlescos genuinamente espaoles, puesto que era mucho ms joven u e Gerardo Lobo, Villarroel y Benegasi, y alcanz, segn toda probabilidad, los ltimos aos del siglo. Su la Perromaquia (1765), que titul Fantasa potica en redondillas; su coleccin de mitolgicas, tambin en metros cortos, intitulada El Fabulero (1764); en suma, todo lo conocemos de l, parece de jacinto Polo, de Cncer o de Anastasia Pantalen, con gusto malo y no menor abundancia de diccin pintoresca.

    Un hombre como Nieto Malina, que admiraba a Gngora hasta en sus extravos y en errores, sin perjuicio de no imitarle en ellos, y le llamaba asombro de los lricos, no pu

  • 870 Obras completas de Menndez

    desfigurndola el semblante y descuartizndola los hechos? Se vi alguna vez suceso quien no alternase la risa? Se vi placer sin pena, gozo sin gusto, felicidad sin amargura? mismos Gentiles colocaron juntas en un mismo templo, y en una misma ara, a las diosas felicidad y de la angustia ... Qu se logra con imitar una parte mnima del inmenso todo>,

    Tambin impugn Zabaleta con singular energa y lgica el vulgar pretexto de la . escnica, tan invocado por los preceptistas franceses. Ann los ms lerdos e ignorantes !adores, saben distinguir y conocer muy bien que cuanto ven sobre el tablado es uu.~muertb no realidad, es pintado y no vivo, y es artificiosamente imitado y no existente. Y no repugnante all la apariencia o imitacin de un hecho, de un lugar, de un tiempo y de naje, tampoco puede parecerles dura la pluralidad de todas estas cosas. Antes bien, les parecerfil: defectuoso lo contrario, as por la prudente consideracin de estar el arte diminuto en el como porque la curiosidad humana no encuentra placer si no apura todo lo que y lo que puede prometerse dentro de una lnea ... Quin podr creer que le divierta desnudez de un caso simple que la variedad y adorno de enlazados sucesos?.

    En estos principios est fundada la defensa de Caldern, que puede resumirse en las guientes frases, tomadas de otro lugar del discurso: Culpar a Caldern porque escribi libre imitar a nadie ... y porque todas sus comedias son de caballeros pundonorosos y aletrrtaios Damas nobles, al principio altivas, serias y recatadas, y despus amantes, zelosas y apacibles. verdaderamente convertir la luz en sombra y la virtud en vicio. Si Caldern quiso, en el anclmnl$1 campo de la Naturaleza, elegir para sus imitaciones nuevo rumbo, objetos altos, passiones ilustres hechos, e idioma culto, no slo no debe ser culpado, sino que merece ser aplaudido ... qu haba de humillarse servilmente contra su mismo espritu noble ala imitacin de lo que, entender, mereca olvido, reforma y acaso desprecio? ... Si l estudiaba en las aulas de la muy y escondida Naturaleza, no era necedad seguir las enseanzas de los que no la ent.en conscientes. Quin ha de dudar hoy entre Nasarre y Zabaleta, ni deja de reconocer segundo a uno de los nuestros, al paso que el primero se nos presenta como un brbaro

    de edades pretritas? No debemos juzgar con tanta dureza a D. Agustn de Montiano y Luyan do, docto escritor ~iSletano,fundador y primer director de la Academia de la Historia, y hombre de reconocida

    y mrito en varias disciplinas, aunque de fantasa pobre y yerta. Empez por seguir el Sto .con1ceJtuosodel siglo anterior, en su poemita El robo de Di na (1727); pero en edad madu-

    totalmente de rumbo, sentando plaza entre los reformadores de las letras, con cndi-1 pretensi,ontes de dar, no ya slo preceptos, sino tambin ejemplares y dechados en todo linaje

    . Era aventajado en el estudio de las humanidades, y es el nico elogio que podemos jce:de;rle. Su crtica no adolece jams de la fantica intemperancia de Nasarre, pero tampoco

    a las consideraciones trascendentales que ennoblecen y hacen tolerable la de Luzn. La 'M

  • 872 Obras completas de >, y con arre 1 terio juzga y califica las obras ajenas, sin escatimar elogios a las ms dbiles y peorg 0 a Siempre que sus autores hayan hecho estudio de sujetarse a esa supersticin estril, As puestas en las nubes la Nise Lastimosa de Bermdez, y la Elisa Dido, y hasta el Atil de Virus, y juzgadas con singular indulgencia monstruosidades como el Hrcules a Lpez de Zrate, al paso que el autor se encarniza con El Duque de Viseo, y con el venganza de Lope; no por otra razn sino por la falta de las consabidas unidades Montiano no les hace otro reparo ni chico ni grande. Fcil oficio era el de la crtica e~ y con tales procedimientos, ms propios de un libro de cuentas caseras y econmicas una Potica. Sin embargo, no es todo intil en los Discursos sobre tas tragedias El segundo especialmente, que viene a ser un tratado de declamacin y aparato escnico, verdadero mrito para su tiempo, aunque el autor muestra haber sacado de Riccoboni lo de su doctrina. Alguna vez tambin, y por excepcin, se arroja a separarse un tanto del los crticos, pero apoyndose siempre en los zancos de Luzn o de algn otro que lo dijo porque no era don Agustn hombre para inventar nada. As, no tiene reparo en censurar poco posibles y menos verismiles los argumentos trgicos tomados de fbulas mitolgi,ca . Para confirmar su doctrina escribi Montiano dos tragedias, Virginia y Atauifo,

    Simas en su contextura a todas las reglas, o, por mejor decir, infieles y contrarias a la prumer

  • 874 Obras completas de l\1enndezpeJ

    duda conoca en su original, puesto que las traducciones de Letourneur tardaron muchos en publicarse. El hecho no admite duda. Una dama de la corte, de quien slo cor1ocemo.< iniciales M. H. 33 haba traducido en verso la Andrmaca de Racine, y se la mand a en 1759; Montiano hizo algunas correcciones, y se la devolvi con una carta, que est con la misma tragedia y con otras poesas de la autora. All se leen estas formales Yo segu algn tiempo la opinin de los franceses, pero abrac despus la inglesa, aurlqu.e varias moderaciones, que he juzgado convenir a la verosimilitud y a no perder la ilusin Montiano, partidario de Shakespeare! O entendera por teatro ingls el de Dryden y el de Addisson? Esto ltimo debe de ser.

    Con Luzn, Nasarre y Montiano debe ser mencionado, aunque en ltimo trmino perteneciente al grupo de los primitivos reformadores, el ilustre arquelogo e ' lagneo don Luis )oseph de Velzquez, a quien dieron justa fama su viaje literario por los vos de Espaa, sus trabajos harto prematuros de interpretacin de los alfabetos de las autnomas de Espaa, sus colecciones numismticas, y la tentativa, muy notable para su de reconstruir la historia de la Espaa Ante-Romana juntando los dispersos fragmentos de historiadores y gegrafos clsicos, y aclarando los unos por los otros. Estos son sus verdor!-. ttulos al agradecimiento de la posteridad. Para la crtica no tena ni verdadera vocacin, delicado, ni estudio suficiente, ni ideas propias. Su librillo de los Orgenes de la Poesa Ca;;tellafl4 a pesar de la reputacin de que goz algn tiempo fuera de Espaa, no por mritos pn!pHlS,S!llj por las copiosas adiciones con que le exorn, duplicando su volumen, Dieze, profesor de tinguen, es (considerado en su original castellano) un cuaderno de especies vulgares, muchas de ellas, y mal hiladas. Como libro de erudicin, ha envejecido de todo punta, y hoy prestar servicio alguno al estudioso de nuestra bibliografa. Como libro de crtica, es ms infeliz. Velzquez, exagerando sobre las exageraciones de Nasarre, de quien servilJmf10IJ copia sus noticias, no slo califica de corruptores de la dramtica espaola a Lope de Veg Caldern, sino que lamenta que Nasarre haya perdido su tiempo en desacreditar lo que los doctos siempre lo ha estado, y nunca llegar a estarlo para con el vulgo. Por su puesto Velzquez pone en las nubes las soporferas tragedias de Montiano, haciendo propio el juicio los PP. redactores de las Memorias de Trvoux, con quienes parece que todos estos refiorn1adorl teman hecho un contrato de alabanzas mutuas, y el todava ms desatinado del P. Isla que uno de los prlogos de su traduccin del Ao Christiano lleg a estampar que Montiano era Sphocles Espaol, que puede competir con el Griego>>, y que 35

    33 Segn el Sr. Serrano y Sanz en su reciente y laureada Biblografa de las escritoras espaolas, se llamaba Margarita Hickey y Pellizoni.

    34 Poesas Varias sagradas, morales y profanas o amorosas: con dos poemas picos en elogio del capitn ""'""'u'. Pedro Cevallos; con tres tragedias francesas, traducidas al castellano: una de ellas la Andrmaca, de varias piezas en prosa de otros autores. Obras todas de una dama de esta corte. (M. H.) Madrid, Imp. Real,

    35 Orgenes de la Poesa Castellana, por D. Luis foseph Velzquez, Cavallero de la Orden de Santiago, de la Real de la Historia, y de la de Inscripciones, Medallas y Bellas Letras de Pars. Segunda edicin. En Mlaga: por herederos de Francisco Martnez de Aguilar, 4. 0, 1797. (La 1 o edicin es de 1754, y tambin de Mlaga).

    de las ideas estticas II. Cap. II. Preceptiva Literaria. Siglo XVIII 875

    As andaba el gusto entre los ms ingeniosos de Espaa. Velzquez tena tan absoluta falta potico, que cuando reinlprinli los delicados y melanclicos versos de Francisco de la

    se empe en atriburselos a su printivo editor Quevedo, sin reparar en el abismo que hay ndole literaria de ambos poetas. Montiano y Luzn creyeron a pies juntillas en el descu-

    de Velzquez, as como el mismo Montiano y Nasarre no haban temido deshonrarse ~ral:iarneJnte estampando que, cotejadas ambas partes del Quijote entre s, . Y estos hombres pasaban por prototipos de

    de sabidura! Llega uno a dudar del entendinliento humano cuando ve inlpresas tales y advierte que no produjeron universal indignacin y protesta en la sociedad literaria de

    Al contrario, Luzn, Montiano, Nasarre y Velzquez (siento tener que mezclar aqu al con los ltimos), eran tenidas entre la gente culta por orculos y legisladores de las

    . Todos ellos formaron parte de la clebre Academia del Buen Gusto, que por los aos a 1751 reuna en su casa de la calle del Turco la discreta Condesa de Lemas y Marquesa

    concurriendo a ella la Duquesa de Arcos y otras damas no menos ilustres. En esta vinieron a confluir otras, por lo general de corta vida e influjo, que en aos an-

    haban existido en Madrid y en otras partes, especialmente la Academia del Trpode, diez aos en Granada, sostenida por los esfuerzos de su fundador el Conde de Torre-

    de su amigo el cannigo Porcel y de otros poetas, que seguan por entonces ms bien el del siglo XVII que el del xvm, mostrando una lozana de imaginacin, una tendencia a la

    y sonoridad del lenguaje, y una gala de versificacin no exentas de resabios culteranos, que recordaba en. algn modo el gallardo, brillante y pintoresco estilo de aquellos poetas

    amtdir1os y antequeranos de las Flores de Espinosa, qne abrieron y facilitaron el camino a en lo bueno y tambin en algo de lo malo. Otra muestra del gusto que imperaba en

    Academia nos la da la noticia de haber tomado sus socios nombres de los libros de ca-llamndose, v. gr., Porcel, el Caballero de los Jabales (con alusin a su apellido), y

    el Caballero de la Verde Espada, el Caballero de la Cuita, el Caballero de la Pea el Caballero de la Luenga Andanza, etc., etc.

    Los elementos que de esta Academia pasaron a la madrilea del Buen Gusto, sirvieron para tawLwet en ella un dualismo de opiniones y de prcticas literarias, que fcilmente se discierne

    sus actas originales, comparando, v.gr., los versos del Conde de Torre-Palma, tan robustos sonoros, pero a veces tan tenebrosos como los del mismo Gngora; o los de Porcel, que

    a veces tan prdiga fantasa descriptiva, con las humildes y abatidas prosas rinladas Lnu,uuauu, de Velzquez o del mismo Luzn, tan mediano poeta como crtico feliz. La misma

    que se observa en los procedimientos se nota en las teoras, puesto que, por un lado,

    Traducida por Dieze con este ttulo: -Geschichte der Spanischen Dichtungskunst. Aus dem Spanischen bersetzt und mit Anmerkungen erlautert

    von johann Andreas Dieze. Goettingen: V. Bossiegel, 1769,8.0 En las Actas de la Academia del Buen Gusto se conservan otras dos disertaciones de Velzquez; una sobre la

    tragedia, con singular elogio de la Virginia de Montiano, que llama muestra de todas las perfecciones: otra sobre el constitutivo esencial de la poesa, que l hace consistir en la expresin de lo grande y de lo magnifico.

  • 876 Obras completas de Menndez

    vemos a Montiano leer en aquella Academia su primer discurso sobre las tragedias y su Virginia; a Luzn dar a conocer las novedades dramatrgicas de La Chausse; a condenar speramente las tragicomedias espaolas; y, al propio tiempo, sin ofensa de la misma culta y amistosa reunin de que Montiano era secretario, levantar su voz el granadlin Porcel en una especie de vejamen o juicio luntico, como l dice, de los escritos de sus cornpaft, ros, para combatir de frente a Boileau y sentar sin rebozo alguno teoras tan adversas a la clsica como las del P. Feijo o las del Discurso de Zabaleta, afirmando, entre otras cosas la potica no es ms que opinin, que la poesa es genial, y que, a excepcin de algunas ' generales y de la sindresis universal que tiene todo hombre sensato, el poeta no debe otra ley que la de su genio ... .

  • 878

    eso, los ojos a la luz de la cultura moderna, ni la voluntad al trato de los doctos de otros que le estimaron y honraron mucho ms que los de su propia tierra. Voltaire le peda dal:o.ssnh. nuestra literatura, y le llamaba en sus libros insigne y famoso, y en las obras de Gerardo rnann, de David Clment, de Orto Mencken, de Muratori, de Heineccio, a quienes asisti en respectivas investigaciones, vive honrada y venerada su memoria. Prescindiendo de lo que le ben la historia patria y la ciencia del derecho romano, campo principal de sus esludios:, Cnven, aqu hacer mrito de sus trabajos de colector literario y de preceptista, extraos en realidad a ciencia esttica, que Mayans no cultiv nunca, careciendo como careca del sentido del que no dejaron de contribuir a que nuestros futuros crticos y tratadistas de Retrica y tomasen en sus cnones y ejemplos una direccin clsica ms bien latino-hispana que El restablecimiento de la buena prosa castellana fu siempre uno de los objetos predilectos actividad de Mayans. l no puede decirse que fuera un escritor en el riguroso sentido de la bra: siempre fueron mejores sus preceptos que su estilo: limaba con harto ms cuidado y su prosa latina que su prosa castellana, y en sta atenda mucho ms a la substancia de !ascos, que a las palabras, lo cual parece bien extrao en un retrico de profesin. No haba llegado formarse estilo propio, y, como todos los hombres de inmensa lectura, fcilmente se coJotagalba del modo de decir ajeno, resultando de aqu falta de unidad y de carcter propio en el suvo,

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    graves eruditos, retrados del cultivo de la literatura amena y militante, suelen tener sobre ideas ms originales y menos estrechas que los literatos de profesin46

    Como haca Mayans singular y honrosa gala de juutar y leer viejos y raros libros les, que muy pocos de sus contemporneos conocan sino por relacin lejana, l fu el en llamar la atencin sobre las preciosidades enterradas en el Cancionero general de celebrando con extraordinarios elogios el maravilloso juicio y gravedad de Hernn Prez Guzmn y jorge Manrique, el ingenio, discrecin y gracia de su to Gmez, de Hernn de Nicols Nez, de don Luis de Vivero, del comendador Escriv, del Vizconde de Altamira, el natural decir de todos ellos, suelto, castizo y agradable. Y estimador siempre del dulce de los metros cortos nacionales, aun en escritores ms recientes, ponderaba la festividad Castillejo, la urbanidad de Glvez Montalvo, y los felicsimos e inimitables romances de D. Luis de Gngora.

    De este continuo trato y convivencia con los modelos de nuestra habla recibe su por no decir nico, precio la Rethrica de Mayans, enmaraadsimo bosque de eu!W>ClOJQ Clicacd1 tal como los explicaban Nebrija, Vives, Matamoros, Fr. Luis de Granada, Nez y el Nada de cuanto se halla en aquellos antiguos y excelentes tratadistas del arte de la palabra, echa de menos en la enorme compilacin de Mayans, donde estn reunidos y concordados dos ellos, pero tampoco da nn paso ms adelante ni tiene una sola idea original. La difusin estilo de esta Retrica la impidi popularizarse y descender a la enseanza, aunque mttcht)S saquearon. El estudioso de la propiedad y hermosura de nuestra lengua, encontrar siempre sus pginas provechoso deleite, y acertar mucho no detenindose en los preceptos, y derecho a los ejemplos17, que dan al libro aspecto de centn, pero que le hacen ina,pn>ciable.

    46 Todas estas proposiciones estn entresacadas de la Vida de Miguel de Cervantes Saavedra, natural d M

  • 882 Obras completas de Me:nndezp.,

    ces por acumulacin y redundancia, y tendiendo ms a producir la inextinguible carcaJ>.- LA DE BLAIR.- MORATN

    Y LA REFORMA DEL TEATRO.- GRUPO LITERARIO DE MORATN TINEO, HERMOSILLA, PREZ DEL CAMINO, ETC.- LA ESCUELA

    '.'LL-""-"' SUS TENDENCIAS ESTTICAS: REINOSO, LISTA, BLANCO, ETC-LITERARIO>> DE SEVILLA.- POLMICAS DE BLANCO CON ~"''m''~ Y DE REINOSO CON GONZLEZ CARVAJAL- GRUPO LITERARIO '"""'"-"u.": MARTNEZ DE LA ROSA, BURGOS.- GRUPOS LITERARIOS DE

    v.rucm''"'-""'LrH"J.-TENTATIVASDECRTICAINDEPENDIENTE: HELENISTAS (BERGUIZAS, ESTALA, ETC).- TRADUCCIONES DE LAS

    """""" DE ARISTTELES, HORACIO, BOILEAU, ETC., ETC.- LOS CRTICOS VERNEY (), CANDIDO LUSITANO, DIAS

    CORREA GAR;;Ao, BOCAGE, FILINTO, RIBEIRO DOS SANTOS, JOS DE MACEDO.- LA CRTICA EN AMRICA: EL DOCTOR ESPEJO Y SU

    OBRA INDITA

  • 884 Obras completas de Menndez

    AL fu el desarrollo de la preceptiva literaria durante los reinados de Felipe Fernando VI. Tal era su estado al ascender al trono espaol Carlos III en nuevo reinado seala el apogeo de la cultura francesa, y en l se recogieron los frutos, buenos y malos, de cuanto se haba sembrado en los dos antericl!'f

    Nuestros gobernantes de aquel perodo dieron inusitado favor y proteccin oficial al grupo los reformadores, consignando en actos pblicos y en leyes el triunfo de algunos de los pios crticos por ellos sustentados. Aranda, Roda y Llaguno, el ltimo de los cuales cultiv;Ibaco gusto y entendimiento las letras y la historia de las artes, y haba comenzado a darse a como hbil traductor de Racine, miraron con extraordinaria simpata los esfuerzos encanrrm; dos a la creacin de un teatro clsico, y envalentonaron a los eruditos que con tal propsito bajaban. Se estableci hacia 1768 en los sitios reales un teatro donde se representaron, traducidas por don Toms de Iriarte, tragedias de Voltaire, comedias de Moliere, de D

  • 886 Obras completas de Menndez

    confundan la figura con el figurado, y la imagen con el prototipo ... Otro de los defectos comunes en los Autos es la mezcla de cosas sagradas y profanas.

    De todo esto infera Clavija y Fajardo, que los Autos eran unas farsas espirituales, soberano deba prohibir como ofensivas y perniciosas al Catolicismo y a la Katzon>>,, DC>r ,,.,.,, que ayudaban a continuar el concepto de brbaros que hemos adquirido entre las

    El sentimiento popular se levant indignado contra los insultos que le diriga, so piedad, el afrancesado y volteriano periodista. Salieron contra Clavija una porcin de que don Leandro Moratn califica a carga cerrada de necios, y que nosotros nos gu;ardar. muy mucho de calificar de igual modo, a juzgar por el nico que conocemos, y cuyo autor, en esta cuestin, dicho sea con paz de don Leandro, calaba mucho ms hondo que su y que Clavija.

    El enrgico defensor del teatro nacional a quien aludo, y de quien, como de todos siguieron el mismo rumbo, ha hecho caso omiso primero el fanatismo de escuela y pereza de nuestros eruditos, se llamaba don Juan Christval Romea y Tapia, y publi1:ah oposicin a El Pensador y a todos los de su laya, un peridico denominado El Escritor sin que no debi de ser tan mal recibido del pblico castizo, cuando, habindose dado a luz en los once discursos de que consta, todava fueron reimpresos en 1790, pasadas y ohid

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    pedistas), el Diario Extranjero, El Erudito Investigador, El Novelero de los Estrados y lertul,r.i Diario Universal de las Bagatelas, El Correo general de Espaa (protegido por la Real Comercio), El Bufn de la Corte, y, finalmente, El Caxn de Sastre, que es para nosotros importante. En todos ellos y en una infinidad de papeles volantes y libros de poco fuste blic desde 1759 hasta 1790 revel bien a las claras sus rancias aficiones literarias y el desdn que miraba a los innovadores. Bolh de Faber elogia el espritu de un folleto de Nipho La nacin espaola defendida de los insultos del Pensador y sus secuaces3

    En el Diario Extranjero', publicado un ao antes, haba insertado ya juicios enconli cos de varias comedias de Caldern, a quien llama

  • 890 Obras completas de Menndez

    ms limpia corriente; las octavas de las Naves de Corts, cuya riqueza y desembarazo descri>t! renuevan la memoria del mismo Lope y de Valbuena; y, finalmente, la oda pindrica a un dor de toros, levantado por l a la cuadriga de los triunfadores de Ele a. Y, sin embargo, este nacional ms que otro alguno de aquel siglo, y que debe a los restos y desperdicios de la nacional toda su legtima gloria; este inconsciente precursor de los romances histricos y leyendas del Duque de Rivas y de Zorrilla, era en teora el ms violento, el ms furibundo cuantos entonces juraban por la autoridad de Boileau; y aun se esforzaba en llevar al doctrinas en obras ridas y muertas, que sus contemporneos no queran or y que la ha olvidado de todo punto. En dos stiras de su juventud leemos estos versos, que Na:sane hub ra adoptado por expresin cabal de su doctrina, a haber sido capaz de hacerlos:

    No adviertes cmo audaz se desenfrena La juventud de Espaa corrompida De Caldern por la fecunda vena? N o ves la virtud siempre oprimida Por su musa en el cmico teatro, Y la maldad premiada y aplaudida? Y desde el Tajo aurfero hasta el Batro Est vuestra nacin desestimada, Porque as lo quisieron tres cuatro? No ves el arte cmica ignorada Y si la accin empieza en Filipinas, En Lima en Getafe es acabada? (Stira!.'). ( ... ) Mas qu admira maldad tan manifiesta Si en Espaa no tienen mayor arte

    Todo era apretar los pies En viendo por largo trecho Relucir su despecho Las bandas en el pavs Y la cruz roja en el pecho. Era de miembros gentiles, De ojos claros y sutiles, Bello el rostro, el pelo rizo, etc. ( .. ) Y as, despues de unos das Que en alegres correras Honr su brazo y espada, Le prendieron en celada, Entre Cabaas y Olas, etc., eto).

    A cuntos han alimentado las migajas de la opulenta mesa del Fnix de los Ingenios!

    {as ideas estticas, JI. Cap. JI!. Preceptiva Literaria. Siglo xvm

    Que la imaginacin ms descompuesta? Arrima los preceptos una parte Quien pretende escribir una comedia, y en tres jornadas actos la reparte. Finge ser el principio en Ni comedia, y acabando el suceso en Barcelona, En Filipinas en Tetun la media. Una fbula inventa fanfarrona En que, agradando al pblico profano, La moral instruccin y arte abandona. Hace al galn soberbio e inhumano, Espadachin, sofstico, embustero, Jugador, jurador, falso liviano. No le falta un amigo compaero Que, agregados los dos, cuchilladas, Se burlen del alcalde ms severo. Persiguen las doncellas y casadas Con escndalo horrible, profanando Las casas ms honestas y guardadas. Pone un tercero y cuarto de otro bando Opuestos a los dos antecedentes Con quien se andan continuo acuchillando. ( .. ) Ve all la libertad apetecida La ms honesta dama y recatada, Y aplaudirse la infame y libre vida. La autoridad paterna despreciada, Y sacar, a pesar de sus parientes, La dama de la casa ms guardada. Los papeles, los ruegos indecentes Los criados y amigos, los terceros, Las viejas alcahuetas impudentes. ( ... ) All se aprende el licencioso trato, La vanidad, soberbia escandalosa, Y el horrible y fantstico aparato. ( ... ) No aparente verdad representada Vers, ni una accin sola en una pieza, Que en un lugar y tiempo sea acabada. Acaba en Flandes, si en Madrid empieza; Psanse aos cientos millares,

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    Y la una accin con otra se tropieza. Las antiguas costumbres populares Se mezclan con las nuestras ms modernas, Ms estimadas cuanto ms vulgares. Las que al principio son personas tiernas, En el medio son jvenes, crecidos, Y al fin, por vejez ya, tiemblan las piernas. ( ... ) Un lacayo vers ser muy prudente, Y si no toma el amo sus consejos, Arquear las cejas y arrugar la frente. ( ... ) A Terencio y Planto no los nombres, Que hay ignorante aqu que los desprecia, Por ser su estilo llano: no te asombres. Es la cultura lo que ms se aprecia, Y las frases que no se comprehenden Se aplauden ms que el vidrio de Venecia'-

    Fuera de Cervantes, no haba tenido hasta entonces la escena espaola enemigo de ingenio y donaire. Lo que haba dicho en buenos versos, lo repiti en mediana prosa en la !acin que precede a su Petimetra { 1762), comedia insulsa, aunque escrita, segn reza la da, con todas las reglas del arte, y quizs por esto mismo. Flumisbo Thermodonciaco, que llamaba don Nicols entre los Arcades de Roma, la emprende en esta disertacin con los diantes que no haban querido admitirle su soporfero poema, prefiriendo los disparates con estpidos copleros infestaban las tablas. Los extranjeros, y algunos naturales, dice M"'""" ,, burlan de nuestras comedias, y aun ha habido quien afirme que no tenemos una perfecta ... agradar al pueblo no es preciso abandonar el arte, y si alguna comedia o tragedia escrita sin agradare, no es por la precisa circunstancia de que estn desarregladas, pues si las tales siciones tuvieran el arte, seran el doble aplaudidas ... Los errores de las comedias espaolas tantos, que en algn modo disculpan a los extranjeros, quienes con ridculas mofas y stiras han burlado de nuestros grandes autores, sin que les hayan valido tantos y tan orcmcle"nrhnm como se ven en sus dramas, porque como la obra est mal concertada en todo el cuerpo, libra de la crtica alguna parte, por ms que no est daada>>. Y luego, invocando la autoridad Aristteles y los testimonios de Cervantes, de Cascales, de Luzn y de Montiano, se encarmz:a ce las infracciones de las unidades de tiempo y de lugar, citando como ejemplo singular de triloga de los Pizarras, de Tirso de Molina; censura la acumulacin de lances en las comedia.s dl profundo Caldern, que abus de la inmensa fantasa con que prdigamente le dot naturai'ez

    7 Estas stiras no estn en el tomo de Obras Pstumas de don Nicols Moratn que imprimi su hijo en Barcelona (1821), pero s en El Poeta, peridico de versos, que publicaba Moratn (padre) en 1764, se han reproducido en el segundo tomo de la Biblioteca de Autores Espaoles.

    las ideas estticas, II. Cap. III. Preceptiva Literaria. Siglo xvm 893

    la siguiente observacin, que no carece de perspicacia crtica, y que es el nico fun-un poco grave que se ha podido alegar en favor de la doctrina de las unidades: Toda

    .,.,d.undarlna superflua e inverosmil de accin y de enredo, es originada de la libertad que de que dure la accin lo que ellos quieren, pues si la redujeran a los lmites del arte, u o en tan poco tiempo desatar tantos enredos, y, si alguno lo consegua, tropezaba con la

    lerosin1ili1tud, porque es imposible, o a lo menos muy extrao, que en un da y e.u u.u paraje le a un hombre tantos acasos. El resto de la crtica de Moratn no ofrece novedad alguna

    el famoso captulo de Luzn, a quien se atreve a llamar gran poeta, queriendo decir, sin maestro de potica.l.usiste mucho en la instruccin moral, que es el alma de la come-

    en su fin, que es ensear deleitando, y en todas las dems vulgaridades que ya hemos visto saciedad en otros, y que volveremos a ver, lo ms rpidamente que podamos, en muchos

    No hay cosa que fructifique tanto como los lugares comunes, mxime si son absurdos. el fin de su diatriba parece como que siente el ingenioso Flumisbo, en el fondo de su alma

    castellano, ciertos remordimientos y como que se propone desagraviar a los grandes a quienes haba ultrajado. As le vernos tributar extremados encomios a la facilidad

    y a la elegancia sonora de Lope, a la prodigiosa afluencia de Caldern, por cuya boca suavidades las Musas>>, a la de Montalbn, de Rojas, de Moreto, de Canda-

    Sals, y decir que estos insignes hombres>> abandonaron el arte, no por ignorancia, sino capricho y novedad, y que en sus mismas comedias>> desarregladas se encuentran cosas

    habiendo muchas que quedaran totalmente buenas con poqusimo reparo, algunas itatadirle' o quitarles una sola palabra8

    Nadie quiso representar La Petimetra, ni en Madrid, ni en Cdiz, donde tambin lo in-un apasionado del autor. El cual, atribuyendo su fracaso dramtico a la boga y prestigio

    conservaba la antigua escena, lanz contra ella sucesivamente tres folletos con el ttulo de senf!m1os al teatro espaol, con la principal mira ostensible de apoyar a El Pensador en su

    contra los Autos Sacramentales, hasta conseguir la prohibicin de ellos. En el primer senf!ao, que es un ataque general contra el sistema dramtico de Caldern, Moratn da por

    las palabras obra buena y obra arreglada al arte. Por este cmodo principio, qu de Shakespeare, ni de Tirso, ni de Esquilo podra competir con la Virginia y el Ataulfo de

    o con la insoportable Lucrecia del mismo don Nicols, donde la accin dura a son :am,pmla el tiempo material de la representacin, y se desenvuelve en cuatro palmos de tie-

    El teatro espaol, aada, haciendo corno todos estos reformadores grande hincapi en el tico, es la escuela de la maldad, el espejo de la lascivia, el retrato de la desenvoltura, la

    del desuello, el ejemplar de la inobediencia, insultos, travesuras y picardas. Quisiera su hijo fuese un rompeesquinas, matasiete, perdonavidas, que galantease una dama a

    hlllad> Las antiguas costumbres haban pasado, y el teatro que las representaba tena

    . La Pe!'imlra se ha reimpreso en el segundo tomo de Autores Espaoles, pero no la disertacin preliminar, que es importante para la historia. Nunca podr censurar bastante esta mana de muchos editores de mutilar

    principios, preliminares y notas de los libros, que a veces interesan ms que el texto. Hasta las portadas deben :, reproducirse a la letra.

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    que resultar forzosamente ininteligible para una generacin que senta y pensaba de 11 a1,;, modo, estimando ctedra de maldad la que en su tiempo haba sido ctedra de virtud, y de cortesa. La justicia y la paz pblica quiz ganaban en ello: la poesa slo tena que el cambio. De todas suertes, estos desaforados ataques nos prueban, ms que otra cosa que el espritu que haba dado vida a nuestro drama profano estaba muerto, as como la contra los Autos y la prohibicin de ellos coincida por ley fatal, con aquel enfriamiento de en estos reinos, de que se queja tan expresivamente el pobre y honrado Nipho, mal poeta se quiera, pero espaol a las derechas y cristiano rancio.

    Repitiendo las insensatas lucubraciones de Nasarre, lanzaba don Nicols Moratn la frente de Lope de Vega la nota de primer corrompedor del teatro, juntamente con de Virus, y la nota de segundo corrompedor sobre Caldern, citando de no muy buena fe, muestra del modo falso y desvariado con que el gran poeta sola expresar las pasiones y gurar la naturaleza, aquellos primeros y absurdos versos de La Vida es sueo, aadiien,do ( sorna: . Cunta fanfarria y cunta faccin de s mismo! Don Nicols interroga al pobre Escritor sin ttulo, el cual da mrtestra saber de estas cosas mucho ms que l, en el mismo tono, a un tiempo pedantesco y con que don Pedro el del Caf echa sus reprimendas al msero autor de El Cerco de Qu motivos tiene usted para acertar? Qu ha estudiado usted? Quin le ha msen,a. Este arte tan decantado, y que en manos del hijo de Moratn lleg a producir dos

    perfectas dentro de un crculo estrechsimo, cuando se encontraba en presencia de otro ms alto vuelo, no acertaba a juzgarle sino con la pobreza que revelan estas palabras, del segundo Des en gano al teatro espanol: Es posible que hable la Primavera? Ha odo su vida una palabra al Apetito? Sabe usted cmo es el metal de voz de la Rosa? ... ; uz:aran posible que se junten a hablar personajes divinos y humanos de muy distintos siglos Y naciones, verbigracia, la Trinidad Suprema, el demonio, San Pablo, Adam, San Agu>

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    de Mayans en volver a la luz excelentes libros antiguos; el cultsimo artillero don Vicente Ros, insigne por su elogio biogrfico de Cervantes y por otros excelentes opsculos; Vascoucellos, secretario de la Academia de la Historia, del cual son las notas crticas que la edicin de la Repblica Literaria de Saavedra, hecha por Benito Cano en 1788 11; don de Iriarte, un don Mariano Pizzi, que pasaba entonces por arabista y slo se hizo notable por falsificaciones, y varios eruditos italianos residentes en Madrid, especialmente autor de una Historia crtica de los teatros, en aquel tiempo muy estimada; don Juan Conti, que puso en lengua toscana con singular elegancia y armona muchos versos de Garcilaso, Fray Luis de Len y otros poetas clsicos nuestros12, y don Ignacio Bernascone, del prlogo de la Hormesinda de Moratn 13 Por la simple enumeracin de los tertul:ian1Jo puede comprender que predominaba entre ellos ms bien la corriente latino-itlica clasicismo francs, excepto en la cuestin dramtica. Cuando se habla de los restauraclore:s. nuestra poesa en el siglo pasado, se olvida con mucha frecuencia esta distincin eS

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    con Cadalso, ya se le mire como tipo novelesco en sus amores, en sus aventuras y en su muerte, ya le consideremos corno innovador literario en una de sus obras ms endebles, en nuestra literatura cierto elemento extico de poesa melanclica y nocturna, derivado Musa del Norte. Los impulsos literarios se inician generalmente con obras oscuras y de valor intrnseco; y para m es seguro que en esa tentativa de Cadalso est en germen detestable literatura de hachones, gusanos y sepultureros que infest a Espaa all por los de 1835, y aun ms adelante.

    Por sendas muy distintas y apartadas caminaba, no diremos la inspiracin, pero s el nio agudo y clarsimo de otro de los ms asiduos concurrentes a la tertulia de San ~et>astin, Toms de Iriarte, sobrino del clebre humanista don Juan, de quien ya queda hecha en su honrosa memoria. Iriarte tenia todas las buenas cualidades literarias, menos las que nacen calor de la fantasa. Toda su erudicin y todo su buen gusto no bastaron para hacerle cornpren{j ni sentir la diferencia entre la poesa y la prosa; pero ste es, as como su primero, su uniCo defecl En todo lo dems es correcto y discretsimo. Lanse sus obras como quien lee prosa crtica, y habr que tachar en ellas. No tiene ni sentimientos, ni imgenes, ni nada de lo que cornllirmt llamamos poesa; pero s desembarazo de estilo, gracia culta, buen gusto, todas las cualidades pueden hacer que se lea con gusto un libro, sin entusiasmarse nunca con el. El verdadero que hay que hacer a Iriarte no es por sus obras propias, todas las cuales, incluso el poema Msica, de que en otra parte trataremos, se salvan y merecen aprecio en virtud de las cir,;ur1stru cas antes dichas, sino por el funesto sistema que autoriz con sus ejemplos y que se atrevi fender en el prlogo del segundo tomo de sus obras. El prosasmo estaba en la atmsfera del XVIII, e Iriarte no le trajo ni poda traerle por su propia cuenta. El prosasmo haba nacido del mismo siglo xvn, como natural reaccin contra el culteranismo: pocos poetas de la pasada exceden en llaneza de estilo al conde don Bernardino de Rebolledo en su Selva y Poltica o en sus Selvas Dnicas. No se puede llevar ms lejos la falta de color, y el miento del constitutivo esencial de la poesa. Concretndonos a la poca en que floreci prosasmo se levantaba de la ruina de un ideal potico no sustituido an por otro ideal dor de poesa. Y de hecho el prosasmo sigui triunfante hasta que la poesa de Melndez, de fuegos, de Quintana y de Gallego, recibi fuerzas y bros al contacto de las ideas buenas y la filosofa francesa precursora de la revolucin y estall con majestad y grandeza enfrente revolucin misma. Siquiera entonces los poetas tenan algo que cantar y se ap;lsHma.baJl p

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    que era muy inferior a su modelo en gusto y correccin), despus de haberle admirado y celebrado en sabidos y un tanto ramplones versos

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    nes (1777) 15 Era evidente que las antiguas traducciones de Zapata, de Espine!, de Morell servan ya ni correspondan al positivo adelanto y estado floreciente de los estudios de ' dades en Espaa. La de Vicente Espine! tena algunos rasgos de poeta, pero oscurecidos versificacin escabrosa y un diluvio de incorrecciones, infidelidades y negligencias. ma1rtec,.; muy pesadamente la mano sobre este trabajo y el de sus dems predecesores, exJortirrdo,se las violentas represalias de Sedano, que haba encabezado su Parnaso Espaol con la tradu

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    que hasta entonces no haba merecido de sus paisanos los honores de una traduccin, ni ni mala. Hicironla al fin, y con no poca diligencia, dos padres de las Escuelas Pas Rodrguez y Pedro Sandier, tomando por texto la edicin latina de Rollin, generam:ent mitida entonces en los establecimientos de educacin de Enropa. Los traductores, aJuneJlta< con aquella slida doctrina, tenan razn para clamar contra los preceptilloi de escuela y retricas vulgares. Lstima fu que por seguir a Rollin suprimieran, as en el texto que al pie como en la traduccin, ciertos pasajes que se les antojaron intiles, y que quiz lo para la enseanza elemental, pero no para la erudicin; v.gr., todo lo que se refiere a ortogaf& antigua, costumbres del foro y otras materias no menos interesantes, si bien no pertenezcan rectamente al estudio de la Retrica. Sin esta tacha, de fcil remedio, no dudaramos en esta traduccin de excelente18

    Tanto o ms que las obras de los antiguos retricos se divulgaron las de los rra.noese:s, N menos que tres traducciones en verso de la Potica de Boileau conozco, y sin duda habra ms que quedaran manuscritas. Hizo la primera el escritor valenciano don Juan Bautista dramanyy Carbonell1" (1787) con escaso nervio y correccin en los versos, pero COJl nota:;tJ y con aplicaciones a nuestra literatura. Acometi al mismo tiempo idntica empresa, con muy superior, pero con la desgracia de no haber visto salir su libro de las prensas, el Padre Francisco Xavier Alegre, uno de los mayores ornamentos de la emigracin jesutica tiempo de Carlos III, varn insigne a la par como historiador de la Compaa en Nueva como autor de un curso teolgico en que la pnreza clsica de la latinidad corre parejas solidez de la doctrina, y como elegantsimo poeta latino, as en su Alexandreida como en traduccin de la Ilada, que Hugo Fscolo apreciaba tanto y a la cual slo encuentro el de ser demasiado virgiliana. Como versificador castellano, apenas nos ha dejado otra que esta versin de Boileau (en silva), indita, en poder de nuestro sabio amigo don no Fernndez-Guerra20 La versificacin del Padre Alegre es generalmente bizarra, y las eruditsimas, formando un verdadero curso de teora literaria, acomodado principalmente poesa castellana. Aun en el texto hace el padre Alegre algunas alteraciones importantes, miendo las que son particularidades de la lengua y versificacin francesa, o alusiones satiriC

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    hora la negra e insulsa polmica entre Sedano, lriarte y don Vicente de los Ros, a la hemos hecho repetidas alusiones. Ros haba sido amigo de Sedano; pero ri con l, y como en competencia del Parnaso, las Erticas de Villegas (en 177 4), y as l como lriarte ltimo en despique de las censuras fulminadas por Sedan o contra su Arte Potica, ' cargo desacreditar al laborioso erudito, matando en flor una empresa utilsima, por ms que buen gusto ni el discernimiento presidiesen a ella. Aparte del desorden absoluto, que es capital, pero quiz inevitable, de esta coleccin, asombra la candidez con que el bueno de en las notas crticas que van al fin de cada volumen, se cree obligado a colmar de elogios igual a todas las piezas que incluye, alabando en el mismo tono una oda de Herrera, una de Bartolom de Argensola o la primera gloga de Garcilaso, que la detestable prosa Poema de los Inventores de las cosas, o ciertos versos msticos que el Padre Merino, tan en sentido esttico como l, quiso hacer pasar por de Fray Luis de Len. El estilo de tan pobre como su crtica, y a veces se extrema por lo incorrecto, sin que ningn buen le pegara de los excelentes libros castellanos que de continuo manejaba.

    No falta quien quiera dar a la empresa de Sedano el valor de una reaccin na,cicmal ccm el clasicismo francs; pero bien examinado el Parnaso, nada hallamos en l que corrobore imaginaciones (las cuales tendran ms valor aplicadas a Nipho, por ejemplo); antes lo advertimos en Sedano es una pretericin absoluta y desdeosa de los poetas de la Edad total olvido de los Cancioneros y Romanceros, y apego exclusivo a las canciones de factura cana y a las odas, glogas y stiras al modo greco-latino, si bien, dentro de estos gneros, nacin o su gusto poco depurado no le llevaba hacia los poetas ms severos, sino que daba, v. la primaca entre todos los lricos espaoles a don Esteban Manuel de Villegas y a uuJtlrJ.am:~s de Quevedo, antes que a Fray Luis de Len o a Garcilaso. Pero en esto ms bien hemos de ver simple falta de gusto que una afirmacin reflexiva y consciente. En otras singulares op.ini

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    padre, corrieron impresas, pero nunca representadas. Las traducciones de Iriarte, de de Clavija y Fajardo se hicieron, no para los teatros populares, sino para el de los Sitios para domsticos saraos. )avellanos, nunca pudo ver representado su Pelayo o Munuza, sino los alumnos del Instituto Asturiano. De la Jahel de Sedan o, ni aun los mismos crticos del hablaron sino para destrozarla24 Las tragedias, mucho ms estimables y poticas, de los valencianos Coloms y Lasala, fueron, por la mayor parte, escritas en italiano y reJreserttacb, Italia, pero no en Espaa. Del Mardoqueo, brillante imitacin de la Esther, hecha por otro de los expulsas, don )uan Clmaco Salazar, no consta que apareciese en ningn teatro. De muchas tragedias francesas que se tradujeron, por lo general malditamente, slo consta que aplaudiese la Zaira de Voltaire, cuando Huerta la espaoliz a su manera. Slo en aos muy teriores, y merced a la fortona de haber tropezado con intrpretes como Savin, don Sols y don Juan Nicasio, algunas tragedias de poetas de segundo orden, como Ducis y sostenidas por la poderosa declamacin de Isidoro Miquez, lograron un xito transitorio, verdad, pero muy snperior al que haban obtenido nunca Corneille ni Racine, en las "'''''"" veces que haban puesto el pie sobre las tablas espaolas. Moliere, entregado a intrpretes don Manuel de Iparraguirre y don Cndido M. Trigueros, deba de tener una suerte todava desastrosa, siendo cosa sabida cunta mayor dificultad envuelve el trasplantar una obra del nero cmico, y qu prodigios de arte es preciso realizar para que parezca indgena. Moratn la norma en sus dos admirables arreglos, uno de ellos casi popular en Espaa. Pero La Esc:uei'ad los Maridos no apareci hasta 1812, y El Mdico a palos hasta 1814, coincidiendo una y olia ceJa las traducciones secas y desabridas, pero muy literarias, del abate Marchena, que no tuvieron la escena efecto alguno.

    Y qu decir de las tentativas de comedia clsica anteriores a las de Moratn? Cmo de recibir el pblico, sino con fastidio y desvo, aunque un jurado se las impusiese como maestras, hacindolas representar con inusitado aparato, aquella pastoral lnguida e ir" 1termi:.. nable de las Bodas de Camacho de Melndez, bien versificada, eso s, pero en la cual de1no1;trq su autor que Dios no le haba dado una sola condicin de poeta dramtico, ni mucho aquellos Menestrales, de Trigueros, pieza insulsa y brbara, nicamente curiosa por sus oretenCii siones de drama social y un tanto democrtico?

    En tal penuria de dramas originales, dironse algunos a refundir aquellas obras denm'8tr

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  • 912 Obras completas de NleJondezPe),vo'

    da del siglo pasado que tiene vida, nervio y noble inspiracin. Hasta el romance endecaslabOc adoptado por Huerta, y que luego traslad con profusin y poco gusto a sus versos lricos a las cuales da carcter hbrido y desaliado, contribuy a poner el sello nacional a la pieza,

    "'"'""' por decirlo as, una ampliacin clsica del metro popular favorito de nuestro teatro, dilatado en cuanto al nmero de slabas, pero conservando el halago de la asonancia tan favorable a la recitacin dramtica.

    El xito ruidoso de la Raquel y el de los primeros romances de Huerta, donde hay va-lientes imitaciones del estilo de Gngora, colocaron desde luego a su autor en primera entre los adversarios de la imitacin francesa y sostenedores del gusto del siglo anterior, o menos modificado. Huerta acept este papel, al cual su propia ndole le llevaba, y le '"'''"'" x con arrogancia y braveza indmita hasta el fin de su vida, luchando casi solo contra todas corrientes de la literatura de su tiempo; vencido nunca, y vencedor tampoco, acosado por 0, das partes, pero sin desfallecer ni transigir un momento, sostenido, no por su ciencia, que ninguna, sino por su poderoso instinto. Desgraciadamente Huerta no tena ms que mstmllil; era poeta y no crtico; tena el sentido de la belleza, pero no llegaba a razonarla nunca. Lo mirable en l es la actitud que tom; es aquel reto lanzado a toda la literatura de su siglo; arrostrar las iras de los doctos y de los discretos, sin ms apoyo que su conviccin patritica firmsima. La posteridad debe contemplarle slo en este ademn batallador, y apreciar mente el impulso genial que le guiaba, y la bondad de la causa que sostena, idntica en eltlond.o a la que luego triunf con el romanticismo. Pero esta admiracin se disminuye mucho cu

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    igualmente el asombro que causa a stos la generosa sublimidad de las composiciones las, en las cuales, si hay defectos, son ciertamente muy fciles de corregir con las reglas del sabidas por cualquiera que quisiere dar algunos breves momentos a su estudio. Tan arduas abstrusas son las arcanidades de la Potica!>> Muchas sandeces han escrito y siguen ' de nosotros los franceses; pero la verdad es que con este discurso de Huerta quedarnos VeJngado., para largo rato.

    Grande fu el asombro y el escndalo que produjo entre los galo~clsicos la ciega y atinada arremetida de Huerta, y apenas haba salido a la calle el primer volumen del Hespaol, comenzaron a inundarse las libreras de la villa y corte de folletos y hojas volanbe. contra la persona y los escritos del colector32 Slo dos o tres de estos folletos merecen hoy recuerdo, ms por el valor que les presta el nombre de sus autores, que no por el que eUn.

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    cional, no encuentra cosa mejor que desprestigiar el mayor nombre de ese arte, con la '"'Ud iO

    envidioso, mordaz y malvolo. Semejante profanacin e insolencia atiz contra Huerta las ir de una pomn de cervantistas, los cuales, sin rastro de misericordia, molieron a palos as ricamente, se entiende) al iracundo vate de Zafra. Entre estos impugnadores se distingui que mnguno don Juan Pablo Forner, el polemista ms incansable del siglo pasado, y uno de 1 escritores de ms varia erudicin e inmensa doctrina, de ms originalidad de pensamientos(}$ de ms franqueza y bro de estilo que en aquel siglo florecieron. Siempre me ha admirado u Forner, tan espaol en todo, no estuviese en la cuestin del teatro aliado de Huerta. Pero la ;er~ dad es que no lo estaba, y que la preocupacin de escuela poda en su nimo tanto o ms que en cualqmer otro. Aos antes, en 1782, cuando an cursaba las aulas salmantinas le haba premiado la Ac~demia Espaola una stira contra los vicios introducidos en la poesa castellana. En esta sal!ra, harto dura y tenebrosa, Forner se encara nada menos que con el autor de ra Vida sueo, y le ensarta la siguiente reprimenda:

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    larga carta, llena, segn su costumbre, de violentsimos ataques personales al censor y a su manci a. La doctrina de esta carta es idntica a la de los tercetos: .

    La posteridad ha juzgado de muy distinto modo, y, sea cual fuere el temple de las armas Huerta esgrimi en su polmica, la polmica en s tiene tal valor, que no hay episodio de la

    literaria del siglo xvm que mejor nos haga comprender hasta qu punto se iba engro-y haciendo cada vez ms poderosa la vena latente de romanticismo que antes de ahora sealado. As se sueldan las dos pocas del arte romntico espaol, sin que haya verdade-

    tparntlesi's en la centuria pasada, puesto que la protesta nacional ni un solo da dej de alzarse, "'Y"'"" siempre a las muchedumbres.

    Sin darse cuenta muy clara del parentesco de sus tendencias con las de Huerta, contribuan resultado, es decir, a robustecer y mantener vivo el espritu nacional, ya en el campo de

    ci

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    Huerta. Ya en otra ocasin37 procuramos trazar la semblanza de aquel escritor doctsimo, se nos permitir recordar algo de lo que entonces decamos. Forner, aunque m;!logrado temprana edad de cuarenta y un aos, fu varn de inmensa doctrina, al decir de l!Ulintan;1, 01 por sus ideas no deba admirarle mucho, prosista fecundo, vigoroso, contundente y de:sen1faclaclr>: cuyo desgarro nativo y de buena ley atrae y enamora; poeta satrico de grandes alientos, duro y bronco; jurisconsulto reformador; dialctico implacable; temible controversista, y, mente, defensor y restaurador de la antigua cultura espaola. En l, como en su to y m

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    aspereza de sus polmicas, la trivialidad de los motivos de muchas de ellas, la saa con persigue a escritorzuelos adocenados, que ni en bien ni en mal podan influir en la corriente las ideas, los rasgos de chocarrera estudiantil o frailuna con que matiza sus folletos, ae;rrurrcila exposicin de lo verdadero caben las mismas reglas que en la ficcin y expresin de lo veros-,, El encadenamiento y dependencia que tienen los hombres entre s, hace que las acciones de

    de ellos vayan de ordinario encaminadas a un solo fin, y he aqu el oficio de la historia: v";tigar el fin que puso en movimiento las acciones de muchos hombres, y hacerle el alma de

    narracin, de la misma suerte que lo fu de las acciones, y entonces resultar de la unidad del unidad en la estructura. En resolucin, las sociedades civiles son una especie de poemas reales

    verdaderas, ya se consideren en el todo, ya en sus partes, cada una de las cuales puede ansi.den1m como una especie de poema subalterno que depende del principal; y siendo el oficio de i hi:;toria retratar estas sociedades, ya en el todo, ya en sus partes, slo con que el historiador sepa

    bien, producir unidades histricaS>> que, podran competir en el artificio con las mejores de poesa ... Un poema consta de fbula, esto es, de una narracin verosmil, que no se

    de la verdad sino en que no ha existido lo que cuenta. Una historia consta de narracin que no se diferencia de la fbula sino en que realmente existi lo que cuenta ... Queremos

    el historiador imite al poeta en el modo de expresar con novedad hechos que no puede fingir, imite tambin en el arte difcil de retratar con propiedad y excelencia los caracteres de las

    queremos que se iguale al poltico en la averiguacin y explicacin de las causas de los que cuenta: queremos que se convierta en filsofo para reflexionar y deducir documentos

    sobre estos mismos hechos. Justo Lipsio ha inspirado esta ltima idea: Pantano algunas las anteriores; pero las ms profundas pertenecen exclusivamente al genio de Forner, superior

    los tratadistas de historia que hasta entonces haban aparecido39

    Vid. Obras de D. Juan Pablo Forner, fiscal que fu del extinguido Consejo de Castilla, recogidas y ordenadas por D. Luis Villanueva. Madrid, ao 1844.8.0 Pgs. la 143.

  • 924 Obras completas de Menndez

    Mientras estas cosas se escriban en Espaa, una polmica ruidossima haca re:;phrnd. cer en Italia el ingenio y la ciencia de los jesuitas expulsados vandlicamente por el de Carlos III. Ms de cuatro mil espaoles, iniciados todos, cul ms, cul menos, en las humanas y divinas, profesores doctsimos muchos de ellos, algunos verdaderas lumbreras su siglo, como Andrs, como Eximeno, como Hervs y Panduro, como Masdeu, como haban sido arrojados de su patria en un solo da, sin forma de juicio ni proceso. El efecto produjo en la repblica de las letras italianas su llegada, slo se comprende leyendo ctlg:unos,g, tos de entonces, especialmente la oracin pronunciada por el abate Antonio Monti en la de estadios de la Universidad de Bolonia en 1781: Apenas habra quedado en Italia, Monti, vestigio de las buenas letras y de los estudios, ni hubiramos podido legar a los monumento alguno digno de la inmortalidad, si por un hecho extraordinario, que as

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    antecedentes, no poda menos de llevar muy a malla crtica de Tiraboschi sobre los latinos, y especialmente sobre su autor favorito. Dirigi, pues, a su amigo Clementina Vannetti largas e ingeniosas cartas latinas, que Vaunetti di en seguida a la estampa43, a pesar del con que en ellas se trataba a Tiraboschi, amigo de entrambos. La defensa es principalmente Martiale meo, como deca cariosamente el P. Serrano; pero se extiende tambin por mc1cte:nc Lucauo y a Sneca, de quienes promete tratar con extensin en otro libro que no lleg a

    El P. Juan Andrs no tom por campo de batalla, como el P. Serrano, los juicios de boschi acerca de los ingenios nacidos en Espaa bajo la dominacin romana, sino las causas de la corrupcin del gusto en el siglo XVII. Tal es el argumento de su breve y