historia de barriletes
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Artículo de Juan Casís y Verónica Nardín sobre el nacimiento y la historia de Barriletes editado en agosto 2008 y actualizado en marzo 2010.TRANSCRIPT
BARRILETES, VIENTO A FAVOR
Verónica Nardín – Juan Casís
Primera aparición Pública de Barriletes (agosto 2001)
Un país desigual: porqué nace Barriletes
Paliza. Ese es el término más preciso.
Llevábamos más de diez años de neoliberalismo extremo. Aquellos
horizontes de cambio con equidad que cargaban de esperanza la salida de la
dictadura, parecían un viaje al infinito. ¿Cambio?, sí, muchísimos. Los
demonios de aquel general nacionalista que fundó un movimiento con su
apellido, llegaban a la conducción del Estado de la mano del partido que debía
combatirlos: Bunge y Börn, Álvaro Alsogaray con su séquito de impiadosos, la
UIA, la Sociedad Rural, las damas de beneficencia que otrora ridiculizaban a la
abanderada de los humildes, paseaban por los salones iluminados de la Casa
Rosada enseñando a la servidumbre en qué copa va el vino y en cuál el agua.
¿Cambios? Cavallo se reciclaba con una rapidez asombrosa y nos vendía
espejitos de colores a precio de deuda externa: ahora era ultra liberal, al rato
era "keynesiano", y Mariano Grondona se volvía "progresista". Nos pusieron el
moño del riojano innombrable y, como sociedad, lo compramos una y otra
vez.
Cambió la política y los alineamientos, todo era negocio y muchos no nos
dimos cuenta. Suponíamos que el sindicalista defendía al trabajador, que el
estatal defendía al Estado, que el sálvese quien pueda sólo era una frase
hecha. Muchos intentamos una resistencia obcecada, nutrida de banderas que
la mayoría miraba con una mezcla de desprecio y compasión; los partidos
políticos tradicionales, pero también los de izquierda y los de la derecha
rancia, centrifugaron a quienes circulaban por el carril errado. La sociedad
buscó su razón de ser en el uno a uno y, la solidaridad, trocó por la nueva
utopía neoliberal acuñada magistralmente por María Julia: "ser propietario en
vez de proletario".
Nos dieron una paliza, nos cagaron a palos, nos arrinconaron en mínimos
círculos donde aún podíamos hablar de igualdad y justicia sin tener que pedir
perdón por la molestia.
Pero la calle no era un reality. Argentina acumulaba desocupación al
mismo ritmo que agigantaba su deuda con los usureros del mundo; familias
enteras eran arrojadas a la intemperie sin siquiera poder convertirse en
números estadísticos, porque los índices se forman con consumidores, no con
parias. La desesperación marchaba como un río de lava por debajo de una
superficie que soportaba la irracionalidad del crédito en mil cuotitas y el todo
vale de los negocios que prometían "El dorado", tendiendo una mesa servida
para pocos, muy pocos. Los piqueteros -los primeros- los de Cutral-Có, los de
Trenque Lauquen, los de Gral Mosconi y Tartagal, no los que hacen ollas
populares en puerto madero cuando la tele se enciende, evidenciaron por fin
que la cosa se estaba yendo al carajo. La desocupación te mata, te deprime,
te repliega, te sustrae de la cadena del consumo, te impide parar para
reclamar, te Martina, te desaparece.
BARRILETES encontró su nombre
Jornada de armado de la revista (antigua sede de calle Perú 214) y
algunos vendedores en el año 2002)
Algo de todo esto nos dolía en el alma y en el cuerpo cuando decidimos
poner manos a la obra. Barriletes nace cuando decidimos plantear una
apelación ideológica al modelo neoliberal, sin importarnos la indiferencia
social, y también cuando abandonamos la parálisis a que te somete el desafío
imposible de cambiar el mundo por completo, para abordar desde nuestro
saber y compromiso la urgencia de nuestros hermanos más desprotegidos: los
niños y los desocupados.
Este fue, en nuestra visión, el motor de la creación. Darnos cuenta que la
urgencia no podía seguir en espera, creer que teníamos en nuestras manos
un conocimiento y una herramienta posible para resolver lo concreto; desoír
totalmente el irónico mensaje que afirmaba que ninguna acción sirve si no es
para tomar el poder y cambiar el sistema.
Asumir un acuerdo persona a persona: yo me comprometo con vos,
gurisa, gurí, mamá, padre, desocupada y desocupado; yo te garantizo mi
laburo solidario que solamente depende de mi voluntad y de mi esfuerzo.
Contá conmigo, sin darme nada, sin creerme nada, sin depender de nada.
Nunca, desde aquellos días de mayo de 2001 en que pusimos en papel las
primeras líneas de esta utopía, una sola duda pudo atravesarse en el camino
de la realización. Barriletes no tenía nombre, no tenía equipo, no tenía
recursos, no tenía local ni aún beneficiarios, pero ya existía como una idea
imparable en nuestras cabezas.
Algo de este convencimiento debió influir en todo lo que vino después. El 4
de junio nos reunimos con alguna gente amiga y probamos la idea en
público. En los días siguientes nos reunimos con APUC (Asociación de
Profesionales Universitarios de la Comunicación) quien designó a Juan Martín
Basgall para integrarse al proyecto. Claudia Vuconich, entonces directora de la
Casa Hogar Chicos de la Calle nos brindó enteramente su colaboración y tres
educadores de la institución (Ernesto Vich, Antonio Cosentino y Javier
Rodríguez) se acercaron para transmitir su experiencia y hacer la conexión
necesaria con quienes serían los primeros vendedores de la revista. Hasta
nuestros hijos Paula y Nazareno Casís y Sabrina Vidal quisieron vivir desde
adentro esta aventura naciente.
Al poco tiempo la oficina que, solidariamente, la Asociación Judicial de
Entre Ríos había puesto a disposición para nuestras reuniones, quedó chica
frente al número de colaboradores que se fueron sumando. Al grupo inicial
integrado además por Alfredo García y Alfredo Caíno se integraron Maby
García y Lorena Fernández (trabajadoras sociales), Silvina Basgall y Antonella
Cerini (estudiantes de Ciencias de la Educación), Noralí Moreyra y Romina
Follonier (estudiantes de Comunicación Social), Diego "Paco" Vásquez, nuestro
humorista de siempre, Mario Milocco en ilustraciones y diseño gráfico, Elisa
Sarrot con su sección literaria, Rubén Camiolo en producción de recursos, y
mucha gente valiosa que se sumó en estos siete años dejando su huella en la
construcción colectiva de Barriletes.
La sociedad paranaense no quedó al margen: los primeros 1.000
ejemplares del número "cero" volaron en pocos días; en las siguientes
ediciones duplicamos y triplicamos esta cifra, llegando a imprimir casi cinco
mil ejemplares en momentos pico.
El comercio y los profesionales también respondieron y la publicidad pudo
constituirse en uno de los pilares de la independencia económica del proyecto.
TRANSFORMACIONES
El calendario nos trajo más que pelo blanco y dolores de hueso.
Recordamos lo vivido, hacemos memoria. Al lado nuestro, la realidad es más
dolorosa: hay mucho discurso, hay mucho plan vacío, hay mucho slogan. Nos
asomamos al tapial de la casa de los “dueños” y siguen comiendo en la mesa
con casi los mismos invitados mientras al lado, codo a codo, nos volvemos a
encontrar con las compañeras que paran la olla de un hogar sin esperanzas,
los compañeros denigrados por la limosna de un mendrugo conseguido sobre
el bondi rumbo a un acto, a los chicos habitantes del semáforo que sólo
juegan a imaginar cómo será la alegría.
Parece que las cosas buenas que ocurren, los avances en políticas de
derechos humanos y copo más, son cobija corta para tapar el hambre y el frío
de la desesperanza.
Integrantes de algunos equipos de trabajo de Barriletes en distintas etapas
Pero igual estamos. La Barriletes que imaginamos y vimos nacer como una
alternativa laboral de alta rentabilidad para jóvenes y adolescentes, se
consolidó con el tiempo. Desde hace más de 100 meses, los primeros días del
mes, vendedores de la revista recorren un espinel encarnado en solidaridad
llevando un mensaje de tinta y papel a cambio de la dignidad que sólo puede
otorgar el pan ganado con lomo propio.
Algo cambió. Barriletes tiene en sus venas el gen de la creación
permanente y hoy, casi con vida propia, se transforma a sí mismo para
concretar otros derechos.
El aula está en todos lados, repite a cada paso el compañero Ernesto Vich.
Barriletes es un aula y es un trocito concreto de la vida de más de quinientas
personas, niños, jóvenes y mayores que, directa o indirectamente, participan
de la concreción de sus derechos a través de prácticas de educación no formal.
No habrá oportunidades sin educación y sin trabajo, no habrá derechos sin
conocimiento, no habrá dignidad sin autoestima, no habrá desarrollo personal
sin identidad. Los y las gurises y mayores que, aún sin ser necesariamente
vendedores de la revista, cada día participan de los talleres y espacios lúdico-
artísticos que enriquecen la vida de nuestra institución, nos enseñan día a día,
desde la dura experiencia de su historia, que todavía hay mucho por hacer.
Sólo somos las primeras e incompletas páginas de un libro que comenzó a
escribirse en el 2001; somos complemento de necesidades, caminos, puentes
hacia derechos declamados y nunca concretados.
Barriletes fue la utopía de unos pocos amigos, fue la invitación a volar, fue
la oportunidad que quería remontar.
Hoy trabajamos para no permitir nunca más la estafa de la promesa
incumplida y la mentira del "todavía no es posible". Lo que vemos a diario, lo
que aprendemos en este espacio de solidaridad concreta, nos posiciona sin
dudarlo: estamos del lado del que exige, del que necesita, del que no llega a
engrosar las estadísticas de la macroeconomía, porque le va la vida en la
espera de soluciones que no llegan.
Para ellos-nosotros, si crece Barriletes, crecen los derechos, raíces de un
futuro alcanzable.
Tapa Revista Barriletes Nº 0 (agosto 2001) y Nº 100 (Enero 2010)
Talleres
Barripamento en balneario Monte Verde (2009) y los niños jugando en el galpón
Algunos vendedores y miembros del equipo de Barriletes (2009)