garcia pradas, j - guerra civil

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 “Guerra civil ” de J. Garcí a Pradas

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    GUERRA CIVIL*J. Garca Pradas

    Pasquines, elegas y proclamascon que invade las costas espaolas

    mi angustia de alta mar, que catorce olasal soneto le da, de sangre llamas

    DEDICATORIATo Josephine

    Just ashes in the wind my flesh may be,but if you, without me, can live at all,

    while my name in your heart has a recallthese verses will be alive and talk of me:

    Not to the world, as to the storm the tree,because trees in the storm soon broken fall,

    but to you, love ashore, quick to the callof my soul in the gale, lost in high sea.

    They will show you my creed by blood and fire,very deep in my heart my pen in pain,

    thirsty of justice my mouth raging with ire,

    and you, sweet as a dove in a hawks claw,shall be proud that my hand, fighting for Spain,

    tears, wild, like a lions tearing paw.

    MENSAJE A MIS COMPAEROS

    A fine de 1943 recib en Londres una carta que, desde Espaa, consigui enviarle elcompaero que en mejores aos me llev a dar el paso -decisivo en mi vida- de ingresar en elMovimiento Libertario, y, al conjuro de su nombre, las causas de nuestra vieja amistad sereavivaron de nuevo, pese a todas las cenizas de tiempo y separacin. En aquella carta se mepeda material de propaganda contra el rgimen franquista, y la peticin, que

    *Digitalizacin KCL.

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    instantneamente produjo en mi una violenta sacudida espiritual, de ningn modo quedardesatendida. En respuesta a ella, mi primer impulso fue hacer artculos para nuestra prensaclandestina en Espaa, pero varias consideraciones me dieron pronto otro parecer. Losartculos ocupan mucho espacio, suelen pasar demasiado pronto, no quedan grabados en lamemoria; adems, enviados desde Londres a lo largo de una cuerda de enlaces, cuandofueran publicados ya no sern de actualidad. Yo quera enviar a Espaa cosas breves, fciles

    de imprimir en el papel y en la mente, no tan livianas y pasajeras como el articulo cotidiano,pero ms densas y agudas. Como una revelacin, vino a alumbrarme el recuerdo de los dasde la guerra, en que vi cmo andaban de boca en boca los romances heroicos del combate,algunos de ellos mos. Y decid escribir en verso: coplas o romances, pues romances y coplasson el habla y la cancin de nuestro pueblo, desde su gesta de raza y corazn, de mente yverbo.

    Pero las coplas me venan cortas, y los romances, un poco holgados; si stos eran zaragelles,aqullas calzas prietas, de manera que con unos tendra que pecar por defecto, y con otras,por exceso. As que, entre el riesgo de ser parco y el de dar en prolijo, salt a otra escalapotica, y escog el soneto, no porque me venga a la medida, que eso es cosa que pocos

    podrn decir, sino porque en sus tensos y en varillados catorce versos, ni uno ms ni unomenos, y en su porte de cuartetos y tercetos, que no varan modas, queda completo y cabal,sin que le falte o le sobre nada, y si algo le faltare o le sobrare por perderlo o ganarlo en suscorreras de boca en boca, de por s lo reclama o lo rechaza, y dice dnde lo requiere o leestorba, y cmo se ha de poner o quitar, sin que las cuerdas de centinelas de sus rimasconsonantes se adormilen de asonancia o se dejen sorprender por la pereza.

    Y como, de aadidura, segn Quevedo mostr, en el soneto por igual caben los trenos delProfeta, las bizarras festivas, el satrico denuedo, la moraleja sesuda, las mieles de unPetrarca y las hieles atrevidas de nuestro seor de la Torre de Juan Abad, al soneto acud,pobre de todo salvo de fe y voluntad, para hacer estos pasquines de las paredes de Espaa,

    estas elegas de la congoja espaola y estas proclamas que, de amor de soles, y querenciosasde arena, se me van a torear al ruedo ibrico.

    Pronto consegu enviar a Espaa veintinueve composiciones de stas, bajo el titulo generalde Pasquines, con el deseo de que algunas de ellas, si no todas, fueran puestas all encirculacin, bien en octavillas de engomado dorso, bien impresas al reverso de unas tarjetaspostales, cuando no en los peridicos de la libertad, tan trabajosa y peligrosamente hechos.Pero era difcil hacerlas llegar a la mano amiga que las aguardaba, y s que en Espaaentraron, pero ignoro por completo que fue de ellas. He pensando muchas veces que hay ungran contraste entre el trabajo de escribirlas y el riesgo de publicarlas -de publicarlas all, enEspaa-, y me ha asaltado el temor de que pagase un antifascista, sorprendido con ellas en la

    mano, por el veneno que en las mismas puse.

    No fue poco, pero nunca demasiado, y yo no puedo esperar que, al verles el raspe a algunosde estos sonetos, se les erice el cabello, de puro horror, a las gentes que, ya se han hartado desangre en Espaa, ya se han aplaudido la sarracina franquista, ya han sonredo la tortura denuestro pueblo, ya han estado y estn ciegas ante sus llagas y sordas a sus clamores. La nicaverdad, para nosotros, es el martirio de nuestra gente; y si el pensar en l no le bastase acualquier escritor para hacer de su pluma un arma en lucha a muerte, tendra que bastarle supropio duelo, y el de su hogar; porque es que la tragedia nos ha tocado a todos, no ya decerca -en las filas de nuestras amistades-, sino en nuestra propia carne y en el mismocorazn. Sin embargo, estos sonetos no tienen nada de decisivo para nuestro pueblo, y acasono ha valido la pena publicarlos en Espaa.

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    Al hacer aquella serie de Pasquines le mucho a Quevedo, como casi siempre, y admir sinlimitacin la valenta y el genio con que Goya dibuj sus Desastres de la Guerra, susDisparates y sus Caprichos. Si hay un arte espaol, yo dira que se es: el de aquelaragons esclarecido de tortura, sordo a ladrido de bracos, vidente entre visiones, recio dealma y de mano corajuda, estoico y batallador, implacable como el fuego, bravo como lagarra, puro y claro a borbotones- como linfa de hontanar

    A fuerza de beber a largo trago su aguerrido espaolismo en sus dibujos, principalmente enaquellos tan patticos, audaces y agresivos de Los Desastres de la Guerra, surgi en m latentacin irresistible de imitar, en verso, aquel inimitable, denso, laberintico y aterradorpoema de sus lneas afiliadas y sus sombras en girones. Tal idea, fcilmente unas veces, conresistencia tenaz otras, ha venido a cuajar en esta obra que les en vio, poema de poemas,canto de cantos, capa de motn a retazos de alma, tumultuosa familia de sonetos en que cadacual inspira a vivir su vida, pero todos se avienen a la comn, bajo el mismo padre autor y lamisma madre de la intencin, que ha sido una para todos. La idea vino de Goya, y, puestoatrabajar, ped a Quevedo que me prestara sus trastos de lidia y muerte, de las burlas y lasveras; y, entre stas, cuco el ojo guiador y armas al hombro el bigote de capitn de los

    Tercios, el buen hombre se desat en improperios contra necios y atrevidos, me zarande consus refunfuos, y un buen rato se pas antes de que el corazn le hinchase el pechomagnnimo, y aun prdigo; llegado lo cual, se aflojo de seo, torci el labio desdeoso consu suave sonrisa de buen aqul, y me prest sus trebejos. Si, pese a tanto, mi obraje es malo,no me sirva de disculpa el ser slo un aprendiz en este arte peregrino, sino antes deacusacin el haberme atrevido a usar, sin honrarlas, herramientas de alcurnia y prestigiotales.

    Guerra civil, en que los previos Pasquines, quedan incluidos -a excepcin de un sonetodedicado a Mussolini y otro a Hitler-, tiene el mismo carcter que aqullos, y es obra depropaganda con cogollo de justicia. Del principio al fin, y dentro de mrgenes razonables, al

    hacerla he sacrificado siempre, aunque a veces con un poco de amargura, los arrequivespoticos y las galas literarias a la claridad de expresin y, por consiguiente, de pensamiento;y, habida cuenta de que no escriba para melones de cuelga de provincianos Juegos Florales,ni para doctores y letradas gentes de modo particular, sino para obreros de callo en mano yangustia en corazn, que ni de saber se han enriquecido, yo, ms holgado en mi angostacultura, he escrito en tono llano y popular, lejos de berenjenales y virgueras de erudicin,para hacerme entender hasta de chicos de escuela y no descarriarme. Adems, este modo dedecir y de andar a campo raso, cuadra bien a mi manera de entender la poesa.

    Nada hay ms sencillo, ms entraado de pueblo, que los viejos, antiqusimos romances delas Castillas, campeadores de siglos, que ni se apolillan ni se hacen polvo en el tiempo. No

    son poemas de gabinete, sino de calle, cuando no de cancha de degollina; de tumultuosorondel de plaza, si no de bulla de plaza de armas; no joyas en dije o mortajas de sepulcro,sino aleluyas de cuna, villancicos de alborada, misterios y consejas al amor de la fogata y eltasajo, canciones de romera, repertorios de ciego y tonadas de camino. su lenguaje, de tanrecia y tan seor, a fuer de serlo, parecen nios; barajan nombres de personas y lugares conel pozo de quien pulsa quedamente las cuerdas de la guitarra y escucha todo el decir de lavoz de cada una, con el arregosto de quien una bodega prueba los caldos ms viejos, y con elfino gustillo de un par de gotas de cada cual tiene bastante para ver las mismas tierras en quecada una se azucar; corre por ellos una frescura de aura de brezos y arroyo umbro, cuandono los enciende un sol de pramos polvorientos y un vaho de hazas a punto de sazn: sereaniman a cada dos o tres frases con un zumo de vinagres alivianados de madre con slo el

    beso del aire macho, y huelen a trigo en troj y reineta en arca, sobre sabernos a gloria de pany vino.

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    Esos romances de padre desconocido, recios bastardos del gayo titirimundi metrificado porel mester de clereca, hablan de cosas que a cada instante pasan y vuelven, de hombreshechos figuras -no figurones-, de los modos de obrar y vivir, de hambre de todos y sed detodo, de bregar de pueblos y trajinar de costumbres, de quedar de hombra y mudar de leyes,de rebeldes arrogancias, grandezas de gesto y gesta, villanas bien vengadas, odios y

    quereres de cada quisque, anhelos y desengaos, aspiraciones y duelos, consejos en adagio yavisos en refrn; Dicindolo todo de un modo tan pico, tan poltico, comunal y de Concejo,que escuchando oye uno clara la voz de su destino, siente en su sangre su raza, su tierra bajolos pies, en su vida su tiempo, y se remonta en un vuelo de ansias de ser humano, terrenal yeterno, sin limitacin de raza, pas o edad.

    Esa poesa de todos, y de cada uno entre ellos, es la que hace las literaturas, porque es sentirde pueblos y verbo popular; y es poltica pura y de raz, quintaesenciada de savia humana y

    jugo social. Esa es la que, pese a todos los estragos que en abuso de escribas sufra el gustoartstico, que de seguro nunca es aquel que sus pitonisas y contempla nubes nos suelen meterpor tal, siempre gusta, sencillamente porque interesa, porque nos dice algo a todos y, ms

    que intentar movernos, nos conmueve sin intento. No logra tanto la lrica, que se ensimismay empequeece, se hace una bola como el erizo, se involucra en aislamiento y da, aescondidas, en todos los narcisismos de nuestra enana personalidad, salvo en los casosexcepcionales en que surge alma afuera y trae algo que no importa de qu corazn viene,porque viene a todos, como las Coplas de Jorge Manrique o El Cristu benditu y Elembargo, ante cuya verba ruda nos deca Margall: Poesa es esto.

    De donde yo considero, confortado de lecciones de experiencia, que tal es la poesa que hayque hacer en nuestro tiempo, si no en todos; tiempo de gesta y descubrimiento, de entraa enfuego y ojo aquilino, que deja ya atrs los das de todos los dadasmos descoyuntados, detodas las decadencias desmeduladas, de todas las florituras de la pamplina, en todos los

    cenculos de maulas, de todos los cucuruchos y de todos los bombones. Nuestras ansiaspiden una poesa de abanderados, tras la que vaya un turbin de herramientas y simientes;de la calle y el regato, de la vega y el mar, de la montaa y la mina, del pensar y del hacer,para que, siendo palabra, tenga a sus lados, a fin de formar nuestra santsima trinidad,pensamiento y obra. Poesa de lo que llaman masa los amasados en las artesas deldogmatismo a la vista, y pueblo, como siempre, los dems, pica pura, ya de tambor decombate, ya de tamboril de fiesta, y ora de corcel de guerra, ora de yunta de mulas a paso delaboreo; con lo que fuere, que sea mucho ms humana que personal, ms social queindividual, de menos lirismo egocentrista y liliputiense, ms agigantada de envergadurapoltica y ms alta de vuelo universal. Que el poeta profese de profeta, y aun de profeta en supatria, y al cantar cante de paso y para todos, como aeda sin ms rumbo ni otra voz que el

    destino de su pueblo y el bien de todas las gentes.

    Pero dejadme decir, pese a ser tan obvio, que hacer poesa poltica no es lo mismo que invitara la poltica a sentar plaza de poesa. Cada cosa en su lugar, y uno para cada cosa; mximade buen sentido tenderil, que yo, sin olvidarla, ni siempre he respetado en esta obra, pues ascomo hay poetas que, llevados de la rima, dicen lo que ellas les dicta por boca delconsonante, yo, a remolque de mi propio pensamiento poltico, he hecho algunos sonetosque nada tienen de poticos, ni siquiera de ingeniosos y pulidos, no me pesa haberlos hecho,porque los creo necesarios en la obra, a la que sirven de mente y clave, de buscapi y derazn; pero no doy los tales por admisibles sino amparados de excusas. Y de ellos quierohablaros, no ya desde el punto de vista literario, que no admite vuelta de hoja, sino desde elpoltico, de manera que, en vez de fijarnos en sus palabras, calemos y discutamos supensamiento. El cual, pues que de nadie lo copio, si bien lo he barruntado algunas veces en

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    luminosos atisbos de Malatesta y del americano Thorstein Veblen, tal vez tenga sus puntasde heterodoxo aun entre nosotros mismos, como quiero haceros ver.

    Hay una infinidad de teoras y opiniones acerca de la naturaleza del Estado. Cuando, a partirde la Reforma, y sobre todo despus de la Revolucin francesa, la autoridad empez a tomarla plaza de la divinidad, fue lgico que el Estado tomase la de la Iglesia, y as vino a ser, con

    arreglo de la terminologa o a la carraspera hegeliana, la representacin poltica de la Ideadivina, el advenimiento de Dios a la tierra con mostacho bismarckiano, el padre y el mayoralde toda la sociedad. Al empezar la revolucin industrial y aparecer a su zaga el proletariadomoderno, surge la idea del Estado de clase, que todos los internacionalistas del 70, ya dellado de Marx, ya del de Bakunin, aceptan por igual, si bien deduciendo de ellas dos tcticasdiferentes, que podemos resumir con la palabra conquista y destruccin. Quiso elmarxismo conquistar la mquina opresora y opresiva del Estado, para oprimir con ella a la

    burguesa, y dems zaranjadas de que todas estamos, enterados y al cabo de la calle; demanera que, una vez destruida tal clase privilegiada, todo fuera coser y cantar, el Estadoproletario o la dictadura del proletariado, mquina opresiva demasiado abstracta enlas visiones que de ella tenan los neo-hegelianos que las echaban de muy materialistas, se

    morira de tedio, cansado de no hacer nada o, segn el decir galano del profeta menor,Engels, se marchitara como flor al irse la primavera, pasara al museo de antigedades o,ms miserablemente, al montn de la chatarra. Y quiso el bakuninismo, si por accidentehistrico cabe dar el nombre al anarquismo, destruir al Estado en s, burgus como eraentonces, y no admitir su reconstruccin en nombre o a instancia del proletariado, por lasuprema razn de que todo Estado supone el uso y el abuso de la fuerza: tirana. La Rusia

    bolchevique prueba a posteriori -y esto es lo trgico para todos, principalmente para elproletariado ruso- lo que a priori ya tenan probado por axioma, teorema, corolario yescolio nuestros tericos todos, de Lao Ts a Zenn en las remotas culturas china y griega, yen la occidental moderna, de Voltaire y Diderot a Godwin y Proudhon, Malatesta,Kropotkin, Reclus y Pi y Margall.

    Pero la revolucin rusa a probado mucho ms, y al confirmar los resultados de la desastrosarevolucin bolchevique han venido todas las fascistas de los aos posteriores y vienen, muyde prisita, bien que a la chita callando, las evoluciones pacificas y discretas del Estadocreciente en Inglaterra y en los Estados Unidos; y, a la vista de lo que ha ocurrido y estocurriendo sin necesidad de apelar a la previsin de lo que va a ocurrir-, los camaradasmarxistas de todos los estandartes y apelativos van a tener que pensar que el misterio de laencarnacin est ms claro que el agua en comparacin con su creencia o su aserto de que,una vez que el Estado proletario destruya a la burguesa, nos hallaremos en una sociedadigualitaria y sin clases del cero y coma. Porque lo que ahora se ve es que el Estadomoderno, bajo cualquier mote que se le ponga, no es el servidor y representante de la

    sociedad -que nos dibujaron ciertos metafsicos metidos en dibujos-, ni el servidor yrepresentante de una clase social ajena a l mismo -que nos pintaron, al fresco, docenas deadocenados dialcticos-, ni las otras mil cosas que unos dicen y otros creen, sino un poquitode todas ellas y un mucho -casi todo, y ms a cada paso- de otra bien distinta: una clasedentro o encima de la sociedad. Pero clase de por s, y aun la mejor definida, msorganizada, de ms firme estructura, de ms hondo sentido clasista, de ms tenebroso poderatvico, de mayores recursos -arma, ley, papel moneda-, de tctica ms sutil y de ms ampliaestrategia: la clase del Poder, la autoridad hecha clase, la mquina de los metafsicoshaciendo alarde de ser un organismo de carne y hueso, y el apartado civil, trocado en quistesocial. Que el proceso de autoridad a sociedad a travs del Estado no hace sino repetir el dedivinidad a humanidad a travs de la Iglesia, fase por fase y punto por punto; y la clasesocial privilegiada en que aquellas se convirti en los tiempos del Papado omnipotente es elespejo en que la clase estatal se mira ahora, cuando el Estado es todopoderoso.

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    Apunt esto aos atrs -Antifascismo proletario, tomo I; Madrid, 1938-, y he escritodespus acerca de ello, ms ampliamente, en Cultura Proletaria, nuestro semanarioneoyorquino; pero creo que el asunto merece ms insistencia, no slo porque la idea delEstado-clase que la realidad nos da, desbarata en un solo golpe a todas las falsaspresuposiciones en que el marxismo basa su tctica de la revolucin, sino tambin porque

    confirma de verdadera la tctica anarquista con argumentos ms eficaces, desde el punto devista poltico, que los de carcter netamente filosfico, exaltadores de la libertad.

    Si he de aclarar esto, permtaseme decir que, aunque tengamos libertad por aspiraciningnita, tan avezado est el mundo a vivir sin ella, que las aberraciones de la tirana y laesclavitud han hecho estragos en la personalidad humana, y no slo individuos aislados,sino clases enteras y pueblos completos han dejado de sentir todo anhelo libertario, pareceque slo aspiran a comer y echar barriga; lo cual explica porque nuestra propaganda, queapenas hace otra cosa que exaltar el valor espiritual de la libertad, muy pocas veces tiene laeficacia precisa, y es tomada a menudo por chifladura. Si, a la vista de esto, nos tomamos lasmolestia de advertir a las gentes que el Estado es, adems de un instrumento de tirana, una

    clase social privilegiada, que por su propia naturaleza aspira a usurpar, no slo los derechosy los bienes de alguna otra clase, sino los de toda la sociedad, ya sea burguesa, ya proletaria,y somos capaces de probar tal aserto ante todos los oyentes, nuestra esperanza de enfrentarpueblos enteros con los Estados que los dominan ser robustecida por las mejoresposibilidades.

    De otra parte, la interpretacin marxista de la lucha de clases no nos basta para entenderciertos procesos histricos, tales como el espaol de los cuatro siglos ltimos, el japons delpostrero, el alemn de la gira prusiana, etctera; procesos que aparecen claros a la luz deesta idea del Estado seor de la nacin, del aparato civil trocado en clase social.

    La historia de esos tres pueblos que acabo de citar, en los periodos ya sealados, no es lasuya propia, y mucho la de las clases a-estatales que los integran, sino principal y aun casiexclusivamente la de la Estados que los gobiernan, pastorean y ordean.

    Si en los artculos de Cultura Proletaria me fue imposible explicar -o explicarme, que tantomonta- las revoluciones modernas sino recurrir a esa clave del Estado-clase, en estos sonetosde Guerra Civil no habra podido seguir el proceso de nuestra Historia, principalmente lade los ltimos tiempos, sin apelar el agudo lazarillo de la misma teora. Segn la cual, ladiferencia entre estado y rgimen es tan obvia como la distincin entre persona y traje. Y elhbito no hace el monje, como ahora vamos a ver.

    Quin entender la tragedia espaola, sobre todo sus actos ms recientes, si se obstina encreer que el Estado se identifica como la nacin, con el rgimen o una clase cualquiera ajena al, como la burguesa? Nada de eso es cierto, a mi entender. El Estado espaol, por lo menosdesde Carlos V a Franco primero y ltimo, es un cuerpo extrao a la nacin, ya netamenteextranjero, ya extranjerizo, e impuesto o superpuesto a ella, que de cuando en cuando,. Y afin de vencer a la totalidad nacional, se ha aliado ciertas partes de la misma. Ese Estado, bajola monarqua austriaca o borbnica, bajo la Repblica castelarina del 73 o bajo la infausta delos bienios rojo y negro, sea con intrigas o cuarteladas, con camarillas o Cmaras,siempre ha sido uno y el mismo; y si no hay mal que por bien no venga, el rgimennacional-sindicalista ha venido, por fin, a dar a ese estado la ocasin de quitarse la careta.

    Cuando, en Madrid, dirigiendo CNT en los aos de la guerra, quise cumplir mi deber deexplicar a los lectores el conflicto, me di cuenta de que yo mismo no lo entenda y estaba sin

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    idea -si bien con tpicos a espuertas- de lo que fuera en verdad. Pero su anlisis medescubri no un episodio vulgar de la lucha de clases entre burguesa y proletariado, ni unazaragata de banderas polticas, ni una invasin cruda y monda, sino un poco de todo eso,por accidente circunstancial, en el choque del viejo Estado y el nuevo pueblo, entre ladictadura y la revolucin; entre Espaa, de nuestro lado, y la anti-Espaa, del otro.

    Dese entonces, jams puedo olvidar la petulancia con que Casares Quiroga, a la cabeza delConsejo de Ministros en las vsperas sicilianas de la insurreccin de Julio, declamo en lasCortes que, frente al fascismo, el Estado sera un beligerante. No se haba extinguido el ecode su voz, todava aplauda sus palabras todo buen republicano, cuando el mismo Estado -Qu otra cosa son el Ejercito, la Armada, la Guardia civil, la Polica etc.?- se sublev entero,de cuajo, contra la Repblica y contra el pueblo, por la sencilla razn de que la primera ya nole bastaba para aherrojar al segundo. Bajo otra situacin circunstancial, lo mismo ocurri enOctubre del 34, solo que entonces, como la Repblica haba cado en manos de quienes iban adar carta blanca a la clase estatal, los generales a su cabeza, desde el monrquico Franco almasn Lpez Ochoa, batieron al pueblo en el santo nombre de la Repblica, contra cuyoestupro se empez a luchar, tanto en Catalua como en Asturias. El fascismo, el

    monarquismo, el tradicionalismo, el catolicismo, el capitalismo y dems ismos a que elEstado rebelde acudi a partir de su alzamiento en el 36, no han sido sino capas de barniz,bajo las cuales siempre se vio la veta de su garrote. La Guerra Civil fue -y es todava-principalmente un combate a muerte entre el Estado y la nacin; combate que ni fue elprimero ni ser el ltimo.

    De esta idea del estado-clase, ms que de la lectura de nuestros maestros -que, dicho sea depaso, todava lo han de ser por muchos aos- surge mi opinin acerca de las tareas que nosincumben y mi visin del futuro de Espaa. Si el Estado es la clase del Poder, el poltico quelo conquista no hace otra cosa que ser conquistado por l, y en la conquista mudar declase, renegar de la suya de origen y pasar a la ms poderosa, que acabar siendo la nica

    privilegiada. Es lo que hacen todas las ratas sabias del mundo financiero. Los capitanes deldlar y de la libra esterlina, los poderosos banqueros de la City y Wall Street, saben muy bienque, en estos tiempos, la nica manera de conservar su poder es refugiarse en las ciudadelasde Washington y Westminster, cambiar el traje capitalista por la librea estatal...

    Si todos las Partidos polticos tienden a la conquista del Estado, pues que sin ese propsitoholgara su existencia, no hay uno que no pretenda identificarse con l, y a ciegas o asabiendas, todos, en potencia, son enemigos del pueblo, por noble que sea la intencin queles anime. Pues parece que alguien vino del infierno con el soplo de que est empedrado de

    buenas intenciones La poltica estatal o estatalista, bajo cualquier bandera que acte, si noes prspera da una democracia de chicha y nabo, tras la que el Estado se corrompe y crece,

    corrompiendo a su vez a los Partidos con un rgimen de turnos, yernocracias, timocracias yfavores: si lo es y navega viento en popa, siempre acaba en dictadura del Estado sobre lanacin, y cuanto ms vigor tenga y ms activa sea, tanto ms avanzar, fatalmente, hacia lassuperestructuras totalitarias, absolutistas y negativas, de un neo-feudalismo encasillador,sangrador, amolador y pendenciero.

    La poltica nacional o popular, si ha de ser algo, ser a-estatal, an-arquista de por s, anti-estatal y anti-autoritaria en funcin; y si ha de salvar a la sociedad presente, no se pagar decredos, sino de oficios; no de dogmas, sino de profesiones; no de programas polticos, sinode procesos tcnicos; y sus rganos no sern los Partidos, sino los Sindicatos, que el Partidosparte y el sindicato sindica, uno casca y otro brega, aqul manda sin crear y ste crea sinmandar; socializa uno los hombres, que no valen un pitoche si pierden su vida propia, y otrolos bienes, con que cada cual puede vivir de por s, y aun dar su talla.

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    Aserto, se, que yo no fundo nicamente en la idea del Estado-clase, sino ms y mejor en lamisma contextura de la tcnica moderna, que, sobre probar que el vinculo social ms firmees el trabajo, va colectivizando o socializando de tal manera todos los procesos deproduccin -aun en el seno del rgimen capitalista, y a pesar de su inmenso sabotaje-, que depor s reclama la socializacin de los productos mismos, no ya por imperativo poltico o

    moral, sino por cruda razn tcnica. Y, entrados en tal periodo histrico, no es sino unalocura, botaratada y desbarajuste seguir rigiendo la sociedad como si fuera casa de orates,como si tales exigencias tcnicas no existiesen, en nombre de opiniones y pamemas y a travsde Partidos completamente anacrnicos, vueltos de espaldas a la realidad. La economa denuestra poca nos impone, sin preguntarnos si nos agrada o no, considerar el todo social -maana ser el humano, sobre todo el Globo- como un solo proceso tcnico, como una solaempresa de produccin administrada ntegramente por sus cuerpos profesionales, en los quecada hombre tenga por carta de ciudadana su carnet de productor, y a travs de los cuales,socializados los medios de vida, vengan a ser libres e individuales los modos de pensar y devivir.

    Volviendo a Espaa: no se salvar mientras no se libere, de una vez y para siempre, delEstado que la viene esclavizando de hace siglos, destructor de autonomas y organismoscomunales, aniquilador de la revolucin en que Espaa entraba entre los siglos XV y XVI,devorador de nuestra riqueza y de nuestra carne, anttesis horrenda de nuestro destino y denuestro genio -universalista aqul y libre-albedrista ste-. De estar sometidos a esta negacin

    brutal de nuestro modo de ser, de nuestra autentica idiosincrasia, nos viene este madurar enel fracaso y este soar en la frustracin, este amor a la patria chica y esta lidia permanente dela grande, este sentirnos llenos de todo y hallar vaco cuando logramos, esta perenneinsatisfaccin de ave sin aire y pez sin agua, esta traza de pueblo no invertebrado, sino rotode badallo y, en fin, el vaivn, el altibajo y el desequilibrio histrico en que estamossucumbiendo, agonizando del todo al nada, de la cumbre al abismo, de la afirmacin a la

    negacin. A seguir as, gobernados por loqueros, que nos ponen la camisa de fuerza cuandorasgamos la de once varas, convertiremos Espaa en un manicomio, y ciertamente no suelto.

    Tal ocurrir si, perdiendo la experiencia de la Guerra Civil y las ms desoladoras del periodoinmediato posterior, amn de la ya elocuente de la segunda Repblica, cambiamos dergimen poltico y no de normas sociales, que tanto fuera mudar de dieta sin operarnos lalcera que nos corroe la entraa. Y no pasaremos de mudar de rgimen, de apariencia,mientras los partidos polticos anden a la grea y pierdan eltal por darle sus antifaces al

    bandido del Estado. No hay ms salvacin que la que puedan traer nuestras fuerzassindicales -C. N. T. y U. G. T.-, unidas en la reconstruccin econmica y social e Espaa, que,con ellas por base y estructura, debe convertirse en una comunidad de hombres libres, una

    comunidad de trabajadores y una comunidad de bienes. Todo lo dems ser, no ya aburridopasatiempo, sino caos y taido de cencerros, navajazo de reyerta o puntillazo de matarife.Hemos de verlo? Depender, en buena parte, del pueblo productor -mano de obra eintelectualidad profesional-.

    No cabe duda que, de estar en Espaa -entre vosotros, compaeros en quienes especialmentepens al hacer estos sonetos- habra escrito de manera un tanto diferente; sabra mejor quexaltar y qu abatir, qu defender y qu condenar; pero acaso, tambin, por tener el temadelante de los ojos, mi trabajo acerca de l no tendra ni aun pretensin de perspectivahistrica. Debo aadir que aqu, a distancia, no he andado a la husma de hombres, sino queusado mis armas de francotirador contra tipos. El Caudillo mismo no el GeneralFrancisco Franco Bahamonde, sino el General Feln, el Traidor, el Verdugo, el Asesino de su

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    pueblo, y antes se llam Narvez, Pava, Serrano Los ha habido a centenares. Otro tantodigo de las gallinceas de su corral; slo son tipos.

    Una cosa me duele: nuestro pueblo ha cometido tantos mrtires, que no hay manera derecordarlos nombr por nombre, y destacar el de algunos de ellos -Companys, Zugazagoita,

    Juan Peiro-, casi es negarles el merecido tributo a otros. Y as ocurre tambin con nuestros

    hroes, bien de la guerra, bien del terror en la paz Me he atrevido a tomar slo un nombre,el de Durruti, y eso porque la figura de nuestro gran compaero creci tanto en la contienda,que ya no es slo nuestra, sino de todo el pueblo espaol. Las de cinco escritores, que aquevoco, no vienen de lo que el fascismo le quit a Espaa en el orden espiritual cuandoempez a borrar nombres egregios.

    Tambin debo advertir que en Guerra Civil no se menciona a la mujer, por dos motivos: siestuvo o est con la morralla fascista, ms vale no nombrarla, si de nuestra parte, seconfunde heroicamente con el pueblo, es carne de su carne, y hablar de l es hablar de ella.En cuanto a desertores, algunos hemos tenido, y yo prendo y crucifico el tipo vil peor deellos: Manuel Azaa. La velada en Benicarlo, ese libro escrito por el Ultimo presidente de

    la Repblica en la paz mediterrnea cuando el pueblo, bajo banderas republicanas, se rompael forro cerrndole al fascismo el camino hacia Levante, es algo tan repulsivo y sin nombre,que ni descrito se concibe ni aun ledo se cree; y el miserable que lo escribi, muerto o vivo,republicano o fascista, para el pueblo es un traidor de igual calaa que Franco, llevndole deventaja su cobarda de gabinete, su alevosa de entre cortinas.

    Hay otra cosa que me pide unas palabras: la conducta de Francia respecto a los exiliados. Yono conozco ese pas lo suficientemente bien para decir, sin miedo a error, qu es lo que haocurrido en l: si, podrido el pueblo de arriba abajo y de derecha a izquierda, ha corrompidoal Estado, o si, putrefacto ste, descompuesto de la mdula a la piel, ha corrompido alpueblo. Lo cierto es que la podredumbre es mucha y afecta al Estado entero y, total o

    parcialmente, a todos los tejidos sociales del pas slo as es posible creer lo que en Francia haocurrido, sin protesta vigorosa, ni aun perceptible siquiera, con los refugiados espaoles.Qu digo espaoles: de todos los pases en que el nombre de Francia todava sonaba alibertad!

    Nadie querr, entre nosotros, despertar un chauvinismo anti-francs, cualesquiera que seanlas ofensas que de Francia hayamos recibido, o las heridas que en carne espaola abriera;pero, ciertamente, Francia nos debe una cuenta, una sentida reparacin, y, o la paga, o pormucho tiempo, cada vez que se asome al Pirineo, encontrar en Espaa un airado enjambrede resquemores. De cualquier modo, nunca nos falle la fe en los pueblos. El francs haaprendido, a partir de 1.940, a qu extremos conduce el relajamiento del valor cvico y qu es

    posible esperar de un Estado venal y patriotero, agusanado y bochornoso, que ha traicionadoa su pueblo, tan cochinamente como en el 71, bajo las armas del invasor. La lucha de esepueblo contra ste, una vez que se ha visto entre sus manos, permite esperar unaregeneracin rpida y honda, que no llegar mientras los franceses no metan mano a suEstado con denuedo semejante al que derrocharon en el ataque al invasor; y si llega, tal vezello baste para que Francia gane de nuevo nuestros menos que una revolucin.

    Acabo ya, compaeros; les envo esta obra con un gesto de homenaje y en seal deadmiracin por vuestro herosmo de combatientes. Que en cada palabra les lleve mi saludofraternal, y que sus versos, de vuelta al pueblo que los inspira, ran y lloren con l, canten ygriten en sus gargantas de valle y de volcn, besen heridas y quiebren grillos, sean rojasamapolas de sus campos tristes y estrellas de la noche que se esfuma ante los hierros de susprisiones; que cada una de estas estrofas sea latido de sangre en sus pulsos esposados,

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    gallarda crencha se su altivez, gesto audaz de su arrogancia, girn de su alma en tormento,gemido interno de su dolor, desplante airado de su desprecio, y cada soneto, con su mensajede lucha, sea pistola de esquina, crepn de duelo, bandera de rebelin. Vaya, por fin, contoda la obra, mi encendida esperanza de que muy pronto suene la hora de la espaolaliberacin. Todo llega en este mundo, y, segn Tirso,

    No hay plazo que no se cumplani deuda que no se pague.J. G. P

    AUTOR, HERRAMIENTA Y OBRA

    UNO DE TANTOS

    Yo soy slo una lgrima del rode un pueblo que, en prisiones encauzado,

    ya se estanca o ya ruge desbordado,

    que en la presa se le hace el llanto bro.

    Surg en el manantial del albedro,que jams en mi Espaa se ha cegado,y, a fuer de independiente, despeado,

    di en el curso del pueblo con el mo.

    Perdido en su caudal claro y profundo,con l fui bajo el sol de la pelea,bajo el fnebre sauce del dolor,

    y al rodar, ro abajo, al mar del mundode la fuente breosa de mi aldea,

    me llen de su angustia y su fragor.

    EL SONETO

    Catorce versos tienen los sonetosde tal modo en estrofas combinados,

    que los ocho primeros, enlazados,dan, con rimas iguales, dos cuartetos.

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    Los otros seis se agrupan en tercetos,de dos en dos o tres en tres rimados,

    pero nunca los seis en pareados,pues no brillan a pares como escuetos.

    Cada verso tendr, sin ripio alguno,once silabas mtricas, y tantolrico acento, que se ondule y vibre.

    Para el tema ser el verbo oportuno,tendr ritmo el poema como un canto,

    y el poeta, en su crcel, ser libre.

    GUERRA CIVIL

    Pasquines, elegas y proclamascon que invade las costas espaolas

    mi angustia de alta mar, que catorce olasal soneto le da, de sangre llamas;

    gallardetes insignias y oriflamasde un navo que, en corso, lucha a solas

    y arrojando va en playa y rompeolasversos bruscos como un batir de escamas;

    cantos de odio, congoja y buena nueva,que al entrar, con las mangas a los codos,

    en la lid de la guerra de guerrillas,

    consigo cada cual mi vida llevay a Espaa, del exilio, vuelvo en todos,

    tras aos de remar a sus orillas.

    INVOCACIONES1

    A DON FRANCISCO DE GOYA

    1En el libro editado por Tierra y Libertad, cada subttulo empieza con la palabra Guerrilla precedido por unnmero, empezando con el I en est y as sucesivamente hasta concluir el libro con el nmero Guerrilla XXX,en esta edicin electrnica hemos decidido suprimirlo, (nota del KCL).

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    Fue el tuyo un arte de rodilla en tierra,y en su campo t fuiste el guerrilleroque, ganando una baza si es certero,la partida de un tris pierde si yerra;

    fue aquel que, en tus Desastres de la guerra,no feliz con ser justo, es justicieroy, al azar de aqu mato o aqu muero,quema sus naves y de frente cierra.

    Fue un arte en zafarrancho de combate,que alumbr con la tea el Disparatetras poner se en Espaa, rojo, el sol

    Fue un arte que se fue derecho al toro,y al tener la justicia por decoro,

    descubri lo que es arte en espaol.A DON FRANCISCO DE QUEVEDO

    De audacia a mi valor tu valenta,tu carcter mordaz al mo rudo,

    y aunque nada me d tu ingenio agudo,seguir tu camino mi osada;

    valgas me t, cara a la lid, de gua;ya de arenga tu nombre, ya de escudo,

    y el castellano, en mi decir desnudo,ser espada, y aun rayo, en la porfa;

    pues igual que la tuya mi alma sientey al tirano, contigo, lanzar puedola altivez de tu epstola valiente:

    -No he de callar, por mas que con el dedo,Ya tocando la boca, ya la frente,

    Silencio avises o amenaces miedo

    A DON QUIJOTE DE LA MANCHA

    Oh genial caballero de aventura,Cristo iluso de todas las Espaas,

    Cmo niega la risa de sus hazaas,Y el llanto, cmo niega tu locura!

    Tu grandeza y, al par, tu desventurasurgen de esa ilusin con que te engaas

    al creer, por llevarla en tus entraas,

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    que el mundo en torno a ti tiene cordura.

    T, seor, ests de ella tan posesotan cuerdo de intencin y nimo eres,

    que el mundo, de ambos loco, tal te llama.

    Si, alma afuera, no es ms que hbito el seso,dignidad de alma adentro t lo quieres,y es llanto en tu ideal, risa en tu fama.

    AL ALCALDE PEDRO CRESPO

    Oh roble que en el recuerdo se recreay en tierra concejil raz echara,

    qu madera te dio ms noble y rarala savia popular de Zalamea!

    Si el rayo de trunc, que cada aldeasaque de ti para su alcalde vara,

    y al tomar desagravio, de honra avara,fiel vara de medir del pueblo sea.

    Que esa vara, aceptando el desafo,del fuero militar, que es desafuero,quibrele, hecha garrote, la cerviz,

    y si a tanto no llega nuestro bro,vlganos el retoo justiciero

    que en su da d, Crespo, tu raz.

    GENIO DE FUENTEOVEJUANA

    Si Espaa, en este airn de rebelda,la plaza de la historia cedi al arte,

    no el guila imperial en su estandarte,sino al fnix de Lope yo pondra;

    y este fnix de ingenio all serafnix del genio con que, edad aparte,

    t resurges, Espaa, al conjurartecontra todo tirano tu ANARQUA.

    Siglo a siglo, hasta aqu desde tu cuna,si tu agnica voz llama a Concejo,cada plaza es tambor de rebelin.

    Siendo as, y as fue Fuenteovejuna,

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    su audacia a tu dolor sirva de espejo,y alce el Todos a una la nacin.

    MADRE ESPAA

    MAPA

    La pennsula Ibrica es la copadel altar marroqu en labio europeo

    y, al par, grecolatina, un camafeoque le prende a Occidente el sol por su ropa.

    Es nave que, segn si a proa o popa,hiende el mar de Coln o el de Odiseo,

    y es, prendida al balcn del Pirineo,piel del toro de fbula de Europa.

    Cruzan sierras y ros su paisajecomo cuerdas y sombras de cordajela morisca beldad de las guitarras,

    y une genio y figura de tal modo,que en Lisboa y en Denia saca el codo

    de hembra de armas tomar, que reta en jarras

    DESTINO

    Rampando a cuatro vientos las vertientesde mi tierra natal, vedla agobiada

    por el sino de ser encrucijadade dos mares y un par de Continentes;

    vedla, en pugna de razas diferentes,siglo a siglo quedar de odios poblada,y, a la sombra maligna de la espada,

    vedla hacer de sus hijos combatientes.

    Mas notad que en el campo de combatesu semilla de gotas de granate

    varias raxas mezclaron para hacer

    un pueblo, de por s individualista,que con actos de fe universitaria

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    su destina ha de dar a conocer.

    HISTORIA

    Bien podran los versos de Almafuerte-No te des por vencido ni an vencido-

    ser leyenda de Espaa, que se ha erguidocien veces, inmortal, sobre la muerte.

    Su destino ments es de su suerte,sus leyes con su ley ha desmentido,

    bajo todas las fes se le ha tenido,y en cadenas de fuerza, nimo fuerte.

    Crculo negro, ms de rojo centro,donde salen antorchas de la hoguera,

    pero el mismo infinito crcel es,

    aqu el pueblo espaol, libre por dentro,nos lo pintan de esclavo por de fuera

    y est, a fuer de reveses, del revs.

    TEMPLE

    Quien de Espaa tom su enjundia humanay ha bebido la vida en su venero

    siempre lleva en s el mrtir del no quieroy el hroe del no me da la gana.

    Tal fue ayer, tal es hoy, ser maanaquien, siempre en lucha a muerte por su fuero,

    no ha rendido jams su nimo enterodesde la edad de la invasin romana.

    Todo est como entonces en su tierra,donde poderes a su vida extraos

    crcel la han hecho en paz y circo en guerra;

    mas, contraria a su ser la tirana,si ha sufrido su yugo dos mil aos,fue en ellos un combate cada da.

    SUEOS

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    Sueos fueron, y nunca ms logradas,las glorias a que Espaa alz su vuelo,

    pues, aparte las alas de su anhelo,siempre ha tenido las dems cortadas.

    Se les fue a sus grandezas ms cuajadas,cual si fuera soado, el santo al cielo,y aun dio, pese a escribir a contrapelo,sus verdades Quevedo por soadas.

    So Lope que el grande y el pequeoiguales son lo que les dura el sueo,

    y un sueo nos leg en Fuenteovejuna;

    preso Cervantes, su Quijote suea;Caldern, que La vida es sueo ensea,

    Y en sus sueos cifra Espaa su fortuna

    EJEMPLARIO

    VIRIATO

    Ay, primer espaol de mar a mar,que en lo antiguo y lo heroico eres primero;

    t, primer ejemplar de guerrillero,le enseaste a mi raza a pelear!

    Quien nunca hizo otra cosa que robarte tild, por deshonra, de cuatrero,

    mas tu patria, que es pan, trabajo y fuero,te venera como hroe tutelar.

    Si un pual de hroes sucumbiste,tinto en tu sangre, su dominio extiendepor la tierra en que a Roma combatiste;

    y, aun con l en la nuca, tu arrogancia,cabalgando los siglos, nos enciende

    con la arenga de fuego de Numancia.

    JUAN DE PADILLA

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    Se hinco ante el verdugo la rodillaque ante el rey se neg tu orgullo a hincar,como el cuello que el trono ansi humillar

    se dobl sobre el tajo, que no humilla;

    y al caer, a cercn de la cuchilla,

    tu cabeza soberbia en Villalar,con tal cuo la Historia hizo acuarla moneda de mieses de Castilla:

    rubio dobln por la labor batido,con tu cara en su cara ennoblecido,

    y en su cruz, con tu cruz de comunero;

    si en paz, de todos pan en la ancha tierra,pero escudo de todos cuando, en guerra,

    nos quiere avasallar el extranjero.

    EL EMPECINADO

    Quin te viera otra vez espada en mano,formar entre labriegos tu guerrilla

    y acechar los caminos Castilla,

    listo el ojo, y la garra, de milano!

    Quin te oyera cantar luego en el llanocuando, en paz, libertad fue tu semilla,

    y, al oler la traicin, vuelvo a la silla,levantar tu pas contra el tirano!

    Quin pudiera olvidar tu amargo exilio,tu cadena al volver, tu jaula en Roa,

    y el cadalso en que nadie fue a tu auxilio,

    y, ay, quin tuviera por misin la hazaade escribir cien romances en tu loa

    y en ellos otro Cid darle a otra Espaa!

    LOS LIBERTADORES

    Como un vuelo de cndores, su famanubla el sol de las crestas de los Andes,y all donde tus hijos son tan grandes,grande a ti su grandeza te proclama;

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    prendidas tus antorchas en tu llama,jams permitirn que atientas andes,

    y a su luz, por el Mundo, Espaa, expandesla misin que, en tinieblas, te reclama.

    Tu destino no fue el de la conquista,ya que hoy, por dar ayer conquistadores,sus grillos de opresin tu carne oprimen:

    se lo dan a tu fe universalistaquienes, tal vez tildados de traidores,

    redimiendo tus presas te redimen.

    BUENAVENTURA DURRUTI

    Palafox y Lanuza de Aragn,libertad y justicia de su tierra,

    tu recuerdo, que tanta gloria encierra,campa all con el aire de un len.T fuiste el ms gallardo torren

    en la Muralla del Madrid de guerra,y all fue un terremoto en una sierra

    que parti tu corazn.

    Como Espaa os form del mismo barro,Tu nombre atruena el Mundo con el nombre

    de Corts, Belalczar y Pizarro;

    ms, opuesto tu afn al de conquista,t par de esos titanes de hombre a hombre,

    por hombra de bien fuiste anarquista.

    DECADENCIA

    EL IMPERIO2

    Una de las verdades fundamentales de nuestra historia es que la decadencia de la nacin espaola es algo as

    como la sombra del auge de su Estado, y agigantndose ste con las empresas imperialistas de Carlos V,aquella sombra empez a alargarse al salir el sol del imperio. Poco importa que en Institutos y universidades se

    nos haya dicho todo lo contrario. Quien estudie por su cuenta el periodo 1.500-1.700 hallar datos sobrados paradeshacer todos los mitos y trampantojos de de la falsa tradicin monrquica y catlica de Espaa, y ver conclaridad, cualesquiera que fueren sus prejuicios, cmo, por qu y hasta qu extremo se arruin nuestro pas endos siglos de milicia y de servicio, de imperio y catolicismo, de sometimiento absoluto al Estado y a la iglesia -

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    Al rendirse el Ocano a Colny a los Reyes Catlicos Granada,

    nuestra gente a la guerra fue lanzada,tras perder su inicial revolucin.

    Sometida al Estado la nacin,

    si es que no en Villalar decapitada,de un Monarca, un Imperio y una espadaya fue vaina, ya tercio, ya bufn.

    Si angosto el Mundo fue a sus latrocinios,despojada se puso a hacer despojos,

    ambos exticos-. De esa poca parte la tragedia espaola, la negacin nacional, nuestra vida del revs, nuestrodolor de pueblo frustrado, nuestra locura de insatisfecho y de oprimidos. El contraste entre el mito y la realidaddel Imperio espaol, o entre la grandeza blica del Estado y el desastre plural -pues que fue en todos losrdenes de vida- de la nacin, pocas veces ha sido tan bien expuesto como en dos sonetos de corte magistral, unode Hernando de Acua y otro de Quevedo, de los que he trado sendos versos a este mo. Y aunque ambos andan

    por todas las antologas clsicas, creo que vale la pena reproducirlos aqu. Dice el de Acua, rindiendo culto almito catlico-imperial:

    AL REY NUESTRO SEOR

    Y a se acerca, Seor, o es ya llegadala edad gloriosa en que promete el cielo

    una grey y un pastor solo en el suelo,por suerte a vuestros tiempos reservada;

    ya tan alto principio en tal jornadaos muestra el fin de vuestro santo celo,y anuncia al mundo, para ms consuelo,un Monarca, un Imperio y una Espada.Ya el orbe de la tierra siente en partey espera en todo vuestra monarquaconquistada por vos en justa guerra,

    que a quien ha dado Cristo su estandartedar el segundo ms dichoso da

    en que, vencido el mar, venza la tierra.

    Y as contesta el genio agudo, realista, incorruptible, de Quevedo:

    AVISOS DE LA MUERTE

    Mir los muros de la patria ma,si un tiempo fuertes, ya desmoronados,de la carrera de la edad cansados,por quien caduca ya su valenta,

    Salme al campo, vi que el sol bebalos arroyos del hielo desatados,

    y del monte quejosos los ganadosque con sombras hurt su luz al da.

    Entr en mi cada; vi que, amancillada,de anciana habitacin era despojos;

    mi bculo ms corvo y menos fuerte.Vencida de la edad sent mi espada,y no hall cosa en que poner los ojos

    que no fuese recuerdo de la muerte.

    Tal es la diferencia que hay, por ejemplo, entre las ambiciones del tiempo de Felipe II y los desengaos de losdas de Felipe IV.

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    y espejo cada cual fue de su suerte,

    que el sol no se pona en sus dominios,ni hall en ellos en qu poner los ojosque no fuese recuerdo de la muerte.

    EL SIGLO DE ORO

    Si Espaa nunca fue tan pintoresca,no ha tenido jams menos decoro

    que en aquel de sus letras Siglo de Oro,que a la mstica unci la picaresca.

    Siendo un mundo de rezo, engao y greca,

    slo tuvo el trabajo por desdoro,y el verbo slo fue comn tesoro

    de hampones, clerigalla y soldadesca.

    Si en afn de vivir se desva,muero porque no muero declamaba

    la infeliz gusanera nacional;

    mendigo era hasta el rey, y aun l heda;desangrado, el pas se despoblaba,

    y era sede del reino un escorial.

    LA CAIDA

    De los Austrias pasando a los Borbones,fue de mal en peor la patria ma,

    que, tras guerra civil, la Monarqua,si extranjera otra vez, dobl sus dones

    bajamos dos a dos los escalonesdel Poder, a ocupar la portera,

    y Espaa se humill a la seorade quien antes lustrara sus tacones.

    Al siglo de querer y no poder,de tropiezo en tropiezo fue a caer,

    exhausta, entre un cornudo y un feln:

    fue un pingo entre el cachete y el testuz,fue un real que, al ser jugado a cara o cruz,

    quiso al aire atrapar Napolen.

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    PUEBLO A SOLAS

    Vendido por el trono en su desmayo,

    y el estado a merced de armas ajenas,si un pueblo grit Vivan las caenas!,otro pueblo naci en el dos de Mayo.

    Como Goya lo vio, trgico y gayo,del ruedo nacional en las arenas,

    levant las peinetas como almenasy esgrimi la navaja como un rayo.

    El pueblo se qued, en la guerra, a solasy, a sus anchas las gentes espaolas,

    tal guerra vino a ser revolucin,

    que en las Cortes de Cdiz ley fue el fueroy, a la vez que el programa comunero,

    renaci, con el pueblo, la nacin.

    QUIEN MANDA, MANDA

    Destierro, crcel, horca, tiranadio en pago el Rey Feln, de vuelta, a Espaa,

    y, estorbndole el mismo Malasaa,la majeza redujo a chulera.

    Ciencia fue el torear; pensar, mana,para el rey que en Chamorro hall compaa

    y aun, buen conocedor de su calaa,de colega trat a Jos Mara.

    Nos dio una Mesalina en su heredera,por herencia dej guerras civiles;

    por cetro, las vergenzas de cualquiera;

    la Corona pas a ser coronilla,y al pueblo, sacristanes y alguacilesle doblaron de cuello y de rodilla.

    FINIS HISPANIAE

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    NUESTRA HERENCIA3

    No heredamos ninguna gloria antigua,sino el polvo de todas y su ruina:

    ya un eco de la falsa isabelina,ya un ay! del moribundo en la manigua;

    la Repblica muerta a fuer de ambigua,la hecatombe cubano-filipina;

    de faccin a cantn, guerra intestina;de alzamiento en motn, troj muy exigua.

    Que nacimos en un pueblo sin pulsosometido a un Estado sin decoro,

    donde slo era inercia nuestro impulso,

    y Aqu hace falta un hombre! proclamabala farndula negra, en falso coro,

    cuando era un pueblo en s lo que faltaba.

    LA CANALLA

    Mentira de abanico y pandereta,

    y en su mismo mentir encanallado,fue el pas de su rgimen tablado,

    y ste, en l, de extranjeros marioneta.

    Fue la Iglesia, ya coima, ya alcahuetadel pcaro chulesco del Estado,

    y, explotando el delito y el pecado,se repartieron a medidas la peseta.

    Crcel y tasca de la chusma escuela,limpio fue el navajazo por la espalda

    y el hogar colind con el burdel,

    3Tengo el deber de manifestar que en este soneto contraigo una deuda con Po Baroja. En uno de sus librosacerca de Aviraneta, aparece ste charlando con Zurbano, el guerrillero, en una fonda de la Guardia. -Aqu hacefalta un hombre-, dice el de armas, violento y simple, dictatorial. -No- contesta el conspirador, agudo ycomplejo-; lo que hace falta es un pueblo Y a m me parece -me ha parecido siempre- que en esos dos tipos yen ese par encontradas opiniones fij Baroja, con sencillez magistral y perdurable, nuestro dilema poltico. Elhombre de Zurbano es el dictador militar, es la dictadura, y el pueblo de Aviraneta es el que empez a surgirhacia el 1.870, entre la internacional y el Cantn de Cartagena; es la clase trabajadora, que al luchar redimirse

    redime a Espaa, y al surgir como pueblo nuevo en nuestro pas, reclama nuevas normas polticas, econmicas,sociales, y se ve en la revolucin. El Hombre y el pueblo son la dictadura y la revolucin; es decir: la tiranadel Estado, de una parte, y la liberacin nacional, de la contraria. Bien entendido que, como la clase trabajadoraes el ncleo de la nacin regenerada, la liberacin nacional ha de empezar por ser proletaria.

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    le meti al castellano el cal espuela,no hubo ms evangelio que el Ripalda

    y el solar del derecho fue el cuartel.

    LOS GENERALES4Yo he visto una procaz fotografadonde, en cnico alarde de troneras,

    brindaban por Espaa, entre rameras,Miguel Primo, Sanjurjo y compaa.

    Primo estaba en el trono de la orga,Palpndole a su coima las caderas;

    Sanjurjo, a cuatro pies, las posaderasDe otra, y a pelo, en su cuadril tena.

    Cada cual con su vaso y con su golfa,se cuadraban al brindar dos generales,

    teniendo otro por cama un canap;

    se buscaba una pulga su marcolfa,y en un marco con cima de armas reales,

    C, coac! deca el pie.

    LOS PROFETAS5

    4 Bajo este ttulo de Los Generales describo un cuadro subido de color, pero no hago ms que eso: describiralgo que he visto, al principio de la Guerra civil, en Madrid, uno de los corresponsales de Guerra de CNT,cuyo nombre me reservo para no dar lugar a que las represalias franquistas se ceben en l, obtuvo de unosmilicianos, que le haban adquirido en un registro, la fotografa a que me refiero, y al pie de la cual apareca contodas sus cuatro letras la palabreja de que yo dejo tan slo la inicial. Si el caso es duro de creer, la duda arranca,no de mi aserto de haber visto tan sucia estampa, sino de quienes en ella de tal modo se lucan se atr3evieran ahacer tanta ostentacin. Esto es lo difcil de admitir. Pero ha de admitir eso y mucho ms todo aquel que tengaconocimientos del bagaje pornogrfico que la revolucin encontr en los bargueos bajo llavn de las clasesdirigentes espaolas de 1.936. Vio alguno de mis lectores la baraja de estampas antialfonsinas, escandalosas engrado superlativo, que alguien descubri en el palacio de un grande de Espaa? Conoce alguno el titulo

    nobiliario, firmado de puo y letra del Rey postrero, en el que aparecen las fotografas de cuerpo entero de unaristocrtica y su mujer, ambos tendidos a la romana y en cueros, aunque no como su madre los pari? Si losfascistas no han dado con el escondite, yo tengo en Espaa todava varias cartas manuscritas de Alfonso XIII, lascuales, a no estar mancas de ortografa y cojas de sintaxis, bien podra compararse a las crudezas de Aretino, yaun presumir de ms verdes que los audaces atrevimientos de la obra clandestina de aquel ingenio de Sueca, tansoca, que llam Bernat Y Baldov De cualquier modo, y volviendo al cuadro descrito en este soneto, lo quenadie dudar es que Sanjurjo, Primo y otros redentores por el estilo llevaba esa honorable vida de juerga y delupanar, desde la que despreciaban, tenindose por muy machos , a hombres de distintas inclinaciones, como,

    por ejemplo, Franco5Si importante fue la obra de regeneracin llevada a cabo en Espaa, desde las licencias isabelinas a nuestrosiglo, por una veintena de intelectuales, ms lo fue la labor insuperada de los hombres que le dieron la buenanueva y el nuevo pueblo, a la cabeza de los cuales hay que poner a Anselmo Lorenzo y a Pablo Iglesias, cuyosnombres aparecen juntos en aquellos olvidados manifiestos del siglo pasado, que ya nos dieron la norma clara y

    precisa de nuestra revolucin: sindical, socialista y libertaria. Fueron recogidos, Casio todos ellos, en Elproletariado Militante, y bien valdra la pena reimprimirlos, dirigindoselos a la C. N. T. y a la U. G. T.,siempre en espera de que coincidan en las doctrinas que un da compartieron sus precursores. Nuestra Biblia detrabajadores y de espaoles tiene muchos libros, pero no el principal el Idearium espaol, ni Las

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    Desde aquella fecunda soledadque su adis de suicidio nos dio un da,

    Ganivet proclam su profecaLacerada de angustia y de verdad.

    Y en el yermo de Espaa, cuya pazturbaban ayes de hambre y de agona,

    levantaron su voz de rebeldaCosta, Pi, Salvochea, Reparaz

    Cristos de una de nueva, ms humanaque el credo de los falsos redentores,

    se irguieron, cada cual como un gigante,

    y en su pos, a la luz de la maana,

    que tea de sangre sus albores,surgi el Proletario Militante.

    EL NUEVO PUEBLO

    Si, vencida la Espaa comunera,con su sangre el Imperio se bautiza,

    cuando ste halla su fin, en su cenizabrilla un ascua de fe: la Espaa obrera.

    Del pasado al arriarse la bandera,la ensea del futuro el taller liza

    con la chusma servil de la primera:

    pueblo nuevo, de marcha en el caminodonde Espaa, que de l fue desviada,

    dej un da su huella y su destino;

    pueblo de obra y de fe, de mina a mar,que nos trae, para hacer frente a la nada,

    la pasin y la angustia de crear.

    PASO A PASO

    nacionalidades, ni Reaccin y revolucin, ni El colectivismo agrario en Espaa, ni Geografa y poltica,sino el ya mencionado de Lorenzo. (Por fortuna, ese libro ha sido reeditado en Mxico y en Francia, despus deescribir yo lo procedente).

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    LA BENEMRITA

    Casco recio, alta silla, porte armado,negra y hosca en su capa cuadrillera,

    por la airada amplitud de Espaa entera

    patrullaba, entre el pueblo y el estado.

    y al brillar su tricornio charoladobajo soles de plaza o carretera,ya fuego de sutil su fulgor era,

    ya destello de sable ensangrentado.

    Naso en husma, ojo en saa, boca ardiente,cada rostro forzaba el barboquejocomo el perro de presa la cadena,

    y a la espalda sombra de su frente,tras la cruz de jurar del entrecejo

    cada crneo al terror daba colmena

    MARRUECOS

    Rescoldo de las piras del Papadoy escoria de imperiales embelecos,

    la sangrienta campaa de Marruecosfue un negocio entre el Rey y un su privado

    La Iglesia puso a Dios de nuestro lado,y en la Plana Mayor, de crneos huecos,

    la Historia redobl sus falsos ecos,la ambicin dio su envite al entorchado

    No ms contra el infiel que contra Espaa,fue un crimen y un baldn cada combate

    de esta guerra dos veces asesina,

    y en pago de servirle en la campaa,dijo el Rey, de sus tropas al rescate,que era cara la carne de gallina

    LA C. N. T.

    No tuvo raza virgen ms vigor

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    ni hubo pueblo ms rico de energaque esta hueste con fiebre de ANARQUA ,

    mano de obra y prevs de pundonor:

    fuerza ingente, que, en vez de un estertorde la furia espaola en su agona,

    fue Espaa hecha volcn de rebelday alzado al cielo oscuro su alma en flor;

    huracn de combates proletariosque, a la luz de la plvora, asaltaba

    las Bastillas del oro y del Poder,

    y un credo de ideales libertariosque, al pasar la tormenta, si pasaba,bendito iris de paz vendra a ser.

    DICTADURA6

    El romance de moros y cristianosversos tuvo esta vez acusadores,

    y aun el coro infantil, a sus clamores,reclaman justicia, altas las manos.

    Irguindose ante el Rey, republicanosde otra edad los pioneros creadores,

    el ltimo Borbn, prez de traidores,conjur sus charrascos pretorianos,

    6Alud en este soneto, al citar el romance de moros y cristianos, a una cancin de las plazuelas de Espaa, queya he glosado ms de una vez; por ejemplo, en el poema Las infantinas de Burgos (Bandera de Libertad,Madrid), 1938. Algunas de esas estrofas que las nias cantan jugando al corro tienen en su alma potica toda laanchura poltica de la campaa anti-borbnica cifrada en la palabra responsabilidades, pata ahogar la cualsurgi la dictadura de Primo de Rievera. Y aprovecho la ocasin de registrarlas aqu, para que no se extraven yse nos pierdan:

    Mlilla yo no es Mililla;Melilla es un mataderodonde van nuestros soldados

    a morir como corderos.Ni me lavo ni me peinani me pongo la mantilla,

    porque han matado a mi novioen la guerra de Melilla.

    En el Barranco del Lobohay una fuente que manasangre de los espaoles

    que murieron por la patriaY el estribillo

    Pobrecita madrecmo lloraral ver que sus hijos

    a la guerra van!

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    y los siete aos de Ecija al caminosalieron a robarnos el destino

    y a rendir la justicia a su calaa,

    que al volver de las rotas imperiales,

    se alzaron los vecinos generales,con pendn de conquistas sobre Espaa.

    LA REPBLICA

    Monarqua, o Repblica? Qu importalo que l rgimen es o da en llamarse,

    si el Estado, a su sombra, ha de encargarse

    de regir la nacin con rienda corta!

    Y esta frmula cuca, en la retortade la alquimia poltica al probarse,

    da un bodrio con que Espaa, por purgarsede un rgimen, el feto de otro aborta:Repblica de intriga y componenda,

    que al venir de puntillas viene en pazy en la Guardia Civil cifra el civismo;

    disfraz de un viejo Estado sin enmienda

    que, al cambiarse de nombre o de antifaz,si no se hace peor, sigue lo mismo

    A CAMPO ABIERTO

    NI CHICHA NI LIMONADA

    Si el Estado en creciente, ella en menguante,la Repblica fue luna de ocaso,

    y en nubes de torpeza o de fracazose ocult, vergonzosa o vergonzante.

    Paso a paso, uno atrs, otro adelante,y, adelante o atrs, siempre en traspaso,

    ni el rgimen logr salir del pasado

    ni, a rgimen, tuvimos buen talante.De banda a banda fue, sin carambola;

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    tras mucho prometer, nos dio un camelo,y al querer serlo todo, nada fue;

    Si al pueblo no dej dar pie con bola,del Estado tomar se dej el peloy, al cabo, que le diera volapi.

    SER, O NO SER

    Ser, o no ser; tal fue, en limpio, el dilemaque, tras siglos de duda planteado,

    de tal modo ocup nuestro encerado,que ya no cupo en l otro problema.

    Ser, o no ser, y lo dems, pamema,que, en pugna la nacin con el Estado,fue el tirar cada quisque por su ladocual seguir cada loco con su tema.

    Ser, o no ser; y encampanado el brode toro en torno al cual el ruedo zumba,

    sus cuernos presentaba la cuestin:

    -Qu ha de haber, dictadura bajo un toque Espaa al pueblo en pi le de por tumba

    o, a impulso popular, revolucin?

    OCTUBRE

    Fue el rgimen tablero de ajedrez,y en l, pese a su faz descolorida,mano a mano jugaban su partidapueblo y Estado por postrera vez.

    Y el Estado, con mueca de doblez.tras hacer una trampa bien urdida,

    -Quien se mueva -anunci- pierde la vida,pues est entre la espada y la pared.

    El pueblo, aunque copado, no rendido,se apart del tablero de la trampa

    y al Estado ret, frente a l erguido

    Y Asturias, proletaria en mina y puerto,fue roja profeca con su estampa

    de la guerra civil a campo abierto .

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    EL EJRCITO

    La espada colonial, tan a menudopor el Centro y la Cruz desenvainada,fue sangre comunera bautizada,

    si un trono a Carlos Quinto darle pudo;

    si un imperio gan un filo agudo,fue Espaa en pro de aqul sacrificada,

    y al perderlo temi verse mellada,ms no su deshonor mostrar desnudo,

    que apenas el pas oy los ecos

    de los desastres que su historia encierra,fue faca de matn en nuestra tierra,

    y, al fin, sin ms colonia que Marruecos,tras hacernos en ellas sus muecos,

    declar desde all a Espaa la guerra.

    LA GUERRA

    Fue Espaa, una vez ms, la tea alzadasobre un mundo en la noche acobardado;

    tea que siempre, cuando luz ha dado,de s misma la dio, en ella abrazada.

    Fue esta guerra, otra vez, el todo, o nadaque a Espaa siempre en dos ha desgarrado;

    fue lid de la nacin con el Estado,y en ella el Mundo hall su encrucijada.

    Fue la guerra de todos y de todo;fue el choque de los credos y las gentes,

    del espritu en lucha con el lodo;

    fue el Plus Ultra espaol en los pilaresdonde Espaa es sillar de continentesy es campo de batalla entre dos mares.

    A LA DERECHA

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    EL ESTADO

    No fue la rebelin el alzamientode un Partido Poltico cualquiera,

    y a fe que el charlatn que lo dijerayo podra probarle que era un cuento.

    Como otras veces, fue un pronunciamiento,fue un golpe militar de dentro afuera,

    que la casta estatal, ya la primera,dio en contra de un pas sin escarmiento.

    Fue traicin del Estado -fuerza armada-contra un pueblo que, inerme, encomendada

    su defensa dej al Estado -ley-

    y aunque sta alz su ley como un cayado,la jaura feroz del otro Estado.

    tras ladrar al pastor, mordi a la grey.

    EL INVASOR

    Nos dio Goya un grabado en que el corcelcuya vida fue a perros confiadapone a raya de coces la lobada

    que ha venido a hacer trdigas su piel.

    Si de un lado los lobos en tropel,de otro tiene los perros en manada,

    pero advierte, entre coz y dentellada,que el perro azuza al lobo contra l.

    Vio as Goya la guerra de sus das,y hoy nos cabe en sus tres alegoras

    la que un siglo despus nos ha diezmado,

    que, invadidas las tierras espaolas,fue corcel sin jinete el pueblo a sola,lobo fue el invasor, perro el Estado.

    LA IGLESIA

    Celestina que en venta trae la llave

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    de un cielo que aun de balde nos fastidiay en el halda ocultando va la insidia

    de que slo su bolsa de la clave;

    murcilago de Espaa, negro y suavecomo en plan y en accin es la perfidia,

    con tal voracidad, doblez y envidia,que es, por fuerza, una rata en disfraz de ave;

    no quiso la alcahueta del Estadorenunciar a tejerle la asechanza

    con que el pueblo espaol fue traicionado,

    ni aun pudo la alimaa vampirescaseparar de la guerra la esperanza

    de saciarse una vez de sangre fresca.

    SEGUNDONES

    La canalla poltica cesante,pretendientes sin rey ni corte hogao,

    que, aun as, a imitacin de los de antao,formaban cofrada mendicante;

    la nobleza de nombre rimbombante,

    sin ttulos morralla sin engao,que con ms desvergenza que redao

    pretenda seguir trampa adelante.

    y el fajo de soplones, pistoleros,barbilindos, pedantes y sablistas

    formado en torna a Primo de Rivera,

    vistironse -oro y sangre- de toreros;ms, dejando la arena a los carlistas,

    no salieron jams de la barrera.

    LA BURGUESA

    La inculta y codiciosa burguesaque, ms que otra ninguna rezagada,

    tiene el alma feudal y encoradade quien va en la Edad Media todava;

    gentualla suspicaz, que no se fani de Dios, y ni a Cristo fa nada,

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    nada menos que un pueblo en libertad

    pues, por ella jugndose la vida,con amarla la tuvo merecida,con slo defenderla la gan,

    y, aunque a ambos conden a muerte el Estadole tenan los dos al otro ladoy en el suyo ni el rgimen qued.

    EL PUEBLO EN TRANCE

    Sobre el haz de la Espaa antifascista,todo surcos de heridas y desvelos,

    se alz el pueblo, titnico, a los cieloscon su fe aventurera y anarquista.

    Y as como rasg, con la Conquista,de los mundos de fbula los velos,con su revolucin febril de anhelos

    descubri el Nuevo Mundo socialista:

    tierra firma con trinos de opiniones,que, al esplndido sol de un gran fututo,

    pareca un tapiz de profesiones,

    y ansiada sociedad do, crencha al viento,con trabajo comn y pan seguro,

    libre el hombre, alza al bien su pensamiento.

    EL PUEBLO EN DUDA

    No hay pueblo que no sienta en si fe escasaCuando cruza el Mar Rojo de su sino,

    Ni, al pararse, extenuado, en su camino,Las voces de un pasado que no pasa.

    No hay uno sin traidores que a su masaden simas de fracaso o desatino,

    sin noches en que astro del destinose le nuble en el cielo en que se abrasa;

    y el nuestro, entre las olas de su lucha,detrs tiene la herencia del pasado,

    si delante la tierra prometida.

    Malherido, vacila, cae, escucha

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    y una voz de atavismo, que otro Estadole aconseja crear, le hace suicida.

    EL PUEBLO EN CRUZ

    Conjurado en contra el mundo entero,donde, en grillos, los pueblos no son nada,

    mal pudo el espaol, en la emboscada,dar ms que por su vida por su fuero.

    Fue la guerra su cliz, su madero,su columna de azote y, erizada

    de espinas, la corona ensangrentadaque humill su cabeza en el sendero.

    Con su fe, de Vernica, a la vera,fue cediendo a la guerra en su calvario

    la arrogancia de su revolucin,

    y al pi de aquella cruz en que rindierasu anhelo socialista y libertario,

    llor Espaa, esperando su rendicin.

    NO INTERVENCIN

    DE MUSSOLINI

    -Si a Espaa tuvo Roma en coloniaje,Vuelva a tenerla en coloniaje Roma,

    Y a m, que la conquisto, d su aromade hembra al macho rendida en vasallaje.

    Si esta empresa de fcil bandidaje,como el rapto abisinio, es una broma,

    mientras Londres mi amago en serio tomame har oficio de carta de chantaje.

    Caco y coco ser del Mundo entero,que, temblando al or hablar de guerra,

    dejase trasquilar como un cordero,

    y en el circo fascista de mi tierratal ser mi poder de titiritero,

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    que i figli Della Lupa har de perra.

    DE HITLER

    -Primero, Espaa ofrece la ocasinde probar mis pertrechos militares

    y entrenar, por decenas de millares,mis soldados con carne de can.

    Segundo, Espaa cierra el paso a Albinentre dos Continentes y dos mares,

    tiene a un vuelo de Argel sus Baleares,y en la nuca de Francia, su aguijn

    Tercero, su Marruecos es la cuaque separa dos frentes africanos,

    y al Brasil ponen proa sus Canarias

    Cuarto, todo en la vida es diente y ua,de manera que, listas bocas y manos,cbense, yendo all, mis hordas arias.

    DE STALIN

    -Todo el mundo avanzado y progresivove en Espaa su noble campen;

    ms, la guerra al trocar revolucin,se hace Espaa del Mundo corrosivo.

    Se de cara nos muestra un pueblo altivo,nos la ensea de cruz sin municin,

    y entre el ser y el no ser de esta cuestin,brilla el oro en su canto positivo

    Por ms que Espaa en s me importa un bledo,mucho importa, ya a Francia, ya a Inglaterra,

    y a Italia y a Alemania de revs.

    Si el oro, a cambio de armas, yo me quedoy aun tal revolucin hundo en la guerra,

    subastar el pas podr despus

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    DE CHAMBARLAIN

    -Si en la calle imperial de Europa a Orientedos vecinos se dan de pualadas

    dmoslas de ambas partes por bien dadas,

    que, a mi ver, en tal calle sobra gente

    Si las bases del mundo de Occidentepor un pueblo se ven amenazadas,

    poco importa por quin sean salvadas,que salvarlas primero es lo prudente

    En este par de valvas hoy se encierrala gran ostra imperial de mi Inglaterra

    y, en su seno, mi perla de burgus.

    Mtense entre espaoles e italiano,caigan rojos bajo unas u otras manosy el paraguas me salve a m despus!

    DE BLUM

    -Cest Lhonneur de la France, peuple espagnol,qu'impose ce dshonneur mon Parti

    y al venderte el patriota malgr lui,bien s que el socialista se hace un drte.Je ne suis quun pantin du grand guignol

    o lEurope reprsente sa comdie,Y el Quijote marxista tiene ici

    de patritico Sancho el triste rle.

    Je sais que le fascisme te fait la guerrey en Espaa se luchapour la France,

    mais mon dieu, le Pouvoir cest te Pouvoir!

    Fiel en todo a le mot de LAngleterre,yo adopto el Honi soit qui mal y pense,

    y all te las arreglesAu revoir!

    MENTIRAS

    EL MOVIMIENTO NACIONAL

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    Urdido contra Espaa desde afuerapor judas que compr moneda extraa,con el grito feln de Arriba Espaa!

    se inici en la Legin, que es extranjera.

    Pabelln de rifeos su bandera,Mussolini a su sombra entr en campaa,mostr Hitler bajo ella su calaa

    y Oliveira so ser Olivera

    Puso a Dios de su parte el Santo Padre,y, al verle sangre obrera derramar,

    grit el mundo burgus: -Ole tu madre!;

    decret el extranjero su victoria,y hoy pginas y piernas abre en par

    al Movimiento Nacional la Historia.

    LA PAZ

    Tras girones de nubes que en el cielodesgarr el cicln blico a su paso,

    llora el sol con la sangre de su ocasodos millones de muertos en el suelo.

    Las hienas del terror, crispado el pelo,van aullando en la noche, a campo raso,

    y apenas se abre el da, sin retraso,las aves de rapia alzan el vuelo.

    Entre escombros que humean cual volcanes,cada hogar se dira un nido rotosobre tierras llegadas y baldas,

    y, azuzando la rabia de sus canes,

    deja el hambre, asaltndolas sin coto,las cunas de los hurfanos vacas

    LA VICTORIA

    Cuando Franco, en la cumbre de su gloria,su tinglado escal en la Castellana,

    su figura qued, de puro enana,como cabo de vela palmatoria,

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    y al pasar, en desfile de victoria,bajo el pi de la Guardia Jalifiana,tanto idioma grit su hueste ufana,

    que da Babia a Babel fue la memoria.

    Tal mezcla de chacales, tigres, osos,

    zorras y hienas la tribu hencha,que una casa de fieras pareca,

    y all, representados por tramposo;tanto eran los credos religiosos,

    que hasta Dios de vergenzas se corra.

    EL ORDEN

    Se ha puesto de uniforme la canalla,y al dar la vuelta al ruedo de su orga,

    va escupiendo su boca chulera,su pistola escupiendo va metralla.

    La bendice, al rezar, la clerigalla;la soporta, al pagar, la burguesa;

    plala, al darle hogar, la manceba,y el mundo la tolera, cuando calla.

    Solo, a solas, est un pueblo valientedando a un orden tan vil su desafoy a la muerte la cara, alta la frente.

    La opresin criminal ceda a su bro,y el mundo osar instarle a ser clemente

    si la sangre canalla llega a ro.

    EL IMPERIO AZUL

    Nuestra guerra civil fue de conquistapara Roma y Berln, que, como antao,

    tendieron, en el colmo del engao,la ilusin de un imperio a nuestra vista.

    Y olvidando, la chusma falangista,de la Espaa imperial el desengao,apacienta en sus ruinas un rebao

    de esclavos con delirio imperialista.

    Tras hundir la nacin en coloniaje,

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    se hace escarnio cruel de su congojay en la farsa imperial se le da el traje

    de que, libre o esclava, se sonroja;pero, un da, las vueltas del ultraje

    dar al Imperio Azul la Espaa Roja.

    ESCOMBROS

    DESPUS

    Tres aos fuiste campo de batalla,tierra en lecho de espuma al sol tendida,

    y en su faz est hablando cada herida,si, muda de terror, tu lengua calla.

    Con sus besos de fuego, la metrallate ha abrazado la piel dulce y florida,

    y en tus pechos de leche y miel, mordida,vil ponzoa de vboras estalla

    Sangre, escombros y ruinas por doquiera;gentes, pueblos y bosques mutilados;

    muerte en todo, si en todos llantos y luto,

    y, una selva de cruces siendo entera,son Glgotas tus cerros y collados,

    cementerios tus vegas hoy sin fruto.

    MADRID

    Este es Madrid, si del hampn cucaa,flor de verbenas, y en el chiste, rayo, rayo;

    de secretos a voces papagayos,soto de sal y del pas araa.

    Este es Madrid, donde la vieja Espaa,tras hacer de su heroica capa un sayo,

    mir a todas las glorias de soslayo,con preez de mayor gloria en su entraa.

    Este es Madrid, donde, a morir erguido,dos veces nuestro pueblo ha renacido

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    y otras dos quicio y prez fue de la guerra,

    que en tal quicio por prez as girando,con gloria de Madrid glorificando

    fue a Espaa por el aire, el mar, la tierra.

    EL ALCZAR

    Hosca sede imperial que en el roquedodonde el Tajo, al pasar, brue su espada

    yergue en pi su soberbia amuralladay odio inspira, aunque quiere inspirar miedo:

    yo enterr, altivo Alczar de Toledo,

    dinamita en tu base socavada,y he sido sangre y bomba en la oleada

    que en tus muros vio intil su denuedo.

    yo he besado el can que, noche y da,sobre un cerro, mirndote, rugacomo ruge la fiera al domador.

    y he rugido como l al ver voladostus cimientos y fuertes malhadadoscuando Espaa explotaba de dolor.

    GUERNICA

    Ya no lucen su gracia en sus frontones,Guernica, tus bizarros pelotaris,

    y en tu plaza no hay ya espatadantzarisconvirtiendo en guirnaldas tus canciones.

    Ya no bailan tus calles a los sonesde los puros y claros chistularis,

    ni, en su ingenuo decir, tus versolarisdan suelta a sus pueriles emociones.

    Pardos buitres de guerra en ti han cebadosu apetito voraz a pico y garra,

    limpia cuna del fuero vascongado,

    y entre escombros, tizones y chatarra,

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    tienes, cuna vaca, rota al ladodel bardo Iparraguirre la guitarra

    NIMO, ESPAA!

    Sin pan, sin libertad, sin voz te ves,y al huir del terror, desmelenada,

    se dira que vas hacia la nada,de tus campos de tumbas a travs.

    Fue moneda de reyes tu pavs,cruz en manos de papas fue tu espada,y aun sangran en tu carne desgarrada

    las huellas del len que hubo a tus pies.

    No te queda de antao sino el yugo,y hoy sirve en tus concejos el verdugo,de alcalde, a los soldados de fortuna,

    que, ahorcando a Pedro Crespo en Zalamea,tmense que resurja en cada aldea

    la raza que se alz en Fuenteovejuna

    YUGO Y FLECHAS

    ESPAA: UNA!

    Si es, a fuer de mendaz, importunacuando en boca de Franco nos indigna,de otra parte hay verdad de la consignacon que grita Falange: -Espaa: Una!

    pues, rebelde al rigor de su fortuna,ni a ser pueblo en aicos se resigna

    ni acaso Espaa, unida, fue tan dignadel nombre de nacin en hora alguna;

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    que una son, oponindose al Estado,sus tierras, de explosiones laceradas;

    uno son, maldiciendo al dictador,

    sus lenguas de tono acongojado,y un pueblo son sus gentes, hermanadas

    como nunca por un solo dolor.

    ESPAA: GRANDE!

    Es grande como el hroe que, prendidoSin rendir su abatida fortaleza,

    no inclina a la derrota su cabeza,ni se da, derrotado, por vencido.

    Grande es como el que, preso y malherido,todava es tal torre de grandeza,

    que antes muere sin fallo en su enterezaque a su costa, rescata el bien perdido.

    Es grande como dios que, tras de lodopor un sapo haber sido salpicado,de estorbar a tal costro fuera reo,

    y a su lado se achica tanto todo,

    que el Caudillo, en la cumbre de su Estado,se hace piojo en la chola de un pigmeo.

    ESPAA: LIBRE!

    -Libre soy -dice Espaa, entre cadenas-como el mrtir que, en potro de tormento,

    de tal modo oye en s su pensamiento,que la misma tortura siente apenas.

    Libre soy en las crceles, que, llenas,no me otorgan de esclava tratamiento,y antes he de rendir mi ltimo alientoque el orgullo de ser libre a mis penas.

    Libre soy alma dentro, pues, vencidapor la fuerza, jams mi forzador

    me ver por la fuerza convencida,

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    y, alma afuera, si el grillo del terrorcomo un perro en mi carne abre una herida,

    mi interna libertad brota all en flor.

    ARRIBA ESPAA!

    Qu importa que ese grito de traidoresYa en labios falangistas, ya estatales,

    Al hacerse caricia de chacalesBurla sea de Espaa en sus dolores!

    Avezada de antao a burladores,Jams uno la hiri con burlas tales,O, de herida, si buenos sus puales,

    Fueran luego sus veras an mejores

    Rota va en ese grito cada voz,Alicorta de fe, y a nadie engaa,

    Ni su flecha alcanz jams el blanco.

    Como aqu, se revuelve a herir de cozO de mi ttulo dice Arriba Espaa!,Y -el acrstico aade- abajo Franco!

    A LA FALANGE

    Ol, les nios mal de casa bieny ol, los nios bien de casa malaque se fueron de juerga sin un real

    y han bebido la sangre a tutipl!Ya veris qu jaleo lleva el trensi, al echaros los toros al corral,

    vuestra juerga se trueca en funeral,tras quedaros en ella sin sostn.

    No os valdr bola, trola o carambolacuando Espaa, al frer, se ra en serio

    y el pueblo os cante el Caracol, col, col

    Por ser la de once varas y la Lola,tenderis la camisa azul-imperio,

    bordada a sangre y fuego, cara al sol.

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    DESTIERRO

    EL XODO7

    Volvi a casa de huda, derrotado,y aunque un montn de escombros su hogar era,

    sus hijos hall en l, su compaera,y un libro en borrador, ya terminado.

    Partiendo entre metralla, desgarradovio el rbol que plant en su primavera,

    y en la huda del lar a la frontera,se perdieron los suyos de su lado.

    La locura nubl su clara frente,mar y monte escucharon sus congojas,

    por los suyos nad en ros de gente,

    y en la noche, buscndolos en vano,se alumbr de su libro con las hojas,

    sin quedar ni aun pavesas en su mano

    FRANCIA

    Este medio milln de refugiadossin refugio y sin pan en tierra extraa,

    fue el dique del herosmo que en Espaasalv a Francia mejor que sus soldados.

    Vedlos, de ella con INRI pagado,si espinas alrededor, ms en la entraa,

    sucumbir al cebarse la guadaa

    de la Muerte en sus filas de apestados.No fue Espaa jams escarnecida

    como en esta su carne y su carroa,carnaza de prisin y sepultura,

    7Dcese en Castilla que el hombre cabal ha de plantar un rbol, hacer un hijo y escribir un libro, y el dicho esinmejorable, porque al plantar un rbol tiene su esencia de vida en obra, de actividad manual y trascendente, deenraizamiento en la naturaleza de nuestra tierra; hacer un hijo supone vivir la vida en sexo, y amar y propagarse,que es echar raz y germinar con fruto en nuestra especie, y escribir un libro es sufrir y gozar de la vida en

    pensamiento, sentirse muy de s mismo y de todos, Tener idea y voz en el gora de un tiempo, luz del sol de unacultura. Naturaleza y trabajo, especie y sexo, civilizacin y pensamiento; y, por tres sntesis, tres frutos: todo estova en aquel dicho debidamente ayuntado y resumido. Cabe algo ms triste que perder de un golpe el rbol, elhijo, el libro? Pues eso es lo que muchos hemos perdido

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    ni jams se vio en Francia envilecidacomo al darnos, por blsamo, ponzoa,y aliviarnos con hiel nuestra amargura.

    PAN DE EXILIO

    -Estbamos en cerco de alambradas,como las fieras en la jaula estn,

    y a diario, como fieras, por el panforzoso era luchar a dentelladas.

    Negras hogazas, con desds lanzadasde una en una al furor de nuestro afn,

    dbamos esa rabia en que arde el cansi hambre o sed son en l exacerbadas.

    Combatiendo, los fuertes las seguanpor el aire, al pasar de mano en mano,

    por lodo, rodando de pi a pi.

    Los dbiles bajo ellos sucumban,y a unos cuantos cadveres, en vano,les gritaba un gendarme: Allez, allez!

    SAHARA

    Forzados espaoles del desierto,que, amarrados de Francia a la cadena,

    sois galeotes en el mar de arenadonde aos de remar no alcanzan puerto:qu puede vuestra fe de tener por cierto,

    qu la ley por justa y qu moral por buena,si a todo da un ments vuestra condena

    y el mundo, a vuestra voz, parece muerto?

    Por la anchura montona del aovuestros das se van como las olasdel desierto en la yerna soledad,

    y el soplo del simn del desengaoconvierte vuestras almas espaolas

    en Sharas con clamor de tempestad.

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    NUEVA ESPAA

    Los caminos del Mundo se poblaronde espaoles sin rumbo y sin ventura,

    y a su lado marchaban la locura,

    si es que, ahta, la muerte atrs dejaron.

    En los surcos atlnticos sembraron,no su orgullo ancestral, sino amargura,

    y, esta vez sin espada ni armadura,libertad en Amrica buscaron.

    El verlos suplicando pan y asilo,fiel al nombre y honor de Nueva Espaa,

    dio Mxico a la vieja hogar tranquilo,

    y all, la raza heroica de Cortes,cara al mar que su tierra natal baa,

    repar sus navos y su arns

    QUIN GANA?

    CLASE DEL PODER

    Surja clara la voz de mi anarquismocuando arrojo a la cara del Estado,

    no los nombres que le han enmascarado,sino, al fin, de baldn, su nombre mismo.

    Ya este rgano pas a ser oralismo,de ser mquina a ser cuerpo ha pasado,