fray geronimo de mendieta

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De Mendieta, Fray Jerónimo, “De cómo estos indios general y naturalmente criaban a sus hijos en la niñez, siguiendo las doctrinas de los filósofos, sin haber leído sus libros”, en Alfredo López Austin, La educación de los antiguos nahuas, México, El Caballito, 1985. pp. 36-55. De cómo estos indios general y naturalmente criaban a sus hijos en la niñez, siguiendo las doctrinas de los filósofos, sin haber leído libros. El filósofo ( Aristóteles ) en el séptimo libro de los Políticos, en el capítulo diecisiete, pone documentos que deben tomar los que tienen a su cargo la crianza de los niños, así para lo que conviene a la buena disposición y sanidad de los cuerpos, como a las buenas costumbres de las animas. El primer documento es, que a los niños recién nacidos y pequeñitos los pongan al frío, porque la naturaleza de los niños, por el gran calor con que nacen, es apta y dispuesta para sufrir frío, con el cual se le comienzan a apretar las carnes y se hacen recios de complexión, y mas aparejados y fuertes para sufrir trabajos. Este documento en ningunas generaciones lo guardaron mejor que los indios, sin haber oído ni leído al filósofo; porque es uso general entre ellos bañar las madres desde que nacen a sus niñitos chiquitos que traen a cuestas, en los arroyos o ríos o fuentes, luego en amaneciendo. Y esto no solo en verano, sino mucho mejor en invierno, y en tierras frigidísimas. Una de las más frías de Nueva España es la provincia de Toluca, y en ella me acaecía cada domingo que salía del convento luego en amaneciendo para ir a decir misa en algún pueblo de la visita, hallar a las indias, que estaban hechos un hielo, lavando a sus criaturas, que yo, yendo helado frío, me espantaba cómo no se morían. El segundo documento que el filósofo pone, es que en aquella primera edad, hasta los cinco o seis años, los deben acostumbrar en algunos movimientos o trabajuelos livianos, cuanto para evitar la pereza y ociosidad sean bastantes. Estos guardan los indios al pie de la letra: que como los

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De Mendieta, Fray Jernimo, De cmo estos indios general y naturalmente criaban a sus hijos en la niez, siguiendo las doctr

De Mendieta, Fray Jernimo, De cmo estos indios general y naturalmente criaban a sus hijos en la niez, siguiendo las doctrinas de los filsofos, sin haber ledo sus libros, en Alfredo Lpez Austin, La educacin de los antiguos nahuas, Mxico, El Caballito, 1985. pp. 36-55.

De cmo estos indios general y naturalmente criaban a sus hijos en la niez, siguiendo las doctrinas de los filsofos, sin haber ledo libros.

El filsofo ( Aristteles ) en el sptimo libro de los Polticos, en el captulo diecisiete, pone documentos que deben tomar los que tienen a su cargo la crianza de los nios, as para lo que conviene a la buena disposicin y sanidad de los cuerpos, como a las buenas costumbres de las animas.

El primer documento es, que a los nios recin nacidos y pequeitos los pongan al fro, porque la naturaleza de los nios, por el gran calor con que nacen, es apta y dispuesta para sufrir fro, con el cual se le comienzan a apretar las carnes y se hacen recios de complexin, y mas aparejados y fuertes para sufrir trabajos. Este documento en ningunas generaciones lo guardaron mejor que los indios, sin haber odo ni ledo al filsofo; porque es uso general entre ellos baar las madres desde que nacen a sus niitos chiquitos que traen a cuestas, en los arroyos o ros o fuentes, luego en amaneciendo. Y esto no solo en verano, sino mucho mejor en invierno, y en tierras frigidsimas. Una de las ms fras de Nueva Espaa es la provincia de Toluca, y en ella me acaeca cada domingo que sala del convento luego en amaneciendo para ir a decir misa en algn pueblo de la visita, hallar a las indias, que estaban hechos un hielo, lavando a sus criaturas, que yo, yendo helado fro, me espantaba cmo no se moran. El segundo documento que el filsofo pone, es que en aquella primera edad, hasta los cinco o seis aos, los deben acostumbrar en algunos movimientos o trabajuelos livianos, cuanto para evitar la pereza y ociosidad sean bastantes. Estos guardan los indios al pie de la letra: que como los grandes, as los hombres como mujeres, usan cargarse (las mujeres poniendo lo que llevan por carga dentro de un lienzo como sabanilla, y anudada por los cabos la echan al cuello, y los hombres con una faja de palma o de juncia, tejida de hasta cuatro dedos en ancho, se sientan en la frente con sus cabos de recio cordel, que llaman mecapal, para atar con ellos la caja o carga que han de llevar, se cargan de tres y cuatro arrobas sobre las espaldas), as a sus hijuelos chiquitos les hacen unos mecapelejos tambin chiquitos, con sus cordelillos, que parecen juguetes, que les atan alguna carguilla liviana conforme a sus corpezuelos, no para que sirva de algn provecho, porque es nada lo que llevan, sino para que se hagan a la costumbre de echar sobre s aquel yugo cuando sean grandes. Y cuando son de ocho o diez aos se cargan tan buena carguilla, que a un espaol de veinte se le hara de mal llevarla mucho trecho. Las madres, por el consiguiente, ensean a sus hijuelas desde que saben andar, a traer un liachuelo de alguna cosa liviana envuelta en un pao, y la ligadura o nudos echados al cuello, que es la usanza femenil. El tercer documento es, que en su niez y puericia tuviesen gran cuenta a los que los criaban, que no viesen por sus ojos, actos ni pinturas torpes, ni oyesen plticas ni palabras feas, porque lo que se ve, oye y habla en la niez, adelante se toma en costumbre de lo usar. Y de aqu proceden todos los filsofos a ensear que a los mozuelos, desde su tierna edad, sus padres y ayos les ejercitan en honestos ejercicios y trabajos. Y cmo esto lo uno lo otro los indios lo cumplan para con sus hijos, bajos en que los ejercitaban a ellos desde su niez, como se ver en este captulo y en los siguientes, y primero en estas platicas que fueron traducidas de lengua mexicana en nuestro castellano.

PLATICA DE EXHORTACION QUE HACIA UN PADRE A SU HIJO.

Hijo mo, criado y nacido en el mundo por Dios, en cuyo nacimiento nosotros tus padres y parientes pusimos los ojos. Has nacido y vivido y salido como el pollito del cascarn, y creciendo como l, te ensayas al vuelo y ejercicio temporal. No sabemos el tiempo que Dios querr que gocemos de tan preciosa joya. Vive, hijo, con tiento, y encomindate al dios que te cro, que te ayude, pues es tu padre que te ama ms que yo. Suspira a l de da y de noche, y en l pon tu pensamiento. Srvele con amor, y hacerte ha mercedes, librarte ha de peligros. A la imagen de Dios y a sus cosas ten mucha reverencia, y ora delante de l devotamente, y aparjate en sus fiestas. Reverencia y saluda a los mayores, no olvidando a los menores. No seas como mudo, ni dejes de consolar a los pobres y afligidos con dulces y buenas palabras. A todos honra, y ms a tus padres, a los cuales debes obediencia, servicio y reverencia, y el hijo que esto no hace no ser bien logrado. Ama y honra a todos, y vivirs en paz y alegra. No sigas a los locos desatinados que ni acatan a padre ni reverencian a madre, mas como animales dejan el camino derecho, y como tales, sin razn, ni oyen doctrina, ni se dan nada por correccin. El tal que a los dioses ofende, mala muerte morir desesperado o despeado, o las bestias lo matarn y comern. Mira, hijo, que no hagas burla de los viejos o enfermos o faltos de miembros, ni del que est en pecado o err en algo. No afrentes a los tales ni les quieras mal; antes te humillas delante de los dioses, y teme no te suceda lo tal, porque no te quejes y digas: As me acaeci como mi padre me lo dijo, o Si no hubiera encarnecido, no cayera en el mismo mal. A nadie seas penoso, ni des a alguno ponzoa o cosa no comestible, porque enojars a los dioses en su criatura, y tuya ser la confusin y dao, y en lo tal morirs. Y si honrares a todos, en lo mismo fenecers. Sers, hijo, bien criado, y no te entremetas donde no fueras llamado, porque no des pena, y no seas tenido por mal mirado. No hieras a otro, ni de mal ejemplo, ni hables demasiado, mira bien lo que t hablas. Si no fuere de tu oficio, o no tuvieres cargo de hablar, calla, y si lo tuvieres, habla, pero cuerdamente, y no como bobo que presume, y ser estimado lo que dijeres. OH hijo! No cures de burleras y mentiras, porque causan confusin. No seas parlero ni te detengas en el mercado ni en el bao, porque no te engae el Demonio. No seas muy podidillo, ni te cures del espejo, porque no seas tenido por disoluto. Guarda la vista por donde fueres; no vayas haciendo gestos, ni trabes a otro de la mano. Mira bien por donde vas, y as no te encontraras con otro, ni te pondrs delante de el. Si te fuere mandado tener cargo, por ventura te quieren probar; por eso, excsate lo mejor que pudieres, y sers tenido por cuerdo, y no lo aceptes luego, aunque sientes t exceder a otros; mas espera, porque no seas desechado y avergonzado. No salgas ni entres delante los mayores, antes sentados o en pie, donde quiera que estn, siempre les das la ventaja, y les hars reverencia. No hables primero que ellos, ni atravieses por delante, porque nos seas de otros notado por malcriado. No comas ni bebas primero, antes sirve a los otros, porque as alcanzars la gracia de los dioses y de los mayores. Si te fuere dado algo, aunque sea de poco valor, no lo menosprecies, ni te enojes, ni dejes la amistad que tienes, porque los dioses y los hombres te querrn bien. No tomes ni lleguen a una mujer ajena, ni por otra va seas vicioso, porque pecars contra los dioses, y a ti te hars mucho dao. An eres muy tierno para casarte, como un pollito, y brotas como la espiga que va echando de s. Sufre y espera, porque ya crece la mujer que te conviene: ponlo en la voluntad de Dios, porque no sabes cuando te morirs. Si t casar te quisieres, danos primero parte de ello, y no te atrevas a hacerlo sin nosotros. Mira, hijo, no seas ladrn, ni jugador, porque caers en gran deshonra, y afrentarnos has, debindonos dar honra. Trabaja de tus manos y come de lo que trabajares, vivirs con descanso. Con mucho trabajo, hijo, hemos de vivir: yo con sudores y con trabajos te he criado, y as he buscado lo que habas de comer, y por ti he servido a otros. Nunca te he desamparado, he hecho lo que deba, no he hurtado, ni he sido perezoso, ni he hecho vileza, por donde fueses afrentado. No murmures, ni digas mal de alguno: calla, hijo, lo que oyeres; y si siendo bueno lo que hubieres de contar, no aadas ni pongas algo de tu cabeza. Si ante ti ha pasado alguna cosa pesada, y te lo preguntaren, calla, porque no te abrirn para saberlo. No mientas, ni te des de parleras. Si tu dicho fuese falso, muy gran mal cometers. No resuelvas a nadie, ni siembres discordias entre los que tiene amistad y paz, y viven y comen juntos, y se visitan. Si alguno te enviare con mensaje, y el otro te riere, o murmurare, o dijere mal del que te enva, no vuelvas con la respuesta enojado, ni lo des sentir. Preguntado por el que te envi, Cmo te fue all?, responde con sosiego y buenas palabras, callando el mal que oste, porque no los resuelvan y se mantn o rian, de lo que despus te pesar y dirs entre ti: OH, si no lo dijera, y no sucediera este mal. Y si as lo hicieras, sers de mucho amado y vivirs seguro y consolado. No tengas que ver con mujer alguna, sino con la tuya propia. Vive limpiamente, porque no se vive esta vida dos veces, y con trabajo se pasa, y todo se acaba y fenece. No ofendas a alguno, ni le quites ni tomes su honra y galardn y merecimiento, porque de los dioses es dar a cada uno segn a ellos les place. Toma hijo, lo que te dieren, no te ensalces ni ensoberbezcas, antes te abajas, y ser mayor tu merecimiento. Y si con ello te humillares, no tendr que decir alguno, pues tuyo es. Empero, si usurpases lo ajeno, seras afrentado, y haras pecado contra los dioses. Cuando alguno te hablare, hijo, no menees los pies ni las manos, porque es seal de poco seso; ni ests mordiendo la manta o vestido que tuvieres, ni ests escupiendo, ni mirando a una parte y a otra, ni levantndote a menudo si asentado estuvieres, porque te mostrars ser malcriado, y como un borracho que no tiene tiento. Si no quisieres, hijo, tomar el consejo que tu padre te da, ni or tu vida y tu muerte, tu bien y tu mal, tu cada y tu levantamiento, tu aventura ser mala, y habrs mala suerte, y al cabo conocers que tienes la culpa. Mira no presumas mucho aunque tengas muchos bienes, ni menosprecies a los que no tuvieren tanto, porque no enojes a Dios que te dio, y a ti no te daes. Cuando comieres no mires como enojado ni desdees la comida, y dars de ella al que viniere. Si comieres con otros no lo mires a la cara, sino baja tu cabeza y deja a los otros. No comas arrebatadamente, que es condicin de lobos, y adems de esto te har mal lo que comieres. Si vivieres, hijo, con otro, ten cuidado de todo lo que te encomendare, y sers diligente, y buen servicial, y aquel con quien estuvieres te querr bien, y no te faltara lo necesario. Siendo, hijo, el que debes, contigo, y tu por ejemplo vituperarn y castigarn a los otros que fueren negligentes y malmirados y desobedientes a sus padres. Ya no ms, hijo, con esto cumplo la obligacin de padre. Con estos avisos te cio y fortifico, y te hago misericordia. Mira, hijo, que no los olvides, ni de ti los deseches.

RESPUESTA DEL HIJO.

Padre mo, mucho bien y merced habis hecho a m, vuestro hijo. Por ventura tomar algo de lo que vuestras entraas para mi bien han salido? Es as lo que decs, que con esto cumpls conmigo, y que no tendr excusa si en algn tiempo hiciere lo contrario de lo que me habis aconsejado. No ser, cierto, a vos imputado, padre mo, ni ser vuestra la deshonra, pues me avisis, sino ma. Pero ya veis que an soy muchacho, y como un nio que juega con la tierra y con las tejuelas, y aun no se limpiarme las narices. Dnde, padre mo, me habis de dejar o enviar? Nuestra carne y sangre soy, por lo cual confi que otros consejos me dars. Por ventura desampararme podrs? Cuando yo no los tomara como me los has dicho tendrs razn de dejarme como si no fuese tu hijo. Ahora, padre mo, con estas palabras poquitas que apenas se decir, respondo a lo que me has propuesto. Yo te doy las gracias, y que ests en buena hora y reposa.

DE OTRA EXHORTACION QUE HACIA UN INDIO LABRADOR A SU HIJO YA CASADO.

Hijo mo, ests en buena hora. Trabajo tienes en este pueblo el tiempo que vivas esperando cada da enfermedad o castigo de mano de los dioses. No tomas sueo con quietud por servir a aquel por quien vivimos. Contigo tienes a punto tus sandalias, bordn y azada, con lo dems que pertenece a tu oficio, pues eres labrador, para ir a tu trabajo y labranza en que los dioses te pusieron, y tu dicha y ventura fue tal; y que sirvas a otro en pisar barro y hacer adobes. En ello ayudas a todo el pueblo y al seor; y con estas obras tendrs lo necesario para ti, y tu mujer y tu hijos. Toma lo que pertenece a tu oficio. Trabaja, siembra y coge, y come de lo que trabajares. Mira no desmayes ni tengas pereza, porque si eres perezoso y negligente Cmo vivirs y podrs caber con otro? Que ser de tu mujer y de tus hijos? El buen servicio, hijo, recrea y sana el cuerpo, y alegra el corazn. Haz, hijo, a tu mujer tener cuidado de lo que pertenece a su oficio y de lo que debe hacer dentro de su casa, y avisa a tus hijos de lo que le conviene. Darles ambos buenos consejos como padres, porque vivan bien, y no desagraden a los dioses, ni hagan algn mal con los que los afrenten. No los espante, hijos, el trabajo que tienes con los que vives, pues que de all has de ver lo que han de comer y vestir a los que cras. Otra vez te digo, hijo, ten buen cuidado de tu mujer y casa, y trabaja de tener con quien convidar y consolar a tus parientes y a los que vivan en tu casa, para que los puedas recibir con algo de tu pobreza, y conozcan la gracia, agradezcan el trabajo, y correspondan con lo semejante y te consuelen. Ama y haz piedad, y no seas soberbio ni des a otro pena; mas sers bien criado y afable con todos, y recatado delante aquellos con quien vivas y converses, y sers amado y tenido en mucho. No hieras ni hagas mal alguno, y haciendo lo que debes, no te ensalces por ello, porque pecars contra los dioses, y hacerte han mal. Si no anduvieras, hijo, a derechas, que resta sino que los dioses te quiten lo que te dieron y te humillen y aborrezcan? Sers, pues, obediente a tus mayores y a los que te guan donde trabajas, que tampoco tienen mucho descanso ni placer; y si no lo haces as, antes te levantaras contra ellos, o murmurares, y les das pena o mala respuesta, cierto es que se les doblar el trabajo con tu descomedimiento y mala crianza, y siendo penoso, con ninguno podrs vivir, ms sers desechado y hars gran dao a tu mujer e hijos, y no hallars casa ni donde te quieran acoger, antes caers en mucha malaventura. No tendrs hacienda por tu culpa, sino lacera y pobreza por tu desobediencia. Cuando algo te manden, oye de voluntad y responde con crianza si lo puedes hacer o no, y no mientas, sino di lo cierto; y no digas que si no pudindolo hacer, porque lo encomendaran a otro. Haciendo lo que te digo, sers querido de todos. No seas vagabundo ni mal granjero, asienta y arraiga; siembra y coge, y haz casa donde dejes asentado a tu mujer y a tus hijos cuando mueras. De esta manera irs al otro mundo contento y no angustiado por lo que han de comer, ms sabrs la raz o asiento que les dejes en que vivan. No ms, hijo, sino que ests en buena hora.

REAGRADECIMIENTO DEL HIJO A SU PEDRE.

Padre, mo, yo os agradezco mucho la merced que me haz hecho con tan amorosa pltica y amonestacin. Yo sera malo si no me tomase tan buenos consejos. Quin soy yo, sino un pobrecillo que vivo en pobre casa y sirvo a otro? Soy pobre labrador que sirvo de pisar barro y hacer adobes, y sembrar y coger con los trabajos de mi oficio. No meresco yo tal amonestacin. Gran bien me han hecho los dioses en acordarse de m. Dnde hubiera u oyera yo tan buenos consejos sino de mi padre? No tienen con ellos comparacin las piedras preciosas; ms como tales de nuestro corazn, padre, mo, como de caja me las has abierto y manifestado: limadas y concertadas, y por orden ensartadas, han visto nuestras palabras. OH! Si yo mereciera tomarlas bien, que no son de olvidar ni dejar nuestros tan saludables consejos y avisos. Yo he sido muy alegre y consolado con ellos: yo, padre mo, se lo agradezco. Repose y descanse, padre mo.

DE OTRA EXHORTACION QUE UNA MADRE HIZO A SU HIJA. Hija ma de mis entraas nacida, yo te par y te he criado y puesto por crianza en concierto, como linda cuenta ensartada; y como fina o perla, te ha pulido y adornado tu padre. Si no eres la que debes, cmo vivirs con otras, o quien te querr por mujer? Cierto, con mucho trabajo y dificultad se vive en este mundo, hija, y las fuerzas se consumen; gran diligencia es menestar para alcanzar lo necesario, y los bienes que los dioses nos envan. Pues amada hija, no seas perezosa ni descuidada, antes diligente, y limpia y adereza tu casa. Sirve y aguamanos a tu marido, y ten cuidado de hacer bien el pan. Las cosas de la casa ponlas como conviene, apartadas cada cual en su lugar, y no como quiera mal puestas, y no dejes caer algo de las manos en presencia de otros. Por donde, hija, fueres, ve con mesura y honestidad, no apresurada, ni rindote, ni mirando de lado como a medio ojo, ni mires a los que viven de frente ni a otro alguno en la cara, sino irs tu camino derecho, mayormente en presencia de otros. De esta manera cobrars estimacin y buena fama, y no te darn pena ni tu la dars a otro; y as, de ambas partes, concurrir buena crianza y acatamiento. Y para esto, hija, sers t bien criada y bien hablada. Responde cortsmente siendo preguntada, y no seas como muda y como boba. Tendrs buen cuidado de la hilaza y de la tela y de la labor, y sers querida y amada, y merecers tener lo necesario para comer y vestir, y as podrs tener segura la vida, y en todo vivirs consolada. Y por estos beneficios no te olvides de dar gracias a los dioses. Gurdate de darte al sueo o a cama o pereza. No sigas la sombra, el frescor, ni el descanso que acarrean las malas costumbres y ensean regalo, ocio y vicio, y con tal ejemplo no se vive bien con alguno; porque las que as se cran nunca sern bien queridas ni amadas. Antes, hija ma, piensa y obra bien en todo tiempo y lugar: sentada que ests o levantada, queda o andando, haz lo que debes, as para servir a los dioses como para ayudar a los tuyos. Si fueres llamada no guardes a la segunda o tercera vez, sino acude presto a lo que mandan tus padres, porque no lo olvides; mas hazlo bien hecho. No des mala respuesta ni seas rezongona, y si no lo puedes hacer, con humildad te excusas. No digas que hars lo que no puedes, ni a nadie burles, ni mientas, ni engaes, porque te miran los dioses. Si t no fueres llamada, sino otra, y no fuere presto al mandado, ve t con diligencia, y oye y haz lo que la otra haba de hacer, y as sers amada y en mas que otra tenida. Si alguno te diere buen consejo y aviso, tmalo, porque si no lo tomas se escandalizar de ti el que te avisa, a lo que te aconseja lo bueno, y no te tendr en nada. Mostrarte has bien criada y humilde con cualquiera, y a ninguno dars pena. Vive quietamente y ama a todos honestamente y a buen fin. Haz a todos bien y no aborrezcas ni menosprecies a nadie, ni seas de lo que tuvieras avarienta. No eches cosa alguna a mala parte, ni obras ni palabras, ni menos tengas envidia de lo que de los bienes de los dioses da el uno al otro. No des fatiga ni enojo a alguno, porque a ti te lo dars. No te des a cosas malas, ni a la fornicacin. No te muerdas las manos como malmirada. No sigas tu corazn porque te hars viciosa, y te engaaras y ensuciaras, y a nosotros afrentars. No te envuelvas en maldades como se resuelve y enturbia el agua. Mira, hija, que no tomes por compaeras a las mentirosas, ladronas, malas mujeres, callejeras, cantoneras, ni perezosas, porque no te daen ni perviertan. Mas entiende slo en lo que conviene a tu casa y a la de tus padres, y no salgas de ella fcilmente ni andes por el mercado o plaza, ni en los baos, ni a donde otras se lavan, ni por los caminos, que todo esto es malo y perdicin para las mozas; porque el vicio saca de ceso y desatina, ms que desatinan y desvaran a los hombres las yerbas ponzoosas, comidas o bebidas. El vicio, hija ma, es malo dejar. Si encontrares en el camino con alguno y se te riere, no le ras t; mas pasa callando, no haciendo caso de lo que te dijere, ni pienses ni tengas palabras deshonestas. Si te siguiere diciendo algo, no le vuelvas la cara ni le respondas, porque no le muevas mas el corazn al malvado; y si no curas de l, dejarte ha, e irs segura tu camino. No entres, hija, sin propsito, en casa de otro, porque no te levanten algn testimonio; pero si entrares en casa de tus parientes, tenles acatamiento y hazles reverencia, y luego toma el huso y la tela, o lo que all vieres que conviene hacer, y no ests mano sobre mano. Cuando te casares y tu padres te dieren marido, no le seas desacatada; mas en mandndote hacer algo, yelo y obedece, y hazlo con alegra. No le enojes ni le vuelvas el rostro, y si en algo te es penoso, no te acuerdes en ria de ello; mas despus le dirs en paz y mansamente en que te da pena. No lo tengas en poco, mas antes honradlo mucho, puesto que viva de tu hacienda. Ponlo en tu regazo y falda con amor; no le seas fiera como guila o tigre, ni hagas mal lo que te mandare, porque hars pecado contra los dioses, y castigare ha con razn tu marido. No le enfrentes, hija, delante otros, porque a ti afrentars en ello y te echars en vergenza. Si alguno viniere a ver a tu marido, agradecindoselo, le haz algn servicio. Si tu marido fuere simple o bobo, avsale cmo ha de vivir, y ten buen cuidado entonces del mantenimiento y de lo necesario a toda tu casa. Tendrs cuidado de las tierras que tuvieras y de proveer a los que te las labraren. Guarda la hacienda y cubre la vasija en que algo estuviere. No te descuides ni andes perdida de ac para all, porque as ni tendrs casa ni hacienda. Si tuvieres bienes temporales, no los disipis; mas ayuda bien a tu marido a los acrecentar, y tendris lo necesario, y vivirn alegres y consolados, y habr qu dejar a vuestros hijos. Si haces, hija, lo que te tengo dicho, sers tenida en mucho y amada de todos, y ms de t marido. Y con esto me descargo, hija, de la obligacin que como madre te tengo. Ya soy vieja, yo te he criado, no ser culpada en algn tiempo de no haberte avisado; y si tomares en tus entraas esto que te he dicho y los avisos que te he dado, vivirs alegre y consolada; mas si no los recibes y pones en obra, ser tuya la culpa, y padecers tu desventura, y adelante vers lo que te suceder por no tomar los consejos de tu madre, y por echar atrs lo que te conviene para bien vivir. No ms, hija, que los dioses te den fuerza.

AGRADECIMIENTO DE LA HIJA A SU MADRE.

Madre ma, mucho bien y merced haz hecho por m, tu hija, Dnde me has dejar, pues de sus entraas soy nacida? Harto mal seria para m si no sintiese y mirase que es mi madre y yo su hija, por quien ahora tom mas trabajo del que tomo en m criar nia al fuego, tenindome en los brazos fatigados de sueo. Si me quitares la teta, o me la ahogares con el brazo durmiendo, que fuera de m? Pero con el temor de que esto sucediera, no tena el sueo quieto, mas velaba estando sobre aviso. No as de presto que vena la leche a los pechos para que me la diese por los trabajos que tena, y por estar embarazada de mi no poda acudir al servicio de su casa. Con sus sudores me cro y me mantuvo, y an no me olvida ahora dndome aviso. Con que le pagar yo, madre ma, o como le servir, o con que le dar algn descanso? Porque an soy muchacha y juego con la tierra y hago otras nieras, y no me s limpiar las narices. OH! Tuviese dios por bien que mereciese yo tomar algo de tan buenos consejos, que mereciese yo tomar algo de tan buenos consejos, porque siendo yo la que los deseo, hayas dicho parte de los bienes que dios me hace. Yo se lo agradezco mucho. Consolaos, madre ma.

DELA DICIPLIAN Y HONESTIDAD CON QUE SE CRIABAN LOS HIJOS DE LOS SEORES Y PRINCIPALES INDIOS.

En habiendo hijos, los seores naturales de esta Nueva Espaa, como tenan muchas mujeres, por la mayor parte los criaban sus propias madres. Y no criando la madre a su hijo, buscaba ama de buena leche, se la daba al nio cuatro aos, y algn ms tiempo. Destetndolos o siendo de cinco aos, luego mandaba el seor que sus hijos varones fuesen llevados al templo para que fuesen ah doctrinados y supiesen muy bien todo lo que tocaba al servicio de los dioses. Y en esto eran los primeros los hijos de los seores. Y el que no andaba muy listo y diligente en el servicio y sacrificios, segn le era enseado, lo castigaban con gran rigor. Les daban poco de comer, y mucho trabajo y ocupacin de da y de noche, y estaban en el templo hasta que se casaban, o eran llevados a las guerras, si eran mancebos de buenas fuerzas. Con las hijas y doncellas, mayormente de principales y seores, haba mucha guarda de viejas parientas o amas criadas en casa, por la parte de dentro, y de fuera viejos ancianos que de da las guardaban, y de noche con lumbres velaban el palacio. Las tenan tan recogidas y ocupadas en sus labores que por maravilla salan, sino alguna vez al templo cuando eran ofrecidas por sus madres, y entonces con mucha y grave compaa. Iban tan honestas que no alzaban los ojos del suelo, y si se descuidaban, luego les hacan la seal que recogiesen la vista. El hablar fuera de casa se les vedaba, y tambin en casa comiendo en la mesa, y esto tenan casi por ley, que la doncella antes de casada nunca hablase en la mesa. Las casas de los seores todos eres grandes, aunque no usaban altos; mas porque la humedad no les causara enfermedad, alzaban los aposentos hasta un estado poco mas o menos, y as quedaban como entresuelos. En estas casas haba huertas y vergeles sin ir acompaadas con sus guardas. Si alguna se descuidaba en salir sola, le punzaban los pies con unas pas muy crueles hasta sacarle sangre, notndola de andariega, en especial si era ya de diez o doce aos, o mas arriba. Y tambin andando en compaa no deberan alzar los ojos, como esta dicho, ni volver a mirar atrs, y las que en esto excedan, con muy speras ortigas las hostigaban la cara cruelmente, o las pellizcaban las amas hasta dejarlas llenas de cardenales. Las enseaban como deberan de hablar y honrar a las ancianas y mayores, y si las topaban por casa no las saludaban y se les humillaban, se quejaban a sus madres o amas y eran castigadas. En cualquier cosa que se mostraban perezosas o malcriadas, el castigo era pasarles por las orejas unas pas como alfileres gordos, porque advirtiesen a toda virtud. Siendo las nias de cinco aos, las enseaban a hilar, tejer y labrar, y no las dejaban andar de ociosas, y a la que se levantaba de labor fuera de tiempo, le ataban los pies, para que se estuviera quieta. Si alguna doncella deca: Dnde se oye la fiesta para ir de inmediato? O cosa semejante, la castigaban reciamente, y rean y encarcelaban a las amas porque no las tenan bien criadas y enseadas a callar, ponderando que la doncella que tal palabra deca mostraba ser de liviano corazn y tener mal mortificados los sentidos. Parece que queran que fueren sordas, ciegas y mudas, como a la verdad les conviene mucho a las mujeres mozas, y ms a las doncellas. Las hacan velar, trabajar y madrugar, porque la ociosidad, que es madre de los vicios, y no se hicieren torpes. Para que anduvieran limpias se lavaban con mucha honestidad dos o tres veces al da, y a la que no lo haca la llamaban sucia y perezosa. Cuando alguna era acusada de cosa grave, si de ello estaba inocente, para cobrar su fama haca juramento en est manera: por ventura no me ve nuestro seor Dios? y nombraba el nombre del mayor demonio a quien ellos atribuan ms divinidad, y poniendo de ella satisfechos, porque ninguno osaba jurar tal juramento sino diciendo verdad, porque crean que si lo juraban con mentira, los castigara su dios con grave enfermedad o con otra adversidad. Cuando el seor quera ver a sus hijos e hijas, se los llevaban como en procesin, guindolos una honrada matrona. Si ellos eran los que queran ver a su padre, ahora fuesen todos en general, o algunos en particular, siempre le pedan primero licencia, y saban que holgaba de ello. Llegados ante el seor, los mandaban a sentar en el suelo, y la gua lo saludaba en nombre de todos sus hijos, y le hablaba. Ellos estaban con mucho silencio y recogimiento, en especial las muchachas, como si fueran personas de mucha edad y seso. Las que los guiaban ofreca la padre los presentes que sus hijos llevaban, as como rosas o frutas que sus madres les daban para llevar al padre. Las hijas llevaban lo que haban labrado o tejido para el padre, como las mantas de labores o otros donosillos, el padre les hablaba a todas y les avisaba y les rogaba que fueran buenas, y que se guardasen las amonestaciones y doctrina de sus madres y de las viejas sus maestras, y les tuviesen mucha obediencia y reverencia, y les daba las gracias por los presentes que le llevaban, y por el cuidado y trabajo que haban tenido en labrarle mantas. Ninguna de ellas responda a esto ni hablaba, ms de hacer sus inclinaciones cuando llegaban y cuando partan, con mucha reverencia y cordura, sin hacer meneo de rerse ni de otra liviandad. Y con esta pltica que el padre les haca volvan muy contentas y alegres. Cuando eran nios de teta tenan las amas mucha vigilancia en no llegar y as las criaturas por no oprimirlos y matarlos cuando estuvieran durmiendo, como suele acaecer cuando hay descuido, o las tenan en sus cunas, y en esto se desvelaban mucho las madres y las amas. Si acaso suceda alguna travesura, que era por maravilla, de querer algn mancebo entrar en el lugar a los varones vedado, donde estaban las hijas de los seores, aunque no fuese ms de verle hablar con alguna, no pagaban ambos con menos que la vida, como acaeci una hija de Nezahualpiltzintli, rey de Texcoco, que aunque su padre la quera mucho, y era hija de seora principal, y hubo ruegos, no basto todo, sino que la mando ahogar, no mas de porque un mozo principal, saltando las paredes, se puso a hablar con ella y ella con el, el se escap y se puso en salvo, que de otra manera pagara.

PROSIGUE LA MATERIA DE CMO LOS INDIOS DOCTRINABAN A SUS HIJOS Y DE LOS CONSEJOS QUE LES DABAN CUANDO SE CASABAN.

La gente comn plebeya tampoco se descuidaba de criar a sus hijos con disciplina; antes luego como comenzaban a tener juicio y entendimiento, los amonestaban dndoles buenos consejos, y retrayndolos de vicios y pecados, y persuadindolos a que fuesen humildes y obedientes y bien criados con todos, imponindolos a que sirviesen a los que tenan por dioses. Los llevaban con ellos a los templos, y los ocupaban en trabajos, ensendoles oficios, segn que en ellos vean la habilidad e inclinacin, y lo ms comn era darles el oficio y trabajos que su padre realizaba. Si los vean traviesos o malcriados, los castigaban rigurosamente, a veces los rean con palabras, otras hostigndolos por el cuerpo con ortigas en lugar de azotes, otras veces les daban con vergas, y si no se enmendaban, los colgaban y les daban huno con chile en las narices. Lo mismo haca la madre a la hija cuando lo mereca. Si se ausentaban los hijos de las casas de sus padres, los mismos padres los buscaban una y muchas veces, y algunos de cansados los dejaban por incorregibles, no curando de ellos. Muchos de estos venan a parar, como dicen, en la horca, o los hacan esclavos. Aunque ahora son tan viciosos los indios en el mentir, entonces los padres amonestaban mucho a sus hijos para que dijeran la verdad y no mintiesen; si eran viciosos en ello, el castigo era cortarles un poco el labio, y a esta causa usaban mucho hablar la verdad. Nos preguntamos ahora algunos de ellos que haya sido la causa de tan gran mudanza en esta su costumbre antigua, responden dos cosas: una que es tan grande el temor que cobraron a los espaoles, as seglares como eclesisticos, por ser tan diferentes de su bajeza y pusilanimidad, que no osan responderles a lo que les mandan o preguntan sino lo que parece que les dar ms gusto, ora sea posible, ora imposible. Y por esta misma causa niegan siempre el mal recado que han hecho, y se excusan, y otras veces dicen disparates. Tambin dan por segunda razn que, como la entrada de los espaoles y las guerras dieron tan gran vaivn a toda la tierra, y los seores naturales se acobardaron y perdieron el bro que solan antes tener para gobernar, con esto se fue tambin perdiendo el rigor de la justicia y castigo, y el orden y conciertos que antes tenan, y as no se castigaban entre ellos ya los mentirosos ni perjuros, aun los adlteros. Por lo cual se atreven las mujeres mas a ser malas que en otro tiempo solan; aunque de los espaoles tambin han aprendido de ellos hartos vicios que en su infidelidad no tenan. Siendo muchachos los hijos de los principales, se criaban, como queda dicho, en los templos en servicio de los dolos. Los otros se criaban como en capitanas, porque en cada barrio haba un capitn de ellos, llamado telpuchtlaco, que quiere decir guarda o capitn de los mancebos. Este tena cargo de recoger y de trabajar con ellos en traer lea para los braseros y fuegos que ardan delante los dolos y en las salas del templo, que no era poca lea la que cada noches se gastaba. Servan tambin en las obras de la republica, y en hacer y reparar los templos, y en otras obras que pertenecan al servicio exterior de los dioses, y ayudaban a hacer las casas de los seores principales. Tambin tenan por s su comunidad, sus casas y tierras y heredades que ladraban, sembraban y cogan para su comer y vestir, y all tenan tambin a tiempo sus ayunos y sacrificios de sangre que hacan de sus personas, y hacan sus ofrendas a los dolos. No los dejaban andar ociosos, ni cometan que se les pasara sin castigo, viniendo a noticia de su mayor, el cual les tena sus captulos, y amonestaba, y correga, y castigaba. Algunos de estos mancebos, los de mas fuerza, salan a las guerras, y los otros iban tambin iban tambin a ver y a aprender como se ejercitaba la milicia. Eran estos mancebos tan mandados y tan prestos en lo que se les encomendaban, que sin ninguna excusa hacan todas las cosas corriendo; ora fuese de noche, ora de da, ora por montes, ora por valles, ora con agua, ora con sol, no hallaban impedimento alguno. Llegados a la edad de casarse, que era a los veinte aos poco ms o menos, pedan licencia para buscar mujer; y sin licencia por maravilla alguno se casaba, y al que lo haca, adems de darle su penitencia, lo tenan por ingrato, malcriado y como apstata. Si pasando la edad se descuidaban, y vean que no se queran casar, los trasquilaban, y se despedan de la compaa de los mancebos: en especial en tlaxcalla guardaban esto, porque una de las ceremonias del matrimonio era trasquilarse y dejar la cabellera y lozana de los mancebos, y de all en adelante criar otro modo de cabellos. Cuando se despedan de la casa donde se haban criado, para ir a casarse, su capitn les haca un largo razonamiento, amonestndolos a que fuesen muy solcitos servidores de los dioses, y que no olvidasen lo que en aquella casa y congregacin haban aprendido. Y que pues tomaban mujer y casa, fuesen hombres para mantener y proveer su familia; y que para el tiempo de las guerras fuesen esforzados y valientes hombres. Que tuvieran acatamiento y obediencia a sus padres, y honrasen y saludasen a los viejos. Otras cosas semejantes les aconsejaban con palabras persuasivas y elocuentes. Tampoco dejaban los indios a sus hijas al tiempo que las casaban sin consejo y doctrina, mas antes les hacan muy largas amonestaciones, en especial a las hijas de los seores y principales. Antes que salieran de casa, sus padres les informaban como haban de amar, cuidar y servir a sus marido para ser bien casadas y amadas de ellos. Particularmente la madre era la que hacia largos razonamientos a su hija, encargndole principalmente tres cosas: la primera, el servicio de los dioses en ofrendas y en sacrificios de sus personas, para agradarles, porque todas sus cosas les prosperaran y les sucedieran bien. La segunda, su buena guarda y honestidad, dicindole la obligacin que tenan de corresponder a la honra de su linaje, y dar ejemplo de su persona a las que eran de menos suerte; la tercera el servicio de su marido y amor y reverencia que le haba de tener. Estos razonamientos le hacia en presencia de unas matronas que por parte del marido haban venido a llevarla ya acompaarla. A estas se la entregaba, dicindole que con aquellas como unas matronas tan honradas se aconsejasen y consolase, tomando su doctrina. PROST; Antoine. (1997), Familla et socit au miroir de I enfant, en education, socit et politiques. Une histoire de I enseignement de 1945 nos jours (Educacin, sociedad, y polticas. Una historia de la enseanza en Francia, de 1945 a nuestros das), Pars, ditions de Seuil, pp.13-35.

Los sistemas educativos de nuestro tiempo son el resultado de la conviccin de que los nios son seres humanos con identidad y con derechos propios, y de que la sociedad est obligada a proporcionar a todos ellos una educacin de buena calidad, respetuosa de las caractersticas de la infancia. Estas ideas nos parecen tan claras e indiscutibles, que pocas veces nos detenemos a considerar que se trata de criterios relativamente nuevos que solo s principios de este siglo empezaron a difundirse y a convertirse en principios rectores de las polticas pblicas y de las prcticas educativas. Estas ideas no son el resultado espontneo de la reflexin de algunos educadores, sino un producto histrico de complicados cambios en la cultura y en las formas de la vida social.

El articulo de Antoine Prost, historiador francs contemporneo, es una interpretacin de los cambios histricos que en el caso de Francia condujeron a una escuela de masas, cuyos referentes centrales son la identidad y las necesidades de los nios. Aunque se trata de un estudio nacional, muchos de los procesos analizados por Prost se han presentado tambin, con matices distintivos, en gran parte de las naciones del mundo a lo largo de este siglo. Por eso este artculo es una lectura til que nos sugiere hiptesis y pistas para analizar en nuestra propia historia las transformaciones de la nocin de infancia y de las formas adecuadas para atender la educacin y el desarrollo de los nios.

EL NIO EN LA SOCIEDAD ANTERIOR A LOS CAMBIOS ACTUALES.

Interrogarse acerca del nio en una sociedad que se encuentra en profunda transformacin es preguntarse tanto acerca de esa sociedad como de esa transformacin. En efecto, el nio no es una entidad autnoma. El lugar que ocupa le ha sido asignado rigurosamente por el conjunto de las sociedades sociales. Es bastante fcil hacer el inventario de este hecho. En cambio, es mas fcil llegar a entender la interaccin que en el se establece.

LAS CONDICIONES ECONOMICAS Y DEMOGRAFICAS.

El lugar del nio dentro de la familia esta determinado ante todo por las condiciones econmicas. En este sentido, y aunque todo por las condiciones sigan existiendo capas de miseria, el hecho ms significativo ha sido el paso de la escasez a la abundancia. El nivel de vida se ha elevado considerablemente, y los recursos disponibles para el consumo en cada hogar han aumentado.

A esta bonanza, de la cual antes no se gozaba, se sum a una mayor seguridad brindada por el crecimiento econmico. A principios de siglo, con la excepcin de algunos pases, la proteccin social era inexistente. La enfermedad y la vejez eran autenticas desgracias. Muchas actividades productivas eran de temporada, lo cual volva inevitable el desempeo. En Francia, por ejemplo, una investigacin realizada en 1891 por la oficina del trabajo registra en promedio 100 empleos permanentes para 130 obreros. Como la indemnizacin por desempleo no se haba inventado todava, la mayora de los hogares obreros viva amenazada por la falta eventual de trabajo. En el medio rural, el tamao reducido de muchas de las propiedades, la baja productividad, el peso de los arrendamientos y de las deudas hacan que las malas cosechas se convirtieran en verdaderas catstrofes domsticas. Ni unos ni otros tenan el pan cotidiano asegurado.

Esas sociedades de escasez, en donde la satisfaccin de las necesidades bsicas exiga la movilizacin de toda la familia, se caracterizaban tambin por una alta mortalidad. Ciertamente, desde mediados del siglo XVIII se haban hecho grandes progresos. Sin embargo, la revolucin de la pasteurizacin empieza apenas a tener efectos a principios del siglo XX. El uso de los antibiticos se extiende al terminar la segunda guerra mundial. Hasta muy recientemente, la muerte era una amenaza inminente. Pesaba doblemente sobre las familias.

Por un lado, los nios eran los ms golpeados. En Francia, a principios de siglo (1898-1903), de 100 recin nacidos, 21 llegaban a los 5 aos, contra nueve antes de la segunda guerra mundial y dos en la actualidad. Esta situacin modificaba inevitablemente la actitud de los padres hacia los hijos. Sin embargo, y este es el segundo aspecto de la situacin, la esperanza de vida de los padres, a su vez, era menor. De esta manera, traer hijos al mundo era correr un doble riesgo: el de perderlos rpidamente, y el de morir antes de poder educarlos. Por eso el dicho de Pguy sobre los padres de familia, los grandes aventureros del mundo moderno, se limita a una poca definida.

FAMILIAS MALTHUSIANAS Y FAMILIAS NUMEROSAS.Esas condiciones, por un lado econmicas y por otro demogrficas, determinan la actitud de las familias frente a los hijos, y sobre todo en cuanto a su nmero. Ciertamente hay otros factores en juego, como el papel de la religin, y sera interesante hacer la relacin entre la influencia de los factores materiales y de las diferentes ideologas. Digamos, para abreviar, que se yuxtaponan dos modelos familiares: un modelo maltusiano y un modelo de la familia numerosa.

El primero es una respuesta de adaptacin a dificultades previsibles: educar nios es una pesada carga que muchas parejas dudan en asumir, ya que aun la mayor voluntad del mundo y la mayor valenta no los protegeran contra todos los peligros. Esa mentalidad calculadora, que se supone por cierto nivel de cultural y la voluntad del uso de la contracepcin, se encuentra all donde los patrimonios estn en juego, sobre todo los pequeos. Cuando se construye un proyecto de vida alrededor de la inquisicin de una pequea propiedad agrcola o de un comercio, es realmente absurdo arruinar ese proyecto para la siguiente generacin, dejando varios hijos que tendrn que repartirse el bien adquirido a duras penas: resulta lgica la poltica del hijo nico, excepto por razones religiosas opuestas. Pero muchas parejas van an ms lejos al no tener hijos: el futuro no es lo suficientemente seguro, y protegen una comodidad conquistada tras largo tiempo. En Francia, 23% de las parejas formadas en 1930 no tuvo hijos y 32% un solo: el modelo maltusiano es mayoritario.

El modelo de la familia numerosa se encuentra en los dos extremos de la escala social: all donde las fortunas son suficientes para que una familia numerosa resulte una carga soportable e, inversamente, en donde se es tan pobre, que contar ya no tiene sentido. En las familias proletarias---- sealemos de paso que el termino que usamos para designar a los obreros hace referencia no a la explotacin capitalista, sino a la carga familiar------- los hijos son incluso una ayuda material, mas que una carga. Por supuesto, son bocas que alimentar; pero tambin son brazos que trabajan desde muy pequeos. Por eso constituyen, en cierto sentido, un seguro contra los riesgos de la existencia. Cuando el padre se enferma o esta desempleado, se saca de la escuela al nio de nueve o 10 aos para ponerlo a trabajar; naturalmente, gana mucho menos que un adulto, pero por esa misma razn logra colocarse y, con lo poco que gana, al menos se puede comprar el pan para subsistir. En el caso de los campesinos, el nio aporta desde muy pequeo una valiosa ayuda: cuida a los animales, recoge la lea, etc. De todas maneras, a partir de los 13 o 14 aos, los jvenes son productivos y su trabajo, o su salario, cuenta para los recursos de las familias populares. Un estudio realizado en 1913 muestra que cerca de 20% de loa recursos de los hogares obreros provena del trabajo de los nios.

Entre las familias numerosas, con tres hijos por lo menos, y las familias maltusianas se encuentra un nmero muy reducido de familias de dos hijos a comienzos del siglo XX en esa poca dos eran demasiado para quienes sopesaban la carga y demasiado poco para quienes no calculaban. El resultado es un marcado contraste: la mayora de las familias eran maltusianas, pero la gran mayora de los hijos vivan en familias numerosas. Estadsticamente, es raro que aparezcan hijos solos; aparecen agrupados en cohortes.

ACTITUDES HACIA LOS NIOS Y PRACTICAS EDUCATIVAS.Estos datos explican, al mismo tiempo, las actitudes hacia los nios y las tradiciones educativas que las justifican. Se caracterizan ante todo por una represin de la afectividad. El amor de los padres tiene tambin una historia que en ese contexto no poda desarrollarse: amar demasiado a hijos que pueden perderse significa exponerse a grandes sufrimientos, as que mas vale ser duros de antemano. Emile Carles, nacida en 1900, cuenta que de pequea se cay de lo alto del granero. A pesar de haberse encontrado en estado de coma, nadie llam al mdico, y su padre, que tena que ir a buscar un toro al pueblo, a pesar del accidente se fue. Ella relata.

cuando un nio mora, si an no haba pasado de los cinco aos de edad, nadie se conmova. El hombre le deca a su muer. Por que lloras? ese nio no le hace falta a nadie, al contrario, as tenemos una boca menos que alimentar. Caramba, el nonos va a dar de comer, ya deja de llorar! Ese testimonio de un nativo de Briacon se confirma en la mayor parte de los artculos populares. Solo las clases altas de la sociedad trataban a los nios de otra manera. Pero an en esos medios, las manifestaciones de ternura se refrenaban: la gente se defenda de los sentimientos. quien quiere bien, castiga, aconsejaba el dicho, y doble sentido de gater no es una simple coincidencia [en francs significa a la vez: consentir y echar a perder]. Mirar demasiado a los nios, besarlos o merecerlos demasiado significa prepararlos mal para la vida. Hay que empezar a endurecerlos desde temprana edad. La educacin familiar tena como misin inculcar normas estrictas, en donde la espontaneidad de lo natural deba doblegarse ante la cultura.

Al mismo tiempo entraba en juego una cuestin de identidad. En los crculos acomodados, en donde se le confiaba a un personal especializadoinstitutrices, nieras, nanasel nio tena un lugar especfico que no deba transgredir: se le asignaba un cuarto y no coma con su familia. Pero en todo el resto de la sociedad, el nio, los nios, tenan que conformarse con su situacin: sin un espacio propio, compartanen una promiscuidad de la cual ya no tenemos memoria--- el espacio familiar sin divisiones. El joven Pierre Jakez Hlias comparta la cama con su abuelo. En Nouville, en 1948, Bernot y Blancard sealan que la mayor parte de las casas tenan dos cuartos solamente y que los padres dorman a los hijos en su cuarto hasta que cumplan seis u ocho aos. Estos etnlogos registran incluso un nio de cuatro aos que dorma en la cama de sus padres. En las zonas urbanas suceda lo mismo y las viviendas estaban sobre pobladas. En Rouven, por ejemplo, al final de la segunda guerra mundial, en el barrio de SaintSauveur, 44.7% de las viviendas contaban con ms de dos personas por habitacin. Poda unos sentirse como en los tiempos en que Len Frapi escribi La Maternelle.

La ausencia de un lugar especifico para los nios no escandalizaba a nadie en esa poca, puesto que los nios no se consideraban como fundamentalmente distintos del resto de la familia, contribuan desde muy pequeos en las tareas domsticas, al igual que los otros miembros de la familia. Coman la misma comida. Ese fue, por cierto, uno de los mas grandes obstculos que tuvo que superar la puericultura pasteuriza, en su esfuerzo por vencer la mortalidad infantil, al imponer una alimentacin especifica y la esterilizacin de los biberones: en las madres de las zonas populares no entendan por que la sopa de col, que coma toda la familia, poda hacerle dao aun bebe de seis meses.En este contexto las escuelas preprimarias eran instituciones paradjicas: la realidad social entraba en contradiccin con el proyecto pedaggico. Para sus promotores, se trataba de lugares exclusivos para los nios: la casa dei bambini de Maria Montessori, as como los kindergarten de Froebel estaban destinados a seres cuya especificidad era reconocida, y se adaptaban a su carcter propio, tanto fisiolgico como psicolgico. Consideraban al nio como una realidad original y autnoma. En cambio, para los usuarios, estas escuelas cumplan con la funcin de cuidar: eran salas de albergue que los liberaban de una carga .no eran un bien sino el remedio de un mal: en aquella poca todos juzgaban, con excepcin de unos cuantos educadores, que lo natural, antes de los seis aos, era que en los nios permanecieran con su familia. La escuela preprimaria intervine cuando la familia ya no puede cuidar a sus hijos.

De esta manera podemos medir la importancia de la revolucin escolar que representa el desarrollo actual de las escuelas preprimarias. Aunque Francia sea un caso excepcionalms de 98% de los nios de tres aos asisten a la escuela--- en todos los pases industrializados se considera como normal y deseable que los nios asistan a preprimarias o jardines de nios. La escuela preprimaria ha cambiado de destino: ayer era el menor de los males, hoy es un bien. Como explicar este giro radical?TRANSFORMACIONES SOCIALES Y EL NUEVO LUGAR DEL NIO.

Si nos hemos detenido un poco en el anlisis del pasado es porque es lo nico que puede aclarar ciertos rasgos caractersticos de las sociedades actuales. En un cuarto de siglo, una transformacin sin precedentes ha convertido en pasado caduco ciertas formas de organizacin social que prevalecieron durante varios siglos. Las dimensiones econmicas y demogrficas de se cambio son evidentes. Sin embargo, son insuficientes para explicarlo en su totalidad.

El crecimiento econmico trajo consigo el bienestar si no es que la abundancia, dispositivos de proteccin social eficaces, un mejoramiento cualitativo y cuantitativo de la vivienda, una disminucin de la mortalidad, en primer lugar infantil y luego adulta.

Suponemos que esas nuevas condiciones han modificado las actitudes ante el nio: se vuelven una carga menor, una responsabilidad menos aplastante, y el modelo maltusiano de familia puede, en efecto, retroceder. Paralelamente, el aumento de la comodidad y la elevacin del nivel cultural han vuelto ms difcil la aceptacin de la familia numerosa. Tambin podemos constatar que la evolucin en el tamao de la familias hacia el ideal de la pareja con dos hijos corresponde a una especie de lgica de la demografa: desde que casi la totalidad de sus hijos sobreviven a los 20 aos, las familias numerosas tienen la seguridad de permanecer como tales. Asimismo, la victoria sobre la mortalidad infantil hace que bajen ciertas defensas afectivas: se quiere con mayor libertad a los hijos sin la amenaza de perderlos.

La evolucin de las actitudes hacia el nio no se reduce, sin embargo, a ese cambio econmico y demogrfico. En efecto, se trata ante que nada de un giro en la psicologa colectiva: al tiempo que se reconoce la existencia especifica y positiva del nio, este se convierte en el objeto de un intenso vuelco afectivo de parte de los padres.

LA LEGITIMACION DE LOS SENTIMIENTOS.Ese cambio de actitud proviene, segn parece, de dos causas muy diferentes. La primera es la legitimacin de los sentimientos y de su expresin. El florecimiento de las ciencias humanas ha difundido un freudismo simplificado, retomado luego por la prensa femenina. Lo que la opinin pblica retiene es que es peligroso reprimir los sentimientos. Las antiguas normas de comportamiento morales y religiosas se sustituyen por nuevas, psicolgicas y medicas, con ideas como, por ejemplo, de que existe una madurez afectiva normal, como lo es el crecimiento de peso y del tamao corporal.

Lo importante de esa legitimacin es que atae a las manifestaciones afectivas. En primer lugar, a la sexualidad. La masturbacin, por ejemplo, deja de ser el mayor vicio contra el que todos los educadores luchaban en la etapa de la pubertad, para convertirse en una etapa vanal dentro de la evolucin del individuo, que se resuelve por s misma. La sexualidad en el matrimonio cambia de justificacin, antao era una concesin que se le hacia a la naturaleza, legitimada exclusivamente por la institucin matrimonial y, para la sociedad, una garanta contra los excesos, hoy se ha convertido en el lenguaje del afecto y es legitimada por los sentimientos. Por lo tanto, el matrimonio en donde el amor muere se vuelve inmoral, y se vuelve moral la sexualidad extramarital entre los que se aman.

Hay que reubicar dentro de ese contexto la evolucin de las actitudes de los padres hacia los hijos. Primero, por que se empiezan a incluir la paternidad y la maternidad en el proceso normal de maduracin afectiva, y hacer de los deseos del hijo el criterio de normalidad del amor conyugal; e Francia, el tema se vuelve explicito a comienzos de los aos cincuenta. Una confesin indita corona esta evolucin: se reconoce en lo sucesivo que se tiene hijos para ser feliz.

El cambio se produjo en los pases anglosajones antes que en la Europa latina. Sin duda tiene que ver la influencia del protestantismo; ya sea que un rigor excesivo haya provocado de manera mas precoz una liberacin mas extrema----podra ser el caso de Suecia---- o ya sea que, al contrario, el rechazo de los dogmas y del principio de autoridad haya favorecido, como en el caso de los cuqueros, una aceptacin condescendiente y empatica de lo otro. Rogers se asombro mucho en su primer contacto con francia, en 1966, de la dificultad de los franceses para aceptar las manifestaciones positivas de simpata. Y constatamos que en ese pas (EUA), las nuevas actitudes educativas se difunden ms rpido entre los protestantes que entre los catlicos. De cualquier manera, esas nuevas actitudes se difunden en francia por instigacin de los nuevos doctores en leyes, mdicos, y psiclogos, e imitando a Estados Unidos. Testimonio de esto es el xito espectacular del manual de puericultura del doctor Spock, traducido al francs en 1960, con un de 15 retraso de 15 aos, el francs que escribe el prefacio, un medico de hospitales, lo presenta en los trminos siguientes.

El nico disgusto de los lectores que ya tienen nietos como yo, es tener que decirse: Que fuente de alegra he perdido en parte por no haberlo ledo antes! Y el de evocar la bsquedanueva para un libro de puericultura de la felicidad que los padres deben aprender de sus hijos.

Este vuelco afectivo induce nuevas prcticas educativas. La autoridad de los padres se vuelve ms flexible; buscan la unin con los hijos y no solo su obediencia; se valen de la astucia, de la persuasin, de la seduccin, ms que de la fuerza. Pero ante toda prctica educativa, nos preguntamos si corre el peligro de provocar una ruptura afectiva entre el hijo y sus padres. Tocamos aqu el punto clave del efecto de la legitimacin de los sentimientos.

EL NUEVO ESTATUS DEL HIJO.Hay un segundo factor en juego, sin embargo, que interviene de manera convergente: el reconocimiento del nio como una realidad autnoma y positiva. Ya no se percibe, negativamente, como un ser inacabado, dependiente, que debe formarse; aparece como una autentica riqueza, la imagen de la infancia se modifica.

Por un lado, esta transformacin es obra de los propios pedagogos. Desde hace mucho tiempo, las escuelas preprimarias adoptaron la postura pedaggica de apoyarse en la propia activad del nio, en su curiosidad, en su deseo de crecer. De all se desarrollo una nueva pedagoga, activa, tanto ms fcilmente cuanto que los programas eran muy superficiales. Incluso cuando el resto de la sociedad trataba a los nios como pequeos seres rebeldes, que haba que disciplinar, impedirles que hicieran ruido y se ensuciaran, las institutrices de las preprimarias los hacan jugar, cantar, correr, dibujar y esculpir.

Por qu la actitud vigente de las preprimarias ha conquistado las familias, y de que manera? Es una pregunta difcil. Los progresos de la tecnologa domestica ciertamente instauraron condiciones favorables: liberadas de una parte de las tareas domesticas gracias a la aspiradora, la lavadora y los sistemas de calefaccin que no requieren de cuidado, las madres de familia se readaptaron a un papel de educadoras cuyo modelo eran las institutrices de las preprimarias. Pero el hecho de liberar el tiempo no asegura la entrada a la educacin; antes de la guerra, los empleados domsticos de los hogares burgueses liberaban el tiempo de las madres sin que por ello abandonaran sus rgidos principios educativos. Hay otras causas en juego que se pueden enumerar.

En primer lugar, intervinieron nuevas instancias que proponan una imagen positiva del nio. La propaganda en pro de la natalidad llevada a cabo por el estado o ciertas asociaciones y la de ciertos industriales preocupados por explotar un mercado especifico: Nestl, Jacquemaire, Bledine, Prenatal, entre otros, se promovieron con las mismas caritas conmovedoras. El da de las Madres, medio comercial, ampla an ms esa propaganda como un medio en pro de la natalidad. Las revistas femeninas trabajan en el mismo sentido organizando concursos del bebe ms bonito, y con sus consejos educativos.

En segundo lugar, tambin pudo haber entrado en juego el contexto histrico. En Francia, por ejemplo, fue durante la ocupacin que la natalidad volvi a levantarse y que aparecieron grupos de nuevas familias; esto hace que nos preguntemos si, como reaccin a los horrores vividos en esa poca, se habr valorado la inocencia de los nios. Contra esa hiptesis hay que sealar, sin embargo, que la generalizacin de una concepcin positiva de los nios parece posterior. Al mismo tiempo, como lo sugiere J. C Chamboreon, la rapidez y la amplitud de los cambios sufridos en las sociedades occidentales han derrumbado la seguridad de los adultos en cuanto a la validez futura de sus normas educativas, y eso pudo llevarlos a considerar de una manera diferente a los nios. Pero estamos tocando un aspecto delicado en donde no es posible aportar pruebas.

Finalmente, la hiptesis mas increble es la de una transformacin cultural, difundida desde los crculos directivos e imitando a una cultura dominante, anglosajona e incluso norteamericana. Hemos encontrado a veces las huellas de esa difusin: en 1949, en el pequeo pueblo de Nouville, todava a los bebes y tambin se saba que los norteamericanos ya no lo hacan. Es claro que en Francia la generalizacin de la preescolarizacin a partir de 1959 se efectu por imitacin de la burguesa asalariada; hasta entonces, la preprimaria haba sido una escuela de pobres y de trabajadores; cambio de significado cuando las clases dirigentes le confiaron la educacin de sus hijos. Pero no lo hubieran hecho no haberse dejado ganar por la nueva actitud hacia la infancia; el hecho novedoso es que pensaran que sus hijos necesitaban, desde muy temprana edad, conocer a otros nios, desarrollar su sociabilidad; consideraban educativos los juegos y los cantos: una revolucin cultural se estaba llevando a cabo.

Dos rasgos permiten reconocerla, y ambos caracterizaban desde hacia mucho tiempo el universo de las preprimarias. En primer lugar, el reconocimiento de la creatividad infantil: la aceptacin del juego, ayer considerado indigno para los adultos y que, vuelto educativo, se enriquece, se diversifica y se abre a los adultos; la aceptacin y la valoracin de las obras infantiles, sobre todo de los dibujos: lo que ayer eran garabatos infames, hoy se eleva a la dignidad de obras de arte, y nos encontramos con que los funcionarios decoran los muros de sus oficinas no solo con las fotografas familiares, sino incluso con los dibujos ingenuos.

El segundo es la aceptacin de la sociabilidad infantil. En la sociedad de la pre-guerra, cuando las familias eran numerosas en su mayora, la sociabilidad infantil se inscriba por completo en el marco familiar. El nio jugaba con sus hermanos, sus primos, sus abuelos solidaridad entre edades no productivaspero muy poco con los vecinos. Existen numerosos testimonios de este hecho, tanto en la ciudad como en el campo; ciertamente haba una excepcin: cierta tolerancia haca los compaeros de clase, considerados varas veces como una especie de gran familia. En lo sucesivo, se considera preferible que el nio tenga compaeros desde muy pequeo. Las mismas familias que en otras pocas retrasaban lo ms posible la entrada de sus hijos a la escuela, por miedo a que se llenaran de piojos, adquirieran enfermedades o malas palabras, hoy los inscriben en el jardn de nios a los tres aos, y reciben en su casa a los compaeros de clase. Las actitudes de reserva y de orgullo se han trastocado.

CONCLUSION: EL NIO, LA FAMILIA, Y LA SOCIEDAD.

Esta ponencia no es suficiente. Al historiador no le gusta oponer la actualidad a un pasado vago, sin precisar las cronologas, los puntos de coincidencia y las rupturas; el socilogo se siente en un terreno frgil, en donde las diferencias entre los grupos sociales se esbozan apenas, y en donde las pruebas son tenues; el psiclogo tampoco se encuentra muy a gusto con la extensin a colectividades nacionales de conceptos o reacciones cuya legitimidad es indiscutible en el terreno de la psicologa individual, y, finalmente, este cuadro histrico queda ampliamente dominado por el caso de Francia, y hubiese sido ciertamente esclarecedor ahondar en las particularidades de la evolucin de naciones diversas. Puesto que esta contribucin no se salva de los efectos de las tentativas de sntesis, solo resta, en conclusin, correr el riesgo y proponer una interpretacin general.

El estatus del nio en las sociedades industriales se ha transformado por completo. Hemos pasado del nio como una propiedad despreciable que se plegaba a su familia, reducido lo ms posible al silencio y a la inmovilidad, al nio rey, centro del inters, convergencia de los efectos, aceptado como una persona autnoma, con sus riquezas y sus derechos.

Esa transformacin se volvi posible con el paso de la sociedad de escasez a la sociedad de abundancia; el descenso de la mortalidad, el progreso en los recursos, una mayor seguridad, la revolucin de la tecnologa domestica y la comunidad de la vivencia urbana teje un cuadro de vida cotidiana radicalmente distinto del que lo precedi. El nio rey aparece dentro de ese marco, y as reina, puesto que el peso de las dificultades materiales se ha aligerado.

Sin embargo, la sociedad de abundancia no hubiese podido modificar por si misma el estatus del nio. Fue obra de una verdadera revolucin cultural. Se caracteriza por la legitimacin de los sentimientos y de sus manifestaciones. El estatus del nio en la familia se encuentra por lo tanto transformado, y prevalecen as nuevas maneras de quererlo.

Pero porque esa revolucin cultural, por qu su xito? Sobre esta ltima pregunta, podemos sugerir una respuesta: lo que asegur el xito de la nueva manera de querer y de educar a los nios fue la inversin de la relacin que una la familia con la sociedad.

La familia era, en efecto, la clula de base de la sociedad de escasez, esa sociedad no poda sobrevivir en enfrentar condiciones de trabajo, de vivienda y de subsistencia muy duras. Para construir una vida en esa sociedad se tena aprender desde muy pequeos a doblegarse ante las dificultades. La familia era el lugar privilegiado para el primer aprendizaje de las necesidades sociales: el trabajo, la obediencia, la resistencia.

La abundancia hizo que esa situacin desapareciera. Pero las sociedades de abundancia son tambin muy intrincadas. La familia ha perdido sus funciones econmicas y sociales, incluso sus funciones educativas. Casi todas las actividades humanas se han socializado: el trabajo se ha vuelto asalariado, junto con la educacin escolar y la seguridad social. El ser humano no puede realizarse de la misma manera en su trabajo y su actividad personal.

En esta nueva sociedad, mucho mas gregaria y reglamentaria, la familia se ha vuelto el ltimo lugar para el desarrollo personal, el ltimo refugio del individuo. Ayer, la sociedad empezaba con la familia; hoy termina en su puerta. Significa que la familia ha cambiado radicalmente de significado. De ah la nueva importancia acordada, en su seno, a las manifestaciones de afecto: la revolucin cultual encuentra en ello sus races. Sin duda el nio se encuentra en el centro de esa nueva familia, que ya no se concibe sin l. Pero el hecho de que su estatus se haya modificado radicalmente, ha sido una repercusin de otros cambios que no lo ataen directamente. Bajo estas condiciones, se puede evaluar mejor la precariedad de ese nuevo estatus del nio: de cierta manera, el nio an debe doblegarse ante la familia, y todava le es asignado su lugar desde afuera.