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Para Reggina, porque somos caligramas de una pluma vanguardista. Flashback -¿Alguna vez sentiste amor por mí?-dijo Santiago. Me pregunté muchas veces eso, Luciana. Sé que quizás era una pregunta dura en este momento, pero en algún momento tenía que hacértela. No tienes la menor idea de cómo cada día me arrepiento de no habértela preguntado antes; desde el día en que las clases culminaron y cada uno tuvo que tomar caminos diferentes por las carreras elegidas me di cuenta que en realidad este sentimiento era más fuerte de lo que yo creía, era un sentimiento puro y original, el amor en su máxima expresión. Día y noche pensaba en ti, las clases de psicología me ayudaron a entender que lo que tenía era una represión de emociones, pero aun así intenté lidiar con eso y hasta me acostumbré ¿sabes? Pero habían veces en las que me preguntaba dónde estarás, qué harás, y era en esos momentos cuando me ponía a escuchar música que me hiciera acordar a ti y que reforzaran, inconscientemente, aún más mis sentimientos hacia ti; y por defecto comenzaba a escribir, a redactar pequeñas historias de adolescentes, de amores juveniles situados en una época en la cual las barreras no existían. El resto de mi vida transcurrió entre esa literatura bohemia y nocturna, y las constantes salidas a lugares que consideraba como fuentes de inspiración, llámense parques, suburbios, malecones y bares donde conseguía, la mayoría de veces, que el trago sea mi musa; siempre con un cigarro en la boca, absorbiendo el humo, aquel humo que me adormecía hasta reír, al cual llegué a considerar como un amigo, un amigo que me alejaba de la realidad por unos segundos, que me hacía soñar y alucinar, alucinar sobre ti, Luciana. Y así transcurrió mi vida, Luciana; hasta hoy, hasta

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Manuscrito hallado en el tren.

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Para Reggina, porque somos caligramas de una pluma vanguardista.

Flashback

-Alguna vez sentiste amor por m?-dijo Santiago.

Me pregunt muchas veces eso, Luciana. S que quizs era una pregunta dura en este momento, pero en algn momento tena que hacrtela. No tienes la menor idea de cmo cada da me arrepiento de no habrtela preguntado antes; desde el da en que las clases culminaron y cada uno tuvo que tomar caminos diferentes por las carreras elegidas me di cuenta que en realidad este sentimiento era ms fuerte de lo que yo crea, era un sentimiento puro y original, el amor en su mxima expresin. Da y noche pensaba en ti, las clases de psicologa me ayudaron a entender que lo que tena era una represin de emociones, pero aun as intent lidiar con eso y hasta me acostumbr sabes? Pero haban veces en las que me preguntaba dnde estars, qu hars, y era en esos momentos cuando me pona a escuchar msica que me hiciera acordar a ti y que reforzaran, inconscientemente, an ms mis sentimientos hacia ti; y por defecto comenzaba a escribir, a redactar pequeas historias de adolescentes, de amores juveniles situados en una poca en la cual las barreras no existan.

El resto de mi vida transcurri entre esa literatura bohemia y nocturna, y las constantes salidas a lugares que consideraba como fuentes de inspiracin, llmense parques, suburbios, malecones y bares donde consegua, la mayora de veces, que el trago sea mi musa; siempre con un cigarro en la boca, absorbiendo el humo, aquel humo que me adormeca hasta rer, al cual llegu a considerar como un amigo, un amigo que me alejaba de la realidad por unos segundos, que me haca soar y alucinar, alucinar sobre ti, Luciana. Y as transcurri mi vida, Luciana; hasta hoy, hasta hace unos minutos cuando camino al parque te encontr, cuando vi tu esbelta figura, tu naricita respingada y tus hermosos ojos color caramelo, cuando te hice la pregunta que durante toda mi vida me carcomi el cerebro; y ahora veo tu cara: aterrada y sorprendida. Pero an quedan esperanzas en m, Luciana; intento leer tus labios que pronuncian palabras que por la emocin del encuentro no logro entender.

-S te am-dijo Luciana-. Siempre te he amado.

No lo podas creer, una luz irradi tu sonrisa, Santiago; tus gestos se iluminaron y ahora la abrazabas y la llenabas de besos. Tratando de demostrarle con esas caricias en su rostro que viviste pensando en ella, tratando de contarle tu historia sin usar las palabras porque era inefable ese instante, era imposible siquiera intentar describirlo; tratando de contarle toda tu vida tan slo en un segundo y por medio de la mirada; tu mirada.