formación basada en competencias
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Algunas reflexiones sobre la formación basada en competencias
Ramón Uzcátegui[*]
Resumen: Se presenta al lector una reflexión de orden teórico conceptual sobre la
formación basada en competencias y sus implicaciones curriculares e instruccionales.
Para ello se procedió a una revisión de la literatura especializada en el tema, se
identificó diversos enfoques y planteamientos, tanto de carácter nacional como
internacional sobre el tema. Hecho esto se sitúo algunas ideas de carácter general sobre
sus implicaciones en el ámbito curricular e instruccional. Como ideas preeliminares se
puede apuntar que: las competencias, como problema pedagógico educativo abre un
espacio para repensar la educación, particularmente la universitaria, que la formación
basada en competencia supone la configuración de diseño curriculares, flexibles, y
prácticas instruccionales que favorezcan la integración del conocimiento, el aprendizaje
permanente y a lo largo de toda la vida.
Presentación
El tema de las Competencias es complejo. Desde su incorporación al contexto educativo
ha suscitado un conjunto de argumentos a favor de la reforma educativa,
esencialmente, en ámbito de la Educación Superior. Incorporado desde el mundo
empresarial, el concepto de competencias ha impactado en la conceptualización sobre
el perfil de estudio, la organización, la evaluación y la administración del currículo.
Muchos han sido los autores que se han dedicado a su definición, y otros se han
dedicado a su conceptualización, esto es, la generación de un basamento no sólo
tecnológico para la trasferencia del concepto en ámbitos curriculares específicos, de la
enseñanza y el aprendizaje, sino también al establecimiento de principios y
fundamentos pedagógicos, filosóficos y psicológicos que sitúen las competencias en el
ámbito de la reflexión sobre el Hombre y su educación.
Entre los autores dedicados al estudio y práctica de las competencias en el ámbito
educativo podemos citar entre otros a Levy-Leboyer, Tobón, García Fraile, Vargas, de
referencia internacional, y las profesoras Alejandra Fernández y Alicia Inciarte, por
mencionar algunas de valía nacional. En sus trabajos intentan discernir las
implicaciones pedagógicas, curriculares y didáctica que tienen las competencias como
eje ordenador de la enseñaza en la escuela. Reconociendo el recorrido que tiene la
discusión sobre el tema de las competencias, las implicaciones que tiene para la
universidad Latinoamericana y Europea a partir de la puesta en escena de la creación
del Espacio Europeo de Educación Superior (EEES), el Proyecto “Tuning”, el impacto
que tiene los planteamientos de UNESCO, OCDE para educación del futuro, la
discusión sobre el concepto de competencias ha facilitado, ampliado y profundizado el
sentido de la transformación universitaria en el contexto de la sociedad del siglo XXI.
¿Qué es el enfoque de formación basado en competencias?
El enfoque de formación basado en competencias aparece en el discurso educativo de
mediados del Siglo XX, esta vinculado al mundo laboral, pero su despliegue teórico se
inicia en el campo lingüístico naturalista[1] con los aportes de Noam Chomsky. Señala
Tobon (2005) que Chomsky (1964), acuñó el concepto de “competencia lingüística” con
el cual “buscaba no sólo dar identidad a un conjunto de saberes, sino también sentar
las bases sobre los procesos en los que se podría identifica el futuro de sus líneas de
estudio en esa disciplina”. Es así como desde el área de la lingüística el concepto de
competencia ingresa al campo de la comunicación a partir del concepto de competencia
comunicativa. También, el estudio de las competencias no es tan novedoso, ya en la
psicología industrial y organizacional norteamericana, ha habido un movimiento real
hacia las competencias, desde finales de la década de 1960 y principios de los 70
(Spencer, 1991).
Según Bustamante (2003 c.p. Díaz, 2005) la formulación chomskiana se empezó a
generalizar a otros campos disciplinares, siendo uno de ellos el educativo (ídem, p.13).
El planteamiento de Chomsky hace referencia a un proceso complejo de gestación de la
capacidad intuitiva del ser humano de adquirir la lengua materna, la cual se va
instalando y transformando en las estructuras cognitivas y lingüísticas de forma
natural, con un componente tácito en la configuración de la personalidad en un
determinado entorno social y otro componente sistemático a través de los procesos
escolares y las acciones explícitas de la familia.
Las competencias es un concepto que se transfiere del mundo empresarial, eso se ha
señalado por mucho tiempo, tanto por detractores como por proponentes de este
enfoque de educación. Lo que no quiere decir que el concepto haya avanzado, y
hasta, pedagogizado, según los últimos textos sobre el tema. “El debate sobre el
significado, alcance y limitaciones de este nuevo enfoque ha sido y sigue siendo vivo e
intenso” (CIDEC, 2004, Pág. 24).Morfín (2000) y Tejada (2005) –citado por
Barraza[2]- “consideran que el concepto de competencia ha permitido superar
modelos formativos precedentes”, mientras que Prestón y Walker -citados por Gonczi y
Athanasau, 2000- consideran que el enfoque por competencias es positivista,
reduccionista, conservador y carece de base teórica.
En el campo educativo son múltiples las definiciones que puede contactarse sobre
competencias. Levy-Laboyer (2000) definen las competencias como “repertorios de
comportamientos que unas personas dominan mejor que otras, lo que las hace
eficaces en una situación determinada”. Tejada (1.999) plantea que las competencias
expresan “un conjunto de conocimientos, procedimientos y actitudes combinados,
coordinados e integrados, en el sentido de que el individuo ha de saber hacer y saber
estar para el ejercicio profesional, como resultante de su formación escolar”. Otra
definición dada por Fernández (2004) quien señala “las competencia aluden al
resultado del desempeño de un sujeto frente a las exigencias de una tarea con un alto
nivel de calidad y autoresponsabilidad” (p 156). El Instituto Colombiano para el
Fomento de la Educación Superior –ICFES-, define las competencias como un conjunto
de acciones que el sujeto realiza cuando interactúa significativamente en un contexto
determinado, definición que se resume en: un saber hacer en contexto… (ICFES,
1999)[3].
La pedagogización del concepto lo ha vinculado a la idea de formación integral, sobre
esta concepción del Inciarte y Canquiz (2008) señala que las competencias reflejan una
vinculación formación y desempeño laboral, visto así se limita a “considerar la
competencia fundamentalmente, como un conjunto de conocimientos, habilidades y
actitudes de desempeño de un cargo o puesto de trabajo” (2008:110). A juicio de las
autoras las competencias implica:
…el saber reflexionar, valorar, organiza, seleccionar e integrar lo que puede ser
mejor y que se sistematiza en su valoración continua para realizar una actividad
profesional, resolviendo un problema o realizando un proyecto, lo cual no
homogeniza, se concibe como una aplicación flexible según la situación concreta
en que se desarrolle. Visto así, la competencia es adaptable y transferible, se
concibe transversalmente en el currículo; no pude limitarse a una tarea única y
repetitiva, sino que supone la capacidad de aprender, de innovar y de comunicar
los procesos de innovación, comprendiendo las diversas circunstancias
profesionales y la capacidad de adaptar el conocimiento a ellas, lo cual se va
interiorizando en el pensamiento del profesional por distintas vías y muy
especialmente desde su propia experiencia y nunca por requisitos.
Las últimas conceptualizaciones sobre competencias (Tobón, García Fraile, 2009) están
teñidas por la idea de complejidad. La primera idea esta inspirada en los
planteamientos de Morin sobre el pensamiento complejo. Esta idea que se ha irrigado
en UNESCO, en TUNNIG, y en todo el debate sobre la universidad del siglo XXI. La
complejidad es entendida como “complexus”, lo que esta tejido en conjunto. La
complejidad es para Morin “un tejido de eventos, acciones, interacciones,
retroacciones, determinaciones, azares, que constituyen el mundo fenoménico”. El
pensamiento complejo significa “distinguir sin mutilar y asociar sin confundir”. La
complejidad es un planteamiento epistemológico en el cual el hombre puede conocer
desde la ecología de la acción. Vista en el contexto, la complejidad no esta referida al
mundo exterior, sino al mundo interior, la frase quiere significar que los
comportamientos humanos no son operaciones aisladas, conductas disociadas, sino
que son expresión de un proceso orgánico, que involucra nuestras capacidades
cognitivas y corpóreas.
Desde este enfoque epistemológico, García Fraile, Tobón y López (2009), asumen las
competencias desde un enfoque socioformativo, esto es asumir las competencias como
“actuaciones integrales ante problemas del contexto con idoneidad y compromiso
ético”. El carácter socio formativo a que han referencia los autores esta en el hecho de
concebir las competencias como una actuación o desempeño contextualizado. Tal
concepción supone problemas epistemológicos, filosóficos y pedagógicos importantes
en la reflexión curricular. Abundemos un poco en lo que definen los autores.
Una competencia es “actuaciones integrales ante problemas del contexto”: ya
que:
el desempeño se concibe de manera integral, como un tejido sistémico y no
fragmentado, teniendo como referencia la realización de actividades y resolución de
problemas de diferentes contextos (disciplinares, sociales, ambientales, científicos,
profesionales y laborales)
se articula de forma sistémica y en tejido la dimensión afectivo-motivacional
(actitudes y valores) con la dimensión cognoscitiva (conocimientos factuales,
conceptos, teorías y habilidades cognitivas) y la dimensión actuacional (habilidades
procedimental y técnicas)
las competencias son mucho más que un “saber en contexto”, pues va más allá del
plano de la actuación e implican compromiso, disposición para hacer las cosas con
calidad, raciocinio, responsabilidad, manejo de una fundamentación conceptual y
comprensión.
El factor “idoneidad” en la competencia, expresa:
establecer o tener e cuenta criterios con el fin de determinar la calidad con la cual
se realiza una actividad o se resuelve un problema.
El aspecto “compromiso ético”, es a la luz de los autores “aspecto central y supone
en elemento nuevo en la definición”, indica que:
toda actuación y en todo tipo de contexto, y ante cualquier finalidad que se tenga, el
ser humano debe reflexionar si es apropiado o no, de acuerdo con sus valores y el
imaginario social, llevar a cabo la actuación, y una vez llevada a cabo, evaluar de
manera conciente y critica tanto las posibles consecuencias negativas, como los
posibles perjuicios par si mismo y para la otras personas, corrigiendo y reparando
sus errores, y aprendiendo a evitarlos en el futuro.
Visto así, las competencias expresan una actuación compleja de la persona, en la que
se ponen en juego sus capacidades reales y potenciales en términos de lo que conoce, de
lo que puede hacer, y las formas como puede valorar y disponerse actitudinalmente en
el abordaje de situaciones personales, sociales y profesionales. En
términos pedagógicos, las competencias son la resultante del esfuerzo educativo por
florar o desplegar las facultades mentales, actitudinales y procedimentales –vista en su
complejidad- en el individuo, para que, tal como lo plantea Tobon, la persona pueda
transitar los diversos ámbitos de la vida –social, laboral, profesional- haciendo uso del
repertorio de atributos que posee y que adquirido en su proceso formativo. Esto
implica que para el desarrollo de competencias en el individuo debe proyectarse y
promoverse conocimientos, habilidades y valores en la persona que le habilite a
interactuar con su entorno.
Las competencias se constituyen en un referente de organización de la enseñanza,
sustitutivo del modelo educativo basado en objetivos de enseñanza y objetivos de
aprendizaje, ya que se considera que es una forma fragmentaria de promoción de la
enseñanza y del aprendizaje, contrario a un contexto social signado por la idea de “la
imagen total”, la “multicausalidad y referencialidad”, la indeterminación, la
complejidad, etc.
En este sentido, las competencias integran (i) saber: asociado al conocimiento que
posee una persona y “demuestra el conjunto de saberes teóricos o prácticos
relacionados con una determinada ocupación” (Delors, 1996); (ii) saber
hacer: relacionado con las habilidades y destrezas del individuo y se refiere a
“aptitudes para realizar con facilidad y precisión las tareas de una ocupación”,
(iii) saber estar y convivir: conjunto de actitudes que asume la persona
internamente y/o con relación al entorno, indicando la “manera de enfocar el
desempeño de las diversas tareas de una ocupación” y (iv) saber ser: vinculado a los
valores de los sujetos, como factores que guían sus comportamientos y decisiones. En
su proceso de operacionalización, las competencias se descomponen en atributos o
tareas e indicadores de desempeño. Los atributos o tareas son las acciones
desarrolladas por el individuo en el marco de su desempeño profesional y los
indicadores de desempeño son unidades de análisis que expresan el nivel de logro o
ejecución de la competencia. Se descompone de esta forma ya que se entiende la
enseñanza como posibilidad de análisis y el aprendizaje como posibilidad de síntesis de
los aspectos señalados anteriormente, pero puestos en contextos -hipotéticos y reales-
de actuación de la persona.
Implicaciones curriculares de la formación basada en
competencias
El desarrollo del discurso pedagógicos sobe la formación basada en competencias en la
educación universitaria, abre un espacio para la discusión y la reflexión sobe la
orientación de la enseñanza. Este discurso tiene implicaciones concretas en el ámbito
curricular e instruccional. Según Gómez[4], las implicaciones curriculares de la
formación basada en competencia puede considerarse la primera implicación curricular
es:
la revisión de los propósitos de formación del currículo; su respuesta lleva
necesariamente a una evaluación de la pertinencia del mismo, y se constituye en el
insumo requerido para
replantear la organización de los contenidos del plan de estudios, dada
tradicionalmente en asignaturas o materias.
Diseñar un currículo por competencias implica
Construirlo sobre núcleos problemáticos al que se integran varias disciplinas, currículo
integrado, y se trabaja sobre procesos y no sobre contenidos.
Esto exige la revisión y actualización permanente de los diseños curriculares,
particularmente, de aquellos relacionados con el mundo administrativo y gerencial,
donde en el surgimiento de nuevos paradigma, estrategias y técnicas en el manejo de
procesos de negocios y organizacionales ameritan una adecuación permanente de las
formulaciones curriculares.
Implicaciones didácticas de la formación basada en competencias
A nivel de la interacción en el aula, la formación basada en competencia exige una
nueva actitud del docente y del alumno frente a los problemas de conocimientos que
estos enfrentan en determinadas situaciones de aprendizaje. Esta concepción del
proceso educativo supone superar la idea de educación por asignaturas, y plantea la
necesidad de concentrarse en aquellos aspectos que se consideran necesarios par
promover situaciones de aprendizajes significativas frente a la vida. El docente más que
dador de contenidos, es promotor de la capacidad analítica y observadora del
estudiante para que este se motive y comprometa éticamente en el abordaje de
situaciones que activen y requieran sus capacidades cognitivas, afectivas y
aptitudinales. Eso implica, siguiendo el planteamiento de Gómez[5], un cambio de
metodologías transmisionistas a metodologías centradas en el estudiante y en el
proceso de aprendizaje. Eso implica superar la “lección” como estrategia
hegemónica de la enseñaza en el aula, por una educación que favorezca el trabajo en
equipo, la negociación de grupos, la toma de decisiones individuales y grupales, en
situaciones de aprendizajes lo más real posible articulado a uno o varios proyectos de
aprendizaje a lo largo de un lapso académico.
Ideas finales
La formación basada en competencias es uno de los tantos puntos de discusión de la
configuración de la educación actual. Muchos son sus promotores y detractores, pero
encarna una posibilidad para revisitar la forma como hemos venido asumiendo la
educación en los distintos niveles del sistema escolar venezolano. Particularmente en el
ámbito de la educación universitaria, donde la idea de educación permanente y a lo
largo de toda la vida coloca serias reserva ante una enseña disciplinaria, rígida, carente
de pertinencia profesional y cerrada a los intercambios científicos, profesionales y
sociales que supone la sociedad del conocimiento y la información. La formación
basada en competencia supone la configuración de diseño curricular, flexible, y
prácticas instruccionales que favorezcan la integración del conocimiento, el aprendizaje
permanente y a lo largo de toda la vida
Bibliografía
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Sarramona J. (2004). La competencias básicas en la educación obligatoria.
España: CEAC educación/ actualidad Pedagógica.
[1] Es importante señalar que el concepto de competencias ha tenido diversos usos en
el mundo profesional del siglo XX. Para no excederme en el propósito de su definición,
dejo el tema de la “historia” del concepto de competencias para otra oportunidad.
[2] Arturo Barraza (2007). La formación docente bajo una conceptualización
comprehensiva y un enfoque por competencias. Estudios Pedagógicos XXXIII, Nº 2:
131-153, 2007. barraza–[email protected]
[3] ICFES. Nuevo examen de estado, Propuesta General. Santa Fe de Bogotá: ICFES,
1999. Citado por: Walter Alfredo Salas Zapata. Formación por competencias en
educación superior. una aproximación conceptual apropósito del caso colombiano.
Universidad de Antioquia, Colombia. En
red: http://www.rieoei.org/deloslectores/1036Salas.PDF
[4] GÓMEZ E., Jairo. Lineamientos pedagógicos para una educación por competencias.
Capítulo del libro: El concepto de competencia II. Una mirada interdisciplinar. Santa fe
de Bogotá. Sociedad Colombiana de Pedagogía. 2002. Citado por: Walter Alfredo Salas
Zapata. Formación por competencias en educación superior. una aproximación
conceptual apropósito del caso colombiano. Universidad de Antioquia, Colombia. En
red:http://www.rieoei.org/deloslectores/1036Salas.PDF
[5] GÓMEZ E., Jairo. Lineamientos pedagógicos para una educación por competencias.
Capítulo del libro: El concepto de competencia II. Una mirada interdisciplinar. Santa fe
de Bogotá. Sociedad Colombiana de Pedagogía. 2002. Citado por: Walter Alfredo Salas
Zapata. Formación por competencias en educación superior. una aproximación
conceptual apropósito del caso colombiano. Universidad de Antioquia, Colombia. En
red:http://www.rieoei.org/deloslectores/1036Salas.PDF
[*] Licenciado en Educación, Mención Desarrollo de Recursos Humanos (UCV, 2005);
Doctor en Humanidades (UCV, 2010). Profesor del Departamento de Gerencia, Escuela
de Ciencias Administrativas. FACES – UNMET. Profesor de la Escuela de Educación,
FHE – UCV.
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sobre-formacion-basada-en-competencias#sthash.bv737SyA.dpuf