gaito gazdánov - el espectro de alexander wolf

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  • 5/21/2018 Gaito Gazd nov - El Espectro de Alexander Wolf

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    INada influy tanto en mi vida como la nica muerte que comet y cuyo recuerdo

    ha ido dejando su regusto amargo en todos mis das. Y no es que me haya visto, nientonces ni ahora, en peligro de recibir el menor castigo, pues todo sucedi encircunstancias ecepcionales. !or otra parte, no hubiese podido obrar de otra manera y,adem"s, nadie vio ni supo nada. #sa muerte fue una de tantas en las a$arosas peripeciasde la guerra civil rusa y, entre la acumulacin de sucesos de aquella %poca, no tiene m"svalor que el de un episodio insignificante. &"s an, porque durante los escasos minutos,o segundos, que la precedieron, yo me hallaba en una situacin cuyo desenlace a nadie

    poda interesar sino a nosotros dos' a m y al otro hombre, al que nunca haba vistohasta entonces. Y despu%s volv a estar solo. Nadie m"s intervino en la accin.

    No sabra decir cmo empe$ aquello. (omo casi todos los combatientes que notienen m"s que una vaga idea de la situacin, yo viva en un estado desemiinconsciencia. #ra verano y est"bamos en el sur de )usia. *os dos ej%rcitos

    llevaban cuatro das y cuatro noches de brega incesante, maniobrando en desorden'retrocedan aqu y avan$aban all", y libraban escaramu$as por todas partes. Yo haba

    perdido por completo la nocin del tiempo y casi no saba ni dnde me hallaba. +eaquellos instantes, las nicas sensaciones que quedaron en mi memoria son las mismasque hubiera podido sentir en cualquier otra circunstancia' hambre, sed y agotamiento.*levaba m"s de cuarenta y ocho horas sin dormir. #l calor era bochornoso y en el aireflotaba olor a humo una hora antes habamos salido de un bosque que arda por uno delos costados por entre los "rboles trepaba una sombra inmensa, de estras amarillas, yllegaba a lugares que el sol jam"s haba eplorado. Yo estaba muerto de sue-o y no veadicha mayor que la de poder tenderme sobre la hierba reseca y dormirme en el instante,

    dejando que todo lo eistente quedara en el olvido absoluto. !ero no haba ni que pensaren eso, y segua la marcha entre una neblina asfiiante de ve$ en cuando tragaba salivay me frotaba los ojos enrojecidos por el calor y el insomnio. )ecuerdo que aprovech% elmomento en que mi unidad atravesaba un bosquecillo y me apoy% contra un "rbol

    /solo un instante0, pens% para dormirme de pie, mecido por el crepitar de unasdescargas de fusilera lejanas, que desde haca tiempo ya eran un ruido familiar paranuestros odos. (uando volv a abrir los ojos, estaba solo. 1al de debajo de la bvedade los "rboles y me encontr% con una carretera por la que me aventur%, siguiendo ladireccin que, pens%, deban de haber tomado mis camaradas. &omentos despu%s pasa mi lado un cosaco que montaba un velo$ caballo bayo. #l cosaco me hi$o una se-alcon la mano y al pasar me grit algo que no entend bien. +espu%s de andar un rato tuvela suerte de trope$ar con una yegua negra, muy flaca y escu"lida, cuyo propietario yadeba de haberse hecho matar. *a yegua llevaba las bridas y una silla de cosaco pastabaaqu y all", y con su cola larga y rala se a$otaba sin descanso los ijares. #n cuanto salt%sobre la silla, la yegua emprendi el galope.

    1eguamos un camino desierto y sinuoso de ve$ en cuando contorne"bamos unbosquecito que me ocultaba la prima curva. #l sol estaba alto y el aire vibraba de ca2lor. !or m"s que la yegua fuese a buen paso, yo tena la sensacin de moverme entreuna especie de sopor universal. 1enta una terrible necesidad de dormir y esa necesidad

    daba a todo lo que me rodeaba una enga-osa impresin de somnolencia.3aban cesado los combates, todo estaba tranquilo ni al frente ni a mis espaldas

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    poda distinguir alma viviente. Y, de pronto, en una de las curvas de la carretera, que enese recodo casi haca un "ngulo recto, mi yegua se desplom en plena carrera. #lcansancio haba cerrado mis ojos y me hund suavemente en el vaco, sin herirme,

    porque tuve tiempo para soltarme de los estribos. *a bala haba penetrado por la orejaderecha de la yegua y le haba taladrado el cr"neo. &e puse de pie, gir% y vi, no muylejos, a un jinete que se acercaba al galope lento y pesado me pareci entonces deun enorme semental blanco. 4usqu% el fusil, pero deba de haberlo dejado olvidado

    junto al "rbol contra el que me haba quedado dormido.5n tena el revlver y con grandes dificultades lo saqu% de su funda, nueva ydemasiado estrecha. !ermanec unos segundos con el arma en la mano era tan grandeel silencio que poda distinguir el seco golpeteo de los cascos sobre el suelo agrietado

    por el calor, el resuello fatigoso del caballo y otro sonido, como el tintineo de anillosmuy ligeros. +espu%s vi cmo el jinete soltaba las riendas y tomaba el fusil, que hastaese momento haba llevado cru$ado sobre las rodillas. #ntonces dispar%. #l hombre se

    estremeci, se escurri lentamente de la silla y cay al suelo.6ued% clavado en el mismo lugar desde el que haba hecho fuego, junto al cad"ver

    de mi montura, y as permanec por lo menos dos o tres minutos.7odava tena mucho sue-o y la sensacin de agotamiento no se disipaba. #l tiempo

    me alcan$ para pensar que ignoraba la suerte que me esperaba y si an me quedabamucho que vivir, cuando una necesidad irresistible de ver a quien haba matado meoblig a dejar mi sitio para acercarme al jinete postrado. Nunca, y en ningn otro sitio,un trecho me pareci tan difcil de recorrer como los cincuenta o sesenta metros queme separaban del hombre e"nime, pero de todos modos avanc% despacio, un pie trasotro, sobre el suelo ardoroso y resquebrajado. 5l fin me vi al lado del hombre.

    5parentaba tener veintids o veintitr%s a-os haba perdido el sombrero y la cabe$a decabellera rubia descansaba, un poco ladeada, sobre la carretera polvorienta. #ra muyguapo. &e inclin% sobre %l y vi que estaba a punto de morir en las comisuras de suslabios aparecan y estallaban burbujas roji$as. 5bri los ojos apagados y, sin decirnada, volvi a cerrarlos. Yo segua inclinado sobre %l, mir"ndolo, y mis dedos seentumecan sobre la culata de un revlver que en aquellos momentos ya era intil,cuando una repentina r"faga de aire c"lido me trajo el eco casi imperceptible de ungalope lejano. !ens% entonces en los peligros que me acechaban. #l caballo blanco delmoribundo, con las orejas rectas, se hallaba a unos metros. #ra un animal hermoso,

    bien cuidado, que apenas mostraba se-ales de sudor en la cru$ y en el lomo una bestiaecepcional en cuanto a rapide$ y a fortale$a. &"s adelante, al irme de )usia, se locedera a un colono alem"n, naturali$ado en el pas, que a cambio me proporcionvveres en abundancia y me dio, adem"s, una gruesa suma en billetes de banco sinningn valor. #l revlver con el que haba disparado un !arabellum espl%ndido lotir% al mar de modo que de toda la aventura no me qued sino un penoso recuerdo queme sigui a todos los lugares por los que quiso llevarme mi destino. 1in embargo, amedida que pasaba el tiempo, el recuerdo se iba esfumando, y acab por perder elregusto primitivo de pesar ante lo irreparable. !ero jam"s consegu olvidarlo del todo.&uchas veces tanto en verano como en invierno y junto al mar como entre las mon2

    ta-as cerraba los ojos sin pensar en nada y, de repente, desde lo m"s hondo de mimemoria, vea surgir esa jornada trrida en el sur de )usia y reviva, con toda su

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    intensidad dram"tica, aquel instante de mi vida. 8olva a contemplar la humaredainmensa de color gris pardusco, causada por el incendio, que poco a poco ceda su sitioal resplandor de las ramas crepitantes volva a sentir aquel inolvidable y penosocansancio y la necesidad casi irresistible de dormir, el brillo implacable del sol, el calorque haca vibrar el aire y, en mi mano diestra, el peso del revlver cuya culata rugosa

    pareca haber quedado para siempre grabada en la palma. 8olva a aparecer el negropunto de mira que oscilaba levemente ante mi ojo derecho, la cabe$a rubia acostadasobre el polvo gris"ceo de la carretera y el rostro transfigurado por la inminencia de lamuerte, esa muerte que momentos antes yo haba invocado y hecho surgir.

    #n ese entonces yo tena diecis%is a-os, de modo que esa muerte dej su marca enlos comien$os de mi edad viril. Y tal ve$ haya dejado su sello en todo lo que conoc ysoport% desde entonces. 1ea como fuere, la circunstancia y todo lo relacionado con ellase irguieron frente a m, y de una manera particularmente vivida, muchos a-os m"s tar2de, en !ars. Y eso fue debido a que cay en mis manos una coleccin de relatos de un

    autor ingl%s, cuyo nombre no haba odo hasta entonces. #l libro se titulaba 8endr%ma-ana, por el ttulo de la primera de las tres narraciones estaba escrito de maneraadmirable, con un ritmo cadencioso constantemente ajustado y con una manera muy

    personal de presentar las cosas desde puntos de vista inesperados. 5nte los dosprimeros relatos /8endr% ma-ana0 y /!ececitos de colores0 yo haba tenido lasreacciones normales de cualquier lector. /8endr% ma-ana0, narrada con fina irona, erala historia de una esposa infiel y del fracaso de sus mentiras y de los malentendidos quese originaban. /!ececitos de colores0, cuya accin transcurra en Nueva Yor9, podareducirse, en realidad, a un di"logo entre un hombre y una mujer, y a la descripcin deun tema musical, mientras los pececitos de colores, olvidados sobre un radiador de

    calefaccin central, saltaban fuera del agua, que ya estaba demasiado caliente, y sedebatan antes de morir asfiiados el hombre y la mujer no se daban cuenta de nada,ella demasiado absorta en tocar y %l en escuchar. #l inter%s de la narracin estribaba enque el tema musical constitua el comentario de una progresin sentimental en la cual

    participaban, a su pesar, los pececitos de colores que se debatan sobre la alfombra.!ero el tercer relato, /5ventura en la estepa0, me dej mudo de estupor. *levaba

    como epgrafe una cita de #dgar 5lian !oe' /5 mis pies yaca mi cad"ver, con la flechaclavada en la sien0. 5quella cita hubiera bastado para llamarme la atencin. !ero esimposible describir todo lo que sent a medida que avan$aba en la lectura. #ra lanarracin de un episodio de guerra, sin la menor referencia al pas en que sedesarrollaba ni a la nacionalidad de los que combatan, por m"s que el ttulo /5venturaen la estepa0 pareca situar la accin en )usia.

    /*a mejor montura que jam"s pose as empe$aba el relato fue un sementalmedia sangre, blanco, de gran al$ada y trote realmente ecepcional, amplio ycadencioso.#ra un animal tan noble que me haca pensar en uno de los caballos del 5pocalipsis. Yese parecido es mucho m"s sorprendente para m, pues montado en %l era como me

    diriga, al galope, al encuentro de mi propia muerte, por una carretera agrietada por elcalor, durante uno de los veranos m"s trridos que he conocido..

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    5 todo lo largo del relato hall% una evocacin precisa de lo que yo haba vivido en)usia, en la lejana %poca de la guerra civil, y una descripcin eacta de aquellos das decalor intolerable, durante los que se desarrollaron los combates m"s prolongados y m"scrueles. !or fin llegu% a las ltimas p"ginas, con el aliento entrecortado por la emocinde la lectura. )econoc mi yegua negra y el recodo de la carretera en que cay. #l h%roede la historia que hablaba en primera persona al principio haba credo que el jineteque rod por el suelo con su montura estaba al menos gravemente herido, pues habahecho dos disparos y pensaba que haba hecho blanco las dos veces. No entiendo cmono o m"s de una sola detonacin.

    /!ero no estaba muerto, ni siquiera, al parecer, herido continuaba el h%roe delrelato. &e di cuenta al ver cmo se levant a la lu$ deslumbrante del sol, cre distin2guir el brillo sombro de un revlver en su pu-o. No tena fusil, de eso estoy bienseguro.

    0#: semental blanco segua galopando pesadamente, acerc"ndose al lugar donde

    as lo deca el autor se mantena en pie el hombre del revlver, en una etra-ainmovilidad, parali$ado tal ve$ por el miedo0.

    #l autor del relato sofren el impetuoso avance de su caballo y prepar el fusil. +epronto, sin haber odo ningn disparo, sinti un dolor atro$ imposible de locali$ar,mientras que una nube ardiente le oscureca la visin. 5l cabo de cierto tiempo recobrel conocimiento, en un espasmo que dur algunos segundos. ;y unos pasos que seacercaban y volvi a sumirse en la inconsciencia. +espu%s, un poco m"s tarde, ycuando ya casi haba entrado en coma, intuy, sin saber cmo ni por qu%, que alguien seinclinaba sobre %l.

    /3ice un esfuer$o sobrehumano para abrir los ojos y ver por fin, cara a cara, mi

    muerte. 3aba visto tantas veces en sue-os su terrible rostro de hierro que no corrapeligro de equivocarme, y estaba seguro de reconocer aquellos rasgos de los que noignoraba ningn detalle. !ero lo que vi sobre mi rostro fue el semblante totalmentedesconocido de un adolescente de ojos brumosos que me parecieron somnolientos. #lsemblante, posiblemente de un muchacho de catorce o quince a-os, era una caracorriente y fea, que epresaba nada m"s que un cansancio evidente. #l adolescentesigui mir"ndome unos instantes, despu%s devolvi el revlver a la funda y se alej.(uando abr otra ve$ los ojos y con un ltimo esfuer$o volv la cabe$a hacia %l, vi quemontaba mi semental. *uego, otra ve$ perd el conocimiento y ya no lo recobr% hastamuchos das despu%s, en el hospital. *a bala de revlver me haba atravesado el pechomedio centmetro m"s arriba del cora$n. &i apocalptico caballo no haba tenidotiempo de llevarme hasta la muerte, pero esta no deba de andar lejos debe de haberseguido su camino, sin m"s que cambiar de jinete. 6u% no dara por saber dnde,cu"ndo, cmo hallaron ambos la muerte y si el revlver le sirvi de algo a aquelmuchachito cuando tir contra la sombra de la !"lida. #n cuanto a eso, no creo quehaya sido buen tirador me atin certeramente, pero fue por puro a$ar, aunque yo serael ltimo en reproch"rselo. &"s an porque, en mi opinin, debi de morir hace muchotiempo, a fin de que de esta manera se diluya en la nada la ltima aparicin, montada enun caballo blanco, de esta aventura en la estepa0.

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    No me quedaba la menor duda de que el autor del relato era el desconocido contraquien yo haba disparado. &e resultaba imposible eplicar, por una serie de coinciden2cias, aquella concordancia eacta de los hechos, que llegaba hasta dar una descripcindetallada de los dos caballos. &ir% otra ve$ la cubierta.

    Vendr maana, por Alexander

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    hace muchos a-os y puedo asegurarlo. 5dem"s, no estuvo ausente de Inglaterra m"sque por intervalos de quince das o de tres semanas a lo sumo, y por lo general para irsea Arancia o a Italia. Y puedo asegurar que nunca fue m"s lejos.

    +ebe de haber un malentendido, pero mi asombro subsiste por completo dije.!or lo que se refiere a /5ventura en la estepa0, debo decirle que es pura ficcin,

    de la primera hasta la ltima lnea.4ien mirado, no es imposible que sea as tuve que reconocer.+urante los ltimos minutos de la conversacin yo haba permanecido de pie,

    dispuesto a marcharme. #l editor tambi%n se levant y de repente me habl con un tonode vo$ etremadamente bajo'

    6uede bien claro que /5ventura en la estepa0 es pura ficcin. !ero si hubiera sidode otro modo, tendra que decirle que usted obr con una ligere$a imperdonable.7endra que haber apuntado mejor. 5s habra evitado intiles complicaciones, tanto alse-or

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    II#n aquel tiempo yo viva solo y entre los cuatro establecimientos diseminados por

    todo !ars en los que sola tomar mis comidas, figuraba un peque-o restaurante ruso,cercano a mi domicilio. #ntr% ah el da antes de Navidad, hacia las die$ de la noche.7odas las mesitas estaban ocupadas y no quedaba m"s que un sitio vaco en el rincnm"s lejano del local frente a un hombre que estaba solo era de edad madura e ibavestido con buen gusto. Yo lo conoca de vista porque tambi%n %l frecuentaba ese lugarsiempre se lo vea en compa-a de mujeres difciles de catalogar pero con el comndenominador de presentar alguna grieta en sus vidas' si eran actrices, ya no actuaban sieran cantantes, acababan de perder la vo$ si eran simples criadas, se haban casado

    poco antes. #l hombre tena reputacin de +on Buan, y pienso que, con esa clase demujeres, sin duda deba de tener %ito. !or lo tanto, me qued% en verdad asombrado alverlo solo, una noche como esa. (uando me propusieron sentarme a su mesa acept% con

    gusto, despu%s de estrecharle la mano, cosa que hasta entonces no haba tenido ocasinde hacer.7ena un aspecto m"s bien sombro y la mirada vaga. (uando me instal% frente a %l,

    bebi, casi sin intervalos, tres vasitos de vod9a y de pronto se puso muy comunicativo.5 nuestro alrededor seguan las conversaciones y el pic92up tocaba disco tras disco. #nel momento en que se serva el cuarto vasito de vod9a, una vo$ de mujer que surga delaltavo$ cant el estribillo de moda'

    Llueve en el camino mi corazn vencido...

    Cl escuchaba con atencin, con la cabe$a un poco ladeada. (uando la que cantaballeg a lo de

    A pesar del viento y de la lluvia si es que t an me quieres...

    estuvo casi a punto de soltar una l"grima. 1olo entonces me di cuenta de que estababastante borracho. 1e volvi hacia m y me habl con una vo$ cuya intensidad mesorprendi'

    #sta cancin anunci me trae recuerdos.#n un taburete a su lado, vi un libro envuelto en papel, que %l cambiaba de sitio una

    y otra ve$, con sumo cuidado.&e parece que usted no debe de andar escaso de recuerdos.=!or qu% supone eso>!or su aspecto en general.1e rio y reconoci que, en efecto, no andaba escaso. Dstaba en vena de confidencias

    y eperimentaba esa necesidad de hablar propia de los seres epansivos como %l,cuando est"n un poco bebidos. #mpe$ a contarme sus aventuras amorosas. &"s de unave$ me pareci evidente que eageraba y se jactaba. No obstante, me agrad comprobarque no hablaba mal de ninguna de sus innumerables conquistas, y en todos susrecuerdos haba una me$cla de indefinible desenfreno y de ternura. 1in darse verdadera

    cuenta, era un tipo con "ngel y comprend las ra$ones de su %ito con numerosasmujeres. 5 pesar de la atencin con la que escuchaba su relato, me era difcil seguirlo

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    en la sucesin desordenada de nombres femeninos que desgranaba. +e pronto suspir yestuvo un momento callado antes de confiarme'

    !ero en toda mi vida no conoc nada mejor que &arina, mi peque-a gitanita.7ena costumbre de servirse de esos diminutivos, tpicos de los rusos, que daban a

    las palabras /peque-a0, /gitanita0, /chiquilla0, /rubita0, /morenita0 un mati$ peculiarque me haca evocar im"genes de mujeres que an no haban llegado a los veinte a-os.

    &e describi a &arina con prolijidad. 1egn su descripcin, estaba dotada de todaslas perfecciones, cosa de por s bastante rara, y, por a-adidura, posea el don sorpren2dente de montar a caballo mejor que el jinete m"s h"bil, y el de hacer siempre blancocon la carabina.

    =Y qu% lo impuls a abandonarla> le pregunt%.No fui yo el que se march, amigo. Aue ella, la linda morenita. Y no se fue lejos

    ?me dej para irse a la casa de mi vecino@ acab, se-al"ndome con el dedo el libroenvuelto.

    =#l autor de ese libro>=Y con qui%n quera usted que fuese, si no con %l>=&e permite> dije, y alargu% el bra$o.(laro que s.+eshice el paquete y el ttulo me salt a los ojos' 8endr% ma-ana, por 5leander

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    escribir en ingl%s.=Y qu% fue de &arina>=7iene tiempo para escuchar toda la historia>7odo el que usted quiera.#ntonces empe$ a hablarme con detalle de &arina y de 5leander

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    atarla y depositarla en el granero, antes de llevarnos las provisiones que habamos ido abuscar.

    5l parecer,

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    sbita r"faga de aire c"lido que me haba trado el ruido lejano de un galope y que meimpuls a alejarme a toda prisa.

    5l fin y al cabo, es posible que el hombre tratara simplemente de defender suvida dijo de repente 8o$nessens9i. Y en este caso no se le puede reprochar nada.*e propongo que bebamos a su salud. Ested necesita alcohol, tiene un aspectodemasiado pensativo.

    Negu% con la cabe$a, en silencio. +el altavo$ surga una vo$ de contralto quecantaba en ruso'

    3oynada deseo ya, tus splicas llegan tarde...

    #ra la una de la madrugada en el ambiente flotaba un olor fro a champ"n,me$clado con perfumes y efluvios de pato asado y papas al horno. +e la calle llegaban,apagados, ruidos de bocinas y coches al otro lado del vidrio estaba la noche invernalhoradada por la lu$ fra y ruin de las luces que se reflejaban en el pavimento hmedo de!ars. Y yo volva a ver, ntidamente y con pena, una c"lida ma-ana de esto unacarretera de un color gris negru$co, agrietada, que serpenteaba con lentitud, como ensue-os, por entre los bosquecillos. Y el cuerpo e"nime de

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    8o$nessens9i llev a

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    muchas horas de un tirn y al despertar, por la ma-ana, &arina se haba ido.Bam"s supimos qu% haba pasado con ella acab 8o$nessens9i.!orque ni

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    y admitiendo que el relato de 8o$nessens9i fuese verdico en conjunto, lo que daba pordescontado, era cmo, por qu% misteriosos caminos, el 1acha

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    otro, lo que en vano intentaba sosegar' los impulsos violentos y bestiales de mijuventud. &i dualidad apareca en todo' alteraba mi aptitud para la contemplacin, queme pareca el m"s preciado de los dones me impeda ver las cosas tal como hubiesedebido verlas, deform"ndolas de manera irresistible con su prisma grosero, y meconstre-a a acciones que inevitablemente habra de lamentar apenas cometidas mehaca tomar aficin a objetos cuyo valor artstico saba que era nulo y mi atraccinhacia el mal gusto solo poda compararse con la repulsin que, de manera ineplicable,ese mismo mal gusto me inspiraba en el mismo momento.

    !ero la consecuencia m"s desagradable de mi desdoblamiento era mi reaccin antelas mujeres. &"s de una ve$ me sorprend mientras miraba, con una epresin deavide$, que por lo general me era ajena por completo, un rostro de mujer, estlido ygrosero, en el cual hubiera sido en vano buscar el menor signo de espiritualidad. &e eraimposible dejar de ver que aquella mujer iba vestida con un mal gusto chilln,imposible suponerle otra cosa que bajos instintos animales. Y no obstante, los movi2

    mientos de su cuerpo y el balanceo de su andar me causaban una sensacin fortsima.+ebo precisar que jam"s tuve el menor contacto con hembras de ese g%nero, por elcontrario, en cuanto se me acercaban, mi sensacin predominante era el asco. *as otrasmujeres, las que s contaron en mi vida, pertenecan a un medio distinto vivan en elmundo en el que yo hubiera debido habitar siempre y del que me empujaba afuera unno s% qu% que tiraba de m hacia abajo. 5quellas mujeres me hacan eperimentar lossentimientos m"s elevados de que soy capa$. 1in embargo, a pesar de su encanto, enesos amores hallaba un regusto a cosa marchita que me haca sentir un pocoinsatisfecho. Bam"s me sucedi otra cosa. (ierto instinto de conservacin debi deretenerme ante el ltimo paso que me hubiera precipitado en el desastre moral. !ero con

    frecuencia me sent al borde del abismo me deca que el destino, que hasta entonces mehaba sacado feli$mente de situaciones difciles y a veces hasta peligrosas, seguamostr"ndose favorable y me conceda durante algunas breves horas la ilusin deuna felicidad tranquila y desapasionada en la que ya no tena cabida mi irresistiblenecesidad de caer. #ra como si fuese un hombre siempre impulsado hacia los abismos yque vive en un pas sin monta-as ni precipicios, solo una vasta e inacabable llanura.

    5 medida que pasaba el tiempo y creca en edad fui acostumbr"ndome a esadualidad de mi espritu, como se habita el enfermo a las molestias propias de suenfermedad crnica. !ero no lograba resignarme a que mis tendencias primitivas mecortaran innumerables posibilidades espirituales y me hicieran inaccesible un conjuntode cosas cuya eistencia poda intuir, y todo un mundo psquico que siempre habaconocido y deseado. Y eso se reflejaba en todo lo que emprenda. 1aba que el esfuer$omoral del que, en principio, deba ser capa$ y que los dem"s tenan derecho a esperar dem, era algo que estaba m"s all" de mis fuer$as y esto me llevaba a descuidar muchosaspectos de mi eistencia y le daba a mi vida visos y apariencias de cosa a$arosa ydesordenada. #sto fue lo que me impuls a elegir mi profesin' en ve$ de consagrar miactividad a trabajos literarios que me atraan pero que eigan una enormidad de tiempoy muchos esfuer$os desinteresados, prefer dedicarme a tareas periodsticas, irregularesy fastidiosas en su diversidad. Y as trat% innumerables temas tan distintos como

    poltica, crtica cinematogr"fica y comentarios de deportes. !ara eso no se requerangrandes esfuer$os ni conocimientos especiales y yo firmaba con un seudnimo

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    cualquiera o con mis iniciales, para eludir as toda responsabilidad por lo que escriba.*a eperiencia, en efecto, me haba demostrado que casi ninguno de los individuos dequienes epres% una opinin que no fuese elogiosa en su totalidad se decida a admitirmi juicio sin eperimentar la urgente necesidad de venir a eponerme los puntos en queyo estaba equivocado. 5 veces escrib artculos que estaban por completo fuera de micompetencia, para reempla$ar a un colega enfermo o ausente. #n cierta ocasin, tuveque redactar seis notas necrolgicas en quince das, porque el especialista al queapod"bamos /4ossuet0 estaba en cama con una pulmona doble. Aui a ver a/4ossuet0 a su casa y me recibi con una sonrisa mati$ada de fina irona'

    5migo mo me dijo. (onfo en que no tenga que escribir una /necro0 m"s,consagrada a mi memoria. &e parece que sera el mayor sacrificio que se le podra

    pedir...*e prometo no hacer nada de eso asegur%. +esde mi punto de vista, la

    persona m"s indicada y que mejor podra hacerlo es usted mismo.

    *o cierto es que %l ya tena preparada una esquelita que me mostr y que constituaun modelo dentro del g%nero. No faltaba nada' el esfuer$o desinteresado, el trabajarhasta el ltimo da, la intachable caballerosidad del etinto y el dolor de la familia'/=6u% ser" de sus hijos>0, etc%tera.

    )ecuerdo a la perfeccin esta /era necrolgica0 porque la oficina de redaccin medevolvi mi seto y ltimo artculo eigiendo mayor variedad. *o que resultaba muchom"s difcil ya que se trataba de un prohombre de la poltica que iba a morir de unmomento a otro. 3aba llevado una eistencia notable por lo constante' negociosturbios, jugadas dudosas en la 4olsa, traiciones polticas, banquetes, juergas, vidadisoluta la par"lisis general que estaba a punto de llev"rselo era secuela de una

    enfermedad ven%rea. Y el artculo tena que estar listo enseguida, para ser insertadoapenas el hombre muriera pas% con eso toda la tarde y no tuve tiempo ni de comer. #ncuanto termin% de redactarlo, sal disparado hacia el restaurante ruso en que haba

    pasado la anterior Nochebuena. 5ll volv a encontrar a 8o$nessens9i, al que no habavisto desde haca mucho tiempo. ;tra ve$ estaba solo en su mesa y me recibi consatisfaccin sincera y con naturalidad familiar, como si yo hubiera sido amigo suyo detoda la vida. &e pregunt dnde haba estado metido y si haba que esperar la semanade los cuatro viernes para verme. (uando le dije que era periodista, manifest unentusiasmo etraordinario'

    ?!eriodista@ ?Ested es un afortunado@ dijo. Yo no tengo tanta suerte.!ero =tan afortunado me considera>?(laro que s@ ?1i yo hubiera podido ser periodista, habra escrito cosas que

    dejaran al mundo entero con la boca abierta@No hace falta ser periodista para escribir. !ruebe usted.Ya lo prob%. !ero no me sale.&e cont que una noche decidi iniciar la redaccin de sus memorias. #mpe$ al

    instante y escribi hasta la madrugada. *as ideas fluan y se enla$aban de maravilla.#staba lleno de inspiracin me dijo. *as comparaciones eran deslumbrantes,

    el vocabulario y el estilo en verdad asombrosos.

    &e parece muy bien. =!or qu% no persever>&e acost% con el alba. #staba maravillado al ver mi propio talento, que acababa

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    de descubrir de una forma tan repentina.8o$nessens9i call y suspir antes de a-adir'

    5l despertar, rele lo que haba escrito. Y me sent profundamente decepcionado yhasta molesto. ?#ra tan estpido, estaba tan mal escrito que lo tir%@ ?Nunca m"sescribir%@

    1e qued con la mirada perdida en el espacio y con una epresin de profundatriste$a. *uego, como si acabara de recordar algo, se volvi hacia m'

    5 propsito dijo. 6uisiera hacerle una pregunta. =(mo escribe %l> =4ien osolo lo justo para pasar> &e refiero a 1acha ya recordar" usted, 1acha No.#s una l"stima, porque vala la pena. =Y de qu% habla> +isclpeme por hacerle

    tantas preguntas, pero no s% ingl%s y el libro de 1acha es para m igual que si estuvieraescrito en una lengua muerta y enterrada.

    *e cont% a grandes rasgos el contenido de la obra. +emostr un inter%s evidente,sobre todo por /5ventura en la estepa0. !ero no lograba hacerse a la idea de que 1acha =Y dice que era un jovencito> =(mo describe esa parte de lahistoria>

    )epet, con m"s detalle, el relato del episodio.1, s... #s verosmil. #l chico debi de tener un susto tremendo. =1e da cuenta>

    &atan su caballo y se ve, pobrecito, solo en mitad de la carretera, delante de un ban2dido fero$ armado con un fusil y que se le echa encima a todo galope... Nuncasabremos nada m"s de %l. 7al ve$ fuera un colegial que poco tiempo antes le tema m"sa la palmeta del maestro que a las ametralladoras y que lea a escondidas los libros desu madre, o qui$" un bribn, un vivo sin freno ni ley. =+ispar por miedo o calcul losefectos del disparo, como un verdadero asesino> 1ea como fuere a-adi de formainesperada, si me lo encontrara algn da, le dira' /racias, amigo, por haberdesviado un poco la puntera porque debido a que no hiciste blanco, seremos eternos

    &arina, 1acha y tal ve$ yo tambi%n0.=7anta importancia le da usted>

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    ?(laro que s@ *a vida pasa sin dejar rastro millones de personas mueren y yanadie se acuerda de ellas. +e tantos millones, solo quedan unos pocos individuos.&relo de este modo' una chica guapa como &arina, por la que docenas de hombresest"n dispuestos a dar la vida pasan unos a-os y =qu% queda de ella> ?En cuerpo que se

    pudre bajo tierra@ =*e parece justo>#s una verdadera l"stima que usted no haya nacido escritor.8aya que s, amigo mo. =!or qu% cree que lamento no saber escribir> 1oy un

    hombre sencillo, pero ?qu% vamos a hacerle@, tengo sed de inmortalidad. 8iv de unamanera muy disoluta mujeres y vida de caf%, pero eso no demuestra que no mehaya detenido alguna ve$ a refleionar. &uy por el contrario' despu%s de las mujeres ylas tardes pasadas en el caf%, solo y en silencio, es cuando uno piensa y se da cuenta deque tiene el alma triste. (ualquier borracho y cualquier libertino se lo podranconfirmar.

    #sa noche, 8o$nessens9i estaba de humor contemplativo y casi no haba bebido.

    7ermin habl"ndome en el tono que emplean los mayores cuando se dirigen a un ni-o'/(uando usted empiece a conocerme...0, /1in duda, usted es demasiado joven an...0+espu%s la conversacin volvi otra ve$ a

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    III&i vida permaneci como haba sido siempre. Nada haba cambiado todo

    estaba igual' catico e infeli$. &"s de una ve$ me dije con desesperacin que conocacasi hasta el hasto el ambiente y los seres con que habra de vivir toda la vida y que notena ninguna probabilidad de cambiar. 1iempre la misma ciudad, los mismos caf%s, losmismos cines, id%nticas salas de redaccin, id%nticas conversaciones sobre id%nticostemas y con personas que eran pr"cticamente siempre las mismas. Y una noche defebrero, a fines de un invierno templadoylluvioso, sin que nada lo hiciera preverysinque yo mismo me sintiera en vsperas de un acontecimiento sensacional, se produjo unhecho que haba de llevarme muy lejos. 5l principio no me ofreci nada imprevisto,

    pues esa noche y a esa hora me hallaba en el lugar preciso en que deba estar. Ya dijeque en otra ocasin haba tenido que ocuparme de las esquelas mortuorias para sustituira /4ossuet0 Jque feli$mente ya estaba repuesto y haba reemprendido con un celo param incomprensible la redaccin de su prosa funeraria y ditir"mbicaK. !ues bien, ahora

    estaba encargado de las funciones de otro compa-ero de la seccin de deportes, quehaba viajado para asistir a un partido de ftbol en 4arcelona, lo cual era un verdaderoacontecimiento en su vida. #l mismo da se disputaba en !ars un combate desemipesados, que contaba para el campeonato mundial. &e haban confiado hacer lacrnica del match, en cuyo resultado estaba muy interesado. (onoca bien el historial ylas cualidades de cada uno de los adversarios y tena muchas ganas de verlos frente afrente. Eno de los boeadores era franc%s, el c%lebre #mile +ubois, y el otro unnorteamericano, Ared Bohnson, que haca su debut europeo. 7odo el mundo daba comoseguro vencedor a +ubois y yo era uno de los pocos que crean posible la victoria delnorteamericano, porque dispona de una serie de indicios, basados en hechos reales, de

    los que careca la mayora de los espectadores y hasta los propios periodistas. Yoconoca a +ubois desde haca mucho tiempo y, aunque no haba sufrido ninguna derrotaen unos cuantos a-os, no se poda decir de %l que fuera un boeador ecepcional. 7enacualidades, o mejor dicho, su valor estribaba m"s en la carencia de defectos que en eleceso de virtudes. +e resistencia ecepcional, nadie lo igualaba si se trataba de/encajar0 golpes su aliento era inagotable y su cora$n a toda prueba. 5 esto se re2ducan sus cualidades, que eran insuficientes para darle una verdadera /claseinternacional0. 1u t"ctica, siempre la misma, denotaba total ausencia de intuicin y deinteligencia. 3aba demostrado ser efica$ en numerosas ocasiones y a ella se atenasiempre. 7ena los bra$os cortos, careca de rapide$ y de ligere$a, y ganaba loscombates por el abuso del cuerpo a cuerpo y por machacar las costillas de suscontrincantes. #n todo su historial solo figuraban dos victorias por D.o. t%cnico y lasdos haban sido por pura casualidad. Yo lo haba visto siempre con la misma cara' orejasde coliflor y nari$ aplastada a pu-eta$os embesta a sus adversarios como un toro,humillando el slido cr"neo, y encajaba con innegable coraje. #ra campen europeo delos semipesados y toda la prensa parisina le auguraba una victoria r"pida. #n su vida

    privada era un bruto de categora no protestaba jam"s, fueran las que fuesen las cosasque dijeran de %l los peridicos y, para remate y colofn, lea mal y como si le estorbaralo negro, y le interesaban poco los libros.

    *os nicos informes que yo tena acerca de Ared Bohnson los haba obtenido de laprensa norteamericana. No haba sido tarea f"cil descubrir los hechos ciertos y los

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    juicios convincentes entre toda la hojarasca de artculos publicitarios. *a causa de queAred Bohnson interrumpiera sus estudios y se dedicara al boeo como profesional habasido la escase$ de dinero. 3aca durar casi todos sus combates hasta el ltimo asalto y,en fin, particularidad que todos deploraban al hablar de %l, careca de pegada y casi notena ninguna victoria por 9noc92out. 5 veces le suceda que enviaba a la lona a suadversario y la gente daba muestras de asombro, pero como era algo poco frecuente en%l, lo olvidaban enseguida. #n todos los artculos se elogiaba su gran rapide$ y sudiversidad de t"cticas. 3aba visto muchas fotos suyas al contrario del de otros muchos

    boeadores, el rostro de Bohnson no ostentaba ninguna marca de sus combates. +espu%sde leer docenas de artculos y de haber estudiado sus peleas, yo haba llegado a unasconclusiones t%cnicas que deseaba confirmar con los hechos' ante todo, Ared Bohnsoncombata con la inteligencia, lo cual de por s le daba una superioridad inmediata yenorme sobre sus adversarios. 5 m me gusta mucho el boeo, pero ya haca muchotiempo que me haba dado cuenta de que, de cada die$ boeadores, a nueve de ellos

    sera en vano pedirles rapide$ de ideas y facultades de imaginacin, aun dentro de larbita de su oficio. #n segundo lugar, Bohnson deba de tener al menos tanta resistenciacomo +ubois, porque solo un hombre dotado de facultades ecepcionales puede

    permitirse el lujo de aguantar en cada combate die$ o quince asaltos. 5dem"s, sudefensiva tena que ser perfecta, y la mejor evidencia era su rostro intacto. #n fin, a mimanera de ver, este era el argumento decisivo' cuando quera saba encontrar la pegada

    precisa para obtener el 9noc92out, por m"s que no quisiera recurrir a %l m"s que encontadas ocasiones, ya que prefera ganar por puntos. 5dem"s, era seis a-os m"s jovenque +ubois, lo que tambi%n tena su importancia.

    Yo estaba convencido de la eactitud de mis previsiones, a pesar de haberlas

    elaborado por medio de deducciones basadas en las rese-as, en verdad no del tododignas de confian$a, de la prensa americana. #n su pelea contra +ubois, Bohnson solotendra que resolver un problema' mantener a distancia a su adversario, sin dejarlollegar jam"s al cuerpo a cuerpo. Yo estaba seguro de que Bohnson lo comprendera y, enese caso, su superioridad t%cnica le aseguraba la victoria.

    3aca mucho que no haba visto tanta gente ni tan largas colas de coches como losque se juntaron la noche del combate ante la entrada del !alacio de los +eportes. 1ehaban vendido todas las entradas con gran antelacin. #l impactante automvil delembajador de los #stados Enidos estaba parado casi delante de la puerta de entrada enla vereda, bajo la fina llovi$na invernal, se apretujaba una compacta muchedumbre lostraficantes de la reventa intentaban esquivar a los agentes ocult"ndose en los rinconesoscuros. 5penas haba dado unos pasos cuando me llam un joven arquitecto, a quienhaba conocido en el 4arrio *atino durante la temporada en que acababa los estudios'

    ?Aeli$ mortal@ me dijo a gritos al estrecharme la mano. ?7 no necesitasbuscar a un individuo que te haga el favor de venderte por ciento cincuenta francos unaentrada que vale veinte@ 5 m tambi%n me gustara instalarme en la tribuna de la prensa.=5puestas contra +ubois> 7e acepto hasta die$ francos. ?&ira, ah viene mi entrada@3asta la vista.

    1e lan$ hacia un hombrecito de gorra y desapareci. #n el mismo instante son a

    mi lado una vo$ femenina, admirable por lo pausada y comedida. *a mujer hablaba entono natural, con un leve mati$ etranjero'

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    +isculpe, se-or, pero =en verdad usted es periodista> me pregunt.&e volv. 5parentaba unos veinticinco o veintis%is a-os iba bien vestida, con

    gusto, era bonita, de rostro impasible, iluminado por unos ojos grises m"s bien chicosel som2 brerito ocultaba una frente de dibujo puro y regular. &e pareci sorprendenteque se hubiera dirigido a un desconocido' no coincida con su porte ni con su aspecto.!ero hablaba con tanta naturalidad y con tanta desenvoltura que sin vacilar le contest%que, en efecto, era periodista y a-ad que me complacera mucho poder serle til.

    No pude encontrar entrada para esta noche y tengo gran inter%s en asistir a esapelea. =No podra hacerme entrar>

    (on todo gusto lo intentar%.7ras una larga eplicacin con el portero y una buena propina al revisor,

    conseguimos entrar juntos le ced mi butaca, que ella acept sin hacerse rogar. Yo mequed% a su lado, de pie, acodado en el peque-o muro de cemento. No al$ ni una solave$ la mirada hacia m y se limit a preguntarme, sin volver la cabe$a, y un poco antes

    de empe$ar el combate preliminar, cu"l de los dos boeadores iba, en mi opinin, aganar la pelea.

    Bohnson le contest%.#n aquel instante aparecieron en el ring los dos primeros boeadores y nuestra

    conversacin no continu. *os dos encuentros preliminares no ofrecan ningn inter%s.5l fin lleg el momento del combate estelar. 5pareci la maci$a silueta de +ubois,envuelto en su bata rosa p"lido. 1e diriga hacia el ring en compa-a de su m"nager y dedos hombres que llevaban las toallas. 1u rostro romo y calmo ostentaba su tranquilasonrisa habitual. *a multitud aplaudi y rugi. 5lgunos gritos se destacaban del ruidode fondo.

    ?5nimo, compadre@ ?+ale lo suyo@ ?6ue vea lo que es bueno@Yo ni siquiera vi por dnde haba entrado Bohnson, que se escurri por entre las

    cuerdas y apareci de repente al lado de +ubois. *e bast con un simple movimiento en este caso, la forma de inclinarse para pasar por debajo de la cuerda y de erguirse acontinuacin para poner de manifiesto su ecepcional agilidad y su equilibrio

    perfecto. Bohnson llevaba una bata a$ul con rayas blancas a lo largo. (uando los doshombres aparecieron en pantaln de combate, salt a la vista la diferencia de estatura.+ubois era infinitamente m"s fornido que su adversario tena los hombros carnosos yredondeados, el torso velludo y las piernas musculosas. *o que me sorprendi enBohnson fue, ante todo, la flacura etrema, al punto de que se le podan contar lascostillas, y la delgade$ de sus bra$os y sus piernas, que parecan muy fr"giles frente a la

    potente arma$n de +ubois. !ero a la segunda mirada not% el amplio desarrollo de lacaja tor"cica, la anchura de los hombros y las piernas como de bailarn, muy bienhechas bajo la piel reluciente del torso, sin un pelo, se movan con soltura los msculoslisos y alargados. #ra rubio y su cara, epresiva, careca de belle$a. Nadie le habrasupuesto m"s de diecinueve a-os, y tena veinticuatro. *o aplaudieron, pero menos quea +ubois, evidentemente. Cl se limit a hacer una inclinacin, sin sonrer. +espu%s sonel gong y empe$ el primer asalto.

    +esde el primer momento me inquiet la guardia de Bohnson, que haca pensar en la

    postura cl"sica de +empsey' con los dos pu-os casi a la altura de los ojos. 1altaba a lavista que no era la actitud recomendable para combatir con +ubois, pues dejaba el torso

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    al descubierto. !ero al acabar el primer round ya me haba dado cuenta yo de mi error'la verdadera defensa de Bohnson no estribaba en la posicin de sus bra$os, sino en surapide$. +ubois empe$ atacando con frenes, a un tren endiablado, que no era sumanera habitual era f"cil adivinar que obedeca las instrucciones de su entrenador.#staba en perfecta forma, tal como yo no lo haba visto nunca. +esde el lugar en queme hallaba vea llover sus golpes r"pidos y oa el impacto sordo e inquietante, que delejos recordaba el ruido de un galope ligero e irregular. *os guantes de +uboisaporreaban el pecho descubierto de Bohnson, que rompa recorriendo el cuadril"tero. #lataque de +ubois era tan impetuoso que el pblico solo tena ojos para %l. !areca quenadie se fijaba en Bohnson un se-or a mi lado epresaba su indignacin'

    ?Bohnson no eiste@ ?No se lo ve en el ring@ clamaba. ?No veo ni su sombra@?#sto no es un combate, es una carnicera@ chill a mis espaldas una vo$ de

    mujer.5nimado por los gritos de la multitud, +ubois atacaba con furor creciente veamos

    agitarse los hombros redondos, arrastrados hacia delante por el frenes del combate, ylas pesadas piernas, que se movan lentamente. 5l verlo, se tena la sensacin de que noera posible resistir ante aquella maquinaria potente. 7oda la gente pareca pensar as ylos escasos espectadores que an conservaban la sangre fra y seguan el combate conmirada crtica no podan dejar de compartir esta opinin.

    ?1iempre pasa lo mismo con esos yanquis@ ?#n 5m%rica se comen crudos a losni-os y aqu acaban hechos harina@ aullaba mi vecino.

    +ebido a la rapide$ con que se sucedieron las cosas en el primer asalto, me fueimposible apreciar hasta qu% punto Bohnson supo mantenerse a la altura de lascircunstancias. 1olo despu%s de que sonara el gong pude observar lo tranquila y

    pausada que era su respiracin y esa epresin tensa y vigilante que me haba llamadola atencin en las fotografas suyas que publicaban los peridicos.

    #l segundo y el tercer round fueron eactas repeticiones del primero. Nunca habrasupuesto a +ubois capa$ de atacar tan r"pido y con tal furia. !ero ya poda verse que noconsegua llegar al cuerpo a cuerpo, evitado todo el tiempo por Bohnson. +ubois noregateaba esfuer$os, y aunque estaba ba-ado en sudor, segua atacando como en el

    primer asalto e imprima a sus golpes la misma cadencia velo$. Bohnson continuaba/rompiendo0, mientras describa crculos casi perfectos en la lona. 3acia el final delcuarto asalto la pelea ya pareca resuelta y la decisin, una simple cuestin deformalidades que cumplir los golpes todava llovan sobre Bohnson y el americanodaba la impresin de mantenerse en pie de milagro. +e las localidades popularessurgan gritos de /?*iqudalo@0, /?5 la lona con %l@0. Y entonces sucedi en el ring algovelo$ como el rayo, tanto fue as que en el primer momento nadie pudo ver lo que habasido reson el sonido sordo de un cuerpo que se desplomaba y vi cmo +ubois setenda con pesade$ sobre la lona. #ra algo tan inesperado, que un rumor apagadoatraves el inmenso !alacio de los +eportes pareca el jadeo de algn monstruo deleyenda. 3asta el mismo "rbitro se qued tan asombrado que tard en ponerse a contarlos segundos reglamentarios. 5l contar siete, el cuerpo de +ubois segua inerte, y alllegar a ocho, son el gong para se-alar el final del asalto.

    +esde el comien$o del quinto round, el aspecto del combate cambi por completo.3asta el cuarto, solo habamos visto en el ring a +ubois pero ahora solo tenamos ojos

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    para Bohnson, cuyas cualidades ecepcionales al fin pudimos apreciar. +io una leccinde boeo cl"sico y se mostr maestro consumado, sin incurrir ni en el m"s leve error.5dem"s, era evidente que no quera castigar ni da-ar a su adversario. +ubois, medionublado, embesta enceguecido entre las brumas que lo rodeaban y %l solo se ofreca alos pu-os de Bohnson. 8olvi a caer otras muchas veces y cada ve$ se levantaba a costade esfuer$os sobrehumanos al fin casi renunci a parar los golpes y se limit a taparsela cara con los guantes con su coraje habitual, aunque se hallaba casi inconsciente,segua encajando. 7ena un ojo cerrado, la cara llena de sangre, y lo oamos tragarsaliva. #ra incomprensible que el "rbitro no detuviera el combatemuchas veces, durante el asalto, Bohnson dej caer los bra$os, y dirigi una miradainterrogativa, ya a +ubois, ya al "rbitro. Ena ve$ hasta lo o refunfu-ar un /?#st" li2quidado@0 antes de encogerse de hombros y seguir con una demostracin, ya intil enese momento, de sus ecepcionales dotes para el boeo. !or fin, en el seto asalto, conla misma rapide$ que antes, aunque esta ve$ pudo verlo todo el mundo, el pu-o de

    Bohnson choc con la punta de la barbilla de +ubois, a quien se llevaron fuera del ringsin conocimiento. #l inmenso local era un hervidero de gritos y de eclamacionesinarticuladas e incoherentes. *a multitud sala lentamente por los corredores.

    5fuera, todava caa la lluvia invernal. Yo sal con mi desconocida, llam% un tai ypregunt% a la joven hacia dnde quera ir.

    Ested fue muy amable me contest, sin cerrar la puerta, aunque ya estuviesesentada en su sitio. No s% cmo darle las gracias.

    =6uiere tomar una tacita de caf%> #s estupendo para hacer pasar las emocionesfuertes.

    #lla acept, sub, me sent% a su lado y di al chofer la direccin de un caf% de la ru%

    )oyal que permaneca toda la noche abierto. *a lluvia dibujaba arroyuelos en los cris2tales y produca brillos tenues a la lu$ de las farolas.

    =6u% fue lo que le hi$o prever la victoria de Bohnson> me pregunt.*e epuse con detalle las ra$ones en las que haba basado mi pronstico.

    =5s que sigui de cerca lo que decan los peridicos norteamericanos>#so forma parte de mi oficio.(all. 1in saber por qu%, me senta incmodo a su lado y empe$aba a arrepentirme

    de haberla invitado. (ada ve$ que en el automvil penetraba un rayo de lu$, vea superfil fro e impasible, y al cabo de unos minutos ya estaba pregunt"ndome por qu% iraa un caf% con esa desconocida de rasgos tan desprovistos de epresin, que tenaaspecto de esperar en casa del peluquero o de viajar sola en el subterr"neo.

    !ara ser periodista, usted no es nada comunicativo dijo ella.?!ero si acabo de eplicarle con todo detalle las ra$ones que me hicieron prever la

    victoria de Bohnson...@=Y ah se terminan sus facultades dial%cticas>No s% qu% otros temas puedan interesarle a usted. Imagino que siente especial

    predileccin por el boeo...No siempre...#n ese momento el tai se detuvo. &inutos m"s tarde, est"bamos sentados ante dos

    pocilios de caf% negro. 1olo entonces pude observar con atencin a mi pareja, o mejordicho, advertir una de sus particularidades. 7ena una boca de dimensiones

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    sorprendentes, con labios gruesos y golosos, que daban a su rostro una epresin des2provista de armona su cara pareca como artificial, y el conjunto de la frente y de laparte inferior causaba la misma sensacin molesta que se siente ante una anomalaanatmica. !ero en cuanto sonri por ve$ primera, y se descubrieron los dientesregulares entre los labios apenas separados, toda su epresin se anim con un c"lidoencanto sensual que pocos minutos antes hubiera credo incompatible con ese rostro.&"s adelante record% que a partir de ese mismo instante haba dejado de sentirmeincmodoycohibido a su lado. &e sent leve y a gusto. *e hice preguntas acerca detemas bastante personales. &e contest que se llamaba se-ora 5rmstrong, que sumarido haba muerto no haca mucho y que viva sola en !ars.

    =Y su marido era...>)espondi que norteamericano e ingeniero y que no lo haba visto en los dos

    ltimos a-os, porque ella viva en #uropa, mientras que %l se haba quedado enNorteam%rica. #staba en *ondres cuando recibi el telegrama que le anunciaba el

    repentino fallecimiento del se-or 5rmstrong.No tiene acento americano dije. 5 lo sumo se le nota en el habla un

    ligersimo mati$ etranjero.#lla me dedic una de aquellas sonrisas que me haban dejado tan sorprendido y me

    manifest que era rusa. #stuve a punto de ponerme de pie, tan grande fue mi asombro.5n no s% con eactitud por qu% la cosa me pareci tan etraordinaria.

    =5s que usted no pensaba que hablaba con una compatriota>#sto lo dijo en un ruso muy puro.

    )econo$ca, querida se-ora, que no era f"cil adivinarlo.No, pero yo saba que hablaba con un ruso.

    &e inclino humildemente ante su perspicacia. =Y en qu% lo adivin, si no esindiscreto preguntarlo>

    ?#n sus ojos@ dijo en tono irnico.Y despu%s, encogi%ndose de hombros'*leva un peridico ruso asomando por el bolsillo del gab"n a-adi.#ran las dos de la madrugada. !ropuse acompa-arla hasta la casa, pero contest que

    regresara sola y que no quera ocasionarme molestias.1in duda usted tiene obligaciones profesionales que lo reclaman dijo.1, debo escribir mi artculo.#staba decidido a no preguntarle dnde viva y a no hacer nada por volver a verla.

    1alimos juntos y la acompa-% hasta un tai.?4uenas noches@ le dese%, mientras la ayudaba a entrar en el coche.&e tendi la mano desde el interior y unas gotas de lluvia se aplastaron en ella.

    4uenas noches me contest, y volvi a sonrer.No podra decir si fue real o mera ilusin por mi parte, pero cre advertir en su vo$

    una entonacin peculiar, que en cuanto observ% se desvaneci. Ena especie de sonrisasonora, que tena el mismo significado y era equivalente a aquel gesto sensual de labiosy dientes con que poco antes haba conseguido que dejara de sentirme incmodo a sulado. 1in pararme a pensar lo que iba a decir, y olvidando mi formal decisin de

    minutos antes, le dije'1entira despedirme de usted sin conocer su nombre ni su direccin. 5l fin y al

  • 5/21/2018 Gaito Gazd nov - El Espectro de Alexander Wolf

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    cabo, si es usted aficionada a los deportes, creo que podra serle til alguna ve$.7al ve$ s admiti. &e llamo #lena Ni9olayevna.Y me dio su direccin.=No la anota> pregunt.No, ya me acordar%.=7anto confa en su memoria>5bsolutamente.5-adi que estaba en casa hasta la una del medioda y de siete a nueve de la tarde.

    +espu%s hi$o resonar la puerta y el tai se alej.(amin% hacia el peridico haba neblina y la lluvia no cesaba. &ientras caminaba,

    con el cuello del gab"n subido, pensaba en muchas cosas al mismo tiempo'/*a categora de Bohnson, hasta ahora muy discutida, adquiere hoy visos de

    indiscutible. #l resultado del combate no nos sorprendi en lo m"s mnimo, porque, deacuerdo con nuestros pronsticos, las informaciones que poseamos acerca del campen

    americano lo se-alaban como favorito.0&e dijo' LEsted tiene obligaciones profesionales que lo reclamanM. Ena rusa no

    hubiera empleado esta frmula. !ens"ndolo bien, ese fue el nico momento en que seepres como una etranjera.

    0*a bravura de +ubois no merece m"s que elogios. 1us defectos, que no habantenido gran importancia en sus combates anteriores, contra adversarios de medianacategora, fueron su perdicin en cuanto se vio enfrentado con un luchador de esgrimaimpecable.

    MM7iene un algo increblemente seductor, y la falta de unidad que hay en su rostro talve$ tenga su trasunto en el aspecto moral e intelectual.

    0*o que la gente repeta hasta la saciedad refiri%ndose a Bohnson, es decir, quecareca de la pegada necesaria para conseguir el D.;., no parece haber sido sino unardid de guerra empleado por su entrenador con habilidad etrema. ; qui$" uno de esosgolpes publicitarios a los que nos tiene tan acostumbrados la prensa deportivanorteamericana.

    0&e pregunto qu% pasar". *a calle ;ctave2Aeuillet desemboca en la avenida 3enri2&artin, si mal no recuerdo.

    MMEna eplicacin de las victorias precedentes de +ubois podemos hallarla en elhecho de que hasta hoy ninguno de sus adversarios hubiera cado en la cuenta, a pesarde ser una cosa tan sencilla, de la necesidad de evitar el cuerpo a cuerpo. Y si algunocay, debi de faltarle la habilidad necesaria para seguir este plan de combate. 5l no

    poder llegar al cuerpo a cuerpo, +ubois perda su principal ventaja. (on su habitualvive$a de espritu, Bohnson lo comprendi al instante y de esa forma la victoria queden sus manos.

    MM6ui%n sabe si no me espera una nueva aventura en la que pronto me ver"totalmente embarcado. #stoy de nuevo ante las fronteras de lo desconocido, como yame sucedi otras veces.

    MM1eamos sinceros' a pesar de todas sus indiscutibles cualidades, si +ubois conservsu ttulo hasta el da de hoy fue gracias a la suerte. #s un honrado trabajador del boeo,

    un obrero de la lucha, de los mejores que conocemos. !ero nunca fue ese milagroviviente que constituye la reunin en un solo hombre de las cualidades que se requieren

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    para figurar con letras de oro entre los grandes nombres del historial bostico. #n eltranscurso de los a-os pasados, de entre cientos de nombres de boeadores, soloalgunos perdurar"n en la memoria de los aficionados' (arpentier, +empsey y ene7unney ser"n los m"s destacados. 1i nos atrevi%semos salvando la arbitrariedad del

    juicio a incluir entre ellos a Bohnson, el paralelo que se establecera entre %l y +uboissera desastroso para el ltimo, lo cual, entend"monos bien, no rebaja en nada susm%ritos.

    01i no hubiese notado aquella entonacin inesperada en su vo$, lo m"s probable esque jam"s hubiera vuelto a verla0.

    #ntr% en el cafetn de los tipgrafos, que permaneca abierto toda la noche al ladodel peridico, y escrib el artculo que haba elaborado en mi mente mientras caminaba.#sa misma noche lo entregu%, porque as me ahorraba tener que volver a la redaccin a

    primeras horas de la ma-ana para la edicin del medioda. +espu%s de dar la copiavolv a casa y me met en cama poco antes de las cuatro. 5l cerrar los ojos vi de nuevo

    los torsos desnudos de los boeadores y el ring iluminado con violencia, as como lasorprendente sonrisa de la joven. +espu%s me adormec, arrullado por el rumor de lalluvia que me llegaba por la ventana entreabierta.

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    IV

    7oda la semana siguiente estuve muy ocupado. Necesitaba asegurarme unosingresos m"s o menos importantes para pagar unas deudas que hasta entonces habadescuidado, de modo que cada da deba pasar un buen pu-ado de horas escribiendo.*os artculos que tena que perge-ar trataban de temas sobre los que yo casi careca dedatos, lo cual me obligaba a largas investigaciones y bsquedas una publicacinsemanal esperaba una nota sobre la historia de una mujer cortada en peda$os lo queme obligaba a leer todo lo que los peridicos haban publicado del asunto otrarevista me haba confiado un estudio acerca de un esc"ndalo financiero y, por otra parte,an tena que redactar una crnica referente a la desaparicin de un adolescente. 7enala impresin de estar escribiendo en el agua estaba persuadido de que la polica jam"sconseguira descubrir al asesino de la mujer y el esc"ndalo financiero tena la aparienciade que acabaran ech"ndole tierra al asunto antes de empe$ar.a trabajar ya me habanrecomendado que no citara nombres, de modo que no tena m"s remedio que

    limitarme a hacer consideraciones generales, aburridas por lo vagas e imprecisas. #ncuanto al adolescente desaparecido, era mejor no hacerse muchas ilusiones aunque notuviese m"s que dieciocho a-os, era pblico y notorio que practicaba lo que

    pdicamente convinimos en llamar /costumbres especiales0, y yo tena buenas ra$onespara sospechar que haba ido a reunirse con un pintor c%lebre y casi oficial, al que louna una gran amistad. !ara vestir un poco mis artculos tuve que hacer piruetas yetenderme en consideraciones generales referentes a las costumbres de la juventud dehoy da, mientras evitaba con cuidado los detalles que por demasiado precisos hubiesen

    podido acarrearme alguna querella por difamacin y tambi%n las hiptesis demasiadofant"sticas, que corran peligro de verse desmentidas por una realidad que yo conoca lo

    bastante para no equivocarme. *ogr% etraer de esos tres /sucesos0 catorce artculos,con los que me puse a flote. !or entonces el entrenador de +ubois reclamaba uncombate de desquite acusaba de parcial al "rbitro y hasta haba llegado al etremo deredactar una declaracin, que firmaba +ubois, en la que se afirmaba que el boeadorvencido haba empleado una t"ctica elegida tras madura reflein, destinada, sobretodo, a lograr una decisin favorable en los ltimos asaltos, y que el D.o. que Bohnsonle haba infligido haba sido puramente fortuito. Insista de un modo particular en loreferente a los reportajes e informaciones que haban publicado los peridicos y cuyatnica le pareca en general inadmisible. !ara terminar, hablaba de la vergen$a que lehaba causado leer semejantes frases en la prensa parisina. 7odo esto oblig a loslectores de peridicos a tragarse un cierto nmero de artculos destinados a poner lascosas en su sitio y a restablecer la verdad, lodos saban que en realidad no se trataba dela verdad, que era lo que menos importaba, sino de los intereses del boeador y de losde su m"nager, que teman verse obligados a aceptar bolsas reducidas en los combatessubsiguientes a la derrota del campen. 1in duda, la reduccin de bolsa era inevitable,

    pero convena hacer lo posible para que no fuera tan dura.Yo me senta leve y a la ve$ lleno de ecitacin algo similar a cuando, en mi

    juventud, me hallaba ante la perspectiva de un viaje a una regin lejana, de la que nosaba si podra volver algn da. #l recuerdo de la mujer a quien haba conocido la

    noche del combate Bohnson2+ubois se me vena constantemente a la memoria y saba,con certe$a intuitiva, pero absoluta, que volver a verla era solo cuestin de tiempo. #n

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    m ya se manifestaban ciertos impulsos, tanto espirituales como fsicos, contra los quelas circunstancias eternas se revelaban impotentes. !ensaba en eso con una

    permanente inquietud, porque intua que en esa aventura iba a correr m"s peligro milibertad que en cualquier otra ocasin hasta ese momento. !ara convencerme me erasuficiente con evocar los ojos de la mujer y su sonrisa, y percibir su magnetismoetra-o, en cierto modo hostil, que me sorprendi la noche en que nos conocimos. Yoignoraba la impresin que le haba causado pero, aunque solo la hubiese visto durantemenos de una hora en el caf%, despu%s del combate, no me parecan fortuitas ni casualesla sonrisa con que me dio las gracias ni aquella entonacin tan peculiar de su vo$ detodo eso podan deducirse innumerables consecuencias, maravillosas tal ve$, y qui$"deprimentes. ; qui%n sabe si maravillosas y deprimentes al mismo tiempo. 7ambi%n era

    posible que yo estuviese en un error y que mis impresiones de esos momentos fuerantan imprecisas y tan fugaces como el recuerdo desvado que conservaba de las casas, delas calles y de las personas que vi aquella noche lluviosa y llena de bruma.

    )ecord% que, en el momento de despedirnos, ella no me haba preguntado minombre. !or lo tanto, tena que esperar mi visita o mi llamada telefnica con aquella se2guridad tranquila y casi indiferente que pareca ser su principal caracterstica.

    *a llam% por tel%fono una ma-ana a la die$, justo ocho das despu%s de la noche delcombate.

    +iga dijo, y reconoc su vo$.4uenos das, querida se-ora contest%, y di mi nombre. *a llamo para saber

    cmo sigue.?5h@ =#s usted> #stoy muy bien, gracias. Y usted, =estuvo enfermo>No, pero s muy ocupado, lo que me priv del placer de escuchar su vo$.

    =;cupaciones de ndole personal>+e ningn modo. #ran cosas que no me importaban lo m"s mnimo y largas y

    aburridas de contar, sobre todo por tel%fono.!odra usted cont"rmelas en persona.!ara eso sera necesario que tuviera ocasin de volver a verla.No veo inconveniente. =+nde cena esta noche>No lo s%, an no lo decid.8enga a cenar a mi casa, de siete a siete y media.No querra abusar de su amabilidad...1i nos conoci%ramos un poquito mejor, le contestara que... =1abe qu% le

    contestara>No es difcil adivinarlo.!ero como an no lo cono$co lo suficiente, no se lo digo.#s usted muy amable.=#ntonces quedamos para esta noche>7ratar% de ser puntual.5 las siete y media traspuse la puerta del edificio. 8iva en el segundo piso. #n

    cuanto llam%, la puerta se abri y estuve a punto de retroceder, mudo de asombro. 5ntem se ergua una mulata enorme que, sin decir una sola palabra, se limit a clavarme sus

    ojos inmensos. Yo cre que me haba confundido de piso, pero no obstante pregunt% porla se-ora 5rmstrong.

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    *a se-orita espera al se-or contest con un acento de verdad original.+io media vuelta y se dirigi hacia una puerta, precedi%ndome y taponando con su

    impresionante humanidad toda la anchura del pasillo. &e hi$o entrar en un saln, decuyas paredes colgaban algunas naturale$as muertas elegidas sin gran discernimientola alfombra era a$ul y los muebles iban tapi$ados en terciopelo del mismo color.+espu%s de unos segundos en los que estuve sumido en la contemplacin de una telaque representaba un plato amarillo sobre el que haba dos naranjas hechas gajos y otrastres naranjas enteras, hi$o su aparicin #lena Ni9olayevna. 1u vestido de terciopelomarrn le caa tan bien como el peinado que haca resaltar la perfeccin inmvil delrostro apenas maquillado. !ero su mirada me pareci m"s animada que en nuestro

    primer encuentro.*a salud% y le cont% cu"nto me haba sobresaltado al ver a la mulata que me abri la

    puerta.#lla sonri'

    1e llama 5na dijo. !ero yo la llamo *ittle 5nnie, como en esa pelcula queusted debe de haber visto.

    1in duda, *ittle 5nnie le queda muy bien. =+nde la captur>#lla me eplic que *ittle 5nnie haba entrado a su servicio en Nueva Yor9 y que

    desde entonces haba ido con ella a todas partes la mulata haba pasado su juventud en(anad" y hablaba franc%s. #ra una cocinera inigualable, de lo que no tard% en tener las

    pruebas. ?3aca mucho tiempo que no saboreaba platos tan suculentos@#lena Ni9olayevna me interrog acerca de mis ocupaciones de la semana anterior.

    *e habl% de la mujer hecha peda$os, de las cosas que ningn peridico contaba acercadel esc"ndalo financiero, de los datos impublicables referentes a la desaparicin del

    jovencito y de las maniobras del entrenador de +ubois.=#se es su trabajo en el peridico>&"s o menos, s.=1iempre lo mismo>#n general, s.=Y cree haber nacido para ese trabajo>Yo beba el caf% y fumaba mientras pensaba en la gran distancia que separaba esa

    conversacin de la que a m me habra gustado entablar. 5l lado de ella me senta comoborracho y guardaba silencio, y cuanto m"s se prolongaba la situacin, vea cada ve$m"s lejana la probabilidad de recobrar el dominio de m mismo, a pesar de todos misesfuer$os. &i actitud segua siendo correcta a la perfeccin, pero me constaba loelocuentes que deban de ser mis ojos. *a trivialidad de mi charla no poda enga-ar a#lena, que saba lo que yo llevaba por dentro. +e haber sido sincero, habra dicho' /&iquerida amiga, no se equivoca en lo m"s mnimo esta conversacin no trasluce paranada mis sentimientos ni, sin duda, los suyos. Ested sabe tan bien como yo lo quedebera estar dici%ndole en estos momentos0. !ero en lugar de eso, segu la comedia ya-ad con vo$ neutra'

    1in duda preferira dedicarme a trabajos m"s literarios pero, por desgracia, lascircunstancias no son muy propicias.

    =!referira escribir novelas de amor>=!or qu% recalca la palabra /amor0>

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    7engo la impresin de que eso le va bien a su personalidad dijo con una levesonrisa.

    =Y me lo dice a pesar de habernos conocido en un combate de boeo, y despu%sde haber apreciado, al menos as lo espero, mis pronsticos acerca del resultado>

    6ui$" me equivoque, pero tengo la impresin de que lo cono$co desde hacemucho tiempo, aunque esta sea la segunda ve$ que lo veo.

    #ra la primera confesin y el primer paso que daba hacia m.*a gente suele considerar eso como un sntoma inquietante...No me da miedo.5l decrmelo sonrea, con su sonrisa ineplicablemente golosa. 8i entreabrirse su

    boca sobre los dientes slidos y clav% la mirada en sus labios, de un rojo profundoapenas acentuado por el carmn. (err% los ojos, y al mismo tiempo eperiment% lasensacin de escurrirme por una pendiente y de verme arrebatado por un torbellino.!ero hice un esfuer$o sobrehumano y segu sentado en mi silln, muy tranquilo en

    apariencia al menos eso crea, aunque mis msculos estuvieran tensos hastahacerme da-o.

    (err los ojos. =#s que le gusta dormir la siesta despu%s de las comidas>1u vo$ pareca venir de muy lejos.

    No le asegur%. 1olo acababa de acordarme de un proverbio.=+e qui%n>+el sabio 1alomn.?6u% lejos nos lleva eso, a los dos@5quel /lejos, a los dos0, era un nuevo avance.

    =+e qu% proverbio se trata> insisti.

    #s una par"bola cuya retrica desentona con nuestro odo moderno. #spero quetenga a bien recordar que fue dicho hace muchsimos a-os.

    ?+ios mo@ ?(u"ntas precauciones oratorias@ Ena ve$ m"s, =de qu% par"bola de1alomn se trata>

    #l sabio 1alomn deca que hay tres cosas insondables y que pasan sin dejarrastro.

    =(u"les>#l desli$arse de una culebra en la roca...(ierto.#l vuelo del "guila en las nubes...&uy bien.Y el camino que lleva del cora$n del hombre al cora$n de la mujer.#sa es una cosa que casi nadie parece creer dijo ella en tono pensativo. =5

    usted le parece mal epresada la idea> =!or qu%>7al ve$ porque me parece mala la traduccin. No acaba de gustarme ese /camino

    que lleva del cora$n del hombre al cora$n de la mujer0. !arece una frase arrancada deun manual de conversacin.

    Yo no soy tan puntillosa como usted. =5dmira la sabidura de 1alomn>1, pero con ciertas reservas. &uchos de sus proverbios no son del todo

    convincentes.

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    *a noche era oscura y la habitacin estaba demasiado caliente. #lena Ni9olayevna,sentada en un butacn frente a m, tena una pierna cru$ada sobre la otra yo poda ver2las hasta las rodillas y cada ve$ que las miraba me pareca que iba a quedarme sin aire.&i actitud amena$aba con ser inconveniente y tuve que recurrir a esas im"genes queevoco en casos similares, as como otros recurren a procedimientos mnemot%cnicos

    para ayudar a una memoria insegura. (ada ve$ que un sentimiento que ju$gaba fuera delugar, o al menos prematuro, me invada con violencia, me esfor$aba en imaginarmeuna gran llanura cubierta de nieve o un mar majestuoso y encrespado. #ra un procedi2miento que no me haba fallado nunca. #sa ve$, en el lugar en que estaba #lena

    Ni9olayevna, trataba de figurarme una vasta etensin nevada. !ero a trav%s de esaimaginaria blancura impoluta apareca, cada ve$ m"s ntido y avasallador, el rostroimpasible de labios rojos.

    5cab% por ponerme de pie y, despu%s de darle las gracias, me dispona a partir. #llame tendi la mano tibia y al contacto de aquella palma en mis dedos olvid% de

    inmediato mi decisin de marcharme, de la misma manera que la noche en que laconoc olvid% mi resolucin de no tratar de volver a verla. *a atraje hacia m y ella hi$ouna mueca de dolor porque, sin darme cuenta, yo le estrujaba la mano con mis dedos. 5loprimirla contra m, sent todo su cuerpo sobre el mo. 1olo m"s adelante, al volver a

    pensar en ese minuto, me di cuenta de que fue una sensacin imaginaria, porque ellallevaba un vestido de terciopelo muy grueso.

    Yo saba que cualquier mujer en su misma situacin se deba a s misma unaprotesta murmurada en unos t%rminos m"s o menos as' /Ested est" loco0. !ero nohubo nada de eso. &e pareca que mi rostro se acercaba al suyo como en un ensue-oella segua inmvil y sin ofrecer resistencia, pero en el ltimo instante gir la cabe$a

    hacia la i$quierda, present"ndome el cuello. 1u vestido se abrochaba por detr"s con unalarga hilera de botones forrados de tela, muy juntos y que pasaban con mucha dificultad

    por los ojales. (uando desabroch% los dos de m"s arriba, ella me dijo con la misma vo$tranquila de siempre, aunque en esa ocasin me pareci un poco apagada'

    5qu no. #spere un momento.*a solt%, ella se dirigi hacia otra habitacin y yo la segu. 1olo tuve que andar unos

    pasos, pero esos escasos segundos me bastaron para pensar en el sesgo inesperado y, adecir verdad, precipitado hasta lo inverosmil que tomaba el asunto. 3abantranscurrido solo ocho das desde nuestro primer encuentro, pero ese primer encuentroya quedaba a una distancia etraordinaria. &is sentimientos pese a esa violenciasalvaje que constituye el peor de mis defectos no suelen madurar m"s que con unalentitud fatigosa pero esa ve$, aunque me hubiese hallado bajo su total influenciadurante ocho das, hasta el ltimo minuto no me habra dado cuenta del podero con queme dominaban. !ienso que debido a una de esas coincidencias 2que nunca sabremoseplicarnos, a ese fenmeno de las atracciones recprocas, #lena eperimentaba loque en ruso llamamos un /movimiento del alma0 parecido al mo, de la misma maneraque se parecen dos lentes, cncava una y la otra convea, pero con igual curvatura ycomplementarias. 1olo as poda eplicarse su vehemencia, m"s sorprendente an quela ma. !ero en aquellos momentos todas mis impresiones eran confusas y vacilantes

    m"s tarde, al rememorarlas, consegu dibujarlas con contornos claros y casi coherentes,porque en esos momentos me parecieron eentas de toda importancia.

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    5l final, se hi$o a un lado para dejarme pasar despu%s cerr la puerta y dio vuelta ala llave en la cerradura.

    #ra tarde y ella no consegua disimular su cansancio. Yo me senta febril, con losojos enrojecidos, y muy en el fondo de mi ser algo haba que me corroa. (uando ladej% ya haban dado las tres de la madrugada, la noche era fra y las estrellas brillabanen un cielo sin nubes. 7ena ganas de caminar y mientras recorra las calles desiertaseperimentaba por primera ve$ en mi vida una dicha ecepcional y lmpida. *amisma idea de que todo eso pudiera ser fala$ no me incomodaba en lo m"s mnimo.7engo presentes el aspecto de las cosas junto a las que pas%, el gusto del aire fro y laligera racha de viento que me acoga en las encrucijadas todo se armoni$aba con mihumor. 1aboreaba una especie de alegra cristalina que horas antes no hubiera esperadohallar en la visin de esos ojos tranquilos cuya epresin tena algo de humillante param, porque no haba podido hacerla cambiar.

    5l da siguiente, al despertar, me pareci que lo que me rodeaba y constitua el

    espect"culo familiar para mis ojos todo el conjunto de seres y de cosas quecomponan el escenario cotidiano de mi vida tena un aspecto nuevo y diferente,como el del bosque despu%s de la lluvia.

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    81al de su casa poco antes del alba y volv a verla al da siguiente, a primera hora

    de la tarde. No saba precisar qu% haba cambiado durante la noche pero me parecaevidente que jam"s la calle ;ctave2Aeuillet, ni la avenida 3enri2&artin, ni la casa enque ella viva haban tenido ese aspecto. *os muros de piedra, los "rboles sin hojas, los

    postigos de las ventanas y las gradas de la escalinata eran cosas que yo conoca desdehaca mucho tiempo, pero ahora aparecan plenas de un sentido, de una significacindistinta, como para servir de decorado al escenario en donde se representara la m"s

    bella de las ficciones dram"ticas que pueda concebir la mente humana. 7ambi%n podacompararse a la obertura, hecha visible, de la m"s hermosa sinfona del mundo, sinfonaque solo yo poda or entre millones de hombres y cuya armona empe$ara a resonar enmis odos no bien se abriera, en un segundo piso, una puerta parecida a miles de puertasy, no obstante, nica. !ese a mi larga eperiencia personal, pese a cuanto hubiese visto,odo y comprendido, pese a todas las traiciones, todos los dramas y la incertidumbre

    propia de todas las cosas humanas, tena la impresin de que por fin

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    suceda algo que haba esperado en vano durante toda mi vida, y que nadie salvo yopoda entender, porque de nadie poda decirse que hubiera vivido una vida id%ntica a lama ni que tuviese en su haber la suma de eperiencias de mi ecuacin personal. &econstaba que, de haber faltado en mi historia el menor, el m"s nfimo de los detalles quela componan, la felicidad que yo senta en ese momento no hubiera sido tan completa.7odo me pareca indiscutible y al propio tiempo inverosmil. &ientras avan$aba por laavenida 3enri2&artin, de pronto se me ocurri que eso no poda ser algo real yeperiment% una especie de v%rtigo interior, como si toda mi aventura no fuera nadam"s que una p"gina arrancada de un cuento de hadas.

    5nnie me dijo que la se-ora me recibira al instante y me condujo al comedor. *amesa estaba puesta, con dos cubiertos' en uno de los vasos de 4urdeos se quebraba unrayo de sol y el cristal pareca lleno de algn fluido inmaterial, lo que me record queest"bamos en invierno y que brillaba el sol. &e sent% en un butacn y encend uncigarrillo, del que me olvid% hasta el momento en que se desprendi la ceni$a caliente,

    me quem la mano y me manch la manga.#lena Ni9olayevna entr y segundos m"s tarde 5nnie empe$ a servir la comida.

    #lena acababa de salir del ba-o y se haba limitado a ponerse una bata. 1u pelo, echadohacia atr"s, haca parecer m"s delicados sus rasgos y creaba un ambiente de intimidadtan inesperado como agradable. (on entonacin tierna, me pregunt si haba dormido

    bien y si tena apetito. (ontest% que s, sin dejar de mirarla. 7ambi%n ella habacambiado, igual que todo lo que me rodeaba' ya no tena una epresin lejana. 1einclin hacia delante y vislumbr% un gran lunar un poco m"s arriba de la clavculaderecha y me sent embargado de un sentimiento de gratitud y ternura. #n ese momentonot% que ella me miraba.

    =#n qu% piensas> pregunt%.!ienso que te cono$co desde hace muy poco y que, no obstante, no creo haber

    conocido a nadie m"s allegado a m que t.(all y un momento despu%s a-adi'

    No te dir% cosas as con frecuencia, de modo que ser" mejor que no te habites.Y verti en los vasos un vino fuerte y arom"tico. Yo no entiendo nada de vinos, pero

    me result evidente que no era un vino corriente.=!or qu% brindamos> pregunt ella.!or que yo no me habite.#lla movi la cabe$a y bebimos en silencio.1i se anali$an a fondo las cosas, no haba que ver all m"s que una comida corriente

    con una mujer a la que haba conocido una semana antes desde la vspera se habaconvertido en mi amante, y no era la primera ni la nica aventura de mi vida, as comoyo tampoco era ni la primera ni la nica aventura de la suya. 5parentemente, all nohaba nada que fuera ecepcional, pero las palabras adquiran una sonoridad solemne,como las que solo se pronuncian una ve$, tal ve$ al partir para la guerra o qui$" almarcharnos para siempre.

    7ras la comida permanecimos largo rato sentados ante las tacitas de caf%. #ntre losrayos de sol que entraban por los cristales suba, deshilach"ndose, el humo de los ciga2

    rrillos. #lena segua en bata y yo se lo hice notar. 1onri.No espero a nadie, de modo que no tengo necesidad de vestirme me dijo. !or

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    OP

    lo que a ti se refiere, creo que me prefieres sin la bata siquiera y de todas maneras no esdifcil prever cmo terminar" la velada.

    3ice un movimiento para ponerme en pie'?No@ ?#spera@ prosigui. #stoy aqu y no hay peligro de que me veas

    desaparecer no tengo ninguna gana de dejarte. !ero me gustara charlar contigo. (u%n2tame qu% ha sido de tu vida hasta hoy, a qui%n quisiste y si fuiste feli$.

    No s% por dnde empe$ar. #s muy complicado, muy largo y lleno decontradicciones. (ada ma-ana, al despertar, me digo que por fin lleg el da en que mivida va a empe$ar de verdad tengo la impresin de contar apenas con diecis%is a-os yme parece que el hombre que acumul tantas eperiencias tr"gicas y tristes y que lanoche anterior se acost en mi cama me es perfectamente desconocido no comprendoni el cansancio de su cara ni su pena. (ada noche, al acostarme, siento como si hubiesevivido una vida interminable de la que solo me queda la sensacin de asco y el peso delos a-os. Y a medida que pasa el da, mientras se acerca a su fin, este cansancio

    envenenado se hunde con m"s y m"s profundidad en m. *a historia de mi vida no eseso, desde luego lo que te cuento es solo lo que sent hasta la noche en que, para midicha, te encontraste sin entrada para el combate.

    #res bastante joven me dijo y aparentas un perfecto estado de salud. !or m"sque hables, me cuesta creer en la fatiga de tu alma. 1i en ciertos instantes pudieras vertedesde afuera de ti mismo, comprenderas por qu% tus disquisiciones acerca de tu gradode agotamiento suenan poco convincentes.

    !ero por lo que a ti se refiere, nunca dije nada de eso. (uando te veo...=7ienes la impresin de ver el amanecer de un nuevo da>7engo la impresin de ver el amanecer de un nuevo da.

    ?#stamos divagando@ me interrumpi. =+nde naciste> =+nde transcurritu ni-e$> =(u"ndo y por qu% te fuiste de )usia> =(u"l es tu apellido> No olvides quean no lo s%. =+nde estudiaste, si es que estudiaste alguna ve$>

    1, estudi%. 1in duda, una cosa bien intil, pero fui estudiante durante muchotiempo y me interes% por un buen nmero de asuntos.

    &e puse a hablar de m. 3asta ese momento nunca se me haba aparecido tan claro ycomprensible el sentido de mi vida. 5l hurgar entre mis recuerdos hall% gran nmero dehechos en los que no haba reparado, episodios llenos de entusiasmo juvenil. &ientrashablaba me daba cuenta, con cierta confusin, de que sin #lena no hubiera podidodevolver a ese pasado un vigor y una lo$ana que qui$" no eistan m"s que en miimaginacin, sobreecitada por la presencia de esa mujer en bata, de cabello lacio pei2nado hacia atr"s y de mirar lejano y pensativo.

    !erdname dije si en el relato no sigo un estricto orden cronolgico.#lla hi$o un gesto de impaciencia.5quel da le habl% de muchas cosas' de la guerra civil, de )usia, de mis viajes, de

    mi ni-e$. Y de entre todas las personas a las que conoc, volv a ver a las m"s distintas'profesores, oficiales, soldados, empleados, funcionarios y camaradas. +espu%s,desfilaron ante mis ojos los pases etranjeros. !aisajes tropicales con sus ampliosrect"ngulos de tierra oscura, sus carreteras blancas y estrechas y el aire c"lido e inmvil

    que se lleva a lo lejos el chirrido de las miserables carretas de madera los ojos tristes deuna vaquillona flaca y esquel%tica enganchada junto a un borrico, al primitivo arado con

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    que ara-aba la tierra "rida un labrador griego de capa gris negru$ca y sombrero defieltro blanco. 8olv a verme en 7urqua, donde las distancias se miden por horas' deeste lugar a tal otro no hay tantos 9ilmetros sino tantas horas de camino volv a sentirel viento glacial de las estepas de la )usia central y el rechinar de la nieve bajo mis

    pasos despu%s, el mar y las corrientes y los patos salvajes del +anubio los navios y lostrenes... 7odas cosas a trav%s de las cuales discurri el curso catico de mi vida.Y volv de nuevo a la guerra civil y a los miles de cad"veres que encontr% a mi paso. Yrecord% de pronto el discurso que nuestro profesor de ruso nos dirigi en su ltimaclase'

    8an a entrar en la edad viril nos haba dicho y tendr"n que sostener lo quellamamos Lla lucha por la vidaM. *a cual, a grandes rasgos, presenta tres aspectos' selucha para vencer, se lucha para eterminar y se lucha para llegar a un acuerdo. Estedesson jvenes y est"n llenos de energa, de modo que es el primer aspecto de la lucha elque los atrae. !ero nunca olviden que el ltimo, la lucha para llegar a un acuerdo, es el

    aspecto m"s humano y provechoso de la lucha por la vida. 1i basan su vida en esteprincipio, ser" la mejor prueba de que la formacin que intentamos inculcarles no esintil, que se convirtieron en aut%nticos ciudadanos del mundo y que nuestra vida ynuestras ense-an$as no resultaron est%riles. 1i obran de otro modo, deberemos pensarque perdimos el tiempo. Nosotros, que somos sus profesores, ya somos viejos, notenemos fuer$as para crear un mundo nuevo y solo nos queda una esperan$a' ustedes.

    !ienso que tena ra$n dije. !ero, por desgracia, no siempre podemos elegirel aspecto de la lucha que habramos considerado preferible.

    =uardas un buen recuerdo de tus profesores>#st"bamos sentados en un butacn y yo, que me haba apoderado de su bra$o

    derecho, senta a trav%s de la tela el calor del cuerpo de #lena Ni9olayevna.?No, de todos no@ !ero de muchos s contest% con una sonrisa.5cababa de acordarme del cura encargado de nuestra formacin religiosa durante el

    bachillerato. #ra un hombre alto y buena$o, muy distrado, con una sotana de sedacolor malva. 1iempre nos hablaba con vo$ triste'

    3ay muchas pruebas de la eistencia de +ios nos deca. 3ay pruebasjurdicas, pruebas lgicas, pruebas filosficas. 3asta hay sola a-adir tras un silenciomeditativo pruebas matem"ticas. !or desgracia, olvid% en qu% consisten.

    =#studiaste en alguna universidad> =+nde> =#n !ars> pregunt #lena.1. Y no result f"cil.*e cont% que antes haba sido necesario obtener del ecnsul imperial en !ars un

    certificado que solo %l poda etenderme y que servira de partida de nacimiento. #lecnsul era un hombre de baja estatura, iracundo, con una gran barba gris"cea'

    ?No, no voy a darle nada de eso@ haba ladrado. =(mo diablos quiere quesepa qui%n es usted> ?!uede ser un fugitivo de la justicia y hasta un asesino@ ?Y si meapura, un asaltante de caminos@ #s la primera ve$ que lo veo. =*o conoce alguien en!ars>

    Nadie. 1olo algunos camaradas, antiguos compa-eros de estudios. !ero est"ntodos en mi mismo caso' usted no conoce a ninguno y nada le impide pensar que cada

    uno de ellos sea un fugitivo de la justicia y un asesino y un cmplice mo, pora-adidura.

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    OQ

    =!ara qu% quiere usted mi certificado>*o necesito para matricularme en la universidad.=Ested> =#n la universidad>1, si es que me da el certificado.!ara matricularse en la universidad hay que tener aprobada la ense-an$a primaria.7engo el diploma que acredita que la aprob% en )usia.5dem"s, hace falta saber franc%s.*o hablo correctamente.=+nde lo aprendi>#n mi casa, en )usia.1olo +ios podra saber... dijo en tono vacilante. 7al ve$ no sea un bandido.

    No afirmo nada, no tengo datos en qu% basarme. #ns%-eme su diploma.7om el papel, lo estudi de cerca.

    =!or qu% no tiene m"s que un aprobado justo en Rlgebra y en 7rigonometra>

    =!or qu%, vamos a ver>No tengo ninguna disposicin para las llamadas ciencias eactas.4ueno, le dar% el certificado que me pide. !ero, ent%rese bien, bajo su propia y

    eclusiva responsabilidad.#nterado, se-or cnsul. 1i me detienen y me mandan a la c"rcel, le prometo que

    no le pedir% ninguna recomendacin.8olv a rer al recordar al viejo ese y #lena rio conmigo. #n cada fibra de mi mano

    notaba los estremecimientos de su cuerpo agitado por la risa.+espu%s se puso de pie y me dirigi una mirada en la que cre distinguir un

    reproche. (orri las cortinas y la habitacin qued sumida en la penumbra.

    #n el silencio reci%n nacido solo se oa un rumor de msica, procedente del piso dearriba alguien tocaba el piano, con lentitud y escandiendo cada nota' eran como grandesgotas sonoras que cayesen, una tras otra, sobre un lago de vidrio fundido.

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    8I&e hubiese sido imposible dejar de ver que la se-al distintiva de mis relaciones con

    #lena Ni9olayevna era, a cada instante de su presencia, una especie de aceleracin detodas mis actividades psquicas. 1i no era necesidad de su contacto, era ternura y si noternura, un conjunto de sentimientos y de estados de "nimo que no sabra describir,falto de palabras e ignorante de dnde buscarlas. +e todas formas le deba a #lena ununiverso que acababa de surgir a mis ojos y que yo desconoca hasta entonces. Nuncame haba dado cuenta cabal de todo lo que significa la presencia de una mujer. &ehubiera parecido absurdo comparar eso con ninguno de mis romances anteriores. 1induda saba que todo amor es nico, pero en s eso no es m"s que una afirmacin tericay vaga eamin"ndolos con atencin, siempre es posible hallar puntos de semejan$a en2tre distintos amores, porque su calidad de /nicos0 solo depende de matices fortuitos ycomo superpuestos a lo esencial. !ero ese amor era absolutamente distinto en %l, nadarecordaba a los precedentes y no encontraba nada en %l que pudiera compararse con mis

    eperiencias anteriores. 7ena la impresin de que, pasada la devastadora tensin deaquel amor, en mi alma no quedaran fuer$as para sostener ningn otro sentimiento ynada m"s podra igualarse a un recuerdo tan avasallador. #n el futuro, dondequiera queme hallase e hiciera lo que hiciese, me bastara con sumirm