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DIscusión sobre la historia

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  • / Historia, retrica, prueba Sobre Aristteles y la historia hoy Cario Ginzburg

    E ste texto que pub/lea Entrepasados forma parte del lbro Rapporti di forza. Sto-ria, retorica, prava, publicado por el autor en edcin ita/Jana en noviembre de 2000 (Feltrfne/li), en tanto algunos de los captulos que Jo Integran ya haban aparecido en ingls el ao anterior. Este trabajo est dedicado a dos figuras intelectua-les que han sido y son interlocutores permanentes de Ginzbug a lo largo de su escritu-ra: /talo Ca/vino y Arna/do Momlgllano. Literatura e historia, pero ms bien reflexin Inscripta en los problemas centrales que presenta el campo del saber. Se trata de alar-gar el alcance de /as.discusiones sobre mtodo hrstrico evitando circunscribrlas a los historiadores y tambin de abrir una lectura en po/mca con la versin elaborada en los aos 70 a partir de un Indito juvenil de Frredrlch Nietzsche donde la nocin de verdad se instalaba en una dimensin retrica. A esa concepcin, que privilegia Ja Po-tica de Aristteles, Ginzburg contrapone otra nocin de rtorlca sostenida por el mis-mo Aristteles en la Retrica y luego transmitida por Quintlliano a Lorenzo Valla. En el centro de esa traq/cl6n se encuentra el nexo entre la retrica y la prueba. Este tex-to es un nuevo escrito polmico donde se vuelve a discutir el estatuto de la historia y Ja poslbildad, entendfqa como deber del historiador, de conocer la verdad.

    l. Cualquier reflexin sobre el significado de la historia, sea a partir de los griegos, sea a partir de nosotros, debe ajustar cuentas con el juicio de Aristteles contenido en el clebre pasaje de la Potica (1451b) donde la poesa se define como "actividad ms filosfica y ms elevada que la historia". La primera representa eventos generales y posibles, "segn lo ve-rosimil o lo necesario"; la segunda eventos particulares y reales ("lo que Alcibades hizo o lo que sufri").1 Moses Finley coment: "l (Aristteles] no se limit a burlarse de la histo-ria, la desautoriz completamente".2 Es una conclusin neta, como se poc:lia esperar de fin-ley. Tal vez sea lcito reformularla, al menos parcialmente. Tratar de demostrar, sirvindo-me incluso de una observacin hecha en otra circunstancia por el mismo Finley, que la obra donde Aristteles habl ms ampliamente de la historiografa (o por lo menos de su ncleo fundamental) en el sentido que nos es familiar no est en la Potica sino en la Retrica.

    Esta afirmacin corre el riesgo de ser clamorosamente mal interpretada. La reduccin de la historiografa a la retrica es desde hace unos treinta aos el caballito de batalla de una difundida polmica antipositivista con implicaciones ms o menos escpticas. Remon-tndose sstantivamente a Nietzsche, esta tesis circula predominantemente hoy bajo los nombres de Roland Barthes y Hayden White. 3 Si bien no son totalmente coincidentes, se hace concordar a sus respectivos puntos de vista en los siguientes supuestos, formulados de

    Entrepasados - N!l 27, principios de 2005: 153-166

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    manera ms o mens explcita: la historiografa, como la retrica, se propone nicamente convencer; su fin es la eficacia, no la verdad; al igual que una no-vela, una obra historiogrfica construye un mundo textual autnomo que no tiene ninguna relacin demostrable con la realidad extratextual a la que se re-fiere; los textos histqriogrficos y los textos de ficcin son autorreferenciales porque tienen en comn. una dimensin retrica.

    Estas afirmtlones circuran en torno de la retrica, sus finalidades y sus l-mites. Pero de qu retrica se trata? Por cierto no de la analizada en el ms antiguo tratado de retrica que lleg hasta nosotros, es decir, la Retrica de Aristteles. Basta leer el comienzo para convencerse. Despus de haber afir-mado que "Ja retrica es anloga a la dialctica" y que todos se sirven de ella sea de manera casual o con una familiaridad originada en el hbito, Aristte-les declara haberse propuesto un fin muy distinto del de sus predecesores, que en sus tratados (hoy perdidos) hablan examinado slo una minima parte de las "artes de los discursos":

    En efecto, las pruebas slo son un elemento constitutivo, todos los otros elementos son accesorios. Ellos en vez no dicen nada en torno de los enti-memas, que son el ncleo de la prueba, mientras dedican la mayor parte de sus tratados a cuestiones extraas al argumento; en efecto la calumnia, la piedad, la ira y otras pasiones semejantes del alma no conciernen al objeto, sino que son remitidas al juez. (1354 a)4

    En tono tajante Aristteles rechaza tanto la posicin de los sofistas, que ha-ban entendido la retrica solamente como arte de convencer a travs de la mo-vilizacin de los afectos, como la posicin de Platn que en el Gorgias haba condenado la retcirl~ :por'el mismo motivo.5 Contra ambos, Aristteles identi-fica un ncleo racional en la retrica: la prueba o, mejor dicho, las pruebas. El nexo entre la historiografa, segn la entendieron los modernos, y la retrica, en la acepcin de Aristteles, .se debe buscar all: aunque, como se ver ense-guida, nuestra nocin de ;,prueba'; es bien distinta de la suya.6

    2. Aristteles diStingue tres tipos de retrica: deliberativa, expositiva (o sea, re-ferida a la desaprobacin o al aplauso) y judicial. A cada una de ellas le corres-ponde una dimensin temporal diferente: el futuro, el presente y el pasado (1358 b). Las pruebas utilizadas se dividen en "tcnicas" y "no tcnicas". En-tre las segundas Ari~tteles cita "los testimonios, las confesiones bajo tortura, los documentos escritos y similares" (1355 b). En la sociedad ateniense del si-glo IV antes de Cristo Ja 'esrutura tenla una funcin importante y los esclavos podan ser legalmente torturados. 7 Ms adelante Aristteles agrega al elenco leyes y juramentos, precisando que todas esas pruebas se refieren al mbito de la retrica judicial. Las pruebas tcnicas son dos: el ejemplo (paradeigma) y el entimema, que corresponden, en el campo retrico, a la induccin y al si-logismo en el campo dial~ctlco. El ejemplo y el entimema corresponden, res-

    ) 154 (

    pectivamente, a la oratoria deliberativa y a la judicial; el elogio, a la oratoria expositiya. Pro-sigue Aristteles:

    Los ejemplos son adecuados al gnero deliberativo: en efecto, sobre la base de los acontecimientos pasados juzgamos, previndolos, aquellos que sern futuros. Los enti-memas en vez son pertinentes al gnero judicial: en efecto, el pasado, por su oscuridad, requiere sobre todo la bsqueda de la causa y de la demostracin. (1368 a)

    2. Las implicaciones de esta ltima afirmacin emergen ms adelante, en el curso de la dis-cusin sobre los entimemas. La referencia remite, en ese caso, a una situacin procesal don-de confrontan defensor y acusador. "Puesto que los entimemas se extraen de cuatro luga-res", escribe Aristteles (1402 b), "y esos cuatro lugares son lo verosimil {eikos], el ejemplo {paradeigma], la prueba necesaria [tekmelron] y el signo [semeion], el que acusa se encuen-tra en una situacin difcil: sus conclusiones son fcilmente refutables", porque se refieren a aquello que sucede "la mayora de las veces" (epi topo/y). Pero dado que se trata de una conclusin "verosmil" y no "necesaria", la refutacin es slo aparente. Aun los entimemas basados en ejemplos y signos no salen del mbito de lo probable (1403 a). Solamente los entimemas basados en signos necesarios (tekmeria) permiten arribar a condusiones irrefu-tables (1403 a; 1357 a-b).8

    El entimema, la principal de las pruebas tcnicas, se basa -afirma Aristteles- en un me-nor nmero de premisas (debido a que son conocidas y por lo tanto no declaradas) respecto del silogismo: "Si una de ellas es conocida, no es necesario enunciarla: el mismo escuchar la suplanta". Sigue un ejemplo:

    Para decir que Dorieus ha ganado una corona como premio del certamen es suficien-te decir que venci en los juegos olmpicos: no es necesario agregar el hecho de que, ha-bindolos vencido, recibi una corona. Todos ya lo saben. (1357 a)

    3. La definicin tradicional de entimema en cuanto sy//ogismos abreviado se basa a menu-do en un pasaje de Ana/iticl primi (ll, 27): "Un entimema es un silogismo incompleto [ate les] que procede de verosimilitudes y de signos". En un ensayo muy importante M.F. Burn-yeat sostuvo que la palabra ate/es, presente slo en un manuscrito, proviene de una glosa antigua que hasta cierto punto fue tomada imperfectamente del manuscrito. La glosa sera el resultado de un malentendido, fruto de una interpretacin en clave estoica de la teora aris-totlica del entimema.9 Y sin embargo, la interpretacin tradicional del entimema como si-logismo abreviado parece encontrar sustentacin en el pasaje antes citado de Dorieus (1357 a), dado que Aristteles lo introduce explcitamente para mostrar que el entimema implica premisas a menudo no explicitadas, y por lo tanto menos m~merosas de las requeridas por el syllogismos normal. Burneyat ve la dificultad, pero trata de superarla sosteniendo que en el pasaje sobre Dorieus "la argumentacin no se presenta como silogismo, puesto que para ser tal requera una reformulacin bastante compleja". Y sin embargo el syl/ogismos corres-pondiente, que Burnyeat formula poco despus ("todos los vencedores de los juegos olmpl-cos son vencedores de coronas; Dorieus es un vencedor de los juegos olmpicos, por lo tan-to Dorieus es un vencedor de cor~nas ") no parece particularmente complejo. 10 Parece ine-

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    ~

  • vitable aceptar la definicin de entimema provista por el propio Aristteles. Pero Burnyeat la rechaza por absurda:

    Desde el punto de vista del inters o de la utilidad lgica la clase de las argupenta-ciones formuladas de manera incompleta tienen tan poco inters como la de las argu-mentaciones formuladas de manera ms elaborada, o de las argumentaciones expresa-das en modo oscuro, o de las argumentaciones expuestas en forma jocosa. Una lgica de los razonamientos desplegada de manera incompleta es tan irrelevante como una l-gica del razonamiento motivada por la indignacin. ''

    La ltima frase seala el punto dbil del razon.amiento de Burnyeat. Aristteles habla aqu de retrica, no de lgica: y la retrica presupone siempre una comunidad concreta, por consiguiente circunscripta . No es necesario mencionar el hecho de que el premio de los juegos olmpicos es una corona porque todos lo saben (gignoskousi gar pan tes). Aqu "todos" no significa "todos los animales racionales" sino "todos los griegos". Lo demuestra la alusin implcita a Herdoto VIII, 26, que si no me equivoco se les escap a los intrpre-tes de Retrica 1357 a.

    Despus de vencer en la Termpilas, Jerjes pregunt a un grupo de desertores de la Arcadia qu estaban haciendo los griegos. Los desertores respondieron que "estaban cele-brando las fiestas olmpicas, y asistan a certmenes de gimnasia y a carreras de caballos". Entonces Jerjes pregunt:

    Cul era el premio por el que compe tan; y ellos respondieron: "Una corona de o li-vo". Entonces Tritantaicme, hijo de Artabano, manifest una opinin muy osada y fue acusado de cobarda por parte del rey. Cuando escuch que el premio no consista en di-nero sino en una corona, no pudo callar y dijo en presencia de todos: "Oh, Mardonio, contra qu hombres nos condujiste a combatir, que no compiten por dinero sino por va-lor!" .12

    El sentido de la ancdota es claro. Slo un brbaro poda ignorar que e l premio de los juegos olmpicos, que peridicamente subrayaban la unidad cultural de los griegos, era una corona. Un orador griego que hablaba a un pblico griego -sobreentiende Aristteles- no tena necesidad de mencionar algo as. El ejemplo lleg a ser un lugar comn. Uno de los dilogos de Luciano, Anacharsis, cuenta acerca de un extranje ro - un brbaro, un escita-que, despus de asistir a los juegos en un gimnasio griego, pide informacin al griego So-In. Cuando le dicen que los premios consisten en una corona de o livo o de pino, estalla en una carcajada. 13

    El premio de los juegos olmpicos era slo una de las innumerables reglas escritas con tinta invisible en la trama de la vida cotidiana de la sociedad griega. Reglas de este tipo exis-ten en cualquier sociedad; en cie rto sentido, constituyen las premisas para que funcione una sociedad. Hasta hace algunas dcadas los historiadores no se interesaban en estas reglas, quiz porque las daban por descontadas (ocurre an hoy).

    .Surnyeat observa acertadamente que las premisas silenciadas no son un e lemento ne-cesario del entimema. Aristteles se limita a decir: "Si una de e llas es conocida, no resu/-

    ) 156 (

    ta necesario ni siquiera e nunciarla: el mismo que escucha la suplanta" (1357 a; mi subra-yado) . Aquellas premisas son parte del conocimiento tcito, compartid~ por el orador y su pblico.

    4 . Pero el ejemplo de Dorieus es en verdad un entimema? Segn un intrprete, Eugen E. Ryan:

    El ejemplo parece simplemente contener la formulacin de un dato fctico, no un en-timema [ ... J qu se quera tratar de probar con esas palabras, o qu convencimiento se quera comunicar?[ ... ] aun admitiendo que sea una argumentacin, sera difcil considerar-la una argumentacin retrica. 14

    La duda es legtima, pero (como se ver) infundada. Aristteles public la Retrica alrededor del 350 antes de Cristo. Dorieus de Rodas, hi-

    jo de Diagora, haba ganado los juegos olmpicos tres veces (en el 432, 428 y 424); entre 412-407 haba apoyado a los espartanos. 15 Un ejemplo referido a un individuo que haba vivido casi cien aos antes pa rece un poco extrao en una sesin dedicada a la retrica ju-dicial. Por cierto , Aristteles haba escrito que "los entimemas en, vez son adecuados para el gnero judicial: de hecho el pasado, por su oscuridad, ~dmite ~obre: todo la investigacin de la causa y la demostracin" (1368 a). Pero una alusin a un evepto remoto como la vic-toria de Dorieus habra sido aparentemente ms adecuada a otras fot mas de indagar el pa-sado: por ejemplo, la historia. Despus de todo, e l mismo concepto e tiem-po histrico, contrapuesto a un vago pasado mtico, haba surgido en Grecia a travs de la reconstruccin de los elencos de lo5 vencedores de los juegos olmpicos, que proporcionaron un cuadro de referencia cronolgica para cualquier suerte de acontecimientos. 16 En un pasaje tpico, que incidental-mente se refiere a l mismo personaje mencionado por Aristteles, Tucdides escribi : "Era la Olimpada en la que Dorieus venci por segunda vez" (lll, 8). Las obras eruditas de Aristteles no nos han llegado. Adems de redactar una lista de los vencedores de los juegos pcticos, Aristteles haba relevado y co-rregido un elenco de los vencedores de los juegos olmpicos (entre los cuales estaba Dorieus) que haba sido preparado por el famoso filsofo y retrico Hipias.17 En la malvola autorrepresentacin atribuida por Platn, Hipias hace a la rde del xito conseguido

    hablando a los espartanos: "Sobre la genealoga de los hroes y de los hombres, Scrates , sobre los orgenes de las ciudades, cmo fueron fundadas ab antiquo, y en una palabra so-bre toda la historia primitiva me escuchan con el mayor deleite" (lppia Magg iore, 285 d). 18 Adems de retrico y filsofo, Hipias era un arquelogo, hoy diramos un anticuario.19 Ha-ce muchos aos Arnaldo Momigliano observ que el trabajo erudito de Hipias, basado en test imonios sobre todo epigrficos, implicaba "una aproximacin racionalista, un mtodo crtico" . 20 El Aristteles anticuario, continuador de HipJa,s, ,nos ayu

  • vencedores de los juegos olmpicos. 21 La afirmacin del hecho "Dorieus ven-ci en los juegos olmpicos'', hecha posible por inferencias basadas "en ele-mentos verosmiles o signos", corresponda a la definicin de entimema for-

    ) . mulada en Retr(~q '(;J.3!;>7 a),

    ) .. .

    5. En un ensayo muy agudo G.E.M. de Ste . Croix ha buscado en varias obras de Aristteles las liuellas 'de ' la lectura de Tucdides, sin alcanzar una conclu-sin definitiva. 22 5te. Croix se detuvo de manera particular en la expresin to hos epi to poly {"comnmente", usado como sustantivo) que encontr en los escritos cientifi~os de Aristteles; en la Retrica casi no se detuvo. Ahora bien, en la pgna de la Retrico (1402 b) donde Aristteles examina las fuen-tes del entimema, la expresin no sustantivada {y mucho ms banal) epi to po ly comparece cuatro veces, ligada a algunos de los trminos cruciales con los cuales Tucdides expres la propia relacin cognoscitiva con el pasado: ei-kos, paradelgma, semeid n, tekmerlon. 23 Detengmonos en esto ltimo que , junto al verbo c;o.11exo te~rr;ia !rswiai, apa rece dos veces, en rpida sucesin, en el umbral de la misma obra de Tucdides. ste comienza afirmando, en ter-cera persona, que la guerra del Peloponeso, de la cual tratar, es la ms gran-de que jams haya existido: "lo conjeturaba" (tekma iromenos) por un examen de la situacin presente en Grecia, y por una investigacin sobre el pasado conducida por "indicios" (tekmer lon) que consideraba dignos de fe (1 , 1, 1). Un poco ms adelante se dice que Homero, llamando "helenos" slo a algu-nos de los compaeros de Aquiles, da el mejor testimonio (tekmerio i de ma-lista) de que la extensin del trmino a todos los griegos es un fenmeno tar-do {!, 3,3). En la llamada seccin "arqueolgica" , la imagen de los tiempos an-tiguos basada en las pruebas (ton ... tekmerion) se contrapone a aqulla, ten-diente a lo fabuloso (to mythodes) provista por los poetas y loggrafos (I, 21, l ; y vase tambin 1, 20, 1).24 La localizacin conjetural de la parte ms anti-gua de Atenas en la Acrpolis y en la zona que la flanquea al sur, en la base de los templos colocados en esa parte de la ciudad, es introducida por la ex-presin tekmer ion de, "y la prueba es sta" (11, 15, 4). Las mismas palabras introducen, en la descripcin de la peste de Atenas, el juicio sobre la excep-cionalidad de la epidemia , basado en la desaparicin de los pjaros que habi-tualmente se alimentan de cadveres (11, 1, 2).

    La distincin formul)da por Aristteles entre signo (semeion) y signo ne-cesario (tekmer ibn), si bien ostensiblemente referida a la retrica judicial, po-dra haber sido. splicitada por el uso poco riguroso que le haba dado T ucdi-des, y probablemente otros.~5 Para convencernos basta detenerse en el pasa-je en el cual T~cdides ve .en el uso de portar armas, difundido entre los habi-tantes de regiones como la Lcrida y Etolia, una prueba de que en el pasado se haban difundido costumbres anlogas por todas partes (1, 6, 2). El razona-miento destaca lo formulado en el pasaje ya recordado en el que Tucidides ve en la distribucin de los te~plos en la Acrpolis la prueba de que all se en-

    ) 158 ( ..

    contraba el centro ms antiguo de la ciudad (11, 15, 3). En ambos casos se propone una prueba: pero en el primero el trmino usado es semeion, en el segundo es tekmerion. En la terminologa de Aristteles este ltimo trmino estaba reservado para las conexiones na-turales y necesarias que permiten formular un verdadero y propio sy/logismos: si una mu-jer tiene las mamas llenas de leche, ha tenido un hijo (1357 b). Tucdides en cambio usa el trmino tekmerion ms o menos como sinnimo de semeion, para indicar conexiones no necesarias, vlidas epi to poly.

    6. Las consideraciones hechas hasta aqu dan una luz inesperada al pasaje ya recordado de la Potica citado al inicio (1451 b), en el cual Aristteles desvaloriza la historia respecto de la poesa. La historia de la que hablaba Aristteles no es (aparte del nombre) la misma de la que hablamos nosotros hoy. En su ltimo libro Finley observ que la investigacin de archivo, que para los griegos remita a la "arqueologa" o anticuaria y no a la historiografa en senti-do estricto, fue inaugurada por los discpulos de Aristteles. 26 En el pasaje de la Potica la palabra "storia" (historia) est tomada de Herdoto, a quien Aristteles critica por su estilo anticuado.27 Tucdicles {sobre tocio el Tucclides "arquelogo"), que us repetidamente argu-mentaciones basadas en entimemas, "el ncleo central de la prueba" (1354 a) habr repre-sentado, a los ojos de Aristteles, un caso distinto y menos expuesto a la crtica. 28

    La arqueologa o anticuaria, que reconstrua eventos no testimoniados directamente, implicaba instrumentos intelectuales distintos de losusados por la histo riografa. Momiglia-no ha aproximado las conjeturas arqueolgicas de Tucdides a las conjeturas paleontolgi-cas de Xenofn. 29 Xenofn hablaba de typoi : huellas de conchillas, de peces, de focas o de hojas de laurel descubiertas e n las rocas, que le pe rmitan inferir una fase antiqusima en la historia de la tierra. 30 Tucdides usaba la disposicin de las tumbas o las costumbres difun-didas en ciertas regiones como pruebas (tekmeria) de la existencia ele determinados fen-menos en la historia ms antigua de la Hlade. En ambos casos se trataba de hipotetizar lo invisible a travs de lo visible, del indicio. La lengua griega hablada conservaba en esas pa-labras (as como sucede en muchas lenguas modernas) los ecos de un antiqusimo saber ve-natorio. En el Edipo rey de Sfocles el trmino ichnos, "huella", y un adjetivo conectado a tekmair o resuenan en las palabras pronunciadas por Edipo ante la noticia de que la pes-tilencia de Tebas tena origen en el asesinato de Layo: "Dnde encontrar esta huella oscu-ra de un antiguo crimen?".31

    Al comienzo de estas consideraciones yo sostuve que en la Retrica Aristteles habla de la historiografa (o al menos de su ncleo esencial) en un sentido que nos resulta fami-liar an hoy. Este "ncleo esencial" se puede formular como sigue:

    a) la historia humana puede ser reconstruida sobre la base de huellas, indicios, semeia; b) tales reconstrucciones implican tcitamente una serie de conexiones naturales y nece-

    sarias (tekmerla) que tiene carcter de certeza: hasta que no se pruebe lo contrario, un ser humano no puede vivir doscientos aos, no puede estar contemporneamente de dos lugares al mismo tiempo, etctera, y

    c) fuera de estas conexiones naturales los historiadores se mueven en el mbito de lo ve-rosmil (eikos), algunas veces de lo extremadamente verosmil , pero de lo cierto, aun-

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  • que en sus escritos la distincin entre "extremadamente verosmil" y "cierto" tiende a esfumarse.

    Las dudas sobre el significado exacto (es natural? es verosmil?) de la expresin hos efks usada por Tucdides no tiene razn de ser.32 Desde Tucdides hasta hoy los historia-dores han llenado tcitamente las lagunas de la c.locumentacin con lo que es, o a ellos le pareca, natural, obvio, y por lo tanto (casi) cierto. 33

    La afirmacin de Aristteles en Retrica (1360 a 33-37) que las historiai son tiles a la politica, no a la oratoria, fue considerada "fundamental" por Maz-zarino.34 Pero para capturar plenamente el sentido debemos inscribirla en el con-texto en el que fue formulada: un estudio cientfico que explora el mbito del ei-kos a partir de la prueba , y en particular la prueba tcnica constituida por el en-timema. Una vez ms Burnyeat es quien releva que la definicin ms elstica de entimema basada en los signos, propuesta por Aristteles, comprenda

    ... algunas formas inqispensables de razonamiento corno "inferencia en busca de la me-jor explicacin" o, como se deca en el pasado, inferencia desde el efecto a la causa, sin las cuales resultaran gravemente obstaculizadas no slo la retrica y las decisiones pbli-cas sino la misma medicina. 35

    Es posible agregar la historia a ese elenco? S y no. Pero el orador judicial que recons-trua eventos pasados examinando indicios y testimonios estaba por cierto ms prximo al Tucdides "arquelogo" (y al Aristteles anticuario) que a un historiador como Herdoto, poco interesado en fas pruebas y entimemas.

    7. Lo que se ha dicho hasta aqu indica que en fa Grecia del siglo IV retrica, historia y prue-ba estaban estrechamente entrelazadas. Intentemos un elenco de algunas de las consecuen-cias de esta conexin.

    a. Las lenguas que hablamos abundan en palabras de origen griego. Como ha mostrado Finfey, palabras que estn en el centro de nuestra vida como "economa" y "democracia" no son del todo sinnimos de sus correspondientes vocablos griegos. Lo mismo vale para la palabra "historia". Hace alrededor de medio siglo, Momigliano demostr en un ensayo

    f~ndamental que fa continuidad terminolgica de "historia" e historia esconde una profun-da discontinuidad de contenido. La historiografa en el sentido moderno del trmino emer-gi por primera vez a mitad del 700 en la obra de Gibbon, donde se haban fusionado dos tradiciones intelectuales heterogneas: la historia filosfica a la Vo /taire y la anticuaria . 36

    Momigliano mostr que la posicin de Gibbon haba sido preparada por las inflamadas discusiones entre neopirronistas y anticuarios sostenidas algunas dcadas antes: los prime-ros atacaban la historia basndose en las contradicciones localizadas en los historiadores an-tiguos, los segundos las salvaban gracias a un examen riguroso de las fuentes primarias, so-bre todo aquellas de naturaleza no literaria, como las monedas, las inscripciones, los monu-mentos. Momigliano se detuvo largamente en la tradicin "arqueolgica" griega y romana, pero los protagonistas de su ensayo eran los anticuarios del tardo 600 y del primer 700.

    ) 160 {

    Momigliano aludi a la "arqueologa" de Tucdides solamente para subrayar las presuntas diferencias respecto de la arqueologa de Hipias. La atencin que se prest a la cuestin de la prueba sugiere que se da un peso mayor al modo en que Tucdides se sirvi de indicios arqueolgicos y literarios para reconstruir, con gran audacia conjetural, un pasado remot-simo. Alguien objetar que Tucdides, que en el pasado haba sido transformado en un pro-fesor alemn, reaparece aqu con el traje de un detective ingls o de un conocedor italiano de fines del 800. Puede ser. Pero la tensin entre los captulos arqueolgicos de Tucdides y la narracin de la guerra del Peloponeso es innegable, y quiz vinculada (segn una hip-tesis formulada hace mucho tiempo) a dos proyectos literarios distintos.37

    b. Si suponemos que la dimensin arqueolgica (o sea, anticuaria) de la obra de Tucdides puede haber suscitado el inters de Aristteles, toda la''Co11cepcin de 1iste ltimo respecto de la historia podra ser reexaminada a la luz de las alusiones a un; conocimiento inferencia! del pasado contenidas en Retrica. El juicio de Finley sobre la presunta liquidacin de la his-toria por parte de Aristteles (Potica 1459 b) tambin debera ser reconsiderado a la luz de la alusin del mismo Finl~y respecto de la importancia atribuida a la investigacin de archi-vo por los discpulos de Aristteles. En un ensayo importante aparecido hace algunos aos Gregory Nagy ha subrayado la dimensin jurdica de la historiog'rafa griega, parangonndo-la a los arbitrajes pblicos.38 Las conclusiones de Nagy, si no me equivoco, convergen con la lectura de la Retrica de Aristteles propuesta aqu. .

    . ' '. " : ' ~ .h .

    c. Lo que se dijo sobre la discontinuidad escondida en ri~esiro le~c~ Jntelectual se puede aplicar incluso al trmino "retrica". He tratado de mostrar que el arte de la retrica de Aristteles era muy diferente de lo que hoy entendemos con ehnis~ndt(!rmino. El prximo captulo estar dedicado al examen de esa fractura histrica" de~i9i;,{(y de sus implicacio-nes. Pero por ahora ser til hacer una observacin de carcter general a propsito de la discusin actual sobre las relaciones entre retrica e historia.

    8 . Una vez ms tomar como referencia fa obra de un estudioso con el que tengo una deu-da intelectual particularmente grande: Arnaldo Momigliano. En su ensayo La retrica de Ja historia y la historia de la retrica, aparecido ep 1981, reacc.ion vigorosamente ante la tentativa de Hayden White, Peter Munz y otros estudiosos de considerar a los "historiadores, a la par de otros narradores, como retricos que se pueden carac-terizar por sus modos de discurso". "Temo las consecuencias de su persp~ctiva historiogrfica", escribi Momigliano, "porque l {White] ha eliminado la bsque-da de la verdad como deber fundamental del historiador" . 39 Los acontecimientos que se 'frieron sucediendo en la escena intelectual prueban que los temores de Momigliano eran justificados. Como l, tambin yo pienso que la bsqueda de la verdad es an el deber fundamental para cualquiera que haga investigacin, los historiado~ res incluidos. Pero la conclusin de Momigliano es ms convincente que la argumentacin en que se basa. Despus de haber hablado con irona de "la fascinacin que el descubri-miento de la retrica ejerce en estos momentos sobre estudiosos de la historia de la histo-riografa", Momigliano observ que desde un punto de vista histrico "una interferencia consciente de los retricos en el campo de la hlstoriogr,afa oo ,sedaJatvez antes de lscra-

    ) 161 ( ..

  • tes en el siglo.IV ~mtes de Cristo. "4 Ni aqu ni en otro lugar Momlgliano alu-di a la Retr.f.'!.'~ Aristteles. Otro pasaje del ensayo ya recordado aclara tal vez los motivos de 'l ausenda de esa referencia:

    ,.

    Cualquie~ -p;.eg~rita ~ue cualquier historiador se haga en torno de cual-quier cosa que ha,yasucedido implica la posibilidad de que lo qu~ l pien-sa que ocurri puede no haber ocurrido: por lo tanto el historiador no s-lo debe dar un sentido al acontecimiento sino que debe comprobar que eso fue un acontecimiento. A diferencia de Munz, no me disgusta la simi-litud que esto sugiere con el trabajo cotidiano de un polica (o un juez). Ambos deben dar un sentido a Ciertos acontecimientos despus de haber comprobado que los mismos han tenido lugar. Pero su actividad est limi-tada a pocas categorlas de acontecimientos dentro de lmites cronolgi-cos definidos y 'araniente presentan inters para los que estn afuera. En cambio, l~. ~9,::;iedad ~Es, P!i1i'! .l los historiadores para indagar sobre acon-tecimientos de inters general, la realidad y el significado de los cuales no pueden ser establecidos sin un conocimiento complejo. De los policas no se espera que comprendan, y mucho menos que publiquen, bulas medie-vales. Tampoco los jueces al da de hoy tienen que hacer salvo raramen-te algo asl y, cuando esto sucede, son bienvenidos al campo de los histo-riadores.41

    Los jueces y los historiadores tienen en comn la preocupacin de com-probar los hechos, en el sentido ms amplio del trmino, incluyendo todo lo que se inscribe de algn modo en la realidad: incluso las voces que influyen en los mercados financie ros (para los jueces), incluso los mitos y las leyendas (pa-ra los historiadores) y as siguiendo. Jueces e historiadores tienen en comn la bsqueda de pruebas. 42 A esta doble convergencia corresponde una divergen-cia sobre dos puntos fundamentales. Los jueces emiten sentencias, los histo-riadores no; los jueces se ocupan slo de eventos que implican responsabilida-des individuales; los historiadores no conocen esta limitacin. No obstante, no logro seguir a Momigliano cuando sostiene que los jueces estn interesados en eventos que "raramente presentan inters para los que estn al margen de ellos", mientras que "la sociedad en cambio les paga a los historiadores para indagar sobre ~c9pt~cim\entos de inters general". En las ltimas dcadas, los historiadore5 h~~ trabajado. cada vez ms frecuentemente con fuentes judicia-les producida~ por t ribunales de la Inquisicin o tribunales laicos de diversos rdenes y grapas: Estos: tribunales tratan generalmente de vidas oscuras y de eventos sin importancia:: Los modos por los cuales estas vidas y estos eventos puedan ser presentados como vidas y "eventos de inters gene ral" no pueden discutirse aqu. Pero el impulso por ocuparse de fuentes judiciales nos ha pues-to en contacto, por un lado, con la ambigua contigidad entre historiadores y jueces; por el ~tro, con la importancia de la retrica judicial para cualquier dis-cusin sobre metodologa de la historia. Extraamente, ni los autores de algu-nos recientes, y discutidos, libros sobre la Shoah - basados ampliamente sobre

    'l ~-- ~ ) 162 (

    . ,.. .. 1"a. : . ~ .

    actas de procesos celebrados despus del fin de la guerra- ni sus crticos han examinado es-tos problemas de mtodo.43

    La reduccin, hoy de moda, de la historia a la retrica no puede ser rechazada soste-niendo que la re)acin entre la una y la otra siempre fue dbil y poco relevante. Desde mi punto de vista, esa reduccin puede rechazarse redescubriendo la riqueza intelectual de la tradicin que comienza en Aristteles, a partir de su tesis central: que las pruebas, lejos de ser incompatibles con la retrica, constituyen su ncleo fundamental.

    (Traduccin de Leticla Prsle)

    Notas

    1 Utilizo, modificndola aqui y all, la traduccin de t. Gallavotti, Aristotele, Dell'arte poetica, Mi! ln, 1987, pp. 30 y SS.

    2 Vase M.I. Firiley, Mito , memoria estor/a (1965) en la compilacin Uso e abuso de la storla, Turn, 1981, p. 5 (ed. orig. The Use and Abuse of History , Londres, 1975). El comentario se reto-ma indirectamente en el libro de Finley, Problemi e metodi di storta an tica, tr. it. de E. Lo Cascio, Bari, 1987, p. 183, nota 30 (ed. orig. Ancient History. Euidence and Mode/s, Londres, 1985).

    3 Vase mi introduccin a "Unus testis. Lo sterminio degli Ebrei e il principio di realta", Quader-nl Storicl, n.s., 80 (1992), pp. 529-548.

    4 Uso, modificndola en algunos puntos sustanciales, la traduccin de A. Plebe (Aristotele, Opere, a cura di G. Giannantonl, Barl, 1973, vol. X, p. 3). Tngase en cuenta el comentarlo a la Retrica a cargo de W.M.A. Grimaldl S.J ., Nueva York, 1980-1988, que retoma una serie de estudios preceden-tes, entre [os cuales es particularmente importante "Rethoric and Truth: A Note on Aristotle. Retho-ric 1355 a 21-24", Ph//osophy and Rethorlc, 11 (1978), pp. 173-177.

    5 De la sntesis entre los dos puntos de vista habla F. Solmsen, Die Entwickrung der arfstote fis-chen Logik und Rethorlk, Berln, 1929 (Neu Phl/ogische Untersuchungen, IV), pp. 227-228

    6 La necesidad de confrontar "el problema aristotlico de la historia [ ... ] con el aristotlico de la re-trica" fue identificada y pronto puesto de relevancia por Mazzarino (11 pensfero storico clsico, 1, Ba-ri, 1983, p. 415), que significativamente no aborda la cuestin de la prueba. Me ocup de esta ltima, desde una perspectiva distinta, en 11 gudice e lo storico. Consideracin in margine al processo So frf, Turn, 1991; "Checking the Evidence: the Judge and the Historian", Critica/ Enquiry, vol. 18, N 1, otoo de 1991, pp. 79-92.

    1 Vase V.R.Thomas, Oral Tradltlon and Writlen Record in C/assfca/ Athens, Cambridge, 1990. 8 J. Hankinson, ".Semeion e tekmerion. L'evoluzione del vocabolario di segni e indicazioni ne-

    lla Grecia clsica", en I Greci, a cura di S. Settis, 2.2, 1997, pp. 1169-1187. 9 Cito de Aristteles, Organon, a cura di M. Zanatta, 1, Turn, 1996, p. 415. Vase M.F. Burnyeat,

    "Enthymeme: Aristotle on the Logic ol Persuasin", en Aristotle's rethoric: Phllosophlcal Studies, a cura di D.J. Furley y A Nehamas, Princeton, 1994, pp. 2-55 (agradezco a Julia Annas por haberme indicado este ensayo). Sobre "silogismo" como traduccin inadecuada de sillogysmos vase J. Barnes, "Prof. and the Syllogism", en Arfstotle on Science. the Posterior Analytics, Proceedings of the Eighth Symposium Aristote/lcum ... a cura di E. Berti, Padua, 1981, pp. 17 y ss., en particular p. 23, nota 7.

    ) 163 (

  • ID M.F. Burnyeat, "Enthymeme ... ", pp. 22-23. 11 ldem, p. 5. 12

    Cito de Herdoto, La bottaglia di So/amina, libro Vlll del/e store, a cura di A Masaracchia, Miln, 1977, p. 27.

    13 Luciano de Samosata, Anarcahsis o gll esercizl gtnnici (en Dialoghi, a cura di V. Longo, Turln,

    pp. 128 y ss.). Vase G.C. Roscioni, Sul/e trocee del' Esploratore turco, Miln, 1992, p. 164, y, de quien escribe, "Anarchasis interroga gli indigini. Una nuova lettura di un vecchio best-seller", en L'Hfs-toire grande ouuerte: Hommages d Emmanuel Le Roy Ladurle, a cura di A Burguiere, J. Goy y M. J. Tits- Dieuaide, Par[s, 1997, pp. 337-346.

    14 E.E. Ryan, Aristotle 's Theory oj Rethorical Argumentatlon, Montreal, 1984, pp. 42-43. 15

    L. Moretti, "Olympionikal, i vincitorl negli antichi agonl olimpici", en Atti del/' Accademia na-zlonale dei Lincei, Memorle della c/asse di scienze morali, storlche e filologiche, s. Vl/l, vol. Vlll, fase. 2, Roma, 1957, p. 105, nota 33, con bibliografia.

    16 A. Kt>rte, "Die Entstehung der Olymplonikenliste", Hermes, 39 (1904), pp. 224-243. 17 R. Weil, Aristote et J' hlstoire, Pars, 1960, pp. 131-137. 18

    Citado por Platn, Tutte le opere, a l cuidado de G. Pugliese Carratelli (Ir. it. de E. Martini, Flo-reni:ia, 1974), p . 802

    19 A. Momigliano, "Ancient History and the Antiquarian" (1 950), en Contrlbuto olla storia degli

    studi calssici, Roma, 1955, p. 70 y nota 5 (tambin en Sui fondamentl della storla antlca, Turn, 1984, p. 7 , no ta 3).

    20 A Momigliano, "ldeali della vita nella sofistica: lppia e Crizia" (1930), en Quarto contrlbuto al/a storla degli studi c/asscl ed del mondo antico, Roma, 1969, pp. 145-154, en particular p . 149.

    21 l. Dring, Aristotele, tr. it. de P. Donini, Miln, 1976, pp. 64-65. 22

    G.E.M. de Ste. Croix, "Arlstotle on History and Poetry (Poetlcs, 9, 145 1 a36-b 11)", en The Anclent Historian and his Materia/s. Essays in Honour oj C.E. Stevens on his Seuentieth Birth-day, a cura di B. Levick, Westmead, Farnborough, 1975, pp. 45-58. Vase tambin D.M. Pippidi, "Aristote et Thucydide. En marge du chapitre !X eje Ja Potlque", en Mlanges de phllologie, de /it-frature et d' hlsloire anciennes, offerts J . Marouzeau .... Pars, 1948, pp. 483-490.

    23 Index Thucydideus, ex Bekkerl editione stereotypa confectus a M.H.N. von Essen Dre Ham-

    burgensi, Darmstadt, 1964. 24

    Vase e l innovador libro de E. Tiiubler, Die Archaeologie des Thukydides , Leipzig-Berfn , 1927 (reeditado en 1979). Del mismo autor, Ausgewahlte Schriften zura/ten Geschichte, Stuttgart, 1987, introduccin de G. Alfoldy (con un elenco de recensiones y de necrolgicas, y una bibliogra-fia). Para una perspectiva anloga, vase J . Gommel, Rhetorisches Argumentum be Thukydides , Hildesheill), 1966 (Spudesmata Bd. X), que insiste sobre todo en e l nexo entre Tucdides y e l retri-co Antifonte.

    25 M.F. Burnyeat repara que en la tradicin retrica ms antigua la distincin no exista: "The ori-

    gins of non-deductive lnference", en J . Barnes et al., Science and specu/ation (Proceedings of the Se-

    ) 164 (

    '

    cond Symposium Hellenisticum), Cambridge, 1982, pp.193- 238, en particular p . 196 , nota 10. Va-se tambin el comentario citado en el primer libro de la Retrico de Aristteles a cura di W.M.A. Gri maldi S.J., pp. 63 y ss.

    26 M. Finley, Problema .. ., pp. 28, 54, 172, nota 22. 27 Tucdides (como subraya F. Hartog en la nueva introduccin a su La miroir d' Herodote, Paris

    1991 , pp. 111, XV) no usa jams la palabra historia. 28 Sobre el uso de los entimemas por parte de Tucdides, vase. J. de Romilly, La construction de

    la vrlM chez Thucydide , Pars, 1990, pp. 73 y ss: V!Se "en partittilat p. 76: "Si la place des rfle-xions correspond a une habitude rhthorique, leur fonction n ' esl en aucune fai;:on purement rhtori-que: ] ... )elles font [ ... ) partie del' argumentation": lo que natura'lmente corresponde al antiguo con-cepto de retrica.

    29 A. Momigliano, "Storiografia su tradizione scritta e storiografia . su tradizione orale" (1961-1962), en Terzo con tributo a/la storia degli studi classici e del mondo antlco, Roma, 1966, 1, pp. 13-22 (en p. 16 la alusin a Xenofn). ;

    30 I presocraticl, a cura di de A. Lami, Miln, 1991, pp. 178 y ss'. (Hyppolitus). 31 Edipo re, 109. Vase B. Williams, Shame and Nec~ssy, Berkeley, 1993, pp. 58-59. Agra-

    dezco a Luciano Canfora, que en una lejana discusin 'me Jnvit :a. ~t~iar el significado de semeion en Tucdides (Quademi di Storla, 12, julio- diciembre de 1980, pp. '49-50, a propsito de mi ensayo Sple: radicii di un paradigma lndiziario, ahora eri Mltl emblepi s~te, Turn, 1986, PP- 158- 209). Vase tambin F. Hartog, "L'oeil de Thucydide et )' histdire ~v~rit~~l~", Potique, 49, febrero de 1982, p. 25, nota 7, y, ms en general, M.F. Burnyeat, The Origins ...

    32 H.D. Westlake, "Hos eikos en Thucydides", Hermes, LXXXVI (1958), pp. 447- 452; P. Butti de Lima, L'lnchiesta e la prava. Immagine storiograftca, pratlca guridlca e retorica ne/la Grecia classlca, Turin, 1996, pp. 160 y ss.

    33 M.F. Burnyeat, "Enthymeme ... ", p,_ 38. 34 S. Mazzarino, JI penslero storico, 1, p. 410. Vase en vez M. Finley, Uso e abuso .. ., p. 6 . 35 M.F. Burnyeat, "Enthymeme ... ", p. 38.

    36 Vase A. Momlgliano, Ancient History . .. 37 Vase K. Ziegler, "Der Ursprung der Exkurse lm Thukydides", Rhelnlsches Museum, n.s., 78

    (1929), pp. 5867. 38 G. Nagy, "Mythe et prose en Crece archai'que: l'ainos" , en Mtamorphose du mythe en Gre-

    ce antlque, a cura di C. Calame, Ginebra, 1988, pp. 229-242. 39 A Momlgllano, "The Rethoric of History and the History of Rethoric: on Hayden White' s Tre-

    pes" (1981), en Settimo contributo a/la storia degli studl c/assici ed del mondo antico, Roma, 1984, pp. 49-59 (tr. it., Sui fondamentl .. ., pp. 465-476, en particular p. 465}.

    40 A. Momigliano, The Rethoric .. ., p. 58 (tambin Jn's~'I fondamentl..., p. 474). 41 A Momigliano, The Rethoric .. ., pp. 57-58 (tambin en Sui fondamenti..., pp. 473-474). 42 Vase, de quien escribe, JI giudice e lo storico, y Checklng the evldence ...

    ) 165 ( .,

    ; ! : :?;. . : tf :~ : !--. : Ea. ... '

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