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GABRIEL CISNEROS: POLÍTICO Y HOMBRE DE BIEN

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FAES Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales no se identifica

necesariamente con las opiniones expresadas en los textos que publica.

© FAES Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales y los autores, 2008

ISBN: 978-84-89633-48-3Depósito Legal: M-33093-2008Impreso en España / Printed in Spain

En marzo de 2007, José María Aznar, presidente de la Fundación FAES,inauguró las jornadas “En memoria de Milton Friedman” donde se lerindió al economista público homenaje. En ellas participaron figurasdestacadas del pensamiento y la economía liberal, como Arnold S.

Harberger, Francisco Cabrillo, Pedro Schwartz y Manuel Jesús González.Sus intervenciones ven ahora la luz en este libro acompañadas de dos textos originales de Anna J. Schwartz y Robert J. Barro,aparecidos previamente en The Cato Journal, y que han sido

expresamente cedidos para esta ocasión.

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Gabriel Cisneros:político y hombre de bien

Presentación: Carlos Aragonés

José María Aznar,

Mariano Rajoy, Eduardo Zaplana,

Enrique Arnaldo Alcubilla, Rafael Arias-Salgado,

Tom Burns, Miguel Ángel Cortés,

Pedro González-Trevijano, Rodolfo Martín Villa,

Jaime Mayor Oreja, Mercedes de la Merced,

Eugenio Nasarre, Andrés Ollero,

Joaquín Luis Ortega, José Miguel Ortí Bordás,

José Pedro Pérez-Llorca, Fernando R. Lafuente,

Ignacio Sánchez Cámara

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ÍNDICE

PRESENTACIÓN: HABLANDO DE GABRIEL CISNEROSCarlos Aragonés...........................................................................9UN GRAN PATRIOTAJosé María Aznar........................................................................13UN GRAN POLÍTICO; UNA GRAN PERSONAMariano Rajoy ............................................................................19UN EJEMPLO DE LA TRANSICIÓNEduardo Zaplana ........................................................................25MI RECUERDO DE GABRIELRafael Arias-Salgado Montalvo ....................................................29EL ACUEDUCTO LIBERAL-CONSERVADORTom Burns .................................................................................35PATRIOTISMO, LEALTAD Y AFECTOMiguel Ángel Cortés ...................................................................41POLÍTICA, GENEROSIDAD Y CORTESÍAPedro González-Trevijano .............................................................45GABRIEL CISNEROS: LA NACIÓN COMO HOMBRÍA DE BIENRodolfo Martín Villa ....................................................................55PASIÓN POR LA TRANSICIÓNJaime Mayor Oreja......................................................................69LA POLÍTICA COMO TAREAMercedes de la Merced .............................................................77UNA PÁGINA DE NUESTRA HISTORIA PARLAMENTARIAEugenio Nasarre.........................................................................87INDISCUTIBLE PROTAGONISTA DE LO ANÓNIMOAndrés Ollero .............................................................................95UN MUÑIDOR DE LA CONSTITUCIÓNJoaquín Luis Ortega..................................................................101MEMORIA HISTÓRICA, BIOGRAFÍA POLÍTICAJosé Miguel Ortí Bordás............................................................107CRITERIO PROPIO, LEALTAD Y DECENCIA POLÍTICAJosé Pedro Pérez-Llorca ............................................................119LA ESCRITURA DE CISNEROSFernando R. Lafuente ...............................................................125LA DIMENSIÓN INTELECTUAL DE GABRIEL CISNEROSIgnacio Sánchez Cámara...........................................................131GABY Y LA CONSTITUCIÓNEnrique Arnaldo Alcubilla...........................................................139

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PRESENTACIÓN

HABLANDO DE GABRIEL CISNEROS

Carlos Aragonés

Entre los días 6 de noviembre y el 12 de diciembre, en tressesiones, unos cuantos amigos de los muy numerosos queGabriel Cisneros supo atraer con inteligencia y generosidad através de los años, tuvimos la buena idea de sentarnos a hablarentre nosotros en las salas de seminarios de FAES con vistas ala publicación de este libro.

Las tres “matinales” resultaron ser auténticos coloquios ha -blados, en vez de series de notas leídas en voz alta, donde los puntos de vista y los cambios de parecer habituales hacen lle-gar a consideraciones algo alejadas de las que inicialmente aportaba cada cual. Confío en que el paso de lo dicho a un textodefi ni tivo haya borrado poco de la viveza de lo que se habló haceunos pocos meses gracias a la hospitalidad de José María Aznar.

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Esta suerte de semblanza política, que abrieron José PedroPérez-Llorca y José Miguel Ortí Bordás, procuró dejar al lado losentimental para rememorar etapas de su peripecia política oprofesional de una manera reflexiva, casi metódica en más dealguno de los que tomaron la palabra. Así, se tomó nota de susorígenes familiares o de las primeras elecciones a las que acu -dió, de los primeros discursos preparados y los episodios cru-ciales en el cambio del régimen político, como de su condiciónde editorialista y articulista de primera para revistas literarias yprensa nacional. Una primera semblanza del político de ideas,patriota y hombre de letras queda trazada con este libro de ami-gos, gracias al cuidado afectuoso y lleno de respeto hacia supersonalidad y circunstancias.

Como esta nota mía debe informar de aquello que los distin-tos autores no dicen, hay que hacer constar que nadie de losconvocados se excusó de asistir siquiera con buenas razones.Paloma Martín, por la Fundación, no pudo escuchar el menorreparo a la cita en memoria del político amigo fallecido. Verda -deramente todo transcurrió con la misma facilidad de trato einterés que desprendía la persona de Gabriel Cisneros haciapropios y extraños. Si faltara algún texto, sólo es debido a quecomprometí alguna documentación que se necesitaba para con-firmar su aportación, y no ha llegado a tiempo.

Además, el pasado 21 de noviembre pasado los diputadosdel Partido Popular en pleno celebraron una sesión, en la salamayor del Congreso, en honor del que ha sido un compañerotan destacado durante muchas Legislaturas. El presidente delas Cortes y los portavoces de los principales Grupos nos acom-

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pañaron en un gesto que por sí solo explica el don de GabrielCisneros para erigir la política en amistad y convivencia. Fueronmuchas y vibrantes las palabras allí pronunciadas pero nopodían sobrepasar los cinco minutos. De todas formas, aquí serecogen las tres más extensas, y no otro es el motivo, aunquetambién pudiera valer que las pronunciaron Aznar, EduardoZaplana y Mariano Rajoy.

A José María Aznar y a sus colaboradores agradezco, pues,no haber tenido que justificar nada que llevara el nombre deCisneros para hacerle hueco en las muchas actividades ordina -rias y publicaciones de su Fundación. En este mismo ordenhago constar que lo dicho aquí acerca de los amigos de GabrielCisneros se cumple recientemente, pero como quien más, en lapersona de Pilar Marcos, ayudada en la edición de este libro porCarmen Iglesias, que ha llevado la dirección de este grato tra-bajo de principio a fin.

Hablando de Gabriel Cisneros CARLOS ARAGONÉS

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UN GRAN PATRIOTA

José María Aznar

Congreso de los Diputados21 de noviembre de 2007

Gabriel Cisneros fue, ante todo, un gran patriota. Creo quees una de las cosas más bonitas que se pueden decir deuna persona. Y es justo reconocérselo a Gabriel Cisnerosmediante esta jornada de homenaje.

El Congreso de los Diputados fue, en efecto, la verda-dera casa de Gabriel Cisneros. Al Parlamento de la Naciónespañola dedicó lo mejor de su vida. Y lo mejor que hahecho este Parlamento en nuestra historia reciente, laConstitución de 1978, la Constitución de todos, le debemucho a Gabriel Cisneros.

Él fue, en efecto, uno de los padres de nuestra Cons -titución y uno de los muñidores del espíritu con el que ésta

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se fraguó: el espíritu de concordia, de reconciliación, deconstruir entre todos un mejor futuro, de mirar hacia delan-te, de no reabrir heridas del pasado, de grandeza y genero-sidad.

Gabriel Cisneros, lo sabemos todos los que le conoci-mos y apreciamos, fue un padre de la Patria, pero tambiénun político honrado, cabal, comprometido y consecuente.Vivió la política con pasión. Fue un convencido de algo quecomparto profundamente: que la política sólo tiene senti-do cuando se fundamenta en principios y en valores. Fuetambién un maestro en el arte de los acuerdos políticos.Su capacidad y habilidad fueron esenciales en la redac-ción de la Constitución.

Fue asimismo, y esto es menos conocido, un brillante yanónimo escritor. Su mano estuvo presente en textos lega-les, discursos, intervenciones parlamentarias y propuestas yprogramas electorales.

Yo siempre quise tenerlo cerca: por la brillantez de susconsejos; por su calidad humana; por su bonhomía; por esacombinación tan difícil de encontrar de inteligencia, sabiduríay humildad; por su patriotismo, por su lealtad a la Naciónespañola y por su apasionada defensa de las ideas que com-partimos.

Estoy profundamente orgulloso de haber podido contarsiempre con la colaboración entregada y leal de un hom-bre de la talla moral y política de Gabriel Cisneros. Y tam-

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Gabriel Cisneros: político y hombre de bien

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bién profundamente agradeci-do por haber tenido el privile-gio de contar con su ayuda.

Gabriel Cisneros fue, sinduda alguna, un político extra -ordinario.

En la primera jornada dehomenaje a Gabriel Cisneros, celebrada en FAES, recorda-mos que Gabriel Cisneros fue víctima de un atentado terro-rista. Fue víctima de la barbarie de ese terror que nos ame-naza desde hace tantos años. Y no lo fue por azar, sinopor su firme defensa de la Nación española y por su inque-brantable lealtad a los valores de la Constitución y de laTransición.

Porque, en efecto, además de padre de la Constitución,Gabriel reunía las condiciones requeridas para estar en elpunto de mira de los que pretendían y siguen pretendien-do acabar con la España constitucional.

Recordamos también que Gabriel no se rindió jamás. Semantuvo siempre fiel a aquello en lo que creía. Mantuvosiempre la cabeza alta. Jamás cedió a la tentación deceder ante los enemigos de la Nación española.

Tuvimos asimismo la oportunidad de traer a nuestramemoria que Gabriel nos enseñó que la Nación españo-la y la libertad son dos grandes cosas por las que mere-

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Un gran patriota JOSÉ MARÍA AZNAR

“La política sólotiene sentidocuando sefundamenta enprincipios yvalores”

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ce la pena luchar toda unavida, incluso poniendo éstaen riesgo.

En ese humilde encuentroen recuerdo de Gabriel recor-damos, cómo no, que se hizomonárquico. Se convirtió enun monárquico muy activocuando comprendió que laMonarquía constitucional es lamejor garantía de convivencia

en libertad para España. Fue monárquico por patriotismo,por lealtad a España, y también, todo hay que decirlo, porel afecto personal que trabó con su Majestad el Rey cuan-do Don Juan Carlos era tan sólo el Príncipe.

Recordamos también que Gabriel, ya en su etapa deenfermedad, estaba muy preocupado por las heridas infli-gidas a la Constitución. Gabriel dedicó, como en aquellareunión se subrayó, sus últimos meses de vida a defenderuna reforma del texto constitucional que permitiera repa-rar esas heridas.

Gabi se lo merecía.

Su figura como político de bien, como hombre de con-cordia, conciliación y amor a la Nación española merecíaeste homenaje. Que su recuerdo sirva para reforzar loque nos une a todos los españoles, que es mucho más

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Gabriel Cisneros: político y hombre de bien

“Gabriel nosenseñó que laNación española yla libertad sondos grandescosas por las quemerece la penaluchar”

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de lo que nos separa. Nos une el deseo de vivir en liber-tad en la Nación española. Y estoy seguro de que lo queGabriel Cisneros espera de todos nosotros es que traba-jemos con la fortaleza con la que él lo hizo por seguirhaciendo posible este deseo.

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Un gran patriota JOSÉ MARÍA AZNAR

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UN GRAN POLÍTICO; UNA GRAN PERSONA

Mariano Rajoy

Congreso de los Diputados,21 de noviembre de 2007

Gabriel Cisneros era una de esas personas de las que sepuede decir “era persona”, algo de lo cual también estámuy necesitada la vida política y sus aledaños. La vida polí-tica precisa de juristas, de parlamentarios, de analistas,pero precisa también de personas, porque son las perso-nas las que mejor luchan por el bien común y por los inte-reses generales.

En Gabriel están recogidas las virtudes de la Políticacon mayúsculas. Esa Política ejemplar, que todos quisié-ramos transmitir a los ciudadanos cuando tratamos de

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servir lo mejor posible a los intereses generales. EsaPolítica que da y que no espera recibir nada a cambio,que piensa en lo esencial, que trabaja con generosidaden beneficio de todos, que sacrifica los intereses parti-culares para sumar voluntades, y que afronta los proble-mas de cara, sin miedo, con el coraje democrático dequien antepone el entendimiento y la concordia naciona-les a cualquier otro objetivo político.

En Gabriel Cisneros está plasmado el ideal del hom-bre de Estado, esto es, del político que, según Ortega,encarna una idea clara de lo que debe hacerse desde elEstado al servicio de una nación. Algo que, precisamen-te, supo hacer él muy bien cuando, junto con los otrosPadres de la Constitución, quisieron ser fieles a la ideaque nació del espíritu de la Transición que sustentó elnacimiento de nuestro Estado democrático en 1978.

Me gustaría hacer un breve recordatorio de un acon-tecimiento al que se le dio sólo una relativa importanciay que se produjo no hace muchos años, en el año 2003.Gabriel y los restantes ponentes de la Constitución sus-cribieron el 7 de octubre de 2003 una Declaración enGredos, en la que se conmemoraban los veinticincoaños del referéndum nacional en el que los ciudadanosaprobaron por amplísima mayoría la ConstituciónEspañola.

En esa declaración se dicen algunas cosas que enestos momentos, desgraciadamente, hay que volver a

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Gabriel Cisneros: político y hombre de bien

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recordar, ya que algunos pare-cen haber olvidado lo que fuey lo que significó nuestra Tran -sición, y el espíritu de enten-dimiento que presidió el des-arrollo de aquellos años.

Para Gabriel Cisneros y losrestantes ponentes de nues-tra Carta Magna, el mérito desu trabajo, y leo lo que ellosdijeron del mérito de su traba-jo, fue que supieron “acertar a interpretar los anhelos depaz y libertad que alentaban en lo más profundo del pue-blo español. Sólo al cumplimiento fiel de aquel manda-to”, decían en Gredos, “cabe atribuir la perduración denuestro texto constitucional, frente a la efímera vigenciade tantos precedentes, expresión de la circunstancialhegemonía de una parte y no del pacto de todos”.

Con todo, lo más significativo de esa Declaración deGredos es que supo retratar lo que sus firmantes nodudaron en denominar como “la conciencia moral profun-da de nuestro Texto Constitucional”, y que no fue otra, yvuelvo a leer lo que dijeron, que “el espíritu de reconci-liación nacional, el afán de cancelar las tragedias histó-ricas de nuestro dramático pasado, la voluntad de con-cordia, el propósito de transacción entre las posicionesencontradas y la búsqueda de espacios de encuentroseñoreados por la tolerancia”. Eso es lo que dijeron.

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Un gran político; una gran persona MARIANO RAJOY

“La única yverdadera Ley deMemoria Históricaes la Constituciónde 1978, y lo esporque suturó laherida de las dosEspañas”

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Y precisamente por eso, la Constitución de 1978 hasido llamada con acierto “La Constitución de la Con -cordia”. Y es ella, queridos amigos, la única y verdaderaLey de Memoria Histórica. La única y verdadera Ley deMemoria Histórica es la Constitución de 1978, y lo es por-que suturó la herida de las dos Españas, lo es porque fueelaborada desde el deseo inequívoco de dejar atrás elpasado, de fijar nuestra memoria colectiva en un tiempohistórico que todos pudiéramos conjugar sin reproches alconsiderarlo como nuestro.

Por eso fue asumida por todos. Porque todos, comoreconocía Julián Marías, pudieron discutir sobre ella en “unclima de plena de libertad, de frecuente tolerancia y devoluntad constructiva”, como decía Luis de Grandes en suintervención, aunque fuera de otra manera. Porque redac-tada “sin dogmatismos ni imposiciones”, los españoles nodudaron en considerarla como “el cuerpo legal en el quetodos los españoles podían vivir cómodamente instaladoscada uno fiel a sí mismo”.

Pues bien, queridos amigos, ahora, cuando algunos handecidido dejar de ser fieles al espíritu de la Transición yhan querido quebrar irresponsablemente, insisto, irrespon-sablemente, la concordia nacional, se hace más impres-cindible que nunca volver a Gabriel Cisneros, a eso quehemos llamado un nuevo consenso.

Y ahora, cuando hay quienes se desdicen de su compro-miso con la España constitucional y cuando apuestan algu-

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nos por un soberanismo irres-ponsable que corrige la volun-tad de entendimiento que pre-sidió el nacimiento de nuestrademocracia, se hace másimprescindible que nunca vol-ver a Gabriel Cis neros y volvera un nuevo consenso que apelea la sensatez y la moderación.

Un nuevo consenso quehaga posible un espacio deesperanza para el acuerdo. Unnuevo consenso que piense en lo que nos une, que apeleal sentido común que hace posible el éxito y la prosperidadde todos. Un nuevo consenso que busque la inclusión detodos, que se inspire en esa reconciliación que fue, comodecía Gabriel Cisneros, la conciencia moral de nuestrademocracia cuando ésta empezó su andadura.

Para Gabriel Cisneros y para mí, porque es la herenciaque, como dirigente político, como persona me deja otros,pero como dirigente político me deja el nuevo consenso quele quiero proponer a los españoles es un compromiso for-mal para recuperar el espíritu de entendimiento y la concor-dia que nos hace falta en estos momentos para abordartodos juntos los retos que se nos plantean.

Somos una gran nación que ha vivido sus mejores pági-nas históricas cuando hemos asumido un proyecto común

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Un gran político; una gran persona MARIANO RAJOY

“Somos una grannación que havivido sus mejorespáginas cuandohemos asumidoun proyectocomún ycompartido portodos”

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y compartido por todos. Así pasó en 1812, con laConstitución de Cádiz. Volvió a pasar en 1876, con laConstitución de la Restauración. Pero, sobre todo, suce-dió nuevamente un siglo después, cuando nos dimos laactual Constitución, que es, sin duda, una de las hazañashistóricas de las que más podemos sentirnos orgullososlos españoles.

Por eso, y por las razones personales que todos sabe-mos, pero por eso también, me parece tan importante quehomenajeemos hoy aquí la memoria de Gabriel Cisneros.Porque es de justicia decir que sin muchos hombres comoGabriel, él con más protagonismo, nunca hubiera sidoposible la democracia española.

Porque fue la generosidad y la altura de miras que pusoen su compromiso con España lo único que puede inspi-rarnos ahora, cuando tenemos por delante la responsabi-lidad política de devolver a los españoles la tranquilidadde saber que el futuro depende únicamente de ellos. Dela firmeza y de la ambición con que quieran ejercer sulibertad en las próximas elecciones generales. En fin, dela confianza con que quieran seguir construyendo unaEspaña que esté a la altura del siglo XXI.

Una España que sólo puede estar basada en la mode-ración, la certidumbre, la seguridad y la voluntad inequí-voca de que la soberanía nacional descansa única y exclu-sivamente en las manos del pueblo español y de todos ycada uno de los españoles.

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UN EJEMPLO DE LA TRANSICIÓN

Eduardo Zaplana

Congreso de los Diputados,21 de noviembre de 2007

Gabriel era uno de los parlamentarios más destacados denuestras filas, pero además de ser miembro de su comi-té de dirección y, en la última legislatura, miembro de laMesa de esta casa, de la Cámara, Gabriel era algo más.

Era algo más que un destacado miembro del GrupoParlamentario, a su calidad humana, con la que estamostodos absolutamente de acuerdo, acompañaba una bio-grafía política importantísima. Para muchos, y acudíamosa pedir consejo en temas delicados, representaba elrecuerdo vivo de una de nuestras etapas recientes más exitosas, eso que definimos como la etapa de laTransición.

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En estos últimos meses, yo me he acordado mucho decuando conocí a Gabriel Cisneros y de las conversacio-nes que había tenido con él. Le conocí allá por el año 80-81, en un Congreso de Juventudes de UCD que perdimosalgunos, fue nuestro primer revés político. Mercedes dela Merced me lo presentó, Gabriel era buen amigo de supadre, y él se dedicó en aquellas horas difíciles de polí-tica a consolarnos, a consolarnos y a predecir, para des-gracia de UCD, lo que iba a ocurrir tiempo después, por-que tenía una gran visión de cómo podían evolucionar lascosas, la había tenido y la tenía en aquel momento.

La Transición, dijo Adolfo Suárez en una ocasión, fueun acierto colectivo de todo el pueblo español, creo quefue efectivamente eso, un acierto de todo el pueblo espa-ñol, gracias también, no hay que olvidarlo, a quién pilotópolíticamente esa época. Hicieron precisamente quefuera o estuviera llena de acierto y de sabiduría.Reformistas, como se ha denominado a algunos, del régi-men anterior, con altura de miras y con gran responsabi-lidad, y quienes habían estado frente al franquismo, perono en posiciones de izquierda, unieron todas sus fuerzaspara hacer aquella etapa posible. Con la ayuda de todos,es verdad, pero pilotando quien pilotó, que muchas vecespues no se recuerda.

Y Gabi fue una pieza importante de la Transición,ponente constitucional, y víctima por ello de su mayorenemigo, la banda terrorista y asesina ETA. Por eso, enlos últimos meses de su vida, le preocupaba muchísimo

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este proceso de ruptura delconsenso que, de verdad, letenía bastante preocupado ydesde luego estuvo siempreopuesto al diálogo con labanda criminal, con la bandaterrorista ETA. Y por eso pro-bablemente se atreviera él,que había sido ponente de laCons titución y que entendíaque había sido el mayor acier-to y el mayor éxito colectivode nuestro país, se atrevió en sus últimos días a propo-ner una reforma constitucional, pero precisamente paradefender los valores de convivencia de la Transición. Encualquier caso, gran capacidad política, y por encima detodo, una mayor todavía talla humana. Y por eso seguire-mos recordándolo, seguiremos recordando su obra.

Y estos días de final de legislatura hacen que muchos,y con acontecimientos trágicos y penosos como éste,pensemos mucho. Aquel congreso al que antes hacíareferencia fue mi primer revés político y de eso hace yamuchos años, perdimos contra algunos compañeros quehoy nos acompañan y con los que nos hemos reencon-trado luego en el PP, afortunadamente. Joaquín Garriges,que fue nuestro mentor, había fallecido unos mesesantes y nos había dejado una carta, que tiene gran actua-lidad en estos momentos y que yo aconsejo su lectura,pero lógicamente no lo voy a hacer, solamente el último

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Un ejemplo de la Transición EDUARDO ZAPLANA

“Gabi fue unapieza importantede la Transición,ponenteconstitucional, yvíctima por ello de su mayorenemigo, ETA”

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párrafo. Iba dirigida a sus jóvenes liberales de aquellosincipientes momentos de nuestra democracia, y decía:

“Recuerda, amigo, que tarde o temprano te llegará tuzapata, y si no la puedes mirar a los ojos, la guitarra quellevas en tu alma libertaria habrá dejado de cantar”.

Pues esa carta, a mí me hace pensar muchas veces,pero hoy la utilizo para decir que Gabi se ha ido, nos hadejado pudiendo mirar a todo el mundo a los ojos, con lacabeza muy alta por la gran responsabilidad con la quesiempre actuó en la vida pública y en su vida privada, y conla gran amistad que nos dispensó a todos.

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MI RECUERDO DE GABRIEL

Rafael Arias-Salgado

Sede de FAES12 de diciembre de 2007

Mi mejor recuerdo de Gabriel Cisneros es de formulaciónsencilla: fue, para mí, sobre todo, un hombre bueno, com-pañero leal y buen amigo. Es su dimensión humana la quequiero colocar en primer plano porque, aunque los hom-bres trascienden y perduran en la Historia más por lo quehacen que por lo que son, lo que son es lo que sin embar-go determina la intensidad de la relación personal de com-pañero y amigo y la perdurabilidad del recuerdo. Por esodeseo destacar ante todo esta dimensión suya, porquehacía mas entrañable la relación personal y limaba las aris-tas de la discusión intelectual y política. Su actitud profun-damente humana y respetuosa, su modestia, y su altísimonivel cultural –rasgos que rara vez se dan juntos en los

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hombres públicos– conferían particular atractivo a su per-sonalidad y terminaban por diluir la discrepancia, cuandola había, en aras del trabajo común o compartido.

Pero Gabi Cisneros fue sobre todo un político, vocaciónque compartí con él durante más de veinticinco años y quenos llevó a ambos a recorrer un mismo camino juntos.

Conocí en persona a Gabi Cisneros, antes de comenzarformalmente la Transición democrática, cuando JuanAntonio Ortega Díaz-Ambrona nos citó a ambos para ela-borar un Estatuto de Asociaciones Políticas, por encargode Antonio Carro, por aquel entonces ministro de Presi -dencia. En sucesivas sesiones de trabajo, creo que hici-mos un buen texto. Tratábamos de promover un difícil cam-bio de la ley a la ley como después formularía, en síntesisacertada del proceso de cambio político, Torcuato Fer -nández Miranda. No era fácil, en el marco de la LeyOrgánica del Estado entonces vigente, insertar una ley departidos políticos que es en verdad lo que redactamosentre los tres –junto con un excelente funcionario dePresidencia del Gobierno, Fernando Gorrochategui quellegó a trabajar conmigo cuando años mas tarde accedí alMinisterio de la Presidencia en el Gobierno Suárez–.

El intento, creo que meritorio, se frustró finalmente porla quiebra del llamado espíritu del 12 de febrero, que tuvoa Gabriel Cisneros como uno de sus principales inspirado-res, y que pudo ser, pero no fue, el inicio de un cambiopacífico hacia la democracia sin adjetivos.

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Con posterioridad, coincidícon Gabi con cierta frecuenciaen las más variadas y a vecespintorescas reuniones políti-cas y mesas redondas o confe-rencias políticamente intencio-nadas que fueron sin embargotejiendo un tenue pero realentramado de relaciones personales entre los llamados“evolucionistas del Régimen” y la autodenominada “oposi-ción democrática moderada”. Se fue diluyendo la descon-fianza entre unos y otros y terminamos todos juntos, aunqueno siempre bien avenidos, en Unión de Centro Democrático,coalición ganadora de las elecciones de junio de 1977 quenos convirtió a ambos –a Gabriel y a mí– en diputados delas Cortes Constituyentes, él por Soria y yo por Toledo.

Fue siempre un excelente compañero y siempre queacudí a él me echó una mano en la complicada y a la pos-tre frustrada y frustrante tarea que me correspondió porencargo de Suárez, de intentar convertir una plural coali-ción electoral –llena de personalidades brillantes e impo-sibles– en partido político unitario, presidencialista y cen-tralizado. Él fue designado ponente constitucional y bajo labatuta de Fernando Abril tuvimos unas cuantas reunionesde trabajo con Pérez-Llorca, Óscar Alzaga y Miguel Herrero,entre otros, para preparar la posición de UCD en la ponen-cia constitucional. Su aportación era siempre positiva y crea dora. Coincidía frecuentemente con él, a veces él con-migo, en el diseño de lo que entonces llamábamos un

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Mi recuerdo de Gabriel RAFAEL ARIAS-SALGADO

“Fue, para mí,sobre todo, unhombre bueno,compañero leal y buen amigo”

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“Ejecutivo fuerte pero controlado”. Allí, en esas reuniones,nació la moción de censura constructiva, la fórmula de laConstitución alemana que se incorporó a nuestra Cons -titución con todas las reticencias de los socialistas quepreferían –así eran de modernos– un texto Constitucionalitalianizante, por llamarlo de alguna manera, de parlamen-tarismo algo trasnochado.

Elegidos nuevamente diputados ambos en 1979 –di -mos, compartiendo cartel, algunos mítines– nos tocó cola-borar en tareas de Gobierno. Cuando Suárez me nombróen mayo de 1980 ministro de la Presidencia, él eraSecretario de Estado de Relaciones con las Cortes.Trabajamos juntos en una etapa en que tuvimos que afron-tar las dificultades de un Gobierno minoritario sustentadopor un partido político que empezaba a quebrarse. El buenhacer de Gabi en la Junta de Portavoces del Congreso con-tribuyó a dar estabilidad al Gobierno en la etapa más duray difícil de la Transición democrática por la estrategia deacoso y derribo y guerra sin cuartel que emprendió elPSOE, después de su derrota electoral en 1979, contra elpresidente Suárez. Le consulté en la elaboración del dis-curso de contestación a la moción de censura contraSuárez que defendió Alfonso Guerra.

Pero mi mejor recuerdo de Gabi como ser humano deuna pieza está conectado con el atentado terrorista quecasi acaba con su vida. Pasado el peligro, su recuperaciónreflejó los rasgos de una personalidad ejemplar. Jamás levi traslucir odio o deseo o propósito de venganza. Creo que

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Gabriel Cisneros: político y hombre de bien

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su conciencia cristiana asumió enseguida el perdón, perotambién creo que su muy humana y entrañable bondadalejó cualquier intención de revancha.

Tengo otros recuerdos de Gabriel Cisneros y anécdotasde la etapa común en el Partido Popular y en FAES dondehemos compartido en reuniones de trabajo y en no pocosseminarios pesimismos y optimismos sobre el porvenir deEspaña. Son todos entrañables y gratos. Pero prefiero hoydejar aquí únicamente el recuerdo del hombre de la huelladuradera que grabó Gabi como persona en todos, así locreo, los que participamos en la Transición democrática,cuando la política, siempre dura y difícil, tenía en verdadmás altura de miras, entre otras razones, por el ejemplode hombres como él.

Descanse en paz.

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Mi recuerdo de Gabriel RAFAEL ARIAS-SALGADO

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EL ACUEDUCTO LIBERAL-CONSERVADOR

Tom Burns

Sede de FAES,6 de noviembre 2007

Mi único mérito para participar en este homenaje a GabrielCisneros es que soy un estudioso de la España del XIX ydel XX, y que fui, como corresponsal extranjero de mediosde cierta importancia, un testigo privilegiado de laTransición. Y añado que admiraba a Gabriel Cisneros cuan-do estaba con nosotros y que le echo en falta ahora queya no está.

En mi evolución personal hacia el conservadurismo libe-ral, que es a donde llegamos muchos de mi edad que enotras épocas creíamos en otras cosas, el tema de la

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Derecha, o mejor dicho de las Derechas, en España me hainteresado desde hace tiempo. Y sé que le interesaba aGabriel Cisneros también. De ello hablamos largamentehace diez años cuando preparaba un libro titulado precisa-mente Conversaciones sobre la Derecha que completabauna trilogía de historia oral en torno a la Transición. Estaúltima entrega llevaba como subtítulo: “De cómo la dere-cha devolvió la Democracia a España, entregó el poder ala izquierda y tardó catorce años en recuperarlo.”

En este recorrido que formó el guión de aquel libromío, Gabriel Cisneros tuvo un papel señalado en la devo-lución de la democracia, hizo lo que pudo para evitar esaentrega de poder a la izquierda y colaboró denodadamen-te, como político de raza, en la recuperación por la dere-cha de ese poder. Para explicar lo que yo entiendo porlas Derechas en España, y rendir un modesto tributo aGabriel Cisneros, quisiera, muy brevemente, recorreresas tres etapas que pertenecen a su propia biografía enla vida publica. Como político Gabriel Cisneros fue unacueducto que abarcó esa devolución de la Democracia,esa entrega del poder y la posterior recuperación delpoder. Después viene la pregunta ¿cómo consiguió tenerun pie en la orilla de 1976 y otro en la de 1996? Peroantes, centrémonos en “las Derechas” o mejor dicho en“la Derecha” que nos interesa a los que estamos aquí yque definió políticamente a Gabriel Cisneros.

El liberal-conservadurismo tiene un ADN bastante claroy un desarrollo más o menos lineal en mi otro país que es

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el Reino Unido y también enlos Estado Unidos que fuetodo una laboratorio para lamejor ciencia política inglesa.La libertad individual, la pro-piedad privada, las limitacio-nes al poder ejecutivo, el dere-cho a elegir y demás temasimportantes están bastanteclaros en el mundo anglo-sajón. No lo están tanto en laEuropa continental. No lo están en Francia, que es don de,tradicionalmente, más se ha mirado España, ni enAlemania ni en Italia. El ADN de una derecha constitucio-nal que tiene la libertad como santo y seña es especial-mente difícil de localizar en España. También, dicho sea depaso, es difícil seguir las huellas en España de una social-democracia que admite el pluralismo político.

¿Cuándo se certifica la partida de defunción del liberalconservadurismo en España? ¿En el borboneo de AntonioMaura? ¿Cuando fue asesinado Canalejas? ¿En el golpede Primo de Rivera? ¿Cuando dimitió Miguel Maura enpleno debate de la Constitución de la Segunda República?¿En el ninguneo de la CEDA? ¿En el Decreto de Unificacióny la creación del Movimiento Nacional? A todo ello le diovueltas Gabriel Cisneros. Le dio vueltas cuando era unarara avis en el establishment del franquismo porque eramonárquico y cuando luchaba junto con unos pocos máspor el aperturismo porque tenía visión de futuro, lo cual

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El acueducto liberal-conservador TOM BURNS

“Para Don JuanCarlos, segúnGabriel Cisneros, la Monarquía o era democráticay parlamentaria o no era”

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equivale a decir, en su caso y en el de algunos otros, unsincero deseo de reconciliación, de pasar página y deseguir sirviendo a España. Le dio vueltas a ese liberal-con-servadurismo español, que aparece y desaparece comolos ojos del Guadiana, cuando colaboró intensamente conFraga en el tardofranquismo, cuando se alistó a UCD, dán-dole la espalda a Alianza Popular, y cuando propuso listasúnicas de UCD y AP en las elecciones de la debacle de laderecha en 1982. Siguió en la brecha del liberal-conserva-durismo cuando AP le dio la espalda en las elecciones de1986 y, sobre todo, cuando colaboró con entusiasmo enla refundación de la derecha y el proyecto del PartidoPopular.

¿Cuál fue la piedra angular de ese “acueducto” queconstruyó Gabriel Cisneros y que definió su larga carrerapolítica? Creo, si bien muchos que le conocieron muchomejor que yo me podrán corregir, que en el ADN de GabrielCisneros estaban los genes de una familia de tradiciónmonárquica. Por ello conoció pronto al entonces PríncipeDon Juan Carlos y descubrió, según me contó, que sientonces el futuro Rey no tenía muy claro “el itinerario” y“el cómo”, tenía, sin embargo, “clarísima la voluntad, elqué y la meta”. Para Don Juan Carlos, según GabrielCisneros, la Monarquía “o era democrática y parlamenta-ria o no era.” A partir de entonces su compromiso con elfuturo Rey fue total.

¿Por qué se comprometió tan tempranamente, y conentereza, Gabriel Cisneros a la causa de la Corona

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Gabriel Cisneros: político y hombre de bien

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Constitucional? Es verdad que muchos otros de los llama-dos jóvenes reformadores del franquismo se pasaron conarmas y bagajes a Don Juan Carlos. Lo hicieron porquesegún una frase que solían utilizar, Don Juan Carlos era lapersona “capaz de meter la mayor cantidad de futuro enel presente”. Pero Gabriel Cisneros tenía otras vocesancestrales y no eran precisamente falangistas. Apostabapor una Segunda Restauración de la Corona que al igualque la Primera que diseñó Antonio Cánovas en la personade Alfonso XII establecería un marco constitucional de con-vivencia bajo la fórmula de una monarquía parlamentaria yuna democracia de corte europeo. Las Derechas puedenser un terreno pantanoso en España pero en esa marismaexisten lugares de tierra firme. El liberal-conservadurismo,sensible a la tradición, conocedor de la historia y abiertocon generosidad e inteligencia a los retos cambiantes dela sociedad es el mejor de los islotes. Ahí se instaló GabrielCisneros cuando en la España del desarrollismo fue nom-brado delegado nacional de la juventud. Ahí se mantuvo. Yahí es donde yo le recuerdo.

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El acueducto liberal-conservador TOM BURNS

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PATRIOTISMO, LEALTAD Y AFECTO

Miguel Ángel Cortés

Sede de FAES,6 de noviembre 2007

Me gustaría referirme a tres características de GabrielCisneros: su patriotismo, su lealtad y su afecto. Creo queGabriel Cisneros era ante todo un patriota comprometidocon el país en el que le había tocado nacer y vivir. Cisnerosdiferenciaba bien entre el patriotismo que consideraba vir-tud, y el nacionalismo que entendía como una patología ala que había que combatir intelectual y políticamente. Ydesde luego, él lo hizo.

Creo que Cisneros no provenía del monarquismo. Desdeluego no era de Estoril. Se podría decir que provenía de unentorno monárquico simplemente por tradicional, perodesde luego no era ese su verdadero origen. Sin embargo,

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se convierte en un monárquico muy activo debido a unacombinación muy intensa de patriotismo, de lealtad a lasinstituciones, por lo tanto a la primera de ellas, y tambiéncreo que de afecto. Creo que esos tres factores son los quele llevan a convertirse en un monárquico muy activo. Él eray se comportaba como un monárquico porque considerabaque la monarquía histórica era lo más conveniente paraEspaña, y tanto más conveniente –un aspecto que se haresaltado en intervenciones anteriores–, para la Españaque salía de una dictadura. Y no hay que olvidar que paraél la reconciliación era un objetivo básico. Cisneros, desdeel inicio de su actividad pública, influido sin duda por elentorno familiar, por José Miguel Ortí, estuvo en el lado delos ganadores. Pero él hizo de la reconciliación una bande-ra permanente, asumió con plenitud ese aspecto funda-mental de la Transición y lo hizo con enorme generosidadno a beneficio de inventario y muchas veces con un gransacrificio personal. Para quienes hemos estado con él últi-mamente en el Congreso de los Diputados, este talante deGabriel –y aquí sí que cabe utilizar la palabra talante– habrillado especialmente en los últimos años cuando se haproducido un intento tan poderoso de liquidar la Transiciónen todas sus manifestaciones y sobre todo en la que essin duda la expresión duradera más clara de la reconcilia-ción: la convivencia en libertad. Gabriel tenía muy claro queesto es muy frágil, que se tiene que revalidar cada día yque al igual que en los momentos iniciales de la Transición,el Rey y con él la Institución monárquica es la mejor garan-tía para que en España pueda seguir habiendo una convi-vencia en libertad.

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En los últimos meses desu vida Gabriel se mostrababastante pesimista sobre elfuturo de España en esteaspecto de la convivencia.Curiosa mente este pesimis-mo muy tenso, muy desufriente, convivía con unoptimismo probablementeenfermizo sobre su propio futuro, incluso cuando suaspecto físico delataba que ese optimismo era infunda-do desde todo punto de vista. Quiero resaltar delCisneros monárquico, de esta faceta que se me ha enco-mendado, que era un patriota que disfrutaba conociendomejor su país. Estaba interesado con intensidad, casi conpasión, por la historia, por la literatura, por la culturaespañola –no como un erudito– sino como alguien aquien le gustaba la lectura, le gustaba la conversación,le gustaban los viajes, las tres recomendaciones deGracián para el que quiere conocer mejor las cosas. Y lomenciono porque me parece que este camino de curiosi-dad casi universal también le llevaba a justificar la legiti-mación y la conveniencia de la Monarquía histórica.Entiendo que esto le venía bien a él, pero también lousaba para hacer pedagogía y para hacer apostolado dela causa. Para él resultaba fácil encontrar en episodioshistóricos, en monumentos que veía o en monumentosliterarios, razones para explicarse y explicar cómo laMonarquía era algo conveniente y útil, y un regalo de laProvidencia que hubiésemos dispuesto de ella.

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Patriotismo, lealtad y afecto MIGUEL ÁNGEL CORTÉS

“Hizo de lareconciliación unabanderapermanente, y lohizo con enormegenerosidad”

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Y finalmente, quiero hacer un poco de coyuntura.Aunque a mi juicio, y este es un punto en el que no tengouna opinión terminante, era un monárquico de nuevo cuño.Tenía una relación fluida con el Rey, un afecto correspon-dido, aunque a esto Cisneros aplicaba la máxima anglosa-jona “The King can do no wrong”. Es decir, que aunque sedeseen o esperen unos comportamientos, o se lamentenacciones o misiones o incluso opiniones, es a otro lugar yno a la real persona a quien hay que dirigir las críticas. Yesto es algo que también se ha complicado en los últimosaños. Creo que Cisneros lo tenía muy claro muy claro y mepermite decir, al menos a mí, en este acto en su memoria,que era un monárquico cabal que llegó de forma reflexivay emotiva a esa actitud en política y que fue una constan-te muy intensa en su trayectoria.

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POLÍTICA, GENEROSIDAD Y CORTESÍA

Pedro González-Trevijano

Sede de FAES,6 de noviembre 2007

Decía Ortega que dedicarse a la actividad pública era segu-ramente el mayor de los retos humanos posibles. Y segu-ramente Gabi tenía esa concepción vital acendrada deforma muy íntima, al menos en lo que yo le conocí. Yo creoque él compartía esa concepción de los revolucionariosfranceses que entendían que la primera misión de un buenciudadano –y él se consideraba un buen ciudadano–, erapreservar y desarrollar el buen orden de la república, elorden de la res-pública. Y yo creo que eso es lo mejor quese puede decir con carácter general de Gabi Cisneros. Esaconcepción de Gabi Cisneros iluminaba lo que fue su con-

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cepción de la política, del derecho y de lo que debía ser laConstitución de 1978. En mi opinión, Gabi Cisneros teníauna concepción de la política muy vinculada al concepto clá-sico como arte de hacer posible lo que es necesario. Peroal mismo tiempo una concepción de la política con mayús-culas, una política transida de generosidad, de buenos ges-tos, de cortesía parlamentaria, como señalaba antes unode los miembros que se encuentran en esta reunión. Y ade-más Gabi siempre tenía la oportunidad –cosa que sorpren-día en los ámbitos académicos– de hacer reflexiones eru-ditas y más bien de dogmática jurídica. Hablaba de políti-cas siempre con referencia a Hartmann o a Max Schelercon la necesidad de involucrar a lo que es el ejercicio de laactividad pública, valores y principios de actuación quedeben ser en cualquier caso tangibles e inmutables. Su con-cepción del derecho era una concepción también de carác-ter muy variado. Tenía una concepción del derecho muy vin-culada a una concepción evolutiva como ordenación nece-saria para ordenar libremente la voluntad y la coexistenciade los ciudadanos. Él bebía mucho en una concepción clá-sica de las relaciones políticas como personas que definensu ser y su estructura social en un contexto determinado,en esa concepción aristotélica del hombre como “zoon poli-tikon”, como hombre que es en su relación con los demás.Estaba convencido de las bondades y de la necesidad deinvolucrar al derecho, especialmente al derecho público deun contenido axiológico. El contenido axiológico en algunoscasos dependía del estado de ánimo –por lo menos conmi-go–, y una invocación, aunque fuera lejana del derecho natu-ral, o bien circunscrita a lo que son los derechos y las liber-

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tades fundamentales. Creía fir-memente también en que elderecho era el instrumentomejor para saber resolver losconflictos pacíficamente enuna sociedad civil. Apostabapor la función promocional delderecho. Y sobre todo creía ycreía mucho en la funcióntransformadora del derechopúblico y en particular en lafunción transformadora de laConstitución. Y la mejor formade que creía en aquello es la pasión que puso en aquellosaños de la transición política y de la elaboración de nues-tra Carta Magna de 1978. Y por eso no es sorprendente lapasión con la que se acercaba al mundo, pero al mundo nodel derecho privado, –con todos los respetos– sino almundo del derecho público, al mundo de la filosofía políti-ca, al mundo de la historia del pensamiento político, almundo del derecho constitucional y de la ciencia política.

Seguramente su vinculación al mundo de las universida-des es muy anterior a lo que yo voy a decir, pero yo voy acentrarme en lo que fue su relación con el mundo de las uni-versidades que yo conocí en los últimos 12 años que fue-ron los últimos años en que traté más intensamente a GabiCisneros con alguien que también está aquí con EnriqueArnaldo con el que tuvimos ocasión de poner en marcha pro-yectos universitarios, que yo creo que eran interesantes.

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Política, generosidad y cortesía PEDRO GONZÁLEZ-TREVIJANO

“Cisneros teníauna concepciónde la política muyvinculada alconcepto clásicocomo arte dehacer posible loque es necesario”

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En primer lugar, y me gustaría destacarlo, en el año 96el entonces llamado Centro de Estudios Const -itucionales, que después se llamó Centro de EstudiosPolíticos y Constitucionales, auspició unos seminariospara profesores de Instituto, organizados por el Minis -terio de la Presidencia y con el respaldo financiero delSenado, para trasladar a los profesores de enseñanzamedia lo que eran los grandes principios y los grandesvalores constitucionales. Y allí, durante 5 ó 6 años segui-dos tuvimos cada 6 meses aproximadamente unas jorna-das que duraban 3 días en las que se analizaba lo quefue la génesis de la transición política, nuestros princi-pios y valores constitucionales más esenciales, la cartade nuestras libertades fundamentales, el funcionamien-to de las instituciones principales de un Estado y elmarco de organización territorial.

Un segundo momento en el que Gabi Cisneros tuvomucha participación en el ámbito de las universidades fue-ron unos seminarios que se organizaron entre tres univer-sidades: la Universidad Jaume I de Castellón, la Univer -sidad Internacional Menéndez Pelayo de la que Gabi eraasiduo desde hace muchos años, y mi Universidad, laUniversidad Rey Juan Carlos. Unos seminarios en los quehicimos especial hincapié en los valores de la transiciónpolítica y después en las insatisfacciones de lo que eranel actual modelo de organización territorial del Estado. Perosiendo esto importante, lo que yo creo que definió los últi-mos años de la vida más universitaria de Gabriel Cisnerosfue su presencia religiosa y continuada todos los años en

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los cursos de verano –por lomenos siendo yo rector– queha organizado la UniversidadRey Juan Carlos.

En los últimos cinco añosera prácticamente imposibleque no hubiera todos losaños, dentro del elenco deactividades de los cursos deverano, un curso de conteni-do constitucional dirigido ocodirigido por Gabi Cisneros.En ese curso, se postulaban recurrentemente las ideasfuerza que han ido surgiendo de esta reunión. Su conven-cimiento de los valores de la Transición, su respaldo a laConstitución de 1978, la importancia de mantener eldecoro y el respeto a las instituciones y la necesidad depreservar la unidad constitucional por encima de cual-quier otra consideración. Y hubo seminarios en los quese daba entrada a personas del mundo académico perotambién a personas de la vida política que no tenían porqué de forma concreta y específica compartir todas lasopiniones y todos los juicios de valor de Gabi Cisneros.Fueron unos años estupendos y magníficos. Recuerdoque el último de los años, en el verano, tomando cafécuando ya había acabado el curso, Gabi me dijo: “Creoque el próximo año no voy a poder organizar este curso”.Y yo le dije: “¿Por qué no vas a poder organizar estecurso?” Me contestó: “Porque creo que el próximo año

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Política, generosidad y cortesía PEDRO GONZÁLEZ-TREVIJANO

“La Transición, y después laConstitución,había puestotérmino a unaazarada yquebrantadahistoriaconstitucional”

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no estaré en condiciones de organizarlo”. Y le dije:“Bueno, si estás muy mayor y no eres capaz de organi-zarlo solo, ya te buscaremos alguien con más ímpetu, deforma que podamos organizarlo todos los años”. Perotristemente fue así. Y este próximo curso, en laUniversidad Rey Juan Carlos no podemos contar con lapresencia de Gabi Cisneros.

Me gustaría exponer muy brevemente cuál era la opi-nión de Gabi Cisneros sobre la Constitución y sobre todosobre su proceso de reforma. Creo que Gabi Cisnerospensaba como la práctica totalidad de las personas conlas que yo he tenido la ocasión de hacer una reflexiónaquí en FAES de la innecesariedad hasta hace poco tiem-po de reformar la Constitución de 1978. Nadie duda quecon el texto en la mano y con un análisis de precisión yde técnica jurídica muy fina e intentando acomodar eltexto de la Constitución a todos los avatares presentes,la Cons titución podría ser susceptible de determinadasreformas puntuales. Pero siendo esto verdad, tambiénéramos conscientes de que la Transición, y después suobra jurídica que fue la Constitución, había puesto térmi-no –así hemos querido siempre– a una azarada y que-brantada historia constitucional, que tenemos unaConstitución que ha sido el respaldo explícito de las prin-cipales fuerzas políticas, que se habían dado respuestasa las grandes cuestiones que latían en esa triste histo-ria constitucional del siglo XIX como la cuestión religiosa,la cuestión educativa, el modelo territorial del Estado, yla forma de Estado, y que era mejor no abrir la caja de

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Pandora y abrir un proceso dereforma constitucional si nose sabía bien que es lo quese quería reformar, en quétiempo y determinados crite-rios.

Dicho esto, sin embargo, enlos últimos años, y como con-secuencia sin duda del desbor-damiento del marco constitu-cional y de forma específica delo que ha sido un proceso, almenos a mi juicio de reformas constitucionales tácitas, loque en el ámbito académico se llama mutaciones constitu-cionales, que han desvirtuado lo que yo creo que es la rectacomprensión del texto de la Constitución, el criterio deGabriel Cisneros había cambiado. Y además había cambia-do de forma sustancial. Hace por lo menos dos o tres añosque había tenido ocasión de comentarlo con él en algúnseminario de FAES. Se manifestaba ya partidario de instarun proceso de reforma de la Constitución. Y además, segúnpasaban los tiempos su concepto era –él lo decía– máspesimista. En una primera impresión –por lo menos en unade las que yo recuerdo– era muy partidario de una reformaconstitucional muy pequeñita, de detalles en los que secerrasen determinados aspectos del modelo centrífugo deEstado. Pero la última vez que tuve ocasión de hablar conél, y sobre todo después del magnífico dictamen delConsejo de Estado, era partidario de hacer una reforma

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“Algunos puntosde la Constituciónde 1978 fueronescritos al dictadode ETA, porejemplo ladisposiciónadicional segundasobre Navarra”

Política, generosidad y cortesía PEDRO GONZÁLEZ-TREVIJANO

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constitucional de verdad, en profundidad y que supusiesede una vez por todas cerrar esta situación absolutamenteimposible de propensión de las fuerzas centrífugas quehacen peligrar el sistema. La mejor prueba de ello es queen uno de las últimas entrevistas que hizo, en el número 9de Papeles de Ermua, Gabi Cisneros tiene algunas frasesque para los que lo conocíamos denotan lo que fue esecambio gigantesco sobre su concepción de la inmutabilidadde la Consti tu ción. Quizás el titular de la entrevista sea muysignificativo y el subepígrafe también. Pregun tado Gabisobre la viabilidad y la conveniencia de una reforma, decíaque hacia falta una reforma a fondo de la Constitución de1978, hecho, como digo, impensable hace escasamente 3años al menos en el pensamiento de Gabi. En algunos pun-tos también fue muy valiente. Por ejemplo decía: “Algunospuntos de la Constitución de 1978” –y esto nunca se lohabía oído decir– “fueron escritos al dictado de ETA, porejemplo la disposición adicional segunda sobre Navarra”.Creo que la concepción de Gabi había cambiado mucho enestos últimos años.

Y me gustaría decir una cosa sobre la Monarquía. Yoque soy un monárquico convencido, había tenido ocasio-nes de hablar con Gabi sobre su concepción de la monar-quía y era una concepción reflexiva, sesuda, pragmática.Yo creo que Gabi no era familiarmente una persona monár-quica, ni era ahora como se nos recuerda el libro este deColby de las memorias de Winston Churchill, alguien quecreía en el origen divino de la monarquía. Gabi estaba con-vencido de que la monarquía había dotado siempre a

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España de la mayor estabili-dad política y constitucional,que las dos repúblicas habíansido un fracaso, y que la situa-ción pragmática y reflexiva alfuturo de la España venideravenía de la mano de la monar-quía. Y aquí hay unas palabrasde Gabi que creo que son unmagnífico testimonio de lo quefue su manera de ser y su pro-pia convención de la vida públi-ca y de la política. Decía Gabi que “la libertad es sencilla-mente la democracia. La organización de la convivenciacon arreglo a reglas comunes y pactadas de generosa apli-cación y rigurosamente aplicadas. La democracia es lalibertad organizada, es lo mismo que decir libertad y demo-cracia; y libertad y democracia se asientan firmemente enla Constitución de 1978”. Yo creo que estas reflexionesúltimas de Gabriel Cisneros en el número 9 de Papeles deErmua explicitan bien cuál fue su opinión, su criterio y suhacer.

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Política, generosidad y cortesía PEDRO GONZÁLEZ-TREVIJANO

“La libertad essencillamente lademocracia. Laorganización de laconvivencia conarreglo a reglascomunes ypactadas”

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LA NACIÓN COMO HOMBRÍA DE BIEN

Rodolfo Martín Villa

Sede de FAES,12 de diciembre 2007

Se ha dicho con acierto que la Transición española a lademocracia fue posible, a partir del impulso que el Reyle proporcionó, porque concurrieron a realizarla, pactán-dola con eficaz generosidad, algunos viejos líderes delantifranquismo, por un lado, y, por otro, un grupo de loque se dio en llamar “jóvenes reformistas del régimenanterior”.

Esta afirmación no pretende desconocer ni minus-valorar otras aportaciones, que las hubo y muy nota-bles.

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En último término, quizás lo mas cierto sea que nadade ese excepcional período político de la España contem-poránea podría entenderse si no se aceptara que el mayorprotagonismo, el protagonismo decisivo de aquel proceso–y acaso también uno de los más discretos, al tiempo quemás eficientes–, correspondió a la entera sociedad espa-ñola.

Una sociedad, la española de aquella hora, que se pre-sentaba ante sí misma madura, laboriosa, cambiada parabien, con sus antiguos y persistentes conflictos materialesy espirituales superados por el transcurso reflexivo deltiempo y por una cierta prosperidad, y que, por virtud de laTransición, respaldó mayoritariamente el método y laestructura que se adoptó para llevarla a cabo –reformafrente a ruptura–, y obtuvo lo que en aquel momento y parael más largo tiempo posible pretendía con plena legitimi-dad y desde la más clara conciencia de lo que necesitaba.Pretensión que se concretaba nada menos que en transi-tar ordenadamente, sin sobresaltos, desde una situaciónpolítica autoritaria a otra en la que tuviera plena y garanti-zada vigencia para la nación, el más completo repertoriode libertades y de derechos civiles.

Dicho esto, algunos, no pocos, nos consideramos partede ese conjunto de biografías que resulta identificado por“jóvenes reformistas” –cuya utilización suele alternarse, yaa estas alturas con respeto, con la del impecable y precisoadjetivo que nos califica colorísticamente de “azules”–.Desde la modestia se nos permitirá que nos sintamos, en

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Gabriel Cisneros: político y hombre de bien

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un sentido que no se reclamadel elogio sino, y en todo caso,del deber y de la obligación,tan responsables como el quemás de lo mejor que laTransición ha acabado por dar-nos a los españoles, que noha sido poco.

Desde esta actitud y si setiene en cuenta, además, quela Constitución de 1978 cons-tituye la piedra clave de la Transición democrática, la joyaindiscutible de esa corona, lo que ha quedado de ella final-mente asentado, con solidez que no debería verse pertur-bada para soporte y garantía firme de los valores y de losderechos que nos hacen ciudadanos, se comprenderá queconsideremos a Gabriel Cisneros, uno de los nuestros, un“joven reformista” que fue además “padre de la Cons -titución”, como una trayectoria personal paradigmática enlo político, digna de ser ofrecida a la Nación como un “cur-sus” vital ejemplar, especialmente válido en tanto que refe-rencia de virtudes cívicas imprescindibles para el asegura-miento del futuro de nuestra convivencia.

Por eso merece la pena que ahora, para comprendermejor lo que en la Transición nos jugamos y ganamos, pre-cisamente por ser estos los tiempos inquietantes que hoyvivimos en España, nos asomemos a algunas de las cosasque Gabriel Cisneros dijo de sí mismo, del grupo de perso-

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La Nación como hombría de bien RODOLFO MARTÍN VILLA

“La Constituciónde 1978constituye lapiedra clave de laTransicióndemocrática, lajoya indiscutiblede esa corona”

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nas relevantes que con él integraron la ponencia constitu-cional y del trabajo que hicieron.

Con ocasión de uno de los primeros aniversarios denuestra Carta Magna, Gabriel Cisneros publicó un artículoque hoy merece ser releído con atención y en cuyo título,“Tal como éramos”, y no sólo en él, se refleja, además deuna parte admirable de su pensamiento político y de suadmirable condición humana, la sostenida afición queexperimentó por el cine, como una muestra del interés quesiempre manifestó por la cultura que generaba el mundoque tenía a su alrededor.

No sobrará decir, además, de pasada, que en el íntegrotexto de ese artículo se hace patente tambien la brillantezy la calidad de su pluma, que supo manejar siempre el cas-tellano con admirables claridad y limpieza. Pluma a la quecabe lamentar sacrificada con frecuencia, por lo que serefiere a la abundancia de sus frutos, a los apremios desu bien servida y siempre atareada vocación política.

En las líneas de ese trabajo, desde el afecto inoculta-ble, desde una exquisita delicadeza, desde una profundasimpatía por las personas y desde una solidaridad irrevo-cable con la España que juntos representaban todos losmiembros de la ponencia constitucional, Gabriel Cisnerostrazó, entre la emoción sofrenada y la ironía pudorosa,burla burlando, un magnífico retrato de familia de lospadres de la Constitución. En ese retrato, lo que finalmen-te aparece es, entero y verdadero, un perfil entrañable de

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la nación española en el tran-ce de reencontrarse felizmen-te consigo misma y con supropia soberanía. Expresa laconciencia de estar haciéndo-lo desde historias personalesapasionadas, en algunoscasos apacibles, pero enotros también tristes o doloro-sas, desde las esperanzasmás vivas en relación con elmejor futuro para todos, desde anhelos compartidos e irre-frenables de pacífica convivencia, de acceso a una irreduc-tible normalidad democrática, caracterizada por una sólidaestabilidad institucional que se fundara en el disfrute delas libertades y de los derechos.

¿Qué Gabriel Cisneros emerge de ese retrato?

De ese retrato surge, cálido y cercano, “un aragonésrecriado en Castilla la Vieja” que había pasado su existen-cia, todavía entonces en un precoz umbral de la madurez,“intramuros de la vida española”, lo que quiere decir queno había sufrido la diáspora del exilio, que, como una mayo-ría de sus compañeros de ponencia, “provenía de una fami-lia de clase media”, un español del interior en suma que“venía de la colaboración con el régimen anterior”, confe-sada, dicho sea de paso, con naturalidad y que, además,nos informa que “convenía” con el resto de sus compañe-ros de ponencia, “con lealtad y firme resolución, en que la

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“Pudimos hacerla Constitución dela reconciliaciónporquepreviamente noshabíamos yareconciliado”

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restauración monárquica era inexorable presupuesto his-tórico de la libertad”.

Ese retrato traza también la imagen de un servidor públi-co capaz de confesar que, al contrario que el resto de suscompañeros de ponencia constitucional que, con la excep-ción de uno de ellos, que no era funcionario, formabanparte de cuerpos “prestigiosos y elitistas”, él “pertenecíaa un cuerpo administrativo de clase media, el CuerpoTécnico”, un español que había “estado en Estoril con DonJuan de Bor bón”, aunque no tantas veces como otros,“que había hablado con Franco y con Reagan antes de queresultara elegido presidente de EE.UU.”, pero que, final-mente, en materia futbolística, una cuestión nada ajenapor cierto a las inclinaciones afectivas y emocionales deuna porción considerable de los españoles, no podía elu-dir tampoco la tentación de hacernos partícipes de su con-dición de “impenitente merengue”.

Y por si todo esto no bastara dibuja su propio perfil,con el que completa el del grupo de ponentes constitucio-nales en una composición magistral, armónica y coheren-te, en la que todas las figuras que la integran aparecenligadas entre sí por lazos muy sólidos, claramente percep-tibles unos, y otros más secretos o más dificílmenteadvertibles en la superficie, pero no por ello menos fuer-tes y reales, pues no en vano se trata de un grupo deinequívocos connacionales. Gabriel Cisneros reconocepaladinamente en ese artículo lo siguiente, cuando segu-ramente nadie le estaba requiriendo para que formulara

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una declaración de estetenor: “Sólo dos” –entre lossiete ponentes– “nos había-mos puesto la camisa azul.Yo, muchas veces”.

El verdadero valor político deesta confesión hay que ir a bus-carlo unas líneas más abajo.

En ellas, Cisneros dice:“Pudimos hacer la Consti tución de la concordia porque pre-viamente estábamos ya concordes. Pudimos hacer laCons titución de la reconciliación porque previamente noshabíamos ya reconciliado”.

Dos ideas merecen ser destacadas al hilo de estas pala-bras.

La primera de ellas es que los “jovenes reformistas delrégimen”, los “azules”, habíamos llegado a la colaboracióncon el régimen anterior, desde nuestra propia experienciavital consumada en el seno de la sociedad española, deuna España de donde también salieron los nuevos dirigen-tes socialistas de aquella hora, a la poderosa e ineludibleconvicción moral de que la nación exigía, y merecía, unasalida de la situación en la que se produjo el fallecimien-to de Franco, que no podía ser otra que la del tránsito notraumático hacia la plena vigencia de las libertades y delos derechos civiles, instaurados en un marco político ple-

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“Una Constituciónespañola sin‘trágalas’, pactadalibremente por aquellosllamados acumplirla”

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namente democrático, similar al que estructuraba en aquelmomento la vida política de cualquiera de las viejas demo-cracias europeas de nuestro entorno.

Esta convicción moral se vio además, en nuestrocaso, servida por la voluntad inequívoca de hacer todolo posible, y bien cierto fue que se hizo, por que esa sali-da que entendíamos exigida por la nación se concretaracuanto antes y de la manera más limpia y menos agre-siva para nadie en el marco jurídico político que definie-ra par un largo futuro el esquema constitucional del país.

Y es aquí, en la obtención de este logro, donde la bio-grafía de Gabriel Cisneros alcanza la redonda plenitudque, al término de su vida, se advirtió que habían alcan-zado sus objetivos vitales.

La segunda de las ideas que merece ser convocadaes que en esa convicción moral coincidimos plenamente,en aquel momento –un instante de nuestra historia que,con el transcurso del tiempo, empieza a parecer, por lacalidad de sus frutos, casi milagroso–, con aquellos quehabían crecido enfrentados con el régimen anterior o quehabían permanecido discretamente en su margen.

Y lo que resultó en verdad portentoso fue que, sobre elsoporte de esta coincidencia, se pudiera llegar efectiva yrealmente, es decir, hasta el mismísimo Boletín Oficial delEstado, con la definición de un marco institucional del quenadie pudiera predicar con fundamento que no le conve-

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nía, que le apretaba en lascosturas o que se había esta-blecido en contra de sus inte-reses o sus expectativas.

En este sentido, tal vez lomejor que se pueda decir deGabriel Cisneros, de losponentes constitucionales, del Go bierno de Suárez, deFernando Abril y de AlfonsoGuerra, que algo tuvieron quever también con ello, de las Cortes Generales que la apro-baron, de la Nación que la votó y del Rey que le dió refren-do es que, en esta Constitución que todavía afortunada-mente nos define, nadie impuso su voluntad sobre la delotro.

Vista nuestra Historia de los dos últimos siglos pasa-dos y como dirían los castizos, ahí era nada, y cierto esque sigue siéndolo y ojalá perdure así por muchos años:una Constitución española sin “trágalas”, pactada libre-mente por aquellos llamados a cumplirla, a disfrutarla, aservirla y a respetarla.

La constatación de estas realidades incontestables llevasin duda a otras reflexiones muy pertinentes en esta hora.

El momento político en el que se produce el fallecimientode Gabriel Cisneros se caracteriza, en el ámbito de lo políti-

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“Fueron losReyes, al alabar‘su capacidad dediálogo’ y su‘búsqueda de laconcordia’,quienes definieronsu biografía”

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co trascendente, en el ámbito de lo que realmente importaen ese campo, por la circunstancia de que, en él, una porciónnada desdeñable de nuestros connacionales puede haber lle-gado a temer que se estén produciendo comportamientos yactuaciones políticas que están poniendo en riesgo los valo-res y los mecanismos constitucionales que han garantizadoen estos años la solidez y la consistencia de nuestra convi-vencia civil, que es tanto como decir de la concordia cívicaque entre todos hemos conquistado, así como la efectivaigualdad de derechos y obligaciones que define nuestra con-dición de ciudadanos de una democracia avanzada.

En especial, muchos recelan de que esas realidadesdefinitorias de los ejes fundamentales de la Constitucióncomo son la propia Nación española, una e indisoluble,como sujeto de la soberanía y los derechos y libertadesinherentes a la dignidad de la persona, respecto de los cua-les, nuestra Constitución garantiza que los disfrutemos enrégimen de igualdad con el resto de nuestros conciudada-nos, estén en trance de resultar en una cierta medida soca-vados y amenazados de relevante y cercana perturbación.

Algunos se inquietan, e incluso se escandalizan, por elhecho de que las propuestas que a veces parece que re-sulta casi obligado formular ante las elecciones de másordinaria administración, especialmente en algunas auto-nomías, tengan que referirse necesariamente, a veces porlo claro y abierto y otras por lo tácito, a cuestiones que bor-dean, si no abordan frontal y directamente, lo que deberíanconsiderarse territorios normativos excepcionales reserva-

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dos en exclusiva a la constitu-cionalidad.

Por otra parte, parece claroque en la experiencia vitalinmediata y directa de losespañoles, derivada de la coti-dianeidad misma en la quemuchos de ellos viven, seestán pudiendo advertir prue-bas y evidencias palmarias deque ámbitos de soberanía distintos al nacional español quepudieran surgir en territorios que la historia ha mantenidodesde siempre en el marco de nuestras fronteras no garan-tizarían suficientemente ni una convivencia confortable detodos los que en ellos viven al abrigo de exclusiones ni losderechos que aseguran a todos la condición de ciudadanoslibres e iguales.

Pero, sobre todo y más allá de estos temores o recelos,puede haber empezado a cundir la impresión de que aquelconsenso político básico que nos levantó a lo que entendi-mos como una paz civil perpetua y a la condición misma deciudadanos libres e iguales en derechos puede haber expe-rimentado un cierto resquebrajamiento y que, en algúncaso, en asuntos que interesan de primerísima mano a lacondición misma del ser español, algunos tienden a rega-tear, cuando no a eludir, el esfuerzo exigible por mantenerasegurado ese consenso básico sobre el que se ha asen-tado hasta ahora la concordia nacional.

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“La Constituciónespañola es lacristalización delsueño de laEspaña posible, laEspañanecesaria”

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Aunque a veces se critique esta evidente característica,nuestra España atesora la generosa virtud, de ninguna mane-ra negativa, de mostrarse particularmente afectiva y amoro-sa con quienes, agotados sus días, abandonan la tierra.

Y es en los matices verbales del discurso con el que loscontemporáneos despedimos a cada uno de quienes nosdejan en los que resulta posible identificar, más allá de lasaristas propias de la vida misma, de la tensión cotidianacon la realidad, la auténtica dimensión y la especialidad ver-dadera del carisma personal de aquellos de quienes tal dis-curso se predica.

Pues bien, en el caso de Gabriel Cisneros, cabe destacar,sobre todo, la circunstancia de que incluso aquellos que nocompartieron del todo, o incluso en nada, su conocido idea-rio político se mostraran, a su fallecimiento, desprendidos eincluso extremosos en la evocación y en el elogio de su hom-bría de bien, de la cercanía de su dimensión humana, de lafirmeza con la que defendió sus valores, pero también laposibilidad y el valor del consenso, “manteniéndose siem-pre en su sitio y sin molestar a nadie”, de su relevante par-ticipación en el proceso que devolvió a España la democra-cia y la libertad, del respeto que siempre manifestó haciasus adversarios políticos, así como de su demostrada capa-cidad para “crear puentes y escenarios de coincidencia”.

En este sentido, fueron los Reyes, al alabar “su capaci-dad de diálogo” y su “búsqueda de la concordia”, quienesdefinieron con mayor precisión el sentido profundo de su

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biografía, de la que no conviene olvidar que, para hacertodavía más completa y auténtica su voluntad de identifica-ción con el español medio de su tiempo, pudo exhibir tam-bién con reservadas discreción y recato la condición de víc-tima del terrorismo.

Y esto es lo verdaderamente significativo de su figura ylo que justamente le reserva un lugar memorable y valiosoen nuestra Historia reciente.

Porque cuando resulta verdad que una nación no serompe es cuando, en uno y en otro lado, allí donde resul-ta necesario, se manifiesta, frente a las tentaciones cen-trífugas, capaz de alumbrar a gentes como GabrielCisneros, leales y honestas, discretas y valerosas, capa-ces de atesorar con franqueza y gallardía sus propios valo-res, pero capaces también de entender las razones de losdemás desde sus fundados convencimientos, capaces decontribuir activamente a la realización objetiva de la con-vivencia civil, contribuyendo honestamente a poner lascosas en ese punto difícil y complicado, pero siempreposible en política, en el que se puede llegar a un acuer-do porque todos los que están participando en su elabo-ración han podido llegar previamente a la convicción deque, sin traicionarse a sí mismos, no han dado más en eldiálogo que tanto como de los demás han recibido.

Finalmente, ¿cómo, de qué modo imposible resistirse alvigor y al rigor con el que los sentimientos nos acucian paraque les soltemos las riendas al hablar de Gabriel Cisneros?

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La Nación como hombría de bien RODOLFO MARTÍN VILLA

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Porque, al hacerlo, invocamos también, y acaso sobretodo, a la persona del amigo de largo tiempo y de siem-pre pronta e incondicionada respuesta, del colaboradorleal y eficiente, del consejero e intérprete de la realidadcircundante de certero e inteligente aviso cuando comotal se le requería, del compañero con el que compartimostantas cosas en el campo de la visión de una España parala que deseábamos y seguimos deseando que su histo-ria siempre acabe bien, del copartícipe de una empresapolítica tan relevante y positiva para España como lo fueaquella que engalana y dignifica ya para siempre su bio-grafía y en la que nos tocó, con todo nuestro entusiasmo,trabajar de consuno.

Es más que probable que la respuesta a estos senti-mientos y, en gran medida, una parte esencial de su justi-ficación, se encuentre en estas líneas del mejor Cisneros:“La Constitución española es la cristalización del sueñoadolescente de un grupo de españoles que, cada uno a sumanera, y de maneras bien distintas habíamos intuido,buceando en nuestro corazón y en nuestra historia, laEspaña posible, la España necesaria que ahora acaricia-mos con los dedos”.

De más estaría concluir que todo esto merece y deberecibir de los españoles un inmenso respeto.

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PASIÓN POR LA TRANSICIÓN

Jaime Mayor Oreja

Sede de FAES,6 de noviembre 2007

Lo primero que cabe decir es que la posición de GabrielCisneros es la lógica, la que corresponde a un hombrecomo él que sentía de una manera profunda y al mismotiempo natural la idea de España y de la Nación españo-la. Pero para entender la posición de Gabi hay que aña-dir otros dos ingredientes que sin duda encerraba Gabi:su pasión por el significado y el espíritu de la Transición,por aquella Transición en la que él volcó toda su energía,y al mismo tiempo y en segundo lugar, por el honor y laresponsabilidad que tuvo al formar parte de ese grupoque hoy identificamos los españoles como “los padresde la Constitución”.

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Pero hay otro factor más para entender, comprender yadmirar la personalidad de Gabi. Y este es su carácter devíctima de lo que fue la vanguardia violenta del movimien-to nacionalista vasco. Fue víctima de una organizaciónterrorista y la razón que explicaré después estuvo en susdeclaraciones en las posiciones políticas que defendió enaquel año de 1979. El atentado de la ETA político-militarde aquel 3 de junio de 1979 no fue casual. GabrielCisneros fue escogido como símbolo de lo que represen-taba. Pero especialmente por lo que dijo y declaró en aque-llas semanas.

Por eso, vamos a remontarnos primero al invierno leja-no, y por cierto muy frío, del año 1978-1979. Una vez apro-bada la Constitución, se entró de lleno en la negociacióndel Estatuto de Autonomía vasca, el primer estatuto quese negoció. La Asamblea de parlamentarios vascos apro-bó un primer texto, un anteproyecto que habría que nego-ciar con las Cortes Generales y con el Gobierno, evidente-mente. Un también frío día de Nochebuena de aquel año78, la Unión de Centro Democrático del País Vasco, deacuerdo con la Dirección Nacional del partido y a través desus miembros en la ponencia en el País Vasco, entre losque me encontraba, había redactado y presentado unaserie de motivos de desacuerdo respecto del texto aproba-do, tanto en la ponencia, como en la reunión de laAsamblea de Parlamentarios a la que me acabo de referir.Y aún recuerdo el momento en el que estábamos perfilan-do la decisión definitiva. Se produjo entonces una conver-sación telefónica entre Julen Guimón, en aquel momento

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secretario general de la UCDde España y Arias-Salgado.Enrique Múgica Herzog, muypreocupado por el posiblevoto negativo de la UCD delPaís Vasco, arrancó literal-mente el teléfono de la manoa Julen Guimón con la inten-ción de convencer al secreta-rio general de nuestro partidode que nuestro “no” –que sinduda era matizado y con reser-vas– se debía de transformaren un “sí”, esta vez con unalista de desacuerdos. No hacefalta recordar la debilidad política y organizativa de nues-tro partido en el País Vasco en unos momentos en los quese vivía un ambiente ciertamente asfixiante que muy pron-to tuvimos que padecer y sufrir en nuestra propia carnedurante aquellos terribles años 1980 y 1981. En ciertosentido, esta es la razón por la que nos pasamos al “sí”en aquel estatuto del Guernica, aunque con un listado dedesacuerdos del que evidentemente recuerdo muy espe-cialmente la disposición adicional del Estatuto deAutonomía. A partir de ese momento Gabi Cisneros se sig-nificó en su defensa de la Constitución, y se convirtió sinlugar a dudas en uno de los portavoces que más insistíanante los medios de comunicación sobre la necesidad demodificar aquel primer texto de la Asamblea de parlamen-tarios vascos, de aquello que denominamos “el Estatuto

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“El atentado dela ETA político-militar de aquel3 de junio de1979 no fuecasual. Cisnerosfue escogidocomo símbolode lo querepresentaba”

Pasión por la Transición JAIME MAYOR OREJA

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de Guernica”. En aquellos, meses, Gabi Cisneros tuvo elvalor y el coraje que no tuvimos los miembros de la UCDdel País Vasco, en aquel momento presionados sin dudapor el ambiente insoportablemente asfixiante en el quevivíamos. El hecho es que meses después, Gabi Cisnerosfue tiroteado por un comando político de ETA militar trasun supuesto intento de secuestro.

Al llegar los años noventa, y una vez refundado elPartido Popular, yo, en mi condición de presidente delPartido Popular del País Vasco, tuve ocasión de manteneruna larguísima cena en Usurbil (Guipúzcoa), feudo tradi-cional de ETA y de la izquierda abertzale, con un conjuntode miembros de ETA político-militar ya plenamente reinser-tados. Recuerdo que muy avanzada la velada, que habíasido organizada por un lado por el ex-portavoz del GobiernoVasco y buen amigo mío Eugenio Garzábal, y por otro ladopor Goiburu Mendizábal, que había sido miembro de ETApolítico-militar, les pregunté directamente por qué razón suorganización, es decir ellos, habían querido asesinar aque-llos años a quienes habíamos protagonizado la ejecuciónmaterial de la Transición. Aún recuerdo mi pregunta: ¿Porqué quisisteis matar a Gabi Cisneros? ¿Por qué él, queera un hombre significativamente bueno y que había des-empeñado un papel ejemplar en la Transición? Les pre-gunté el porqué y el para qué. Y aquellas preguntas deno-tan claramente mi grado de ingenuidad. Pero uno de ellos,que en aquellos momentos ya padecían el rechazo y lapersecución de su propia ex-organización, contestó queellos no tenían nada personal contra Gabi, que simple-

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mente la organización, suorganización, ante las signifi-cadas y reiteradas posicionesde Gabi en la defensa deaquellos motivos de des-acuerdo, había decidido elatentado. Y una vez más, seconfirma que lo que se leía enlas páginas escritas en los periódicos se convertía en larazón principal del secuestro y del crimen. En definitiva,para ellos Gabi se había significado en exceso en la defen-sa de la Constitución, más allá de lo que el movimientonacionalista pudiera permitir. De aquella cena tambiénrecuerdo algo que hace aún más incomprensible aquellasituación. Recuerdo el nerviosismo del cocinero que esta-ba asando unos hermosísimos besugos. Me dijo que esanoche estaba más nervioso que nunca. Yo le recordabaque unos años antes él había querido seguramente ase-sinar a esta u otra persona. Sin embargo, el nerviosismodel estado final del besugo se convertía en aquel momen-to en su principal preocupación, en lo que le estaba qui-tando la tranquilidad y el sueño. Lo cuento simplementecomo un inciso para entender lo incomprensible de deter-minadas circunstancias y personas.

Quiero terminar diciendo que Gabi Cisneros, pese a estatragedia, pese a las tremendas repercusiones físicas ymorales que le supuso el atentado, nunca se significó porprofesar una especial animadversión hacia nadie, ni siquie-ra hacia las fuerzas políticas nacionalistas, y en ningún caso

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“Gabi se habíasignificado enexceso en ladefensa de laConstitución”

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se distinguió por una animadversión hacia los personajesdel nacionalismo vasco con los que tenía siempre tenden-cia a hablar y a dialogar. Por el contrario, sí se significó porla defensa de sus convicciones. Supo defender los valoresde la Constitución, los valores profundos de la Transición ysupo implicarse en todos los foros y todas las plataformasde los movimientos constitucionalistas que emergieron enesos años en el País Vasco. Por eso, y con ello termino, enmi opinión, lo más importante de Gabi Cisneros es que elatentado no modificó ninguna de sus convicciones. Muy alcontrario, se reafirmó más que nunca en ellas y supo seral mismo tiempo padre y víctima de la Constitución. Y esoes lo que lo convierte en una figura absolutamente única.Fue padre, fue víctima, y en ambos casos siempre supoestar a la altura de esa doble condición.

Es verdad que el Gobierno de la UCD, con FernandoAbril y con José Pedro muy especialmente, había resisti-do muy bien a los distintos envites de los nacionalistasy también de algunos sectores de la derecha vasca tra-dicional, como Larra, y como algún compañero de parti-do, en la disposición de la Constitución referida a laactualización de los Derechos Históricos. Recuerdo haberparticipado con Fernando Abril en una reunión a la queseguramente también asistió José Pedro, en la que esta-ban Óscar Alzaga, Jesús Viana, algunos del País Vasco.

Estábamos hablando de la Constitución y recuerdo elpuñetazo que dio Fernando Abril encima de la mesa dicien-do: “La Constitución está cerrada, no quiero una Consti -

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tución abierta que permitaluego en textos posteriores laapertura de una esperanza alo que son fundamentalmen-te derechos históricos ante-riores a la Constitución espa-ñola”. Vuelvo a decir que conel Estatuto, el nacionalismoreabre lo que se ha cerradoen la Constitución, a travésde esa disposición adicionalque es el elemento esencialde los motivos de desacuer-do de la UCD del País Vasco y evidentemente de la UCDnacional. Creo que sin lugar a dudas ese es el elementoesencial. También quiero contestar muy rápidamente a lapregunta sobre si ETA era una organización justiciera, el“algo habrá hecho”, que era el comentario que se repe-tía cada vez que se producía un atentado, el característi-co denominador común en aquellos años. Entonces eramuy fácil encontrar a los enemigos del pueblo vasco, yhabía que ir matándolos. En un primer análisis, en losaños 77, 78, 79, los enemigos del pueblo vasco eran lasfuerzas de seguridad del Estado, los militares, todos losque habían participado en el régimen anterior y a los queETA va asesinando. Luego se va produciendo una transi-ción en los objetivos de ETA. Los amplía y ya no sólo mataa concejales y alcaldes del régimen anterior sino queempieza a apuntar al partido del Gobierno, en este casoa la Unión de Centro Democrático.

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“ETA da unpaso más yempieza aatacar alsistemademocrático y alas personasque loencarnan”

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De esta forma, el atentado de Gabi Cisneros, junto conel secuestro de Javier Rupérez, significa algo parecido a laapertura de la veda a lo que son atentados directos a losmiembros de la UCD en aquellos momentos, y de unamanera anecdótica a algún miembro de Alianza Popular.Este atentado se produce en el año 1979 y en los años80 y 81 ETA político-militar asesina a miembros de la UCDpor el hecho de serlo. Gabi Cisneros representa una tran-sición hacia un partido democrático que además había pro-tagonizado ni más ni menos que la Transición democráti-ca. En mi opinión ésa es la razón por la que ETA da un pasomás y deja de atacar abiertamente al régimen anterior yempieza a atacar al sistema democrático y a las personasque lo encarnan en ese momento.

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Gabriel Cisneros: político y hombre de bien

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LA POLÍTICA COMO TAREA

Mercedes de la Merced

Sede de FAES,6 de noviembre 2007

Me corresponde intervenir en este seminario sobre GabiCisneros para recordar la relación de una joven sorianade 16 años y un veterano político. Intentaré hacerlo sinque me pueda el sentimiento, y poniendo en valor susmuchas virtudes y su demostrada capacidad intelectual.

Hace menos de una semana cumplí 47 años y les voya hablar de lo que sentí y viví hace nada menos que tresdécadas. No es tarea fácil, y no sólo por los años trans-curridos, sino porque hay vivencias que forman parte derecuerdos personales y que sólo si hubiera tenido su con-sentimiento me animaría a contar.

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Gabriel Cisneros: político y hombre de bien

Es una suerte, cuando empiezas a caminar por la vidaencontrar alguien que te contagia su pasión por unalabor, una vocación, una tarea. Gabi Cisneros, con suejemplo y gracias a la relación de mis padres con su fami-lia, despertó en mi el gusanillo de la política. Él fue elresponsable de que empezara a militar en un partido polí-tico, la UCD, cuando aún no había dejado atrás la adoles-cencia. Era el año 1976 y la sede de la UCD en Soriaestaba entonces en la casa de los padres de Gabi. Lohice con la oposición de mi padre y sólo conté con subeneplácito el día que le prometí que antes de ocupar unpuesto político remunerado me habría demostrado a míy a los demás que podía ganarme la vida sin necesidadde la política. Fue el mejor consejo que pude recibir, sinduda esa decisión me ha permitido ser más libre a lahora de defender mis principios y valores.

Tuve la suerte de presenciar en la casa de mis padresdebates políticos, de asistir a conversaciones sobrecómo afrontar la reforma política tras el fin de la dictadu-ra y de comprobar la dificultad de encontrar personas quequisieran formar parte de las listas electorales para laselecciones preconstituyentes.

En estas cenas siempre había una persona que anali-zaba mejor la situación. Era además el más joven, el quemás datos aportaba y el que planteaba el futuro con másilusión. Era Gabi Cisneros. Sus discusiones y debatesideo-lógicos, algunos ininteligibles entonces para mí,estaban cargados de pasión. Una pasión por la política

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que siempre mantuvo, inclu-so en los momentos más difí-ciles de su vida, tras el aten-tado y cuando supo de laenfermedad que acabó consu vida.

Oír a Gabi era apasionante,no sólo por lo que se podíaaprender sino por lo que tehacía sentir y por los interro-gantes que te surgían trassus brillantes exposiciones.

Estas fueron sobre todo las razones de mi tempranamilitancia en un partido político. Hice con Gabi la campa-ña de las elecciones preconstituyentes, la campaña cons-titucional que coincidió con estas fechas hace 29 años,las elecciones generales de 1980 y las municipales.

Soria, una extensa provincia con casi 300 municipiosy con la menor población de España, fue visitada por lostres equipos que se formaron. No hubo un solo pueblodonde no llegaran las caravanas de la UCD, las pegati-nas, los carteles y los oradores. Yo tuve la suerte de for-mar parte del equipo que lideraba Gabi y pude compro-bar como él se adaptaba perfectamente al medio. Esasreflexiones oídas en casa, en muchos casos filosóficassobre la vida, los valores, el Estado, la Nación, el merca-do del trabajo o las relaciones exteriores, daban paso a

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La política como tarea MERCEDES DE LA MERCED

“Era una épocaen la que losmítines parecíanmás bienconferenciasdidácticas sincríticasdestructivas delcontrario”

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un lenguaje coloquial, ameno, sin retórica, centrado enlos problemas reales: en la agricultura, las infraestructu-ras, el tren, la sanidad, los médicos de familia, la escue-la del pueblo, la familia y el futuro de los hijos de unageneración que había vivido la posguerra y con sacrificioshabía ofrecido a sus descendientes una vida mejor.

Gabi, don “Grabiel” como algunos le llamaban enSoria, era una persona querida y respetada. Nunca dejóde escuchar a los sorianos y hacer suyos sus problemas.Fue pregonero de muchas de las fiestas de los pueblosde Soria, estaba dispuesto a hacer dobletes si era nece-sario, porque sabía que gracias a los ciudadanos podíaseguir disfrutando de la pasión de hacer política.

Eran años donde la ilusión por construir una Españademocrática primaba por encima de las diferencias ideo-lógicas. Por eso no era extraño que políticos de todos lospartidos mantuvieran una actitud dialogante y de respe-to hacia el adversario político. Era una época en la quelos mítines parecían más bien conferencias didácticas enlas que cada candidato exponía sus proyectos y princi-pios sin entrar en críticas destructivas del contrario.

Gabriel siempre fue respetado en Soria y fuera deSoria por socialistas y comunistas, y ese respeto fuesiempre apreciado por Gabriel. Era habitual oírle hablarbien de algunos destacados socialistas, con los que coin-cidía en su defensa de la unidad de España y su idea deEstado.

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Eran momentos difícilespara militares y guardias civi-les, que eran asesinados porla sinrazón terrorista de ETA.Siempre estuvo a su lado,nunca pensó, hasta el mismodía que le ocurrió, que él tam-bién sería victima de un aten-tado que le marcaría no sólofísica sino emocionalmente elresto de su vida.

Se celebraban las eleccio-nes generales de 1979 y enesos años la cárcel de Soriaestaba repleta de terroristasetarras. Gabi decidió que cerrara el mitin de fin de campa-ña Rodolfo Martín Villa, ministro del Interior. A él siemprele gustaba lo difícil y creía que se debía responder a lascríticas que hacían los sorianos por tener que soportar lasincomodidades que acarreaba la presencia de los asesi-nos en Soria. El cine Rex estaba a reventar, gente en lacalle por falta de espacio, y Rodolfo se retrasaba. Gabriel,nervioso por el tenso clima que se respiraba decidió empe-zar el mitin y en la tercera intervención apareció Rodolfo.Empezaron los abucheos e insultos. Gabi me pidió quetomara yo la palabra. Me dijo entonces “sal ahí, cuenta tuproyecto, habla de tus principios y tus valores, qué ideasquieres defender, si lo haces te respetaran y si lo consi-gues no sólo habrás salvado el mitin sino que te habrás

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La política como tarea MERCEDES DE LA MERCED

“Gabi meenseñó que lapolítica sonideas basadasen valores yprincipios, escomplicidad, esilusión, esfuturo, esimaginación yes trabajar”

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demostrado a ti misma que merece la pena sentir lapasión política”.

Y así fue. Gabi me enseñó que la política son ideasbasadas en valores y principios, es complicidad, es ilu-sión, es futuro, es imaginación y es trabajar sin descan-so para mejorar la vida de los ciudadanos, de todos losciudadanos, y porque la pasión política es propia de loshombres y mujeres convencidos y comprometidos en laconstrucción de un futuro mejor para todos.

Serían interminables las anécdotas que podría contarde mi relación con el maestro. En un viaje a Ágreda en lacampaña del Referéndum Constitucional, en su mini rojosin frenos y con más miedo que el de los toreros por lomal que conducía, se me ocurrió preguntarle algunasdudas sobre el texto constitucional. Por qué el idioma deEspaña se llama castellano y no español, por qué sereservaba el trono de España al varón, por qué las comu-nidades autónomas no eran todas iguales, y supongo quealguna pregunta más. Gabi no se sintió cómodo contes-tando y al final me sugirió que en el mitin yo les hablarade lo importante que era que votaran “sí”, limitando miintervención a los artículos que garantizaban la igualdadde hombres y mujeres, el derecho a la vida y la igualdadde oportunidades que nos brindaba a los jóvenes alhacer universal el derecho a la educación.

Le increpé diciéndole que la ley era una cosa pero larealidad otra. Paró el coche, me miró y me dijo: “para lo

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joven que eres haces dema-siadas preguntas”. La culpala tenía él, había aprendidode su forma de hacer políticaque las cosas siempre teníanun porqué.

Años más tarde me recono-ció que la política era el artede la negociación, y que auncuando era fácil analizar lascosas pasados los años, hoyquizás no habría apoyado untexto donde la descentralización no había permitido cum-plir con el objetivo de acercar la toma de decisiones a losciudadanos, sino que había supuesto la excusa parahacer más centralismos y proponer la autodeterminacióny la independencia de algunas regiones de España.

No era habitual verle perder los nervios, era tranquilo,sosegado, divertido, con un humor fácil, y a la vez tajan-te, directo, castellano. Llegado el momento de las discu-siones en el Comité Ejecutivo Provincial era curioso vercómo le podía esa vena liberal que tanto tardó en reco-nocer. Los debates más duros los protagonizó con eldiputado, hoy fallecido, Juan Ignacio Sáez Diez, un social-demócrata cuyos planteamientos de más Estado, másadministración, más leyes y más intervencionismo choca-ban con ese proyecto de Gabi de más libertad individual,más protagonismo de la sociedad y menos burocracia.

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“No era habitualverle perder losnervios, eratranquilo,sosegado,divertido, con unhumor fácil, y a lavez, directo,castellano”

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Gabi fue la primera persona a la que oí hablar de que laUCD nunca sería un partido. Lo definía como una agrupa-ción de ideologías necesaria, inevitable e imprescindiblepara hacer viable la transición en España. Nunca le gusto elprotagonismo, personalismo y prepotencia de algunos líde-res de las distintas familias que conformaban la coaliciónde la UCD. Los hechos ocurridos en el Congreso de Palmade Mallorca los predijo un año antes, y anunció que Españanecesitaba un gobierno de izquierdas para consolidar lademocracia.

Todos nosotros sabemos que Gabi se sentía poeta,periodista y escritor. Y esta actividad la compatibilizabacon su labor política en Soria. Las campañas electoralesno le impidieron nunca cumplir con sus editoriales deABC y sus artículos, después, en La Razón. Quienesconocíamos su forma de escribir detectábamos su manoen muchos discursos de presidentes de Gobierno y enartículos y documentos firmados por otros. Era un“negro” al que no le importaba serlo. Yo he visto comoen un viaje en tren a Madrid, al parar en la estación deTorralba, entraba en el vagón la Guardia civil para com-probar que don Gabriel iba camino a Madrid con el dis-curso que esperaba el presidente del Gobierno. Lo cier-to es que a Gabi no le suponía ningún esfuerzo escribir,más de una vez presencié como dictaba por teléfono laeditorial de ABC sin un solo apunte que le permitieraseguir el argumento. Tenía tanto talento como dignidad ycoherencia: nunca defendió en ningún artículo algo en loque no creyera.

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Sonadas fueron en Soria lascartas abiertas que se cruzócon el director del periódicoSoria Hogar y Pueblo y senador,Fidel Carazo. Una actuaciónpuntual del Gobier-no de UCDen Soria fue la excusa para laferoz agresión a que se some-tió a Gabi. En el trasfondo esta-ba la envidia que los mediocres siempre le tuvieron. El resul-tado final fue la victoria de Gabriel Cis neros, a quien lossorianos siempre considerarán algo propio.

Permítanme que termine con una reflexión personal. AGabriel nunca se le reconoció suficientemente su valíatanto personal como profesional. En este sentido, siempreestaremos en deuda con él. Gracias a políticos comoGabriel Cisneros Laborda fue posible la Transición españo-la. Posiblemente, allá donde esté, aunque como creyenteque soy supongo que estará en el Cielo, aunque sólo seapor justicia poética, seguro que le han nombrado ministrode causas perdidas. Era lo suyo.

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“Gabi fue laprimera persona ala que oí hablarde que la UCDnunca sería unpartido”

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UNA PÁGINA DE NUESTRA HISTORIA PARLAMENTARIA

Eugenio Nasarre

Sede de FAES,6 de noviembre 2007

Las últimas horas en que pudimos acompañar a GabrielCisneros antes de su entierro tuvieron como marco eldigno velatorio que gracias a una decisión muy acertadase dispuso en el Vestíbulo Principal de Palacio del Con -greso, es decir, en la verdadera casa de Gabriel Cisneros.En el contiguo Salón de los Pasos Perdidos nos abrazába-mos los amigos para consolarnos y compartir nuestrodolor. Llegó un buen amigo, letrado de las CortesGenerales, acompañado de otra persona a la que al prin-cipio no reconocí. Les dije: se nos ha ido Gabi precisamen-te cuando la Constitución está moribunda y sólo falta su

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acta de defunción que firmará el Tribunal Constitucionalcuando dicte la sentencia sobre el Estatut. Noté que la per-sona a la que no había reconocido dio un respingo, y enton-ces me di cuenta que era un magistrado del TribunalConstitucional. No sé cómo acogió el gran jurista y magis-trado mis palabras probablemente inoportunas, tan inopor-tunas como sinceras. Porque para mí, la muerte de Gabiademás de la dolorosísima pérdida de un gran amigo, tuvotambién algo de premonitorio. Me ha parecido como si sumuerte fuera la señal del cierre de una página de nuestrahistoria parlamentaria.

No conocí a ningún político que estuviera más identifi-cado con la Constitución como él; y no era así sólo por-que tuvo la excepcional fortuna personal –en sus propiaspalabras– de haber formado parte de la ponencia redac-tora de la Constitución; era sobre todo, y quizás se hadicho ya, porque había encarnado como nadie el espírituque le dio vida y sentido histórico. Precisamente su últi-ma intervención parlamentaria –la única en realidaddurante la última legislatura– de gran brillantez, comotodas las suyas, estuvo dedicada a esta Constituciónmoribunda en el marco del debate sobre el Estatut. Fuebreve pero enjundiosa. Yo lamenté que en tal crucial asun-to no se le hubiera dado a Gabriel Cisneros un mayor pro-tagonismo. En esa su última intervención del 15 de marzode 2006, muy pocos días antes de que la medicina des-cubriera su cruel enfermedad, Gabriel Cisneros hizo lamás certera advertencia sobre las consecuencias delmodelo de Estado resultante de la incorporación del

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Estatut al bloque de constitu-cionalidad si así fuese aproba-do. “Podemos alumbrar”, dijoCisneros, “un auténtico Esta -do Frankenstein que resultamuy difícil encontrar en elderecho constitucional com-parado y en la politología nopodemos encontrar su pues -tos parecidos”. A mi juicio, esla descripción más atinada delo que con el plato fuerte delEstatut, pero también con otros platos y acompañamien-tos ha sucedido a lo largo de esta legislatura: el alumbra-miento de un Estado Frankenstein. Mary Shelley, la auto-ra de la famosa novela gótica, bautizó con el mismo nom-bre al monstruo y a su creador. Éste creó un cuerpo a par-tir de la unión de trozos de cadáveres diseccionados conla pretensión de la inmortalidad, y le salió lo que cabal-mente llamamos un monstruo. Todos conocemos el fin dela historia, el suicidio del propio monstruo tras dejar varioscadáveres a sus espaldas.

Cisneros explicó muy bien el giro copernicano que sehabía producido en el debate en torno al Estatut, porqueya no se trataba de la búsqueda del mejor acomodo deCataluña o el País Vasco en el conjunto de España, sinode debatir “¿Qué encajes somos capaces de imaginar oelucubrar para garantizar la presencia y el encaje delresto de España en las estructuras protoestatales

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Una página de nuestra Historia parlamentaria EUGENIO NASARRE

“Se nos ha idoGabiprecisamentecuando laConstitución estámoribunda y sólofalta su acta dedefunción”

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nacientes?” A la postre, igual que lo que pretendía elFrankenstein creador de su homónimo monstruo, la tareaconsistía en encajar en un nuevo artefacto unas piezaspreviamente diseccionadas. Pero en esta legislatura yano había ambiente propicio para atender tan lúcidasobservaciones. Intervenciones parlamentarias como lasde Gabriel Cisneros tenían que caer en saco roto, se con-vertían en algo casi extravagante que provocaban comoúnica reacción el “Vaya concluyendo, Sr. Cisneros”, por-que los tiempos parlamentarios están tasados tanto paralo bueno como para lo malo, aunque la vida parlamenta-ria se haya ido deslizando de manera acelerada hacia elreino de la mediocridad.

Gabriel Cisneros, que amaba el Parlamento y lo conce-bía como lo que es –el templo de la palabra–, veía conpesar el deterioro de la vida parlamentaria. Siempre prac-ticó en grado sumo la cortesía parlamentaria a la que con-sideraba un ingrediente esencial del quehacer de quienes,todos ellos con independencia de sus ideas de lo que pien-sen, ostentan la representación de la soberanía nacional.El debate vivo, incluso aquel que utiliza las más incisivasarmas dialécticas es compatible con la cortesía parlamen-taria, pero con una condición: el dominio de la palabramisma y de sus matices, lo que como sabemos, percibíacasi hasta la perfección Gabriel Cisneros.

En sus magistrales lecciones de derecho político, elprofesor Pérez Serrano defendía con énfasis la necesi-dad de procurar implacablemente el decoro y prestigio de

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la Cámara, que ningún orga-nismo requiere en mayor pro-porción. Decoro de la Cámaraera una palabra que formabaparte del léxico habitual deGabriel Cisneros. Preservarel decoro de la Cámara siem-pre lo consideró como unrequisito imprescindible parael digno desempeño de lasfunciones parlamentarias. Elproblema es que el decoro, side un término jurídico se tra-tara pertenecería a la categoría de los conceptos jurídi-cos indeterminados. Pero más bien, como sabemos, esun concepto de orden moral y por ello su obtencióndepende muy fundamentalmente de la idea de dignidady de estima de cada uno de los miembros de la institu-ción. El decoro de la Cámara se nutre del decoro de losparlamentarios. Gabriel Cisneros tenía un muy exigenteconcepto del decoro, lo que le llevaba a defender la nece-sidad de cuidar las formas externas, incluida la indumen-taria, y observar unos adecuados códigos de conducta.A cualquier observador de la vida parlamentaria de estalegislatura, también en este ámbito, la degradación espatente, el listón del decoro ha caído hasta niveles quebordean, si no ha sobrepasado ya el subsuelo. Cierto esque las formas externas no pueden ser pétreas y han deevolucionar con los tiempos, pero sinceramente piensoque las viejas formas decorosas están siendo sustitui-

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“Todosconocemos el finde la historia (de Frankenstein),el suicidio delpropio monstruotras dejar varioscadáveres a susespaldas”

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das por nuevas formas indecorosas, hasta el punto deque hasta las camisas negras se suben con desparpajoal atril del hemiciclo.

Dos son las influencias que en mi opinión fueron deci-sivas en la conformación del lenguaje de Gabriel Cisnerosy por lo tanto de su visión del mundo. Por una parteGabriel Cisneros fue hijo de los nietos del 98, como defi-nió Pedro Laín a su generación, una generación –en pala-bras de Laín– sangrienta y especialmente astillada. Sí,creo que en este sentido fue un bisnieto de la generacióndel 98 y de sus fuentes se alimentó su idea de España ysu patriotismo. También su lenguaje, aunque recibido através del tamiz de los nietos del 98 entre los que Laín,Ridruejo, Díaz del Corral o Marías, acaso fueron los repre-sentantes que más influyeron en él. Y por otra parte,Ortega. Ortega desde luego. Gabriel Cisneros bebió comola esponja bebe el agua, toda la obra de Ortega, y heredóde nuestro filósofo dos preocupaciones fundamentales ala hora de articular su pensamiento: el afán por la clari-dad conceptual y la búsqueda de la metáfora brillante. Lacombinación de ambas constituyen las cualidades de lostextos parlamentarios de Gabriel Cisneros. Yo viví muy decerca, como tantos otros, los meses en los que iba avan-zando inexorablemente su cruel enfermedad. Estuvohasta el límite de sus fuerzas al pie del cañón, soportan-do con gran dignidad su deterioro físico en el estrado delhemiciclo como le correspondía por su condición de miem-bro de la mesa. Allí dio un ejemplo de gallardía, de pun-donor, de amor a la institución a la que dedicó lo mejor

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de su vida. Nunca, desde elinicio de nuestra Monarquíaparlamentaria, desempeñócargos en el ámbito del poderejecutivo. En la época de pro-minencia del poder Ejecutivosobre el Legislativo y de ladecadencia del parlamentaris-mo, acaso ello haya podidoser una pérdida para nuestrademocracia. Pero gracias aello Gabriel Cisneros ha encarnado como ningún otro lainstitución parlamentaria en el periodo de los treinta añosque han transcurrido desde las primeras eleccionesdemocráticas. Formó parte de todas las legislaturas aexcepción de la tercera y en todas ellas dejó su improntade gran parlamentario. Yo sólo he podido aquí glosar suúltima intervención, pero habría otras muchas que mere-cerían un cuidado análisis y glosas.

Gabriel Cisneros no fue en su trayectoria parlamentariaun especialista, fue un político en el sentido más pleno delconcepto. Como político, actuó y sirvió a España con unpatriotismo exigente que siempre a la luz de su honda con-ciencia histórica lo orientó hacia la concordia nacional.

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“Sirvió a Españacon unPatriotismoexigente que loorientó hacia laconcordianacional”

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INDISCUTIBLE PROTAGONISTA DE LO ANÓNIMO

Andrés Ollero

Sede de FAES,6 de noviembre 2007

Seleccionar aspectos dentro de una persona con la rique-za de matices de Gabriel Cisneros no es nada fácil. Yo medebatiría entre la querencia sentimental que me llevaría arecordar una madrugada de Viernes Santo en Sevilla, queempezó viendo salir la Macarena y terminó en la Campana.O bien, en el aspecto institucional que obligaría a hablarcomo es ya habitual de la mítica y colegiada figura deGabriel Cisneros como padre de la Cons titución.

Me voy a centrar brevemente en las tareas parlamenta-rias en las que tuve la suerte de coincidir con él más de

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17 años y que fue sin duda un escenario privilegiado, deesa faceta suya bien conocida que culminó con el papelde Vicepresidente del Congreso y que provocaría con todajusticia que fuera en su paradójicamente recoleto vestíbu-lo de entrada donde acabara siendo acompañado por com-pañeros, amigos y ciudadanos anónimos que quisierondarle un último adiós. Y ya que ha salido el tema anónimo,el título que he puesto a mi intervención es “Indiscutibleprotagonista de lo anónimo”, porque lo que pretendo essubrayar algunos aspectos menos visibles de una larga tra-yectoria que había merecido tan frecuente y continuadoprotagonismo.

El Gabi que más recuerdo vivía en el hemiciclo, dichosea en el sentido más literal del verbo. Por aquella épocalos diputados sufrían una significativa escasez de mediossuperior a la actual –que ya tiene mérito–. De los diputa-dos a tiempo completo –porque los había también dedi-cados a los peripatetismos más variados– sólo un míni-mo número contaba con despacho en razón de sus res-ponsabilidades dentro del grupo (y entre ellos estaba sinduda Gabriel). Pero yo me lo encuentro mentalmente siem-pre sentado en su escaño, bien porque para él un despa-cho era más bien cárcel que otra cosa, bien porque tuvie-ra una irrefrenable necesidad de compartir y convivir en larelativa intemperie del hemiciclo. A media tarde, cuandoel más variopinto debate había originado notorias bajas,Gabi exhumaba unos blanquecinos folios o cuartillas delas más variadas procedencias y se disponía a redactarel editorial del ABC del día siguiente. He de confesar que

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el trabajo del editorialista –que rara vez he practicado–,ha despertado siempre en mí una actitud a medias entrela admiración y la pura y simple perplejidad. Se deberá sinduda a que el mundo académico está tan íntimamente vin-culado al protagonismo que es difícil encontrar sentido alanonimato. No creo que la fácil disponibilidad de GabrielCisneros para el trabajo anónimo respondiera a ningunaquerencia monacal. Se trataba más bien de una envidia-ble capacidad para valorar lo institucional convencidoquizá de su inevitable dimensión histórica. Contribuir a irforjando la línea editorial de un diario convertido en con-solidadas referencias para un buen número de lectores,parecía cobrar para él aires de rito sagrado. Lo mismo ocu-rriría con los programas electorales del partido, o si se ter-ciaba, incluso con los discursos del líder de turno. Frenteal pragmatismo agarbanzado de que lo importante es saliren la foto, porque los programas no sólo no los lee nadie,sino que incluso se escriben para no cumplirlos, GabrielCisneros paseaba por la historia convencido de que a ella,como a un Dios secularizado, nada acababa escapando.

El principal fruto de mi modesta experiencia radica en laconvicción de que en política las cosas son como parecen ysólo cuando aparecen: Nada menos político pues que el ano-nimato. De ahí mi asombrada admiración por quien aspira-ba a ser político sin empujar a otros para mejor aparecer,convencido de que ese es el modo más eficaz de hacer his-toria. Gabriel acababa erigiéndose en indiscutible protago-nista de lo anónimo, porque vinculaba a lo institucional conun valor muy superior al que pudiera conceder a su propia

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Indiscutible protagonista de lo anónimo ANDRÉS OLLERO

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firma. Lo importante no era el periodista, el militante o eldiputado, aunque llevara su propio nombre sino el diario, elpartido y el Congreso. Me muevo a golpes de intuición, peroestoy convencido de que el volumen de lo por él firmadoocupa dentro del fruto de su escritura una dimensión ridícu-la. Si lo vivía con tan notable naturalidad es porque en con-tra de lo que quepa pensar, nunca escribía para otros, sinopara lo que esos otros representaban. Al hablar de escritu-ra, emerge un nuevo motivo de admiración. Gabriel Cisnerosno escribía, cincelaba. Su respetuosa veneración por la len-gua era llamativa y nos lleva de nuevo a la paradoja, siendouna gran figura parlamentaria acostumbrada a leer sus dis-cursos. Es tópico convenido que lo último que debe hacer-se en una tribuna, aún así parlamentaria, es leer. Sólo encircunstancias particularmente históricas tendría sentidoescribir el discurso y siempre con la coartada de que hayque entregarlo a los medios previamente. De ahí que losdebates sobre el Estado de la Nación se conviertan en insu-fribles y se aguarde en ellos al turno de réplica para podervalorar el ejercicio parlamentario de los líderes.

Gabriel escribía de tal manera que quién le oía aparcabade inmediato el indiscutible tópico, sobre todo porque entra-ba en juego un tercer elemento, que más de una vez he pro-puesto a ilusionados universitarios como el más ambiciosoobjetivo imaginable en su trabajo: mostrarse capaces desaber hablar, saber leer y saber escribir. Era explicable elasombro de mis oyentes convencidos de que ya sabíanhablar con año y pico o leer y escribir con cinco o seis. Gabino sólo sabía escribir a cincel, sino que he ahí mi asombro,

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sabía leer. Siempre he admira-do a mis colegas italianos–recuerdo a Augusto Ber -nocchi, por ejemplo, con suenvidiable capacidad para con-vertir en pieza dramática unalección–. Ya es mérito sercapaz de escribir un discursooral. Abundamos los que noscontamos capaces de hablarcon soltura y con desparpajo,pero puestos a escribir nossale un discurso entre indiges-to y barroco. Gabriel Cisneros escribía lo que sería hablado,y era capaz de leerlo como si realmente hablara. Cada dis-curso escrito para estar destinado a la historia –aunque nofuera previsible interés mediático alguno– se convertía en unacto de veneración del lenguaje que llegaba a revestir auralitúrgica. Es lógico que esta especial sensibilidad para valo-rar la dimensión institucional de la convivencia se tradujeraen su gran sentido de Estado.

Su presencia en la ponencia constitucional fue unindiscutible acierto por su capacidad para aparcar losprotagonismos personales y su notable habilidad paratender puentes. Disfrutó sin duda no poco en tareas detan obvia trascendencia histórica, pero tuvo a la vez ungran sentido de responsabilidad ante el alcance de lo queestaba en juego. Lo inestable del equilibro más que com-promiso conseguido era el hábito que siempre imperó en

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Indiscutible protagonista de lo anónimo ANDRÉS OLLERO

“Cisnerospaseaba por lahistoriaconvencido deque a ella,como a un Diossecularizado,nada acababaescapando”

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su ánimo. Recuerdo como, en unas conversaciones refle-jadas en Nueva Revista, en las que tuve ocasión de par-ticipar con él, se refería a lo que es piedra angular de laConstitución. Dice, “que en mi opinión es el artículosegundo, donde se asegura que la Constitución se fun-damenta en la unidad indisoluble de la Nación española.No dice: Fundamenta la unidad indisoluble española, sinoque se fundamenta en ella. Quisimos dejar muy sentadoque la Unidad nacional era un presupuesto, un valor pre-constitucional y una condición de la Constitución misma.Por consiguiente, esto no se puede poner en cuestión sinque lancemos toda la Constitución por los aires y con ellatodo lo que tiene de tutela de los derechos y libertadesde todos los españoles”.

En un ambiente tan dado al logro de protagonismo,Gabriel Cisneros cultivó el anonimato con la naturalidaddel experto en una difícil virtud. Cristiano viejo, ha ya teni-do sin duda la oportunidad de comprobar hasta quépunto el que se humilla será el ensalzado. Parece másque razonable que también en un ámbito civil y menosescatológico contribuyamos modestamente a ello. Y yoagradezco que se me haya permitido.

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UN MUÑIDOR DE LA CONSTITUCIÓN

Joaquín Luis Ortega

Sede de FAES,6 de noviembre 2007

Cuando supe que Gabriel Cisneros había fallecido, sentí lanecesidad de dar el pésame a alguien. Como en mi actualretiro en Burgos no me resultó fácil hacerlo, opté por dár-melo a mí mismo como ciudadano español. Había muertoun padre de la patria, un muñidor de la Cons titución, si bienes verdad que en una coyuntura, en un momento en el queni la patria ni la Constitución, ni siquiera la paternidad esta-ban en su mejor momento.

Ahora tengo la oportunidad de manifestar mi sentimien-to por la desaparición del escenario nacional de un hom-bre que por lo que a mí se me alcanza era el prototipo dela rectitud, de la coherencia, de la afabilidad y de la cons-

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titucionalidad. Y aquí expreso, pues, mi duelo con sinceri-dad y en mi nombre propio, ya que yo ahora carezco decualquier otra representatividad, soy el capellán de lasBernardas de Burgos y punto. Sin embargo, otros tiemposy otros oficios me proporcionaron la oportunidad de coin-cidir con Gabriel Cisneros, siempre en el área del diálogoentre la Iglesia católica y el Estado español o los partidospolíticos.

Me referiré breve y gustosamente a Gabi evocando con-tactos y encuentros con aquel hombre puente que eraCisneros y que en este caso, como todo buen puente, sabíamantener un pie en el Estado y el otro en la Iglesia en sucondición de creyente. El nombre y la silueta de GabrielCisneros me eran ya familiares en tiempos del CardenalTarancón, cuando yo estaba en la revista Vida nueva bregan-do con Martín Descalzo por aquella Transición difícilmenteincoada y que llegó felizmente a término en 1975 o a par-tir de ese año. Cisneros era frecuentador asiduo y cualifica-do de aquellos encuentros en el Paular, por ejemplo, en losque se trataba de articular el deseable Estatuto de la IglesiaCatólica en una sociedad libre, plural y democrática.Cuando se alcanzó por fin la formulación del artículo 16.3de la Constitución con la declaración de la aconfesionali-dad del Estado y a la vez la mención específica de la IglesiaCatólica, esta formulación nos satisfizo a casi todos.Gabriel Cisneros se ufanaba legítimamente de haber pues-to las manos en ella. Aquella presencia suya, amable, doctay constitucional se repetía ya en democracia en tantosencuentros entre políticos y clérigos como hubo en El

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Escorial, en el Parador deSegovia, en el Hotel Fénix deMadrid y hasta en el Monas -terio de Leire, ya en 1995.

Personalmente recuerdo lamano que le echó Cisneros ala Iglesia en una larguísimanegociación de más de diezaños para que la Iglesia Cató -lica pudiera tener programasinstitucionales en la radio y latelevisión públicas. Yo estuve en esa batalla de la mano delos obispos Cidarda primero y Montero después, siendo yodirector de Ecclesia. Cisneros sirvió de consejero prudentey al fin a la postre fue Eugenio Nasarre quien lúcidamenteresolvió la cuestión ya en el verano de 1982, pocas sema-nas antes del triunfo electoral de los socialistas. De hechoahí siguen esos programas tal cual, incluso con el mismotítulo con que los dejamos en ese momento.

Seguí tratando y aprendiendo de Gabi en los años ya delauge del PP, antes y después de su victoria en las eleccio-nes del 96, habiendo pasado yo a la Conferencia Episcopalcomo portavoz. De esa época me es grato evocar algunosencuentros Iglesia-Estado en los que coincidí con él.

En diciembre del año 93, hubo otro encuentro en el quecontamos con la presencia de Cisneros. Finalmente, enmayo de 1996, siendo ya José María Aznar presidente elec-

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Un muñidor de la Constitución JOAQUÍN LUIS ORTEGA

“Se trataba dearticular eldeseable Estatutode la IglesiaCatólica en unasociedad libre,plural ydemocrática”

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to o, en términos eclesiásticos, preconizado, porque yahabía ganado las elecciones, hubo otra sesión, otro encuen-tro, esta vez a iniciativa del propio Aznar que fue muy bienacogida por la presidencia de la Conferencia Episcopal, por-que él trataba en ese momento su voluntad, transmitida porlo menos, luego manifestada allí. Era poner al tanto a laConferencia Episcopal como había puesto a otros bloquesde la sociedad española, nos dijo él, al ejército, a los empre-sarios, etc. Pues ponerle al tanto un poco de sus proyec-tos, en primer lugar, de lo que estaba haciendo, porque eranlos momentos posteriores a la elección, ese período, hastala investidura, y bueno pues había bastante confusión en lagente, el público, sobre los rumbos que podía tomar –merefiero en materias de alianzas–. Entonces él quería de pro-pia manifestación, quería tener a la Iglesia informada deesas cosas, y ya anteriormente, como queda dicho se habí-an tanteado determinadas actitudes, determinadas postu-ras, etc.

Bien, en esa reunión de nuevo, y también en solitario fueGabriel Cisneros el único acompañante del presidenteAznar para un encuentro que resultó desde luego oportuno,yo creo que muy orientador de lo que podían ser a partir deese momento las relaciones Iglesia-Estado sintetizadas enla Confe rencia Episcopal y el presidente del Gobierno.

Cuando me tocó pasar de la portavocía de la ConferenciaEpis copal a la Dirección de la Biblio teca de AutoresCristianos seguí contando aún con la amistad de Gabi por-que me resultaba siempre grata y benéfica. Precisamente

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al despedirme de la BAC y deMadrid en junio de 2006, enuna cena de amigos vi por últi-ma vez a Gabi Cisneros que, apesar de la pre ca riedad notoriade su salud, quiso acudir aaquella reunión.

De su talante y de su amis-tad me quedó para siempre elrecuerdo de un hombre debien, de un político honrado y coherente que iba acompaña-do siempre de ese aroma peculiar de la constitucionalidad.Para no alargarme en esta evocación omito en su honor unelogio del que sería merecedor tomado del libro de la sabi-duría hacia el honor del israelita bueno y cumplido. Me con-tentaré con las palabras sencillas que suelen decirse en lospueblos de Burgos al despedir a un difunto y que posible-mente Gabriel Cisneros pudo escuchar en alguna ocasiónen sus correrías como diputado por aquellos pueblos. Y lafrase, la expresión, es sencillamente: “que Santa Gloriahaya”. Nada más.

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Un muñidor de la Constitución JOAQUÍN LUIS ORTEGA

“Un políticohonrado ycoherente que ibaacompañado deese aromapeculiar de laconstitucionalidad”

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MEMORIA HISTÓRICA, BIOGRAFÍA POLÍTICA

José Miguel Ortí Bordás

Sede de FAES,6 de noviembre 2007

Al disponerme a trazar un sucinto perfil biográfico de miamigo Gabriel Cisneros, pienso que debo centrarme, sobretodo, en sus primeros tiempos, que son los que mejorconozco y los que con mayor intensidad viví con él.

Lo primero a destacar, desde mi muy personal punto devista, es que Cisneros se distinguió por ser un miembro dela generación de la paz, un reformista del Régimen y unhombre de la Transición.

Si comenzamos por atenernos a sus orígenes familia-res, hay que decir que fue un hijo de los vencedores. Su

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padre ocupó la Subjefatura Provincial del Movimiento deSoria, la cual compatibilizó con la presidencia de un orga-nismo oficial durante la mayor parte del período franquis-ta. Fue también un joven perteneciente a la clase media,en la que se acumulaban, y siguen acumulándose, buenaparte de las virtudes cívicas de nuestra sociedad. Fue, porúltimo, un joven de provincias, lo que ahora carece cierta-mente de relevancia, pero que entonces poseía una enti-dad indudable. Sus convicciones y sus actitudes se corres-pondían con el sistema de valores propio del entorno fami-liar, que era conservador. En su juventud, su ideología fuela falangista.

Ahora bien, Cisneros no llega a Madrid con la maletallena de libros políticos. Curiosamente, llega con los bol-sillos repletos de poemas inacabados, estrofas a mediohilvanar y versos sueltos, porque su vocación primera esla literaria, hasta el punto de que viene de fundar en Soriauna revista de esta clase, titulada Medinaceli.

Conozco de verdad y a fondo a Cisneros cuando en1966 se integra en mi equipo en el Ministerio de Trabajo,siendo titular del Departamento Jesús Romeo Gorría.Además de por Cisneros, mi equipo estaba compuesto,entre otros, por José Barrionuevo, quien ocupó durantemuchos años la cartera de Interior en el Gobierno de FelipeGonzález, y por Josep Meliá, que fue Portavoz del Gobiernode Suárez y Delegado General del Gobierno en Cataluña.Hasta ese momento había mantenido con Cisneros varioscontactos, pero todos ellos ocasionales y episódicos.

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La fama, sin embargo, ya le precedía, por cuanto fue élquien el 1 de octubre de 1961 ofreció en la ciudad deBurgos el homenaje de la juventud española a Franco conmotivo del XXV aniversario de la designación de éste comoJefe del Estado en un hangar del aeródromo militar deSalamanca.

Trabajando juntos, tuve la ocasión de percatarme de queposeía tanto una buena pluma, que era, además, sumamen-te ágil, como unas evidentes y notables dotes oratorias.Seguía inclinado por la literatura, pero todo dejaba entreverya que en él se estaba progresivamente imponiendo su otravocación, la política, que, al cabo, sería la que terminasegozando de primacía durante toda su vida. Creo que, dealgún modo, contribuí modestamente a acelerar este proce-so, procurando orientar sus lecturas hacia los ensayos polí-ticos y lo que por aquellas fechas todavía se conocía comoDerecho Político. En este sentido, aún recuerdo el impactoque le produjo la lectura de la “Teoría de la Constitución” deKarl Loewenstein, que comentamos ampliamente duranteno poco tiempo.

Cisneros intervenía activamente en las tertulias que miscolaboradores y yo manteníamos no sólo sobre asuntos deestricta actualidad, sino también, y con no escasa frecuen-cia, sobre temas de mayor calado, como nuestras conside-raciones tardías sobre las polémicas de Claudio SánchezAlbornoz y de Américo Castro en torno al ser de España, yde Pedro Laín Entralgo y Rafael Calvo Serer sobre el enten-dimiento o no de la misma como problema. Especialmente

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apasionantes y recurrentes eran nuestros diálogos respec-to al enfrentamiento ideológico y político que en aquellahora se estaba desarrollando entre tecnócratas y “azules”.

Como he anticipado, Cisneros fue miembro de la gene-ración de la paz, formada por quienes nacimos o ad -quirimos el uso de la razón a finales de la década de lostreinta o a principios de la de los cuarenta.

La principal característica de esta generación consiste,en primer lugar, en que sus integrantes hacen su apariciónen sociedad cuando a España ha llegado ya la paz y, ensegundo término, en que tienen y asumen como misión fun-damental la de conseguir que esta paz perdure, hasta con-vertirla en costumbre.

Todos sus miembros proclamamos la necesidad de lapolítica y lo honroso y útil del quehacer público frente a quie-nes se complacen con una España completamente despo-litizada, inmóvil y ajena a las inquietudes y aspiraciones delos países de su entorno. Lo mismo ocurre con las ideolo-gías, cuyo final no admitimos, lo que contribuye no poco adiferenciarnos de cuantos sólo aspiran a ser gestores úni-cos, asépticos y neutros, de la realidad en presencia.

Quienes pertenecimos a la generación de la paz fuimospronto perfectamente conscientes de las grandes caren-cias y de las graves insuficiencias institucionales y políti-cas de la España con la que nos encontramos. Nues tranación estaba inmersa en un acelerado y profundo proce-

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so de desarrollo económico,que a lo largo de los añossesen ta le había permitidocrecer más que ningún otropaís occidental, con tasasanuales cercanas al ocho porciento. En esos años, Españase desarrolló más que en nin-gún otro periodo de su histo-ria, según certificaría Amandode Miguel en uno de sus infor-mes sociológicos para la “Fundación Foessa”. En conse-cuencia, nosotros queríamos que ese impresionante desa -rrollo económico estuviera acompañado por un paralelo yadecuado desarrollo político. No nos satisfacía unaEspaña desequilibrada: alta en lo económico y enana enlo político.

Partiendo de esta premisa, nos esforzamos por lograruna ampliación de la base representativa del sistema. Laelectividad, primero, y el pluralismo político, después, fue-ron en aquellos años dos de nuestras grandes aspiracio-nes. Gradualmente, pero con indiscutible instinto y sen-tido político, evolucionamos hacia la democracia liberal,cuando todavía no sabíamos, como es natural, que ter-minaríamos por tener parte activa en el posterior proce-so de democratización de nuestro país.

Pero, por encima de cualesquiera otros, dos fueron losgrandes objetivos de nuestra generación. El primero, con-

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“Nosotros, losreformistas delRégimen,terminamos porabrazar lademocracialiberal”

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seguir un sistema político homologable con el del restode países democráticos europeos, con los que ya está-bamos equiparados en lo económico, en lo social y en locultural.

El segundo objetivo no fue otro que el de lograr la recon-ciliación de todos los españoles. Y muy fundamentalmente,de quienes se habían batido en las trincheras a las que des-dichadamente les condujo el fracaso histórico de unaSegunda República que co menzó con la alegría del 14 deabril y terminó con un enfrentamiento fratricida de imborra-ble y muy penoso recuerdo, que era preciso superar.

Es importante subrayar, por tanto, que cuando Cisnerosdecide definitivamente seguir su vocación política, lo hacecon plena conciencia generacional.

Un buen día, me pide que hable con Emilio Romero paraque le dé una columna en el diario Pueblo. Lo hago y a par-tir de entonces mantendrá en el periódico en cuestión unacolumna titulada “El tiempo político”. Más tarde, en 1969,consigo que el flamante ministro Secretario General delMovimiento, Torcuato Fernández Miranda, le nombre Dele -gado Nacional de la Juventud.

Gabriel Cisneros fue un reformista del Régimen, uno delos muchos hombres jóvenes que, procedentes del SEU odel Frente de Juventudes, se dedicaron a intentar perfeccio-nar el sistema político establecido y a introducir en el mismotoda una serie de mejoras y avances, tendentes siempre a

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aproximarnos a los paíseseuropeos que nos eran próxi-mos.

Como reformista del Régi -men, intervino en las “Conver -saciones sobre el futuro políti-co de España”, que tuvieronlugar en Madrid en 1966 y enlas que, junto a Cisneros y amí mismo, intervinieron JuanVelarde, Francisco Labadíe,Emi lio Romero, José María Cue vas, Fernando Suárez, JuanJosé Rosón, Luis González Seara, Amando de Miguel,Rafael Conte, Juan Fernández Figue roa, Josep Meliá,Antonio Castro y Eduardo Navarro, entre otros muchos. Elpropósito capital de estas Conver saciones fue el de pro-pugnar el desarrollo político del Régimen, la pronta evolu-ción de sus instituciones y estructuras.

Cisneros formó parte, asimismo, del Grupo deConsejeros Nacionales Jóvenes que más tarde articulé conla finalidad de contribuir a la apertura del Régimen, haceren el mismo unas reformas que se nos antojaban impres-cindibles y lograr que se autorizasen en nuestra nación lasAsociaciones políticas. El núcleo inicial de este Grupo loconstituimos los Consejeros Nacionales de procedenciafalangista Gabriel Cisneros, Miguel Primo de Rivera y JoséMiguel Ortí Bordás; el democratacristiano Marcelino Oreja;y Nicolás Franco Pascual de Pobil, franquista, partidario y

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Memoria histórica, biografía política JOSÉ MIGUEL ORTÍ BORDÁS

“Cisneros fuetodo menosdogmático. Latoleranciaconstituyó siemprela guía de suactividad en lavida política”

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amigo del entonces Príncipe Juan Carlos de Borbón, pero,por lo demás, de difícil adscripción ideológica.

Cuando a principios de 1973 decidí que los reformistasdel Régimen, fundamentalmente los integrados en el llama-do sector “azul”, le mandásemos una carta a Franco, en laque, tomando como base el mensaje de fin de año que aca-baba de hacer, le expusiéramos al Jefe del Estado nuestraspropias reivindicaciones políticas, uno de los firmantes fueGabriel Cisneros. La célebre “Carta de los 39”, rubricada porConsejeros Nacio nales, Procuradores en Cortes y reformis-tas del Régimen en general, constituyó un auténtico aldabo-nazo en una política como la española, sumida en la paráli-sis del carrerismo. Por primera vez, además, los firmantesnos identificábamos colectiva, públicamente y por escrito,como partidarios de la solución dada al problema sucesorioen favor del Príncipe de España, don Juan Carlos de Borbón.

Estas y otras actuaciones de parecido tenor nos distin-guieron. Raymond Carr y Juan Pablo Fusi, al estudiar el perí-odo, nos caracterizaron como pertenecientes a “una gene-ración mayoritariamente liberal, dialogante y europeísta”.Y en un rasgo tanto de sinceridad digna de agradecer comode indudable honradez intelectual, José Luis Arangurenllegó a escribir que la oposición corría el peligro de versedesbordada por los reformistas del Régimen.

Y es lo cierto que nosotros, los reformistas del Régi -men, terminamos por abrazar la democracia liberal, porpostularla ante el Poder y ante la opinión pública, por rei-

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vindicarla y por exigirla. Mástarde, contribuiríamos a traer-la. Nuestro trabajo en esteaspecto durante el primerGobierno de Adolfo Suárez, enparticular, y a lo largo de laTransición, en general, estuvorevestido de un agudo sentidode la responsabilidad, de untesón y de un empeño que eltranscurso del tiempo no hahecho más que resaltar. En verdad, evolucionamos políti-camente. Para bien. En lo individual y en lo colectivo.Evolucionamos junto al país entero y completo.Anticipándonos, incluso, un poco. Lo hicimos de la manodel tiempo y de la realidad, que siempre acaba por impo-nerse. De ahí que, por lo que a Gabriel Cisneros y al restode reformistas respecta, haya que afirmar que enfilamosla Transición desde posiciones plena e inequívocamentedemocráticas.

Llegado el momento, Gabriel Cisneros se convierte enun hombre de la Transición. Con todas las consecuencias.Y desde primera hora, pues se incorpora de inmediato alGrupo Parlamentario Independiente que, tan pronto comoFernández Miranda autorizó el funcionamiento en lasCortes de grupos parlamentarios, creamos Antonio CastroVillacañas, Carlos Iglesias Selgas, David Pérez Puga y yo.Este grupo llegó a contar con más de cincuentaProcuradores, convirtiéndose muy pronto en el más nume-

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“Nos ha legadodos cosas, hay queresistir alterrorismo y hayque defender launidad deEspaña”

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roso e importante. Su labor debe calificarse de inestima-ble, si se tiene en cuenta, como resulta obligado, la granactividad que desplegó en la Cámara de cara a la aproba-ción de la Ley para la Reforma Política, norma que posibi-litó, como es bien sabido, el inicio de la Transición.

Dicho cuanto antecede, creo que lo que se imponeahora es afirmar que los dos acontecimientos que mástrascendencia tienen en la vida de Cisneros son, en elplano político, la Constitución del 78, de la que va a seruno de sus ponentes, y, en el orden personal, el atentadoque sufre de la banda terrorista ETA, que va a tener en éluna repercusión enorme, hasta el punto de influirle deforma decisiva en sus ideas y comportamientos públicos.

Por otra parte, Cisneros fue todo menos dogmático. Latolerancia constituyó siempre, en efecto, su divisa y la guíade su actividad en la vida política. Por partidario de la razón,comulga con el realismo político; por sentido de pertenen-cia a la comunidad de responsabilidades que es España,se comporta invariablemente como un auténtico patriota;por querer estar permanentemente situado en lo que élentendía como el centro político, practica el diálogo; por huirdel enfrentamiento, abraza el acuerdo; por asegurar la esta-bilidad del sistema y el respeto a las reglas de juego quelibremente los españoles nos hemos dado a nosotros mis-mos, defiende el consenso. Nació para convivir.

A mayor abundamiento, estoy en condiciones de poderasegurar que fue un político comprensivo y no excluyente,

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integrador y no divisivo, constructor de puentes y en modoalguno experto en demoliciones.

Nos ha legado dos cosas, nos ha desvelado dos aspi-raciones, nos ha transmitido dos deseos: que hay queresistir al terrorismo y que hay que defender la unidad deEspaña. Nada menos.

De él puedo decir que buscó siempre la concordia. Yque trabajó incansablemente por hacer de España, comoen el verso de Blas Otero, una nación habitable.

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CRITERIO PROPIO, LEALTAD Y DECENCIA POLÍTICA

José Pedro Pérez-Llorca

Sede de FAES,6 de noviembre 2007

Yo he tenido ocasión de escribir dos veces sobre Gabi y sumemoria en ABC, con el título de “Un héroe civil” y luego,en Cuadernos de Pensamiento Político, un artículo titulado“Un político ejemplar”. Para decir cosas nuevas sobre mirelación con Gabriel Cisneros debería empezar escarban-do en el baúl de los recuerdos. El baúl de los recuerdoses un baúl de las confidencias, confidencias personales ymuchas de ellas políticas. Pero tanto unas como otras per-tenecen a lo fiduciario (cuando uno hace una confidenciaa un amigo uno es fiduciario, y el fiduciario tiene un deberde fidelidad). Por lo tanto esas confidencias se van con uno

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y se quedan con uno para siempre. También querría decirque me resulta imposible ser imparcial al hablar de Gabi.Soy parcial, trato de ser objetivo, pero soy parcial. Entrenosotros había una relación de amistad, de diálogo, deintercambio de confidencias. He sido parcial en vida y losoy aún más en su muerte.

Empezaría diciendo que su figura se me aparece sobretodo como la de un hombre de bien en la política. Y me ser-viré de ese rasgo de hombre de bien para dibujar algunostrazos intelectuales de Gabriel y no sólo en lo que se refie-re a su comportamiento. Gabriel era una persona que teníaideas propias, no participaba de una tendencia universalmuy arraigada en las organizaciones fuertes que podríamosdenominar pensamiento clónico. Gabriel pensaba por sucuenta, tenía principios e ideas muy arraigados, sabía orga-nizarlos, y por tanto era una persona que sabía formar supropio criterio ante las cosas. Eso me parece algo realmen-te admirable ya que, si queremos construir una sociedadde hombres y mujeres libres, hay que aspirar a que la gentepueda crearse su propio criterio, un criterio que no vengadado ni por la consigna del partido, ni por el editorial deperiódico, ni por la tertulia de la radio. Eso es muy difícil,pero Gabriel Cisneros, en grado eminente, era un hombreque organizaba sus pensamientos para tener su propio cri-terio sobre los problemas sobre los que podía opinar, aexcepción de problemas científicos, como nos pasa engeneral a los que estamos aquí. Por lo tanto, al tener un cri-terio propio, éste debía ser obligatoriamente independien-te, algo que a mí me producía una gran admiración. Yo era

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consciente de que tenía un cri-terio independiente porque lohablábamos mucho y porquelo demostró en muchas oca-siones. Sin embargo, en unaorganización política, en todasaquellas en la que se integró,él supo hacer compatible esaindependencia de criterio conla disciplina y la acción. Y eso¿cómo se organiza?, o ¿cómose consigue? Al ser un hombre de bien, tenía un gran dis-cernimiento, una gran capacidad de discernir ante los pro-blemas, ante las cuestiones que se le iban planteando. Eltenía unas ideas muy claras sobre lo que era importante enla acción política y lo que era accesorio. En la acción políti-ca, tenía una peculiaridad muy importante y que resultabarealmente excepcional: lo suyo, su propio interés, su propiacarrera, incluso a veces su propio protagonismo, estabasubordinado a lo principal. Así es como lograba tener crite-rio propio y que ese criterio fuera además independiente.Actuaba con disciplina, no porque tuviera un pensamientoclónico, que no lo tenía, sino porque gracias a su discerni-miento podía trascender su criterio propio en lo que no eraabsolutamente esencial, aceptar la disciplina del partido yser una pieza bien engrasada de una organización políticasacrificando a veces sus intereses. De esta forma, poníaen práctica tres características del hombre de bien en polí-tica. En primer lugar, la estética de la ética que es la decen-cia política. En segundo lugar la lealtad sin la obediencia de

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Criterio propio, lealtad y decencia política JOSÉ PEDRO PÉREZ-LLORCA

“Si queremosconstruir unasociedad libre, hayque aspirar a quela gente puedacrearse su propiocriterio”

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juicio, sin el pensamiento clónico dentro de las organizacio-nes a las que dio su adhesión. Y en tercer lugar, la toleran-cia hacia fuera. De manera que esta persona, independien-te, bien integrada, pero tolerante, constituía la esencia delhombre de bien en política. Ese es mi recuerdo de GabrielCisneros.

Querría incidir en el marco en el que se produce el aten-tado, un hecho absolutamente capital en la vida de Gabi,al que me he referido ampliamente en mi artículo de ABC.Un contexto que no es sólo local. Se termina la Cons -titución, se hace el Referéndum, vienen las elecciones, yentre el Refe réndum y las elecciones se reúnen las asam-bleas previstas en el famoso artículo 151 que tantos dis-gustos nos trajo luego. Al acceder al Gobierno nos encon-tramos con dos proyectos que para entendernos se parecí-an, en su concepción original, uno al Plan Ibarretxe y otroal proyecto ligeramente enmendado de Estatuto deMaragall. Y esto se produce en un momento en el que laopinión pública española es muy inmadura, está poco moti-vada. No se parecía nada a la de ahora. Y eso produce unasfortísimas discusiones en el seno de aquella organización,o más bien desorganización, aunque entrañable, a la quepertenecíamos Jaime Mayor y yo, entre otros.

Adolfo Suárez intenta coger el mando. En esa épocanombra a Gabriel Cisneros subsecretario encargado de lasrelaciones con las Cortes. Y lo hace a sabiendas de quela vocación de Gabriel no era la burocracia y que le sobra-ba vocación literaria. Pero es consciente de que era la per-

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sona que mejor podía representar al Gobierno en las orga-nizaciones parlamentarias, en la junta de portavoces. Enese momento sí que estábamos muy próximos y es preci-samente cuando se produce dos fenómenos: uno es unasreuniones tempestuosas de los varones en La Moncloa alas que yo también asisto junto con Gabi. Nosotros creía-mos que al menos iban a ser unas reuniones discretas,pero no lo fueron, aunque no voy a dar nombres. Es enton-ces cuando las crónicas de cierto periódico de la mañana,que ya por aquel entonces ejercía una gran influencia, nosdividen en halcones y palomas. Y Gabriel y yo caemos enel lado de los halcones, aunque también había otros. Estees el primer hecho, que no deja de ser insólito, porque enel contexto en el que estábamos señalar a unos de halco-nes era mucho señalar. Y añado una pequeña anécdotaque pudo convertirse en algo más que una anécdota. Seprodujo un atentado en La Moncloa con el lanzamiento deuna granada antitanque que se lanza desde la corona deespinas y que entra en La Moncloa. Pero en vez de entraren La Moncloa –que era un complejo mucho más reducidoentonces– donde estaba el presidente, entra en la partede La Moncloa donde estaba el ministro de la Presidencia,que era yo. Entra en la ventana de mi despacho y estallauna parte de la granada; pero debía de estar en mal esta-do y no estalla del todo. Cuento esto para que se compren-da el contexto en el que estábamos, es decir, discusióninterna, división entre halcones y palomas, señalamientode halcones, etc. Me fui a hablar con los jefes de seguri-dad. Y lo cierto es que a Adolfo Suárez le molestó un pocoque la granada hubiera entrado en mi despacho y no en el

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Criterio propio, lealtad y decencia política JOSÉ PEDRO PÉREZ-LLORCA

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suyo. Un artillero dijo: “¡Qué error de tiro!” Decía que en elbarro el mortero se había resbalado, porque aquella nocheestaba lloviendo. Pero Adolfo Suárez intervino y me dijo:“Mira José Pedro, no te hagas ilusiones, la bomba es mía.”Yo no me hacía ilusiones, simplemente quería saber quéhabía pasado. Este era el contexto que encaja perfecta-mente con el que tú describes. Los autores materiales delos motivos de desacuerdo que fueron caballos de batallade esas reuniones fuimos Gabriel Cisneros y yo. La partemejor redactada es la de Gabriel, y la peor es la mía. Perofue un esfuerzo común. Estos documentos circulan por ahíy dan testimonio de que ya se veía a qué disparates nospodía conducir la inercia autonómica.

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LA ESCRITURA DE CISNEROS

Fernando R. Lafuente

Sede de FAES,6 de noviembre 2007

Advirtió el británico Ciryll Connolly, uno de los emblemasde la crítica literaria del siglo XX, que lo que diferencia alperiodismo de la literatura es que la literatura se lee dosveces. Al evocar, no sin emoción, la escritura de GabrielCisneros –con quien esto escribe compartió despachoperiodístico y otros– la sabia precisión de Connolly llegasola. Porque la de Cisneros fue una prosa de reflexión, deopinión, en los periódicos (ABC durante muchos años); unaprosa política (discursos –propios y ajenos–, informes jurí-dicos, texto constitucional) con una profunda “voluntad deestilo” (al decir de Juan Marichal). Porque el ensayo –ycada texto de Gabriel Cisneros lo era no sólo en el asun-to sino también en la retórica– más allá de lo que trate, se

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lee por el estilo del autor. Con su función crítica, su volun-tad moralizante, su papel político. Y además, en su caso,con esa prosa certera y castellana, con sus exquisitasdosis de ironía, de paradoja y de requerimiento.

La escritura de Cisneros reúne en torno a sus miles depáginas ámbitos diversos, insiste uno en ello: filosofía,moral, sociología, historia, derecho y, claro está, política.Está, y ya para siempre, equidistante entre el periodismoy el pensamiento. Lo que uno dice es cómo lo dice.

La escritura de Cisneros muestra una de las condicio-nes insoslayables de este tipo de textos, a los que se hadenominado de “libertad camaleónica”, o como la definie-ra uno de sus mayores ejemplos en lengua española, elformidable escritor mexicano Alfonsos Reyes, su condiciónde “centauro de géneros”. Tal vez no sea una casualidadque la primera traducción al español de la pronta presen-cia de los Ensayos de Montaigne (1580) fuera hecha porun Cisneros, Diego de Cisneros. Allí, lo ha recordado JoséCarlos Mainer, ya se plantea a este tipo de escritor comode “experiencia y varios discursos”, algo que expresa sucontenido moral y una forma de contarlo.

Así, Gabriel Cisneros será fiel a esa tradición que en lasletras españolas, y en español, han tenido, sobre todo apartir de los erasmistas del siglo XVI y los arbitristas delXVII, una hondísima proyección pública. Artículos que sonensayos, cabría sugerir para la escritura de Cisneros. JulioCamba en “Un sitio para escribir artículos” reconoce:

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“Si yo tuviera una casita ala orilla del mar, o bien en lafalda de una montaña, ante unpaisaje de esta y otra manera,¡qué bien trabajaría allí!... Estonos decimos todos y, sin em-bargo, yo, por mi parte, nun cahe trabajado más a gusto queen plena redacción, ante un compañero que hace chistes ypide pitillos.”

Nada puede describir mejor el ambiente que quien estoescribe vivió con Gabriel Cisneros en el despacho de edito-rialistas de ABC durante los primeros años de la década delos años noventa del siglo pasado –junto a Luis IgnacioParada (jefe de la sección), Ignacio Sánchez Cámara y CésarHildebrandt entre tantos buenos, y las redactoras que tantoy bien hacían: Mayte Alcaraz, Marta Pérez Lago, PatriciaPérez Mateos; todos bajo las órdenes del entonces subdi-rector de Opinión, el culto, cercano y excelente persona quees Santiago Castelo– que los paseos, permitáseme, deGabi a la sección de Nacional, las charlas (que son algomás que meras conversaciones) sobre cualquier cosa, cine,literatura, historia, música, fútbol, comida... a cada instan-te y al margen del editorial de cada uno.

Era ese despacho, sí, como en las películas, con el humode los cigarrillos, o de los habanos, con el ruido de lasarqueológicas máquinas de escribir, los pies en la mesa, yaal final del trabajo, todo y todos constituían la esencia de

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La escritura de Cisneros FERNANDO R. LAFUENTE

“Qué granautobiografía, quegran dietariopodría habernosdejado Cisneros”

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una vida bien divertida. Los artículos y los editoriales deCisneros eran, son, la creación de un género literario; ungénero en el que se interpreta, se valora, se explora partede la realidad, ya sea de un hecho, de una idea.

En las Meditaciones del Quijote, Ortega cuenta que susartículos hablan de todo y en diferentes escalas, altas, me -dia nas, bajas, cultas, populares, cotidianas, pero que todosparten de una misma convicción, de un mismo compromi-so: la circunstancia histórica que le ha tocado en suerte –oen desgracia– vivir.

¿Cómo escribía Cisneros sus editoriales? De una mane-ra curiosa y soberanamente divertida, con perdón. Escribíaa mano (ahora ya nada de esto quedará, al efectuar loscambios sobre el ordenador, pero los de Gabi quedan),sobre las entonces “hojas de página”. Su caligrafía era lím-pida y al tiem po abigarrada, resuelta y revuelta. Llenabauna cara, seguía por el otro lado, otro folio. Después derepasarlo, de dudar siempre, sobre todo del estilo no delas ideas –pero ¿qué son las ideas sino el estilo?–, de bus-car la expresión más concisa y menos repetida, lo dictabaa una de las redactoras, y ahí empezaba la juerga compar-tida para los que asitíamos a esa lección diaria.

Las redactoras, espléndidas profesionales, le decían:“Gabi, hay que cortar” y ¿sabes lector qué caía siempre enlos cortes brillantes de Cisneros? En efecto, lo has adivina-do, ese primer folio, en donde, como fuimos comprendien-do, Gabriel hacía el precalentamiento, el ir entrando en mate-

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ria, o en suertes, un ejerciciofísico con palabras que le per-mitía, ya avanzada la otra carade la página, abordar el asuntoen cuestión.

Ahora que cuando entrabael despliegue de argumentos,contrargumentos, precisiones, advertencias, razones y pro-puestas era memorable. Sí, sin duda, textos literarios.Porque un editorial, como escritura que es, se salva si estáliterariamente escrito. Los de Cisneros están salvados.

Los editoriales están escritos con un barroquismo eficaz,semejante, querría insistir en ello, al de los arbitristas del sigloXVII en cuanto al circunloquio brillante de su argumentación.Eficaz, porque combina un estilo periodístico, trocado en volun-tad de estilo, con un uso de la lengua escrita, preciso, diver-so, sugerente, y, por cierto, un caudal léxico apabullante.

Lo curioso, y eso lo descubriría uno después, es que cuan-do le tocó (porque eso, ay, toca) lo que llaman tertulias radio-fónicas, creo que en la Ser, la lengua escrita de Cisneros, alrevés de lo habitual, se convertía en lengua oral.

Es decir, Cisneros no escribía como hablaba, sino quehablaba como escribía. Qué pocos. Su prosa es doctrinal,sabedora de que como señalara Aldous Huxley, se convier-te en “un artificio literario que sirve para hablar de casi tododiciéndolo casi todo”.

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“La naturaleza desu escritura másque política esmoral. Surge de lalibertad”

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Bueno, Gabi lo decía todo, además. Dialoga con el lector,le traslada conocimientos y lecturas, dudas y anhelos, poreso el periódico fue su principal expresión, porque tampocoignoraba que hoy lo que no sale en los medios no existe,aunque, claro está, exista. Pero esto es de otro negociado.

La naturaleza de su escritura más que política es moral.Surge de la libertad. Son textos oblicuos y reflexivos que res-piran un saludable aire de sentido común; son formas inmu-tables, definitivas de una vida.

Lo que conmueve hoy leída, la escritura de Cisneros, esque aún cuando la modesta pretensión de estos textos fueralo del día, lo inmediato, lo efímero, y fueran, por mera onto-logía, impersonales, nunca llegan a conseguirlo, son unamarca, un signo, un estilo, una guía personal.

Qué gran autobiografía, qué gran dietario podría habernosdejado Cisneros. Sospecho que su melancolía, la melanco-lía de aquellas tardes en el despacho de editorialistas deABC, no le dejó escribir, o tal vez fuera ese compromiso conlo inmediato, con los ciudadanos de su tiempo.

Cuando le preguntaron al Premio Nobel Joseph Brodsky¿para qué sirve la literatura?, ¿por qué la literatura?, contes-tó: “Porque alguien que ha leído a Dickens es incapaz dedisparar contra otro”. Eso respira, transmite, comueve yrecuerda la escritura de Gabriel Cisneros. Sea.

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LA DIMENSIÓN INTELECTUAL DE GABRIEL CISNEROS

Ignacio Sánchez Cámara

Sede de FAES,12 de diciembre 2007

Conocí a Gabriel Cisneros en el ABC de 1989, en cuyasección de Opinión empezaba yo a colaborar por enton-ces, después de casi tres años de ejercicio de la críticaliteraria en el suplemento cultural. Comenzaba una admi-ración personal por mi parte y una amistad por la deambos. Gabriel me llevó también a una breve y repetidacolaboración en tareas intelectuales con FAES y con el PP.Pero el propósito de las líneas que siguen no es recordarmi experiencia personal con el gran político y mejor per-sona, sino aportar algunas reflexiones sobre su dimen-

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sión intelectual que puedan servir de homenaje a sumemoria. Vaya, pues, por delante mi más alta estima asu calidad humana, a su coherencia política, al valor desus ideas y al ejemplo cívico de valentía que exhibiódurante el terrible atentado que sufrió de la brutalidadetarra y después de él. Tampoco cabe olvidar su austeri-dad, virtud no siempre frecuente entre los hombres pú-blicos, que no era sino consecuencia de su intensa hon-radez.

Cisneros es ante todo un político. El intelectual y elpolítico pertenecen a dos tipos humanos diferentes ycasi antagónicos. Éste último, el político, se aproximamás al hombre de acción que al contemplativo, pero,como recordó Ortega y Gasset, en su ensayo “Mirabeauo el político”, entre las condiciones constitutivas delgenio político se encuentra la posesión de un auténtico“ingrediente intelectual”. Sin él, el político no es sino unambicioso buscador del poder, un aventurero. Y ese ingre-diente intelectual, que puede revestir variadas manifes-taciones, se exhibe, sobre todo, en la posesión de unaidea clara de lo que hay que hacer con una nación desdesu Estado. No hay gran político sin una cabeza clara. El“ingrediente intelectual” de la acción política de GabrielCisneros es el que en esta ocasión me gustaría evocar,pero sólo evocar. Tengo la certeza de que es muchomayor y más elevado de lo que aquí podré hacer constar.

Procedente del falangismo, perteneció al sector refor-mista del franquismo que, pese a quien pese, impulsó y

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dirigió en sus primeras horasel proceso de la transición ala democracia, que fue la obradel reformismo frente a la pre-tensión de los defensores dela ruptura. En este proceso,Cisneros siempre estuvo en ellugar acertado, impulsando loque, en cada momento, habíaque impulsar, para llevar acabo aquello que, en expre-sión certera y feliz de Julián Marías, cabría llamar “la devo-lución de España”. Primero en la UCD; después en el PP.Fue así uno de los protagonistas de la Transición, espe-cialmente en su trabajo como ponente constitucional.Entendió el centrismo, como debe ser, no como debilidadideológica sino como imperativo de concordia. En estesentido, cabe incluirlo en la llamada “tercera España”,pues procedente de una de las dos, de la vencedora enla guerra civil, promovió el entendimiento entre ellas parainstaurar un régimen democrático. Fue también un parla-mentario excepcional y un representante de la políticacomo convicción y responsabilidad, que no son, en abso-luto, incompatibles. Cisneros entendía la política comovocación y como servicio. No cabe prescindir de su condi-ción de gran jurista ni de excelente escritor, cuya calidadliteraria procedía tanto de su talento como de sus muchasy acertadas lecturas. Toda su actividad política vino mar-cada por su amor a España, derivado del excepcionalconocimiento de su historia, su cultura y sus tierras.

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La dimensión intelectual de Gabriel Cisneros IGNACIO SÁNCHEZ CÁMARA

“Siempre estuvoen el lugaracertado,impulsando loque, en cadamomento, habíaque impulsar”

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Quisiera glosar aquí los elementos fundamentales que,a mi juicio, inspiran su pensamiento y su acción política. Enprimer lugar, sin duda, el cristianismo, su adhesión a la fecatólica. No sólo dirigió su vida sino también impregnó y diosentido a su actividad pública. Sin la referencia a los prin-cipios y valores cristianos es imposible comprender sumanera de entender la política y de comportarse en la vidapública. También hay que recordar aquí su buen conocimien-to de los clásicos españoles, en particular de la obra de laEscuela de Salamanca. Desde esta firme base religiosa yfilosófica, rechaza toda forma de materialismo y puede opo-nerse, con todo fundamento, a la dictadura de la correcciónpolítica y a los desmanes del relativismo cultural y moral.El hombre posee un fin trascendente y, por ello, una espe-cial dignidad que le confiere su condición de creado a ima-gen y semejanza de Dios. En suma, Cisneros asume losprincipales postulados filosóficos del personalismo de raízcristiana, del que procede, entre otras ideas, la afirmaciónde la libertad humana como condición de la vida moral dela persona, e ideal que ha de presidir la vida política. Suconcepción es, pues, personalista; no individualista.

Todo esto conduce a la presencia en su acción políticay en sus escritos de una honda preocupación por la cues-tión social. En este ámbito, su inspiración principal seencuentra en la doctrina social de la Iglesia que le condu-ce a defender un liberalismo económico muy atemperadopor la primacía de la justicia y del bien común, que no esentendido como la mera suma de los intereses o bienesindividuales, en suma, lo que ha venido en llamarse la eco-

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nomía social de mercado. Encualquier caso, su defensa dela trascendencia humana leconduce a rechazar toda posi-ción “economicista”.

Es liberal en el sentidogenuino del término y en susdos sentidos fundamentales.El liberalismo como actitud otalante que conduce al respe-to al adversario, a la voluntadde entenderse con quien nopiensa como uno, presidió tan to su obra política como latarea colectiva de la Transición a la democracia. Y no hayen esta actitud el menor indicio de debilidad o falta de cre-encia en las propias convicciones, sino todo lo contrario.Pero por firmes que sean las convicciones, es preciso teneren cuenta que otros no las comparten, y que la democra-cia nunca puede consistir en la mera imposición mecáni-ca de la voluntad de las mayorías, sino en el gobiernosegún normas y principios que puedan reflejar lo mejorposible el sentido de la voluntad de los ciudadanos, elpunto de equilibrio entre las posiciones mayoritarias.

Pero el liberalismo no es sólo una actitud, algo así comola buena educación en la vida pública, sino también unaideología que no se identifica sin más con la democraciasino que pretende orientarla en una determinada dirección.Este liberalismo entiende que la libertad constituye el valor

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“Los nacionalistashabían sidodesleales a laNación y a laConstitución yhabían traicionadola confianza quese les habíaotorgado”

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político fundamental, por encima de cualquier otro.Además, se sustenta en la afirmación de otros principios,como los de igualdad de todos los ciudadanos ante la leyy de no discriminación, la igualdad de oportunidades o ladefensa de los derechos humanos. Y, desde luego, en ladesconfianza hacia el poder y en la decisión de someterloa la crítica y al control, así como a un sistema refrenos ycontrapesos que eviten sus abusos. En este sentido, otor-ga una muy especial relevancia a la libertad de expresión.

Por encima de las ideologías se encuentra para GabrielCisneros la Nación. Quizá no sólo a él, pero, sin duda,mucho le debe la redacción de la primera parte del artícu-lo 2 de la Norma Fundamental que afirma que “la Cons -titución se fundamenta en la indisoluble unidad de laNación española, patria común e indivisible de todos losespañoles”. Siempre defendió con todo vigor la unidadnacional frente a los embates del nacionalismo separatis-ta. Y es que sólo asentada en la Nación, poseen vigencialos derechos y libertades fundamentales reconocidos porla Constitución.

En sus últimos años de vida pudo asistir, con tristeza ypreocupación, a la obra demoledora de la Transición y laConstitución, emprendida durante la primera legislatura deRodríguez Zapatero, que era tanto como un ataque a losprincipios y convicciones que habían presidido toda su vidapolítica. En la que fue, si no me equivoco, la última entre-vista concedida a un diario, Cisneros se lamentaba de quelos nacionalistas habían sido desleales a la Nación y a la

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Constitución y habían traicionado la confianza que se leshabía otorgado, y llegaba a reconocer que se equivocaronal confiar en que podían integrarlos en el sistema median-te concesiones. En este sentido, deploró la aprobación delEstatuto catalán que, entre otros males, definía la “reali-dad nacional” de Cataluña. Uno de los redactores de laConstitución terminaba por declararse partidario de sureforma, si bien en el sentido opuesto al que pretenden losnacionalistas: aumentando y garantizando el ejercicio delas competencias exclusivas del Estado.

Ahora que tanto se habla, sin fundamento, de “memo-ria histórica”, es preciso reivindicar la verdadera historia,que no es pura memoria y menos aún tergiversación ideo-lógica de los hechos y aprender de lo que hicieron nues-tros mejores hombres, como Gabriel Cisneros. Y el mejorhomenaje que acaso quepa tributarles consista en conser-var y mejorar la herencia que nos dejaron, entre cuya partemejor se encuentra, sin duda, el ejemplo.

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GABY Y LA CONSTITUCIÓN

Enrique Arnaldo Alcubilla*

Sede de ,12 de diciembre 2007

Encarnación fiel del espíritu de reconciliación, personi-ficación del político asentado sobre firmes conviccionesy principios rectos, expresión del parlamentario culto ydel escritor convincente, Gabriel Cisneros Laborda fue unpatriota (qué palabra tan desacreditada por mor de losdeconstructores de la España constitucional). Fue unincondicional servidor de una nación, la española, a laque se entregó con tanta pasión como Winston Churchilla levantar a su pueblo frente al terror del nacional-socia-lismo. La determinación del gran personaje del siglo XX

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* Letrado de las Cortes Generales. Abogado.

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(“Si la larga historia de nuestra isla ha de concluir final-mente, que sea sólo cuando cada uno de nosotros yazcaen el suelo ahogándose en su propia sangre”) inspiró sinduda la de Gaby por la España que él ansiaba y por laque ofreció lo mejor de sí mismo, con brillante y genero-sidad infinita.

Si en la pintura del flamenco Joachim Patinir “todo espaisaje”, en la vida de Gabriel Cisneros todo fue pasiónpor España, amor patrio. Un héroe civil en el atinado resu-men de José Pedro Pérez Llorca, su compañero en laPonencia Constitucional, sin duda su mayor encumbra-miento político en cuyo seno fue el nexo de unión entreel pasado y el futuro.

A su muerte se redoblaron los retratos entusiastas,los recuerdos imborrables, las crónicas repletas de adje-tivos. Y es que Gaby siempre fue un hombre querido, loque es decir muchísimo. En el pantanoso mundo de lamicropolítica de nuestros días apenas queda espaciovalores como el cariño, el reconocimiento y el respetomuy por encima de credos políticos. Cuando dominan lassectas y banderías, las ideologías cerradas y los partidosde sí mismos, un personaje (sí, personaje) como Gabyhace renacer en nosotros la fe perdida en el noble artede la política concebida al servicio del bien común y nodel poder por el poder.

Era un hombre querido, sí; y, por supuesto, admirado;y, naturalmente, respetado. Podría aplicarse a Gaby la

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calificación que de TomásMoro hizo Erasmo: “un hom-bre para todas las horas”.Conversador y polemista apo-sentado siempre en razones(razones se oponen a razonesy no a vísceras), abominabade las improvisaciones, delas fruslerías de frivolidad de algunos ejemplares repre-sentativos de nuestra política y, sobre todo, de la falta depreparación, de la ausencia de basamento cultural enesos políticos de acción que pueblan órganos y corpora-ciones. Gaby era un hombre culto y cultivado, lectorempedernido, devorador de ensayos, de libros de histo-ria y hasta de buena poesía, aunque por supuesto siem-pre estaba al día de cualquier obra sobre la política o lospolíticos o sobre ciencia y teoría política. Me lo recorda-ba, con emoción contenida su rival político en su Soriadel Moncayo, el catedrático Manuel Núñez Encabo, a lasalida del funeral corpore in sepulto en San Fermín de losNavarros, ahora hace un año.

Hijo de una familia partida en dos por la Guerra Civil(nació un año después de que terminara), a GabrielCisneros –que dio sus primeros pasos en el mundo delas Juventudes y del SEU– le dominó desde siempre laidea del reencuentro, de la reconciliación entre los espa-ñoles, y luchó, con inteligencia y con entrega absoluta eincondicionada, desde dentro del llamado “régimen”hasta trazar las líneas maestras de la apertura, del aire

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Gaby y la Constitución ENRIQUE ARNALDO ALCUBILLA

“En la vida de Cisneros todofue pasión porEspaña, amorpatrio”

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limpio y fresco que abrió de par en par las ventanas delpaís a la democracia tras la entronización de S. M. el ReyD. Juan Carlos, quien, en la feliz expresión de JuliánMarías, devolvió España a los españoles. Gaby era, porentonces, Director General de Asistencia y ServiciosSociales del Ministerio de la Gobernación, cargo del quehubo de dimitir para poder participar en las primeras elec-ciones democráticas, las de 15 de junio de 1977, comocandidato de la UCD de Adolfo Suárez, a la que llega dela mano de su gran mentor político, Rodolfo Martín Villa.Desde entonces, y con excepción de la tercera, no faltóa ninguna legislatura en el Congreso de los Diputados,aunque en las últimas lo fue no por la Soria que tantosintió, sino sucesivamente por Burgos y Zaragoza, que leacogieron con orgullo y a las que representó como gran-dísimo parlamentario, en el sentido etimológico, que era.

No reunía los galones o credenciales académicas(aunque era Licenciado en Derecho y cursó estudios deCiencias Políticas y Periodismo, además de alto funciona-rio del Cuerpo Técnico de la Administración Civil delEstado) de los compañeros de la Ponencia Consti -tucional, pero su finura política, su sentido común, susólida formación como jurista, su precisa pluma, su vastacultura, su olfato político y su pasión por la concordia yel encuentro, lo elevaron, de la mano de Adolfo Suárez,al más noble cometido que puede corresponder a unhombre, a un político de su categoría, el de redactar elAnteproyecto de la Constitución a lo largo de ocho agota-dores meses que culminaron –tras centenares de

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enmiendas y decenas de dis-cusiones– en la obra magnaque treinta años después,aunque no sin esfuerzo, siguerigiendo la vida de los espa-ñoles. El mejor momento dela historia contemporánea deEspaña quedó plasmado yescrito en sus ciento sesenta y nueve artículos que resu-men la apuesta por el futuro; futuro que, por fortuna, estambién el presente en que la inmensa mayoría de losespañoles desea seguir viviendo.

Ser padre de la Constitución le acompañó desdeentonces, y le hizo especialmente sensible ante los ata-ques cruzados de los que aquélla iba siendo objeto pordescreídos y apóstatas. Sufrió especialmente –dejo almargen el dolor físico y espiritual tras el atentado terro-rista, el 3 de julio de 1979, en frente del portal de sucasa, en el que dos etarras le perforaron el estómago yle hirieron en las piernas– a partir del cumplimiento delas bodas de plata de la Constitución. Recuerdo sucomentario sobre el hecho de que la planificada comoconmemorativa “Declaración de Gredos” se transforma-ra en un texto defensivo, ante las tempranas manifesta-ciones de quienes se presumía su compromiso favora-ble, en pro de la superación de la Constitución una vezcumplido su cometido histórico. Nadie como él fue cons-ciente con tanta prontitud de los peligros que, alianzascoyunturales suscritas por desmemoriados y frívolosescribanos de la política, empezaba a correr la Consti -

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Gaby y la Constitución ENRIQUE ARNALDO ALCUBILLA

“Fue conscientecon prontitud delos peligros queempezaba a correrla Constitución”

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tución de todos los que habían cambiado la faz deEspaña y habían traído la etapa de mayor bienestar yprosperidad a su pueblo. Pero aunque Gaby no era unoptimista antropológico, nunca se dejó vencer por el des-asosiego o la desesperanza. Retomó la mochila y volvióa recorrer España de un extremo a otro como apóstol dela Constitución, reafirmándose en su firme convicción dela obra bien hecha cuyos muros soportarían asaltos fan-tasmagóricos de incrédulos y aprovechados y aguantarí-an intentos de voladuras incontroladas de los que hacende la destrucción su única guía. Las piernas nunca lafallaron, la cabeza tampoco, el compromiso y el valor aúnmenos.

Gaby murió, demasiado tempranamente, con laConstitución que él mismo forjó. Y murió con el deseo deque sus tres hijos y también sus nietos vivieran con lamisma Constitución en la que su prosa brilla indeleble-mente.

Sólo me queda decir que fui su amigo. Y que se mefue con el morral lleno de consejos y enseñanzas que aúnno tuvo ocasión de transmitirme. Y que se nos fue conmuchos libros sin escribir, con muchos discursos sin pro-nunciar, con demasiadas lecciones sin impartir. No obs-tante, sobre todas ellas, nos legó su firme deseo de “norecaer en tantos amargos fracasos anteriores” ahora quehemos alcanzado “el compromiso, en un afán de arrinco-nar la represalia, exaltando la concordia”. Muchas vecesGaby no pudo hablar por su propia voz ni firmar con su

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Gabriel Cisneros: político y hombre de bien

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pluma. Lo asumió como unservicio. No era protagonismoo primeras páginas lo queansiaba. Sus deudos sonlegión, como también susamigos, que le echan extraor-dinariamente en falta. Nadadice más y mejor de alguien que el juicio de esos amigosque lloran en el adiós a un hombre ejemplar, sereno,justo, inquieto, brillante, arquitecto perfeccionista de laEspaña constitucional.

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Gaby y la Constitución ENRIQUE ARNALDO ALCUBILLA

“Gaby nunca se dejó vencer porel desasosiego ola desesperanza”

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COLECCIÓN FAES FUNDACIÓN PARA EL ANÁLISIS

Y LOS ESTUDIOS SOCIALES

• Isaiah Berlin: un liberal en perspectiva (Varios autores.

Coordinadores: Mira Milosevich, Julio Crespo)

• Milton Friedman: un economista liberal (Varios autores)

• ¿Libertad o coacción? Políticas lingüísticas y nacionalismos en España

(Varios autores. Xavier Pericay (coordinador)

• Elogio a un liberal. Homenaje a Jean-François Revel

(José María Aznar, Mario Vargas Llosa)

• Alexis de Tocqueville. Libertad, igualdad, despotismo

(Varios autores. Editor: Eduardo Nolla. Coordinador: Óscar Elía)

• Globalización y reducción de la pobreza (Xavier Sala-i-Martin)

• La Fuerza de la Identidad (Marcello Pera)

• El fraude del buenismo (Andrés Ollero, Xavier Pericay, Miquel Porta,

Florentino Portero. Coordinador: Valentí Puig)

• Raymond Aron: un liberal resistente (Jean-François Revel, Nicolas Baverez,

Alessandro Campi, Enrique Aguilar y otros. Coordinador: José María Lassalle)

• Retos de la sociedad biotecnológica. Ciencia y ética

(Varios autores. Coordinador: César Nombela)

• El modelo económico español 1993-2003. Claves de un éxito

(Varios autores. Coordinador: Fernando Bécker)

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• En torno a Europa (Varios autores. Coordinador: Fernando García de Cortázar)

• Iniciativa privada y medio ambiente: al éxito por la práctica (Carlos Otero)

• El poder legislativo estatal en el Estado autonómico (Enrique Arnaldo, Jordi de Juan)

• El desafío de la seguridad (Varios autores. Coordinador: Ignacio Cosidó)

• La integración europea y la transición política en España (Varios autores)

• Identidad cultural y libertades democráticas

(Varios autores. Coordinador: Luis Núñez Ladevéze)

• España, un hecho (Varios autores. Coordinador: José María Lassalle)

• Hacia una consolidación jurídica y social del programa MAB (Jesús Vozmediano)

• El futuro de España en el XXV aniversario de la Constitución. Un coloquio

(Varios autores)

FUERA DE COLECCIÓN

• La Revolución de la Libertad. Presentaciones de José María Aznar, Ana Palacio,

José María Lassalle (Helmut Kohl, Bronislaw Geremek, Giovanni Sartori,

Nicolas Baverez, Carlos Alberto Montaner, Jesús Huerta de Soto,

Francis Fukuyama, Guy Sorman, André Glucksmann, Richard Perle, Joseph Weiler,

Christopher deMuth)

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INFORMES FAES

• América Latina: Una agenda de Libertad. (Director: Miguel Ángel Cortés.

Coordinador: Guillermo Hirschfeld.)

• Los Indicadores del Cambio. España, 1996-2004. (Varios autores.

Coordinador: Jaime García-Legaz)

• Análisis de los efectos económicos de las perspectivas financieras 2007-2013 de

la Unión Europea para las Comunidades Autónomas españolas. (Rafael Flores de

Frutos, Juan José Rubio Guerrero, José Félix Sanz Sanz, Santiago Álvarez García)

• Por un Área Atlántica de Prosperidad (Francisco Cabrillo, Jaime García-Legaz,

Pedro Schwartz)

• OTAN: Una Alianza por la Libertad

ESSAYS IN ENGLISH

• Strengh of Identity (Marcello Pera)

• The Spanish Economic Model, 1996-2004. A Silent Revolution.

(Lorenzo Bernaldo de Quirós, Ricardo Martínez Rico)

REPORTS IN ENGLISH

• NATO: An Alliance for Freedom.

• A case for an open Atlantic Prosperity Area (Francisco Cabrillo,

Jaime García-Legaz, Pedro Schwartz)

• Latin America: An Agenda for Freedom. (Editor: Miguel Ángel Cortés.

Coordinador: Guillermo Hirschfeld.)

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PAPELES FAESNº 72 Piratas del mar: rendición (Zapatero) o firmeza (Sarkozy) (Mario Ramos Vera)

Nº 71 Vuelve la crisis económica (Jaime García-Legaz)

Nº 70 Diez años de España en el euro (José Barea)

Nº 69 ¿Alguien sabe por qué nuestras tropas permanecen en Kosovo? (Florentino Portero)

Nº 68 Intervencionismo sin reformas (Fernando F. Navarrete Rojas)

Nº 67 Kosovo, secesión de errores (Javier Rupérez)

Nº 66 Cuatro años de retroceso en la educación española (Alicia Delibes)

Nº 65 La cara dura del socialismo español (Miquel Porta Perales)

Nº 64 Una educación para ganar el futuro (Francisco López Rupérez)

Nº 63 Selecciones para la secesión (Francisco Antonio González / Jacobo Beltrán)

Nº 62 Detener terroristas, derrotar a ETA (Javier Zarzalejos)

Nº 61 El viaje hacia la ciudadanía británica (Cristina Palomares)

Nº 60 Una Política Exterior sin una idea de España (Alberto Carnero)

Nº 59 Una verdad incómoda sobre las inversiones en Cataluña (Daniel Sirera)

Nº 58 La supresión del Impuesto sobre el Patrimonio (Francisco Cabrillo)

Nº 57 La isla suspendida (Jesús Gracia Aldaz)

Nº 56 El catecismo del buen socialista (Fundación FAES)

Nº 55 Hablemos de despensas (José María Rotellar)

Nº 54 El “sudoku” de la insolidaridad. La cizaña sembrada por Zapatero en las cuentas del Estado (Juan José Rubio Guerrero)

Nº 53 Ante el desafío. El referéndum ilegal de Ibarretxe (Fundación FAES)

Nº 52 La traición al ‘Espíritu de Ermua’ (José María Aznar)

Nº 51 El “Proyecto Tarzán-Chavista” en América Latina (Jorge Quiroga)

Nº 50 Uniones Temporales de Empresas con el Terror (Jaime Mayor Oreja)

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Nº 49 Vuelta atrás. “La negociación con ETA ha debilitado al Estado de Derecho”(Javier Zarzalejos)

Nº 48 El estancamiento de la convergencia real con Europa (Ismael Sanz)

Nº 47 Una reflexión para hoy ante un consenso básico que se quiebra(Rafael Arias-Salgado y Montalvo)

Nº 46 Sahara occidental: deslealtad, dejación o responsabilidad (Alberto Carnero, David Sarias)

Nº 45 El poder de compra en España (2004-2007)(Valentín Bote Álvarez-Carrasco, Elena Ferrero Ortega)

Nº 44 OPA a Endesa: relato de los hechos (Jaime Garcia-Legaz)

Nº 43 Regreso a la ignorancia: el nuevo recorte de las Humanidades en la Educación Secundaria Obligatoria (Álvaro Vermoet Hidalgo)

Nº 42 Querer es poder: el gobierno tiene todos los instrumentos para impedir que ETA-Batasuna se presente a las elecciones del 27-m y debe impedirlo (Ignacio Astarloa)

Nº 41 La instrucción en manos del fiscal: un grave riesgo (Julio Banacloche Palao)

Nº 40 La energía nuclear, segura, limpia y barata para cumplir con Kyoto (Guillermo Velarde)

Nº 39 La España menguante… menguada (Florentino Portero, Rafael L. Bardají)

Nº 38 Un pacto de mínimos para un proceso a prueba de bombas (José María Aznar)

Nº 37 Cuba: nuevos tiempos, viejas políticas (Jesús Gracia Aldaz)

Nº 36 Milton Friedman, un eficaz defensor de la libertad (Manuel Jesús González)

Nº 35 Ciencia: la clonación en su contexto biomédico y ético (César Nombela)

Nº 34 Presupuestos 2007: ¿donde van las ocasiones perdidas? (Cristóbal Montoro)

Nº 33 La utilidad del mal: violencia política en la España actual (Miguel Ángel Quintanilla Navarro)

Nº 32 Los acuerdos del foro trilateral de diálogo sobre Gibraltar: un análisis crítico(José María de Areilza Carvajal)

Nº 31 La paz de ETA (Edurne Uriarte)

Nº 30 Nuevas vías para el libre comercio: por un área atlántica de prosperidad abierta (Francisco Cabrillo, Pedro Schwartz, Jaime Garcia-Legaz)

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Nº 29 Por una verdadera reforma fiscal: menos impuestos, más ahorro y más competitividad (Alvaro Nadal)

Nº 28 La reforma fiscal en España. Una visión crítica del proyecto del Gobierno (Juan José Rubio Guerrero)

Nº 27 Estatuto de Cataluña: la misma inconstitucionalidad, con más confusión(Monserrat Nebrera)

Nº 26 Perspectivas financieras de la unión europea 2007-2013 (Alvaro Nadal)

Nº 25 El equilibrio presupuestario: necesidad y virtud (José María Rotellar)

Nº 24 Presupuestos generales del estado 2006 (Cristóbal Montoro)

Nº 23 La unidad de mercado en España y la propuesta de reforma del estatuto de autonomía de Cataluña (Juan Velarde Fuertes)

Nº 22 Cataluña según el proyecto de estatuto: una nación tridimensional (Jorge Trias)

Nº 21 En nombre de la equidad no se puede extender la ignorancia (Alicia Delibes Liniers)

Nº 20 Nación, estado y constitución (Carmen Iglesias y Otros)

Nº 19 Hablar del futuro. Hablar de España (Mariano Rajoy)

Nº 18 El Islam en la escuela (Alfredo Dagnino)

Nº 17 Crisis en la unión europea: el “no” francés y holandés a la constitución (José María Beneyto)

Nº 16 Costes y causas de una inflación excesiva (Jaime Garcia-Legaz)

Nº 15 La España vulnerable (Rafael L. Bardají, Ignacio Cosidó)

Nº 14 Impresiones tras las elecciones al parlamento vasco (Santiago Abascal Conde)

Nº 13 Fondos europeos: la política regional europea en España. 1986-2003 (Pascual Fernández)

Nº 12 Gobernar contra los más débiles: los riesgos del incremento y de la indiciacióndel salario mínimo (Valentín Bote Álvarez-Carrasco)

Nº 11 El Área económica transatlántica (Pedro Schwartz, Francisco Cabrillo, Jaime Garcia-Legaz)

Nº 10 Gibraltar: la unanimidad rota (César Vidal)

Nº 9 El “plan almunia” para reformar el pacto de estabilidad.

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Entre escila y Caribdis (Jaime Garcia-Legaz) La peligrosa reforma del pacto de estabilidad y crecimiento (Jürgen B. Donges)

Nº 8 Cuatro años por delante (Florentino Portero, Rafael L. Bardají)

Nº 7 Un presupuesto que no inspira confianza (Cristóbal Montoro) El bonito juego del cuadro macroeconómico (Juan Velarde Fuertes)

Nº 6 25 años de estatuto vasco (Javier Zarzalejos)

Nº 5 Los once efectos negativos de los recortes de la libertad de comercio (Jaime Garcia-Legaz)

Nº 4 Las necesarias reformas para continuar hacia el pleno empleo (Jaime Garcia-Legaz) La Europa reunificada como parte de la comunidad atlántica (Alberto Carnero)Reforma constitucional: ¿hay alguien ahí? (Javier Zarzalejos)La excepción cultural: antidemocrática y perjudicial para la cultura en español(Miguel Ángel Cortés)

Nº 3 Impacto ambiental de las desaladoras (Melchor Senent Alonso)La desalacion, ¿una alternativa real? (Juan Jódar)PHN: historia europea de una oportunidad perdida (Cristina Gutiérrez-Cortines)La imprescindible evaluación medioambiental de la desalación masiva(Jaime Garcia-Legaz)

Nº 2 La España menguante (Florentino Portero)

Nº 1 ¿Qué se juega España en la negociación de la constitución europea? (Miguel Papí)

COLECCIÓN FAES - INSTITUT CATALUNYA FUTUR

• Reflexions al voltant de la formació (Diversos autors)

• Política cultural i de comunicació: del teatre a la televisió (Diversos autores)

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FAES FUNDACIÓN PARA EL ANÁLISIS Y LOS ESTUDIOS SOCIALES

PATRONATO

PRESIDENTE: José María Aznar

VICEPRESIDENTA: María Dolores de Cospedal

VOCALESÁngel Acebes, Esperanza Aguirre, Francisco Álvarez-Cascos, Carlos Aragonés,

Javier Arenas, Rafael Arias-Salgado, José Antonio Bermúdez de Castro, Miguel Boyer, Jaime Ignacio del Burgo, Pío Cabanillas, Pilar del Castillo,

Miguel Ángel Cortés, Gabriel Elorriaga, Javier Fernández-Lasquetty, Antonio Fontán,Manuel Fraga, Gerardo Galeote, Jaime García-Legaz, Luis de Grandes,

Juan José Lucas, José María Marco, Rodolfo Martín Villa, Jaume Matas, Ana Mato, Abel Matutes, Pedro Antonio Martín, Jaime Mayor Oreja, Mercedes de la Merced, Jorge Moragas, Alejandro Muñoz-Alonso, Eugenio Nasarre, Marcelino Oreja Aguirre, Ana Palacio, Ana Pastor,

José Pedro Pérez-Llorca, Manuel Pizarro, Mariano Rajoy, Alberto Recarte, Carlos Robles Piquer, José Manuel Romay Becaría, Luisa Fernanda Rudí,

Javier Rupérez, Soraya Sáenz de Santamaría, Pedro Schwartz, Daniel Sirera,Alfredo Tímermans, Isabel Tocino, Mauricio Toledano, Baudilio Tomé,

Federico Trillo-Figueroa, Juan Velarde, Alejo Vidal-Quadras, Celia Villalobos,Eduardo Zaplana, Javier Zarzalejos

SECRETARIO GENERAL: Jaime García-Legaz

FAES Fundación para el Análisis y los Estudios Socialesc/ María de Molina 40, 6ª Planta. 28006 Madrid

Teléfono: 91 576 68 57 Fax: 91 575 46 95www.fundacionfaes.org

e-mail: [email protected]

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