hacia una enseñanza por proyectos (lengua)

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HACIA UNA ENSEÑANZA POR PROYECTOS: ELABORACIÓN DE MATERIALES Y SU APLICACIÓN EN AULAS CON ALUMNOS DE ALTAS CAPACIDADES (Trabajo de Rosa Mª López Hernández) 1

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HACIA UNA ENSEÑANZA POR PROYECTOS: ELABORACIÓN DE MATERIALES Y SU APLICACIÓN EN AULAS CON ALUMNOS DE ALTAS CAPACIDADES

(Trabajo de Rosa Mª López Hernández)

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Para este seminario he diseñado varios proyectos. Algunos los he llevado a cabo en el aula con mis alumnos. Otros, todavía no he tenido tiempo pero pienso aplicarlos en breve. Los productos finales que se incluyen dentro del proyecto “Lo nuestro es puro teatro” son:

1. Ego sum Cesar, Julius Cesar que he colgado en el blog de http.//todoscapaceswordpress y que, anteriormente, trabajé con los alumnos en mi blog de aula que se puede ver aquí.. En ambos blogs citados se pueden ver los productos finales elaborados por los alumnos: dos imaginarios monólogos de Julio Cesar antes de ser asesinado. Mi intención es llevar a cabo una dramatización a partir de esos textos, incluyéndola en la Semana Cultural si la hubiera o en las actividades de “Yo conozco mi herencia, ¿y tú?” , organizadas por los profesores de Latín y Griego de la región de Murcia.

2. Proyectiles teatrales: que fue un producto diseñado para la yincana celebrada en santo Tomás en el IES Dos Mares y que fue una de las pruebas que los alumnos tuvieron que realizar. Mi intención es utilizarla más adelante dentro de las clases con los alumnos de 4º.

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Título del proyecto: EGO SUM CESAR, JULIUS CESAR

Es un proyecto que implica a la materia de Latín y que está destinado para los alumnos de 4º. Si lleváramos a cabo la dramatización, como es nuestra intención, implicaríamos al Departamento de Tecnología, para crear un espacio escénico que reprodujera el Senado romano y al Departamento de Ciencias Sociales para proyectar algunos cuadros que recojan el asesinato de Julio Cesar. Incluso, podríamos “dar vida” a estos cuadros utilizando a los alumnos que imitarían la escena representada en el lienzo.

Descripción del proyecto:

OBJETIVOS: Acercarse a un episodio de la historia romana a través de una actividad creativa y motivadora con la que trabajaríamos, además de la competencia lingüística, la artística o cultural. También la competencia en el Tratamiento de la información y competencia digital desde el momento en que a los alumnos se les proporcionan una serie de páginas de internet para poder consultar la historia que rodea al asesinato de Julio César y las representaciones históricas que de este hecho se han llevado a cabo.

PRODUCTO FINAL: Crear un supuesto monólogo de Julio César antes de ser asesinado.                                                                                            

PUEDES CONSULTAR: 

1. En esta dirección te explican lo que es la Romapedia: una página de creación         reciente donde puedes encontrar cualquier dato sobre la Historia de Roma.            

2. Cesar fue asesinado en los idus de marzo: entérate de qué son y entra en contacto con el calendario romano.        

3. ¿Quieres vivir la intriga paso a paso? Esta magnífica página te lo cuenta con todo lujo de detalles.                                                          

4. Si quieres ver cómo imaginaron algunos artistas el asesinato de Julio César: aquí puedes ver el cuadro de Vincenzo Camuccini, realizado en el siglo XVIII. También puedes leer la noticia del hallazgo del lugar donde fue asesinado, llevado a cabo, por cierto, por arqueólogos españoles. Esta es otra versión, pintada en el siglo XlX  

5. En esta página  y también en esta otra podrás informarte de las versiones que escritores y cineastas han realizado sobre el episodio histórico del asesinato de Julio César. 

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6. Esta es una versión narrativa que te puede inspirar para tu monólogo.7. Aquí puedes leer la obra de Shakespeare. 

TIEMPO DE REALIZACIÓN: una semana.  MODO DE EVALUACIÓN:    este trabajo se computó dentro del el porcentaje de la materia (30 %) en el que se valora los trabajos, en clase o en casa, el cuaderno de ejercicios, la exposición y el debate de temas. En el blog de aula les incluí a los alumnos esta rúbrica que resulta más legible allí que en estas páginas.

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Título del proyecto: PROYECTILES TEATRALES

Para la creación de este producto se implicó el Departamento de Lengua , aunque, con más tiempo, queremos que participe el Departamento de Tecnología para la creación del atrezzo. En la prueba de la yincana estaba dirigida al grupo de alumnos de 4ºde la ESO, Bachillerato y Ciclos formativos. Cuando lo apliquemos al aula, irá dirigido a los alumnos de 4º de la ESO, que es el curso en el que se estudia el teatro del siglo XX.

Descripción del proyecto

Objetivos : puesto que la yincana tenía como “leit motiv” el centenario del comienzo de la Primera Guerra mundial, con esta prueba pretendíamos que los alumnos conocieran obras de teatro que se acercaron al tema de la guerra o bien que fueron escritas durante los años cercanos a las Guerras Mundiales. Quizás como una manera de esquivar el dolor que conllevan los enfrentamientos bélicos, los dramaturgos seleccionados se distancian del tema con el humor y la ironía más mordaz.

Uno de los dramaturgos, IBertol Brecht escribió lo que él denominó “teatro épico”, que pretendía diferenciarse del teatro realista al uso. El teatro épico, llamado también teatro político, buscaba un teatro más comprometido con las causas sociales de su época. En este tipo de teatro, a diferencia de la corriente realista, se intensifica el uso de la ilusión, ya que es de suma importancia que el espectador tome distancia de lo que sucede en escena para así llegar a un juicio crítico. A menudo, los actores interpelaban directamente al público sin estar interpretando su personaje —«romper la cuarta pared»— e interpretan múltiples papeles. También incorporaba canciones. Con dos de ellas hemos “construido” una escena teatral

Muchos autores teatrales reflejaron la frustración de la sociedad frente a un mundo destructivo aparentemente incontrolable. Esto explica el llamado “teatro del absurdo” uno de cuyos autores más reconocidos es Ionescu, autor de “La cantante calva”. Hemos escogido una de sus escenas más grotescas en las que la falta de comunicación entre los personajes parece un trasunto de la falta de comunicación humana que había conducido ya, en tiempos del estreno de la obra, a dos guerras mundiales.

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Otros dramaturgos, también influidos por el teatro del absurdo y, quizás, como una manera de esquivar el dolor que conllevan los enfrentamientos bélicos, se acercan al tema desde el humor, desde la ironía más mordaz, como Fernando Arrabal con su obra “Pic-nic”.

onesco, pertenece a la corriente llamada “teatro del absurdo”.

Competencias: además de la lingüística, se trabajará la competencia artística y cultural y la social y ciudadana. Además, la competencia de aprender a aprender parece unida al teatro .

Temporalización: la prueba consistió en la representación de pequeñas escenas teatrales. Durante la prueba de la yincana, los alumnos tenían un tiempo limitado y se valoraba la rapidez de los alumnos para escoger una de las tres escenas más idónea para ellos, caracterizarse y preparar el escenario con el atrezzo que les pudimos ofrecer, interpretar de forma correcta las acotaciones, crear efectos especiales de “forma casera” e interpretar su papel sin demasiadas inhibiciones. Si lográramos que este producto fuera realizado por los alumnos, podríamos dar una semana para preparar cada una de las escenas por parte de tres grupos distintos.

Actividades pendiente: con más tiempo, se podrían incluir más escenas de tema bélico.

Evaluación: debido a las peculiares características de la yincana, la prueba siguió una evaluación al uso sino que se valoró como otras pruebas de otros departamentos:

1000 puntos, si el primer intento resulta representado con una calidad más que aceptable a juicio del jurado (un profesor del Departamento al menos y algún alumno)

500 puntos, si los alumnos tienen que repetir el fragmento elegido o bien representar otro que les motive más.

100 puntos, si los alumnos alcanzan una calidad aceptable en su representación en su tercer intento.

Si la prueba fuese evaluada en una clase se tendría en cuenta la siguiente rúbrica:

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PRINCIPIANTE EN PROCESO AVANZADO EXPERTODicción confusa Dicción

mejorableDicción correcta

Dicción perfecta y que se adapta a cada personaje

Fallos en la modulación de la voz

Modulación de la voz inestable

Modulación de la voz correcta.

Modulación de la voz que se adapta a cada personaje

Volumen de la voz inaudible

Volumen irregular

Volumen de la voz correcto

Volumen de la voz que se adapta a cada personaje

Atrezzo pobre Atrezzo mejorable

Atrezzo correcto

Atrezzo bien elaborado y que refleja un cuidados trabajo anterior .

Caracterización de los personajes incompleta.

Caracterización de los personajes muy simple

Caracterización correcta

Caracterización muy elaborada

Producto final: aunque el producto final sea la representación de la obra, incluímos a continuación las tres escenas que hemos seleccionado para la prueba de la yincana:

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Primera escena: fragmento de Pic-nic de Fernando Arrabal

(Atrezzo: cartones, lana, cesta de pic-nic, armas, mantel de cuadros, ropa de estampado militar, ropa para disfrazarse de un hombre y una mujer de edad madura…)(La batalla hace furor. Se oyen tiros, bombazos, ráfagas de ametralladora. ZAPO, solo en escena, está acurrucado entre los sacos. Tiene mucho miedo. Cesa el combate. Silencio, ZAPO saca de una cesta de tela una madeja de lana y unas agujas. Se pone a hacer un jersey que ya tiene bastante avanzado. Suena el timbre del teléfono de campaña que ZAPO tiene a su lado.)

ZAPO.–Diga… Diga… A sus órdenes mi capitán… En efecto, soy el centinela de la cota 47… Sin novedad, mi capitán… Perdone, mi capitán, ¿cuándo empieza otra vez la batalla?... Y las bombas, ¿cuándo las tiro?... ¿Pero, por fin, hacia dónde las tiro, hacia atrás o hacia adelante?... No se ponga usted así conmigo. No lo digo para molestarle… Capitán, me encuentro muy solo. ¿No podría enviarme un compañero?... Aunque sea la cabra… (El capitán le riñe.) A sus órdenes… A sus órdenes, mi capitán. (ZAPO cuelga el teléfono. Refunfuña. Silencio. Entra en escena el matrimonio TEPÁN con cestas, como si viniera a pasar un día de campo. Se dirigen a su hijo, ZAPO, que, de espaldas y escondido entre los sacos, no ve lo que pasa.)

SR. TEPÁN.–(Ceremoniosamente.) Hijo, levántate y besa en la frente a tu madre. (ZAPO, aliviado y sorprendido, se levanta y besa en la frente a su madre con mucho respeto. Quiere hablar. Su padre lo interrumpe.) Y ahora, bésame a mí. (Lo besa en la frente.)ZAPO.–Pero papaítos, ¿cómo os habéis atrevido a venir aquí con lo peligroso que es? Iros inmediatamente.SR. TEPÁN.–¿Acaso quieres dar a tu padre una lección de guerras y peligros? Esto para mí es un pasatiempo. Cuántas veces, sin ir más lejos, me he bajado del Metro en marcha.SRA. TEPÁN.–Hemos pensado que te aburrirías, por eso te hemos venido

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a ver. Tanta guerra te tiene que aburrir.ZAPO.–Eso depende.SR. TEPÁN.–Muy bien sé yo lo que pasa. Al principio la cosa de la novedad gusta. Eso de matar y de tirar bombas y de llevar casco que hace tan elegante, resulta agradable, pero terminará por fastidiarte. En mi tiempo hubiera pasado otra cosa. Las guerras eran mucho más variadas, tenían color. Y, sobre todo, había caballos, muchos caballos. Daba gusto: que el capitán decía: “al ataque”, ya estábamos allí todos con el caballo y el traje de color rojo. Eso era bonito. Y luego, unas galopadas con la espada en la mano y ya estábamos frente al enemigo, que también estaba a la altura de las circunstancias, con sus caballos –los caballos nunca faltaban, muchos caballos y muy gorditos– y sus botas de charol y sus trajes verdes.SRA. TEPÁN.–No, no eran verdes los trajes del enemigo, eran azules. Lo recuerdo muy bien, eran azules.SR. TEPÁN.–Te digo que eran verdes.SRA. TEPÁN.–No, te repito que eran azules. Cuántas veces, de niñas, no asomábamos al balcón para ver batallas y yo le decía al vecinito: “Te apuesto una chocolatina a que ganan los azules”. Y los azules eran nuestros enemigos.SR. TEPÁN.–Bueno, para ti la perra gorda.SRA. TEPÁN.–Yo siempre he sido muy aficionada a las batallas. Cuando niña, siempre decía que sería, de mayor, coronel de caballería. Mi mamá se opuso, ya conoces sus ideas anticuadas.SR. TEPÁN.–Tu madre siempre tan burra.ZAPO.–Perdonadme. Os tenéis que marchar. Está prohibido venir a la guerra si no se es soldado.SR. TEPÁN.–A mí me importa un pito. Nosotros no venimos al frente para hacer la guerra. Sólo queremos pasar un día de campo contigo, aprovechando que es domingo.SRA. TEPÁN.–Precisamente he preparado una comida muy buena. He hecho una tortilla de patatas que tanto te gusta, unos bocadillos de jamón, vino tinto, ensalada y pasteles.ZAPO.–Bueno, lo que queráis, pero si viene el capitán, yo diré que no sabía nada. Menudo se va a poner. Con lo que le molesta a él eso de que haya visitas en la guerra. Él nos repite siempre: “En la guerra, disciplina y bombas, pera nada de visitas”.SR. TEPÁN.–No te preocupes, ya le diré yo un par de cosas a ese capitán.ZAPO.–¿Y si comienza otra vez la batalla?SR. TEPÁN.–¿Te piensas que me voy a asustar? En peores me he visto. Y si aún fuera como antes, cuando había batallas con caballos gordos. Los tiempos han cambiado ¿comprendes? (Pausa.) Hemos venido en motocicleta. Nadie nos ha dicho nada.ZAPO.–Supondrían que erais los árbitros.SR. TEPÁN.–Lo malo fue que, como había tantos tanques y jeeps, resultaba muy difícil avanzar.SRA. TEPÁN.–Y luego, al final, acuérdate aquel cañón que hizo un atasco.SR. TEPÁN.–De las guerras, es bien sabido, se puede esperar todo.SRA. TEPÁN.–Bueno, vamos a comer.SR. TEPÁN.–Sí, vamos, que tengo un apetito enorme. A mí, este tufillo de pólvora, me abre el apetito.SRA. TEPÁN.–Comeremos aquí mismo, sentados sobre la manta.ZAPO.–¿Como con el fusil?SRA. TEPÁN.–Nada de fusiles. Es de mala educación sentarse a la mesa con fusil. (Pausa.) Pero qué sucio estás, hijo mío… ¿Cómo te has puesto así? Enséñame las manos.

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ZAPO.–(Avergonzado se las muestra.) Me he tenido que arrastrar por el suelo con eso de las maniobras.SRA. TEPÁN.–Y las orejas ¿qué?ZAPO.–Me las he lavado esta mañana.SRA. TEPÁN.–Bueno, pueden pasar. ¿Y los dientes? (Enseña los dientes.) Muy bien. ¿Quién le va a dar a su niñito un besito por haberse lavado los dientes? (A su marido.) Dale un beso a tu hijo que se ha lavado los dientes. (El SR. TEPÁN besa a su hijo.) Porque lo que no se te puede consentir es que con el cuento de la guerra te dejes de lavar.ZAPO.–Sí, mamá. (Se ponen a comer.)SR. TEPÁN.–Qué hijo mío, ¿has matado muchos?ZAPO.–¿Cuándo?SR. TEPÁN.–Pues estos días.ZAPO.–¿Dónde?SR. TEPÁN.–Pues en esto de la guerra.ZAPO.–No mucho. He matado poco. Casi nada.

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Segunda escena: fragmento de Eugène Ionesco LA CANTANTE CALVA (La cantatrice chauve) Anti–pieza Atrezzo: telas para forrar sillas, ropa para caracterizarse como hombre y mujer madura, chimenea pintada en cartón, reloj o ruido de reloj (Interior burgués inglés, con sillones ingleses. Velada inglesa. El señor SMITH, inglés, en su sillón y con sus zapatillas inglesas, fuma su pipa inglesa y lee un diario inglés, junto a una chimenea inglesa. Tiene anteojos ingleses y un bigotito gris inglés. A su lado, en otro sillón inglés, la señora SMITH, inglesa, remienda unos calcetines ingleses. Un largo momento de silencio inglés. El reloj de chimenea inglés hace oír diecisiete toques ingleses. La señora y el señor MARTIN se sientan el uno frente al otro, sin hablarse. Se sonríen con timidez. )

SR. MARTIN (el diálogo que sigue debe ser dicho con una voz lánguida, monótona, un poco cantante, nada matizada): – Discúlpeme, señora, pero me parece, si no me engaño, que la he encontrado ya en alguna parte. SRA. MARTIN: – A mí también me parece, señor, que lo he encontrado ya en alguna parte. SR. MARTIN: – ¿No la habré visto, señora, en Manchester, por casualidad? SRA. MARTIN: – Es muy posible. Yo soy originaria de la ciudad de Manchester. Pero no recuerdo muy bien, señor, no podría afirmar si lo he visto allí o no. SR. MARTIN: – ¡Dios mío, qué curioso! ¡Yo también soy originario de la ciudad de Manchester! SRA. MARTIN: – ¡Qué curioso! SR. MARTIN: – ¡Muy curioso!... Pero yo, señora, dejé la ciudad de Manchester hace cinco semanas, más o menos. SRA. MARTIN: – ¡Qué curioso! ¡Qué extraña coincidencia! Yo también, señor, dejé la ciudad de Manchester hace cinco semanas, más o menos. SR. MARTIN: – Tomé el tren de las ocho y media de la mañana, que llega a Londres a las cinco menos cuarto, señora. SRA. MARTIN: – ¡Qué curioso! ¡Qué extraño! ¡Y qué coincidencia! ¡Yo tomé el mismo tren, señor, yo también! SR. MARTIN: ¡Dios mío, qué curioso! ¿Entonces, tal vez, señora, la vi en el tren? SRA. MARTIN: – Es muy posible, no está excluido, es posible y, después de todo, ¿por qué no?... Pero yo no lo recuerdo, señor. SR. MARTIN: – Yo viajaba en segunda clase, señora. No hay segunda clase en Inglaterra, pero a pesar de ello yo viajo en segunda clase. SRA. MARTIN: – ¡Qué extraño, qué curioso, qué coincidencia! ¡Yo también, señor, viajaba en segunda clase! SR. MARTIN: – ¡Qué curioso! Quizás nos hayamos encontrado en la segunda clase, estimada señora. SRA. MARTIN: – Es muy posible y no queda completamente excluido Pero lo recuerdo muy bien, estimado señor. SR. MARTIN: – Yo iba en el coche número 8, sexto compartimiento, señora. SRA. MARTIN: – ¡Qué curioso! Yo iba también en el coche número 8, sexto compartimiento, estimado señor.

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SR. MARTIN: – ¡Qué curioso y qué coincidencia extraña! Quizá nos hayamos encontrado en el sexto compartimiento, estimada señora. SRA. MARTIN: – Es muy posible, después de todo. Pero no lo recuerdo, estimado señor. SR. MARTIN: – En verdad, estimada señora, yo tampoco lo recuerdo, pero es posible que nos hayamos visto allí, y si reflexiono sobre ello, me parece incluso muy posible. SRA. MARTIN: – ¡Oh, verdaderamente, verdaderamente, señor! SR. MARTIN: – ¡Qué curioso! Yo ocupaba el asiento número 3, junto a la ventana, estimada señora. SRA. MARTIN: – ¡Oh, Dios mío, qué curioso y extraño! Yo tenía el asiento número 6, junto a la ventana, frente a usted, estimado señor. SR. MARTIN: – ¡Oh, Dios mío, qué curioso y qué coincidencia! ¡Estábamos, por lo tanto, frente a frente, estimada señora! ¡Es allí donde debimos vernos! SRA. MARTIN: – ¡Qué curioso! Es posible, pero no lo recuerdo, señor. SR. MARTIN: – Para decir la verdad, estimada señora, tampoco yo lo recuerdo. Sin embargo, es muy posible que nos hayamos visto en esa ocasión. SRA. MARTIN: – Es cierto, pero no estoy de modo alguno segura de ello, señor. SR. MARTIN: – ¿No era usted, estimada señora, la dama que me rogó que colocara su valija en la red y que luego me dio las gracias y me permitió fumar? SRA. MARTIN: – ¡Sí, era yo sin duda, señor! ¡Qué curioso, qué curioso, y qué coincidencia! SR. MARTIN: – ¡Qué curioso, qué extraño, y qué coincidencia! Pues bien, entonces, ¿tal vez nos hayamos conocido en ese momento, señora? SRA. MARTIN: – ¡Qué curioso y qué coincidencia! Es muy posible, estimado señor. Sin embargo, no creo recordarlo. SR. MARTIN: – Yo tampoco, señora. Un momento de silencio. El reloj toca 2–1. SR. MARTIN: – Desde que llegué a Londres vivo en la calle Bromfield, estimada señora. SRA. MARTIN: – ¡Qué curioso, qué extraño! Yo también, desde mi llegada a Londres, vivo en la calle Bromfield, estimado señor. SR. MARTIN: – Es curioso, pero entonces, entonces tal vez nos hayamos encontrado en la calle Bromfield, estimada señora. SRA. MARTIN: – ¡Qué curioso, qué extraño! ¡Es muy posible, después de todo! Pero no lo recuerdo, estimado señor. SR. MARTIN: – Yo vivo en el número 19, estimada señora. SRA. MARTIN: – ¡Qué curioso! Yo también vivo en el número 19, estimado señor. SR. MARTIN: – Pero entonces, entonces, entonces, entonces quizá nos hayamos visto en esa casa, estimada señora. SRA. MARTIN: – Es muy posible, pero no lo recuerdo, estimado señor. SR. MARTIN: Mi departamento está en el quinto piso, es el número 8, estimada señora. SRA. MARTIN: – ¡Qué curioso, Dios mío, y qué extraño! ¡Y qué coincidencia! ¡Yo también vivo en el quinto piso, en el departamento número 8, estimado señor!

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SR. MARTIN (pensativo): – ¡Qué curioso, qué curioso, qué curioso y qué coincidencia! Sepa usted que en mi dormitorio tengo una cama. Mi cama está cubierta con un edredón verde. Esa habitación, con esa cama y su edredón verde, se halla en el fondo del pasillo, entre los retretes y la biblioteca, estimada señora. SRA. MARTIN: – ¡Qué coincidencia, Dios mío, qué coincidencia! Mi dormitorio tiene también una cama con un edredón verde y se encuentra en el fondo del pasillo, entre los retretes y la biblioteca, mi estimado señor. SR. MARTIN: – ¡Es extraño, curioso, extraño! Entonces, señora, vivimos en la misma habitación y dormimos en la misma cama, estimada señora. ¡Quizá sea en ella donde nos hemos visto! SRA. MARTIN: – ¡Qué curioso y qué coincidencia! Es muy posible que nos hayamos encontrado allí y tal vez anoche. ¡Pero no lo recuerdo, estimado señor! SR. MARTIN: – Yo tengo una niña, mi hijita, que vive conmigo, estimada señora. Tiene dos años, es rubia, con un ojo blanco y un ojo rojo, es muy linda y se llama Alicia, mi estimada señora. SRA. MARTIN: – ¡Qué extraña coincidencia! Yo también tengo una hijita de dos años con un ojo blanco y un ojo rojo, es muy linda y se llama también Alicia, estimado señor. SR. MARTIN (con la misma voz lánguida y monótona: – ¡Qué curioso y qué coincidencia! ¡Y qué extraño! ¡Es quizá la misma, estimada señora! SRA. MARTIN: – ¡Qué curioso! Es muy posible, estimado señor. (Un momento de silencio bastante largo. . . El reloj suena veintinueve veces. ) SR. MARTIN (después de haber reflexionado largamente, se levanta con lentitud y, sin apresurarse, se dirige hacia la señora MARTIN, quien, sorprendida por el aire solemne del señor MARTIN, se levanta también, muy suavemente; el señor MARTIN habla con la misma voz rara, monótona, vagamente cantante): – Entonces, estimada señora, creo que ya no cabe duda, nos hemos visto ya y usted es mi propia esposa. . . ¡Isabel, te he vuelto a encontrar! SRA. MARTIN (se acerca al señor MARTIN sin apresurarse. Se abrazan sin expresión. El reloj suena una vez, muy fuertemente. El sonido del reloj debe ser tan fuerte que sobresalte a los espectadores. Los esposos MARTIN no lo oyen). SRA. MARTIN: – ¡Donald, eres tú, darling! Se sientan en el mismo sillón, se mantienen abrazados y se duermen. El reloj sigue sonando muchas veces.

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Tercera escena: textos dramatizados de Bertold Brecht.Canción de la insuficiencia de los esfuerzos humanos y Preguntas de un obrero ante un libro.(5 personajes. Pueden hacerlo un número menor si los que hacen de público representan también a los obreros. Pueden hacerlo también más de 5 personas si cada personaje del público es representado por más de un actor, a modo de corifeo.)Un personaje mira al público (El Filósofo) y va diciendo sus pensamientos a modo de lección. Desde el público, dos personajes (Público 1 y Público 2) le contestan poniendo en duda sus afirmaciones. Cerca habrá una mesa con libros. Si hubiera bastantes actores, dos personajes más caracterizados como obreros observan la escena e intervienen en ella al final).

Filósofo ( habla desde el escenario o desde un lugar en alto con voz de ultratumba, declamando, como quien suelta un aforismo. Sus gestos serán ampulosos y exagerados): ¡¡ El hombre vive de su cabeza!!(El público abuchea y hace gestos despectivos hacia las palabras del filósofo)Público 1 (gritando y con burla):¡¡¡La cabeza no le alcanza!!!Filósofo (repite con ansiedad): ¡¡El hombre vive de su cabeza!!Público 2 (riéndose): ¡¡ Inténtalo, de tu cabeza, todo lo más vive un piojo.!! ¡¡¡Ja, ja, ja!!!Público 1: Porque para esta vida, el hombre no es lo bastante listo,Público 2 : (Dándole la razón): Nunca se da cuenta de todas las trampas y mentiras.Filósofo (intentado buscar argumentos que le den la razón. Acompaña sus palabras con gestos exagerados): Haz un plan, que sea una gran luz.Público 1 (burlándose): ¡¡Ja!! Después, haz otro plan, ninguno de los dos funcionará.Público 2: ¡¡Entérate!! Porque para esta vida el hombre no es lo bastante malvado,Filósofo (Balbuceando): Pero, pero … pero su esfuerzo desproporcionado es un bello espectáculo. (Con seguridad y dramatismo): ¡¡Corre detrás de la felicidad!!Público 1: ¡¡Ja, ja!! Pero no corras demasiado porque todos persiguen a la felicidad.Público 2: ¡Y ella corre detrás!Público 1 y 2: ¡¡Ja, ja, ja!! (El filósofo, cabizbajo, abatido, se baja del escenario y se retira al lugar donde se encuentre la mesa con los libros. El público toma su lugar y desde arriba grita. Cada persona dirá una frase.)Público 1 : Porque para esta vida…Público 2: el hombre no es lo bastante humilde,Público 1: por eso, todos sus esfuerzos…Público 1 y 2 (al mismo tiempo y gritando): ¡¡SON SOLO UN AUTOENGAÑO!!(Ellos mismos se aplauden y se van. Ahora el protagonismo está la mesa con libros y en los obreros de la construcción que la rodean como si estuvieran haciendo un alto en su trabajo. Uno de ellos comienza a leer, con dificultad. Le hace preguntas al filósofo que permanece leyendo un libro. Los demás trabajadores también preguntan)Trabajador 1 (leyendo con dificultad): Te-bas, la de las sie-te pu-er-er-tas…Tebas, la de las siete puertas. Oye tú, (dirigiéndose al filósofo) que sabes hablar con los libros, esta tal Tebas, la de las Siete Puertas, ¿quién la construyó?Filósofo (con displicencia): En los libros figuran los nombres de los reyes.Trabajador 2: ¿Sí? ¿Arrastraron ellos los grandes bloques de piedra?Trabajador 1 (mirando en otra página del libro): Y la tal (leyendo con dificultad) Ba-bi-lo-ni-a, y esta Babilonia, (lee de nuevo) destruida tantas veces, ¿quién la volvió a construir otras tantas?Trabajador 2: Sí, ¿en qué casas de la dorada Lima vivían los obreros que la

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construyeron?Trabajador 1 (señalando otro libro): Mira, (Lee con dificultad) “La-gran-mu-ra-lla-chi-na”. Oye, yo me pregunto: la noche en que fue terminada la Muralla china, ¿a dónde fueron los albañiles?Trabajador 2 (señalando otro libro): Mira, esta dice que es Roma, la Grande y que está llena de arcos de triunfo. Dime, tú, ¿quién los levantó?Trabajador 1 (cada vez más desafiante): ¿Solo había palacios en la ciudad de Bizancio, tan cantada en los libros?Trabajador 2 (dirigiéndose cada vez más envalentonado al filósofo): ¿Sabes que me han contado? Que hasta en la fabulosa Atlántida, la noche en que el mar se la tragaba, sus habitantes clamaban pidiendo ayuda a sus esclavos.Trabajador 1: Mira este libro. Habla de un tal A-le-jan-dro.Filósofo (contesta con displicencia): El joven Alejandro, que conquistó la India.Trabajador 1 y 2 (mirándole desafiantes): ¿Él solo?Trabajador 1: Y ¿César? , dime, ese César del que todos hablan.Trabajador 2: ¿No llevaba consigo ni siquiera un cocinero?Filósofo (Se levanta enfadado): ¿Qué queréis que os diga? También los grandes sufren. Felipe II lloró cuando su flota fue hundida.Trabajador I: ¿Y en los libros no dice...Trabajador II: si lloró alguien más?Filósofo: Pero los libros nos enseñan la historia, las grandes victorias...Trabajador I (con amargura): Ya, y dime, ¿en estos libros dice...Trabajador II ¿... quién cocinaba los banquetes de la victoria?(Lanzan los libros que tenían en la mano sobre la mesa. Miran fijamente al filósofo y se van)

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