godelier- instituciones económicas 1981 (antropología)

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  • pia persona, su status sufra grandes variaciones de una sociedad a otra. Entre los yurok, por ejem-plo, el esclavo poda ser obligado a trabajar para su amo, pero no poda ser ni vendido ni muerto. Un poco ms al norte, sin embargo, entre los kwakiutl, el esclavo poda ser comprado, vendido o muerto, siendo a veces sacrificado en el marco de un potlach o de las ceremonias para la inauguracin de una casa, y cosas por el estilo. No obstante, entre los kwakiutl, la sociedad se hallaba dividida entre dos clases, los esclavos y los libres, dividindose a su vez estos ltimos en nobles y gentes del comn. En-tre los kwakiutl, como entre los aztecas, los libres podan caer en la esclavitud, pero para que este tipo de esclavitud -dependiente de la guerra y de la captura de prisioneros- pudiera darse, era preci-so que previamente existieran grandes desigualda-des de riqueza. Al contrario que los kwakiutl, los aztecas, que tantos prisioneros de guerra sacrifica-ban en los cultos de sus dioses, trataban a sus escla-vos Casi como hijos, por emplear la expresin del cronista Alonso de Zurita. El esclavo no poda ser muerto o golpeado, ni siquiera revendido, salvo en casos de graves faltas de comportamiento. Tena su propia casa y sus propios bienes, esclavos inclui-dos, y su hijos nacan libres.

    En Africa Occidental , durante la Edad Media, la produccin>> de esclavos alcanz grandes y de-vastadoras proporciones, con vistas a proporcionar mano de obra esclava para las plantaciones espao-las y portuguesas de Amrica, y posteriormente, para las plantaciones de algodn y caa de azcar de las Indias Occidentales y Norteamrica. Esto lleg a afectar seriamente a las estructuras sociales y eco-

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    nmicas del Africa Occidental, como recientemente ha podido dar a conocer un estudio sobre la evo-lucin del mercado de esclavos en Africa Occidental. Sin embargo, y a pesar de la importancia de las re-laciones esclavas del Africa Occidental, llegaron a formarse all numerosas costumbres orientadas a prevenir la formacin de una clase de esclavos here-ditaria. Entre los sung'hrai de Nigeria, por ejemplo, los descendientes de esclavos recobraban la libertad al cabo de tres generaciones.

    EL ESTADO INCA. El desarrollo de la mayor parte de las primeras sociedades y Estados de clases que caracterizan la historia antigua y reciente de la Am-rica precolombina, Africa, Asia Sudorienta!, etc. se fundaba en formas no esclavistas de dependencia econmica. El Estado inca alcanz sus lmites de mxima expansin en menos de dos siglos, y ascensin meterica slo fue superada por los azte-cas, que no eran ms que una pobre tribu de cazado-res-guerreros, ignorantes tanto de la agricultura co-mo del hilado, cuando en el siglo XII hicieron su en-trada en el Valle de Mxico. Con anterioridad a la conquista inca y su integracin en el Tahuantisuyu (

  • parada de la propiedad comunal). El trabajo, igual-mente de forma comunal, dependa de la ayuda mu-tua (la minga) de los habitantes de la aldea a la hora de realizar determinadas tareas productivas. El jefe del poblado (el curaca) era el primer bene-ficiario de la ayuda mutua de la comunidad, y las tierras comunes eran cultivadas con el destino es-pecfico de servir para el mantenimiento de las tum-bas de los dioses y jefes locales. Tenemos pues aqu un modo de produccin basado en la cooperacin de productores directos, unidos por lo que el cro-nista espaol Bias de Valera llamara la ley de la fraternidad, esto es, las obligaciones recprocas en-tre parientes y vecinos pertenecientes a una misma comunidad local. Exista ciertamente desigualdad so-cial entre jefes y gentes del comn, pero se trataba de una desigualdad no excesivamente marcada.

    Al caer bajo la dominacin de los incas, estas comunidades, o al menos las comunidades tribales organizadas de esta manera, sufrieron una profunda transformacin. Todas las tierras, ros, montaas, rebaos de llamas y toda la caza fueron declarados propiedad del inca. Una parte de las tierras fue apar-tada del uso comn de manera definitiva y declara-da propiedad del Estado o de la Iglesia. El resto fue devuelto a los respectivos ay'llus por gentileza del inca y en pago por la obligacin impuesta a todos los sbditos de trabajar en la tierra que el Estado y la Iglesia se haban apropiedo. Las rela-ciones de produccin, por tanto, cambiaron de arri-ba abajo ya que, en adelante, las comunidades po-dan tener sobre las tierras que consertaban para su subsistencia derechos de disfrute y uso, habien-do ya perdido sus derechos de propiedad comunales.

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    En dichas tierras, la produccin y los modos de utilizacin del suelo seguan siendo los mismos que antes de la conquista incaica, pero a partir de en-tonces se aadi adems un sistema de trabajo forzado para cultivar las tierras que haban sido de-claradas propiedad del inca.

    La corvea que deban ejecutar en dichas tierras no era un fenmeno individual; todo el poblado par-ticipaba en ella y el Estado incaico proporcionaba la comida y la bebida durante el tiempo que dicha labor duraba. Se trataba de algo similar a la ayuda recproca tradicional en el ayllu, donde se surta de provisiones a los que ayudaban en el cultivo de las tierras adjudicadas a otros. El Estado proporciona-ba adems vestidos y semillas e insista en que la gente fuera a trabajar vestidos con ropa de fiesta, y acompaados de msica y canto. De este modo, las viejas formas de reciprocidad comunal y las for-mas rituales correspondientes quedaban puestas al servicio de las nuevas relaciones econmicas de ex-plotacin y servidumbre.

    Para poder organizar su nueva base econmica, de modo que pudiera seguir reproducindose y ex-pandindose de manera estable, el Estado inca nece-sitaba llevar a cabo un censo de tierras, poblacin, animales y productos. Le fue preciso, por tanto, crear toda una maquinaria administrativa que ten-diera sus redes en torno a las diversas poblaciones para, de manera directa o indirecta, controlarlas. Igualmente le fue preciso propagar el culto del Inca (hijo del Sol) y del Sol (su Padre), y mantener un ejrcito dispuesto a reprimir cualquier sublevacin. Todo este conjunto de instituciones hace referencia a un nuevo tipo de modo de produccin. Sabemos

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  • que dicho modo de produccin haba alcanzado su pleno desarrollo en la poca en que los espaoles hicieron su aparicin en 1532, habindose visto el Estado obligado a llevar a cabo traslados forzosos de poblaciones enteras, para crear colonias milita-res que sirvi,eran para controlar determinadas po-blaciones levantiscas de reciente conquista. Esto quiere decir que el Estado haba rot.o, totalmente o en parte, Jos lazos tradicionales de dichas tribus con sus tierras. Pero, al mismo tiempo, una forma tra-dicional de dependencia personal (yanaco11a) en la que los yana (individuos por completo desarraigados de sus poblaciones de origen) quedaban atados de por vida a la persona de sus amos, haba adquirido un fuerte desarrollo.

    Si intentamos determinar los modos de produc-cin que, a comienzos del siglo xvr, componan la ba-se econmica de la formacin socioeconroica con-creta que resultaba ser el imperio inca, son tres los que podemos desglosar: el modo preincaico aldeano-tribal de produccin, que continuaba garantizando la subsistencia de las comunidades aldeanas; un modo asitico de produccin, fundado en la explotacin colectiva de estas mismas comunidades por parte de una clase dominante estrechamente fundida con el Estado y que impona un rgimen de trabajo for-zado; un nuevo modo de produccin, an en estado embrionario, fundado en la explotacin, individual en este caso, de los yana, individuos separados de su comunidad de origen y vinculados a las familias aris-tocrticas. Esta ltima forma de explotacin, ante-rior a la expansin de la conquista inca, haba su-frido un nuevo desarrollo basta el punto de haber llegado a desarrollar una forma de propiedad indi-

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    vidua1 (no privada) de la tierra y los rebaos otor-gados por el inca a determinados estratos de la no-bleza. De estos tres modos de produccin el segundo era el dominante: se fundaba en la dependencia de las aldeas y comunidades tribales con respecto a una comunidad tnica de carcter superior, estrechamen-te fundida con el aparato del Estado.

    A nivel metodolgico, en anti;opologa econmica, analizar uoa sociedad significa establecer un in-ventario de los diversos modos de produccin exis-tentes en el interior de la formacin econmi~cial que constituye dicha sociedad, determinando el nivel que desempea el papel dominante. Prosegu-Ternos con nues tr;o anlisis de los sistemas sociales y econmicos de los incas debido a que, aparte del hecho de representar un notable ejemplo de socie-dad de clases no occidental, nos permite hacer enun-ciados tericos que abren nuevas perspectivas para la comprensin etnolgica. Lo sorprendente con res-pecto a la base econmica de la formacin social incaica es que el modo de produccin dominante parece tener dos funciones: mantener activamente, por un lado, una parte de las viejas relaciones co-munales, emplendolas como punto de partida para constr_uir sobre ellas; hacerlas servir, por otra, al nuevo modo de produccin instaurado, a la vez que se destruye o suprime otra parte de dichas relacio-nes. Por ejemplo, segn el cronista Gobo: Slo a partir de la ceremonia de su boda los hombres se hacen susceptibles de tasacin de impuestos y participacin en los trabajos pblicos. Lo que sig-nifica, segn Murra (1957) establece en su notable tesis The Economy of the Inca State, que el matri-monio que, dentro de la comunidad local constitua

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  • uno de los fundamentales ritos de paso, qued con-vertido en el principal medio de acceso al nuevo status que implicaba la sujecin al trabajo forzado exigido por el Estado inca, y consecuentemente, en el principal modo de integracin en una comunidad mucho mayor y esencialmente diferente a la repre-sentada por el ayllu o las tribus locales.

    Las obras pblicas fueron la consecuencia inme-diata de la instauracin del Estado inca, no su con-dicin de existencia. De hecho, la existencia de un campesinado andino capaz de producir un exceden-te econmico regular fue la condicin previa de la formacin de una sociedad de clases y un Estado. La conquista, la expropiacin de las comunidades locales, y la institucin de un sistema de trabajo forzado ofrecieron en realidad la posibilidad de con-centrar inmensas cantidades de produccin y me-dios de subsistencia. Proporcionaron igualmente los medios materiales para llevar a cabo empresas que quedaban por entero fuera del alcance de cada tribu por separado, y, por supuesto, de cada comunidad local, condicionado esto, evidentemente, a la posi-bilidad de saber como combinarlas todas ellas y or-ganizarlas en el marco de gigantescas formas de cooperacin simple. Pero, debernos igualmente acen-tuar el hecho de que la reproduccin misma del modo de produccin y desarrollo incaicos no lo permita sino que al mismo tiempo exiga llevar a cabo grandes tareas de obras pblicas (lo que no es lo mismo que decir que el Estado inca lleg a formarse y desarrollar se con el fin de llevar a efec-to tales obras pblicas). El modo de produccin in-caico necesitaba, para su propio desarrollo, de una infraestructura de carreteras, una burocracia,

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    un ejrcito, un clero, etc.; y todo esto eXIgia a su vez la expansin constante de los excedentes agr-colas y artesanales. Como consecuencia de esto, los incas favorecieron la produccin del maz, cereal que poda ser fcilmente almacenado y transportado, proporcionando al mismo tiempo comida y bebida de alta ener ga y valor ceremonial, cualidades stas de las que los tubrculos, principal cultivo tradi-cional de los Andes, carecan. Los incas generali-zaron el cultivo del grano, introducindolo en nume-rosas regiones en las que hasta entonces .nunca se haba producido. Pero, al mismo tiempo, tuvieron que imponer la construccin de terrazas en laderas que basta entonces haban sido dejadas en baldo, dado que los tubrculos tradicionales crecan mejor en la meseta andina que en las laderas de las mon-taas. Gradas a la labor de aterrazamiento, se dedi-caron nuevas tierras al cultivo, amplindose de este modo la base material de la sociedad. As pues, no fue la necesidad de llevar a cabo grandes obras p-blicas de inters colectivo lo que cre la nueva so-ciedad y el Estado inca, sino que fueron las exigen-cias de reproduccin de dicha sociedad las que en un determinado momento impusieron la necesidad de este tipo de obras. Obviamente, dichas obras per-mitieron y acabaron por imponer una complejidad y una estratificacin social cada vez mayores, am-pliando cada vez m,s la distancia que ya separaba al campesinado de las clases dominantes; fue esta distancia en constante aumento la que celebraban los palacios, los templos, los jardines y las tumbas orientadas a glorificar la superior esencia de la cla-se dominante, sus antepasados y sus dioses .

    En conclusin, un aspecto muy importante del

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  • presente anlisis de la economa y la sociedad in-caicas y de la jerarqua interna establecida entre los modos de produccin nuevos y dominantes y los viejos y dominados es el siguiente: mientras que el nuevo modo de produccin pareca hallarse ya con-tenido, de manera seminal, en las relaciones que vivan las tribus preincaicas y las aldeas andinas, y parecan no ser sino un simple desarrollo de aqullas (el producto de su normal evolucin), de hecho, el nuevo modo de produccin surga me-diante la supresin de una parte de las anteriores funciones de las viejas relaciones de produccin y mediante la aniquilacin del papel dominante juga-do por las relaciones de parentesco. No quiere esto decir que dichas relaciones desaparecieran por com-pleto; permanecieron, cambiando su contenido, si bien no su forma. Podemos ver a este respecto Jo difcil que resulta concebir la transicin de un mo-do de produccin a otro spbre la base de desarro-llos seminales. Semejante forma de evolucin no hace sino disimular el carcter no lineal de la evo-lucin; el papel decisivo de dicha evolucin consti-tuye el nuevo punto de partida.

    Mediante este anlisis del modo de produccin incaico, hemos querido sacar a la luz las diferencias estructurales que existen entre los modos de produc-cin de las sociedades de clases y las sociedades sin clases. Al mismo tiempo podemos percibir inmedia-tamente el error que supone interpretar el modo de produccin incaico como un modo de produccin feudal, como si en realidad se tratase de un rey rodeado de su aristocracia, que somete a la masa de la poblacin campesina obligndola a prestar tra-bajos forzados. De hecho, la estructura estatal del

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    modo de produccin incaico no hace otra cosa que traducir la concentracin, a escala de toda la so-ciedad, de la propiedad de la tierra, bajo la forma de una propiedad colectiva nicaJ directa o eminen-te, por parte de una comunidad superior.(La estruc-tura del Estado feudal, en cambio, es la expresin de la asociacin jerrquica de numerosos terrate-nientes. En cada caso, la naturaleza del Estado re-su1ta muy diferente; las modalidades del poder del Estado y de la dominacin que ejerce la clase go-bernante difieren entre s y se fundan en modos di-versos de extraccin del trabajo excedente a sus productores directos) Deberamos en realidad com-parar el modo de produccin incaico con los que sir-vieron para poner las bases de los Estados y socieda-des de clases africanos, como, por ejemplo, el reino de los mossi del Alto Volta.

    FORMAS Y CONDICIONES DE LA CffiCULACION DE BIENES

    Formas no ligadas al mercado

    RELACIONES DE PRODUCCION Y FORMAS DE CIRCULACION: LA REDISTRIBUCION. En varios de los ejemplos que hasta ahora hemos visto, el mo-do de reparto y circulacin de los productos depen-de del modo de reparto de los medios de produc-cin. Por ejemplo, en el modo de produccin incai-co la existencia de una clase dominante que ya no pa~ticipa de manera directa en la produccin impli-

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  • ca la necesidad de distinguir entre unidades de pro-duccin y unidades de consumo. Fue necesario por tanto que surgiera un modo de produccin espec-fico que asegurara la transferencia de los productos creados en las unidades de produccin local (do-minios del Estado y de la Iglesia) a los diversos cen-tros poltico-religiosos donde podan ser consumi-dos por el ejrcito, la burocracia, la nobleza, etc-tera. La circulacin de los productos entre las di-versas clases supona, por tanto, la creacin de ca-denas de graneros y almacenes, en los que los pro-ductos agrcolas y artesanales pudieran ser deposi-tados cerca de los lugares donde eran producidos, un modo de supervisarlos y transportarlos (por me-dio de corveas) a los centros de consumo, una forma de contabilizarlos y, finalmente una forma de esta-blecer su reparto por parte del Estado y los templos. Este reparto se llevaba a efecto mediante la distri-bucin de dichos productos entre los miembros de la nobleza, la burocraCia; etc., sirviendo as mismo para aprovisionar a los soldados en campaa y a los campesinos empleados en la construccin de obras pblicas. Una importante fraccin de tales productos, almacenados cerca de sus lugares de pro-duccin, no entraba de manera directa en este vasto proceso de circulacin, dado que serva para reno-var el proceso productivo del ao siguiente (semi-llas para las tierras de la Iglesia y el Estado, herra-mientas, alimentos consumidos por los trabajadores dedicados a la ejecucin de sus correspondientes corveas). Podemos ver de este modo cmo se relacio-naban entre s los procesos de circulacin de los me-dios de produccin y los medios de subsistencia y de qu manera, a cada nivel, las instituciones con-

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    trolaban dichos procesos (por ejemplo, los curaca locales que controlaban la produccin y los almace-najes locales, los funcionarios provinciales, los cen-trales, los contables, etc.).

    [semejante centralizacin, que necesariamente im-plicaba formas complejas de distribucin de los pro-ductos, dejaba muy poco sitio a los intercambios de mercado, los cuales presuponen siempre la existen-cia de comunidades autnomas de productores que intercambian parte de sus respectivos productos. El comercio, al parecer, se retrajo tras la conquista in-ca, y podemos ver ahora que dicha retraccin era e] efecto necesario del nuevo modo de produccin como tal] E.ntre los aztecas, en cambio, que no hi-cieron depender su modo de produccin de un sis-tema general de trabajo forzado, el comercio jug un amplio papel, dando lugar al desarrollo de una clase especializada de comerciantes, los pochteca. En el momento de la conquista espaola, dicha clase comerciante constitua de hecho una verdadera ame-naza para los intereses de la aristocracia militar y religiosa.

    CATEGORIAS DE :SIENES Y FORMAS DE CIRCU-LACION (LIGADAS Y NO LIGADAS AL MERCADO). A nivel descFiptivo, podemos dividir los modos de circulacin ~el producto en dos amplias categoras: formas de circulacin ligadas y no ligadas al mer-cado. De hecho, son varios los modos de circulacin que pueden coexistir y articularse en el marco de un mismo modo de produccin, dependiendo de que los productos implicados en ellos sean medios de produccin, de subsistencia, o lo que Cara Du Bois (1930) ha llamado

  • haca ms que repetir, a este respecto, la vieja dis-tincin de los economistas clsicos en bienes de sub-sistencia y bienes de lujo, sin distinguir entre s los bienes de subsistencia de aquellos otros que son en s mismos factores de produccin. Observamos en numerosas sociedades que entre estas dos diferentes clases de bienes se da a la vez una jerarqua rec-proca y una no convertibilidad correlativa a su fun-cin, su utilidad dentro del mecanismo de la re-produccin del modo de produccin, y de las estruc-turas sociales en cuyo interior dichos bienes se producen y circulan. Para poder caracterizar aque-llos sistemas econmicos en los que encontramos este tipo de jerarqua de bienes no convertibles, Paul Bonahan ha empleado la expresin economa multicntrica, distinguindolos as de los sistemas de economa capitalistas, centrados en un nico me-canismo de produccin y circulacin mercantiles, igual para todo tipo de productos. La clasificacin emprica sigue siendo superficial, debido a que no explica las relaciones internas entre modo de pro-duccin y modo de circulacin. Es gracias a que en el modo de produccin capitalista el trabajo se ha convertido en una mercanca ms por lo que todos los factores de produccin pueden circular por igual en un nico mercado, calculndose su valor en trminos monetarios. Cosa del todo imposible en los modos precapitalistas de produccin, en los que la tierra es generalmente una propiedad comu-nal inalienable y la fuerza de trabajo se reparte a travs del funcionamiento de los lazos de parentes-co, las relaciones polticas, o cosas por el estilo, y en los que, igualmente, la competencia social, to-mando en cuenta el carcter de las fuerzas produc-

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    tivas, toma la forma de una acumulacin de muje- res o una multiplicacin de los aliados, en vez de ~n~ .acum~lacin de tierra y herramientas, del todo mutiles pnvados como estn de fuerza de trabajo. Por ejemplo, entre los siana de Nueva Guinea, la tierra era una propiedad colectiva y circulaba sola-mente entre generaciones de un mismo clan pa-trilineal. Para que los individuos o grupos extraos a dicho clan pudieran usar de dicha tierra, tenan que incorporarse de algn modo al clan propieta-rio -mediante adopcin, o adquiriendo un sta-tus de cuasi-aguados. Tambin los bienes preciosos -conchas, plumas de ave del paraso, hachas cere-moniales- eran propiedad colectiva del clan y cir-culaban como dones entre los clanes con ocasin de los matrimonios, los tratados de paz, las ceremonias religiosas y dems momentos crticos de la repro-duccin de la vida social. Los bienes comunes de subsistencia, como las batatas, eran distribuidos en el interior del grupo para el consumo cotidiano o entregados a otros en ceremonias pblicas. Los bienes de subsistencia de lujo -sal, hojas de pn-dano, nueces, tabaco-- eran de propiedad indivi-dual Y podan ser guardados o distribuidos a su ar-bitrio por su propietario. Los bienes comunes o los bien.es de subsistencia de lujo, sin embargo, no po-dan ser cambiados por plumas de ave del paraso, y mucho menos, por tierra.

    COMPARTIR, DAR. Podemos captar los efectos dife-renciales de la circulacin de Jos productos median-te las condiciones necesarias para la reproduccin del modo de produccin como tal en sus instancias polticas, econmicas e ideolgicas. Veamos ahora

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  • unos pocos ejemplos: entre los bosquiman?s kung del desierto de Kalahari, la carne de las p1ezas de caza conseguidas circula por reparto directo entre los cazadores, seguido este primer reparto por una cadena de toma y daca recproca con aquellos que no participaron directamente en la caza. El reparto es efectuado por el propietario de la flecha envene-nada que derrib la pieza. El propietario de 1~ cita-da flecha no necesariamente tiene que ser quien la disparara, ya que los cazadores se prestan entre s flechas que llevan la marca particular de cada uno. As cuando un cazador dispara una flecha que le ha 'sido prestada, sabe muy bien que ello har que el propietario de la misma se atribuya la funcin del reparto de la pieza. Una primera ronda de reparto se efecta entre el propietario de la flecha y los de-ms cazadores. La carne se distribuye cruda; los que reciben el primer reparto la reparten a su vez entre sus parientes y, sobre todo, entre sus parie~tes P?-lticos, hijos y esposas. Un tercer reparto tle~e lu-gar una vez cocinada la carne, siendo las por:wnes distribuidas cada vez ms pequeas. En conJunto, por ejemplo, una pieza de antlope, pod~a ~l~gar a ser compartida entre unos 60 a 100 md1v1duos, contando basta los ltimos beneficiarios de la cade-na. Y el reparto, que en su primera fase se impone como consecuencia de las relaciones de cooperacin y de parentesco, acaba, en ltimo trmino, convir-tindose en puro y simple regalo.

    Entre los shosbone, en las grandes caceras colec-tivas de conejos y antlopes, que ponen en juego complejas formas de cooperacin bajo la autoridad de un jefe de caza, es ste quien distribuye el pro-ducto de la cacera. Una vez ms, el modo de pro-

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    duccin determina el modo de circulacin del pro-ducto y la identidad de los agentes de dicha circu-lacin.

    Mediante este tipo de repartos y donaciones, se expresan las relaciones recprocas entre sexos, entre generaciones, entre miembros productivos e impro-ductivos de la sociedad, entre parientes de sangre y parientes por alianza. La existencia de estas formas de circulacin directa implica que los productores conservan un control directo sobre sus productos; los emplean de acuerdo con la estructura de sus re-laciones sociales y las formas de cooperacin y com-petencia entre grupos y entre individuos que tales relaciones hacen posibles y necesarias.

    EL POTLACH. El don puede ser una forma de gue-rra, y el potlach de los kwakiutl, tal como nos fue descrito por Boas (en Mauss, 1954), y analizado por Mauss (1954), es un famoso ejemplo de esto. Helen Codere (1950) dedic un largo estudio a analizar el potlach, que los mismos kwakiutl llaman guerra por medio de la propiedad, contraponindola a la guerra por las armas. Codere ha mostrado igual-me.nte que el carcter violentamente antagonista del potlach es un fenmeno reciente debido a la coloni-zacin europea. Al principio el potlach slo podia ser ofrecido por un jefe y los miembros de su grupo local (que invitaba a otro jefe o a varios otros je-fes y sus comitivas) para anunciar un cambio indi-vidual de status. En sentido estricto, el potlach con-sista en la distribucin formal de dones por parte de los anfitriones a sus huspedes, vindose siempre precedido por una fiesta. Los dones eran distribui-dos por el jefe anfitrin en nombre de la persona

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  • cuyo status iba a ser modificado o establecido. Cuando dos individuos tenan iguales derechos para heredar el mismo ttulo, entraban en competencia, ofreciendo cada uno un potlach que diseminaba con largas declaraciones en Jas que intentaba demostrar la legitimidad de su reclamacin. La estrategia con-sista en dar ms que el rival o ms de lo que el rival pudiera devolver. Se buscaba la ayuda de los parientes y aliados para acumular la necesaria can-tidad de riqueza, principalmente en mantas, hechas originalmente de corteza de cedro o de pieles de animales cosidas entre s, y luego sustituidas por las mantas comerciales que compraban en los almace-nes de los balleneros. En ciertos casos la escalada alcanzaba su clmax en la destruccin de todos los bienes, dando muerte adems a varios esclavos.

    Antes de la llegada de los blancos, la adquisicin de status social era mucho ms importante que la acumulacin de riquezas materiales. Tras la llega-da de los blancos, la poblacin empez a declinar rpidamente debido a las enfermedades infecciosas transmitidas por los colonizadores, pasando de un total de 30.000 individuos en 1835 a slo 3.000 a prin-cipios del presente siglo. El nmero de ttulos que podan distribuirse sin embargo no haba sufrido disminucin, siendo un total de 658 paras las 13 sub-divisiones de los kwakiutl. Por otro lado, la inmensa acumulacin de riqueza, debida al papel jugado por los kwakiutl como intermediarios con otras tribus indias y al hecho de haberse enrolado muchos jve-nes kwakiutl en los barcos balleneros, hizo posible que muchos individuos que anteriormente hubieran encontrado imposible entrar en el circuito del pot-lach, empezaran a reclamar ttulos, destruyendo pa-

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    ra ello parte de la riqueza acumulada. A la larga, el gobierno canadiense acab prohibiendo todo tipo de guerras y disputas tribales, tras intervenir brutal-~ente corno consecuencia de la muerte de un pri-siOnero durante una ceremonia del ritual de in-vierno.

    La consecuencia de esto fue que el potlach co-menz a enrarecerse, exacerbado por el tipo de com-peticin analizada e interpretada por Boas. Desde e! punto de vista de Boas, el potlach era una espe-Cie de especulacin marginal contable, un prstamo a~ompaado de una elevada tasa de inters. (Debe-n~os subrayar a este respecto el peligro que im-plica emplear categoras propias de la economa de mercado cuando analizamos el potlach. Mientras que en las economas de mercado es siempre el deudor el que toma la iniciativa en la deuda, en el potlach es e~ acreedor quien da el primer paso, forzando a su nval a aceptar sus regalos. Por otro lado el prin-cipal motivo del potlach no es la acumul~cin de ~q.ueza material, sino la bsqueda de honor y pres-tigiO o de status poltico.)

    Mauss, en su teora del don, inclua no solamente aquell_as ~eremonias en las que apareca expresada una nvabdad de intereses. Intent explicar el don como un fenmeno que expresaba la estructura de la sociedad kwakiutl como un todo, introduciendo precisamente e:o tales circunstancias su nocin del fenmeno social total. Pero crey encontrar en el C?J?.Cepto de mana (en la creencia india de que exis-tl~ una fuerza mgica en el interior de los objetos mismos) la razn que impulsaba a los individuos a da: o devolver un objeto: Cul es la fuerza que extste en el objeto que hace que el beneficiario se

    97 4. - INSTITOCJONES ECONMICAS

  • vea obligado a devolver? De hecho, esta fuerza, este carcter precioso, slo se adquiere a trav~ del ob-jeto dado y recibjdo en virtud de sus func10nes en la reproduccin de la sociedad y por virtud d.e las relaciones sociales que funcionan como relac10nes de produccin. El potlach efectuaba 1~ redistribu-cin entre los miembros de la comun1dad, de una seri~ de ttulos intangibles -derechos sobre los ms frtiles lugares de pesca, caza y recoleccin Y sobre los diques de pesca- satisfaciendo con ello una se-rie de obligaciones con determinados grupos de pa rentesco y de residencia. Finalmente, lo que resulta importante en la comprensin del potlach es v.e: que no se trata de un mecanismo para la creac10n de nuevas relaciones sociales, sino de un mecanismo para la reproduccin de las estructuras sociales tra-dicionales.

    Comparando entre s los diversos modos de je-rarqua y circulacin de los bienes en las socie~ades sin clases y en las formas primitivas de las socie-dades de clases, percibimos una especie de despla-zamiento del centro estratgico de la competencia social desde el rea del reparto entre los miembros de ]a sociedad (donde los elementos ms valiosos del producto social son las plumas, las conchas y otros varios objetos preciosos) al rea de reparto de los factores de produccin (donde la competencia por el reparto de los objetos preciosos deja de jugar un papel importante).

    Trueque, comercio y mercado

    Con esta observacin, que no pretende agotar el

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    inventario de las formas de circulacin de bienes no ligadas al mercado, pasaremos a revisar algunas de las formas de circulacin de mercado. Debemos em-pezar haciendo una distincin entre formas simples de circulacin de las mercancas, con o sin dinero, y formas capitalistas de circulacin de las mercan-cas. Cuando Jos bienes se han producido para el cambio y han sido intercambiados de acuerdo con equivalencias acordadas, tenemos uno de los varios tipos de trueque, esto es, de circulacin libre de mer-cancas sin mediacin monetaria. Entre los trobrian-deses, Malinowski (1922) ha descrito una forma re-gular de intercambio de pescado por ames, entre las poblaciones pescadoras de la costa y las poblado. nes agricultoras del interior. Este intercambio, lla-mado wasi, era practicado siguiendo una equivalen-cia fija, o al menos tarifas que variaban normal y regularmente de acuerdo con las estaciones, con excepciones a veces debidas a la abundancia o esca-sez de uno de los recursos intercambiados.

    Junto a estas formas de trueque, existen formas de circulacin simple con empleo de dinero. Cuando entre todos los bienes intercambiados hay uno que se especializa y se convierte en equivalente general de todos los otros, funciona entonces como dinero. Cualquiera que sea la naturaleza material de dicho producto -granos de cacao o piezas de tela entre los aztecas, ganado en la Antigedad occidental o entre los pastores nmadas, oro o plata- la funcin es siempre la misma. Debemos, no obstante, hacer una distincin entre dos tipos de intercambios mo. netarios. Primeramente est el intercambio destina-do a satisfacer las necesidades, en el que el dinero se emplea para simplificar la circulacin de bienes.

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  • El productor de mercancas M 1 vende sus mercan-cas y can el dinero obtenido con ellas, compra mer-cancas de tipo M2, producidas por otro. El inter-cambio no se orienta a la consecucin de benefi-cios y el dinero funciona solamente como medio de circulacin de mercancas, no como capital. En se-gundo lugar, est la circulacin de dinero como ca-pital, que ocurre cuando alguien va al mercado con dinero para comprar mercancas y venderlas luego para obtener beneficios. Una categora especializa-da de profesionales, cuya funcin es la de comprar y vender bienes bien sea en el interior de una mis-ma comunidad o de una comunidad pra otra, pue-de surgir de este tipo de intercambios.

    La ms antigua forma de capital es el capital mercantil, forma que podemos encontrar en los ns diversos modos de produccin: esclavista, feu-dal, capitalista, etc. En la sociedad azteca, por ejem-plo, el comercio se hallaba altamente desarrollado. La circulacin de productos entre las altas tierras donde se cultivaba el maz y las mucho ms ricas tierras tropicales de la costa (que .proporcionaban el cacao, el algodn y las plumas decorativas) die-ron lugar a una clase de comerciantes, los pochteca. Tomaban mercaderas en el Valle de Mxico, comi-sionados por el rey y los nobles, y negociaban con ellas en las plazas de los mercados de Yucatn y a lo largo tanto de la costa del Golfo como de la del Pacfico. Estos mercaderes eran mal mirados si ha-can ostentacin de riquezas y orgullo, y se espera-ba que su comportamiento fuera humilde, si bien no se esperaba que participaran prestando sus ser vicios en las grandes obras pblicas llevadas a cabo por el Estado. En la actualidad, una gran cantidad

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    de estudios realizados en los mercados africanos, mesoamericanos y asiticos nos permite comenzar a distinguir varias clases de mercados. Llamamos, por ejemplo, mercados sectoriales a los que permi-ten a los productores de bienes complementarios intercambiarlos en un mercado regional. Sobre esta base se desarrolla una red de mercados, celebrados cada da, en das alternos, o en das alternos en di-ferentes lugares a la vez, permitiendo de este modo la integracin de los grupos complementarios de productores en el interior de una misma regin eco-nmica. Tal era, por ejemplo, el caso de los merca-dos rurales en la China tradicional. Con ellos con-trastan los que vinculan a los productores regiona-les con los nacionales, y ms all an, con la eco-nomia mundial.

    En este punto, la antropologa se enfrenta con los problemas clsicos de la economa poltica: el problema de la formacin de los precios en un mer-cado regional, el papel del regateo, y la diferencia-cin tnica entre mercaderes y productores o con-sumidores (los mercaderes chinos en Asia, los sirio-libaneses en Africa, los ladinos en Mesoamrica, etc.). Una vez ms la dificultad terica qu.e aqu se plan-tea es la de evitar proyectar categoras tomadas de la economa de mercado capitalista sobre cualquier tipo de mercado y, por extensin, la proyeccin de las formas de circulacin de bienes sobre las fonnas no ligadas al mercado. Esto ocurre, desgraciada-mente, con autores como Salisbury (1962) que se identifican con la escuela formalista de antropo-loga.

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  • Nrunerarios primitivos

    Uno de los puntos crticos de esta discusin es lo que se ha llamado el anlisis del dinero primiti-vo. Desde los estudios realizados por Boas y Ma-linoswki son numerosas las sociedades preocupadas por la acumulacin de bienes precioSO$, plumas de-corativas, perlas, dientes de cerdo y de delfn, et-ctera que han sido estudiadas. Dichas sociedades se preocupan sobre todo por transformar estos bienes en fondos de poder, segn la expresin de Ma-linowski, un modo de acceder a las ms preciadas funciones y estatutos dentro de tales sociedades. Super$.cialmente estos bienes parecan gozar en tales sociedades el papel de nuestro dinero. Pero muy pronto se vio que el dinero primitivo muy ra-ramente, si alguna vez lo era, sola cambiarse por trabajo o cualquier otra mercanca, y que la acu-mulacin del mismo tampoco traia consigo un desa-rrollo generalizado de las fuerzas productivas, como ocurre con la acumulacin de capital en las econo-mas capitalistas de mercado, sino que daba como resultado, ms bien, formas de atesoramiento. Se trataba de objetos de ostentacin, destinados a dar o redistribuir para crear relaciones sociales (ma-trimonios, ingreso en sociedades secretas, alianzas polticas entre tribus), para subsanar la ruptura. de una relacin social (ofrendas a los antepasados, com-pensaciones por muertes o agravios), o para simbo lizar una relacin social superior (potlach). Los ob-jetos preciosos de las sociedades primitivas no cons-tituan por tanto capital, y raramente funcionaban en dichas sociedades como dinero (Dalton 1971). Fun-cionaban sobre todo como medios de intercambio

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    social con valores mltiples y complejos, si bien su uso y circulacin era conservado dentro de limites estructurales muy estrictos de las relaciones sociales de produccin y de poder. Se olvida, sin embargo, con frecuencia que estos objetos preciosos eran fa-bricados u obtenidos a costa de considerables traba-jos o de considerables compensaciones en produc-tos raros, y que posean por tanto, al ser emplea-dos para el trueque, un determinado valor de cam-bio. En Malaita, por ejemplo, las sartas de perlas blancas procedan de los kwaio, que las exportaban a sus vecinos. Un individuo poda tardar un mes, como mximo, en recolectar entre los arrecifes, pulir y confeccionar una sarta de dos brazos de larga. Generalmente, en el interior de Africa, Asia y Nue-va Guinea, exista una amplia circulacin de con-chas de caracol marino, procedentes de costas leja-nas -de las de la India, por ejemplo- y que eran adquiridas a cambio de raros productos locales. Al entrar o salir de cualquiera de estas sociedades, por tanto, estos productos preciosos adoptaban provi-sionalmente la forma de objetos de trueque, con ta-rifas fijas y escasamente fluctuantes, si bien, en el interior de cada sociedad, circulaban generalmente no tanto como mercancas, sino como objetos de donacin o redistribucin orientados, en el interior mismo del proceso social, a la produccin, el paren-tesco, y las relaciones de poder.

    Los objetos preciosos que hallamos en las socie-dades primitivas, pues, muy a menudo muestran una naturaleza dual, a la vez como objetos de intercam-bio y como objetos de donacin, segn se destinen a ser trocados fuera del grupo o a circular en el interior del grupo. Funcionan como mercancas en

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  • la medida en que deben ser importados o son pro-ducidos para la exportacin. Al mismo tiempo, fun-cionan como objetos de prestigio, u objetos de inter-cambio social cuando circulan en el interior de un grupo como dones y como otras formas de distri-bucin. De estas diversas funciones, generalmente es la del intercambio social la que predomina, ex-presando la dominancia de las formas de produccin no ligadas al mercado en el funcionamiento del mo-do de produccin en el que dichos objetos circulan. Debemos especificar que no basta con que un objeto precioso circule como mercanca para que se con-vier ta en dinero; es necesaria una condicin suple-mentaria, a saber: tiene que ser posible intercam-biarlo por varios tipos de mercancas diferentes. Por ejemplo, en Nueva Guinea la sal constitua una forma de dinero en la medida en que era producida para el intercambio e intercambiada por medios de produccin -piedras, hachas, armas, arcos, fle-chas -y medios de subsistencia -cerdos-, bienes de prestigio -plumas de ave del paraso y con-chas-, sirviendo adems en algunos casos la sal como pago-regalo por los servicios del chamn.

    FORMAS DE CONSUMO

    Distincin entre consumo productivo e improductivo

    Debemos concluir esta mirada sobre las ramas de la antropologa econmica con un estudio de las formas de consumo en diferentes tipos de sociedad y modos de produccin. Sobre este aspecto son po-

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    cos los trabajos existentes, o al menos pocos los que lo tratan en profundidad. No intentamos aqu analizar las formas de consumo productivo impli-cadas en los diversos procesos de produccin. Estos puntos han sido ya abordados en el anlisis de lo que se entiende por modo de produccin y modo de reproduccin. Lo que aqu habra que analizar es el consumo que mantiene y renueva la existencia (y la fuerza de trabajo) de los miembros de la so-ciedad. Al hacer esto existen dificultades especficas que exigen el dominio terico de la entera configu-racin y las distintas instancias de cada sociedad concreta.

    Por qu determinados pueblos consumen la leche pero no la carne de de su ganado vacuno? Cuestiones como sta nos conducen a un estudio ms preciso de las condiciones necesarias para la reproduccin, por ejemplo, de los rebaos de ani-males domesticados. En ciertas sociedades el incre-mento natural de los rebaos es muy bajo' y los ve-terinarios y zologos han observado que no resultaba posible, sin poner en peligro la reproduccin del ga-nado, matar y consumir muchos animales. Esto po-dra proporcionar una razn del porqu estas socie-dades se conforman con la leche y el valor de con-sumo de la -leche ms que el de la carne. Pero los factores religiosos e ideolgicos intervienen igual-mente en esta eleccin de la leche, como se ha visto, por ejemplo, en el caso de los toda de la India (Ri-vers 1906).

    En la actualidad, resulta difcil ofrecer una ex-plicacin completa de estos hechos. Y a los econo-mistas clsicos, al igual que Marx, llegaron a reco-nocer la importancia del elemento moral, histrico

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  • y cultirrah implicado en la determinacin de las ne-cesidades de los trabaja-dores, segn su nacionalidad (irlandeses, franceses, griegos, etc.), y en la determinacin, por tanto, del coste de la fuerza de trabajo.

    Unidades de consun1o

    El consumo tiene lugar en el marco de las uni-dades. La unidad de consumo es el ltimo eslabn social en la cadena de reparto del producto antes de ingresar ste en el consumo ltimo individual o social. La unidad de consumo no es una categora social vaca. Se halla regulada por una concreta autoridad social -jefe de lnea de descendencia, jefe de aldea, marido con relacin a la mujer, pa-dre con relacin a los hijos, to con respecto a los sobrinos, etc.-, que tiene poder para repartir y atri-buir. En el presente estado de nuestra informacin, el conocimiento de las estructuras de consumo en el contexto de las diversas formaciones econmicas y sociales est an poco desarrollado. Con frecuen-cia, en numerosas economas primitivas y campesi-nas, las unidades de consumo y de produccin coin-ciden entre s, lo que ya no ocurre cuando la divisin del trabajo se hace ms compleja y empiezan a hacer su aparicin las castas especializadas, o cuando una organizacin de clases controla el proceso produc-tivo.

    Debemos igualmente observar que, en la medida en que las actividades religiosas, polticas y familia-res implican la circulacin y consumo de los bienes materiales, tales como la construccin de templos y

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    las ofrendas a los dioses entre los incas o los gastos de las ceremonias de entronizacin entre los nupe de Nigeria, lo econmico aparece como un aspec-to del funcionamiento de las estructuras sociales, cuya finalidad no es primariamente econmica.

    ECONOMICA Y SOCIEDAD: EL EFECTO DE LAS ESTRUCTURAS ECONOMICAS EN LA ORGANIZA CION Y EVOLUCION DE LAS SOCIEDADES

    La concepcin dominante de las relaciones entre economa y sociedad se basa en el modelo de socie-dad de Talcott Parsons considerado como un siste-ma global que conecta entre si lo econmico, lo poltico, lo religioso, etc. como subsistemas dota-dos de funciones especiales. Esta representacin em-prica se torresponde ms o menos con la estruc-tura de las sociedades capitalistas industriales y mercantiles, dentro de las cuales la economa apare-ce como un subsistema autnomo, o casi, con sus propias leyes operativas, mientras los dems nive-les de la sociedad aparecen como otras tantas va-riables

  • nes de parentesco pueden operar desde dentro como relaciones sociales, organizando los procesos de pro-duccin, sino que tambin la poltica puede asumir este papel, como en las antiguas polis griegas, o la religin, como ocurra en Assur, la ciudad del dios Assur, cuya cas (el templo) se elevaba en el centro de la ciudad. La economa de sta se hallaba regulada,, por el servicio del dios y sus sacerdotes, que exigan de los habitantes y de los miembros de las comunidades aldeanas circundantes una parte del producto de su trabajo.

    Con la expresin operan como relaciones socia-les de produccin, quiero dar a entender que estos otros niveles asumen la funcin de determinar el ac-ceso al control de los medios de produccin y los resultados sociales para los grupos de individuos que constituyen un determinado tipo de sociedad, orga-nizando el proceso de trabajo y el de distribucin de los productos. Hay que reconocer que, basta la fe-cha, las ciencias sociales han sido, en gran medida, incapaces de descubrir las razones y condiciones que, a Jo largo de la historia, ha inducido las varia-ciones experimentadas por el lugar que ocupan las relaciones de produccin, as como las transforma-ciones de sus efectos. La teora de tales variaciones depende en gran medida del resultado de los traba-jos de antroplogos, historiadores y socilogos. Pero hay que indicar igualmente, por otro lado, que an-troplogos e historiadores, en su deseo de mostrar el carcter especfico, la racionalidad original de las sociedades que estudian, a menudo cometen otro tipo de errores, como es el de confundir jerar-qua de funciones con jerarqua de instituciones. Al observar, por ejemplo, que en la sociedad estu-

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    diada, parentesco, poltica y religin desempean el papel dominante, concluyen a partir de esto que la economa ocupa tan slo un papel secundario en la lgica que gobierna el modo como las socie-dades operan y evolucionan.

    Cuando el parentesco funciona como relacin de produccin, lo que aparece implicado no es ya el parentesco tal como se observa en nuestra sociedad; y otro tanto puede decirse de la religin, cuando el templo y el dios conforman la relacin social do-minante; no es ste tampoco el tipo de relacin que observamos en nuestra sociedad. En cada caso, pa-rentesco, religin y poltica tienen que ser deOnidos de nuevo, pero en cada caso tambin, lo que emer-ge de la dominancia de una de estas estructuras es la misma jerarqua de funciones que existe en nuestra sociedad, ya que dichas estructuras desem-pean un papel dominante en tales sociedades slo debido a que operan al mismo tiempo como infraes-tructura econmica.

    Estoy en esto de acuerdo con Marx y su hipte- 1 sis acerca de la importancia decisiva que hay que otorgar al papel de las estructuras econmicas cuan-do queremos entender la lgica subyacente a la for-ma de operar y evolucionar de los diversos tipos de sociedad. Pero, mi reformulacin de esta hiptesis es tal que ya no impide el reconocimiento y la ex-plicacin del papel dominante en aquellas sociedades en las que ste aparece detentado por las relaciones de parentesco, o la estructura y la organizacin po-lticas o religiosas. Tal como yo lo veo, este es el nico enfoque que puede permitir superar las difi-cultades opuestas y complementarias que encontra-mos, por un lado, en la teora econmica reducti-

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    ( !)

  • vista, es decir, en aquella que reduce, como lo hace el materialismo vulgar todas las estructuras no eco-nmicas a meros epifen.menos relativamente poco importantes de la infraestructura material de las sociedades, y, por otro lado, en las teoras empiricis-tas que, segn el caso, reducen el conjunto de la so-ciedad a ser no ms que una consecuencia de la re-ligin, la poltica o el parentesco. De hecho, la dis-tincin entre infraestructura y superestructura no quiere decir otra cosa que el poder distinguir Ulla je-rarqua de funciones y causalidades estructurales que garanticen las condiciones de reproduccin de una sociedad como tal, sin que en modo alguno implique un juicio previo sobre la naturaleza de las estructuras que, en cada caso, gobiernan tales fun-ciones (parentesco, poltica, religin, etc.), o el n-mero de funciones que una estructura puede sopor-tar. La concepcin dinmica y global de las condi-ciones de reproduccin de los diversos tipos de so-ciedad conlleva, por tanto, una jerarqua de cons-tricciones y funciones que son las que permiten que la reproduccin tenga efecto. Cada nivel de la or-ganizacin social tiene efectos especficos sobre el modo como opera y se reproduce el conjunto de la sociedad, y consiguientemente sobre las relaciones humanas con la naturaleza. Y slo tomando en cuenta la interaccin especfica de todos los niveles de operacin de los sistemas sociales y econmicos podemos descubrir la lgica particular del conteni-do y las formas de los diversos modos de represen-tacin, las diversas formas de percepcin del entor-no que corresponden a c(lda tipo de sociedad.

    Desde este punto de vista, el estudio de la causa-lidad de la economa es el estudio de los efectos

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    simultneos de las constricciones internas que actan 1 en el funcionamiento de las relaciones econmicas sobre la organizacin interna y la evolucin de los restantes niveles estructurales de la sociedad. Em-plear aqu el ejemplo de los pigmeos rnbuti par~ mostrar los efectos de su tecnologa y sus relacio-nes sociales de produccin sobre la organizacin in-terna de sus relaciones polticas, as como sus prcti-cas simblicas y religiosas.

    Los rnbuti emplean redes para cazar antlopes y otro tipo de piezas de caza. El tamao de las bandas es limitado y comprende entre siete y treinta redes, es decir, que la caza se funda en la coope-racin de un cierto nmero de familias nucleares, ya que cada red corresponde a un hombre casado. Cuando observarnos las constricciones que actan en este tipo de infraestructura>>, descubrimos que son tres. La primera constriccin empuja a los in-dividuos a cooperar entre s, segn su sexo y edad, en el proceso de produccin (caza con redes, etc.). La segunda permite un estado de continua fluctua-cin, ya que las bandas deben ser abiertas, pudien-do sus miembros ser capaces de cambiar de residen-cia e integrarse en otras bandas donde encuentren otro tipo de amigos o de parientes. Este permanente estado de flujo permite regular el tamao de la po-blacin de las bandas, de acuerdo con la variacin de los recursos locales. La tercera constriccin hace referencia a la afiliacin a una banda, y se expresa en el hecho de que ni los individuos ni las familias poseen derecho alguno sobre un territorio determi-nado ni sobre los recursos que contiene. Estas tres constricciones actan en el proceso de produccin Y tienen efectos simultneos sobre Ja organizacin

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  • poltica y parental, y sobre las prcticas religiosas (dejar, no obstante, f-uera este aspecto que me lle-vara muy lejos, esto es, hasta el anlisis de las lla-madas prcticas simblicas).

    Afectan al parentesco en la medida en que las reglas matrimoniales mbuti prohiben el estableci-miento de grupos de parentesco estrecho que inter-cambien de manera regular a sus miembros y siem-pre en la misma direccin. Afecta a la poltica en la medida en que instituciones como el burln (paya-so) y la sistemtica bsqueda de la diversin im-piden los choques sangrientos en el interior de la banda, haciendo mucho ms fcil la bsqueda de so-luciones en caso de conflicto; al mismo tiempo, otras instituciones polticas impiden la emergencia de un poder nico y hereditario. La ausencia de linajes por un lado y de jerarqua poltica hereditaria, pot otro, parecen ser efectos simultneos de las cons-tricciones del modo de produccin sobre la organi-zacin interna de los restantes niveles estructurales de la sociedad, relaciones de parentesco y relacio-nes polticas.

    Se descubre aqu una compatibilidad estractura1 que revela la existencia de un conjunto de lmites de la sociedad mbuti como tal. En la ~edida en que las contradicciones en el interior del sistema no sobrepasen dichos lmites, que estn determinados por las formas de compatibilidad existentes entre las estructuras que los componen, el sistema en su conjunto puede reproducirse. El estudio de la cau-salidad estructural de la economa constituye, as pues, un estadio en el estudio de las pr )piedades de compatibilidad ne intencionales que se dan entre niveles estructurales, propiedades que determinan

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    igualmente sus capacidades conscientes e incons-cientes en el sentido de la regulacin y la transfor-macin.

    COMO ES POSffiLE ANALIZAR LA CAUSALIDAD DE LAS ESTRUCTURAS ECONOMICAS.?

    Si aceptamos la hiptesis de una jerarqua de funciones, y por tanto la hiptesis de la importancia primordial de las relaciones sociales que operan como infraestructura, el problema crucial a nivel metodolgico y terico es el de inventar los medios tericos y experimentales de analizar los efectos de la infraestructura.

    Para impedir todo malentendido, clarificar en primer lugar Jo que entiendo por causalidad de los modos de produccin sobre la vida social, y en el caso que voy a analizar, sobre la naturaleza de las relaciones de parentesco. Dos modos de entender esta causalidad de la economa quedan radicalmente excluidos. Por un lado, la causalidad de la econo-ma no puede ser entendida como el origen de las relaciones de parentesco, o de otras relaciones so-ciales situadas en el interior de la infraestructura econmica. Por otro, las relaciones de parentesco no son simples fenmenos que acompaen a la actividad econmica y tengan slo una influencia pasiva en la vida social, mientras las relaciones eco-nmicas mantienen eD primado de la causalidad econmica. Vistas de este modo las cosas, no sera posible entender por qu milagrosa transmutacin alqumica la economa Se convertira>> en paren-tesco, o por qu misteriosa razn habra la econo-

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  • ma de esconderse bajo las especies de las rela-ciones de parentesco. Ambas interpretaciones son meras variantes de un materialismo cultural que in-tenta reducir todas las formas de la vida social a su base material, o deducirlas de dicha base.

    De hecho, las relaciones de parentesco tienen una funcin propia, que es la de ser el mecanismo so-cial para la reproduccin biolgica de la sociedad a travs de las prcticas del matrimonio. Las relacio-nes sociales y biolgicas entre los miembros de una sociedad son irreductibles a las relaciones econ-micas de produccin; ms bien, el hecho de que las relaciones de parentesco funcionen como factores estratgicos en la reproduccin de un modo de pro-duccin depende del uso de las diversas relaciones de produccin. En la sociedad capitalista, por ejem-plo, la agricultura depende del uso que la familia haga de una parcela de tierra, de modo que la fa-milia ya no desempea el papel de unidad de pro-duccin, y las relaciones de parentesco no son re-laciones de produccin. La familia es slo una unidad de consumo y una categora contable. En este caso el proceso de produccin es una relacin entre dos clases y tiene lugar en el interior de uni-dades de produccin como son las fbricas y los complejos industriales, que estn por completo se-parados de la familia.

    Tambin en este caso, el empleo de un enfoque emprico conduce a dificultades insuperables. Para dar un ejemplo, se ha demostrado que los kachin, los chin, los naga, y los wa, sociedades todas del norte de Birmania, y que a primera vista parecen pertenecer a sistemas sociales y econmicos profun-damente diferentes, pertenecen de hecho al mismo

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    grupo de transformaciones. La sociedad kachin es-t jerrquicamente estructurada, es aristocrtica y se halla dispersa en pequeas aldeas escasamente po-bladas; los naga, en cambio, son una sociedad demo-crtica concentrada en grandes poblados. Los prime-ros practican una agricultura de tipo extensivo, de roza y quema de maleza, mientras que los segundos practican una agricultura intensiva en terrenos de-forestados. Entre estas dos formas sociales diferen-tes existe, sin embargo, una relacin interna que es la de que ambas pertenecen al mismo sistema de transformaciones estructurales. Debemos, pues, pe-netrar ms all de las diferencias visibles, para en-trar en la lgica interna invisible que explica esas diferencias fundadas en propiedades comunes. Es, por tanto, necesario explicar, la transicin de una a otra. Transicin que parece depender de las pro-piedades estructurales de incompatibilidad entre las nuevas funciones y las viejas estructuras, y por lo tanto de las Contradicciones internas a cada es-tructura (entre los elementos que sta combina) o entre estructura y estructura (dentro del sistema que las conecta, sobre la base de la dominancia de una de ellas). Para poder explicar la dinmica de los sistemas socioeconmicos y su historia, debe-mos examinar ms de cerca la idea de contradic-cin distinguiendo varios tipos.

    CONTRADICCIONES Y TRANSFORMACION DE LOS SISTEMAS SOOOECONOMICOS Y DE LAS RELA-CIONES HUMANAS CON LA NATURALEZA

    Volvemos una vez ms sobre el problema prin-

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  • cipal, el de la transformacin de los sistemas socio-econmicos y las relaciones humanas con la natu-raleza. Y es necesario a este respecto subrayar de nuevo que la reproduccin de un sistema no de-pende de la ausencia de contradicciones en su inte-rior, sino de la existencia de un mecanismo que re-gule dichas contradicciones y mantenga provisio-nalmente su unidad. La ciberntica, mediante la revelacin de uno de los varios modos como un sistema puede ser regulado, en relacin con el feed-back ha planteado sobre nuevas bases el problema de la existencia de contradicciones tanto en los sis-temas fisicos como en los sociales. Los mecanismos de feed-back garantizan para el sistema una relativa independencia con relacin a las variaciones tanto de sus componentes internos como de sus varian-tes externas de funcionamiento. En todo caso, de-bemos distinguir siempre entre feed-back positivo y negativo. En el primer caso, se produce una varia-cin que va en direccin opuesta a la variacin (o perturbacin) con la que comenz el mecanismo de feed-back. En el segundo, el feed-back da lugar a una variacin que va en la misma direccin del co-mienzo.

    Un sistema social o un ecosistema natural no siempre constituye una totalidad completamente in-tegrada~, como se proclama tanto entre los funcio-nalistas de viejo cuo como entre los de nuevo cuo. Se trata de una totalidad cuya unidad consis-te en el efecto provisionalmente estable de las pro-piedades de estabilidad estructural existentes entre Jos elementos que componen su estructura o entre las estructuras que componen un sistema. Por esta razn, se hace necesario distinguir entre contradic-

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    ciones internas que operan a un nivel de la socie-dad y contradicciones entre niveles organizativos de la sociedad. Como ejemplos, podemos hacer re-ferencia a las contradicciones peculiares de la orga-nizacin poltica de la antigua polis griega, a la dis-tincin entre hombres libres y esclavos, por un lado, y dentro de los libres, entre ciudadanos y metecos. El desarrollo en los siglos v y vr a. C. de una pro-duccin mercantil cada vez ms fundada en el tra-bajo esclavo, y la creciente importancia concedida al papel de los comerciantes metecos, sent las bases tanto del auge de Atenas como de las dificultades in-ternas que, tras las guerras del Peloponeso, dieron como resultado su decadencia y posterior estanca-miento. Un nuevo giro se produjo con posterioridad, ~e~o a cos~a ~e un cambio radical en el sistema po-httco-econormco de la ciudad-estado griega, la polis, que pierde su originaria independencia y su ca-rcter original, cayendo progresivamente bajo el do-minio de la monarqua macedonia. Un nuevo mundo hizo su aparicin como consecuencia de estos cam-bios, el mundo heleno, dentro del cual las formas tradicionales de la polis se mantuvieron durante lar-go tiempo, pero dotadas de un nuevo contenido.

    Un importante punto queda an por clarificar. La idea de la unidad de los opuestos que empieza a emerger en nuestro tiempo no debe ser confundida con la nocin acientfica de la identidad de los opuestos, tal como fue definida por Hegel. Cierta-mente, existen complementaridad y oposicin entre a~os y esclavos, pero el amo en modo alguno es l lDismo y el esclavo, colocndose as en oposicin a s mismo, etc. (Hegel, Fenomenologa del espritu, vol. 1 ). Las contradicciones decisivas que explican,

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  • no obstante, los movimientos de las sociedades que van ms all de las oposiciones entre grupos socia-les, aunque proporcionan el fundamento mismo de tales oposiciones. Son contradicciones inintencio-nales entre las propiedades de las estructuras, con-tradicciones entre relaciones sociales y no entre se-res sociales.

    Tomar en consideracin dos ejemplos que han sido estudiados por antroplogos y que tienen que ver con el mundo moderno. Eleanor Leacock ha demostrado sobre la base de los archivos de los mi-sioneros jesuitas del Canad, que se remontan hasta el siglo XVII, y de recientes trabajos de campo mo-dernos, que la sociedad de los indios montagnais evo-lucion de tal modo que pas de estar constituida por bandas ex:gamas y bilaterales, de inestable composicin y que no posean derechos exclusivos de caza sobre territorios concretos, convertirse en una organizacin de bandas endgamas patrilineares de composicin mucho ms estable, en las que los territorios de caza estaban sometidos a una rgi-men de propiedad individual, transmitido de padres a hijos.

    La primera forma de organizacin se adaptaba a la caza mayor practicada en tiempos anteriores, en los que se precisaba la colaboracin constante entre sexos y grupos. Los pequeos animales cubier;tos de piel, .como el zorro, no eran cazados porque sus pieles eran de escasa calidad para la confeccin de vestidos y su carne no era considerada lo suficien-temente apetitosa. Cuando las trampas empezaron a imponerse de manera creciente, se establecieron territorios de trampera, estabilizndose los grupos, e individualizndose el proceso de trabajo. Los hom-

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    bres adquirieron una importancia creciente en este proceso, y ello produjo un cambio haci la patrilo-calidad y la patrilinealidad. Esto dio lugar a la forma-cin de bandas endgamas y el desechamiento de las reglas matrimoniales vigentes en el pasado. To-dos los elementos internos que componan las es-tructuras organizativas resultaron transformados, invirtindose el significado de dichos elementos. La organizacin general de la sociedad en forma de bandas sigue vigente en parte, pero est ya en vas de desaparicin, como resultado del desarrollo de la economa trampera y la posibilidad en una econo-ma monetaria de emplear el dinero ppra la obten-cin de medios de subsistencia.

    Un ejemplo an ms significativo de las trans-formaciones estructurales resultantes de la necesi-dad de hacer compatibles a las viejas estructuras con las nuevas funciones es la del proceso de apa-ricin y desarrollo de las s0ciedades de cazadores montados entre los indios de las llanuras. En un notable trabajo de investigacin, C. Oliver Symmes ha mostrado de qu modo, con la introduccin deJ caballo y, mucho ms tarde, con la del rifle, se crea-ron las condiciones de posibilidad de las grandes ca-ceras de bisontes. La caza del bisonte se halla so-metida a varias constricciones. Durante el invierno, mientras los rebaos se hallan divididos, los cazado-res tienen que hacer otro tanto; en verano, cuando los rebaos se renen, los indios concentran a la vez sus fuerzas. Lo que se necesitaba, por tanto, era una organizacin que combinara la flexibilidad y la movilidad de las bandas de cazadores y reco-lectores con la organizacin centralizada de las for-maciones tribales. Un proceso dual tuvo lugar. Por

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  • c ... ~ : .

    ~ un lado los cazadores de a pie, a la vez que se bene-ficiaban de su primitiva flexibilidad organizativa, tenan que adquirir las peculiaridades estructurales de las organizaciones tribales; por otro, los agricul-tores sedentarios del Mississipi, que vivan en pobla-dos colocados bajo la autoridad de un jefe y una aristocracia, tuvieron que adquirir la fluidez que no posea su anterior sistema. Todos los grupos, ba-jo la presin de idnticas constricciones -las pro-pias de la caza del bisonte a caballo-- tuvieron que vencer tipos opuestos de dificultades que dieron lu-gar a formas especficas pero convergentes de evo-lucin.

    EL PROBLKMA DE LOS POSIBLES

    En conclusin, podramos ir ciertamente ms le-jos y mostrar que las ms profundas transformacio-nes de la historia fueron las que provocaron que el lugar y las formas de las relaciones de produc-cin cambiaran, convirtiendo en dominantes a las relaciones de parentesco entre los aborgenes aus-tralianos, o a la religin dominante en Mesopota-mia, o a la poltica en Grecia, tras el colapso de la sociedad palacial micnica.

    En ltimo anlisis, la cuestin bsica para el progreso de la antropologa y de las ciencias huma-nas en general es el del anlisis de los posibles. Slo cuando seamos capaces de restaurar la historia de la humanidad y la de la naturaleza en el sentido de lo posible llegar la evolucin a convertirse en un tema verdaderamente cientfico.

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