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CARACTERÍSTICAS DE LA COMUNICACIÓN EN LAS PERSONAS MAYORES

La vejez viene acompañada de una serie de pérdidas, tanto endógenas, como exógenas, que dejan cada vez más sólo al mayor; pierden el trabajo, el estatus social, parte de los recursos, porque la pensión supone un deterioro progresivo de los ingresos, las fuerzas

disminuyen, la salud se quebranta; en definitiva, esta etapa se caracteriza por los cambios tan importantes que se producen en las capacidades físicas, sociales y emocionales de los

mayores.

Factores exógenos. Causas socialesEn términos generales la persona empieza a ser frágil cuando el pasado tiene un papel pri-oritario en la vida del sujeto, perdiendo importancia el presente y mirando el futuro con temor. Estas vivencias son distintas en cada individuo y si bien puede empezar a los 60-65 años, son aspectos que acentúan la percepción subjetiva de cada uno que el declive ha co-menzado. Todos los malestares difusos, síntomas nuevos que afectan nuestro equilibrio, son una amenaza que va a influir, en definitiva, en las relaciones interpersonales y sociales.El ser humano es social por naturaleza, pero es verdad que al ir envejeciendo las personas experimentan una cierta tendencia a desprenderse paulatinamente de los compromisos so-ciales, a desinteresarse por las relaciones con la gente y a desligarse de asuntos y actividades que venían realizando; esto suele ir acompañado de una disminución de sus capacidades que les induce a la soledad y al aislamiento.

Por otra parte, los cambios tan espectaculares que se han producido en la sociedad en los últimos años, de-jan al mayor en una situación de inferioridad y margin-ación al no poder integrarse al mundo futuro que los cambios obligan. Estos factores a grandes rasgos se pueden encuadrar en tecnología avanzada, cambios estructurales en la vida familiar, trabajo de la mujer fuera de casa, las diferencias socio-culturales, el factor económico, la vivienda, etc. que ponen al mayor en una situación difícil y delicada ante los demás.Con todo ello, se quiere decir que no es un fenómeno natural, voluntariamente aceptado, sino que el entor-

no social rechaza y devalúa al mayor.Por otra parte, la inhibición de los mayores a comunicarse con los demás, les conduce, no sólo a la automarginación, sino que puede acelerar el proceso degenerativo de sus capacid-ades psicofísicas y a una dependencia total. La jubilación: Motivo de incomunicación Entre los factores sociales que inciden en la vulnerabilidad de los mayores, la jubilación es la que marca el fin del deber principal del hombre; el trabajo que irremediablemente, lleva a la desconexión social. Esta pérdida o ruptura del estatus social implica una reorganización de su vida social que no siempre es asumida con naturalidad, sino, por el contrario acarrea una serie de síntomas, tanto físicos como psicosociales, convirtiéndoles en personas más frágiles y vulnerables so-

cialmente.Para el hombre, el trabajo no es sólo una forma de ganar dinero, seguridad o pres-tigio social, sino que también origina una serie de satisfacciones internas y es una forma de participar en la vida social. Sin embargo, esta participación en la vida social se hace cada vez más difícil puesto que, en la sociedad moderna e industrial-izada, existe una total preponderancia de los valores económicos y la juventud so-bre los demás, relegando así al mayor, por no producir o por rendir menos. A priori, la jubilación, bien normal u ob-ligada, se puede considerar como un trau-ma, una ruptura nacida de hábitos, modos y circunstancias que han sido para el tra-bajador de la máxima entidad durante su vida activa. Existe una enemistad estructural entre la vejez y una sociedad competitiva, domi-nada por la dialéctica de la producción y el consumo y vuelta de espaldas a otros valores superiores.

La cultura

La cultura es el sello específico de la per-sona, es la referencia, la identidad que nos diferencia a unos de otros, y la educación es un componente esencial de la capacidad de las personas para participar en la socie-dad.

La vejez tiene la sabiduría que da la experiencia y la ca-pacidad para descartar lo super-fluo y atenerse más sosegadamente a lo esencial. Por eso, al analizar este as-pecto, se ha de considerar que los niveles educativos alcanzados por la mayoría de los mayores son muy bajos, porque son los herederos de una estructura desiguali-taria de la sociedad que les tocó vivir, en la

que la enseñanza era privilegio de una mi-noría. Por otra parte, la cultura objetiva de su entorno, sus raíces, su estilo de vida, sus costumbres, hábitos adquiridos, etc. no se valora, haciendo que la participación de los mayores en la vida cultural y comuni-taria sea muy limitada.

Una formación cultural deficiente, con poca cualificación profesional, les con-duce a la incomunicación y, por otra parte, la falta de estímulos exteriores, adecuados a su demanda es otro factor que les condi-ciona su participación social.

La situación económica

La seguridad económica es un punto clave en la integración social de los mayores. Los ingresos y los distintos niveles de vida dan origen a cuestiones controvertidas y difíciles que inciden en el impacto de las políticas socioeconómicas en las personas

mayores.

La escasez de recursos es la causa de los sufrimien-

tos más numerosos de nuestros mayores: su comida, vestido, aloja-miento, hasta su salud, dependen, casi en la to-

talidad, de los ingresos. El sentimiento de impotencia

y frustración, la dependencia de los que le rodean, son factores

que inducen al aislamiento e invalidez.

Es cierto que los cambios experimenta-dos últimamente en la economía de las personas mayores han sido favorables, lo que hace que, en general, ser mayor ya no equivale a ser pobre. Esta situación ha in-

cidido en los hábitos de consumo y en su capacidad de ahorro, hasta se ha creado un mercado dirigido a este sector concre-to.

Existen dos grupos de jubilados y desigual-dades económicas:

1. Generacionales. La edad. No son iguales los ingresos entre personas que acaban de jubilarse que los que forman parte de gru-pos de edad avanzada.

2. El sexo. Hombres, mujeres. Las mujeres de edad muy avanzada, por diversas cir-cunstancias de cotización, viudedad; en consecuencia, por serias deficiencias en

el sistema de pensiones, son más pobres que los demás grupos sociales, y social-mente más marginadas.

La vivienda

Para las personas mayores que sufren al-gún tipo de discapacidad es fundamental adecuar el alojamiento a sus necesidades básicas, instalar ayudas técnicas que faci-liten la vida diaria, contar con equipos do-mésticos bien diseñados, etc. para poder reducir las dificultades y riesgos, continuar viviendo en su casa y que la vida en su do-micilio se desarrolle satisfactoriamente.

Las comodidades de la vivienda están en función del nivel de ingresos y éstos, en la

mayoría de los casos, se puede decir que se encuentran en la línea de ingresos míni-mos, lo que hace que las ayudas técnicas y equipamiento adecuado queden para los grupos de más alto nivel.

La involución en general, y el deterioro de los sentidos, en particular, que se va produciendo en los mayores entrañan un peligro en la realización de las actividades de la vida diaria: control de los electrodo-mésticos, electricidad, gas... convirtién-dose en sujetos de alto riesgo.

La alternativa que tienen estos mayores para paliar estas carencias es el ingreso en

un centro residencial, donde, además de cubrir su déficit de vivienda, cuentan con servicios adecuados, a pesar de que, mu-chas veces tengan que aislarse de su en-torno y de una realidad social largamente compartida.

Por otra parte, con todo lo inespecífico que la institucionalización supone para el may-or, con frecuencia se ha relacionado con un aceleramiento de todos los procesos degenerativos implícitos al envejecimien-to y una regresión psicológica significativa que se refleja en diferentes síntomas que, a veces, se presentan de forma encubierta con enfermedades somáticas.

La familia

El tamaño del núcleo familiar, la incorpo-ración de la mujer al mundo laboral, el de-scenso de la natalidad, la dimensión de las viviendas, las grandes urbes, los peque-ños núcleos rurales, con población espe-cialmente envejecida, etc., son factores que alteran de forma irreversible las redes tradicionales de atención y apoyo familiar, y en particular, el papel del cuidador de las personas mayores con algún tipo de dis-capacidad, asumido por una gran parte de las mujeres.

Los hijos y los nietos tienen una vida que

les pertenece y existe un vacío generacio-nal, una separación en la escala de valores. Los jóvenes tienden a convertir sus deseos en acción, tienen altas aspiraciones no re-nuncian a nada que sea transitorio o cam-biante, son rápidos e irreflexivos, mientras que los mayores son más conservadores, lentos y a veces inflexibles, quedándose anclados en sus propias convicciones e ideas.

Todos los acontecimientos históricos son importantes a la hora de valorar el vacío generacional, porque tienen más influen-cia que la diferencia de edad.

La soledad

La soledad es un problema fundamen-tal en relación con el envejecimiento, la invalidez, la pérdida del cónyuge o seres queridos a veces rompe uno de los vín-culos afectivos más fuertes, las actitudes cerradas, posiciones personales rígidas, dogmáticas, etc., son factores que imp-iden la comunicación, generan malestar y desafección.

El sentimiento de soledad hay que dife-renciarlo porque puede ser real o compar-tido.

En los mayores que viven acompañados, la soledad se produce no tanto por la fal-

ta de buena disposición de las personas, como por razón de las nuevas formas de vida que se ha ido imponiendo a todos, aunque el resultado sea el mismo, el em-pobrecimiento progresivo de los refuer-zos afectivos que más se necesitan en esta etapa, los hijos y los nietos.

La soledad real se da en aquellos mayores que no tienen con quien compartir sus te-mores, sus vivencias, sus perspectivas; es triste y provoca angustia y temor.

Por otra parte, los mayores que viven so-los, además de su falta de compañía, son cada día más vulnerables en aspectos como seguridad ciudadana en viviendas,

centros de mayores, barrios centrales de población envejecida, pequeños núcleos rurales de donde se han retirado las fuer-zas de seguridad y donde la presencia de la delincuencia es frecuente.

Medio ambiente

El diseño ambiental adquiere una gran importancia en el tratamiento de los may-ores y las características físicas del entorno en el que vive el mayor influyen de forma decisiva en su quehac-er diario, su autonomía y, en definitiva, su satis-facción.

Pero la influencia del medio ambiente en el entorno de los mayores es diferente en la ciu-dad que en las zonas rurales y entre los que siempre han vivido en las grandes urbes o en aquellos que han sido trasplantados de zonas rurales o los que viven en núcleos pequeños.

Los elementos negativos comunes que se estima alteran el equilibrio afectivo de los mayores, se podrían definir como: las grandes vías de comunicación, la contam-inación, las barreras arquitectónicas que impiden el acceso a los jardines, centros culturales, aceras, medios de transporte, grandes superficies comerciales, etc. Por otra parte las aglomeraciones que dan sensación de vorágine y también de anon-imato, impersonalidad, en definitiva inco-municación y entorno más agresivo.

Trastornos del lenguaje

Los trastornos del lenguaje, con o sin trastornos de la deglución asociados, son frecuentes en los ancianos. La afasia, gen-eralmente causada por una lesión focal, puede afectar al lenguaje hablado y escri-to, la comprensión auditiva y la capacidad de lectura, pero por sí misma, no afecta a las capacidades intelectuales o cognitivas.

El deterioro conjunto tanto cognitivo como de la comunicación está relacionado con los déficits cogniti-vos subyacentes en la memoria, atención o percepción visual y se puede ver en trauma-tismos cerebrales y de-mencias no tratables. Los trastornos de la

voz y el habla tales como la disartria y la apraxia del habla, pueden conducir a un aislamiento social autoimpuesto y a la depresión. La disfagia puede acompañar a unos trastornos del lenguaje o existir in-dependientemente.

La afasia es la principal causa del deteri-oro del lenguaje en los ancianos. Es casi siempre el resultado de un accidente cere-brovascular pero existe otras causas como infecciones bacterianas o víricas (por ejemplo meningitis), tumores cerebrales, traumatismo craneoencefálico, hipoxia o hidrocefalia obstructiva.

La afasia es generalmente el resultado de una lesión focal en áreas de la corteza

del hemisferio dominante (característi-camente el izquierdo), que es donde se asientan la mayor parte de las funciones normales del lenguaje. La afasia puede ser también el resultado de una lesión fo-cal en áreas subcorticales izquierdas tales como el tálamo y los ganglios basales. La afasia afecta al lenguaje hablado y escrito, la comprensión auditiva y la capacidad de lectura, dependiendo de la localización neuroanatómica y extensión de la lesión focal.

Por sí misma, la afasia no afecta a las capa-cidades intelectuales o cognitivas como el razonamiento, el pensamiento lógico o la atención. La afasia tampoco es un deteri-oro de la conducta emocional, a pesar de sus comportamientos del lenguaje apa-rentemente extraños, como utilizar una jerga sin sentido. Las personas con afasia pueden, sin embargo, sufrir conductas neuropsiquiátricas concomitantes en rel-ación con el lugar de la lesión cerebral, o pueden experimentar reacciones psi-cológicas graves derivadas de su súbita pérdida del lenguaje.

Los deterioros cognitivos subyacentes que afectan a la memoria, la atención o la per-cepción visual afectan también a la capaci-dad para comunicarse. Aún así, los trastor-nos cognitivos-comunicativos pueden ser engañosos debido a que las capacidades básicas del lenguaje parecen intactas. Un examen más en profundidad puede dem-ostrar un deterioro en los aspectos prag-máticos o usos sociales del lenguaje. Por ejemplo:

• Conversación desorganizada, sintomar la palabra cuando es preciso ni pre-star atención a las necesidades del oyente.

• Énfasisendetallesirrelevantesyuti-lización de más palabras que las necesar-ias para relatar un hecho o una historia.

• Producción de respuestas verbaleserróneas (por ejemplo, confabulación,

tangencialidad, jerga, perseveración).

• Dificultadenlacomprensióndepa-labras abstractas, instrucciones complejas, idiomas, etc.

• Habla en un tono monótono, sincambios en la expresión de la cara o ges-tos para mostrar emociones.

• Dificultad para mostrar las clavesfaciales, gestos y prosodia que señalan el contenido emocional del lenguaje.

Se puede observar un deterioro cognitivo-comunicativo en pacientes con daño focal en el hemisferio cortical no dominante (típicamente el derecho) o con una pér-dida más amplia, bilateral, brusca o lenta-mente progresiva en ambos hemisferios cerebrales (como se observa en los trau-matismos cerebrales o demencias como la de Alzheimer, demencia multiinfarto, VIH, enfermedad de Pick, y en algunas instan-cias de parkinsonismo).

Las alteraciones de la calidad de la voz, tono e intensidad de la voz, van desde molestias relativamente menores a graves obstáculos a la comunicación.

Las Personas Mayores con deterioro de la voz, pueden sentir frustración o incluso enfado durante sus interacciones con otras personas en su vida laboral o profesional.

Los que presentan deterioro crónico y grave de la voz, pueden evitar situaciones sociales en las que se espera una partici-pación verbal. Este aislamiento autoim-puesto puede conducir a una depresión y pueden comprometer gravemente la cali-dad de vida.

La disartria (un deterioro neurogénico de la voz y el habla) puede ser el resultado del daño producido a los sistemas neurológi-cos motores, periféricos o centrales, impli-cados en el habla, provocando debilidad, lentitud, pérdida de coordinación o alter-ación del tono de los músculos de la voz y el habla. Las causas pueden ser un daño neurológico (por ejemplo, ictus, tumor o traumatismo), enfermedad neuromotora progresiva (por ejemplo, esclerosis lateral amiotrófica (ELA), corea de Huntington, esclerosis múltiple, parkinsonismo, enfer-medad de Wilson) y los últimos estadios de las formas progresivas de demencia (por ejemplo Alzheimer, multiinfarto o HIV).

La voz disártrica puede estar deteriorada en su calidad (por ejemplo, jadeante o ronca), su volumen (demasiado baja), o el tono (anormalmente alto). Dependiendode la localización y gravedad del daño el habla puede aparecer de levemente im-precisa a gravemente inteligible.

El daño específico del área de Broca y la corteza frontal izquierda que la rodea pu-ede dar como resultado otro tipo de de-terioro neurogénico del habla como la apraxia del lenguaje. Las personas con este deterioro son incapaces de planear,

iniciar y secuenciar con precisión los mov-imientos del lenguaje, aunque la fuerza y movimiento de los músculos del habla permanece inalterada. Por ejemplo puede pedir una taza de “tafé” por “café”.

Por todos estos motivos, el terapeuta ocu-pacional, debe estar alerta qué es lo que está afectando la comunicación en el an-ciano que trata e intentar facilitarle los medios para poder conseguir una cálida relación.

I. Para compensar la deficiencia visual

a) Utilice ropas de colores brillantes. La mayoría de las personas con deficiencia visual pueden ver algo y los colores bril-lantes pueden permitir seguir el rastro de su persona y ayudarle a encontrar el rostro cuando están hablando.

b) No sentarse con la espalda contra una ventana u otra luz brillante mientras habla con la persona mayor. Si la luz vi-ene desde atrás, mientras habla con él, su rostro aparecerá oscuro y cualquier señal de comunicación podría posiblemente perderse. Si es posible háblele de forma que le de la luz a usted.

c) Evite todo lo que podría distor-sionar u ocultar sus características faciales como mascar chicle, cabello suelto, o una mano delante de la boca. Es importante mantener el rostro visible para aumentar al máximo las señales de comunicación. Siéntese cerca durante la entrevista para aumentar más su comunicación.

d) Utilice el tacto (apropiadamente) para mantener la atención del paciente. El tacto leve sobre una mano o el brazo puede señalar a una persona mayor que

ignore otras distracciones y se concentre en usted.

II. Para compensar la deficiencia auditiva

a) Si no existe deficiencia visual puede utilizar el contacto ocular y el tacto para llamar la atención de la persona antes de hablar.

b) Muchas veces es útil disminuir el tono de su voz; la pérdida auditiva en la edad avanzada afecta a los sonidos vo-cales más altos. No suele ser de ayuda, hablar cada vez más alto.

c) Utilice palabras clave para empezar un tema en lugar de frases largas y com-plejas, cuando las repita utilice diferentes palabras y cambie la frase en lugar de uti-lizar las mismas palabras una y otra vez. Aumente su comunicación con señales no verbales como expresiones faciales, len-guaje corporal y gestos.

d) Muchas personas ancianas tienen mejor audición en un oído que en otro, determínelo y hable en el oído que mejor oye.

Rosa Matilla Mora - Terapeuta Ocupacio-nal. Septiembre 2000.

http://www.terapia-ocupacional.com/ar-ticulos/Caracteristicas-Comunicacion-An-ciano.shtml

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